AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
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Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
Hacía mucho frío en París, de eso no había duda. Los Inviernos en la gran ciudad de Francia podían ser tan gentiles como devastadores; la gente recolectaba toda la leña que podía para no pasar ninguna tempestad sin fuego en las chimeneas. Algunos sentían una ilusión especial por Navidad, que se acercaba a pasos agigantados, por lo que no era de extrañar ver alegres colores por las calles y gente tan contenta que se ponía a bailar y cantar villancicos sólo como anticipación a la fiesta. Y eso hacía tan feliz a Roham, que al menos ese día, olvidó todas sus preocupaciones. Tenía encima una preocupación constante por Hero, pues temía por lo que había en las sombras de París acechando a los inmortales y sobrenaturales; por otro lado, cada vez que pensaba en Melalo y su compromiso, se le teñían las mejillas de rojo y un millón de dudas la asaltaban con persistencia.
Pero esa noche no, se prometió a si misma cuando salió a escondidas de la gran mansión de su amigo; llevaba consigo la ropa con la que había llegado a la mansión, una sencilla camisa blanca, corsé verde olivo con diminuta pedrería dorada y una falda lisa de un estampado . Ropa echa por manos romaníes, después de todo. Pasaría la Navidad con Hero, o eso esperaba, pues no sabía si él tendría planes especiales como una reunión privada o un gran baile; fuera como fuera, quería darle un obsequio y pasar un día antes de nochebuena con su gente no le vendría nada mal. Ese pensamiento le arrancó una sonrisa bajo la bufanda escarlata que tomó prestada del armario en el que ahora había una cantidad considerable de ropa fina.
— Pre-Nochebuena gitana. —bromeó a lo bajo, llamando la atención de varias personas que caminaban por su lado en la calle cubierta de nieve. A diferencia de antes, cuando sólo lucía como una gitana zarrapastrosa que hablaba sola y que probablemente estaba loca, ahora parecía una... dama, por así decirlo. La ropa con la que siempre se sintió cómoda estaba limpia y ya no tenía parches ni agujeros, el dobladillo era perfecto y le añadieron algunas piedras que le faltaban al corsé; además, tenía la piel tan limpia y blanca que confundía gravemente sobre su procedencia. Quizás la gente no terminara de aclararse si aquella era una gitana loca muy rica y limpia (lo cual era ilógico), o una dama de sociedad con tendencia a usar disfrazes.
Hizo caso omiso como todo el tiempo, pues tenía un lugar en particular como destino. No era tan grande como un mercado ni tan pequeño como una sola caravana; de vez en cuando, algunas tribus se reunían en visperas navideñas para comerciar distintas mercancías como ropa de invierno, amuletos de protección y buena fortuna, etcétera. Maia quería buscar algo como eso, y quizás quedarse un rato a escuchar las largas sinfonías de los músicos en romaní y caló dedicadas a viejos amores o mitos y supersticiones sobre el invierno.
Cuando hubiese llegado a un terreno valdío ligeramente decorado con mantas y telones de colores y todo tipo de talismanes colgados por allí y allá, se sintió reconfortada. En efecto, alguien tocaba una melodía en la armónica, que era ideal para los viajeros. La castaña se adentró con entusiasmo, el mismo que se evaporó cuando, debido al susto que le pegó un niño y su máscara maltrecha, tiró un hermoso jarrón de barro pintado al suelo, rompiendolo en pedazos y cayendo además sobre dos grandes pilas de castañas.
— ¡Lo lamento! Ay, disculpen. —se disculpó de inmediato al aire, pues no veía nada. Sobre su cabeza había caído una canasta tan bien trenzada que no dejaba ver ni un atisbo de luz. Escuchó algunas risas y maldiciones por quien sabe donde, y cada vez que quería ponerse de pie volvía a resvalarse con las pequeñas y montoneras castañitas. Sintió que se le quemaba el rostro de la vergüenza y por un momento agradeció la canasta sobre la cabeza.— Que daño...
Pero esa noche no, se prometió a si misma cuando salió a escondidas de la gran mansión de su amigo; llevaba consigo la ropa con la que había llegado a la mansión, una sencilla camisa blanca, corsé verde olivo con diminuta pedrería dorada y una falda lisa de un estampado . Ropa echa por manos romaníes, después de todo. Pasaría la Navidad con Hero, o eso esperaba, pues no sabía si él tendría planes especiales como una reunión privada o un gran baile; fuera como fuera, quería darle un obsequio y pasar un día antes de nochebuena con su gente no le vendría nada mal. Ese pensamiento le arrancó una sonrisa bajo la bufanda escarlata que tomó prestada del armario en el que ahora había una cantidad considerable de ropa fina.
— Pre-Nochebuena gitana. —bromeó a lo bajo, llamando la atención de varias personas que caminaban por su lado en la calle cubierta de nieve. A diferencia de antes, cuando sólo lucía como una gitana zarrapastrosa que hablaba sola y que probablemente estaba loca, ahora parecía una... dama, por así decirlo. La ropa con la que siempre se sintió cómoda estaba limpia y ya no tenía parches ni agujeros, el dobladillo era perfecto y le añadieron algunas piedras que le faltaban al corsé; además, tenía la piel tan limpia y blanca que confundía gravemente sobre su procedencia. Quizás la gente no terminara de aclararse si aquella era una gitana loca muy rica y limpia (lo cual era ilógico), o una dama de sociedad con tendencia a usar disfrazes.
Hizo caso omiso como todo el tiempo, pues tenía un lugar en particular como destino. No era tan grande como un mercado ni tan pequeño como una sola caravana; de vez en cuando, algunas tribus se reunían en visperas navideñas para comerciar distintas mercancías como ropa de invierno, amuletos de protección y buena fortuna, etcétera. Maia quería buscar algo como eso, y quizás quedarse un rato a escuchar las largas sinfonías de los músicos en romaní y caló dedicadas a viejos amores o mitos y supersticiones sobre el invierno.
Cuando hubiese llegado a un terreno valdío ligeramente decorado con mantas y telones de colores y todo tipo de talismanes colgados por allí y allá, se sintió reconfortada. En efecto, alguien tocaba una melodía en la armónica, que era ideal para los viajeros. La castaña se adentró con entusiasmo, el mismo que se evaporó cuando, debido al susto que le pegó un niño y su máscara maltrecha, tiró un hermoso jarrón de barro pintado al suelo, rompiendolo en pedazos y cayendo además sobre dos grandes pilas de castañas.
— ¡Lo lamento! Ay, disculpen. —se disculpó de inmediato al aire, pues no veía nada. Sobre su cabeza había caído una canasta tan bien trenzada que no dejaba ver ni un atisbo de luz. Escuchó algunas risas y maldiciones por quien sabe donde, y cada vez que quería ponerse de pie volvía a resvalarse con las pequeñas y montoneras castañitas. Sintió que se le quemaba el rostro de la vergüenza y por un momento agradeció la canasta sobre la cabeza.— Que daño...
