Placer y melancolía [Libre]

por **Henriette Blois** Dom Ene 19, 2014 6:48 pm

Había decidido salir temprano del burdel, y corrí con suerte, solamente había tenido dos clientes y ambos iban apurados. Seguramente sus queridas esposas los estarían esperando en sus casas, esas mujeres que solo servían de adorno, muchas de ellas veían el sexo como una aberración, algo que iba en contra de sus principios, ya que esto solo lo harían para consumar el matrimonio o para procrear, pero como placer, ¡Por Dios, eso era un abominación!, jajaja, me daban tanta risa; por actitudes como esa yo tenía a sus esposos a mis pies, yo siempre estaba disponible para todo lo que desearán, para hacer realidad todas sus fantasías, para saciar todos y cada uno de sus instintos carnales. ¡Y a mí me gustaba hacer eso!, sus miradas sobre todo mi cuerpo, su piel rosando la mía, volverlos locos, hacerlos querer cada vez más; y vaya que lo hacían si llegaba un nuevo cliente, no tardaba mucho en volver y sus visitas se hacían muy frecuentes.
Pero, como siempre, no hay nada perfecto, llegaban estos ataques tan horribles de tristeza, de añoranza de algo que sabía que jamás volvería a tener, me hundía en mi depresión… y en el alcohol. Antes de salir del burdel había tomado un “poco” de whiskey y robé una botella de vino del bar, no me había puesto nada encima, deje el vestido en el cuarto, solo llevaba el camisón semitransparente, el corsé bien ajustado, el liguero y las medias de seda; me puse un abrigo grueso, las botas y salí. Caminaba bajo la tenue luz de la luna y en medio de la calle, al parecía que todo mundo estaba en sus casas pues no había ni un alma en la calle, iba girando mientras caminaba, tomando tragos de vino de vez en cuando, reía por nada y seguía caminando.
Cerca de mi casa encontré a una pareja, aparentemente acababan de bajar del carruaje e iban a entrar a su casa, me acerque a ellos. – ¿Cómo estas mon chér?, ¿Quieres mi compañía esta noche?- dije mientras ponía mi mano en su mejilla, y con la otra abría mi abrigo, su esposa me miraba de una forma alarmante - No me molestaría incluir a tu esposa, podríamos hacer un ménage à trois, les haría un descuento- dije sonriendo sarcásticamente; el hombre empujo mi mano y entró a su casa.
Camine de nuevo ahora con llorando, vaciando la botella, me detuve y me senté en el piso, me sentía estúpidamente melancólica y sola, la tristeza me invadía cada vez más y no sabía cómo detenerla, estaba ahí, sola, en medio de la calle, llena de lágrimas y de soledad…

por **Sean O'Rouke** Miér Ene 22, 2014 11:06 pm

Siguiendo la costumbre divina para cualquier escocés, había salido esa tarde-noche en busca de amigos.
Tenia algunos marineros conocidos en las tabernas mas cercanas al centro, aunque la mayoría se concentraba en el puerto algunos pretendían ser mas que simples clientes habitué de esos lugares y se animaban a buscar lugares mas prometedores.

Así fue que Sean terminó en una taberna con sus amigos, con su chopp de cerveza en mano y bailando hasta que el sol bajó por completo para esconderse por el oeste como si nunca hubiese estado allí. Era viernes y el animó era muy distinto al que se presentaba los lunes por la mañana cuando al inicio de las actividades nada vendría mejor que dormir un poco mas y descansar de los ajetreados fines de semana. Su camisa ya estaba desabrochada para las once de la noche y las partidas de truco estaban dando ganancias. Apostó un reloj regalado y ganó, una buena racha, según él, gracias a la pata de conejo que guardaba con él muy cercana a su bolsillo donde guardaba las monedas ganadas.

Apenas pasada media hora y con el alcohol aun corriendo, las apuestas iban mejor que nunca, cuando uno de los participantes se paró de la mesa golpeándola con furia al saberse perdedor de gran parte de su fortuna y comenzó con el estallido de furia.

