Fiesta a papa (priv)

Las rejas de la casa estaban abiertas y a la vista, se podían ver varios carruajes de alto nivel. Era una fiesta enorme, donde muchos integrantes de diferentes corporaciones asistirían. Mi padre había llegado recientemente de su viaje por toda Europa y al volver decidió hacer una fiesta bastante grande invitando a todos los conocidos y sus familiares. Por la parte del teatro de conferencias era lo suficientemente grande para toda la gente que había.
Contratamos, como nunca, bastante gente para que atendiera llevando de un lado a otro la comida que yo mismo había cerciorado. Hacía esperaba que todos estén contentos con ella. Lo principal de la fiesta se desarrollaría a mitad de función. Donde todos estarían en la sala sentados en mesas circulares de alrededor de diez personas cada una.

-"Todos sean bienvenidos a esta reunión"

Decía mi padre, un joven apuesto de unos aparentes treinta y tres años y yo su hijo, de unos aparentes veintiún años. Aún no entendía como mi padre podía hacer tales cosas, nunca le ha importado hacer fiestas en nuestra casa. Algo que podría perjudicarnos bastante. Pero de todos modos el lo hacía. Y me había dicho que debería hacer una parte del espectáculo. Por lo que hacía dos semanas estaba preparando una canción con una entrada de piano solo.
Cuando ya la casa se estaba llenando y el tiempo límite de llegada había parado se cerraron las puertas del lugar. Era una noche hermosa de luna menguante. Las estrellas estaban al punto tope y en el horizonte se podían observar algunas nubes que amenazaban con llegar hasta estas partes el bosque. Ya que la casa se unía con este último.
Era la última casa de la parte residencial. Donde solo una pequeña luz iluminaba las cosas. Aunque ese día habíamos puesto bastantes luces. Y junto con mi padre y algunos vampiros invitados tuvimos que pintarnos un poco el rostro, pues sino la blancura sería evidente.

Spoiler:

La persona que animaría la reunión empezó a pedir silencio y cuando al fin no hubo ruido alguno empecé a tocar el piano, lentamente y con armonía. Cerré mis ojos dejándome guiar hasta que pronto tocaría la parte de cantar, donde empezarían a tocar los músicos. Poco a poco me fui levantando con el micrófono en la mano. Sonriendo suavemente, mientras cantaba con tranquilidad. La idea era una canción al inicio, otra en el medio y una mas para cerrar. Esperaba hacerlo bien, realmente me molestaría mucho decepcionar a mi padre. Aparte, parecía ser algo importante para el. Nunca lo había visto tan emocionado. Miraba a toda la sala mientras cantaba, esperando a toparme con las miradas de todos, buscando a alguna mirada especial, esperando poder estar tranquilo en toda esa noche.

-Muchas gracias por venir... Soy Hero Jaejoong y espero que todos disfruten esta velada.

Susurré al terminar de cantar, en un hilo de voz suave y dulce. Mirando a todos sobre el escenario. Denotando que tenía el mismo apellido que mi padre. Dando a entender que ere de su familia. Aunque por obvias razones no hice mención a que era "su hijo" ya que sería algo de desconfiar decirlo así; quizá hasta demasiado evidente y fácil de juzgar.

Oía las ruedas del carruaje andar sobre el empedrado de las calles, en cualquier otra situación me habría resultado un sonido agradable pero en esos momentos temía el momento en que las ruedas se detuviesen. Sentada a mi lado se encontraba Marie, estaba hermosa con su vestido dorado además parecía muy entusiasmada por la fiesta a la que nos dirigíamos. Había estado hablando todo el camino sobre un padre y su hijo aunque la mayor parte del tiempo yo no la escuchaba. Yo llevaba un vestido de rojo y negro, elegido por Marie por supuesto ya que cuando le mostré lo que deseaba usar casi le dio un ataque.

Cuando las ruedas del carruaje se detuvieron a la entrada de la casa iluminada yo gemí de angustia pero Marie me reprendió. ¡Era un simple sonido! ¿Incluso eso era considerado malas maneras en la clase alta? Suspire resignada teniendo cuidado de que Marie no me oyera y salí del carruaje. La brisa nocturna era refrescante pero más adelante me esperaba el infierno.

Había demasiada gente a la cual saludar, Marie me llevaba de un lado a otro presentándome a personas cuyos nombres olvidaba al momentos de escucharlos ¿cómo era posible que ella los conociese a todos? Finalmente llego lo que parecía ser el espectáculo principal, o al menos el de apertura. Espera más de lo mismo alguna demostración de poder por parte de la familia, parecía que era lo único que sabían hacer bien, pero al oír el piano deje de pensar en ello. Era un sonido hermoso y la voz del joven de me dejaba sin palabras, los había juzgado demasiado pronto y me arrepentí de ello en mi interior. No dije nada ni aparte la vista del escenario durante el tiempo que duro la canción.

- Es Hero Jaejoong, Neru. Es el joven del que te estaba hablando. -

Me dijo Marie entusiasmada. Así que ese era el hijo, me impresiono que no fuese un artista contratado pero parecía que la fiesta no sería una de esas típicas de clase alta a las que había asistido hasta el momento.

