AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
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Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Recuerdo del primer mensaje :
Hoy era un día nublado, oscuro y algo deprimente. Al Sol le quedaban pocas horas para desaparecer por el horizonte, pero tampoco había mucha diferencia, las enormes nubes grises y el frío daban la impresión de que fuera de noche, además estar en un bosque no ayudaba mucho para menguar esa sensación de nocturnidad.
Normalmente no solía introducirme en la arboleda yo sola, era un lugar difícil de cubrir por los muchos lugares donde cualquier criatura podía esconderse, o simplemente era un lugar perfecto para emboscadas. Llevaba allí todo el día y la verdad es que a primera hora de la mañana me pareció una buena idea venir a este lugar a cazar, pero conforme avanzaba el día y el cielo se cubría esa sensación había desaparecido, además de no haber cazado nada todavía. Era lo que se conocía como un día desperdiciado.
Caminaba entre los árboles, con una daga en la mano, y la cara cubierta con una tela de color verde oscuro. Hoy llevaba puesto el traje de cazadora, era más cómodo andar entre bosques con pantalones y ropa fuerte que no con los típicos vestidos que me ponía cuando salí a cazar por la ciudad, para no levantar sospechas. Pero allí no debía guardar las apariencias.
Notaba las manos frías, al igual que la punta de mi nariz, hacía un rato que se había levantado algo de aire y eso bajaba la sensación térmica. Decidí que si en una hora no encontraba nada interesante volvería a casa y me daría un buen baño caliente, además de prepararme una copiosa cena, hoy no había comido nada y de vez en cuando mi estómago hacía ruido para recordármelo.
Pasé junto a una casa de madera muy derruida. Antes había gente que solía vivir en los bosques, leñadores, cazadores de animales normales... pero después de que algunos vampiros, licántropos y cambiaformas decidieran refugiarse en estos lugares muchas de esas personas habían perdido la vida, o simplemente habían huido asustadas. Por eso de vez en cuando te encontrabas con restos de aquellas familias.
Escuché unos pequeños ruidos y mi cuerpo se puso en tensión, por fin ocurría algo interesante. Caminé en silencio hacia el lugar de donde provenían, intentando no pisar ramas que pudieran crujir y delatarme. Había alguien, lo notaba y lo oía. Ahora la pregunta era si aquella persona, o cosa, era amistoso o peligroso.
Con algo de esfuerzo me subí a un árbol, quedando agazapada en una de sus grandes ramas, no a mucha altura, a la espera de ver cualquier cosa.
Distinguí la forma de un chico, aunque desde aquella altura y con la cara medio tapada no lo veía muy bien. Agarré la daga que llevaba en mi mano derecha con fuerza y salté, cayendo detrás del chico, haciéndome un poco de daño en las rodillas, pero nada preocupante, y coloqué mi daga en su garganta, sin ejercer mucha presión, no sabía todavía lo peligrosa que era aquella persona.
Pegué mi boca a su oído. - ¿Nunca te han dicho que no debes andar solo por el bosque? - pregunté con tranquilidad. Mi voz sonó algo más grave, amortiguada por la tela que me cubría - Imagínate que te haces daño, no habría nadie cerca para escucharte gritar - agarré con más fuerza el mango de mi daga, esperando cualquier reacción.
Hoy era un día nublado, oscuro y algo deprimente. Al Sol le quedaban pocas horas para desaparecer por el horizonte, pero tampoco había mucha diferencia, las enormes nubes grises y el frío daban la impresión de que fuera de noche, además estar en un bosque no ayudaba mucho para menguar esa sensación de nocturnidad.
Normalmente no solía introducirme en la arboleda yo sola, era un lugar difícil de cubrir por los muchos lugares donde cualquier criatura podía esconderse, o simplemente era un lugar perfecto para emboscadas. Llevaba allí todo el día y la verdad es que a primera hora de la mañana me pareció una buena idea venir a este lugar a cazar, pero conforme avanzaba el día y el cielo se cubría esa sensación había desaparecido, además de no haber cazado nada todavía. Era lo que se conocía como un día desperdiciado.
Caminaba entre los árboles, con una daga en la mano, y la cara cubierta con una tela de color verde oscuro. Hoy llevaba puesto el traje de cazadora, era más cómodo andar entre bosques con pantalones y ropa fuerte que no con los típicos vestidos que me ponía cuando salí a cazar por la ciudad, para no levantar sospechas. Pero allí no debía guardar las apariencias.
Notaba las manos frías, al igual que la punta de mi nariz, hacía un rato que se había levantado algo de aire y eso bajaba la sensación térmica. Decidí que si en una hora no encontraba nada interesante volvería a casa y me daría un buen baño caliente, además de prepararme una copiosa cena, hoy no había comido nada y de vez en cuando mi estómago hacía ruido para recordármelo.
Pasé junto a una casa de madera muy derruida. Antes había gente que solía vivir en los bosques, leñadores, cazadores de animales normales... pero después de que algunos vampiros, licántropos y cambiaformas decidieran refugiarse en estos lugares muchas de esas personas habían perdido la vida, o simplemente habían huido asustadas. Por eso de vez en cuando te encontrabas con restos de aquellas familias.
Escuché unos pequeños ruidos y mi cuerpo se puso en tensión, por fin ocurría algo interesante. Caminé en silencio hacia el lugar de donde provenían, intentando no pisar ramas que pudieran crujir y delatarme. Había alguien, lo notaba y lo oía. Ahora la pregunta era si aquella persona, o cosa, era amistoso o peligroso.
Con algo de esfuerzo me subí a un árbol, quedando agazapada en una de sus grandes ramas, no a mucha altura, a la espera de ver cualquier cosa.
Distinguí la forma de un chico, aunque desde aquella altura y con la cara medio tapada no lo veía muy bien. Agarré la daga que llevaba en mi mano derecha con fuerza y salté, cayendo detrás del chico, haciéndome un poco de daño en las rodillas, pero nada preocupante, y coloqué mi daga en su garganta, sin ejercer mucha presión, no sabía todavía lo peligrosa que era aquella persona.
Pegué mi boca a su oído. - ¿Nunca te han dicho que no debes andar solo por el bosque? - pregunté con tranquilidad. Mi voz sonó algo más grave, amortiguada por la tela que me cubría - Imagínate que te haces daño, no habría nadie cerca para escucharte gritar - agarré con más fuerza el mango de mi daga, esperando cualquier reacción.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
En mi interior me alegré cuando aceptó contarme su historia, no me gustaban los silencios incómodos, me ponían nerviosa, eran momentos en los que me veía obligada a hablar y siempre acababa diciendo cualquier estupidez. Asentí con una débil sonrisa cuando preguntó si tenía curiosidad.
- Oh, bueno, créeme que no seguirías de una pieza si te hubieras encontrado con otro cazador - contesté a su afirmación sobre la suerte que había tenido dando con él - seguramente habrías acabado siendo forro para un abrigo... así que estamos empatados - dije encogiéndome de hombros y mirándole con una pícara sonrisa. La verdad es que tenía razón, normalmente los cazadores éramos más rápidos, primero matas y luego preguntas, pero últimamente yo estaba olvidando mucho esa regla, ¿estaba perdiendo facultades?... decidí dejar mis dudas sobre mi calidad como cazadora para otro momento.
Escuché con atención su historia sobre su origen mientras sujetaba entre mis manos la taza humeante de té, calentándolas, dando pequeños sorbos y cogiendo de vez en cuando algún trozo de fruta que mordía y masticaba con lentitud, disfrutando de su sabor mezclado con el gusto del té en mi boca.
Fruncí levemente el ceño, metida totalmente en la historia de cómo el no había nacido siendo un cambia formas. Aquello me sorprendió, creo que era la primera vez que me encontraba con alguien que no era un cambia formas de nacimiento.
- Sé que existen los brujos - contesté a su pregunta, antes de dar un último sorbo a mi té, terminándolo - Los cazadores no los consideramos peligrosos por lo que no nos enfrentamos a ellos, no creemos que suponen una amenaza para las personas - expliqué - Aunque sí he escuchado historias sobre brujos a los que se le fue la cabeza y fueron sacrificados antes de que pudieran herir a alguien. - dejé la taza en el suelo y me envolví más en la manta, dejando solo al descubierto mi cabeza - Y las ninfas no existen. Mi padre me contaba cuentos sobre ellas, son criaturas que viven en los bosques, los ríos y las montañas ¿no? se encargan de proteger la naturaleza y ahuyentan a todo aquel que pretende destruirla - la verdad es que hacía muchísimo tiempo que no escuchaba cuentos, y los que me sabía había acabado olvidándolos con el tiempo.
Miré a Kyo arqueando una ceja y frunciendo el labio - ¿Una ninfa te convirtió en un cambia formas? - pregunté con un tono de incredulidad en la voz, aunque en seguida sonreí, divertida - A ver si adivino, intentaste cortejarla de un modo estrepitoso y ella ofendida te maldijo... ¿he acertado? - pregunté levantando las cejas, mordiendo levemente mi labio.
- Oh, bueno, créeme que no seguirías de una pieza si te hubieras encontrado con otro cazador - contesté a su afirmación sobre la suerte que había tenido dando con él - seguramente habrías acabado siendo forro para un abrigo... así que estamos empatados - dije encogiéndome de hombros y mirándole con una pícara sonrisa. La verdad es que tenía razón, normalmente los cazadores éramos más rápidos, primero matas y luego preguntas, pero últimamente yo estaba olvidando mucho esa regla, ¿estaba perdiendo facultades?... decidí dejar mis dudas sobre mi calidad como cazadora para otro momento.
Escuché con atención su historia sobre su origen mientras sujetaba entre mis manos la taza humeante de té, calentándolas, dando pequeños sorbos y cogiendo de vez en cuando algún trozo de fruta que mordía y masticaba con lentitud, disfrutando de su sabor mezclado con el gusto del té en mi boca.
Fruncí levemente el ceño, metida totalmente en la historia de cómo el no había nacido siendo un cambia formas. Aquello me sorprendió, creo que era la primera vez que me encontraba con alguien que no era un cambia formas de nacimiento.
- Sé que existen los brujos - contesté a su pregunta, antes de dar un último sorbo a mi té, terminándolo - Los cazadores no los consideramos peligrosos por lo que no nos enfrentamos a ellos, no creemos que suponen una amenaza para las personas - expliqué - Aunque sí he escuchado historias sobre brujos a los que se le fue la cabeza y fueron sacrificados antes de que pudieran herir a alguien. - dejé la taza en el suelo y me envolví más en la manta, dejando solo al descubierto mi cabeza - Y las ninfas no existen. Mi padre me contaba cuentos sobre ellas, son criaturas que viven en los bosques, los ríos y las montañas ¿no? se encargan de proteger la naturaleza y ahuyentan a todo aquel que pretende destruirla - la verdad es que hacía muchísimo tiempo que no escuchaba cuentos, y los que me sabía había acabado olvidándolos con el tiempo.
