Si el destino nos alcanza }{ priv

por **Dęliã Perrault** Miér Jun 24, 2015 11:43 pm

Que bella es una persona
cuando se muestra imperfecta
y sin ninguna pretensión
de ser lo que no es

Si el destino nos alcanza }{ priv He8R5Uf

En los últimos días me doy cuenta que los recuerdos de mi niñees junto a mis padres llegan con mas fuerza que en algunas otras épocas del año, es extraño ya que solo llegan sin aviso, no hay motivo en si. No es la fecha en que papá partió junto a Dios, ni tampoco cuando fue el turno de mamá en reunirse junto a él. Tampoco que recuerde hay fechas importantes cercanas como sus cumpleaños o algún aniversario o fecha significativa, no, nada, ningún motivo en especifico y eso no evita que los recuerdes lleguen como las brisas cálidas en noches de verano. Aunque sea otoño.

Miro las gotas incesantes de lluvia caer parada fuera de la panadería aunque Emilie, la hija del panadero, me haya dicho por cuarta vez que puedo esperar dentro mientras el termina de descargar su furia, me he negado sintiéndome apenada y comienzo a preocuparme debido a que pronto el manto de la noche se ara presente y yo continuo muy lejos de mi casa. Mientras transcurren los minutos sigo apretando contra mi cuerpo la bolsa llena de Cruasán que le gustan a mi abuelo, Paulette, mi nana y Maurice, aun están calentitos, incluso el aroma de los bollos con arándano que le encantan a mi pequeño hermano aun se perciben pese al húmedo clima. Suspiro y sin mas usando la capa y el mandil que me tapan casi nada corro en dirección a donde e dejado a Vanille, mi vieja yegua. -Gracias- sonrió depositando un cuarto de franco en manos del chico de cuadra que cuida a mi yegua cada que visito el mercado. En ocasiones no es tan fácil vivir en los limites del bosque tan lejos de la ciudad, esta es una de esas ocasiones, aun así me gusta mi casa, mi hogar lejos de todo los chismes que aun rondan a mi querida familia.

La lluvia a cesado, no del todo pero lo suficiente para emprender el viaje de regreso con el crepúsculo muriendo, debo aprovechar los últimos rayos que el astro rey nos regala antes de que se marche a descansar. -Recuerda Dęliã, no debes andar en el camino que sale del pueblo al paraje, es muy peligroso- susurro las palabras que siempre me dice cada que salgo al pueblo. Mi abuelo siempre dice que prefiere me quede en casa de Cony en vez de regresar, pero yo soy tan necia que no me gusta darle molestias a mi amiga y mucho menos pasar una noche lejos de mi pequeño hermano que al igual que yo se pone nervioso con las noches de tormenta.

El galope es mas feroz y rápido de lo que acostumbro a cabalgar, sobre todo porque no monto a silla como debería. Alejo mis pensamientos cuando Vanille parece asustada, se mueve inquieta y de un brinco suelto la canasta con los bollos mirando a otro jinete -Buenas noches Mesdames- deseo con la respiración agitada intentando calmar a mi caballo. Menudo susto a menuda hora.

Si el destino nos alcanza }{ priv QGXQueY

por **Erzsébet Báthory** Vie Jul 03, 2015 1:24 pm

Conseguí desvanecer en mi espíritu toda esperanza humana…
Sobre toda dicha, para estrangularla, salté con el ataque sordo del animal feroz…

El sol se esfumaba, más rápido que otras tardes, cobijado por la estela de nubes llenas de agua que no dejaban de descargar su furia sobre la urbe parisina; y desperté con el olor embriagante a tierra mojada, ese aroma que siendo humana me transportaba a la eternidad, y ahora, me recuerda las noches mortales que se escapan de mis manos como recuerdos efímeros de una vida que nunca me perteneció.

Calcé un vestido de oscuro color, son polizón, ideal para cabalgar, los últimos rayos del sol pintaban purpúreos y amberinos destellos en las nubes que prometían permanecer en el cielo de Paris… Ella, Csillag… Mi yegua, mi único valor y amor en esta tierra estaba en el establo, después de que su caballerango le alimentara, tenía marcadas en las ancas gotas caprichosas que pintaban su casi blanco pelaje de un tono grisáceo, dejando entrever el color de su piel, no hay nada en este mundo que yo pueda amar más que mi Estrella…

Le calcé una albarda en piel curtida por el tiempo, en color caoba, discreta, como si perteneciera a la clase baja; ahora tanto Csillag como yo, no aparentábamos ser dueñas del ducado de Luxemburgo, que en esta época había pasado a manos de mi patria Hungría; me cubrí con una capa gruesa de un color tan semejante al vestido que se perdían entre ellos y monté a Estrella, saliendo a galope de la finca; sintiendo el aire húmedo en el rostro y la fuerza con la que ella golpeaba el suelo con cada galopar, así se fueron los últimos atisbos del sol, dando parte a una noche tan iluminada por la lluvia que podría pasar por un alba cualquiera.

De pronto me topé con una silueta, era una mujer con cabello de oro, y por su olor, estaba segura de que era humana, cabalgaba en un animal un poco más oscuro que Csillag, nuestros caminos estaban por encontrarse, y tomar lo que probablemente sería el mismo sendero… escondí mi piel mortecina en la seguridad de la capa y me aproximé a ella con el paso franco de la bella Csillag; respondí a su saludo con una reverencia empleando la mano derecha como muletilla de esta; -Buenas lunas señora…- miro la canasta que yace en el suelo y de un brinco desmonto para levantarla, ya que el pan que lleva no ha salido de esta –Parece que su yegua se muestra inquieta…- espeto tratando de disimular que conozco la razón para el comportamiento de la montura de ella.

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