Última edición por Maia Roham el Jue Ene 23, 2014 10:19 am, editado 1 vez
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
Los robos cuando las fiestas decembrinas estaban próximas eran lo mejor, siempre lo habían sido y no le cabía la menor duda de que siempre lo serían. Gente rica iba y venia para realizar sus compras, con la mirada distraída en que era aquello perfecto para regalar y los bolsillos llenos de dinero, el cual estaba ahí, a la distancia de un simple movimiento de una mano que estaba acostumbrada a adquirir aquellas cosas que tanto deseaba.
Luna estaba acostumbrándose lentamente a la vida en París sin su hermana Sol. Seguía sin saber que había sido de la mayor de las hermanas Bosch, pero siempre en su mente existía la idea de que su hermana se encontraba a salvo, en algún sitio tal vez apartado de ella, pero siempre unidas mediante aquellos medallones tan peculiares que cargaban. Pensar eso le animaba y le insitaba a continuar viviendo ahí en París, aguardando el regreso de una hermana que probablemente jamás volvería a ver. A pesar de las dificultades que había simbolizado todo aquello, la gitana aún estaba dispuesta a hacer lo necesario para sobrevivir, justo como siempre lo hizo al lado de su hermana, solo que en esos tiempos todo lo hacía sola.
Aquella noche no era realmente diferente a las demás y por tanto lo que estaba por hacer no distaba mucho de lo que usualmente hacía la joven, solo que un tanto lejos de donde se encontraba un giro para esa noche se estaba llevando a cabo.
Luna había cubierto su cuerpo de la manera en que más podía, pues el frío de los últimos días amenazaba con hacerle enfermar en cuanto ella le brindara la mínima oportunidad de hacerlo y lo mejor era evitar cualquier contratiempo en eso días que los robos estaban a la orden del día, además de que la adrenalina de robar y primero caminar de manera normal para después salir corriendo a toda velocidad, eso le mantenía a una temperatura agradable para soportar el frío.
Caminaba de manera despreocupada por las calles hasta que observo a una mujer de clase alta que presumía sus compras y cargaba su bolso en un sitio adecuado como para que la gitana pasara simplemente a su lado para sacarlo sin que ella se percatara de eso. Le siguió durante un buen tramo de camino hasta que la mujer se detuvo en una vitrina de una tienda y pasando de manera tranquila a su lado, Luna saco la bolsa de donde la mujer la llevaba y anduvo un pequeño trayecto.
Fue hasta cuando Luna dio vuelta en una callejuela que la mujer grito que había sido víctima de un robo y esa fue la señal para que escondiera la bolsa entre las telas que cubrían su cuerpo y se lanzara a correr por las calles; en aquellos días había venta de cosas gitanas no muy lejos de ese lugar por lo que su próxima parada era aquel lugar.
Tenía la nariz fría y con cada respiración un rastro de vapor salía de su boca pero aún así se sentía alegre de haber logrado el gran robo del día; con lo que seguramente cargaba aquella mujer le alcanzaría para pasar al menos algunas semanas de manera perfecta o eso era lo que ella esperaba.
Continuo corriendo incluso cuando llego a aquel sitio repleto de colores y gitanos ofreciendo diversas cosas; en un momento en que giro para ver una especie de pintura de un sol fue que la desgracia cayo sobre ella, o más bien que ella fue a tropezar.
Un grito salió de sus labios y para cuando se dio cuenta, ya estaba en el suelo junto a otra mujer que tenía una canasta en la cabeza y un montón de castañas las rodeaban.
– Pero que… – Luna intento pararse pero termino cayendo nuevamente mientras que la mujer que atendía el puesto no sabía si reír o regañarles. Y contrario a la vergüenza o molestia por lo que había sucedido la gitana se soltó a reír, más considerando la manera tan graciosa en la que estaba la mujer que tenía la cabeza tapada por la canasta – ¿Estas bien?… – pregunto aún entre risas.
Luna estaba acostumbrándose lentamente a la vida en París sin su hermana Sol. Seguía sin saber que había sido de la mayor de las hermanas Bosch, pero siempre en su mente existía la idea de que su hermana se encontraba a salvo, en algún sitio tal vez apartado de ella, pero siempre unidas mediante aquellos medallones tan peculiares que cargaban. Pensar eso le animaba y le insitaba a continuar viviendo ahí en París, aguardando el regreso de una hermana que probablemente jamás volvería a ver. A pesar de las dificultades que había simbolizado todo aquello, la gitana aún estaba dispuesta a hacer lo necesario para sobrevivir, justo como siempre lo hizo al lado de su hermana, solo que en esos tiempos todo lo hacía sola.
Aquella noche no era realmente diferente a las demás y por tanto lo que estaba por hacer no distaba mucho de lo que usualmente hacía la joven, solo que un tanto lejos de donde se encontraba un giro para esa noche se estaba llevando a cabo.
Luna había cubierto su cuerpo de la manera en que más podía, pues el frío de los últimos días amenazaba con hacerle enfermar en cuanto ella le brindara la mínima oportunidad de hacerlo y lo mejor era evitar cualquier contratiempo en eso días que los robos estaban a la orden del día, además de que la adrenalina de robar y primero caminar de manera normal para después salir corriendo a toda velocidad, eso le mantenía a una temperatura agradable para soportar el frío.
Caminaba de manera despreocupada por las calles hasta que observo a una mujer de clase alta que presumía sus compras y cargaba su bolso en un sitio adecuado como para que la gitana pasara simplemente a su lado para sacarlo sin que ella se percatara de eso. Le siguió durante un buen tramo de camino hasta que la mujer se detuvo en una vitrina de una tienda y pasando de manera tranquila a su lado, Luna saco la bolsa de donde la mujer la llevaba y anduvo un pequeño trayecto.
Fue hasta cuando Luna dio vuelta en una callejuela que la mujer grito que había sido víctima de un robo y esa fue la señal para que escondiera la bolsa entre las telas que cubrían su cuerpo y se lanzara a correr por las calles; en aquellos días había venta de cosas gitanas no muy lejos de ese lugar por lo que su próxima parada era aquel lugar.
Tenía la nariz fría y con cada respiración un rastro de vapor salía de su boca pero aún así se sentía alegre de haber logrado el gran robo del día; con lo que seguramente cargaba aquella mujer le alcanzaría para pasar al menos algunas semanas de manera perfecta o eso era lo que ella esperaba.
Continuo corriendo incluso cuando llego a aquel sitio repleto de colores y gitanos ofreciendo diversas cosas; en un momento en que giro para ver una especie de pintura de un sol fue que la desgracia cayo sobre ella, o más bien que ella fue a tropezar.
Un grito salió de sus labios y para cuando se dio cuenta, ya estaba en el suelo junto a otra mujer que tenía una canasta en la cabeza y un montón de castañas las rodeaban.
– Pero que… – Luna intento pararse pero termino cayendo nuevamente mientras que la mujer que atendía el puesto no sabía si reír o regañarles. Y contrario a la vergüenza o molestia por lo que había sucedido la gitana se soltó a reír, más considerando la manera tan graciosa en la que estaba la mujer que tenía la cabeza tapada por la canasta – ¿Estas bien?… – pregunto aún entre risas.
