¿Conveniencia o destino? [Minuit]

Jueves por la mañana, tempranito. Me había levantado con energía suficiente para combatir un día de dura batalla en el mercado del norte de la ciudad, donde artistas como músicos y pintores –como en mi caso-, exponíamos nuestro talento y así poder sacarnos un dinerillo extra.

Me alejé del ventanal que iluminaba con un sol matutino toda la estancia, alcé los brazos para descargar y desperezar el cuerpo, tenía mucho trabajo por delante. No tardé mucho en vestirme, unos sencillos pantalones, camisa y jersey por el posible fresco que hiciese en la calle. También me equipé con el típico fular para cubrir la garganta, tampoco quería resfriarme y normalmente solía coger todo el frío por aquel lugar.

Dejé todo dispuesto y recogí mi maletín con todos mis lienzos en su interior, pesaba bastante pero no era problema para mí.  Cogí una manzana la cual llevé en la boca con un mordisco y cargué con todo el material que me sería necesario  a lo largo del día.

Tras salir a la calle, paseé por París saludando a la gente que conocía de vista. Pude entrever la sonrisa de Melinda, la pastelera del barrio, a través del cristal de su negocio, y tras echar un vistazo y un saludo con un movimiento de cabeza seguí mi camino.

Cuando llegué escogí un lugar no muy atestado de gente, quería disponer de espacio donde exponer mis creaciones. Aunque ese mes no había hecho muchos retratos, sí que me había tomado la molestia de salir fuera a tomar ‘capturas’ de paisajes bastante agradables y llamativos. A carboncillo, a color, grandes, pequeños, medianos lienzos fueron tomando su sitio en el hueco que me había asignado y esperé pacientemente a que alguna entidad curiosa se fijara en ellos. Seguí degustando la manzana a la vez que cogía un cuaderno y con lámina iba haciendo trazadas esperando que algún tipo de inspiración me iluminara para matar el aburrimiento.

Miraba de soslayo por encima del cuaderno, sentado donde estaba en la acera, cómo algunas muchachitas de bien iban y venían observando en qué gastarse sus dineros o simplemente a pasear ya que hacía un día bastante agradable. Mi mirada se cruzó con varias de esas mujeres, las cuales avergonzadas volvían la vista a sus amigas y cuchicheaban riéndose por lo bajini. Yo simplemente sonreía de medio lado, y volvía la vista a mi cuaderno. ¿Cuántas de aquellas chiquillas no habían aventurado ya en sus retorcidas mentes adolescentes, algún tipo de lujuria con un atractivo pintor? Apoyé la espalda en los muros del edificio que tenia detrás de mi, paseando la mirada de nuevo, por los transeúntes.


Ya había caído el sol lo suficiente como para dar por terminada la jornada. Había vendido unos cuatro cuadros a buen precio y con eso al menos podría comprar bollitos para una semana -y créeme, como muchos bollitos, no se como mantengo este cuerpo serrano-.
Me disponía a levantarme y recoger mis menesteres cuando mi sentido de la percepción me avisó de una presencia bastante anómala y dirigí mi mirada hacia su posición.

¡Qué noche más exquisita! Deje que la luz de la luna cayera sobre mis brazos desnudos, apenas me había despertado y ya estaba saliendo por la ventana de mi habitación. No me gustaba usar las puertas, siempre me encontraba con alguien que quería pedirme algo.

A pesar de que fuera hacia frio yo me paseaba descalza con un vestido de tirantes ajustado hasta la cintura, cubriendo casi por entero mi corsé negro, de un rosa claro, algunos dirían que era un color pastel y que mis labios eran la cereza que lo coronaba.
Realmente caminaba sin rumbo fijo, siguiendo los faroles encendido que iluminaban las calles más transitadas. Solo tenía ganas de salir, de que el aire me helase la piel y evitar a Jacob, aun no habían terminado de instalar la barra del bar y no dejaba de darme la vara con tonterías. Escuche ruido de personas en la Place du Tertre, seguramente los pintores que iban a venderse aun seguían allí.
Camine entusiasmada en esa dirección, quizá encontrase algo agradable a la vista o simplemente un delicioso bocado que llevarme a la boca. Instintivamente me relamí los labios, no había bebido nada aun y tenía algo de sed.