Miré a Kyo arqueando una ceja y frunciendo el labio - ¿Una ninfa te convirtió en un cambia formas? - pregunté con un tono de incredulidad en la voz, aunque en seguida sonreí, divertida - A ver si adivino, intentaste cortejarla de un modo estrepitoso y ella ofendida te maldijo... ¿he acertado? - pregunté levantando las cejas, mordiendo levemente mi labio.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Me metí el resto del bollo entero en la boca, notando como mis carrillos se inflaban y lentamente iba suavizándose hasta casi deshacerse y así, tragármelo ayudándome de otro sorbo de té. Cogí la tetera con toda la calma del mundo para servir más a ambos, por si acaso ella también quería.
Asentí ante su afirmación. Era verdad que también había tenido suerte en que ella fuera quien me había encontrado. Seguramente si hubiera sido otro cazador más serio o quizá con más sangre fría ni me habría dado la oportunidad de escapar de aquella situación. Igualmente yo mismo me lo había buscado, pues tras haber notado la presencia de Vianna en el bosque, aun así me adentré para dar con ella sin saber su naturaleza. ¿Me estaba volviendo yo también un poco blando, ingénuo, descuidado?... Me imaginé entonces con mi forma zorruna siendo cazado, disecado o usando mi bello pelaje para esos abrigos extravagantes. ¡Arg! Sentí un escalofrío.
Suspiré, escuchando a Vianna atentamente mientras narraba lo que sabía o había escuchado sobre los hechiceros y brujos.
-Las ninfas no existen… Bueno, y… ¿por qué no? –me encogí de hombros, llevándome la taza con el líquido humeante a los labios- quiero decir, si existimos los cambiaformas, vampiros, brujos, licántropos y a saber qué mas criaturas sobrenaturales… No descartaría nada –di un largo sorbo, notando como mi cuerpo ya estaba templado. Sentía los músculos relajados, sintiendo el calor de la chimenea.
-Yo creo que su historia aparte de surrealista es bella, protectoras de los bosques… -callé y devolví la mirada a Vianna, imitándola en el gesto tras notar el tono de incredulidad en sus palabras y puse los ojos en blanco, rememorando aquellos tiempos para seguir el relato de mi historia.
-Cuando era pequeño, me llevaron de caza al bosque y me perdí. Recuerdo poco de aquel día porque acabé desmayado tras ver una figura de tamaño considerable acercarse a mí mientras se transfiguraba en lo que parecía un ser humano –expliqué- solo sé que me recogieron y llevaron a casa, sintiéndome extraño después de aquel día, comencé a experimentar lo que mi ser había adquirido… –tragué saliva antes de continuar- fue como un castigo de la naturaleza por entrar a cazar a los bosques, o eso pienso yo… -susurré lo último, cambiando la mirada al fuego. En verdad no me quejaba de mi condición. Era algo bueno pero también le había traido problemas en el pasado, sobre todo con la relación con mi familia. Aunque también lo que había ganado, los sentidos agudizados, regeneración, algo de longevidad, y el sigilo era algo que había adquirido y afinado con el tiempo sobre todo cuando me alisté en los flancos Franceses, como espía para las guerras Napoleónicas.
Rememoré todo eso, en silencio. Me llevé de nuevo la taza a los labios y di un pequeño sorbo en silencio, volviendo la vista de reojo hacia Vianna.
-Y dime, Vianna. ¿Cómo fue que seguiste el camino del cazador?
Asentí ante su afirmación. Era verdad que también había tenido suerte en que ella fuera quien me había encontrado. Seguramente si hubiera sido otro cazador más serio o quizá con más sangre fría ni me habría dado la oportunidad de escapar de aquella situación. Igualmente yo mismo me lo había buscado, pues tras haber notado la presencia de Vianna en el bosque, aun así me adentré para dar con ella sin saber su naturaleza. ¿Me estaba volviendo yo también un poco blando, ingénuo, descuidado?... Me imaginé entonces con mi forma zorruna siendo cazado, disecado o usando mi bello pelaje para esos abrigos extravagantes. ¡Arg! Sentí un escalofrío.
Suspiré, escuchando a Vianna atentamente mientras narraba lo que sabía o había escuchado sobre los hechiceros y brujos.
-Las ninfas no existen… Bueno, y… ¿por qué no? –me encogí de hombros, llevándome la taza con el líquido humeante a los labios- quiero decir, si existimos los cambiaformas, vampiros, brujos, licántropos y a saber qué mas criaturas sobrenaturales… No descartaría nada –di un largo sorbo, notando como mi cuerpo ya estaba templado. Sentía los músculos relajados, sintiendo el calor de la chimenea.
-Yo creo que su historia aparte de surrealista es bella, protectoras de los bosques… -callé y devolví la mirada a Vianna, imitándola en el gesto tras notar el tono de incredulidad en sus palabras y puse los ojos en blanco, rememorando aquellos tiempos para seguir el relato de mi historia.
-Cuando era pequeño, me llevaron de caza al bosque y me perdí. Recuerdo poco de aquel día porque acabé desmayado tras ver una figura de tamaño considerable acercarse a mí mientras se transfiguraba en lo que parecía un ser humano –expliqué- solo sé que me recogieron y llevaron a casa, sintiéndome extraño después de aquel día, comencé a experimentar lo que mi ser había adquirido… –tragué saliva antes de continuar- fue como un castigo de la naturaleza por entrar a cazar a los bosques, o eso pienso yo… -susurré lo último, cambiando la mirada al fuego. En verdad no me quejaba de mi condición. Era algo bueno pero también le había traido problemas en el pasado, sobre todo con la relación con mi familia. Aunque también lo que había ganado, los sentidos agudizados, regeneración, algo de longevidad, y el sigilo era algo que había adquirido y afinado con el tiempo sobre todo cuando me alisté en los flancos Franceses, como espía para las guerras Napoleónicas.
Rememoré todo eso, en silencio. Me llevé de nuevo la taza a los labios y di un pequeño sorbo en silencio, volviendo la vista de reojo hacia Vianna.
-Y dime, Vianna. ¿Cómo fue que seguiste el camino del cazador?
Kyo Vooch- Cambiante Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Asiento razonadamente cuando escucho su reflexión sobre la existencia de las ninfas. La verdad es que ese punto de vista nunca lo había tenido, actualmente únicamente conocíamos de la existencia de una serie determinada de criaturas sobrenaturales, ¿pero y si no eran las únicas especies que existían? Aquella duda me asustaba e intrigaba a partes iguales.
- Me gustaría que existieran las sirenas - murmuro en voz baja, más para mí que para él. Recuerdo haber leído sobre ellas, no mucho, pero eran unas criaturas mágicas que habían captado mi atención más que otra cualquiera.
Escuché con atención su historia, abrazando mis piernas y apoyando mi mejilla sobre las rodillas. En mi cabeza me imaginaba la escena: un pequeño Kyo perdiéndose en el bosque, una gran figura apareciendo entre las sombras... Frunzo ligeramente el ceño al escuchar su reflexión sobre por qué habían decidido castigarle, condenándole a ser un cambia formas.
Tras escuchar su historia me sentí algo mal por haberle hecho rememorar aquello. Una parte de mí estuvo tentada a preguntar cómo había sido su vida a partir de entonces, cómo había sido lidiar con el hecho de descubrir que podías transformarte en un animal... pero decidí callarme, no quería parecer entrometida o hacerle recordar momentos que a lo mejor no habían sido fáciles para él.
No le miré cuando me preguntó sobre mi decisión de hacerme cazadora, simplemente me abracé más a mí misma, apoyando la barbilla en mis rodillas y mirando el fuego. Dudé en contarle algo real o algo inventado, no me gustaba hablar sobre mí y muchos menos con un desconocido, pero supuse que era lo justo. Él me hablaba de su pasado y yo del mío.
Suspiré, notando ese conocido dolor en el pecho cada vez que hablaba o recordaba cualquier cosa de mi pasado, y empecé a hablar, bajando el tono de voz, envolviéndome más en la manta al notar un escalofrío recorrer mi espalda.
- Lo seguí por obligación - respondí con una amarga sonrisa - Yo nací en Inglaterra, aunque creo que te habrás dado cuenta de que no soy de aquí por el acento, aunque lleve bastante tiempo aquí jamás conseguiré hablar un perfecto francés - digo arrugando un poco la nariz - Vivía en una pequeña aldea, una aldea donde nunca pasaba nada y todo el mundo nos conocíamos entre nosotros... hasta que llegaron los vampiros. Llegaron como una rica familia que buscaba la tranquilidad del campo, compraron una lujosa casa y se instalaron allí.
Por aquel entonces yo no sabía que existieran, era la típica chica de clase media que sueña con que cualquier día un joven, guapo y adinerado pretendiente llame a su puerta para pedir su mano - doy un suspiro con resignación, recordando lo estúpida que era por aquel entonces - Y entonces llegaron ellos. Por aquel entonces mi padre empezó a sufrir un caso grave de necesidad de ascenso social... yo ya tenía la edad para casarme y mi hermana pequeña pronto la tendría, por lo que veía en nosotras una forma de obtener poder y dinero. El caso es que se enteró de que nuestra familia estaba ligada a esa extraña familia que se había mudado a la aldea no hace mucho... No era una relación de sangre directa, pero lo suficiente para que mi padre nos hiciera ir a mi hermana y a mí a reclamar parte de herencia o derechos. - hice una pausa, respirando hondo y continué - Yo enfermé, y no pude ir a visitar a aquella familia por lo que mi padre obligó a mi hermana a ir sola... y bueno, creo que te puedes imaginar cómo acaba todo - miro a kyo y sonrío con esfuerzo - Los vampiros mataron a mi hermana y estuvieron a punto de hacer lo mismo conmigo cuando fui a buscarla, pero un cazador me salvó y fue quien me introdujo en todo esto - me encojo de hombros y retiro la manta de mis hombros para estirar los brazos y la espalda, notándolos algo agarrotados - Pero bueno, ya lo tengo superado - digo para restarle importancia - El haber acabado con un cuarto de la población de vampiros de Inglaterra me ayudó bastante a hacerlo - hago un gesto despreocupado con la mano.
Me levanto y me desperezo, moviendo un poco las piernas que se me han quedado un poco dormidas por haber estado sentada.
- Déjame ayudarte a recoger todo esto - me ofrezco, agachándome para coger mi taza de té vacía y recoger también todas las cosas que Kyo a sacado.
- Me gustaría que existieran las sirenas - murmuro en voz baja, más para mí que para él. Recuerdo haber leído sobre ellas, no mucho, pero eran unas criaturas mágicas que habían captado mi atención más que otra cualquiera.
