AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
Página 1 de 1.
Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
Creo en cierta combinación de esperanza y luz que dulcifica los peores destinos. Creo que esta vida no lo es todo; ni el principio ni el fin. Creo mientras tiemblo; confío mientras lloro.
Charlotte Brontë
Llegó a París tras una semana de viaje, recorriendo medio recorrido subida a su carruaje, obviamente ocultando su condición sobrenatural, la licantropía que corría por sus sangres. Tras los cinco días, por suerte para ella su cochero se sintió mal y sin querer posponer su viaje le aseguró al pobre joven que tomaría un carruaje, que no se preocupara, que solo llegar a París enviaría una misiva avisándoles de su llegada y como todos deseaban lo haría salva y sana.
Tras descubrir la gran mentira de Adrik sobre la información de la misteriosa carta que había llegado a su castillo, a la que le había mentido descaradamente como así también al motivo de su inminente marcha tan repentina, desconfiada empezó a buscar la misiva hasta que junto con su más leal sirviente la encontraron escondida. Y ni más que menos era una copia de las ultimas ordenes de la inquisición. Bien se acordaba de aquella nublada mañana en que fue presa y capturada por inquisidores bajo la creencia de que no era más que una bruja. Había tenido suerte de que todos fueran humanos y nadie pudiera ver que en vez de una bruja tenían a una licántropa. Tras toda la mañana atada a un árbol, mientras los hombres decidían como proceder, apareció Astor quien la rescató justo a tiempo de que rasgaran su cuello, hiriéndola de gravedad.
Justamente ahora era la Iglesia quien jugaba a la guerra, al jaque y mate al rey, decidiendo otorgar a todos los inquisidores la carta blanca en victimas sobrenaturales, empezando por los eternos vampiros y los descendientes de los sobrenaturales mortales; Licántropos y brujos. Tenían ordenes de matar, aniquilar, hacer desaparecer a cuantos más mejor. Primero serian los más vulnerables, subiendo en la escala de valores hasta llegar a la realeza, de la que querían exterminar todo poder sobrenatural de raíz. Los infieles no podían gobernar, lo que estaba creado para y por los hombres, decía claramente la misiva.
Rápidamente empezó a pensar en que no fuera autenticas las órdenes, pero la marcha de Adrik, tras la visita de un extraño forastero, plantaba las semillas en su mente de que aquello era serio. Preguntándose quien podría habérsela enviado, olvidándose de Astor, quien claramente habría ido hacia ella en persona a contarle del peligro que corrían ella y la pequeña que crecía en su vientre. Un objetivo claro también de la inquisición. Dejando de pensar en detalles banales, planeó todo en apenas unos segundos. Iría a París, donde se ubicaba una de las sedes de la inquisición, pero también donde había más seres sobrenaturales, donde podría pasar más desapercibida y seguir el rastro de una unión llamados “La alianza”, de la que solo débiles susurros había oído, pero de la que mantenía la fe para que de verdad existiera. De seguro les interesaría la carta que ahora tenía en su poder.
Lo siento Adrik, debo hacerlo. Yo no tanto por mi y por la niña, si no por todas las vidas inocentes que en la ignorancia de estos hechos, perezcan bajo el yugo de la Iglesia sin poder protegerse de ellos. Tengo que alertarlos mi amor… solo espero que cuando nos encontremos de nuevo puedas perdonarme, como yo te perdono el haber roto nuestra promesa de no más secretos entre nosotros. Como el haberte ido tan pronto de mi lado con la incerteza de no saber si volverías a nosotras y hacerme creer que regresarías. Entiendo tus gestos, te comprendo y mi amor por ti es infinito, pero debo hacer algo, no puedo esconderme como un conejo asustado de ser devorado. Tengo que avisarles, y buscarte. Porque no quiero avistar el fin, si no es contigo a mi lado... Pensó tomando su maleta, observando una última vez las vistas de su querida tierra Y así, decidida a encontrar a quienes solo en susurros y secretos había oído hablar, fue como salió de Escocia rumbo a París.
Tras llegar a París, compró una montura y alojándose en uno de los tantos hoteles parisinos, empezó la búsqueda. Visitando cantina a cantina, escuchando siempre atenta las conversaciones ajenas pasó las primeras dos noches sin resultado alguno, hasta que en el tercer día la suerte estuvo de su lado encontrándose con un anciano hombre que mendigando repetía “La alianza…La alianza”. La gente se apartaba de él tildándolo de loco, pero ella intuyendo quizás que él sería su pista mas real, se le acercó ofreciéndole una pequeña bolsa con monedas de oro. Apenas una pequeñez para ella, pero todo un mundo para aquellos que no tenían nada en este cruel mundo.
— Sabio hombre, cuénteme sobre la alianza. Es verdad que existe? ¿Es real Monsieur? —El anciano la miró y besando su mano con ímpetu asintió riéndose en una ronca risa, sentándose en el suelo. — No… No os sentéis en el sucio suelo por favor. Venid conmigo. Os proporcionaré alojamiento, comida y vestimentas si decide acompañarme y contarme toda la verdad que sepa de lo que ando buscando con ahincó desde que llegué a estas tierras. —Dijo ella ofreciendo su mano para que el anciano la agarrara y se levantara del frio suelo de la calle. Él sonrío y volviendo a murmurar por lo bajo, tomó la mano que le ofrecía, levantándose encaminándose con ella hacia una posada donde pudieran atenderle.
Al llegar a una posada, entraron y poco les hizo falta a los propietarios para aceptar la presencia de aquel hombre, tras una suma generosa de dinero que ella les dio por alojar, alimentar y comprar vestimentas para el sujeto y que le ofrecieran un trabajo con ellos, asegurándose así de la permanencia del hombre en aquel lugar, bajo un techo. — Discúlpenme, ahora mismo aviso a las cocinas de que le atiendan y me aseguraré yo misma que mañana le llegué vestimenta para que se proteja de este invernal frio. —Aseguró la propietaria, quien les dio unas cálidas telas para que él pasara aquella noche y pudiera asearse como era debido.
Danna agradecida acompañó al hombre a la habitación que a partir de aquel momento él ocuparía cada noche hasta su muerte. Antes de que fuera a asearse y mientras esperaban la llegada de la comida, hablaron sobre la alianza. Él solo le aseguraba que era real. Una unión de guerreros unidos contra el mal — Un día los vi. Fabulosos guerreros y también almas caritativas, que dedicaban a sanar a los enfermos, a proporcionar comida a los que no tienen nada. Tan buenos como usted, mi dulce señora…— Ella sonrío, aquel hombre no le decía nada nuevo, todo y que lo de los enfermos y la comida, era la mas gran pista que tenia sobre aquella organización secreta que actuaba desde las sombras.
— Pero decidme… ¿Dónde los puedo encontrar? ¿Dónde están? —Preguntó finalmente yendo al grano, oyendo subiendo las escaleras a quien llevaría la cena al hombre. Debía aprovechar esos pocos segundos para averiguar donde buscar, o por lo menos donde empezar.
— Nadie sabe donde se encuentran, como llegar… solo las almas de noble corazón o necesitadas, llegan a ellos. —Explicó misteriosamente. Ella frunció el ceño — Por favor, alguna señal o dirección. Debo entregarles algo muy importante. Dependen muchas vidas inocentes. Os lo ruego decidme como puedo llegar a ellos. — Quizás fueron los ojos brillantes y desesperados de Danna o el darse cuenta de que la joven dama que tenía delante de él protegía su vientre en un acto inconsciente, rebelándole lo que las palabras no expresaban. En ella crecía una nueva vida, y aún así pese al amor intenso de una madre a su retoño, estaba decidida a luchar. Desconocía el motivo, pero la fuerza de una madre era inmenso, y sonriendo encontrándose en una paz absoluta reveló lo que tanto había escondido a extraños. — Diríjase a la corte de los milagros. Una vez allí aléjese de las calles, piérdase por ellas, y si sigue su instinto… los encontraras.
— Gracias, gracias... —Musitó sonriendo agradecida, levantándose y encaminándose velozmente hacia la puerta, fijando su objetivo para la noche. Su instinto le decía que estaba cerca. Saliendo de la habitación llegó a oír como el señor rezaba a dios, rogando para que le ayudase en su búsqueda. Sonrío y saliendo de la posada, asegurando que volvería a ver cómo le iba a su nuevo amigo, acariciando su apenas abultado vientre, subió a su montura y fue hacía allí. La corte de los milagros le esperaba. Adrik, amor mío, os echo de menos, pero sé que estamos cerca. Estamos en la misma ciudad. Tengo fe en que pronto nos encontraremos y volveremos a estar juntos, unidos como debemos estar siempre.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 592
Fecha de inscripción : 27/05/2013
Edad : 32
Re: Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
“El principio es, con evidencia, los segundos después de un final. Entonces, ¿cómo podríamos de alguna forma, hallar el origen de algo, si el origen es simplemente un principio más?”
Treinta días y veintinueve noches, era exactamente el tiempo que había pasado desde que la inquisición me había hecho pedazos. No solo a mí, sino que se habían metido con mi cuervo, mi ave negra. Mi ira estaba fuera de sus cabales, cada vez que recordaba cómo había encontrado a Nicolás mis ojos se volvían rojos e insanos. Cada marca en mi cuerpo que no se iba, hacía que todos los jarrones de mi casa se rompieran. No podía soportar la maldita idea de que ellos habían sido satisfechos. Luego de tanto tiempo de que Nicolás había huido de ese grupo de desgraciados, justo en los años en los que se encontró conmigo, lo tenían que encontrar a él. Parecía que todo estuviese planeado, pues la eternidad entera es el tiempo que teníamos, pero todo sucedía en esos momentos, todo junto como si estuviésemos malditos. Y yo, y todo mi ser, mi interior, derrochaba enojo y frustración. No podía verlo a la cara, el dolor penetraba mis entrañas y no era porque lucía mal. Para nada, él estaba hermoso, era aún más sensual de lo que podía imaginarme, solo a él le podía quedar bien no tener un ojo de la cara, tener un parche que le cubriera la cicatriz imborrable. Pero la sensación de haber sido derrotado, de no haber podido hacer nada… Justo cuando la Alianza se había terminado, justo cuando ya había dejado de protegerlo pues había decidido solo estar con él y olvidarme de todo. En nuestro pequeño viaje… Nos habían machucado.
Mi furia era tal que había decidido entrenar, la noche siguiente al secuestro, aun estando bastante mal herido, había ido a la corporación, la cual estaba vacía y abandonada. Nada quedaba allí más que recuerdos, misiones inconclusas y cuentos de fantasía que hubiese deseado terminar. Todas las veces terminaba bañado en sudor, con los músculos doliendo como un diente cariado, pero la excitación del trabajo, de estar haciendo algo tan tangible, se había convertido en un doloroso agotamiento, que me dejaba perfecto para ir a casa, exhausto y sin mal humores que pudiesen crear un mal ambiente. ¿Pensar en qué haría? No tenía la menor idea, sabía que la inquisición se estaba moviendo, desde hacía un tiempo, aún antes de reencontrarme con mi cuervo. Maia me había advertido y eso se volvió realidad. Ahora, tenía que lidiar con las consecuencias de ello. Y no eran pocas, había prometido que la protegería, tanto a ella, como a Camila y a Nói. Lo había jurado y según mi crianza las promesas no se rompían. Debía tomar valor, pero por donde podía empezar?
