AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cambiando... [Privado: Giovanna]
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Cambiando... [Privado: Giovanna]
Hacía tiempo que mi labor de Guardián había acabado ya que solo me dedicaba a una única familia desde lo que se conocía edad media, y ahora en la época de la edad moderna se había acabado todo, no había perdurado tanto como hubiese deseado aquel rey, pero el mismo me había pedido que no interviniese en el ciclo de la vida de sus descendientes, algo triste la verdad ya que les había cogido cariño a unos cuantos pero no iba a ir en contra de su palabra, le había hecho un juramento y eso jamás lo rompería aun cuando el hombre ya estaba muerto igual que toda su descendencia pura, habían algunas familias secundarias suyas pero no estaban bajo mi cargo, quizás nacería con el tiempo un descendiente más aceptable pero por ahora no era ese el caso y con las mesclas que habían estos años ya lo veía imposible.
Extrañamente fui llamado a una reunión o cita en el Palacio Royal, algo raro la verdad, aunque con los siglos me había ganado una pequeña fama por ser el guardián de una familia tan importante en su tiempo y con tanta historia, mucha gente creía que “mi familia y sus descendientes” les servíamos por igual como una familia de mayordomos, pero la realidad era que siempre era solo yo, no había nadie más, pero era algo que nadie mas debía de saber, cuando llegue al lugar indicado me encamine hacia la sala que ponía en la nota, el lugar era como siempre muy llamativo, y alguna que otra vez demasiado cargado, pero era lo más común en esta época, me hacía gracia en parte y por otra echaba de menos la simpleza de las épocas antiguas, cuando llegue a esa sala, llame y al oír una voz que me decía que podía pasar, pues lo hice, viendo ahí a un Conde, arquee la ceja al no entender por qué me había hecho llamar pero en nada lo supe…
Quería contratarme para ser su guardián, suyo y de su familia, mi mirada se ensombreció ya que lo conocía, investigaba a muchos nobles para saber a qué atenerme, era casi mi trabajo secundario el informarme de todo lo que ellos hacían y dejaban de hacer, ese Conde en especial no me agradaba, era de esos que se creían superiores, y que veían a todos los demás inferiores a él, pudiendo abusar de su poder con los que trabajaban para él, como maltrato o violación, si por mi fuera hacía tiempo que me lo habría cargado pero en contra de la familia que protegía no hiso nada, así que no estaba en mis manos el acabar con su destino, pero era evidente mi respuesta a su ofrecimiento, era una negativa en toda regla, pero con toda la educación posible aun siendo fingida, detestaba a esa clase de personas.
Aun cuando el hombre no aceptaba un no como respuesta, me disculpe y salí de ahí sin oír mas, ahora tenía un mal en el cuerpo que me daban ganas de retorcerle el cuello a algo o alguien, pero me controle y relaje en nada, tenia practica y con los años era más fácil, camine por el lugar contemplando su belleza, viendo algunos cuadros que me dejaron algo alejados de la actualidad mientras caminaba por los pasillos, no pensaba volver a ser guardián, o un guardaespaldas, la verdad es que no me había planteado esa idea pero ni muerto…. Eso es gracioso de mencionar, ya que yo ya carecía de vida, pero aun así debía decirlo, ni muerto me ponía a las órdenes de semejante tipo.
Extrañamente fui llamado a una reunión o cita en el Palacio Royal, algo raro la verdad, aunque con los siglos me había ganado una pequeña fama por ser el guardián de una familia tan importante en su tiempo y con tanta historia, mucha gente creía que “mi familia y sus descendientes” les servíamos por igual como una familia de mayordomos, pero la realidad era que siempre era solo yo, no había nadie más, pero era algo que nadie mas debía de saber, cuando llegue al lugar indicado me encamine hacia la sala que ponía en la nota, el lugar era como siempre muy llamativo, y alguna que otra vez demasiado cargado, pero era lo más común en esta época, me hacía gracia en parte y por otra echaba de menos la simpleza de las épocas antiguas, cuando llegue a esa sala, llame y al oír una voz que me decía que podía pasar, pues lo hice, viendo ahí a un Conde, arquee la ceja al no entender por qué me había hecho llamar pero en nada lo supe…
Quería contratarme para ser su guardián, suyo y de su familia, mi mirada se ensombreció ya que lo conocía, investigaba a muchos nobles para saber a qué atenerme, era casi mi trabajo secundario el informarme de todo lo que ellos hacían y dejaban de hacer, ese Conde en especial no me agradaba, era de esos que se creían superiores, y que veían a todos los demás inferiores a él, pudiendo abusar de su poder con los que trabajaban para él, como maltrato o violación, si por mi fuera hacía tiempo que me lo habría cargado pero en contra de la familia que protegía no hiso nada, así que no estaba en mis manos el acabar con su destino, pero era evidente mi respuesta a su ofrecimiento, era una negativa en toda regla, pero con toda la educación posible aun siendo fingida, detestaba a esa clase de personas.
Aun cuando el hombre no aceptaba un no como respuesta, me disculpe y salí de ahí sin oír mas, ahora tenía un mal en el cuerpo que me daban ganas de retorcerle el cuello a algo o alguien, pero me controle y relaje en nada, tenia practica y con los años era más fácil, camine por el lugar contemplando su belleza, viendo algunos cuadros que me dejaron algo alejados de la actualidad mientras caminaba por los pasillos, no pensaba volver a ser guardián, o un guardaespaldas, la verdad es que no me había planteado esa idea pero ni muerto…. Eso es gracioso de mencionar, ya que yo ya carecía de vida, pero aun así debía decirlo, ni muerto me ponía a las órdenes de semejante tipo.
Última edición por Ramsay Drake el Miér Ene 29, 2014 1:51 pm, editado 1 vez
Ramsay Drake- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 16/09/2013
Localización : entre las sombras
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Re: Cambiando... [Privado: Giovanna]
Había transcurrido cierto tiempo desde mi llegada a Paris y en determinados momentos no parecía haber mucha diferencia entre lo que había sido mi vida en el último año en Italia y lo que era ahora, sobretodo cuando mi doncella se encontraba detrás de mi tirando fuertemente de las cintas de mi corsét y de esa manera robándome la respiración para recordarme que era la norma de una persona de clase social el utilizar vestidos que amenazaban con deteriorar peligrosamente la salud en cuestión de segundos, todo con el afán de lucir de la manera que se consideraba apropiada.