Audrey de Médici- Vampiro Clase Alta
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Re: Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
Sintió a alguien a su lado, pero no sabía si esta persona deseaba ayudarla o sólo seguir burlándose a costa suya. Maia no era el tipo de mujer al que le gustara ser el centro de las bromas de otros. Por otro lado, la risa sonaba claramente femenina y era horriblemente contagiosa. Se aventuró a levantar un poco la canasta por encima de sus ojos y ver así a la joven que seguía riéndose de ella. Tenía un rostro amable y bonito, pero aún detrás de eso, parecía el rostro astuto de una ladrona. Luego de tantos años en la calle, sería imposible no reconocer a alguien de las suyas. Resopló con una clara expresión de vergüenza. Para su mala suerte, no pudo reprimir una fuerte carcajada desde su interior; en perspectiva, aquello era muy divertido.
— Lo estoy. Pero, ¿quién me restituye el orgullo? —preguntó cuando pudo calmarse, acabando con una sonrisa tristona. Echó a un lado la canasta y no supo que tenía el cabello hecho un desastre. Ahora que estaba creciendo por debajo de los hombros, era imposible sólo peinarlo con los dedos. Intentó recomponerse para no seguir molestando a la pobre mujer que rogaba por sus hermosas castañas. Malhumorada, la gitana se puso de pie y le extendió una mano a la otra muchacha.— Vamos, o nos lanzará sus tomates. Y créeme, son muy duros. —le dijo con una mezcla de vehemencia y amabilidad. Miró por encima de su hombro a la vendedora, quien, aunque enojada, seguía burlándose de ambas "chiquillas" con sus vecinas de puesto. Parecían un par de gallinas cacareando. Bufó.— Por cierto, esas castañas huelen horrible.
Y muy dignamente, puso una mano en la espalda de la desconocida y se largó de ahí, caminando con fingida finura entre los otros puestos. Ya por ese rumbo, casi no había comida. Estaba dedicado a la joyería y venta de prendas. A decir verdad, le encantaban los artilugios gitanos, pero siempre solía mezclarlos con amuletos de brujos para atraer a los gadjos y gadjis más curiosos. Se detuvo un instante para admirar un collar de hermosas gemas amatistas; las piedras estaban metidas en intrincados nudos de cobre y perlas. Observarlo era como dedicarse a mirar el fuego; hipnotizante y encantador, pero peligroso en su misma belleza. De pronto recordó para qué tipo de ceremonias solía usarse tal tipo de joyería, y optó por seguir de largo.
— ¡Que costosos! —exclamó a la muchacha, como si la conociera de toda la vida.— Estoy segura que ni siquiera una de las chucherías gadjis puede costar tanto. —resopló de nuevo y, como cayendo en cuenta de algo, se giró hacia la otra y le extendió la mano. Una sonrisa joven y fresca se dibujó en su rostro, teniendo apenas el ligero matiz de una mujer que ha crecido lo suficiente.— ¡Hola, por cierto! Me llamo Roham, ¿y tu?
— Lo estoy. Pero, ¿quién me restituye el orgullo? —preguntó cuando pudo calmarse, acabando con una sonrisa tristona. Echó a un lado la canasta y no supo que tenía el cabello hecho un desastre. Ahora que estaba creciendo por debajo de los hombros, era imposible sólo peinarlo con los dedos. Intentó recomponerse para no seguir molestando a la pobre mujer que rogaba por sus hermosas castañas. Malhumorada, la gitana se puso de pie y le extendió una mano a la otra muchacha.— Vamos, o nos lanzará sus tomates. Y créeme, son muy duros. —le dijo con una mezcla de vehemencia y amabilidad. Miró por encima de su hombro a la vendedora, quien, aunque enojada, seguía burlándose de ambas "chiquillas" con sus vecinas de puesto. Parecían un par de gallinas cacareando. Bufó.— Por cierto, esas castañas huelen horrible.
Y muy dignamente, puso una mano en la espalda de la desconocida y se largó de ahí, caminando con fingida finura entre los otros puestos. Ya por ese rumbo, casi no había comida. Estaba dedicado a la joyería y venta de prendas. A decir verdad, le encantaban los artilugios gitanos, pero siempre solía mezclarlos con amuletos de brujos para atraer a los gadjos y gadjis más curiosos. Se detuvo un instante para admirar un collar de hermosas gemas amatistas; las piedras estaban metidas en intrincados nudos de cobre y perlas. Observarlo era como dedicarse a mirar el fuego; hipnotizante y encantador, pero peligroso en su misma belleza. De pronto recordó para qué tipo de ceremonias solía usarse tal tipo de joyería, y optó por seguir de largo.
— ¡Que costosos! —exclamó a la muchacha, como si la conociera de toda la vida.— Estoy segura que ni siquiera una de las chucherías gadjis puede costar tanto. —resopló de nuevo y, como cayendo en cuenta de algo, se giró hacia la otra y le extendió la mano. Una sonrisa joven y fresca se dibujó en su rostro, teniendo apenas el ligero matiz de una mujer que ha crecido lo suficiente.— ¡Hola, por cierto! Me llamo Roham, ¿y tu?
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
La risa de quien fuera que estaba bajo la canasta le hizo reír un poco más. Ambas parecían unas chiquillas haciendo travesuras, tiradas entre las castañas y riendo a más no poder aunque aquella mujer lucía un tanto más elegante y afortunada que Luna, pero en aquellos momentos las dos estaban corriendo la misma suerte, avergonzadas frente a las demás personas ya fueran gitanos o visitantes que por igual les miraban.
– Por lo menos a ti no te han visto la cara bien… – Luna rió un poco y se señalo a si misma – Así que tu orgullo esta más intacto que el mío, todos se han dado cuenta de quien soy.
Le miro mientras se levantaba, con mucho mayor gracia y sin terminar cayendo como ella, así que acepto la mano de aquella mujer para que le ayudara a levantarse.
– Gracias – sonrió y después asintió a lo que decía sobre los tomates – Créeme, lo se. Una vez accidentalmente le di una patada a un puñado de ellos y lo siguiente que recuerdo fue el duro golpe que recibí en la cabeza, la vieja tiene buena puntería – menciono en un susurro esperando que la mujer no le escuchara pues de hacerlo seguro que si se llevaba el golpe de uno de sus tomates; lo bueno de todo aquello, era que la mujer reía y se molestaba, pero al final no sabía que hacer realmente si reír o regañarles.
Oculto una risita mientras que se alejaba de aquel puesto junto a la mujer. Luna se mantuvo firme como si fueran dos dignas y ofendidas damas.
No fue hasta que entraron en la zona donde había joyería que ambas se relajaron más y que las burlas de momentos antes quedaron detrás. Hasta ese instante fue cuando Luna observo fijamente a la mujer que le acompañaba, aprovechando que estaba observando un collar bastante elaborado y que era absolutamente hermoso.