Esa misma noche recorrí toda la mansión de La Alianza, quise llorar al ver lo nostálgico que era y el olor a desuso que salía de allí. Me decidí que los primeros pasos serían olvidar todo aquello. Tenía que empezar a ver las cosas desde otro punto de vista y debía cambiar de lugar, ya que empezaría a hacerse evidente que estaba un vampiro allí, si las puertas solo se abrían bajo la luna. No quise contratar a nadie, había archivos clasificados por todos lados. Cosas robadas de la iglesia por la última misión que se había llevado a cabo con el grupo de los espías. La verdad es que no había terminado de leer nada de ello. También estaban las cosas de la corporación de nutrición y hospitalidad. Esa parte era la que más conocía, me dolió saber que todos se habían ido, pero esa parte al menos, podría ser desalojada por gente paga. Probablemente dejaría todo en manos del hospital. Había tantas cosas para hacer y a pesar de que yo tenía todo el tiempo del mundo, la realidad no era así. Nos empezarían a cazar, los rumores ya se esparcían y ahora, siquiera era seguro ir al teatro a cantar, los vampiros tenían miedo y se escondían bajo mucha tierra. Neófitos y antiguos, unos para poder vivir más y otros porque simplemente no tenían ganas de jugar al gato y al ratón. Esa sí que era una buena salida a los problemas. Pero yo me negaba a hacer algo como ello, ya que las personas que me importaban, solo dos podrían enterrarse conmigo.
Esa noche, fue la más pesada de mi corta existencia, llevaba un pantalón de gabardina marrón, con las medias arriba, como típicamente vestían todos los hombres de época. Solo que en este caso, me había quitado camisa y chaleco, dejando ver a nadie, todas las cicatrices y los tatuajes que tenía en mi cuerpo. No me avergonzaba de ello, pero de todos modos estaba solo para que aprecie aquel cuerpo que había sufrido la tortura. Esa que la inquisición hace, esa que es imborrable, aún la sentía, el escozor del filo ardiendo en mi piel… Suspiraba cada vez que pasaba por frente de un espejo. Llevando cajas, acarreando muebles, allí entre medio de la maleza, donde pocos podían llegar. La corporación sí que había sido bien ubicada, había un gran patio principal, donde había estacionado grandes carretas sin los caballos, estos, deberían llegar en unas horas, cuando todo este terminado. Sudaba y hasta que mi cabello terminaba empapado, había cajas de libros, con curiosidades de razas, libros de hechicería, encantamientos. Era increíble todo lo que se había recolectado en tan poco tiempo. Y todo para nada.
Mirando al cielo, esperé una señal, algo mínimo que me diera esperanzas. Y allí vi, era un hermoso cuervo mirándome desde lo lejos, mi corazón se sintió latir y con una sonrisa tomé de uno de mis bolsillos un pañuelo, tejido a mano, con las iniciales “N.L”, besando el dorso de aquel pañuelo, me di fuerzas a mí mismo. Todos los que luchábamos teníamos algo que proteger sin duda alguna, no había nadie que lo hiciera por sí mismo, usualmente tenían algo escondido o lo hacían por simple amor a la verdad y dignidad, el orgullo y la “paz”. Suspiré, estos últimos, salían cotidianamente desde hacía unas horas. Ya casi había terminado la mitad cuando algo extraño ocurrió, era el olor de un licántropo. ¿Dudas? Jamás. Conocía ese olor a más de diez kilómetros a la distancia, si me enfocaba, podía encontrar a cualquier que este en el país, simplemente con un poco de olor, podía seguir el rastro de colores de esa persona y encontrarla tarde o temprano. Solo una persona había podido evadirme y suponía que no lo volvería a hacer nunca más. Apretando el pañuelo, lo guardé como debía estar y dejé las cosas en su lugar. La noche me ayudaría, la luna estaba a mi favor.
Fueron cinco minutos los que tarde en encontrar a la persona que estaba, aparentemente, buscando este lugar, no había posibilidades de que busque alguna otra cosa, pero me quedé observándola. Iba montada en un caballo, sujetaba su estómago y tenía la mirada de una persona que estaba enfocada. “Es una cuestión de enfoque” recordé y reí para mí mismo, siguiendo sus pasos, ocultando un poco mi presencia, que cuando ella se acercó demasiado al camino que llevaba directamente al patio principal, salté en picada y me interpuse en su camino. El caballo se exaltó y a si mismo yo, pero no lo hice notar y elevé la mirada. — Debéis disculparme ser peludo de la luna, pero me inquieta saber qué es lo que estáis buscando por estos lugares. Si queréis ir a la corte de los milagros, es por allá, quizá quieras un poco de agua bendita en la frente. — Jugué con una sonrisa sincera en mi rostro, elevando una mano con una manzana para el caballo. Manteniendo la paz entre nuestras auras, que las tres chocaban impetuosamente, llenar de rechazo, pues naturalmente, era imposible poder aceptarnos completamente, pero por mi parte, había tenido muchas relaciones con diferentes lycanes, los había aprendido a saber aceptar y hasta a manejar cuando perdían el control, pero aun así, el suave rechazo nunca se iba de mis venas. — Como es vuestro nombre forastera. Vuestros ojos me dicen que buscáis algo o alguien, estoy algo ocupado en estos momentos, pero si algo correcto es lo que de vuestra boca sale, no dudaré en ayudaros. — Bajé la cabeza gentilmente, como en mi país natal hacían y me quedé mirándola a los ojos, moviendo mi cuerpo hacía otro lado, intentando hacer perderle el camino. De ninguna manera podía dejar que cualquier viera todo lo que había allí. Estaba al tanto de los condenados y aunque ella no lucía como una inquisidora condenada, no me podía fiar de absolutamente nadie, ya que bien la muchacha que me había dejado roto, tenía el rostro de una hermosa y dulce mujer.
Le sonreí y esperé, intentando no avergonzarme por mi pecho desnudo y mis pies descalzos, sin contar el sudor que caía por mi cuello y la punta de mis cabellos, que provocaban que los suspiros salgan paulatinamente de mis labios. Había corrido, había cargado y había entrenado, el sueño caía sobre mis hombros en picada.
“Solo los hombres fieles entienden de que se trata el orgullo y el valor de una mujer.”
Invitado- Invitado
Re: Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
El coraje no se puede simular: es una virtud que escapa a la hipocresía.
Napoleón I
La corte de los milagros resultó estar mas lejos de lo que desde un buen principió pensó recorriendo cada tramo de aquella ciudad que le quedaba para llegar a su destino. Estaba refrescando y aún que a su piel no se notara mucha diferencia a causa de su propia calidez, se apretó en torno a si misma el abrigo que la recubría, fingiendo ante los demás que se la encontraban por las calles, proporcionando calor a su propio cuerpo y al pequeño que crecía en su cuerpo.
Al paso de su montura fue descubriendo las contrarias facetas de aquella rica y bella ciudad. Mientras que en el norte de París abundaban las mansiones, la riqueza, los salones de baile y sus celebres fiestas, en el otro lado de la moneda las sucias calles se llenaban de ratones los que convivían con la gente empobrecida que dormía en la intemperie. Unos festejaban y otros sobrevivían, muriendo muchas veces antes de llegar a la edad adulta. Danna recorrió cada calle con la mirada baja, sin poder mirar a la cara a aquellos que malvivían mientras ella lujosamente habitaba desde pequeña en su propio castillo, rodeada de atenciones y del amor de su gente. ¿Qué se puede cambiar? Hay algo que se pueda hacer…? Tanta gente atrapada en este cruel mundo, con el cruel destino de no saber si en el día de mañana tendrás una manzana que llevarte a la boca o no. Los pensamientos aturdían su mente, al paso que a sus ojos iban mirando a cada rostro de aquellos con los que se encontraba.
Tuvo que pasar una hora antes de que se acercara definitivamente a la corte de los milagros. En esta ocasión los mendigos al ver una figura ataviada en una oscura capa a lomos de un caballo se acercaron a ella pidiendo limosnas. Al principio paró su montura y dio monedas a aquella pobre gente, hasta que viendo como se acercaban más impidiéndole su paso, rodeándola, tomó fuertemente las riendas de su ahora nervioso caballo y lo espoleó logrando escaparse con el corazón roto de pena de aquellas pobres gentes. Relinchando nervioso el caballo a trote fue recorriendo aquella calle. Los ojos de la joven iban de un lado a otro, buscando cualquier pista que le indicara donde dirigirse. Confundida fue cuando recordó las palabras de aquel anciano hombre al que había ayudado. "Diríjase a la corte de los milagros. Una vez allí aléjese de las calles, piérdase por ellas y si sigue su instinto… los encontrarás." Recordó acelerando el paso de su montura. Debo alejarme de las calles.
Dirigiéndose al bosque pasó frente una plaza donde permanecían atados unos diez caballos. Aquello atrajo su atención y haciendo caso a su instinto, por primera vez en mucho tiempo pasó por ella atravesándola, observando cayendo en todos los detalles imperceptibles, como la especie de hostal que permanecía alejado de la plaza. Fue hacia allí, encontrándose con unos hombres en la puerta del edificio que la miraron de igual forma.
— Buenas noches caballeros. — Les saludó con educación al ver como uno de ellos se levantaba interponiéndose en su camino.
— Buenas noches joven dama. — Le contestó el hombre alzando una mano hacia el caballo, con un ademán de acariciarlo a lo que el mismo animal contestó apartándose de su alcance resoplando. Él se lo quedó mirando, y tras unos segundos en que dejó que su mano volviera a caer en uno de sus costados, no volvió a mirar a Danna. —Su presencia por este lugar nos es desconocida. ¿Dónde se dirige? Por aquí no encontrará más que ladrones y bosques mi señora. Un lugar muy inadecuado para alguien como usted, si se me permite decirlo. — Mencionó con una suave voz, pero que escondía un claro impedimento de avanzar por aquel lugar.
Observando más allá del hombre vio que el bosque dejaba entrever un camino, que aún en la oscuridad de la noche, sus ojos de licantropa podían ver. Con una dulce sonrisa alzando suavemente sus labios le miró y sin palabra expresa, alentó nuevamente a su caballo a acelerar y en este caso a rodear aquel hombre, el cual tomado por sorpresa por la rapidez en que la joven le pasó por el lado, solo atinó a girarse observando como el blanco caballo se perdía en la oscuridad del bosque. Ella oyó como el hombre mormuraba por lo bajo y escupía en el suelo en clara señal de enfado, siendo esta reacción suficiente para llenarla de certezas. Aquel camino que seguía por el bosque la llevaría a su destino, a la única esperanza que le quedaba.
Ya estamos cerca pequeño. Pensó dirigiéndose a su hijo neonato como era costumbre, hablándole con dulzura y amor. Su mano acariciaba el vientre mientras la otra agarraba bien las riendas. El bosque parecía no terminar nunca. Finalmente al salir del bosque, se encontró con un último obstáculo. El camino se separaba en tres más, en un claro intento de confundir a quien se adentrara en aquel lugar. Tomando aire profundamente concentró sus esfuerzos en olfatear cada olor proveniente del bosque, llegándole a ella desde la izquierda olor a humanidad, a los materiales de un edificio. ¿La Alianza? Ahora sí sus esperanzas crecían y sin dudar hizo dirigirse a su montura por el camino de la izquierda, sintiendo en todo su ser que aquel era el camino. El único camino que la llevaría a donde su noble corazón pudiera descansar y soñar con tiempos mejores.
