Espero alegre la salida y espero no volver jamás [Privado]

Aun muerto el cuerpo y el corazón siguen sintiendo dolor, esas punzadas que jamás cesaran, es como la fúnebre llama de una vela, sin vida, sin calor alguno que solo sirve para alumbrar un rincón. Los recuerdos son los que ahora golpean al alma, ya no hay un cuerpo que sirva de amortiguador para que no duela tanto. Aun cuando los parpados estén eternamente cerrados, en este estado un parpadeo muestra una vida, desde el nacimiento hasta la muerte. La misma persona que le trajo al mundo se encargó de entregarlo a los brazos de la muerte y aquel día se sintió un frío que calo hasta os huesos a pesar de que ya no era verano, a pesar de que las mariposas comenzaban a salir de sus capullos para tocar el cielo.

El eco de su llanto en todo el lugar. Él se refugiaba lejos, en las ruinas pues su alma estaba igual, ¿Por qué no podía irse en paz?, ¿Por qué sufrir?, ¿Qué más querían de él?, se había desvanecido en una ventisca fría y aún seguía en la misma ciudad. Pudo ver la nieve caer, a la gente correr, al sol aparecer y a todo floreció en un instante. –Pardonnne-moi –Sus labios repetían aquello, sentía que sus palabras se helaban porque nadie podía escucharle. Cerró los ojos un momento y ahí estaba, su asesino, su progenitor, ese desalmado que tuvo la osadía de arrebatarle la vida. Aunque ya estaba destinado a morir desde que su bello ángel le cedió lugar en la tierra.

Se dio cuenta de que no sentía calor, que no sentía frío, no tenía ilusiones, seguía como una sombra a quien alguna vez lo maltrato, viendo la desgracia del hombre y de toda la humanidad en esos ojos, podía escuchar su nombre de aquellos labios con aliento a alcohol barato. -¡Dylan! -¿Y por qué se lamentaba esa alma miserable?, quizás la locura lo llevaría al infierno. Pero en medio de aquello se vino una tormenta que le regresaba a sus ilusiones a sus sueños y al paraíso, la mas hermosa de la voces. ¿Era su hora de partir?, ¿Eran los ángeles llamándole a la divinidad?, cerró los parpados olvidándose del dolor, olvidando que era esa llama febril en medio de la nada.

Y se dio cuenta que no estaba en el paraíso pero si frente a un ángel, su piel era tan blanca casi transparente, como la briza, como una gardenia, la única que se atrevió a florecer junto a la cama de Dylan aquel ultimo día. Pero ella moría, lentamente, la llama de su vida estaba débil, expuesta a las ventiscas, expuesta al invierno, expuesta a secarse y no retoñar. Dylan se acercó con lentitud, ¿es qué esa era su nueva misión, ver morir y sufrir a los demás hasta que el alma se le hiciera añicos?, él sintió pena por ella, por esa hermosa sonrisa que deseaba apagarse, que deseaba borrarse y entonces le escuchó hablar de nuevo, era el mismo eco, la misma sinfonía de aquellas oraciones que le llamaban y le incitaban a lo divino.

¿Ángel?, ¿le hablaba a él?, Dylan se acercó mas, un espíritu nada más. ¿Qué pasaría si le tocaba?, seguro que terminaría penetrando su cuerpo y ella no lograría sentir nada mas que frío. Él se acercó, se inclinó a su oído, le susurró: - Je suis ton ange, je vais vous protéger jusqu'à la fin. Ne laissez pas votre sourire sera supprimé.–(Yo soy tu ángel, te protegeré hasta el final. No dejes que tu sonrisa se apague). -¿Podría ella escucharle?, ¿Verle?, no quería verle morir porque sin saberlo sin notarlo algo en ese momento se anidaba en su pequeño e invisible corazón.

En un sueño, tan lejano como un cuento, él solo puede evocar esas imágenes, las alas pintorescas de una mariposa volando alto, alejándose lentamente entre los trigales. No conoció a su madre, tampoco sabe quién es su padre creció sólo con un capataz, en la miseria, en la pobreza y lo único que hacía era coleccionar esas hermosas ‘hadas’, si, deseaba volar lejos hasta tocar el cielo. Su deseo fue escuchado a medias, porque privado de la vida pudo hacerlo pero aun no alcanza la divinidad, ¿qué lo tiene atado a la vida?, él solo quería morir, él solo quería irse lejos, algún deseo egoísta en alguna parte del mundo, entonces la ve, como un hada de alas blancas rodeada de una luz misteriosa, ella, ella es su hechicera, la que liberara el frasco donde se encuentra y le dejara volar pero no se irá solo, ella podrá hacerlo a su lado y finalmente podrán recorrer los trigales dándole esperanza a ese amor frustrado.