Cuando acabo la función Marie prácticamente me arrastro hasta donde se encontraba el joven Jaejoong para saludarlo. Sabía que sería de mala educación si no lo hacíamos así que no me resistí en absoluto o Marie comenzaría con uno de sus sermones de buenos modales.

- Encantada de conocerle, Monsieur Jaejoong. Mi nombre es Marie y esta es mi hija Neru Curie. –

Mi madre adoptiva se presentó ante el joven y de paso me presento a mí. Al menos ya no tendría que hacer esa parte de la conversación.

- Encantada de conocerle. Fue una magnifica presentación, Monsieur –

Me adelante unos pasos, no podía quedar detrás de Marie como una sombra todo el rato y en este caso la conversación con el joven Hero Jaejoong me interesaba.

Poco a poco empezaba a bajar del escenario y al mismo tiempo iban retirando el piano; dejando que las bailarinas salgan y empiece la función ordinaria de todas las fiestas. Mientras el presentador, iba hablando y presentando a las muchachas. Tomé suavemente una toalla que había a un lado y despacito la pasé por mis manos, dejándola en el mismo lugar que antes. Por alguna razón no importaba cuantas veces subiera a un escenario, mis manos se ponían nerviosas y traspiraba del miedo a equivocarme.
Al mirar hacía abajo me encontré con varias personas que empezaron a saludarme, principalmente gente mayor, de unos cuarenta en adelante. Casi todos eran los que sabían que era el hijo de aquel que había armado la reunión. Y solo saludaban por simple cortesía o para darme alguna que otra tarjeta.

-Buenas noches... Ah! Si, por favor pásenlo lindo...

Decía suavemente en un hilo de voz tenso y nervioso, no me gustaba tener que saludar a tanta gente. No estaba acostumbrado a esto, ya que en el teatro salía por la parte trasera y nadie llegaba a verme. pero esto era diferente y no podía evitarlo de ninguna manera. Así que tomé aire y fui saludando con toda la educación que podía a cada persona que paraba, hasta quedarme perplejo por una mujer que se paraba frente a mi.
Abrí mis ojos y me lamí los labios para luego morderlos algo nervioso. Entrecerré mis ojos y miré a un costado cuando ella presentó a alguien, encontrándome con una mujer bastante alta, no mas que yo pero si lo suficiente como para llegar a mis hombros; por lo que miré rápidamente hacía abajo, encontrándome con sus tacones altísimos. Sonreí de lado por ello y volví a subir la mirada, haciendo una leve reverencia. Recordaba a la muchacha mirándome mientras cantaba, parecía como si entendiese de lo que estaba hablando cuando dejaba salir mi voz y eso me sacó una sonrisa sincera.

-Gracias por venir Madame Marie, Señorita Neru... Se les ofrece una copa? A lo que necesiten... Esto para serviles.

Dije con claro encanto, mientras movía mi cabeza a un lado, observando de reojo como pasaba un mesero con las copas, por lo que atiné a pararlo suavemente con un "por favor..." delicado. A lo que aquel señor paró y ofreció las copas a las señoritas y a mi. Yo tomé una de vino, sonriendo suavemente observando como se empezaba a retirar.

-Espero que les haya gustado mi acto... Aunque creo que debí haber contratado a alguien.

Dejé salir una risa divertida, mientras daba reverencias pequeñas a las personas que iban saludándome en el camino. Pestañeando cuando la muchacha de ojos rasgados dio un paso al frente, como objetando que tenía algo que decir. Me sorprendí al escucharla y un suave sonrojo claro apareció a los lados de mis mejillas y asentí despacito sin saber bien que decir. Mirándola perplejo.

-Gracias, me alegro mucho que le haya gustado señorita... Neru! Al parecer no son de París o sí?

Dejé salir con una sonrisa suave, inclinando un poco la cabeza hacia ella, observando su vestido rojo sin disimulo. Aunque si puse en gloria no poner mala cara. Como siempre esos vestidos tan apretados no eran del todo de mi agrado. Pero todas las mujeres los llevaban en ese lugar.

El chico parecía acostumbrado a aquellos tratos que se daban en aquellas fiestas, lo hacía con gran naturalidad. Por un momento pensé “niño rico” pero me castigue mentalmente por hacerlo, si bien había crecido con lujos no quitaba que me había impresionado al momento de subirse al escenario. Me sorprendió aquella reacción que tuvo al notar mi altura, era algo normal últimamente ya que usaba tacones de 10 cm que me hacían parecer más alta de lo que era en realidad.

Marie eligió vino, al igual que el joven pero yo solo tome agua, si consumí la más mínima gota de alcohol aquella fiesta podía terminar en un verdadero desastre. Observaba al joven con algo de interés ¿en serio era el hijo de un señor de la clase alta? Sus movimientos eran delicados, mucho más delicados que los míos por supuesto y Marie seguro iba a recordármelo todo el camino de regreso.

- Muchas gracias –

Marie realmente era muy buena para eso de la etiqueta social. Sonreí amable ante el sonrojo del chico, era un gran cantante así que por un momento había pensado que sería demasiado orgulloso pero aquella reacción me alegro ya que me demostraba que no era para nada esa clase de persona. Sin embargo, momentos antes de eso había dicho “contratar a alguien” eso si me disgusto y negué con la cabeza.

