AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
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El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
¿Sí los pecadores temen a la muerte... Por qué yo no?
Derek Van Wijs
Derek Van Wijs
4 de julio, París 1803
Tarde, 6:30
Desde el balcón de la pecaminosa alcoba, Derek contemplaba los portones negros. El crepúsculo se veía como un manto nostálgico pero bello, sin embargo, el mago no le prestaba atención, pese a la tristeza seducción del evento... Derek estaba ensimismado, lo poseía una angustia y desesperación como no la había sentido en un par de años. ¡Crystall había desaparecido! Ella era la razón de su preocupación, su amiga Chiara no estaba en su mansión y sus sirvientes nada le dijeron, porque nada sabían. El vampiro rastreador no pudo ayudarle tampoco, y sus propios poderes de nada sirvieron... Ella no estaba en su futuro y eso le dolía. ¿Qué haría entonces cuando la vida le despojaba de lo único que lo mantenía vivo? Era una respuesta que no podía contestar. En su meditación le pareció curioso que cuando vivió con Crystall, cuando la hizo su mujer convirtiéndola en su esposa y amante... no pensó en que la perdería, no como había sucedido tantos años atrás. No se había preparado para un momento así, ¡Quien podría...! ¿Quién sería capaz de prevenir una tragedia cuando desconoces sí realmente la personas a la que amas no puedes darla por muerta al no encontrar su cadáver... Además de saber que no hay ninguna evidencia que argumente que siga con vida? Su sentir era devastador.
De pronto, tocaron a su puerta... —Mi señor, llegó una misiva a su nombre... posee un sello real...— dijo el mayordomo lo bastante fuerte para que su voz atravesara la alcoba y llegara a oídos de su amo, Derek suspiró y entró, sus pasos resonaron en la habitación y tomó asiento en el sillón favorito de Crystall que daba una vista a la puerta. —¡Adelante Mounoir!— exclamó el brujo y su mayordomo no desobedeció la orden, giró la perilla de plata y abrió la puerta a un ritmo sereno, con un semblante duro, como si no pasara nada en la residencia de los Van Wijs. Derek lo estudió un par de minutos, la forma en la que caminaba, con languidez, la forma en la que sus guantes blancos sostenían la carta color arena sellada con el anillo real en laca. El mayordomo llegó a la distancia que le permitió estirar su mano a Derek y entregar la misiva que lo había llevado a pararse frente a su amo. El brujo la tomó mirando los serenos ojos de su mayordomo, queriendo contagiarse de esa serenidad, mas no pudo. —¡Gracias Mounoir, puedes retirarte!— dijo acompañado de un gesto con la mano.
Derek desconocía el sello pero no su origen. Representaba al reino de los Países Bajos, no a la Reina o al Rey, era a alguien más. Se apresuró a abrir la carta y sacó el pedazo de papel que ya quería leer.
Derek Van Wijs:
Como es de su conocimiento, su hermana, esposa o amante... Como quiera llamarla, ha supuestamente desaparecido, sé que la intriga de no saber de su paradero lo agobia. Yo terminaré con su angustia... Lo invito a que venga a mi Palacete al norte de París, al reverso de esta carta encontrará la dirección exacta. Antes de despedirme le informo que Crystall lo espera ansiosa, usted es su esperanza... De demorarse la encontrará muerta y tendrá que reparar en los gastos funerarios y ¡Oh! Quedarse solo.Violante Vilhjálmur, Príncipe de los Países Bajos
La carta no decía más, pero esas letras fueron suficientes para que sus ojos destellaran rabia, se puso en pie y una vez consultando la dirección la deformó en su puño y la arrojó. —¡Maldito seas Violante!— gritó desesperado, abrió la puerta con furia y corrió al establo por su caballo, a su paso el mayordomo preguntó su estado, pero Derek no respondió, él tenía que llegar al Palacete Vilhjálmur y salvar a Crystall de una muerte anunciada. Sin importarle nada más montó su corcel y emprendió un galope salvaje.
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
Los espectáculos para ser bien realizados, necesitan ser bien planeados y sin improvisación... sobre todo si es para ti...
Gyöngyvèr Kovác
Gyöngyvèr Kovác
Palacete Vilhjálmur, tiempo presente...
La majestuosa edificación perteneciente al príncipe había impresionado a Gyöngyvèr, pero en su locura el decorado que ya había hecho en el lugar realzaban en belleza, convirtiendo el Palacete en el palacio más hermoso en el que ella había estado, con su ambiente tenebroso y el olor a la muerte, el azufre y compuestos venenosos de los que ella era prácticamente inmune, todo estaba ya preparado para la llegada de su víctima, Derek Van Wijs. Vestida con uno de los atuendos y joyas de Crystall, la cazadora no llevaba una de sus clásicas pelucas, tampoco el maquillaje o sus artilugios con los que transforma su rostro, deformando sus facciones y convirtiéndose en otra persona. Esa noche no, esa noche era natural como lo era cuando mata lo que significaba una cosa... Derek no vería otro día.
Recorrió el largo pasillo que la condujo al ala este del segundo piso, entró en un estudio y abriendo los ventanales esperó serena la llegada de Derek, y es que su sentido asesino le decía que se aproximaba.
Entonces y finalmente lo vio galopando con desesperación, la sonrisa malvada de la cazadora apareció en su rostro hermoso, regresó al interior del estudio donde descansaba sobre el escritorio una lampara de aceite, Gyöngyvèr la tomó, regresó al ventanal y la dejó caer, la lampara se hizo trisas y la llama se escapó encendiendo aceite que la asesina colocó y que formó en holandés "La caída de los Van Wijs... Bienvenido Derek" Ver el fuego provocó en ella una excitación, la expresión de Derek fue la cereza en el coctel y cuando éste ingresó por la cerca bañada en sangre Gyöngyvèr supo que era el momento de regresar a su posición.
Salió del estudió con destino a la recepción, volvió a recorrer el pasillo y bajó las escaleras como si nada hubiera pasado, como si no esperara nada y aquella mansión decorada en muerte fuera su hogar. Bajó hasta el primer piso y se sentó en un elegante sillón que había colocado al pie de las escaleras descendientes. Cruzó sus piernas por de bajó del vestido y se irguió en postura elegante. —¡Abre la puerta a nuestro invitado!— ordenó altiva al mayordomo del príncipe, el único humano dentro del Palacete que junto a Gyöngyvèr seguía con vida. Temblando y sabiendo lo que sucedería al abrir la puerta, dudó pues significaba no sólo su muerte, sino, la del hombre. En su miserablemente pensó en la idea heroica de no abrir y abalanzarse sobre la cazadora, pero sería inútil, lo único que lograría sería fastidiar a la cazadora pero no salvar al pobre Van Wijs.