El espíritu no tiene idea, no se imagina, no supone nada, apenas puede hablar, apenas dice algo, solo se queda sumido en esa imagen, ella sonriendo débil, ¿sería pecado amar eso, su sonrisa aun muriendo?, la imagina con una bella luz primaveral, con sus cabellos dorados al sol y con esa débil pero cautivante sonrisa. Y se interrumpe todo con su voz. No sabía que sentía, no tenía idea de lo que pasaba sobre su ya débil alma ahí parada, vagando, sin cuerpo alguno, si pudiese tener un corazón y escuchar los latidos, se habrían escuchado resonar en la habitación. Entonces era ella la responsable de que no se le otorgaran las alas.

Carente de una sonrisa se alejó por aquel miedo, por la sorpresa de que alguien pudiese hablarle pero no lo suficiente para dejarle. ¿Qué podía responderle?, ni un gesto amable, Dylan no estaba acostumbrado, nadie le enseño a reír, a llorar, ni siquiera a tener miedo, nadie le enseño absolutamente nada. Es una hoja en blanco, siempre lo ha sido y sus palabras no salen. -¿Deseas morir? –Susurra con un temblor leve en la voz. No sabe porque le tiembla de esa forma, como si se fuera a quebrar en mil pedazos. Verla ahí. Tumbada, sin fuerzas.

Él había jurado protegerle, estar ahí, siempre, siempre hasta que la llama que representa su vida se apagara. Se había dado cuenta de tantas cosas en ese lapso. De su belleza por ejemplo de lo mal que estaba pero de la enorme fuerza que necesitaba para seguir llamándolo. -¿Te conocí alguna vez?, ¿quizás en un sueño? – ¿Por qué le evocaba con tanta fuerza?, quizás la muerte borro tan bella imagen para que siguiera prisionero en ese estado.

Sentía el viento, el silencio del mundo resonando e su espíritu, entrando, saliendo, haciendo de la suyas, confundiéndolo a cada momento a cada ínstate, una y otra vez, contra su pecho, sentía que volvía a nacer, que la vida lo arrastraba y no quería hacerlo, no quería volver a ese infierno, ¿qué caso tiene vivir si tenías ese destino marcado, siendo golpeado, humillado, arrastrado, peor aún, ver a la persona amada morir en sus brazos?, la vida no tenía sentido, la vida no era nada, la vida era un infierno y la muerte el paraíso, Dylan quien no supo nada de la vida y supo todo en las llamas del inframundo se atrevía a razonar de esa forma, de esa manera tan brusca, no podía decirle nada a ella, quien rogaba por morir, la entendía, podía sentir su dolor, revivía en espíritu lo que su carne probo alguna vez.

Viendo como sufría, viendo como sus labios se tintaban carmesí, palidecí, volví a morir, volví a la vida, las emociones me arrastraron en toda la habitación, el dolor era insoportable, sentía que la piel se desprendía de mis músculos, la sentía a ella morir, sin respirar, sin moverse, varada a la suerte, me sentía la borde y veía como caían los frascos al suelo, que los pocos cuadros y crucifijos comenzaban a moverse. Me sentí como un niño, quería esconderme, guardar aquellas hermosas mariposas y esperar que el infierno me abrazara de nuevo. Mis pensamientos se paralizaban, mis emociones se detenían, presiento lo que pasará, vivo fuera de mí, me parto como mil estaciones, como mil estrellas, en ella veré lo mucho que he sufrido, seré agua en las nubes, estoy destrozado, no quiero que nada, ni nadie nos separe. Quiero que ella tome esa salida, quiero verla muerta, muriendo pero quiero que termine mi dolor, su dolor... algo nos separa, es la vida, la maldita vida, y sigo sin encontrar la manera de dejar de sufrir. Jamás podré ser quien te rescate, no podré arrebatarte la vida para tenerte en mis brazos, no seré nadie mientras la naturaleza me deje en el aire. La vida es un imperio de lágrimas y sangre.

Él viéndola así no podía controlarse, incluso sino sabía de sus propias emociones. O de esos tercos poderes que le envolvían sin saber que los tenía. Él no la reconocía, no sabía quién era, estaba tan sumido que la belleza no existía en su mundo, Dylan veía a blanco y negro y cuando tuvo la oportunidad de vislumbrar los colores de los que todos hablaban simplemente los ignoro. –Perdóname. –Susurró alejándose, viéndola sufrir desde ahí, sin dejar de sentir que el espíritu se le llenaba de esas emociones que nunca tuvo. ¿Quién vendría a recatarla?, ¿Quién vendría a acabar con su sufrimiento?

