Una noche para recordar (privado)

Hace apenas pocos días desde mi legada a Paris. El tiempo es bastante frío y la nieve cubre las calles, por lo que la llegada de mi equipaje, aunque no es mucho, se había retrasado hasta hoy.

Tras un largo día en casa acomodando cosas me encuentro aburrida y harta de estar encerrada. Me apetece salir, divertirme un poco y como no, alimentarme. La última vez que lo hice fue hace dos días. La víctima fue un borracho con mala suerte. Por supuesto me deshice del cadáver. Soy nueva en la ciudad y por lo tanto un tema fácil de conversación, así que no quiero levantar habladurías entre las señoras que dedican su tiempo libre a observar y comentar acerca de los vecinos. Sobre todo pasar desapercibida ante cualquier amenaza.

Así pues, espero a que el sol se oculte y la luna brille en lo alto del cielo para salir a la calle. Llevo puesto un vestido rojo y negro con algunos motivos de este último color. Sencillo pero no vulgar. Encima de este me coloco una capucha y unos guantes para resguardarme del mal tiempo. Mi pelo, ondulado reposa sobre mis hombros y espalda.

La noche se presenta bastante oscura. La luna está cubierta en gran parte por nubarrones grises, no obstante, se pueden apreciar algunas estrellas en el firmamento. No demasiado lejos se pueden vislumbrar ya las luces de las casas más cercanas. Hago el camino hasta las primeras calles sin ningún problema, no hay demasiada gente fuera por la hora que es.

-Creo que lo mejor sería entrar a algún bar, sirve de que tome una copa y de que encuentre mi cena. Además, seguro que hay caras con las que me debería empezar a familiarizar.- Pienso.

Un poco más entrada a la civilización, una taberna me llama la atención, se escuchan los gritos de algunos hombres ebrios, el ambiente perfecto para alimentarse. No lo dudo y me adentro en dicho establecimiento.

Al entrar a la taberna se me antoja maloliente y descuidada. El olor de aquellos hombres sudados, sucios y borrachos inunda todo el lugar. Para mí, que al ser una vampiresa tengo los sentidos más desarrollados, no es nada agradable. Aún así hago de tripas corazón y me cuelo entre ellos para llegar a la barra.

Algunos ni siquiera se dan cuenta de mi presencia de lo alcoholizados que van, otros sin embargo me miran con sorpresa y la gran mayoría con deseo. Lo puedo percibir en sus auras. Su naturaleza de hombres les incita a mirarme y utilizar su imaginación, pensando no con el cerebro, sino con otra parte de su cuerpo.

Llego hasta la barra de madera, pringada en gran parte por bebidas derramadas. Encuentro un taburete del mismo material, menos sucio que el resto. Una vez sentada, se acerca a mí una mujer regordeta, típica de su clase. También huele bastante mal. En su cabeza puedo leer como empieza a sacar conclusiones sobre mi con apenas mirarme de arriba a abajo, "una joven sola, a estas horas de la noche y en una taberna, sin duda una prostituta". Aunque mi vestido le ha gustado. Antes de que pueda preguntarme qué quiero le hablo respondiendo a su pregunta.

-Una copa de vino, por favor.- Le espeto sin perder educación.

La señora frunce el seño como sorprendida y molesta a la vez, no obstante se da la vuelta y me sirve lo que le he pedido. Un poco de vino me ayudará a escoger mi presa con calma, sin dejarme llevar por la sed.

Con la copa en la mano, me giro sobre el taburete de forma que puedo contemplar toda la estancia. En varias mesas hay hombres jugando a cartas y dando gritos. También los hay tirados en el suelo dormidos. Entre ellos empiezo a buscar alguno del que pueda alimentarme. Uno que no tenga familia, pues no soy tan despiadada como para destruir una.

Doy un sorbo a la copa, el sabor del vino no es tan bueno como otros que he podido tomar a lo largo de este tiempo, pero para ser de taberna, no está nada mal. Mi mirada se cruza con la de algunos de los hombres que me miran y sonríen, creyendo que busco sexo en ellos. Voy hurgando en sus mentes uno por uno, para saber cuál acabará sus días esta noche.

Tras unos minutos mi mirada se para en uno, mal vestido, con poco pelo, a simple vista puede tener alrededor de cuarenta años. Lleva rato mirándome y sus pensamientos hacia mí son de lo más sucios que hay en este momento, pretende violarme si no me dejo hacer lo que imagina. -Creo que este tiene el perfil idóneo- pienso.

Otro sorbo a mi copa de vino y la dejo sobre la barra dispuesta a cazar. No obstante alguien se dirige a mí impidiéndolo.

-Deberías buscar otra zona donde cazar; al menos que quieras compartir la presa- me dice.

