Suerte y que gane el mejor || Privado

por **Burke Eichmann** Vie Mar 18, 2016 10:14 pm

Después de que se recuperara de la herida que le habían provocado en una maldita pelea y que le habían ayudado a sobrevivir, ahora se encontraba mucho mejor, no del todo bien, pero ya no necesitaba que nadie le estuviera cuidando ni dando de tomar sangre a medias, ya se alimentaba solo y aunque tenía a la maldita Inquisición encima para que no estuviera haciendo de las suyas, sabía cuidar demasiado bien sus espaldas, así que no necesitaba de nadie.

No tendría ninguna misión de momento, sólo necesitaba observar y avisar si alguien estaba haciendo de las suyas, pero vamos, eso en realidad a Burke lo aburría en demasía, pero esa noche tenía la mejor intención de hacer lo que se le había ordenado, por primera vez en su larga vida, intentaría portarse bien, haría su mejor esfuerzo. Salió de su casa para perderse entre las calles parisinas, apenas si eran alumbradas por algunas de las farolas en la calle, la gente se dispersaba en las zonas comerciales, pero en otros lados era simplemente lo contrario, pues las aglomeraciones se hacían notorias.

El olor a alcohol en aquél callejón se hacía presente, aunque era peor lo demás que se mezclaba por el lugar, la nariz del vampiro se congestionó casi de inmediato, sin lograr identificar de dónde venía tanta podredumbre, pero sólo sería pasajero, seguiría su camino, buscando en alguna taberna algo con que distraerse o tal vez dar un par de billetes a una mujer para que le diera algo más que sangre, esperaría un par de horas para saber qué era lo que le apetecía más.

Por el momento su fiel compañero, el tabaco, le hacía compañía en una noche que apenas comenzaba, dejando que sus pulmones se llenaran de humo, no había placer, era sólo la costumbre de hacer algo común, de anclarse a la tierra donde por fortuna o desgracia todavía estaba.

por **Lisa Liebermann** Lun Abr 11, 2016 10:45 am

Cuando decidió tomar las riendas de su destino y enfrentó a los que alguna vez había considerado maestros y superiores, estuvo consciente que le esperaba una vida muy difícil. No había renuncia alguna, pues el hecho de acomodar una bala en la sien de aquel soldado resultaba ser prueba suficiente del repudio que ahora sentía por todos aquellos que servían a la organización más cruel que conocía hasta entonces. Era una traidora y a ojos de muchos otros, una cobarde que había elegido el camino fácil antes de enfrentarse a su castigo por los asesinatos cometidos.

Claros ejemplos de su postura en contra de los altos mandos. En la iglesia no se andaban con juegos y ella de antemano sabía que su cabeza tenía precio.
Aunque, en parte sentía que era lo mínimo que pudo haber hecho dadas las condiciones en las que fue reclutada. A base de engaños y con un plan previamente elaborado. Si había algo que Lisa detestaba eran las farsas. Salió de la taberna donde solo consumió un trago, de regreso a su escondite en el bosque cambió la ruta de su ya habitual caminata, pocos transeúntes caminaban a esa hora y aunque le tomaba más tiempo tomar ese sendero, prefería perder su tiempo de ese modo que socializar con extraños. Sus pasos mezquinos le condujeron a la lobreguez de los callejones, iba un tanto absorta en esos pensamientos cuando notó los sollozos de una mujer le tomaron por sorpresa.

Apenas alumbrada por las farolas amarillentas se colocó en cuclillas para tomar la daga que yacía en una de sus botas.

–Ya fue suficiente ¡Déjala ir!–

Soltó molesta al ente que parecía disfrutar entretenido con una joven, quien difícilmente saldría avante. No estaba de humor para iniciar una riña, sin embargo no soportaba ver que otros abusaran de los débiles, siendo estos sobrenaturales o no. Cuando el monstruo sonrió de medio lado notó el colmillo sobresaliendo de entre sus labios, no resultaría nada fácil aunque tampoco se permitiría marcharse así como así. Por la manera en la cual se comportaba, dedujo que se trataba de un neófito.

Aquellos que solo se guiaban por mero instinto de saciar su sed. Sin pensarlo dos veces y confiando en su instinto arrojó la daga acertando en el cuello de la bestia para ganar tiempo, de su cintura desenfundó el arma para disparar en ambas piernas del sobrenatural quien cayó al instante liberando a su víctima. Había dado la espalda a la organización pero con muchos conocimientos sobre la materia, incluso las armas que portaba no eran del todo comunes. Avanzó hacia él antes de percatarse que una sombra más le acechaba en la lejanía.

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