- Si hubiese contratado a alguien más la presentación habría perdido sentido. –

Eso era lo que sentía, ¿Qué sentido tenia ocultarse tras la voz de alguien más? Las personas debían mostrarse libremente, ese era mi pensamiento que sin embargo no era compartido por la mayoría de personas. Marie me reprocho ese comentario con la mirada pero no dijo nada ya que nos encontrábamos rodeadas de personas. Irónico, las fiestas que tanto me desagradaban me salvaban de las reprimendas de mi madre.

- Somos de Paris pero… -

Marie comenzó a contestar la pregunta pero como de costumbre se cortó en el momento que debía explicar si descendencia por lo que fui yo quien continuo.

- Nací en Paris pero mi madre biológica era extranjera, no sé de donde ya que murió apenas me dio un nombre. –

Omití la parte de haberme criado en la clase media-baja de Paris ya que sabía que eso no le gustaría a Marie, pero quizá el joven ya lo hubiese adivinado.

- Oh, vaya… disculpadme pero debo ir a saludar a alguien. –

Mientras mi madre se alejaba me dirigió una mirada que decía a las claras: “Compórtate” Suspire cuando ya no podía verme, era típico de ella. Recordé en ese momento la mirada que el joven tenía al momento de notar el vestido que llevaba, no le gustaba precisamente. Sonreí por eso.

- A mí tampoco me gusta mucho pero no se lo digas a Marie. –

Comente un poco más relajada al verme libre de la presencia de mi madre tan estricta en los modales.

Dejé salir una sonrisa cuando la mayor agradeció y simplemente me quedé allí parado, mi idea principal era dirigirme algo lejos; pero ambas dos mujeres obstruían mi paso y me dificultaban la huida que quería lograr en un principio. Por un momento me quede perplejo a las palabras de la muchacha y sonreí con ternura, mordiendo mis labios mientras miraba a los lados, como si buscara ayuda. La verdad es que no me refería a contratar a alguien para ocultarme detrás de su voz. Solo era contratar un espectáculo que no fuese el que yo era capaz de dar. Sabía que no era realmente malo. Me he esforzado toda mi vida para tener la técnica y habilidad de canto. Pero eso no implicaba que tuviese una hermosa voz... Lo único que podía casi asegurar es que al menos no iba a desafinar tan horriblemente en ninguna parte.

-Por que habría perdido sentido? Solo hubiese sido alguien mas que hacía la presentación principal...

Susurré olvidando las palabras "señorita, madame o disculpe" es que me había tomado tan de sorpresa que mis palabras había fluido hacía la joven de manera rápida. Me mordí los labios un momento y rápidamente fui interrumpido por la mayor, que explicaba que no eran de París, pero tampoco comentaba mucho que eran. Cosa que me dejo perplejo y supuse que había una historia familiar algo triste detrás. Cosa que se confirmo a las palabras de la joven, que empezaba a caerme realmente bien. Sería la primera vez en años que hablaba con alguien de ojos alineados y lo mas interesante, es que a ella no parecía gustarle demasiado la idea de esta reunión con gente completamente desconocida.

-Vaya con tranquilidad Madame, me da gusto que este en la reunión...

Susurré y reí divertido al ver esa mirada que le daba a la menor, cubriendo suavemente mis labios, mientras negaba, suspirando. Topándome nuevamente con aquella mirada, a lo que suspiré, poniendo mis manos en los bolsillos, mientras indicaba con mi cabeza hacia un lado. Donde estaba el patio y había mucho mas espacio y menos ruido. Empecé a caminar hacia allí sin dirigir una palabra fuera de mis labios. Haciendo delicadas reverencias y sonrisas algo falsas a los que iban saludando en el camino, hasta por fin dar con el patio, caminando aún hacia dentro, para parar frente a la gran fuente del medio, quedando parado frente al agua.

-Realmente... Odio esos vestidos pomposos.

Dije bufando y me giré sonriendo de lado hacia ella, y elevé mi mano, para acariciarle aquellos cabellos mientras le seguía sonriendo. Aún recordaba como me miraba cuando estaba en el escenario. Aquello había sido realmente muy lindo. Y aún así me daba algo de vergüenza, ya que no eran las miradas de "un espectáculo" era algo mas profundo, donde no solo miraba el espectáculo sino cada parte en particular. Una mirada mas seria y profunda, que me encantaba.

Note como el chico deseaba salir de aquel lugar pero yo y mi madre nos interponíamos en su camino, estuve tentada a decirle a Marie que fuésemos a otro lugar pero finalmente eso no fue necesario. ¿No lo creía? Pude haber pensado en un principio que el chico tenía pánico escénico pero la verdad es que lo había hecho muy bien durante la presentación por lo que aquella idea me pareció un sinsentido. Lo siguiente de lo que me percate fue la ausencia del “señorita” al final de la oración, a cualquier otra dama eso podría haberlo ofendido pero yo me alegre. Así era como debían hablar las personas, sin adornar tanto sus frases.

Sonreí al escuchar la risa divertida del joven al notar la mirada de mi madre y resistí el impulso de rodar los ojos, no me molestaba en absoluto el hecho de que alguien más hubiese notado esa mirada que me dirigía Marie, como si fuese una niña a la que debían mantener controlada. Capte la señal del chico y lo seguí hasta el patio. Al contrario que al joven a mí las personas con las que nos encontrábamos en el camino no me saludaban tan afectuosamente, yo era una nueva en sociedad por así decirlo… en realidad la razón era que la clase alta no aceptaría tan fácilmente a alguien como yo. Pero eso no me importaba.