Me veo en esta barca, nadando hacía el paraíso pero sólo siempre sólo, sin nadie mas, te figuro en mi mente y no estas, sigues viva, siento tus latidos, el color, tu olor, tu imagen dibujándose suciamente con grafito, no hay mas, el único tinte de color que veo son tus ojos, son como un paraíso, son como un lugar desconocido y después el color del infierno que tortura tu cuerpo y se posa en tus labios, sale de tu boca con fuerza, sin parar, manchando todo. Ni siquiera soy como el viento, no puedo acariciarte, ni tocarte, ni abrazarte o borrar el carmesí maldito de tus labios.

Al morir, al dejar de respirar pensé que todo habría terminado, pensé que no había condena alguna, pensé que todo se borraría, no entendía porque estaba aquí, no entendía porque no dejaba de sufrir, tu, mi único amor, mi paraíso, estas confinado en manos de satán y no puedo cabalgar hacía ti, no puedo simplemente luchar y tomar tu alma, para abrazarla y cuidarla, ¿qué harían otros en mi lugar?

Es amor, una locura, una aventura, una travesía
pero amor, amor eres tú, el cielo donde
quiero liberar mi espíritu.

Puede escuchar el sonido del viento esa melodía que revuelve sus cabellos que le hace volar y puede verse atrapado en el cristal que le impide ser libre ¿Qué será de ellos dos?, con ese amor tonto y platónico matándolos lentamente, él jamás podrá alcanzarla y ella parece estar destinada a sufrir, sentir que la vida se le va para después recuperarla pero nunca tendrá la dicha de descansar en paz.


Cierra los parpados y puede verla, la recuerda, sí, ella, esa chica triste y gris que destacaba entre la multitud por esos ojos llenos de agua, ella siempre ha sido su cielo ese mismo que nunca ha surcado porque está confinado en su cuerpo y Dylan lo quiere para él, es egoísta como la mismísima muerte pero tiene algo que nunca tendrá ella, el amor, ese sentimiento que hace al espíritu mas fuerte pero de nada sirve si no puede tocarla. La observa de lejos, escucha sus oraciones pero sabe que aquello no le basta. Ella es su cielo, sus ojos, sus recuerdos.

¿Qué es la muerte? ¿Qué se siente?, pero no puede responder porque solo es agonía, es dolor, es sufrimiento es lo mismo que la vida pero cuando abandonas el cuerpo se intensifica tanto que trae a tus nervios todos esos momentos donde sentiste que el alma se te iba y finalmente la expulsa en último suspiro, eso es morir pero de nada sirve porque se repite en espíritu sin embargo ahora te conviertes en un recipiente incapaz de romperse. Y él no le puede responder. La impotencia que siente se queda en un –‘no lo sé’… ‘es lo mismo que tu sientes, no hay liberación alguna al dolor si tienes que ver a quien amas sufriendo mil veces.’ –Se queda en un susurro absurdo.

Yo quisiera llevarte conmigo al paraíso recorrer el cielo infinito como recorro y busco tu mirada en este infierno llamado vida, tomar tu mano, abrazar tu cintura y hundirme en tus hombros con un solo abrazo sin palabras rebuscadas, sin versos, ni rimas solo con el silencio me basta siempre y cuando sienta tu calor.

Si tan solo pudiera hacerse corpóreo, si tan solo pudiera tocarla, dejar un beso en sus labios pero debe reprimirse, ¡pero qué demonios!, toda la vida estuvo reprimido ¿por qué incluso ahora debe hacerlo?, su ira, su enojo, esa impotencia que le embarga el cuerpo se libera al verla, se acerca, quiere tocarlo, quiere abrazarlo y las manos de él bajan por su cintura, aunque la atraviese, aunque no se puede lo desea con fuerzas.

Y lo siento, tu cuerpo sobre mi tacto, las telas tibias, tu perfume y esos cabellos rubios revolviéndose al verte sobre mí con rapidez tomo tu rostro, deslizo mis manos sobre él, acercó mis labios a los tuyos y finalmente te robo aquel, aquel beso que siempre soñé. Eras tú mi niña aquella que deje abandonada en las calles de parís hace tantos años, esa misma que nunca me olvido aunque pasara el tiempo tú me seguiste llamando y dibujando hasta convertirme en deseo. Y tras ese beso ahora puedo sentir mi cuerpo, mis manos pero tan solo es temporal, ¿ha sido producto del amor?