Cuando llegué vi que muchos recogían sus utensilios dispuestos a marcharse, siempre llegaba tarde. Bueno, es lo que tenía que el sol me quemase la piel. Camine entre los que aun se quedaban, quizá porque no habían vendido nada ¡y no era de extrañar! Algunos tenían un pincel muy malo, o quizá porque me esperaban a mí. Sonreí para deleitarles con mi sonrisa, algunos me miraron con lujuria, otros suplicantes y muchos simplemente babeaban. Era tan divertido verles con esas caras ¡pobres infelices!
Me detuve en seco, mis ojos habían captado algo de su interés. Era un cuadro que aun no habían guardado, me hizo suspirar, los colores vivían en armonía con las formas, expresaba mucho más de lo que a simple vista se veía. Emocionada ante tal hallazgo me acerque un poco, su dueño estaba distraído guardando sus utensilios, pase unos segundos más contemplando el cuadro hasta que él advirtió mi presencia ¿Cómo? No había hecho ningún ruido, generalmente nadie me veía si yo no quería… ¿Quién eres? Pregunte para mí y centre mi atención en el. Sin duda era apuesto y joven, más que muchos de los pintores de la plaza y sin duda el que más talento tenía.

Me puse los zapatos a juego con mi vestido que llevaba en las manos, me parecía de mala educación acercase a hablar a alguien sin zapatos teniéndolos. Me acerque hacia él y le observe mejor, con más cuidado, con más detalle. ¡Bingo! No era humano, ¿Cómo iba a serlo con esos ojos? Pero tampoco era un vampiro ¿Qué eres? Me pregunte. Camine a su alrededor y me detuve detrás de su cuadro.

-¿Cuánto pides?-Pregunte observándole por encima del lienzo.

La siniestra figura finalmente se dejó ver, acercándose como si nada, dejando que la luna y la tenue luz que bañaba la plaza la delatara. Era una mujer, pero no una cualquiera. Mi instinto zorruno aparte de mi habilidad innata para percibir auras me decía que esa persona no era humana, al menos no del todo…

Tal como estaba yo, agachado en el suelo, pude darle un repaso con la vista de abajo a arriba, observando minuciosamente cada elemento de su perfecto cuerpo esbelto, porque había que decir, que la mujer estaba bien dotada, para qué negar lo evidente. Terminé mi examen clavando la vista en sus ojos, los cuales me devolvían una mirada intensa e inquisitiva, seguramente esa persona también se habría dado cuenta de que yo no era un pintor normal y corriente.

Me coloqué la lámina sobre la oreja, manteniéndolo ahí para no perderlo de vista, y cuidadosamente me acerqué al cuadro por el que parecía que esa entidad estaba interesada. Lo cogí y, levantándome suavemente se lo coloqué para que lo viera en su plenitud. Aun asi, yo no apartaba la mirada de ella observando cualquier reacción.

- Es un cuadro al que tengo cariño, es una plasmación de los Alpes Suizos –expliqué a la mujer para que tuviera más información del cuadro que había despertado su interés-. Por un par de monedas es suyo.
Mientras hablaba intentaba con la mirada indagar más en ella. ¿Qué podía ser? No tenía un aura normal, en cualquier caso todos mis sentidos me advertían del peligro que podía correr, así que en cualquier caso, debería actuar con normalidad y sobre todo, estar atento.

- Quedaría muy bien en cualquier gran salón o estancia en la que pudiera darle un mínimo de luz, si me permite la opinión.

No dejaba de observarle, me mordí el labio inferior frustrada por no poder tener claro qué clase de ser era.
Me enseño el cuadro más de cerca, así que los Alpes Suizos, eran muy bonitos, pero sobre todo la paz que me hacían sentir…era lo que realmente me gustaba.
-Estoy de acuerdo – Dije sin más y cogí el cuadro, lo mire y lo mire.- Vendido.- Levante la mirada y le sonreí- Envuélvemelo por favor.- le devolví el cuadro y mientras rebusque mi bolsita de monedas en mi escote.
La abrí y revise mis monedas, aun me quedaban muchas, podía permitírmelo. Saque dos y las deje en su mano. Volví a guardarme el dinero y le mire mientras me preparaba el cuadro.
-¿Pintas algo más a parte de paisajes? – Camine unos cuantos pasos- ¿Has estado alguna vez en Suiza?- Me gire para mirarle- ¿Has visto los Alpes? ¿Por eso los pintas?- Solía ocurrirme a menudo, en mi cabeza se generaban mas y mas preguntas y pocas veces era capaz de contenerlas, simplemente las soltaba esperando respuestas

Me impresionó la facilidad con la que había vendido el cuadro. Normalmente la gente se lo pensaba, intentaba regatear, en fin, cosas de ese estilo. Pero estaba claro que la mujer no se andaba con rodeos.