La chica que le acompañaba era claramente gitana, aunque parte de sus ropas indicara lo contrario y además era muy bonita; mayor que ella, quizás de la edad de su hermana Sol. Ese pensamiento le hizo hacer una mueca de tristeza, extrañaba andar en esa clase de lugares con su hermana pero debido a que no sabía donde estaba es que ahora estaba con la desconocida aquella.
Volvió a sonreír.
– Quizás las tonterías si sean mucho más costosas pero no más hermosas – dijo – aunque creo que es posible que encontremos algo más hermoso para ti – aquella era una manera de pararse y observar cada una de las cosas que llamaran la atención de ambas.
Le miro con sorpresa ante esa energía al momento de presentarse y como respuesta, estiro su mano y sujeto firme la ajena.
– Luna, ese es mi nombre – movió la mano suya y la ajena de arriba a abajo para luego soltarle – Roham… nunca había escuchado ese nombre, aunque bueno. Luna tampoco es un nombre muy común que digamos – Termino por reírse mientras que un grupo de gente llegaba a ver los collares de aquel puesto cerca del cual se encontraban.
Sin esperar respuesta alguna Luna le tomo la mano y le saco de entre aquel grupo de gente.
– Esas clases de gente me agradan… es tan sencillo obtener lo que uno quiere de esa manera – una sonrisa de triunfo se dibujo en el rostro de la menor y ahora la única de las Bosch – ¡TARAN! – hizo un sonido triunfal al tiempo que le mostraba el collar a la otra gitana – Es un regalo… todo para que nuestro orgullo sea sustituido… y no te preocupes… deje algunas monedas a cambio de esto, claro que no lo que pedía pero algo es algo – sonrío.
– Por lo menos a ti no te han visto la cara bien… – Luna rió un poco y se señalo a si misma – Así que tu orgullo esta más intacto que el mío, todos se han dado cuenta de quien soy.
Le miro mientras se levantaba, con mucho mayor gracia y sin terminar cayendo como ella, así que acepto la mano de aquella mujer para que le ayudara a levantarse.
– Gracias – sonrió y después asintió a lo que decía sobre los tomates – Créeme, lo se. Una vez accidentalmente le di una patada a un puñado de ellos y lo siguiente que recuerdo fue el duro golpe que recibí en la cabeza, la vieja tiene buena puntería – menciono en un susurro esperando que la mujer no le escuchara pues de hacerlo seguro que si se llevaba el golpe de uno de sus tomates; lo bueno de todo aquello, era que la mujer reía y se molestaba, pero al final no sabía que hacer realmente si reír o regañarles.
Oculto una risita mientras que se alejaba de aquel puesto junto a la mujer. Luna se mantuvo firme como si fueran dos dignas y ofendidas damas.
No fue hasta que entraron en la zona donde había joyería que ambas se relajaron más y que las burlas de momentos antes quedaron detrás. Hasta ese instante fue cuando Luna observo fijamente a la mujer que le acompañaba, aprovechando que estaba observando un collar bastante elaborado y que era absolutamente hermoso.
La chica que le acompañaba era claramente gitana, aunque parte de sus ropas indicara lo contrario y además era muy bonita; mayor que ella, quizás de la edad de su hermana Sol. Ese pensamiento le hizo hacer una mueca de tristeza, extrañaba andar en esa clase de lugares con su hermana pero debido a que no sabía donde estaba es que ahora estaba con la desconocida aquella.
Volvió a sonreír.
– Quizás las tonterías si sean mucho más costosas pero no más hermosas – dijo – aunque creo que es posible que encontremos algo más hermoso para ti – aquella era una manera de pararse y observar cada una de las cosas que llamaran la atención de ambas.
Le miro con sorpresa ante esa energía al momento de presentarse y como respuesta, estiro su mano y sujeto firme la ajena.
– Luna, ese es mi nombre – movió la mano suya y la ajena de arriba a abajo para luego soltarle – Roham… nunca había escuchado ese nombre, aunque bueno. Luna tampoco es un nombre muy común que digamos – Termino por reírse mientras que un grupo de gente llegaba a ver los collares de aquel puesto cerca del cual se encontraban.
Sin esperar respuesta alguna Luna le tomo la mano y le saco de entre aquel grupo de gente.
– Esas clases de gente me agradan… es tan sencillo obtener lo que uno quiere de esa manera – una sonrisa de triunfo se dibujo en el rostro de la menor y ahora la única de las Bosch – ¡TARAN! – hizo un sonido triunfal al tiempo que le mostraba el collar a la otra gitana – Es un regalo… todo para que nuestro orgullo sea sustituido… y no te preocupes… deje algunas monedas a cambio de esto, claro que no lo que pedía pero algo es algo – sonrío.
Audrey de Médici- Vampiro Clase Alta
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Re: Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
Resultaba difícil no reír al lado de esa muchacha, que además de joven, era bastante bonita y risueña. La mayor reconocía bien el optimismo donde alguna vez hubo tristeza o soledad, pues lo había visto tantas veces en su reflejo que no había podido olvidarlo. Una sonrisa discreta se dibujó en sus labios, pues sentía mucha gratitud de su compañía; ¿sabría que le encantaba ir por ahí acompañada? O quizás, ¿sentiría lo mismo que ella? No era sencillo adivinarlo, pues se trataba de una desconocida aún. Sin embargo, caminar con ella por las interminables tiendas gitanas era una apacible experiencia. A diferencia de los paseos con Hero, no tenía la agridulce sensación de estar tratando con el muerte a cada momento.
Miró con cierta sorpresa a la joven, cuando ella mencionó muy segura de sí misma que podían encontrar algo más hermoso. ¿Acaso consideraba comprarlo? Maia no tenía dinero, realmente, aunque pareciera lo contrario por la ropa que Hero se había encargado de obsequiarle. Todavía se sentía muy tímida para salir con los vestidos elegantes que ahora tenía en el armario.
— Luna es un nombre precioso. —reprochó con diversión. Ahora que habían varias personas que la llamaban por su nombre de pila, se daba cuenta lo extraño que era "Roham" como nombre.— No es común, pero a mi me parece hermoso. Los nombres más significativos, son los de los cuerpos celestes. —explicó, aunque en ese punto parecía hablar más para sí misma. Eso le daba algunas ideas no del todo agradables, por lo que, al sentir un leve sonrojo en las mejillas, sacudió la cabeza y volvió a sonreír.— Ay, no me hagas caso. A veces me distraigo con facilidad.
Y vaya que lo hacía. Le sorprendía que Hero no la hubiese castigado ya por descuidos hacia su salud, como permanecer con el cabello empapado o estar demasiado cerca del fuego. De todos modos, no se esperaba lo siguiente. Reconocía la sonrisa de una ladrona cuando la veía (en algunas ocasiones, ella misma la poseía), y le pareció tan extraño divertirse con ella, que no supo como reaccionar. ¡Se estaba riendo! Veía el collar en manos de Luna y no podía salvo sonreír, encantada. Tenía una habilidad increíble para el hurto, e incluso la mención de las monedas le resultó tan risible que se echó a reír.
