AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Natural Causes | Privado
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Natural Causes | Privado
La última imagen suya en mi mente era su cráneo destrozado y la sangre que brotaba por todos lados mancillando su indumentaria y mis manos. No podía evitar el hecho de recordar esa escena una y otra vez en mi mente. Todo había sucedido repentinamente aunque bien sabíamos que más de un consejero de la corte real sospechaba sobre los planes a futuro. Por dicha razón se había previsto un escape alterno si éramos interceptados. No había manera de que alguien más supiera lo que sucedería aquella noche.
A decir verdad nunca estuve consciente de lo que hacía, de la importancia que la presencia de aquel hombre causaba en mí y del desastre que mi traición hacia la organización desataría si yo me atrevía a desobedecer sus órdenes. Todo era muy claro al inicio, la encomienda de seducirlo y conducirlo hacia una muerte segura era algo a lo que yo estaba habituada ya a realizar. El plan parecía demasiado simple y elaborado a su vez. Durante mi estancia en su palacio noté la soledad, la angustia y lo horrores a que él estaba acostumbrado ya a vivir.
Y caí en la cuenta de que, él era tan solitario y poseía una sed de venganza tan grande como la mía. ¿Qué nos diferenciaba entonces? Él había recibido el título nobiliario después de haber asesinado al verdadero Duque sus motivos eran demasiado personales para que yo me atreviera a cuestionarle. Y yo, una simple prostituta que no terminaba de comprender que jugar con fuego resultaba mucho más peligroso de lo que la simple y trillada oración remarcaba cada vez que la escuchaba pronunciar en labios ajenos.
Ahora tan solo era una exiliada que de fortuna no poseía nada más que la fachada. Yo lo había perdido todo en el instante en el cual él se había marchado de mi lado. No tenía motivos aparentemente para continuar y había decidido que lo mejor sería ocultarme una vez más bajo el cobijo de la “profesión” que alguna vez me había salvado de morir. Era increíble como en el silencio lúgubre de aquella habitación que emanaba muerte yo pudiera mantenerme de pie. Cualquier otra persona se hubiese rendido a la caricia de la locura o del alcohol. No obstante me hallaba de pie, en la misma habitación donde su cadáver había sido llevado.
Como si se tratase de la escoria, le habían transportado hasta Paris para cubrir su paradero y contiguamente el mío. Ahora tan solo era una traidora a la organización a quien había jurado lealtad en más de una ocasión. ¿Qué buscaban entonces? ¿Cuál era su verdadero propósito? Los espías solo teníamos una misión, un objetivo claro y ahora que el mío descansaba bajo tierra ya no había cabida para alguien como yo. Suspire y cerré con cuidado el cerrojo. El velador claramente sabía que nadie más podía interferir en ese espacio, me sorprendió el hecho de toparme con la figura de alguien que jamás pensé encontrar ahí.
–Konrad–
Apenas pude salir de mi espasmo al verle de pie, aguardando a que yo saliera de la habitación de la morgue.
A decir verdad nunca estuve consciente de lo que hacía, de la importancia que la presencia de aquel hombre causaba en mí y del desastre que mi traición hacia la organización desataría si yo me atrevía a desobedecer sus órdenes. Todo era muy claro al inicio, la encomienda de seducirlo y conducirlo hacia una muerte segura era algo a lo que yo estaba habituada ya a realizar. El plan parecía demasiado simple y elaborado a su vez. Durante mi estancia en su palacio noté la soledad, la angustia y lo horrores a que él estaba acostumbrado ya a vivir.
Y caí en la cuenta de que, él era tan solitario y poseía una sed de venganza tan grande como la mía. ¿Qué nos diferenciaba entonces? Él había recibido el título nobiliario después de haber asesinado al verdadero Duque sus motivos eran demasiado personales para que yo me atreviera a cuestionarle. Y yo, una simple prostituta que no terminaba de comprender que jugar con fuego resultaba mucho más peligroso de lo que la simple y trillada oración remarcaba cada vez que la escuchaba pronunciar en labios ajenos.
Ahora tan solo era una exiliada que de fortuna no poseía nada más que la fachada. Yo lo había perdido todo en el instante en el cual él se había marchado de mi lado. No tenía motivos aparentemente para continuar y había decidido que lo mejor sería ocultarme una vez más bajo el cobijo de la “profesión” que alguna vez me había salvado de morir. Era increíble como en el silencio lúgubre de aquella habitación que emanaba muerte yo pudiera mantenerme de pie. Cualquier otra persona se hubiese rendido a la caricia de la locura o del alcohol. No obstante me hallaba de pie, en la misma habitación donde su cadáver había sido llevado.
