AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Unidos [Zirano Xanaddo]
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Unidos [Zirano Xanaddo]
Se trataba de un camino sinuoso e incluso extenso.
Mi casa y la suya estaban distanciadas por un buen trecho… ¿pero qué importaba?
Aun sin saber si era bien recibida o no en su hogar, sentí la imperiosa necesidad de hacerle una visita.
Como una llamada inevitable, una necesidad de aquellas risas, de esa unión tan especial que entre nosotros parecía existir.
Y cuando alguien te importa tanto, cuando en tu mente se implanta el deseo de su cercanía, no existe excusa alguna ni motivo de peso para rechazar dicho impulso.
Observaba con detenimiento los alrededores al tiempo que pensaba en la naturaleza de Zirano y, sonriendo, me afirmé una vez mas que aquellos seres tan increíbles escondían grandes cosas en su interior.
Era sumamente amable conmigo, la confianza sentida iba mas allá de simples conocidos, yo lo sabía… Aquel vampiro sería muy importante en mi vida.
Una amistad sincera, correspondida y al mismo tiempo anhelada.
Puede que hasta yo misma hubiera necesitado de alguien como el sin saberlo.
De alguien que sin rechistar estuviera encantado de coger mi mano en los buenos y malos momentos, alguien con quien no temer nada, en quien confiarle todo…
Ese era Zirano para mi. La máxima expresión de amistad.
Me detuve ante su mansión, su fachada era tan hermosa que me hacía sentir lo acogedora que podría llegar a ser en su interior. Como el mismo dueño.
Pero un grito hizo girar mi cuerpo con brusquedad, en pos de la voz masculina que tras de mi, maldecía con rabia. Sus pasos lo dirigían hacia mi persona, se trataba de un hombre corpulento, tal vez un ladrón… y en ese momento me arrepentí de haber salido sola de casa. Mi embarazo era la consecuencia de lo que podría ocurrir al actuar tan irresponsablemente.
Con rapidez me alejé varios pasos de el sin atreverme a apartar la mirada del individuo, y sentí mucho miedo, terror… pues mis poderes eran simplemente de protección y conmigo no solían dar buen resultado.
Mirando al cielo me percaté de que el sol ya no era visible, una hora peligrosa para una mujer.
No lograba hablar, ni tan siquiera pedirle que se marchara.
Ni un murmullo con el nombre de Zirano impreso en el…
Podría escucharme, era cierto.
Pero el temor me paralizaba.
Mi casa y la suya estaban distanciadas por un buen trecho… ¿pero qué importaba?
Aun sin saber si era bien recibida o no en su hogar, sentí la imperiosa necesidad de hacerle una visita.
Como una llamada inevitable, una necesidad de aquellas risas, de esa unión tan especial que entre nosotros parecía existir.
Y cuando alguien te importa tanto, cuando en tu mente se implanta el deseo de su cercanía, no existe excusa alguna ni motivo de peso para rechazar dicho impulso.
Observaba con detenimiento los alrededores al tiempo que pensaba en la naturaleza de Zirano y, sonriendo, me afirmé una vez mas que aquellos seres tan increíbles escondían grandes cosas en su interior.
Era sumamente amable conmigo, la confianza sentida iba mas allá de simples conocidos, yo lo sabía… Aquel vampiro sería muy importante en mi vida.
Una amistad sincera, correspondida y al mismo tiempo anhelada.
Puede que hasta yo misma hubiera necesitado de alguien como el sin saberlo.
De alguien que sin rechistar estuviera encantado de coger mi mano en los buenos y malos momentos, alguien con quien no temer nada, en quien confiarle todo…
Ese era Zirano para mi. La máxima expresión de amistad.
Me detuve ante su mansión, su fachada era tan hermosa que me hacía sentir lo acogedora que podría llegar a ser en su interior. Como el mismo dueño.
Pero un grito hizo girar mi cuerpo con brusquedad, en pos de la voz masculina que tras de mi, maldecía con rabia. Sus pasos lo dirigían hacia mi persona, se trataba de un hombre corpulento, tal vez un ladrón… y en ese momento me arrepentí de haber salido sola de casa. Mi embarazo era la consecuencia de lo que podría ocurrir al actuar tan irresponsablemente.
Con rapidez me alejé varios pasos de el sin atreverme a apartar la mirada del individuo, y sentí mucho miedo, terror… pues mis poderes eran simplemente de protección y conmigo no solían dar buen resultado.
Mirando al cielo me percaté de que el sol ya no era visible, una hora peligrosa para una mujer.
No lograba hablar, ni tan siquiera pedirle que se marchara.
Ni un murmullo con el nombre de Zirano impreso en el…
Podría escucharme, era cierto.
Pero el temor me paralizaba.
Juliette Dharwark- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 08/03/2013
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Un nuevo día a finalizado en Mansión Xanaddo, la oscuridad hace un par de horas que ha llegado a mi amplia habitación, las paredes son de color lila apagado, el suelo es de moqueta de color carmín, con los bordes, serigrafias doradas. Las ventanas están selladas, y con los cristales cubiertos por plomo. Abro los ojos a una nueva jornada, me siento en el lateral de la cama, me pongo mis zapatillas de estar por casa, y me incorporo.
Estiro un poco los brazos, para quitar el entumecimiento y me giro, pongo bien las sabanas y edredón, y coloco cojines en su sitio, para dejar la cama bien hecha. Me dirijo al baño, me desnudo por completo, dejando a la vista mi cuerpo musculado y esculpido como el mármol, después de 100 años de entrenamiento como policía. Entro en la bañera, y me aseo bien. El agua cálida me reconforta, y me relajo, cierro los ojos, apoyando mi cabeza en el respaldo de la bañera.
Entro en un estado de relajación, donde mi tacto, siente la calidez del agua, junto a su oído agudizado, escucho el murmullo de fondo de la ajetreada París, en las últimas horas del día, todos los negocios comenzaban a cerrar sus puertas, y la gente volvía a la seguridad de sus hogares. Ahora comienza la hora de los nocturnos. Pensé, y un aroma dulce, exquisito y conocido. Esta en la puerta de casa, Una voz de hombre, se acerca, y dice barbaridades, entonces el aroma de la chica, comienza a resultarme mas y mas familiar. En mi mente se forma un rostro, y mi mente nombro una mujer. Juliette. Y su perfume se mezcla con miedo.
Salí de la ducha, a gran velocidad, dando un pequeño resbalón, que me hace cogerme de un armario, para no caer. -Mi amada Juliette? Que hace aquí ha estas horas? Acaso esos gritos van dirigidos a ella?- Me pongo un batin, atándomelo con prisas, y bajo por la escaleras, que dan directamente a la puerta de salida a la calle.
Abro la puerta y allí encuentro a Juliette en una esquina del porche asustada, y un tipo enorme, camina amenazadoramente hacia ella, -Tu mujer, ven a mi casa y lavame la ropa, maldita zorra!- Su aliento rezumaba a alcohol, una peste asquerosa, que me hizo despreciarlo. Yo solo ver eso, me dirijo delante de Juliette, dandole un momento la espalda, pero protegiéndola del tipo borracho, con cada paso se tambaleaba.
-Señor me parece que será mejor que se largue de aquí, ni se le ocurra acercarse un paso mas a mi amada Juliette. No quiero mancharme las manos con su podrida sangre.- Le digo al borracho, con furia intensa en mi mirada, y le muestro mis colmillos. El borracho solo ver esto, da un paso hacia atrás, y se cae de culo al suelo, pálido como la brillante luz de las estrellas, y con autentico rostro de terror.