-¿Cuántas cintas hacen falta?- Apreté los dientes y apoyé mis manos en la elegante cómoda de ébano rogando en mi interior que la tortura terminase pronto.
-¿Estás segura de que es de mi talla?- Parecíame que a pesar de su buena disposición Josephine se había equivocado y me había traído un vestido de al menos dos tallas menos pero la joven doncella rió con bastante buen humor y me aseguró que el fino vestido de color turquesa me calzaría perfectamente y que sin dudarlo luciría perfecta esta noche. Sonreí al escuchar sus palabras, para ella yo no era una advenediza.
Después de lo que me pareció una eternidad para lo que la joven había descrito como pronto intenté que el aire volviese a mis pulmones cuando alguien tocó a la puerta. -Adelante.- indiqué y observé como una fila de personajes entraban para darme algunas noticias y hacer un repaso de lo que serían mis compromisos del resto del día. Alcé una mano para detener las palabras que escuchaba y les indiqué que tendrían que posponer todo hasta la mañana siguiente porque me ocupaba un asunto bastante importante e impostergable al cual tenía que prestar atención inmediata. Sin admitir objeciones me dirigí a uno de mis consejeros el cual hizo salir a todos anunciándoles que proseguiríamos después.
-¿Ha averiguado adónde se encuentra?- pregunté en cuanto se cerró la puerta tras sus espaldas encontrándome ahora sola con él y con Josephine a quien le tenía absoluta confianza.
-Así es duquesa, pero me temo que quizás sea muy tarde, me han informado que tendrá una reunión con el conde Armand Brousseau y que éste se encuentra bastante interesado en contratar sus servicios.-
Palidecí un poco al escuchar las noticias, no era posible que después de haberle buscado por todo Paris fuese a perder la posibilidad de contratarle.
-¿Cuándo?-
-Ahora mismo en el Palacio Royal.- respondió él ajustándose las gafas.
-Entonces saldré enseguida.- Me dirigí a la puerta y caminé por el pasillo a toda prisa mientras los guardas que se encontraban adelante de mi puerta me seguían el paso.
-Pero duquesa.- advirtió mi consejero corriendo detrás de mi.- ¿Qué es lo que piensa hacer? Como usted sabe el conde es una persona de gran influencia y seguramente si le ha propuesto contratarle él no se habrá negado.-
-Tal vez, pero eso es algo que pensaré como resolver cuando le vea.- No me extrañó que me subestimara pero mientras subía al carruaje pensé en las palabras de mi consejero. A pesar de mi rango no dejaba de ser una extranjera y para algunos ni tan siquiera una verdadera duquesa, pero sea como fuese y aunque me sintiese algo nerviosa, debía lograr una entrevista. Apoyé mi espalda en la pared del carruaje y cerré los ojos pensando en que tan solo un par de años atrás me hubiera resultado increible el pensar que me encontraría en esta situación, y entonces mi mente viajó aún más atrás y recordé el lugar de donde provenía y por un momento soñé con el y volví a ser aquella Giovanna...
El carruaje se detuvo y el cochero abrió la puerta indicándome que habíamos llegado, tras anunciarme apropiadamente uno de mis lacayos, entré en el Palacio Royal. El joven corrió a hacer algunas averiguaciones y al regresar me indicó que el caballero que buscaba se encontraba en el ala oeste del palacio, al parecer se marchaba. Al escucharlo apresuré mis pasos y luego de no ver a nadie comencé a correr, finalmente vi a un joven hombre que avanzaba enfrente de algunas pinturas que adornaban uno de los suntuosos pasillos. Me detuve algo mareada pues se me había olvidado que el vestido no me permitía respirar apropiadamente, hice una seña con mi mano para que mis escoltas me esperasen en ese lugar y avancé.
-¿Ramsay Drake?- pregunté, observando la espalda de quien, de acuerdo a mis averiguaciones, pertenecía a una fiel estirpe de guardianes que se había encontrado al servicio de mis antepasados durante muchas generaciones.
-Soy Giovanna Di Contarini.- proseguí, intentando dominar el nerviosismo que crecía por momentos y que se veía delatado por mis manos al frotarse estas una con otra por lo que dejé esa mala costumbre dejándolas caer a los lados y adquiriendo una postura más firme. -Recuerda quien eres.- me reproché mentalmente. -Deseo contratar sus servicios.- dije, infundiendo (como me habían enseñado) un tono firme a mi voz y esperé a que se volteara para poder ver su rostro.
-¿Cuántas cintas hacen falta?- Apreté los dientes y apoyé mis manos en la elegante cómoda de ébano rogando en mi interior que la tortura terminase pronto.
-¿Estás segura de que es de mi talla?- Parecíame que a pesar de su buena disposición Josephine se había equivocado y me había traído un vestido de al menos dos tallas menos pero la joven doncella rió con bastante buen humor y me aseguró que el fino vestido de color turquesa me calzaría perfectamente y que sin dudarlo luciría perfecta esta noche. Sonreí al escuchar sus palabras, para ella yo no era una advenediza.
Después de lo que me pareció una eternidad para lo que la joven había descrito como pronto intenté que el aire volviese a mis pulmones cuando alguien tocó a la puerta. -Adelante.- indiqué y observé como una fila de personajes entraban para darme algunas noticias y hacer un repaso de lo que serían mis compromisos del resto del día. Alcé una mano para detener las palabras que escuchaba y les indiqué que tendrían que posponer todo hasta la mañana siguiente porque me ocupaba un asunto bastante importante e impostergable al cual tenía que prestar atención inmediata. Sin admitir objeciones me dirigí a uno de mis consejeros el cual hizo salir a todos anunciándoles que proseguiríamos después.
-¿Ha averiguado adónde se encuentra?- pregunté en cuanto se cerró la puerta tras sus espaldas encontrándome ahora sola con él y con Josephine a quien le tenía absoluta confianza.
-Así es duquesa, pero me temo que quizás sea muy tarde, me han informado que tendrá una reunión con el conde Armand Brousseau y que éste se encuentra bastante interesado en contratar sus servicios.-
Palidecí un poco al escuchar las noticias, no era posible que después de haberle buscado por todo Paris fuese a perder la posibilidad de contratarle.
-¿Cuándo?-
-Ahora mismo en el Palacio Royal.- respondió él ajustándose las gafas.
-Entonces saldré enseguida.- Me dirigí a la puerta y caminé por el pasillo a toda prisa mientras los guardas que se encontraban adelante de mi puerta me seguían el paso.