Como si se tratase de la escoria, le habían transportado hasta Paris para cubrir su paradero y contiguamente el mío. Ahora tan solo era una traidora a la organización a quien había jurado lealtad en más de una ocasión. ¿Qué buscaban entonces? ¿Cuál era su verdadero propósito? Los espías solo teníamos una misión, un objetivo claro y ahora que el mío descansaba bajo tierra ya no había cabida para alguien como yo. Suspire y cerré con cuidado el cerrojo. El velador claramente sabía que nadie más podía interferir en ese espacio, me sorprendió el hecho de toparme con la figura de alguien que jamás pensé encontrar ahí.
–Konrad–
Apenas pude salir de mi espasmo al verle de pie, aguardando a que yo saliera de la habitación de la morgue.
Última edición por Vesper Ajmátova el Jue Oct 26, 2017 12:10 am, editado 2 veces
Vesper Ajmátova*- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/05/2016
Re: Natural Causes | Privado
El Zhivago siempre se metía en asuntos bastante desagradables pero bastante convenientes. En aquella ocasión, él se encontraba inmiscuido en el asesinato de un Duque usurpador en Rusia, un hombre que debió morir en manos de una mujer pero que acabó siendo ejecutado por otras personas. La muerte del hombre había sido realmente horrorosa y todo debido a que la fémina enviada a cumplir con la misión había terminado por enamorarse de la victima, situación que él no juzgaba por el simple hecho de que también fue joven, también se enamoro de quien no debía y acabó pagando las consecuencias de aquel hecho. La organización a la que Konrad y la joven pertenecían, tenían ahora la vista puesta en la dama. Ella representaba ahora un peligro para todos, menos para Konrad, quien a pesar de expresar enojo ante sus compañeros de crimen, envió a sus más fieles trabajadores a buscar a la fémina pues necesitaba su paradero antes de que fuera demasiado tarde y no pudiera hacer nada por ella.
Los fieles trabajadores del Zhivago no lo defraudaron. Poco después de la muerte del Duque le informaron que Vesper, la mujer a quien buscaba, se encontraba en París, a salvo aún de todos los que la buscaban. Que ella se encontrase en la misma ciudad que Konrad resulto ser toda una bendición. En París, Konrad tenía poder y aliados que le ayudarían a hacerla desaparecer durante el tiempo necesario para que su error fuera olvidado, al igual que su nombre y su rostro. La información de sus espías, llevaba entonces esa noche al Zhivago hasta la morgue, que no resultaba ser el mejor lugar para que una mujer que perdía a su amado se ocultara, pero eso ya se lo diría él directamente a Vesper cuando la viera.
Los pasos de Konrad eran entonces lentos y el pasillo que recorría era largo. Su lentitud al andar tenía el propósito de prepararlo para lo que encontraría al final del pasillo, en un pequeño cuarto donde seguramente el falso Duque había pasado sus últimos momentos.
Cuando el Zhivago llegó a la puerta del cuarto, pudo distinguir a la perfección la figura de Vesper quien al verlo, no hizo más que pronunciar su nombre en un susurro.
– Espero no estar interrumpiéndote, pero necesitamos hablar hermosa – de pie en la puerta, aguardo a que ella se acercase – Creo que ya sabes que te has metido con la gente equivocada, así como ya debes saber que te están siguiendo y le han puesto precio a tu cabeza – cruzó los brazos a la altura del pecho – El precio es bastante alto, ¿sabías?.
Los fieles trabajadores del Zhivago no lo defraudaron. Poco después de la muerte del Duque le informaron que Vesper, la mujer a quien buscaba, se encontraba en París, a salvo aún de todos los que la buscaban. Que ella se encontrase en la misma ciudad que Konrad resulto ser toda una bendición. En París, Konrad tenía poder y aliados que le ayudarían a hacerla desaparecer durante el tiempo necesario para que su error fuera olvidado, al igual que su nombre y su rostro. La información de sus espías, llevaba entonces esa noche al Zhivago hasta la morgue, que no resultaba ser el mejor lugar para que una mujer que perdía a su amado se ocultara, pero eso ya se lo diría él directamente a Vesper cuando la viera.