El hombre suspiró y abrió la puerta, al hacerlo se disparó una aguja venenosa que se clavó en su cuello. El potente veneno coloreó las sangre de las venas y corrió al cerebro, dio unos pasos hacía atrás ausente y cayó muerto. Derek entró y la vio sentada, Gyöngyvér le sonrió con malicia, la perfecta iluminación dejaba ver el brillo de su melena roja y el detalle de las joyas de Crystall, pero no sólo eso, también los cadáveres de la servidumbre que perteneció a Violante y como crucificada de las manos y una estaca en su pecho una mujer rubia a espaldas de la cazadora. —¿Te gusta mi decorado...? Está inspirado en Crystall— dijo levantándose de pie y con sus brazos señalo todas las partes donde había cadáveres y paredes manchadas de sangre con frases desquiciadas. —¡Oh, y mira el vestido! ¿Lo reconoces...? Crystall lo usó la noche siguiente de hacerla no sólo tu esposa, sino también tu amante... ¿sabes? El morbo de su incesto me excita— de pronto se echó a reír y bajó un par de escalones. —No creo que seas un estúpido para que sepas que esto es una trampa, pero si lo eres al desconocer lo que Crystall hizo en tan breve tiempo y donde descansa su cuerpo— continuó su descenso hasta llegar a recepción donde él seguía aterrado.
Gyöngyvér Kovács- Cazador Clase Alta
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Re: El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
No, ni siquiera el espectáculo más mortal puede causarme más terror que el hecho de perder al único ser querido que me queda... mi amada Crystall...
Derek Van Wijs
Derek Van Wijs
Cuando llegó al imponente palacete, Derek sintió algo espeluznante, no existía algo que físicamente lo indicara, pero él lo notaba, no en el ambiente; más bien por la premonición que pese a no ser clara desde la ausencia de Crystall fungía de un sexto sentido. Antes de ingresar por el enrejado, el mago bajo y sujetando bien las riendas atravesó la imponente cerca. Fue entonces que la vio, una silueta femenina que arrojaba una lampara, inmediatamente un fuego apareció lo que espantó al caballo que nervioso se zafó del impresionado y despistado brujo. Derek a penas pudo reaccionar y en lugar de ir a buscar su caballo se quedó al ver que el fuego formaba una figura, no, una frase. El mago ilusionista susurró las palabras una por una, —¿qué clase de lunático haría esto... No, lunática?– dijo y luego se corrigió, algo andaba mal pero no podía flaquear, no cuando Crystall había desaparecido y la carta le indicaba que se hallaba en ese palacete.
Llegó finalmente a la puerta, un repugnante olor le llegó antes de tocar a la puerta, dudó y primero pensó en rodear la monumental edificación y entrar por otro lado, pero si la carta estaba en lo cierto, hacer eso sería perder el tiempo. Comprendiendo que no había tiempo para más, tocó a la puerta y ésta, casi de inmediato fue abierta por un hombre elegante que dio un par de pasos atrás y se desplomó. El ilusionista entró, el olor se intensificó y pudo ver los cadáveres en todas partes, era la servidumbre, o al menos eso podía deducirlo él ya que su vestimenta ensangrentada y desgarrada así lo indicaban. La mirada de Derek se levantó hacía la autora de aquella masacre, Derek así lo creía o quizás ella sirviera al príncipe. Sin embargo, el ilusionista no pudo hacer una conjetura debido a que aquella mujer vestía el atuendo de Crystall y sus propias joyas, –¡maldita!– pensó con rabia y al ver a una mujer crucificada su corazón se detuvo pues creyó que se trataba de Crystall, sus piernas le temblaron y el ambiente tetrico quedo en segundo plano. De pronto, la furia en él creció y se echó a correr con destino a la demente asesina.
—No es ella— susurró y se detuvo, aquella era una joven rubia y no humana, —¿quién demonios es esa pelirroja?– se preguntó y la vio descender, escuchó las palabras que sólo incrementaron su ira aunque pareciera totalmente aterrado. La mujer bajaba con lentitud y a Derek le pareció que con cada paso se hacía más grande, se sintió intimidado pero le fue imposible retroceder por el mismo terror que ató sus pies al piso. La mujer le rodeó y para Derek le fue imposible seguirla con sus ojos. —Me he dado cuenta asesina... ¿dónde está Crystall... sí le has hecho algo te juro que...?— se detuvo luego de que ella lo encarara, sus ojos de un gris verdoso lo silenciaron como si se tratasen de un cuchillo en su cuello. Derek tragó saliva y cómo si eso lo hubiera desatado retrocedió un par de pasos, sus ojos siguieron viéndola pero se quedó ahí, sin actuar... Primero necesitaba saber de Crystall.
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
¿Quién dijo que hacer las cosas con lentitud da más placer que hacerlo de tajo?... Para felicitarle por su acierto.
Gyöngyvèr Kovác
Gyöngyvèr Kovác
Cómo un lobo Gyöngyvér caminaba a su alrededor, como si lo asechara, aunque no estaba lejos de ser cierto. Derek comenzaba a sentirse más seguro de sí y cuando pudo articular palabra, no fue más que algo tan predecible que la cazadora lo encaró, como lo hace una cobra al ser provocada. —¿Me juras qué?... ¿Me harás daño?, eres tan sólo un mortal— dijo y lo vio retroceder, Gyöngyvér no transmitió emoción alguna, tan sólo dejó caer su cabeza a un costado ligeramente y en sus ojos ausentes emitió un horror mayor al que podrían producir cualquier palabra.
Sin previo aviso le dio la espalda a su víctima y señaló a la mujer crucificada en lo alto, —¿Sabes quién fue ella?... Su nombre era Ainara Bentacourt y era la pareja del príncipe Vilhjálmur, ¿y sabes otra cosa?, existe una relación entre ella y tu— la cazadora se giró para encarar nuevamente la mirada de Derek, estaba totalmente desconcertado, seguramente el brujo se preguntaba ¿De qué demonios me habla? No era difícil hacer esa deducción, no se necesitaba leer la mente para descubrirlo. —El mundo tiene tantas sorpresas, traiciones y manifiestos que no hacen más que provocar una esperanza o una desesperación... Violante Vilhjálmur es tu antepasado más viejo, de hecho, de él provienes... Tu hermana ya lo conoce y más de lo que te puedas imaginar— la cazadora se echó a reír sin control alguno, era tan divertido para ella el torturar la mente de Derek con la incertidumbre de a qué se refería, a deducir lo que las palabras de Gyöngyvér le insinuaban y no querer admitirlo que podría ser cierto, que negara lo que aquella mujer le dijera pero que en el fondo de su corazón una pulsación le decía que sí, Crystall lo había engañado.
