AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El sorprendente inicio de nuestro lazo
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El sorprendente inicio de nuestro lazo
Que extraños deseos sentía Leonor de adentrarse en desconocidos lugares, en esos que de ser humana no se habría aventurado jamas, tanto por lo peligroso que podía ser para una joven indefensa como lo era ella hace un año atrás, y también por la simple razón de que a esos sitios no llegaban personas con buenas intenciones, o al menos eso era lo que creía ella, y de alguna manera esperaba que así fuera; por que al momento de alimentarse prefería hacerlo de humanos que fueran, aunque parezca difícil, mas malditos de lo que ella misma era.
Como siempre vestía de manera sobria y sencilla, esta vez con unos zapatos negros, los cuales alcanzaban a ser rozados por la capa que cubría prácticamente todo su cuerpo, y bajo la misma, llevaba un vestido color rojizo obscuro, el cual habría ayudado a resaltar la fineza de su nívea piel, y el color natural de su largo cabello, pero sobre este siempre descansando la capucha que cubría parte importante de su rostro, mientras su mirada se mantenía seria, y fija en el frente, mas al momento que su mano derecha empujó una de las puertas de la taberna.
Estuvo a punto de arrepentirse, pero ya había avanzado demasiado, no estaba permitida una retirada en ese momento, no hasta que su sed de sangre se viera saciada por completo.
Caminó con sigilo por entre los rincones mas sombríos, intentando por todos los medios pasar desapercibida, dejando que solo sus ojos observaran el panorama que se presentaba en el lugar. Definitivamente era tal y como lo imaginaba, por lo que no pudo contener una sonrisa al ver como algunos hombres yacían totalmente inertes bajo los efectos del alcohol. Y paralelamente otros articulaban miles de palabras indescifrables, incluso para ella.
Pudo sentir como algunas miradas se clavaban en su cuerpo, mas no se molestaba en voltear, solo continuó adelante, ya teniendo en vista donde se detendría a esperar mientras buscaba a su presa.
Pero sus planes se vieron trancados, al momento que tres de los presentes comenzaron a pelear, lanzándose lo que encontraran cerca de sus manos; sillas, botellas vacías que reventaban contra ellos mismo o el suelo, y hasta las mismas mesas, todo un espectáculo que sin lugar a dudas terminó por hacer reír con ganas a la joven, quien se dedicó a observar como algunos de los mas sobrios intentaban correr a los protagonistas de la riña, haciendo que la "tranquilidad" volviera de momento.
La vampiresa realmente se sorprendía de como unas copas de mas podía transformar al caballero mas distinguido, en un hombre vacío y sin inteligencia alguna. Lentamente negó con su cabeza, y fijó sus ojos claros sobre un joven de no mas de treinta años, quien no paraba de beber, y beber sin parar, din duda sería una presa fácil, y cumplía con los requisitos, al ser sorprendido por los ojos de Leonor, justo en el momento que golpeaba a uno de los mozos, y le lanzaba una copa a otro, era un bastardo engreído.
La inmortal estuvo a punto de avanzar hasta que sintió una presencia muy familiar cerca de ella, no era capaz de reconocerla con claridad, pero por alguna razón se sintió observada, he incluso intimidada, por el echo de que la misma, resaltaba por entre las demás almas que se encontraban ahí.
No dio el paso, y simplemente acomodó el cabello que se escapaba por el costado de su cuello, y lanzo un suspiro al aire.
Como siempre vestía de manera sobria y sencilla, esta vez con unos zapatos negros, los cuales alcanzaban a ser rozados por la capa que cubría prácticamente todo su cuerpo, y bajo la misma, llevaba un vestido color rojizo obscuro, el cual habría ayudado a resaltar la fineza de su nívea piel, y el color natural de su largo cabello, pero sobre este siempre descansando la capucha que cubría parte importante de su rostro, mientras su mirada se mantenía seria, y fija en el frente, mas al momento que su mano derecha empujó una de las puertas de la taberna.
Estuvo a punto de arrepentirse, pero ya había avanzado demasiado, no estaba permitida una retirada en ese momento, no hasta que su sed de sangre se viera saciada por completo.
Caminó con sigilo por entre los rincones mas sombríos, intentando por todos los medios pasar desapercibida, dejando que solo sus ojos observaran el panorama que se presentaba en el lugar. Definitivamente era tal y como lo imaginaba, por lo que no pudo contener una sonrisa al ver como algunos hombres yacían totalmente inertes bajo los efectos del alcohol. Y paralelamente otros articulaban miles de palabras indescifrables, incluso para ella.
Pudo sentir como algunas miradas se clavaban en su cuerpo, mas no se molestaba en voltear, solo continuó adelante, ya teniendo en vista donde se detendría a esperar mientras buscaba a su presa.
Pero sus planes se vieron trancados, al momento que tres de los presentes comenzaron a pelear, lanzándose lo que encontraran cerca de sus manos; sillas, botellas vacías que reventaban contra ellos mismo o el suelo, y hasta las mismas mesas, todo un espectáculo que sin lugar a dudas terminó por hacer reír con ganas a la joven, quien se dedicó a observar como algunos de los mas sobrios intentaban correr a los protagonistas de la riña, haciendo que la "tranquilidad" volviera de momento.
La vampiresa realmente se sorprendía de como unas copas de mas podía transformar al caballero mas distinguido, en un hombre vacío y sin inteligencia alguna. Lentamente negó con su cabeza, y fijó sus ojos claros sobre un joven de no mas de treinta años, quien no paraba de beber, y beber sin parar, din duda sería una presa fácil, y cumplía con los requisitos, al ser sorprendido por los ojos de Leonor, justo en el momento que golpeaba a uno de los mozos, y le lanzaba una copa a otro, era un bastardo engreído.
La inmortal estuvo a punto de avanzar hasta que sintió una presencia muy familiar cerca de ella, no era capaz de reconocerla con claridad, pero por alguna razón se sintió observada, he incluso intimidada, por el echo de que la misma, resaltaba por entre las demás almas que se encontraban ahí.
No dio el paso, y simplemente acomodó el cabello que se escapaba por el costado de su cuello, y lanzo un suspiro al aire.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: El sorprendente inicio de nuestro lazo
¿Fue la riña estúpida? No. ¿Fue la conocida presencia? No. ¿Fue el suspiro? Contribuyó, pero no. El causante de aquella sonrisa era el fulano destino, el muy maldito le daba una bofetada esa noche, una que claramente le hacía ver que era un imbécil y que ahora se metía en un claro lío del cual quizá ya no podría salir. ¿Quién podía pensar que se conseguiría con la linda ratoncita de laboratorio con la que se enfrentó hace una semana y media? ¡Nadie! Ni él mismo se lo creía, pero era así, era verdad, y allí estaban los dos, como personas normales que no eran, intentando serlo. Qué ironía más grande aquella, seguro eso lo recordaría para la posteridad y sería una buena historia. La vio entrar como toda una un alma en pena, pasando desapercibida, pasando con cuidado de no alertar a nadie, tal como era una de su raza, él, si la notó, desde que cruzó la puerta pudo ver aquella lánguida aura bordear la silueta de su menudo cuerpo, y poco después, pudo distinguir aquellas facciones angelicales que poseía, rápidamente supo que era esa vampiresa quién había cruzado el portal.
- Deshacerme de ti no es cosa fácil, parece. - Expuso todo odioso como acostumbraba ser, sosteniendo una copa de vino en la mano, clavando sus ojos en aquel fluido que daba remolinos en el cristal, producto del movimiento de la palma que la sostenía; no la ignoraba, más bien, la atraía hacia él. - Es una… ¿grata? Sorpresa la de tenerte en lugares como este, debo confesar que no esperé nunca encontrarte por aquí. - Continuó hablando, sabía que le escucharía, estaba a solo dos bancos vacíos de ella, y después del bosque, supo que la audición de aquellos sobrenaturales era exageradamente sensible, ella lo escucharía, él le hablaba con sutileza, mediando el control de volumen de su voz solamente perceptible para la mujer presente, los demás no debían enterarse de la presencia de ella, una revuelta era peligrosa por muchísimas razones, y además, ella le perdono la vida muchas veces de las que pudo contar, y él hizo lo mismo, quizás por eso, había tomado aquello como una “tregua” entre los dos.
- ¿Tienes hambre? Puedo ordenarte comida. - Aquello le causaría cierta risa, era un mal chiste, pero el resoplido hecho y el cerrar de sus ojos fue suficiente como para proporcionarle a su mente la imagen de un vampiro vomitando, ya que era de conocimiento popular que esta raza no comía, no necesitaban alimentarse, o beber agua, eran inmortales. Tras el gesto burlón hacia aquella dama, tomaría la copa de vino y le daría un sutil sorbo para así bajarla a la mesa y tomarla con las dos manos, no iba a dejarla escapar, bueno, no es que pudiera escapar, pero esto es lo que parecía. - Dime… ¿Cómo te trata la muerte, vampirita? - Aquel tono que uso en la interrogante, era el mismo que usó durante su combate en el bosque, el que iba cargado de ironías y sarcasmo, de odiosidad, y al mismo tiempo, de disfrute. No podía negarlo, fue divertido aquel loco y arriesgado experimento.
