¿Desertora? Visita a la colmena | Scarlett Seligman | BSTE

por **Camile Avery** Miér Ene 08, 2014 3:03 am

Londres 1801...
Residencia White "Londinenses"

Cammy había formulado un manojo de preguntas con relación a la inmortalidad, pero la que destaca por lo que vivía en esos momentos era: ¿Los vampiros son capaces de soñar? Ahora, ya no necesitaba formular esa pregunta... Y es que no solamente soñó sino que fue atormentada por pesadillas que involucraban su pasado como mortal. Todo terminaba con una abeja aplastada por el libro sagrado, ¿alguna clase de premonición? Cammy lo dudaba, ella conocía perfectamente sus poderes, esa combinación surgida a partir de Lowë la convertirían en la perfecta asesina, ella así se lo hizo ver a su creador, para él sería esa asesina. Pero el hechizo de él sobre ella la habían obligado a emanciparse de la Iglesia, por un motivo que ella no alcanzaba a comprender, la orden de la inquisición le parecía una casa de lunáticos y fanáticos.

Por las noches cuidaba de Viviana como la madre que se había propuesto ser, pero tan sólo escasas horas podía tenerla para ella. La llegada de la niña a su vida generó un cambio totalmente distinto a lo que Löwe causara, y es que comenzaba a sentirse arrepentida de matar a Maryeva, la niña tenía los mismos ojos de su madre, y seguramente la sonrisa que Cammy nunca vio, cavilaba continuamente en el momento en el que su niña creciera y preguntara el porque de su comportamiento y después, cuando creía saber que le respondería llegaba el cuestionamiento ¿qué pasará cuando Viviana se entere de que no es mi hija realmente y peor aún, que yo asesiné a su familia?

Cammy sabía que no había vuelta atrás, ella misma había dejado de pensarse como Killer Bee, su vestimenta era totalmente distinta a la que en tan breves meses aún portaba. Orgullosa de ser la abeja de la inquisición, con su cabello corto y teñido de negro, sus botas y pantaloncillo caqui, las correas, fundas y armas en su cuerpo; la gran flexibilidad y fuerza de sus piernas, la habilidad con la que podía matar sin hacer uso de armas de fuego. Sus piernas eran como la cola de la abeja, certezas y peligrosas... Ningún soldado mortal podía igualar a Killer Bee en la velocidad asesina de sus piernas, sí, ella se vanagloriaba de esas extremidades, su principal arma, aquellas que trepaban por el cuerpo en acrobáticos movimientos hasta los hombros y bajaban rápidamente para derribar con giros al rival o simplemente romper cuellos.

Pensar en todas las muertes que dio no le pesaban, salvo la de Maryeva. Sí podría decirse que fue condenada, ese momento comenzó a partir de aquella noche, fruto de la maldición que hiciese Maryeva y que seguramente condujo a la abeja al puerto donde entregaría el reporte de la muerte de Girolamo y Maryeva, puerto donde se encontraría con Löwe y su vida mortal terminara... Killer Bee así lo pensaría, Killer Bee argumentaría que sí no le hubieran asignado la orden en contra de la cambiante no sería lo que es. Sin embargo, era distinto, la mujer que se observaba todas las noches en soledad no era sino Cammy White, única heredera de los White, asesina personal de los Von Meer, madre de Viviana White e hija de la noche.

Las pesadillas comenzaban a hacerse más vividas, y Cammy sólo podía interpretarlo como una visita de la inquisición... Después de todo, ¿cuánto tiempo había pasado desde la vez que se presentó? Una inquisidora como Killer Bee no podía desaparecer y mucho menos ser descartada tan fácilmente, Cammy esperaba que llegara el enviado de la inquisición y entre más esperaba las pesadillas se volvían más intensas, lo que significaba que su ansiedad provenía de no tener noticias de la Iglesia, de no saber cuales eran sus intensiones sobre ella.

por **Scarlett Duchannes** Jue Ene 16, 2014 11:06 pm

¡Que le corten la cabeza!
Lewis Carroll

El carruaje avanzaba lentamente por las calles de Inglaterra y en su interior Scarlett miraba al exterior, a la noche que se extendía, dejando libres a aquellas criaturas que su deber era exterminar sin piedad alguna, justo de la manera en la ellas habían eliminado a su madre; sin pensarlo dos veces, actuando por meros impulsos.
Lo que siempre impulsaba a la inquisidora era meramente la venganza; solo que en esta ocasión la misión que se le encomendaba a realizar no era de asesinato y de hecho esta misión le ponía ligeramente nerviosa.

