Instinto Natural

por **Yranné Salvin** Dom Mayo 04, 2014 7:19 pm

Después de dar tantas vueltas y de años y años de pasear sin rumbo, de no interesarle donde pisaba, la Plaza du Tertre viene a ser una de sus favoritas pese a que no tiene gran tamaño ni es estrafalaria. Pero es precisamente eso lo que la destaca de lo demás; es la zona donde sus pensamientos fluyen. Allí hay artistas, gente de todo tipo, es multifacético. Puede mimetizarse y tranquilizarse. Algunas veces incluso ha traído su violín consigo, ambientando la zona tranquilamente, sin querer recibir nada a cambio; ya tiene todo lo que pudiera desear pero no está a gusto consigo mismo o con lo que le rodea. Y sabe que es lo que le falta pero era algo que nunca le había importado antes.

Poniendo las cosas en retrospectiva, la presencia de su madre había opacado hasta ahora esa necesidad de descubrir a otros como él. Aún ahora el interés no era interés en sí, sino solo una curiosidad que no era capaz de opacar con otros temas. Ya no más. Quería saber, necesitaba saberlo, solo por eso y ya. Así que esa mañana despertó con un poco más de bríos de lo habitual. Después de un buen baño y un buen desayuno, salió para ver a sus clientes e inversionistas. Aunque estaba distraído ese día, el ambiente que había en la oficina, así como en el edificio era muy bueno y no requirió de mucha concentración para saber que todo iba bien.

Antes de salir del edificio tenía claro lo que iba a hacer: ir a su hogar, comer algo y prepararse para recibir a sus alumnos de piano y violín, pero cuando puso un pie fuera y la brisa le golpeo el rostro y paso entre sus cabellos sueltos, algo muy diferente se incrusto en su mente. Anduvo sin rumbo al principio, llevado por alguna sensación, como de algo que le jalaba. Un presentimiento. Anduvo por cuadras y cuadras, con su sombrero de copa aferrado en la mano y el pelo interponiéndose a veces en su visión. Se disculpó varias veces en el trayecto, interrumpiendo y entorpeciendo el andar de varias personas. Y cuando logró entrar a la plaza, se detuvo. Se dio cuenta que había corrido.

- Señor ¿Se encuentra bien? - Miró hacía abajo y se topó con una doncella que se cubría la cabeza y llevaba una canasta de frutas. Buscó entre la cesta hasta dar con un durazno en su punto exacto, lo supo por el olor. Lo pagó con un franco y se marchó ya más calmado. El durazno le tranquilizó aunque le dejó los dedos pegajosos. Miró a su alrededor. Se encontraba en la plaza en la que había pensado esa mañana. Miró hacía detrás suyo, la chica de la canasta se había ido.

- No le respondí… - Se caló el sombrero en la cabeza y volvió a andar sin rumbo, pero sin salir de la plaza, hasta que encontró un espacio en una banca y se sentó allí, mirando a las espaldas de un pintor que estaba plasmando su obra en ese momento. Si iba a suceder algo, lo descubría muy pronto. Era la primera vez que tenía una certeza de este tipo, completamente inaudito. Comenzó a ver a los transeúntes, pero nadie llamaba su atención. ¿Qué estaba buscando? No lo sabría hasta que lo descubriera.

por Pandora* Vie Mayo 16, 2014 10:18 pm

Caminaba por la plaza Tertre con un vestido en tonos verde musgo, el cabello desprolijamente recogido con toda la certeza de que “No me importa lo que la gente del lugar piense…”, miraba las plantas, recordando mi terruño, mi pasado, que ahora era eso, y nunca dejaría de serlo, porque de volver, mi propia tribu me mataría…

Suspiré y cuando inhalaba hondo sentí un olor familiar, muy familiar de ser precisa… todos los cambiaformas olemos de manera semejante y podemos distinguirnos entre la multitud gracias a ellos, pero en esta ocasión, era más que un cambiaformas… había un felino en la plaza… alguien igual que yo… “Por su aroma, debe ser un macho joven… y se encuentra solo…”, mi nariz se arrugó por inercia y con los ojos entrecerrados para ver mejor, revisé la plaza desde donde me encontraba parada…