Sus orbes azules se habían desviado del líquido para buscar posarse en los de color marrón de la joven, la misma cálida, pero maliciosa, sonrisa, seguía bien prendada en su faz, misma satinada por el brillo perlado de una muy tenue sudoración en su frente, producto del calor que rondaba en el lugar, aun siendo invierno. Cubierto su cuerpo por una gruesa chaqueta negra de botones grandes al frente, y un pantalón gris plomo, se sentaba en aquel banco alto, recostado en la barra, muy tranquilamente, tal cual él era. Su cabello rubio, bien peinado, por el día del trabajo, se dejaba ver brilloso en su cabeza, incluso esa barba incipiente de sus mejillas tenía ese mismo brillo. Una bufanda que hacía juego con su pantalón, surcaba su cuello cual serpiente constrictora, arropándole y otorgándole la calidez que quizás propiciaba un poco el sudor de su cara, pero no le importaba, afuera estaba frío y se supone que tenía un plan para esa taberna, no debía relajarse mucho, a pesar de ya tener su maletín de utensilios médicos bien acomodado a un lado de su asiento.
Él había ido a la taberna con una sola y específica razón: salir de la rutina. Lissander Arcalucci tenía un día a día demasiado monótono para su gusto, desde que se levantaba hasta que se acostaba, era prácticamente lo mismo, visitar gente rica, escuchar sus males obviamente exagerados, tratarlos en lo máximo que podía, recibir su paga, ayudar en el hospital por una módica paga, y marcharse a casa ya tarde de la noche a hacer los quehaceres de un cabecilla de familia, algunas veces, practicaba magia, otras veces estudiaba un par de hechizos, en fin, todo el tiempo era lo mismo. Ir a la taberna como un adulto normal no era algo que acostumbraba a hacer, es más, era la primera vez que visitaba una en París, pero, sentía que se lo merecía, un buen descanso de la rutina, una sola copa y a dormir. Ese era su plan. No hablar con nadie, no buscarse una pelea, no usar magia, no caer en trivialidades, nada de eso, ser simplemente un transeúnte que se antojaba de aquella copa de terso vino, más quizás las cosas no eran precisamente como se las había planteado aquel brujo.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: El sorprendente inicio de nuestro lazo
Por poco se olvidó de todo. El alborto propio de un lugar como aquel, esos gritos de los mas bebidos, acompañados por choques de botellas al hacer brindis, o la música que en ocasiones se hacía mas fuerte, y los valientes, aunque desafinados hombres se animaban a cantar; de todo esto perdió razón, cuando finalmente esa presencia fue reconocida, presentándose de manera inesperada frente a ella, pero siempre segura he imponente, con esa sonrisa encantadora, así era la presencia del brujo que le había estado dando pelea hace solo unos cuantos días atrás.
Que ironías mas grandes de la vida, el volver a llevarla hasta el, o al revés, independiente de como se haya dado aquel "reencuentro", la mente de la joven no podía asimilar aquello del todo.
Con lentitud, pero siempre correspondiendole con una sonrisa tan radiante como la de el, comenzó a acortar la distancia un paso tras otro, hasta llegar a ubicarse a su lado, justo donde su hombro casi rozaba el ajeno, y liberó su cabello de la capucha.
- Yo podría decir exactamente lo mismo, parece que el destino no se alegra de que te haya dejado con vida, que vuelve a ponerte a mi lado.- murmuró de manera bromista, llegando a posar sin temor los ojos en los azules del brujo, mientras su brazo se alzaba, para sostener su cabeza con la mano del mismo, mirándole.
- Si claro, sumamente grata eso no lo dudes. Aunque a decir verdad, no acostumbro a venir a lugares como este, solo vine a buscar algo, y acabas de hacer que lo pierda de vista. - le aseguró, paralelamente sus ojos rodaban hasta el lugar donde había estado sentado el hombre que debía ser su presa de esa noche.
De pronto la grotesca imagen que le proyectó, le hizo fruncir su nariz, mientras le miraba con disgusto.
- Sabes que no como, así que por favor ahórrate esas horribles visiones, ya que por segunda vez consecutiva me hiciste perder la cena, Lissander. Deberías sentirte apenado conmigo realmente.- agregaría luego de una risa, y aunque sus palabras sonaran como una inocente broma, eran ciertas. Y así como el había conservado su vida, ahora sin saberlo, había salvado la vida de otro, que no correría con la ventaja de poderes que el poseía, lo cual sin dudas se hubiera transformado en algo demasiado simple, haciendo que ella se viera satisfecha, y se hubiera retirado del lugar, tan imperceptible como había llegado en un inicio. Sin tener la necesidad de regresar hasta ahí, al menos por un tiempo considerable.
Mientras escuchaba con atención su pregunta, la mano libre de la joven, se movió con velocidad arrebatándole con un movimiento suave pero certero, la copa que sostenía entre sus dedos, sin derramar ni una sola gota.
- No puedo quejarme, no me he visto en situaciones de peligro, no he tenido que asesinar a nadie, y no he sufrido daño. Por ende como respuesta, podría decir que me ha tratado bastante bien...- acotaría mientras se llevaba la copa a hasta sus labios para beber el poco liquido carmesí, tan similar a la sangre que quedaba en ella.
- Aunque... la rutina tiende a aburrirme un poco, y debo confesar que nunca esperé que este lugar fuera tan divertido.- al decir esto, sus ojos nuevamente nadaron por el lugar, siempre había algo estrepitoso que ver, sin duda la monotonía en ese lugar no existía.
Un nuevo suspiro brotaría de los rojizos labios de Leonor, repasando los bordes de la copa con su dedo indice, creando un suave silbido proveniente del movimiento.
- Pero adelante, cuéntame tu... ¿Que ha sido de tu vida, luego de aquella noche que dejamos de vernos?.- aquello sonaría como si se conocieran de toda la vida, y deseara saber que nuevas aventuras habría vivido un muy cercano amigo.
Pero aquí esa palabra no existía, ellos no eran amigos, es mas, se habían conocido siendo unos verdaderos rivales, buscando cada uno con sus habilidades innatas acabar con la existencia ajena.
Ahora por alguna desconocida razón se habían reunido, volviendo dar un vuelco a la noche, que ahora compartían.
Que ironías mas grandes de la vida, el volver a llevarla hasta el, o al revés, independiente de como se haya dado aquel "reencuentro", la mente de la joven no podía asimilar aquello del todo.
Con lentitud, pero siempre correspondiendole con una sonrisa tan radiante como la de el, comenzó a acortar la distancia un paso tras otro, hasta llegar a ubicarse a su lado, justo donde su hombro casi rozaba el ajeno, y liberó su cabello de la capucha.
- Yo podría decir exactamente lo mismo, parece que el destino no se alegra de que te haya dejado con vida, que vuelve a ponerte a mi lado.- murmuró de manera bromista, llegando a posar sin temor los ojos en los azules del brujo, mientras su brazo se alzaba, para sostener su cabeza con la mano del mismo, mirándole.
- Si claro, sumamente grata eso no lo dudes. Aunque a decir verdad, no acostumbro a venir a lugares como este, solo vine a buscar algo, y acabas de hacer que lo pierda de vista. - le aseguró, paralelamente sus ojos rodaban hasta el lugar donde había estado sentado el hombre que debía ser su presa de esa noche.
De pronto la grotesca imagen que le proyectó, le hizo fruncir su nariz, mientras le miraba con disgusto.
- Sabes que no como, así que por favor ahórrate esas horribles visiones, ya que por segunda vez consecutiva me hiciste perder la cena, Lissander. Deberías sentirte apenado conmigo realmente.- agregaría luego de una risa, y aunque sus palabras sonaran como una inocente broma, eran ciertas. Y así como el había conservado su vida, ahora sin saberlo, había salvado la vida de otro, que no correría con la ventaja de poderes que el poseía, lo cual sin dudas se hubiera transformado en algo demasiado simple, haciendo que ella se viera satisfecha, y se hubiera retirado del lugar, tan imperceptible como había llegado en un inicio. Sin tener la necesidad de regresar hasta ahí, al menos por un tiempo considerable.
Mientras escuchaba con atención su pregunta, la mano libre de la joven, se movió con velocidad arrebatándole con un movimiento suave pero certero, la copa que sostenía entre sus dedos, sin derramar ni una sola gota.