-¡¡¡Estas haciendo trampa muchacho!!! - gritó eufórico, presa del alcohol y la ira. Su chopp de cerveza termino estrellado en el piso y el salón acalló dando lugar a un silencio parecido a un sepulcro. Sean se atajó, levantándose de la silla y subiendo sus manos mostrando que no tenia nada que esconder ni que mentirle al resto. A pesar de ella, el robusto hombre enojado no dudó.
El silencio se cortó con un golpe seco en la pared, producto de un golpe que el beodo había tratado de asestarle al marinero y esto desencadenó una trifulca. El salón pasó a ser una batalla campal, entre brazos desnudos de hombres musculosos, botellas que volaban en busca de asestar algún que otro golpe y los empujones propios de la contienda.

A los pocos minutos la policía se hizo presente en el lugar y el grupo de marineros decidió partir de allí. Sean ya algo cansado comenzó a caminar por su lado, ya que el resto del grupo había decidido seguir buscando mas aventuras en un burdel cercano. Caminó apenas unas tres cuadras yendo hacia el lado del puerto cuando divisó una dama taconeando en la calle, con cierta dificultad para caminar, pudo notar su estado algo eufórico también por el alcohol y sin ánimos de molestar se acercó a ella.

Cuando la alcanzó esta se había sentado en la vereda, con la botella en sus manos y el alcohol aun bailando en sus labios. Se notaban sus ojos vidriosos, una pena la aquejaba.
-El alcohol es un buen quita-penas Madamme, pero no siempre es buena compañía - dijo al acercarse con premura, manteniendo sus manos dentro de los bolsillos en actitud pacífica.

por **Henriette Blois** Mar Ene 28, 2014 10:22 am

Escuche unos paso detrás de mí, pasos de hombre, estaba segura, tanto tiempo de escucharlos en el burdel que había aprendido a reconocerlos, se distinguían del bamboleante andar de una cortesana. Y a pesar de todo, de que me sentía sola y no quería perderme por completo en el alcohol, no deseaba compañía no me agradaba que alguien me viera o hablará sin yo permitirlo, yo era la que debía hacerlo; así como en el burdel, el hombre me tenía que agradar a mi no yo él, era muy selectiva al momento de elegir que hombre sería el dueño de mis caricias y mis pasiones cada noche, sabía seducirlos a la perfección, incluso cuando algunas veces solo iban por un rato, yo hacía que se quedaran toda lo noche.

¿Qué el alcohol no era un buen compañero?, vaya que no lo era pero en ese momento parecía mejor que otras cosas, enjugué un poco las lágrimas de mis ojos y con una sonrisa de medio lado contesté – Y si vieras que bien las quita, pero ¿Por qué lo de mala compañía? ¿Acaso tu serías una mejor?- Reí sarcásticamente y me levante del suelo, ¿a qué venía este hombre?
Caminé hacia el moviendo mis caderas de un lado a otro, no me sentía tan mareada ya y podía caminar un poco mejor, su silueta se acentuaba en la noche a la luz de una de las farolas de la calle, parecía un hombre despreocupado y algo desaliñado, no era de la clase de hombre que me gustaban, que me meterían conmigo al burdel, pero si del tipo de los que me divertían en uno que otra noche de las que me escapaba del burdel.

– ¿Es deber suyo rescatar a las damiselas ebrias a mitad de la noche que vagan solas por las calles?, sepa usted que no lo soy, ebria tal vez, pero damisela nunca- Me acerqué peligrosamente a su cara, tal vez se pondría nervioso, tal vez no… -Así que no se preocupe no necesito de su ayuda en este momento, mi nombre es Henriette- Le extendí la mano y coloqué la otra en mi cintura con aire de suficiencia, no sabía porque le había dicho mi nombre pero ya estaba hecho, ¿Qué sería lo que me respondería él?...

por **Sean O'Rouke** Mar Ene 28, 2014 2:26 pm

El hombre no pudo mas que reírse, le encantaba las formas de la mujer, no era como se la esperaba, una mujer tímida, callada y dulce. Estas eran de las pocas que se podían contar con los dedos de la manos, posiblemente su lengua fuera filosa, agresiva de carácter.
No podía negarse a confirmar que le gustaban y le parecían de lo mas tentadoras, mas aun cuando la noche caía sobre ellos como un manto y era difícil ver mujeres caminando solas por la calle como si se tratara del día.

