Nueva en la ciudad || Priv +18

Era un buen día para dar una vuelta. Un día libre en el que relajarse, disfrutar de la tranquilidad y no tener planes. Ir al lago, a la plaza, al mercado, no salir del parque o ir a la casa que me regaló Fio. Daba igual. Podía hacer lo que quisiese durante un día, me lo había dado a mí mismo y me lo había ganado y pensaba disfrutarlo.

No sabía muy bien como pero había llegado a la plaza donde toda la gente iba y venía esquivando carruajes y tenderetes. Y ahí estaba yo también. De tenderete een tenderete y esquivando carruajes al cruzar la calle. No tenía mucha idea de que hacer así que me dediqué simple y llanamente a pasear de aquí para allá mirando los escaparates y tomando de aquello que daban gratis a probar. El típico "Pruebe nuestro queso, lo comprará a toneladas".

Un carruaje pasó por la calle, haciéndome frenar en el bordillo a su paso. Me alegré de que así fuera pues unos preciosos ojos se encontraron con los míos. Sonreí cuando se alejó, había sido como en los libros y cuentos de hadas. Un bonito encuentro momentaneo. Iba a ser un buen día, claro que si. Pero entonces algo pasó, y de nuevo una aventura empezaba en mi vida.

Un enorme estruendo provenía de la dirección por la que se había alejado el carruaje y cuando miré vi el origen. El carruaje había chocado con otro y a punto estuvo de arrollar a las personas cercanas. A saber que había pasado. Como médico no tardé en acercarme a ver que había pasado o si alguien necesitaría ayuda.

Cuando estaba a punto de llegar al lugar del siniestro vi salir a una joven que marqué como la de hermosa mirada. Iba a decirle que estuviese quieta y tranquila cuando empezó a trastabillear ligeramente, signo de desmayo. Corrí los últimos pasos al verla sentarse en la rueda. Para cuando llegué sus ojos se clavaron en los míos y luego se cerraron.- "Espacio, quitense. Déjenla respirar." -La cogí en brazos y la llevé a la parte de atrás del carruaje, a la sombra y la tumbé en el apoyo que a veces se usaba para las maletas sobrantes, a unos cincuenta centímetros del suelo y tras las ruedas traseras. Le levanté ligeramente las piernas y palpé su frente. No tenía trauma ni golpes, por lo que debía ser una bajada de tensión o el susto del golpe.- "¿Me oyes?" -Pregunté por costumbre para ver sus signos mientras la mano de la frente palpaba su pulso en el cuello y luego miraba sus ojos para ver que fijaban bien. Cuando su respiración se hizo más pausada y acorde, síntoma de que el cuerpo estaba mejorando y ella despertaría pronto, la cogí de nuevo en brazos y la llevé al interior del carruaje para tumbarla en un lugar más cómodo y fuera de la vista de extraños. El cochero iba a impedírmelo hasta que vio que era quien había cuidado de su señora.

Una vez allí tumbada la vigilé hasta que recuperó la conciencia vigilando su respiración, pulso y respuestas.- "Bienvenida." -Dije al fin, cuando recuperó la consciencia.

¿Me había llamado sex symbol? Si que se había dado fuerte. Eso, aparte de halagarme, me preocupó. Aunque al momento pareció volver más en si y lo tomé como un extraño despertar, una ensoñación y un pequeño lapsus, quizás no se refiriese a mí sino a una evocación de algún novio o amante antiguo. De todos modos me agradó su sonrojo, sintoma de que todo estaba normal en ella y solo había sido un desmayo, y la dejé recolocarse. Todo pasó demasiado rápido y yo estaba demasiado ocupado en admirarla y comprobar su estado como para enterarme de que el carruaje estaba en marcha. Tampoco me importó.

Cada vez ella demostraba una mayor mejoría, lo que era bastante bueno.- "No hay nada que disculpar. Me llamo Aemon y no tienes que preocuparte por mí, iré hasta donde me dejes ir en este carruaje." -Sonreí.- "¿Vienes de Inglaterra? ¿De que parte? Yo soy londinense aunque llevo aquí ya unos años. Y no, no me espera nadie, no tengo citas. Jeje, además, ahora estoy bien acompañado, o eso creo." -Le dije dedicándole un guiño y sentándome a su lado.- "Te queda bien ese sonrojo, te da vida. Me preocupé bastante cuando te recogi y te subí." -El traqueteo del carruaje me decía que seguíamos en marcha, eso era bueno.

Me acomodé para continuar el viaje hasta que ella mandase parar para que me bajase.- "¿Puedo preguntar a que se debe tan largo viaje? Además, pareces agotada así que supongo que será algo importante." -Fruncí ligeramente el ceño sonriendo.- "¿Un novio, un amante, un futuro esposo?" -Era una hermosa mujer y estaba casi convencido de que aquello se trataba o bien de familia o bien de amor, que venía a ser lo mismo.- "Excúsame, no quería entrometerme de esta manera." -Una pequeña piedra entre dos adoquines hizo dar un pequeñísimo bote al carruaje.