- No puedo quejarme, no me he visto en situaciones de peligro, no he tenido que asesinar a nadie, y no he sufrido daño. Por ende como respuesta, podría decir que me ha tratado bastante bien...- acotaría mientras se llevaba la copa a hasta sus labios para beber el poco liquido carmesí, tan similar a la sangre que quedaba en ella.
- Aunque... la rutina tiende a aburrirme un poco, y debo confesar que nunca esperé que este lugar fuera tan divertido.- al decir esto, sus ojos nuevamente nadaron por el lugar, siempre había algo estrepitoso que ver, sin duda la monotonía en ese lugar no existía.
Un nuevo suspiro brotaría de los rojizos labios de Leonor, repasando los bordes de la copa con su dedo indice, creando un suave silbido proveniente del movimiento.
- Pero adelante, cuéntame tu... ¿Que ha sido de tu vida, luego de aquella noche que dejamos de vernos?.- aquello sonaría como si se conocieran de toda la vida, y deseara saber que nuevas aventuras habría vivido un muy cercano amigo.
Pero aquí esa palabra no existía, ellos no eran amigos, es mas, se habían conocido siendo unos verdaderos rivales, buscando cada uno con sus habilidades innatas acabar con la existencia ajena.
Ahora por alguna desconocida razón se habían reunido, volviendo dar un vuelco a la noche, que ahora compartían.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: El sorprendente inicio de nuestro lazo
Disfrutó en el pasado una conversación con ella, y ahora, en una taberna de mala muerte, sucedía lo mismo, vaya que era irónico el trato de esos dos, y por supuesto, el bendito jugueteo que tenía el destino con aquellos dos seres. Seguro el mismo se reía viéndolos conversar como si no hubiesen intentado matarse, bueno, aquel brujo que se posaba en esa silla, también reía ante aquello, y sobre todo, ante ese comentario - Agradece que puedes venir a lugares como este, pude haberte privado de eso allá en el bosque. - Sí, claro que pudo, hacerla arder desde que vio la palidez de su aura en plena noche, o comprimir sus huesos con una fuerza descomunal. Pero ¿Qué objetivo hubiese tenido ir al bosque? ¿A cazar y matar a la mismísima muerte? No, por supuesto que no, el fue con la misión de aprender sobre un sobrenatural, la consiguió a ella, y la cumplió. Aunque, era de acotar que el hecho de que ella perdonase su vida sirvió de mucho para que él le perdonase la de ella. Fue un trato, desde el principio, hasta el final.
- ¿Viniste a alimentarte a este sitio? - Responde falsamente sorprendido, lo escuchó la primera vez, pero escucharlo una segunda le hizo caer en cuenta de que iba allí a beber la sangre de algún idiota que se dejase caer en sus redes, y no es que pudieran resistirse mucho, la mayoría de ellos eran solamente mortales buscando sanar heridas invisibles en el licor, algunos con pecados a cuestas, otros, como él, simplemente buscando un atajo a casa, y aunque no lo crean, otros como la vampira, que solo querían saciar su sed. - No tengo la culpa de que seas una mala cazadora, y una muy mala vampira. Lo siento. - Aquello era totalmente serio, incluso se encogería de hombros un poco para apoyar su frase, buscando siempre sonar ese sarcasmo tan bendito que emanaba la lengua de aquel, y tan irónico, siendo él un humano y horrorizarse por aquello, le echaría en cara que no pudo atrapar a su presa por su falta de habilidades, además de que podía salvar el alma de cualquiera allí, no movió ningún dedo o pensó en decirle alguna reprimenda, se limito a voltearse en la silla para tener el mismo campo visual que su interlocutora.
La mano de la mujer arrebato la copa que traía en sus manos sin previo aviso, y aunque pudo sorprenderle y exaltarse, simplemente se limitó a lanzar un suspiro de esos que dicen “No me queda de otra, ya lo hizo.” y con un ademán, le señalo al cantinero que trajese otra para él, la cual fue traída con cierta rapidez, la tomó y continuó hablando como si nada hubiese pasado, ¿Podía invitarle una copa al enemigo, no? - Pues somos dos, la rutina es bastante fastidiosa y vine acá a distraer un rato la mente. Es divertido, quizás observar como la bajeza humana cae en ese estado de dominación del alcohol, los hace ver como pequeños payasos de feria. - Tenían algo en común, bien, pero eso no quería decir nada, no eran amigos, simplemente dos rivales conocidos, enemigos mortales desde tiempos inmemorables que bebían una copa de vino en un bar simulando agradarse, pero criticándose y ofendiéndose en medio de juegos de palabras. Fin. Eso era todo. ¿No?
- ¿Luego de aquella noche… a ver? - Se quedo pensando en que paso después, bueno, conoció a una bruja en la calle, la salvó de sí misma, le enseño a ella y a su hermana a controlar sus poderes de mejor manera, y nada más, la verdad es que no había hecho nada más. Eso era irrelevante, no le iba a interesar, y además, tampoco tenía que contarle de su vida o de lo que le sucedió después del encuentro. Aunque igual esta pudiese saberlo con solamente asomarse un poco a su mente. - Nada, no sucedió nada relevante. No ando buscando sobrenaturales todas las noches para enfrentarme a ellos. - Aclararía con un tono serio, porque, seguramente la chica pudo pensar que él andaba cazando inmortales, y no, él nunca sería uno de esos malditos peones de la iglesia.
- Tú fuiste un experimento casual, y vaya que salió bien. Aunque aun me cuestiono algo… - Dejaría el comentario en el aire, mientras llevaba la copa de vino a sus labios y arrancar de la misma un poco del fluido, lo sentiría bajar por la garganta y refrescar todo su organismo en su recorrido al estomago. - ¿De verdad tenías que pedir clemencia al final? ¡Eso fue bajo! - Con un dedo la señalaría y giraría sus ojos, obviamente se seguía burlando de ella, y de cierta forma, no le perdonaba que la batalla que tan emocionante se desarrollaba fuese terminada a raíz de las palabras que aquella mujer le dijo cuando se detuvo en seco. Ese gesto de ella, ese pequeño discurso que detuvo el pulso del gatillo… fue sublime, viniendo de una vampira.
- ¿Viniste a alimentarte a este sitio? - Responde falsamente sorprendido, lo escuchó la primera vez, pero escucharlo una segunda le hizo caer en cuenta de que iba allí a beber la sangre de algún idiota que se dejase caer en sus redes, y no es que pudieran resistirse mucho, la mayoría de ellos eran solamente mortales buscando sanar heridas invisibles en el licor, algunos con pecados a cuestas, otros, como él, simplemente buscando un atajo a casa, y aunque no lo crean, otros como la vampira, que solo querían saciar su sed. - No tengo la culpa de que seas una mala cazadora, y una muy mala vampira. Lo siento. - Aquello era totalmente serio, incluso se encogería de hombros un poco para apoyar su frase, buscando siempre sonar ese sarcasmo tan bendito que emanaba la lengua de aquel, y tan irónico, siendo él un humano y horrorizarse por aquello, le echaría en cara que no pudo atrapar a su presa por su falta de habilidades, además de que podía salvar el alma de cualquiera allí, no movió ningún dedo o pensó en decirle alguna reprimenda, se limito a voltearse en la silla para tener el mismo campo visual que su interlocutora.
La mano de la mujer arrebato la copa que traía en sus manos sin previo aviso, y aunque pudo sorprenderle y exaltarse, simplemente se limitó a lanzar un suspiro de esos que dicen “No me queda de otra, ya lo hizo.” y con un ademán, le señalo al cantinero que trajese otra para él, la cual fue traída con cierta rapidez, la tomó y continuó hablando como si nada hubiese pasado, ¿Podía invitarle una copa al enemigo, no? - Pues somos dos, la rutina es bastante fastidiosa y vine acá a distraer un rato la mente. Es divertido, quizás observar como la bajeza humana cae en ese estado de dominación del alcohol, los hace ver como pequeños payasos de feria. - Tenían algo en común, bien, pero eso no quería decir nada, no eran amigos, simplemente dos rivales conocidos, enemigos mortales desde tiempos inmemorables que bebían una copa de vino en un bar simulando agradarse, pero criticándose y ofendiéndose en medio de juegos de palabras. Fin. Eso era todo. ¿No?
- ¿Luego de aquella noche… a ver? - Se quedo pensando en que paso después, bueno, conoció a una bruja en la calle, la salvó de sí misma, le enseño a ella y a su hermana a controlar sus poderes de mejor manera, y nada más, la verdad es que no había hecho nada más. Eso era irrelevante, no le iba a interesar, y además, tampoco tenía que contarle de su vida o de lo que le sucedió después del encuentro. Aunque igual esta pudiese saberlo con solamente asomarse un poco a su mente. - Nada, no sucedió nada relevante. No ando buscando sobrenaturales todas las noches para enfrentarme a ellos. - Aclararía con un tono serio, porque, seguramente la chica pudo pensar que él andaba cazando inmortales, y no, él nunca sería uno de esos malditos peones de la iglesia.
- Tú fuiste un experimento casual, y vaya que salió bien. Aunque aun me cuestiono algo… - Dejaría el comentario en el aire, mientras llevaba la copa de vino a sus labios y arrancar de la misma un poco del fluido, lo sentiría bajar por la garganta y refrescar todo su organismo en su recorrido al estomago. - ¿De verdad tenías que pedir clemencia al final? ¡Eso fue bajo! - Con un dedo la señalaría y giraría sus ojos, obviamente se seguía burlando de ella, y de cierta forma, no le perdonaba que la batalla que tan emocionante se desarrollaba fuese terminada a raíz de las palabras que aquella mujer le dijo cuando se detuvo en seco. Ese gesto de ella, ese pequeño discurso que detuvo el pulso del gatillo… fue sublime, viniendo de una vampira.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: El sorprendente inicio de nuestro lazo
Como era de esperarse, aquel sarcasmo, aquel tono bromista y sumamente seguro por parte de ambos, no se hizo esperar, y comenzó a florecer con creces, casi como si el echo de que ambos se encontraran lo fortaleciera, mientras se lanzaban unas palabras tras otras. Siempre buscando fastidiar al otro, aunque sin una mala intención, era precisamente eso lo que denominaba su encuentro. Independiente de como haya ocurrido esa nueva reunión, ellos continuaban siendo enemigos, y debían buscar la manera de acabar con el otro, desaparecerlo por completo y hacer como si jamas hubieran ocurrido nada. Jamas se conocieron, jamas hablaron y jamas lucharon. Pero no, eso no pasó, ni mucho menos pasaría ahora, menos al verlos ahí, sentados compartiendo una copa del mejor vino del andrajoso lugar. Que ironía ¿no es así?.
Aquella chispa de maldad, brillaría de forma tenue en las pupilas de la joven, quien luego de quitar los ojos de los que se hallaban a su alrededor, los fijaría con precisión sobre el cuerpo que tenía frente a ella, el de aquel brujo que no paraba de recriminarle la forma en como llevaba su inmortalidad.
- Si, he venido a alimentarme, pero no se por que razón, ya me estoy arrepintiendo.- le comentaría de forma que su rostro denotara una mueca de desagrado por los hombres que se hayaban ahí. Ciertamente no se veían para nada tentadores, para hacerla que se "lanzara" por ellos.
- Cometí el error de no saber reconocer tu aura. Fue sumamente injusto, y ciertamente esa visión de mala cazadora, quedó luego de no saber específicamente contra que me enfrentaba...- lentamente levantaría la copa, frente a sus rostros como si realizara un brindis, por el.
- ...Un brujo, que maravillosa sorpresa me lleve, hermosa.- mencionaría adaptando el tono sarcástico a sus palabras, por que para ser realistas no había sido nada maravillosa, ni mucho menos hermosa aquella sorpresa, pero dejaría que el notara el tono y lo acogiera como deseara.
Como si se tratara de un familiar, esperó que le contara algo de sus vivencias luego de salir con vida del bosque. Pero para su sorpresa solo comenzó a pensar, y como siempre al no estar concentrada en mantenerse alejada de las mentes, entró sin permiso a la de Lissander, escuchando con claridad como los recuerdos llegaban a ella, pero para su sorpresa la respuesta de el fue mucho mas simple.
- Ya veo, nada relevante. De igual forma espero que ese entrenamiento mágico, haya sido interesante. - aquello era una reseña de que ya se había enterado, incluso por el mismo, era extraño, pero aveces era demasiado fácil escuchar o ver en la mente ajena, como si la conexión que se creara con el fuera inevitable, algo que no dejaba de parecerle extraño, puesto que nunca le había ocurrido algo similar.
De manera casi teatral y exagerada se llevó una mano justo por debajo de su cuello, simulando una profunda ofensa por parte de el, y todo proveniente por la palabra "clemencia", ¿En serio pensaba que había sido eso? Grave error.
- Ay Lissander, ¿hasta cuando seguirás negando que no ibas a matarme?. Sabes que no hubieras podido, por que tampoco deseabas hacerlo, y por mi parte debo decir, como lo dije ese mismo día ahí, sabiendo que aún estabas sumamente cerca y pudiste escucharme, que yo tampoco deseaba acabar con tu vida. ¿Por que razón? No tengo la menor idea, pero que importa, ahora las vueltas de la vida nos regalan una segunda oportunidad, y debemos saber como usarla ¿no? - le preguntaría, mientras se acomodaba, inclinándose un tanto mas cerca de el, intentando que aquellas palabras que mencionó, que quedaran solo para el.
Un suspiro un poco mas extenso se liberó por sus labios entreabiertos, y su mano mas cercana a el, se levantara para remover un mechón del rubio cabello que caía sobre los ojos ajenos, un tacto frío como la nieve, pero todo sería rápido he inconsciente, sus movimientos eran suaves y delicados, de alguna u otra forma inalterables para cualquiera, incluso para el brujo.
- Tal parece que la única entretención aquí es beber hasta caer rendidos y al borde de un colapso al suelo... que aburrido.- diría esto casi refunfuñando, mientras se apoyaba en el respaldo de su asiento, con una posición de capricho al no saber que hacer para desprenderse de toda la monotonía de sus noches, esperando muy en el fondo, que el joven de azules ojos, lograra formular alguna idea que permitiría a ambos pasar una noche bastante mas interesante y divertida.
Aquella chispa de maldad, brillaría de forma tenue en las pupilas de la joven, quien luego de quitar los ojos de los que se hallaban a su alrededor, los fijaría con precisión sobre el cuerpo que tenía frente a ella, el de aquel brujo que no paraba de recriminarle la forma en como llevaba su inmortalidad.
- Si, he venido a alimentarme, pero no se por que razón, ya me estoy arrepintiendo.- le comentaría de forma que su rostro denotara una mueca de desagrado por los hombres que se hayaban ahí. Ciertamente no se veían para nada tentadores, para hacerla que se "lanzara" por ellos.
- Cometí el error de no saber reconocer tu aura. Fue sumamente injusto, y ciertamente esa visión de mala cazadora, quedó luego de no saber específicamente contra que me enfrentaba...- lentamente levantaría la copa, frente a sus rostros como si realizara un brindis, por el.
- ...Un brujo, que maravillosa sorpresa me lleve, hermosa.- mencionaría adaptando el tono sarcástico a sus palabras, por que para ser realistas no había sido nada maravillosa, ni mucho menos hermosa aquella sorpresa, pero dejaría que el notara el tono y lo acogiera como deseara.
Como si se tratara de un familiar, esperó que le contara algo de sus vivencias luego de salir con vida del bosque. Pero para su sorpresa solo comenzó a pensar, y como siempre al no estar concentrada en mantenerse alejada de las mentes, entró sin permiso a la de Lissander, escuchando con claridad como los recuerdos llegaban a ella, pero para su sorpresa la respuesta de el fue mucho mas simple.
- Ya veo, nada relevante. De igual forma espero que ese entrenamiento mágico, haya sido interesante. - aquello era una reseña de que ya se había enterado, incluso por el mismo, era extraño, pero aveces era demasiado fácil escuchar o ver en la mente ajena, como si la conexión que se creara con el fuera inevitable, algo que no dejaba de parecerle extraño, puesto que nunca le había ocurrido algo similar.
De manera casi teatral y exagerada se llevó una mano justo por debajo de su cuello, simulando una profunda ofensa por parte de el, y todo proveniente por la palabra "clemencia", ¿En serio pensaba que había sido eso? Grave error.
- Ay Lissander, ¿hasta cuando seguirás negando que no ibas a matarme?. Sabes que no hubieras podido, por que tampoco deseabas hacerlo, y por mi parte debo decir, como lo dije ese mismo día ahí, sabiendo que aún estabas sumamente cerca y pudiste escucharme, que yo tampoco deseaba acabar con tu vida. ¿Por que razón? No tengo la menor idea, pero que importa, ahora las vueltas de la vida nos regalan una segunda oportunidad, y debemos saber como usarla ¿no? - le preguntaría, mientras se acomodaba, inclinándose un tanto mas cerca de el, intentando que aquellas palabras que mencionó, que quedaran solo para el.
Un suspiro un poco mas extenso se liberó por sus labios entreabiertos, y su mano mas cercana a el, se levantara para remover un mechón del rubio cabello que caía sobre los ojos ajenos, un tacto frío como la nieve, pero todo sería rápido he inconsciente, sus movimientos eran suaves y delicados, de alguna u otra forma inalterables para cualquiera, incluso para el brujo.
- Tal parece que la única entretención aquí es beber hasta caer rendidos y al borde de un colapso al suelo... que aburrido.- diría esto casi refunfuñando, mientras se apoyaba en el respaldo de su asiento, con una posición de capricho al no saber que hacer para desprenderse de toda la monotonía de sus noches, esperando muy en el fondo, que el joven de azules ojos, lograra formular alguna idea que permitiría a ambos pasar una noche bastante mas interesante y divertida.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: El sorprendente inicio de nuestro lazo
Si el sarcasmo fuesen navajas, ya se habrían clavado unas cuantas aquellos dos. Para el brujo, era divertido, sencillamente eso, le era interesante mantener una conversación tan animada con una vampira, con la misma muerte, y hasta con una cazadora que intentó tomarle como presa, pero nada de eso le importaba ahora, los dos estaban conscientes que de hacer algo uno contra el otro, las cosas terminarían mal, como por ejemplo, si ella intentaba morderle, podría terminar calcinada antes de siquiera succionar medio litro de sangre, y si él, intentase hechizarla, ella bien podría de un bofetón arrancarle la cabeza, eran poderosos, y estaban en claro que muy iguales y que durante la batalla siempre lo estuvieron. Eso le causaba cierta comodidad al brujo, cierto balance, no se sentía en peligro, considerando el pasado, y estaba completamente seguro de que ella tampoco le veía como una amenaza, esa noche, el gato y el ratón dejaron de cazarse o defenderse, para volverse en una conversación de enemigos que no tenía aun hora de culminar.
- Si, no veo ningún idiota digno de que le succiones sangre, y aunque sé que soy un buen prospecto, no podrías hacerlo. - Se río con un resoplido de su nariz, le era chistoso jugarse con ella, y era divertido, quizás y solo quizás, el alcohol le ayudaba a ser un poco más amable de lo que acostumbraba a ser. - El aura de un brujo es ligeramente diferente a la de un humano, muy ligera diferencia, casi imperceptible, por eso nunca te ibas a dar cuenta de que yo era un brujo, solamente un simple humano, y esa desventaja la tomé como ventaja, lo supe desde siempre. - Le guiñó el ojo al final de su aclaración, ella no pudo reconocerle porque la diferencia era una simple chispa que hacía notar quizás un poco más los colores de un aura humana, algo que a simple vista no podrían notar, la magia no era algo que podría olfatearse, o verse, oírse o saborearse, incluso palpable, la magia era energía etérea en el cuerpo del brujo, he allí el porqué los inmortales no podrían nunca, o casi nunca, detectar la hechicería en un ser humano. - Yo buscaba enfrentarme a un licántropo, pensé que estos vivían en el bosque o cerca de él, no una vampira, ¿estos no acostumbran a vivir en la sociedad? Debido a sus condiciones y necesidades, les convendría más. - Esto obvio dicho porque su alimentación eran los humanos, en un bosque no era común el paso de humanos como el centro de la ciudad o en poblaciones aledañas al casco central.
Cuando nombró lo del entrenamiento mágico recordó que con ella no podía pensar absolutamente nada pues esta lo leería, la telepatía que tenía en su poder era poderosa, sin esfuerzo alguno ella podría ver sus pensamientos, adelantarse e incluso llegar a predecir acciones, gracias al principio “primero pienso, y luego existo”, era fácil aplicarla, ese don de ella era muy perfecto y demasiado útil. Es una lástima que solamente los vampiros pudiesen tenerla. - ¿Tienes que meterte en mi mente? ¡Yo no me meto en la tuya! - Dijo fingiendo molestia, y tomando un trago del vino como si de verdad le molestara, pero no era así, después de todo, ¿qué podía hacer ella con la información que encontrara en su cabeza? Dudaba mucho que algo productivo.
Después de entender que ella tampoco quiso matarlo en el bosque, no pudo evitar sonreír, se voltearía en la silla para colocarse en la barra, porque necesitaba ocultar un poco la satisfacción de aquello. Ellos nunca buscaron matarse, Lissander solo necesitaba recitar una palabra, y ella solamente necesitaba un roce, pero nunca sucedió tal cosa, nunca llegaron a tanto, porque no lo querían así. - ¡Bien, bien! Lo admito, no quería matarte, no fui al bosque por una presa para asesinar, fui al bosque a aprender, me preparé para enfrentar a un inmortal, sea licántropo, cambiaformas, o vampiro, pero fui con el propósito de enfrentarme a uno para aprender de él, y contigo aprendí suficiente. No iba con intenciones de asesinarte, sino, al verte entrar en el claro habría recitado una palabra y tu cuerpo se hubiese calcinado ante mí. ¿Es el fuego su debilidad, no? - Quería cerciorarse de eso, tuvo mucha duda en ello, y no lo hizo precisamente porque tenía miedo de acabar con ella, pues, ella no había acabado con él. - ¿Una segunda oportunidad para matarnos aquí? No, Leonor, no puedo asesinarte aquí, no me lo pidas, por favor, no, deja de insistir. - Sonrío ampliamente y terminó de tomarse el vino de la copa, dejándola vacía sobre la barra, para luego sentir el movimiento veloz, o bueno, casi sentir, lo que hizo con un mechón de su cabello, fue un bonito gesto, nada más, y no quería verlo como algo más. Ellos no eran amigos.
- ¿Has estado bebida hasta el colapso del suelo? Creo que no, peeeeeero… no planeo quedarme sin hacer nada, así que… - Silbó al cantinero y le dijo que trajera dos botellas de un licor fuerte que tenían en frente, detrás de la barra, el hombre de inmediato obedeció y colocó su pedido frente al caballero Arcalucci, el cual de inmediato paso una botella al frente de la chica. - Esta noche, brindo yo. - Destapó la botella y extendió el pico de la misma un poco, su cara obviamente decía que chocarán las botellas, hacer una especie de brindis. Esa noche ya no quería tener inhibiciones, ella no iba a salirse de allí y él tampoco, un rato más y se marchaba.
¿Qué tan malo podría ser beber con una vampira?
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: El sorprendente inicio de nuestro lazo
¿Por que el mantener una charla así de cercana, sin rastros de maldad, podía desarrollarse entre dos seres que supuestamente debían haberse convertido en enemigos? Todo esto por la clara razón de su enfrentamiento, ellos no debían ser amigos, ni siquiera deberían estar compartiendo una copa, nada. Aquello parecía como si ambos seres se negaran a seguir la "regla de oro", y sociabilizaban sin pesar, siempre con una sonrisa segura y amplia en sus labios. Un aire de superioridad que no se opaca por el ajeno. Sabían como brillar por su cuenta, y no dejar que el sarcasmo propio de cada cual, los desanimara, al contrario.
Siempre los ojos de la inmortal buscaban los ajenos, disfrutaba de mantener ese contacto visual con el brujo, ya que siempre podía proyectar mas con eso, que con sus palabras.
- No se por que no me sorprende tu... humildad, al creer que eres lo mejor de aquí. - agregaría estas palabras llevándose una mano a su frente y formulaba una pequeña risa. El uso de palabra "humildad" vendría perfecto al tema que siempre se mantenía fijo sobre la mesa: Sarcasmo.
Asintió suavemente con la cabeza al escuchar su mención sobre los licantropos, y que por el contrario a su especie, era a ellos a quienes realmente buscaba.
- Pues lamento haberte decepcionado, si lo que realmente buscabas era un lycan. Y supongo que la mayoría de los vampiros buscan lugares mas cargados de humanos, pero por mi parte he vivido toda mi vida en el bosque, no veo por que mi "no-vida" deba desarrollarse fuera de el. - le explicó con calma, mientras daba un último sorbo a la copa de vino que anteriormente le había arrebatado. Al terminar la levantó con cuidado, en un gesto de agradecimiento por la invitación que jamás existió.
El cuerpo de la joven fingió un leve sobresalto al escuchar aquel "regaño" por parte de el, todo por el echo de que ella no era capaz de mantenerse fuera de su mente. Lamentablemente para el debería acostumbrarse a eso. Y levantando las manos en señal de inocencia le dijo.
- ¡Lo siento, lo siento! Pero me es demasiado simple escucharte, crear la conexión con tu mente es casi instantáneo. Sabia que debías tener algo mal en tu cabeza. - Y el sarcasmo, suma y sigue.
La vampiresa bromeaba con el, pero no buscaba ofenderlo, finalmente le comentó algo que era real y extraño, aún para ella y le pareció justo hacérselo saber, sin estar segura de como lo tomaría, podía ser un desventaja por el momento, sin imaginar como les favorecería eso mas adelante.
Escuchar de su propia boca que el brujo reconociera que no quería asesinarla, le hizo sonreír con ganas, por que solo confirmaba algo que ella sabía a la perfección, pero que el dentro de su terquedad, se negaba a aceptar.
- No puedes llegar y calcinar a las personas Lissander, eso no es para nada cortes. Aunque así como tu pudiste hacerlo, yo habría podido llegar hasta ti sin que me detectaras, y acabar con tu vida con solo un roce ahí... - le diría mientras su índice señalaba a distancia el cuello del joven.
- ...Ninguno lo hizo, y por mi esta muy bien. El fuego es un complemento, necesitas otras cosas para aniquilar a los vampiros, debes aprender mas, pero esa parte no lo harás conmigo. - agregaría con seguridad, mientras se cruzaba de brazos y en su rostro se formaba un gesto de negación. Era claro que para eso, ella no sería su conejillo de indias.
Era fascinante como el lograba hacerla reír de manera tan sincera, acogía sus palabras y las transformaba para si, en algo sumamente cómico.
Apreció como el brujo hacía el pedido, y rápidamente le ofrecía la botella, mientras los finos dedos de la joven rodeaban la parte mas delgada de esta, alzándola frente a sus rostros, culminando el brindis propuesto por la mano ajena.
- Brindemos por este reencuentro. - dicho esto le dio un largo trago a la botella, sintiendo como el ardor le quemaba la garganta, sin duda había escogido algo muy fuerte para comenzar.
- No querido, nunca he quedado así de mal sobre el suelo, y para serte sincera no me gustaría recordar esta noche como la primera vez que me ocurrió. Aunque... - *Mirame* - formularía ese susurro en la mente ajena, y solo cuando sus mirada se entrelazaron continuó.
- Podría hacerte bailar justo aquí... - sus dedos repasaron con dedicación la parte superior de la barra. Una orden y la taberna tendría al médico Arcalucci mostrando toda su destreza.
Aquello fue una idea alocada que compartió, sabiendo que el recordaría cuanta verdad poseían sus palabras, pero no haría nada hasta entrar mas en "confianza", y mientras esperaba volvió a darle un trago a su botella, a la par que fruncía el ceño, acomodando su codo sobre la barra haciendo que su cabeza descansara sobre la mano del mismo brazo.
- ¿Qué dices? - preguntaría con un toque de ternura en su voz, aun conociendo la respuesta. Pero tiempo tenían y licor también. Las decisiones pueden cambiar ¿no?
Siempre los ojos de la inmortal buscaban los ajenos, disfrutaba de mantener ese contacto visual con el brujo, ya que siempre podía proyectar mas con eso, que con sus palabras.
- No se por que no me sorprende tu... humildad, al creer que eres lo mejor de aquí. - agregaría estas palabras llevándose una mano a su frente y formulaba una pequeña risa. El uso de palabra "humildad" vendría perfecto al tema que siempre se mantenía fijo sobre la mesa: Sarcasmo.
Asintió suavemente con la cabeza al escuchar su mención sobre los licantropos, y que por el contrario a su especie, era a ellos a quienes realmente buscaba.
- Pues lamento haberte decepcionado, si lo que realmente buscabas era un lycan. Y supongo que la mayoría de los vampiros buscan lugares mas cargados de humanos, pero por mi parte he vivido toda mi vida en el bosque, no veo por que mi "no-vida" deba desarrollarse fuera de el. - le explicó con calma, mientras daba un último sorbo a la copa de vino que anteriormente le había arrebatado. Al terminar la levantó con cuidado, en un gesto de agradecimiento por la invitación que jamás existió.
El cuerpo de la joven fingió un leve sobresalto al escuchar aquel "regaño" por parte de el, todo por el echo de que ella no era capaz de mantenerse fuera de su mente. Lamentablemente para el debería acostumbrarse a eso. Y levantando las manos en señal de inocencia le dijo.
- ¡Lo siento, lo siento! Pero me es demasiado simple escucharte, crear la conexión con tu mente es casi instantáneo. Sabia que debías tener algo mal en tu cabeza. - Y el sarcasmo, suma y sigue.
La vampiresa bromeaba con el, pero no buscaba ofenderlo, finalmente le comentó algo que era real y extraño, aún para ella y le pareció justo hacérselo saber, sin estar segura de como lo tomaría, podía ser un desventaja por el momento, sin imaginar como les favorecería eso mas adelante.
Escuchar de su propia boca que el brujo reconociera que no quería asesinarla, le hizo sonreír con ganas, por que solo confirmaba algo que ella sabía a la perfección, pero que el dentro de su terquedad, se negaba a aceptar.
- No puedes llegar y calcinar a las personas Lissander, eso no es para nada cortes. Aunque así como tu pudiste hacerlo, yo habría podido llegar hasta ti sin que me detectaras, y acabar con tu vida con solo un roce ahí... - le diría mientras su índice señalaba a distancia el cuello del joven.
- ...Ninguno lo hizo, y por mi esta muy bien. El fuego es un complemento, necesitas otras cosas para aniquilar a los vampiros, debes aprender mas, pero esa parte no lo harás conmigo. - agregaría con seguridad, mientras se cruzaba de brazos y en su rostro se formaba un gesto de negación. Era claro que para eso, ella no sería su conejillo de indias.
Era fascinante como el lograba hacerla reír de manera tan sincera, acogía sus palabras y las transformaba para si, en algo sumamente cómico.
Apreció como el brujo hacía el pedido, y rápidamente le ofrecía la botella, mientras los finos dedos de la joven rodeaban la parte mas delgada de esta, alzándola frente a sus rostros, culminando el brindis propuesto por la mano ajena.
- Brindemos por este reencuentro. - dicho esto le dio un largo trago a la botella, sintiendo como el ardor le quemaba la garganta, sin duda había escogido algo muy fuerte para comenzar.
- No querido, nunca he quedado así de mal sobre el suelo, y para serte sincera no me gustaría recordar esta noche como la primera vez que me ocurrió. Aunque... - *Mirame* - formularía ese susurro en la mente ajena, y solo cuando sus mirada se entrelazaron continuó.
- Podría hacerte bailar justo aquí... - sus dedos repasaron con dedicación la parte superior de la barra. Una orden y la taberna tendría al médico Arcalucci mostrando toda su destreza.
Aquello fue una idea alocada que compartió, sabiendo que el recordaría cuanta verdad poseían sus palabras, pero no haría nada hasta entrar mas en "confianza", y mientras esperaba volvió a darle un trago a su botella, a la par que fruncía el ceño, acomodando su codo sobre la barra haciendo que su cabeza descansara sobre la mano del mismo brazo.
- ¿Qué dices? - preguntaría con un toque de ternura en su voz, aun conociendo la respuesta. Pero tiempo tenían y licor también. Las decisiones pueden cambiar ¿no?
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: El sorprendente inicio de nuestro lazo
¿Por qué los vampiros y los humanos se odiaban? Unos cazaban a otros, no debería existir ese odio, debería de haber un equilibrio o una tregua entre estas dos razas, como por ejemplo: ellos dos. Tenían una tregua desde el momento en que se conocieron esa noche en el bosque, ella no quiso matarlo, y él tampoco a ella, por razones ya dichas de parte de cada uno. Era como si el destino tuviese otros planes para esos dos, como si existiera la excepción a la “regla de oro” que nombraba la narradora amiga, y esos fueran estos dos. Un brujo y una vampira. Un humano y un demonio, bueno, técnicamente Lissander era humano, más para las santas escrituras también era instrumento del demonio, por tanto, una especie del mismo. Pero la cosa era simplemente aquella, tenían un buen trato, y no simplemente de alimento a depredador y viceversa.
Aquella mujer seguía sacando sus cartas de sarcasmo a la mesa afirmando a duras penas que era lo mejor en la taberna como alimento, no pudo evitar soltar cierta risilla a su compañera, porque precisamente quería resaltar aquella “humildad” inexistente que expresó en sus palabras. - Bueno, claramente estoy decepcionado, a un grandote de esos si hubiese tenido que asesinarlo, son demasiado volátiles como para mediar y tratar de estudiarlos correctamente. - Pensó en voz alta aquello, usaba la lógica y se percataba de que fue mejor haber empezado su estudio de los sobrenaturales con una raza como los vampiros, porque eran más “sencillos” de estudiar y un poco menos riesgosos, a su parecer, era bien sabido desde antigüedad que los hombres lobo no podían controlarse su forma salvaje, carecían de aquello y por ende les hacía maquinas de batalla extremadamente peligrosas. - Peeeero, nada se puede hacer ya, casi nos matamos, no lo hicimos y aquí estamos. - Diría muy tranquilo, volviendo sus orbes a gente que rondaba el lugar, examinando, perdiéndose un poco en pensamientos que no venían al caso.