Los pasos de Konrad eran entonces lentos y el pasillo que recorría era largo. Su lentitud al andar tenía el propósito de prepararlo para lo que encontraría al final del pasillo, en un pequeño cuarto donde seguramente el falso Duque había pasado sus últimos momentos.
Cuando el Zhivago llegó a la puerta del cuarto, pudo distinguir a la perfección la figura de Vesper quien al verlo, no hizo más que pronunciar su nombre en un susurro.
– Espero no estar interrumpiéndote, pero necesitamos hablar hermosa – de pie en la puerta, aguardo a que ella se acercase – Creo que ya sabes que te has metido con la gente equivocada, así como ya debes saber que te están siguiendo y le han puesto precio a tu cabeza – cruzó los brazos a la altura del pecho – El precio es bastante alto, ¿sabías?.
Konrad Zhivago- Humano Clase Alta
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Re: Natural Causes | Privado
Debía hacer una pausa, debía retomar el camino en ese mismo instante antes que mis decisiones me orillaran hacia un laberinto sin salida. Dolía haberle amado y me dolía aún más el hecho de saber que no podía hacer otra cosa más que aferrarme a ese pedazo de felicidad que me había sido arrebatado de las manos en un abrir y cerrar de ojos. ¿Acaso era cierto? Yo estaba pagando una condena terrible al sentirme atada de pies y manos ahora que más de una persona seguramente me seguía. Hechizada por esa imagen aun vivaz en mi mente era imposible no verle en cada hombre que cruzaba palabra conmigo o en cada pareja que caminaba de la mano tranquilamente en tardes soleadas por las polvorientas calles de la capital gala. Tenía tanto por sanar y recuperar y mis sentidos y defensas quedaban ausentes cuando hacía esas visitas que no pude percatarme de la presencia ajena hasta que él, con su voz grave me llamo de una manera que no había escuchado durante mucho tiempo.
¿Cuándo había sido la última vez que crucé palabra con él? Si no recordaba mal más de 2 años aproximadamente, antes de que todo aquel asunto del asesinato y la conspiración dieran inicio y mi caída libre hacia el infierno formara parte de mis actividades diarias. Sonreí amargamente, porque aunque quería mostrarme fuerte a veces no me sentía con deseos de continuar, Konrad era un viejo amigo y conocido que seguramente conocía ahora a detalle lo que sucedía y aunque dentro de la organización a la cual yo había traicionado se regía por estrictos estatutos, debía haber una razón de peso por la cual él se tomó la molestia de dar con mi paradero. No me tomé siquiera la molestia de preguntarle si iba con escoltas o alguien más le seguía, porque ninguna de las consecuencias me resultaban de peso ahora que no tenía nada que perder. Avancé hacia donde él estaba y me quedé nuevamente de pie a un lado del pilar que proyectaba una sombra hacia donde yo me encontraba.
–Descuida yo he terminado mi visita dime ¿Cuánto tiempo ha pasado Konrad? ¿Dos, tres años? Quizás más–
Recargué mi peso hacia el contrafuerte y no pude evitar reír.
–No les tomó mucho tiempo hallarme ¿Cierto? Debo ser la mujer más estúpida que haya pisado esta ciudad al querer cubrir el sol con un dedo. Estoy consciente cariño que más de uno desearía cobrar esa recompensa, siempre estuve consciente de lo que todo esto desataría–
Suspiré con desgano. Honestamente no tenía ánimos de derrumbarme frente a sus ojos, si algún día ello ocurriese lo haría a solas, donde nadie me viera como una mujer frágil, algo de orgullo quedaba aún y era lo único que me mantenía de pie en ese instante.
–Debe serlo Konrad ¿Quién no quisiera regresar a la organización con mi cabeza como trofeo? Déjame felicitarte, porque has sido el primero en hallarme y no voy a huir, así que si tu misión de apresarme y llevarme de regreso es lo primordial, no tengo nada más por decir–
No tenía intención de huir, mucho menos de resistirme, solo quería morir, dejar de sentir el dolor insoportable de su perdida.