-Pero duquesa.- advirtió mi consejero corriendo detrás de mi.- ¿Qué es lo que piensa hacer? Como usted sabe el conde es una persona de gran influencia y seguramente si le ha propuesto contratarle él no se habrá negado.-
-Tal vez, pero eso es algo que pensaré como resolver cuando le vea.- No me extrañó que me subestimara pero mientras subía al carruaje pensé en las palabras de mi consejero. A pesar de mi rango no dejaba de ser una extranjera y para algunos ni tan siquiera una verdadera duquesa, pero sea como fuese y aunque me sintiese algo nerviosa, debía lograr una entrevista. Apoyé mi espalda en la pared del carruaje y cerré los ojos pensando en que tan solo un par de años atrás me hubiera resultado increible el pensar que me encontraría en esta situación, y entonces mi mente viajó aún más atrás y recordé el lugar de donde provenía y por un momento soñé con el y volví a ser aquella Giovanna...
El carruaje se detuvo y el cochero abrió la puerta indicándome que habíamos llegado, tras anunciarme apropiadamente uno de mis lacayos, entré en el Palacio Royal. El joven corrió a hacer algunas averiguaciones y al regresar me indicó que el caballero que buscaba se encontraba en el ala oeste del palacio, al parecer se marchaba. Al escucharlo apresuré mis pasos y luego de no ver a nadie comencé a correr, finalmente vi a un joven hombre que avanzaba enfrente de algunas pinturas que adornaban uno de los suntuosos pasillos. Me detuve algo mareada pues se me había olvidado que el vestido no me permitía respirar apropiadamente, hice una seña con mi mano para que mis escoltas me esperasen en ese lugar y avancé.
-¿Ramsay Drake?- pregunté, observando la espalda de quien, de acuerdo a mis averiguaciones, pertenecía a una fiel estirpe de guardianes que se había encontrado al servicio de mis antepasados durante muchas generaciones.
-Soy Giovanna Di Contarini.- proseguí, intentando dominar el nerviosismo que crecía por momentos y que se veía delatado por mis manos al frotarse estas una con otra por lo que dejé esa mala costumbre dejándolas caer a los lados y adquiriendo una postura más firme. -Recuerda quien eres.- me reproché mentalmente. -Deseo contratar sus servicios.- dije, infundiendo (como me habían enseñado) un tono firme a mi voz y esperé a que se volteara para poder ver su rostro.
Manon de Saint-Léger- Realeza Germánica
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Fecha de inscripción : 10/11/2013
Re: Cambiando... [Privado: Giovanna]
Estaba paseando por esos largos pasillos deleitándome con obras del pasado, algunas las había visto crearse y otras las había visto cuando se expusieron por primera vez, reconocí una que antaño había pertenecido a la familia que había protegido, la habían donado al palacio royal en su tiempo, sonreí ladino al ver la inscripción, aparte del nombre de la obra y el autor, ponía que familia lo había donado y en qué fecha, al menos en la historia se había grabado sus actos, yo mismo me había ocupado de tal cosa, mi nombre debía permanecer en las sombras pero el de esa familia no, había hecho tantas cosas que la historia la recordaría eternamente o al menos de eso me ocuparía yo, tenía todo el tiempo del mundo aun cuando mi vida era nocturna, pensé en irme ya que la noche era un joven cuando una voz llamo mi atención, era joven y femenina y al parecer me conocía por lo que me detuve un instante para oír lo que tenía que decir aunque sin girarme ya que su apellido me dejo en el lugar.
Conocía al completo el árbol genealógico de la familia a la que servía y sabia sobre los “Contarini” ellos eran descendientes algo lejanos, no por mescla extrema de sangre, la segunda hija del rey se había casado y había emigrado a Italia, ya que de ahí era el joven noble en ese tiempo, al parecer pasaron de reyes a duques, al menos por lo último que había investigado, ya que aun cuando no le servía a la familia, seguía informándome de ellos y registrando algunos datos ya que era el único que tenía ese derecho y deber, aparte de que no tenía nada mejor que hacer, aunque en parte lo había cogido como costumbre al haberlo hecho tantos siglos… de pronto oí unas palabras que pensé no volver a oír en este día, suspire y me gire con tranquilidad, calma y educación, manteniendo mis manos unidas a la espalda en pose relajada, encontrándome cara a cara con una joven que no llegaba ni a los 20 años de edad humana, su belleza era evidente y de seguro que ella también se la conocía, su cabello oscuro era una marca muy clara de la familia a la que pertenecía y mas por la porte que tenia.
- Buona notte signorina – salude a la joven en italiano, esperaba al menos que entendiese el italiano, me acerque a ella con paso calmado y tome una de sus manos haciendo una reverencia ante su estatus e historia familiar aunque ella seguramente supondría que solo seria por el estatus o por educación pura, y bese el dorso de su mano con suavidad para no picarle con mi barba y volví a la pose normal cortando el contacto, lo había hecho lo justo que pedía el formalismo social, demasiados años tratándolos – es un gusto el conocerla, pero lamento el negarme a su deseo – al ver su expresión, quizás pensaba que trabaja ya para alguien, era evidente que parecía no saber que hacía tiempo que me había retirado de dicha tarea – ya no me dedico a tal labor, por ello discúlpeme el que haya tenido que viajar hasta este lugar – le comente refiriéndome al palacio royal, aunque quizás en parte a su viaje desde Italia a Francia ya que el viaje era bien largo.
Conocía al completo el árbol genealógico de la familia a la que servía y sabia sobre los “Contarini” ellos eran descendientes algo lejanos, no por mescla extrema de sangre, la segunda hija del rey se había casado y había emigrado a Italia, ya que de ahí era el joven noble en ese tiempo, al parecer pasaron de reyes a duques, al menos por lo último que había investigado, ya que aun cuando no le servía a la familia, seguía informándome de ellos y registrando algunos datos ya que era el único que tenía ese derecho y deber, aparte de que no tenía nada mejor que hacer, aunque en parte lo había cogido como costumbre al haberlo hecho tantos siglos… de pronto oí unas palabras que pensé no volver a oír en este día, suspire y me gire con tranquilidad, calma y educación, manteniendo mis manos unidas a la espalda en pose relajada, encontrándome cara a cara con una joven que no llegaba ni a los 20 años de edad humana, su belleza era evidente y de seguro que ella también se la conocía, su cabello oscuro era una marca muy clara de la familia a la que pertenecía y mas por la porte que tenia.
