Instinto natural [Leto]

por **Jade O'Favre** Miér Ene 29, 2014 4:49 pm

Hay instintos más profundos que la razón.
Arthur Conan Doyle

Peligro, Peligro.Así su madre la había despertado completamente alertada y asustada de la predicción que veía caer sobre su hija, como un lobo cae encima la indefensa oveja. Solo que en este caso ella no era una oveja y menos indefensa, aún así se debían de temer sus predicciones, ya que si era muy reacia a creer en la bola de cristal, si creía firmemente en la palabra de su madre, ya que todo lo que vaticinaba, terminaba sucediendo.

Apenas las ocho de la tarde y en el horario normal del circo gitano todo hubiera cerrado a partir de esa hora, pero hoy era un día especial. Todos juntos celebraban el aniversario del lugar y el recinto permanecía abierto para los visitantes que quisieran compartir algo de la felicidad y festejos que se encontraba por doquier. La presencia de extraños, pero para Jade era una señal de aviso. Cualquiera podría colarse, y aún con las palabras de su madre en la mente, salió de su cabaña algo alejada y se unió a los festejos.

Un sencillo vestido color celeste caía por su figura ataviada en una oscura capa, que la resguardaba de miradas ajenas y ayudaba a que pudiera mantenerse entre las sombras vigilante. Tras un recorrido moviéndose entre las sombras y en las lejanías, no pudo sentir nada que la acechara, ni a ella ni a los suyos. Suspirando mas aligerada, quizás fue que su madre finalmente había errado, por lo que aunque sus ojos fueran de un lado a otro, sus pasos la llevaron al centro de la fiesta, quedándose a medio camino cuando al fin aquella sensación que tan bien conocía como espía de antaño, se acomodo en su cabeza y la alertó. Sentía una fuerte presencia, su loba podía sentirla, pero no identificarla.

Maldijo por lo bajo, su corazón vibrante en su pecho le instaba a esconderse como bien su madre le había dicho, huir de allí por esa noche, pero ella no se rendía y nadie peligroso andaría cerca de los suyos, que aunque no fueran su familia biológica. Muchos de aquellos gitanos eran sus amigos y velaba por cada uno de ellos. Consciente de que le resultaría imposible identificarle, si el extraño que estaba en sus tierras no se descubría ante ella, tras avistar que una de sus amistades la veía y ya iba a buscarla para arrastrarla a los bailes, se adelantó hacia ella y se adentró en la multitud. Rápidamente fue tomado por manos ajenas en los bailes. Tras unos minutos de baile y sonrisas fingidas, irremediablemente por los giros y el viento que soplaba a su cabeza, apenas tardó unos segundos más en que su capucha cayera y liberara así su fino y largo cabello que cayó en suaves ondas a su espalda y pecho, esparciendo más su aroma a los cuatro vientos.

Volvió a maldecir. Si algún sobrenatural andaba por el circo, se daría cuenta enseguida de que en aquel recinto había una licantropa y de su localización. Sin querer preocupar a los que la rodeaban, siguió fingiendo pasárselo bien entre ellos, aunque su mente estuviera completamente absorta en la vigilancia, hasta que de nuevo sintió la sensación de ser observada. Frunció el ceño y disculpándose salió de su grupo, centrada en localizar al visitante no deseado, encontrándose con que junto en el carrusel, bajo las luces parpadeantes de la atracción una figura, un hombre mantenía su mirada en la de ella. ¡Es él! Gritó su instinto. Había algo en él que la hacía desconfiar, tanto, que solo deseaba tenerle lejos.Cuando su mirada se encontró con la de él, se le quedó mirando unos segundos, observandolo en silencio y anticípandose a sus movimientos, por si deseaba acercarse a ella, dio la vuelta y desapareció entre la multitud de nuevo, dispuesta a alejarlo de a quienes protegía. Intentando así despistarle y jugar a su mismo juego. Al ratón y al gato quizás.

por **Leto Radamanto** Lun Feb 03, 2014 3:54 am

Leto no estaba precisamente ahí para realizar una misión, no, y tampoco era de aquellos inquisidores que toman sus propias decisiones si un sobrenatural se aparece por su camino. Leto había aprendido mucho, se decía fiel a la Iglesia pero realmente no estaba dispuesto a asesinar a nadie que no apareciera en las ordenes de Su Santidad. Pero su naturaleza tenía que cambiar, la última orden expedida así se lo ordenaba. Por eso cuando llegó al circo gitano, un lugar infestado de paganos tenía que ejercer la autoridad eclesiástica y dar muerte cuanto se le pusiera enfrente.

