Un lugar para quedarse || Privado || Julián Fox

La soledad es la única que nos entiende y nunca jamás cuestionará todo aquello que pensemos.

Hacía un par de meses que había llegado a París, aún no se había terminado de instalar, vivía en un hotel, que aunque confortable, ya no le brindaba todas las comodidades que ella hubiera querido, había comenzado a buscar algún sitio para poder pasar en soledad los momentos que ella necesitara, sin que nadie llamara a la puerta preguntando si estaba bien o no, realmente ¿A quién le interesaba? Ella estaba casi segura que a nadie, pero todos fingían al menos para poder obtener una moneda por su buena voluntad y no era quien para negar aquello, pero prefería que no hubiera quien interviniera cuando ella quisiera estar hablando sola, en los soliloquios en donde podía encontrar más respuestas a sus preguntas, aquellas que por más difíciles que parecieran siempre tendían a tener una clave y así encontrar la salida.

Salió del hostal mientras que intentaba recordar exactamente la calle en donde se encontraba la casa que le había interesado, tenía un sólo piso, un pequeño jardín, una habitación completa, con vestidor y baño, junto con dos más que bien podría ocupar para algún sirviente o si alguien, algún día extremadamente lejano, quisiera ir a visitarla... Todo podía pasar  ¿O no?, cocina, comedor, sala y un pequeño salón, lo suficiente para que ella viviera bien, además de que estaba en un precio accesible y por lo poco que había podido investigar se encontraba cerca del centro y varias cosas que podrían ser de utilidad, debía confesar que su interacción con la naturaleza no era lo que más se le daba, siempre había preferido lugares citadinos, los bichos y demás cosas le causaban una repulsión que no podía evitar por mucho que intentara.

Los pasos de ella eran bastante tranquilos, no había prisa por llegar a absolutamente a ningún lugar. Sí, quería ver, quería encontrar un lugar al que pudiera llamar "suyo", pero lo podía hacer con calma, las cosas que se apresuran siempre salen mal y no se permitiría cometer errores. Iba observando toda la ciudad, poco a poco se iba familiarizando con ella y quizá en su andar pudiera encontrar algún lugar que le agradara, nadie estaba seguro de nada. Sus pies la impulsaban a andar, aunque parecía como si estuviera bailando, sus manos iban en su espalda, a veces creía que podría parecer una adolescente que ni siquiera tomaba en serio quien iba a su lado, pero ella pensaba que no era necesario, si algo iba a pasar, simplemente pasaría, por mucho que te empeñaras en evitarlo, eran de esas creencias en las que se soportaba todo aquello a lo que le llamaban "destino".

Suponía que ya estaba cerca de la casa que quería, dio la vuelta y siguió su camino, sus ojos terminaban por perderse en las construcciones que se erigían delante de ella y la sonrisa se dibujaba en sus labios, sin embargo a pesar de sus creencias en aquél momento fue como si todo se nublara, había sentido "una vibra" extraña, pero no entendía y tampoco hizo caso a su instinto, así que prosiguió su camino, ahora mucho más cuidadosa, pero simplemente para poder localizar el número que necesitaba.

Cada casa que veía le parecía más interesante que la anterior, era como si miles de historias se dibujaran en su mente, era como si ella pudiera ser la creadora de mil fantasías diferentes, aquello le parecía fantástico a decir verdad, podía ser la dueña de mil ideas y vaciarlas sin que nadie pudiera decirle nada, su mente e imaginación eran bastante libres, tanto como a ella le hubiera gustado ser en algún momento, pero siempre había algo que la limitaba y la dejaba encerrada en cuatro paredes difíciles de escalar o derrumbar, aquellas mismas que terminaban con sus fuerzas, aquellas que ahora estaba buscando al llegar a París, liberarse, ser ella, buscar su propio camino o comenzar a hacerlo, se decía muy fácil, pero seguramente era mucho más complicado hacerlo, pues habrían trabas que ella misma se pondría, sumadas a la de la sociedad.

Un suspiro escapó de sus labios mientras notaba como en una de las casonas terminaba de apagarse la última luz de uno de los ventanales superiores, sonrió para sí imaginando la cantidad de cosas que podrían llegar a pasar detrás de la cortina y simplemente siguió caminando, dejando que sus pies la guiaran hasta donde era su destino pero algo la interrumpió y detuvo su andar fijándose en el hombre de cabello rubio y ojos claros que acababa de encontrarse -No estoy perdida, monsieur- contestó con amabilidad mientras hacía una ligera reverencia cortés hacia él -Estaba buscando una casa, soy nueva en la ciudad y necesito un lugar en donde vivir, estar entrando y saliendo de un hotel por demasiado tiempo hará que la gente hable- suspiró de nueva cuenta, no sabía porque comenzaba a hablar de más cuando sólo estaba ahí por una simple pregunta -Pero agradezco su amabilidad por acercarse- sonrió una vez más esperando que le creyera aquello, pues era verdad, sólo estaba buscando una dirección, algo bastante simple como para que dudaran acerca de su palabra.

-Mi nombre es Blair...- mencionó levantando ligeramente su falda por los costados para poder inclinarse haciendo aquella reverencia tan conocida, aquella misma que sus padres le habían inculcado desde pequeña, la misma que le costó demasiado aprender para saber hasta donde debía bajar la cabeza y con cuánta gracia es que debía de moverse, pero al fin la había perfeccionado.