AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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...La muñeca y el Panda....( Rasmus A. Lillmåns ^^)
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...La muñeca y el Panda....( Rasmus A. Lillmåns ^^)
*Despues de haber recorrido casi la mitad de paris para volver a su hogar que estaba cerca del pantano por haber haceptado el trabajo de alguien que se la pasaba en prostibulos, y habiendo matado a la persona que su cliente le habia dicho haciendose pasar por una muñeca de porcelna viva mas que por una humana o lo que fuera ella, Sigrid habia logrado salir casi ilesa de esa travesia de no ser por las ropas razgadas al haber matado a un sacerdote que se metia con menores y ella misma habia sido el señuelo, por fin habia acabado ese trabajo, la jugosa cantidad de francos que habia recivido habia sido aumentada casi el doble por el hecho de no haber llamado mucho la atencion y salir sin que nadie la viera del Burdel a que ese ser repugnante como quien la habia contratado asistia para violar menores, mas nunca penso que ella fuera a ser un problema. Gracias al cielo no la habia llegado a tocar ni un pelo y fue rapida, lo tardado fue el desacerse del cuerpo y dejar la habitacion del burdel como nueva. Ese dinero ganado el dia anterior habria de gastarlo en la reconstruccion de su "Casita de Muñecas" que era donde vivia en el pantano, y parte de su laboratorio secreto.*
*El cuerpo del hombre lo habia dejado en un terreno cercano a la Catedral junto con toda la evidencia de que ese hombre de "dios" como lo llamaban muchos era una farsa y a las espaldas de todos hacia lo que le placiera, sobre todo ya que la Inquisicion cada vez se ponia mas fea, y sus formas de trabajar siempre eran distintas nadie sospecharia nada de alguien como ella*
*Camino por la playa con aquellas ropas tan llenas de holanes y de colores tan pasteles, que toda ella parecia una vision expectral de alguna niña, se habia quitado las botas blancas con holanes y andaba descalza en la arena de la playa, se sento colocando sus botas a un lado y se quedo viendo la inemnsidad negra del oceano frente a ella, murmuraba palabras contra su vestimenta ridicula que el cliente habia hecho vestir, se quitaba los moños de la cabeza, ya se habia quitado el maquillaje anteriormente con un unguento que habia en la habitacion del burdel con las que se desmaquillaban la cara las mujeres, pero todavia tenia el vestido, las calcetas, los moños sobre moños que quitarse*
-Prometo no volver a aceptar trabajos en donde mis clientes pasen la mayor parte del tiempo en Burdeles.....y prometo no permitir que me vistan con estas ridiculeces....
*Dijo mientras se reflejaba en el agua de una ola que corria hacia ella, y luego el celoso mar la retiraba para si mismo, suspiro y se puso a contar los billetes ahi sentada, su guadaña estaba clavada en la arena pero el filo lo tenia recogido por lo que no se notaba a simple vista parecia un simple baston de plata, encajo la daga del cazador al otro lado de ella y se dispuso a seguir quitando las prendas rasgadas despues de todo abajo su vestimenta usual, pantalones cortos, y una camisa, pies, manos y torso vendados mas todo eso no era todavia visible gracias a las capas y capas de holanes y ropa que tenia encima. Su cabello blanco como la nieve brillaba bajo la luz tenue de la luna cubierta por nubes pero en ves de estar liso como siempre este estaba lleno de caireles y rulos que odiaba suspiro cancinamente al por fin quitarse la primer capa del vestido y continuo con la siguiente ahi sentada en la arena sin prestar mucha atencion al ambiente de esa noche.*
*El cuerpo del hombre lo habia dejado en un terreno cercano a la Catedral junto con toda la evidencia de que ese hombre de "dios" como lo llamaban muchos era una farsa y a las espaldas de todos hacia lo que le placiera, sobre todo ya que la Inquisicion cada vez se ponia mas fea, y sus formas de trabajar siempre eran distintas nadie sospecharia nada de alguien como ella*
*Camino por la playa con aquellas ropas tan llenas de holanes y de colores tan pasteles, que toda ella parecia una vision expectral de alguna niña, se habia quitado las botas blancas con holanes y andaba descalza en la arena de la playa, se sento colocando sus botas a un lado y se quedo viendo la inemnsidad negra del oceano frente a ella, murmuraba palabras contra su vestimenta ridicula que el cliente habia hecho vestir, se quitaba los moños de la cabeza, ya se habia quitado el maquillaje anteriormente con un unguento que habia en la habitacion del burdel con las que se desmaquillaban la cara las mujeres, pero todavia tenia el vestido, las calcetas, los moños sobre moños que quitarse*
-Prometo no volver a aceptar trabajos en donde mis clientes pasen la mayor parte del tiempo en Burdeles.....y prometo no permitir que me vistan con estas ridiculeces....
