AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Pain {Emma Warren}
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Pain {Emma Warren}
Au clair de la lune
Mon ami Pierrot, Prête-moi ta plume, Pour écrire un mot
Ma chandelle est morte, Je n'ai plus de feu, Ouvre-moi ta porte
Pour l'amour de Dieu
Mon ami Pierrot, Prête-moi ta plume, Pour écrire un mot
Ma chandelle est morte, Je n'ai plus de feu, Ouvre-moi ta porte
Pour l'amour de Dieu
La voz masculina sonaba dulce y aterciopelada mientras entonaba la antigua canción de cuna. La luna, como si hubiese sido convocada por medio de la letra, iluminaba alegremente la deprimente zona por la que la figura se desplazaba lentamente, como si disfrutase del panorama. La canción solo se detenía para dar paso a un silbido que rítmicamente continuaba con la melodía antes de que la letra empezase una vez más. Las ropas elegantes que llevaba al parecer no eran impedimento alguno para que transitara entre la suciedad que solo los años de abandono podían generar. El camino estaba salpicado de charcos de agua turbia y lodosa, un pequeño recordatorio de la lluvia primaveral que acudiera sobre la urbe unas horas atrás. Cada tanto el hombre saltaba suavemente, evitando así que aquellos lodazales ensuciaran sus lustrosos zapatos. Parecía más un chiquillo ensimismado en un mundo imaginario, saltando grandes obstáculos y entonando la canción de su héroe favorito.
Sonreía abiertamente, pero nadie se había percatado de aquello. Hacía algún tiempo que no se topaba con ningún alma viviente; bueno, con ninguna que valiese la pena. Algunas ratas por aquí, un gato callejero por allá, algunos pordioseros que se apuraban a ocultarse en cuento le veían aproximarse. Eso no le preocupaba. No buscaba nada, solo esperaba que el destino pusiese frente a él algo que pidiese resultarle interesante. No se había alimentado la noche anterior por lo que sentía la sed pulsando, exigiendo. Amaba ese sentir, la necesidad, la urgencia y el ansia. Nada que conociera podía comprarse con aquello y es que era ésta la única sensación física que podía experimentar. El único llamado que su cuerpo le hiciese. Era consciente de su necesidad por saciarse pero, al mismo tiempo, la posibilidad de extender ese “sentir” un poco más resultaba tan tentadora como inevitable.
Finalmente detuvo su andar en la entrada de lo que en antaño debió ser una fábrica o algo similar. Se recostó tranquilamente contra un muro a medio derruir y siguió cantando mientras sacaba de su abrigo un cigarro. El fuego iluminó momentáneamente sus facciones luego una calada profunda seguida por una expiración cargada de humo. No le agradaba el sabor, no le agradaba el olor, ni siquiera se trataba de la satisfacción que el cigarro en sí podía trasmitir a aquellos que se volvían adictos a él. Su deleite con aquel vulgar acto se centraba en el humo que emergía, nada más simple. Tan efímero e inconstante, como la vida misma. La extrañaba, tal vez a eso se debiera su estado melancólico. Daria lo que fuera por poder controlar sus acciones. Era suya, el problema era que ella lo sabía pero no lo aceptaba. Si tan solo pudiese atraparla, mantenerla junto a sí pero era tan posible como el poder contener un poco de aquel humo en su puño cerrado. Por inercia alargó la mano atrapando en ella un poco de la exhalación la cual, casi instantáneamente, empezó a escapar por la infinidad de minúsculas aberturas que quedaban entre sus dedos. Sencillamente imposible. Rió muy bajito antes de continuar tarareando la canción de cuna. El cigarro visitaba constantemente sus labios. Luego, con cada exhalación, pequeñas volutas de humo ascendían hacia el oscuro cielo.
Pensaba en ella, pensaba en sí mismo, en lo que era ahora su vida y en lo que había sido. Las circunstancias cambiaron pero él no lo había hecho tanto como hubiese deseado. Alguna vez ella le había echado en cara el no tener las agallas suficientes para terminar con su miseria, ni como humano ni como vampiro. Él lo veía de otra manera. Bastante había sufrido por algo que no era su culpa como para terminar dándole gusto a tantos que habían deseado verle muerto. No, su castigo era que él continuase con vida, que pudiese caminar alegremente sobre sus huesos y carnes pútridas, superándoles, sobreviviéndoles a pesar de tener todo en su contra.
Sonrió al escuchar unos pasos ligeros acercándose. El cigarro no retornó a sus labios pero la canción inició nuevamente. Ni siquiera sabía porque entonaba aquella melodía en particular, solo estaba en su mente desde que había despertado y sin espera ningún tipo de consentimiento se había instalado en su lengua y garganta. Así, con los ojos puestos en el cielo despejado, una tonada emergiendo de sus labios y un cigarro encendido sostenido entre sus dedos, esperó a que el visitante decidiera aproximarse o evaporarse en la oscuridad de la noche.