Escuché con atención su historia, abrazando mis piernas y apoyando mi mejilla sobre las rodillas. En mi cabeza me imaginaba la escena: un pequeño Kyo perdiéndose en el bosque, una gran figura apareciendo entre las sombras... Frunzo ligeramente el ceño al escuchar su reflexión sobre por qué habían decidido castigarle, condenándole a ser un cambia formas.
Tras escuchar su historia me sentí algo mal por haberle hecho rememorar aquello. Una parte de mí estuvo tentada a preguntar cómo había sido su vida a partir de entonces, cómo había sido lidiar con el hecho de descubrir que podías transformarte en un animal... pero decidí callarme, no quería parecer entrometida o hacerle recordar momentos que a lo mejor no habían sido fáciles para él.
No le miré cuando me preguntó sobre mi decisión de hacerme cazadora, simplemente me abracé más a mí misma, apoyando la barbilla en mis rodillas y mirando el fuego. Dudé en contarle algo real o algo inventado, no me gustaba hablar sobre mí y muchos menos con un desconocido, pero supuse que era lo justo. Él me hablaba de su pasado y yo del mío.
Suspiré, notando ese conocido dolor en el pecho cada vez que hablaba o recordaba cualquier cosa de mi pasado, y empecé a hablar, bajando el tono de voz, envolviéndome más en la manta al notar un escalofrío recorrer mi espalda.
- Lo seguí por obligación - respondí con una amarga sonrisa - Yo nací en Inglaterra, aunque creo que te habrás dado cuenta de que no soy de aquí por el acento, aunque lleve bastante tiempo aquí jamás conseguiré hablar un perfecto francés - digo arrugando un poco la nariz - Vivía en una pequeña aldea, una aldea donde nunca pasaba nada y todo el mundo nos conocíamos entre nosotros... hasta que llegaron los vampiros. Llegaron como una rica familia que buscaba la tranquilidad del campo, compraron una lujosa casa y se instalaron allí.
Por aquel entonces yo no sabía que existieran, era la típica chica de clase media que sueña con que cualquier día un joven, guapo y adinerado pretendiente llame a su puerta para pedir su mano - doy un suspiro con resignación, recordando lo estúpida que era por aquel entonces - Y entonces llegaron ellos. Por aquel entonces mi padre empezó a sufrir un caso grave de necesidad de ascenso social... yo ya tenía la edad para casarme y mi hermana pequeña pronto la tendría, por lo que veía en nosotras una forma de obtener poder y dinero. El caso es que se enteró de que nuestra familia estaba ligada a esa extraña familia que se había mudado a la aldea no hace mucho... No era una relación de sangre directa, pero lo suficiente para que mi padre nos hiciera ir a mi hermana y a mí a reclamar parte de herencia o derechos. - hice una pausa, respirando hondo y continué - Yo enfermé, y no pude ir a visitar a aquella familia por lo que mi padre obligó a mi hermana a ir sola... y bueno, creo que te puedes imaginar cómo acaba todo - miro a kyo y sonrío con esfuerzo - Los vampiros mataron a mi hermana y estuvieron a punto de hacer lo mismo conmigo cuando fui a buscarla, pero un cazador me salvó y fue quien me introdujo en todo esto - me encojo de hombros y retiro la manta de mis hombros para estirar los brazos y la espalda, notándolos algo agarrotados - Pero bueno, ya lo tengo superado - digo para restarle importancia - El haber acabado con un cuarto de la población de vampiros de Inglaterra me ayudó bastante a hacerlo - hago un gesto despreocupado con la mano.
Me levanto y me desperezo, moviendo un poco las piernas que se me han quedado un poco dormidas por haber estado sentada.
- Déjame ayudarte a recoger todo esto - me ofrezco, agachándome para coger mi taza de té vacía y recoger también todas las cosas que Kyo a sacado.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
De haber sabido que llevar la conversación por aquellos cauces iba a suponer el malestar o incomodidad, o incluso el traer a la memoria de Vianna esos amargos recuerdos ni se me había pasado por la cabeza el preguntarle. Pero claro, ¿cómo iba a saberlo?
Me arrepentí profundamente de haber hecho esa pregunta al ver la reacción de la muchacha, como protegiéndose a sí misma en aquel abrazo. Podía percibir cómo su aura cambiaba y se hacía de alguna forma algo más fría y quebrantable. Sinceramente me sentí acongojado por ese torrente de emociones que fluían a su alrededor, aunque ella seguramente no quería darle importancia o ser descortés a hacer algún feo a la pregunta, se notaba que era un tema delicado que no debía de haberlo hecho salir a la luz.
Iba a decirle que no pasaba nada, que no hacía falta que me contara su pasado, que son temas privados y que con que dijera el típico: “escogí esta profesión por motivación o motivo personal” había bastado, pero ella ya se disponía a contarme su historia, y yo, que sinceramente sentía un mínimo de curiosidad por aquella chica y el porqué de sus sentimientos tan oscuros, no pude detenerla en su relato. Por tanto aguardé en silencio, mirando el fuego pues tampoco quería incomodarla con mi mirada al examinar sus gestos o reacciones faciales, con notar su aura, algo fría e inquieta mientras hablaba me bastaba.
Iba montando en mi mente imágenes de su relato, imaginándome cómo seria Vianna de pequeña, su hermana, aquel lugar, aquellos pintorescos personajes vampíricos con los que tenía al menos… una mínima línea de sangre en común… Y cómo no, el desenlace fatal que hizo que ella tomara el camino de cazador, más por venganza que obligación pensé para mi mismo, pero tampoco fui capaz de decir nada al respecto ni reprochárselo.
¿Qué había hecho yo en su lugar? Seguramente lo mismo. Habría luchado por mis seres queridos de haber tenido un lazo fuerte que defender. Pero era algo de lo que carecía, por tanto lo tuve más fácil al dejarlos atrás con el paso de la guerra.
Observé a Vianna cuando esta se levantó con ánimos de ayudar a recoger. Agradecido la imité y cargué con todo, haciendo un gesto despreocupado con la cabeza. Ella era la invitada después de todo, asi que no quería que se tomara las molestias.
Llevé las cosas a su sitio, dejando ambas tazas cerca de la chimenea por si acaso en algún momento teníamos la necesidad de usarlas de nuevo. Volví la mirada a Vianna, ¿debería decir algo, no? Tanto silencio me ponía nervioso.
-Siento de veras la perdida de tu hermana pequeña –dije más por educación que otra cosa. Sentía un montón de sentimientos enfrentados tras escuchar esa historia, aunque tampoco podía juzgar a la familia de Vianna pues seguramente sus actos estaban justificados tras los deseos de conseguir una mejor vida para sus hijas y su futuro- la verdad no me imaginaba un pasado como ese para ti.
Miré entonces el ventanal, por donde se filtraba la tenue luz nocturna. Ya era entrada la noche y no me parecía ético dejar que Vianna se fuera sola hasta donde fuera que viviese.
-Quédate esta noche a dormir, es tarde, estarás cansada… -dije y señalé la cama- puedes dormir en la cama, créeme es bastante cómoda. ¡Ah! Y no te preocupes yo dormiré abajo en las mantas, en serio me gusta incluso más pegarme al calor del fuego. Hasta sentirás envidia en algún momento –añadí rápidamente, sonriendo levemente y haciendo gestos con las manos quitándole importancia al asunto.
Estaba claro que no la obligaría a quedarse, pero tenía pensado la mañana siguiente enseñarle un par de cosas, para animarla de algún forma y compensar el mal rato que la había hecho pasar hacía un momento por rememorar todo aquello. Igualmente, estaba dispuesto a acompañarla a casa si era eso lo que deseaba al fin y al cabo.
Me arrepentí profundamente de haber hecho esa pregunta al ver la reacción de la muchacha, como protegiéndose a sí misma en aquel abrazo. Podía percibir cómo su aura cambiaba y se hacía de alguna forma algo más fría y quebrantable. Sinceramente me sentí acongojado por ese torrente de emociones que fluían a su alrededor, aunque ella seguramente no quería darle importancia o ser descortés a hacer algún feo a la pregunta, se notaba que era un tema delicado que no debía de haberlo hecho salir a la luz.
Iba a decirle que no pasaba nada, que no hacía falta que me contara su pasado, que son temas privados y que con que dijera el típico: “escogí esta profesión por motivación o motivo personal” había bastado, pero ella ya se disponía a contarme su historia, y yo, que sinceramente sentía un mínimo de curiosidad por aquella chica y el porqué de sus sentimientos tan oscuros, no pude detenerla en su relato. Por tanto aguardé en silencio, mirando el fuego pues tampoco quería incomodarla con mi mirada al examinar sus gestos o reacciones faciales, con notar su aura, algo fría e inquieta mientras hablaba me bastaba.
Iba montando en mi mente imágenes de su relato, imaginándome cómo seria Vianna de pequeña, su hermana, aquel lugar, aquellos pintorescos personajes vampíricos con los que tenía al menos… una mínima línea de sangre en común… Y cómo no, el desenlace fatal que hizo que ella tomara el camino de cazador, más por venganza que obligación pensé para mi mismo, pero tampoco fui capaz de decir nada al respecto ni reprochárselo.
¿Qué había hecho yo en su lugar? Seguramente lo mismo. Habría luchado por mis seres queridos de haber tenido un lazo fuerte que defender. Pero era algo de lo que carecía, por tanto lo tuve más fácil al dejarlos atrás con el paso de la guerra.
Observé a Vianna cuando esta se levantó con ánimos de ayudar a recoger. Agradecido la imité y cargué con todo, haciendo un gesto despreocupado con la cabeza. Ella era la invitada después de todo, asi que no quería que se tomara las molestias.
Llevé las cosas a su sitio, dejando ambas tazas cerca de la chimenea por si acaso en algún momento teníamos la necesidad de usarlas de nuevo. Volví la mirada a Vianna, ¿debería decir algo, no? Tanto silencio me ponía nervioso.
-Siento de veras la perdida de tu hermana pequeña –dije más por educación que otra cosa. Sentía un montón de sentimientos enfrentados tras escuchar esa historia, aunque tampoco podía juzgar a la familia de Vianna pues seguramente sus actos estaban justificados tras los deseos de conseguir una mejor vida para sus hijas y su futuro- la verdad no me imaginaba un pasado como ese para ti.
Miré entonces el ventanal, por donde se filtraba la tenue luz nocturna. Ya era entrada la noche y no me parecía ético dejar que Vianna se fuera sola hasta donde fuera que viviese.
-Quédate esta noche a dormir, es tarde, estarás cansada… -dije y señalé la cama- puedes dormir en la cama, créeme es bastante cómoda. ¡Ah! Y no te preocupes yo dormiré abajo en las mantas, en serio me gusta incluso más pegarme al calor del fuego. Hasta sentirás envidia en algún momento –añadí rápidamente, sonriendo levemente y haciendo gestos con las manos quitándole importancia al asunto.