*Dijo mientras se reflejaba en el agua de una ola que corria hacia ella, y luego el celoso mar la retiraba para si mismo, suspiro y se puso a contar los billetes ahi sentada, su guadaña estaba clavada en la arena pero el filo lo tenia recogido por lo que no se notaba a simple vista parecia un simple baston de plata, encajo la daga del cazador al otro lado de ella y se dispuso a seguir quitando las prendas rasgadas despues de todo abajo su vestimenta usual, pantalones cortos, y una camisa, pies, manos y torso vendados mas todo eso no era todavia visible gracias a las capas y capas de holanes y ropa que tenia encima. Su cabello blanco como la nieve brillaba bajo la luz tenue de la luna cubierta por nubes pero en ves de estar liso como siempre este estaba lleno de caireles y rulos que odiaba suspiro cancinamente al por fin quitarse la primer capa del vestido y continuo con la siguiente ahi sentada en la arena sin prestar mucha atencion al ambiente de esa noche.*
Alexi Wolfkang- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 04/10/2010
Localización : En la cantina del Budel sirviendo tragos / o en mi casa del bosque cerca de la mansion Morel
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Re: ...La muñeca y el Panda....( Rasmus A. Lillmåns ^^)
Melancolía era observar las últimas luces del atardecer tras la tela translúcida de una cortina demasiado gruesa para que los rayos de luz pudieran hacerle daño. Melancolía era saber que, por más que echase de menos sentir la calidez del Sol sobre su piel, nunca más volvería a poder experimentarlo. Melancolía era tener la certeza de que querer, no siempre es poder. La melancolía era quien lo acompañaba aquella noche, como ya lo había hecho otras muchas noches antes de esa. Tan vacías. Tan idénticas unas a otras. Tan absurdas. Tan banales. Suspiró con nostalgia. Echaba de menos tantas cosas de su vida que era demasiado doloroso quedarse quieto. Necesitaba salir, pasear, tratar de fingir que era alguien normal y corriente, sin preocupaciones, deseando que se le contagiara algo del pasotismo general de los parisinos. Necesitaba olvidar. Necesitaba que aquellas cicatrices de su alma dejaran de doler. Y rodeado de todas aquellas pinturas de él junto a su esposa y a su hija no ayudaban demasiado. Salió del palacete con la misma ropa que el día anterior. No tenía fuerzas ni ánimos para pretender pasar por un noble cualquiera. Prefería que todos pensaran que era un mal tipo, un vagabundo o un mendigo. Así nadie se acercaría. Hubiera sido peligroso. Llevaba casi dos días sin alimentarse. Su garganta ardía en deseos de saciarse, pero cada vez que se alimentaba se sentía terrible. Los remordimientos lo perseguían, aunque nunca llegara al extremo de matar a nadie. Tenía suficiente fuerza y autocontrol para beber lo necesario y dejar a las víctimas marchar vivas. No sin antes borrarles la memoria, por supuesto.