-AAAAAhhhh Aaaaaahhhh aaaaaa!!!- Grita el borracho mientras se levanta y sale huyendo en sprint. Respiro hondo y cambio mi cara. Me giro y miro preocupado a Juliette. -Mi niña, que haces aquí Por que has venido?- Le digo mientras la abrazo. -Y si yo no hubiese estado, que te habría hecho ese borracho?- Le beso la frente. -Pero me alegra que estés aquí, te echaba de menos, entremos hace frió.- Le digo mientras empiezo a entrar.
Estiro un poco los brazos, para quitar el entumecimiento y me giro, pongo bien las sabanas y edredón, y coloco cojines en su sitio, para dejar la cama bien hecha. Me dirijo al baño, me desnudo por completo, dejando a la vista mi cuerpo musculado y esculpido como el mármol, después de 100 años de entrenamiento como policía. Entro en la bañera, y me aseo bien. El agua cálida me reconforta, y me relajo, cierro los ojos, apoyando mi cabeza en el respaldo de la bañera.
Entro en un estado de relajación, donde mi tacto, siente la calidez del agua, junto a su oído agudizado, escucho el murmullo de fondo de la ajetreada París, en las últimas horas del día, todos los negocios comenzaban a cerrar sus puertas, y la gente volvía a la seguridad de sus hogares. Ahora comienza la hora de los nocturnos. Pensé, y un aroma dulce, exquisito y conocido. Esta en la puerta de casa, Una voz de hombre, se acerca, y dice barbaridades, entonces el aroma de la chica, comienza a resultarme mas y mas familiar. En mi mente se forma un rostro, y mi mente nombro una mujer. Juliette. Y su perfume se mezcla con miedo.
Salí de la ducha, a gran velocidad, dando un pequeño resbalón, que me hace cogerme de un armario, para no caer. -Mi amada Juliette? Que hace aquí ha estas horas? Acaso esos gritos van dirigidos a ella?- Me pongo un batin, atándomelo con prisas, y bajo por la escaleras, que dan directamente a la puerta de salida a la calle.
Abro la puerta y allí encuentro a Juliette en una esquina del porche asustada, y un tipo enorme, camina amenazadoramente hacia ella, -Tu mujer, ven a mi casa y lavame la ropa, maldita zorra!- Su aliento rezumaba a alcohol, una peste asquerosa, que me hizo despreciarlo. Yo solo ver eso, me dirijo delante de Juliette, dandole un momento la espalda, pero protegiéndola del tipo borracho, con cada paso se tambaleaba.
-Señor me parece que será mejor que se largue de aquí, ni se le ocurra acercarse un paso mas a mi amada Juliette. No quiero mancharme las manos con su podrida sangre.- Le digo al borracho, con furia intensa en mi mirada, y le muestro mis colmillos. El borracho solo ver esto, da un paso hacia atrás, y se cae de culo al suelo, pálido como la brillante luz de las estrellas, y con autentico rostro de terror.
-AAAAAhhhh Aaaaaahhhh aaaaaa!!!- Grita el borracho mientras se levanta y sale huyendo en sprint. Respiro hondo y cambio mi cara. Me giro y miro preocupado a Juliette. -Mi niña, que haces aquí Por que has venido?- Le digo mientras la abrazo. -Y si yo no hubiese estado, que te habría hecho ese borracho?- Le beso la frente. -Pero me alegra que estés aquí, te echaba de menos, entremos hace frió.- Le digo mientras empiezo a entrar.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/02/2013
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Palabras tan bruscas y fuera de lugar fueron recibidas por mi con aturdimiento. Pues mi cuerpo tan solo respondía para dar pasos hacia atrás, uno y otro paso mas… intentando evitar que ese hombre me pusiera sus grandes manos encima y me llevara quien sabe donde.
Y odiaba sentirme tan pequeña… ante los hombres, ante otras razas.
Siempre me sentía pequeña, con la sensación de que cualquiera podría hacerme el daño que quisiera, sintiéndome débil debía luchar contra mis miedos y ser valiente para confiar.
Aunque era bien cierto que esto último no me era difícil… pues una sola sonrisa, una mirada cargada de entendimiento y amabilidad me bastaban para sentirme en buenas manos.
Y ahí estaba el…
Tan rápido y peligroso pero al mismo tiempo… tan humano.
Eso me encantaba de el. Eso lo hacía único ante mis ojos. Diferente.
Su naturaleza era tan hermosa como peligrosa, pero su forma de ser pretendía arrancarme miles de sonrisas. De ilusiones.
Zirano… el ser que siempre tenía buenas palabras reservadas para mi, aquel hombre que siempre estaba dispuesto a estrecharme entre sus brazos con cariño, escucharme por horas, aguantar mi irritante presencia y además, agradarle todo eso. ¿Qué mas podía pedir?
El era mi ángel, no solo por la protección que su naturaleza vamprírica podría darme, si no por la protección y seguridad de saber a ciencia cierta, que su cariño hacia mi era sincero.
Si… ahí estaba el. No me dejaba ver su rostro, posiblemente cambiado por su oscura naturaleza. Pero igualmente bello, de eso no tenía ninguna duda.
Su presencia y preocupación hacía mi restaron mi miedo hasta tal punto de mirarlo con una pequeña sonrisa en mi rostro. Incluso en situaciones como estas lograba mantener la calma.
Lo miré sintiendo una gran admiración hacia el, todo en el parecía en perfecta armonía. Como si de alguna forma su destino siempre hubiera sido acabar siendo convertido. Y yo agradecía ese hecho, pues de esa forma el se encontraba ahora en mi vida.
Pero las palabras de Zirano me sobresaltaron… ¿amada?
Inmediatamente después descarté la idea, estando completamente segura de que ese “amor” era su cariño hacia mi. Su lealtad…
Y, de repente, los gritos del hombre me obligaron a apartar la mirada de Zirano. Resultaba sorprendente lo que el había conseguido con su mera presencia. Hacerme olvidar una situación tan peligrosa para pensar únicamente en el.
Echando un último vistazo al hombre que ahora huía, me percaté de que al lado de mi fiel amigo, se veía patético.
¿Me vería yo así ante el?
Recibí con una sonrisa sus mimos, sus palabras cargadas de preocupación. Lo acogí entre mis brazos para concederle la tranquilidad que yo ahora mismo sentía con su presencia. La tranquilidad anhelada que me había hecho caminar hasta allí. Pero cuando me dio el beso en la frente, reí sintiéndome llena de felicidad.
- Supongo que me hubiera puesto a lavar su ropa… -bromeé al tiempo que asentía con gracia para evitar que se tomara muy en serio la situación- y no te preocupes, Zirano. Tu siempre estas cuando te necesito.
Lo miré con dulzura, expresándole así cuanto lo había necesitado mientras entraba en la mansión y me detenía a su lado.
Miré con absoluta atención la decoración, la cual me era agradable, haciéndome sentir aun mas cómoda. Volviendo a posar la mirada sobre el le respondí con sinceridad.
- Simplemente te necesitaba… era un impulso demasiado extraño, fuerte… Como si por alguna razón necesitara de ti para finalizar el día bien.
Y bajé mi mirada para mas tarde volver a mirar el decorado, el cual decía mucho del dueño.
Mis ojos se detuvieron en un piano y sonreí como una niña, tal vez… algún día, podría regalarle alguna composición o simplemente tocar a su lado.
Y odiaba sentirme tan pequeña… ante los hombres, ante otras razas.
Siempre me sentía pequeña, con la sensación de que cualquiera podría hacerme el daño que quisiera, sintiéndome débil debía luchar contra mis miedos y ser valiente para confiar.