¿Cuándo había sido la última vez que crucé palabra con él? Si no recordaba mal más de 2 años aproximadamente, antes de que todo aquel asunto del asesinato y la conspiración dieran inicio y mi caída libre hacia el infierno formara parte de mis actividades diarias. Sonreí amargamente, porque aunque quería mostrarme fuerte a veces no me sentía con deseos de continuar, Konrad era un viejo amigo y conocido que seguramente conocía ahora a detalle lo que sucedía y aunque dentro de la organización a la cual yo había traicionado se regía por estrictos estatutos, debía haber una razón de peso por la cual él se tomó la molestia de dar con mi paradero. No me tomé siquiera la molestia de preguntarle si iba con escoltas o alguien más le seguía, porque ninguna de las consecuencias me resultaban de peso ahora que no tenía nada que perder. Avancé hacia donde él estaba y me quedé nuevamente de pie a un lado del pilar que proyectaba una sombra hacia donde yo me encontraba.
–Descuida yo he terminado mi visita dime ¿Cuánto tiempo ha pasado Konrad? ¿Dos, tres años? Quizás más–
Recargué mi peso hacia el contrafuerte y no pude evitar reír.
–No les tomó mucho tiempo hallarme ¿Cierto? Debo ser la mujer más estúpida que haya pisado esta ciudad al querer cubrir el sol con un dedo. Estoy consciente cariño que más de uno desearía cobrar esa recompensa, siempre estuve consciente de lo que todo esto desataría–
Suspiré con desgano. Honestamente no tenía ánimos de derrumbarme frente a sus ojos, si algún día ello ocurriese lo haría a solas, donde nadie me viera como una mujer frágil, algo de orgullo quedaba aún y era lo único que me mantenía de pie en ese instante.
–Debe serlo Konrad ¿Quién no quisiera regresar a la organización con mi cabeza como trofeo? Déjame felicitarte, porque has sido el primero en hallarme y no voy a huir, así que si tu misión de apresarme y llevarme de regreso es lo primordial, no tengo nada más por decir–
No tenía intención de huir, mucho menos de resistirme, solo quería morir, dejar de sentir el dolor insoportable de su perdida.
Vesper Ajmátova*- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/05/2016
Re: Natural Causes | Privado
Verla en la morgue, de pie frente a un cadáver no era como el Zhivago deseaba encontrarla. Por algún motivo, aún al verla de espaldas, él podía notar la tristeza de la dama, o quizás era solo su delirio por su dolor del pasado el que lo volvía tan frágil en una situación tan importante como aquella. Fuera cual fuera la situación, se forzó a intervenir en el momento tan privado de la joven. La voz de Zhivago, siempre dura, llamó el nombre de Vesper con cautela y cuando la joven se volvió a mirarlo, no dijo nada, tan solo permaneció él aguardando porque Vesper se acercará.
Con cada paso que daba ella, Konrad era capaz de notar el terrible peso que llevaba en los hombros. Vesper no era la misma mujer que conociera años atrás, pues aunque seguía resultando sumamente bella, su rostro mostraban una mayor delgadez, sus ojos estaban oscurecidos por unas terribles ojeras y ligeras arrugas se formaban ahora alrededor de la comisura de sus labios; en definitiva, el dolor y probablemente la culpa, estaban consumiendo a la mujer.
– La última vez que nos vimos fue cuando fuiste elegida para la misión – recordó – pero ante mis ojos, no ha pasado un solo día pues sigues siendo una mujer muy bella – mentía ligeramente no en busca de hacerle una broma, sino por el cariño que sentía por ella así como la comprensión que experimentaba ante la situación de la Ajmátova.
La dama se recargó elegantemente al lado de un pilar y Konrad no pudo evitar sonreír. Las adversidades golpeaban a Vesper, quien había perdido la confianza de su grupo, a su amor, su poder y todo cuanto poseía, aún así, se seguía mostrando orgullosa, integra y valiente.
– Me costó menos tiempo encontrarte solamente porque estamos en la misma ciudad, a los demás aún debe faltarles un par de días para dar con tu paradero – cruzó los brazos a la altura del pecho y se movió con lentitud, buscando quedar de frente a la fémina – Sé que estuviste consciente de lo que sucedería, de otra manera no lo habrías hecho, pero no creo que si quiera supieras de la cantidad de dinero que iban a ofrecer por tu cabeza – suspiro y chasqueo después la lengua – una hermosa cantidad de dinero – observó entonces fijamente a Vesper, esperando lo que ella tenía para decir después de aquellas palabras que pondrían en duda las intenciones del Zhivago.
Los ojos de ambos se encontraban fijos en los del otro. Los de Vesper, abrazaban la muerte; mientras que los de Konrad dejaban ver no victoria, sino diversión.