— ¡L-Luna! —decía con dificultad.— N-No tendrías que haber hecho eso. —le "replicó" en un intento de ahogar las risas. ¡Que manía la suya de reírse por cualquier cosa! Tomó el collar con delicadeza y negó, aún con la sonrisa pintada en el rostro.— Es precioso, pero creo que me ha gustado más tu gesto que el collar en sí. —la miró con gratitud y le revolvió el cabello, en un gesto tan instintivo y despreocupado que no parecía venir de una mujer en años de casarse sin familia.— Gracias. ¿Te parece si vemos algo para ti? —añadió con una sonrisa maliciosa.
Miró con cierta sorpresa a la joven, cuando ella mencionó muy segura de sí misma que podían encontrar algo más hermoso. ¿Acaso consideraba comprarlo? Maia no tenía dinero, realmente, aunque pareciera lo contrario por la ropa que Hero se había encargado de obsequiarle. Todavía se sentía muy tímida para salir con los vestidos elegantes que ahora tenía en el armario.
— Luna es un nombre precioso. —reprochó con diversión. Ahora que habían varias personas que la llamaban por su nombre de pila, se daba cuenta lo extraño que era "Roham" como nombre.— No es común, pero a mi me parece hermoso. Los nombres más significativos, son los de los cuerpos celestes. —explicó, aunque en ese punto parecía hablar más para sí misma. Eso le daba algunas ideas no del todo agradables, por lo que, al sentir un leve sonrojo en las mejillas, sacudió la cabeza y volvió a sonreír.— Ay, no me hagas caso. A veces me distraigo con facilidad.
Y vaya que lo hacía. Le sorprendía que Hero no la hubiese castigado ya por descuidos hacia su salud, como permanecer con el cabello empapado o estar demasiado cerca del fuego. De todos modos, no se esperaba lo siguiente. Reconocía la sonrisa de una ladrona cuando la veía (en algunas ocasiones, ella misma la poseía), y le pareció tan extraño divertirse con ella, que no supo como reaccionar. ¡Se estaba riendo! Veía el collar en manos de Luna y no podía salvo sonreír, encantada. Tenía una habilidad increíble para el hurto, e incluso la mención de las monedas le resultó tan risible que se echó a reír.
— ¡L-Luna! —decía con dificultad.— N-No tendrías que haber hecho eso. —le "replicó" en un intento de ahogar las risas. ¡Que manía la suya de reírse por cualquier cosa! Tomó el collar con delicadeza y negó, aún con la sonrisa pintada en el rostro.— Es precioso, pero creo que me ha gustado más tu gesto que el collar en sí. —la miró con gratitud y le revolvió el cabello, en un gesto tan instintivo y despreocupado que no parecía venir de una mujer en años de casarse sin familia.— Gracias. ¿Te parece si vemos algo para ti? —añadió con una sonrisa maliciosa.
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
Se sintió un poco avergonzada ante las palabras de la gitana, la mayoría de las personas solían pensar que su nombre era bastante extraño y que era poco usual al igual que el de su hermana. Aquella era por lejos la primera vez que alguien le daba unas palabras tan alentadoras respecto a su propio nombre.
– Gracias, además con lo poco usual que es es prácticamente imposible que me pierda aunque al parecer por muy poco probable que sea suele suceder – realmente no era capaz de evitar no pensar en Sol y su paradero desconocido, pero no tenía más que hacer solo aguardar a que un día llegara con u enorme sonrisa y dijera que todo estaba bien, de esa forma Luna no temería más.
Sonrió mientras negaba suavemente.
– No me ha parecido que estuvieses distraída así que descuida y tus palabras… ha sido agradable escucharlas – le miro con verdadero agradecimiento, mientras que los pasos de ambas les guiaban más allá, sumergiendo a las gitanas más en aquel lugar.
Se encogió de hombros después de haber mostrado su botín, sabía que no era necesario que robara algo para alguien que recién conocía pero deseaba hacerlo sin importar que pensara la otra o que problemas generara al otro grupo de personas que estaban viendo las joyas. Era extraño que ella terminara robando para alguien que no fuera ella o su hermana, pero la sonrisa de Roham bien había valido la pena quedarse sin lo que aquel collar hubiese significado al venderlo en las calles o cambiarlo por algo de comida o ropa.
– Bueno todo ha sido porque parecía que el collar de verdad merecía ser tuyo y el dinero no debe ser impedimento para que las almas gemelas sean separadas – levanto una mano empuñada hasta la altura de su hombro, pronunciando aquellas palabras con una seriedad que ni ella misma podía creerse, todo para finalizar riendo ante la idea de que la gitana y el collar fuesen almas gemelas.
Acomodo sus cabellos después de que en un gesto bastante amigable fueran revueltos por Roham y una nueva sonrisa le fue dedicada a la mayor de las gitanas.
– Creo que acabas de hacerme el día diciendo eso – se miro las ropas y después la de la otra mujer – aunque a ti parece que la suerte te ha sonreído, yo creo que necesito algo de ropa nueva – hizo una mueca de descontento, cualquiera que las viera diría que intentaba robar a la otra y eso, estaba lejos de ser la verdad – pero bueno, ¿Qué crees que sea divertido robar o hacer ahora? – aunque lo decía en voz alta, estaba pensando realmente para si misma hasta que la idea llego a su mente – Y si robamos algunas monedas y vamos a una de esas tiendas de gente importante, seguro que existe algo interesante – la idea le agradaba, solo era necesario saber si la otra pensaba lo mismo. De ser así ya tenía entre ceja y ceja la siguiente persona que sufriría de sus robos ese día.
– Gracias, además con lo poco usual que es es prácticamente imposible que me pierda aunque al parecer por muy poco probable que sea suele suceder – realmente no era capaz de evitar no pensar en Sol y su paradero desconocido, pero no tenía más que hacer solo aguardar a que un día llegara con u enorme sonrisa y dijera que todo estaba bien, de esa forma Luna no temería más.
Sonrió mientras negaba suavemente.
– No me ha parecido que estuvieses distraída así que descuida y tus palabras… ha sido agradable escucharlas – le miro con verdadero agradecimiento, mientras que los pasos de ambas les guiaban más allá, sumergiendo a las gitanas más en aquel lugar.
Se encogió de hombros después de haber mostrado su botín, sabía que no era necesario que robara algo para alguien que recién conocía pero deseaba hacerlo sin importar que pensara la otra o que problemas generara al otro grupo de personas que estaban viendo las joyas. Era extraño que ella terminara robando para alguien que no fuera ella o su hermana, pero la sonrisa de Roham bien había valido la pena quedarse sin lo que aquel collar hubiese significado al venderlo en las calles o cambiarlo por algo de comida o ropa.
– Bueno todo ha sido porque parecía que el collar de verdad merecía ser tuyo y el dinero no debe ser impedimento para que las almas gemelas sean separadas – levanto una mano empuñada hasta la altura de su hombro, pronunciando aquellas palabras con una seriedad que ni ella misma podía creerse, todo para finalizar riendo ante la idea de que la gitana y el collar fuesen almas gemelas.