Sonreía abiertamente, pero nadie se había percatado de aquello. Hacía algún tiempo que no se topaba con ningún alma viviente; bueno, con ninguna que valiese la pena. Algunas ratas por aquí, un gato callejero por allá, algunos pordioseros que se apuraban a ocultarse en cuento le veían aproximarse. Eso no le preocupaba. No buscaba nada, solo esperaba que el destino pusiese frente a él algo que pidiese resultarle interesante. No se había alimentado la noche anterior por lo que sentía la sed pulsando, exigiendo. Amaba ese sentir, la necesidad, la urgencia y el ansia. Nada que conociera podía comprarse con aquello y es que era ésta la única sensación física que podía experimentar. El único llamado que su cuerpo le hiciese. Era consciente de su necesidad por saciarse pero, al mismo tiempo, la posibilidad de extender ese “sentir” un poco más resultaba tan tentadora como inevitable.
Finalmente detuvo su andar en la entrada de lo que en antaño debió ser una fábrica o algo similar. Se recostó tranquilamente contra un muro a medio derruir y siguió cantando mientras sacaba de su abrigo un cigarro. El fuego iluminó momentáneamente sus facciones luego una calada profunda seguida por una expiración cargada de humo. No le agradaba el sabor, no le agradaba el olor, ni siquiera se trataba de la satisfacción que el cigarro en sí podía trasmitir a aquellos que se volvían adictos a él. Su deleite con aquel vulgar acto se centraba en el humo que emergía, nada más simple. Tan efímero e inconstante, como la vida misma. La extrañaba, tal vez a eso se debiera su estado melancólico. Daria lo que fuera por poder controlar sus acciones. Era suya, el problema era que ella lo sabía pero no lo aceptaba. Si tan solo pudiese atraparla, mantenerla junto a sí pero era tan posible como el poder contener un poco de aquel humo en su puño cerrado. Por inercia alargó la mano atrapando en ella un poco de la exhalación la cual, casi instantáneamente, empezó a escapar por la infinidad de minúsculas aberturas que quedaban entre sus dedos. Sencillamente imposible. Rió muy bajito antes de continuar tarareando la canción de cuna. El cigarro visitaba constantemente sus labios. Luego, con cada exhalación, pequeñas volutas de humo ascendían hacia el oscuro cielo.
Pensaba en ella, pensaba en sí mismo, en lo que era ahora su vida y en lo que había sido. Las circunstancias cambiaron pero él no lo había hecho tanto como hubiese deseado. Alguna vez ella le había echado en cara el no tener las agallas suficientes para terminar con su miseria, ni como humano ni como vampiro. Él lo veía de otra manera. Bastante había sufrido por algo que no era su culpa como para terminar dándole gusto a tantos que habían deseado verle muerto. No, su castigo era que él continuase con vida, que pudiese caminar alegremente sobre sus huesos y carnes pútridas, superándoles, sobreviviéndoles a pesar de tener todo en su contra.
Sonrió al escuchar unos pasos ligeros acercándose. El cigarro no retornó a sus labios pero la canción inició nuevamente. Ni siquiera sabía porque entonaba aquella melodía en particular, solo estaba en su mente desde que había despertado y sin espera ningún tipo de consentimiento se había instalado en su lengua y garganta. Así, con los ojos puestos en el cielo despejado, una tonada emergiendo de sus labios y un cigarro encendido sostenido entre sus dedos, esperó a que el visitante decidiera aproximarse o evaporarse en la oscuridad de la noche.
Última edición por Constant Von Fanel el Jue Mayo 15, 2014 7:49 pm, editado 1 vez
Constant Von Fanel- Vampiro/Realeza
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Re: Pain {Emma Warren}
El día se le fue fuera de su propio hogar había estado solamente caminando, aprovechando que su mente y su cuerpo estaban tranquilos dejando que se deleitara con el simple hecho de andar de un lado a otro y ver gente por todos sitios. Buscaba la forma de dejar de pensar tanto en Mer y la razón de lo que le parecía su infelicidad, esa que aún no era capaz de descubrir y que en momentos como aquel prefería ignorar al menos durante unas horas en lo que volvía a ver a su prima con esa expresión de que le robaban la libertad y los sueños.
