AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El recuentro siempre es lo mejor ¿O no? [Privado]
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El recuentro siempre es lo mejor ¿O no? [Privado]
Cuando habíamos amado alguien y
ese amor se convierte en odio,
las cenizas del amor quedan en el cuerpo,
esperando siendo prendidas nuevamente.
…La desteto, pero siento todavía algo por ella ¿Por qué? Pero tampoco seré su títere cuando la vea, desde hace años la vengo siguiendo se cada paso de ella, no me he perdido ningún momento de su vida; ¿Por qué será?, porque quiero que page, que pague por lo que me arrebato, ser de ser padre y sobre todo de una mujer que era buena, que solo me amo a mi, se entrego a mi y…me espero, la mujer con la que me tuve un amorío, espero cada día, segundo, minuto, meses, hasta años, hasta que mi esposa la di por muerta, aunque eso fue mi peor error sin cuerpo no podía decir todavía nada, pero me aloque por estar con ella, porque por fin iba a darle aquel nieto a mi padre, pero cuando la mire al pie de la puerta, con un odio hacia a mi y a mi amante, porque ella era mi amante, la pasión, la lujuria me había echo caer en sus brazos hasta el punto de dejarla preñada, no le iba a decir nada a mi legitima esposa hasta, iba hacer mi amante por el resto de la vida pero cuando ella desaprecio, cuando mi dijeron “Su señoría, su esposa está muerta, lo siento” necesito un gran vacío pero ese vacío lo iba a llenar mi futuro hijo, pero al verla, viva en la puerta y sobre todo con una mirada que daba miedo sentí mi muerte cercas, después de eso cuando mis ojos vieron como mataba a la madre de mi hijo sentí un gran odio por ella, pero tuvo que contenerme porque había visto que volvió diferente con un toque de maldad en sus ojos era como estar con el mismo diablo; después de eso la vida me cambio, la vida dio un giro de trescientos ochenta grados, supe que ella era un vampiresa y que me convirtió, aunque ella pensaba que me había matado, se fue pensando eso, pero cuando supe la verdad una gran oportunidad llego a mí y no iba a descansar hasta lograr mi cometido.ese amor se convierte en odio,
las cenizas del amor quedan en el cuerpo,
esperando siendo prendidas nuevamente.
Sentado en mi cómodo sofá, mirando a las personas pasar, ellas sonriendo, ellas tranquilas que su único temor era morir o ser matados pero mi temor esque al ver a mi esposa recuerde esos momentos apasionados que pasamos juntos con ella descubrí diversas cosas sexuales, eróticas, con ella aprendí a tener sexo aunque lo que nosotros teníamos era: Hacer el amor, como un matrimonio que se amaba pero que al poco tiempo un bebe nos separo, haciendo que me refugiara en los brazos de otra mujer que no era mi esposa-Bonjour-Escuche decir y volteé de reojo al mirar a mi esclava parada enfrente de mí, asentí un poco-Y que paso averiguaste donde esta mi esposa-Descruce mis piernas y me apoye en los antebrazos del sofá impulsándome y levantándome, fui hasta donde ella estaba y me explico que en este momento se encontraba en el cementerio de la ciudad, una sonrisa aprecio en mi rostro y sin decir más salí de la casa, saltando por los techos de la calurosa noche, estábamos en verano, donde las personas se quejaban del calor, para mí, y para los de mi especie no sentía cuando el tiempo se calentaba o helaba, nosotros por naturaleza somos fríos.
Llegue al cementerio por fin, aspire, olía a muerto, y una fragancia más venia con ellos, mis pasos era lentos, elegantes como todo un ex Barón, como me educaron, aunque eso ha pasado mucho tiempo, quería llegar, tenia ansias, si mi corazón funcionara todavía estuviera bombeando varias veces más rápido de lo normal, sus manos de seguro estuviera sudadas pero simplemente quería llegar, verla, y sobre todo que la Baronesa de Rusia lo viera, vivo más vivo que nunca, aunque era eso literalmente. De lejos mire una silueta de una mujer, me paro a unos cuantos metros de esa persona-Buenas noches-Si era ella, si era mi esposa me reconocería, aunque hubiera pasado varios años-
Última edición por Norman Beckhamm el Mar Ago 13, 2013 12:48 pm, editado 1 vez
Norman Beckhamm- Vampiro Clase Alta
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Re: El recuentro siempre es lo mejor ¿O no? [Privado]
Recuerdos enterrados y oxidados, condenados quienes se esfuercen en levantarlos
Le gustaba recorrer las tumbas de hombres conocidos que habían sido asesinados por sus esposas. Era un regocijo especial saber que no había sido la única en impartir su propia justicia ante los deplorables hechos del adulterio y la traición. La marca había sido borrada superficialmente con los años, pero el despojo de la misma era fuego ardiendo y regodeándose en el odio de su alma oscura y depravada. Una verdadera ironía, pues, Svetlana estaba convencida de que no poseía una. Pero como fuere, era innegable la emoción de recrear, cada tanto, el desmembramiento de hombres y mujeres que se veían interrumpidos en pleno coito por una figura pálida y pelirroja. Las expresiones de terror le daban risa y el posterior desenlace, emoción. En todos reconocía la misma mirada de odio, desconcierto y desesperación que vio en su esposo y en la puta que le iba a dar un bastardo, claro que ella impidió que el niño naciera. Tenía especial interés en asesinar embarazadas, quizá era por aquella frustración no resuelta, por esa duda nunca saciada o por el significado que había tenido para la colaboradora de la deslealtad. El imbécil de Beckhamm había creído que su infidelidad sería pasada por alto, que ella nunca se enteraría pues “estaba muerta”, pero no, había renacido y resurgido, y, en parte, le estaba agradecida al maldito vampiro que la había convertido, pues le quitó la venda que la había tenido cegada por años. Ella nunca imaginó que Beckhamm buscaría consuelo en la cama de otra, que sería capaz de tener un hijo con una mujer que no fuera su legítima esposa, y lo odiaba, lo odiaba por haberle hecho creer tantas estupideces, por haberla enamorado, por haberle hecho soñar con una familia, y lo odiaba, principalmente, por haber roto todo, por no haber cumplido el juramente que habían hecho. Ese sentimiento visceral la había acompañado durante todos esos años, y, estaba segura, jamás la abandonaría. Él ya no estaba, se había encargado de cavar su propia tumba, sin embargo, en lo profundo de su ser, seguía vivo, como las cenizas que pueden encender el fuego nuevamente.