– Al menos no eres tú el que debe usarlos… créeme, es un milagro que no me desmaye por la falta de aire –

Había dejado las formalidades por completo, seguro Marie se escandalizaría pero yo me sentía cómoda de aquella manera. Libre de todas aquellas reglas y además sentía que a aquel joven no iba a importarle realmente. Le sonreí abiertamente al recibir aquellas caricias en el cabello, a diferencia de las demás damas que llevaban peinados con elaborados rizos yo llevaba mi cabello oscuro y lacio. Desentonaba con las costumbres populares dentro de la sociedad pero me hacía sentir bien.

– La presentación habría perdido sentido por no habrías sido tú el que cantara. Pueden cantar por ti con mejores voces e incluso mejorar las letras pero nunca podrán copiar tus sentimientos. ¿No crees que eso sea lo que importa realmente? –

La música era como el reflejo del alma del compositor, eso era lo que yo creía así que mandar a otra persona a expresarse por ti... eso no tenía sentido. Las emociones de la persona que escribe la letra de una canción o que hace la música, las emociones de la persona que canta… no pueden ser imitadas, y no necesitaba mi poder de empatía para comprobarlo.

– Tristeza, alegría, enojo, amor… las emociones no pueden ser reemplazadas. Te pertenecen a ti y solo a ti, eso se ve a través de tu música y por eso no puedes ser reemplazado. –

Le explique mi manera de verlo tranquilamente mientras seguía caminando en direcciones a unos arbustos, me gustaban los espacios abiertos y no podía desperdiciar aquella oportunidad de quitarme de encima a los molestos aristócratas.

– Además… me gusto el piano… -

Comente al tiempo que me volvía a ver al chico, me agradaba… de lo poco que había podido observar acerca de el podía decir que me agradaba, no lo sentía como las demás personas de clase alta.

Me alegré cuando ella me seguía y ya me quedé observándola, dejándome hacer un poco por el ambiente de la naturaleza que ahora nos rodeaba. Estaba contento de no tener que saludar a toda aquella gente molesta que estaba aún dentro de la casa. Me imaginaba que mi padre se molestaría por no haber saludado a cada una de las personas al inicio; pero aún había tiempo y no me cabía la menor duda que pronto encontrarían donde estaba y volverían a saludarme. Es que muchas de aquellas familias buscaban emparejarme con sus hijas. Hacer tratos para casamiento. Pero daba gracias que mi padre no tenía ninguna intención de casarme. Principalmente por que, que pensaría la novia, cuando note que mi cuerpo no envejecía ni un poco. Aparte, que los casamientos solo eran por cuestión de dinero, y mi padre no tenía problemas con eso y menos por quien sustentaría a "la familia" cuando el "se vaya" eran cosas que no pasarían.

– Tanto así? No te desmayes que me desmayo yo también!

Jugué y reí cubriendo mis labios, mientras le sacaba la lengua a modo de broma, asintiendo para luego ver mejor ese vestido que llevaba puesto. Se le veía bien, tenía un cuerpo realmente esbelto y los zapatos altos la hacía ver aún mas sensual. Me avergoncé un poco por como la estaba observando. Como si pasara mi mirada por una pintura del arte post moderno y la evaluara. Me disculpé con una suave reverencia y reí cubriendo despacito mis labios, mientras me acomodaba en una banca, escuchándola atentamente; ella aún seguía regañan dome por mis palabras y eso me daba un poco de ternura.

-... Por que no? Lo dices como si fuese a dejar que alguien haga algo con mi nombre... Si yo no hubiese cantado, nunca hubieses notado nada... Solo hubieses visto, una mejor voz, otro nombre y otra persona arriba del escenario...

Explicaba mientras seguía mirándola, asintiendo a sus palabras. De alguna forma quería dejarme regañar. Sabía que algunas cosas que ella decía tenían razón de ser. Como siempre la música era completamente diferente saliendo de cada persona y según esos estados que cada uno tiene, es como puede interpretar la melodía y armonía.

- Y que si yo no quería demostrar nada y no quería cantar en el escenario. Hubiese estado bien subirme sin ánimos? En vez de poner a otra persona? Sabes cuantos músicos esperan a ser llamados para las fiestas, para poder demostrar sus sentimientos no solo en las calles o en los teatros, los que tienen la suerte.

Susurré mientras tomaba una flor de las del patio y empecé a girarla era color rojo. Una hermosa rosa del jardín. La acerqué a ella y se la ofrecí sonriendole con tranquilidad. Estaba con los ánimos bien, pero mucho mas tranquilo de lo habitual. Y eso probablemente era por culpa de mi padre, que muchas veces me manejaba un poco para hacer que me comporte en lugares así. Ya que probablemente si era otra fiesta, estaría hablando con todos y cada uno de los presentes.

-Oh! Jajajaja, entonces esto ya es mas personal! Amm~ Me alegro que te haya gustado, alguna vez lo haz tocado? Es muy bello... Me gustaría poder tocar mejor. Aún soy un simple novato; estuve practicando mucho para poder hacer esa melodía.