Aunque era bien cierto que esto último no me era difícil… pues una sola sonrisa, una mirada cargada de entendimiento y amabilidad me bastaban para sentirme en buenas manos.
Y ahí estaba el…
Tan rápido y peligroso pero al mismo tiempo… tan humano.
Eso me encantaba de el. Eso lo hacía único ante mis ojos. Diferente.
Su naturaleza era tan hermosa como peligrosa, pero su forma de ser pretendía arrancarme miles de sonrisas. De ilusiones.
Zirano… el ser que siempre tenía buenas palabras reservadas para mi, aquel hombre que siempre estaba dispuesto a estrecharme entre sus brazos con cariño, escucharme por horas, aguantar mi irritante presencia y además, agradarle todo eso. ¿Qué mas podía pedir?
El era mi ángel, no solo por la protección que su naturaleza vamprírica podría darme, si no por la protección y seguridad de saber a ciencia cierta, que su cariño hacia mi era sincero.
Si… ahí estaba el. No me dejaba ver su rostro, posiblemente cambiado por su oscura naturaleza. Pero igualmente bello, de eso no tenía ninguna duda.
Su presencia y preocupación hacía mi restaron mi miedo hasta tal punto de mirarlo con una pequeña sonrisa en mi rostro. Incluso en situaciones como estas lograba mantener la calma.
Lo miré sintiendo una gran admiración hacia el, todo en el parecía en perfecta armonía. Como si de alguna forma su destino siempre hubiera sido acabar siendo convertido. Y yo agradecía ese hecho, pues de esa forma el se encontraba ahora en mi vida.
Pero las palabras de Zirano me sobresaltaron… ¿amada?
Inmediatamente después descarté la idea, estando completamente segura de que ese “amor” era su cariño hacia mi. Su lealtad…
Y, de repente, los gritos del hombre me obligaron a apartar la mirada de Zirano. Resultaba sorprendente lo que el había conseguido con su mera presencia. Hacerme olvidar una situación tan peligrosa para pensar únicamente en el.
Echando un último vistazo al hombre que ahora huía, me percaté de que al lado de mi fiel amigo, se veía patético.
¿Me vería yo así ante el?
Recibí con una sonrisa sus mimos, sus palabras cargadas de preocupación. Lo acogí entre mis brazos para concederle la tranquilidad que yo ahora mismo sentía con su presencia. La tranquilidad anhelada que me había hecho caminar hasta allí. Pero cuando me dio el beso en la frente, reí sintiéndome llena de felicidad.
- Supongo que me hubiera puesto a lavar su ropa… -bromeé al tiempo que asentía con gracia para evitar que se tomara muy en serio la situación- y no te preocupes, Zirano. Tu siempre estas cuando te necesito.
Lo miré con dulzura, expresándole así cuanto lo había necesitado mientras entraba en la mansión y me detenía a su lado.
Miré con absoluta atención la decoración, la cual me era agradable, haciéndome sentir aun mas cómoda. Volviendo a posar la mirada sobre el le respondí con sinceridad.
- Simplemente te necesitaba… era un impulso demasiado extraño, fuerte… Como si por alguna razón necesitara de ti para finalizar el día bien.
Y bajé mi mirada para mas tarde volver a mirar el decorado, el cual decía mucho del dueño.
Mis ojos se detuvieron en un piano y sonreí como una niña, tal vez… algún día, podría regalarle alguna composición o simplemente tocar a su lado.
Juliette Dharwark- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/03/2013
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Comienzo a entrar a mi Mansión, la puerta esta situada en el centro de la fachada delantera, donde un semicírculo sobresale de la fachada, formado por columnas cubiertas de hiedra. Y la puerta esta situada en una especie de torre incrustada en la fachada.
Me giro mirando a Juliette, mi mirada es cálida y bondadosa, no puedo hacer daño a esta chica, desde que la conocí que la amo, es tan bella, tan sincera y buena conmigo. Decidí cuidar de ella, y lo haré por siempre, y mas ahora que esta en estado. Comienzo a quitarle la chaqueta. -Mi dama, me permites tu abrigo?- Y lo cuelgo en el armario. Lo cierro y comienzo a ir hacia la puerta tomando a Juliette de la mano. Abro las puertas, bajando la maneta, y empujando a ambas. El salón se extiende ante nosotros, luminoso y amplio. Solo abrir la puerta, llama la atención el ventanal que hay al otro extremo del gran salón. Es un ventanal muy grande, con una puerta de cristal también, que muestra el patio trasero, iluminado por unas antorchas.
Entramos en el salón, me paro un segundo al lado de la chica, y le doy un beso en la mejilla. El salón se extiende varios metros a derecha e izquierda. El suelo esta todo cubierto por una moqueta de terciopelo color carmín, con dibujos dorados por todos los laterales. A la derecha hay dos sofás de color granate oscuro. Están puestos en forma de “L” con una mesita de comedor hecha con un tronco milenario. Hay una docena de rosas de varios colores. Y en la pared una gran chimenea encendida. En la pared de la derecha hay una puerta , esta cerrada y conduce a el ala de la biblioteca. Un poco mas adelante de la puerta hay un piano de cola. La tapa esta abierta y tiene una partitura colocada. A continuación esta la cristalera, en la parte de la derecha, hay una barra individual, con dos taburetes, y tras la barra multitud de distintas bebidas.
En la pared de la izquierda, hay dos puertas, y unas escaleras que suben, que dan a la segunda planta, que recorre los bordes del gran salón, En el techo una gran lampara de araña ilumina toda la estancia. Realmente me siento orgulloso de mi hogar, miro a Juliette, tan dulce, tan vulnerable. Me gusta su compañía, desde que la conozco que siempre la eh querido a mi lado, pero vive lejos, pero de una forma o otra siempre nos vemos. Y sin saber por que, se cuando ella esta en peligro.
-Juliette, deseas tomar algo?- Le pregunto dirigiéndome al minibar. Me pongo detrás de la barra, busco un buen vino y dos copas, busco el descorchador. -Y dime mi dama, como va tu embarazo?- Le pregunto curioso y preocupado. Abro la botella, y vierto el contenido en ambas copas. Le ofrezco una copa a Juliette y la mía le elevo un poco, acercándosela a ella, para que brindemos. -Por nuestra amistad, que dure para siempre.- Sonrió feliz, y choco mi copa con la suya.
Doy un trago, y cojo a la chica de su mano, y la llevo junto al piano. Cuando entremos al salón observe que ella lo miraba ilusionada, y me ha dado una idea para sorprenderla. Pongo la copa sobre el piano. Cojo las partituras y empiezo a buscar. Decido cual tocar, coloco la partitura en su lugar, me siento, toco la escala musical al completo, para quedarme bien con la posición de las teclas y empiezo a tocar.
- Spoiler:
Me giro mirando a Juliette, mi mirada es cálida y bondadosa, no puedo hacer daño a esta chica, desde que la conocí que la amo, es tan bella, tan sincera y buena conmigo. Decidí cuidar de ella, y lo haré por siempre, y mas ahora que esta en estado. Comienzo a quitarle la chaqueta. -Mi dama, me permites tu abrigo?- Y lo cuelgo en el armario. Lo cierro y comienzo a ir hacia la puerta tomando a Juliette de la mano. Abro las puertas, bajando la maneta, y empujando a ambas. El salón se extiende ante nosotros, luminoso y amplio. Solo abrir la puerta, llama la atención el ventanal que hay al otro extremo del gran salón. Es un ventanal muy grande, con una puerta de cristal también, que muestra el patio trasero, iluminado por unas antorchas.