Nunca se había planteado la posibilidad de que Beckhamm no hubiera perecido, era una tragedia que no contemplaba y se negaba a contemplar durante el resto de la eternidad. Lo había desmembrado, lo había dejado morir desangrado y había disfrutado de cada parte de su cuerpo que le había arrancado, pero…ese olor, no, no podía, simplemente, ser de él. Estaba perdiendo la cordura, y sonrió al pensar que ya la había perdido hacía mucho tiempo, y que era esa misma falta de razón la que la estaba castigando. Se agachó y despertó a la niña de cabellos rubios que la había seguido hasta allí, creyendo que era una mujer solitaria que le daría unas monedas para poder alimentarse. La tomó en sus brazos y la pequeña –de no más de seis años- la miró a los ojos y le sonrió, y la expresión cambió de súbito cuando las comisuras de Svetlana se levantaron y le mostraron los colmillos. Forcejeó, pero su destino ya estaba trazado y era la vampiresa quien escribía, de puño y letra, en él. Le arrancó los harapos, le soltó el cabello y hundió sus incisivos en el frágil cuello de la nena, que no tardó en ceder al dolor y a la debilidad que se apoderaban lentamente de ella. Bebió hasta que no quedó una gota de sangre en el diminuto cuerpo, y cuando la alejó, la observó, los ojos habían perdido color y estaban saltones, las mejillas que habían sido coloradas estaban pálidas y hundidas, la boca tenía una coloración violácea de muerte. La lanzó contra la tumba que tenía frente a ella y sacó un pañuelo negro de su escote, con el cual se limpió los labios y el mentón. No había hecho un trabajo prolijo, la luz de la luna permitía ver el desgarro que había en el cuello de la muerta. Se había alimentado con ira, no lo había disfrutado, pues ese olor se acercaba cada vez más a ella.
Supo que estaba allí antes de que le hablara. Su presencia maldita la había envuelto y paralizado hasta no sentir los dedos. Su voz la traspasó y si no hubiera sido por el odio que le arrebataba el aliento, habría caído de bruces junto a su víctima. Volteó, lentamente, y una ráfaga de viento le meció el cabello y el vestido, y levantaron polvillo, confiriéndole a la conocida silueta un halo de misticismo. No parpadeó, se limitó a observarlo de arriba abajo, estaba entero y era como ella, algo había fallado hacía poco más de ciento setenta años y, nuevamente, Norman Beckhamm, el esposo que creía muerto, estaba allí, parado frente a ella, con la misma postura gallarda, con la mueca soberbia, pero sin aquella mirada tierna que alguna vez la había conmovido. La pelirroja movió su cabeza para un costado, puso los brazos en jarra y sonrió, repleta de sorna, de ironía. —El Infierno te ha escupido, Beckhamm —le dijo y caminó unos pasos hacia él, pero mantuvo la distancia. Enderezó su cuello y cambió la expresión por una seria —Admito que era un sitio demasiado bueno para ti —aseguró y se acomodó el cabello sobre un hombro con mueca despreocupada, restándole importancia a la maldición que recaía sobre ella.
Nunca se había planteado la posibilidad de que Beckhamm no hubiera perecido, era una tragedia que no contemplaba y se negaba a contemplar durante el resto de la eternidad. Lo había desmembrado, lo había dejado morir desangrado y había disfrutado de cada parte de su cuerpo que le había arrancado, pero…ese olor, no, no podía, simplemente, ser de él. Estaba perdiendo la cordura, y sonrió al pensar que ya la había perdido hacía mucho tiempo, y que era esa misma falta de razón la que la estaba castigando. Se agachó y despertó a la niña de cabellos rubios que la había seguido hasta allí, creyendo que era una mujer solitaria que le daría unas monedas para poder alimentarse. La tomó en sus brazos y la pequeña –de no más de seis años- la miró a los ojos y le sonrió, y la expresión cambió de súbito cuando las comisuras de Svetlana se levantaron y le mostraron los colmillos. Forcejeó, pero su destino ya estaba trazado y era la vampiresa quien escribía, de puño y letra, en él. Le arrancó los harapos, le soltó el cabello y hundió sus incisivos en el frágil cuello de la nena, que no tardó en ceder al dolor y a la debilidad que se apoderaban lentamente de ella. Bebió hasta que no quedó una gota de sangre en el diminuto cuerpo, y cuando la alejó, la observó, los ojos habían perdido color y estaban saltones, las mejillas que habían sido coloradas estaban pálidas y hundidas, la boca tenía una coloración violácea de muerte. La lanzó contra la tumba que tenía frente a ella y sacó un pañuelo negro de su escote, con el cual se limpió los labios y el mentón. No había hecho un trabajo prolijo, la luz de la luna permitía ver el desgarro que había en el cuello de la muerta. Se había alimentado con ira, no lo había disfrutado, pues ese olor se acercaba cada vez más a ella.