Pero desde hacía unos meses, se sentía demasiado mal consigo mismo incluso para eso. No quería hacer daño a nadie más. Había rogado a los pocos humanos que aún le seguían, a sus fieles sirvientes, que lo dejaran solo. Se pudriría en aquel palacio. Algunos aceptaron sus ruegos, y otros no. Después de todo, no daba tanto miedo como a él le parecía. Pero creía ser un peligro, y no había nada que le instara a pensar lo contrario. Recorrió las calles llenas de gentío a aquellas horas arrastrando los pies cual alma en pena. Su mente se hallaba a cientos de kilómetros de distancia. Los recuerdos se mezclaban con la necesidad de saciarse, y el dolor ascendente desde su estómago pronto se convirtió en un incómodo nudo en la garganta. Sentía que iba a explotar en cualquier momento. Y casi lo hubiera preferido. Seguir así de tenso era mucho peor. Esquivó a todo transeúnte que se le acercase demasiado, como si rehuyese de cualquier tipo de contacto. Y así era, en realidad. No quería hacerles daño. No quería perder el control. Se sentía demasiado inseguro, y eso, mezclado con los sentimientos de desesperanza que aquella noche le acompañaban, no era una buena señal. Era viejo, sí, lo bastante para saber comportarse... Pero la mente es compleja y puede jugar malas pasadas. Y aún no había llegado su hora. Descubrirse no habría sido una buena idea. Menos aún ahora que los inquisidores estaban moviendo ficha. Necesitaba ver a Leire. Una vez más, al menos.
Sus pasos lo alejaron cada vez más del centro de París. Pronto, el pavimento se convirtió en arena, y sólo entonces, al alzar la vista, se topó de frente con su viejo amigo. El mar. ¿Cómo demonios había llegado tan lejos? Debía llevar varias horas andando para haber llegado hasta allí. La playa estaba casi vacía, salvo por algunos rezagados que poco a poco se iban alejando cada vez más del agua. El vampiro se acercó a la orilla con la vista fija en el horizonte. Antes, bañarse en las aguas cuando el Sol no estaba presente se consideraba un acto temerario. Ahora, no podía hacer otra cosa. La Luna se había convertido en su Sol, en lo único que podía observar del cielo que aún tenía bastante luz para ser agradable. ¿Se reencontraría alguna vez con su amado lejano amigo, el astro rey? ¿Tendría alguna vez las fuerzas suficientes para abandonar la tierra de una vez por todas? Había vivido lo suficiente, eso era cierto. Pero no lo bastante para asegurarse de que todos a cuantos amaba estaban sanos y salvos. Aún tenía cosas que hacer. Se sentó cerca del agua, y tras quitarse los zapatos, dejó que los pies se movieran libremente al compás del vaivén del oleaje. Aquello le resultaba extrañamente tranquilizador. El mar, enorme, siempre sería más impredecible que él mismo. Y eso le hacía sentir seguro. ¿Quién estaba más solo de los dos?
Pero desde hacía unos meses, se sentía demasiado mal consigo mismo incluso para eso. No quería hacer daño a nadie más. Había rogado a los pocos humanos que aún le seguían, a sus fieles sirvientes, que lo dejaran solo. Se pudriría en aquel palacio. Algunos aceptaron sus ruegos, y otros no. Después de todo, no daba tanto miedo como a él le parecía. Pero creía ser un peligro, y no había nada que le instara a pensar lo contrario. Recorrió las calles llenas de gentío a aquellas horas arrastrando los pies cual alma en pena. Su mente se hallaba a cientos de kilómetros de distancia. Los recuerdos se mezclaban con la necesidad de saciarse, y el dolor ascendente desde su estómago pronto se convirtió en un incómodo nudo en la garganta. Sentía que iba a explotar en cualquier momento. Y casi lo hubiera preferido. Seguir así de tenso era mucho peor. Esquivó a todo transeúnte que se le acercase demasiado, como si rehuyese de cualquier tipo de contacto. Y así era, en realidad. No quería hacerles daño. No quería perder el control. Se sentía demasiado inseguro, y eso, mezclado con los sentimientos de desesperanza que aquella noche le acompañaban, no era una buena señal. Era viejo, sí, lo bastante para saber comportarse... Pero la mente es compleja y puede jugar malas pasadas. Y aún no había llegado su hora. Descubrirse no habría sido una buena idea. Menos aún ahora que los inquisidores estaban moviendo ficha. Necesitaba ver a Leire. Una vez más, al menos.