- Buona notte signorina – salude a la joven en italiano, esperaba al menos que entendiese el italiano, me acerque a ella con paso calmado y tome una de sus manos haciendo una reverencia ante su estatus e historia familiar aunque ella seguramente supondría que solo seria por el estatus o por educación pura, y bese el dorso de su mano con suavidad para no picarle con mi barba y volví a la pose normal cortando el contacto, lo había hecho lo justo que pedía el formalismo social, demasiados años tratándolos – es un gusto el conocerla, pero lamento el negarme a su deseo – al ver su expresión, quizás pensaba que trabaja ya para alguien, era evidente que parecía no saber que hacía tiempo que me había retirado de dicha tarea – ya no me dedico a tal labor, por ello discúlpeme el que haya tenido que viajar hasta este lugar – le comente refiriéndome al palacio royal, aunque quizás en parte a su viaje desde Italia a Francia ya que el viaje era bien largo.
Ramsay Drake- Vampiro Clase Media
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Re: Cambiando... [Privado: Giovanna]
Resultaba imperativo que hubiese llegado antes que el conde le hubiese hecho su oferta, pero más aún que fuese Ramsay Drake y no otro el que se encargase de ser mi escolta personal y que a la vez organizase a el resto de la guardia que se encontraba a mi servicio. Sabía que no existiría en toda Francia nadie más que pudiera ocupar el puesto tan eficientemente como lo haría él y basaba esa convicción en mis propias investigaciones. Todas las referencias que había recibido de él apuntaban a lo mismo. El provenía de una estirpe que se encontraba directamente entrelazada con la de mis ancestros, tanto así que el apellido Drake podía rastrearse hasta muchas generaciones anteriores que habían existido no tan solo en este siglo sino mucho más atrás, todos siempre con el mismo propósito, velar por los nuestros y asegurarse de nuestra seguridad, aunque ninguno de ellos hasta ahora se hubiese asentado antes en Paris, sino más bien en Alemania, por eso resultaba increíblemente afortunado que el último de los Drake habitase ahora en el mismo territorio en que lo hacía yo.
Observé como el hombre frente a mi comenzaba a girar sobre sus talones y cuando lo hizo fue inmensamente extraño lo que sentí. Al fijar mi mirada por primera vez en el alto caballero de cabello castaño y ojos azules me embargó la idea de que esto ya había sucedido antes o que de alguna forma yo ya lo conocía, lo cual era imposible pues en toda mi vida jamás había cruzado camino con él. Sin embargo, era como si de alguna forma, trascendiendo las barreras del tiempo esta escena se hubiese repetido en un pasado inmemorial que escapaba del todo a mi consciente y una parte de mi lo sentía así con toda la convicción que podía existir en el tiempo presente. Perdí las palabras que tanto había repasado cuando lo observé acercarse y el rubor acudió a mis mejillas cuando caí en la cuenta de que tras besar mi mano había permanecido observándole unos minutos sin decir nada.
-¿N-no?- pregunté en una especie de tartamudeo que mi lengua repentinamente imponía haciendo que me resultase difícil encontrar palabras ya que todavía me sentía bastante abrumada por lo que acababa de sentir al verlo, pero algo tenía que decir, no podía simplemente quedarme parada viéndole y por otro lado ¿acababa de negarse? -Milord... eh, Monsieur Drake, creo que no entiende.- Recuperé mi aplomo, enderecé los hombros adquiriendo una mejor postura y busqué las palabras correctas para responderle. -Le he buscado si, no solo hoy sino desde hace meses, cuando recientemente me enteré de que estaba usted en Francia. Quizás usted lo ignore o quizás no, mi familia pertenece a la misma a la que usted sirvió en Alemania. Es usted perfecto.- dije todo esto con mucha soltura pero tras decir esas palabras otra vez el rubor volvió a mi rostro.
-O sea, me refiero, perfecto para ser quien lleve a cabo la organización de mi seguridad.- aclaré atropelladamente. -¿Quién mejor que quien porta el apellido Drake para hacerlo? Por otro lado, no acudiría a usted sino me fuese vital el hacerlo. Hay una razón por la que me encuentro en suelo francés en lugar del italiano. He tenido que abandonar momentáneamente mi tierra porque los duques- me resultaba a veces difícil llamarles de otra manera -mis padres fueron asesinados...- Al llegar a este punto mi voz reveló impotencia y si, no temía admitir que el tema me asustaba, era al primero al que se lo admitía. No se lo había confesado ni siquiera a mis consejeros más allegados ni a mis doncellas de confianza. -Me temo que el asunto no para allí. Han fallado al intentar deshacerse de mi pero estoy segura de que seguirán intentándolo...- dicho eso lo miré, esperando comprendiese porque era tan importante que le contratase y añadí lo siguiente con sinceridad. -Necesito de su ayuda señor Drake...-
Observé como el hombre frente a mi comenzaba a girar sobre sus talones y cuando lo hizo fue inmensamente extraño lo que sentí. Al fijar mi mirada por primera vez en el alto caballero de cabello castaño y ojos azules me embargó la idea de que esto ya había sucedido antes o que de alguna forma yo ya lo conocía, lo cual era imposible pues en toda mi vida jamás había cruzado camino con él. Sin embargo, era como si de alguna forma, trascendiendo las barreras del tiempo esta escena se hubiese repetido en un pasado inmemorial que escapaba del todo a mi consciente y una parte de mi lo sentía así con toda la convicción que podía existir en el tiempo presente. Perdí las palabras que tanto había repasado cuando lo observé acercarse y el rubor acudió a mis mejillas cuando caí en la cuenta de que tras besar mi mano había permanecido observándole unos minutos sin decir nada.
-¿N-no?- pregunté en una especie de tartamudeo que mi lengua repentinamente imponía haciendo que me resultase difícil encontrar palabras ya que todavía me sentía bastante abrumada por lo que acababa de sentir al verlo, pero algo tenía que decir, no podía simplemente quedarme parada viéndole y por otro lado ¿acababa de negarse? -Milord... eh, Monsieur Drake, creo que no entiende.- Recuperé mi aplomo, enderecé los hombros adquiriendo una mejor postura y busqué las palabras correctas para responderle. -Le he buscado si, no solo hoy sino desde hace meses, cuando recientemente me enteré de que estaba usted en Francia. Quizás usted lo ignore o quizás no, mi familia pertenece a la misma a la que usted sirvió en Alemania. Es usted perfecto.- dije todo esto con mucha soltura pero tras decir esas palabras otra vez el rubor volvió a mi rostro.