- Si puedo calcinar a quien quiera, y tú puedes alimentarte de quien quieras. Pero no se debe, ¿Qué no sabes hablar bien? - Alzaría una ceja como adorno a la sonrisa que usaba para hablarle, estaba jugando de nuevo sus cartas para ofenderla, siempre divertido, siempre mostrando un poco de superioridad. - A tu salud de no muerta. - Se le escucharían de sus labios las palabras, justo antes de chocar las botellas y empinar aquel liquido a través de su organismo en un trago mucho menos largo que el de la joven, ¿la razón? Él no podía soportar demasiado el ardor como ella, pero si igual degustarlo y sentir lo caliente del ron en el estomago. Se sentía muy bien aquello, y comenzaba a disfrutarlo.
Su cabeza se giraría tras el pensamiento enviado a su mente, ¿tenía que realmente usar eso todo el tiempo? Era un poco molesto, no se acostumbraba a escuchar otra voz en su cabeza que no fuese la suya. - No. - Dijo en seco sin siquiera meditar lo que esta había propuesto. - Tú me haces bailar aquí, y yo te hago ver desnuda a todos. Además… - Esa expresión seria que tenía su amenaza era totalmente difuminada por la maliciosa sonrisa que surcaban sus labios. - … bien puedo hacer ver a todos aquí lo que quiera, incluyéndote, no tientes a tu suerte… querida. - Guiñaría un ojo y tomaría la botella para beber un poco más del trago de su botella de ron.
- Ahora… - Se secaría la boca un poco con el espaldar de su mano. - … ¿Cuántos años tienen los vampiros? ¿Cuántos tienes tú? ¿Cuántos pueden vivir? Si voy a aprender sin usar fuego, por lo menos entonces dame otro tipo de información que me sirva de algo. - Sonaría hasta un poco fastidiado su comentario, hubiese querido usar algunas pequeñas llamas en su piel para examinar la reacción, y luego también idear como sanarlo, eso era un buen experimento, usar magia en el cuerpo de un vampiro directamente, acelerar o desacelerar la sanación que poseían. ¿Interesante, no? Bueno, su mente ya se lo había imaginado, y como la conexión era “débil”, sonreía, porque estaba seguro que ella también lo había avistado.
Aquella mujer seguía sacando sus cartas de sarcasmo a la mesa afirmando a duras penas que era lo mejor en la taberna como alimento, no pudo evitar soltar cierta risilla a su compañera, porque precisamente quería resaltar aquella “humildad” inexistente que expresó en sus palabras. - Bueno, claramente estoy decepcionado, a un grandote de esos si hubiese tenido que asesinarlo, son demasiado volátiles como para mediar y tratar de estudiarlos correctamente. - Pensó en voz alta aquello, usaba la lógica y se percataba de que fue mejor haber empezado su estudio de los sobrenaturales con una raza como los vampiros, porque eran más “sencillos” de estudiar y un poco menos riesgosos, a su parecer, era bien sabido desde antigüedad que los hombres lobo no podían controlarse su forma salvaje, carecían de aquello y por ende les hacía maquinas de batalla extremadamente peligrosas. - Peeeero, nada se puede hacer ya, casi nos matamos, no lo hicimos y aquí estamos. - Diría muy tranquilo, volviendo sus orbes a gente que rondaba el lugar, examinando, perdiéndose un poco en pensamientos que no venían al caso.
- Si puedo calcinar a quien quiera, y tú puedes alimentarte de quien quieras. Pero no se debe, ¿Qué no sabes hablar bien? - Alzaría una ceja como adorno a la sonrisa que usaba para hablarle, estaba jugando de nuevo sus cartas para ofenderla, siempre divertido, siempre mostrando un poco de superioridad. - A tu salud de no muerta. - Se le escucharían de sus labios las palabras, justo antes de chocar las botellas y empinar aquel liquido a través de su organismo en un trago mucho menos largo que el de la joven, ¿la razón? Él no podía soportar demasiado el ardor como ella, pero si igual degustarlo y sentir lo caliente del ron en el estomago. Se sentía muy bien aquello, y comenzaba a disfrutarlo.
Su cabeza se giraría tras el pensamiento enviado a su mente, ¿tenía que realmente usar eso todo el tiempo? Era un poco molesto, no se acostumbraba a escuchar otra voz en su cabeza que no fuese la suya. - No. - Dijo en seco sin siquiera meditar lo que esta había propuesto. - Tú me haces bailar aquí, y yo te hago ver desnuda a todos. Además… - Esa expresión seria que tenía su amenaza era totalmente difuminada por la maliciosa sonrisa que surcaban sus labios. - … bien puedo hacer ver a todos aquí lo que quiera, incluyéndote, no tientes a tu suerte… querida. - Guiñaría un ojo y tomaría la botella para beber un poco más del trago de su botella de ron.
- Ahora… - Se secaría la boca un poco con el espaldar de su mano. - … ¿Cuántos años tienen los vampiros? ¿Cuántos tienes tú? ¿Cuántos pueden vivir? Si voy a aprender sin usar fuego, por lo menos entonces dame otro tipo de información que me sirva de algo. - Sonaría hasta un poco fastidiado su comentario, hubiese querido usar algunas pequeñas llamas en su piel para examinar la reacción, y luego también idear como sanarlo, eso era un buen experimento, usar magia en el cuerpo de un vampiro directamente, acelerar o desacelerar la sanación que poseían. ¿Interesante, no? Bueno, su mente ya se lo había imaginado, y como la conexión era “débil”, sonreía, porque estaba seguro que ella también lo había avistado.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: El sorprendente inicio de nuestro lazo
Una pregunta, un respuesta camuflada. Un aire de sarcasmo y se venía de vuelta una ráfaga aún mas cargada de aquello que los divertía. ¿Había algo mas fascinante que aquello?... Ambos consientes de sus habilidades, sabiendo como podía afectar en ellos, todos y cada uno sumamente fuerte, y efectivo. La suerte se paseaba entre los movimientos de ambos seres, las amenazas siempre presentes, pero no llegarían nunca a cumplirse, al menos no de una forma peligrosa. Después de todo, ellos esta noche, no eran enemigos, por mucho que se empeñaran en demostrar lo contrario.
La joven lo escuchaba y aunque su mirada por segundos se viera perdida en algún otro sitio, permanecía atenta a las palabras, gestos y movimientos de el.
Mantenía una sonrisa entre cálida y juguetona, la cual se marcada perfectamente pintada en su rostro, que por momentos se veía inclinado hacía los costados, o simplemente negando ante las ideas que agregaba su acompañante, aunque por momentos también ignoraba algunas.
- No quiero tener a todos los de la taberna persiguiéndome, así que me parece que eso de la desnudez, sería una muy mala idea.- le diría rápidamente, fingiendo una mueca de espanto, mientras su indice repasaba la botella que contenía el licor, antes de levantarla contra sus labios abiertos y darle un nuevo trago que hizo estremecer su cuerpo por lo bajo.
Depositando nuevamente su botella en la mesa, llegaron hasta sus oídos las nuevas dudas por parte de el, las cuales le parecieron bastante simples, y no sintió problemas para disiparlas. Por lo que se acomodó en su silla y sosteniendo su mirada comenzó a contarle un poco mas sobre ella.
- Los vampiros pueden tener miles y miles de años, Lissander. Pero yo por mi parte cumplí solo uno hace muy poco, digamos que si nos hubiéramos conocido un tiempo antes, te habrías encontrado con una indefensa y sencilla humana, nada mas.- comentaría con la calma que tanto la caracterizaba, como si hablara del tema mas normal del mundo.
- Tuve que aprender a vivir de nuevo, es como cuando eres un bebe y comienzas a caminar, y controlar tus "mañas". Yo trabajé mucho en controlar la sed, y créeme que no es fácil... en lo absoluto. Pero lo logré, y ahora puedo acercarme a mis amigos sin riesgo en que los lastime, o lo que sea que antes podría haberles echo. Soy bastante tranquila, y aquella noche tu me desafiaste, yo solo me defendí. - le diría alzando ambas manos en señal de inocencia, aunque muy dentro de si, sabía que había sido mutuo, por lo que no contuvo la risa que nació de sus labios segundos después.
Claramente sintió que había dicho lo suficiente acerca de ella. Como era de esperarse la curiosidad de la joven no se hizo esperar y salió a flote rápidamente.
- ¿Que me dices tú?... ¿Por que llegaste específicamente a París, vienes solo o con alguien mas? - lanzaría variadas preguntas, aguardando las respuestas a las mismas. Por supuesto que deseaba conocer mas del que era su enemigo... o había sido su enemigo, a estas alturas no sabía exactamente la "relación" que mantenían.
Entre la espera, alzó por segunda vez el alcohol, para hacerlo entrar en su sistema, esta vez sin realizar movimientos, ya estando mas acostumbrada a lo fuerte del trago que le había sido invitado.
- ¿Te gustaría ver la reacción que tiene mi piel frente al fuego?... si no te importa que alguien de aquí te vea hacer "magia"...- diciendo esto, levantaría su mano izquierda hasta ponerla a la altura del rostro ajeno.