Me jacté mientras le hablaba, apoyándome un poco sobre mis rodillas, mirando de reojo como un pequeño grupo de mujeres empezaba a encaminarse para saludar y seguramente chismear con quien me encontraba. Es que era probablemente, la tercer fiesta que hacía mi padre. Y nunca nadie me veía demasiado hablando con mujeres u hombres. Solía estar detrás de mi padre y solo hablar con quien el me decía.

Moví la cabeza a los lados por su testimonio de como había sentido ella todo el escenario. La verdad, amaba cantar; y subirme a un escenario era lo único que podía subir mis ánimos y aunque ese día no era justamente una noche donde quisiera cantar y tocar el piano de todas formas lo había hecho. Y me había sentido realmente bien. Así que de alguna forma, apreciaba esas palabras. Me acogían un poco en mi forma de ver el mundo.

-No lo sé, quizá hasta tendría mas ganas... De todos modos, gracias...

Susurré de forma algo tímida y asentí algunas veces a sus palabras. Al fin y al cabo tampoco podía pelearla toda la noche. Aunque había sido divertido, ella se lo tomaba muy en serio. Y yo simplemente sabía muy bien mis sentimientos y podía jugar con ellos, buscando situaciones donde lo contrario suceda. Para así poder seguir viendo las reacciones de la chica. Notando que simplemente, no debía meterme de ningún modo con la música, ni aunque fuese, realmente en broma.

- Ohh... De tu padre? Ya veo... De muy chica? Que lindo, seguro tocas hermoso... Ah! Oye! Tocarías una melodía para mi?

Pedí mirándola fijamente, dejando escapar una sonrisa de oreja a oreja. De verdad me gustaría poder escuchar aquellos largos impartiendo golpes y toques por las suaves teclas de aquel impostor piano de cola. Sabía de sobre manera que ella tocaría muchísimo mejor y estaba de alguna manera ansioso por oírla. Pues pocas veces había tenido la posibilidad de escuchar a una mujer tocando un instrumento y mucho menos el piano.
Me quedé en silencio cuando dijo que el canto no era su fuerte y me quedé pensando es si aquello significaba que el canto era mi fuerte. De alguna forma lo era... Pero... Lo era realmente? Era lo único que sabía hacer; pero aún así no creía que tuviese ningún fuerte. Nada en específico. Cocinar y cantar?

-Ah..? No... No tengo prometida. Mi padre no armará matrimonio con ninguna familia. Pero bueno... Son algo molestas y aún así desean unir nuestras familias, ya sabes... Cosas que la clase alta hace para mantenerse en esos puestos...

Me levanté y alcé mi mano hacía ella, enarcando una ceja por que justo en ese momento donde mi mirada fue hacia su rostro ella les estaba sonriendo de una forma inexplicablemente graciosa. Tanto que provocó que niegue y sonría, aún así alzando mi mano, esperando que ella se levanta d allí para poder ir a alguna de las salas de la casa. Quizá sería buena idea mi habitación, aunque esperaba que ella no lo tomé a mal. Solo me parecía un lugar bello. Tenía un gran balcón, con vista hacia el bosque y un largo piano a un lado. Era mi parte preferida de la casa. Por muchas razones y la principal, era que el silencio reinaba completamente, y solo se podía escuchar el ruido de las aves de por arriba.

-Venga podemos seguir nuestra charla arriba? Mmm ~ Nos siguen por doquier! La gente no conoce el termino intimidad...

Reí divertido y le tomé un poco la mano, ya impartiendo camino hacia arriba, intentando de ir por lugares, como detrás de las columnas, pasillos y partes menos concurridas, para no ser frenados por demasiada gente. Empezaba a hacer el camino, al que me dirigía antes de ser interrumpido por esas dos damas. Una que se había ido y la otra que no era tan dama como había pensado. Pero que lo hacía aún mejor.

Una gran sonrisa se formó en mis labios cuando ella dijo que tocaría para mí. Me preguntaba como lo haría. Realmente era extraño, a la mayoría de las personas le daba vergüenza tocar para extraños. Pero ella era tan extrovertida, me encantaba, me daba confidencialidad. Como si realmente pudiera ser lo que soy sin tener que cubrirme con una mascara de superficialidad.

-Así es, pero mi padre no quiere ese tipo de cosas, arma estas fiestas y demás. Para concretar negocios, pero nunca me ha lanzado alguna indirecta para conseguir futura esposa. Él nunca se caso y tampoco lo desea, así que...

Expliqué mientras caminábamos hacía mi habitación, que era mas bien una sala de estar, mezclada con una biblioteca, que solo tenía una cama que hacía distinguir que era una habitación privada y no solo un salón de música.
Negué un momento, recordando aquella sonrisa que ella les había dado. y me cubrí los labios, mientras ya llegábamos a la habitación, no le había respondido donde íbamos, ya que prefería que lo note sola o que no lo note y ya. Probablemente causaría un poco de impresión decirle "A mi habitación" no quería crear una imagen errada de lo que deseaba hacer, que era ,por ahora, escucharla tocar el piano, mientras me dejaba llevar por su música.

-Aquí, ya llegamos... Mm? Hero... Me gusta Hero, pero mi sobre nombre, es Boojae. Pero puedes decirme como desees.