Andando sin pensar realmente en algo importante fue como llego al atardecer a las zonas más alejadas de París, aquellas partes que eran viejas y las personas habían abandonado y olvidado por uno u otro motivo. Sus pasos le llevaron por construcciones diversas pero todas sumamente hermosas. Algunas eran quizás casas y otras tiendas antiguas pero todo eso guardaban historias ocultas y que no volverían a ser contadas. Continuo andando hasta que un ultimo rayo de sol se extinguió y fue entonces que decidió que era suficiente por un día; se prometido incluso volver a aquel sitio pero en otro momento que fuera mucho más apropiado y que existiera luz. Regresaba por los pasos que le llevaron hasta aquel punto pero en esta ocasión perdió un poco el rumbo por la falta de claridad y visibilidad que aportaban los arboles, a los cuales la luna apenas intentaba traspasar con sus rayos.
Desviando su camino un poco más y más fue que llego a las ruinas de lo que alguna vez fue una fabrica de algo.
– Demonios – susurro para si misma al darse cuenta de que estaba perdida en aquella oscuridad y que lo mejor sería aguardar a que la luna brillara más para poder buscar la salida. Continuo caminando hasta que algunos sonidos le hicieron girarse y un poco de luz le mostró el rostro de un hombre entre aquellas ruinas. Un grito se ahogo entre sus manos pero no así el temblor de su cuerpo ni los movimientos de ese que le llevo a caminar hacia atrás, hasta chocar con una pared sin poder dejar de mirar en la dirección en la que estaba el hombre. En otra situación no hubiese temido pero entre la oscuridad, no era muy normal encontrar personas así.
Andando sin pensar realmente en algo importante fue como llego al atardecer a las zonas más alejadas de París, aquellas partes que eran viejas y las personas habían abandonado y olvidado por uno u otro motivo. Sus pasos le llevaron por construcciones diversas pero todas sumamente hermosas. Algunas eran quizás casas y otras tiendas antiguas pero todo eso guardaban historias ocultas y que no volverían a ser contadas. Continuo andando hasta que un ultimo rayo de sol se extinguió y fue entonces que decidió que era suficiente por un día; se prometido incluso volver a aquel sitio pero en otro momento que fuera mucho más apropiado y que existiera luz. Regresaba por los pasos que le llevaron hasta aquel punto pero en esta ocasión perdió un poco el rumbo por la falta de claridad y visibilidad que aportaban los arboles, a los cuales la luna apenas intentaba traspasar con sus rayos.
Desviando su camino un poco más y más fue que llego a las ruinas de lo que alguna vez fue una fabrica de algo.
– Demonios – susurro para si misma al darse cuenta de que estaba perdida en aquella oscuridad y que lo mejor sería aguardar a que la luna brillara más para poder buscar la salida. Continuo caminando hasta que algunos sonidos le hicieron girarse y un poco de luz le mostró el rostro de un hombre entre aquellas ruinas. Un grito se ahogo entre sus manos pero no así el temblor de su cuerpo ni los movimientos de ese que le llevo a caminar hacia atrás, hasta chocar con una pared sin poder dejar de mirar en la dirección en la que estaba el hombre. En otra situación no hubiese temido pero entre la oscuridad, no era muy normal encontrar personas así.
Yoham Warren- Humano Clase Media
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Re: Pain {Emma Warren}
La cancioncilla cesó en cuanto pudo vislumbrar a la figura que se aproximaba. Si sus ojos no le engañaban se trataba de una humana. Una joven que no vestía de manera andrajosa, tal como él hubiese esperado de un transeúnte habitual de la zona. Ella caminaba rápidamente mientras observaba con atención en derredor, como si se encontrase extraviada. Un sentimiento cercano a la satisfacción invadió al vampiro. Al parecer había encontrado la puerta de salida para el tedio de la noche. Ella pasó no muy lejos del lugar donde se encontraba sin llegar a percibir su presencia hasta que él aclaró sonoramente la garganta. Ella tenía un rostro terso, un cabello hermoso, una figura juvenil pero incitante, sin embargo lo que lo atrajo fue la mirada de terror que le obsequio mientras su cuerpo temblaba e, involuntariamente, retrocedía alejándose. Sí, eso bastaba para encender la llama monstruosa que habitaba en él.
Sonriendo se alejó del muro contra el cual se había recostado hasta ese momento. - Au clair de la lune - canturreó con suavidad mientras se acercaba al sitio donde ella estaba parada, en aquella aterrada posición que tanto le excitaba – Este no es lugar para que una joven tan agraciada transite. La oscuridad y la soledad no son buenas compañeras – comentó antes de dar una nueva calada a su cigarro. Luego, con total despreocupación arrojó el humo en dirección contraria al rostro de la humana. Se encontraba ahora lo suficientemente cerca como para que ella pudiese observarle con claridad. Esperaba que viera sus ropajes, su porte, la dignidad y clase que emanaba por cada uno de sus poros. Tal vez eso la tranquilizase, tal vez solo se alterase aún más si es que contaba con la suficiente lucidez y astucia como para preguntarse qué hacia un hombre de alta cuna en aquellos parajes. Dio una nueva calada, alargando el silencio existente solo para poder darle a la humana un tiempo prudencial de reacción o, en el mejor de los casos, incrementar su nerviosismo. No sabía quién era, no reconocía su rostro pero por lo pronto le daba el crédito por haber ahogado el grito de sorpresa y poder así concederles a los dos una privacidad providencial.