Estaba claro que no la obligaría a quedarse, pero tenía pensado la mañana siguiente enseñarle un par de cosas, para animarla de algún forma y compensar el mal rato que la había hecho pasar hacía un momento por rememorar todo aquello. Igualmente, estaba dispuesto a acompañarla a casa si era eso lo que deseaba al fin y al cabo.
Kyo Vooch- Cambiante Clase Media
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Dejé que Kyo me ayudara a recoger las cosas, agradeciéndoselo con una tímida sonrisa, aunque desvié la mirada cuando dijo que sentía lo de Sophie. Me encogí de hombros, quitándole importancia, aunque me sorprendió que dijera que no era un pasado que esperaba que yo tuviera, pero no dije nada.
Su proposición sobre quedarme a pasar la noche me dejó algo desconcertada. ¿Realmente me estaba invitando a dormir? Pero si no me conocía de nada... Me crucé de brazos, dudando de si aceptar su oferta o no. Era verdad que ya era noche cerrada, y la verdad es que no me apetecía nada tener que recorrer el largo camino de vuelta a mi casa.
Le miré, entrecerrando un poco los ojos - ¿Realmente estás invitando a una cazadora a pasar la noche en tu casa? - pregunté con un tono de sorpresa en mi voz. Sabía que Kyo simplemente pretendía ser amable, pero un comportamiento que me había dejado algo descolocada. Era verdad que la noche se estaba convirtiendo en algo totalmente inesperado, jamás habría pensado que acabaría en casa de un cambia formas al que no conocía de nada, contándole mi historia, y dudando de si aceptar su oferta a pasar la noche en su casa.
- De acuerdo - acepté, para mi propia sorpresa - La verdad es que estoy bastante cansada y no me apetece tener que volver a mi casa ahora, ya me he quitado de encima todas las armas como para tener que volver a guardarlas - expliqué - Pero no voy a dejar que duermas en el suelo, puedes dormir conmigo en la cama, no me importa... además, siempre duermo con un cuchillo por lo que si intentas cualquier cosa estaré preparada - digo bromeando, aunque con un tono justo para hacerle entender que en realidad sí dormía con un arma bajo la almohada. Kyo podía caerme bien, pero eso no había anulado mi instinto de precaución, y aún no sabía lo que podía esperar de él.
- Estaré en el cuarto de baño, no quiero dormir con el traje de cazadora puesto - expliqué empezando a deshacer los cordones que tenía a mi espalda para quitarme el corsé de cuero que protegía mi cuerpo.
Entré en la pequeña habitación, cerrando la puerta detrás de mí y en cuanto lo hice suspiré, sintiéndome realmente cansada. No me creía del todo que realmente fuera a pasar la noche en casa de un desconocido, y más siendo una criatura sobrenatural... aunque no era la primera vez que hacía una cosa así.
Me sentí muy aliviada cuando me deshice de la prenda de cuero, quedándome únicamente con unos pantalones oscuros y una camisa blanca. Me quité también las botas, dejándolas en un rincón de aquel cuarto. Saqué el pequeño cuchillo que llevaba atado al muslo de mi pierna derecha, y lo dejé en la parte trasera de mi espalda, sujetándolo con la cintura de mi pantalón y tapándolo con la camisa.
Miré mi reflejo en un pequeño espejo que Kyo tenía, y puse una mueca al verme. Tenía ojeras y mi boca estaba realmente pálida, al igual que toda mi cara. Me mordí los labios y pellizqué las mejillas para darle algo de color, deshice la coleta que llevaba dejando mi pelo caer sobre mis hombros, y respiré hondo antes de abrir la puerta y salir de nuevo.
- Al final has conseguido hacer que me meta en tu cama, tus habilidades como seductor son realmente buenas. - le digo a Kyo, bromeando, mientras camino hacia él.
Me costaba admitir que estaba algo nerviosa, no por nada, simplemente porque aquella situación no era algo que viviera todos los días, y no sabía cómo actuar o qué decir. ¿Debía meterme ya en la cama o era de mala educación? ¿tenía que esperar a que él lo hiciera primero? a lo mejor él aún quería quedarse un rato más junto al fuego, o a lo mejor no y estaba esperando a que yo dijera algo... No me gustaba sentirme así.
Su proposición sobre quedarme a pasar la noche me dejó algo desconcertada. ¿Realmente me estaba invitando a dormir? Pero si no me conocía de nada... Me crucé de brazos, dudando de si aceptar su oferta o no. Era verdad que ya era noche cerrada, y la verdad es que no me apetecía nada tener que recorrer el largo camino de vuelta a mi casa.
Le miré, entrecerrando un poco los ojos - ¿Realmente estás invitando a una cazadora a pasar la noche en tu casa? - pregunté con un tono de sorpresa en mi voz. Sabía que Kyo simplemente pretendía ser amable, pero un comportamiento que me había dejado algo descolocada. Era verdad que la noche se estaba convirtiendo en algo totalmente inesperado, jamás habría pensado que acabaría en casa de un cambia formas al que no conocía de nada, contándole mi historia, y dudando de si aceptar su oferta a pasar la noche en su casa.
- De acuerdo - acepté, para mi propia sorpresa - La verdad es que estoy bastante cansada y no me apetece tener que volver a mi casa ahora, ya me he quitado de encima todas las armas como para tener que volver a guardarlas - expliqué - Pero no voy a dejar que duermas en el suelo, puedes dormir conmigo en la cama, no me importa... además, siempre duermo con un cuchillo por lo que si intentas cualquier cosa estaré preparada - digo bromeando, aunque con un tono justo para hacerle entender que en realidad sí dormía con un arma bajo la almohada. Kyo podía caerme bien, pero eso no había anulado mi instinto de precaución, y aún no sabía lo que podía esperar de él.
- Estaré en el cuarto de baño, no quiero dormir con el traje de cazadora puesto - expliqué empezando a deshacer los cordones que tenía a mi espalda para quitarme el corsé de cuero que protegía mi cuerpo.
Entré en la pequeña habitación, cerrando la puerta detrás de mí y en cuanto lo hice suspiré, sintiéndome realmente cansada. No me creía del todo que realmente fuera a pasar la noche en casa de un desconocido, y más siendo una criatura sobrenatural... aunque no era la primera vez que hacía una cosa así.
Me sentí muy aliviada cuando me deshice de la prenda de cuero, quedándome únicamente con unos pantalones oscuros y una camisa blanca. Me quité también las botas, dejándolas en un rincón de aquel cuarto. Saqué el pequeño cuchillo que llevaba atado al muslo de mi pierna derecha, y lo dejé en la parte trasera de mi espalda, sujetándolo con la cintura de mi pantalón y tapándolo con la camisa.
Miré mi reflejo en un pequeño espejo que Kyo tenía, y puse una mueca al verme. Tenía ojeras y mi boca estaba realmente pálida, al igual que toda mi cara. Me mordí los labios y pellizqué las mejillas para darle algo de color, deshice la coleta que llevaba dejando mi pelo caer sobre mis hombros, y respiré hondo antes de abrir la puerta y salir de nuevo.
- Al final has conseguido hacer que me meta en tu cama, tus habilidades como seductor son realmente buenas. - le digo a Kyo, bromeando, mientras camino hacia él.
Me costaba admitir que estaba algo nerviosa, no por nada, simplemente porque aquella situación no era algo que viviera todos los días, y no sabía cómo actuar o qué decir. ¿Debía meterme ya en la cama o era de mala educación? ¿tenía que esperar a que él lo hiciera primero? a lo mejor él aún quería quedarse un rato más junto al fuego, o a lo mejor no y estaba esperando a que yo dijera algo... No me gustaba sentirme así.
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Ante su pregunta obvia, me encogí de hombros. Si, estaba invitando a una cazadora a la que acababa de conocer aquella misma tarde a pasar la noche en mi casa. ¿Estaba loco? Quizá, no sé. Me consideraba un chico un tanto complejo a la hora de pensar y esta vez el sentido común, el razonamiento evidente, no había ganado al impulso.
También había que dejar claro que lo había hecho por mera educación. Si ella se hubiera negado, que estaba en todo su derecho, tampoco se lo habría replicado.
-Bueno, ya sabes dónde vivo. Estoy expuesto de todas formas, ¿no? –sonreí, contento en que al final se decidiera a quedarse. Con toda la sinceridad del mundo había que decir que tras haber entrado en calor tenía pocas ganas de salir ahora a la calle. Negué con la cabeza cuando me dijo lo de dormir ambos en la misma cama, aunque en verdad no me importaba, no lo veía ético, quería quedar como un caballero-. No te preocupes por eso –dije simplemente y dejé que marchara para el baño, quedándome solo en la habitación.
Observé la cama y sopesé las opciones. No, no dormiría con ella. Bastante incómodo podía ser ya que una persona a la que acababa de conocer se quedara en mi casa, una persona con la que no tenía suficiente confianza, a pesar de las confesiones anteriores e historias compartidas, en fin, sería demasiado raro. Aparte yo era de esas personas que por las noches se despertaba con la cabeza donde los pies o en posturas extrañas, demasiado peligroso sería tener una noche de sueños agitados y encontrarme a la mañana siguiente con un cuchillo clavado en el costado.
Finalmente opté por la opción más sencilla y ordené los pensamientos de mi cabeza. Coloqué una de las mantas –la que ella había escogido antes para cubrirse- encima de la ropa de cama por si acaso tuviera más frio y dejé las otras en el suelo de madera, al lado, entre el fuego y la cama. Tras haberlo dispuesto, asentí para mis adentros. Había escogido la mejor opción.
Miré de soslayo hacia la puerta del baño, se escuchaban pequeños ruidos sordos y supuse que estaría poniéndose cómoda para dormir. Decidí entonces hacer lo mismo, quitándome el jersey para quedarme con la camisa de abajo, de manga corta negra y me deshice de las botas. Esta vez tenía invitada, ojo, invitada. Por lo que, claro, dormiría a mi pesar con los pantalones puestos. No era de aquellas personas que usaban pijama o ropa especial para dormir, normalmente era de los de calzoncillo y mantita hasta la nariz.
Se abrió la puerta del baño y apareció Vianna algo más ligera de ropa, lo justo para dormir más cómoda seguramente. Reí suavemente por su comentario y la invité con un gesto a ocupar la cama.
-Bueno, tampoco te has negado. Te pensaba más dura –bromeé siguiéndole el juego. No estaba seguro de si tendría sueño suficiente como para dormir del tirón, así que cogí un lienzo pequeño y carboncillo y me senté en el suelo sobre las mantas que había preparado, apoyando la espalda en el borde de la cama y apoyando el lienzo sobre mis piernas cruzadas, para que el fuego lo iluminara- ¿quieres dormir ya? –pregunté en un susurro mientras acariciaba el suave panel blanco.
También había que dejar claro que lo había hecho por mera educación. Si ella se hubiera negado, que estaba en todo su derecho, tampoco se lo habría replicado.