A mi derecha hay un chico con ropajes de vagabundo. Mi sorpresa viene cuando por su aura lo identifico como un vampiro. -¿Por qué un vampiro iría vestido de vagabundo si tenemos las habilidades suficiente para ser lo que queramos?- Sin duda se trataba de una tapadera.

-Bonito disfraz...- le respondo- pero me temo que he decidido cenar aquí esta noche.

Aparto la vista de él, volviéndola a mi presa. Como siga bebiendo se dormirá antes de tiempo. Al dejar la jarra de cerveza sobre la mesa y chasquear la lengua, el misterioso vampiro vuelve a llamar mi atención. Veo como deja unas monedas al lado del recipiente y se dispone a irse, pero al volver el viejo camarero se dirige a mí sobresaltado.

-¡Oye tú, devuelve el dinero!

Me giro hacia él y efectivamente, el dinero ya no está sobre la barra. Antes de que monte una escena y pueda perjudicarme me inclino hacia él apoyando los codos sobre la mesa para acercarme un poco a su rostro y mirarle a los ojos. El viejo se queda cautivado en cuestión de instantes.

-Creo que ha debido de ser una confusión, ¿verdad?- le guiño un ojo y vuelvo a mi posición inicial.

-Sí, discúlpeme señorita- rectifica el camarero.

Resuelto el problema me giro hacia la puerta antes de que se vaya el "vagabundo". Velozmente y sin que nadie se de cuenta me interpongo entre él y la puerta.

-¿Acaso no sabes que es de mala educación irse sin despedirse?- le espeto. -A la siguiente invito yo- le incito a volver a donde estábamos.

El vampiro responde a mi invitación diciendo que no bebe y pasando su brazo por encima de mis hombros. Aún no le he dado ningún tipo de confianza, pero el chico es guapo, así que solo por eso no me quejaré.

-No entiendo el por qué de invitarme a algo- me susurra al oído.

-Bueno, casi me quedo sin cenar esta noche por tu culpa, y no creo que haya sido un despiste- hago alusión a lo del dinero. -Así que, ¿por qué no conocer el por qué de tanta amabilidad?- digo con ironía.

Vuelve a la barra y se sienta en el taburete que había ocupado yo antes, a su lado hay uno libre, así que me siento yo en el mismo. Mientras, busco al camarero con la mirada para que acerque. -Trae el mejor vino que tengas, aquí mi amigo parece ser de gustos finos.- Con solo sonreírle un poco, el tabernero asiente y obedece mi petición.

-Cuéntame cosas de ti mientras el otro intenta llegar a la inconsciencia.- Intenta entablar conversación.

-No tan rápido, ¿aún no sabes mi nombre y ya quieres que te cuente mi vida?- alzo una ceja. -Me llamo Luce, ¿tú tienes nombre?- espero su respuesta. -¿Y lo de vagabundo es diversión o afición?- intento saber un poco más de él.

Mientras tanto de la cocina sale una joven bastante delgada, de unos 17 años de edad a ojo, lleva el cabello largo y rubio recogido en una trenza y viste unas ropas simples, típicas de clase baja, aunque la chica no es fea. A su lado aparece el tabernero con la botella de vino que le he pedido y le hace señas para que limpie la barra. El hombre se acerca y nos sirve dos copas de vino, entre tanto, la muchacha coge un trapo y comienza a limpiar. Al llegar a nuestra zona, se fija en el apuesto vampiro al cual no deja de lanzar miradas para llamar su atención.

Finalmente consigo saber que se llama Ion, nunca había escuchado ese nombre antes, a pesar de mi larga vida. Aunque tampoco es que haya recorrido mucho mundo, desde que salí de Canarias, mis únicas residencias han estado en España, hasta ahora cuando al fin he logrado marcharme de allí. Por lo que dice no tiene mucho dinero. No sé qué edad exacta puede tener, pero siendo vampiro el dinero no es algo difícil de conseguir, supongo entonces que o le gusta jugar limpio, cosa que es poco probable, o me está mintiendo. Intento entonces hurgar un poco en su mente, no espero que un desconocido sea sincero conmigo, pero tampoco encuentro nada en su cabeza. Solo algún que otro vago pensamiento hacia la joven que limpia la barra en este momento y que intenta llamar la atención. Por lo demás, algo de curiosidad hacia mi persona.

Doy un sorbo a mi copa de vino y la vuelvo a dejar en la barra.

-Bien, supongo que es justo, tu has contestado a mis preguntas- hago una pausa y le miro. -La verdad es que soy nueva en la ciudad, he llegado hace poco y pretendía familiarizarme un poco con las calles y como no, alimentarme. No sabía que me iba a topar con uno de nosotros tan pronto.- Hago otra pausa.- ¿Hay muchos más de nuestra especie por aquí?- le pregunto a fin de obtener un poco de información.