Sus pasos lo alejaron cada vez más del centro de París. Pronto, el pavimento se convirtió en arena, y sólo entonces, al alzar la vista, se topó de frente con su viejo amigo. El mar. ¿Cómo demonios había llegado tan lejos? Debía llevar varias horas andando para haber llegado hasta allí. La playa estaba casi vacía, salvo por algunos rezagados que poco a poco se iban alejando cada vez más del agua. El vampiro se acercó a la orilla con la vista fija en el horizonte. Antes, bañarse en las aguas cuando el Sol no estaba presente se consideraba un acto temerario. Ahora, no podía hacer otra cosa. La Luna se había convertido en su Sol, en lo único que podía observar del cielo que aún tenía bastante luz para ser agradable. ¿Se reencontraría alguna vez con su amado lejano amigo, el astro rey? ¿Tendría alguna vez las fuerzas suficientes para abandonar la tierra de una vez por todas? Había vivido lo suficiente, eso era cierto. Pero no lo bastante para asegurarse de que todos a cuantos amaba estaban sanos y salvos. Aún tenía cosas que hacer. Se sentó cerca del agua, y tras quitarse los zapatos, dejó que los pies se movieran libremente al compás del vaivén del oleaje. Aquello le resultaba extrañamente tranquilizador. El mar, enorme, siempre sería más impredecible que él mismo. Y eso le hacía sentir seguro. ¿Quién estaba más solo de los dos?
Rasmus A. Lillmåns- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 130
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: ...La muñeca y el Panda....( Rasmus A. Lillmåns ^^)
*Sigrid se encontraba tratando de hallar una manera fácil de quitarse los holanes , estaba tan desesperada por toda la vestimenta que tenia tantas capas y holanes , que era imposible encontrar una manera desente de no querer romper la exesiva cantidad de tela que le cubria que estaba perdiendo su paciencia y no queria desperdiciar el vestido pues tal ves podria darlo a algun niño o niña de la calle al ver que solo habia logrado las mangas del vestido y algunos listones y holanes de la parte del forro, ya se habia quitado los botas y calcetones de rayas en colores pastel, parecia una muñeca tamaño real tanto por su corta estatura y su aparente edad era una vision tan bizarra y distante de si misma pero version Maria Antonieta, de lo tan ridicula que se veia, no era ella misma y el ver su constante reflejo en el agua del mar hacia que se le dificultara el pensar con claridad y con paciencia*
*Despues de un tiempo, sentada dejando desnudos sus pies tocando la arena calida y suave, sonrio y se levanto comenzando a caminar, dejando solo el rastro de las mangas del vestido, sus moños del cabello el cual los rizos ya se le habian alasiado un poco, las botas las dejo avandonadas como parte de su rastro, cual migajas de pan en aquel cuento de Hanzel y Gretel de los Hermanos Grimm, los calcetones de rayas pastel, junto con algunos holanes del forro del vestido y tambien la cinturilla, ahora el vestido solo marcaba el corte imperio seguido de muchos holanes que eran interumpidos por dos cinturones de cuero que sujetaban su baston y su daga en la espalda, todas ellas eran de plata*
*Despues persivio en el aire un intenso olor a sangre, a polvo y a muerte, pero lo raro era que la playa parecia estar vacia, aparte era confuso el olor de su horrible perfume junto con la briza que corria en la playa, pero no le dio importancia a estos primeros olores. Se sento en una roca que estaba enmedio de la playa, una roca grande y un poco alta pero que le permitia ver con claridad el reflejo de la luna en la arena y el mar, enterro su baston en la arena, cerro los ojos, sus piernas colgaban un poco antes de poder tocar la arena y los tenia relajados y colgados, con los tobillos y empeine vendados al igual que sus manos y muñecas segun sus enseñansas recibidas en el lejano Oriente, mientras ella con la espalda erguida y apoyando sus pequeñas manos blancas en el baston de plata se propuso a cantar, asi era como ella se relajaba*
*Los monjes del lejano Oriente cuando era niña le habian enseñado no solo formas de combate si no tambien a respetar la naturaleza y a reflexionar y tranquilizarse escuchando el sonido del mundo o cantando, o tocando algun instrumento de los que ellos mismos fabricaban. Lo nesesitaba esa noche, nesesitaba escuchar el sonido del mar y de los alrededores asi como tambien el cantar y agradecer al mar el poder escucharlo era una forma de rendirle respeto a tan majestuoso lugar y sus reinos asi que comenzo a cantar al viento en voz tan baja que parecia el sonido de las sirenas o del viento.*