Hoy tendría que presentarse la luna llena, hoy se liberaría su lobo quien se encargaría irremediablemente de masacrar a gente en gran escala inocente. Desde ya, Leto rezaba por ellos, por supuesto, el tiempo no le alcanzaría pues más temprano la luna llegaría, o al menos de eso estaba seguro. Últimamente el horario lunar no se manifestaba como lo hacía antes, por lo que bien no podría presentarse la luna llena, y todo se convertiría en una labor de espionaje, Contabilizar a gitanos, licántropos, cambiaformas y quizás vampiros que usualmente los acompañan. Sí, era una empresa osada y aunque Leto no era conocido por ser un atrevido algo en él le había cansado, quizás el hecho de estar solo no se debía a llevarse mal con el resto del grupo, no, era el hecho de que los tiempos eran diferentes.

Tiare se lo había dicho, —La Inquisición emitió esa misiva porque se acerca su fin; el hecho de que mande a todos sus inquisidores a una cacería masiva sólo es porque mantienen la banal idea que la sociedad los seguirá viendo como los salvadores y prosperiran... Pero mira a tu alrededor Leto, la industrialización es una gran revolución social donde las creencias religiosas pasan a terminos inferiores, pronto el poder de los reyes no significará nada contra los poseedores de las grandes industrias...— y él no le debatió absolutamente nada.

La noche ya había caído y la ausencia de la luna parecía ser la advertencia para Leto de irse, pero estaba decidido y nada podía cambiar eso. No se dejó llevar por la fiesta, se mantuvo alejado oculto bajo una capa negra; a su alrededor vio un par de cambiantes, gitanos, brujos y nada más, nada que pudiera dificultar la tarea del lobo o eso creía. Pero entonces vio un aura entre muchos los presentes pero sobre todo, un licántropo y precisamente era quien más llamaba la atención de todos los congregados, después de todo mantenerse oculto bajo ese atuendo cuando todo era fiesta y la ropa era ligera.

Leto no le quitó los ojos de encima, era posible que quizás pensaba que manteniéndose en ese perfil evitaría llamar la atención, pero el inquisidor bien sabía que para ello tenías que lucir como los demás no diferente. Mientras cavilaba dedujo que se trataba de alguien que posiblemente fuera un inadaptado, un juego de bailes reveló que se trataba de una mujer, el cabello voló un instante y el aroma sobrenatural lo alcanzó; Leto no dejó de contemplarla, no le interesó lo hermosa que era, no, se trataba de la preocupación que demostró. Demostrándole que inútilmente quizo mantener un perfil bajo, que al parecer se escondía de alguien o de algo; que quizás presentía una amenaza... Él.

La mujer giró buscando una posible amenaza y lo vio a él. Leto vio en los ojos de la loba una sospecha de que él era un agresor, como si lo esperáse, el que se diera la vuelta para esconderse entre la congregación y huir lo confirmó. Pero él había visto suficiente, tanto para descubrir que su intensión era que él no se acercara al grupo, alejarlo y perderlo; para él fueron claros los propósitos con el desarrollo que hizo la mujer desde que apareció con esa fachada. Ella sabía algo, lo sabía y la forma de que él pudiera descubrirlo era atrayéndola.

Teniendo ya un plan, se acercó al grupo y se integró a la fiesta. Así como él podía ver auras ella lo haría y consciente de que era luna llena tendría que regresar para neutralizarlo, era posible que ella dominara su naturaleza o no estaría haciendo presencia pero por supuesto que ella no podía fiarse de él, de un desconocido o posible objetivo, después de todo la inquisición estaba en guerra.

por **Jade O'Favre** Miér Feb 26, 2014 5:55 am

Existen bailes ancestrales entre presa y cazador.
Quizas este era el preludio de uno de ellos.
B.Brecht

Jade en ningún momento fue consciente de que como ella había descubierto que él planteaba un peligro para el circo gitano y su familia, él había descubierto otra forma de hacerla acercarse a él sin necesidad de jugar a las escondidas. Caminando dirección hacia la parte más alejada del lugar, no fue hasta darse la vuelta esperando encontrarse con el licántropo, que se dio cuenta de su inexistencia. Maldición, susurró volviendo a maldecir, aquella noche no parecía ser una de las mejores. Volviendo tras sus pasos, volvió a infiltrarse en la fiesta buscándole, rastreando su olor. Debía de dar con él y alejarlo a la fuerza de los suyos si era necesario. En aquel momento el que pudiera ser un peligro para ella quedaba en segundo término, lo importante eran los demás, ella sola podía cuidarse de un solo licántropo. Se encontraba completamente segura de ello.