La miré de arriba a abajo de reojo y me excité ligeramente.- "Permiteme la osadía pero si os váis a quedar una temporadita me gustaría enseñaros la ciudad y sus secretos. Os prometo que os gustará. No soy un guía consumado pero creo que puedo hacer divertida y amena la estancia y la visita. Solo si tenéis tiempo, claro está." -Le tomé una mano y le besé el dorso.- "Ha sido un placer rescatarla, bella damisela."

"Unos meses. ¿Y ya estás aquí? ¿Puedo saber porque vienes con tanta antelación? Lo normal es que los más allegados como mucho se acerquen una semana o dos antes y no meses." -Sonreí por lo extraño que me parecía y no me corté pues pocas veces, por no decir ninguna, lo hacía. Me parecía extraño y así lo decía. Si me contestaba saciaría mi curiosidad, sino ya la saciaría más adelante.- "Aunque si es por el curso de medicina lo entiendo. Si necesitas clases particulares o tienes dudas, no dudes y preguntame, sé más de lo que parece." -Y volví a guiñarle un ojo.

"Yo... siento haber sido demasiado metomentodo. No era mi intención incomodarte. Si te sirve de algo... al final todo sana y mejora." -Le di un par de palmaditas en la rodilla y seguí escuchándola, escuchando esa bella voz de sirena. La caricia en la mejilla se sentía placentera y no hacía presagiar lo que ocurrió a continuación y cortó en seco todo lo acontecido hasta el momento. Un bache y nuestros cuerpos se juntaron. Pude sentir sus senos contra mi pecho, su respiración con la mía, sus labios... sobre los míos. Fue un beso inesperado, un beso que no era beso y a la vez lo fue. De pronto ella exclamó gritos de júbilo pillándome desprevenido pero no pude sino responderla con una risa sana y un leve abrazo.- "Yuhuuuu!" -La imité mirándola a los ojos. No sabía porque pero se estaba bien y ella no se soltaba, al igual que yo. Era una de esas veces que algo inesperado te pilla tan de sorpresa que te hace ver que era algo que esperabas desde hacía tiempo.

Iba a decirle que me podía dejar por allí pero en ese justo instante era lo que menos quería, bajarme y dejarla escapar. Algo en mi cintura se endureció, como siempre que algo me atraía más de la cuenta, pero me daba igual que ella pudiese notarlo, era algo natural y como tal nunca le di importancia, al contrario que la sociedad.- "Deberían arreglar el camino..." -Susurré sonriente por los bachecillos que íbamos atrapando. Entonces me quedé callado. Sobraban las palabras. Simplemente la miraba a los ojos, me perdía en ellos y sonreía como un niño pequeño. Quería otro beso, pero por alguna razón me quedé a medio camino, no quería robarlo, quería que ella lo aceptase y recorriese el camino que faltaba para que nuestros labios se juntasen de nuevo.

No esperaba nada de lo que pasó, incluso me pilló de improvido como muy pocas cosas lo habían hecho pues estaba acostumbrado a casi todo. Como acto reflejo acaricie sus muslos y nalgas y mi polla creció sin contról bajo la tela a causa de sus roces y su mirada lasciva. Solo con aquél movimiento había conseguido que por mi cabeza pasase la idea de follarla ahí mismo, dejar que me montase en el sofá, girarla y sodomizarla para acabar eyaculando en su boca, dándole su regalo en forma de postre. O tal vez follarla hasta correrme dejando que ella llevase el ritmo y al parar pedirle que hiciese irse al cochero para penetrarla apoyados en la parte exterior del carruaje. Ideas como esa, varias de la misma índole, surcaron mi pensamiento endureciendome más y más. Que no fuese virgen no me decía nada es más, así solo sería disfrutar y mostrarle como se hacía. No dio tiempo a que contestase nada antes de que ella se bajase y se alejase.

Me quedé allí parado sin saber que hacer o decir. El cochero seguía arriba y yo allí dentro con las cortinas echadas. Sin darme cuenta había sacado mi polla y había empezado a acariciarme. ¿Cómo sería estar dentro de ella? Parecía muy recatada pero por lo que había hecho se antojaba del tipo de muchacha que en la cama lo daba todo. Me la guardé de nuevo y salí del carruaje con un enorme bulto en los pantalones. Caminé hasta llegar a una plaza y observé a mi alrededor para encontrarla. Estaba junto a una fuente y no dudé en acercarme para sentarme junto a ella.- "Perdoname tú si te he molestado. Se que a veces es incómodo notar como alguien se excita a tu lado pero... eres excitante y no me gusta ocultar lo que siento." -Tomé su mano y besé su dorso.- "No ha pasado nada. No le diré a nadie ni ha cambiado mi opinión sobre ti, a excepción de la mejora por como me imagino que serás." -Alejó la mano de su boca para bajarla, pero en lugar de soltarla la dejo con naturalidad sobre su erección.- "Tú has provocado esto y... si quieres... puedo mostrarte lo que esconde antes de mostrarte Paris." -La miré a los ojos.- "Si te molesto dímelo y me iré. Si solo te incomodo dímelo, te mostraré Paris y seremos amigos. Si estás tan cachonda como yo... acariciame para que lo sepa y... vayamos a algún sitio más privado a... conocernos."