Dije cuando al fin pusimos los pies sobre la alfombra de la sala. Allí se podía observar un hermoso piano de cola negro, a los lados había dos bibliotecas grandes y mas detrás una cama de dos plazas con una ventana con una cortina muy gruesa. Había adornos y decorados finos por toda la sala y dentro de ella, se podían observar algunas partituras tiradas por todo el escritorio y libros a los lados, la verdad era algo desordenado. Pero estaba siempre todo limpio y el escritorio era el único lugar desacomodado.

-Neru... Lo haré, te llamare de ese modo. Neru-ah ~

Le sonreí diciendo el prefijo de amistad "-ah" que usamos en mi país. Probablemente ella no lo entendería del todo, ya que no parecía ser coreana, mas bien japonesa o algo de ese estilo; me acerqué un poco a ella y le acaricié los cabellos, era molesto que tuviera esos tacones, por que me hacía sentir bajo, cosa que no lo era. Mas bien mi estatura era bastante alta, de metro pasando los ochenta centímetros. La tomé un poco del hombro y la fui llevando como un niño hacía allí, quería escucharla ahora mismo y no me podía aguantar mas.

-Anda anda, si quieres alguna partitura hay por todos lados, así que busca la que quieras. Y si te sabes la melodía de memoria toca! Quiero escucharte, déjame ser.

Decía de forma explosiva, mientras me sentaba en un banquito al lado del piano, apoyando ambas manos entre medio de mis piernas, sobre el banco, mordiendo mis labios mientras la miraba fijamente, esperando y viendo sus acciones con completa atención. No quería despegar mis ojos de ella ni por un segundo.

Apoyé mis manos detrás, en mi espalda mientras la miraba atento, pestañeando sutilmente, mientras una suave sonrisa escapaba de mis labios, asintiendo a lo que se refería de mi habitación. A decir verdad, a mi me gustaba mucho, era un lugar pacífico y nunca llegaba demasiado el sonido de abajo. Aparte estaba adornada a mi gusto. De forma elegante, pero no demasiado formal.

-Oh Jae, ohh como quieras... En realidad me da lo mismo... Mm? Ahh; "ah" es el sufijo utilizado en mi país natal, para provocar cercanía.

Expliqué con cuidado y finas palabras, mientras iba hacía el escritorio y empezaba a acomodar un poco. Discriminando las partituras en piano y canto. Para que ella pudiese elegir si deseaba alguna; pero como había supuesto ella ya tenía una en mente y probablemente bien aprendida. Sonreí con una dulzura increíble y me acerqué dejando todo a un lado. Apoyando mi cuerpo sobre una silla a un lado, mirando con atención como decidía empezar a tocar.

Parecía estar sumida en sus pensamientos, en una laguna de sonidos. Era como si ella fuese parte del mismo piano. Mordí suavemente mis labios y apoyé las manos sobre mis rodillas, la observaba.

El sonido, como un sube y baja de sensaciones, que logra aclamar cada parte de mi cuerpo. Sentimientos encontrados, un mar de lagrimas que me apuñala como fina madera entre mi cuerpo.

Y allí me dí cuenta como algunas personas podían demostrar tantas cosas con un simple instrumento de cuerda. El piano y esos dedos. Tan finos y delicados, me llenaban y me sacaban una sonrisa. Unos ojos húmedos. Quería llevarla abajo y que toque frente a todos. Por que ella estaba malgastando el tiempo allí? Si pudiese mover de esa forma mis dedos, me gustaría mostrárselo al mundo entero. Que todos puedan saber lo bueno que soy... Pero no era mi caso. Por desgracia para mi, la música se me hacía tan difícil, aprender una partitura de piano era como aprender cinco para alguna otra persona... Me daban envidia, celos y algo de frustración. Es que no podía reprimir esos sentimientos. Aunque no era como si les deseara el mal. Solo era un enojo conmigo mismo, uno profundo y doloroso.

-... Me ha encantado... Neru tocarás mas para mí luego? Quiero escucharte tocando el piano mas tiempo...

Me acerqué suavemente y con suavidad le agarre esos dedos largos, finos y débiles que poseía. Sabía que en un mal movimiento podría quebrarselos, por esa razón los agarraba como si fuesen un artefacto de cristal. Como un vidrio fino. Pasándolos como seda por mi piel. Sonriéndole con gracia, cerrando mis ojos, mientras le seguía acariciando, buscando sentir mas de su suave piel. Como si quisiera extraerle mas de aquel sonido que había dejado fluir por mi habitación. Como un polvo mágico extraído a pura ciencia.

-Eres muy buena, no pensé que tocarías esa canción tampoco... Adoro esa canción. Donde la aprendiste?

Pregunte, separándome poco a poco de ella. Volviendo a mis lares, mientras mi sonrisa seguía esplendorosa en el cántico de mi rostro. No desviaba la mirada ni un segundo. Solo quería mas, como un niño egoísta que era. Lo deseaba todo y mas. Una vez que algo llamaba mi atención lo quería para mi. Y no quería que nadie me lo quite.