Supo que estaba allí antes de que le hablara. Su presencia maldita la había envuelto y paralizado hasta no sentir los dedos. Su voz la traspasó y si no hubiera sido por el odio que le arrebataba el aliento, habría caído de bruces junto a su víctima. Volteó, lentamente, y una ráfaga de viento le meció el cabello y el vestido, y levantaron polvillo, confiriéndole a la conocida silueta un halo de misticismo. No parpadeó, se limitó a observarlo de arriba abajo, estaba entero y era como ella, algo había fallado hacía poco más de ciento setenta años y, nuevamente, Norman Beckhamm, el esposo que creía muerto, estaba allí, parado frente a ella, con la misma postura gallarda, con la mueca soberbia, pero sin aquella mirada tierna que alguna vez la había conmovido. La pelirroja movió su cabeza para un costado, puso los brazos en jarra y sonrió, repleta de sorna, de ironía. —El Infierno te ha escupido, Beckhamm —le dijo y caminó unos pasos hacia él, pero mantuvo la distancia. Enderezó su cuello y cambió la expresión por una seria —Admito que era un sitio demasiado bueno para ti —aseguró y se acomodó el cabello sobre un hombro con mueca despreocupada, restándole importancia a la maldición que recaía sobre ella.
Svetlana Metanova- Vampiro Clase Alta
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Re: El recuentro siempre es lo mejor ¿O no? [Privado]
Y así es como empieza un juego entre los dos.
Después de decirle dos simples palabras “Buenas noches” a la que todavía es mi esposa, calle, había pensando sin fin de palabras para comunicarme con esa mujer, al verla, parada enfrente de mi, con ese porte tan hermoso de ella, mis ojos no dejaron de verla, pero no bajaron, estaban clavados en aquel rostro pálido, malvado, con esa mirada que lo decía todo, su boca manchada de sangre por lo que a sucedido-¿Alimentándote?-Pregunte, pero mis labios no se movieron mejor dicho, lo pensé; mis músculos se sentaron solo un poco, no sabia cuanto esperaba este momento, años esperando, dándome el valor de encontrármela y decirle demasiadas cosas que se estaban atorando en la punta de mi lengua. ¿Entonces para que me empeñe en buscarla? Si en el momento que la iba a ver no le iba a decir nada, soy un ser completamente patético en este momento, pero no flaquearé, no dejaré que vea que al tenerla enfrente mío me esta siendo vulnerable, no, tampoco dejaré que lo siento, no pretendo que se burle de mi, no nuevamente. Por unos momentos desvié mi mirada al cuerpo tirado de esa pequeña niña ¿Hasta los niños son victimas de nosotros? La respuesta es sencilla: Sí, todo humano con sangre fresca para nosotros es victima, ya sea: Niños, hombres, mujeres, ancianos, no bastamos con uno, o con dos, matamos, nos ensuciamos con la sangre ajena; yo lo he hecho sin fin de veces ¿Arrepentido? Jamás. Seguía sin abrir mis labios, parecían sellados, solo pensaba, y dándome el valor de no atacar a mi esposa y vengarme, pero a eso vengo ¿O no? Vengo a verla sufrir como yo lo hice en ese momento que por poco me mata, ella, una mujer imponente se fue con la certeza, confianza de que si me mato, pero mi sonrisa creció tanto que me dolía la cara al ver su expresión cuando me miro, de pie y sobre todo enfrente suyo por tanto tiempo-Veme, querida, he vuelto…-Logré pensar para volver enfocar mis pupilas en los ajenos, sin desaparecer aquella sonrisa sínica, falda que le dedicaba a mi linda, y hermosa esposa.
Deslice mi mano por mi cabellera, hasta ponerla en la nuca, suspirando y apoyando mi cuerpo en uno de mis piernas, alce mi mirada, y arqueando una ceja.-Dacha….-Dije su primer nombre, con una sonrisa más burlona-El infierno me adora, mírame, entero, de pies a cabeza-No moví por ningún momento mi cuerpo para acercarme-No, para mi no, si no para ti, este cementerio es digno de ti, mi sitio esta en otro lado más agradable que este-Fingí un bostezo, y después continúe hablando-Te sorprendiste verdad…-Una risa salió de mi boca-Pensaste que esta muerto, que al morderme, que al sentir tu sangre entrar por mi cuerpo no me iba a pasar nada ¿Qué? En ese momento no sabias que si muerdes a humano y le das de beber de su sangre se convierte en uno ¿Hasta para eso eres estúpida?, veo que si Dacha, tu odio, tu rencor hacia mi no te hizo recapacitar de lo que estabas haciendo, y mírame, soy igual que tu, pero mas fino, Baronesa….-Casi un gruñido salió de mis labios-Me quistaste mi puesto pensando todo el mundo que había muerto y tu como ser mi legitima esposa tomaste mi lugar, te felicito…-Moví hacia los lados mi cabeza para volver a mirarla-Pero no lograste tu cometido, lo hiciste mal, como todo lo que hiciste siendo humana y de repente empiezo a aplaudirle-Así se hace…-Reí con ganas, sin quitarle la mirada de encima.