Tras su respuesta, la muchacha rubia harta de llamar la atención de mi joven acompañante sin ningún éxito, se inclina sobre la barra alzándose un poco e interponiéndose entre él y yo.

-¿Es el vino de su gusto? -le dice al chico acaparando toda su atención.

Muestro mi descontento por haber interrumpido una conversación ajena haciendo un leve carraspeo de garganta. No obstante, la chica lo ignora completamente e intenta seguir llamando su atención. Desvío la mirada para ver dónde se encuentra mi presa, pues tengo hambre.

En lo que Ion se encarga de la joven rubia como gusta, consigo que el tipo borracho fije su mirada en mí. Cuando tengo captada totalmente su atención, le hago un gesto con la mano para que me siga. Me levanto del taburete y paso por el lado del vampiro.

-Ahora vuelvo, voy un momento al servicio.

El borracho me sigue hasta el aseo, que por suerte está vacío, una vez dentro el tipo entra tambaleándose, riéndose y murmurando cosas ininteligibles. Frente a mí se acerca e intenta tomarme de la cintura como si fuese a hacerme suya, pobre iluso, no sabe que esta noche la lujuria será su perdición.

-Ghven aghqui buapa- valvucea.

Antes de que pueda decir nada más, me acerco a su cuello, puedo oler su sangre y hasta casi sentirla fluir por sus venas, no espero más y clavo mis colmillos en él para chupar su sangre. Al estar borracho su sabor no es tan bueno como el de la sangre fresca y limpia, no obstante calma mi sed y me aportará lo suficiente para sobrevivir. Se escucha un golpe seco en el suelo al caer su cuerpo sin vida después de haber tomado hasta la última gota de su sangre, estaba bastante sedienta. Para evitar que lo encuentren pronto arrastro su cuerpo hasta uno de los retretes individuales y cierro la puerta.

Vuelvo a fuera limpiando cualquier rastro de sangre que pudiese quedar en mi boca con la mano. Ion parece que no se ha movido de su sitio y la joven ya no está.

-¿Y bien? ¿qué ha pasado?- pregunto volviendo a mi asiento y volviendo a tomar vino como si no hubiese ocurrido nada.

La muchacha encandilada por Ion seguía estando a su lado a pesar de que este la despreciara.

-Bueno, dígame, ¿estaría dispuesta un momento a prestarme atención?- juega con ella.

La joven contiene la respiración cuando el vampiro se acerca a su rostro haciendo la situación algo tensa, pero divertida para él. Ella intenta saltar la distancia entre sus labios pero este se aparta dejándole la miel en los labios. Aún así no puede dejar de mirarlo, a pesar de lucir como un vagabundo su belleza la atrae, la piel suave, los rasgos bien definidos, sus labios carnosos. Es casi como si algo misterioso la empujara hacia él.

-Dime su nombre, le diré el mío, y luego quizás podríamos disfrutar mutuamente de la compañía, ¿le parece?- rompe al final el silencio.

-Me llamo Anne...- responde ella sin dudar. Mas no pudo conocer de inmediato el nombre del apuesto varón, ya que su padre la llamaba a gritos y debía ir a su encuentro.

-¡Oh! Nada, una pequeña conversación sin importancia.- Me responde al volver.

-Bueno, ¿por dónde íbamos?- termino mi copa de vino.

Durante algunos instantes un silencio invade la situación, mi mirada y la suya se cruzan sin mediar palabra alguna.

-¡Estoy de vuelta! ¿me echabas de menos?- una sonriente Anne interrumpe de nuevo.

Un poco cansada de la incomodidad me giro ocultando una mueca de disgusto. Hecho una nueva ojeada al bar. Para mi sorpresa consigo advertir un aura misteriosa, un licántropo... Vuelvo la mirada hacia los dos que me acompañan, ninguno parece haberse dado cuenta, más bien él, que es el que puede saberlo.

-Bueno, creo que estás bien acompañado. Tengo que irme, encantada de conocerte- muestro una leve sonrisa, le guiño un ojo al tabernero de forma que no alarme por no pagar el vino y marcho del lugar colocándome el gorro de la capucha.

Una vez en la calle camino entre las sombras de la noche por las oscuras calles. -Por suerte alcancé a ver al licántropo antes que él a mí. No hace falta ser muy inteligente para saber que habría estado en problemas, acabo de llegar y eso no me conviene. Debo conseguir más información de esta ciudad. No conocerla me hace vulnerable y eso no es bueno para una mujer sola. Tengo que estar al tanto de todo lo que suceda- pienso mientras camino de vuelta a mi pequeña casa a las afueras.