Sintiendo cada vez mas cerca aquel característico aroma, centrada únicamente en él, no vio venir al vampiro que se apareció de la nada en medio de su camino exaltando a su caballo, quien se alzó asustándola por unos segundos. En cuanto se recobró, agarró fuerte las riendas y lo calmó, logrando que nuevamente posara sus cuatro patas encima la tierra. Tras un suspiro aligerado, tras haber temido por unos instantes el caerse del caballo, centró la mirada al culpable de su efímero miedo que había atenazado su corazón, encontrándose con un vampiro bajo su sorpresa.
— ¿Cómo se le ocurre aparecerse así? —Le retrajo ella viendo fijamente al joven sudoroso que se plantaba de nuevo como aquel hombre anteriormente en medio de su camino.
Alzando una ceja río suavemente al ser llamada “ser peludo de la noche” nunca antes se habían dirigido a ella con esos términos. Aquel vampiro mostraba ser decidido, y lo mas importante no temer a nada. Pero ella tampoco temía nada y si debía de pasar por encima de aquel frío joven para llegar a donde debía. Lo haría. — Mis propósitos y valores de bien ya me santifican por si mismos ser frío de la noche. No creo tener que mojarme la frente con el agua bendita de la Iglesia. —Contestó molesta de que nuevamente se interpusieran en su camino. — Y no. No busco la corte de los milagros, ya que casualmente de allí vengo. Igualmente muchas gracias por preocuparos y ofreceros a serme de ayuda grata, os lo agradezco de todo corazón, pero entorpece mi camino señor. .
Mirándole relajando su postura considerablemente al no ver en él una amenaza, sonrío al joven, sin dejar que sus verdes ojos se alejaran de los ajenos. — Si os soy sincera, busco un sueño, los ideales de la justicia… el indómito valor de quien protege a sus más amados tesoros en esta existencia con la fuerza de las llamas mas intensas de nuestros corazones. —Negó con la cabeza sonriendo, quizás si de verdad se tratara todo de un sueño. — Y eso es todo lo que puedo contaros me temo. Hoy en día uno no puede fiarse de nadie. Bien podría haber sido que la manzana que le disteis a mi caballo, estuviera envenenada, y creedme que celebro que no sea este el caso. — Susurró acariciando el cuello del caballo mientras este tomaba la manzana y se la comía rápidamente, volviendo a acariciar con su hocico la mano buscando rastros de comida, pidiendo más.
— Me llamo Danna Dianceht, Monsieur. Y usted…? Con quien he tenido el gusto de encontrarme en esta fría noche? — Le preguntó con una dulce sonrisa bajando la cabeza correspondiendo al saludo del vampiro. Tras el movimiento se quedó esperando por su respuesta, cayendo en como movía su cuerpo interponiéndose cada vez más en el camino que debía tomar. Frunció el ceño haciendo recular atrás a su caballo, apartándolo del vampiro.
— Por favor, podríais dejarme seguir. Me urge llegar a un lugar. —Mencionó dejando que lentamente una de sus manos dejara de proteger su vientre y con cuidado de que el vampiro no viera sus movimientos, tomó con ella las riendas, agarrada ahora por sus dos manos. Al ver la decisión del vampiro de no dejarla pasar, suspiró simulando estar resignada. — Lo que me trae a este lugar no es otro que buscar una unión secreta. Quizás haya oído hablar de la llamada Alianza… —Y tras esas palabras, esperando que el vampiro se quedara sorprendido o confundido, ya que no muchos sabían de la existencia de la llamada “Alianza”, obligó a su caballo a cabalgar veloz, tomando al vampiro con la baja guardia, pasándolo por el lado.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 592
Fecha de inscripción : 27/05/2013
Edad : 32
Re: Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
“Los instintos nunca pueden ser los únicos que guíen el camino. En su momento alguien creo el logos, la razón, la cual es la primera señal de que los humanos empezaron realmente a existir.”
Su olor era insufrible, quise hacerla salir de allí a los empujones, pero no debía, aunque mi corazón estuviese dañado por los licántropos, en los cuales confié, pero cada uno de ellos me terminó dejando, engañando para siempre, aún en esas condiciones tenía que mantener mi cordura, aquella que había estado trabajando desde que la inquisición me había capturado. Desde que me habían dejado con más marcas de las que ya tenía, con más odio del que podía acumular. Tenía que desistir de tratarla mal, tenía que esperar a que me diera sus razones de estar en aquel lugar. ¿Me pediría algo? ¿De ser así, le diría que no? Realmente no tenía ni la más remota idea. Es que podía ver en sus ojos una gran necesidad, una propia y no para los demás y eso me desconcertaba. Ella no parecía estar buscando en sí, su propia libertad ni la de los demás ajenos a ella. Parecía que estaba buscando algo diferente y mi curiosidad, aún con los años, era más fuerte de la normal. Me daba intriga que es lo que ella necesitaba, ya que sabía que estaba en búsqueda de La Alianza, muchas personas por allí la buscaban, deseando encontrarla para satisfacer sus necesidades básicas una vez más. Pero yo me había tomado el maldito trabajo de ir con una bruja para que el camino sea más complicado, para que nadie pueda encontrar el lugar. Y probablemente si la dejaba avanzar a la lycana sin mi ayuda, terminaría perdida en el medio del bosque. Ni siquiera la inquisición no podía llegar a aquel lugar. Pero aun así tenía que ser cuidadoso, ya que me habían dicho que podía tener fallas y siendo que esta mujer era mitad canina, había posibilidades a su favor.
— ¿Cómo, “como se me ocurre”? ¿No debería yo estar diciendo aquello? Si no buscáis la corte de los milagros, entonces os invito a iros, ya que no hay más nada en este lugar que la desee a usted dentro. Y si avanzáis os perderéis en el bosque, como muchos lo han hecho. No hay más nada aquí. — Inquirí mirándola de refilón, se notaba en su aura que era alguien que no se dejaría vencer así como así con simples palabras. Pero de todos modos, lo haría como correspondía, pidiéndoselo amablemente. Aun sabiendo que tendría que hacer las cosas de mal modo. Ya que si empezaba con el final, ella se molestaría como todas las santas mujeres que había conocido. Porque me diría que ella no haría eso. Básico. Las mujeres, en su mayoría eran todas iguales y por ello la seguí con la mirada, disfrutando unos momentos del animal, que en sí, era bastante agradable para acarrear a semejante mujer. — Dos cosas os diré, los animales no son tontos, nunca aceptarían algo envenenado, tienen instintos. Y lo otro. Aquí no hay ningún sueño, no hay esperanzas, no hay nada. Ya no. Si buscáis esperanzas, entonces huid bien lejos. Donde nadie os pueda encontrar, porque aquí no hay quien os pueda ayudar… — Acentué como una pequeña poesía y suspiré. La evidencia se hizo clara cuando la muchacha se presentó, ya había oído aquel apellido o más bien lo había visto escrito en alguno de los papeles que habíamos filtrado del mundo que conocíamos. Todos los nobles del mundo estaban en los archivos de La Alianza, recogidos por nuestros espías. Pero mi rostro aun así no expreso ninguna clase de sorpresa, mantenía mis sentimientos atados con tenazas.
—Soy Hero Jaejoong, Danna. Y lamento decirlos, a mí me urge que os vayáis. Pero no por mí, en realidad, podéis seguir y encontraros con la nada misma. Pero mañana, ahora estoy haciendo algo. Tss… Las mujeres son todas iguales. — Me resigné cuando la vi seguir el paso. ¿Acaso podían ser tan testarudas? Sus movimientos eran iguales que los de Camila cuando me mentía, disimulaban siempre con el cabello, enrulándoselo o corriéndolo a un costado. Pensé seriamente en que era cosa mía encontrarme con todas mujeres así, pero esta ya era una que no la había encontrado por mí mismo. Aun así la seguí por los árboles, dejándola pasar por el lugar cuando sus palabras fueron dichas. El efecto del encantamiento empezaría a tener efecto en unos instantes y por ello me acerqué con ganas a su caballo, deteniéndolo con una mano, en tanto le tomaba las correas del caballo, tironeando para que no siguiera, el camino, el olor que estaba siguiendo, no era el correcto. — Si queréis ir a La Alianza, yo os conduciré. ¿Qué queréis de ella? No hay nada más para poderos dar. No me agrada saber que hay gente aun buscándola. Como sea, este es el último día de su existencia, mañana todo será demolido. No hay nada más para hacer. Puse una protección fuerte, para que nadie pueda llegar, pero solo duraba unos meses, en dos días se acabará todo… — Sujetando con fuerzas las riendas del caballo, plantándome en el suelo, que aunque no podía estar agitado, me había cansado de correrla. Todo el tiempo había estado acarreando cosas, yendo de un lado a otro. Me había fortalecido mucho, pero en esos instantes solo quería el Sol para poder dormir.
— ¿¡Os pensáis que es fácil no?! Llegar aquí y hacer como si todo fuese suyo. Lo siento pero eso, que es vuestro, está muy lejos de aquí. Os diría que os bajéis del caballo, pero no paráis de tocaros el vientre. Así que quedaos quieta allí, tss… Esta gente que no tiene modales! Para que sois una duquesa si no os sabéis comportar? Soy de lo último que queda en La Alianza… — Al final la miré, mientras poco a poco llegábamos al lugar indicado, allí donde los carruajes estaban esperando ser cargados, donde miles de pilas de libros, archivos y cosas clasificadas estaban envueltas y listas para ser trasladadas. Tenía miedo de ella, de que lo destruyera todo. Pero intentaba parecer tranquila, protegería todos esos documentos aún si tenía que luchar contra una embarazada. Nunca más, nadie volvería a tocar aquello que me importaba. Agitado, me sacudí el cabello y busqué de uno de los costados un cuenco con agua, llevándoselo al caballo, dejándolo en el suelo, mientras me acercaba a la mujer. Mirándola con discordia, de brazos cruzados. — ¿Y bien? ¿Queréis un té? No tengo mucho, todo lo esencial ya fue trasladado y donado, solo quedan estos papeles y un poco de té con unas galletas que hice ayer. Podéis comerlas, están adentro. — Acercando mi mano a la de ella, ayudándola a bajar. Suponía que su decepción sería grande. Ya nada había allí, las ilusiones, las cosas que ella estaba buscando estaban en quiebra. No había más nada para poder hacer. Ningún ideal había podido ser de verdad enfundado. Francia estaba nuevamente bajo el dominio de la monarquía y el poder de la iglesia estaba esparciéndose más rápidamente. Los sobrenaturales ya poco tenían por lo que luchar y se escondían. La nueva rebelión, si es que habría una, tardaría años en volver a levantarse, pero yo tenía cosas más importantes que hacer. Debía vengarme y no tenía tiempo para empezar a formar a nadie.