Última edición por Norman Beckhamm el Mar Ago 13, 2013 12:48 pm, editado 1 vez
Norman Beckhamm- Vampiro Clase Alta
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Re: El recuentro siempre es lo mejor ¿O no? [Privado]
Cuando mueras, copularé sobre tu tumba
La sorpresa inicial fue mutando hasta dar paso a un deseo desmedido de hundir sus uñas en el pecho de Beckhamm y arrancarle el corazón de un tirón. La furia de aquel encuentro le generaba la extraña sensación de tener las sienes apretadas como si su cabeza fuera a estallar en millones de pedazos. Su voz, que algún día la había encantado, ahora le producía náuseas y habría vomitado sangre en el rostro del maricón de su marido, si no hubiera sido porque le excitaba la idea de provocar su furia, y lo último que quería era tener un orgasmo mientras él la insultaba. Quiso reír a carcajadas ante la penosa situación de ella comenzando a gemir como si la hubieran penetrado tres hombres a la vez. Al llamarla por su primer nombre, Dasha, a Svetlana se le antojó arrojarse al piso y dar patadas a la tierra de la risa. La eternidad no sólo lo había vuelto un hablador, sino, también, ridículo. Alzó una ceja y se dignó a mirarlo por fin, cruzándose de brazos. Sus conjeturas le parecían obvias, se sentía por encima de Beckhamm, ¡y diablos que lo estaba! Nuevamente, una mutación emocional y terminó sintiendo pena por el bastardo, que había pasado los últimos ciento setenta y cinco años buscando la manera de llegar a ella y vengarse por haberlo mutilado, intentar asesinarlo, luego haberlo vuelto un vampiro y haberse quedado con sus bienes. La transformación escapaba a sus conocimientos de aquel momento, se encontraba confundida, hacía pocos meses que había sido convertida y por el único motivo que la movía era matarlo, la jugada le había salido mal, y si no se hubiera amado tanto, habría terminado insultándose por no haberse cerciorado nunca de que el maldito se hubiera convertido en alimento para los gusanos y que su alma fuera leña para el fuego de Lucifer. Se miró las uñas. ¿Le había dicho “estúpida”? Justo él, que había caído en la típica traición de engañar a su esposa, embarazar a su amante y luego querer hacerla una dama de sociedad. Una patraña casi tan enorme como el ego de la vampiresa, que se regodeaba en el patético espectáculo que daba Beckhamm con sus aires de gran señor, cuando no era más que un corriente vampiro sediento de venganza, como todos los que conocía. Supo que ya él no le generaba más ningún sentimiento, sólo una vaga y confusa frustración.
—Cariño, ¿ya terminaste el discurso? —preguntó con ironía y sacudió sus manos como si tuviera polvo en ellas— ¿Quieres que te presente ante la corte para que le hables al rey y te de una coronación por ser tan buen orador? —sonrió, repleta de sorna, con aquella mueca sardónica que implementaba con todos los idiotas que se cruzaban en su camino— O… —se mordió el labio inferior, dejando ver uno de sus colmillos, en un gesto pensante— ¿prefieres que te de un premio? —no le daría entidad a sus palabras, al fin de cuentas, él tenía derecho a hacer sus estúpidos reclamos, pero era su decisión que las dagas que lanzaba la penetraran. Svetlana había desarrollado un escudo que repelía los embates del pasado, tenía una mente fría y poderosa, se había dedicado mucho tiempo a enterrar los recuerdos dañinos que le impedían continuar con su existencia. Rescataba de aquella situación, el hecho de no armar ninguno de sus personajes, si no, que era la auténtica Metanova la que se expresaba, la que no temía a remover la antigua suciedad, y como era su suciedad, debía limpiarla. Pensó qué método utilizar para matarlo, alguno tortuoso, sangriento y denigrante. Lo penetraría con algún objeto duro y de textura rasposa, si, sería interesante humillar al gran barón de aquella manera, quería ver su plasma bajarle por los glúteos y perderse en sus talones, bebería de él y lo escupiría, lo último que quería era sentirlo dentro suyo, se suicidaría antes de permitir que el líquido escarlata de Beckhamm le recorriera las venas. Pero no era el momento, no aún.
Svetlana se acomodó el cabello hacia atrás y no esperó respuesta, tenía hambre y no había víctimas cerca. Sabía que él no la dejaría ir, no había arribado al cementerio sólo para desembolsar una catarata de sandeces y luego retirarse como si nunca hubiera pasado nada. Giró sobre sus talones y caminó unos cinco pasos hasta sentarse sobre una lápida. —¿Creíste que me iría? —sonrió. Se agachó y tomó del cabello a la niña que había asesinado minutos antes, a la bastarda no le quedaba una gota de sangre. La depositó en su regazo y se dedicó a quebrar las vértebras de la columna con sus dedos índice. El sonido era tranquilizador y le recordaba que ella era una depredadora y una artista que coqueteaba con la muerte. Beckhamm había pasado a un segundo plano, ignorarlo era lo mejor que podía hacer. Quizá él esperaba una reacción violenta, que la vampiresa se lanzara sobre él e intentara acabarlo, pero su elegancia para asesinar estaba ataviada con la perversa premeditación. Svetlana estudiaba a sus víctimas, se involucraba con ellas hasta sacar lo mejor –o lo peor- de ellas, y así no sólo corromper y arrebatar su cuerpo, si no, también, sus almas. El terror era un arma de doble filo, pero, la manipulación nunca fallaba; y no había nada más maravilloso que una víctima inocente confiando en su verdugo. Terminó con la minuciosa tarea que estaba realizando y dejó caer el cuerpo inerte, se cruzó de piernas y volvió a mirar a su esposo, era atractivo y repugnante, el cambio le había sentado bien y la idea de desfigurarle el rostro se convirtió en una perspectiva incitante.