– ¿Puedo preguntarle, Madeimoselle, que se encuentra buscando exactamente en una zona tan peligrosa? – una pregunta dirigida ¿sabría aquella humana percibir la cualidad de la misma? No le interesaba hacia donde se dirigía, ni que hacía, ni si se encontraba efectivamente sola (eso podía deducirlo con sus sensible auditivo y su olfato). El vampiro miró en derredor con una expresión entre divertida y preocupada, como si en realidad le inquietase el futuro de la joven debido a los peligros ocultos en las sobras que les rodeaban, aunque en realidad solo deseaba confirmar que ningún alma se encontrase cerca. Por lo general no confiaba en sus pasos, pero esta vez agradecía la confabulación del hado al permitirle detenerse en una zona donde nadie le interrumpiría excepto el apetitoso bocadillo que tenia frente a él. Ahora la pregunta ¿Qué juego deseaba jugar esa noche? No le costó mucho decidirse y colocando la expresión más amable y digna de confianza estiró una de sus manos hacia la joven – Disculpe si le he asustado, no era esa mi intención. Es muy descortés además el que me haya dirigido a usted sabiendo que una dama no debe intimar con desconocidos. Mi nombre es Constant Von Fanel y estoy a sus ordenes – esperaba que con aquella escueta presentación la joven se relajara aunque fuese un poco. Luego ya verían como se desenvolvían las cosas. Un paso a la vez, pensaba, una herida después de otra.
Sonriendo se alejó del muro contra el cual se había recostado hasta ese momento. - Au clair de la lune - canturreó con suavidad mientras se acercaba al sitio donde ella estaba parada, en aquella aterrada posición que tanto le excitaba – Este no es lugar para que una joven tan agraciada transite. La oscuridad y la soledad no son buenas compañeras – comentó antes de dar una nueva calada a su cigarro. Luego, con total despreocupación arrojó el humo en dirección contraria al rostro de la humana. Se encontraba ahora lo suficientemente cerca como para que ella pudiese observarle con claridad. Esperaba que viera sus ropajes, su porte, la dignidad y clase que emanaba por cada uno de sus poros. Tal vez eso la tranquilizase, tal vez solo se alterase aún más si es que contaba con la suficiente lucidez y astucia como para preguntarse qué hacia un hombre de alta cuna en aquellos parajes. Dio una nueva calada, alargando el silencio existente solo para poder darle a la humana un tiempo prudencial de reacción o, en el mejor de los casos, incrementar su nerviosismo. No sabía quién era, no reconocía su rostro pero por lo pronto le daba el crédito por haber ahogado el grito de sorpresa y poder así concederles a los dos una privacidad providencial.
– ¿Puedo preguntarle, Madeimoselle, que se encuentra buscando exactamente en una zona tan peligrosa? – una pregunta dirigida ¿sabría aquella humana percibir la cualidad de la misma? No le interesaba hacia donde se dirigía, ni que hacía, ni si se encontraba efectivamente sola (eso podía deducirlo con sus sensible auditivo y su olfato). El vampiro miró en derredor con una expresión entre divertida y preocupada, como si en realidad le inquietase el futuro de la joven debido a los peligros ocultos en las sobras que les rodeaban, aunque en realidad solo deseaba confirmar que ningún alma se encontrase cerca. Por lo general no confiaba en sus pasos, pero esta vez agradecía la confabulación del hado al permitirle detenerse en una zona donde nadie le interrumpiría excepto el apetitoso bocadillo que tenia frente a él. Ahora la pregunta ¿Qué juego deseaba jugar esa noche? No le costó mucho decidirse y colocando la expresión más amable y digna de confianza estiró una de sus manos hacia la joven – Disculpe si le he asustado, no era esa mi intención. Es muy descortés además el que me haya dirigido a usted sabiendo que una dama no debe intimar con desconocidos. Mi nombre es Constant Von Fanel y estoy a sus ordenes – esperaba que con aquella escueta presentación la joven se relajara aunque fuese un poco. Luego ya verían como se desenvolvían las cosas. Un paso a la vez, pensaba, una herida después de otra.