– Sería demasiado fácil entregarte a la organización y llevarme la recompensa por tu captura; a mi, ya sabes, no me gustan las cosas tan sencillas – estiro entonces su mano en dirección a Vesper – y tenemos poco tiempo para planear como es que procederemos ahora.
Con cada paso que daba ella, Konrad era capaz de notar el terrible peso que llevaba en los hombros. Vesper no era la misma mujer que conociera años atrás, pues aunque seguía resultando sumamente bella, su rostro mostraban una mayor delgadez, sus ojos estaban oscurecidos por unas terribles ojeras y ligeras arrugas se formaban ahora alrededor de la comisura de sus labios; en definitiva, el dolor y probablemente la culpa, estaban consumiendo a la mujer.
– La última vez que nos vimos fue cuando fuiste elegida para la misión – recordó – pero ante mis ojos, no ha pasado un solo día pues sigues siendo una mujer muy bella – mentía ligeramente no en busca de hacerle una broma, sino por el cariño que sentía por ella así como la comprensión que experimentaba ante la situación de la Ajmátova.
La dama se recargó elegantemente al lado de un pilar y Konrad no pudo evitar sonreír. Las adversidades golpeaban a Vesper, quien había perdido la confianza de su grupo, a su amor, su poder y todo cuanto poseía, aún así, se seguía mostrando orgullosa, integra y valiente.
– Me costó menos tiempo encontrarte solamente porque estamos en la misma ciudad, a los demás aún debe faltarles un par de días para dar con tu paradero – cruzó los brazos a la altura del pecho y se movió con lentitud, buscando quedar de frente a la fémina – Sé que estuviste consciente de lo que sucedería, de otra manera no lo habrías hecho, pero no creo que si quiera supieras de la cantidad de dinero que iban a ofrecer por tu cabeza – suspiro y chasqueo después la lengua – una hermosa cantidad de dinero – observó entonces fijamente a Vesper, esperando lo que ella tenía para decir después de aquellas palabras que pondrían en duda las intenciones del Zhivago.
Los ojos de ambos se encontraban fijos en los del otro. Los de Vesper, abrazaban la muerte; mientras que los de Konrad dejaban ver no victoria, sino diversión.
– Sería demasiado fácil entregarte a la organización y llevarme la recompensa por tu captura; a mi, ya sabes, no me gustan las cosas tan sencillas – estiro entonces su mano en dirección a Vesper – y tenemos poco tiempo para planear como es que procederemos ahora.
Konrad Zhivago- Humano Clase Alta
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Re: Natural Causes | Privado
Yo misma me contradecía la pronuncia esas palabras, si estuve consciente desde un inicio ¿Por qué había causado todo eso? ¿Porque aferrarme a que en algún momento alguien como yo merecía las migajas de lo que una felicidad efímera conlleva? Porque mi vida había estado siempre mancillada con tragedia y muerte y esa era entonces algo con lo que yo quería romper en definitiva, ser una prostituta, una asesina, daba igual acá y al otro lado del mundo tenía que salir del pantano que me hundía cada vez más. Hoy en día no me reconocía en lo absoluto. Era porque el hecho de estar junto al barón me hacía sentir mucho más segura, mucho más integra. Ver a Konrad sonreír y la forma en la cual dirigía sus ojos hacia mi eran gestos que agradecía de sobremanera la mayoría de las personas se compadecen de la desgracia y tragedia de los otros y yo prefería morir antes que alguien me viese con lastima, no la necesitaba.
–Vaya que ha pasado tiempo entonces–
Sonreí de manera más natural al escuchar su adjetivo sobre mi persona.
–Eres incorregible Konrad, siempre encuentras la manera de hacerme olvidar la realidad por unos segundos–
Era cierto.
Desde el momento en que nuestros caminos se cruzaron en la organización sentí una ligera atracción hacia Zhivago. Lejos de su apariencia física, admiraba como salía avante de todo y contra quien se le pusiera enfrente, era como una chiquilla estúpida frente a una figura de respeto. El hombre imponía sin lugar a dudas y yo quería ese status, ese poder de autoridad.