-Mire, no se si seré la mejor de las compañías que alguien puede tener, tengo amigos y ellos parecen conformes- dijo elevando un poco los hombros -Pero estoy seguro que soy mejor que el alcohol, porque después de pasar tiempo en mi compañía a diferencia de él- menciono señalando la botella en la mano de la dama -yo no dejo resaca por la mañana-

Elevó sus cejas un poco a la vez que ella se acercaba a hacerle el otro comentario y se presentaba como quien no quiere la cosa.
-Henriette, un nombre con carácter. Mi nombre es Sean- dijo con su habitual acento escocés -Rescatista de damiselas ebrias nocturnas, a sus servicios- agregó mientras fingía una reverencia de lo mas payasesca. -Hay que tener cuidado Mademoiselle Henriette, la noche suele estar llena de sorpresas que se ocultan en la oscuridad, mientras usted se pasea moviendo sus caderas sobre estos empedrados, ocultos mas allá de las luces hay seres que buscan mas que una simple charla informal o una presentación cordial. Ellos buscan vida, vida que no vale la pena perder. Esto me hace suponer, ahora que lo pienso bien, que deberé acompañarla a un lugar seguro muy a su pesar...- concluyó asintiendo con seriedad.

-Algo que no me permitiría es ver mañana su tierno rostro enmarcando el Victorian Times indicando la perdida de su joven vida a manos de un par de rufianes, solo porque usted se negó a mi compañía- el hombre no sabia si era el alcohol o solo los modos de la dama los que le daban el empuje para comportarse con tal descaro con una mujer de la sociedad. Este tipo de comportamientos eran de esperarse de un pescador pero no de un hombre de sociedad. Y se puso a pensar que era lo que ella podía hacerle? Era muy probable que recibiera un abofeteo o que terminara por patearlo en sus zonas bajas. Y recordó las palabras de su abuelo: "Quién no arriesga, no gana pequeño".

por **Henriette Blois** Miér Feb 12, 2014 9:27 pm

–No dejarás resaca, pero ¿dejas tan buen gusto en la boca como el vino?- dije sonriendo, llevando la botella a mi boca para dejar que escurriesen las últimas gotas de licor y caminando lentamente alrededor de él, observándolo de arriba abajo ¿era tan valiente como lo parecía?

-Pues ya le he dicho que no soy una damisela en peligro, así que no tiene de que preocuparse, he aprendido a cuidarme muy bien- dije tratando de descifrarlo, tratando de descubrir si merecía un poco de mi compañía; aunque le había dicho mi nombre, no significaba que confiaba en él para pasar la noche conmigo, necesitaba algo de distracción, tal vez lograra que no cayera en mi molesta melancolía, eso de perderme en el alcohol tan seguido ya no me estaba gustando.

-Créame- dije parándome nuevamente frente a él – conozco demasiado bien estas calles, no es la primera vez que la transito a estas horas, además de que mi empleo me permite conocer a gran variedad de hombres-dije insinuante, abriendo nuevamente un poco el abrigo que traía para que el pudiera observar la poca vestimenta que apenas si cubría mi cuerpo- una cortesana llega a conocer los temperamentos y actitudes más extraños con cada uno de sus clientes; le puedo decir que esos seres que usted me menciona yo ya los conozco, y no les tengo miedo, de hecho creo que ellos deberían temerme a mí, tengo demasiada vida para robar y no creo que ellos puedan con ella, o tal vez los deje agotados antes de que quieran tomarla- reí sarcásticamente- pero su proposición me parece interesante, así que ¿qué considera usted como un lugar seguro? ¿Á donde llevaría a una damisela en apuros, Sean?- cruce mis manos y deje caer un poco de mi peso sobre mi pie derecho, esperando la respuesta de mi acompañante nocturno.

Spoiler:

por **Sean O'Rouke** Jue Feb 13, 2014 9:48 am

Solo el calor del alcohol en el cuerpo le hacia olvidar el frío de la noche, lo estrellado que se presentaba el firmamento en esta oportunidad. La “dama en peligro” que obviamente no lo estaba demostraba su poder frente a Sean de una forma que no esperó en ningún momento, era arrebatadora y su carácter lo hubiera dejado mal parado en la acera de no ser por estar en plena noche hablando de cosas mundanas.
En un tono mas bajo respondió a su primera pregunta, no había motivos para responder fuerte, eran dos personas que estaban muy próximas y él sentía el taconeo de los zapatos de ella alrededor de él y su mirada clavada tomando nota de todo lo que observaba de la carcasa recia que recubría su ser – Mucho mas noble que la vid – y soltó la respiración suplicando tener a mano sus cigarrillos, el aroma a bebida alcohólica que manaba del cuerpo de Henriette cual perfume lo estaba embriagando de antemano, era un suave aroma que conquistaba con sensualidad implícita. No era asiduo del vino asi que no conocía bien su delicadeza.

Apenas notándolo vio como se colocaba nuevamente su figura desafiante frente a él, abriendo su abrigo además descubrió sus pocas vestimentas y terminó de adivinar el motivo por el cual no estaba en peligro y confirmó sus conclusiones. No es que fuera totalmente antinatural ver a una mujer caminando de noche vestida para la ocasión pero era extraño verla sola y mucho mas verla acompañada de una botella. Una exclamación de Sean quedó en el aire al notar una bella figura curvilínea y una suave piel bajo las pieles externas, sus pechos marcados y unas ligas que se aferraban a la cintura como si de ello dependiera el sostén. Igualmente y considerándolo una falta grave de respeto buscó volver nuevamente su mirada curiosa a los ojos de ella que obviamente se clavaron en los de él reclamando atención.

-Y eso depende Mademoiselle, si bien es cierto que no esta en peligro- dijo tocando con su mano el bolsillo de su chaqueta de algodón simple hasta encontrar la caja con cigarrillos y cerillas y sacarlos. – Nunca me topé con seres sobrenaturales en mis paseos nocturnos, o si, pero no lo noté. Los que los vieron cuentan que buscan refugio en Iglesias o centros de culto donde estos no pueden entrar, pero… no creo en esas cosas, imagino que si quisieran también encontrarían a la gente allí adentro.- colocó el cigarrillo en su boca y dio fuego a una de las cerillas de la pequeña cajita con un ágil movimiento.

- Pero, pienso de todos modos que hay mejores formas de pasar la noche antes que andar rebajándose a beber alcohol en la calle, al menos en un bar seria un poco mas decente, y mas divertido, o a la vera del muelle, eso si que es mas tranquilo, sabiendo las idioteces que los fumadores de opio pueden cometer – aclaró riéndose al recordar las incontables veces que veía a los marinos inconscientes como efecto de las drogas que tenían vía legal por esas zonas del puerto o algunos que en el afán de creerse con superpoderes terminaban cayendo de bruces en el agua dándole un espectáculo a la noche que no esperaba. Eran cosas habituales, le decían sus compañeros ya acostumbrados al salvataje y a ese tipo de acontecimientos. La primera vez que lo había visto había pensado que era una atrocidad ver como esta gente arriesgaba su vida de tal forma, pero estaba empezando a verle el lado cómico a la situación.

-Bueno, ¿que dice? Al menos me permitirá acompañarla a algún lado, sin ánimos de coquetearla Mademoiselle, se que bien podría asestarme una buena patada y deshacerse de mi fácilmente, admiro su talante y sobre todo su carácter, es que me parece que ambos estamos en una situación no muy buena y no creo que nada pueda empeorarla mas…- concluyó

por **Henriette Blois** Miér Feb 19, 2014 8:24 pm

-Tenga por seguro que hasta ahí los seguirían, yo creo en esos seres los he visto y no me sorprenden o paralizan, es más, se me hacen interesantes, la vez que me encontré con uno se veía hasta triste, que pena con él, ¿no lo cree?- Dije moviendo ligeramente mi cabeza hacia la derecha- Tal vez se sentía solo con su existencia, como yo me sentía hace unos momentos, pero ahora que lo pienso encontrar compañía es fácil, debió de ver la facilidad con la que me encontró el a mí-

Di un paso hacia atrás para poder observar mejor a mi acompañante nocturno, además de que había encendido un cigarrillo, cosa que yo detestaba, si algún cliente del burdel se me acercaba oliendo a tabaco me costaba demasiado elegirlo, debía ser muy buen prospecto para que yo accediera tenerlo entre mi cama y mis piernas, pues era un olor que apenas soportaba. –Tiene razón, es rebajarse demasiado, pero ¡soy una cortesana!, no cree que la gente cree que me he rebajado demasiado ya, así que no me importa, pero también he de decirle que no lo hago a menudo, de hecho es muy rara la ocasión, pero hoy me apetecía; además de que no me gusta ir a bares u otros lugares, hay personas que no me agradan del todo, solo tomó en el bar del burdel o en mi casa, de hecho me aguarda más vino y absynthe, pero ahora que lo encontré a usted me parece que tendrán que esperar-