—Ella era un vampiro y no fue difícil darle muerte, ni siquiera colocarla en ese lugar; así como tampoco fue difícil matar a toda esta servidumbre y hacer este tan espléndido decorado... ¿Qué puedes ofrecer tu para defender tu miserable vida... Y oh, de una vez respondo a esa interrogante que seguramente te mantiene cautivo... Sé todo lo que te he dicho porque me contrataron para destruir al príncipe, aunque, si te soy sincera, ¿acaso no hay algo mejor que destruirlo a partir de arrebatarle sus seres queridos? Al haber caído Crystall y tú como su último descendiente y luego encontrar a su amada muerta con el corazón atravesado por un elegante bastón de su propiedad, ¿no es una tortura mejor que la que puedo hacer al atraparlo... obligarlo a suicidarse es mi objetivo... Pero contigo será diferente... A ti simplemente te mataré, me divertiré torturando tu cuerpo y después, cuando me lo implores, cuando tu cuerpo ansíe la muerte te daré una muerte tan cruel que será una eternidad el estar muriendo, así morirás Derek Van Wijs— le amenazó con una sonrisa inocente, sus palabras autoritarias e impulsivas diferían bastante con su rostro angelical.
Gyöngyvér sacó entonces una pequeña ballesta que ya tenía un dardo preparado y apuntó a Derek, —Reúnete con Crystall en el infierno— dijo mientras su dedo jalaba el gatillo.
Última edición por Gyöngyvér Kovács el Vie Dic 27, 2013 3:38 am, editado 1 vez
Gyöngyvér Kovács- Cazador Clase Alta
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Re: El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
¿Por qué creía que no temía a la muerte, cuándo Ruggero Rosso me la mostró con su bala asesina?
Derek Van Wijs
Derek Van Wijs
Derek comprendió algo cuando esos ojos asesinos lo miraron, y cuando las venenosas palabras comenzaron a liberarse de los definidos labios de la pelirroja, él tomó una firme decisión. Fue así que se concentró y creó una perfecta ilusión de sí mismo mientras él retrocedía con un sigilo que nunca antes había demostrado. El suelo estaba totalmente ensangrentado, Derek desconocía que tantas personas había asesinado aquel monstruo de apariencia femenina, hermosa como el mismo invierno que pronto llegaría y que él en su interior sospechaba que no lo vería. A lo lejos fue escuchando y mientras la asesina le informaba de algo que realmente le sorprendió, con cuidado la fue rodeando.
Él no era un estúpido, sí ella había causado tantas muertes y asesinado a esa vampiro Derek no tendría ninguna oportunidad en un mano a mano, pero tenía algo a su favor, las ilusiones y las premoniciones, aunque éstas últimas no estuvieran completamente en su control o las pudiera invocar a su voluntad, mas algo le decía que sería diferente en esta ocasión, tenía que tener el control de ese poder o de cualquier forma no lo conseguiría.
De espaldas a la escaleras, Derek fue subiendo escalón por escalón, atento a los movimientos de la caza recompensas, le vio levantar un arma y supo que pronto tendría que usar otra ilusión, así que a la derecha de ella, en la sala contigua volvió a generar otra ilusión de él mismo. La asesina jaló el gatillo, sin embargo, el dardo atravesó la figura como sí ésta se tratara de un silueta de humo que se fue difuminando; ya muy cerca de alcanzar el siguiente nivel, Derek hizo que se asomara la segunda ilusión que atrajo la atención de la cazadora, la ilusión se adentró a la habitación mientras que él se perdía entre los pasillos del primer piso. En todas partes había cadáveres, y todos presentaban las mismas características que el hombre que abrió las puertas y cayó fulminado al suelo. –¡Veneno!– pensó y escuchó la voz de la asesina a lo lejos lo que significaba que ya se había percatado de que lo anterior había sido una nueva ilusión, –¿Decías que qué te podría ofrecer?– continuó su charla en la mente, realmente a Derek no le había dolido que no lo consideraran una amenaza, de hecho su misma hermana también se lo había dicho, después de todo, a diferencia de ella Derek no poseía poderes asesinos y no había quitado ninguna vida, lo que no se podía decir lo mismo de Crystall que había regresado a él con ojos embargados de muerte y destrucción, y no solamente fueron las palabras de su hermana lo que lo hicieron estremecerse, sino también la reminiscencia que corroboraron los asesinatos de Crystall.
Sí había alguien que pudiera enfrentar a su asechadora, esa persona era Crystall, pero por lo que escuchó no lo había conseguido, Crystall había caído y su responsabilidad era descubrir que tan cierto eran las palabras de la pelirroja. Sumido en sus cavilaciones entró a un pasillo que no olía a muerte, libre de cadáveres y sangre, en aquel largo pasillo que conducía a una seguramente gran habitación, existía un camino de retratos, –¿Mis antepasados?– se cuestionó como sí él tuviese esas respuestas, quiso evocar su poder de premonición pero le fue inútil, un silencio se había apoderado del lugar por lo que no le pareció seguro detenerse a ver los retratos, así que aceleró su paso para llegar a la habitación, pero antes de poder girar el picaporte descubrió algo que lo dejaría atónito, una mujer idéntica a Crystall tenía a un bebé en brazos y junto a ella se alzaba un hombre elegante y atractivo. Boquiabierto soltó el picaporte, –¿Serán acaso mis antepasados... aquel será el príncipe Vilhjálmur del que me habló esa mujer... Será acaso que sea un vampiro o quizás...? ¡No, es imposible...! ¿Qué demonios es esta casa de locos?– y se apresuró a entrar.
La habitación resultó ser una impresionante alcoba, Derek dedujo que se trataba del recinto sagrado del príncipe, una luz mortecina a penas alumbraba el lugar, una luz que se ahogaba en las oscuras cortinas y que de afuera era imposible deducir que existía vida en el interior. Derek echó un rápido vistazo y entonces lo vio... un arma similar al que poseía la asesina, caminó a ella para examinarla, tan sólo tenía un dardo y estaba envenenado, lo sabía por el líquido espeso que rodeaba la punta. Entonces él montó un pequeño fuerte en aquella alcoba, esperaba que su caza recompensas fuera ahí, y cuando lo hiciera la mataría con su propia arma, con su propio veneno.
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
Ve, ve, ve, ve, escóndete Derek en cualquier rincón. Ve, ve, ve, ve, la sombra de muerte te quiere encontrar... Ve Derek querido aferrate a una esperanza que yo destruiré.
Gyöngyvèr Kovác
Gyöngyvèr Kovác
El dardo envenenado traspasó a Derek, Gyöngyvér no pudo ocultar su asombro. Realmente era algo que no esperaba y no previó, –¿Ilusionista?– se preguntó mientras cerraba los ojos y bajaba el arma, –debí de sospecharlo, ¿acaso no fue un mago?– se reprendió mientras abría sus ojos, entonces vio una sombra a su derecha, la cazadora sonrió al ver como esa figura se adentraba a otra estancia, pero Gyöngyvér no cayó nuevamente en el hechizo.