*La luna en ese momento preciso puso uno de sus rayos sobre la palida y blanca piel de Sigrid exaltando como un faro de luz nocturna el cabello blanco como la nieve y la piel de los brazos y las puntas de los pies mientras ella elevaba su Voz al viento, lo cual la hacia ver mas como una hija de Poseidon que lo que era en realidad*
*Despues de un tiempo, sentada dejando desnudos sus pies tocando la arena calida y suave, sonrio y se levanto comenzando a caminar, dejando solo el rastro de las mangas del vestido, sus moños del cabello el cual los rizos ya se le habian alasiado un poco, las botas las dejo avandonadas como parte de su rastro, cual migajas de pan en aquel cuento de Hanzel y Gretel de los Hermanos Grimm, los calcetones de rayas pastel, junto con algunos holanes del forro del vestido y tambien la cinturilla, ahora el vestido solo marcaba el corte imperio seguido de muchos holanes que eran interumpidos por dos cinturones de cuero que sujetaban su baston y su daga en la espalda, todas ellas eran de plata*
*Despues persivio en el aire un intenso olor a sangre, a polvo y a muerte, pero lo raro era que la playa parecia estar vacia, aparte era confuso el olor de su horrible perfume junto con la briza que corria en la playa, pero no le dio importancia a estos primeros olores. Se sento en una roca que estaba enmedio de la playa, una roca grande y un poco alta pero que le permitia ver con claridad el reflejo de la luna en la arena y el mar, enterro su baston en la arena, cerro los ojos, sus piernas colgaban un poco antes de poder tocar la arena y los tenia relajados y colgados, con los tobillos y empeine vendados al igual que sus manos y muñecas segun sus enseñansas recibidas en el lejano Oriente, mientras ella con la espalda erguida y apoyando sus pequeñas manos blancas en el baston de plata se propuso a cantar, asi era como ella se relajaba*
*Los monjes del lejano Oriente cuando era niña le habian enseñado no solo formas de combate si no tambien a respetar la naturaleza y a reflexionar y tranquilizarse escuchando el sonido del mundo o cantando, o tocando algun instrumento de los que ellos mismos fabricaban. Lo nesesitaba esa noche, nesesitaba escuchar el sonido del mar y de los alrededores asi como tambien el cantar y agradecer al mar el poder escucharlo era una forma de rendirle respeto a tan majestuoso lugar y sus reinos asi que comenzo a cantar al viento en voz tan baja que parecia el sonido de las sirenas o del viento.*
*La luna en ese momento preciso puso uno de sus rayos sobre la palida y blanca piel de Sigrid exaltando como un faro de luz nocturna el cabello blanco como la nieve y la piel de los brazos y las puntas de los pies mientras ella elevaba su Voz al viento, lo cual la hacia ver mas como una hija de Poseidon que lo que era en realidad*
Alexi Wolfkang- Cambiante Clase Media
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Re: ...La muñeca y el Panda....( Rasmus A. Lillmåns ^^)
El mar, oh, el mar... Ese gran desconocido. Amigo de aquellos pocos afortunados que lo conocen en cierta profundidad, y eterno enemigo de todos los demás. Inabarcable. Imposible de controlar. Como las emociones. Exactamente igual que las emociones. Las emociones eran un flujo continuo de energía, tan poderosas que podían destruir ciudades, países enteros si llegaban a descontrolarse, cosa que, por otra parte, ocurría con bastante frecuencia. Y sí, obviamente se refería a la capacidad que tenían las emociones para volver incontrolables a los seres que, de otra forma, vivirían completamente sometidos a la insustancialidad de sus vidas. Las emociones incontroladas provocaban guerras, provocaban catástrofes. Provocaban muerte. Y los pocos afortunados que sabían de esta realidad, como él mismo, no tenían en absoluto la capacidad para hacer ver al resto lo equivocados que estaban. Esa sería siempre su carga más terrible, y la más dolorosa. La realidad era que tenía un miedo atroz a sentir, a dejarse guiar por las emociones, a perderse nuevamente en su incapacidad para manejarlas... Y por ese miedo, prefería aislarse de cualquier resquicio de emocionalidad, de cualquier ápice de sentimientos. Porque prevenir siempre sería mejor que curar, ¿o no?
