AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nuestro destino (Catalina)
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Nuestro destino (Catalina)
Lin nunca creyó que se enfrentaría ante una decisión tan complicada, una decisión que podría cambiar por completo el curso de su vida. Cuando Catalina le había revelado su verdadera naturaleza, se había tomado las cosas con relativa calma (considerando la envergadura de la noticia) pero una vez había vuelto a su mansión y se encontraba sóla en su habitación, la revelación de que Catalina no era una humana le golpeó de lleno dejándola en un estado de shock que le duró semanas. Se le dificultaba inclusive comer, cada que veía el vino la idea de beber sangre le creaba nauseas, no dejaba de pensar ni un minuto en la conversación que habían tenido y en el hecho de que le había prometido una respuesta.
El problema era que no tenía idea de que iba a responder, su atracción por Catalina no había disminuido al descubrir que era vampira, de hecho sentía mucha más curiosidad y deseo de conocerla a un nivel más personal, aún así no podía evitar cuestionarse si su alma se condenaría por continuar relacionándose con un ser de la noche. Ella había sido criada bajo la Sacro Santa iglesia Católica y la sola idea de que criaturas sobrenaturales coexistieran en la sociedad en las sombras le parecía una aberración.
Al cabo de unas semanas de reclusión, decidió visitar la gran biblioteca de París en busca de más información sobre el vampirísmo. Quería informarse un poco más para no tener una opinión parcializada sólo por lo que había escuchado en la iglesia. Se encontró con que habían varios libros que tocaban el tema, en inclusive había uno que intentaba explicar el fenómeno con la ciencia. Por supuesto en la mayoría se hablaba de sólo leyendas y nada confirmado, por lo que la información era bastante vaga, la única opción que tenía era confiar plenamente en Catalina o creer las historias de la iglesia.
Esa noche intentó redactar la carta que le había prometido a Catalina, pero las manos le temblaban y a duras penas podía sostener la pluma. La incertidumbre de lo que podría pasar si decidía continuar con aquella locura la estaba devorando por dentro. ¿Donde conseguía ella la sangre que bebía? ¿Había matado Catalina a otras personas? Esas eran las preguntas que más le perturbaban y no estaba segura de querer saber la respuesta. Esa noche se fue a dormir sin poder escribir la carta.
Esa semana, su padre regresó de uno de sus interminables viajes por el mediterráneo. Trayendo telas muy finas y unas especias de exóticos sabores desde la India, también había traído noticias, noticias que cambiarían la vida de Lin para siempre.
Su padre había conocido a un hombre de Calcuta que estaba interesado en conocer a Lin con intenciones de Matrimonio.
El rostro de Lin quedó congelado en una sonrisa sumisa mientras su padre hablaba con orgullo sobre aquel hombre, al parecer de una familia pudiente y con un próspero negocio de especias, su madrastra estaba encantada con la noticia y suspiraba aliviada de que finalmente Lin tuviese un pretendiente digno del apellido Deforest. Su padre dijo que aún estaban arreglando detalles pero era probable que aquel hombre viniera a visitarla en un mes, por lo que debía estar preparada.
Esa noche a Lin decidió que no escribiría la carta. Iría personalmente a la casa de Catalina y enfrentaría sus miedos.
El clima aún estaba desgarradoramente frío gracias a la nevada en días anteriores, aún quedaba un poco de nieve mezclada con pantano en las esquinas de la calle empedrada y sus botas se habían manchado con esa mezcla de agua-nieve mientras caminaba hacía la casa. Le había pedido a cochero que la dejara una cuadra cerca de la casa y no directamente en la puerta, pues no quería que nadie en su casa supiera de su verdadero destino. Rogaba porque Catalina estuviese esa noche en la casa, sin embargo estaba dispuesta a esperar lo que fuera necesario en la entrada, no sabía que iba a decirle ni como comenzaría la conversación, pero había seguido su corazón y este le había llevado a pararse allí bajo la media luna a menos 10 grados bajo cero, abrazándose el cuerpo para mantener el calor bajo su costoso abrigo de piel blanco.
Contaba los minutos llevándose las manos enguantadas a la cara con expresión compungida, mientras rezaba una corta plegaria. ¿Le escucharía Dios aún después del pecado que estaba a punto de cometer?.