—Cariño, ¿ya terminaste el discurso? —preguntó con ironía y sacudió sus manos como si tuviera polvo en ellas— ¿Quieres que te presente ante la corte para que le hables al rey y te de una coronación por ser tan buen orador? —sonrió, repleta de sorna, con aquella mueca sardónica que implementaba con todos los idiotas que se cruzaban en su camino— O… —se mordió el labio inferior, dejando ver uno de sus colmillos, en un gesto pensante— ¿prefieres que te de un premio? —no le daría entidad a sus palabras, al fin de cuentas, él tenía derecho a hacer sus estúpidos reclamos, pero era su decisión que las dagas que lanzaba la penetraran. Svetlana había desarrollado un escudo que repelía los embates del pasado, tenía una mente fría y poderosa, se había dedicado mucho tiempo a enterrar los recuerdos dañinos que le impedían continuar con su existencia. Rescataba de aquella situación, el hecho de no armar ninguno de sus personajes, si no, que era la auténtica Metanova la que se expresaba, la que no temía a remover la antigua suciedad, y como era su suciedad, debía limpiarla. Pensó qué método utilizar para matarlo, alguno tortuoso, sangriento y denigrante. Lo penetraría con algún objeto duro y de textura rasposa, si, sería interesante humillar al gran barón de aquella manera, quería ver su plasma bajarle por los glúteos y perderse en sus talones, bebería de él y lo escupiría, lo último que quería era sentirlo dentro suyo, se suicidaría antes de permitir que el líquido escarlata de Beckhamm le recorriera las venas. Pero no era el momento, no aún.
Svetlana se acomodó el cabello hacia atrás y no esperó respuesta, tenía hambre y no había víctimas cerca. Sabía que él no la dejaría ir, no había arribado al cementerio sólo para desembolsar una catarata de sandeces y luego retirarse como si nunca hubiera pasado nada. Giró sobre sus talones y caminó unos cinco pasos hasta sentarse sobre una lápida. —¿Creíste que me iría? —sonrió. Se agachó y tomó del cabello a la niña que había asesinado minutos antes, a la bastarda no le quedaba una gota de sangre. La depositó en su regazo y se dedicó a quebrar las vértebras de la columna con sus dedos índice. El sonido era tranquilizador y le recordaba que ella era una depredadora y una artista que coqueteaba con la muerte. Beckhamm había pasado a un segundo plano, ignorarlo era lo mejor que podía hacer. Quizá él esperaba una reacción violenta, que la vampiresa se lanzara sobre él e intentara acabarlo, pero su elegancia para asesinar estaba ataviada con la perversa premeditación. Svetlana estudiaba a sus víctimas, se involucraba con ellas hasta sacar lo mejor –o lo peor- de ellas, y así no sólo corromper y arrebatar su cuerpo, si no, también, sus almas. El terror era un arma de doble filo, pero, la manipulación nunca fallaba; y no había nada más maravilloso que una víctima inocente confiando en su verdugo. Terminó con la minuciosa tarea que estaba realizando y dejó caer el cuerpo inerte, se cruzó de piernas y volvió a mirar a su esposo, era atractivo y repugnante, el cambio le había sentado bien y la idea de desfigurarle el rostro se convirtió en una perspectiva incitante.
Svetlana Metanova- Vampiro Clase Alta
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Re: El recuentro siempre es lo mejor ¿O no? [Privado]
A veces ella me podía irritar tanto que una vena se hincho en mi frente, pero no iba a permitir que me humillara más, más de lo que he estado por mucho tiempo. El odio que siento por esta mujer es más fuerte que cualquier cosa. He permanecido vivo por este momento, el momento hay llegado, ahora, estoy enfrente de ella, mirándola, seguía tan joven, tan bella, sí, no iba a negar, sigue siendo hermosa, pero esa hermosura me gano por un momento, pero no volverá a pasar, no volveré a caer en sus brazos ¿Para qué? para que me mate, aunque si no lo logro la primera vez, ahora sera mas difícil de hacerlo, ahora no soy un estúpido humano que lo dejan manejar a su antojo, no, soy un vampiro, un vampiro inteligente que no por "lindas" palabras de las personas estoy a sus pies, ya no más, aquel Norman que las personas conocía había muerto desde que lo convirtió esta mujer que tengo enfrente mio, que aunque lo niegue se ha sorprendido al verme, una gran sonrisa.
Las palabras de ella salían como la lengua de una serpiente y escupía su veneno, pero flaqueare ante ella, no más, tal vez si la hubiera visto hace unos cuantos años atrás, hubiera caído ante ella como un corderito que quiere ser cuidado y suplicando que volviera conmigo, jurándole amor eterno, que viviéramos los dos felices por toda la eternidad, tal vez eso hubiera echo, tan ingenuo tan estúpido era, pero eso cambio tras los años que he vivido, visto, aclarado y se poner mis peones como si fuera un tablero de ajedrez para que no me den el golpe final. -Dacha, tus palabras tan venenosas, no pensé que me hablarías de ese modo, o sí, si me lo imagino...que tonto soy- Las palabras que salían de mi boca era tanta la simples compradas con las palabras venenosas de mi esposa. No era un ser tan cruel ni tan sádico como ella, nunca he sido así y no lo seré para darle gusto a ella, seré como soy.