Vi un pintor, que cargaba una amplia gama de solventes con él, junto con un caballete y lienzo tan grandes, que tapaban todo lo que estaba detrás de él… pero tenía la certeza que detrás de esa trampa a los sentidos estaba él… el felino que llenaba de feromonas todo el lugar…

Mi innata e impertinente curiosidad me llevó, como una ráfaga de viento en dirección a él… caminando sin dejarme ver, oculta tras el caballete del artista, pero con la seguridad de que mi olor también había llegado a él…

Me detuve y miré en todas direcciones… “Hasta el día de hoy, después de haber sido regalada en América y llevada como fenómeno de circo a España… de haber robado años completos en ese país al que le tenía aversión, y del que no me llevo ningún grato recuerdo, más que la fortuna que amasé y me permite vivir cómodamente ahora… venía a asentarme a la urbe de lo sobrenatural… pero nunca me cruzó por la mente en todos esos años que encontraría a un felino allí… o en ningún otro lugar…” olvidé que era lo que buscaba con la mirada y continué con mi paso.

Le vi, era un hombre muy joven, con rasgos tan similares a los míos, y a la vez tan distintos que creaban un contraste casi aberrante en mi pensamiento, dejándolo incapaz de articular pensamiento o frase alguna…

Mi mirada se cruzó con la de él… y sus ojos castaños, europeos me escrutaron mientras continuaba yo con mi andar…

por **Yranné Salvin** Miér Mayo 21, 2014 1:09 pm

Era difícil, por no decir imposible, tomar correctamente el tiempo que pasó allí, sentado, mirando a la nada y, de vez en cuando, al pintor que con todo lo que estaba usando le hacía arrugar su nariz. Prefería la música por sobre la pintura, al menos la música no le hacía hacer caras raras… A veces. Suspiró como derrotado, creyendo que el presentimiento que lo había traído hasta allí ahora se había desvanecido. Pero entonces, cuando volvió a tomar aire, percibió, aparte del fuerte aroma de la pintura, una esencia diferente, dulce y feroz. Otro cambiaformas. ¡Eso era! ¡Que idiota al no haberlo visto venir antes!

Se puso de pie, apoyando su mano libre en el marco superior de la pintura. El pintor gruñó ofendido y Yranné soltó el lienzo, disculpándose con simpleza, con la mente enfocada en ese aroma. Le recordaba a su madre; el aroma que solo una hembra felina podía provocar. Se apartó del marco, buscándola con la mirada, siguiendo el rastro de olor que el viento le traía. Todos los que paseaban por allí en ese momento le parecieron de lo más normales, todos personas ocupadas camino a su hogar después del trabajo o paseantes nocturnos buscando abrigo para la cercana noche. Todos así, a excepción de una.

La ondulación de su falda fue lo primero que notó; sin pudor fue subiendo por su cuerpo y de inmediato reconoció el andar felino que tantas veces había visto en su madre, esas caderas que en lugar de rebotar se ondulaban con gracia y sensualidad. Subió por su cintura estrecha, por sus pechos y el grácil cuello y cuando llegó a sus ojos se detuvo. Era ella. Sin duda alguna. Ahora parecía destacar entre todos pues lo que vio no fue a la dama andando por la plaza, lo que vio fue su felino interior, devolviéndole la mirada con toda la ferocidad que pudiera esconder dentro de un cuerpo tan frágil.

La vio caminar, y por unos minutos permaneció de pie, siguiéndola solo con los ojos. Pudo leer la invitación de ella en cada uno de sus pasos y como buen felino que era, la atendió. No era de caballeros hacer esperar a una dama. Se bajó de la banqueta y en cuanto se alejó del pintor el aroma llegó más puro y fuerte. Su mente grabó un registro en su cerebro de inmediato. Ahora, donde fuera que estuvieran pero si estaba lo suficientemente cerca para ello, podría encontrarla con cierta facilidad.

No pensó en cómo abordarla, simplemente la alcanzó y se situó a su lado, acoplándose a su paso con una facilidad inaudita; ni siquiera tuvo que pensar en ello, simplemente sucedió. Tampoco pensó en lo que le diría y de nuevo, dejo que fuera su instinto el que hiciera el trabajo, igualmente, ya había hecho todo lo demás.