El problema era que no tenía idea de que iba a responder, su atracción por Catalina no había disminuido al descubrir que era vampira, de hecho sentía mucha más curiosidad y deseo de conocerla a un nivel más personal, aún así no podía evitar cuestionarse si su alma se condenaría por continuar relacionándose con un ser de la noche. Ella había sido criada bajo la Sacro Santa iglesia Católica y la sola idea de que criaturas sobrenaturales coexistieran en la sociedad en las sombras le parecía una aberración.
Al cabo de unas semanas de reclusión, decidió visitar la gran biblioteca de París en busca de más información sobre el vampirísmo. Quería informarse un poco más para no tener una opinión parcializada sólo por lo que había escuchado en la iglesia. Se encontró con que habían varios libros que tocaban el tema, en inclusive había uno que intentaba explicar el fenómeno con la ciencia. Por supuesto en la mayoría se hablaba de sólo leyendas y nada confirmado, por lo que la información era bastante vaga, la única opción que tenía era confiar plenamente en Catalina o creer las historias de la iglesia.
Esa noche intentó redactar la carta que le había prometido a Catalina, pero las manos le temblaban y a duras penas podía sostener la pluma. La incertidumbre de lo que podría pasar si decidía continuar con aquella locura la estaba devorando por dentro. ¿Donde conseguía ella la sangre que bebía? ¿Había matado Catalina a otras personas? Esas eran las preguntas que más le perturbaban y no estaba segura de querer saber la respuesta. Esa noche se fue a dormir sin poder escribir la carta.
Esa semana, su padre regresó de uno de sus interminables viajes por el mediterráneo. Trayendo telas muy finas y unas especias de exóticos sabores desde la India, también había traído noticias, noticias que cambiarían la vida de Lin para siempre.
Su padre había conocido a un hombre de Calcuta que estaba interesado en conocer a Lin con intenciones de Matrimonio.
El rostro de Lin quedó congelado en una sonrisa sumisa mientras su padre hablaba con orgullo sobre aquel hombre, al parecer de una familia pudiente y con un próspero negocio de especias, su madrastra estaba encantada con la noticia y suspiraba aliviada de que finalmente Lin tuviese un pretendiente digno del apellido Deforest. Su padre dijo que aún estaban arreglando detalles pero era probable que aquel hombre viniera a visitarla en un mes, por lo que debía estar preparada.
Esa noche a Lin decidió que no escribiría la carta. Iría personalmente a la casa de Catalina y enfrentaría sus miedos.
El clima aún estaba desgarradoramente frío gracias a la nevada en días anteriores, aún quedaba un poco de nieve mezclada con pantano en las esquinas de la calle empedrada y sus botas se habían manchado con esa mezcla de agua-nieve mientras caminaba hacía la casa. Le había pedido a cochero que la dejara una cuadra cerca de la casa y no directamente en la puerta, pues no quería que nadie en su casa supiera de su verdadero destino. Rogaba porque Catalina estuviese esa noche en la casa, sin embargo estaba dispuesta a esperar lo que fuera necesario en la entrada, no sabía que iba a decirle ni como comenzaría la conversación, pero había seguido su corazón y este le había llevado a pararse allí bajo la media luna a menos 10 grados bajo cero, abrazándose el cuerpo para mantener el calor bajo su costoso abrigo de piel blanco.
Contaba los minutos llevándose las manos enguantadas a la cara con expresión compungida, mientras rezaba una corta plegaria. ¿Le escucharía Dios aún después del pecado que estaba a punto de cometer?.
Lin Deforest- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: Nuestro destino (Catalina)
La noche era fría y solitaria. Más aún si a la oscuridad unías la de solución que menproducia el hecho de no haber sabido nada de Lin en tanto tanto tiempo...
Era consciente de que la revelación que la había hecho podía desembocar en consecuencias como, al parecer había sido. Era normal que alguien "normal" huyera. Ya no sólo de una situación extraña en la quebdos damas se atraían más allá de lo normal. Si no que, además, una de ellas había revelado que era un ser de la noche, maldita hasta el punto de haber sido privada de la visión de la luz del Sol por toda la eternidad.