Ignore algunos de sus comentarios un poco pasado de broma. Apreté mis manos ligeramente y arquee mi ceja derecha. Suspire un poco aunque en realidad eso no era necesario.-¿Un regalo?...-Pregunté sin pensarlo y me abofetee mentalmente por seguiré el juego, apreté un poco los dientes-No, no quiero un regalo de nadie ni de ti...sólo he venido a que me veas, a que te des cuenta que sigo vivo y que no estas viuda para que hagas lo que quieras. Todavía tienes un esposo-Lleve mis manos atrás de mi nuca y me apoye en ellas mirándola fijamente, sin dejar de ver aquel rostro que antes toque, que antes estaba cercas míos, ha pasado mucho tiempo desde que la tuve, la ultima fue cuando fui asesinado por ella pero revivió al poco tiempo, gracia a ella, que ironía, quiso matarme pero lo que ocasiono fue darme vida, mucha vida y eternamente.
-¿Irte?, no pretendo que lo hagas vine por mi esposa-Confesé, en parte venia por ella pero la parte más importante era que pagara todo lo que sufrido por su estupidez, por su maldita culpa, pagará muy caro lo que le hizo a la madre del que iba hacer mi hijo-Lo pagarás caro-Pensé, entrelazando mis dedos y mirándolo como toma el cadáver de aquel ser humano ya muerto por la maldita culpa de ella. No volví a decir, mis ojos tan clavados en ella se encontraba.
Las palabras de ella salían como la lengua de una serpiente y escupía su veneno, pero flaqueare ante ella, no más, tal vez si la hubiera visto hace unos cuantos años atrás, hubiera caído ante ella como un corderito que quiere ser cuidado y suplicando que volviera conmigo, jurándole amor eterno, que viviéramos los dos felices por toda la eternidad, tal vez eso hubiera echo, tan ingenuo tan estúpido era, pero eso cambio tras los años que he vivido, visto, aclarado y se poner mis peones como si fuera un tablero de ajedrez para que no me den el golpe final. -Dacha, tus palabras tan venenosas, no pensé que me hablarías de ese modo, o sí, si me lo imagino...que tonto soy- Las palabras que salían de mi boca era tanta la simples compradas con las palabras venenosas de mi esposa. No era un ser tan cruel ni tan sádico como ella, nunca he sido así y no lo seré para darle gusto a ella, seré como soy.
Ignore algunos de sus comentarios un poco pasado de broma. Apreté mis manos ligeramente y arquee mi ceja derecha. Suspire un poco aunque en realidad eso no era necesario.-¿Un regalo?...-Pregunté sin pensarlo y me abofetee mentalmente por seguiré el juego, apreté un poco los dientes-No, no quiero un regalo de nadie ni de ti...sólo he venido a que me veas, a que te des cuenta que sigo vivo y que no estas viuda para que hagas lo que quieras. Todavía tienes un esposo-Lleve mis manos atrás de mi nuca y me apoye en ellas mirándola fijamente, sin dejar de ver aquel rostro que antes toque, que antes estaba cercas míos, ha pasado mucho tiempo desde que la tuve, la ultima fue cuando fui asesinado por ella pero revivió al poco tiempo, gracia a ella, que ironía, quiso matarme pero lo que ocasiono fue darme vida, mucha vida y eternamente.
-¿Irte?, no pretendo que lo hagas vine por mi esposa-Confesé, en parte venia por ella pero la parte más importante era que pagara todo lo que sufrido por su estupidez, por su maldita culpa, pagará muy caro lo que le hizo a la madre del que iba hacer mi hijo-Lo pagarás caro-Pensé, entrelazando mis dedos y mirándolo como toma el cadáver de aquel ser humano ya muerto por la maldita culpa de ella. No volví a decir, mis ojos tan clavados en ella se encontraba.
Última edición por Norman Beckhamm el Mar Ago 13, 2013 12:50 pm, editado 1 vez
Norman Beckhamm- Vampiro Clase Alta
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Re: El recuentro siempre es lo mejor ¿O no? [Privado]
Tu Infierno, mi regocijo
Se acarició el cabello rojizo con despreocupación, como si las palabras que emanaban de la boca putrefacta de su esposo -¡qué asco pensarlo como tal!- no fueran más que el inaudible, para los humanos, aleteo de una mariposa. Comenzaba a preocuparla el sentimiento de indiferencia que le generaba la presencia del bastardo, no era una dama de aquellas emociones, siempre en los extremos, se sentía extraña ante la idea de que aquel al que creía odiar tanto, no fuese más que una patética escena de un pasado tan remoto como olvidable. La eternidad la había convertido en sabia, no le cabían dudas. El hecho de que él la odiase tanto, la halagaba, se sentía adorada por la sencilla razón de haber acabado con su felicidad. Rió y no disimuló no estar prestándole atención. Si, lo había acabado, y aunque en un principio la idea de haberle regalado la inmortalidad se volvió un cuestionamiento, fue mutando a una felicitación propia, él debía cargar con sus penas por la eternidad, con las frustraciones y deseos no consumados. El sendero por el que Beckhamm transitaba era sinuoso y peligroso, y ella lo había construido. Era una maldita, y se amaba por ello. Desde su lugar, lo observó con detenimiento, le hubiera gustado que conservara la expresión de dolor cuando le arrancó el miembro, había sido un momento culminante, la sensación en su mano derecha se hizo tan vívida, que un cosquilleo le recorrió los dedos y la palma. Ah…si tan sólo pudiera hacerlo de nuevo. Dirigió su mirada a la entrepierna, si, algún día volvería a hacerlo y masticaría el falo de Norman Beckhamm ante su mirada atónita y temerosa. Svetlana podía oler el miedo en su interlocutor, lo aceptase o no, seguía latente su provocación, la forma en que dudaba. La ira que lo consumía lentamente era la consecuencia inmediata del terror a que volviera a lastimarlo de la misma forma, o peor. Aún tenía poder sobre él, y eso le agradaba.