Sus ojos brillaron con maldad y su sonrisa desquiciada reveló que no tenía preocupación alguna, después de todo, no había matado a tantos miembros de la servidumbre del príncipe y derramado la sangre en el suelo por simple casualidad. La cazadora, aunque sin saber cómo, sospechaba que Derek se libraría del primer asalto y caminaría al cuarto que sería su perdición. Gyöngyvér se giró y en la inmaculada escalera vio las marcas de las suelas manchadas de sangre que Derek dejó a su paso. La cazadora dio unos pasos hacía el primer escalón, se sacó las zapatillas de Ainara mientras depositaba sus pies descalzos en el frío mármol y fue subiendo a prisa, sin dejar evidencia a su paso. Cuando llegó hasta el primer piso vio a Derek entrar por un pasillo, –¡Ay Derek, Derek! Tan predecible– se burló y escondiéndose habló de tal forma que su voz se oyó lejos; su propósito se cumplió, Derek apresuró paso y ella como una serpiente que asecha a su presa se deslizó evitando la sangre dispersa y las pisadas del brujo, después de todo, la cazadora esperaba a otro invitado que terminaría convirtiéndose en su anfitrión... El príncipe de los Países Bajos.
Derek giró el picaporte y entró cerrando la puerta tras él. Gyöngyvér satisfecha de que él hubiera ido a su trampa, igual a un ratón persiguiendo un queso, así la cazadora atrapó a Derek, caminó lentamente pues sabía que tenía que dejar que él veneno que Derek había tocado surgiera efecto, mientras caminaba fue contando mentalmente y cuando su cuenta llegó a veinte su mano ya estaba en el picaporte, giró sin prisa y entró, el brujo se encontraba ahí, frente a ella y con el lanza dardos preparado. Gyöngyvér cerró la puerta de golpe —¿Qué sucede Derek, no piensas disparar... que yo sí lo haré?— amenazó mientras zafaba el arma que tenía sujeta a su cadera. La expresión de Derek divirtió a Gyöngyvér, —No eres un asesino Derek, no como tu hermana que no hubiera dudado ni un instante y abría disparado... Sí ella hubiera tenido la oportunidad que tu tienes ahora... ¡Ay!— su voz retadora no hizo más que provocar en su víctima un dejo de ira e impotencia.
Los ojos de Gyöngyvér se relajaron y poco a poco fue alzando su arma, mas cuando estaba por poner el dedo en el gatillo, Derek disparó, el dardo viajó certero e hirió a la asesina en el cuello. Decidida, tomó el fino dardo y miró a Derek con diversión, él no comprendió lo que sucedía, pero de algo estaba segura ella, comenzaba a comprender que había caído en la trampa. De pronto, el rostro de Gyöngyvér se ensombreció macabramente, —¿Lo descifraste Derek?— dijo en una voz retorcida al tiempo en el que el brujo caía de rodillas y sangraba por los ojos. —Así es, tu me disparaste el antídoto, lo único que podría salvarte y a mí condenarme— continuó y se agachó acariciando el frío rostro de su víctima, miró en sus ojos y vio el vacío que precedía a la inconsciencia. —El picaporte que ambos tocamos antes de entrar estaba bañado por el veneno que ya corre por tus venas, supuse que lograrías de alguna forma escabullirte pero no miraste a tu entorno Derek... ¿Por qué crees que había tantos cadáveres... Tanta sangre? Era para seguirte, tus pasos me condujeron a ti, sabía que si dejaba un pasillo libre de cadáveres, de sangre tu sospecharías de que aquella habitación del fondo podría darte una clave sobre el paradero de tu hermana, así que coloqué el veneno en el picaporte y dejé el antídoto en el dardo que me disparaste, supuse que al ver que poseía una sustancia deducirías que sería alguna clase de veneno y aunque llegaras a pensar en la posibilidad de ser una cura no te arriesgarías, no cuando sólo había un dardo. Así que sólo tuve que esperar, esperar a que el veneno hiciera efecto y tu me dispararás el antídoto para curar e inmunizar mi cuerpo— la cazadora no pudo más y se echó a reír, el cuerpo de Derek perdió su color y cayó en los brazos de su asesina, —Ven a mis labios...— dijo sarcásticamente, —besa a la muerte— continuó y lo besó antes de que perdiera la inconsciencia.
Gyöngyvér Kovács- Cazador Clase Alta
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Re: El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
Todos, todos tienen algo tan valioso que por ello morirían, ya sea por sacrificio o buscando reencontrártelo en el más allá.
Violante Vilhjálmur
Violante Vilhjálmur
Ya había pasado un mes desde su último capricho, desde que tomó el cuerpo de Crystall Van Wijs, su descendiente y quien fuera su confidente del que aseguraba sería el último de sus profanos pecados. Pasó una semana en compañía de su amada Ainara en su palacete y le había prometido una gran boda en los Países Bajos, ella se convertiría en su princesa, en su esposa, porque ya era el amor de su vida, Violante ya le había entregado su corazón y ella el suyo. Pero el príncipe tenía que darse prisa, fue así que viajó a los Países Bajos para entrevistarse con Dragos y pedirle su autorización de hacer de Ainara su esposa. Él estaba seguro que Dragos no se opondría, ni mucho menos la reina que poco le importaba lo que hacía Violante o el propio rey. Sin embargo, había algo que a Violante le traía en zozobra en aquel viaje que hizo una semana después de su encuentro con Crystall... ¿Qué pasaría con Saskia?
El príncipe le había pedido que fuera su pareja antes de que él pudiera conocer a Ainara y aunque ella aguardó un respuesta justo como Violante se lo pidió, a la vida de ellos llegó Ainara arrebatándole la posibilidad de Saskia a estar con él, si es que había decidido tomar la oferta de su creador. Violante no la había encarado, no por temor a él, sino a que fuera actuar en contra de su hermosa rubia y el príncipe en aquel momento se sintió estúpido por no haberla traído, aunque después de todo ella tenía que arreglar algunas cosas con su familia antes de que él pudiera presentarse y pidiera formalmente la mano de Ainara.
Pero el viaje de Violante no fue lo que esperó, en el palacio no encontró a Dragos, a Amanda o a Lena... No, en el palacio lo recibió Keyla Van Zuiverheid, la duquesa de los Países Bajos, la entrevista con ella lo inquietó de sobre manera y después de arreglar un conflicto con ella y descubrir el paradero de Dragos regresó a París, a su palacete, a buscar a su amada, su bella Ainara.
Palacete Vilhjálmur, tiempo presente...