Por todos estos aspectos, el mar era su recordatorio más certero del potencial destructivo que tenían las emociones. De la fuerza que, en su seno, ocultaba la ira. La rabia. La violencia. El mar era tan hostil para consigo mismo como la humanidad. Como él podía llegar a serlo de ser capaz de recordar lo que sentía cuando aún era humano. Porque aunque los tiempos habían cambiado, su carácter no había hecho más que madurar, asentarse, volverse más y más firme. Y menos apto para sentir las emociones humanas. No por insensibilidad, sino por la certeza de que de volverse tan bravo como ese océano al que observaba maravillado, no quedaría nadie vivo para contarlo. Rasmus podría ser la peor de las tempestades. O la mejor. Pero era preferible no tentar a la suerte, al menos, si de destrucción se trataba.
De repente, la sutileza de una voz femenina llegó hasta sus oídos, embriagándolo. Una canción hermosa y una plata desierta... ¿Podría haber acaso mejor combinación? Disfrutó durante unos instantes de la vista que se extendía frente a él acompañado únicamente por el sonido envolvente de aquella canción lejana. Un leve cosquilleo comenzó a ascender desde su estómago, evocando ciertos recuerdos que deberían haber permanecido dormidos. Recuerdos de épocas mejores, donde la compañía era lo suficientemente grata para que pudiera olvidarse momentáneamente de sus miserias. Miró a su alrededor absorto en sus pensamientos. Había llegado hasta allí huyendo de pensamientos oscuros, y ahora aquella melodía los traía nuevamente de vuelta. ¿Dónde estaría la causante de aquel alboroto en su persona? ¿Cuándo había llegado? Estaba tan metido en sí mismo, que no había advertido ninguna otra presencia en la playa. Y se había equivocado.
Se levantó lentamente, y siguió la voz hasta una gran roca que se alzaba en medio de ninguna parte. Fuera de contexto. Como la pequeña y frágil figura que yacía sentada sobre ella, emitiendo notas de una sutileza majestuosa. Se acercó con cuidado, intentando que su presencia, siempre intimidante, no la asustara. Estaba acostumbrado a que la gente normal saliera corriendo de él en cuanto lo veían aparecer. Y aunque por su aura supo enseguida que no era alguien precisamente normal, la delicadeza de sus rostros le indicó que era lo bastante joven todavía para sentir miedo de alguien como él. Dibujó una sonrisa afable, en cierta forma extraña dado su aspecto, y se limitó a observarla desde una distancia prudencial. ¿Qué hacía una niña tan pequeña en un sitio así a esas horas de la noche?
Por todos estos aspectos, el mar era su recordatorio más certero del potencial destructivo que tenían las emociones. De la fuerza que, en su seno, ocultaba la ira. La rabia. La violencia. El mar era tan hostil para consigo mismo como la humanidad. Como él podía llegar a serlo de ser capaz de recordar lo que sentía cuando aún era humano. Porque aunque los tiempos habían cambiado, su carácter no había hecho más que madurar, asentarse, volverse más y más firme. Y menos apto para sentir las emociones humanas. No por insensibilidad, sino por la certeza de que de volverse tan bravo como ese océano al que observaba maravillado, no quedaría nadie vivo para contarlo. Rasmus podría ser la peor de las tempestades. O la mejor. Pero era preferible no tentar a la suerte, al menos, si de destrucción se trataba.