— Tss… Espero que nadie nos haya seguido, como sea, ahora mismo estoy ocupado, así que haced lo que quieras, menos tocar estas cosas que estoy acomodado. Adentro solo quedan historias inconclusas. — Me renegué, mirándola con los ojos de un simple muchacho, de alguien a quien le han fallado mucho más de lo esperado. Pero aun así mantenía la luz, siempre en los ojos, estaba fuerte e incandescente, por que las personas a las que amaba, seguían con vida.
“Darse cuenta de los pequeños valores es lo principal en la desolación.”
Invitado- Invitado
Re: Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
Jamás desesperes, aún estando en las mas sombrías aflicciones, pues de las nubes negras cae agua limpia y fecundante.
Miguel de Unamuno
En ningún momento tuvo pensado hacerle caso al vampiro, quien se identificó como Hero. Todo y que el aviso que le dio de que no encontraría nada si seguía, si le podía dar cierto recelo a seguir por aquel camino. ¿Y si me equivoqué de senda? Se preguntó, aún así había seguido su instinto, y bien como le había dicho aquel anciano hombre, si tenía un corazón puro y se dejaba llevar por el instinto, encontraría lo que su corazón anhelaba. Encontrar quien le interesara aquella carta que tenía a su alcance, y quien pudieran hacer abortar todo plan de la inquisición, adelantándose a sus planes. Porque por sí sola, poco podía hacer más que perecer en el intento. Ella, no como Adrik, había sido criada para y por la nobleza, poco entendía de armas. Obviamente sí que podía alzar un arma contra alguien para proteger su vida o la de sus allegados. Su esencia licantropa en aquellas ocasiones se mostraba en todo su esplendor, pero no había sido entrenada para la lucha, y menos contra inquisidores como el mismo Astor, quien profundamente deseó que no se encontrara él también metido en todo ese asunto de la inquisición. Porque en tal caso, no solo sus presas seria cualquier sobrenatural con que se topara en su camino, si no hasta iría por su mismísima hija no nacida y la madre de ella. Y aquello, no se lo perdonaría.
Siguió guiando al caballo por aquel sendero, oyendo como aquel vampiro la seguía en completo silencio, observándola, como esperando que se diera por vencida y diera marcha atrás en aquella búsqueda, pero ella no se rendiría, por más vueltas que hiciera perdida en aquel bosque. Suspirando de repente aquel vampiro volvió a correr hacia su montura, deteniéndolo con una mano, mientras buscaba las riendas del mismo. Danna le miró exasperada.
— Queréis hacer el favor, por favor de no interponeros más en mi camino? ¿Por qué no podéis dejar que tome este camino tranquilamente? — Se quejó sumamente molestia. Iba con el tiempo justo, ya se había demorado bastante en el viaje de Escocia a París en su búsqueda, como para tardar un poco más. Todo y que visto de aquella forma, tardar unos minutos o horas más poco importaba, si no fuera por el hecho de que los inquisidores ya se habían reunido y si no se encontraban preparando y ultimando detalles, se encontrarían en plena cacería de sobrenaturales. En ese caso, cada lapso de tiempo era demasiado importante para perderlo.
Mirándole, con el ceño fruncido ligeramente esperó por sus palabras, sin esperar en ningún caso que casualmente se hubiese encontrado con un integrante de la mismísima Alianza o lo que parecía serlo, aún no se encontraba demasiado segura. Con los ojos brillantes, llenos de esperanza le miró. — ¿Sabéis llegar a ella? No os puedo decir el motivo, solo que vine desde Escocia para encontrarla. Tengo algo muy urgente que entregarles. Muchas vidas corren peligro... —Dejó de hablar para fruncir nuevamente el ceño, mientras su caballo se movía ahora siguiendo al joven que la conducía hacia su esperado destino. — ¿En dos días se acabará todo? No os entiendo.... ¿Será todo demolido? ¿Estáis seguro, de que hablamos de la misma Alianza? — Le preguntó. Estaba desconcertada, todas sus esperanzas e ilusiones estaban puestas en ella, en aquella unión formada por sobrenaturales que se oponían a la inquisición y les plantaba cara. Aquello no podía ser cierto, las palabras del joven eran como agujas que se clavaban en lo más hondo de su corazón.
Protegiendo siempre con su brazo su vientre, con miedo a que le pudiera suceder cualquier cosa al pequeño, dejó de escuchar al vampiro unos segundos en que se centró en lo que sus instintos le informaban. Se acercaban a un gran edificio. El ambiente estaba impregnado del olor de documentos antiguos y viejos libros. También le llegaba el ruido de las respiraciones de más caballos y una sensación de desesperanza reclamaba aquel lugar, que antes parecía haber estado lleno de esperanza y victorias como de alegrías pese a los tiempos difíciles que corrían.
Inmersa en sus pensamientos y en procesar todo lo que registraba del lugar, llegando a entrever entre los arboles del sendero los carruajes que esperaban ser cargados, solo llegó a atinar a la voz del vampiro en sus últimas palabras.
—Soy de lo último que queda en La Alianza… — Le dijo mirándola. Ella le miró dejando aquel paisaje desolador que ahora presentaba la sede de la alianza y con ojos llenos de desolación le devolvió la mirada. — Esto no puede ser cierto. Vos sois un integrante de la Alianza... y lo último que queda de ella? — No hizo falta contestación del vampiro, para que solo con ver sus ojos, viera la verdad de sus palabras. La alianza había desaparecido ¿Pero cómo? Se preguntó completamente perdida, observando los movimientos ajenos, pero sin verlos realmente.
Apenas consciente de cuando el vampiro le daba de beber a su caballo, se lo encontró de brazos cruzados a uno de sus costados, mirándole desde abajo. Negó la cabeza a sus preguntas. No necesitaba nada, solo la confianza y seguridad que todo pasaría y se arreglaría en forma de un futuro seguro a su pequeña hija. — Muchas gracias. No necesito un té... pero quizás si me iría bien un poco de agua. —Murmuró totalmente desganada, tomando la mano que él le ofreció para bajar de su montura y tocar el suelo con los pies, tras las dos horas que le había llevado encontrar aquel lugar.
Completamente decepcionada se plantó allí sin saber qué hacer. Todo aquel discurso, todo lo que había preparado para la ocasión, tirado por la borda en apenas unos pocos segundos. Ahora... ¿Que será de todos nosotros? Se preguntó mirando los ojos del joven. — Nadie me siguió...todo y así ya nada hago aquí. Vine a avisar de una grave amenaza, pero sin la Alianza, ya poco podemos hacer... —Susurró con voz entrecortada al punto de las lagrimas en pensar en que quizás no viera nunca el crecimiento de su hija, ni ser participe activa en el alumbramiento, sintiéndola salir de su interior para darle la bienvenida al mundo.
Una pequeña lágrima nació en sus ojos y se deslizó por una de sus mejillas, sin darle apenas tiempo de ocultar su dolor al joven. — ¿Como ocurrió? Que sucedió? Oí hablar del éxito de la Alianza...y verla así... es como si nunca hubiese existido, o solo hubiese sido el sueño de unos pocos. —Dijo mirando un momento hacia el edificio ahora vacio que se encontraba entre ellos. Negada a llorar delante del vampiro, suspiró conteniéndose. La alianza había muerto, pero aún podría hacer algo quizás...alguien debía de estar lo suficiente loco como para intentarlo. — No...No contestes Hero. No quiero ahondar en heridas...mejor será que me vaya y busque en otra parte. En algún lugar debe de existir algo como todo esto, una unión basada en la esperanza de un futuro mejor, lejos del dolor y muerte de la inquisición. —Declaró sin rendirse todavía a dejar que la Iglesia se saliera con la suya. Si Adrik la había dejado para ir a luchar en esta guerra, debía de ser porque conocía o tenía contactos que podían servirle para plantar cara y defender el hogar que recientemente había creado junto a ella en Escocia.
Y justo fue en aquel momento en que Danna se giró de vuelta a su montura, en que el viento que empezó a soplar con fuerza, hizo saltar de una de las bolsas de la duquesa, una especie de carta que fue a parar a los pies del joven. La carta con las órdenes, la carta suprema de la inquisición. La sentencia final para todo sobrenatural.
Ella sin poder atrapar la carta, volvió de nuevo su mirada hacia la de él, consciente de que el vampiro no le devolvería la carta, no sin haberla leído antes. — Ese es el motivo por el que vine en busca de la Alianza. Ábrela... allí solo encontraras la última sentencia de la Inquisición hacia nosotros. El fin de todo el mundo que conocemos... — Susurró mirándole con dolor, pero con un brillo decidido latiendo aún en ellos. Pues ella no se iba a rendir, y el mundo tal como lo conocían, tampoco iba a dejarlo caer.
- La carta de la Inquisición:
CARTA ENCÍCLICA
IGNIS REGNUM*
DEL SUMO PONTÍFICE
PABLO IV
A LOS VENERABLES HERMANOS Y HERMANAS Y DEMÁS MIEMBROS PARTICIPES
EN ESTA SANTA ORGANIZACIÓN.
Bajo mi autoridad y como Sumo Pontífice, yo Pablo IV os reúno a vosotras, criaturas de Dios a fin de poner en marcha una nueva serie de medidas que afiancen el poder de nuestra Santa madre Iglesia en un mundo cada vez más alejado de los valores que ésta siempre ha defendido y protegido.
La herejía como bien sabéis constituye uno de los pecados más perseguidos, cuales herejes son condenados a la muerte. En los últimos años el numero de pecadores, toda criatura sobrenatural, de sangre gitana como aquellos que niegan la palabra de Dios, han aumentado en número, infectando a inocentes almas en sus caminos. Es por eso que finalmente, os llamamos mi fiel ejecito, para poner en vereda y sentenciar toda vida desligada a nuestro todo poderoso padre.
¡Abramos hoy la cruzada hermanos y hermanas!
Bajo tierra santa, por el poder que se me ha sido otorgado, yo os reúno y ordeno;
Que instruyáis nuestra justicia en toda estructura sin importar infantes, mujeres, madres o ancianos. Eliminad a toda criatura sobrenatural que pise la faz de esta, nuestra tierra.
Empezad destruyendo el futuro de nuestros enemigos, id a por la descendencia y escalad hasta llegar a quienes usurpan el santo poder, la corrupta realeza condenada a la vergüenza de la herejía. Sembrad el miedo, que se estremezcan al sonido de vuestros pasos. Castigos públicos, muertes públicas, usad cualquier método, para que sepan que nadie puede contra nosotros, y el poder que nos ampara y protege.
Busquemos y recemos por la unidad. Toda alma contribuyente a esta lucha contara con el favor de esta santa sede. Buscad y alumbrad el camino a los perdidos, a los extraviados y condenad a quienes se opongan en este mundo que juntos debemos construir en nombre de nuestro señor.
Y no temáis nunca a la muerte, pues en sus brazos no existe. Él salvara vuestras almas y la redención será vuestra como nuestra sangre es suya.
Esta decisión ha sido consultada y promulgada por I Sommi Pontefici Romani y yo Pablo IV doy mi aprobación, ordenando lo que en estos momentos hasta el cese de la misión, sea el único destino de cada uno de los aquí reunidos, como parte del Ignis regnum. La poderosa llama de Dios en la tierra. Seremos el reinado del fuego. El fuego cuál fue en vida todo esplendor de nuestro señor.