Acomodo sus cabellos después de que en un gesto bastante amigable fueran revueltos por Roham y una nueva sonrisa le fue dedicada a la mayor de las gitanas.
– Creo que acabas de hacerme el día diciendo eso – se miro las ropas y después la de la otra mujer – aunque a ti parece que la suerte te ha sonreído, yo creo que necesito algo de ropa nueva – hizo una mueca de descontento, cualquiera que las viera diría que intentaba robar a la otra y eso, estaba lejos de ser la verdad – pero bueno, ¿Qué crees que sea divertido robar o hacer ahora? – aunque lo decía en voz alta, estaba pensando realmente para si misma hasta que la idea llego a su mente – Y si robamos algunas monedas y vamos a una de esas tiendas de gente importante, seguro que existe algo interesante – la idea le agradaba, solo era necesario saber si la otra pensaba lo mismo. De ser así ya tenía entre ceja y ceja la siguiente persona que sufriría de sus robos ese día.
Audrey de Médici- Vampiro Clase Alta
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Re: Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
Reía continuamente, sonreía al caminar, contenía a duras penas las ganas de abrazar a la muchacha que apenas conocía. Era dulce, no mansa o adiestrada, y en cierto modo le recordaba a sí misma. A su edad, ella era exactamente igual, de modo que apostaría lo que fuera a que Luna, en situación de peligro, debía ser toda una fierecilla. Pero no en ese momento, porque aunque pensara o bromeara con que el collar era su alma gemela, Maia creía firmemente que el encuentro predestinado era el de ellas dos. Se puso el collar por gusto y cortesía. No le iba muy bien con la ropa de ese día, pero su cuello limpio de imperfecciones, la piel clara y sólo un poco bronceada, era perfecta para una joya como esa.
— Digamos que el collar era la simple excusa para conocerte. —le dijo a la joven con optimismo. Desde que conoció a Hero, y pasó por todo lo que pasó hacía casi un año, se había vuelto mucho más abierta con la gente. No con toda, por supuesto, pero Luna le daba un aire de confianza extraño que la hacía sentir sumamente cómoda. Por esto mismo, no tuvo desconciertos ni tapujos al decir:— Tu roba comida, por ahora. Tengo una idea. —y dicho esto, le sonrió como lo haría una mujer dispuesta a visitar el fin del mundo y volver muy campante.
Tomó la mano de Luna y la arrastró con cuidado entre la gente hacia la parte del mercado donde vendían los panes y los quesos, que debido a la oferta y demanda, eran de origen francés y no gitano. Le lanzó una mirada elocuente. Necesitaba manos extras, mientras por sí misma cometía una fechoría que les haría el día muy divertido. Le entregó su bufanda roja y la señaló con vehemencia, indicando que ese era un buen lugar para ocultar la comida. Le dio una palmadita en el hombro, confiando en sus habilidades, y se alejó de ahí.
Hacía frío y cuando cayera la noche lo haría todavía más; además, deseaba acercarse al mar, que tan cerca estaba de ahí. Según escuchó en uno de los puestos (lleno de jóvenes y niños), algunos romaníes harían una fiesta esa noche, tal vez por locura o desesperación. La hoguera, el vino, el ron, los violines y las flautas, todo eso las esperaba a ella y a Luna, si ella accedía. Así pues, se acercó con sigilo hacia una carpa gigante llena de mantas, abrigos, ponchos e instrumentos. Había tantos colores y tejidos que mareaban a la vista, pero pudo atrapar un vestido, un abrigo y una frazada en un solo timo.
— ¡Luna! —gritó, buscando a la muchacha a sabiendas de que el dueño de la carpa notaría pronto que faltaba la mercancía. Debían irse de ahí pronto.— ¡¡Luna, vamos!!
— Digamos que el collar era la simple excusa para conocerte. —le dijo a la joven con optimismo. Desde que conoció a Hero, y pasó por todo lo que pasó hacía casi un año, se había vuelto mucho más abierta con la gente. No con toda, por supuesto, pero Luna le daba un aire de confianza extraño que la hacía sentir sumamente cómoda. Por esto mismo, no tuvo desconciertos ni tapujos al decir:— Tu roba comida, por ahora. Tengo una idea. —y dicho esto, le sonrió como lo haría una mujer dispuesta a visitar el fin del mundo y volver muy campante.
Tomó la mano de Luna y la arrastró con cuidado entre la gente hacia la parte del mercado donde vendían los panes y los quesos, que debido a la oferta y demanda, eran de origen francés y no gitano. Le lanzó una mirada elocuente. Necesitaba manos extras, mientras por sí misma cometía una fechoría que les haría el día muy divertido. Le entregó su bufanda roja y la señaló con vehemencia, indicando que ese era un buen lugar para ocultar la comida. Le dio una palmadita en el hombro, confiando en sus habilidades, y se alejó de ahí.
Hacía frío y cuando cayera la noche lo haría todavía más; además, deseaba acercarse al mar, que tan cerca estaba de ahí. Según escuchó en uno de los puestos (lleno de jóvenes y niños), algunos romaníes harían una fiesta esa noche, tal vez por locura o desesperación. La hoguera, el vino, el ron, los violines y las flautas, todo eso las esperaba a ella y a Luna, si ella accedía. Así pues, se acercó con sigilo hacia una carpa gigante llena de mantas, abrigos, ponchos e instrumentos. Había tantos colores y tejidos que mareaban a la vista, pero pudo atrapar un vestido, un abrigo y una frazada en un solo timo.
— ¡Luna! —gritó, buscando a la muchacha a sabiendas de que el dueño de la carpa notaría pronto que faltaba la mercancía. Debían irse de ahí pronto.— ¡¡Luna, vamos!!
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Re: Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
Una excusa para conocerse era una buena excusa para algo que el destino preparaba; ellas mejor que nadie comprendían eso por su naturaleza gitana. Nada pasaba por mera casualidad o coincidencia, si esa noche se habían encontrado era porque se necesitaban esa noche y quizás lo seguirían haciendo en ocasiones posteriores. Al menos para Luna le era demasiado agradable la compañía de Roham y estaba segura en su mente, la idea de buscarle en alguna otra ocasión.
Esperaba una respuesta a su propuesta cuando la otra gitana menciono que tenia una idea y que ella robara algo de comida. Los ojos de la española se iluminaron con el placer de ejercer aquello que desde que recordaba se había dedicado a hacer.
– Esta bien, iré por comida – se dejo llevar, siguiendo aquellos pasos como en ocasiones anteriores siguió los de su propia hermana y cuando se detuvieron en la parte donde la comida era vendida miro a Roham con curiosidad.
No existió la necesidad de palabras entre ellas, eran como dos retazos cortados de la misma tela. Si se trataba de robar ambas se entendían a la perfección, eso lo descubrió cuando la bufanda roja se poso sobre su mano y recibió la palmada en el hombro.
Apenas se giro la otra para ir a algún lugar seguramente a robar algo también ella, Luna salió a paso veloz a observar todo la selección de alimento que existía allá, analizando todo y viendo que era lo mejor de todo.
