----Vous cherchez une soirée mémorable, peut-être----[Nirvana]

por **Aelric Ecrivain** Vie Ene 10, 2014 3:01 pm

Siendo sincero, nunca antes había pagado por sexo, para mi aquello era una cosa que se negocia, que conseguir satisface en mayor medida si es más difícil de conseguir, el filtreo, la seducción, eso era lo que lo hacia interesante, ¿no?, pero siempre estoy dispuesto a probar cosas diferentes, o bueno, eso creía, siempre había sido un imán para los encuentros salvajes, solo me encontraba allí porque Cloude me traía, este maldito bastardo es como el padre que nunca tuve, se preocupa más por mi que cualquier otra persona en el maldito mundo, seguro pensaba que ya me hacía falta una chica, aunque fuera solo por un rato, de verme clavado todos los días trabajando en la taberna, donde ninguna cortesana volteaba a ver a tabernero.
Una vez adentro, Cloude fue tratado como un cliente regular, quien lo diría, él mismo que parece un marido ejemplar. El lugar rebosa de mujeres coloridas, telones que colgaban de los techos y sillones que parecían hechos de espuma, nos sentamos en una mesa y Cloude pidió ginebra enseguida, yo me apuntaba la chaqueta como una reacción instintiva, definitivamente me estaba comportando como un niñato, sentía que todas las cortesanas se encontraban allí para cazar hombres como nosotros, eramos sus simples presas, y creo que no estaba tan equivocado.
- ¿Que haces? Quítate el abrigo! enséñales a las cortesanas tus tatuajes! sabrán que eres un valiente marinero-
Vociferaba Cloude avergonzándome, yo simplemente me refugiaba en lo que en aquel lugar, era lo único que me era familiar, el alcohol, serví los tragos y dejé la botella como si tratara de convencerme que estaba en mi trabajo, donde me sentía seguro. Tomamos un par de copas cada uno antes de que Cloude empezara a escoger con la mirada y a hacer comentarios sobre el potencial de aquellas con las que ya había estado, yo hacía oídos sordos a sus comentarios, a esas alturas creo que solo quería salir de allí, estaban oliendo mi miedo.
Un destello peculiar brilló al otro lado del lugar, una cortesana de cabello rosa paseaba tranquila, sonriendo a todo el mundo, estiré el cuello para mirarla mejor, no estaba seguro si era maquillaje lo que llevaba en su rostro y en sus brazos, o se trataban de tatuajes como los míos, pero se veía diferente, sonreí, hasta que dirigió su mirada al lugar donde estaba, yo volví la cabeza para que no me atrapara viéndola y me encontré con Cloude bajo dos cortesanas sentadas encima de el, blanquee los ojos, como reclamándole.
- Mas vale que busques una chica para ti, yo ya soy solicitado
Sentía que las carcajadas de voz grave de Cloude resonaban en todo el lugar, que llamaban la atención de todas las miradas, me clavé en la mesa tratando de esconderme.
- Adelanta, yo buscaré una que me guste
Dije casi esperando que nadie más me escuchara
- Mariquita Me dijo entre risas mientras abandonaba la mesa con las cortesanas.
Suspiré casi aliviado y viendo que tenía casi la mitad de la botella para mi solo.

por **Nirvana** Vie Ene 10, 2014 3:28 pm

Aburrido, aburrido, aburrido...¡aburridísimo! Los días en el burdel eran el gran hastío de su vida, ella veía el tiempo mucho mejor invertido en su pequeño cuarto donde hacer trapicheos con todos los cacharros que estaba inventando. Porque París estaba plagado de inspiración, de criaturas maravillosas a las que ayudar o que matar, cualquier cosa era interesante siempre que requiriese aprender y crear. Gitanos, brujos, seres centenarios, era como un cuento de hadas para la pelirroja. Pero nada era gratis, todo el mundo quería algo a cambio y, sin lugar a dudas, la forma más fácil de conseguir dinero era vendiendo su cuerpo, que total, tampoco es como que le importara mucho. Siempre que estaba con hombres su mente viajaba lejos, pensaba en las conexiones que podría hacer, las mezclas, los materiales, a veces hasta sonreía y los pobres ingenuos pensaban que era por la faena, nada más lejos.

