☺ Alcanza el Nirvana ☻

Una familia de clase media como otra cualquiera. Con una hija físicamente peculiar por la claridad de su cabello, su piel y sus ojos. Un negocio próspero y un matrimonio concertado para una edad muy temprana. Son los cimientos de la historia de Nirvana, cuyo nombre se desconoce pues este es uno que ella misma se ha puesto tras su "huída" a Francia.

Ella nunca fue una muchacha normal, no estaba deseosa de contraer matrimonio con un príncipe azul que la hiciera vivir en un palacio de oro rodeada de todas las comodidades, en realidad desde bien pequeña se la pasaba perdiéndose entre los bosques cercanos a su casa, cotilleando los artilugios de la cocina, toqueteando todo lo que encontraba y mezclándolo con otras cosas para ver qué pasaba. En definitiva, ella era un culo inquieto con muchas preguntas que quería responder. Muchos "por qués" que no quería dejar de lado. ¿Por qué esa cosa brilla? ¿Por qué eso gira y lo otro no? ¿Por qué si junto estas dos hierbas ese gato comienza a correr como loco? Sí, todas estas cosas eran las que continuamente estaban dando vueltas por su cabeza. Tanto así que a veces llegaba a cenas familiares llena de tierra hasta los pelos y gritando que había encontrado un animal que seguro que nadie conocía o que había descubierto como hacer explotar una bola hecha de paja. Los muchachos que querían cortejarla terminaban confusos porque las joyas o cosas hermosas las dejaba a un lado si le regalabas un juego de viales o de cacerolas, unas cuantas herramientas o simplemente un matojo de plantas que no hubiera visto antes. Sus amigas se asustaban porque prefería pasarse las tardes abriendo alimañas en canal para ver como eran por dentro que saliendo con ellas a pasear y hablar sobre los nuevos cotilleos de la corte.

Por ello no fue de extrañar que terminara prácticamente sola, encerrada en un cuartito que se había creado en el sótano entre cosas diseccionadas metidas en frascos y cachivaches con engranajes y demás cosas que solo ella podía entender. Ni que decir de los cambios físicos que fue adquiriendo, ignorando por completo las modas de la época, vistiéndose como le daba la reverenda gana. Vamos, ella era única en su especie y, por lo tanto, rechazada por el resto. Le daba lo mismo, con sinceridad le importaba nada y menos. Su matrimonio ya estaba fijado desde su infancia y lo más sorprendente de toda esta historia, es que su pareja la quería. Se había prendado de ella a primera vista desde que se vieron por primera vez, ella llena de tierra con la cara hecha un poema y el pelo indescriptible...él se enamoró hasta la médula. A ella le daba lo mismo. Era un chico majo y le caía bien, además no se metía con su forma de ver las cosas y la miraba con devoción cuando ella hablaba sobre sus últimos descubrimientos, podría decirse que hasta lo llegó a considerar un amigo. Con la adolescencia y las hormonas quizás hasta le prestó algo más de atención, pero hasta ahí llegaba la cosa.

El día de la boda él estaba en la gloria, más aun cuando la tuvo para si, porque ella tampoco se negó a consumar el matrimonio ni mucho menos. Los problemas llegaron más tarde. Se quedó embarazada, al principio se sintió rara y luego afloró un poquito de instinto maternal, era mujer a fin de cuentas. Sin embargo y para su desgracia, perdió al bebé. Le dijeron que seguramente era porque no llevaba una vida normal y por aspirar los vapores de esas cosas que mezclaba y usaba para mantener cadáveres, como los llamaban. Sus padres se pusieron severos y sus suegros ni que decir. La querían obligar a dejar lo que más amaba para que les diera descendencia, pues ellos eran de clase noble.

A la albina le entró el pánico, tanto así que se escapó. Su forma de hacer las cosas fue peculiar, pues colocó un artefacto que detonó en el pequeño laboratorio que se había creado, dejando de paso un cuerpo allí que había exhumado de una fosa común cercana. Nadie reconocería el cuerpo y la darían por muerta. Así fue como se marchó a París, a hacer una nueva vida. Se buscó un nombre nuevo, se tintó el cabello y buscó una forma de ganarse el pan. Podría decirse que el burdel la encontró a ella, conoció a uno de sus miembros y le dijo que podían tener un lugar para ella. A pesar de que había sido educada para creer en Dios, tuvo que dejarlo de lado para dedicarse a la profesión. No le resultó difícil, era solo sexo y no le daba mayor importancia, además conocía a mucha gente y con el dinero que ganaba podía comenzar a montarse un nuevo laboratorio personal.

Lo que no sabe es que su marido no se tragó su treta, la conocía demasiado bien y está dispuesto a recuperarla. Ahora habrá que ver, hasta qué punto pueden llegar las cosas con alguien tan peculiar como es Nirvana.