Con pasos apresurados volvió con los demás, y desquitándose la oscura capa que rodeaba su cuerpo, que dejó junto a una silla por la que pasó, volviendo a fingir felicidad, sonriente se hizo paso entre la gente que bailaba. Las ondas de su fino cabello se movían al son de sus pasos, como el vestido celeste que adornaba su cuerpo. Pasó entre el gentío al son de los tambores y bajo la luz de los farolillos fue llegando hacia él, encontrándoselo con su grupo de amistades. Gruñó por lo bajo al verlo y sin perder aquella sonrisa que adornaba su rostro, tomó a una de sus amigas por el brazo antes de que esta fuera directamente a aquel hombre, como bien el rumbo de sus pies habían predicho que se dirigían.

—Oh, Jade… eres tú. —La joven se giró hacia ella y le sonrío, terminando por acercarse a ella y de escondidas señalarle al licántropo. —Aquel joven… ¿no es apuesto? Ahora mismo iba para pedirle si deseaba bailar conmigo o que le leyera la mano. —Jade frunció el ceño y miró seriamente a su joven amiga, de unos años menos que los de ella, muchos menos.

— Ese hombre parece demasiado grande para ti, y no creo que quiera que le leas la mano. Y ya hace demasiado que no las lees. —Le sonrío intentando parecerse despreocupada delante de ella— Mejor, podrías ir a ver a mi madre. Antes te buscaba y la sentía preocupada por ti. —Mintió por alejarla de aquel hombre. La joven asintió resignada, y tras una breve mirada al licántropo se fue dejando a Jade a pocos metros de él.

Jade le miró fijamente y con toda la seguridad se acercó al licantropo, quedando rodeados ambos por los demás.

— Debe irse. Este no es su territorio. — Dijo ella junto al cuerpo de él, tras que se hubiera sentido empujada por alguno de los jóvenes que bailaban alrededor de ellos dos. — A que habéis venido?

El ambiente entre ellos, estaba algo tenso, por lo menos de su parte, por lo que en un intento de rebajar aquella tensión y que los demás no se dieran cuenta de que algo ocurría, tomó las manos de él y bailando, dio una vuelta sobre si misma, volviendo a quedar frente a él, más cerca.

— No os lo volveré a decir. No me gustan las sorpresas y menos en luna llena. Alejaros de aquí por favor. —le dijo insistiendo de nuevo en una dulce sonrisa en lo que fijaba sus verdes orbes en los de él.

por **Leto Radamanto** Miér Abr 30, 2014 2:29 am

Leto dejó que llegara a él, que lo tomara de las manos e intercambiaron pasos en aquel baile pagano. Y pese a ello, no mudó de expresión. Lucía como un extranjero extraviado y la única que lo imaginaba una amenaza era la mujer que en casi ruegos le pedía que se marchara. La analizó con detalle, no su abrumadora belleza, sino, la juventud que mostraba, no podía tener más de diez años como licántropa, y por ello, sería casi imposible que hubiera adquirido el conocimiento de Gaia y así controlar sus transformaciones, aunque claro, él podía equivocarse.

—Si no le agradan las sorpresas no debería estar aquí, pienso, que usted representa verdaderamente la amenaza en esta noche señorita— la hizo dar una vuelta y después la pegó a él, Leto la inclinó y descendió hasta alcanzar los oídos femeninos. —Mi razón de estar aquí no le atañe, la que se debe de ir es usted... es demasiado joven para poder controlar su salvajismo— le susurró y luego la reincorporó para darle otra vuelta. Justo en ese momento, el baile se hizo calabaceado y ella fue tomada por otro hombre mientras Leto con otra mujer.

Por un breve instante lo disfrutó, sentirse en brazos de una mujer y luego de otra, por un breve instante se dejó seducir por el pecado, contagiar por la felicidad y la energía de toda la gente; por un breve instante se cuestionó el por qué estaba ahí y por ese mismo breve instante permitió que su fe y convicción flaquearan. Sin embargo, era fuerte espiritualmente y tan pronto reaccionó dejó el baile para introducirse más al centro, quería transformarse justo en medio para agazaparse con el mayor número de gitanos posibles, estando en el centro podía generar confusión y sabía que la bestia la aprovecharía perfectamente.

Entonces, y perdiendo de vista a la mujer que le había amenazado y a la vez, rogado que se fuera, caminó apresurado, su cuerpo comenzaba a arder, aún no hacía presencia la luna llena pero su cuerpo le anunciaba que el momento estaba por llegar. Su corpulencia creció ligeramente y sus ojos se ennegrecieron, por instinto natural bajó su mirada y nuevamente una gitana lo tomó del brazo invitándolo al baile, él no se rehusó, no podía, no mientras intentaba controlar su transformación. Por momentos miraba el cielo oscuro, como éste comenzaba a volverse claro, como los primeros rayos de la luna bañaban los bosques a los lejos.