Pero ese momento, el de pasearse por el burdel como si fuera un espectáculo andante, se le antojaba una gran pérdida de tiempo. Ya le habían dicho que si quería conseguir clientes era lo que debía hacer, así que enfundada en su corpiño rosado y con el pelo suelto, apenas con un tocado, se dedicaba a ir de acá para allá, luciendo carne para atraer a las fieras. Sonreía por sonreír, porque era lo más lógico y allí todas lo hacían, pero nada sincero, nada que le naciera. Y en un momento dado sintió una mirada encima, en seguida buscó al dueño de esta, entrecerrando los ojos con cierta suspicacia. No tenía nada de especial, nada que llamara su atención, excepto tal vez el hecho de que no la había mirado en plan: "Eh, puta, ven y ruega por tus francos". Tal vez fue eso lo que la empujó a ir poco a poco acercándose a su posición, echando un vistazo a la situación que le rodeaba. Un hombre se marchó con dos cortesanas, dejándolo a él totalmente solo. Nirvana vio la oportunidad de acercarse, así que eso hizo, sin dudarlo, ocupando el asiento en el que estaba antes aquel señor.

— Tú no buscas una puta, ¿verdad? — ya no era solo el hecho de que le acababa de preguntar algo ilógico para alguien que está en un burdel. El vocabulario coloquial que había usado y el hecho de tutearlo, se alejaban mucho del trato que solían dar allí. Pero algo le decía a la pelirrosa que no iba muy desencaminada — ¿Por qué los hombres siempre terminan dejándose arrastrar por otros hombres a lugares que no les interesan simplemente para quedar bien? ¿No es una actitud cobarde o simplemente demasiado corriente? Lo cual la hace aburrida...¿No preferirías estar en otro lugar o con otra persona? — casi comenzó a divagar ella misma, sin pararse a pensar que tal vez estaba ofendiendo a aquel chico con sus dudas, porque no eran más que eso, dudas y curiosidades que atacaban su mente.

por **Aelric Ecrivain** Vie Ene 10, 2014 3:54 pm

Me serví otra copa de ginebra, un trago largo, que mandé a mi garganta desmedidamente, tenía pensado salir de allí luego de acabar la botella, cuando de repente la chica de cabello rosa se sentó sin preguntar en la silla que ocupaba Cloude, usando un lenguaje vulgar y directo, me hizo brincar de mi silla y abrir mucho los ojos, me sentí casi cazado.
¿Por qué los hombres siempre terminan dejándose arrastrar por otros hombres a lugares que no les interesan simplemente para quedar bien? ¿No es una actitud cobarde o simplemente demasiado corriente? Lo cual la hace aburrida...¿No preferirías estar en otro lugar o con otra persona?
Luego de escuchar su comentario y ver como empezaba a divagar no pude evitar soltar una carcajada, la miré sin más temor, pude notar que tenía un rostro angelical, muchos dibujos en sus brazos y el cabello le caía mucho más abajo de los hombros en un rosa encendido.
-Te vistes muy de rosa como para darme miedo-
Ladee la cabeza mientras la miraba y le hablaba.
-Tal vez sea mi primera vez acá, pero aún me despierta emociones, ¿que haces tu acá si no te gusta tu trabajo?
Reposé mis codos sobre la mesa, aproximándome a ella, sonriendo todavía
-No te habrías acercado a mi hablandome de esa forma si quisieras mi dinero, y si quisieras un cliente no te habrías sentado conmigo, dime ¿que es lo que buscas esta noche? si aún te lo preguntas, hoy quería buscar algo distinto, entrar a un lugar que me hiciera sentir cosas que nunca había experimentado, es lo que me gusta hacer, y valla que lo eh conseguido hoy
Creo que hacía mucho tiempo no me expresaba tan libremente como en ese momento, normalmente estoy allí escuchando los problemas de todo el mundo mientras les sirvo sus tragos, y con lo mucho que Cloude habla apenas y encuentro un momento para poder embutir algún comentario, soy de pocos amigos, pero esto me hacía bien, casi como tocar mi música, me liberaba, claro, una vez que me dejada de sentir amenazado.

por **Nirvana** Sáb Ene 11, 2014 12:30 pm

Las palabras de aquel desconocido, al que en su mente ya había apodado "el chico del pelo absurdo" llamaron su atención, haciendo que dejara de divagar de aquella manera para concentrarse en él, obviamente por si iba a responder alguna de sus inquietudes, aunque de primeras no fue así. De todas formas, sus palabras lograron que una sonrisa se marcara amplia en los labios de la cortesana, y que incluso una suave risita brotara de su garganta.