- Así que era usted, madame, la razón por la que yo tenía que estar aquí está tarde específicamente. – Él era alto, claro, pero ella no se veía en absoluto indefensa, su olor también dejaba claro eso y él lo entendió de inmediato y procuro no invadir su espacio personal. Sí le daba algún mensaje incorrecto, ella se ofendería y no deseaba eso. Simplemente, estaba demasiado emocionado. - ¿Me permite acompañarla un rato? – Preguntó, estrujando un poco el ala de su sombrero con su mano que a veces le parecía más un estorbo que un accesorio. – Soy Yranné Salvin. – Se presentó obligadamente, pues el nombre no era importante.

por Pandora* Vie Mayo 30, 2014 5:02 pm

Sentí la mirada de él rompiendo la monotonía del parque, adentrándose en mis ojos, como si deseara escrutar mis pensamientos, antes de que pudiera si quiera imaginar que pasaría, estaba alcanzándome con largas zancadas “como un tigre que caza con el sol en la espalda…” -Así que era usted, madame, la razón por la que yo tenía que estar aquí está tarde específicamente-, le miré confundida, tratando de no adentrarme en su mirada; sonreí con cortesía pero más perdida que un gato en alta mar… y antes de que mi cerebro pudiera articular una frase decente, el continuó -¿Me permite acompañarla un rato?- añadió el caballero, buscando un contacto efímero perdido en mi espacio vital, haciéndome gruñir un poco, mitigado por la extraña familiaridad que me producía él…

Continué mi paso en silencio, tomando con la diestra el vuelo del vestido, mirándole de ente tanto… hasta que él me dijo al fin -Soy Yranné Salvin- haciendo un ademán con su mano sobre el sombrero; sonreí por el rostro de él, reflejaba cuan extraño se sentía, y entonces, me di cuenta que no era la única que se sentía así…

Sentí tan lleno de gente el parque, y a la vez tan solo… como una ironía que me perseguía, mientras huía de ella al brazo de él… cerré los ojos y me dejé llevar… “Sentí la selva verde que se ceñía a mi cintura conforme iba avanzando; mis pies descalzos pisaban la tierra siempre húmeda del amazonas… mi ropa no era más que una breve túnica de algodón… pero no había nadie… no estaba ni la familia, ni la tribu que me vendió… ellos se habían esfumado, dejando mi terruño solo para mi…” sus ojos se colaron en mi pensamiento, castaños como la madera del hule, haciéndome abrir los ojos de un sobre salto… todas las dudas se habían disipado… él era tan felino, como ella lo era…

Detuve mi andar bajo un sauce que acariciaba nuestra piel con su fresca sombra… -María Onca, a sus órdenes señor…- dije escondiendo toda mi curiosidad, mis preguntas… mis dudas; todo eso detrás de un semblante frío, y una voz apenas cordial… -Perdone mi falta de tacto mi señor…- continué hablando, tratando de evitar cruzarme con su mirada, que sentía podía leer la mía… como si fuéramos un reflejo en un espejo… si dejar de escrutar personas que pasaban indiferentes a nuestro alrededor.

Sonreí con cortesía, mientras mi interior se carcomía por conocer las respuestas –Pero… ¿Por qué me ha abordado caballero?- sabiendo que si algo había aprendido con el tiempo, era a no dar por sentado nada… una corriente de fresco aire pasó entre nosotros, enervando aún más nuestros olores… sentí como un mechón de cabello cayó sobre mi frente, y cubrió uno de mis ojos, haciéndome reír, a pesar de haberme prometido ser cauta esta vez…

–Entonces... señor Salvin…- dijo esperando una respuesta con una curiosidad propia de un felino…

por **Yranné Salvin** Mar Jun 03, 2014 8:10 pm

Fue en aquella proximidad que él tuvo la oportunidad de por fin mirarla a los ojos de cerca. Captó una ligera confusión, misma que no pasó a él. Yranné no se sentía en absoluto confundido, solo estaba profundamente emocionado y curioso. Y la curiosidad estaba siendo su cualidad más intensa este año en particular; parecía que le pasaban cosas inesperadas como para no comportarse como un caballero debía de hacerlo. Su manera de abordarla fue penosa y, al mismo tiempo, no pudo ser de ninguna otra forma. Fue extraño y correcto a la vez, pese a que el hecho de darle su nombre le resultara en una tarea por demás enfadosa. Se sintió fuera de lugar por completo, pero una vez dicho no había nada que lamentar y deseaba que ella lo supiera. Y lo usara.