- ... Averígualo.-
Dejaría abierta la invitación, pero... ¿Por que se arriesgaba de esa manera? El no le había dado la confianza, no podía saber realmente si iba a lastimarla o no. ¿Tenía acaso algún motivo para hacerlo?. La verdad era que no, pero por alguna razón no sentía miedo, no se preocupaba de lo que el brujo pudiera hacer... esa noche, no.
La joven lo escuchaba y aunque su mirada por segundos se viera perdida en algún otro sitio, permanecía atenta a las palabras, gestos y movimientos de el.
Mantenía una sonrisa entre cálida y juguetona, la cual se marcada perfectamente pintada en su rostro, que por momentos se veía inclinado hacía los costados, o simplemente negando ante las ideas que agregaba su acompañante, aunque por momentos también ignoraba algunas.
- No quiero tener a todos los de la taberna persiguiéndome, así que me parece que eso de la desnudez, sería una muy mala idea.- le diría rápidamente, fingiendo una mueca de espanto, mientras su indice repasaba la botella que contenía el licor, antes de levantarla contra sus labios abiertos y darle un nuevo trago que hizo estremecer su cuerpo por lo bajo.
Depositando nuevamente su botella en la mesa, llegaron hasta sus oídos las nuevas dudas por parte de el, las cuales le parecieron bastante simples, y no sintió problemas para disiparlas. Por lo que se acomodó en su silla y sosteniendo su mirada comenzó a contarle un poco mas sobre ella.
- Los vampiros pueden tener miles y miles de años, Lissander. Pero yo por mi parte cumplí solo uno hace muy poco, digamos que si nos hubiéramos conocido un tiempo antes, te habrías encontrado con una indefensa y sencilla humana, nada mas.- comentaría con la calma que tanto la caracterizaba, como si hablara del tema mas normal del mundo.
- Tuve que aprender a vivir de nuevo, es como cuando eres un bebe y comienzas a caminar, y controlar tus "mañas". Yo trabajé mucho en controlar la sed, y créeme que no es fácil... en lo absoluto. Pero lo logré, y ahora puedo acercarme a mis amigos sin riesgo en que los lastime, o lo que sea que antes podría haberles echo. Soy bastante tranquila, y aquella noche tu me desafiaste, yo solo me defendí. - le diría alzando ambas manos en señal de inocencia, aunque muy dentro de si, sabía que había sido mutuo, por lo que no contuvo la risa que nació de sus labios segundos después.
Claramente sintió que había dicho lo suficiente acerca de ella. Como era de esperarse la curiosidad de la joven no se hizo esperar y salió a flote rápidamente.
- ¿Que me dices tú?... ¿Por que llegaste específicamente a París, vienes solo o con alguien mas? - lanzaría variadas preguntas, aguardando las respuestas a las mismas. Por supuesto que deseaba conocer mas del que era su enemigo... o había sido su enemigo, a estas alturas no sabía exactamente la "relación" que mantenían.
Entre la espera, alzó por segunda vez el alcohol, para hacerlo entrar en su sistema, esta vez sin realizar movimientos, ya estando mas acostumbrada a lo fuerte del trago que le había sido invitado.
- ¿Te gustaría ver la reacción que tiene mi piel frente al fuego?... si no te importa que alguien de aquí te vea hacer "magia"...- diciendo esto, levantaría su mano izquierda hasta ponerla a la altura del rostro ajeno.
- ... Averígualo.-
Dejaría abierta la invitación, pero... ¿Por que se arriesgaba de esa manera? El no le había dado la confianza, no podía saber realmente si iba a lastimarla o no. ¿Tenía acaso algún motivo para hacerlo?. La verdad era que no, pero por alguna razón no sentía miedo, no se preocupaba de lo que el brujo pudiera hacer... esa noche, no.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: El sorprendente inicio de nuestro lazo
Era la vida un conjunto de retos, experiencias, recuerdos y metas. Era la vida un pasaje por caminos desconocidos, o vueltos a conocer, dependiendo de la creencia de la persona. Era la vida cualquier cosa que quisieras que fuera, si las ganas de luchar y la convicción te llevaban a ello. Era aquel brujo un caminante de la vida, como cualquier otro, o no quizás como cualquier otro, quizás solo como él podía hacerlo, pero era un caminante que buscaba conocer cada paso que daba, cada entorno nuevo que encontraba, cada personaje en el mundo que conocía, era ese muchacho un completo analista y observador. Lo sabía él, y estaba seguro que al final de esa casual y fortuita velada, la joven vampiresa iba a llegar a la misma sana conclusión.
Su diestra llevaría a su boca la botella, y dejaría el alcohol fluir en su interior. ¡Oh, bendito y maldito alcohol! El ardor no se hizo esperar, y una mueca denotando esto apareció en su rostro tal cual, podría hasta ser gracioso aquello. Lissander nunca antes había bebido de esa manera, realmente, nunca había bebido. Una familia convencional, una carrera fuerte y un estudiante como lo fue, no tenía el tupé de tener esos privilegios, no se los permitió en aquel entonces, y ahora, después de un año de luto por sus padres, podría hacerlo, ¿no? En todo caso, era esa botella, y se iría a su casa, no iba a quedarse toda la noche en el bar o algo por el estilo. - O capaz no te ve nadie… - Dijo a su comentario sobre la desnudez, le estaba bromeando con que seguramente verían su cuerpo y la ignorarían, pero no era verdad, aquella muchacha poseía una hermosa figura y rostro, que fácilmente podría pasar por un pequeño ángel, tan minúsculo y frágil, sin pensar que era una pequeña en
- Ya veo. Miles de años… ¿Y ganan poderes con esos años? ¿Los tienen a partir de su transformación o los desarrollan con el tiempo? - Se mostraba interesado y curioso, incluso, en su mente anotaba toda esa información, iba a plasmarla luego, estaba escribiendo una especie de libro a partir de sus vivencias y aprendizajes, no estaba demás, después de todo, podrían generaciones futuras aprender de esos conocimientos, quizás hasta la misma Eris, podría aprender algo de ello. - París fue un destino al azar, no lo elegí porque era la ciudad más bonita, lo elegí porque así lo quise. Si, vengo con mi hermana menor. - De un momento a otro se dio cuenta que sin haber dicho eso, la joven pudo haberlo leído de su mente, en realidad podía leer todo lo que pensará, su historia, sus vivencias, todo. La telepatía era un don envidiable, pues, las personas eran libros abiertos para su portador. Más, el no querría tenerlo, los pensamientos son algo que a veces deberían quedarse tal cual, en la cabeza de cada quién. - No sé para qué preguntas algo de lo que puedes asegurarte echando un vistazo a mi mente. - Una ceja se alzaría en su faz, era bastante sarcástico su comentario, porque era verdad, a final de cuentas no importaba si dijera que vino del Polo Norte en una inmensa bola de hierro cantando una canción semi-desnudo, ella podría asegurarse de la veracidad de sus palabras.
- ¿Cuándo fuiste convertida? ¿Lo decidiste o fue obligado? - Esa pregunta quizá fue delicada, pero quería saberlo, es por eso que luego agregaría: - Y disculpa si trasciendo la confianza, tú comenzaste con las preguntas personales, así como yo con la batalla. - Risas de nuevo, él no comenzó, ella fue la que se abalanzó contra él y lo mando contra un árbol, claro, quizá el tuvo que ver con una provocacióncilla por ahí, pero técnicamente no tuvo la culpa, ¿verdad? - Nadie nos ve, si yo no quiero que nos vean. - La malicia se asomó en esos labios que ahora se curvaban, ¿Ella quería en un reto? Un reto cumplido tendría.
- Realität. - Pronunciaron sus labios en un perfecto alemán, estaba destinado aquel hechizo a distorsionar la realidad, pero mejor aun, a distorsionar la realidad que los rodeaba, ella no podría verlo, pero todos los presentes simplemente verían a un joven y una joven tomando dos botellas de ron en una barra, y no a dos jóvenes jugando con fuego producido por magia; posteriormente, su mano derecha se alzaría y se pondría a breves milímetros de la palma extendida de la joven, la sonrisa seguía bien equipada en su rostro, y su mirada bien clavada en la ajena, estaba su energía fluyendo como un torrente por su cuerpo y fue tan solo el chasquido de sus dedos el que al tiempo de su voz enunciaba: - Feuer. - Se liberaría una chispa, una péquela chispa que al hacer contacto con el aire existente se formaría una pequeña llama, del tamaño de una vela, minúscula, flotante, y contenida entre los dedos de aquel brujo, fue rápido lo que su mano realizaría, colocaría la llama en el centro de la palma por solo un par de segundos y cerraría el puño al final, no pretendía calcinarle la mano o a ella entera, además, ¿No funcionaba la sanación acelerada con el fuego? Eso también, estaba por averiguarlo.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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