Las noches se habían vuelto monótonas hasta el punto de perder la noción del tiempo sin ni tan siquiera en que día vivía. Únicamente me dedicaba a las funciones básicas: dormir, alimentarme y esperar para volver a dormir. Por desgracia, me había sumido en algo así como una depresión.
Aquella noche había encendido la chimenea y perdía el tiempo mirando las tonalidades anaranjadas que adquirian las llamas que consumían a un ritmo lastimero unos ellos viejos y secos. Ni siquiera me había vestido para salir: no tenía ninguna ganas. Sólo quería consumir el tiempo allí sentada y que el morfeo viniera a buscarme de nuevo.
Entonces escuché un ruido fuera y me ergi con presteza poniendo todos mis sentidos en alerta por si se trataba de algún tipo de amenaza. Caminé hasta la puerta de casa y la abrí con cuidado.
Allí estaba Lin. La belleza hecha mujer, tiritando por un gélido frío que para mi pasaba desapercibido completamente.
No pude evitar mostrar sorpresa ante tan inesperada visita y, incluso un ligero rubor involuntario que mi cuerpo se empeñó en mostrar.
- ¿Lin? -articulé como si no creyera que realmente estuviera allí.
Después de unos segundos comprendí que no estaba soñando y reaccioné.
- Pasa por favor. No te quedes ahí - la indiqué saliendo del umbral de mi hogar con los pies descalzos y tomando su mano.
La guié hasta el cuarto donde ardía el fuego y la ofrecí el lugar donde estaba sentada yo hacía unos instantes.
- Un minuto - le solicité mientras salía por la puerta y volvía enseguida con una manta que tendí sobre su cuerpo con la intención de que entrara en calor.
- ¿Estás loca? podías haber muerto congelada.
Era consciente de que la revelación que la había hecho podía desembocar en consecuencias como, al parecer había sido. Era normal que alguien "normal" huyera. Ya no sólo de una situación extraña en la quebdos damas se atraían más allá de lo normal. Si no que, además, una de ellas había revelado que era un ser de la noche, maldita hasta el punto de haber sido privada de la visión de la luz del Sol por toda la eternidad.
Las noches se habían vuelto monótonas hasta el punto de perder la noción del tiempo sin ni tan siquiera en que día vivía. Únicamente me dedicaba a las funciones básicas: dormir, alimentarme y esperar para volver a dormir. Por desgracia, me había sumido en algo así como una depresión.
Aquella noche había encendido la chimenea y perdía el tiempo mirando las tonalidades anaranjadas que adquirian las llamas que consumían a un ritmo lastimero unos ellos viejos y secos. Ni siquiera me había vestido para salir: no tenía ninguna ganas. Sólo quería consumir el tiempo allí sentada y que el morfeo viniera a buscarme de nuevo.
Entonces escuché un ruido fuera y me ergi con presteza poniendo todos mis sentidos en alerta por si se trataba de algún tipo de amenaza. Caminé hasta la puerta de casa y la abrí con cuidado.
Allí estaba Lin. La belleza hecha mujer, tiritando por un gélido frío que para mi pasaba desapercibido completamente.
No pude evitar mostrar sorpresa ante tan inesperada visita y, incluso un ligero rubor involuntario que mi cuerpo se empeñó en mostrar.
- ¿Lin? -articulé como si no creyera que realmente estuviera allí.
Después de unos segundos comprendí que no estaba soñando y reaccioné.
- Pasa por favor. No te quedes ahí - la indiqué saliendo del umbral de mi hogar con los pies descalzos y tomando su mano.
La guié hasta el cuarto donde ardía el fuego y la ofrecí el lugar donde estaba sentada yo hacía unos instantes.
- Un minuto - le solicité mientras salía por la puerta y volvía enseguida con una manta que tendí sobre su cuerpo con la intención de que entrara en calor.
- ¿Estás loca? podías haber muerto congelada.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Nuestro destino (Catalina)
Rabia estado ensayando lo que le diría una vez la tuviera en frente, pero cuando Catalina abrió la puerta se quedó muda y se dejó conducir hasta la habitación principal donde el fuego ardía. No había notado lo fría que estaba la noche hasta que el fuego comenzó a calentar lentamente los miembros de su cuerpo, tiritaba y la nariz se le había puesto de un rojo intenso al igual que las orejas. Cuando Catalina la llamó loca, Lin se giró hacía ella y pareció salir del shock en el que se encontraba.
