Dos almas descosidas [Priv. Kleiton Harris]

por **Aura Núñez** Lun Feb 10, 2014 4:43 pm

Podía sentirlo, el sonido de mi propia respiración retumbando en todo mi cuerpo. Un sonido tenue, intermitente y desalentado que parecía que concluiría en cuestión de segundos. Una gran voz aguda hizo que dejara de escuchar a éste y me asusté un poco -¡Pero serás zorra! ¡Te voy a pagar y aun así no me prestas atención! – gritó como un poseso el hombre con el que llevaba horas en una cama mientras me agarraba del pelo con fiereza. Era un hombre de mediana edad de cabello naranja y mofletes colorados cuyo aliento no olía a rosas precisamente; completamente desaliñado e intoxicado, me di cuenta de que a pesar de tener francos y francos con los que poder asearse en condiciones al final nunca los usaba para eso, sino para alcohol, prostitutas y nicotina. Me costaba mirarlo a la cara e intentar aguantarme una arcada involuntaria.

-¡¿No me vas a responder eh?!- mantenía el mismo tono y su agresividad parecía aumentar por momentos. Nadie sabía lo molesta que estaba, nadie sabía lo que estaba sufriendo aquel día; ¡era horroroso! Horroroso el tener que rebajarme a ese nivel con tal de que no me echaran de allí. Resulta que aquel hombre deforme era el dueño de una de las mayores entidades de telas en Gran Bretaña y poseía tanto dinero que no cubería ni en el más inmenso banco. Un asco. Todavía recuerdo las palabras exactas que mi jefe me dijo tras confesarme de quién se trataba y por qué era tan importante. Lo había memorizado para que cuando empezara a ponerme de los nervios me tranquilizara de nuevo: –Según fuentes anónimas ese tipo no es muy agradable, pero te eligió…y conociéndote sé que te negarás a acostarte con él porque vales más que eso, lo comprendo. Pero si te ha escogido a ti no hay más remedio. Un simple fallo, un simple despiste y acabarás fuera de aquí, por muchos beneficios que siempre nos aportes. ¿Entendido?- En ocasiones como aquella me preguntaba si de verdad era una joya el ser la predilecta…

Miré el reloj como pude entre las embestidas  las 15:35  quizás quedaba poco para que terminase aquella pesadilla. Entonces me di cuenta de que si ponía un poco más de interés en el asunto acabaría antes, así que eso fue lo que hice. –Esas pecas son tan sexys- le comenté con un tono pícaro mientras hacía uso de mi tan famosa mirada –Eso es nena…- el tío parecía estar disfrutando de lo lindo pero en verdad, habiendo estado ya con tantos hombres podía asegurar que no sabía cómo hacerlo. En la escala del 1 al 10 le pondría un 3 –y mucho era-- ¡y lo mejor es que el tonto se lo tenía creído! Creo que una de las peores cosas que tuve que hacer aquella tarde fue besarlo – puag -- ¡de verdad que el aliento era como una mezcla de olor a muerto y a alcantarillado!

Finalmente, tras intensas horas de sufrimiento todo aquello terminó. Estaba complacido –yo tuve que fingir un par de orgasmos—y de alguna forma estaba aliviada; al menos no me echarían del trabajo, ¡aún necesitaba taaaaanto dinero para mi propósito! Así, salí del burdel algo mareada y confusa, después de haber estado horas y horas en una habitación, haciendo uso como siempre de mi gran don del engaño. Decidí darme un regalo e ir a la playa, tan sólo debía caminar una hora. Por el camino me detuve un poco saludando a gente conocida y comprando alguna que otra cosa en el mercado. Por fin estaba allí y lo primero que hice fue aspirar el sagrado olor a mar. Quizás no fuera la mejor ocasión para tomar el Sol, pero era uno de los lugares más impresionantes a mi parecer. Miré el reloj central  las 17:40  en realidad no quedaba muchas horas de Sol, pero me parecieron suficientes. Entonces dejé a un lado las cosas y me tiré en la arena, la cual estaba congelada; pero no importaba, los rayos de Sol lo compensaban. Fue en ese instante cuando sentí una bola en la garganta y me entraron unas ganas exorbitantes de llorar. Pero como siempre intenté contenerlas, reprimirlas. Tan sólo me quedé observando el cielo azulado, sintiéndome más miserable de lo habitual.

por **Kleiton Harris** Dom Mar 02, 2014 12:57 pm

La diferencia entre un hombre común y corriente y un guerrero es que el guerrero lo acepta todo como un desafío, mientras que el hombre corriente lo toma todo como una bendición o una maldición.

Warren Bennis

la ventana abierta y el sol en mi cara, asi empezo mi dia. molesto me incorpore de la cama y mire a mis pies- como te extraño..-susurre y fui a la alacena para prepararme un té y buen trozo de pan lo cual para mi ego no era un desayuno muy digno, mala mañana en todos los sentidos.

mi día debía de cambiar o terminaría acabando con todos y todo, me dirigí a darme un baño y como gato salte a vestirme, mire mi reflejo en el espejo y solté una risa entre dientes, estaba listo para darme un paseo en busca de mejorar mi día. nunca se sabe cuando una buena hazaña esta por ocurrir.

las noches anteriores habían estado cargadas de adrenalina; sangre, gritos, muertes y el trote de los caballos, nada mas inspirador que eso. por el contrario las ultimas dos noches habían estado cargadas de mucha pasividad, algo a lo que no me acostumbraba ya que creía en el dicho que dice ¨cuando la noche esta mas oscura el sol esta por salir¨ ¿Era posible que mis presas se estuviesen preparando para sorprenderme?... azote la puerta saliendo de mi humilde pero no pobre morada.

ensille mi bestia y decidí dar un paseo por la catedral: -JO!- grite y emprendí camino para poder reírme un poco de los rezanderos, era divertido ver como aquellas malditas almas buscaban salvarse en las oraciones infinitas, definitivamente eso había hecho mi día, mas sin embargo no me iba a pasar toda la tarde viendo ancianas subir y bajar escaleras. decidí tomar otro atajo por la playa para después ir al bosque para encontrarme con mi ¨entrenador¨.

en el recorrido vi a una hermosa dama sentada en la playa - pero que se cree.. ha de estar borracha- me gustaba criticar, era un hecho. fruncí el ceño y me acerque un poco sin hacer muy notoria mi presencia, observe sus sollozantes gestos y sonreí con malicia. aquella mujer había acaparado mi atención, en definitiva el entrenador debía esperar un buen momento.

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