De repente, la sutileza de una voz femenina llegó hasta sus oídos, embriagándolo. Una canción hermosa y una plata desierta... ¿Podría haber acaso mejor combinación? Disfrutó durante unos instantes de la vista que se extendía frente a él acompañado únicamente por el sonido envolvente de aquella canción lejana. Un leve cosquilleo comenzó a ascender desde su estómago, evocando ciertos recuerdos que deberían haber permanecido dormidos. Recuerdos de épocas mejores, donde la compañía era lo suficientemente grata para que pudiera olvidarse momentáneamente de sus miserias. Miró a su alrededor absorto en sus pensamientos. Había llegado hasta allí huyendo de pensamientos oscuros, y ahora aquella melodía los traía nuevamente de vuelta. ¿Dónde estaría la causante de aquel alboroto en su persona? ¿Cuándo había llegado? Estaba tan metido en sí mismo, que no había advertido ninguna otra presencia en la playa. Y se había equivocado.
Se levantó lentamente, y siguió la voz hasta una gran roca que se alzaba en medio de ninguna parte. Fuera de contexto. Como la pequeña y frágil figura que yacía sentada sobre ella, emitiendo notas de una sutileza majestuosa. Se acercó con cuidado, intentando que su presencia, siempre intimidante, no la asustara. Estaba acostumbrado a que la gente normal saliera corriendo de él en cuanto lo veían aparecer. Y aunque por su aura supo enseguida que no era alguien precisamente normal, la delicadeza de sus rostros le indicó que era lo bastante joven todavía para sentir miedo de alguien como él. Dibujó una sonrisa afable, en cierta forma extraña dado su aspecto, y se limitó a observarla desde una distancia prudencial. ¿Qué hacía una niña tan pequeña en un sitio así a esas horas de la noche?
Rasmus A. Lillmåns- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 130
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: ...La muñeca y el Panda....( Rasmus A. Lillmåns ^^)
*Un olor a muerte empolvado invadio su nariz pero estaba acostumbrada a ese aroma tan peculiar pues la mayoria de sus amigos, conocidos y gente con la que se relacionaba tenian ese aroma el de muerte empolvada pues sabia a que criatura de la noche pertenecian y eran a los vampiros, Sigrid mantuvo los ojos cerrados termino su cancion con media sonrisa en el rostro y con una sonrisa inocente y amable le hizo espacio para que se sentara quien fuera que hubiera llegado hasta ese punto de la playa en que ella se encontraba, levanto la cabeza que de momento tenia apoyada sobre el codo que descanzaba en el baston de plata que se hundia hasta donde estaba la arena y abrio poco a poco los ojos purpuras que la caracterizaban y jiro la cabeza lentamente para poder ver entre las sombras al recien llegado a ese lugar*
-Salga de la sombra creame que no le hare daño....- *Dijo amablemente mientras le hacia una espacio en la roca en la que estaba para que se sentara quien quiera que fuera si es que al menos lo deseaba, sus pequeñas piernas colgaban del filo de la roca mientras el resto del cuerpo se quedaba estatico apoyado sobre aquel baston de plata, el viento soplo en direccion contraria y le cubrio el rostro con el cabello blanco que poseia, parecia una aparicion o una especie de espiritu de la naturaleza pues el ambiente parecia magicamente compuesto por una luna que iluminaba el camino, el crujir de las olas y el soplar de un viento no agresivo pero si refrescante y reconforntante de cierta forma*
*Observo a la silueta que se mantenia en sombras pero tampoco como si quisiera permanecer oculto mas bien como si no quisiera interrumpir, era una silueta alta y grande al menos eso alcanzaba a percibir ella, le recordaba en cierta parte a las tribus de los celtas que platicaban en las legendas, alguien que no conocia, pero que le trasmitia algo de paz, sabia que esa figura no la atacaria al menos no ahora, le regalo otra sonrisa, por alguna razon esa presencia le transmitia tambien confianza y algo de admiracion y algo de curiosidad la invadio. De un Salto bajo de la roca y se acerco despacio hacia la silueta de aquella sombra que se veia bastante grande, desde la distancia que estaba supo que no le llegaba mas alto de las caderas, y conforme se fue acercando y su cabeza se iba haciendo cada vez mas hacia arriba comenzo a ver los detalles de aquel ser, una sonrisa se le dibujo una vez mas en el rostro cual niña ve algo increible y supo por las cicatrices que era un guerrero al igual que ella.*