Robo algo de queso, una botella de vino que le pareció ser cara pues los que estaban cerca del puesto eran unidamente personas que lucían ropas que ella nunca en la vida se podría costear y estaba finalmente tomando algo de pan cuando escucho aquel grito. Rápidamente tomo algunos panes y se lanzo a correr, escuchando tras de si la alarma de la mujer que atendía aquel puesto quien gritaba a todo pulmón que le habían robado pero aún así no señalaba en dirección a Luna. Una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro, seguía impune por ese día.
–¡Roham! – grito al verla a lo lejos – se han dado cuenta de los panes pero no saben que fui yo… – sonreía triunfal y sus ojos fueron directo a la ropa que su nueva amiga traía – ¿y eso? – esperaba una respuesta que fue interrumpida al escuchar la voz molesta de un hombre que también vociferaba haber sido robado – Hora de irnos – y sin nada más que perder y solo una noche que prometía diversión y aventuras por delante se lanzo a correr buscando la salida de aquel lugar – Ya que tu tienes un plan ¿a dónde vamos ahora? ¿cuál era la siguiente parada? – le dijo en voz suficientemente fuerte para que le escuchara. Luna sospechaba que a donde irían ahora, sería mucho más divertido que todo lo que habían pasado hasta ahora.
Esperaba una respuesta a su propuesta cuando la otra gitana menciono que tenia una idea y que ella robara algo de comida. Los ojos de la española se iluminaron con el placer de ejercer aquello que desde que recordaba se había dedicado a hacer.
– Esta bien, iré por comida – se dejo llevar, siguiendo aquellos pasos como en ocasiones anteriores siguió los de su propia hermana y cuando se detuvieron en la parte donde la comida era vendida miro a Roham con curiosidad.
No existió la necesidad de palabras entre ellas, eran como dos retazos cortados de la misma tela. Si se trataba de robar ambas se entendían a la perfección, eso lo descubrió cuando la bufanda roja se poso sobre su mano y recibió la palmada en el hombro.
Apenas se giro la otra para ir a algún lugar seguramente a robar algo también ella, Luna salió a paso veloz a observar todo la selección de alimento que existía allá, analizando todo y viendo que era lo mejor de todo.
Robo algo de queso, una botella de vino que le pareció ser cara pues los que estaban cerca del puesto eran unidamente personas que lucían ropas que ella nunca en la vida se podría costear y estaba finalmente tomando algo de pan cuando escucho aquel grito. Rápidamente tomo algunos panes y se lanzo a correr, escuchando tras de si la alarma de la mujer que atendía aquel puesto quien gritaba a todo pulmón que le habían robado pero aún así no señalaba en dirección a Luna. Una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro, seguía impune por ese día.
–¡Roham! – grito al verla a lo lejos – se han dado cuenta de los panes pero no saben que fui yo… – sonreía triunfal y sus ojos fueron directo a la ropa que su nueva amiga traía – ¿y eso? – esperaba una respuesta que fue interrumpida al escuchar la voz molesta de un hombre que también vociferaba haber sido robado – Hora de irnos – y sin nada más que perder y solo una noche que prometía diversión y aventuras por delante se lanzo a correr buscando la salida de aquel lugar – Ya que tu tienes un plan ¿a dónde vamos ahora? ¿cuál era la siguiente parada? – le dijo en voz suficientemente fuerte para que le escuchara. Luna sospechaba que a donde irían ahora, sería mucho más divertido que todo lo que habían pasado hasta ahora.
Audrey de Médici- Vampiro Clase Alta
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Re: Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
Era la hora de concluir el primer hurto de la noche (al menos para ella, que por el momento no tenía necesidad de hacerlo). Se dio cuenta cuando se unía a Luna para salir de esa zona comercial de gitanos y otros marginados de París, de lo mucho que había cambiado en poco tiempo. Las personas que conoció, las experiencias que la marcaron. De pronto robar se le hacía algo curioso y lamentable. Nunca había deseado robar a nadie, y lo hacía sólo cuando el hambre y la falta de trabajo la empujaban a ello. Siempre sintió que decepcionaba al recuerdo de su padre, quien jamás tomó algo ajeno. Sin embargo, ahora le parecía una actividad justa, casi deportiva. Los ricos solían robar al pueblo de una manera mucho más cínica, y nadie podía ponerles un alto.
A ellos, gitanos y mendigos, los ejecutaban en el acto o les cortaban las manos. ¿Eso era justo? Pues no. Tampoco lo era la época de caza, y vaya que era popular en Inglaterra. Podía apostar lo que fuera a que Luna, por ejemplo, había tenido una vida difícil. Quizás solitaria. ¿En qué mundo podía ser justo que una chica pasara hambre y soledad? Estaban luchando por vivir en ese mundo que las había rechazado alguna vez.
— Hace frío, y donde quiero llevarte lo hará todavía más. —Le explicó con una sonrisa tranquilizadora. Hasta el momento, la más joven de las dos parecía no tener problemas con seguir sus instrucciones y confiar en su palabra, pero debido a sus propias experiencias sentía la necesidad de probar que era de fiar. Luna le recordaba mucho a sí misma. Con este pensamiento, pasó un brazo por los hombros ajenos y la atrajo a su cuerpo. Una sonrisa revoloteaba en sus labios, expresando su alegría.— Me alegra haberte conocido, ¿sabes? Este año he tenido una racha increíble. E conocido a varias personas a las que ahora quiero mucho. —Su sonrisa se volvió tierna, casi fraternal.— No te apartes de mi esta noche, ¿vale? Prometo cuidarte bien.
Esperaba en el fondo de su alma que sus palabras no asustaran a la muchacha. No estaba en sus planes haberla conocido, pero su instinto le decía que debía protegerla a toda costa de cualquier peligro nocturno. De alguna manera, el hecho de que le recordara tanto a sí misma la hacía querer brindarle todo el calor y la protección que a ella le faltó. Recordó a Hero y sus mimos, esa forma tan encantadora de querer. Suspiró de manera audible y guió sus pasos hacia un camino escasamente alumbrado que conducía al malecón de esa parte de la ciudad.
— ¿Has estado en una fiesta romaní en la playa? —Le preguntó con suavidad a su compañera.— Todos llevan comida, y seguro que nos dan algo de beber. No olvides compartir algo de pan. Sé que son extraños, pero el ambiente te gustará mucho. —Se interrumpió a sí misma y se obligó a mirar al frente, apretando los labios. ¿Sería correcto lo que hacía? ¿Creería Luna que estaba siendo una loca sobreprotectora?
A ellos, gitanos y mendigos, los ejecutaban en el acto o les cortaban las manos. ¿Eso era justo? Pues no. Tampoco lo era la época de caza, y vaya que era popular en Inglaterra. Podía apostar lo que fuera a que Luna, por ejemplo, había tenido una vida difícil. Quizás solitaria. ¿En qué mundo podía ser justo que una chica pasara hambre y soledad? Estaban luchando por vivir en ese mundo que las había rechazado alguna vez.