En ese momento, su fe volvió a flaquear, dejó a la gitana y corrió tan rápido como pudo a la salida. –No puedo hacerlo... son inocentes– pensó dejándose caer en el suelo, en su mente volvieron las palabras de Tiare, y el mensaje dicho por Uriel, tenían luz verde para ajusticiar a todo ser que se encontraran en su camino, no había necesidad de esperar ordenes específicas; lo que le pareció un total arrebato. Y se reprochó haber decidido asistir al circo gitano. –No, reacciona Leto, no permitas que la energía pagana doblege tu fe– se reprochó, –tu le juraste lealtad al Sumo Pontífice en persona, él tedió la oportunidad de continuar viviendo, por él hago esto, y por él exterminaré a todo gitano que se cruce en las fauces de la bestia– se convenció, se levantó y con sus ojos totalmente negros, ausentes del brillo del razonamiento contempló la fiesta, era tiempo de que la luz de luna llegara a él y se desatara el infierno.

por **Jade O'Favre** Mar Mayo 06, 2014 2:21 pm

En el hombre hay una bestia por conocer.
Elaine. J

¿Que buscas? ¿Qué encuentras en mí? Se preguntó la licántropa en sus brazos restando unos segundos indefensa ante la mirada de su compañero de baile. Sentía la calidez de ambos cuerpos, el uno junto al otro como una espiral de fuego elevándose a los cielos, como los canticos que rompían la noche. Sin dejar de mecerse al sonido de los instrumentos y los pasos de los que con ellos, seguían danzando, alegres, felices, sin saber que entre ellos dos bestias dormidas enlazadas seguían sus mismos movimientos, se permitió sonreír junto al cuerpo cálido que la sostenía.

—Ambos somos una amenaza esta noche. —Le contestó ella tras aquella vuelta y volverse a ver cara a cara con quien representaba un serio peligro. No para ella, sin embargo, si para aquellas inocentes gentes que celebraban una noche de luna llena, tal como sus ancestros habían echo hace muchos años atrás en aquellas mismas tierras. Jade se pegó a él, y cerrando los ojos por unos breves segundos dejó que el lobo la inclinara. Al oírle negó con un movimiento y abriendo los ojos, respiró, exhalo aire contra una de las mejillas masculinas. —Son mi familia, yo no puedo dañarles… usted sí. —Susurró de igual forma, rozando su voz la piel más cercana a sus labios.

Su madre se encargaría de hacer fluir la magia y alejar a su bestia, hacerle ver a su parte licántropa que debía proteger a su manada, su territorio. Como en ocasiones anteriores había hecho y resultado, alejándola de los gitanos y sus alegres vidas por tantas noches ya cercenadas. Por eso ahora aquella presencia desconocida le perturbaba. Jamás se había topado en una noche de luna llena, en su mismo campamento con otro licántropo y tan poco decidido a abandonar aquel lugar lleno de vida. Jugaba a un juego peligroso y el temblor que recorrió por escasos segundos su cuerpo se lo confirmó; Aquella noche al final tendrían luna llena.

Inquieta se mordió el labio, sin saber si él también habría sentido la llamada de la luna. Le miró a los ojos, intentando ver a través de ellos. Hurgó en su inexpresivo rostro hasta que unas manos desconocidas la tomaron, alejándola por siempre del desconocido. Volviéndose a su nuevo acompañante, sonrío sin dejar de ver entre vuelta y vuelta, por el paradero del licántropo. Más vueltas y rostros conocidos, dieron paso a un incesante ritmo que parecía ir al compás del crepitar del gran fuego que los unía en medio de aquel lugar. Se oían risas, el susurro de los vestidos, de los cuerpos. Y entre todo aquel mar de felicidad, entre toda aquella gente que se había unido bajo una noche poco afortunada, le perdió, perdiéndose ella también.

Tras muchos intentos, finalmente consiguió salir. Rápidamente se alejó y en la seguridad de la oscuridad alzó la mirada, confirmando su peor miedo; La luna llena llegaba y demasiado pronto, daría con ella.