— ¿Y quién dijo que pretenda darte miedo? Es más, ¿ganaría algo con ello? — alzó una ceja, escuchándole luego preguntar sobre su trabajo. Nirvana no era de las que se avergonzaran por reconocer el motivo que tenía para estar allí, ni mucho menos, tampoco de las que se sentían orgullosas porque tenían un apetito sexual tan insaciable que necesitaban buscarle salida de alguna forma, ella simplemente lo hacía porque le venía bien y punto, sin más vueltas de hoja — Yo creo que las emociones que te despiertan son incomodidad y ganas de salir corriendo, porque de lo contrario ya habrías encontrado alguna encantadora cortesana con la que pasar la siguiente hora. — aseguró, echándose también un poco hacia delante, lo cual la acercaba más al muchacho — Trabajo porque necesito dinero, aunque no me guste el trabajo, ¿a quién le importa eso? Son muchos los pescadores que faenan porque no tienen nada más que hacer con su vida, en mi caso es más o menos lo mismo. Podía ser ama de llaves de algún rico o prostituta. Y por mucho que sorprenda, ser cortesana te deja mucho más tiempo libre para tus cosas. — hizo un gesto con la mano para restar importancia, volviendo luego a escucharle.

Entrecerró los ojos, comenzando a dar golpecitos con los dedos en la mesa de madera. No se había acercado a él por su dinero, pero tampoco solía hacerlo a nadie de buenas formas, no era una cortesana coqueta que fuera meloseando a los clientes disponibles a ver cual le seguía el rollo, de ahí que solo lograra los clientes más particulares o que simplemente se fijaban en ella por su aspecto exterior, algo que no le molestaba, le daba absolutamente igual, como todo en aquel empleo. Pero tal vez por un día aquello iba a ser diferente. Sonrió de nuevo, mordiéndose el labio inferior.

— Yo nunca busco nada, el día me encuentra a mi, así como la noche. — murmuró, haciéndole un gesto con el índice para que se acercara un poco más y poder bajar la voz — Si quieres emociones diferentes y entretenimiento singular acompáñame, te prometo que te haré gritar, sudar y jadear. — sonrió con picardía, probablemente porque sus palabras podían ser totalmente malinterpretables, pero no le importaba. El chico podía seguirla o no hacerlo, eso estaba totalmente en su mano. Ella se levantó y echó a andar hacia el pequeño hueco que conducía a las escaleras, y de ahí comenzó a subirlas, haciendo resonar sus tacones por los peldaños.

por **Aelric Ecrivain** Dom Ene 12, 2014 3:58 pm

La verdad nunca me había interesado demasiado por una mujer que no me diera mucho a la imaginación, tal vez era esa una de las razones por las que nunca había estado en un lugar como ese, una de tantas, pero ver a una mujer que simplemente se me ofrece por que sí, mostrándome de entrada todo lo que puede darme, es como cortarme de tajo la pasión, y yo era un ser de muchas pasiones, le ponía pasión a absolutamente todo lo que hacía y sobretodo a eso del sexo, con cada persona era algo distinto, porque despertaba en mi algo distinto, llegar a ese punto significaba conocer algo de esa persona y que me intrigara algo de ella, ver que llevaba bajo el vestido, entre otras cosas, y el momento del encuentro se tornaba un desfogue de emociones casi letal, donde simplemente dejábamos salir nuestras curiosidades y deseos, buscábamos lugares peligrosos donde todo pudiera pasar mientras nos encontrábamos tan vulnerables. Que todo el lugar estuviera dispuesto para todo era algo un poco ridículo, sin hablar de tu compañía, que estaba allí por darte un placer muy individual, hacerte creer que le gusta y llevarse tu dinero, aquello no tenía sentido para mi.
Por alguna razón me puse de pie con ella y la seguí, escuchando su propuesta " Si quieres emociones diferentes y entretenimiento singular acompáñame, te prometo que te haré gritar, sudar y jadear. "...lo pensé, dejé que mi mente, entorpecida por mis pensamientos recientes, lo digiriera:
- Siempre que sea diferente a lo que hagas con los demás
No tenía otro lugar al que ir en la siguiente hora, debía esperar a Cloude, no había otra chica en el lugar que me llamara la atención como ella, y tal vez ella me llamaba más la atención ahora que había hablado conmigo, y, suponiendo que en el lugar al que me llevara yo sería quien hiciera las peticiones, tal vez podía evadir el sexo y pedirle que habláramos, o alguna otra cosa, todavía no llevaba bien la idea de estar con alguien en esas condiciones, pero si las cosas llevaban a eso, pues supongo que en algún momento habría tenido que vivir eso, entonces solo la seguí hasta las escaleras sin chistar.