-¡Oh... Catalina! - Exclamó lanzándose a los brazos de ella en un impulso arrebatado. Su corazón se estaba desgarrando a pedazos y sólo deseaba abrazarla con todas sus fuerzas como si de soltarse fuera a caer por un abismo. La abrazó en silencio undiendo su rostro frío gracias al clima en el ángulo del cuello de la vampiresa hasta que leves sollozos comenzaron a salir de su boca y las lágrimas bajaron tibias por sus mejillas mojando la piel y el borde del vestido de Catalina.
Había intentado colocarle lógica a ese sentimiento, pensar con el cerebro y no con el corazón para así tomar una decisión acertada sobre su relación con ella, pero la noticia que había traído su padre había destruido todo atisbo de razón. ¡Estaba simplemente desesperada!.
- Mi padre ha regresado a París – Dijo al fin, alejándose un poco, con las mejillas sonrojadas, un tanto avergonzada de su arrebato y buscando cercarse las lágrimas con el dorso de las manos enguantadas. - Ha traído la más terrible de las noticias – Continuó dejando escapar un hipo mientras sollozaba – Oh... Catalina – El llanto volvía y se tragaba sus palabras, ¡Tenía que componerse o no podría contarle nada!
-¡Oh... Catalina! - Exclamó lanzándose a los brazos de ella en un impulso arrebatado. Su corazón se estaba desgarrando a pedazos y sólo deseaba abrazarla con todas sus fuerzas como si de soltarse fuera a caer por un abismo. La abrazó en silencio undiendo su rostro frío gracias al clima en el ángulo del cuello de la vampiresa hasta que leves sollozos comenzaron a salir de su boca y las lágrimas bajaron tibias por sus mejillas mojando la piel y el borde del vestido de Catalina.
Había intentado colocarle lógica a ese sentimiento, pensar con el cerebro y no con el corazón para así tomar una decisión acertada sobre su relación con ella, pero la noticia que había traído su padre había destruido todo atisbo de razón. ¡Estaba simplemente desesperada!.
- Mi padre ha regresado a París – Dijo al fin, alejándose un poco, con las mejillas sonrojadas, un tanto avergonzada de su arrebato y buscando cercarse las lágrimas con el dorso de las manos enguantadas. - Ha traído la más terrible de las noticias – Continuó dejando escapar un hipo mientras sollozaba – Oh... Catalina – El llanto volvía y se tragaba sus palabras, ¡Tenía que componerse o no podría contarle nada!
Lin Deforest- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: Nuestro destino (Catalina)
No sabía muy bien como actuar pues me había pillado completamente por sorpresa aquella situación. Había actuado como mandaban los principios, había intentado que volviera de nuevo a la calidez que producía una temperatura más alta de la que había fuera, una temperatura que su cuerpo necesitara para seguir funcionando, para no morir congelada. Pero ahora, mirándola después de reprenderla por su acto completamente fuera de lugar y temerario... no tenía muy claro como actuar.
Mis palabras sonaron duras, pero para nada querían parecer eso. Pretendía que sintiera que me preocupaba su estado de animo y también su estado físico. Entrelacé los dedos sobre mi vientre mientras mis ojos se movían lentamente por sus facciones, descubriéndola de nuevo, intentando volver a recordarlos, avivarlos en mi cabeza después de haber vivido la lejanía, la distancia...
Su movimiento me cogió por sorpresa así como sus palabras cargadas de desesperación. No me moví, cargué con su peso y su abrazo. No tardé más que un instante en corresponderla, en rodearla con mis brazos y sentir su menudo cuerpo en contacto directo con el mío.
- Tranquila, cuéntamelo todo - la respondí mientras cerraba los ojos y me mantenía en ese momento de un modo perenne.