El hombre era amable, o al menos por el momento no había intentado algo conmigo, a pesar de que sabía mi profesión, existían muchos hombres bárbaros que al verme así en vez de quererme llevar a algún lugar seguro, me habrían llevado a algún callejón; aunque esto nunca me había pasado, claro que iría con él, como negar un poco de distracción en mi vida, era algo que de vez en cuando necesitaba, y encontrar a hombres que se ofrecieran a esto tan sencillamente me parecía fenomenal. – Vamos pues, lléveme a algún lugar que crea conveniente, le doy mi permiso- dije poniendo mis manos en la cintura y observándolo fijamente –yo jamás haría eso, créame, hay mejores métodos para hacer que un hombre salga corriendo ante una frágil damisela –dije riendo, en ese momento me acerque lo más que pude a él, alce mi mano tomé el cigarrillo de su boca, lo tiré al suelo y con la punta de mi bota lo apagué, volví la mirada hacia él y lo besé en la comisura de los labios –Ahora sí, podemos irnos, y lo siento por su cigarrillo, se lo pagaré si usted quiere, pero es que en verdad odio es olor-

por **Sean O'Rouke** Sáb Feb 22, 2014 2:29 pm

Asintiendo respondió -Creo que tiene razón, no hay lugar seguro frente a estos seres, creo que la exposición a ellos es lo peor, es como una invitación. Aunque algunos dicen que solo entran a las casas con la invitación del que la habita únicamente-
Todo lo que Sean le comentaba no lo sabia de primera persona obviamente, en su vida no se había cruzado aun con un sobrenatural, no era algo que esperaba hacer, sabia que si un chupasangres se le cruzaba en el camino por mas pelea que diera, nada iba a pasar, moriría como cualquier otro de los que aparecían en los diarios a menudo; arrojado a algún callejón su cuerpo sin vida o descuartizado, quien sabe cuantas atrocidades mas. Le revolvían el estomago. La muerte le daba nauseas, los cadáveres, los entierros. Todo en ese orden.

-Debería importarle un bledo lo que digan los demás! Al carajo con todos ellos, siempre algún motivo va a tener la gente para considerarla inferior a ellos. Siempre!- se notaba un dejo de enojo en su voz, algo espontaneo resultó su comentario porque no estaba acostumbrado a perder la educacion al hablar , mas si se trataba de mujeres. Pero el alcohol había tenido efectos deshinibidores. -Bueno, me alegro que sea amiga de las bebidas al menos, usted es de confiar. Hay que desconfiar de la gente que no se somete a ningún vicio- comentó con seriedad para luego dar una calada honda a su cigarrillo, por el rabillo del ojo notó la expresión de la dama, que lo miraba con algo de desagrado, no supo el motivo y calló.

Al retomar el dialogo agregó a las palabras de ella -Me gustaría conocer sus métodos de ataque, siempre supuse que el mejor de las mujeres era contar con su marido o un guardia a su lado-
Ella le clavó la mirada una vez mas, aun se notaba en su rostro un rictus de desagrado que no tardó en desaparecer apenas le quitó el cigarrillo de la boca y depositó un sensual beso en la comisura de sus labios. Sean se quedó pasmado, no se le hubiera ocurrido el atrevimiento de la mujer, pero lejos de enojarse como hubiera hecho con alguno de sus compañeros, se sonrió al notar que las mujeres si sabían como hacerlo gracioso la perdida de la bocanada de aire.

-Discúlpeme por no preguntarle primero antes de encenderlo. Es el problema de estar rodeado de marinos, sepa disculparme- ofreció mientras emprendía la caminata, no sabiendo donde.
-Si gusta continuar con la bebida podemos ir a beber al burdel dado que es el lugar donde frecuenta beber, o sino podemos recorrer hasta el otro lado, el circo gitano esta abierto las 24 horas, como usted es la dama, es la que decide...-

Le ofreció el brazo para que ella lo aferrara y poder caminar como había visto varias veces hacerlo a la gente con clase, la gente que paseaba por la plaza Tertre todas las mañanas, lejos de estar apurados, la gente de clase alta solía disponer de tiempo para recreación. Él solo iba por insumos.

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