-O sea, me refiero, perfecto para ser quien lleve a cabo la organización de mi seguridad.- aclaré atropelladamente. -¿Quién mejor que quien porta el apellido Drake para hacerlo? Por otro lado, no acudiría a usted sino me fuese vital el hacerlo. Hay una razón por la que me encuentro en suelo francés en lugar del italiano. He tenido que abandonar momentáneamente mi tierra porque los duques- me resultaba a veces difícil llamarles de otra manera -mis padres fueron asesinados...- Al llegar a este punto mi voz reveló impotencia y si, no temía admitir que el tema me asustaba, era al primero al que se lo admitía. No se lo había confesado ni siquiera a mis consejeros más allegados ni a mis doncellas de confianza. -Me temo que el asunto no para allí. Han fallado al intentar deshacerse de mi pero estoy segura de que seguirán intentándolo...- dicho eso lo miré, esperando comprendiese porque era tan importante que le contratase y añadí lo siguiente con sinceridad. -Necesito de su ayuda señor Drake...-
Manon de Saint-Léger- Realeza Germánica
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Re: Cambiando... [Privado: Giovanna]
Al parecer la joven había seguido mi rastro, eso era bastante intrigante ya que a saber que pudo haber averiguado aunque quizás solo se había guiado por palabras ajenas más que el enviar a alguien a seguirme, ya que habría notado a tal persona y la habría despistado sin más, pero no fue así, oyendo a la joven al parecer quería recordarme a que me dedicaba desde hacía siglos, era evidente que desconocía la verdadera historia, algo bueno ya que así podía actuar como un individuo humano de esta época y no un vampiro de siglos pasados… aunque el que me llamara perfecto fue demasiado, eso ni lo era… y mas para organizar un grupo de protección o cualquier cosa, hacía ya tiempo que no me dedicaba a tal labor y de pronto oí su historia, había oído rumores sobre la muerte de su familia pero ella afirmaba sus sospechas sobre su asesinato… ¿sabia acaso quien era el responsable?
Entrecerré mi mirada ante su petición, ella rogaba desesperada, no lo mostraba pero el timbre de su voz la delataba, al parecer temía por su vida, aunque eso era lo más normal en el ser humano, era cierto que había sido el guardián de la familia, pero era solo en Alemania, ahora no tenía ese deber, siquiera obligación, ahora era libre de elegir lo que yo deseaba aunque desde que deje mi labor, la verdad es que la vida inmortal se había hecho algo pesada… no tenia propósito en ella y eso quizás me hacia desorientarme, jamás vi algo bueno en la inmortalidad, quizás un poco de felicidad cuando era guardián pero solo en los tiempos antiguos, ahora la época era diferente y más oscura, engaños y asesinatos por doquier…
- My lady… - murmure bajo, viéndola fijamente – conozco muy bien su linaje familiar al igual que el resto de familias que están unidas a la rama principal que antes se hallaba en Alemania – ya que a la muerte del último descendiente ahora ya ese apellido había desaparecido y prefería no evocarlo en mi memoria… - también conozco muy bien el papel que tenía mi… familia con la suya – no podía decir “el papel que yo tenía en la familia” ya que eso delataría lo que era en realidad, odiaba mentir pero podía hacerlo para protegerme a mí y a otros cercanos, y el secreto familiar era lo principal – pero el apellido Drake solo servía a un apellido, no a otro, y esa familia ya no existe por lo que mis labores al igual que de mis… descendientes – iba a decir “de mis futuras acciones” pero me contuve – no están obligados a servir a nadie más ¿lo entiende? – le pregunte y al ver que ella afirmaba, le sonreí.
- Lamento realmente lo que les paso a sus padres, pero he de negarme a su pedido una segunda vez – comente sin sentimiento alguno en la voz, había visto demasiadas muertes naturales en mi vida al proteger a la familia principal, eso quizás me había destrozado por dentro, me dolía saber que otras ramas sufrían pero era parte de la naturaleza humana y era donde yo no podía inmiscuirme, aunque un asesinato era algo que distorsionaba la historia de la familia y eso no era agradable – quizás tenga suerte contratando a otro guardián, de seguro que habrán muchos gustosos de trabajar para usted, si me perdona he de irme – tras eso me aleje dejando a la joven atrás, quizás investigaría eso un poco para ver quién era el responsable y seguramente si lo encontrase, lo eliminaría para que el problema se solucionase, pero no quería volver a verme involucrado con otra familia…
[Se me ocurrió que ella podría seguirlo para intentar convencerlo, por pura cabezonería, y al salir, alguien intentase atentar contra su vida, ahí Ramsay podría atraparla y protegerla con su cuerpo –eso sí es un disparo- si es con un cuchillo, Ramsay aparecería de pronto entre ambos y retorcería la mano al tipo –que sería en realidad un lacayo del real asesino- así el se vería obligado a protegerla ¿Qué te parece? Si tienes alguna idea más avísame]
Entrecerré mi mirada ante su petición, ella rogaba desesperada, no lo mostraba pero el timbre de su voz la delataba, al parecer temía por su vida, aunque eso era lo más normal en el ser humano, era cierto que había sido el guardián de la familia, pero era solo en Alemania, ahora no tenía ese deber, siquiera obligación, ahora era libre de elegir lo que yo deseaba aunque desde que deje mi labor, la verdad es que la vida inmortal se había hecho algo pesada… no tenia propósito en ella y eso quizás me hacia desorientarme, jamás vi algo bueno en la inmortalidad, quizás un poco de felicidad cuando era guardián pero solo en los tiempos antiguos, ahora la época era diferente y más oscura, engaños y asesinatos por doquier…
- My lady… - murmure bajo, viéndola fijamente – conozco muy bien su linaje familiar al igual que el resto de familias que están unidas a la rama principal que antes se hallaba en Alemania – ya que a la muerte del último descendiente ahora ya ese apellido había desaparecido y prefería no evocarlo en mi memoria… - también conozco muy bien el papel que tenía mi… familia con la suya – no podía decir “el papel que yo tenía en la familia” ya que eso delataría lo que era en realidad, odiaba mentir pero podía hacerlo para protegerme a mí y a otros cercanos, y el secreto familiar era lo principal – pero el apellido Drake solo servía a un apellido, no a otro, y esa familia ya no existe por lo que mis labores al igual que de mis… descendientes – iba a decir “de mis futuras acciones” pero me contuve – no están obligados a servir a nadie más ¿lo entiende? – le pregunte y al ver que ella afirmaba, le sonreí.
