El abrazo del inmortal {Zirano Xanaddo}

Pocos palacios había visitado en toda su vida, de hecho (tan sólo en Ámsterdam cuando los Van Wijs ofrecieron un espectáculo para un conde),  y ser invitada (gracias a influencia de Violante) a esa enorme y elegante estructura tendría que emocionarla, pero no era así. Crystall estaba incompleta, sin Derek, sin Dalma, sin Chiara; su corazón estaba vacío y aunque no prestaba atención a las habladas de mujeres de alta sociedad acerca de presentarse  sin acompañante, ella comprendía que la señalaban y ella misma se recriminaba.

La bruja que meses antes fuera una guerrillera, que no dudaría en matar a una persona con su temible poder, que podía controlar las almas a su voluntad así como el clima; esa bruja ahora se sentía pequeña, vulnerable, totalmente expuesta en un mundo que de pronto no comprendía. En ese preciso momento en el que el vals había iniciado, y ella apartada en un rincón, aparentemente viera como bailaban (ya que estaba sumida en profundas cavilaciones). No deseaba un amor, al menos, no en ese instante. No deseaba la compañía de aquellos a los que perdió de una u otra forma.

Lo que su corazón deseaba estaba oculto, una coraza de deshonestidad mantenía en cautiverio su verdadero deseo y ella no hacía el menor intento en descifrar que era o que quería pese a estar consciente que mientras más se reprimía en ocultar las palabras de su corazón, más se haría daño. Crystall en ningún momento se planteó quitarse la vida, no era de ese tipo de personas como alguna vez lo pensó Derek, ella era resistente, ya lo había demostrado cuando había sido apresada, torturada y violada en España por la Inquisición y sus miserables miembros que pagaron con su vidas los atropellos que le ocasionaron.

Pero cuando se detuvo un instante en reflexionar se dio cuenta que nunca estuvo realmente sola, Dalma la había acompañado y se preguntó «mi fortaleza es dependiente a la presencia de otra persona», no se pudo contestar, no se quiso contestar, porque eso significaba que reconocer que adaptarse a un mundo que ya creía nuevo le sería imposible sino era con la ayuda de alguien. Crystall era orgullosa y prefería  hacer ella sola las cosas que encargarlas a alguien más, corriendo el riesgo de que no se hiciera lo que ella quería. Siempre creía que nadie sería capaz de hacer lo que ella, al menos lo creyó hasta que aquella bruja al servicio de Benelope… Hadewish la derrotara tan fácilmente y en su propio terreno, con sus propias tácticas y poderes.

Nunca podría olvidar a la mujer que destruyera por vez primera su orgullo y aquella noche en la que Dalma desapareció por su propia decisión de su vida. Ahora sólo le quedaba “la familia” (Derek, Violante y Benelope), pero que realmente era una alianza más que una verdadera y cálida unión. Pensar en ellos no era lo mejor que podía hacer aquella noche bajo el encanto de la orquesta romántica, por lo tanto, no lo hizo.

Aunque Crystall se sintiera sola, literalmente no lo estaba; a ella se le había dicho que era un imán para las almas y así lo era, por esa razón mientras ella se encontraba sentada y perdida en sus pensamientos que no la llevaban a ningún punto, muchos fantasmas que acompañaban a personas o simplemente vivían allí le hablaban al darse cuenta de que ella podía verlos. Pero Crystall a nadie prestó atención, ahí la razón por la que se aferraba a sentirse sola.

En su niñez hubo muchas veces en las que odiaba ver muertos, lloraba con su papá para que el pudiese hacer algo pero él no podía hacer nada, más que enseñarle a adaptarse a ese nuevo mundo. Y aunque aquella noche no deseaba precisamente librarse de ese poder que jugaba el rol de maldición/bendición, si le gustaría no verlos, tan sólo en aquella noche. No hizo el intento para cerrar el plano espiritual, de  alejar a esos fantasmas del plano terrenal, así que lo mejor que creyó era irse de ahí, de pronto se le había olvidado porque estaba ahí o el hecho de porque había obedecido a Violante para asistir a ese evento ¿lo estaba representando? No importaba ya, ella había hecho acto de presencia y creía que lo más conveniente era irse.