Que la apostólica bendición sea en cada uno de vosotros, venerables hermanos y amados hijos cuando los ríos se tiñan de la sangre de nuestros enemigos. Que la suerte sea en vosotros y en nuestro todo poderoso señor Dios.Dado en Roma, junto a San Pedro, el 29 de Noviembre del 1800.
Pablo IV
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 592
Fecha de inscripción : 27/05/2013
Edad : 32
Re: Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
“Quise advertirte, el tormento en el que estamos es exactamente el de antes. Nada ha cambiado, ningún peón se ha movido, solo somos nosotros los que caemos lentamente al abismo del infierno.”
Sus ojos que parecían humo natural me asecharon mientras la seguía y su tono tan desafiante y acusador hizo que mi columna se erizara, no acostumbraba a dejar tanto tiempo que los intrusos se metieran donde yo estaba. Había decidido que nadie se interpondría nunca más en mi camino. Pero ella era especial, tenía anhelo, esperanzas de algo que estaba muerto. Una sonrisa tranquila perfiló en mi rostro y negué apaciguadamente. Dándole a entender que hacía las cosas por una causa que iba más allá de sus propias necesidades, aunque claro, no negaría que estaba divirtiéndome aunque sea un poco. — Este camino estaba tranquilo antes de que llegarais vos y os aseguro que yo estaba antes en él, pero me contendré de ese sermón. — Aclaré ante aquella vocecita que torturaba mi cordura y le observé unos momentos, sentí que mis ojos podrían empezar a votar lágrimas. ¿Por qué había tanta esperanza? ¿Qué era lo que habíamos hecho? Tantas personas habían confiado en nosotros y habíamos desertado, todo lo que yo buscaba ahora era venganza, acabar con la inquisición a sangre fría. Aún recordaba a Giulia, su esposo, un inquisidor, su hijo… Todo aquello hacía que mi carga fuese más pesada. Pero no debía de arrepentirme, ya no había nadie importante en la inquisición como para andar dudando. Planearía algo grande, quemaría todo lo que pudiese y por supuesto, había dos personas en especial que me debían un par de colmillos.
Inspiré y acomodé mis cabellos por detrás de las orejas, estaban largos y pronto los dejaría de color negro, pero por ahora los llevaba de un rubio ceniza que contrastaba con mis enormes ojos negros. — La misma Alianza, esa que luchó contra muchos inquisidores, muchos de nuestras razas, traidores que piensan que matarnos está bien. Esa misma corporación que ayudó a las personas de la calle mientras pudo. Esa que fue masacrada hace unos meses, esa que desertó, huyó y ahora solo quedé yo con el lugar, con los recuerdos… Es misma, Danna. — Volteé la cabeza para verla y quise haber mentido como bien sabía hacer. Bajé la cabeza esperando llegar al lugar, estábamos muy cerca, la capa mágica que nos había protegido durante todo este tiempo nos albergaba y abrazaba con cariño. Entrar allí era sentirse seguro de que nadie de buenas intenciones podría pasar. Pero al mismo tiempo era encontrarse con desolación, con amargura, con sueños destruidos. El edificio era increíblemente grande y aun así estaba escondido por la maleza. El color era oscuro, amarillo gastado, blanco y verde en algunas partes tácticas. Las ventanas no dejaban pasar la luz, estaban diseñadas para que los vampiros pudiesen caminar libremente sin tener que cerciorarse que las ventanas estuviesen bien cerradas. Era un perfecto lugar para esconderse, pero ya no era seguro… Hacía unas semanas, cuando había sido torturado y despellejado, por un ataque de miedo, de querer seguir viviendo un poco más, había dicho como llegar, no literalmente, pero era cuestión de tiempo para que puedan encontrar el lugar. Y por eso tenía que llevármelo todo.
— Que sea agua entonces, ahora traigo. — Mientras terminaba de cargar un poco más de papeles, kilos y kilos de ellos, los llevaba con ambas manos y los acomodaba en los carruajes, estos estaban también hechizados, para que nadie pudiese verlos, para que fuesen ignorados por el mundo entero mientras los trasladaba a mi hogar. Por ahora, ese era el escondite más seguro. La inquisición no se atrevería a ir allí, ya que sabían que meterse en la casa de una persona de tal puesto económico haría que muchos que están a favor de la iglesia empezaran a oponerse. Yo estaba considerado como un pequeño y dulce aristócrata extranjero. Y jamás había sido una amenaza, algo bastante a favor que me llevaría a poder estar un tiempo a salvo. Limpié mi sudor mientras iba por el agua, mojando una toalla de ese color carmesí que expulsaba mi cuerpo. Todo era una mezcla de agua y sangre. ¿Es que de verdad éramos seres endemoniados? Suspiré y negué, teníamos sentimientos y era lo que contaba. — Aquí tienes. Amenazas hay por todos lados, pero que es lo que te hizo venir de tan lejos, señoría… ¿Aparte de la vida que sostenéis? No llores. No me gusta ver las lágrimas de una mujer y menos saber que yo soy el culpable. Umgh… — Sentí un retorcijón en mi estómago y no supe que hacer. ¿Por qué las lágrimas de una mujer podían afectarme tanto? Quise golpearme para vengarme de quien le había hecho eso.
Quizá fuese algo de lo que me arrepentiría, probablemente no tardaría ni dos segundos en separarme, pero aun así me acerqué, puse mi delgado y alto cuerpo cerca del de ella y acaricié su cabeza mientras la apoyaba en mi pecho. Mordí mi labio inferior y nuevamente caí en esa tentación de hacía casi un año. Cuando había decidido ayudar a Giulia sin importar qué. Apreté suavemente su cuello y olisqueé su cabello, para luego separarme de ella, mirándole esos ojos cristalinos que partían mi pecho en culpabilidad. — Lo siento. No lloréis más, si? Puedo contarlo, en cualquier caso ya no tiene importancia, estoy terminando de mover todo lo necesario ahora, lo que queda serán cosas materiales, que serán vendidas y donadas, luego tiraré abajo todo, para que no puedan rastrearnos por el olor. — Expliqué de la mejor forma posible lo que pasaría con el lugar, su interior y sus sueños. Me deslicé a cargar algunas cosas más y suspiré, tendría que contarlo, una vez más tenía que hurgar en las heridas.
Me sorprendí cuando ella se apartó hacia su caballo y me quedé mirándola, desde la cercanía de uno de los carruajes. Una suave sonrisa se formó cuando esa mirada fuerte que había captado al principio volvió a nacer y me rasqué los cabellos de la nuca. Hacía mucho tiempo no encontraba a alguien con tanta decisión. Estaba a punto de burlarme, de existir otro lugar como el que habíamos creado, estaríamos al tanto. Claro que había pequeñas agrupaciones que salían a matar inquisidores, pero eran inexpertos, eran tontos e incapaces de sobrevivir a una sola camada. Y si ella se refería a esa clase de personas, era mejor que la detenga si quería conservar la vida en su interior y la suya misma. — En algún momento te diré, que es lo que sucedió, por ahora… Quédate aquí. No puedo permitir que te vayas aún. No me hagas tener que obligarte. Si sales, por una fracción de segundo quedaré expuesto y eso es suficiente para que me maten y no tengo intensiones de morir por ahora. Te quedarás aquí, hasta que salga con los carruajes. — Le aclaré con la suficiente firmeza para hacerla entrar en razón y al ver la pequeña carta moviéndose en el aire, la tomé antes de que llegue al piso. Estaba a punto de devolvérsela, pero sus palabras me dejaron atónico y sin duda la curiosidad y el miedo albergaron todos mis sentidos.
Eran mis ojos del mismo color del infierno, se habían tornado rojos, profundos, llenos de sangre. La energía de mi cuerpo estaba saliendo como la venganza que tenía dentro. Dos lágrimas se deslizaron por los costados de mis ojos, por mis mejillas y cayeron por mi mentón. ¿Qué ridiculez estaba leyendo? Olfateé minuciosamente y sentí el olor de la iglesia impregnado en la carta. Unos colmillos que no tenía se quisieron mostrar pero solo quedó al descubierto una dentadura común y humana. Mi puño se acercó a uno de los árboles más cercanos y estuvo a punto de golpearlo. Pero me detuve, contuve a presión todo eso en mi interior. Acumulando mi ira, mi sed de venganza. Miré unos segundos a la noche que estaba sobre mi cabeza y recé porque esto nada de esto suceda. — “Él salvará sus almas” Pues espero que también salve sus cuerpos. ¿De dónde sacaste esto? ¿Cómo sabes que es real? ¿Te das cuenta que si sucede esto, nadie estará a salvo? Cuando mataron a las brujas, en aquella lejana cacería… Casi el noventa por ciento eran simples humanas. Matarán, lo harán sin motivo. Necesitamos prepararnos. Bájate de allí. Ayúdame a subir estas cosas. Conozco esta ciudad, hay personas que aún están dispuestas a luchar. Haremos lo que podamos… — Fue como un grito de auxilio, algo me dijo, que quizá terminaría muerto en esa batalla. Pero sería una muerte justa.
“Aún si me rindo, aún sin escapamos, buscarán cazarnos, degollarnos y terminar nuestra existencia.”
Invitado- Invitado
Re: Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
La clave está allí, en tu interior. Solo hace falta que seas lo suficientemente
valiente para encontrarla.
Danna D.
“Esa que fue masacrada hace unos meses, esa que desertó, huyó y ahora solo quedé yo con el lugar, con los recuerdos… Esa misma, Danna.” No podía aceptar aquello. No podía ser que aquella alianza, la unión más fuerte de los últimos años hubiera desertado. ¡No! Quiso gritar en su mente. Y ahora que ocurriría con todos? Con los que iban a morir? Los que iban a torturar y condenar? Familias enteras destruidas, miles de almas moribundas en ríos de sangre sin destino ni fin. Y la salvación? Seria aquello el fin definitivo a toda esperanza de vida?. Más y más preguntas se arremolinaban en su mente en un completo caos de confusión mientras sus ojos clavados en el vampiro, observaba como este conducía a su caballo por el sendero correcto. Como puede ser que pudieran contra ellos? ¿Desertaron? Eran la ultima esperanzas de muchos... y ahora con ellos, que ocurrirá? Pensó tristemente cayendo un momento en la criatura que crecía en su vientre. Su hijo, su deseo de tener una familia hecho realidad al fin. Y hasta él junto con ella corrían peligro. “Id a por los descendientes...” decía la carta de la inquisición.
Una lagrima se derramo por sus cristalinos ojos, perdiéndose en su mejilla, hasta desaparecer mientras contemplaba aquel majestuoso edificio que pese a tener una apariencia desolado y abandonado, daba entrever pequeños retazos de lo que había sido aquella Alianza, ala que había hospedado entre sus cuatro paredes. Era perfecto, coincidió Danna al no ver ventanas por las que pasar la luz del sol. El edificio perfecto, la sede ideal sin duda alguna para cualquier sobrenatural, dando el refugio perfecto a los vampiros. Sonrío dulcemente al vampiro cuando este le fue a buscar un vaso de agua conteniéndose a dejar soltar mas lagrimas delante de él. Pero el embarazo por más que no quisiera mostrarlo, la mantenía en una línea que constantemente iba intercalando la seguridad y la dulzura, con la desesperación y las lagrimas.