Sentí como buscaba la protección de mi cuerpo, escudarse en mi piel. La leve caricia de su respiración así como el goteo errático de sus lagrimas empapando mi piel muerta apunto están de hacerme perder la cordura. No debía sentirme así, no debía sucumbir a algo tan humano. Pero es que me hacía tanta falta... la había echado tanto de menos que sentirla había sido como volver a un sueño, como volver a la vida.
Se separó y comprobé la vergüenza en su rostro, las lagrimas marcando el surco por su piel y el sinvivir marcado en su mirada algo perdida y desorientada.
Comenzó a hablar, presa de la tristeza y el desasosiego, pero sus palabras no alcanzaban buen término. Podía ver como se debatía entre elegir unas u otras, en como seguir, en como contarme lo que la afligía. Su padre, su regreso, una noticia terrible... algo oculto en todo eso... más desesperación.
Caminé un par de pasos hacia ella, poniéndome de nuevo a su altura y la tomé de la barbilla haciendo la suficiente presión para que me mirara a los ojos. Cuando lo hubo hecho, deposité un suave beso en sus labios. Un instante, no más de un segundo, suficiente para que el sabor salado de sus lágrimas calara profundamente en mi lengua. Luego me separé de nuevo.
- Siéntate. Cuentame...
Mis palabras sonaron duras, pero para nada querían parecer eso. Pretendía que sintiera que me preocupaba su estado de animo y también su estado físico. Entrelacé los dedos sobre mi vientre mientras mis ojos se movían lentamente por sus facciones, descubriéndola de nuevo, intentando volver a recordarlos, avivarlos en mi cabeza después de haber vivido la lejanía, la distancia...
Su movimiento me cogió por sorpresa así como sus palabras cargadas de desesperación. No me moví, cargué con su peso y su abrazo. No tardé más que un instante en corresponderla, en rodearla con mis brazos y sentir su menudo cuerpo en contacto directo con el mío.
- Tranquila, cuéntamelo todo - la respondí mientras cerraba los ojos y me mantenía en ese momento de un modo perenne.
Sentí como buscaba la protección de mi cuerpo, escudarse en mi piel. La leve caricia de su respiración así como el goteo errático de sus lagrimas empapando mi piel muerta apunto están de hacerme perder la cordura. No debía sentirme así, no debía sucumbir a algo tan humano. Pero es que me hacía tanta falta... la había echado tanto de menos que sentirla había sido como volver a un sueño, como volver a la vida.
Se separó y comprobé la vergüenza en su rostro, las lagrimas marcando el surco por su piel y el sinvivir marcado en su mirada algo perdida y desorientada.
Comenzó a hablar, presa de la tristeza y el desasosiego, pero sus palabras no alcanzaban buen término. Podía ver como se debatía entre elegir unas u otras, en como seguir, en como contarme lo que la afligía. Su padre, su regreso, una noticia terrible... algo oculto en todo eso... más desesperación.
Caminé un par de pasos hacia ella, poniéndome de nuevo a su altura y la tomé de la barbilla haciendo la suficiente presión para que me mirara a los ojos. Cuando lo hubo hecho, deposité un suave beso en sus labios. Un instante, no más de un segundo, suficiente para que el sabor salado de sus lágrimas calara profundamente en mi lengua. Luego me separé de nuevo.
- Siéntate. Cuentame...
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Nuestro destino (Catalina)
El inesperado beso hizo que sus pensamientos erráticos se detuvieran por unos instantes sólo para disfrutar de esos labios sobre los suyos, inclusive contuvo la respiración y los sollozos, la inesperada calidez que sintió con ese beso contrastó con la frialdad de los labios de Catalina. Era extraño y al mismo tiempo reconfortante. El beso no duró mucho pero fue suficiente para que la calmara un poco, al menos para poder articular las palabras de manera coherente.
-Mi padre conoció a un hombre en sus viajes por la India – Comenzó a decir entre suspiros, conteniendo las lágrimas y llevándose el dorso de la mano para limpiar sus mejillas húmedas – Es un hombre de Calcuta, comerciante de especias, de una buena familia – Continuó y se detuvo unos instantes para tomar aliento – Está... interesado en casarse conmigo...- Desvió la mirada al suelo, a sus botas blancas que ahora lucían sucias por el agua nieve de la calle – Mi padre dice que es un buen hombre... -
Nuevas lágrimas llegaron a sus ojos y bajaron líbres por sus mejillas, desde pequeña había sido criada bajo esa realidad, siempre había sido consciente de que eventualmente sus padres arreglarían un matrimonio conveniente con un hombre de buena familia, pero llegado el momento la angustia que le provocaba imaginarse al lado de ese desconocido era sobrecogedora.