—No sólo eres tonto, cariño, si no, también patético —aseguró, y sus labios forjaron una sonrisa inocente— Hay cosas que no cambian —se puso de pie y se acercó a él, hasta que sus cuerpos estuvieron tan cerca que se rozaban. La vampiresa estiró un brazo y desde su escasa estatura –a comparación de él-, le acarició una mejilla con su uña filosa y le provocó un diminuto corte. Se llevó el dedo índice a la boca y bebió las pocas gotas de sangre que se contenían bajo la uña— Sabes igual de mal que siempre —habló en tono condescendiente, negando con la cabeza —Admito que imaginé que me provocaría verte, sigues hermoso y con tu maravilloso porte, pero me transmites lo peor que puede alguien transmitir —hizo una pausa y pronunció la palabra marcando cada sílaba—, pena —no sonrió ni hubo burla en su tono de voz, hasta para sí misma había sido una revelación el hecho de darse cuenta de que aquel sitio donde alguna vez hubo amor, donde alguna vez hubo odio, ahora se había convertido en un miserable sentimiento de lástima, siempre y cuando pudiera llamarse sentimiento a lo que Svetlana experimentaba en pos de sus emociones. Sus ojos de mirada profunda descansaron sobre los de Beckhamm, intentó descubrir por qué alguna vez fue feliz junto a aquel desgraciado, por qué terminó detestándolo tanto, y por qué estúpida razón ya no podía más que sentirse regocijada y, al mismo tiempo, extrañada, por el padecimiento al cual había condenado a aquel hombre que una vez tuvo un alma gentil. Dio un paso atrás con total serenidad, sin quitar sus orbes del rostro de su marido. Se cruzó de brazos.
—Te arruiné, Beckhamm, y no creas que me arrepiento por ello —parpadeó como si sus pestañas le pesaran, dejando caer los párpados con lentitud. Se relamió, comenzaba a tener hambre, aquella situación estaba demorándola en su cacería nocturna y ya no encontraba sentido. Podría alimentarse de él, pero le causó asco. Tampoco estaba tan urgida de sangre como para aventurarse a un acto repleto de despropósito. Ya sentía que algo en su garganta le raspaba, a sus oídos le llegaba el sonido del martilleo del corazón de unas prostitutas que eran copuladas contra una de las paredes del cementerio por dos horrendos licántropos, ella también deseaba hundir sus colmillos en las carnes húmedas y tibias de las mujeres, para luego rasgarles la piel y chupar cada gota de sangre que emanaban, mientras se masturbaba escuchándolas rogar por sus vidas. Oh si…Svetlana ya estaba excitada, y la presencia de Beckhamm entorpecía sus planes y sus ambiciones carnales y menesteres. —Me has aburrido, no me entretienes. Tras tantos años, me he dado cuenta que nunca me entretuviste como lo merecía —giró sobre sus talones, dejando que su aroma se esparciera con la suave brisa nocturna que soplaba —Adiós, amor —dijo, y empezó a caminar por uno de los caminos del cementerio. A los costados se erigían árboles centenarios. Rogó que a su marido no se le ocurriese querer seguir con la plática, si no, se vería en la penosa necesidad de demostrarle su apuro, y él no querría comprobar las aptitudes artísticas de Svetlana a la hora de asesinar.
—No sólo eres tonto, cariño, si no, también patético —aseguró, y sus labios forjaron una sonrisa inocente— Hay cosas que no cambian —se puso de pie y se acercó a él, hasta que sus cuerpos estuvieron tan cerca que se rozaban. La vampiresa estiró un brazo y desde su escasa estatura –a comparación de él-, le acarició una mejilla con su uña filosa y le provocó un diminuto corte. Se llevó el dedo índice a la boca y bebió las pocas gotas de sangre que se contenían bajo la uña— Sabes igual de mal que siempre —habló en tono condescendiente, negando con la cabeza —Admito que imaginé que me provocaría verte, sigues hermoso y con tu maravilloso porte, pero me transmites lo peor que puede alguien transmitir —hizo una pausa y pronunció la palabra marcando cada sílaba—, pena —no sonrió ni hubo burla en su tono de voz, hasta para sí misma había sido una revelación el hecho de darse cuenta de que aquel sitio donde alguna vez hubo amor, donde alguna vez hubo odio, ahora se había convertido en un miserable sentimiento de lástima, siempre y cuando pudiera llamarse sentimiento a lo que Svetlana experimentaba en pos de sus emociones. Sus ojos de mirada profunda descansaron sobre los de Beckhamm, intentó descubrir por qué alguna vez fue feliz junto a aquel desgraciado, por qué terminó detestándolo tanto, y por qué estúpida razón ya no podía más que sentirse regocijada y, al mismo tiempo, extrañada, por el padecimiento al cual había condenado a aquel hombre que una vez tuvo un alma gentil. Dio un paso atrás con total serenidad, sin quitar sus orbes del rostro de su marido. Se cruzó de brazos.