por **Nirvana** Dom Ene 12, 2014 4:11 pm

De nuevo las palabras de aquel chico arrancaron una risa de la garganta de la cortesana, que subía las escaleras con paso firme, mirando hacia atrás para fijarse que la siguiera, casi como si fuera un juego del "pilla pilla", a veces hasta tenía que evadir a alguna otra pareja que subía o bajaba, borrachos dando tumbos, aquel lugar tenía de todo lo despreciable de París, pero ella había encontrado alguien con quién jugar y no iba a desperdiciar la oportunidad, porque él jugaría, ¿verdad? Tenía pinta de hacerlo, de no ser igual de aburrido corriente que el resto.

— ¿Qué puede dar una cortesana peculiar a un caballero peculiar? ¿Qué juegos puede llevar a cabo para no perderlo entre las demás? — iba canturreando mientras subía las escaleras, sabiendo que la escucharía pero sin interesarse de más en si le prestaba atención o no. Así pasaron incluso la zona de las habitaciones más altas, pero ella no se detuvo, hasta que empujó una puerta que daba acceso a la azotea del edificio. No eran muchos los que las tenían, era algo relativamente nuevo, pero que a las mujeres les venía de perlas para poder tender la ropa cuando hacían la colada.

Y entre todas las prendas pasó, metiéndose entre sábanas que antes eran blancas, que estaban tendidas en medio de la noche, seguramente porque a alguien se le habían olvidado. Se paró cerca del borde del tejado, agachándose y desabrochándose los zapatos, bajándose de ellos y perdiendo un poco de altura al hacerlo, no parecía importarle. Luego dio un pequeño salto, apoyada en el muro y se subió al tejado, haciendo equilibrio en el borde de este, poniendo un pie delante del otro, extendiendo los brazos para mantenerse mejor y echando la cabeza hacia atrás.

— ¿Qué tan diferente puede parecerte mi juego? — preguntó, mirándolo de reojo y sonriendo con cierta diversión — ¿Alguna vez has saltado por los tejados de París? Sabes dónde empiezas pero no dónde acabas, paras cuando ya no hay dónde más ir. Saltas y saltas, agarrándote para no caer y encontrar la muerte. Es mucho más excitante que todo el sexo que tienen ahí abajo. Pero solo es para gente que se atreve a jugar, ¿te atreves tú, mi curioso chico que no está donde querría estar? — la propuesta estaba más que clara, saltar por los tejados, correr y seguir saltando. Ella lo haría, y poco le importaría dejar al muchacho atrás, de todas formas ya había perdido las ganas de tumbarse para dejar que un hombre la poseyera esa noche.

por **Aelric Ecrivain** Lun Ene 13, 2014 6:20 pm

La cortesana se meneaba mientras subía las escaleras, por un momento la seguía casi hipnotizado por el movimiento de sus caderas de un lado a otro, entonces me empecé a percatar que estábamos pasando por las habitaciones, ella canturreaba contenta y me dio la impresión que en realidad ella lograría invitarme a un lugar allí que llamara mi atención.
Entramos atravesando una puerta a una azotea, se veían sábanas y prendas colgadas por todas partes, ella empezó a pasar entre las sabanas y me recordó con ese simple gesto mis más olvidados juegos infantiles, cuando mi madre extendía la ropa en el patio en el que me dejaba todos los días, y era con eso con lo que me entretenía, yo sin dudarlo un momento, la seguí, haciendo de las sábanas unas carpas mientras paseaba tras ella, riendo de lo infantiles que podríamos vernos y que a ninguno le importaba como se viera. Se detuvo al llegar al borde de la azotea y se bajó de los zapatos, para empezar a escalar por un muro y llegar al tejado, no chisté y subí detrás de ella al muro mientras la veía contemplar los tejados aledaños, por suerte mi calzado no era tan incomodo para la hazaña y podía seguir su juego sin deshacerme de él.
-¿Qué tan diferente puede parecerte mi juego? ¿Alguna vez has saltado por los tejados de París? Sabes dónde empiezas pero no dónde acabas, paras cuando ya no hay dónde más ir. Saltas y saltas, agarrándote para no caer y encontrar la muerte. Es mucho más excitante que todo el sexo que tienen ahí abajo. Pero solo es para gente que se atreve a jugar, ¿te atreves tú, mi curioso chico que no está donde querría estar?-