Mantuvo su distancia, andando a su lado sin prisa alguna, sin moverse torpe al estar distraído de su entorno. Poseía la gracia de movimiento de un tigre que sin importar su lo majestuoso, daba la impresión que caminaba siempre sobre almohadones de algodón. Haciendo un ruido apenas perceptible, sus pasos eran firmes y rectos. Miró al frente, aflojando el intenso agarre de su sombrero en sus dedos; no tenía por qué pagar por su nerviosismo y él no tenía que ocultar aquello. Por un segundo cerró los ojos también y al abrirlos se encontraba frente a un sauce que lo hizo dudar por un segundo el resguardarse bajo su sombra. Le gustaba el sol aun sí estaba cerca de ocultarse. Y por ello fue que la siguió y permaneció de pie a su lado, sin recargarse ni apoyarse en el tronco.

- Un placer, madame… - Respiró al escuchar su nombre y se inclinó de inmediato a besar el dorso de su mano, recordando las costumbres que por tantos años sus padres le inculcaron. Al enderezarse y alcanzar su estatura total, se encontró de nuevo con los ojos salvajes que antes le llamaron desde la distancia. Duró solo un segundo, puede que un poco menos, ya que, comprendiendo su incomodidad, se apresuró a desviar el rostro a cualquier punto, con lo que se reencontró con el pintor que antes le hubo servido para mantenerse oculto.

Entonces la curiosidad, la bendita e inevitable curiosidad, lo obligó a volver a mirarla, pero ahora su propio ceño se fruncía en dudas. Estaba seguro de no haber obrado mal. De no haber cometido un error: era ella el motivo por el cual había pasado tiempo aquí, estancado y sin querer moverse. La escrutó, obviando por un momento su educación. La observó reír y con eso el entendimiento apareció. Pudiera ser que lo que deseara era una confirmación tangible y nada más. A Yranné no le preocupaba cometer un error; es algo de toda la vida. Los errores van y vienen. Y de igual manera, tampoco le importaba aclarar su punto, si era necesario hacerlo. Suspiró y acabó recargado en el sauce, al lado de ella pero mirando hacía la copa del mismo. El aroma del árbol verde inundó sus fosas nasales.

- Comprendo… - Se detuvo unos segundos, buscando el camino menos pedregoso por el cual llevar esta conversación, pero poco le atraía más que la verdad. – A fe de ser sincero, debo responder que el motivo es tan claro que me ha confundido un poco con su pregunta. Pero al tratarse de usted, no puedo más que complacerla y responderla. La abordé, por qué usted es como yo. – La miró de reojo por unos instantes, hasta que las palabras acudieron a su cabeza. Con un movimiento sutil, señalo a los paseantes frente a él. – Observé con cuidado. La plaza está llena de gente a esta hora y sin embargo, somos los únicos aquí ¿Lo ve? Solo usted y yo, nadie más. – Levantó la cabeza del tronco del árbol y peinó sus cabellos sueltos, aplastándolos contra su cabeza solo para que el viento volviera a agitarlos. – Es así de simple…

por Pandora* Vie Jun 06, 2014 11:57 pm

Sonreí por las palabras de él, que tras pronunciarlas resultaban tremendamente obvias… -Es así de simple…-

“Y es que estamos solos en esta selva de asfalto y árboles de concreto… o es que lo que esta tarde ha pasado es una coincidencia de las muchas que puede haber…”

-Tiene razón caballero… estamos tan solos en medio del bullicio parisiense…- Giré la mirada a mi alrededor, pasando la mirada por los transeúntes que podía observar… -Pero ello no contesta mi pregunta, querido señor mío…- mi sonrisa ladina que tantos problemas me ha acarreado se presentó en mis labios –Que ambos seamos… lo que somos… no me parece que sea el motivo de que me allá abordado instantes atrás…-