— Hace frío, y donde quiero llevarte lo hará todavía más. —Le explicó con una sonrisa tranquilizadora. Hasta el momento, la más joven de las dos parecía no tener problemas con seguir sus instrucciones y confiar en su palabra, pero debido a sus propias experiencias sentía la necesidad de probar que era de fiar. Luna le recordaba mucho a sí misma. Con este pensamiento, pasó un brazo por los hombros ajenos y la atrajo a su cuerpo. Una sonrisa revoloteaba en sus labios, expresando su alegría.— Me alegra haberte conocido, ¿sabes? Este año he tenido una racha increíble. E conocido a varias personas a las que ahora quiero mucho. —Su sonrisa se volvió tierna, casi fraternal.— No te apartes de mi esta noche, ¿vale? Prometo cuidarte bien.
Esperaba en el fondo de su alma que sus palabras no asustaran a la muchacha. No estaba en sus planes haberla conocido, pero su instinto le decía que debía protegerla a toda costa de cualquier peligro nocturno. De alguna manera, el hecho de que le recordara tanto a sí misma la hacía querer brindarle todo el calor y la protección que a ella le faltó. Recordó a Hero y sus mimos, esa forma tan encantadora de querer. Suspiró de manera audible y guió sus pasos hacia un camino escasamente alumbrado que conducía al malecón de esa parte de la ciudad.
— ¿Has estado en una fiesta romaní en la playa? —Le preguntó con suavidad a su compañera.— Todos llevan comida, y seguro que nos dan algo de beber. No olvides compartir algo de pan. Sé que son extraños, pero el ambiente te gustará mucho. —Se interrumpió a sí misma y se obligó a mirar al frente, apretando los labios. ¿Sería correcto lo que hacía? ¿Creería Luna que estaba siendo una loca sobreprotectora?
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Re: Fiesta gitana: ¿Encuentro del destino? [Priv. Luna]
Sus pies se movían con la mayor velocidad de la que era capaz en aquella multitud. No quería golpear a nadie o terminar en un accidente donde ella pudiera salir lastimada o Roham. La sonrisa de Luna se extendía a medida que los gritos de aquellos que habían sido robados se extinguían en el aire y animada lanzaba de vez en cuando una mirada a su nueva compañera en aquellos pequeños crímenes. Luna se encontraba realmente cómoda al lado de ella, pues bien sabia que incluso entre los suyos era complicado encontrar alguien en quien confiar realmente y para alguien con su historia de viajes y de un lado a otro, tener o mantener amistades le era sencillamente imposible; ahora, todo era diferente. Con la desaparición de Sol valerse por si misma no le resulto del todo complicado pero igual, le pesaba no saber el paradero de aquella de quien nunca en la vida se separo por tanto tiempo como hasta ahora y las fiestas solo incrementaban su pesar pero no en esos momentos; al lado de aquella mujer se sentía como si estuviese al lado de Sol.
Conforme se alejaban más de aquel lugar donde cometieron sus delitos, detuvieron el trote que antes llevaban y lo suplieron por un paso regular, como si nada hubieran hecho y solo se dedicaran a pasear por las calles de París. De manera curioso miro a Roham, imaginando a que clase de lugar planeaba llevarle a lo que solo pudo sonreír y mirar al frente, haría como que sabía exactamente a donde iban aunque estuviese siguiente los pasos de la otra.
No se espero que le rodeara los hombros, no creyó que ella fuese a hacer algo así. Esa acción no le molesto en lo más mínimo de hecho, le provoco una opresión en él pecho y le dieron ganas de llorar como no se había dado la oportunidad de hacerlo por la ausencia de su hermana. Roham le recordaba un poco a ella, sobre todo en esa calidez que despedía y la manera en que le miraba como si le dijera que nada malo le iba a pasar mientras estuviesen juntas, justo como lo hiciera Sol durante muchas ocasiones.
Se esforzó por contenerse y no terminar abrazada a ella, no quería asustarle ni separarse de ella tan pronto. Sonrío.
– Yo no esperaba conocer a nadie y mucho menos hacer amigos o nada de eso, pero también me alegra haberte conocido hoy. Eres muy buena conmigo – le miro de manera fija – gracias por dejarme pasar esta noche a tu lado y por nada del mundo me alejare, quiero divertirme y estar un rato más a tu lado.
Una vez que llegaron al malecón no comprendió del todo porque los pasos de ambas habían llevado hasta allá, más bien los de su compañera y solo una vez que formulo aquella pregunta los ojos de Luna se abrieron de par en par mientras que la sonrisa se extendía de nuevo por todo su rostro.
– He ido a fiestas claro, pero nunca fui a una en la playa – no necesitaba nada más que las palabras que siguieron para saber cual era el destino de ambas – claro que compartiré – aseguro y de una forma poco usual en ella se abrazo al brazo de la otra gitana – de verdad… gracias… – de todo lo que podía haber obtenido esa noche, la compañía de Roham era lo único que realmente necesitaba.
Conforme se alejaban más de aquel lugar donde cometieron sus delitos, detuvieron el trote que antes llevaban y lo suplieron por un paso regular, como si nada hubieran hecho y solo se dedicaran a pasear por las calles de París. De manera curioso miro a Roham, imaginando a que clase de lugar planeaba llevarle a lo que solo pudo sonreír y mirar al frente, haría como que sabía exactamente a donde iban aunque estuviese siguiente los pasos de la otra.
No se espero que le rodeara los hombros, no creyó que ella fuese a hacer algo así. Esa acción no le molesto en lo más mínimo de hecho, le provoco una opresión en él pecho y le dieron ganas de llorar como no se había dado la oportunidad de hacerlo por la ausencia de su hermana. Roham le recordaba un poco a ella, sobre todo en esa calidez que despedía y la manera en que le miraba como si le dijera que nada malo le iba a pasar mientras estuviesen juntas, justo como lo hiciera Sol durante muchas ocasiones.
Se esforzó por contenerse y no terminar abrazada a ella, no quería asustarle ni separarse de ella tan pronto. Sonrío.
– Yo no esperaba conocer a nadie y mucho menos hacer amigos o nada de eso, pero también me alegra haberte conocido hoy. Eres muy buena conmigo – le miro de manera fija – gracias por dejarme pasar esta noche a tu lado y por nada del mundo me alejare, quiero divertirme y estar un rato más a tu lado.
Una vez que llegaron al malecón no comprendió del todo porque los pasos de ambas habían llevado hasta allá, más bien los de su compañera y solo una vez que formulo aquella pregunta los ojos de Luna se abrieron de par en par mientras que la sonrisa se extendía de nuevo por todo su rostro.
– He ido a fiestas claro, pero nunca fui a una en la playa – no necesitaba nada más que las palabras que siguieron para saber cual era el destino de ambas – claro que compartiré – aseguro y de una forma poco usual en ella se abrazo al brazo de la otra gitana – de verdad… gracias… – de todo lo que podía haber obtenido esa noche, la compañía de Roham era lo único que realmente necesitaba.
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