Killer Bee, ¿Cómo no saber de ella? Todos los inquisidores humanos habían vivido a su sombra, ya fueran hombres o mujeres ninguno podía compararse con la certeza de la abeja al momento de encontrar y matar a sus presas. Las habilidades de aquella mujer eran sorprendentes y estaba de más decir que para Scarlett había sido todo un honor ser enviada en búsqueda de aquella mujer. Para la inquisidora Killer Bee, era alguien que merecía respeto y parte inspiración para ella.
Si bien algunas veces le toco estar en misiones de grupo al lado de aquella mujer, seguía maravillada con la forma en la que la abeja asesinaba sin necesidad de más objetos que su propio cuerpo a cuanto sobrenatural se pasara por su camino.

En un inicio había sido incapaz de comprender porque le llamaban parta ir a la búsqueda de tan excelente inquisidora, si bien sabía de sobra que ella sería capaz de defenderse ella misma si es que alguien intentaba atacarle, aún así, en la inquisición ya habían comenzado los rumores. Scarlett no creyó ninguno; la abeja no podía haber abandonado la inquisición por ningún motivo y fue por eso que ignoro los rumores de su muerte y de hecho gracias a esos rumores era por los que ahora viajaba con dirección al hogar de la abeja.

Un suspiro salió de los labios de Scarlett que estaba usando su ropa normal de cuando debía estar en alguna misión. Ropa de montar negra y claro, algunas armas por si ocurría algún incidente durante el recorrido o cerca de la casa a la cual se dirigían. Para Scarlett le era molesto deber ir a buscar a Killer Bee de aquella manera, después de todo una visita menos brusca de la inquisición le parecía lo mejor, pero aquellas eran ordenes y solo se limitaba a seguirlas aunque no estuviese del todo desacuerdo con aquello.
Parte de ella sentía que se estaba tratando a la abeja como a una traidora y todo solo por desaparecer algunos meses. ¿No lo habían hecho otros? Claro que si, pero lo extraño radicaba en que quien se había alejado no era cualquiera de los soldados sino la mejor de ellos.

Tan perdida se hallaba en sus propios pensamientos que no se dio cuenta de que había llegado a su destino hasta que el cochero toco a la puerta del carruaje, solo para momentos después abrir la puerta para que Scarlett descendiera.
– Bien, el viaje ha terminado – dijo para si misma antes de ver al hombre que le había llevado hasta aquel sitió – espera mi regreso aquí – el hombre no hizo más que asentir y entonces Scarlett camino con pasos seguros en dirección a la mansión.
Dado que la visita era una sorpresa y que no se sabía si la abeja seguía viva; Scarlett debió andarse con cuidado; fue de esa manera hasta que llego a la puerta solo para hacer saber que estaba ahí llamo a la puerta, esperando que a quien le mandaban buscar atendiera antes de que debiera entrar a la fuerza en la mansión aquella.

por **Camile Avery** Mar Ene 21, 2014 3:03 am

Despertó en el crepúsculo, los llantos de Viviana fueron la razón de que despertara temprano. Pero más que molestarle, sintió una gran alegría pues eso significaba para ella que su pequeña la extrañaba y la necesitaba ahora que Audrey había viajado. Al menos eso era lo que ella quería pensar.

A pesar de que la mansión era grande, los White no tenían muchos criados, tan sólo un mayordomo, una ama de llaves y otras dos asistentes. Y todos sabían lo que ella era. Lo supieron cuando su ama regresó del último viaje que había hecho a Francia, ella misma se los había informado confiando en su lealtad a los White y que fue confirmada con la aceptación de seguir bajo su servicio y guardar el secreto de los cisnes negros.

Teniéndola en brazos, Cammy la mimó como la madre que se había propuesto a ser, la quería, la quería mucho y las sonrisas que le dedicaba le hacían olvidar las pesadillas. Por más de dos horas Cammy pasó el tiempo con Viviana, luego, la entregó para que fuera alimentada y llevada a su cuna donde ella la visitó una vez más. La noche había llegado a su apogeo y con ésta la soledad. Cammy se paseó por el pasillo del primer piso con su vestido burdeos con detalles en negro, del cuello caía un colgante con el emblema de la familia White, los cisnes negros, una joya que ella nunca había usado hasta que la inmortalidad llegó a Cammy.