Tentada a dar la vuelta y salir huyendo, antes de que fuera tarde y quizás la magia de su madre no sirviera, se giró encontrándose con él, justo en uno de los extremos del baile, alejado de los demás. Agazapado, preparado. Le miró fijamente con sus ojos negros, cada vez más animales que humanos y antes de pensar en lo que hacía, pasó entre las parejas de baile que seguían a sus anchas, desconocedoras de lo que les deparaba el destino esa noche. Empujó a quienes no se apartaron del camino de sus pies, hasta hacerles caer a más de uno de ellos. No importa, más vale un empujón a que mueran en tus garras se dijo a sí misma alcanzando al licántropo tras cinco dolorosos segundos, en los que sintió que su cuerpo bajo la capa oscura que la recubría empezaba a mostrar signos del cambio que estaba por llegar.

— ¡No lo hagaís! — Le gritó al llegar frente a él. Interpuso sus brazos y justo sus ojos quedaron cegados por la luz de la luna, antes de que perdiera toda consciencia de sus actos, con sus últimas fuerzas empujó al licántropo colina abajo junto a ella. Rodó unos segundos consciente de la penetrante mirada masculina. Del dolor de sus huesos… de cómo sus quejidos se iban transformando en fieros gruñidos y sus manos se volvían garras alrededor de la piel masculina. Hasta que en el último grito silenciado por la música de la noche, Jade dejó de ser Jade, para volverse una bestia.

por **Leto Radamanto** Sáb Jun 21, 2014 10:56 pm

Su corazón ya estaba incontrolablemente acelerado, la piel se le convulsionaba y sintió que se le desarrollaban los sentidos; su respiracicón era cada vez más agitada entre más crecía su cuerpo. Entonces vino el grito que Leto no escucho, un ruego que a la bestia no le importaba y antes de que iniciara realmente la transformación su igual se abalanzó sobre él saliendo del área gitana, descendiendo de una colina hasta llegar a un valle. El lobo pardo se paró a cuatro patas altivo, como sacando el pecho y elevando sus orejas a lo alto. Antes de verla como una amenaza, la bestia la vio como una hembra; bajó su cabeza a la altura de su lomo y le fue rodeando, olíendola, como si la estuviera estudiando y así era.

El lobo movía su cabeza de un lado a otro, hacía una finta de acercarse y luego se alejaba; se alzaba imponiendo autoridad y regresaba a una postura natural. Parecía que la bestia no solamente no había conocido una hembra, si no que, nunca hubiera visto a un lobo en toda su vida; lo que era rídiculo pues tenía mucho contacto con licántropos; totalmente pasivo comenzó a sacar la lengua sin apartar su vista de los ojos de aquella lobo que parecía lo había cautivado hasta el punto de haber neutralizado su instinto asesino. Pero entonces, escuchó el ruido de unos gitanos que se habían alejado de la celebración -si es que eran gitanos-, y se puso alerta. Sus orejas se alzaron y su cuerpo pareció crecer más, se perfiló hacía donde se encontraban los dos perdidos y gruñó.

La bestia había despertado, no importaba ya la presencia de la hembra. Era como un animal salvaje cuando está encerrado, se mantiene tranquilo cuando ha estudiado su jaula, pero cuando se le da un espacio de libertad, escapa. Así, el lobo se mostró, con ese ímpetu y ganas de actuar. Totalmente decidido echó ligeramente su cuerpo hacía atrás y corrió a la dirección de los desventurados, gruñía mostrando sus amenazadores y mortíferos colmillos que resplandecían con la intensidad de la luz de luna. Y cuando el lobo los visualizó sintió que fue embestido. Cayó bruscamente de costado, buscó inmediatamente al autor de semejante osadía y la vio... Era la hembra, la bestia le dedicó unos ojos inyectados de sangre, se reincorporó y echó a correr nuevamente a la pareja obteniendo el mismo castigo por su igual.

El lobo comprendió que esa hembra no le permitiría avanzar, tomaba la situación como un reto así que se preparó e imitió un poderoso aullido con la intención de aturdirla y que sin embargo, delató la presencia de animales en los alrededores del circo. Por supuesto, el lobo no tenía el cálculo para saber que tanto iba a perjudicar su poderoso aullido la misión que como hombre tenía Leto. Pero no le importaba, era un animal y tenía que dejarle en claro a la hembra quien mandaba, quien era el alfa. Después del aullido no atacó, simplemente agachó su cabeza como ocultándola entre sus patas y fue retrocediendo, haciendo que su mimetismo lo disfrazará entre la oscuridad y los frondosos árboles. Ella tendría que seguirlo si no quería que tomara otra ruta para llegar a despedazar su familia.

por **Jade O'Favre** Dom Jun 29, 2014 8:46 am

Magnifico es el canto de la bestia.
J.K

Jade rodó junto al licántropo por aquella pendiente sufriendo ambos a la vez el cambio de la Luna llena en sus cuerpos. Tras unos segundos, los jadeos de la joven pasaron a ser unos suaves gruñidos en lo que seguía rodando el cuerpo, hasta que al llegar al final de dicha pendiente y levantarse, con las orejas hacia atrás e irguiéndose del suelo se mostró ante el lobo pardo, como la loba gris que era.