- Siento haber irrumpido en tu hogar sin avisar... de verdad... estuve intentando escribirte una carta... pero a veces... resulta tan difícil poner en palabras lo que uno siente... - Le explicó llevándose una mano al pecho – Siento no haberte enviado la carta antes -
-Mi padre conoció a un hombre en sus viajes por la India – Comenzó a decir entre suspiros, conteniendo las lágrimas y llevándose el dorso de la mano para limpiar sus mejillas húmedas – Es un hombre de Calcuta, comerciante de especias, de una buena familia – Continuó y se detuvo unos instantes para tomar aliento – Está... interesado en casarse conmigo...- Desvió la mirada al suelo, a sus botas blancas que ahora lucían sucias por el agua nieve de la calle – Mi padre dice que es un buen hombre... -
Nuevas lágrimas llegaron a sus ojos y bajaron líbres por sus mejillas, desde pequeña había sido criada bajo esa realidad, siempre había sido consciente de que eventualmente sus padres arreglarían un matrimonio conveniente con un hombre de buena familia, pero llegado el momento la angustia que le provocaba imaginarse al lado de ese desconocido era sobrecogedora.
- Siento haber irrumpido en tu hogar sin avisar... de verdad... estuve intentando escribirte una carta... pero a veces... resulta tan difícil poner en palabras lo que uno siente... - Le explicó llevándose una mano al pecho – Siento no haberte enviado la carta antes -
Lin Deforest- Humano Clase Alta
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Re: Nuestro destino (Catalina)
Suspiré innecesariamente al separarme de su contacto, al tener la certeza de que ya no estábamos unidas. Por un momento, en mi cabeza, tuve la sensación de que quizás aquel beso fuera el últimos que compartiéramos. Que la noticia que parecía traer fuera un giro de 360 grados que no pudiera evitar, que no pudiera hacer frente.
Mordí mi labio con energía hasta el punto de notar como mis colmillos abrían la carne y un poco de líquido emergía de los mismos.
Caminé un poco dejándola espacio para que hablara con tranquilidad.
Las noticias si eran caóticas, como esperaba y no oculte mi rostro de sorpresa al recibirla como una bofetada en la cara. Agaché la mirada y me di unos minutos para digerirla y alguno más para poder sacar malguna conclusión que no implicará raptarla u confinarla en una torre a mi merced.
- Entiendo... - dije finalmente Apoyándome sobre una de las sillas dedicando mi mirada de nuevo al fuego.
- Era lo lógico llegado a este punto - la miré y me permití una sonrisa triste, con unos labios cerrados ligeramente más rojizos de lo normal - Tú también sabias que llegaría. Aunque no tenías claro el cuando.
En mi fuero interno quería abrazarla y decirla que todo saldría bien. Que ha buscaríamos un método para solucionarlo. Pero sabía que no había demasiada solución para eso que no pasará por asumirlo.
- ¿Cuando marcharás? - le pregunté directamente - Iré contigo. En el fondo nada me ata aquí.
- Ven - dije finalmente - Deja que te abrace y olvida todo por un instante.
Mordí mi labio con energía hasta el punto de notar como mis colmillos abrían la carne y un poco de líquido emergía de los mismos.
Caminé un poco dejándola espacio para que hablara con tranquilidad.
Las noticias si eran caóticas, como esperaba y no oculte mi rostro de sorpresa al recibirla como una bofetada en la cara. Agaché la mirada y me di unos minutos para digerirla y alguno más para poder sacar malguna conclusión que no implicará raptarla u confinarla en una torre a mi merced.
- Entiendo... - dije finalmente Apoyándome sobre una de las sillas dedicando mi mirada de nuevo al fuego.
- Era lo lógico llegado a este punto - la miré y me permití una sonrisa triste, con unos labios cerrados ligeramente más rojizos de lo normal - Tú también sabias que llegaría. Aunque no tenías claro el cuando.