Y justo fue que el vampiro volvió con el vaso de agua, que sin poder contener mas las lagrimas corrieron por sus mejillas, al pensar en el futuro de su esposo, quien había ido en busca de alguna solución o de hasta a la muerte, porque Adrik sabia a cierta ciencia que no vacilaría en protegerlas aunque fuera a pagar el precio con su propia vida. También le preocupaba la vida de su hijo, pero mientras esa pequeña vida dependiera y se encontrara protegida en su vientre, ella seria la protectora más ferviente de la misma. No dejaría que le ocurriera nada, dentro o fuera de su vientre seria su pequeño, y nadie, ni la muerte se lo arrebataría de los brazos, no mientras quedara un halito de vida en ella.
— Mi pareja salió en busca de una esperanza para todos y yo al saber de la Alianza, decidí partir inmediatamente. No entendéis bien mi desesperación.... —Susurró una vez se calmó encontrándose siendo abrazada por unos segundos por el vampiro, sorprendiéndose por que se mostrara tan cercano en aquel momento con ella. Con una nueva sonrisa formada en su rostro, le sonrío dulcemente, secando con una de sus manos el rastro de lágrimas. — Lo siento... normalmente soy fuerte. Supongo el embarazo hace estragos en mí. —Murmuró aún sonriendo acariciando su vientre en una caricia protectora, mas para calmarse a sí misma que al pequeño. Y de allí fue que decidida a que hubiera un futuro para su hijo, subió a lomos de su corcel, esperando por salir de aquel lugar e ir a buscar a Adrik, por que estuviera donde estuviera, ella siempre lo encontraría. Sus caminos serian siempre uno y seguirían siéndolo hasta su último latido.
En ningún momento de espaldas al vampiro fue consciente como sus labios se alzaban en una suave sonrisa, alabando aquella decisión de la licantropa, que aún en sus momentos más vulnerables, seguía dispuesta a todo. Danna justo en el momento en que se planteaba subir, escuchó sus palabras y girándose le miró confundida. — No os protege una barrera? ¿Y también a este lugar? —Preguntó confundida cuando una ráfaga de viento hizo que la carta que guardaba llegara a las manos ajenas. Ahora si girándose le miró con un rostro serio, decidida y triste, pues no necesitaba volver a leer esas palabras, esas malditas y mil veces condenadas palabras que se clavaban como cuchillos en su corazón, ya que las recordaba como si leyera ella misma el papel. De tantas veces sus ojos llorosos habían leído aquellas órdenes, que en su memoria tenia cada frase grabada a fuego.
En silenció observó el rostro de Hero, cayendo en la rabia y el odio de sus facciones. Los ojos se le tornaron rojos, profundos, inyectados en sangre, pudiendo jurar ver en ellos la llama del infierno llameante aclamando venganza. Al verle caer dos lagrimas de sangre, dio un paso adelante hacia él, sin darle tiempo si quiera a acercarse que el joven vampiro había ido a golpear con uno de sus puños el árbol más cercano, finalmente quedándose a pocos centímetros de dar el golpe, conteniéndose. — Hero... Lo siento. —Susurró ella al verle mirar al cielo. Ella también elevó la mirada y cerrando unos segundos los ojos rezó por Adrik, por que estuviera donde se encontrara no cometiera la locura de dejarla sola ahora que había conocido el más bello amor, que uno podía conocer en la vida. La de amar y ser amada por igual.
— No sé quien lo envió, quien fue el alma que quiso avisarnos de lo que está por acontecer. Pero fuera quien fuera, rezo y espero por que haya dejado más copias como esta por el mundo. Porque necesitaremos toda la fuerza posible. Cada alma que se desvanece es un alma menos con que contar. Cada quien sepa de estas órdenes, de estas palabras, quizás quiera combatir y avise a otros. Y así hasta llegar aquí. — Le dijo, más sus palabras parecían un ruego, una súplica de si algún bondadoso dios cuidaba de las nobles almas allá en los cielos, tras la muerte, que les ayudara e hiciera que aquellas palabras no fueran en vano. Restando en silencio, asintió en dirección a él. — Debemos movilizarnos. Acudí en busca de alguien que pudiera ayudarme, y no pienso rendirme porque unos cuantos lo hayan hecho, desertando las esperanzas, quizás las ultimas de muchos. Hasta el último segundo hay esperanza y esta mientras haya gente que confíe en que el bien se impondrá sobre el mal no se extinguirá.—Clavó su mirada sobre la de Hero y siguiéndole hizo lo mismo que él y tomó una caja, llevándolas hacia donde él las guardaba.
Tantos papeles habían en esas cajas, cuantos secretos se irían a perder junto a ellos. — ¿Que harás con las cajas? Qué hacemos con todo?... Y esto? Hero... ¿Que estamos haciendo? Ahh... —Se quejó al sentirse marear, soltando la caja que llevaba y terminando sentándose en las escaleras junto a las cajas que aún estaban por empaquetar. — Estoy bien, tú sigue. Solo es un leve mareo... hay cosas más importantes. —Tranquilizó al vampiro observándole cargar las cajas a los carros con fuerza renovada.
Danna pasó las miradas por las cajas, hasta encontrar unos documentos enrollados en una cinta que llamó su atención. Viendo a Hero trabajando con las cajas y los carros, tomó el documento y lo desenrollo, encontrándose con lo que parecía un mapa de todo lo conocido de este mundo. Acarició con sus dedos el tacto de aquel antiguo pergamino y como si un espectro se le hubiese aparecido y haberle dicho la solución que faltaba encontrar, le vino a la mente la forma. — Como hacer que un mensaje llegue a todos?... que se preparen... reunirnos.?— Susurró más para sí misma que para Hero.
Volvió su mirada al mapa y frunció el ceño. Pasó la vista por Escocia hasta Francia, donde se encontraban en aquella noche de frías desilusiones y dulces esperanzas. Entonces fijó la vista en aquella tierra Rusa de estepas nevadas y recordó en su mente aquellas palabras que en el baile de los hielos nacientes Adrik le susurró al oído. “Voz'mite nit', Danna . Zapisat'sya v moy” << Toma el hilo, Danna. Únete a mí. >>. A su memoria le vino también a la memoria aquella cita rusa grabada en la fuente de un parque. “Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper.” Y allí lo entendió. El problema no era ser muchos o pocos, el problema era hacer correr la voz, el mensaje. ¿Como llegar a tantos oídos?
— Necesitamos una cadena. —Exclamó así de pronto, desviando la vista de aquel mapa y sus cajas a los ojos del vampiro que la miraba extrañado. — ¡Si! Una cadena... que las ordenes sean la cadena y nosotros los mensajeros. Oh ¡vamos Hero!. Piensa! Hay gente que aún oye los susurros de la oscuridad. ¡Necesitamos una bruja! Alguien que pueda hacer llegar a los espíritus nuestra llamada de auxilio y así que el mensaje pase fronteras. Que los susurros llenen las ciudades de acertijos. Así como Jesús envió a sus hermanos a predicar sus palabras, a hacer llegar el orden divina a toda alma mortal. Y apenas nos hace falta mucho, solo con empezar la cadena unos pocos e ir pasando las palabras. ¡Cambiaformas¡, !Brujos!,¡ Gitanos!,! Vampiros, Licantropos y cualquier mortal que sepa de nuestra existencia! Un pequeño brote de fuego termina siempre siendo uno llameante y vivo... hagamos lo mismo! Desde Escocia hasta los pueblos Germánicos, Inglaterra, Rusia...que nuestras palabras crucen océanos y mares. —Las manos de la licantropa iban de un lado para otro del mapa, señalando los lugares al son de sus palabras. — Deben llegar las órdenes, a los rincones más recónditos de la tierra. Quizás así podamos hacer algo y que la rueda del destino gire a nuestro favor. —Sus ojos brillantes volvieron a los del vampiro, y sonrío con aquella expresión de quien sabe que ha tenido una gran idea, una solución entre muchas. Una que había que intentar sobre todas las cosas.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 592
Fecha de inscripción : 27/05/2013
Edad : 32
Re: Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
“Ojalá pudiera no entender la desesperación de las personas, de esa forma, podría vivir más tranquilo mi inmortalidad”
Sus palabras eran de esperar, había encontrado con el paso del tiempo, que todos los seres sobre la tierra, vivos o no, nos creíamos lo suficientemente especiales para pensar que nadie entendía nada de nosotros. Era curioso, por una parte, al ser todos diferentes teníamos en nuestro interior sensaciones igual de desiguales. Pero al mismo tiempo éramos una copia exacta de alma pura e impura mezcladas. Todos sentíamos desesperación por nuestros seres amados y todos queríamos libertad en nuestra existencia diminuta. Pero no haría de aquello una discusión libertina y solo le sonreí como quien entiende que está un nivel más abajo que la otra persona. Eso siempre me había servido para entender y que me expliquen mejor, parecer idiota sin duda alguna me había llevado a aprender mucho mejor los pensamientos de la gente. — Supongo que decir que eres fuerte no te hace serlo en verdad. Es como un rey que tiene que aclarar que lo es, antes de cada discurso. Pero te daré una ventaja, solo porque llevas vida dentro. — Me separaba, tan lento que quizá el mismo aire se cortaba en mi piel. Su barriga parecía temblar de miedo y la desesperanza procuraba ser fuerte en nuestro entorno. Pero no por mucho tiempo, siempre había salido adelante. Esta vez, no sería la excepción. Pensé que caería entre mis brazos, que se desmayaría del horror, pero era fuerte y como siempre, los lycanes, seres con vida de verdad, lograban hacer que en mi interior renazca un poco de humanidad. Esa que había perdido hacía un tiempo, cuando descubrí que dentro de mi interior se escondía un monstruo.
No serviría de nada su perdón, desde aquella vez, cuando me enojaba, cuando me enfurecía, me transformaba en lo que era de verdad. En un ser despreciable, que siquiera podía ser llamado vampiro. Era una pequeña alimaña con sed de sangre, una que por las noches buscaba terminar con vidas “de dios”, buscaba a los recién iniciados inquisidores y los mataba rápidamente, que no se reproduzcan, que no sigan creciendo sus fuerzas, ellos no son seres humanos. Eso pensaba cada vez que terminaba con uno de ellos y luego lo reprimía, lo guardaba en mi subconsciente y la noche siguiente no lo recordaba. Las células que se habían apagado cuando había conocido a Nicolás se habían encendido otra vez. Cada vez que algo me atormentaba lo guardaba muy dentro para no tener que recordarlo y mi sonrisa florecía con la inocencia que me caracterizaba, pero todo se hacía añicos cuando el notable olor del agua bendita y la clase inquisidora se hacía presente. Todo se nublaba y el único pensamiento era acabar con ellos. Aun cuando había ayudado a Giulia, a la esposa de un inquisidor, ya no podía pensar en ello, todo eso… Era parte del pasado. — ¿Alguna vez haz sentido que se escapa tu bestia? Los demonios son difíciles de contener, cuando están tan despiertos por la noche… — Un halo fue el sonido de mi voz, que se elevó al cielo y desapareció en la capa protectora y mi sonrisa volvió a ser blanca e inocente. Una mirada tranquila, inigualablemente dulce, que denotaba al mismo tiempo, firmeza de pensamientos.