Mis ojos se abrieron de repente, sin entender realmente por que ella sollozaba. Quizá mi rostro, príncipe del hielo, le había causado algo de molestia. Por alguna razón yo no podía expresar demasiado mis sentimientos mas que con palabras. Mi rostro no hacía mucha connotación de si algo me agradaba o no. Como un escozor abrumador ante las personas, podía resultar fastidiante.

-Lo siento por eso... Y gracias, me gusta

En un escaso aliento, un gemido de perlas, dejé salir mis palabras. Me frustraba que ella solloce sin saber yo la razón, aunque probablemente no podría hacer nada para cambiarlo... No era alguien de lágrima fácil. A pesar de que mis sentimientos rebozaban en mi interior al punto que dolía. Mi rostro no lo demostraba. Pocas personas podían hacerme llorar, aunque en realidad, solo mi padre lo había logrado hasta el momento. Seguía acariciando sus manos mientras escuchaba sus respuestas. Siempre he adorado las manos largas, las uñas arregladas, pero no tan exuberantes. Me gustaban las cosas sencillas.

-Ya veo... Si, alguien tocaba esa canción cuando era pequeño, pero yo no recuerdo quien era. Solo la conozco...

Mi hilo de voz navegaba hacia ella con tranquila devoción y sonreí de lado. Lastimosamente no podía recordar quien era esa persona, solo sabía que era cuando yo era un mortal. Una mujer tocaba esa canción frente a mi. Siempre lo hacía suavemente y con amor. Solo para mí, era alguien que me guardaba mucho amor. Pero en mi mente nunca se podía dibujar ni las ropas de esta persona. Estaba pero en realidad no. Y dolía querer recordarlo, por eso prefería entonces guardarlo.
Mis ojos se abrieron cual lechuza miedosa cuando ella respondió a mis pensamientos y miré a los lados. Es que había dejado que mi rostro hable por mí? Eso nunca pasaba, ella nunca podría haber adivinado algo así...

- Disculpa...? A que te refieres?

Pero la respuesta no llego, y sus dedos empezaron a moverse a ritmo lento, pero firme. No la conocía, me preguntaba que estaba tocando y me molestaba el hecho de saber que tenía idea de la existencia de algunas melodías. En realidad, yo sabía, que no podía conocerlo todo. Pero mi egoísmo y orgullo me llevaban a querer saberlo todo. La soberbia que poseía era como un demonio dentro de mi. La soberbia conmigo mismo, pues no había demasiado odio hacía los demás. Nunca había sentido esa clase de cosas. Solo sentía celos, algo de tristeza. Un poco de frustración. Pero nunca odio; por que odiar, sería darle demasiado valor a las cosas, para odiar, también tendría que amar. Y lo único que yo podía amar era a la música. Aunque aquella muchacha llenaba mi pecho de armonías y hermosas melodías "Melody and harmony" pensé y una sonrisa se dibujo en mis labios. Me gustaba eso... Era un nombre hermoso. Ella era como una armonía y yo quería ser su melodía.
Sus dedos seguían vertiginosos sobre aquel pedal, vomitando notas tan hermosas como yo nunca me había imaginado. Y nuevamente me pregunte de donde había salido tal hermosa canción...

-Es hermosa, de quien es? Tiene alguna letra escrita? Es bella...

Asentí cuando anunció que no llevaba ninguna letra y me pareció algo frustrante. Por que había tantos instrumentales sin voz arriba? Sabía que los sentimientos se podían transmitir igual, pero siempre me ha parecido mas lujoso escuchar tonalidades de voz sobre los instrumentos. Quizá sería un capricho mas; otras de las cosas que deseaba y no podía tener. La escuché minuciosamente, moviendo mi cabeza a los lados, sonriendo con tranquilidad mientras me apoyaba sobre mis piernas, que estaban dobladas y hacia arriba para hace un sostén a ambos de mis brazos.

-Ya veo... Es bella, debería tener letra...

Mordí mis labios a mis palabras y de repente una sonrisa ladina se subió a mi rostro, seguido por un arqueo conceptual de cejas. Como quien descubre un secreto y no le interesa revelarlo. El disfrute de mis labios a la melodía que seguía en el aire hasta recaer al fin sobre el piso, dando el último asentimiento a que la canción acababa de terminar. "Oh... La dulce sensación cuando una canción muere en el aire y sus notas caen a pedazos sobre los cristales y la madera húmeda del verano".

-Me asusta, pero me conmueves, si sabes que lo he notado, entonces, pues, explícame que ha pasado.

Susurré a muerte por descaro. Mis palabras eran algo frías y torpes. Era simple, si ella había notado que me había hecho sentir un susto, entonces podía saber la clase de sentimientos que reposaban sobre mi cuerpo. Eso era devastador. Como una rata que no encuentra camino para salir de allí. Quizá debería ahuyentarla? Asustarla con alguna situación de mi naturaleza? Pero no era realmente lo que deseaba. Ella parecía ser de buen corazón. Una frágil doncella, pues no parecía ser una gitana. Las gitanas me daban miedo, usan palabras raras y metáforas en toda su parla. Ella parecía ser mas una pequeña brujilla. Y de repente... "Como será la sangre e brujas?" Me pregunté pestañeando, pero rápidamente volví a caer a la realidad.

-Quien es Adam? No intentes desviar el tema... Dilo, o tendré que sacártelo.