En mi fuero interno quería abrazarla y decirla que todo saldría bien. Que ha buscaríamos un método para solucionarlo. Pero sabía que no había demasiada solución para eso que no pasará por asumirlo.
- ¿Cuando marcharás? - le pregunté directamente - Iré contigo. En el fondo nada me ata aquí.
- Ven - dije finalmente - Deja que te abrace y olvida todo por un instante.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/08/2015
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Re: Nuestro destino (Catalina)
-Si... es lo lógico – Murmuró secándose las últimas lágrimas que aún resbalaban libres por sus mejillas, ella más que nadie era consciente de su situación, había sido criada en una típica familia de clase alta, había sido preparada mentalmente para ese momento en el que se casaría con un hombre importante y elevaría el apellido de su familia.
-No... no tengo que marcharme – Respondió, intentando no volver a llorar, quería poder hablar con Catalina, no pasarse toda la noche lloriqueando – Mi padre piensa abrir un negocio con este hombre... - Se detuvo unos segundos y continuó – Con mi prometido – Se corrigió, le resultaba extraño hablar de esa forma de una persona que no conocía – Piensan abrir un negocio en el puerto, mi padre estará a cargo de la parte legal como Frances y... mi prometido se encargará de las importaciones con la India – No estaba del todo segura si se iba a tratar sólo de una venta de telas o alfombras, o si también escalaría a productos más costosos, lo que si quedaba claro para ella, era que su padre la había ofrecido como esposa, para así comprometer más al hombre y unir a ambas familias. Una práctica muy común en la época.
Se dejó abrazar de Catalina y recostó su cabeza en el hombro de ella rodeándola con los brazos, contuvo el impulso de volver a llorar, deseando poder olvidar como la vampiresa le pedía todo el asunto del pretendiente por unos instantes, resultaba casi imposible no pensar en ello, pero se concentró en disfrutar del abrazo.
- Siempre esperé por el momento en el que pudiera hacer que mi padre se sintiera orgulloso de mi y que... no se arrepintiera... - Murmuró y se quedó callada por unos instantes, lo que iba a decir a continuación, dolía más que la noticia de su matrimonio arreglado – Que no se arrepintiera de haberme traído desde China... y criarme como Francesa... para él hubiera sido mucho más fácil dejarme con mi madre y no tener que criarme... yo se que mi madrastra no estuvo de acuerdo en un comienzo y la entiendo completamente...- Finalizó con voz trémula.
-No... no tengo que marcharme – Respondió, intentando no volver a llorar, quería poder hablar con Catalina, no pasarse toda la noche lloriqueando – Mi padre piensa abrir un negocio con este hombre... - Se detuvo unos segundos y continuó – Con mi prometido – Se corrigió, le resultaba extraño hablar de esa forma de una persona que no conocía – Piensan abrir un negocio en el puerto, mi padre estará a cargo de la parte legal como Frances y... mi prometido se encargará de las importaciones con la India – No estaba del todo segura si se iba a tratar sólo de una venta de telas o alfombras, o si también escalaría a productos más costosos, lo que si quedaba claro para ella, era que su padre la había ofrecido como esposa, para así comprometer más al hombre y unir a ambas familias. Una práctica muy común en la época.
Se dejó abrazar de Catalina y recostó su cabeza en el hombro de ella rodeándola con los brazos, contuvo el impulso de volver a llorar, deseando poder olvidar como la vampiresa le pedía todo el asunto del pretendiente por unos instantes, resultaba casi imposible no pensar en ello, pero se concentró en disfrutar del abrazo.
- Siempre esperé por el momento en el que pudiera hacer que mi padre se sintiera orgulloso de mi y que... no se arrepintiera... - Murmuró y se quedó callada por unos instantes, lo que iba a decir a continuación, dolía más que la noticia de su matrimonio arreglado – Que no se arrepintiera de haberme traído desde China... y criarme como Francesa... para él hubiera sido mucho más fácil dejarme con mi madre y no tener que criarme... yo se que mi madrastra no estuvo de acuerdo en un comienzo y la entiendo completamente...- Finalizó con voz trémula.
Lin Deforest- Humano Clase Alta
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