— Pensar eso te hace débil. Si quieres poder y lucha, tienes que conseguirlo por ti misma. He descubierto que no se puede esperar demasiado de los demás. Creo, que solo una persona en el mundo es compatible con cada uno de nosotros y esa es la única persona que debe darte esperanzas reales. Tenlo en cuenta, te ayudará a ser más fuerte… En este camino, se pierden personas, si tus sentimientos se alteran por todas ellas, uno termina devastado… — Era algo, que me lo decía a mí mismo, mis preciosas mujeres, todas aquellas que formaban parte de mi corazón, mis amigos y amigas que ya habían sido atacados anteriormente por la inquisición, me ponía loco saber que todos ellos podían morir cualquier noche, eso me hacía al mismo tiempo, un poco más fuerte, me daba más ganas de protegerlos. Había empezado en ese mundo, para poder proteger a Nicolás, pero todo se había ido de mis manos, al igual que los colmillos de mi cuerpo. Y ahora, solo quedaba recuperar todo aquello perdido. — Créeme, cuando se termina ese segundo, es mucho más fácil esconderse. Tú nunca lo entenderías, porque estás pensando en luchar, a mí también me cuesta. Pero no es fácil cuando tienes a las personas que amas a tu lado, ir y luchar sabiendo que quizá no volverás. No es justo para nadie. — Murmuraba mientras acomodaba las cajas, mientras descargaba mi energía en terminar todo el triple de rápido. Me asusté un poco cuando la mujer se tambaleó, estaba claro que el embarazo no la dejaría totalmente preparada para luchar y por ello debía protegerla. A ella y al ser en su vientre. Pero no podía detenerme, la miré un minuto y al sentir los latidos de su corazón estables seguí por medio de un asentimiento acarreando las cosas.
No estaba prestando mucha atención a lo que ella hacía, solo faltaban tres cajas y la que ella tenía a su lado. Y cuando terminaba ya de acomodar todas ellas, la vocecita de la muchacha hizo eco en mi voz y mi ceja se arqueó mirándola de reojo, escuchándola sabiamente, mientras con mis ojos recorría la mansión y me cerciorara mediante los sentidos aumentados que tenía, que no hubiese nada importante dentro, ya había llevado las armas, todo lo que era de ataque al subsuelo de mi hogar. Ya había donado las camas, los alimentos y todo lo de la corporación de nutrición a la Casa de la Esperanza, que estaba asociada con una lycana que hacía espadas, una gran herrera. Y ahora solo quedaba esto, lo más importante, la información. —Lamento ser la piedra en tus pensamientos, pero no sé si estás al tanto de la rama de los condenados en la inquisición, ellos pueden escuchar lo mismo que nosotros… Pero es una idea, que si se hace perfectamente puede funcionar. Aparte que… Si ellos se enteran y no saben quiénes somos, no será un problema tampoco. Conozco brujas, conozco gitanos, será algo fácil de arreglar, el bosque es de nosotros, el Dios verdadero lo protege. Armaremos los preparativos, levántate, meteré eso dentro y ve arriba del último carruaje, iremos a mi hogar. No me mires así. — Le sonreí de lado, mientras todo terminaba y la ayudaba a entrar al carruaje, sin duda su idea era inesperada, original y simplemente, funcionaría. En todas partes del mundo había gente que buscaba terminar con la lucha contra la iglesia. Mi corazón muerto latía desesperadamente y pronto podríamos discutir todo aquello que estaba en nuestras cabezas.
— ¿Tienes un lugar seguro donde quedarte en París? Puedes estacionarte en mi casa por ahora, pero sé prudente, soy un vampiro y olerás sangre en las noches. No soy demasiado limpio con mis presas, es algo que no puedo ser hace algún tiempo… pero no asesino inocentes… Me alimento cuidadosamente y podremos planear las cosas con mis allegados. ¿Cuántos meses tiene tu hijo? ¿Necesitas una comadrona en casa? — Mis ojos se afirmaron a los de ella, mientras poco a poco empezábamos a establecer el camino más seguro hacía mi hogar, cerciorando que no hubiese moros en la costa antes de despegar. Sería un viaje corto y luego de eso, podríamos empezar realmente a pensar en lo que haríamos, en lo que crearíamos a base de aquella antigua corporación que se vio casi destruida por su propio creador.Era extraño, me sentía como un niño en un nuevo comienzo, pero eso se debía a que sin duda alguna, ahora estaba un poco más convencido, un poco más seguro de que las cosas si surgirían efectos. Ya había sacrificado mucho, era hora de tener una recompensa y esta quería que tuviese nombre de Iglesia.
“Pero aún tengo miedo, de que esta esperanza sea solo una farsa más mi dolor continúe existiendo a lo largo de los siglos.”
Invitado- Invitado
Re: Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
El coraje no es la ausencia de miedo, sino valorar que algo
es más importante que el miedo.
Ambrose Redmoon
Escuchó asintiendo con la cabeza sus palabras, pensando en todo lo que él le decía y aconsejaba. Para ella sus pilares, era su familia...la familia que había perdido y ahora había recuperado. Haría cualquiera cosa por Adrik y su hijo, hasta dar la vida por ellos si con ello les salvara, porque de pasar algo, Adrik ya le había prometido que protegería a su hijo y solo cuando la naturaleza transcurriera como debe, se reuniría con ella por la eternidad en los infinitos cielos. — Puedo ser una cobarde, no he nacido ni he luchado jamás. Mi vida ha sido apacible y acomodada aún así desde pequeña me dijeron que mis luchas debería hacerlas por mi misma, y que no debía de tener miedo, que tras cada temor, reina una esperanza. Es por eso de si algo tengo la absoluta certeza, es que haré lo que sea necesario para resguardar la vida de mi familia, hasta el último halito de vida de mi cuerpo. — Dijo con sinceridad, mirándole con ojos decididos, sin titubear ante su elección en ningún momento. — El solo pensar en él, ya me hace más fuerte, el luchar por volver a verlo, tenerlo en mis brazos... es lo que me da fuerzas y me ha dado la fuerza necesaria, la voluntad para llegar hasta aquí y buscaros, buscarte. — Cada vez que se acordaba de él, o se decía a si misma que le encontraría, su corazón latía con fuego en las venas, proporcionándole el consuelo, la certeza de que pronto finalmente le volvería a ver. Él acudiría a ella.
Viéndole cargar las cajas, fue y intentó ayudarles,, sentándose tras que se sintiera incomoda y cansada tras las tres semanas de viaje, su cuerpo e hijo le pedían descanso, por lo que quedándose en las escaleras, observando que había por las cajas. — La guerra, la lucha nunca es justa para nadie. Solo causa dolor. —Murmuró encontrándose de acuerdo con cada una de sus palabras, hasta que su mente se centró en el mapa, y el plan acudió a su mente. ¿Como avisar a tantos? Fácil, con una cadena de susurros. Así nunca podrían averiguar quien empezó, y donde termina. Un rastro invisible, al cual ni los más habilidosos espías de la Iglesia lograrían acallar la magia de la unión, una vez esta corriera llenando el mundo con aquellas palabras, aquel aviso que les salvarían, que les darían la oportunidad de sobrevivir. Al principio pensó que le diría que no, que aquel plan no tenía sentido, en cambio cuando le dijo lo acertado, lo que podría funcionar y que con ello, podrían empezar desde ya, el corazón latió esperanzado y dichoso. Hasta que sus palabras la desconcertaron, quizás a fin de cuentas el cansancio le rendía cuentas y empezaba a oír mal. ¿Le había dicho lo que creía que le había dicho?
— ¿A tu hogar? — Le miró con sorpresa, sin haber esperado nunca quisiera aquel ofrecimiento que tan cordialmente ofrecía el vampiro con total confianza. No es que al estar esperando un niño, fuera a arriesgarse o a hacer alguna barbaridad que pudiese poner en riesgo la vida de su preciado hijo, pero total, ya había realizado un viaje de Escocia hasta París. ¿Había algo menos peligroso que un viaje tan largo? Muchos la llamarían irresponsable o términos peores, pero en el fondo de su mente veía bien el riesgo que había tomado, porque todos peligraban y quedándose en su castillo hasta que vinieran a por ellos, no era una opción. Le miró aún indecisa hasta que el joven vampiro le sonrío. — No te miro de ninguna forma, es solo que tu hospitalidad, tu confianza en mí es inesperada, porque a pesar de todo soy una extraña. Pero acepto venir contigo, debemos de hablar y trazar planes, buscar opciones y soluciones. Debemos pararles los pies antes de que sea tarde. —Añadió con una sonrisa, mirándole con decisión y valentía en la mirada.
Le observó cargar las ultimas cajas, la ultima en la que se levantó a ayudarle, recibiendo una negación de su parte. — Que este embarazada, no quiere decir que no pueda hacer nada jovencito... —Se quejó por lo bajo con una suave sonrisa, agradeciendo segundos después cuando Hero la ayudó a subir al carruaje. Por si sola aún podía hacer cosas, pero tener siempre alguien en quien apoyarte, tras unas tres semanas solitarias, lejos de los suyos y su amado lo agradecía en el alma. Se sentó a su lado y tras que él revisara todo por última vez, puso en marcha al caballo, alejándose rápidamente de aquel lugar, ahora abandonado. Miró hacia atrás unos segundos viendo lo que había sido la gran sede de la resistencia, el sueño de tantas almas, volviéndose con cierta melancolía enfrente al escuchar su voz, romper el silencio.
— Me hospedo en uno de los hoteles de Paris, pero no se qué segura será. Aunque el nombre hace constatar que es seguro, y las personas que se hospedan suele ser gente importante, de clase alta. Sin duda uno de los lugares que de buscar sobrenaturales con poder, de clase alta... iría primero. — Dijo lo ultimo con una mueca, al entender lo previsible que serian los miembros de la realeza extranjera en Paris, ya que solían alojarse en los hoteles más concurridos por iguales y seguros. Los de clase alta. Estaba segura que no vería jamás un príncipe alojado en un hotel de mala muerte, y aquello también lo sabían los inquisidores y los altos poderes eclesiásticos. Suspiró y volvió su mirada a la de él. — Tendré que cambiarme de alojamiento, cuando vuelva lo haré. —Comentó con cierto desconcierto, pensando donde podría ir, cuando de nuevo le ofreció la idea de estar en su casa unos días. — Muchas gracias, Hero, por tu ofrecimiento y tranquilo, por suerte mi sueño en las noches es bastante fuerte, aparte de que mi esposo es vampiro, por lo que entiendo que debéis hacer para subsistir. Y aunque vaya a ser mi primera vez de oírlo, si llegas a despertarme, agradeceré que no sea yo el cuello que muerdas. —Terminó por sonreírle, asintiendo a todo lo demás, dejando que una risa escapara de sus labios al escuchar lo de la comadrona. Pasó sus manos por su vientre y negó con la cabeza. — Solo llevo unos meses, aún falta mucho para el gran día en que conoceré a mi amado hijo. Solo que esta última semana quiso crecer un poco más. Y no te preocupes por nosotros, no necesitaremos ningún cuidado extra, ni para mi, ni para el bebé. —Aclaró, deseando de corazón no resultar ser un incordio, o un problema para él, lo último que deseaba era darle más faena.