Entramos en el salón, me paro un segundo al lado de la chica, y le doy un beso en la mejilla. El salón se extiende varios metros a derecha e izquierda. El suelo esta todo cubierto por una moqueta de terciopelo color carmín, con dibujos dorados por todos los laterales. A la derecha hay dos sofás de color granate oscuro. Están puestos en forma de “L” con una mesita de comedor hecha con un tronco milenario. Hay una docena de rosas de varios colores. Y en la pared una gran chimenea encendida. En la pared de la derecha hay una puerta , esta cerrada y conduce a el ala de la biblioteca. Un poco mas adelante de la puerta hay un piano de cola. La tapa esta abierta y tiene una partitura colocada. A continuación esta la cristalera, en la parte de la derecha, hay una barra individual, con dos taburetes, y tras la barra multitud de distintas bebidas.
En la pared de la izquierda, hay dos puertas, y unas escaleras que suben, que dan a la segunda planta, que recorre los bordes del gran salón, En el techo una gran lampara de araña ilumina toda la estancia. Realmente me siento orgulloso de mi hogar, miro a Juliette, tan dulce, tan vulnerable. Me gusta su compañía, desde que la conozco que siempre la eh querido a mi lado, pero vive lejos, pero de una forma o otra siempre nos vemos. Y sin saber por que, se cuando ella esta en peligro.
-Juliette, deseas tomar algo?- Le pregunto dirigiéndome al minibar. Me pongo detrás de la barra, busco un buen vino y dos copas, busco el descorchador. -Y dime mi dama, como va tu embarazo?- Le pregunto curioso y preocupado. Abro la botella, y vierto el contenido en ambas copas. Le ofrezco una copa a Juliette y la mía le elevo un poco, acercándosela a ella, para que brindemos. -Por nuestra amistad, que dure para siempre.- Sonrió feliz, y choco mi copa con la suya.
Doy un trago, y cojo a la chica de su mano, y la llevo junto al piano. Cuando entremos al salón observe que ella lo miraba ilusionada, y me ha dado una idea para sorprenderla. Pongo la copa sobre el piano. Cojo las partituras y empiezo a buscar. Decido cual tocar, coloco la partitura en su lugar, me siento, toco la escala musical al completo, para quedarme bien con la posición de las teclas y empiezo a tocar.
* Musica piano para Juliette *
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/02/2013
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Mágico y acogedor, alegre y familiar…
Todos aquellos ratos que pasaba junto a el se veían acompañados de miles de sensaciones, sentimientos que me hacían sentir en familia.
Y en momentos oportunos, su elegancia, tan grata y única como siempre se veía confundida ante mi como un posible juego al que seguir con una permanente sonrisa en mi rostro.
Y me preguntaba demasiadas veces porque el debía ser tan diferente al resto.
Su corazón ante mis ojos, puro… como algo bonito y lleno de luz.
Aspiraba a ver en su mirada la ilusión que de los míos se lograba divisar ante sus actos.
Y lo sorprendente es que siempre la hallaba… caprichoso el destino. Jugaba conmigo a su antojo y al tiempo me procuraba personas magníficas, seres que con toda mi alma deseaba mantener siempre a mi lado.
Quizá podría verme inversa en un sueño imposible… quizá, no debería ser tan soñadora, tan confiada. Quizá era yo la que veía al mundo mas hermoso de lo que realmente es.
¿Pero qué importaba?
Lo contemplaba y en Zirano lograba ver todo cuanto me inspiraba confianza, todo por lo que lucharía con una sonrisa.
Cogería su mano sin dudarlo, me iría allá donde el me dijese confiando ciegamente en el.
¿Por qué?
Mi rostro cambio a una expresión mucho mas dulce, una expresión que junto a el no podía evitar. Era demasiado hermoso conmigo, demasiado comprensivo. Un amigo… un amigo como nunca antes había tenido. Pues sentía que con tan solo una de sus miradas el mundo se lo pensaría dos veces antes de desafiar a la felicidad que el me proporcionaba.
Después de que me quitara el abrigo su helada mano se agarró a la mía con suavidad, con delicadeza. Su trato conmigo siempre era así… delicado. Dejándome arrastrar por el me quedé con todo detalle de su hogar, la decoración resultaba de lo mas curiosa y bonita.
Deteniéndose en el minibar realizó una pregunta que por él mismo se vio respondida. Pues sin esperar a mis palabras alcanzó una botella de vino, sirviéndola en dos copas. Mi mirada se llenó de sorpresa al tiempo que mi sonrisa se vio sustituida por una que reflejaba la gracia que me provocaba la situación.
Tomé la copa mientras que el sonido del brindis llegó hasta mis oídos y, ahogando la risa que amenazaba por delatarme, mordí mi labio inferior sin que me viera mientras me dejaba arrastrar por el hacia el piano, abandonando mi copa en el mismo sitio donde fue servida, le respondí:
- Mi embarazo va perfectamente, gracias por preocuparte Zirano.-le sonreí con cariño mientras buscaba una partitura en especial- y en momentos como este, va mejor que nunca.
Con esa pequeña observación vi como sus ágiles manos se posaron en las teclas del piano. Gráciles, hermosas… dieron vida a una melodía tan bella que no pude hacer mas que inclinarme sobre el piano, apoyando mi cuerpo en el mientras que mi mirada observaba los movimientos de sus manos.
Unas manos que en estos momentos obraban uno de los mayores milagros de la naturaleza. La música.
Sintiéndome inquieta miré su rostro, concentrado en estos instantes.
Zirano me estaba regalando un momento único, mas allá de la compañía, mucho mas importante que la unión que entre nosotros existía. Y entonces la hallé, hallé su absoluta perfección. Sus increíbles características y su verdadero interior.
Pues en el fondo, escondida detrás de su naturaleza salvaje, encontré una chispa de vida que para siempre… tomaría como punto inicial.
Pues el principio estaba ahí, de una amistad tan sincera como imposible, de un vínculo inquebrantable.
De una sensación que solo podía tener un nombre… unión.
Si… así era, siempre estaríamos unidos.
Incorporándome di unos pasos para situarme tras el, y lo abracé con cariño.
Mi querido amigo… jamás sabría cuanto espacio ocupaba en mi pequeño corazón.
Todos aquellos ratos que pasaba junto a el se veían acompañados de miles de sensaciones, sentimientos que me hacían sentir en familia.
Y en momentos oportunos, su elegancia, tan grata y única como siempre se veía confundida ante mi como un posible juego al que seguir con una permanente sonrisa en mi rostro.
Y me preguntaba demasiadas veces porque el debía ser tan diferente al resto.
Su corazón ante mis ojos, puro… como algo bonito y lleno de luz.
Aspiraba a ver en su mirada la ilusión que de los míos se lograba divisar ante sus actos.
Y lo sorprendente es que siempre la hallaba… caprichoso el destino. Jugaba conmigo a su antojo y al tiempo me procuraba personas magníficas, seres que con toda mi alma deseaba mantener siempre a mi lado.
Quizá podría verme inversa en un sueño imposible… quizá, no debería ser tan soñadora, tan confiada. Quizá era yo la que veía al mundo mas hermoso de lo que realmente es.
¿Pero qué importaba?
Lo contemplaba y en Zirano lograba ver todo cuanto me inspiraba confianza, todo por lo que lucharía con una sonrisa.
Cogería su mano sin dudarlo, me iría allá donde el me dijese confiando ciegamente en el.
¿Por qué?
Mi rostro cambio a una expresión mucho mas dulce, una expresión que junto a el no podía evitar. Era demasiado hermoso conmigo, demasiado comprensivo. Un amigo… un amigo como nunca antes había tenido. Pues sentía que con tan solo una de sus miradas el mundo se lo pensaría dos veces antes de desafiar a la felicidad que el me proporcionaba.
Después de que me quitara el abrigo su helada mano se agarró a la mía con suavidad, con delicadeza. Su trato conmigo siempre era así… delicado. Dejándome arrastrar por el me quedé con todo detalle de su hogar, la decoración resultaba de lo mas curiosa y bonita.
Deteniéndose en el minibar realizó una pregunta que por él mismo se vio respondida. Pues sin esperar a mis palabras alcanzó una botella de vino, sirviéndola en dos copas. Mi mirada se llenó de sorpresa al tiempo que mi sonrisa se vio sustituida por una que reflejaba la gracia que me provocaba la situación.
Tomé la copa mientras que el sonido del brindis llegó hasta mis oídos y, ahogando la risa que amenazaba por delatarme, mordí mi labio inferior sin que me viera mientras me dejaba arrastrar por el hacia el piano, abandonando mi copa en el mismo sitio donde fue servida, le respondí:
- Mi embarazo va perfectamente, gracias por preocuparte Zirano.-le sonreí con cariño mientras buscaba una partitura en especial- y en momentos como este, va mejor que nunca.
Con esa pequeña observación vi como sus ágiles manos se posaron en las teclas del piano. Gráciles, hermosas… dieron vida a una melodía tan bella que no pude hacer mas que inclinarme sobre el piano, apoyando mi cuerpo en el mientras que mi mirada observaba los movimientos de sus manos.
Unas manos que en estos momentos obraban uno de los mayores milagros de la naturaleza. La música.
Sintiéndome inquieta miré su rostro, concentrado en estos instantes.
Zirano me estaba regalando un momento único, mas allá de la compañía, mucho mas importante que la unión que entre nosotros existía. Y entonces la hallé, hallé su absoluta perfección. Sus increíbles características y su verdadero interior.
Pues en el fondo, escondida detrás de su naturaleza salvaje, encontré una chispa de vida que para siempre… tomaría como punto inicial.
Pues el principio estaba ahí, de una amistad tan sincera como imposible, de un vínculo inquebrantable.
De una sensación que solo podía tener un nombre… unión.
Si… así era, siempre estaríamos unidos.
Incorporándome di unos pasos para situarme tras el, y lo abracé con cariño.
Mi querido amigo… jamás sabría cuanto espacio ocupaba en mi pequeño corazón.
Juliette Dharwark- Hechicero Clase Alta
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Sigo tocando el piano, concentrando toda mi atención a la canción, agudizando mi oído al máximo, para escuchar hasta la vibración mas débil. Haciendo que la música fluya dulce y bonita. Miro la partitura leyendo las notas que cobran vida con mis dedos. Desde mi renacimiento como inmortal, la música ha sido una de mis pasiones, y me ha gustado aprender distintos artes, y el primero que aprendí fue a tocar el piano. Y con esta canción lo mostraba. En mi mente el rostro de juliette me inspiraba, su simple cercanía me hacia sentir una extraña paz interior, una extraña sensación de que mi interior una luz comenzaba a emanar. Amo a esta mujer, y es un sentimiento puro, realmente me siento extraño, pero sabia que solo podía ser mi amiga. Y me jure a mi mismo, que la amaría y protegería, como su guardián y protector.
Ella me abrazo por detrás, rodeando con sus brazos mi cuellos, dejándolos ambos, con las muñecas cruzadas, colgando en mis pectorales. Resulta tan cálido y agradable, el solo roce de su piel con la mía, hace que un escalofrió recorra mi espalda, me gusta esta sensación, un abrazo sincero, quiero tenerla siempre a mi lado. Sin dejar de tocar, giro mi cara, para besar su mejilla. Mis dedos seguían tocando al mismo ritmo. Cuando me acerque para besarle su perfume me hizo sonreír. -Juliette, eres mi inspiración.- Le digo, mientras giro la hoja de la partitura. Miro las teclas, coloco los dedos y comienzo a tocar, diciendo a Juliette. -Mi dama, espero que esta canción le agrade la compuse especialmente para ti.- Y la música empieza a Fluir.
Comienzo a tocar y cierro los ojos, sonriente. Quiero demostrarle todos mis sentimientos con esta canción, que sepa que la quiero, que es mi mejor amiga, mi cómplice y confidente. Una chica que completa mi existencia. La música envuelve el ambiente. Abro los ojos tras acabar la canción, y apartando lentamente las manos del teclado, tomo las manos de la chica. Llevándomelas a la boca, para besarselas.
-Que te pareció, lo se no soy muy buen compositor.- Digo algo sonrojado. Y la miro a los ojos. Sonrió mientras me habla, mordiéndome un labio. -Por que eres tan buena conmigo mi Juliette? Soy un vampiro, la gente habla mal de nosotros, somos asesinos sanguinarios.- Digo bajando la mirada algo entristecido. Puesto normalmente las chicas me querían solo o por el sexo, o por que yo las atraía como simple alimento. Pero Juliette no la veía de ninguna de esas dos formas. No sabría describirlo con palabras. Es un amor puro. Vuelvo a mirarle a los ojos y permanezco así durante un rato.
Ella me abrazo por detrás, rodeando con sus brazos mi cuellos, dejándolos ambos, con las muñecas cruzadas, colgando en mis pectorales. Resulta tan cálido y agradable, el solo roce de su piel con la mía, hace que un escalofrió recorra mi espalda, me gusta esta sensación, un abrazo sincero, quiero tenerla siempre a mi lado. Sin dejar de tocar, giro mi cara, para besar su mejilla. Mis dedos seguían tocando al mismo ritmo. Cuando me acerque para besarle su perfume me hizo sonreír. -Juliette, eres mi inspiración.- Le digo, mientras giro la hoja de la partitura. Miro las teclas, coloco los dedos y comienzo a tocar, diciendo a Juliette. -Mi dama, espero que esta canción le agrade la compuse especialmente para ti.- Y la música empieza a Fluir.
- Spoiler:
Comienzo a tocar y cierro los ojos, sonriente. Quiero demostrarle todos mis sentimientos con esta canción, que sepa que la quiero, que es mi mejor amiga, mi cómplice y confidente. Una chica que completa mi existencia. La música envuelve el ambiente. Abro los ojos tras acabar la canción, y apartando lentamente las manos del teclado, tomo las manos de la chica. Llevándomelas a la boca, para besarselas.
-Que te pareció, lo se no soy muy buen compositor.- Digo algo sonrojado. Y la miro a los ojos. Sonrió mientras me habla, mordiéndome un labio. -Por que eres tan buena conmigo mi Juliette? Soy un vampiro, la gente habla mal de nosotros, somos asesinos sanguinarios.- Digo bajando la mirada algo entristecido. Puesto normalmente las chicas me querían solo o por el sexo, o por que yo las atraía como simple alimento. Pero Juliette no la veía de ninguna de esas dos formas. No sabría describirlo con palabras. Es un amor puro. Vuelvo a mirarle a los ojos y permanezco así durante un rato.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Su maestría para con la música superaba todas mis expectativas, no solo era capaz de hacerme sentir mas cómoda… mas a salvo a su lado, si no que también mi persona ocupaba tanto sus pensamientos como para componerme una canción.
Escuché la canción totalmente concentrada en cada nota, sintiendo la perfección de la melodía. Viendo como sus manos daban vida a una canción que iba especial y únicamente dirigida a mi.
Sentí como las lágrimas se acumulaban en mis ojos… mi emoción estaba siendo demasiado contenida. Pues este momento tan mágico me arrastró a pensamientos tan profundos, tan hermosos… que mi corazón tan solo parecía tener vida para aquella compañía tan especial.
Ahora al fin comprendía lo que era la amistad. Y sin duda, se trataba del sentimiento mas bonito que hasta ahora había llegado a mi vida.
Con Zirano nada debía temer, ni el rechazo de un abrazo, ni unas palabras de consuelo. Ni su compañía.
Pues aunque el silencio se extendiera entre nosotros siempre quedaba “algo”.
Algo que nos mantenía unidos y que nos permitía comunicarnos sin palabras.
La música se hizo conmigo, llevándome a su terreno, haciéndome sentir querida por mi gran amigo Zirano.
Y aun cuando la música cesó mi ensimismamiento continúo siendo el mismo. No quise soltarlo, no quise separarme de aquella maravillosa criatura. Solo sus labios sobre mis manos lograron hacerme despejar.
Negué levemente para demostrar que no estaba de acuerdo con sus palabras.
- Nunca se debe menospreciar al arte, y menos aun cuando acaba de tomar vida.-besé su mejilla antes de incorporarme para reunirme junto a el y con total confianza, sentarme en sus piernas-.
- ¿Sabes porqué lo soy? -le sonrío- las cosas nunca son lo que parecen… y la vida se ha encargado de enseñármelo. Pueden existir vampiros con un alma mucho mas limpia que la de un mortal… como lo es para mi la tuya. ¿Pues sabes? Contigo se que nunca tendré miedo, que nunca me fallarás.
Sonrío apartando mi mirada de la suya para posarla sobre el piano.
Creo que llegó mi turno…
Situando mis manos sobre el piano acaricie con suma delicadeza las teclas. Tan suaves y frías… me recordaban a el. Y en mi mente, visualicé todos mis sentimientos. Sin dejar un solo rincón sin explorar, sin crearle barreras a mi corazón… acumulé tanto sentimiento como me fuera posible.
Pues yo no contaba con partituras, no contaba con una composición.
Pero si contaba con lo que el me hacía sentir. Una amistad que por siempre duraría. Inseparables…
Mis manos se deslizaron con desenvoltura, con gracia incluso. Atreviéndose ellas a desafiar al mas puro instinto de conservación de mi alma. Pero no… ellas, con cada nota dejaban ver a Zirano todo mi ser. Sin ocultarle nada.
La melodía ascendió, envolviéndonos en su dulce canto y fue entonces cuando sentí por completo su cercanía. Una cercanía semejante a la que poseía con mi hermano…
Estremecedoras notas que hacían vibrar mis emociones, al compás de la melodía. Mis latidos… confundidos ante la belleza del momento proporcionaban a aquel instante un eco mas…
El eco de una vida que dependía de su mejor amistad.
Escuché la canción totalmente concentrada en cada nota, sintiendo la perfección de la melodía. Viendo como sus manos daban vida a una canción que iba especial y únicamente dirigida a mi.
Sentí como las lágrimas se acumulaban en mis ojos… mi emoción estaba siendo demasiado contenida. Pues este momento tan mágico me arrastró a pensamientos tan profundos, tan hermosos… que mi corazón tan solo parecía tener vida para aquella compañía tan especial.
Ahora al fin comprendía lo que era la amistad. Y sin duda, se trataba del sentimiento mas bonito que hasta ahora había llegado a mi vida.
Con Zirano nada debía temer, ni el rechazo de un abrazo, ni unas palabras de consuelo. Ni su compañía.
Pues aunque el silencio se extendiera entre nosotros siempre quedaba “algo”.
Algo que nos mantenía unidos y que nos permitía comunicarnos sin palabras.
La música se hizo conmigo, llevándome a su terreno, haciéndome sentir querida por mi gran amigo Zirano.
Y aun cuando la música cesó mi ensimismamiento continúo siendo el mismo. No quise soltarlo, no quise separarme de aquella maravillosa criatura. Solo sus labios sobre mis manos lograron hacerme despejar.
Negué levemente para demostrar que no estaba de acuerdo con sus palabras.
- Nunca se debe menospreciar al arte, y menos aun cuando acaba de tomar vida.-besé su mejilla antes de incorporarme para reunirme junto a el y con total confianza, sentarme en sus piernas-.
- ¿Sabes porqué lo soy? -le sonrío- las cosas nunca son lo que parecen… y la vida se ha encargado de enseñármelo. Pueden existir vampiros con un alma mucho mas limpia que la de un mortal… como lo es para mi la tuya. ¿Pues sabes? Contigo se que nunca tendré miedo, que nunca me fallarás.
Sonrío apartando mi mirada de la suya para posarla sobre el piano.
Creo que llegó mi turno…
Situando mis manos sobre el piano acaricie con suma delicadeza las teclas. Tan suaves y frías… me recordaban a el. Y en mi mente, visualicé todos mis sentimientos. Sin dejar un solo rincón sin explorar, sin crearle barreras a mi corazón… acumulé tanto sentimiento como me fuera posible.
Pues yo no contaba con partituras, no contaba con una composición.
Pero si contaba con lo que el me hacía sentir. Una amistad que por siempre duraría. Inseparables…
Mis manos se deslizaron con desenvoltura, con gracia incluso. Atreviéndose ellas a desafiar al mas puro instinto de conservación de mi alma. Pero no… ellas, con cada nota dejaban ver a Zirano todo mi ser. Sin ocultarle nada.
La melodía ascendió, envolviéndonos en su dulce canto y fue entonces cuando sentí por completo su cercanía. Una cercanía semejante a la que poseía con mi hermano…
Estremecedoras notas que hacían vibrar mis emociones, al compás de la melodía. Mis latidos… confundidos ante la belleza del momento proporcionaban a aquel instante un eco mas…
El eco de una vida que dependía de su mejor amistad.
Juliette Dharwark- Hechicero Clase Alta
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Ella me dice unas palabras muy hermosas, besando mi mejilla y sentándose en mi regazo y mirándome a los ojos sonriente, con un brillo intenso de emoción contenida en su mirada, y entonces gira su mirada hacia el teclado, y comienza a tocar, sus manos bonitas y elegantes, comenzaron a pulsar las teclas, empezando a fluir la melodía, con tanta soltura y facilidad, que me resulta algo muy hermoso, la música empezaba a fluir envolviéndonos a ambos, haciendo que sienta mucho amor hacia Juliette, la música me mostraba un cariño y devoción hacia mi, me gusta mucho esa sensación, y no se como soy capaz de poder estar con una humana, sin tentación alguna de dañarla.
Paso mis brazos por su cintura, entrecruzando los dedos de mis manos, y dejandolas reposar en su regazo, Una sonrisa se dibuja en mi rostro, la cercanía con ella, su olor, su manera de tocar todo hacia que me sintiera completamente unido a ella, de una forma pura y sincera, afecto cariño y lealtad.
La amo con pasión, me encantaría besarle, pero el simple hecho de con ello perderle, me hacia echarme atrás. Y tan solo volvía a centrarme en la música. Y “Bum bum, Bum bum” el latido del corazón de Juliette se acelero levemente, notando como ella acercaba mas su cuerpo al mio, yo solo permanecía inmobil, escuchando la preciosa canción que estaba interpretando. Me transportaba a una pradera, donde ella y yo permaneciamos tumbados en la hierba, ella sobre mi, mirandonos complices. Alzo mis manos y pongo la partitura del final.
-Juliette intentemos algo, tu toca la linea 2 y yo tocare la 1.- Cojo un metrónomo que hay guardad en la caja del piano, lo coloco al lado de la partitura, graduando el metrónomo a nivel 3, Tic , tac, tic tac, tic, tac. Y empiezo a tocar.
Una vez acabamos la canción, beso su cara. -Mi dama, es una verdadera maestra al piano. Cada día me sorprende mas, realmente es un autentico placer disfrutar de su compañía, no merezco su bondad!- Mi rostro refleja un poco de tristeza, pero cambio rápido a serenidad, tomándola en brazos, y la llevo hacia los sofás, la dejo en uno de ellos, cerca de la chimenea, para que ella pudiera notar la calidez, y yo voy a donde dejemos las bebidas, para traerlas.
Llego al minibar, cojo ambas copas, y la botella, y vuelvo a la mesa, dejando en la mesita hecha de un tronco milenario, y me enclino hacia Juliette, acercando mi cara a la suya, haciéndola retroceder, me inclino mas sobre ella, mirándole a los ojos, notando su respiración, y miro hacia el lateral del sillón y en una pequeña mesita de cristal hay un florero con rosas azules turquesa, cojo una y vuelvo a sentarme bien, y le entrego la rosa. -Una flor para la mas bella de las flores.-
Paso mis brazos por su cintura, entrecruzando los dedos de mis manos, y dejandolas reposar en su regazo, Una sonrisa se dibuja en mi rostro, la cercanía con ella, su olor, su manera de tocar todo hacia que me sintiera completamente unido a ella, de una forma pura y sincera, afecto cariño y lealtad.
La amo con pasión, me encantaría besarle, pero el simple hecho de con ello perderle, me hacia echarme atrás. Y tan solo volvía a centrarme en la música. Y “Bum bum, Bum bum” el latido del corazón de Juliette se acelero levemente, notando como ella acercaba mas su cuerpo al mio, yo solo permanecía inmobil, escuchando la preciosa canción que estaba interpretando. Me transportaba a una pradera, donde ella y yo permaneciamos tumbados en la hierba, ella sobre mi, mirandonos complices. Alzo mis manos y pongo la partitura del final.
-Juliette intentemos algo, tu toca la linea 2 y yo tocare la 1.- Cojo un metrónomo que hay guardad en la caja del piano, lo coloco al lado de la partitura, graduando el metrónomo a nivel 3, Tic , tac, tic tac, tic, tac. Y empiezo a tocar.
- Piano a 4 manos:
Una vez acabamos la canción, beso su cara. -Mi dama, es una verdadera maestra al piano. Cada día me sorprende mas, realmente es un autentico placer disfrutar de su compañía, no merezco su bondad!- Mi rostro refleja un poco de tristeza, pero cambio rápido a serenidad, tomándola en brazos, y la llevo hacia los sofás, la dejo en uno de ellos, cerca de la chimenea, para que ella pudiera notar la calidez, y yo voy a donde dejemos las bebidas, para traerlas.
Llego al minibar, cojo ambas copas, y la botella, y vuelvo a la mesa, dejando en la mesita hecha de un tronco milenario, y me enclino hacia Juliette, acercando mi cara a la suya, haciéndola retroceder, me inclino mas sobre ella, mirándole a los ojos, notando su respiración, y miro hacia el lateral del sillón y en una pequeña mesita de cristal hay un florero con rosas azules turquesa, cojo una y vuelvo a sentarme bien, y le entrego la rosa. -Una flor para la mas bella de las flores.-
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Y ahí estaba… algo inalcanzable. Tal vez perdido… pero ahí estaba.
Un sentimiento tan fuerte como intruso, tan suave, delicado… pero al mismo tiempo tan peligroso y tan arriesgado.
Amistad mezclada con mi férrea voluntad, quizá es por ello que confundía mis sentimientos.
Quizá fuera ese motivo el que hacía palpitar mi corazón. Pues una amistad tan fuerte, llena de sentimientos tan puros como agradecidos fácilmente se verían confundidos.
Pero se… que sus brazos en torno a mi cuerpo son mi ancla a la vida, a la vida llena de ilusión, a una vida con el lujo mas importante de todos: a una vida llena de sueños.
Y suspiro ante tremendo error, error mío sin duda…
“No puede ser.” Ese pensamiento me llena y vacía al mismo tiempo, e incluso me controlo para no bajar la mirada hacia sus manos y a costa de esto, de uno de mis suspiros soy presa.
¿Qué pasaba?
Su cercanía me agradaba cada vez mas…
Y estúpido impulso el que me llevo hasta aquí, para encontrarlo, para mantenerlo a mi lado, estúpido e injusto impulso…
¿Qué era ese sentimiento, pues?
Si el destino fue el encargado de acercarme a el, yo misma lo había hecho en exceso al parecer.
Me pregunto como sería mi estado al comprobar que yo dejaba de ser su mejor amiga, si otra mujer entraba en su vida y me arrebataba ese puesto. Si por algún casual mis visitas se verían limitadas… si mis muestras de cariño quedaban prohibidas.
Sin mas dilación por parte de Zirano, una vez acabada mi pieza el deseó comenzar con otra.
Pero no una pieza cualquiera, si no una en la que ambos participaríamos. Observé sus perfectos movimientos, sobrecogida por la oleada de sentimientos que aquella noche habían sido predestinados para mi. Acaté su petición con una leve afirmación, pues a pesar de no haber realizado nunca tan peculiar acción deseaba su comodidad y felicidad conmigo. Arriesgándome así incluso a fallar en mi cometido estudié cuidadosamente la partitura.
Y los golpes del metrónomo se fundieron en mi mente, marcando un ritmo, marcando mis pasos e incluso la dirección de mis pensamientos.
Por ello fue que mis sentimientos se vieron volcados en aquella melodía que a la par con el, ejercíamos con nuestras emociones la fuerza suficiente para que las notas musicales hablaran por nosotros.
Y cada golpecito, cada toque de ese metrónomo me acercaba mas a el. Como si fuera el tiempo del mismo destino transcurriendo ante nosotros con una gracia tal como imponente.
Nuestras manos entrecruzándose se rozaban en ocasiones, roces leves y apenas insignificantes… ¿porqué para mi ahora significaban tanto?
La música cesó cuando nuestras manos se detuvieron sobre el piano, como esperando nuevas ordenes.
Como anhelando una nueva canción para seguir con su hermoso baile sobre tan digno instrumento.
Pero su beso sobre mi mejilla me arrancó un suspiro que demasiado tiempo había sido contenido. Y lo miré casi sintiendo ansiedad al escuchar su voz, tan hermosa como las obras que acabábamos de interpretar. Recorrí su rostro con la mirada, quedándome con todas sus facciones, con su expresión que por un instante me resultó incluso triste. Y el no merecía cargar con sentimiento tan pesado como la tristeza…
Pero aquella sombría expresión se vio barrida de su rostro y mirada cuando me tomó en brazos con tanta facilidad que me hizo sentir demasiado ligera. Acariciando con demasiado cuidado su brazo lo recorrí para dirigirlo hacia su espalda. Abrazándome así a el sin importarme el sitio a donde era dirigida.
Una vez situada en un cómodo sofá junto a una chimenea encendida que me proporcionaba calidez, sonreí al ver como se marchaba. No sabía donde ni cuanto tiempo tardaría en regresar, tan solo contemplé las llamas, que entre ellas danzaban con elegancia, produciendo junto con el tronco leves chasquidos. Y ahí seguía la madera… siendo consumida por el poderoso fuego. Y ahí me encontraba yo, en igualdad de condiciones que el tronco. Siendo consumida por el comienzo de unas emociones que por mi propio bien no debería sentir. Pero aun así… deseaba el abrazo de mi potencial peligro.
Tardó unos segundos en regresar, en sus manos se encontraban las copas y la botella de vino que situó en la bella mesa que frente a nosotros se encontraba. Pero poco me importaba el vino, nada me importaba el peligro de aquello que empezaba a sentir. Observé su rostro acercarse al mío al tiempo que mi corazón parecía querer estallar por puro nerviosismo. Por anhelo e ilusión.