Observaba cada movimiento que provenía de ella. Tomé el cuadro y ágilmente lo envolví en papel atándolo bien con una cuerda para que no pudiera desprenderse, por el cordel podría llevarse con más facilidad, cual asa. Miraba a la extraña mujer por el rabillo del ojo, no solo me llamaba la atención por ser seguramente una entidad sobrenatural, también porque de alguna forma parecía interesada en mí y eso solo podía significar dos cosas: o realmente le gustaba mi pintura, o ya había encontrado su cena para hoy.

- Pinto retratos, paisajes, incluso gráficos –dije y le tendí el lienzo ya preparado recogiendo las monedas en el intercambio. Las monedas, a pesar de haberlas sacado de su escote –sitio que por lo que sabía, era cálido- estaban heladas al contacto con mi mano, cosa que hizo que se me pasara la idea de que la persona que tenía delante de mí era un caminante nocturno, o mejor dicho, un vampiro.

Miré alrededor, realmente estaba jodido. Los demás pintores y transeúntes de la plaza estaban desapareciendo o terminando de recoger y yo me estaba quedando atrás, con una vampira que me estaba acribillando a preguntas, que, siendo un poco paranoico, parecía que intentaba entretenerme apropósito para así tener menos testigos alrededor.

Yo sabía de mi agilidad y rapidez y podía usarla llegado el momento, aunque decidí finalmente mantener la calma, respirando sosegadamente y devolviendo la mirada profunda a la mujer, resoplando, al fin y al cabo, ¿qué era la vida sin un poco de peligro? Y para qué engañarme, me gustaban las emociones fuertes.

- De hecho soy de allí, pasé mi infancia entre aquellos paisajes y supongo que pintarlos me hace rememorar tiempos pasados –comenté mientras terminaba de recoger mis pertenencias, ubicándolas de la mejor forma para poder transportarlos- Y usted, señorita. ¿Es de aquí, o también viene de fuera? –había que decir que su acento era de un francés exquisito, pero quien sabe, por preguntar que no quede.

Le escuche con toda la atención que pude, los zapatos comenzaban a incomodarme ¡Qué fastidio! Y no podía pensar en otra cosa, pero me aguante.
Una briza fría llego a la plaza, llevándose consigo a muchos de los humanos que ocupaban la plaza, poco a poco nos íbamos quedando más solos. Los comercios cercanos apagaban sus luces, las gentes entraban en sus casas. Me quede un poco decepcionada puesto que tenía intenciones de ver algún que otro cuadro más de otros artistas, perseguir a algún que otro pintos, comer a algún que otro transeúnte. Estaba distraída viendo todo lo de mi alrededor y cuando aquel joven me pregunto de donde era volvió a fijar su vista en el.

-Soy francesa- dijo sin dar más detalles, ¿para qué? Yo podía saberlo todo pero los demás no debían saber nada.

La calle se quedo bastante vacía ¿y ahora que haría? Sola iba a aburrirme y sin ningún plan trazado ¿Dónde iría? No quería ser acosada en tabernas de mala muerte y lo cierto es que no le gustaba ir al centro de Paris, la vida nocturna a veces me hacia toparme con otros vampiros y eso no me agradaba del todo. Algunos eran muy vulgares y salvajes y otros tan refinados y exaltados de sí mismos que muchas veces me hacían tener ganas de vomitar…

Miro de arriba abajo al chico, lo cierto es que no lo veía como una presa apetecible, no era sangre humana, nunca había probado sangre sobre natural ¿y si no le gustaba? Desperdiciar a un joven tan apuesto sería un error...mejor...buscaba otro tipo de entretenimiento con él.

-Así que haces retratos…supongo que de todo tipo- comencé a hacerme bucles en el pelo, era mi forma de iniciar mi coqueteo, sonreí sin enseñar los dientes- ¿crees que podrías conmigo?-le pregunte mordiéndome ligeramente el labio inferior esperando a que contestase.

