El pasado siempre te alcanza [Privado]

por **Fagan Walsh** Jue Feb 28, 2019 10:42 pm

Esa tarde al salir de su residencia lo único que rondaba su mente era la hermosa imagen de Ninel, la esclava de sangre a quien en un impulso más humano que bestial hubiera salvado de la muerte y quien después de un inicio complicado, uno que quizás los hubiera podido volver enemigos, se volvía el oasis en el desierto de Fagan. La esclava de cabellos oscuros como la noche era en realidad una mujer con un alma hermosa que ingenuamente decidió confiar en un vampiro que solo le provocaba sufrimiento, algo similar a lo que un par de años atrás hubiera experimentado Fagan al lado de Saskia, la vampiro que le prometió su compañía y su amor pero que al final de cuentas, acabó por dejarlo por alguien más. Un suspiro salió de los labios de Fagan, quien era plenamente consciente de que pensar en Saskia era estarle dando demasiada importancia al pasado, así que decidió centrarse en su presente.

El licántropo salía de su residencia con la firme idea de ir hasta la zona comercial, lugar donde planeaba observar los escaparates, en busca un regalo para Ninel. Quizás lo mejor sería que llevará una idea previa de que era lo que deseaba regalarle a la esclava, pero considerando lo especial que era ella para el lobo, este optaba por solo pasear y dejar que el regalo perfecto apareciera frente a sus ojos. Como Fagan no llevaba ninguna prisa, pues sería hasta el día siguiente que tendría una cita con Ninel, el licántropo se fue caminando desde la zona residencial hasta la comercial por lo que para el momento de su llegada los colores naranja del atardecer ya comenzaban a aparecer.

Con completa calma el lobo avanzaba, admirando con detenimiento cada una de las piezas que decoraban los escaparates frente a los que se detenía. Sonrió como un tonto enamorado en más de una ocasión al toparse con alguna pieza que lo llevaba a pensar en Ninel, sin embargo, aún no era capaz de dar con aquello que expresara lo agradecido que estaba con la vida por guiarlo hasta la esclava, así como con ella, que pese a saber lo complicado que resultaría todo, aceptaba quedarse a su lado.

Dejaba atrás un escaparate en el que no encontraba nada interesante cuando no solo se percató de que la oscuridad ya reinaba a su alrededor sino que además, muy cerca de él había alguien a quien conocía y con quien no creyó nunca volverse a topar. El aroma que hasta sus fosas nasales llegaba le orillo a abandonar su misión para volverse a buscar con desespero el lugar del que provenía el olor, y lo buscó hasta encontrarlo, pues de golpe, aparecía frente a sus ojos la figura perfecta de la mujer que hubiera marcado su destino.
– Saskia – susurró su nombre y su alma una vez más se fracturo.