Me alejé del hombre, mirándole de soslayo… invitándole a seguirme, como en las cazas en la selva, me serví como presa de un felino de mirada voraz, mientras mi cadera se ladeaba como si la larga cola de jaguar la acompañara en aquel vaivén…

Giré mi rostro encadenando mi mirada a sus ojos avellanos, sin poder dejar de mirarle, incliné el rostro mientras sonreía con gentileza estirando un poco una de mis manos hacía él… “Creo que soy una mejor presa de lo que puedo ser cazando… y no soy mala cazadora…”

Me encogí de hombros y mientras giraba el rostro le dije en lo que parecía más un murmullo que solo su agudeza auditiva alcanzaría a escuchar –Entonces señor Salvin… ¿me dirá ahora porque me abordó antes?- sonreí para él, y continué mi paso…

por **Yranné Salvin** Dom Jun 08, 2014 2:32 pm

Entonces, puede que por primera vez desde que la miró a la distancia, se sitió confundido antes su respuesta. Pero él no deseaba hablar sobre aquella fuerza poderosa que lo había jalado directamente hacía la plaza con el único propósito de toparse con esa mujer. Sonaba demasiado fantasioso y tonto y todo cuanto pudiera decir para justificar la sensación de arrastre, sonaría mucho peor. Recargado allí, contra el sauce, la observó, debatiéndose crudamente entre la verdad y alguna mentirilla piadosa. Batalla que sería inútil pues nunca mentía si podía evitarlo y cierto era que esta vez la verdad era más importante.

- Lo lamento madame, pero para mí es el motivo correcto, más no el real en sí, aunque también lo es… - Frustrado por lo extraño que sonó todo eso, se alejó del sauce y la siguió con el ceño ligeramente fruncido, como esperando que se le olvidará y él en serio no tuviera que caer en eso que lo haría sentir como un infante nuevamente. Existirán los vampiros y los licántropos, existirán los cambiaformas y los brujos, pero no existen las hadas y tampoco el destino. Su andar sigiloso se unió pronto al de la señorita, avanzando con un paso más marcado pero igual de ligero.

Entonces observó sus ojos, mirando fijamente los suyos y el ceño se le relajó suavemente, como si los nervios desaparecieran un momento. Pareciera que le estuviera poniendo las cosas difíciles a propósito y se quedó sin fuerzas para huir de su fantástica historia. Pero ¿Cómo iniciarla? ¿Cómo hacerla entender que no había otro motivo más allá del hecho de que ambos son lo que son? De que no encontró la fuerza para rechazar aquella sensación y desde un principio no pensó jamás en hacerlo. El instinto es muy poderoso cuando lo desea.

- Puede que piense que es una idiotez, pero lo cierto es que yo llegué a aquí, siguiendo una mera sensación para encontrarme con usted. No hay otro motivo detrás de esto. Por qué usted es como yo, como ya lo ha admitido, y yo deseaba conocer al menos a otro cambiaformas. – Cuando lo dijo, debió admitir que las palabras no sonaron tan mal como lo esperaba y que no había dicho nada de lo que pudiera arrepentirse. – El motivo por el cual la abordé es ese mismo; ya que es como yo, es decir, también es un felino, espero pueda entender mi intensión de querer conocerla. Quizás, más adelante compartir una amistad. – Meditó un poco antes de seguir y se detuvo con algo de remordimiento, no deseando ser más grosero. – Me disculpo si llegó a pensar que mis intenciones eran otras, pero aunque mi intromisión ha sido descortés, nunca ha sido mi deseo faltarle al respecto a una dama. Lo siento. – Se inclinó, haciendo una reverencia para después alzarse y renovar su confusión.

por Pandora* Sáb Jun 14, 2014 10:57 pm

-Nunca he dicho yo que haya sido descortés mi señor… ¿o sí?- le dije mirándole de lado y con una sonrisa ladina en el rostro… -Creo que me sorprende vuestra historia porque…- medité un segundo las palabras que saldrían de mis labios a continuación –porque… no esperaba encontrar otro felino, ni en París, ni en ningún otro lado…- la sonrisa ladina se había esfumado por completo y mi cuerpo ahora estaba de frente al caballero, obligándome a alzar la vista para poder ver sus ojos –Yo llevo mucho tiempo cazando sola caballero… creo que simplemente me había desprendido de la posibilidad de… encontrar a alguien más…- mi sonrisa afloró de nuevo…