Asentí para mi, francesa, estaba claro. Me eché los materiales ya colocados a la espalda, dispuesto a emprender el camino de vuelta a mi querida y reconfortante buhardilla. Ya iba a ponerme en camino y despedirme de la mujer, cuando noté su mirada inquisitiva sobre mi. Miré de reojo alrededor, todos los demás compañeros de oficio se habían marchado o estaban en ello, y yo me veía acompañado de una despampanante morena que parecía querer algo más de mi.

Volví los ojos hacia ella tras repasarla de nuevo con la mirada, fijándome en sus gestos y forma de hablar. Toda señal física proveniente de ella me decía de una forma u otra que estaba flirteando conmigo. ¿Hola? No podía creérmelo. ¿Una vampiresa tirándome los trastos? ¡Vaya tela!
De haber estado en mi forma zorruna, mis orejas picudas se habrían alterado levemente ante el gesto de la mujer al morderse el labio. Instintivamente desvié la mirada, evitando pensamientos un tanto censurables. Había que admitir que últimamente no había tenido mucha compañía femenina y uno tiene sus necesidades. Pero tampoco sabía si estaba haciendo lo correcto si aceptaba la proposición de la mujer.

- ¿Pone a prueba a un pintor? Me sentiría muy realizado si mis creaciones son de su agrado -dije y caminé hasta ponerme a su altura, llevando conmigo mis materiales sobre la espalda, sujetando el asa por encima del hombro con una de las manos. La libre, sin embargo, la dejé descansar sobre la cintura.

- ¿Qué es lo que busca exactamente? -pregunté, curioso. Aunque me figuraba de qué podría ir el asunto.

Mire hacia el cielo oscuro y estrellado en busca de mi deseo, reflexione sobre sus palabras… ¿Qué buscaba exactamente? Que me retratase eso estaba claro...pero... ¿qué más? No podía ser un retrato cualquiera, el sentido general de los retratos era conseguir inmortalizar la belleza y juventud a través de la pintura, una forma de atravesar el tiempo y el espacio incluso después de la muerte. Pero sinceramente yo no tenía ese problema. Seria bella y joven eternamente, el deseo de muchas mujeres sin duda, aunque con un precio muy alto. A veces demasiado
Así que el fin de la futura pintura tendría que ser otro…otro nuevo, diferente, nada hecho hasta entonces, romper.

-Romper me gusta!- solté en alto aquel pensamiento y me reí después.-Ya lo sé joven artista, quiero que creéis algo diferente a partir de mi figura- Me hice la forma de las curvas con las manos. –En vez de la luz del sol utilizad la de la luna, en vez de retratarme vestida hacedlo con mi piel desnuda- Poco a poco yo misma fui creando la imagen en mi cabeza-En vez de pintarme de frente, pintadme de espaldas- Estaba emocionada- Os lo dejo a vos, cambiad! Hacedlo todo al revés! al fin y al cabo vos sois el pintor! Cread. –Camine unos pequeños pasos- No sé si la calle sería un buen lugar para hacerlo, ¿conocéis algún lugar algo más privado? –Me gire para verle esperando una respuesta.

No estaba dispuesta a denudarme en medio de la calle y mucho menos que el escenario fuese aquel. Tampoco quería llevarle a mi <> si había salido esa noche era precisamente por que quería alejarme de allí.

A cada palabra que salía de los finos labios de aquella mujer quedaba más embelesado. Me estaba proponiendo un reto, el romper con los esquemas de cualquier pintor racional que, su trabajo consiste en plasmar la realidad. Pero, ¿realmente es eso lo que un artista debe hacer? ¿Por qué no innovar? ¡Claro! Romper con todo. Y aquella era una mujer que estaba dispuesta a posar y servirme de musa para esos propósitos.

Sus últimas palabras me hicieron temblar levemente en un escalofrío reconfortante. Y es que no sabía exactamente porqué, pero aquella mujer había despertado mis sentidos de una forma irremediable.

- Queréis que os pinte... ¿desnuda? -no era la primera vez que hacía desnudos y todos ellos o en su mayoría se hacían en mi estudio. Otras veces por petición de la cliente se llevaban a cabo en la propia casa de la misma, donde según ella habría más intimidad y sentían más morbosidad al yacer con un pintor en la cama matrimonial.
Al repasar mentalmente la petición de la misteriosa mujer, supuse con acierto que no sería de aquellas a las que les gusta revelar su 'escondite', por lo que sopesé durante unos instantes el llevármela al estudio, osease, mi casa.

Dar a conocer mi buhardilla, mi casa, mi lugar seguro a una caminante de la noche no era algo que estuviera bien, pero... ¿Tenía otra opción? Ella misma lo había dicho, no estaría dispuesta a desnudarse en la calle y tampoco yo lo veía adecuado, por mucho tilín que me hiciera la situación.
Seguí dándole vueltas unos segundos más y cerré los ojos, intentando desviar la mirada de aquellos ojos de la misteriosa e imponente mujer que tenía delante. Entonces lo vi claro. Mi buhardilla, en la semioscuridad, aprovechando la tenue pero clara luz de la luna filtrándose por el ventanal, ella... colocada de tal forma que aquella luz la bañara por completo en su fina figura desnuda, y yo captando toda la esencia desde el angulo adecuado, tomándola de espaldas, como ella había sugerido. Pintándola con escaso color, reflejando la irrealidad y la palidez del momento, mezclando esas sensaciones en un frío estampado.

Abrí los ojos, observando a la mujer y me sorprendí a mi mismo sonriendo. La idea me había emocionado gratamente.

- Acepto su petición y he de decir que usted me ha inspirado -a pesar de lo repentino de la situación, la invité con un gesto a caminar a mi lado- la invito a venir a mi buhardilla, donde dispongo del escenario y el material adecuado para lo que pedís... Si no os importa, claro.

El joven pintor pareció meditarlo, pensar en las posibilidades. Era una buena señal, significaba que la idea que le había propuesto le gustaba y faltaba poco para que aceptase ¿y cómo no hacerlo? El vivía del arte y yo le daría trabajo.
Cuando volvió a la realidad me miró y aceptó como supuse que haría, sonreí complacida por su decisión y me acerque a él. Me quite los zapatos y decidí caminar descalza, estaba cansada de esas prisiones de cuero.
-Claro que no me importa, siempre es mejor que la calle-Sonreí y avance a su lado por las calles de París.
No sabía si esa buhardilla suya estaría lejos o cerca, ni si quiera me planteaba la posibilidad de que algo malo pudiese pasar. No dejaba de ser una criatura desconocida para mí. Aunque su apariencia humana era atractiva y tenía claro que no era un vampiro, eso no quitaba el hecho de que pudiese resultar un peligro.
Intente no pensar mucho en esa idea ¿Qué ganaba haciéndolo? Y si la cosa se ponía fea en algún momento yo no era del todo vulnerable, de hecho tenía unos colmillos muy afilados.
Caminamos calle abajo, en silencio, por mi parte no tenía necesidad de compartir nada, la palabrería insulsa me resultaba innecesaria y prefería disfrutar del trayecto, escuchando el rugido incesante de Paris y respirar el aire cargado de vidas. Me mordí el labio inferior, los aromas que el viento traía consigo me recordaban que aun no había bebido. Un fallo por mi parte no haberlo hecho nada más salir de lo que podía llamar hogar.
Si bien es cierto que, después de unos cuantos años con el Don Oscuro en las venas, podía pasar una noche sin beber no me gustaba. La falta de sangre fresca me hacía sentirme débil y eso...no me hacía gracia.
Decidí centrar mis pensamientos en algo distinto, no quería verme obligada a abandonar mi proyecto del cuadro y tampoco quería beber del joven que me acompañaba.

-Oh, por cierto, aun no se vuestro nombre.- Si no se lo había preguntado es porque realmente no me interesaba, pero quizá me aportase algún tipo de información verdaderamente útil sobre él, algo que me diese una pista sobre su condición sobrenatural ¿o era mucho pedir para un simple nombre?

Ambos caminamos por las calles de París camino a mi buhardilla. Últimamente llevaba demasiada gente sin cuidado a mi hogar, cosa que, si te parabas a pensarlo era demasiado arriesgado. Ya había llevado a una cazadora y ahora a un caminante nocturno. Kyo... ¿Qué coño estas haciendo con tu vida? ¿Quieres que te maten?

Se me pasó por la mente entonces como una sombra, una imagen en la que aparecía en mi forma zorruna colgado secando mi pelaje al sol. Meneé la cabeza a ambos lados, para hacer que esas ideas desaparecieran. ¿Estaría bajando demasiado la guardia? Na, simplemente debo tener algún tipo de retraso mental. O quizá me gustaba el riesgo. Vale, esa última idea tenía más sentido y no me insultaba demasiado.

Miré de reojo a mi acompañante, la cual me seguía el paso. Me di cuenta de que iba descalza y según su cara parecía estar pensando algo con intensidad, o quizá repeliendo algún tipo de pensamiento. En cualquier caso no parecía tener los pies sobre la tierra, metafóricamente hablando obviamente.

- Mi nombre es Kyo, y el suyo es... -dije sin dejar de caminar, ya casi estábamos llegando- estamos a dos calles, alli podrá ponerse cómoda -la miré de reojo- ¿se encuentra bien? -al final no pude evitar preguntárselo. Tenía el temor de que la mujer tuviera un ataque de ansiedad y le diera por alimentarse de mi.

Intenté disipar esas ideas de mi cabeza mientras caminaba, aprovechando las pocas calles que quedaban hasta llegar a mi casa. Subimos las escaleras laterales del edificio hasta llegar a la parte superior, donde se encontraba la buhardilla, mi hogar. Abrí la puerta con la mano libre y pasé, dejando las cosas a un lado de la puerta. Me detuve sosteniéndola mientra miraba a mi acompañante y, tras unos segundos la invité a entrar.

- Pase y póngase cómoda, esta en su casa -fui directamente a encender las lámparas de aceite, me gustaban más que las modernidades y daban un toque más profundo a la estancia, o al menos eso pensaba yo. Me coloqué al lado de mi acompañante y la guié hasta la parte del estudio, dejando que se acomodara en el lugar, fui explicándole donde estaban las cosas.

- Al fondo tienes el baño, por si quiere acicalarse, aunque le aviso desde ya que no le hace falta... Bueno, este es el estudio, había pensado en retratarla en el ventanal, la luz nocturna que se filtra por el es espléndida para lo que andamos buscando... Y bueno lo demás ya lo ve, póngase cómoda... - no hacía falta decir más, por lo que me puse cómodo quitándome el jersey para quedarme en la típica camisa interior. Fui moviéndome por la estancia para prepararlo todo, cogí el caballete y lo situé en el mejor lugar para tener buena iluminación. Busqué un lienzo en blanco y lo coloqué sobre el, trasteando después con los colores más pálidos para hacer las mezclas oportunas.
Hacía esto mirando de soslayo a mi acompañante, no podía dejar de pensar que tenía a una sexy caminante de la noche en mi cuarto, a punto de ser retratada sin más vestimenta que su propia piel inmaculada reflejando la luz tenue y hechizante de la luna.

Aquel muchacho tan particular me pregunto si me ocurría algo, quizá se me notaba demasiado los pensamientos que me distraían. Negué con la cabeza haciendo gala de una sonrisa perfecta.

-Un placer Kyo, a mi puedes llamarme Minuit- Le guiñe un ojo y continuamos nuestro camino, subimos unas cuantas escaleras y doblamos un par de calles más, no estaba muy lejos de la plaza.

Para ser una buhardilla era bastante acogedora y amplia, tenía todo aquello que se pueda necesitar en una casa. La mire con detalle mientras él hablaba. Cuando menciono el ventanal me gire a verlo, la luna se veía enorme y magnifica a través de ella. Mientras él iba buscando un lienzo y materiales yo me acerque a la ventana y la abrí de par en par, un primer viento helado me golpeo de lleno haciéndome suspirar.

Casi hechizada por la luna me abrí el vestido y deje que cayese solo por su propio peso, el corsé fue algo más caprichoso pero aun así no tarde demasiado en deshacerme de él, estaba desnuda frente a ella. ¿Qué otro remedio me quedaba si no amarla? Al fin y al cabo viviría eternamente bajo su luz.

-Me pondré aquí..Junto a la ventana- me gire para mirar al chico que ya tenía todo preparado- ¿cómo quieres que me coloque?- Probé unas cuantas posturas extrañas e incomodas riéndome- que tal si…-Me senté en el alfeizar de la ventana apoyando mi espalda en la pared-¿ Vienes y me colocas tu?-le mire con una sonrisa