-Bueno, ya sabes dónde vivo. Estoy expuesto de todas formas, ¿no? –sonreí, contento en que al final se decidiera a quedarse. Con toda la sinceridad del mundo había que decir que tras haber entrado en calor tenía pocas ganas de salir ahora a la calle. Negué con la cabeza cuando me dijo lo de dormir ambos en la misma cama, aunque en verdad no me importaba, no lo veía ético, quería quedar como un caballero-. No te preocupes por eso –dije simplemente y dejé que marchara para el baño, quedándome solo en la habitación.
Observé la cama y sopesé las opciones. No, no dormiría con ella. Bastante incómodo podía ser ya que una persona a la que acababa de conocer se quedara en mi casa, una persona con la que no tenía suficiente confianza, a pesar de las confesiones anteriores e historias compartidas, en fin, sería demasiado raro. Aparte yo era de esas personas que por las noches se despertaba con la cabeza donde los pies o en posturas extrañas, demasiado peligroso sería tener una noche de sueños agitados y encontrarme a la mañana siguiente con un cuchillo clavado en el costado.
Finalmente opté por la opción más sencilla y ordené los pensamientos de mi cabeza. Coloqué una de las mantas –la que ella había escogido antes para cubrirse- encima de la ropa de cama por si acaso tuviera más frio y dejé las otras en el suelo de madera, al lado, entre el fuego y la cama. Tras haberlo dispuesto, asentí para mis adentros. Había escogido la mejor opción.
Miré de soslayo hacia la puerta del baño, se escuchaban pequeños ruidos sordos y supuse que estaría poniéndose cómoda para dormir. Decidí entonces hacer lo mismo, quitándome el jersey para quedarme con la camisa de abajo, de manga corta negra y me deshice de las botas. Esta vez tenía invitada, ojo, invitada. Por lo que, claro, dormiría a mi pesar con los pantalones puestos. No era de aquellas personas que usaban pijama o ropa especial para dormir, normalmente era de los de calzoncillo y mantita hasta la nariz.
Se abrió la puerta del baño y apareció Vianna algo más ligera de ropa, lo justo para dormir más cómoda seguramente. Reí suavemente por su comentario y la invité con un gesto a ocupar la cama.
-Bueno, tampoco te has negado. Te pensaba más dura –bromeé siguiéndole el juego. No estaba seguro de si tendría sueño suficiente como para dormir del tirón, así que cogí un lienzo pequeño y carboncillo y me senté en el suelo sobre las mantas que había preparado, apoyando la espalda en el borde de la cama y apoyando el lienzo sobre mis piernas cruzadas, para que el fuego lo iluminara- ¿quieres dormir ya? –pregunté en un susurro mientras acariciaba el suave panel blanco.
Kyo Vooch- Cambiante Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Caminé hasta el borde de la cama y me senté en él mientras le sacaba a Kyo la lengua, por su comentario sobre mi dureza. Aunque pensando bien ese comentario, yo misma me lo podía aplicar, la antigua Vianna jamás habría aceptado venir a casa de un cambia formas, y mucho menos aceptar pasar la noche en ella. París realmente me estaba cambiando, pero no sabría decir si a mejor o a peor.
Negué en silencio, con una tímida sonrisa cuando Kyo me preguntó si quería dormir ya. Me sentía cansada, pero no tenía muchas ganas de irme ya a la cama, me parecía algo descortés dejarle a él despierto y mientras yo ocupar su cama, que por lo que veía, él no tenía intención de compartir.
"Ya le obligaré a dormir en la cama" - pensé para mí, mientras le veía coger un lienzo en blanco y carboncillo, sentándose junto al borde de la cama.
Me dejé caer de la cama y me senté en el suelo, a su lado. Mi hombro rozaba el suyo, pero no fue un contacto que me importó mucho. Miré su lienzo con curiosidad.
- Yo solía dibujar cuando no podía dormir - murmuro, justo antes de que mi boca se abra en un lento bostezo. Me estiro y cojo mi taza de té, llenándola, llevándola a mis labios. El té se ha quedado algo frío, aunque no me importa, el sabor amargo me despierta un poco, lo suficiente para mantener un poco mejor los ojos abiertos. Lleno también la taza de Kyo y se la dejo cerca, por si quiere él también beber.
- Recuerdo que de pequeña solía robar los carboncillos que utilizábamos para escribir en la escuela... aunque no era una escuela real. El párroco de la iglesia solía reunir a todos los niños de la aldea dos veces por semana en un edificio contiguo a la iglesia, lo que comúnmente llamaban "escuela". Era una manera que tenía para ganar algo de dinero. Yo iba de forma irregular, las semanas que mi padre podía permitírselo íbamos - otro bostezo interrumpe mi relato y yo me froto uno de mis ojos con la mano, intentando despejarme un poco - Los días que iba yo me llevaba el carboncillo y lo utilizaba en casa para pintar. Al principio no tenía hojas y por eso empecé a pintar en las paredes de mi habitación, en lugares que quedaban cubiertos por la cama o el armario para que mi padre no los viera. Era divertido... - digo eso último en un susurro, antes de apoyar la cabeza en el hombro de Kyo, notando de repente mi cuerpo demasiado pesado - ¿Y tú? - pregunto - ¿cuándo descubriste que eras un gran pintor y querías dedicarte a la vida bohemia? ya sabes, pintor de día, seductor de noche - bromeo, aunque sin muchas ganas, mi voz es apenas un susurro y me cuesta pronunciar con normalidad.
Negué en silencio, con una tímida sonrisa cuando Kyo me preguntó si quería dormir ya. Me sentía cansada, pero no tenía muchas ganas de irme ya a la cama, me parecía algo descortés dejarle a él despierto y mientras yo ocupar su cama, que por lo que veía, él no tenía intención de compartir.
"Ya le obligaré a dormir en la cama" - pensé para mí, mientras le veía coger un lienzo en blanco y carboncillo, sentándose junto al borde de la cama.
Me dejé caer de la cama y me senté en el suelo, a su lado. Mi hombro rozaba el suyo, pero no fue un contacto que me importó mucho. Miré su lienzo con curiosidad.
- Yo solía dibujar cuando no podía dormir - murmuro, justo antes de que mi boca se abra en un lento bostezo. Me estiro y cojo mi taza de té, llenándola, llevándola a mis labios. El té se ha quedado algo frío, aunque no me importa, el sabor amargo me despierta un poco, lo suficiente para mantener un poco mejor los ojos abiertos. Lleno también la taza de Kyo y se la dejo cerca, por si quiere él también beber.
- Recuerdo que de pequeña solía robar los carboncillos que utilizábamos para escribir en la escuela... aunque no era una escuela real. El párroco de la iglesia solía reunir a todos los niños de la aldea dos veces por semana en un edificio contiguo a la iglesia, lo que comúnmente llamaban "escuela". Era una manera que tenía para ganar algo de dinero. Yo iba de forma irregular, las semanas que mi padre podía permitírselo íbamos - otro bostezo interrumpe mi relato y yo me froto uno de mis ojos con la mano, intentando despejarme un poco - Los días que iba yo me llevaba el carboncillo y lo utilizaba en casa para pintar. Al principio no tenía hojas y por eso empecé a pintar en las paredes de mi habitación, en lugares que quedaban cubiertos por la cama o el armario para que mi padre no los viera. Era divertido... - digo eso último en un susurro, antes de apoyar la cabeza en el hombro de Kyo, notando de repente mi cuerpo demasiado pesado - ¿Y tú? - pregunto - ¿cuándo descubriste que eras un gran pintor y querías dedicarte a la vida bohemia? ya sabes, pintor de día, seductor de noche - bromeo, aunque sin muchas ganas, mi voz es apenas un susurro y me cuesta pronunciar con normalidad.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Acariciaba el lienzo con la diestra, y con la mano izquierda sujetaba el carboncillo. Si, era zurdo, por si no había quedado claro (xD)
No me esperaba para nada que Vianna se colocara de nuevo a mi lado, como quien no quería la cosa, medio apoyándose en mi hombro, no me molestaba, pero se me antojaba extraño pues creía que se metería en la cama. Justo como sospechaba, los bostezos comenzaron a aflorar de ella mientras hablaba. Agradecí con un murmurado ‘gracias’ y una sonrisa por el gesto de rellenarme la taza con té, aunque de momento no tenía intención de beber.
Mientras ella me relataba cómo conseguía el carboncillo para pintar en las paredes de su casa, fui paseando el carboncillo por el lienzo dibujando suaves trazados y líneas que en principio no tenían demasiado sentido, casi parecían al azar.
Me sobresalté levemente al notar el peso de la cabeza de Vianna en mi hombro y la suave cortina de pelo cobrizo que la seguía a su vez. Sonreí, en verdad parecía que la muchacha estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse despierta.
-Yo de pequeño siempre había dibujado –respondí, hablando bajito para no desentonar demasiado ni sobresaltarla de su sopor- más tarde me di cuenta que tenía talento para ello y me sirvió mucho en una etapa anterior de mi vida –expliqué sin entrar mucho en el tema. Quizá el sacar esa conversación tendría como consecuencia tener que explicarle que había participado en las guerras Napoleónicas haciendo croquis y dibujando el terreno que luego el ejército utilizaría para llevar a cabo sus planes estratégicos de combate. Pero ni era momento ni tiempo quizá para entrar en detalles.
- Más adelante al dejar esa etapa de mi vida opté por la vida bohemia y tranquila de un pintor humilde que, de vez en cuando consigue conquistar alguna que otra chiquilla que se hace la fuerte –bromeo, siguiéndole el juego e intento observarla de reojo. La notaba calmada y casi sin fuerzas debido al sueño que la envolvía-. Te dejaré en la cama, estas exhausta –dije y ágilmente fui moviéndome para recogerla en mis brazos sin esfuerzo y dejarla sobre la cama-. Mañana te dejaré usar los materiales que quieras, así podrás pintar si gustas –fui aminorando el tono de voz hasta convertir las últimas palabras en un susurro. Me senté en el borde de la cama, observando a la cazadora que, hasta hacía escasas horas, le había asaltado por detrás con un cuchillo en la garganta. ¡Y mira cómo había acabado! A veces hasta podía permitirme el lujo de pensar que yo tenía algún tipo de encanto sobrenatural. Reí internamente y despacito me estiré para tapar a Vianna con las mantas que anteriormente había dispuesto.
No me esperaba para nada que Vianna se colocara de nuevo a mi lado, como quien no quería la cosa, medio apoyándose en mi hombro, no me molestaba, pero se me antojaba extraño pues creía que se metería en la cama. Justo como sospechaba, los bostezos comenzaron a aflorar de ella mientras hablaba. Agradecí con un murmurado ‘gracias’ y una sonrisa por el gesto de rellenarme la taza con té, aunque de momento no tenía intención de beber.