Linda, un vampiro se acerca a ti- dijo uno de los fantasmas pero Crystall no levanto la vista, no le importaba, dentro del recinto él no podía atacarle si esa era la preocupación de los fantasmas. No dijo nada, ni siquiera cuando éste extendió su mano hacía ella y le invitara a bailar. Crystall tan sólo levantó la mirada, dejando que sus ojos verdes se expusieran a él, dejando que viera a través de su tristeza. La bruja estaba dispuesta a rechazarlo y continuar su camino, pero él era diferente, su aura era distinta a la de cualquier vampiro y además no había ni una sola alma sujeta a él, no era un asesino; el interés de ella creció y cuando la vio, el alma de una mujer a espaldas de él, Crystall extendió su brazo y colocó su delgada mano sobre la fría del vampiro.

—Sí, me apetece— le respondió pero no pudo dibujar sonrisa alguna, ni sus ojos destellar brillo alguno. Apoyada por la fuerza de él se levantó y sujetándole con fuerza de la mano ella dio los primeros pasos hacia la pista. La luz del centro comenzó a iluminar su vestido verde con detalles en oro, los pendientes de plata brillaron con fuerza sobre sus oídos por debajo de su cabello recogido y el escarlata de sus labios realzó junto con el dorado de su cabello.

Iniciaron el baile de frente, ella lo contempló con detenimiento, el detalle de los ojos serviciales, ajenos a los de un vampiro, era como si fuera un hombre normal, lleno de humanidad. Las facciones y el contacto con su piel le decían que era además de atractivo, joven. Pero estaba el misterio de la mujer que lo acompañaba, ¿quién era? Crystall se mudar de la expresión que él vio desde un principio (de tristeza), intensifico su mirada al mundo espectral para localizar espíritus  colgados en él, pero sólo estaba ella, aferrada a él pero no como un alma que lo odiara, le quería, eso le indicaba la pureza de la luz y Crystall comenzó a sentirse conmovida. —Soy Crystall— le dijo y finalmente sonrió.

Spoiler:

El bailaba, y lo hacía muy bien. Aunque mínimamente pero Crystall comenzaba a sentir que la noche cambiaba. Aquel vampiro al parecer mantenía un interés en ella. Pero entonces Crystall se desconcertó. -¿Bello nombre para bella dama?- pensó decepcionada, -¿en serio pretende que caiga con esa?- pero pese a sentir esa decepción no mudó de expresión. Crystall era una mujer conocedora, no una doncella que se derretiría con ese simple halago; sus propias experiencias (luego de ser infiel, hacer incesto y tener sexo con distintos seres) le obligaban a no aceptar pequeños coqueteos, le eran insuficientes para una mujer como ella.

Pero entonces él la sorprendió besándole la mejilla y eso sí le complació, al parecer era un vampiro que fue un caballero cuando era un mortal y pretende serlo como inmortal. Crystall sonrió satisfecha por el atrevimiento. Bajo ese encanto natural Crystall dejó que él llevara el baile, ignorando a todos los presentes, a todos menos a la fantasma que lo acompañaba y nuevamente le vinieron las preguntas -¿Quién eres, qué quieres?- pero no se lo decía, las mantenía retenidas en su cabeza aunque de algo estaba segura, ella tendría que haber pertenecido a su familia.

Distraerse en ella casi hizo que ella no prestara atención a sus palabras. —No estoy apenada Zirano— respondió y no pudo evitar soltar una pequeña risilla y ocultar sus ojos de él, le divirtió realmente y cuando volvió a encararlo le fue imposible desaparecer esa sonrisa seductora. —La vida es dura mi lord, más aún si tu colaboras arduamente en la construcción de esos peldaños que obstaculizan tu felicidad. Tal vez sea posible que estas palabras te suenen familiares, cuando uno es el culpable de lastimar a los suyos, herirlos e inclusive matarlos— dijo casi en verso, su sonrisa se deformó a una malicia y con sus labios delineó lenta y sensualmente sus labios.

El vals largo concluyó lo que hizo que todos en la pista se detuvieran, ya sea para esperar la pieza corta o se dirigieran a sus respectivas mesas. Crystall enlazó sus brazos suaves en torno al cuello de Zirano y aprovechando que estaba de puntitas se acercó a su rostro, lo besó en la comisura de los labios no con el afán de provocarlo a él, sino a la fantasma. Quería ver si existía una reacción agresiva a la bruja, pero no la hubo. Los labios se Crystall avanzaron hasta el oído del vampiro. —Alguien está contigo, una hermosa mujer y estoy segura que ha estado atada a ti desde que ella murió— le dijo en un dulce susurro, y regresó a verlo de frente, con los tacones en el piso y los ojos puestos en él antes de que iniciara la pieza corta y tuvieran que reanudar el baile.