Dí una amenaza mas bien con doble sentido. Pues no era como si deseara lastimarla, solo quería ver su expresión. Me levanté suavemente y pasé la mano por su nuca, acariciándola, acercándome peligrosamente a su rostro y enmarqué una ceja. Quise ver profundamente en sus ojos, quería saber que mas me ocultaba. Y por que ella se había metido donde no debía. Había husmeado en los lugares prohibidos. Por que lo hacía? Quería enojarme? Yo, no era muy agradable cuando me enojaba. Aunque eso estaba muy lejos de suceder. Probablemente si hubiese sido otra persona mi humor estaría por el piso y rasqueteando la tierra. Pero ella era tan suave y minuciosa, que me prohibía enojarme. Como si tuviese una capa entumecedora. Aunque yo sabía que no me estaban cambiando los sentimientos, ni los pensamientos, pues conocía esa sensación. Era simplemente, que su rostro y sus ojos, eran demasiado bellos para hacerme enojar.

-Que eres...? y por que usas esas cosas conmigo?

Asentí cuando recordó quien era Adam y moví mi cabeza a los lados. Era de alguna forma un poco gracioso, estábamos teniendo dos conversaciones al mismo tiempo y ambas dos tenían sentimientos completamente diferentes. Por un lado, una conversación tranquila y común, quien era tal. Que le había enseñado. Como había aprendido a tocar. Y por el otro lado, "la" conversación. Donde ella tendría que escupir que es lo que era y por que le gustaba meterse en mi cabeza. Pues, por lo que sabía ese tipo de poderes se podían controlar. Pero ella lo estaba dejando fluir y sabía cada uno de mis sentimientos en ese instante. Aquello me ponía verde. Me hacía enojar, sacaba todos mis sentimientos humanos a flote.
Y de repente, sin ser llamada una mano floto a mi mejilla y me quede asombrado, moví la cabeza contra esa mano. Lamentablemente, las caricias sobre mi mejilla eran una debilidad, las amaba, adoraba ese tipo de tacto y solo pude atinar a cerrar los ojos y sonreír un poquito. Pero rápidamente bufe y la volví a mirar mal, pero mas calmado, con una suave tranquilidad que reflejaba en mis ojos.

- Se que no quieres lastimarme... Pero no me agrada que sepas que cosas estoy sintiendo.

Susurré aun con aquella mano sobre mi piel, observando como se removía y empezaba a hacer cosas. La verdad el aura que emanaba de aquello no era muy agradable. No me interesaba ver como hacia esas cosas. En realidad, había entendido que era una bruja antes de que hiciera aquello. Pero eso me lo confirmaba mas y me daba la serenidad de que al menos no tenía a una gitana en mi cuarto, pues eso me volvería loco del miedo y la irritación. Observé las hojas como flotaban y enarqué una ceja, para luego volver a ella. Se podía notar que había algo allí que no estaba bien, aquellas auras en las hojas parecían molestas, negras y duras.

- Por que hiciste eso? Alguien se fue enojado... Mmm No puedes controlarla? Entonces andas sintiendo lo que los demás por el mundo? Aprende y contrólate.

Mi mirada seguía clavada sobre ella y ahora fui yo el que suavemente elevó la mano y comenzó a acariciarle el rostro, observándola, evaluando aquella figura. Yo estaba frío, como muerto viviente que era. Y ella al contrario, emanaba un suave calor; colores y olores. Los humanos eran tan hermosos y mas aún cuando estaban apenados y tristes por algo. Aunque aquello sonaba horrible; la mejor vista a mis ojos, era ver a un mortal sufriendo. Como el aura le cambiaba, se apagaba y se ponía débil. Era encantador.
Seguía acariciándole y pase el dorso de mi manos por sus cabellos, suspirando pesadamente. Ya nada podía hacer. No es como si pudiera seguir molesto luego de aquel rostro tan triste que ella me había ofrecido. Mordí mis labios y negué frustrado por mi poca paciencia y al mismo tiempo, por no poder ser firme en las cosas que quería decir. Simplemente me debilitaba con solo una mirada des almada.

-Yah, deja de ponerte así. Pero no puedes responder así como así a mis sentimientos. Y menos a esa clase de cosas. Eres una molestia andante, que haré contigo?

Pregunté a modo de burla y apoye en un dedo en su nariz, sentándome a su lado en el piano y toque un par de notas al aire, sonriendo con ternura, y de repente, como por arte de magia, pude sentir como las puertas de mi habitación se abrían. Mis ojos se abrieron de par en par al ver como alguien ingresaba de ese modo a mi alcoba. Eran un par de guardias que había contratado mi padre. Al parecer se habían preocupado por nosotros. Que ironía... Fruncí el entrecejo y mire hacía ellos con aire molesto, despectivo. Solía tratar bien a todas esas personas, pero interrumpir de ese modo en mi alcoba...
"Monsieur Jaejoong, su padre y los invitados os están buscando. Unas señoritas dijeron que os vieron salir juntos. Así pues os mandaron a recorrer todo el lugar. Disculpad la intromisión, no esperábamos encontrarlos dentro de vuestra residencia..."
Aquellas palabras resonaron por toda la habitación y frunciendo el entrecejo me los quedé mirando y luego miré a Neru, quien por ahora estaba a mi lado. Pero probablemente saldría disparada como si de un cañón se tratara.