- Lamento realmente lo que les paso a sus padres, pero he de negarme a su pedido una segunda vez – comente sin sentimiento alguno en la voz, había visto demasiadas muertes naturales en mi vida al proteger a la familia principal, eso quizás me había destrozado por dentro, me dolía saber que otras ramas sufrían pero era parte de la naturaleza humana y era donde yo no podía inmiscuirme, aunque un asesinato era algo que distorsionaba la historia de la familia y eso no era agradable – quizás tenga suerte contratando a otro guardián, de seguro que habrán muchos gustosos de trabajar para usted, si me perdona he de irme – tras eso me aleje dejando a la joven atrás, quizás investigaría eso un poco para ver quién era el responsable y seguramente si lo encontrase, lo eliminaría para que el problema se solucionase, pero no quería volver a verme involucrado con otra familia…
[Se me ocurrió que ella podría seguirlo para intentar convencerlo, por pura cabezonería, y al salir, alguien intentase atentar contra su vida, ahí Ramsay podría atraparla y protegerla con su cuerpo –eso sí es un disparo- si es con un cuchillo, Ramsay aparecería de pronto entre ambos y retorcería la mano al tipo –que sería en realidad un lacayo del real asesino- así el se vería obligado a protegerla ¿Qué te parece? Si tienes alguna idea más avísame]
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Re: Cambiando... [Privado: Giovanna]
Me mantuve en silencio observando al caballero, esperando que tras mi leve alegato el reconsiderara al darse cuenta de lo extremadamente imperativo que resultaba que él aceptase el cargo. Seguramente mis palabras debían surtir algún efecto y hacerle reconsiderar. Especialmente tras haberle revelado quien era yo y con toda seguridad porque mi apellido era bastante reconocido aún fuera de Italia, pero ante todo porque me había abierto con él siendo sincera con la razón de mi solicitud.
Me costó creer que se negara y al escuchar sus palabras mi rostro fue perdiendo su natural color. Forcé una sonrisa más por cortesía que porque realmente estuviera de acuerdo con nada de lo que había dicho. De hecho su actitud me había ofendido bastante y me pareció de lo más petulante por más amable que se hubiera querido mostrar. Se había referido a los Di Contarini como si fuéramos una rama de la familia de Alemania a la que había servido que carecía de la menor relevancia. Y si, yo no era una duquesa en todas las de la ley pero aún así podía comprender el valor de mi apellido familiar y no me agradaba que alguien insinuase aunque fuera de la manera más ligera que no era así.
Después de verle dar la media vuelta y marcharse permanecí inmóvil sin poder dar crédito a que se hubiera negado tan pimpante y a medida que el color volvía a mis mejillas mis manos se cerraron en un par de puños a mis costados hasta tornarse blancos mis nudillos. Giré sobre mi misma y con un movimiento de mis dedos le indiqué a la escolta que había dejado a unos metros de mi que me siguiese. Sin embargo no esperé a que me dieran alcance, Drake o no Drake ese hombre me escucharía y no me importaba si me miraba fijamente con sus oscuros ojos y me sonreía de una manera que me paralizaba por momentos. Y de nuevo esos tontos pensamientos que no tenían por qué cruzarse por mi mente acudían a la misma.
Salí del Palacio Royal aún atisbándolo antes de que él desapareciera por la puerta y acelerando mis pasos me dirigí a ese costado del edificio adonde por alguna razón los acostumbrados guardias no se encontraban, aunque por mi prisa no reparé en el hecho ya que estaba más interesada en encontrarle a él. Caminé por un pequeño sendero de piedras blancas entre varios arbustos y setos en forma de animales de todo tipo que varios jardineros se habían esmerado en mantener apropiadamente y que de tan altos por momentos parecían inclinarse sobre mi y volverse un pequeño laberinto.
Hubiera jurado que le daría alcance con rapidez pero para mi extrañeza mi mirada no le alcanzó a distinguir en ningún lugar cercano. Me detuve sobre mis pasos recuperando otra vez el aliento que parecía perder cada vez que le seguía y fue entonces cuando escuché una especie de explosión pero no atiné a deducir que era, habiendo surgido de la nada y habiéndose presentado tan sorpresivamente. Entonces solo sentí como si estuviera a punto de perder el conocimiento...
Me costó creer que se negara y al escuchar sus palabras mi rostro fue perdiendo su natural color. Forcé una sonrisa más por cortesía que porque realmente estuviera de acuerdo con nada de lo que había dicho. De hecho su actitud me había ofendido bastante y me pareció de lo más petulante por más amable que se hubiera querido mostrar. Se había referido a los Di Contarini como si fuéramos una rama de la familia de Alemania a la que había servido que carecía de la menor relevancia. Y si, yo no era una duquesa en todas las de la ley pero aún así podía comprender el valor de mi apellido familiar y no me agradaba que alguien insinuase aunque fuera de la manera más ligera que no era así.
Después de verle dar la media vuelta y marcharse permanecí inmóvil sin poder dar crédito a que se hubiera negado tan pimpante y a medida que el color volvía a mis mejillas mis manos se cerraron en un par de puños a mis costados hasta tornarse blancos mis nudillos. Giré sobre mi misma y con un movimiento de mis dedos le indiqué a la escolta que había dejado a unos metros de mi que me siguiese. Sin embargo no esperé a que me dieran alcance, Drake o no Drake ese hombre me escucharía y no me importaba si me miraba fijamente con sus oscuros ojos y me sonreía de una manera que me paralizaba por momentos. Y de nuevo esos tontos pensamientos que no tenían por qué cruzarse por mi mente acudían a la misma.
Salí del Palacio Royal aún atisbándolo antes de que él desapareciera por la puerta y acelerando mis pasos me dirigí a ese costado del edificio adonde por alguna razón los acostumbrados guardias no se encontraban, aunque por mi prisa no reparé en el hecho ya que estaba más interesada en encontrarle a él. Caminé por un pequeño sendero de piedras blancas entre varios arbustos y setos en forma de animales de todo tipo que varios jardineros se habían esmerado en mantener apropiadamente y que de tan altos por momentos parecían inclinarse sobre mi y volverse un pequeño laberinto.
Hubiera jurado que le daría alcance con rapidez pero para mi extrañeza mi mirada no le alcanzó a distinguir en ningún lugar cercano. Me detuve sobre mis pasos recuperando otra vez el aliento que parecía perder cada vez que le seguía y fue entonces cuando escuché una especie de explosión pero no atiné a deducir que era, habiendo surgido de la nada y habiéndose presentado tan sorpresivamente. Entonces solo sentí como si estuviera a punto de perder el conocimiento...