Cammy cavilaba en lo que pensaba hacer, ella era una mujer activa, no podía quedarse en casa sin hacer nada, eso también incrementaba esa ansiedad que a penas podía soportar, entonces llamaron a la puerta. Cammy se dirigió a las escaleras, bajo la oscuridad vio a su mayordomo abrir la puerta dejando ver a su visitante... Era Scarlett Seligman, por fin la inquisición se presentaba ante ella.

Con un rostro inexpresivo la vio intercambiar palabras con su mayordomo, Cammy no temía, tan sólo la analizaba, era una extraordinaria inquisidora, cuando se le llamaba Killer Bee la conoció en sus inicios, su nombre no se escuchaba al menos ella no lo oía , después de todo Killer Bee trabajaba sola y le prestó atención en la primera misión que tuvieron conjunta, y cuando se le había asignado la tarea de dar muerte a Ruggero sus trabajos cayeron en ella, al menos eso se lo había dicho Hayden Vaggö. Realmente nunca se habían sentado a intercambiar historias o algo similar, pero eso al parecer cambiaría esa noche.

—¡Hazla pasar, la atenderé en la sala de estar!— ordenó contemplando como la conducía a la sala de estar y le ofrecía algo, Cammy siguió ahí en silencio, sigilosa como Killer Bee, viéndola como una posible amenaza. Tras varios minutos de espera las zapatillas comenzaron a escucharse en la escalera. Con el rostro en alto bajaba como la dama de alta sociedad que era, su vestido provocador dejaba ver parte de la bien definida pierna derecha, aquella pierna mortal que con la inmortalidad había incrementado su fortaleza.

Bajó el último escalón y mantuvo su andar con elegancia penetrando así la sala de estar, la luz de la sala hizo resplandecer su largo y dorado cabello, un rubio que ningún inquisidor había visto jamás, salvo Ruggero Rosso, fuera de éste, Killer Bee era conocida por su mata negra y corta. Pasó a un costado del sillón de Scarlett con sus ojos azules brillando como incandescentes, luego, se volvió a ella apagándose la luz de sus ojos. —Esperaba al emisario de la Iglesia, déjame confesarte que nunca creí que te enviaran a ti... señorita Seligman. Pero me parece que no pudieron escoger a una mejor opción luego de lo que sucedió con Hayden, el inquisidor que era más cercano a mi.— pronunció con seriedad, su rostro conservó la expresión que se describió cuando la vio desde las escaleras, una expresión solemne y prudente.

—¿Qué fue lo que se te dijo... a qué has venido?— suavizó tomando asiento frente a ella.

por **Scarlett Duchannes** Vie Ene 31, 2014 10:52 pm

La admiración es el sentimiento más opuesto a la comprensión.
Tite Kubo

Las puertas de aquella mansión no le hicieron esperar mucho realmente, pues le abrió la puerta de aquel lugar el mayordomo y hasta eso momento todo se encontraba en orden; de haber pasado algo realmente malo aquel hombre no tenía motivos para seguir atendiendo la mansión White. Hasta ese punto la inquisidora creía que todo estaba en orden respecto a lo que acontecía con Killer Bee; su mente daba vueltas prácticamente en una sola idea. Killer Bee debía de estar cansada o aburrida de que ningún sobrenatural fuese lo suficientemente resistente como para soportar una lucha encarnizada contra ella; esa al menos era la idd más lógica y a la que más aferrada estaba Scarlett.

Aquel mayordomo le dirigió algunas miradas de desaprobación, pero finalmente se le hizo pasar. Nadie quería después de todo tener problemas con algún emisario de la inquisición; de hecho generalmente todos hablaban cual pajaritos cantando en primavera cuando sabían que los emisarios llegaban o estaban en búsqueda de alguien en especifico, pocas personas estaban dispuestas a ocultar a los demonios por los cuales después deberían pagar con sus vidas.
Con paso firme y como si hubiese estado en esa casa una docena de ocasiones antes, Scarlett avanzo hasta la sala de estar, que era el lugar más apropiado para recibir visitas.

Una vez que el mayordomo se alejo, anunciando que inquisidora a quien buscaba estaría con ella en cualquier instante, su mirada fue a examinar con suma atención cada una de las partes de aquella sala. No cabía duda que Killer Bee tenía un gusto exquisito respecto a la decoración de su casa; con delicadeza sus ojos delinearon cada zona de aquella sala y solo cuando hubo estado conforme fue que termino por sentarse esperando a que el momento que tanto aguardaba llegara.