— Háblame de tus allegados. Sabes de alguien que pudiese ayudarnos? Yo me pondré en contacto con mis allegados y la realeza para avisarles e intentar unir fuerzas. A parte de todo eso, de escondites, poseo muchos terrenos y villas, donde esconderse los miembros si algún día lo necesitaran, como una gran riqueza que a los años crece y aún ningún Dianceht ha tocado, y mi esposo es un guerrero, vive para y por los problemas —Río al decir aquellas palabras, pensando que su mayor problema al final había resultado ser ella, su amada y terca esposa. — Espero poder contar con él, cuando logre localizarlo. Tras leer la carta desapareció y no he vuelto a saber de él. —Su mirada se perdió con tristeza unos segundos a la infinita oscuridad, volviendo la mirada nuevamente a la de él, con una ligera sonrisa curvando sus labios, sin desear preocuparle o que viera en ella la tristeza. — Que sabíais de la inquisición? Que tienen estos documentos que son tan valiosos que no deseas quemar y enterrar en el olvido? —Terminó preguntando al final, sin poder aguantar que su innata curiosidad saliera en ella. Sabía que eran importantes y que lo serian todavía mas, y mientras no llegaban al hogar del vampiro, se moría por conocer más de todo aquello. De toda la esperanza que en unos minutos habían creado.
Mientras el carruaje seguía su camino, hasta llegar al hogar del vampiro donde se encontraría conviviendo con él por unos días, su mente no dejó de pensar ni un solo instante en el punto de no retorno al que ambos se encontraban yendo esperanzados, pues tanto los orbes de él como los propios, relucían con la llama de la esperanza. No obstante tampoco podía obviar de que tendrían bajas, de que aquella lucha se haría con sangre y encima de los cuerpos ya vencidos ante los huellas de la inquisición. ¿Podrían con ellos? Podrían resistir y avisar a toda alma del peligro que corrían, antes de que estos fueran sometidos y asesinados a sangre fría sin opción a defenderse...simplemente porque nunca lo previeron? Inconscientemente se acarició el vientre y en sus adentros rezó porque si había algún misericordioso Dios poblando los cielos, que les diera fuerzas y les protegiera de la amenaza que se cernía sobre todos ellos, y también tuvo oraciones para su hijo y su amado, al qué le envío palabras de aliento y rogó de que la encontrará, que volviese a ella antes de que fuera demasiado tarde y el caprichoso destino los separara.
La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor.
François de La Rochefoucauld
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 592
Fecha de inscripción : 27/05/2013
Edad : 32
Re: Tras la incesante búsqueda de la esperanza [Hero]
“Solo nosotros podemos tomar la libertad que nos pertenece. Nadie va a venir y nos la va a entregar, es algo por lo que nosotros mismos tenemos que luchar.”
Sabía que estaba tomando decisiones algo apresuradas. Acababa de salir de aquel decaimiento, aún no había tenido una charla formal con Nicolás sobre todo lo que había pasado y aún así ya estaba encaminando otra guerra con la iglesia. Él se molestaría, pero, ¿cómo podía yo quedarme tranquilo? Nos habían destrozado, nos habían dañado hasta el punto de que me habían dejado una pareja sin ojo. La venganza ardía increíblemente en mi interior. Y suspirando por aquellos pensamientos me dejé influenciar por los ojos de perspicacia que ella abordaba en mí. Conocía el olor de la traición, lo había vivido en carne propia y era algo que nunca podría olvidar. Y por ello al mirarla, al ver aquella similitud con otros lycanes que había encontrado en todo ese camino llamado vida. Podía con gran descaro decirle lo que estaba, probablemente, en sus mismísimos pensamientos en ese instante. Pero me lo guardé todo para mí, sonriéndole con un deje entre arrogante y tierno. Porque yo siempre era una moneda de doble cara, podía enojarme y al instante siguiente pedir a llantos perdón. — Buscarme sin siquiera saber qué ibas a encontrar, es algo que, reitero, nadie haría. Tuviste suerte, un día de suerte. ¿Nunca has pensado por qué quieren asesinarnos? ¿Te parece que es algo muy alocado? Cuando nuestra bestia interior sale, matamos como si los humanos fuesen hormigas. Es evidente, ellos tienen un punto. Aunque no sea justo… — Murmuré mientras terminaba de acomodar las cajas.
Era algo que hacía mucho tiempo venía pensando, en su mayoría los inquisidores o cazadores, hacían lo que hacían, por venganza, por remordimiento. Porque seres sobre naturales le habían quitado la felicidad. ¿Qué derecho teníamos nosotros a buscar libertad si no aceptábamos la vida de los demás? Los principios básicos de la humanidad, libertad, amor. Nuestras razas eran dañinas, pero si la Iglesia de verdad quería hacer algo para cambiar eso, debería ser junto con nosotros. Una alianza y no una guerra. Pero era imposible, era un sueño utópico que no podía contárselo a nadie. Y por eso estaba escondido entre mis más profundos pensamientos. —Dolor, perdidas, causa muchas cosas y probablemente si ganamos…No. Cuando ganemos. No nos sentiremos del todo bien, será una victoria agria. — Con un suave movimiento acomodé mis cabellos hacía atrás, bostezando en tanto terminaba al fin de hacer todo. Y me giraba, me apoyaba contra un carruaje para poder escucharla mejor, sonriéndole con aquellos dientes comunes que tenía ahora mismo, sin unos colmillos extraños que solían dar miedo a los humanos. Me preguntaba quién era aquella persona especial, si ella estaba embarazada, lo único que podía suponer es que su amante era un lycan, un humano o cambiante. No había forma que un vampiro pudiese tener hijos, estábamos por completo muertos, cadáveres que se podían mover y que por alguna razón no se pudrían. Eso éramos.
— Te ofrezco esto, porque sé, que en el instante en que hagas algo extraño o “traiciones” la confianza que te estoy dando, no dudaré en matarte. Y tus ojos no reflejan malas intenciones, así que no dudaré de ti… Sí, seguramente podremos guiarnos un poco con todo este papelerío que me estoy llevando. Avanzaremos bien, no hay que desesperarnos. Y no mires hacía atrás. Todo esto quedará hecho cenizas al amanecer. — Murmuré mientras tocaba su espalda, para que volteara a ver hacia delante. Ya no había nada para hacer, tenía que quemar todo, porque había abierto la maldita boca. Me habían torturado y con ello había dicho cómo encontrar el lugar. La inquisición tenía mucha información sobre la Alianza y todo era por mi culpa. Pero ya había llorado lo suficiente, ya me había odiado lo justo para no tener que vacilar nunca más. Tomé aire en mis muertos pulmones y dándome unos segundos de relajamiento volteé a verla y la escuché atentamente. — Ah, bueno creo que sé de qué lugar hablas, ese hotel en general… El dueño es un vampiro. Probablemente no haya problemas, pero para ser sincero, me gustaría que te quedaras cerca de mí unos días. Las dudas no se pueden sellar con una sola charla y no me gustaría tener que salir a buscarte para matarte si eres un condenado de la inquisición. — La reproché con una sonrisita y tras escucharle hablar mis ojos demostraron una sorpresa casi enigmática.
¿Así que el esposo era un vampiro, y de quién se suponía que ella estaba embarazada? Me quedé en silencio, meditando aquella relación, había varias posibilidades, una que al ser ella de la realeza, la hayan obligado a tener un hijo con su “esposo” y ella haya buscado a alguien para que la deje embarazada. Otra posibilidad era que el esposo fuese un neófito y con ello hayan tenido un hijo antes de que él se convierta. Pero no podía ser, los neófitos recién convertidos siempre eran agresivos y algo alocados. Apoyé una mano en el mentón y cuando ella habló con un tono un poco más agudo recién entonces, salí de mis pensamientos. — ¡Ah! No tengo la intensión de morder el cuello de una mitad perro. ¿Sabes que es como un veneno para nosotros? El dolor escurre por nuestras venas cuando la sangre de un licántropo entra en nuestro cuerpo, mezclar esas cosas, es tóxico. Y no es que me moleste tener una comadrona por las dudas, pero bueno. — Apoyé una mano en su rodilla y la palmeé con suavidad para volver la vista al frente, cauteloso por si nos estaban siguiendo, escuchando o algo de aquel estilo. Me sentía tranquilo y bastante seguro. Aunque tenía miedo, varios tipos de miedos, el hecho de que Nicolás se enojara no me hacía feliz y poder perder la vida tampoco era algo que me divertía demasiado. Pero había que dar para poder recibir.
— Seguro ha ido a lo mismo que tú. Típico de las parejas, querer protegerse las unas a las otras y en realidad solo se lastiman… Ejem, bueno hay muchas personas que pueden ayudarnos, tengo conocidos por todos Paris, pero amigos y amigas son pocos, hablaré con Camila, una cambiaformas que tenía un puesto alto en la Alianza, ella es muy buena escuchando, seguro que ya se ha enterado de esto. Hay algunos vampiros que sin duda unirán fuerzas. ¡Ah! Lugar… Sí, hay que pensar en nuevo establecimiento, tendríamos que llamar a una bruja para que ponga un encantamiento eficaz. ¿Qué sabíamos? Muchas cosas, tenemos un listado de armas y personal. La descripción de cada condenado y las clases altas, quienes de la realeza desean exterminarnos. Mapas de muchas iglesias y los planos de los pisos. ¿Sabías que hay un sub suelo? Allí hacen experimentos con sobrenaturales para la creación de nuevas armas. — Expliqué largamente, mientras apretaba mis rodillas, aunque lo supiera, pocos podían imaginarse qué había allí. Nadie salía con vida de aquella fosa. La piel se me erizó, los dedos me temblaron ligeramente y en mis ojos se notó el odio bañado en lágrimas. Pero no dije nada y simplemente aclamé al silencio. Pasábamos la frontera de mi hogar, aquel perímetro cercado que me mantenía oculto en las profundidades de Paris. Dejé salir un suspiro de alivio y me relajé, mirándola a los ojos. — Hemos llegado. Bienvenida a mi residencia. —
Terminé por proliferar, los días y noches pasarían y allí con ayuda de algunas personas podríamos idear un plan que no fallaría, los susurro empezarían a hacerse oír y cuando menos se lo esperen, los sobre naturales estaríamos libre de las ataduras y podríamos estar entre los humanos sin miedo, sin temor a que nos apuñalen con madera en el corazón. Pronto sería el día en que la libertad y la esperanza estuviese de nuestro lado.
“No hay que confiar en nadie más que en nosotros mismos, para que así la vida no duela tanto al verla partir.”
CERRADO
Invitado- Invitado
Temas similares
» ¡La Casa de la Esperanza abre sus puertas! [Invitación/Búsqueda]
» The Corpse Bride 1 de 1 (Búsqueda de una Mujer Apasionada) -BÚSQUEDA CERRADA/FINALIZADA-
» Búsqueda para Grisellia Dogli [Búsqueda sin exito y finalizada]
» La ultima esperanza [Armand]
» La esperanza de una nueva vida
» The Corpse Bride 1 de 1 (Búsqueda de una Mujer Apasionada) -BÚSQUEDA CERRADA/FINALIZADA-
» Búsqueda para Grisellia Dogli [Búsqueda sin exito y finalizada]
» La ultima esperanza [Armand]
» La esperanza de una nueva vida
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour