Qui se ressemble s’assemble. (Avril Lelièvre)

-¡ Ten cuidado niña ! - el grito de un apresurado comerciante a bordo de su carreta despertaba a la joven bruja de su trance, que se apartaba con miedo hacía atrás, observando a su alrededor para ver que es lo que pasaba. Era hora punta y la calle estaba repleta de gente, con prisas, que no mostraba un mínimo de interés en el resto de viandantes, las carretas abarrotaban aún mas el camino dificultando mas todavía el trafico. Era el escenario idóneo para que un caballo se acabase llevando por delante a un despistado peatón. Una disculpa quiso salir de los labios de Anette, que se quedó finalmente ahogada por un suspiro, una cabeza agachada y dos pasos hacía atrás, debía tener cuidado, no era recomendable sumar a su ya pobre de por si estado de salud una lesión de tal gravedad.

-¿ Estas bien ? - Gastón aparecía por detrás de la chica, seguido también por Catherine - ¿ Te ha pasado algo ? - se pusieron frente a la fachada de un negocio, asegurándose de estar así en un sitio seguro - Estoy bien...es..es solo...he tenido otra...visión...- sus amigos se pegaban a ella mientras hablaba, haciéndole un gesto para que lo hiciese con mas cuidado, en voz baja, ya que no sería la primera vez que tendría problemas con los parisinos por hablar de esos temas.

-¿ Y que viste ?, ¿ que pasaba ? - Gastón preguntaba con curiosidad, mientras Catherine permanecía expectante, esperando la respuesta - Vi...vi una gran...joya, que venía hacia mi...no se..fue raro...pero me sentía feliz por encontrarla...no era por el dinero...era algo mas... - antes de poder dar mas explicación su compañero interrumpía - Es fantástico !, una joya !, podemos venderla, y así tendremos para comida, techo, incluso podrías conseguir unas botas, casi nunca llevas y las pocas que consigues están en tan mal estado que se rompen enseguida, no puedes seguir descalza....tenemos que empezar a buscar - Catherine asentía sonriendo las sugerencias del muchacho - Si, puede ser emocionante, una joya... es como buscar un tesoro, podemos ser grandes exploradores que buscan un tesoro, haremos sombra a Jacques Cartier - comentaba animada, a lo que Anette asentía sonriendo - Busquemos - para variar la rutina de supervivencia a la que se sometía a diario ahora buscaban un tesoro, eso le animaba y le llenaba de alegría, hacía mucho tiempo que no se divertía.

Los jóvenes empezaron a caminar por la calle, ojo avizor ante cualquier posible resplandor causado por lo que sería una gran gema, tal vez un diamante del tamaño de un puño, o un rubí o un zafiro tan grande como la cabeza de un niño, nunca se podía saber la clase de joya que encontrarían, pero la esperaban con ansias. Gastón enumeraba la cantidad de cosas que se podrían comprar con tal tesoro, ropa, pasteles para comer a todas horas, una casa, incluso exageraba divagando con la idea de comprar el palacio de Versailles, para que Anette pudiese volver a casa, pero entre las palabras de sus amigos y el bullicio de la gente, la bruja no prestaba atención a ninguna de esas cosas, algo había llamado su atención, el leve ladrido de un perro, al que pudo ver tras mirar en la dirección por la que el sonido había llegado.

Un pequeño cachorro de golden retriever se encontraba arrinconado en la carretera, asustado, con miedo a ser aplastado por alguno de los carromatos que pasaban con velocidad, ignorando a personas que trataban de cruzar o al perro. Anette dudó un instante, pero finalmente empezó a correr, cruzó por la carretera y cogió al cachorro en brazos poco antes de que pasase sobre el una carreta, en ese momento un caballo relinchó a sus espaldas, poniéndose erguido sobre dos patas, frenando in extremis antes de embestir a la bruja, que había tenido suerte - ¡ Mira por donde vas ! - gritaba el cochero mientras la joven volvía a la acera corriendo con el perro en brazos.

-¿ Que haces ?, te podrías haber matado, solo por un chucho - recriminaba Gastón - No seas tan duro...no ha pasado nada malo...el pobre necesitaba ayuda - Catherine intentaba excusar a Anette, pero el enfado del joven no decrecía - Ahora que lo pienso...ese perro parece bien cuidado...seguro que es de alguien, ¿ y si la joya es la recompensa por entregarlo a su dueño ?, devolveremos el chucho a su dueño, y seguro que nos dan lo que merecemos - comentaba ahora con mejor humor el joven - Devolveremos a Trésor a su dueño - indicaba la bruja acariciando al perro, que se mostraba sumiso y alegre - ¿ Trésor ? - Catherine preguntaba extrañada - Es un nombre provisional - Anette sonreía mientras se acercaba a un hombre que andaba cerca.

-Es..escuse moi... es..e..- la inseguridad de la joven y la tardanza en hablar inquietaba al peatón, que se daba la vuelta para continuar su camino, dejando a la pobre chica cabizbaja, triste, lamentándose por su miedo a tratar con extraños - Con tanta elocuencia encontraras al dueño enseguida - Gastón decía de mala forma, por lo que era recriminado con un golpe de Catherine - ¡ Gastón !...no pasa nada Anette...puedes llevar al perro en brazos y andar, el dueño te acabara viendo - No con tu escasa estatura - ¿ No sabes estar callado verdad ? - mientras ambos discutían Anette empezaba a sollozar y al darse cuenta Gastón calló - Era broma...ya se, póntelo sobre la cabeza, aunque seas bajita a esa altura seguro que lo ven, ¿ vale ? - sugería pasando su dedo por la mejilla de la chica como para secar su lágrima. La bruja asintió con la cabeza, y posando a Trésor sobre su cabeza y sujetándolo con cuidado para que no se precipitase desde esta empezó a andar junto sus inseparables amigos, en busca del propietario de tan pequeño can.