Última edición por Constant Von Fanel el Jue Mayo 15, 2014 7:48 pm, editado 1 vez
Constant Von Fanel- Vampiro/Realeza
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Re: Pain {Emma Warren}
La luz de la luna alumbro más a aquel que se encontraba en el mismo lugar que ella, su cuerpo aún temblaba y al verlo acercarse bajo lentamente las manos de sus labios porque aquel intento de un grito ya se había desvanecido. Sus ojos miraron con desconfianza al sujeto que se encontraba ahí y que de manera tan casual se acercaba mucho más a ella, hasta el punto de quedar ambos frente a frente. El humo del cigarro le picaba en la nariz y sus ojos iban por todo cuanto pudiera ver de ese hombre, buscaba algo que le diera la certeza de que no estaba ahí con malas intenciones. En su mente se río de si misma, ningún hombre que estuviese a esas horas por semejantes lugares debía llevar buenas intenciones y ella estaba ahí, sin nadie que pudiera auxiliarle si las cosas salían mal. ¿Quién le mando a ir a esos sitios? Nadie, ella misma fue hasta las zonas abandonadas y por eso, ahora, debía aceptar todo aquello que viniera junto a su imprudencia.
Se aclaro la garganta, sus manos bajaron por completo a sus costados y sus ojos se enfrentaron a los ajenos.
– Sé que no es lugar apropiado pero a todos nos hace falta de vez en cuando la soledad y oscuridad; resulta que para eso, este es el mejor lugar que puede existir – no planeaba aceptar que había llegado vagando y que ahora solo buscaba regresar a su hogar, fingiría como si ella misma hubiese planeado aquella visita nocturna a las ruinas aquellas. Se cruzo de brazos, el temblor en su cuerpo había disminuido a quedar solo como la sombra de algo que había sido hacía mucho tiempo. No despegaba la mirada del hombre – No es que busque algo en particular solo que me encontraba aburrida y necesitaba también buscar la respuestas a ciertos asuntos personales. La soledad es buena consejera cuando de asuntos personales se trata ¿no lo cree así? – estaba de más decir eso, no tenía porque darle explicaciones o siquiera responder a la pregunta pero igual lo hizo. Emma no se había alejado un centímetro de aquel hombre, permanecía en el mismo lugar donde su cuerpo aterrorizado le había llevado a resguardarse, a pesar de que no existía nada que le resguardara o le alejara de quien ahí se encontraba. Una sonrisa se dibujo en su rostro al escuchar la presentación ajena, si sus planes eran oscuros y sin ninguna buena intención al menos ya sabía el nombre de quien era aquel susodicho. No podía estar segura de que fuera la verdad, pero si la era o no, ella no mentiría sobre quien era, en eso si sería sincera.
– Emma Warren – sujeto la mano que se antojo demasiado fría para el tiempo que hacía en esas fechas pero lo paso por alto y se apresuro a liberar su mano del agarre ajeno – y sí, me ha asustado con esa manera tan poco usual de aparecer ante alguien, debería ser más consciente de eso considerando el lugar en el que esta y lo solitario que es – al menos ya no es un completo desconocido y ella ya es capaz de formular palabras y no solo gritos de terror.
Sus brazos se cruzan nuevamente sobre su pecho y mira de un lado a otro en búsqueda del sitio adecuado por el alejarse un poco de él, poner una distancia un poco mayor aunque eso no vaya a servir de nada después.
– Y usted ¿Qué hace por estos lugares? Son demasiado solitarios para que alguien que luce tan elegante ande en ellos – lo mira de nuevo y vuelve a sonreír solo para entonces caminar a un costado y tomar algo más de distancia entre ellos. ¿Cuántas posibilidades habría de que la dejara ir? Eso estaba buscando ver.
Se aclaro la garganta, sus manos bajaron por completo a sus costados y sus ojos se enfrentaron a los ajenos.
– Sé que no es lugar apropiado pero a todos nos hace falta de vez en cuando la soledad y oscuridad; resulta que para eso, este es el mejor lugar que puede existir – no planeaba aceptar que había llegado vagando y que ahora solo buscaba regresar a su hogar, fingiría como si ella misma hubiese planeado aquella visita nocturna a las ruinas aquellas. Se cruzo de brazos, el temblor en su cuerpo había disminuido a quedar solo como la sombra de algo que había sido hacía mucho tiempo. No despegaba la mirada del hombre – No es que busque algo en particular solo que me encontraba aburrida y necesitaba también buscar la respuestas a ciertos asuntos personales. La soledad es buena consejera cuando de asuntos personales se trata ¿no lo cree así? – estaba de más decir eso, no tenía porque darle explicaciones o siquiera responder a la pregunta pero igual lo hizo. Emma no se había alejado un centímetro de aquel hombre, permanecía en el mismo lugar donde su cuerpo aterrorizado le había llevado a resguardarse, a pesar de que no existía nada que le resguardara o le alejara de quien ahí se encontraba. Una sonrisa se dibujo en su rostro al escuchar la presentación ajena, si sus planes eran oscuros y sin ninguna buena intención al menos ya sabía el nombre de quien era aquel susodicho. No podía estar segura de que fuera la verdad, pero si la era o no, ella no mentiría sobre quien era, en eso si sería sincera.
– Emma Warren – sujeto la mano que se antojo demasiado fría para el tiempo que hacía en esas fechas pero lo paso por alto y se apresuro a liberar su mano del agarre ajeno – y sí, me ha asustado con esa manera tan poco usual de aparecer ante alguien, debería ser más consciente de eso considerando el lugar en el que esta y lo solitario que es – al menos ya no es un completo desconocido y ella ya es capaz de formular palabras y no solo gritos de terror.
Sus brazos se cruzan nuevamente sobre su pecho y mira de un lado a otro en búsqueda del sitio adecuado por el alejarse un poco de él, poner una distancia un poco mayor aunque eso no vaya a servir de nada después.
– Y usted ¿Qué hace por estos lugares? Son demasiado solitarios para que alguien que luce tan elegante ande en ellos – lo mira de nuevo y vuelve a sonreír solo para entonces caminar a un costado y tomar algo más de distancia entre ellos. ¿Cuántas posibilidades habría de que la dejara ir? Eso estaba buscando ver.
Yoham Warren- Humano Clase Media
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Re: Pain {Emma Warren}
La sospecha brillaba en los ojos de la joven humana como si estuviesen reflejando la luz de una vela y el temblor involuntario de su cuerpo era tan atrayente para el vampiro como el aroma encubierto de su sangre. Permitió que ella le observara a sus anchas aunque solo podía conjeturar sobre lo que ella veía en realidad. La objetividad se agotaba rápidamente cuando los instintos de supervivencia encendían sus alarmas. Podría tratarse del hombre más guapo del planeta, pero si ella se sentía en peligro solo observaría la amenaza latente, nada más. No le interesaba atraerle, ese era solo un efecto segundario que facilitaba, en muchos casos, el alcance de sus objetivos. Sonrió ante la respuesta, era cierta y a la vez falsa. Puede que se encontrase buscando la soledad pero no era la oscuridad lo que perseguía. La fuerte reacción que sufrió al verle comprobaba lo asustada que se encontraba por el lugar, por la hora… y por él. – Por supuesto que lo creo. No hay nada mejor que eliminar las interferencias para poder encontrarnos con nosotros mismos, sin embargo me cuesta creer que prefiera un lugar que no solo es solitario, sino también peligroso, para encontrar la solución a sus problemas. Puede que encuentre más que lo que desea por estos tórridos pasajes – . La sonrisa de Constant se ensanchó al ver que ella también sonreía. Tenía un alma intrépida y al parecer estaba dispuesta a aparentar seguridad y valentía a pesar de las circunstancias ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que pudiese quebrarle? Aunque el toque que ella le ofreció fue corto y ligero, bastó para que él pudiese percibir la suavidad de su piel, el calor de su carne, las pulsaciones de su vida bajo la fina piel – ¡Emma! Que sonoro y dulce nombre. Me atreveré a asegurar que le hace justicia, Madeimoselle – Dio una nueva calada a su cigarro, saboreó el sabor y luego exhaló el humo. Una sonrisa pequeña maliciosa emergió entonces – Bueno, no es un encuentro usual así que, en realidad, no había manera de que me acercara de manera usual ¿no lo cree? Además ya me disculpe por asustarla, eso debería ser suficiente- para ese momento había perdido nuevamente toda apariencia de amabilidad.
Ella observó en derredor y cruzó los brazos aunque no por frío, eso era evidente – Buscaba algo de aire y, al contrario de usted, un poco de compañía también. Nunca se sabe con qué o quién puede encontrarse al vagar por estas zonas… incluso la espera me resulta excitante – hizo énfasis en el “qué” de la oración, atento a cualquier cambio en el comportamiento de la joven que le indicase si ella tenía o no idea sobre la infinidad de seres sobrenaturales que poblaban las noches parisinas. El cigarrillo se posó de nuevo en sus labios pero esta vez no se molestó en girar la cabeza de manera que la nube gris-blancuzca fue a parar frente al rostro de la joven un segundo antes de que ella se alejara un poco. Rió guturalmente antes de dar un paso en la misma dirección, de manera que quedaron a la misma distancia que tenían antes de que intentara alejarse. De ninguna manera le permitiría escapar, era demasiado tarde para eso, demasiado tarde para ella desde que retrocedió asustada por su presencia - ¿Piensa en retirarse ya? ¿Tan mala compañía soy? – preguntó apoyando sus manos en la pared, con sus brazos a ambos lados de la cabeza de Emma y el cigarrillo sostenido entre sus dedos, peligrosamente cerca del rostro femenino – Me gustaría que se quedara un poco más… solo lo suficiente como para que su luz ilumine un poco en camino de esta pobre alma – sonrió acercando intencionalmente la punta encendida a la suave y tersa piel. Las ansias rugían en su interior debatiéndose entre apresurar en calmar su sed y tomarse su tiempo para calmar sus deseos más oscuros. Un rugido muy bajito subió por su garganta. Esperaba y observaba, sin atreverse a conjeturar las acciones de la joven ante tan hostil comportamiento. Tenía la esperanza de que, cualquiera que fuese su reacción, le complacería y le dejaría queriendo más. Y lo obtendría, por supuesto, tendría todo lo que deseaba porque era él, porque podía hacerlo y porque no había nadie que le detuviera.