Manon de Saint-Léger- Realeza Germánica
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Re: Cambiando... [Privado: Giovanna]
Había notado claramente la indignación de la joven, solo con ver sus ojos lo podía ver, pero no podía hacer nada para ayudarla, al menos no estando a su lado, debía pasar inadvertido y no podía hacerlo estando al lado de otro mortal, mi trabajo había terminado, por lo que abandone el palacio de forma tranquila, aunque algo en el ambiente me ponía inquieto, seguí caminando, era ya muy tarde por lo que podía ver, casi ni un alma se veía por esas calles, pero eso era lo más normal, yo vivía en esas horas donde ningún mortal podía acompañarme, a veces me preguntaba como habría sido mi vida si siguiese siendo mortal, quizás menos sufrimiento y con un final tranquilo… o quizás rápido si hubiese muerto en aquel momento… aun me preguntaba la razón de esta vida, él porque me había elegido a mi… era un cruel destino, como si fuese un castigo…
Me adentre en los jardines para atajar, no quería ir por la calle principal, sabía que por aquellas horas uno se podía encontrar o con borrachos o ladrones, nunca salía nada bueno de un callejón nocturno, por lo que prefería dar un paseo por los espaciosos jardines del palacio hasta la salida trasera, era… un camino más seguro a esta hora y sin alma alguna de ningún tipo, como mucho se podía oír a dos amantes entre algunos matorrales dando rienda suelta a su pasión, pero algo aun me inquietaba, algo parecía diferente de lo normal, como si la noche atrajese un mal presagio, no era la primera vez que lo sentía, pero era extraño… solo me pasaba cuando estaba con alguien de la familia Alemana…. Entonces… ¿Por qué ahora? Me detuve para prestar atención a mi alrededor, dejando que todos mis sentidos se agudizaran más de lo normal, ya que tantos años intentando parecer como humano me habían ayudado a controlar mis habilidades vampíricas.
Oía como el viento movía las hojas, como los pájaros agitaban sus alas para volar, unas pequeñas y suaves risas a lo lejos, varios pasos de diferentes personas en diferentes lugares, notaba el olor de la fresca noche, una fragancia femenina vino a mí, no era un perfume, ya había olido esa fragancia antes, hacia apenas unos minutos adentro del palacio, era de la señorita Di Contarini ¿me seguía? Parecía lógico, pero en su dirección había otra fragancia… una fuerte y pestilente, era de un hombre y notaba sus intenciones… olía a peligro, rápido me moví, debía alcanzar a la joven, si hubiese tenido mi corazón vivo, habría estado latiendo tan rápido que juraría que se acabaría deteniendo por el esfuerzo, era como si mi cuerpo estuviese nervioso, extraño sentimiento en mí, me detuve al ver a la joven de espaldas, un tanto apartada de mi, parecía estar buscándome, pero de pronto un olor me distrajo, lo conocía demasiado bien, era pólvora…
Justo cuando el sonido apareció, yo ya me hallaba cubriendo a la joven con mi cuerpo, atrapando el suyo para ser su escudo, recibiendo la herida en mi hombro, ya antes me habían disparado, pero había pasado bastante tiempo desde que aquella vez por lo que gruñí molesto por el quemazón de la herida infringida, ahí estaba… protegiendo de nuevo a alguien… pero fue extraño, mi cuerpo se había movido solo, como si fuese lo más natural del mundo, teniéndola estrechada entre mis brazos como si fuese algo delicado, cubriéndola con todo mi cuerpo para que nada la hiriese, oí como aquel tipo huía en la dirección contraria, me había quedado con su olor, por lo que más tarde iría a por él… ese hombre debía saber algo sino, no habría atentado contra la vida de la joven… sabia que la bala no le había dado a la joven aun cuando podía notar sus aceleradas pulsaciones, pero más que nada porque la bala aun la sentía adentro mía.
Me adentre en los jardines para atajar, no quería ir por la calle principal, sabía que por aquellas horas uno se podía encontrar o con borrachos o ladrones, nunca salía nada bueno de un callejón nocturno, por lo que prefería dar un paseo por los espaciosos jardines del palacio hasta la salida trasera, era… un camino más seguro a esta hora y sin alma alguna de ningún tipo, como mucho se podía oír a dos amantes entre algunos matorrales dando rienda suelta a su pasión, pero algo aun me inquietaba, algo parecía diferente de lo normal, como si la noche atrajese un mal presagio, no era la primera vez que lo sentía, pero era extraño… solo me pasaba cuando estaba con alguien de la familia Alemana…. Entonces… ¿Por qué ahora? Me detuve para prestar atención a mi alrededor, dejando que todos mis sentidos se agudizaran más de lo normal, ya que tantos años intentando parecer como humano me habían ayudado a controlar mis habilidades vampíricas.
Oía como el viento movía las hojas, como los pájaros agitaban sus alas para volar, unas pequeñas y suaves risas a lo lejos, varios pasos de diferentes personas en diferentes lugares, notaba el olor de la fresca noche, una fragancia femenina vino a mí, no era un perfume, ya había olido esa fragancia antes, hacia apenas unos minutos adentro del palacio, era de la señorita Di Contarini ¿me seguía? Parecía lógico, pero en su dirección había otra fragancia… una fuerte y pestilente, era de un hombre y notaba sus intenciones… olía a peligro, rápido me moví, debía alcanzar a la joven, si hubiese tenido mi corazón vivo, habría estado latiendo tan rápido que juraría que se acabaría deteniendo por el esfuerzo, era como si mi cuerpo estuviese nervioso, extraño sentimiento en mí, me detuve al ver a la joven de espaldas, un tanto apartada de mi, parecía estar buscándome, pero de pronto un olor me distrajo, lo conocía demasiado bien, era pólvora…
Justo cuando el sonido apareció, yo ya me hallaba cubriendo a la joven con mi cuerpo, atrapando el suyo para ser su escudo, recibiendo la herida en mi hombro, ya antes me habían disparado, pero había pasado bastante tiempo desde que aquella vez por lo que gruñí molesto por el quemazón de la herida infringida, ahí estaba… protegiendo de nuevo a alguien… pero fue extraño, mi cuerpo se había movido solo, como si fuese lo más natural del mundo, teniéndola estrechada entre mis brazos como si fuese algo delicado, cubriéndola con todo mi cuerpo para que nada la hiriese, oí como aquel tipo huía en la dirección contraria, me había quedado con su olor, por lo que más tarde iría a por él… ese hombre debía saber algo sino, no habría atentado contra la vida de la joven… sabia que la bala no le había dado a la joven aun cuando podía notar sus aceleradas pulsaciones, pero más que nada porque la bala aun la sentía adentro mía.