En ese instante toda consciencia había sido eliminada de la joven humana que yacía secuestrada por esas horas de la noche por la loba que compartía su cuerpo.

Erguida la loba siguió cada uno de los movimientos del macho. Molesta al principio, cada vez que el lobo se le acercaba, gruñía por lo bajo en avisos reincidentes de que no le gustaba aquel juego. Avisos que parecía el lobo pardo ignorar al seguir con sus movimientos, hasta que la loba siguiéndole en los movimientos, empezó a mover la cola y a acercarse a él, buscando su contacto, oliéndole. Estudiándole también. Jugando hasta encontrar el atrevimiento de ponerle una pata encima el lomo al macho y gruñir esta vez, sin intención de apartarle de ella, solo de reforzar su postura ante aquel lobo que más grande que ella, parecía intentar someterla.

La loba miró sus ojos y al verle con la lengua afuera, se paseó alrededor de él, moviendo su cuerpo de forma seductora, sabiendo que su olor haría el resto, hasta que unos ruidos atrajeron la atención de ambos licántropos y antes de que pudiera salir a correr ella primera, el lobo pardo se adelantó hacia aquellos hombres que veía como presa y que sin embargo para la loba, aquellos humanos representaban su familia, a los que debía de proteger; gracias al amuleto que colgaba de su cuello y del que ni aún como loca podía liberarse de su magia.

Ella era mucho más veloz que él, aunque contara con la desventaja de la fuerza en la que él le seria más superior, la loba era muy ágil y escurridiza, lo que en aquel bosque constituía un punto fuerte. A él no le sería tan fácil correr por entre los arboles mientras que a ella le era sumamente fácil, más contando que aquel bosque era su hogar y se lo conocía demasiado bien.

Comprendiendo que el lobo deseaba ir a atacar a su familia, la loba arremetió contra él. Le gruñó ante su mirada asesina y sin retroceder volvió a arremeter contra él, gruñéndole fieramente, lanzándose contra su cuello. Sin emabargo antes de que sus dientes diesen con el pelaje del macho, el aullido de él la aturdió lo suficiente para que el lobo se zafara de ella. Rascando con las patas el suelo, le contestó con otro aullido que resonó por todo el bosque y el campamento gitano a los que alertó una segunda vez inconscientemente.

Lejos de los lobos, la gente avisada por los aullidos de la cercanía de esas bestias, los más sabios empezaron a recoger. Solo los más aventurados seguían en el baile, incluyendo aquellos gitanos que habían bajado al bosque y que ahora se encontraban curiosos de ver a los lobos.

La hembra sintiendo que el lobo buscaba su rendición, gruñó y al verle desaparecer entre los árboles y el bosque, echó a correr tras él, sin dejar de olfatear para no perderle la pista. En ocasiones su cola se movía o se levantaba en una clara muestra de que no le importaba retar al macho. Su olfato no dejaba de olisquear rastreándole en lo que su cuerpo se movía ágilmente y rápidamente entre aquellos árboles en los que poco a poco iba perdiendo el rastro del lobo pardo. Deteniéndose ante un claro, alzó su canto de nuevo al cielo de la noche. Aulló llamándole como el canto de una sirena a los marineros, solo que en este caso como una hembra al macho que necesita. Lentamente su cuerpo bajó hasta el suelo, donde se tumbó con la lengua afuera y totalmente tranquila en aquel claro alumbrado por la luna llena, esperando que le contestara y acudiera a ella.

Las orejas blancas de ella se movieron hacia al frente, volviendo a tomar forma hacia atrás, al oír los pasos del lobo que se acercaba de nuevo a ella. Sabía de la cercanía de aquellos gitanos que ahora habían tomado el reto d seguir a los lobos y verlos, sin saber que si hacían aquello realmente seria lo último que hicieran en sus vidas.

Gimoteando, intentando atraer la atención del macho sobre ella, se tumbó completamente contra el suelo y empezó a retorcerse sobre sí misma, moviendo cada parte de su cuerpo ante los rayos de la luna sobre su pelaje, tentando al macho a acercarse de nuevo a ella y otorgándole el permiso de hacerlo. Mostrándose accesible y juguetona ante aquel lobo por primera vez en toda la noche, olvidando por completo la presencia cada vez más cercana de aquella pareja de humanos.

por **Leto Radamanto** Dom Ago 17, 2014 2:19 am

Bajo la oscuridad de aquella noche, el lobo había desaparecido a los ojos de su igual. Continuaba su andar con lentitud, observando como le seguía de cerca y sin embargo, tal lejano a él. Pronto el deseo sanguinario de la bestia se había vuelto a sosegar. Primero por el tan distante campamento y segundo, por la lobo gris que seguía empeñada en encontrarlo.