Ella observó en derredor y cruzó los brazos aunque no por frío, eso era evidente – Buscaba algo de aire y, al contrario de usted, un poco de compañía también. Nunca se sabe con qué o quién puede encontrarse al vagar por estas zonas… incluso la espera me resulta excitante – hizo énfasis en el “qué” de la oración, atento a cualquier cambio en el comportamiento de la joven que le indicase si ella tenía o no idea sobre la infinidad de seres sobrenaturales que poblaban las noches parisinas. El cigarrillo se posó de nuevo en sus labios pero esta vez no se molestó en girar la cabeza de manera que la nube gris-blancuzca fue a parar frente al rostro de la joven un segundo antes de que ella se alejara un poco. Rió guturalmente antes de dar un paso en la misma dirección, de manera que quedaron a la misma distancia que tenían antes de que intentara alejarse. De ninguna manera le permitiría escapar, era demasiado tarde para eso, demasiado tarde para ella desde que retrocedió asustada por su presencia - ¿Piensa en retirarse ya? ¿Tan mala compañía soy? – preguntó apoyando sus manos en la pared, con sus brazos a ambos lados de la cabeza de Emma y el cigarrillo sostenido entre sus dedos, peligrosamente cerca del rostro femenino – Me gustaría que se quedara un poco más… solo lo suficiente como para que su luz ilumine un poco en camino de esta pobre alma – sonrió acercando intencionalmente la punta encendida a la suave y tersa piel. Las ansias rugían en su interior debatiéndose entre apresurar en calmar su sed y tomarse su tiempo para calmar sus deseos más oscuros. Un rugido muy bajito subió por su garganta. Esperaba y observaba, sin atreverse a conjeturar las acciones de la joven ante tan hostil comportamiento. Tenía la esperanza de que, cualquiera que fuese su reacción, le complacería y le dejaría queriendo más. Y lo obtendría, por supuesto, tendría todo lo que deseaba porque era él, porque podía hacerlo y porque no había nadie que le detuviera.
Constant Von Fanel- Vampiro/Realeza
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Re: Pain {Emma Warren}
Todo era culpa de su prima. Si Mercredi no fuera como era, entonces ella estaría lejos de aquel hombre y de aquel lugar, pero también, si su prima no fuese de la manera en que era, no tendría ningún atractivo ante los ojos de Emma. Aquel hombre era bastante inteligente, no como la mayoría, quienes serían fácilmente engañables por las palabras de una mujer solitaria; eso, provocaba cierto cuidado de su parte para con él pero al mismo tiempo le intrigaba e interesaba. Era poco usual que alguien descubriera parte de sus mentiras tan rápidamente y además, que pese a saber que eran mentiras, dijera que le creía.
– Bueno, no soy una joven que pueda entrar en la norma de lo usual. Creo que a eso se debe que me agrade estar en lugares como estos en lo que, puedo encontrar más de lo que deseo – Utilizo parte de las palabras de Constant para asegurarle algo de lo que ella siempre era consciente, no era completamente normal. De hecho, solo se debía tentar un poco a Emma para que cualquiera descubriera esos instintos mal ocultos que le habían llevado a obsesionarse con su prima y con todos aquellos que le parecieran atractivos o que despertaran el deseo en ella.
Rió cuando escucho aquel halago sobre su nombre. Hasta un hombre como aquel podía equivocarse con algo tan sencillo.
– Lamento informarle que se ha equivocado respecto a mi nombre. No me hace justicia para nada – Que no le hiciera justicia era cierto, pero también era verdad que le servia en muchas situaciones como fachada, pues todos aquellos que creyeran que era una chiquilla demasiado dulce y bonita, estarían terriblemente equivocados, justo como quien ahora se hallaba frente a ella – Pero si le hace sentir bien, fingiremos que ha acertado respecto a eso – Enarco la ceja y miro con dureza a aquel sujeto que pensaba que pedirle disculpas era suficiente. Emma creía que con ese susto había disminuido sus años de vida, pero tampoco podía ponerse delicada y hacer algo que molestara al aparentemente volátil hombre –Bueno ya, su disculpa fue suficiente. Olvidemos la sorpresa de su llegada y punto.