Violante había decidido bajarse del coche a veinte metros de su palacete, quería saber que tan desarrollados estaban los sentidos de Ainara, quería saber si lo captaba desde aquella distancia así que pagó al cochero y caminó, en su corazón crecía la impaciencia de ver los ojos azules de la mujer que tanto amaba, de tomar su sangre y que ella tomara la de él, de que llegaran a un clímax tomando su cuerpo que él hizo mujer, sus pensamientos sólo estaban dedicados a Ainara y a nadie más. Pero entonces, cuando todo parecía estar bien a su olfato llegó el olor de la sangre, pero no de un sólo cuerpo o sangre pura, no, lo que él captaba era el elixir contaminado esparcido en todo su palacete, fue así que, angustiado por Ainara corrió.
Se detuvo justo en el enrejado, sus jardines estaban destrozados y un fuego en el campo derecho se consumía, conforme se fue acercando leyó un mensaje a Derek Van Wijs, –¿Qué demonios?– pensó mientras entraba, el olor a sangre era más intenso y cuando abrió las puertas de golpe descubrió un terror que nunca imaginó, a pocos pasos vio a Igor sin vida y con un aspecto deplorable, el príncipe no sintió realmente lastima por él, ni por su servidumbre que decorada las paredes y los suelos, realmente no les tenía aprecio, pero pese a ello, Violante se hincó y tomó a Igor de la cabeza levantándolo hacía él —¿qué sucedió aquí?— preguntó como si pudiera responderle, —¿dónde está...?— no pudo terminar su pregunta, su mirada se había alzado y allí, colgada en la enorme pared, crucificada estaba el amor de su vida.
Los ojos de Violante se humedecieron tornándose rojos, su boca tembló y dejó caer el cuerpo de Igor. Se levantó con la boca abierta, queriendo emitir un lamento mas no podía, tan sólo pequeño lamentos se escapaban de su cerrada garganta, comenzó a negar con la cabeza lo que veía y como si fuera desatado de una silla a la que permaneciera atado durante días, Violante salió disparado hacía las escaleras y de un salto sacó el despreciable bastón de gala y los demás objetos que mantenían a su amada colgada a una velocidad que el hombre mortal era incapaz de observar y como su levitara bajó al piso con Ainara en sus brazos, cayó derribado con su amada, acarició el largo cabello rubio, cerró los ojos aterrados de la expresión de la mujer que amaba tanto y las lágrimas de sangre finalmente aparecieron en su rostro, el nudo en su garganta comenzó a liberarse y sollozos fueron surgiendo de esa garganta que se desgarró cuando los gritos desesperados salieron de la boca de Violante. Ainara estaba muerta, muerta realmente y él no podía hacer ya nada, no podía traerla a la vida y aferrándose a su cuerpo lloró desconsoladamente, sin poder hablar, tan sólo sollozando mientras manchaba las ropas de su amada de sangre, la sangre que sus ojos derramaban sin control.
El llanto invadió cada rincón, los gritos del príncipe hicieron temblar los mismos cimientos y la figura de Ainara, con el cabello suspendido y una expresión de quietud en su rostro era la único testigo del dolor que Violante sentía. —¡NO, AMOR, NO ME DEJES, PROMETISTE ESTAR CONMIGO EN LA ETERNIDAD... LO PROMETISTE... NO ME DEJES...!— al fin dijo con su desgarrada voz, como si esas palabras le ayudaran a sanar su corazón, mas lo único que hacían era sumirlo más en la mísera tristeza de haberla perdido, —¡ME LO PROMETISTE AINARA, AMOR MIO, MI AMOR... NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!— prolongó su grito acercándola más a él sin siquiera pensar en el causante de semejante atrocidad, su mente sólo estaba enfocada en la mujer muerta que sostenía en sus brazos. —Debí haberte llevado conmigo amor, no debí haberte dejado... perdóname.... ¡PERDONAME!— continuaba atormentándose y entonces a él vino un recuerdo, un recuerdo de cuando aquella mujer que amaba aún vivía, aún era mortal.
—No me estas obligando a nada... nada de esto a sido una obligación... yo quiero... estar toda la eternidad a tu lado, para siempre... es mi decisión...— había dicho ella ante la propuesta de Violante y la pronta objeción de él al temer arrebatarle lo más valioso, mas ella lo amaba y lo hacía con todo su corazón, —Mis mejillas tarde o temprano palidecerán... se arrugaran como una flor se marchita...la luz en mi rostro no es por ser mortal...es lo que provocas en mi...la felicidad de estar a tu lado, si mi piel será tan fría como la tuya...— la vio sonreír en aquel momento. —entonces ya no sentiré que me congelo cuando estas cerca mío, tienes razón, mi corazón ahora late acelerado por ti, es el motor de esto que llamamos vida... pero también se detendrá tarde o temprano... prefiero que se detenga ahora para abrirme paso a la eternidad a tu lado, a que se detenga mañana... cuando ya no halla vuelta atrás para nosotros... yo te amo Violante... sólo por eso no me obligas a renunciar a nada... porque por ti... con gusto daría todo lo que soy...—.
Las lágrimas no cesaban de salir, —Ainara mía, tú, tú que me entregaste tu vida para que no sufriera... ahora me has dejado víctima de un asesino, me dejas para sufrir la eternidad que juraste acompañarme... ¡NO QUIERO VIVIR SIN TI... SIMPLEMENTE NO QUIERO!— Violante no abandonó el cuerpo sino todo lo contrario, no la quería abandonar como ella ya lo había hecho. —Tú te convertiste en mi mundo... Tú sanaste mi corazón y le diste calidez... Por ti lo dejé todo porque tú valías la pena, eras lo más glorioso del mundo, y eras mía, mi amor... ¡POR QUÉ.... PORQUE TE FUISTE!— la lágrimas podían continuar saliendo de sus ojos pero entonces comenzaba a generarse en su mente la inquietud de quién había sido el monstruo capaz de haber hecho semejante tragedia.
Entonces y con su llanto en el rostro, Violante se levantó con Ainara en brazos y salió mientras pensaba en lo que quisiera Ainara, ¿ella aprobaría la venganza?... No, no lo haría. El príncipe se detuvo a medio camino y se dejó caer junto a Ainara al empedrado... —Ainara, prefiero morir inmolado por el sol que vivir la eternidad si ti— dijo con voz clara y besó los labios de su amada esperando que el sol no tardara en salir, esperando que el tiempo no fuera cruel con él y adelantara el amanecer, pues él ya quería reencontrarse con su amada.
Violante- Vampiro Clase Baja
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Re: El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
Cazar con un arma que sólo puede dispararse una vez y acertar a tu presa, es mucho placer, que esa bala atraviese a dos... bueno, qué puedo decir....
Gyöngyvèr Kovác
Gyöngyvèr Kovác
Derek había caído, finalmente no había representado un rival como ella bien lo sospechaba. Pero ahora se enfrentaría a un nuevo reto, era tiempo de encarar al príncipe. Según sus informantes, informantes que yacían muertes también en los pasillos, Violante venía en camino. Ese había sido el motivo por el que Gyöngyvér tuvo que apresurar sus planes y no jugó con Derek el tiempo que hubiera deseado, pero no importaba, Derek no era su objetivo, la persona a la que quería torturar. Preparándose en una habitación que le había pertenecido cuando se había infiltrado en la mansión como una sirvienta, Gyöngyvér comenzó a caracterizarse, se colocó la máscara de piel en su rostro convirtiéndola en otra persona, y luego, la peluca azabache. Ahí estaba, frente al espejo totalmente transformada, pero aún no terminaba, se puso un desgastado vestido ensangrentado, en sucio su rostro y ella misma, sedada por su locura clavó un fierro en la parte baja del hombro derecho, para después retirarlo y dejar que la sangre de ella cubriera la mitad de su pecho, usó sus artes para sellar el sangrado y cuando se vio lista escuchó el tormento de Violante.
—Llegaste antes de lo que esperaba— dijo ella, pero justo a tiempo— continuó y salió por una puerta, se deslizó con sigilo hasta bajar al sótano, luego, abrió la reja que la condujo a uno de los jardines y esperó a que Violante saliera. Su mente se perdió en la recreación de cómo la encontró, allí frente al espejo, peinándose con la esperanza de que su amado príncipe regresara con buenas noticias. Entonces apareció Gyöngyvér por su espalda, anunciándole el baño. Así, creyendo que le era sincera fue mas el agua que bañaba su cuerpo se tornó roja e impulsado por un líquido se convirtió en un ácido que quemó el cuerpo de la inmortal. Ainara salió como volando hacía la ubicación de Gyöngyvér, su cuerpo sanó pero no sus reflejos, la asesina atravesó su corazón con una larga daga, la fuerza sobrenatural de Ainara llevó a Gyöngyvér a una pared, pero esa fuerza se desvaneció, el certero golpe la fue debilitando. De esa forma fue como murió la futura esposa del príncipe, observada por los amenazantes ojos de la locura hecha mujer.
El príncipe finalmente salió, ver a Ainara en brazos confundió a Gyöngyvér que esperaba que saliera furioso. Desde el ángulo donde se ubicaba no podía ver la expresión de Violante pero deducía que estaba devastado, al menos los lamentos que llegó a escuchar así lo anunciaba. Gyöngyvér comenzó a agitarse, se preparó para salir a escena cuando vio como Violante se dejaba caer. No corrió, de hecho cogió de su pie derecho cubriendo su herida en el hombro bajo; ella jadeaba y dejó que el dolor disfrazara sus perversas intenciones; no solamente era sádica, sino que tenía un extraordinario dominio de su mente y podía bloquear el dolor, para usarlo más tarde, justo como lo estaba haciendo en esos momentos. El vampiro perdido en su miseria no se percató de la presencia de la asesina del amor de su vida, tenía la cabeza agachada, acariciaba el largo cabello de Ainara mientras lágrimas sangrientas continuaban saliendo de sus ojos escarlata.
Gyöngyvér se dejó caer a pocos metros de él lo que llamó su atención. —Su majestad, mi señor... los mató, los mató a todos...— dijo en sollozos y lamentos, la cazadora comenzó a llorar con desconsuelo y del príncipe escuchó con una voz cruda una interrogante que seguramente se estaba haciendo, —una mujer, creímos que se trataba de la señora Van Wijs, pero no fue así, era una vampiro y sin piedad mató a Igor, tomó a la señora en un descuido y la asesinó, no era la señora Van Wijs, mi señor, no era ella... pero era idéntica, y yo abrí la puerta... yo abrí la puerta a esa asesina— Gyöngyvér escondió su rostro en sus propias manos, pese a que su deleite era torturar el alma del príncipe, no era de esas que tenían que deleitarse con las expresiones, no, no si eso significaba poner en riesgo sus movimientos. Gyöngyvér era una mujer capaz de colocar barriles de pólvora y hacerlos explotar dándole la espalda a la impresionante explosión, podía estar ahí presente y sin verla, era capaz de controlar su curiosidad, así de fría era ella.
Gyöngyvér Kovács- Cazador Clase Alta
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Re: El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
Podrás pensar que tu desesperación es causada por alguien, podrás descubrir el origen y el autor, mas siempre será una ilusión, nunca descubrirás mi rostro.
Tiare
Tiare
La noche, el mismo clima abofeteaba al príncipe. Aquellos deseos de arder bajo la luz del sol se ensombreció con la llegada de las negras nubes que ocultaron la luz y llenaron todo de oscuridad, la lluvía arreció a la figura del príncipe y su bella Ainara.
Los latidos de otro corazón se acercó, un corazón totalmente sereno; sin embargo, aquella voz que le habló eran tan distinta a lo que su corazón decía, escuchaba desesperación y tristeza, mas los latidos indiferentes le hicieron sospechar de aquella mujer. Violante acarició el rostro de Ainara que se limpiaba con la lluvia intensa, sondeó los pensamientos de aquella presentada como criada y no captó nada, era como no hubiera estado presente en la masacre, lo que narraba no se visualizaba en su mente –¿cómo era eso posible?– se preguntó, entonces descubrió que la mujer que tenía en brazos no era su Ainara.
Para cuando Violante se levantó; Tiare, que todo lo veía desde el tejado del palacete captó también la ira del príncipe y la relación que hizo con la criada; —realmente creí que mi cazadora no sería descubierta estando él tan abatido— dijo y antes de que él pudiera abalanzarse en contra de la asesina, Tiare saltó hacía Violante y lo derribó, el elegante traje del príncipe se ensució muy de prisa con el lodo que ya se alzaba sobre sus jardines.
Los largos cabellos dorados de Tiare caían suspendidos, mojados y unidos, Violante se levantó a prisa. —No me puedo llevar todos los créditos por lo que ha sucedido esta noche... Ves a la mujer de allá— dijo en una voz suave, como la de una madre que quiere sosegar a su pequeño que después de caerse por correr llora sin parar. —Es mi asesina y ha matado a más de la mitad de tu gente con un ingenioso veneno... Sé que te has dado cuenta de que esa mujer que tenías en brazos no es Ainara... ¿Pero realmente sabes como es ella?— continuó formándose una sonrisa en su rostro, el tono de Tiare comenzaba a ennegrecerse.
La fría Gyöngyvér se acercó colocándose a un costado de Tiare, mientras que el príncipe las miraba confundido pero con el sentimiento lleno de furia hacia ellas. —Violante querido, tu vida te ha traído hasta este momento, esta situación. No soy la única que pretende hacerte daño, aunque, mi intención es distinta príncipe, no quiero tu poder, no quiero vengarme de algo... Simplemente me pareció tu situación tan atractiva que supe que podía divertirme a mi manera como tu te diviertes a tu forma— Tiare se lamió los labios con malicia, sus ojos azules brillaban como incandescentes proyectando una mirada malvada que hizo temblar el alma condenada del príncipe.
Violante era un vampiro joven, muy joven para el modo de pensar de Tiare y por lo que seguía percibiendo, no se daba cuenta de que se encontraba frente a una hija de los milenios, aunque después de todo... ¿Él había escuchado antes ese término? Ella lo dudaba y realmente no le importaba. Mantenía atenta a todo lo que pensaba el príncipe y cuando supo que él las atacaría se abanlazó sobre él con una rápidez tan superior que ni él pudo verla, Tiare le tomó con la mano izquierda el cuello y con la derecha dislocó el hombro derecho de su igual. Violante emitió un quejido pero antes de poder hacer algo, Tiare lo jaló del cuello y girándolo se colocó detrás de él, luego, tomó el hombro izquierdo y lo aplastó como si se tratara de una figura de cristal.
El príncipe no pudo contener el dolor y gritó, pero aún no terminaba, Tiare lo soltó dándole un ligero empujón y con su mano derecha bajó a la rodilla del príncipe y como lo hiciera con el hombro lo aplastó, Violante cayó al no tener sustento, mas no tocó el suelo, Tiare lo sujetó de los cabellos alzándolo. —¿Duele?— le susurró acercándolo a ella y besándole la nuca. —Ahora que recordaste el dolor físico, también te haré sufrir a tu alma, destrozaré tu mundo Violante, vivirás dolido para el resto de tus días...— se detuvó y con su mano derecha penetró el cuerpo del príncipe por la espalda, sacándo su puño a la altura de las costillas.
Tiare lo tiró como un saco de basura. —Escucha esto Violante... Ainara está viva pero los recuerdos que tienes sobre ella no son verdaderos, noche tras noche me presentaba antes del alba para manipular tu mente e incorporar recuerdos inexistentes... No morirás, pero finalmente podré hacer una manipulación perfecta al tener tu cuerpo y mente doblegada, aquella vampiro será tu Ainara y tus intenciones se inmolarte nunca se realizarán porque te atormentaré con la esperanza, una esperanza que no tiene nombre, rostro o tiempo... Despídete de quién eres ahora, recuerda por última vez los placeres porque ya no los volverás a experimentar de la misma forma— sentenció agachándose y colocó su mano sobre la frente para iniciar su manipulación mientras que su cuerpo se recuperaba lentamente.
Tiare- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2013
Re: El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
¿Qué es lo que se hace cuando no hay un camino? ¿Qué es lo que se hace cuando no hay un significado?
Violante Vilhjálmur
Violante Vilhjálmur
Sí, el príncipe reconoció esa voz. Recordó que Igor la había presentado días después de que Ainara llegó a su vida. Sin necesidad de voltear la visualizó rubia, con facciones delicadas y blanca, realmente una belleza sus ojos azules lo hubieran cautivado antes, la hubiera poseído si Violante no se hubiera comprometido a amar a Ainara. Pero algo andaba mal, aquella voz llena de desesperación no estaba sincronizada con un sereno, frío y calculador ritmo cardíaco.
¿Cómo era posible que alguien que sobrevivió ante tal atrocidad mantuviera un corazón tan sereno, como sí no hubiera ocurrido absolutamente nada? El mismo príncipe, totalmente en shock no podía pasar por alto ese detalle, sí él que llegó cuando todo ya había terminado y sufrió, ella que lo vivió y siendo una simple mortal debería su mismo corazón desquiciar. Violante necesitaba respuestas, no podía acusarla, pero no podía negar que sentía una casí furiosa curiosidad por esa anomalía. Mas cuando se levantó para encararla, otra mujer rubia lo embistió, no era alguien común, era una vampiro de gran edad; Violante lo sabía por la palidez de su piel. Por supuesto, le era imposible hacer un cálculo.
Entonces la escuchó respondiendo a una pregunta que él nunca se formuló pero que tarde o temprano haría. Todo cuanto decía lo desconcertó y lo ponía más furioso... ¿Cómo era posible que alguien fuera capaz de hacer algo tan vil?
Todo fue rápido para el príncipe, ella era poderosa, más rápida y no tenía ningún signo de humanidad, era como los demonios que su madre le describía cuando él era un niño mortal en aquella fría tierra de Moscú. Cayó abolido por las agresiones de la vampiro, no pudo llorar porque las lágrimas ya las había terminado con Ainara, una última vista al cádaver significó una desesperación que nunca creyó experimentar... Esa no era Ainara, quiso decir algo pero fue atravezado, totalmente inutilizado y aturdido... El príncipe había caído bajo el puño y demencia de la rubia y su cazadora, sólo sintió una mano sobre su cabeza y todo se esfumó.
Estoy tendido en el suelo, una luz cegadora no deja que mis ojos se abran para contemplar el lugar. Sé que estoy sólo, sé lo que ha sucedido y pese a ello no siento tristeza, no tengo dolor... ¿Abré muerto? Arguyo ante una incognita que no me consume, no siento nada... No siento nada; ni siquiera felicidad, ni siquiera descanso... Simplemente me abraza una aterradora y a la vez, encantadora incertidumbre. No quiero luchar con esa luz mejor cierro los ojos y lo hago, me dejo llevar por lo que quiero y poco a poco siento como la tristeza surgue de mi cuerpo. Abro los ojos y la luz cegadora ya no me lastima, me reincorporo pero no hay nada, es un espacio vacío. ¿Así es el infierno? cavilo, sé que no puedo estar en otro lugar más que en el infierno, soy un asesino, un total pecador, no merezco una salvación, no merecía a Ainara... ¿Ainara? me pregunto, todo es confuso, miro de un lado a otro sin saber porque lo hago, es como si algo me lo indicara.
¿Quién es Ainara? me pregunto desconsertado, ¡no la conozco!, ¿pero por qué mencioné ese nombre? Y de pronto no sé quien soy, ni lo que soy... No, sí lo sé, soy Violante Vasílievich, hijo de Ivan IV y Anastasia Románovna. ¡Ay! Que tengo que regresar con Benelope, mi amada Benelope... ¿Qué? Todo es confuso, ¿quién es ese hombre... Por qué me ataca, Qué hace, acaso bebe de mí... Qué es?
Regresa la luz golpeándome con intensidad y me derriba, pero no hay suelo, no caigo tan sólo es la idea de que puedo caer, pero aquí no, aquí estoy suspendido, atrapado; sí, estoy atrapado y ese hombre es Dragos y soy un vampiro. ¡Ay Dios mío!, soy un asesino... Estos son recuerdos, cada una de mis víctimas, cada una de ellas... ¿Pero por qué veo sus penas... por qué no siento nada... Por qué debería de sentir satisfacción... O por qué debería de sentir lastima? Todo es confuso, nada parece tener sentido, pero sé que es verdad, se que soy un vampiro y mi nombre es Violante Vilhjálmur, príncipe de los Países Bajos, tengo una vástaga que no me ama pero tampoco me odia, lo sé y no me ha respondido... ¿Por qué, acaso no quiere convertirse en mi compañera?, todo es confuso y ¿quién es ella... quién esa mujer del restaurante...?
¿Quién es Ainara? ¿Por qué otra vez ese nombre? ¿Por qué lo siento tan importante? Pero es extraño, parece que la conozco pero su imagen es tan confusa, ¿qué ha sucedido…?
La lluvia ceso, sólo el desgarrado traje demostraba que algo había sucedido, qué alguien le había lastimado. Pero él ya estaba sanado. Despertó, se sentía confundido, como si hubiera despertado de un sueño que lo atormentó y que sin embargo no recuerda, así se sentía. Miró su palacete y éste estaba en llamas, no había nada más que la figura de un hombre tendido en el suelo, muy cerca del arrollo artificial creado para sus plantas acuáticas. El fuego le hizo retroceder, su palacete ardía y nada parecía que podría apaciguar esas llamas que rugían, pero Violante no temía, tenía que averiguar quién era ese hombre tendido en el suelo.
Violante- Vampiro Clase Baja
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Re: El último gran truco... La muerte de Derek Van Wijs | La caída del Príncipe
Los fantasmas del pasado pueden ser la esperanza que uno necesita cuando la oscuridad domina la razón.
Derek Van Wijs
Derek Van Wijs
Oscuridad, silencio y dolor...
Tardó en saber donde estaba, o más bien que había sucedido antes de caer inconsciente frente a la cazadora. Sentía un gran dolor y descubrió que tenía sujetos sus brazos con cadenas tensas que lo suspendían. El silencio era todavía más aterrador que la misma oscuridad; sus ojos seguían cansados, su corazón latía con lentitud y tenía la boca completamente seca. Cerró sus ojos mas no lo hizo para caer inconsciente, ya no podía, sentía la droga en su cuerpo, la sustancia que lo mantenía despierto y eso mantuvo su desesperación a flote. Le era difícil alzar la cabeza y no parecía presentar interés en buscar a su asesina o una forma para escapar; su voluntad estaba quebrada, parecía que se dejaría vencer por la muerte.
Los sonidos que comenzaron a surgir en la oscuridad le hicieron estremecerse, lo aterraron todavía más. Primero, un goteo sobre una superficie de madera, quizás una cubeta; luego le siguió el chillido de un par de ratas, que con bramidos insinuaban estar peleando; posteriormente hizo presencia un colosal viento que destrozó una de las ventanas, como un torrente hizo caer la superficie de madera y heló el cuerpo semi desnudo del mago. Pero ese espantoso conjunto de fenómenos no eran los causantes del terror en su mente, no, él temía por no saber donde estaba ella, no escuchar el caminar de los tacones lánguidos o la demencial risa. Totalmente enfocado en no sentir la presencia de ella le hizo no percatarse de que su cuerpo no presentaba ninguna sensación, era como si estuviera dormido.
El cansancio lo volvió a acometer y eso le ayudó para darse cuenta de la terrible situación de no sentir ninguna de sus extremidades, pero aunque eso podía desesperarlo, no lo hizo, simplemente suspiró. Fue entonces que lo abordó el deseo de luchar, de salir. En su mente había aparecido la imagen de Ivette y eso casi le provocó un llanto. ¿Se trataba de una premonición? Eso no lo sabía, pero bastó para inyectarle la esperanza de sobrevivir e ir a buscarlo como lo hizo tiempo atrás, antes de perder la esperanza de volverla a ver.
Lo primero que hizo fue crear una ilusión frente a él, una luz apareció dando a Derek la oportunidad de descubrir dónde estaba... El lugar era un sótano adaptado para ser un calabozo, mas no lo era, el fino piso y las paredes elegantes le aseguraban algo... Seguía en el palacete del Príncipe. por supuesto, ninguna ilusión podría desatarlo de esas cadenas, pero su espectáculo no se trataba sólo de magia verdadera, no, en ocasiones él mismo se atrevía a desafiar a la muerte y ese era el momento para demostrar la pericia. La ilusión se intensifico y como un sol se posó por la cabeza del mago, la luz embriagadora fue suficiente para que de su boca desprendiera de uno de sus colmillos un alambre, una pieza de metal que siempre llevaba con él; y es que sabía que algún día eso le salvaría la vida, no sabía cuando pero la premonición así se lo había indicado; con la pericia de los grandes magos formó un gancho dentro de la boca y luego sosteniéndolo por los dientes hizo un gran esfuerzo para alcanzar una de las cadenas, el grillete cedió y la presencia de un enérgico cuerpo surgió cuando el segundo grillete se abrió liberándolo.
La caída no fue precisamente lo mejor que hizo en su acto de liberación, cayó de rodillas y su corazón se aceleró, sus ojos volvieron a presentar un cansancio y su cuerpo amenazaba con desaparecer sus fuerzas. —¡Ivette!— exclamó y como si ese nombre fuera el carbón que alimentaba la locomotora, Derek se levantó, en un principio tambaleó, los pasos iniciales fueron torpes y la ilusión centelló para luego apagarse. El mago volvió a suspirar, pero esta vez no como un derrotado, sino más bien como un guerrero que intenta recobrar fuerzas con ese gesto. Levantando sus manos volvió a crear una ilusión e inconscientemente creó la silueta de Ivette cuando la vio por primera vez, él sonrió y una lágrima se le escapó del ojo derecho, lentamente descendió hasta acariciar la comisura de sus labios; mas Derek comprendía que no podía perder el tiempo contemplando a la mujer que amó, ama y amaría hasta que llegara el día en el que muriera.
Fue así que la imagen cambió y nuevamente surgió un sol frente a él, con la iluminación de su ilusión se dirigió a las escaleras, las subió con languidez y luego de abrir la puerta con sigilo hizo que su ilusión se desvaneciera, los corredores presentaban una luz mortecina por lo que ya no era necesaria dicha ilusión, además de que bien podía delatarlo la vívida luz. Apoyándose del muro sangriento caminó lo más aprisa que pudo, caminó hacía el final del pasillo donde escuchaba la lluvia intensamente, pese a ser verano un frío ya hacía presencia y aunque le podía ser mortal salir descalzo y sin camisa, igual lo era quedarse y dejarlo que el veneno lo consumiera. Así, decidido salió escuchando a una mujer y se echó a correr lenta pero enérgicamente.
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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