–Esos bastardos siempre dándole precio a los demás. No me extrañaría que incluso te hayan ofrecido algo más que dinero–
Era la forma en la cual ellos se regían y entonces me asaltó la incertidumbre de conocer los verdaderos motivos de Konrad para ir hasta Paris. Sea cual fuesen sus razones, debían ser de peso ¿Y si también estaba siendo vigilado? Una doble cuartada, si él fallaba en el intento alguien más podría acabar con el trabajo. Me mantuve alerta para evitar que nuestro encuentro se viese afectado. Cuando él estiro su mano hacia mí me dejó en un estado de shock. Esa misma postura, ese mismo gesto de amabilidad o clemencia ya lo había experimentado años atrás. No obstante moví la cabeza antes de aceptar su oferta, porque no era tiempo de recaer, no hasta que supiera que había orillado a Konrad a buscarme realmente.
–¿Un plan? Y dime Konrad ¿Ya tienes pensando uno?– susurré mientras acomodaba mi brazo sobre el suyo.
–Aunque, permíteme recordarte que tú no eres precisamente un hombre de planes, nunca te has regido bajo esos preceptos, no me digas que el viejo Zhivago ha cambiado– reí de forma sarcástica.
Los tiempos eran crueles y si de verdad estaba ahí para buscar opciones no tendría más que remedio que aceptar sus condiciones.
–Paris es bella ¿No te parece? Sus calles, la opulencia que inunda cada rincón incluso resulta ser embriagante, es difícil re encontrar el camino de regreso cuando uno está perdido y más en esta ciudad. En definitiva te cambia la visión hacia algo positivo o…–
Miré nuevamente su rostro.
–Termina de darte el tiro de gracia–
–Vaya que ha pasado tiempo entonces–
Sonreí de manera más natural al escuchar su adjetivo sobre mi persona.
–Eres incorregible Konrad, siempre encuentras la manera de hacerme olvidar la realidad por unos segundos–
Era cierto.
Desde el momento en que nuestros caminos se cruzaron en la organización sentí una ligera atracción hacia Zhivago. Lejos de su apariencia física, admiraba como salía avante de todo y contra quien se le pusiera enfrente, era como una chiquilla estúpida frente a una figura de respeto. El hombre imponía sin lugar a dudas y yo quería ese status, ese poder de autoridad.
–Esos bastardos siempre dándole precio a los demás. No me extrañaría que incluso te hayan ofrecido algo más que dinero–
Era la forma en la cual ellos se regían y entonces me asaltó la incertidumbre de conocer los verdaderos motivos de Konrad para ir hasta Paris. Sea cual fuesen sus razones, debían ser de peso ¿Y si también estaba siendo vigilado? Una doble cuartada, si él fallaba en el intento alguien más podría acabar con el trabajo. Me mantuve alerta para evitar que nuestro encuentro se viese afectado. Cuando él estiro su mano hacia mí me dejó en un estado de shock. Esa misma postura, ese mismo gesto de amabilidad o clemencia ya lo había experimentado años atrás. No obstante moví la cabeza antes de aceptar su oferta, porque no era tiempo de recaer, no hasta que supiera que había orillado a Konrad a buscarme realmente.
–¿Un plan? Y dime Konrad ¿Ya tienes pensando uno?– susurré mientras acomodaba mi brazo sobre el suyo.
–Aunque, permíteme recordarte que tú no eres precisamente un hombre de planes, nunca te has regido bajo esos preceptos, no me digas que el viejo Zhivago ha cambiado– reí de forma sarcástica.
Los tiempos eran crueles y si de verdad estaba ahí para buscar opciones no tendría más que remedio que aceptar sus condiciones.
–Paris es bella ¿No te parece? Sus calles, la opulencia que inunda cada rincón incluso resulta ser embriagante, es difícil re encontrar el camino de regreso cuando uno está perdido y más en esta ciudad. En definitiva te cambia la visión hacia algo positivo o…–
Miré nuevamente su rostro.
–Termina de darte el tiro de gracia–
Vesper Ajmátova*- Humano Clase Alta
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Re: Natural Causes | Privado
El tiempo, el gran enemigo de muchas relaciones, el único que hubiera podido intervenir en la decisión del Zhivago y llevarlo a creer que vender a Vesper era una buena idea, aún así, aquel enemigo no había hecho aún jugada alguna en la mente del caballero, quien aparecía frente a la dama como un aliado y no como su primer verdugo.