*Ladio la cabeza una vez ya estando a pocos centimetros de distancia y se detuvo, la sonrisa de Sigrid trasmitia paz y tranquilidad al menos en ese momento y se le quedo viendo, obserbando todos los detalles mientras con sus manos pequeñas vendadas y blancas sostenia el baston de plata y en silecio mientras el viento corria a su favor ahora ya estaba a favor de como corria este el cabello blanco que tenia en el rostro se lo recogio formando una trenza de lado. Despues de esto tuvo curiosidad de tocarlo para saber si era real y es que se veia tan majestuoso y tan grande que por un momento penso que si seria solo una vision o producto de su imaginacion, primero se coloco el baston en la espalda una de sus manos atrapo por un par de segundos la tela del cinturon que volaba hacia donde estaba ella.*
-Salga de la sombra creame que no le hare daño....- *Dijo amablemente mientras le hacia una espacio en la roca en la que estaba para que se sentara quien quiera que fuera si es que al menos lo deseaba, sus pequeñas piernas colgaban del filo de la roca mientras el resto del cuerpo se quedaba estatico apoyado sobre aquel baston de plata, el viento soplo en direccion contraria y le cubrio el rostro con el cabello blanco que poseia, parecia una aparicion o una especie de espiritu de la naturaleza pues el ambiente parecia magicamente compuesto por una luna que iluminaba el camino, el crujir de las olas y el soplar de un viento no agresivo pero si refrescante y reconforntante de cierta forma*
*Observo a la silueta que se mantenia en sombras pero tampoco como si quisiera permanecer oculto mas bien como si no quisiera interrumpir, era una silueta alta y grande al menos eso alcanzaba a percibir ella, le recordaba en cierta parte a las tribus de los celtas que platicaban en las legendas, alguien que no conocia, pero que le trasmitia algo de paz, sabia que esa figura no la atacaria al menos no ahora, le regalo otra sonrisa, por alguna razon esa presencia le transmitia tambien confianza y algo de admiracion y algo de curiosidad la invadio. De un Salto bajo de la roca y se acerco despacio hacia la silueta de aquella sombra que se veia bastante grande, desde la distancia que estaba supo que no le llegaba mas alto de las caderas, y conforme se fue acercando y su cabeza se iba haciendo cada vez mas hacia arriba comenzo a ver los detalles de aquel ser, una sonrisa se le dibujo una vez mas en el rostro cual niña ve algo increible y supo por las cicatrices que era un guerrero al igual que ella.*
*Ladio la cabeza una vez ya estando a pocos centimetros de distancia y se detuvo, la sonrisa de Sigrid trasmitia paz y tranquilidad al menos en ese momento y se le quedo viendo, obserbando todos los detalles mientras con sus manos pequeñas vendadas y blancas sostenia el baston de plata y en silecio mientras el viento corria a su favor ahora ya estaba a favor de como corria este el cabello blanco que tenia en el rostro se lo recogio formando una trenza de lado. Despues de esto tuvo curiosidad de tocarlo para saber si era real y es que se veia tan majestuoso y tan grande que por un momento penso que si seria solo una vision o producto de su imaginacion, primero se coloco el baston en la espalda una de sus manos atrapo por un par de segundos la tela del cinturon que volaba hacia donde estaba ella.*
Alexi Wolfkang- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 04/10/2010
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