Reí escuchando su reto, dí un brinco para llegar a apoyar mis pies en el tejado y estar junto a ella.
-Superando el miedo a la muerte, creo que esto es lo más interesante que pudieran ofrecerme viniendo a este lugar
Caminé un par de pasos hasta poder asomarme al borde, una ráfaga de viento parecía subir por las paredes y azotar más fuertemente estando a esa altura, pude ver cuan distantes estábamos del suelo estando parados allí, mi corazón se aceleró, esa era la emoción que estaba buscando, o tal vez un poco más de lo que buscaba, pero aquello era genial, sentía ya correr la adrenalina en mis venas, voltee a verla y le hice un gesto con la cabeza señalando el tejado de frente.
- Yo ya estoy esperando que empiece, de haber sabido que así se hacían las cosas contigo, habría venido a buscarte hace años Le ofrecí mi mano -¿Lista para el primer salto?- Ya podía sentir como mi respiración se agitaba, anteponiéndome a la sensación de vacío que estaba a punto de experimentar.

por **Nirvana** Dom Ene 19, 2014 7:41 am

Saber que él le seguiría el juego logró sacar una sonrisa más amplia de la cortesana. Miró también hacia abajo, pero por suerte ella nunca había generado ese miedo a las alturas que solía tener casi todo el mundo, o más bien el miedo a terminar escachado contra el suelo al caer. Le daba igual, si caía pues podría morir o acabar herida, pero al menos habría saltado y no se quedaría esperando pacientemente a que el tiempo pasara, como una cobarde.

— Hace años no me habrías encontrado aquí. — aseguró, tomando su mano y cogiendo algo de fuerza para dar el primero de los saltos. Por suerte aquellos dos tejados no estaban muy separados. París crecía rápidamente, las casas estaban casi pegadas, en algunos sitios incluso lo estaban del todo. Si uno se lo propusiera podría vivir de tejado en tejado constantemente, durmiendo sobre los más cómodos, tendiendo en otros y paseando en los de más allá. En definitiva, podrías recorrer la ciudad casi al completo si sabías buscar los sitios exactos.

Cuando cayeron en el otro lado lo hizo con agilidad, apoyándose con una mano en el suelo para poder mantener el equilibrio y luego poder levantarse. Sentía las tejas heladas bajo sus pies, pero no le importó, solo sonreía y respiraba con una ligera agitación por la adrenalina que comenzaba a recorrer su cuerpo. Soltó la mano del hombre, porque necesitaba espacio y libertad para moverse a su antojo. El lugar en el que estaban tenía una ligera inclinación, así que caminó con un pie delante del otro, haciendo equilibrismos con los brazos para mantener el control. El aire gélido atacaba sus hombros y pecho semi descubierto, sus piernas que no tenían prenda alguna, pero aquello solo hacía que deseara moverse más para entrar en calor. Llegó al otro lado y de un pequeño salto estuvo en un nuevo edificio. Miró hacia el chico, sonriendo de medio lado.

— Esto es fácil, lo complicado llega en el siguiente. — y por sus palabras quedó más que patente que no era la primera vez que hacía algo así, que tal vez para ella era un entretenimiento casi cotidiano. Cuando se detuvieron delante del siguiente lugar se paró a mirar abajo. La altura era importante, pero más aun la distancia entre uno y otro. Era salvable, sí, pero habría que coger carrerilla y no dudar en el momento del salto, hacerlo con fuerza y estar listo para agarrarse al saliente — ¿Preparado? Porque yo nací preparada. — aseguró, retrocediendo unos cuantos pasos para echar a correr y poder saltar, era sorprendente ver a una mujer de sus características físicas y con esas ropas hacer algo así, un salto importante y con agilidad casi felina, como la que ha estado saltando toda su vida. Cayó en el saliente contrario, agarrándose con los brazos. Tras unos segundos soltó un jadeo, mientras hacía fuerza para subir, apoyando su abdomen, subiendo una pierna y luego la otra, para poder ponerse finalmente a seguro, mirando hacia el otro lado, haciéndole gestos a su acompañante.

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