Mientras ella me relataba cómo conseguía el carboncillo para pintar en las paredes de su casa, fui paseando el carboncillo por el lienzo dibujando suaves trazados y líneas que en principio no tenían demasiado sentido, casi parecían al azar.
Me sobresalté levemente al notar el peso de la cabeza de Vianna en mi hombro y la suave cortina de pelo cobrizo que la seguía a su vez. Sonreí, en verdad parecía que la muchacha estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse despierta.
-Yo de pequeño siempre había dibujado –respondí, hablando bajito para no desentonar demasiado ni sobresaltarla de su sopor- más tarde me di cuenta que tenía talento para ello y me sirvió mucho en una etapa anterior de mi vida –expliqué sin entrar mucho en el tema. Quizá el sacar esa conversación tendría como consecuencia tener que explicarle que había participado en las guerras Napoleónicas haciendo croquis y dibujando el terreno que luego el ejército utilizaría para llevar a cabo sus planes estratégicos de combate. Pero ni era momento ni tiempo quizá para entrar en detalles.
- Más adelante al dejar esa etapa de mi vida opté por la vida bohemia y tranquila de un pintor humilde que, de vez en cuando consigue conquistar alguna que otra chiquilla que se hace la fuerte –bromeo, siguiéndole el juego e intento observarla de reojo. La notaba calmada y casi sin fuerzas debido al sueño que la envolvía-. Te dejaré en la cama, estas exhausta –dije y ágilmente fui moviéndome para recogerla en mis brazos sin esfuerzo y dejarla sobre la cama-. Mañana te dejaré usar los materiales que quieras, así podrás pintar si gustas –fui aminorando el tono de voz hasta convertir las últimas palabras en un susurro. Me senté en el borde de la cama, observando a la cazadora que, hasta hacía escasas horas, le había asaltado por detrás con un cuchillo en la garganta. ¡Y mira cómo había acabado! A veces hasta podía permitirme el lujo de pensar que yo tenía algún tipo de encanto sobrenatural. Reí internamente y despacito me estiré para tapar a Vianna con las mantas que anteriormente había dispuesto.
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Escuché con esfuerzo lo que Kyo me contaba sobre su afición por la pintura y cómo le había ayudado, aunque me costaba mantener mi mente fija en su historia, el tono de su voz hacía que poco a poco me sumiera más en un duerme vela, el ritmo lento de su respiración movía lentamente mi cabeza, apoyada en su hombro, relajándome todavía más. Los párpados me pesaban cada vez más, haciendo que mantenerlos abiertos fuera una cosa muy costosa.
No me opuse ni dije nada cuando me cogió entre sus brazos, ofreciéndose a dejarme en la cama. Sonreí débilmente cuando susurró que me dejaría pintar con sus materiales, sentándose a mi lado en el borde de la cama.
- No duermas en el suelo - susurro, con esfuerzo, en un intento de convencerlo para que no se tumbe sobre las mantas que había preparado junto a la chimenea.
Cierro los ojos lentamente sin poder hacer nada para evitarlo, sumiéndome en un profundo sueño. Lo último que pienso es en la comodidad de aquella cama y el suave olor a pintura que hay por toda la casa.
Me despierto cuando un rayo de luz se cuela por la ventana, cayendo sobre mi cara y calentando mis mejillas. Sin abrir los ojos frunzo el ceño y arrugo la nariz, maldiciendo en mi interior aquella luz que no me deja dormir. Gimo, molesta, antes de coger el borde de la manta con mis manos y tirar de ella, echándola sobre mi cara para escapar de aquella luz. Me muevo bajo las mantas encogiéndome sobre mí misma, deseando volver a dormirme y continuar un sueño, que en aquel momento no recuerdo, pero que ha dejado una sensación placentera.
Cuando me doy cuenta de que no puedo volver a dormirme abro los ojos lentamente, parpadeando varias veces e intentando enfocar bien. Quito las mantas que hay sobre mi cara y me incorporo, notando mi espalda algo agarrotada, como si por la noche hubiera dormido retorcida.
Miro a mi alrededor algo desconcertada, sin reconocer el lugar ni nada de lo que veo, hasta que recuerdo dónde estoy y cómo he llegado allí. Por la luz que entra en la habitación me doy cuenta de que es algo tarde y no muy temprano, como había pensado en un principio.
- ¿Cuánto he dormido? - pregunto, con una mueca al escuchar mi voz algo ronca y mi cabeza algo embotada, como si le costara funcionar. Soplo un mechón de pelo que cae frente a mis ojos para apartarlo, y paso las manos por él, intentando arreglarlo un poco y deshacer algunos nudos que se han formado en él.
Hago la intención de salir de la cama, pero al sacar una pierna noto algo de frío y vuelvo a taparme, tumbándome otra vez y echando la manta sobre mi cara con un pequeño gemido.
- Tengo un dolor de cabeza horrible - mascullo con la voz algo ahogada por las mantas que tengo encima.
No me opuse ni dije nada cuando me cogió entre sus brazos, ofreciéndose a dejarme en la cama. Sonreí débilmente cuando susurró que me dejaría pintar con sus materiales, sentándose a mi lado en el borde de la cama.
- No duermas en el suelo - susurro, con esfuerzo, en un intento de convencerlo para que no se tumbe sobre las mantas que había preparado junto a la chimenea.
Cierro los ojos lentamente sin poder hacer nada para evitarlo, sumiéndome en un profundo sueño. Lo último que pienso es en la comodidad de aquella cama y el suave olor a pintura que hay por toda la casa.
Me despierto cuando un rayo de luz se cuela por la ventana, cayendo sobre mi cara y calentando mis mejillas. Sin abrir los ojos frunzo el ceño y arrugo la nariz, maldiciendo en mi interior aquella luz que no me deja dormir. Gimo, molesta, antes de coger el borde de la manta con mis manos y tirar de ella, echándola sobre mi cara para escapar de aquella luz. Me muevo bajo las mantas encogiéndome sobre mí misma, deseando volver a dormirme y continuar un sueño, que en aquel momento no recuerdo, pero que ha dejado una sensación placentera.
Cuando me doy cuenta de que no puedo volver a dormirme abro los ojos lentamente, parpadeando varias veces e intentando enfocar bien. Quito las mantas que hay sobre mi cara y me incorporo, notando mi espalda algo agarrotada, como si por la noche hubiera dormido retorcida.
Miro a mi alrededor algo desconcertada, sin reconocer el lugar ni nada de lo que veo, hasta que recuerdo dónde estoy y cómo he llegado allí. Por la luz que entra en la habitación me doy cuenta de que es algo tarde y no muy temprano, como había pensado en un principio.
- ¿Cuánto he dormido? - pregunto, con una mueca al escuchar mi voz algo ronca y mi cabeza algo embotada, como si le costara funcionar. Soplo un mechón de pelo que cae frente a mis ojos para apartarlo, y paso las manos por él, intentando arreglarlo un poco y deshacer algunos nudos que se han formado en él.
Hago la intención de salir de la cama, pero al sacar una pierna noto algo de frío y vuelvo a taparme, tumbándome otra vez y echando la manta sobre mi cara con un pequeño gemido.
- Tengo un dolor de cabeza horrible - mascullo con la voz algo ahogada por las mantas que tengo encima.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Ladeé la cabeza observando a la muchacha en sus últimos momentos de lucidez antes de quedarse dormida completamente. Alcé ambas cejas con algo de sorpresa por su énfasis con lo de dormir en la cama con ella y negué lentamente con la cabeza, sonriendo, y me volví para sentarme de nuevo frente al fuego, retomando mi lienzo.
Estuve dibujando relajadamente durante un rato más, hasta que el sueño se apoderó de mis cuerpo, mis párpados y terminé por dejarme caer sobre las mantas, dejando que me invadiese aquel sopor tan reconfortante hasta quedar sin sentido.
Normalmente no soñaba, solo sabía que cuando me levantaba por las mañanas la postura era totalmente distinta a la que había tomado al dormir, y no fue distinto en aquella ocasión. La línea de luz de las horas mañaneras se filtraba por el ventanal, recorriendo a medida que avanzaban los minutos, el largo de la casa que daba alcance, llegando finalmente hasta mi rostro. Con la mano me cubro los ojos, rascándome la nariz –con la mano manchada de carboncillo- y ruedo hasta darme con el borde de la cama haciendo un ruido sordo tras chocar. En ese momento me despierto, abriendo los ojos y miro alrededor, habiendo olvidado por un momento que había dormido en el suelo, pensaba que me había caído de la cama en algún momento de la noche. Sacudí la cabeza y miré hacia la cama, Vianna se dejaba entrever bajo las sabanas, vislumbrando levemente una cabellera cobriza. Entonces caigo en la cuenta y me siento, dándole la espalda y desperezándome en silencio.
Me acerqué gateando hasta el ventanal y dejé que el sol me bañara durante unos minutos. Cómo si esa luz recargara de energía cubriendo mi piel. Me sacudí en un gustoso escalofrío y empecé a moverme por la habitación, estirando los brazos a medida que avanzaba hasta la alacena y cogía comida que llevarme a la boca. También preparé la tetera para hacer más té.
Pasaron los minutos y el sol siguió avanzando por el cuarto, posándose en la cama y haciendo despertar a Vianna de una forma un tanto curiosa. Lo observaba todo mientras comía, sentado en el suelo al lado del ventanal.
-Buenos días dormilona –saludé desde mi posición y me llevé un trozo considerable de bollo a la boca. Éste tenía pasas y el amargo sabor le daba un toque especial- pues bastante y bien profundamente, estoy seguro de que normalmente no duermes tanto, sino no te dolería la cabeza –aventuré y enarqué una ceja, sonriendo de medio lado.
Alargué el brazo para tomar la taza de té y me la llevé a los labios, dando un buen sorbo.
Estuve dibujando relajadamente durante un rato más, hasta que el sueño se apoderó de mis cuerpo, mis párpados y terminé por dejarme caer sobre las mantas, dejando que me invadiese aquel sopor tan reconfortante hasta quedar sin sentido.
Normalmente no soñaba, solo sabía que cuando me levantaba por las mañanas la postura era totalmente distinta a la que había tomado al dormir, y no fue distinto en aquella ocasión. La línea de luz de las horas mañaneras se filtraba por el ventanal, recorriendo a medida que avanzaban los minutos, el largo de la casa que daba alcance, llegando finalmente hasta mi rostro. Con la mano me cubro los ojos, rascándome la nariz –con la mano manchada de carboncillo- y ruedo hasta darme con el borde de la cama haciendo un ruido sordo tras chocar. En ese momento me despierto, abriendo los ojos y miro alrededor, habiendo olvidado por un momento que había dormido en el suelo, pensaba que me había caído de la cama en algún momento de la noche. Sacudí la cabeza y miré hacia la cama, Vianna se dejaba entrever bajo las sabanas, vislumbrando levemente una cabellera cobriza. Entonces caigo en la cuenta y me siento, dándole la espalda y desperezándome en silencio.