Giré el cuerpo haciendo que mi cabello mal recogido acariciara el cuerpo de él, comenzando a andar de nuevo… contoneando la cadera como si de la cola del jaguar se tratara… -¿Es que no va a seguirme?- dije fingiendo tristeza en la mirada y haciendo un puchero en los labios, que terminaban en el esbozo de una sonrisa… era obvio que estaba interesada en el felino…

“Así que después de todo, hay más como yo en el mundo… pero… aseguraría que es Europeo… un gato tan diferente a mí, como a los demás cambiaformas… y sin embargo su olor me tiene aquí, en medio de un juego sutil, que nunca había podido jugar…”

Estiré mi mano derecha, dejando que mi mano que se engarzaba con bellas y largas garras esperara el brazo de un caballero en toda la palabra, puesto que… si quería seguir la conversación, debía ser el caballero que decía ser… todo esto, sin voltear a verle…

-Por cierto querido señor… nunca pensaría que alguna palabra pronunciada por vos sea una idiotez… es solo que prefiero ser clara… y me gusta escuchar las cosas, tan claras como sean posibles…- dije al tiempo que contuve un ronroneo que quería escapar de mi pecho…

por **Yranné Salvin** Mar Jun 17, 2014 8:01 pm

- No lo ha dicho madame, lo que en su caso sería mostrar una cortesía que bien podría yo no merecer a estas alturas del encuentro. –Se apresuró a responderle, observando aquella sonrisa ladina que solo hacía que su confusión se acrecentara. Una mujer totalmente diferente a cualquiera que pudiera recordar y que, pese a su confusión, lo hacía sentir muy cercano a ella al mismo tiempo. Avanzó para continuar a su lado, escuchando con una intensa atención algo que le sorprendió. – Yo tampoco esperaba encontrarlo. – Se mostró de acuerdo con ella, pero está vez midió sus palabras con extremo cuidado. Su cuerpo se detuvo al encontrarla mirándole directamente. – Por mi parte, sabía que había otros como yo, era imposible que no los hubiera. Es una certeza que me ha acompañado siempre…

Se esforzó ligeramente pero al final no sonrió; la sorpresa y la confidencia se arraigaron dentro de sí, dejando de lado una sonrisa que bien podría resultar más bien fútil e innecesaria. Permaneció estático, de pie allí, mientras en su cabeza se iban ajustando las piezas y poco a poco la confusión generada por sus palabras, se desvanecía entre el entendimiento del conocimiento. Se preguntó sobre lo que habría sucedido con aquel cuerpo grácil y elegante para que llegara a aquella conclusión. Pudiera ser el resultado de alguna búsqueda infructuosa pero duradera… entonces ella sonríe de pronto y Yranné se despierta y está vez le devuelve la sonrisa en toda regla, amistoso y cordial, corre al llamado de la fémina con un andar suelto y seguro.

-Una disculpa más entonces, madame… - Recitó pero ahora sus palabras no parecían de arrepentimiento. Ha entendido lo que se dicen entre ellos y ha comprendido la jovialidad de ella hacía él, y el interés. Por fin ha podido ponerse en su sintonía y eso le ha resultado muy agradable. Galantemente, con un gesto que ha practicado y usado miles de veces, flexiona su brazo y se lo ofrece con un gesto galante y educado, comprendiendo sus intenciones con ese pequeño gesto de su mano. – Sé que no lo ha hecho, madame, no debe preocuparse por que yo llegue a malinterpretarla en algún momento, ya que si sus intenciones son hablar con claridad, será claridad lo que escuchará de mí también. – Comprendió, por esas cortas pero significativas palabras, que se encontraba frente a una mujer que, en cierta manera, prefería ahorrarse los rodeos. Otro punto interesante y diferente de él, que optaba por ser más sutil y suave con las palabras a fin de alcanzar su propósito de la manera menos hostil.

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