Más pronto de lo que esperaba, unos delicados pasos se escucharon y al mirar por un costado su atención se enfoco en aquellos cabellos rubios. Una mueca de desconcierto y extrañeza apareció momentáneamente en su rostro, pero vez que los ojos de ambas se encontraron se dio cuenta de que aquella mujer de cabellos dorados era la mismísima Killer Bee.
Cierto era que todo aquello le pareció demasiado peculiar a Scarlett quien no pudo evitar evaluar rápidamente a la mujer frente a ella mientras que escuchaba las amables palabras tan de protocolo que salían de sus labios.
– Si, al parecer hemos tenido varias perdidas en la Facción de soldados pero son gajes del oficio así que no nos queda más que rezar por el alma de Hayden, esperando que de estar muerto se encuentre en un lugar mucho mejor después de haber servido tan valientemente a los fines de la Iglesia… sino… no nos resta más que esperar que alguno de los nuestros le encuentre y ponga fin a su sufrimiento y libere su alma del pecado – Una sonrisa fue lo que dedico a la inquisidora frente a ella – Y debo confesarle que ciertamente que no esperaba que me enviasen, pero menos me esperaba encontrarle tan… cambiada – sus ojos destellaron con las dudas que comenzaban a atacar su mente sobre ese repentino cambio, no solo en el color del cabello y la longitud de este; sino además en la manera de vestir.

– ¿A qué he venido? – Una risa escapo de sus labios, como su realmente necesitara decir a que era a lo que iba. La mujer aquella bien sabía que ignoro ordenes de la Inquisición de presentarse a los cuarteles y que cuando eso pasaba no quedaba más que darse a una tarea de búsqueda para ver que era lo que sucedía con esos inquisidores. Algunos de los que desaparecían eran encontrados convertidos en vampiros o licántropos y ante esas situaciones solo había dos opciones… unirse o morir – Es obvio ¿no? Estaba desaparecida y los altos mandos querían saber que era lo que ocurría para que ignoraras las peticiones de volver a cumplir con tus deberes. Se especulaba de que no existías más en este mundo, pero seré sincera, sabía que una excelente inquisidora como tu no sería fácilmente exterminada por alguna criatura sobrenatural… eso es sencillamente ridículo – la misma sonrisa de antes se extendía nuevamente por su rostro mientras que su mirada estaba fija en la de Killer Bee, buscando alguna señal del por qué había decidió no atender sus obligaciones o en dado caso las muestras de algo mucho peor – Además, tengo que llevarte a la Inquisición para que vean que sigues viva y que estas lista para presentarte nuevamente a tus obligaciones. Así que, si eres tan amable agradeceré que me acompañes – todo era sencillo, cumplir aquellas indicaciones y listo; solo que todo sería más complicado de lo que una vez pensó.

por **Camile Avery** Lun Abr 21, 2014 12:41 am

La estudió a detalle justo como la inquisidora lo hacía. –No nos queda más que rezar por el alma de Hayden, esperando que de estar muerto se encuentre en un lugar mucho mejor después de haber servido tan valientemente a los fines de la Iglesia... sino... no nos resta más que esperar que alguno de los nuestros lo encuentre y ponga fin a su sufrimiento y libere su alma del pecado– repitió mentalmente Camile, eran sus palabras, era el mismo discurso que ella misma, como Killer Bee, usó en el pasado. Por un instante vio en Scarlett a la mortal abeja. Pensó entonces en Ruggero, él le había dicho meses antes de que abandonara la Iglesia que había una escuela destinada a formar inquisidoras tan hábiles como la abeja, inclusive ella había inspirado y atraído a varias jóvenes y en ese momento se preguntó sí Scarlett pertenecía a ese círculo. Sí era así, mucho podía explicar la razón por la cual fue ella la enviada.

—Salvo el ex inquisidor Ruggero Rosso, todo el mundo se desconcertaría de verme con el color natural de mis cabellos y la longitud de éstos, no la culpo— Cammy se recostó en el sillón, su pierna derecha exhibió su definición y sus tacones altos la hizo ver más sensual, la ex inquisidora había renacido y no se sentía mal vistiendo de esa forma, actuando de esa manera. Era como si supiera que era lo correcto y no una farsa para pretender una vida nueva. —Conozco el protocolo señorita Seligman, tan sólo me interesa saber lo que la Iglesia sabe de mí, pero ya no importa... sólo me pregunto algo— hizo una pausa, su ceja izquierda se arqueó con incredulidad mientras que un mechón de cabello se revelaba por su derecha y le caía en fleco.