La bestia se detuvo cuando ella lo hizo, la observó juguetear cual animal salvaje, libre de opresión, disfrutando de la noche en soledad, como él siempre lo había hecho por tantos años. El lobo pardo comenzó a caminar hacía ella, el mimetismo desapareció y como si se conocieran de años, la bestia paso por delante de la lobo, se puso frente a ella, luego, agachó su enorme cabeza para prenderse de ese olor que le fascinó, posteriormente le lamió un par de veces el hocico y se enderezó retrocediendo un poco.

El lobo pardo movió un par de veces la cabeza y en todo momento la cola, tenía las orejas paradas y la lengua de afuera. Empezó a gruñirle, pero no agresivamente, sino todo lo contrario, era un gruñido amistoso, una invitación a jugar. El lobo se movía de un lado a otro llamándola, la atracción en ella lo habían segado, sus sentidos solo se enfocaron en ella. Por eso, cuando la pareja de gitanos finalmente los alcanzó, hizo que la bestia se confundiera.

La gitana soltó un grito, mientras que el varón se encontraba impresionada ante aquellos gigantescos lobos que los habían atraído. El brillo juguetón en los ojos oscuros desapareció, sus orejas se mantuvieron en alto, mas su pelaje se erizó. Sus sentidos se expandieron abismalmente, peligro, ellos eran una amenaza y él tenía que matarles. No porque su misión había sido esa, sino porque como macho y Alfa, era su deber proteger a los suyos y para él, ella formaba parte de su manada.

Fue así que sin darles tiempo para escapar la bestia se arrojó sobre ellos, su igual quiso evitarlo pero fue demasiado tarde, el gitano empujó a su pareja y recibió las fauces del lobo pardo directamente a la yugular. Si la lobo gris podía hacer algo, era proteger a la gitana. El gitano ya estaba muerto.

por **Jade O'Favre** Sáb Ago 30, 2014 9:26 pm

Cuando le vio acercarse le dejó sumisa que lo hiciera. Le intrigaba y el hecho de conocer a alguien como ella la seducía. Aguardó a seguir con sus juegos como la loba joven e inquieta que era y en cuando él le dio las provocaciones necesarias, ella le gruñó también juguetona, acercándose hasta olerle y gruñir en respuesta a su olor. Faltaba poco para la época de celo y ya en los olores se hacía notable. El suyo era mucho más dulce y fuerte. El de él, intenso.

Absorta en el aroma del lobo pardo, fue consciente demasiado tarde de los gitanos que irrumpieron sus juegos. Y velozmente poniéndose en tensión, observó al lobo que demasiado pronto se echó sobre uno de los gitanos, antes de que ella pudiera hacer nada para desviarlo o alejarlo de ellos. Cayendo el licántropo sobre el hombre de un certero golpe. Solo quedaba la mujer y a ella si podría protegerla de él o eso se pensó ella, la que se colocó en señal de amenaza frente a la gitana, acudiendo la humanidad de la loba en cierta forma en el cuidado de aquella vida mortal.

Debía protegerla y en ella seguía la llamada de socorro de aquella humana. El artilugio que había creado su madre, tenía un efecto bastante certero, sin embargo no todo estaba estimado. Cualquier detalle podía desatar la bestia de Jade en contra los gitanos. Sobre todo si corría peligro algún ejemplar, algún lobo o bestia como ella. Ella siempre escogería salvar a su igual, antes que permitir la muerte de este.

Por ello fue que al ver frente a ella los movimientos en falsos de la gitana blandiendo el cuchillo, se puso alerta, estática confundida sin saber qué hacer. Entonces el destino escogió y mientras Jade luchaba contra la bestia y sus instintos, un ruido atrajo su atención. Lo que la hizo volver con la mirada hacia atrás, con las orejas tiesas, alerta, enseñando los dientes y abriendo sus fauces. La gitana había lanzado el cuchillo y erróneamente había terminado yendo detrás de ella, yendo directamente a apenas unos centímetros del lobo pardo.