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Re: Cambiando... [Privado: Giovanna]
Es interesante como todo puede cambiar en cuestión de segundos. Cuando crees que te encuentras segura y que tienes control de ti misma lo que menos esperas es que suceda algo que pueda sacudirte y al mismo tiempo alterarte de manera inesperada. En ese momento tambaleándome sobre mis pies sentí una pesada opresión en mi pecho y tuve la seguridad de que algo terrible acababa de suceder.
Antes de que pudiese perderme en la inconsciencia o reaccionar de alguna manera un par de fuertes brazos me rodearon evitando que se doblasen mis rodillas y brindándome el apoyo que necesitaba para mantenerme en pie. Mi respiración se había disparado y mis latidos amenazaban con hacer saltar el corazón de mi pecho pero ese abrazo me hizo sentir segura extraña y completamente. Instintivamente alcé mis brazos aferrándome a mi protector y de alguna manera comprendí que me estaba resguardando de un terrible peligro.
Mi cuerpo previamente tenso se relajó y mi cabeza simplemente se reclinó en su pecho. Podía apreciar el aroma de su loción y la fuerza latente en sus brazos pero el escuchar unos pasos corriendo al alejarse de nosotros hizo que me percatase de que no habíamos estado solos. Levanté mi rostro y reconocí el de Ramsay Drake, lo observé algo confundida y me separé de él más que todo por costumbre y compostura y no tanto porque me desagradase su cercanía aunque mi mente comenzó a reaccionar con rapidez percatándose de que la explosión que había escuchado había sido la de un arma de fuego.
Mis pensamientos se atropellaron unos con otros intentando analizarlo todo a la vez. ¿Quién acababa de disparar? Mi vista se separó de la de mi acompañante momentáneamente para observar todo a mi alrededor con rapidez. No había nadie a la vista. Ni siquiera mi guardia personal, la cual se suponía debía estar pendiente de mi en todo momento a diestra y siniestra y haber evitado cualquier acercamiento de este tipo, o atentado más bien. ¿Dónde estaban todos?
-¡Monsieur Drake!- Mis confundidos pensamientos volvieron a enfocarse en él. -¿Está usted herido?- Mi mirada buscó rápidamente cualquier indicio de una posible herida. -¡El disparo!- Indudablemente estaba dirigido hacia mi y él se había interpuesto para salvarme la vida por lo que la bala tenía que haberle alcanzado.
Escuché el sonido de numerosos pasos que se acercaban y observé que finalmente mi guardia personal se acercaba adelantándose a la propia del palacio ya que era la que se encontraba más cerca. Increpé al capitán por presentarse hasta ese momento y le ordené que enviará a sus hombres detrás del atacante y que otro par auxiliase a monsieur Drake. Mi rostro se encontraba lívido y mi cuerpo aún temblaba pero mi voz sonó autoritaria. -¿Qué esperan?-
La mayoría de los hombres salió disparada acatando las órdenes y unos cuantos permanecieron apostados cerca de mi. Antes de que el jefe de la guardia pudiese sugerir que me pusiese en resguardo me acerqué a Drake quien aún no pronunciaba palabra. Al observarle firmemente erguido creí que se encontraba bien de alguna milagrosa manera. -Gracias.- Repentinamente comprendí toda la magnitud de lo que acababa de suceder y de que ahora me encontraba en deuda con él.
Antes de que pudiese perderme en la inconsciencia o reaccionar de alguna manera un par de fuertes brazos me rodearon evitando que se doblasen mis rodillas y brindándome el apoyo que necesitaba para mantenerme en pie. Mi respiración se había disparado y mis latidos amenazaban con hacer saltar el corazón de mi pecho pero ese abrazo me hizo sentir segura extraña y completamente. Instintivamente alcé mis brazos aferrándome a mi protector y de alguna manera comprendí que me estaba resguardando de un terrible peligro.
Mi cuerpo previamente tenso se relajó y mi cabeza simplemente se reclinó en su pecho. Podía apreciar el aroma de su loción y la fuerza latente en sus brazos pero el escuchar unos pasos corriendo al alejarse de nosotros hizo que me percatase de que no habíamos estado solos. Levanté mi rostro y reconocí el de Ramsay Drake, lo observé algo confundida y me separé de él más que todo por costumbre y compostura y no tanto porque me desagradase su cercanía aunque mi mente comenzó a reaccionar con rapidez percatándose de que la explosión que había escuchado había sido la de un arma de fuego.
Mis pensamientos se atropellaron unos con otros intentando analizarlo todo a la vez. ¿Quién acababa de disparar? Mi vista se separó de la de mi acompañante momentáneamente para observar todo a mi alrededor con rapidez. No había nadie a la vista. Ni siquiera mi guardia personal, la cual se suponía debía estar pendiente de mi en todo momento a diestra y siniestra y haber evitado cualquier acercamiento de este tipo, o atentado más bien. ¿Dónde estaban todos?
-¡Monsieur Drake!- Mis confundidos pensamientos volvieron a enfocarse en él. -¿Está usted herido?- Mi mirada buscó rápidamente cualquier indicio de una posible herida. -¡El disparo!- Indudablemente estaba dirigido hacia mi y él se había interpuesto para salvarme la vida por lo que la bala tenía que haberle alcanzado.
Escuché el sonido de numerosos pasos que se acercaban y observé que finalmente mi guardia personal se acercaba adelantándose a la propia del palacio ya que era la que se encontraba más cerca. Increpé al capitán por presentarse hasta ese momento y le ordené que enviará a sus hombres detrás del atacante y que otro par auxiliase a monsieur Drake. Mi rostro se encontraba lívido y mi cuerpo aún temblaba pero mi voz sonó autoritaria. -¿Qué esperan?-
La mayoría de los hombres salió disparada acatando las órdenes y unos cuantos permanecieron apostados cerca de mi. Antes de que el jefe de la guardia pudiese sugerir que me pusiese en resguardo me acerqué a Drake quien aún no pronunciaba palabra. Al observarle firmemente erguido creí que se encontraba bien de alguna milagrosa manera. -Gracias.- Repentinamente comprendí toda la magnitud de lo que acababa de suceder y de que ahora me encontraba en deuda con él.
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