—Está preparada sí la circunstancia le dictamina una negativa... ¿puede usted enfrentarse a mí, tiene la temple para jalar el gatillo antes de que yo jale el mío?— dijo en un tono amenazante, el mayordomo que acababa de entrar dudo en continuar en la sala o salir, por un breve instante se quedó de pie con la bandeja de té. Pero después de meditarlo bien decidió entrar y colocar el té en la mesita de café. Camile lo despidió con la mano, esperaba la reacción de Scarlett, no estaba segura de lo que haría, sabía que sí se negaba a ir con Scarlett y ésta decidía batirse en duelo, Camile, como Killer Bee no se tentaría el corazón y la mataría, pero no cambiaría en nada la situación. La Iglesia mandaría otro inquisidor y esta vez con la orden de matarle.

Por Viviana no podía tomar ese camino pero ahora que había decidido tomar las riendas del Imperio no estaba dispuesta a continuar en la Iglesia. Lo mejor era ir al Vaticano, entrevistarse con el Papa y conseguir una absolución para que la dejaran en paz, ya había sucedido en el pasado y con el historial de Killer Bee debía ser justo. Pero el reto para Seligman era para mediar sus habilidades y saber si sería su sucesora.

por **Scarlett Duchannes** Lun Jun 30, 2014 2:37 pm

Aún no notaba muestras de que la inquisidora no deseara acompañarle a los cuarteles y por lo tanto, Scarlett se encontraba relajada, quizás demasiado para alguien que entra en un hogar desconocido y que no sabe lo que le espera en el interior. Pese a las desventajas que aparecían al estar ella en territorio de la abeja, se sentía segura de sus propias habilidades, inspirada en gran medida por la mujer de los cabellos rubios que le estaba dando la bienvenida a su hogar.

La extrañeza en su rostro debió ser lo que guió a Killer Bee a darle una especie de explicación respecto a sus cabellos, gesto, que pese a que no lo demostrara estaba agradeciendo. Sin embargo, no fueron los cabellos, la manera en la que se sentó o la miro lo que le hizo entrecerrar los ojos por unos segundos, captando que en aquella mujer las diferencias físicas no eran lo único nuevo que cualquiera en su posición habría descubierto. Las palabras de la inquisidora eran serias, pero parecían llevar dentro de ellas un significado mucho más profundo. Scarlett se mantuvo en silencio, esperando que la pregunta fuera formulada. La expresión de ambas cambio a una de completa seriedad cuando finalmente, de los labios de la mujer a quien había ido a buscar, fluyó aquella pregunta. Antes de que pudiera responder algo, el mayordomo entro llevando el té para ambas y fue solamente por respeto a un hombre que consideraba inocente, que no dijo nada.

Una vez que el hombre desapareció nuevamente, Scarlett suspiro.
– Creí que sería mucho más fácil y que contaría con su apoyo pero veo que me he equivocado al pensar de esa manera – una sonrisa volvió a extenderse por su rostro, como si nada de lo que pudiera pasar le preocupara realmente – ¿Qué si estoy preparada? Usted debe estar bromeando, sabe perfectamente que cualquier soldado esta dispuestos a cumplir con su cometido sin importar contra quien deba enfrentarse; eso no es diferente en mi caso y créame cuando le digo, que no dudare ni un segundo en jalar del gatillo, fui entrenada para eso y no me interesa que deba asesinar a la legendaria Killer Bee – movió su cuerpo un poco más al frente – pero eso no me serviría de nada, así que deberíamos evitar todo esta perdida de tiempo y debería acompañarme ya, después de todo, los soldados más recientes fuimos entrenados para superar a la mejor inquisidora hasta el momento – sin miramientos le señalo – quizás después de su entrevista con los altos mandos, quiera probar suerte contra mi.

Era un reto divertido, nada mejor que esperar ser superior a quien tanto admiraba, en quien se habían basado para entrenarle y a quien ahora estaba entrevistando. Su encuentro con Killer Bee solo la estaba inspirando para continuar con su labor.

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