Allí todo el poder del artilugio, de la piedra de Jade, dejó de circular por la bestia, la que inmediatamente gruñó entre sus fauces celebrando su libertad, y así mismo la cacería que tenía en frente. Porque en su mirada ahora brillaba el deseo de matar. Nadie podía amenazar a su lobo sin afrentar las consecuencias de sus actos. No solo él era quien miraba por ella, si no que ella también se debía a él y fue únicamente por eso, que la bestia se lanzó al cuello de la humana, antes de que el lobo pardo alcanzará a la gitana.

No le tomó mucho tiempo llegar a ella. Por más que la humana intentara salvarse huyendo, el bosque era parte de sus dominios y nadie escapaba de ella con tanta facilidad. Aún menos cuando el olor del miedo flotaba en el aire, indicando, guiando a la loba hacia su presa.

Saltó apenas por unos matorrales tras ella, que saltando cayó sobre la gitana, la que dolorosamente se dio de bruces contra el suelo del bosque. La loba aterrizó del salto sobre sus patas y ante si quiera de pensarlo, se abalanzó feroz contra el cuerpo de la mujer. Con sus garras arañó y desgarró la piel de la espalda de la mujer que chillaba por ayuda. Los gritos de la mujer parecieron molestarle, que tras unos gruñidos sus fauces se cerraron sobre su cuello y retorciendo su mordedura ahogó a la humana como si solo fuera un ciervo. Llenándose su hocico y pelaje gris de la sangre de la pobre gitana, la que constituía la segunda víctima de la bestia, no fue hasta sentir el lobo pardo al lado de ella, que aflojó la mandíbula hasta dejar caer a su presa inerte en el suelo.

Tras un gruñido seco al lobo pardo que se acercaba demasiado a su presa, se volteó hacia él, observándole. Relajó su cuerpo erizado y más calmada procedió a acercarse al lobo. Le lamió el hocico, borrando las huellas que la sangre del hombre habían dejado en él y posteriormente gruñó suavemente en aviso de que no se le acercara, hasta que bajando la cabeza en señal de calma y tranquilidad, dejó que el lobo la limpiara antes de salir corriendo esquiva de nuevo al corazón del bosque. Jugando con él a las escondidas… al cortejo. Pronto dejó que la matanza quedara atrás de sus pasos mientras se ocultaba en el bosque y corría en medio de los campos. Ahora era tiempo que fuera él quien la encontrara.

por **Leto Radamanto** Mar Sep 09, 2014 2:43 am

La enorme bestia pareció crecer al sacar su pecho orgulloso, esperando el ataque de la lobo gris, ataque no no se llevó a cabo. Se relajó y caminó hasta ella que se encontraba despedazando a la gitana que le había amenazado. Gruñó y él se detuvo, luego, esperó a que ella se acercara permitiéndole que lo acicalara, lo limpiara. Se sentó siguiéndola con la mirada, esperando a que lo llamase, no solamente formaba parte de su manada, sino que la bestia la había elegido como su hembra, estaba dedicado a ella y a nadie más. Finalmente lo llamó e hizo lo que ella, lamió su hocico hasta desaparecer rastro de sangre, luego, ella se echó a correr, jugado, invitándolo a profundizarse al bosque.

La bestia sacó la lengua mientras la veía con sus ojos lobunos. Fue dando pasos lentos hasta que emprendió la empresa de encontrarla basándose en su olfato, guiándose por la fragancia natural de su hembra. No tardó mucho en encontrarla, era como si ella no deseara realmente desaparecer de su vista. El lobo pardo volvió a sentarse y sacó su lengua, la contemplaba, como si fuera un humano y razonara. Como si estuviera totalmente enamorado de ella, como si poseyera ese valor humano.

La vio como parecía buscarlo, así que usó su mimetismo para camuflajearse en el bosque que le pertenecía a ella. La rodeó y la embistió por detrás, ella lo recibió sin evitarlo y rodaron; los colmillos del lobo pardo atraparon el collar de Jade y lo arrancaron por el mismo movimiento de rodar en el suelo. Allí quedó, ambos lo ignoraron y siguieron su camino. El lobo pardo detuvo su andar varios metros alejados del amuleto, inconscientemente se habían acercado a la zona de los gitanos pero a la bestia ya no le importaba, se echó en el suelo y siguió con la mirada a su hembra.

Con su lengua lamió sus patas, sus orejas ya no las tenía paradas, no estaba tensó, bostezó y cerró sus ojos. De rato volvió a abrirlos para seguir con su mirada a la que consideraba su pareja. Se puso de pie y se le acercó, lamió su hocico y puso su cabeza sobre el lomo de ella, luego, la empujó para que ella cayera en el suelo. Derribada, él comenzó a morder sin hacerle daño la barriga, esquivando sus patas y no permitiendo que se alejara de él.

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Instinto natural [Leto]

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