Rocas de luna [Priv]

por **Quinn Bentley** Vie Abr 24, 2015 4:01 pm

Ensimismado con la búsqueda de algo para entretenerse, situó su objetivo en las bellas mujeres del burdel, pero tanto tiempo había pasado oculto que sus habilidades sociales habían pasado a estar un poco oxidadas. Más no era razón para estar oculto por más tiempo. Sacó una ropa elegante y con paso avivado se fue dirigiendo hacia el teatro en donde estaba la obra de Hamlet. Al menos se entretendría con algo. Pensó en que aquella obra de teatro, aquella obra de Shakespeare siempre le gusto a su hermano mayor, aquel que nació con buen gusto cultural y del que se contagiaron sus hermanos. Solo que con el tiempo de estar solo, había olvidado como era la humanidad, como eran en si.

Parecía que la humanidad le había echado de menos, él se sentía completamente un extraño entre la gente que caminaba a su lado a la vez que estas volvían a sus casas para poder cenar e irse a dormir. Se vistió con ropas elegantes y sin pedir nada a cambio, su ama de llaves la única con la que mantenía relación, le adorno con el reloj de su padre colgado de su chaleco marrón oscuro.

¿Intentaba de transmitirle algo a Quinn?

No se sentía merecedor de llevar aquel reloj colgando de su chaleco, pero al estar ya cerca del teatro decidió que mejor no era necesario hacer gestos que alarmaran a los ladrones de que llevaba algo importante. Estuvo pensativo por unos segundos, si entrar o irse de vuelta a su casa, la duda le entraba y comenzaba a sentirse tenso debido a la cercanía de la gente que pasaba por su lado, se fue a un rincón, comenzando a respirar con tranquilidad y se apoyó contra un muro de ladrillo que terminaba en un callejón sin salida.

Pudo escuchar unos llantos al fondo, pero no fue. Se conocía esa treta. Lloros falsos para atraer a los ingenuos y robarles el dinero, se fue yendo de aquel callejón y una mano le atrapo el talón del pie izquierdo, haciéndole virar la mirada hacia la joven tendida y cubierta de sangre. No dijo palabra alguna, pero la cogió en brazos sin importar que se manchara él de sangre y enseguida llegando a una posada, entro y consiguió llevarla a una habitación. No volvió a saber nada hasta que la posadera le dijo que pasara.

por **Helenna Quarell** Jue Jun 18, 2015 7:58 pm

Había sido la noche más tensa de todas presto a la cacería de una manada pequeña de lobos, estaba conformada por tres adultos y dos jóvenes “no son gran reto” había pensado la mujer que trenzaba su cabello tras su escondite en aquel callejón, mascullaba palabras de su plan hasta que estuvo frente a ellos para darles pelea. Su odio hacia esa especie le llevo a enfrentarse sin apoyo de nadie. El arma apunta la cabeza de los jóvenes y solo se oye el tiro muerto junto a los cadáveres, los tres adultos se giran y atacan a la mujer pero esta se tenía sus trucos.

Arrastrándolos por el callejón sabía que sus armas no mataban a humanos solo a criaturas sobrenaturales y comenzó a reír blasfemando e incitándoles en la rabia, su adrenalina había subido, paso una de las trampas para aquello sujetos y fue cuando el eco de un grito se escuchó por última vez hasta que la cazadora estaba frente a ellos disparándoles en el corazón, cinco balas de plata tenía, ya solo le quedaba una “no será de utilidad” pensó la mujer cuando cerraba aquella manzana de su arma y fue ahí cuando un hombre el doble de ella apareció gruñéndole, retándole a una batalla.

Sin saber el peligro en que se metía, aun cuando en su nuca le picaba su “lógica” ella se adentró al combate, lanzó algunas cuchillas de plata pero el sujeto las esquivó con gracia riéndose de la cazadora insultándole por sus artimañas e indicándole que había matado a sus hermanos e hijos, ella se reía regresándole los insultos. Corrió por otro callejón donde sacó su arma y disparo, sabía que no podía fallar pero para su sorpresa eso fue lo que ocurrió, su tiro fallo y el tipo se la abalanzo cuando sus ojos se quedaron abiertos por su fallo. Aquel sujeto la tomó por el cuello empujándola con fuerza contra la pared, el aire de sus pulmones salió en una bocanada fuerte de dolor, y en ese momento la risa del tipo y sus puños sobre sus costillas pero ella no quieta por su final empezó a tirar patadas y clavar sus uñas contra él hasta que estas se fueron al rostro del tipo sobre sus ojos.

El tipo la arroja con fuerza contra unos basureros pero no sabían, ambos, que se encontraba un fierro salido con el cual impactó el cuerpo de la cazadora que con un grito y la mano en su costado derecho vislumbró la sangre que salía a borbotones. No se iba a dar por vencida ni se iba a dejar matar, puesta en pie de batalla con los puños altos retó al hombre, la pelea duro unos minutos hasta que con la misma arma con que se había lastimado lo incrustó en el cuerpo del lobo para debilitarlo y tenerlo a sus pies, fue ahí cuando clavó su cuchillo de plata bendita en el corazón del sujeto que callo con fuerza al suelo al igual que ella. Tenía que salir de ahí o sería blanco fácil para los vampiros, ella sabía que que debía moverse pero el dolor y la pérdida de sangre no le dejaba así que con lágrimas de ese mismo dolor se arrastró por el callejón hasta que un pie fue todo lo que vio agarrándolo con fuerza. Hasta ahí llego su consciencia.

Al despertarse se ve sin ropa y con vendas alrededor de su cuerpo, en sus pechos y en su costado, la trenza la llevaba semi deshecha, su boca seca y ronca, había querido tomar agua pero no podía hablar más que solo en roncos gemidos, abrió más aquellos ojos para así dar paso a la figura masculina frente a ella con brazos cruzados, entonces, se aclaró la garganta para dar paso a los agradecimientos —Entonces, a ti es a quien debo mi vida— escupió con poca humildad, más bien arrogancia y desdén —Ahora estoy jodida frente a ti y asumo que me pedirás algo a cambio, o eres un altruista que ayuda a la gente— soltó un JA de incredulidad y desprecio.

por **Quinn Bentley** Miér Jun 24, 2015 7:53 pm

Las palabras de la enfermiza muchacha no hicieron que Quinn se moviera de su sitio. Sobrevivió. Qué pena. Ahora tendría que actualizar su repertorio social el cual lo tenía bien oxidado – Por mi podrías haberte muerto. No sé porque te rescate en primer lugar –Miro no demasiado a la mujer de cabellos de plata, solamente de reojo la echo una mirada rápida, sintiendo que dentro de poco tendría que interactuar un poco más - ¿Ahora que se supone que tengo que hacer contigo? –Ahora si la miraba altivo, furioso pero no con ella, es que él era así, tenía una personalidad brusca que no era bienvenida por todos realmente. Todos le temían, algunos le hacían frente pero sin éxito.

– A no ser que puedas ser una buena virgen para mi colección – Rio estrepitosamente como un Conde odioso no deja comer a su pueblo y solo folla por placer y dolor de las bellas jóvenes casaderas de un reino fantasioso – O al menos en ti puedo hacer el uso que mis sirvientes quieran al menos. Te salve la vida, ahora tienes que pagarme con la tuya – Decía con decisión en la voz, sentía que estaba al borde de una pelea que no quería acontecer, pero simplemente no, ahora no – Calla maldita mujer –Estuvo a punto de golpear a aquella joven que sentía recién el dolor de la recuperación tras haber sido herida en una estúpida pelea.

Quinn salió de aquella pequeña salita en donde estaba la mujer herida, hizo entrar a la mujer que lo ayudaba, mirada agachada y servía enseguida a la muchacha herida en la cama. La mujer encargada de la habitación cerró la puerta con llave como le dijo su señor, esta comenzaba a cambiar las vendas de la joven como podía, pero las manos le temblaban, sentía dolor en su entrepierna, tanto en su cuerpo físico como en su alma - ¡AGUA! –Grito un Quinn sobrepasando la impaciencia, tirando la copa a modo de desesperación y comienzo de un plan de castigo para aquellos que estuvieran demorándose de inmediato.

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