– Que contrariedad, usted buscaba compañía y yo soledad – Mintió sin esperar que creyera en lo que decía, pues algo le decía que estaba entrando cada vez más y más en una zona peligrosa. Ante la palabra qué, pensó en Mer. No supo porque, pero esa palabra y las que siguieron evocaron en la mente de Emma el rostro de su prima, la cambiaformas. Una vez que se alejo, el humo del cigarro le hizo toser solo que al despejarse, noto como nuevamente estaba Constant demasiado cerca de ella, hasta podía jurar que estaba mucho más cerca que antes – No me malinterprete, es solo que creo que preferiría seguir en soledad, no es que sea mala compañía – abrió los ojos de par en par cuando las manos masculinas le impidieron alejarse más y el calor de la punta del cigarrillo se sintió cerca de su mejilla. Emma miro directamente a aquel par de ojos, comenzaba a molestarse y a ponerse volátil y eso no era algo que terminara regularmente en algo bueno – Pues si quiere que me quede debería alejar su cigarrillo de mi rostro o si quiere que la luz ilumine su camino debería pegarse la punta encendida en la piel, a ver si de esa manera lo encuentra – sonrió, el nerviosismo no funcionaria para nada en aquellas situaciones y además ¿No había aceptado ya su destino, fuese el que fuese?, sin mencionar que ¿Qué tanto mal podría hacerle aquel hombre? Esas preguntas pronto serían respondidas y no serían lo que ella esperaba.
– Bueno, no soy una joven que pueda entrar en la norma de lo usual. Creo que a eso se debe que me agrade estar en lugares como estos en lo que, puedo encontrar más de lo que deseo – Utilizo parte de las palabras de Constant para asegurarle algo de lo que ella siempre era consciente, no era completamente normal. De hecho, solo se debía tentar un poco a Emma para que cualquiera descubriera esos instintos mal ocultos que le habían llevado a obsesionarse con su prima y con todos aquellos que le parecieran atractivos o que despertaran el deseo en ella.
Rió cuando escucho aquel halago sobre su nombre. Hasta un hombre como aquel podía equivocarse con algo tan sencillo.
– Lamento informarle que se ha equivocado respecto a mi nombre. No me hace justicia para nada – Que no le hiciera justicia era cierto, pero también era verdad que le servia en muchas situaciones como fachada, pues todos aquellos que creyeran que era una chiquilla demasiado dulce y bonita, estarían terriblemente equivocados, justo como quien ahora se hallaba frente a ella – Pero si le hace sentir bien, fingiremos que ha acertado respecto a eso – Enarco la ceja y miro con dureza a aquel sujeto que pensaba que pedirle disculpas era suficiente. Emma creía que con ese susto había disminuido sus años de vida, pero tampoco podía ponerse delicada y hacer algo que molestara al aparentemente volátil hombre –Bueno ya, su disculpa fue suficiente. Olvidemos la sorpresa de su llegada y punto.
– Que contrariedad, usted buscaba compañía y yo soledad – Mintió sin esperar que creyera en lo que decía, pues algo le decía que estaba entrando cada vez más y más en una zona peligrosa. Ante la palabra qué, pensó en Mer. No supo porque, pero esa palabra y las que siguieron evocaron en la mente de Emma el rostro de su prima, la cambiaformas. Una vez que se alejo, el humo del cigarro le hizo toser solo que al despejarse, noto como nuevamente estaba Constant demasiado cerca de ella, hasta podía jurar que estaba mucho más cerca que antes – No me malinterprete, es solo que creo que preferiría seguir en soledad, no es que sea mala compañía – abrió los ojos de par en par cuando las manos masculinas le impidieron alejarse más y el calor de la punta del cigarrillo se sintió cerca de su mejilla. Emma miro directamente a aquel par de ojos, comenzaba a molestarse y a ponerse volátil y eso no era algo que terminara regularmente en algo bueno – Pues si quiere que me quede debería alejar su cigarrillo de mi rostro o si quiere que la luz ilumine su camino debería pegarse la punta encendida en la piel, a ver si de esa manera lo encuentra – sonrió, el nerviosismo no funcionaria para nada en aquellas situaciones y además ¿No había aceptado ya su destino, fuese el que fuese?, sin mencionar que ¿Qué tanto mal podría hacerle aquel hombre? Esas preguntas pronto serían respondidas y no serían lo que ella esperaba.
Yoham Warren- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 28/12/2012
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