– No es mi intención que olvides la realidad sino mostrarte quizás la faceta más bella de lo que estas viviendo – y eso, era efectivamente que aun pese a la adversidad que atravesaba, ella seguía manteniendo esa aura de fuerza, perfección y belleza que siempre la caracterizara y que llamará la atención del Zhivago desde su primer encuentro.
– Te mentiría si no aceptase que ofrecieron más que dinero, pero no solo a mi – sonrió – sabes que la organización es demasiado lista y ofreció lo que cada uno de nosotros necesita – hizo una pausa – o lo que consideran que cada uno necesita. Es por eso que no dudan en que será cuestión de tiempo para que estés en su poder – y no mentía. Aquel grupo estaba tan seguro de su victoria, que creían que era cuestión de tiempo para que la Ajmátova cayera en sus garras.
Cuando estiró su mano en dirección a Vesper, notó la duda en la mirada de la joven y la realidad es que no le sorprendía o le molestaba, de hecho, que ella dudase de las intenciones de él le satisfacía, pues nunca hubiera esperado menos de parte de la dama. Konrad no respondió a la pregunta de la Ajmátova sino hasta que ella se hubo tomado firme de su brazo.
– La primera parte del plan era encontrarte antes que todos, lo cual he conseguido – mencionó con cierto orgullo antes de reír, pues la dama le recordaba que él podía planear, pero que al final, terminaba actuando como le indicaba el momento, mandando al demonio sus planes en más de una ocasión – efectivamente, así soy, es por eso que lo que haría una vez que te encontrase, es algo que no pensé con antelación y es que además creí que querrías participar en la planeación – sus palabras seguían resultando confusas, capaces de guiar a la Vesper a la salvación o a la muerte definitiva.
Zhivago comenzó a andar, guiando a la dama fuera de aquella lúgubre sala repleta de muerte y mientras avanzaban por el pasillo, no pudo evitar un sonreír para después, devolverle la mirada a la dama.
– Está noche nadie recibirá el tiro de gracia Vesper, hoy es una noche en la que se debe ver el lado positivo de las cosas – volvió la mirada al camino que seguían – Yo no he venido para entregarte ni para matarte. He venido a ofrecerte mi ayuda y a que juntos, busquemos tu escape.
– No es mi intención que olvides la realidad sino mostrarte quizás la faceta más bella de lo que estas viviendo – y eso, era efectivamente que aun pese a la adversidad que atravesaba, ella seguía manteniendo esa aura de fuerza, perfección y belleza que siempre la caracterizara y que llamará la atención del Zhivago desde su primer encuentro.
– Te mentiría si no aceptase que ofrecieron más que dinero, pero no solo a mi – sonrió – sabes que la organización es demasiado lista y ofreció lo que cada uno de nosotros necesita – hizo una pausa – o lo que consideran que cada uno necesita. Es por eso que no dudan en que será cuestión de tiempo para que estés en su poder – y no mentía. Aquel grupo estaba tan seguro de su victoria, que creían que era cuestión de tiempo para que la Ajmátova cayera en sus garras.
Cuando estiró su mano en dirección a Vesper, notó la duda en la mirada de la joven y la realidad es que no le sorprendía o le molestaba, de hecho, que ella dudase de las intenciones de él le satisfacía, pues nunca hubiera esperado menos de parte de la dama. Konrad no respondió a la pregunta de la Ajmátova sino hasta que ella se hubo tomado firme de su brazo.
– La primera parte del plan era encontrarte antes que todos, lo cual he conseguido – mencionó con cierto orgullo antes de reír, pues la dama le recordaba que él podía planear, pero que al final, terminaba actuando como le indicaba el momento, mandando al demonio sus planes en más de una ocasión – efectivamente, así soy, es por eso que lo que haría una vez que te encontrase, es algo que no pensé con antelación y es que además creí que querrías participar en la planeación – sus palabras seguían resultando confusas, capaces de guiar a la Vesper a la salvación o a la muerte definitiva.
Zhivago comenzó a andar, guiando a la dama fuera de aquella lúgubre sala repleta de muerte y mientras avanzaban por el pasillo, no pudo evitar un sonreír para después, devolverle la mirada a la dama.
– Está noche nadie recibirá el tiro de gracia Vesper, hoy es una noche en la que se debe ver el lado positivo de las cosas – volvió la mirada al camino que seguían – Yo no he venido para entregarte ni para matarte. He venido a ofrecerte mi ayuda y a que juntos, busquemos tu escape.
Konrad Zhivago- Humano Clase Alta
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