Me acerqué gateando hasta el ventanal y dejé que el sol me bañara durante unos minutos. Cómo si esa luz recargara de energía cubriendo mi piel. Me sacudí en un gustoso escalofrío y empecé a moverme por la habitación, estirando los brazos a medida que avanzaba hasta la alacena y cogía comida que llevarme a la boca. También preparé la tetera para hacer más té.
Pasaron los minutos y el sol siguió avanzando por el cuarto, posándose en la cama y haciendo despertar a Vianna de una forma un tanto curiosa. Lo observaba todo mientras comía, sentado en el suelo al lado del ventanal.
-Buenos días dormilona –saludé desde mi posición y me llevé un trozo considerable de bollo a la boca. Éste tenía pasas y el amargo sabor le daba un toque especial- pues bastante y bien profundamente, estoy seguro de que normalmente no duermes tanto, sino no te dolería la cabeza –aventuré y enarqué una ceja, sonriendo de medio lado.
Alargué el brazo para tomar la taza de té y me la llevé a los labios, dando un buen sorbo.
Kyo Vooch- Cambiante Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Cuando escuché a Kyo decir que había dormido bastante y de forma profunda no pude evitar que un rubor tiñera mis mejillas de rojo. Di gracias de estar debajo de las mantas para que no pudiera verme ruborizarme.
No quería que Kyo me viera recién levantada, yo no era como esas chicas sofisticadas y hermosas de alta cuna, no era de esas chicas que se levantan a la mañana siguiente impolutas, con todo en su sitio y con un brillo en los ojos, yo era todo lo contrario. Cuando me levantaba muchas veces lo hacía de mal humor, me solía despertar con todo el pelo enredado y revuelto por mi cara, mi voz tardaba un poco en volver a su tono normal y dejar de sonar grave, e incluso había veces que me despertaba con restos de saliva por la cara porque claro, la única manera que sabía de ser sofisticada era babeando una almohada...
- ¿Cuánto tiempo llevar mirándome dormir? - le pregunto a Kyo, aún bajo las mantas - Es siniestro - al final decido destaparme y salir de la cama, simplemente porque me siento algo incómoda con aquella situación. Cuando lo hago intento evitar mirarle, agachando la cabeza y dejando que el pelo caiga sobre mi cara para que no vea el rojo de mis mejillas. Al salir de la cama me fijo en las mantas de hay junto a la chimenea y al hacerlo no puedo evitar cruzarme de brazos, y lanzar a Kyo una mirada acusatoria.
- Has dormido en el suelo - intento que mi voz tenga un tono de dureza y al sonar algo ronca lo consigo - Te dije que no lo hicieras, es tu casa y yo soy una cazadora que se ha aprovechado de tu... amabilidad - digo mientras camino hacia el pequeño cuarto de baño, únicamente para escapar del campo de visión de Kyo y poder aclarar un poco mis ideas.
Ya en el pequeño cuarto cierro la puerta detrás de mí para poder vestirme y adecentarme un poco. Paso los dedos por mi pelo enredado, intentando devolver los mechones a su lugar original y dejar de tenerlos por la cara. Me vuelvo a poner las botas y el corsé de cuero que dejé la noche anterior en el baño, y cuando creo que estoy más o menos presentable vuelvo a salir, esta vez ya mirando a Kyo a la cara, después de que el rojo de mis mejillas menguara un poco.
- Bueno, quiero dejar claro que si tienes intención de presumir frente a tus amigos que has pasado la noche con una impresionante pelirroja, la cual no se pudo resistirse a tus encantos, te doy permiso - digo con una pícara sonrisa mientras me acerco a él - No me importa, soy generosa y comprensiva, me gusta ayudar al prójimo - me encojo de hombros como quien no quiere la cosa llegando a su lado. Le doy un pequeño golpecito en el brazo, picándole, antes de caminar hacia la alacena para coger algo de comer. Mientras camino, como si mi estómago lo hubiera notad se queja por la falta de comida.
Me tomo unos segundos para elegir bien el qué cogerme, al final acabo eligiendo coger un pedazo del mismo bollo que Kyo estaba comiendo cuando desperté. Hacía bastante tiempo que no probaba las pasas. Me doy la vuelta y vuelvo a su lado mientras mastico el dulce.
- ¿Seguro que has dormido bien en el suelo? - pregunto, fuera de bromas, esperando que me responda con un "no" únicamente para sentirme menos culpable por haberle ocupado la cama.
No quería que Kyo me viera recién levantada, yo no era como esas chicas sofisticadas y hermosas de alta cuna, no era de esas chicas que se levantan a la mañana siguiente impolutas, con todo en su sitio y con un brillo en los ojos, yo era todo lo contrario. Cuando me levantaba muchas veces lo hacía de mal humor, me solía despertar con todo el pelo enredado y revuelto por mi cara, mi voz tardaba un poco en volver a su tono normal y dejar de sonar grave, e incluso había veces que me despertaba con restos de saliva por la cara porque claro, la única manera que sabía de ser sofisticada era babeando una almohada...
- ¿Cuánto tiempo llevar mirándome dormir? - le pregunto a Kyo, aún bajo las mantas - Es siniestro - al final decido destaparme y salir de la cama, simplemente porque me siento algo incómoda con aquella situación. Cuando lo hago intento evitar mirarle, agachando la cabeza y dejando que el pelo caiga sobre mi cara para que no vea el rojo de mis mejillas. Al salir de la cama me fijo en las mantas de hay junto a la chimenea y al hacerlo no puedo evitar cruzarme de brazos, y lanzar a Kyo una mirada acusatoria.
- Has dormido en el suelo - intento que mi voz tenga un tono de dureza y al sonar algo ronca lo consigo - Te dije que no lo hicieras, es tu casa y yo soy una cazadora que se ha aprovechado de tu... amabilidad - digo mientras camino hacia el pequeño cuarto de baño, únicamente para escapar del campo de visión de Kyo y poder aclarar un poco mis ideas.
Ya en el pequeño cuarto cierro la puerta detrás de mí para poder vestirme y adecentarme un poco. Paso los dedos por mi pelo enredado, intentando devolver los mechones a su lugar original y dejar de tenerlos por la cara. Me vuelvo a poner las botas y el corsé de cuero que dejé la noche anterior en el baño, y cuando creo que estoy más o menos presentable vuelvo a salir, esta vez ya mirando a Kyo a la cara, después de que el rojo de mis mejillas menguara un poco.
- Bueno, quiero dejar claro que si tienes intención de presumir frente a tus amigos que has pasado la noche con una impresionante pelirroja, la cual no se pudo resistirse a tus encantos, te doy permiso - digo con una pícara sonrisa mientras me acerco a él - No me importa, soy generosa y comprensiva, me gusta ayudar al prójimo - me encojo de hombros como quien no quiere la cosa llegando a su lado. Le doy un pequeño golpecito en el brazo, picándole, antes de caminar hacia la alacena para coger algo de comer. Mientras camino, como si mi estómago lo hubiera notad se queja por la falta de comida.
Me tomo unos segundos para elegir bien el qué cogerme, al final acabo eligiendo coger un pedazo del mismo bollo que Kyo estaba comiendo cuando desperté. Hacía bastante tiempo que no probaba las pasas. Me doy la vuelta y vuelvo a su lado mientras mastico el dulce.
- ¿Seguro que has dormido bien en el suelo? - pregunto, fuera de bromas, esperando que me responda con un "no" únicamente para sentirme menos culpable por haberle ocupado la cama.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Me daba golpecitos en el pecho para ayudar a que el bollo mezclado con el té pasara más fácilmente por mi esófago. Realmente cuando algo de comer me gustaba, me era difícil ser discreto a la hora de zampar.
- En verdad desde mi posición, poco o casi nada. Te has pasado todo el rato con las mantas hasta arriba –admito mientras hago el gesto con la mano señalando más o menos la altura de la nariz, que es por donde seguramente habría tenido las mantas. Me encojo de hombros ante su acusadora mirada y sonrío sin más. Apenas podía vislumbrar el rostro de Vianna por culpa del pelo que le cubría la cara, pero tampoco le iba a decir nada. Tenía entendido que muchas mujeres tenían un despertar algo turbio o extraño, sobre todo acomplejadas por su aspecto y por eso mantuve la boca cerrada. Me di cuenta de que mis pensamientos eran correctos cuando la vi enfilarse hacia el baño. Minipunto para los chicos.
Apoyé la cabeza en la pared, mirando de soslayo las calles parisienses que se dejaban ver desde el ventanal. Hoy al menos hacía sol. ¿Podría salir y dejar en libertad la otra parte de mi? Era como si en mi interior una vocecilla me lo pidiese a gritos, ya que se lo privé la noche anterior tras aquel… encuentro.
Entonces caí en la cuenta. Estaba Vianna. Aunque ella estaba al corriente de su condición, no estaba seguro de si sería bueno mostrarle o dejarme ver en mi forma zorruna, pues era algo privado en cierto sentido y no me veía con la suficiente confianza. Quizá ella querría pintar, ya que anoche se lo había ofrecido, pero bueno, sería mejor preguntárselo un poco más adelante.
Alcé la vista en silencio cuando la vi aparecer por el marco de la puerta del baño. Se había puesto la ropa de anoche, aunque sus ropas de cazadora seguían descansando sobre la mesa y parecía que se había colocado el cabello. Reí por su comentario sin poder evitarlo y, por qué no, le seguí el juego con el mismo tono.
-Realmente no me hace falta mentir para mantener alta mi reputación –dije y le dediqué una sonrisa de medio lado que se me antojó irresistible (modo creido On)-. Aparte, quizá estaría mejor dicho que fueras tú la que presumieras por haber pasado la noche al lado de semejante monumento de hombre –hice un movimiento de cejas sutil, alzándolas y haciéndolas volver a su sitio y reí, haciendo un gesto con la mano quitándole importancia.
-Créeme si quisiera conquistarte no habría sido de la noche a la mañana, para cortejar a una mujer requiere tiempo –le guiño un ojo y vuelvo a centrar mi atención en el bollo. Entrecierro los ojos al notar su toque sutil en el hombro y sonrío, llevándome un trozo del bollo con pasas a la boca. Negué con la cabeza cuando me preguntó por haber dormido en el suelo-. Ni me ha disgustado ni me ha gustado, yo cuando duermo parezco un oso hibernando, no me entero de nada –afirmé y me encogí de hombros.
- En verdad desde mi posición, poco o casi nada. Te has pasado todo el rato con las mantas hasta arriba –admito mientras hago el gesto con la mano señalando más o menos la altura de la nariz, que es por donde seguramente habría tenido las mantas. Me encojo de hombros ante su acusadora mirada y sonrío sin más. Apenas podía vislumbrar el rostro de Vianna por culpa del pelo que le cubría la cara, pero tampoco le iba a decir nada. Tenía entendido que muchas mujeres tenían un despertar algo turbio o extraño, sobre todo acomplejadas por su aspecto y por eso mantuve la boca cerrada. Me di cuenta de que mis pensamientos eran correctos cuando la vi enfilarse hacia el baño. Minipunto para los chicos.
Apoyé la cabeza en la pared, mirando de soslayo las calles parisienses que se dejaban ver desde el ventanal. Hoy al menos hacía sol. ¿Podría salir y dejar en libertad la otra parte de mi? Era como si en mi interior una vocecilla me lo pidiese a gritos, ya que se lo privé la noche anterior tras aquel… encuentro.
Entonces caí en la cuenta. Estaba Vianna. Aunque ella estaba al corriente de su condición, no estaba seguro de si sería bueno mostrarle o dejarme ver en mi forma zorruna, pues era algo privado en cierto sentido y no me veía con la suficiente confianza. Quizá ella querría pintar, ya que anoche se lo había ofrecido, pero bueno, sería mejor preguntárselo un poco más adelante.
Alcé la vista en silencio cuando la vi aparecer por el marco de la puerta del baño. Se había puesto la ropa de anoche, aunque sus ropas de cazadora seguían descansando sobre la mesa y parecía que se había colocado el cabello. Reí por su comentario sin poder evitarlo y, por qué no, le seguí el juego con el mismo tono.
-Realmente no me hace falta mentir para mantener alta mi reputación –dije y le dediqué una sonrisa de medio lado que se me antojó irresistible (modo creido On)-. Aparte, quizá estaría mejor dicho que fueras tú la que presumieras por haber pasado la noche al lado de semejante monumento de hombre –hice un movimiento de cejas sutil, alzándolas y haciéndolas volver a su sitio y reí, haciendo un gesto con la mano quitándole importancia.
-Créeme si quisiera conquistarte no habría sido de la noche a la mañana, para cortejar a una mujer requiere tiempo –le guiño un ojo y vuelvo a centrar mi atención en el bollo. Entrecierro los ojos al notar su toque sutil en el hombro y sonrío, llevándome un trozo del bollo con pasas a la boca. Negué con la cabeza cuando me preguntó por haber dormido en el suelo-. Ni me ha disgustado ni me ha gustado, yo cuando duermo parezco un oso hibernando, no me entero de nada –afirmé y me encogí de hombros.
Kyo Vooch- Cambiante Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Pongo los ojos en blanco cuando le oigo decir que debería ser yo la que tiene que presumir de haber pasado la noche con él, aunque acabo riendo. - Tranquilo, en cuanto salga de aquí lo primero que haré será ir a contarle a todo París que he tenido la oportunidad de dormir contigo a los pies de mi cama - digo antes de sacarle la lengua.
Me como el bollo con gusto, terminándolo, mientras le escucho hablar sobre cómo cortejar a una dama y lo poco que le importó dormir en el suelo.
Camino hacia la ventana que hay, por donde momentos antes se colaba la luz que me ha despertado, y abro los ventanales dejando que un frío matinal inunde la casa. Me apoyo un poco sobre la cornisa, estirando mi cuerpo hacia fuera y mirando las vistas, dejando que el característico olor de una mañana de invierno me despeje.
Cuando noto la nariz lo suficientemente fría vuelvo a entrar, girándome hacia Kyo, apoyándome contra la cornisa y cruzándome de brazos, con una sonrisa juguetona en mis labios.
- Así que te crees todo un galán en mujeres ¿eh? - pregunto con un tono divertido - A mí me pareces el típico chico que trabaja duro para ganarse dinero y está enamorado de una chica, seguramente de clase alta, a la que le es imposible acceder pero intenta reunir una pequeña fortuna para poder ir a pedir la mano de su dama - me acerco a él, interpretando mi papel de "enamorada" - Oh querido Kyo, ¿cuántas veces tendré que decirte que no podemos estar juntos? mi padre no lo aprobaría, ya me está buscando un rico marido con el que casarme... Oh, mi vida es tan desgraciada - dramatizo, con una voz chillona, llevándome una mano a la frente, separándome de él y caminando de espaldas mientras sigo quejándome de lo dura que es mi vida, hasta que mis piernas chocan con el borde de la cama haciendo caer de espaldas en ella, quedando una caída muy "dramática" que pone final a mi perfecta actuación.
Me incorporo un poco, apoyándome sobre mis antebrazos y miro a Kyo con una media sonrisa, aguantándome la risa.
- ¿Verdad que sí? - pregunto - Y dime, oh gran seductor de mujeres, ¿qué tienes preparado para mí hoy? ¿o tengo que fingir mi papel de despechada? si quieres podemos ir a ver a esa mujercita tuya de alta clase y yo me hago pasar por una novia tuya, seguro que eso la pone celosa - planeo, estirando una pierna hacia él y encogiéndome de hombros inocentemente.
Me como el bollo con gusto, terminándolo, mientras le escucho hablar sobre cómo cortejar a una dama y lo poco que le importó dormir en el suelo.
Camino hacia la ventana que hay, por donde momentos antes se colaba la luz que me ha despertado, y abro los ventanales dejando que un frío matinal inunde la casa. Me apoyo un poco sobre la cornisa, estirando mi cuerpo hacia fuera y mirando las vistas, dejando que el característico olor de una mañana de invierno me despeje.
Cuando noto la nariz lo suficientemente fría vuelvo a entrar, girándome hacia Kyo, apoyándome contra la cornisa y cruzándome de brazos, con una sonrisa juguetona en mis labios.
- Así que te crees todo un galán en mujeres ¿eh? - pregunto con un tono divertido - A mí me pareces el típico chico que trabaja duro para ganarse dinero y está enamorado de una chica, seguramente de clase alta, a la que le es imposible acceder pero intenta reunir una pequeña fortuna para poder ir a pedir la mano de su dama - me acerco a él, interpretando mi papel de "enamorada" - Oh querido Kyo, ¿cuántas veces tendré que decirte que no podemos estar juntos? mi padre no lo aprobaría, ya me está buscando un rico marido con el que casarme... Oh, mi vida es tan desgraciada - dramatizo, con una voz chillona, llevándome una mano a la frente, separándome de él y caminando de espaldas mientras sigo quejándome de lo dura que es mi vida, hasta que mis piernas chocan con el borde de la cama haciendo caer de espaldas en ella, quedando una caída muy "dramática" que pone final a mi perfecta actuación.
Me incorporo un poco, apoyándome sobre mis antebrazos y miro a Kyo con una media sonrisa, aguantándome la risa.
- ¿Verdad que sí? - pregunto - Y dime, oh gran seductor de mujeres, ¿qué tienes preparado para mí hoy? ¿o tengo que fingir mi papel de despechada? si quieres podemos ir a ver a esa mujercita tuya de alta clase y yo me hago pasar por una novia tuya, seguro que eso la pone celosa - planeo, estirando una pierna hacia él y encogiéndome de hombros inocentemente.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Por amor... ¿al arte? [Priv. KYO VOOCH]
Solté una carcajada por su comentario y agradecí el hecho de que Vianna tomara la iniciativa de abrir un poco los ventanales para airearnos. Seguí bebiendo de mi taza, cogiéndola con ambas manos para sentir su calor en ellas, apoyado como estaba en la pared podía observar las reacciones de la cazadora.
Escuché su teoría arrugando los labios y sonreí después, riendo finalmente por su actuación.
-En serio deberías ser actriz, te pega más –dije y me incorporé, dejando la taza en el suelo. Ladeé la cabeza, observando su último movimiento hasta dejarse caer con aire dramático sobre la cama. Cerré los ojos y negué lentamente con la cabeza, cruzándome de brazos ante su pregunta- no das una. ¿En serio te parezco un tipo así? –alzo la vista para mirarla y sonrío, avanzando hacia ella con toda la tranquilidad, sin cambiar mi gesto.
-No hay ninguna chica en mi mente –dije soltando los brazos y encogiéndome de hombros. Sinceramente pensaba que era algo bastante problemático, si quería tener relaciones, más sencillo era ir a una casa dedicada a ello donde no tenía que dar explicaciones y podría desahogarme a gusto. Claro que por otro lado, nunca había sentido la calidez de tener una persona a la que amar o proteger, con la que estar a su lado. Y tampoco era algo que realmente tuviera en mente… de momento.
Seguí avanzando hasta colocarme frente a su pierna estirada y, como quien no quiere la cosa alcé la mano para sostenerla por su talón- Dime, ¿soy yo…? –la miré a los ojos, enarcando una ceja-… ¿o te veo con ganas realmente de que algo así no fuera solo fingido? –pregunté dándole un matíz picarón y le dediqué una sonrisa de medio lado.
Había que admitir que después de darle tantas vueltas al tema bohemio ya empezaban a formárseme en la cabeza ideas confusas sobre las palabras de Vianna. ¿Simplemente decía esas cosas para ‘picarme’ un poco? ¿O realmente había algo en mi que le había llamado la atención?
-Estoy abierto a cualquier idea –dije retomando la pregunta que hizo anteriormente sobre los planes para el día.
Escuché su teoría arrugando los labios y sonreí después, riendo finalmente por su actuación.
-En serio deberías ser actriz, te pega más –dije y me incorporé, dejando la taza en el suelo. Ladeé la cabeza, observando su último movimiento hasta dejarse caer con aire dramático sobre la cama. Cerré los ojos y negué lentamente con la cabeza, cruzándome de brazos ante su pregunta- no das una. ¿En serio te parezco un tipo así? –alzo la vista para mirarla y sonrío, avanzando hacia ella con toda la tranquilidad, sin cambiar mi gesto.
-No hay ninguna chica en mi mente –dije soltando los brazos y encogiéndome de hombros. Sinceramente pensaba que era algo bastante problemático, si quería tener relaciones, más sencillo era ir a una casa dedicada a ello donde no tenía que dar explicaciones y podría desahogarme a gusto. Claro que por otro lado, nunca había sentido la calidez de tener una persona a la que amar o proteger, con la que estar a su lado. Y tampoco era algo que realmente tuviera en mente… de momento.
Seguí avanzando hasta colocarme frente a su pierna estirada y, como quien no quiere la cosa alcé la mano para sostenerla por su talón- Dime, ¿soy yo…? –la miré a los ojos, enarcando una ceja-… ¿o te veo con ganas realmente de que algo así no fuera solo fingido? –pregunté dándole un matíz picarón y le dediqué una sonrisa de medio lado.
Había que admitir que después de darle tantas vueltas al tema bohemio ya empezaban a formárseme en la cabeza ideas confusas sobre las palabras de Vianna. ¿Simplemente decía esas cosas para ‘picarme’ un poco? ¿O realmente había algo en mi que le había llamado la atención?
-Estoy abierto a cualquier idea –dije retomando la pregunta que hizo anteriormente sobre los planes para el día.
Kyo Vooch- Cambiante Clase Media
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