—Te arruiné, Beckhamm, y no creas que me arrepiento por ello —parpadeó como si sus pestañas le pesaran, dejando caer los párpados con lentitud. Se relamió, comenzaba a tener hambre, aquella situación estaba demorándola en su cacería nocturna y ya no encontraba sentido. Podría alimentarse de él, pero le causó asco. Tampoco estaba tan urgida de sangre como para aventurarse a un acto repleto de despropósito. Ya sentía que algo en su garganta le raspaba, a sus oídos le llegaba el sonido del martilleo del corazón de unas prostitutas que eran copuladas contra una de las paredes del cementerio por dos horrendos licántropos, ella también deseaba hundir sus colmillos en las carnes húmedas y tibias de las mujeres, para luego rasgarles la piel y chupar cada gota de sangre que emanaban, mientras se masturbaba escuchándolas rogar por sus vidas. Oh si…Svetlana ya estaba excitada, y la presencia de Beckhamm entorpecía sus planes y sus ambiciones carnales y menesteres. —Me has aburrido, no me entretienes. Tras tantos años, me he dado cuenta que nunca me entretuviste como lo merecía —giró sobre sus talones, dejando que su aroma se esparciera con la suave brisa nocturna que soplaba —Adiós, amor —dijo, y empezó a caminar por uno de los caminos del cementerio. A los costados se erigían árboles centenarios. Rogó que a su marido no se le ocurriese querer seguir con la plática, si no, se vería en la penosa necesidad de demostrarle su apuro, y él no querría comprobar las aptitudes artísticas de Svetlana a la hora de asesinar.
Svetlana Metanova- Vampiro Clase Alta
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Re: El recuentro siempre es lo mejor ¿O no? [Privado]
Cruce mis brazos enfrente de mi torso, mirando como se daba la vuelta ella, sonríe un poco; no la iba a detener, mis pensamientos era en eso pero algo hizo que mis pies comenzaran a moverse tras ella, quería seguirle hasta donde ya no pudiera. -Sabes…-Comencé hablar más para mi que para Svetlana-No soy juguete de nadie, nunca lo he sido, nunca fue para ti, simplemente me divertía contigo como la mujer que eras ahora ni para eso me sirves, como yo tampoco te sirvo como dices…ni te divierto…-En unas sacadas llegue a su lado- ¿Verdad mi amor…?-Reí dije la misma palabra que ella me había dicho anteriormente. -Por esa sencilla razón me busque a otra mujer, que me diera lo que tú nunca lograste darme cuando estábamos vivos…ahora menos me lo podrías dar estas podrida, hueles a muerto…-Sin dejar de sonreír, me aleje; avanzando más sin voltear a verla por ningún segundo.
-Tanto me odias todavía para matarme?...-Una pregunta que hice, sabiendo que tiene respuesta. No creía que su odia estuviera todavía en su alma…Pero ¿Cuál alma tiene? Ni yo la tengo, me voltee lentamente al pasar varios minutos-Yo también te odio Svetlana…te odio por matar a mi hijo….un hijo que tú nunca pudiste darme, ya estabas defectuosa antes de ser lo que eres-Sabiendo que con mis palabras no la iba ha herir sus sentimientos, claro si todavía tuviera-Pero el pasado se queda en el pasado…no se ni para que te estoy buscando…pero tu al saber que sigo con vida querrás matarme ¿No? En tu mirada se nota, como dicen “Si las miradas mataran” desde hace horas estuviera tres metros bajo la tierra…por ti mi amor…-Rodee los ojos acercándome a ella, alce mi brazo y puse mi mano en su mejilla-Eras tan cálida, ahora eres un cadáver que tendría que estar muerta hace tiempo, igual que yo, pero eres tan brillante que tú me hiciste esto maldita sea….-Aleje mi mano tan rápido como pude-Ahora sí, el que se va soy yo, nos vemos….Mi Lady…-Le hice una reverencia comenzando a caminar como ella lo había hecho hace unos minutos; sabiendo, que mis palabras eran tan patéticas pero esta noche no tenia ganas de discutir con esa mujer, aunque mis intención eran otras pero se me esfumaron al verla, al recordar las cosas que “vivimos juntos” hace tiempo, que nunca pudimos ser aquella familia feliz, no solamente era mi culpa si con de aquella vampira, pero no seré tan estúpido para meter mis sentimientos por ella, porque se que perderé y me dejaré matar por esa mujer si bajo la guardia por un momento.
-Tanto me odias todavía para matarme?...-Una pregunta que hice, sabiendo que tiene respuesta. No creía que su odia estuviera todavía en su alma…Pero ¿Cuál alma tiene? Ni yo la tengo, me voltee lentamente al pasar varios minutos-Yo también te odio Svetlana…te odio por matar a mi hijo….un hijo que tú nunca pudiste darme, ya estabas defectuosa antes de ser lo que eres-Sabiendo que con mis palabras no la iba ha herir sus sentimientos, claro si todavía tuviera-Pero el pasado se queda en el pasado…no se ni para que te estoy buscando…pero tu al saber que sigo con vida querrás matarme ¿No? En tu mirada se nota, como dicen “Si las miradas mataran” desde hace horas estuviera tres metros bajo la tierra…por ti mi amor…-Rodee los ojos acercándome a ella, alce mi brazo y puse mi mano en su mejilla-Eras tan cálida, ahora eres un cadáver que tendría que estar muerta hace tiempo, igual que yo, pero eres tan brillante que tú me hiciste esto maldita sea….-Aleje mi mano tan rápido como pude-Ahora sí, el que se va soy yo, nos vemos….Mi Lady…-Le hice una reverencia comenzando a caminar como ella lo había hecho hace unos minutos; sabiendo, que mis palabras eran tan patéticas pero esta noche no tenia ganas de discutir con esa mujer, aunque mis intención eran otras pero se me esfumaron al verla, al recordar las cosas que “vivimos juntos” hace tiempo, que nunca pudimos ser aquella familia feliz, no solamente era mi culpa si con de aquella vampira, pero no seré tan estúpido para meter mis sentimientos por ella, porque se que perderé y me dejaré matar por esa mujer si bajo la guardia por un momento.
Norman Beckhamm- Vampiro Clase Alta
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