Un instante fue el necesario para sellar mi mirada en sus labios y comprender que los deseaba. Pero retrocedí unos centímetros por temor. Pero el continuaba con su acercamiento, y desee estrecharlo tan fuerte entre mis brazos…
El momento se vio detenido por voluntad de el, para hacerme entrega de una curiosa y hermosa rosa.
Con una pequeña sonrisa la observé sintiendo demasiada emoción dentro de mi, y volví a posar la mirada sobre Zirano, con un brillo en mis ojos que me delataría ante el…
- Es hermosa… -murmuré- es mi color favorito… azul, en todas sus tonalidades.-Bajando la mirada hacia la rosa acaricié imperceptiblemente el tallo y negué con la cabeza al tiempo que suspiraba-. Tu mereces mucho mas de lo que yo podría darte…
Deslicé mis ojos hacia el de nuevo para después alzar mi mano y acariciar con suavidad su rostro, terminando el recorrido en su labio superior retiré la mano de su piel y la mirada de la suya. Me sentía nerviosa, demasiado sobrecogida… y las llamas volvieron a captar mi atención.
- ¿Pero sabes? -pregunté sin mirarlo- te aseguro que siempre lucharé para darte todo aquello que necesites.
Y de esta forma, le hice saber que fuera como fuese, siempre me mantendría a su lado. Velando por una sonrisa que día tras día quería sentir mía…
Un sentimiento tan fuerte como intruso, tan suave, delicado… pero al mismo tiempo tan peligroso y tan arriesgado.
Amistad mezclada con mi férrea voluntad, quizá es por ello que confundía mis sentimientos.
Quizá fuera ese motivo el que hacía palpitar mi corazón. Pues una amistad tan fuerte, llena de sentimientos tan puros como agradecidos fácilmente se verían confundidos.
Pero se… que sus brazos en torno a mi cuerpo son mi ancla a la vida, a la vida llena de ilusión, a una vida con el lujo mas importante de todos: a una vida llena de sueños.
Y suspiro ante tremendo error, error mío sin duda…
“No puede ser.” Ese pensamiento me llena y vacía al mismo tiempo, e incluso me controlo para no bajar la mirada hacia sus manos y a costa de esto, de uno de mis suspiros soy presa.
¿Qué pasaba?
Su cercanía me agradaba cada vez mas…
Y estúpido impulso el que me llevo hasta aquí, para encontrarlo, para mantenerlo a mi lado, estúpido e injusto impulso…
¿Qué era ese sentimiento, pues?
Si el destino fue el encargado de acercarme a el, yo misma lo había hecho en exceso al parecer.
Me pregunto como sería mi estado al comprobar que yo dejaba de ser su mejor amiga, si otra mujer entraba en su vida y me arrebataba ese puesto. Si por algún casual mis visitas se verían limitadas… si mis muestras de cariño quedaban prohibidas.
Sin mas dilación por parte de Zirano, una vez acabada mi pieza el deseó comenzar con otra.
Pero no una pieza cualquiera, si no una en la que ambos participaríamos. Observé sus perfectos movimientos, sobrecogida por la oleada de sentimientos que aquella noche habían sido predestinados para mi. Acaté su petición con una leve afirmación, pues a pesar de no haber realizado nunca tan peculiar acción deseaba su comodidad y felicidad conmigo. Arriesgándome así incluso a fallar en mi cometido estudié cuidadosamente la partitura.
Y los golpes del metrónomo se fundieron en mi mente, marcando un ritmo, marcando mis pasos e incluso la dirección de mis pensamientos.
Por ello fue que mis sentimientos se vieron volcados en aquella melodía que a la par con el, ejercíamos con nuestras emociones la fuerza suficiente para que las notas musicales hablaran por nosotros.
Y cada golpecito, cada toque de ese metrónomo me acercaba mas a el. Como si fuera el tiempo del mismo destino transcurriendo ante nosotros con una gracia tal como imponente.
Nuestras manos entrecruzándose se rozaban en ocasiones, roces leves y apenas insignificantes… ¿porqué para mi ahora significaban tanto?
La música cesó cuando nuestras manos se detuvieron sobre el piano, como esperando nuevas ordenes.
Como anhelando una nueva canción para seguir con su hermoso baile sobre tan digno instrumento.
Pero su beso sobre mi mejilla me arrancó un suspiro que demasiado tiempo había sido contenido. Y lo miré casi sintiendo ansiedad al escuchar su voz, tan hermosa como las obras que acabábamos de interpretar. Recorrí su rostro con la mirada, quedándome con todas sus facciones, con su expresión que por un instante me resultó incluso triste. Y el no merecía cargar con sentimiento tan pesado como la tristeza…
Pero aquella sombría expresión se vio barrida de su rostro y mirada cuando me tomó en brazos con tanta facilidad que me hizo sentir demasiado ligera. Acariciando con demasiado cuidado su brazo lo recorrí para dirigirlo hacia su espalda. Abrazándome así a el sin importarme el sitio a donde era dirigida.
Una vez situada en un cómodo sofá junto a una chimenea encendida que me proporcionaba calidez, sonreí al ver como se marchaba. No sabía donde ni cuanto tiempo tardaría en regresar, tan solo contemplé las llamas, que entre ellas danzaban con elegancia, produciendo junto con el tronco leves chasquidos. Y ahí seguía la madera… siendo consumida por el poderoso fuego. Y ahí me encontraba yo, en igualdad de condiciones que el tronco. Siendo consumida por el comienzo de unas emociones que por mi propio bien no debería sentir. Pero aun así… deseaba el abrazo de mi potencial peligro.
Tardó unos segundos en regresar, en sus manos se encontraban las copas y la botella de vino que situó en la bella mesa que frente a nosotros se encontraba. Pero poco me importaba el vino, nada me importaba el peligro de aquello que empezaba a sentir. Observé su rostro acercarse al mío al tiempo que mi corazón parecía querer estallar por puro nerviosismo. Por anhelo e ilusión.
Un instante fue el necesario para sellar mi mirada en sus labios y comprender que los deseaba. Pero retrocedí unos centímetros por temor. Pero el continuaba con su acercamiento, y desee estrecharlo tan fuerte entre mis brazos…
El momento se vio detenido por voluntad de el, para hacerme entrega de una curiosa y hermosa rosa.
Con una pequeña sonrisa la observé sintiendo demasiada emoción dentro de mi, y volví a posar la mirada sobre Zirano, con un brillo en mis ojos que me delataría ante el…
- Es hermosa… -murmuré- es mi color favorito… azul, en todas sus tonalidades.-Bajando la mirada hacia la rosa acaricié imperceptiblemente el tallo y negué con la cabeza al tiempo que suspiraba-. Tu mereces mucho mas de lo que yo podría darte…
Deslicé mis ojos hacia el de nuevo para después alzar mi mano y acariciar con suavidad su rostro, terminando el recorrido en su labio superior retiré la mano de su piel y la mirada de la suya. Me sentía nerviosa, demasiado sobrecogida… y las llamas volvieron a captar mi atención.
- ¿Pero sabes? -pregunté sin mirarlo- te aseguro que siempre lucharé para darte todo aquello que necesites.
Y de esta forma, le hice saber que fuera como fuese, siempre me mantendría a su lado. Velando por una sonrisa que día tras día quería sentir mía…
Juliette Dharwark- Hechicero Clase Alta
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Le entrego la rosa azul a Juliette, mirándole fijamente a los ojos, me dice que la rosa es hermosa, con un murmullo suave y dulce, afirmando que el color que había elegido era el correcto, realmente yo no sabia que fuera su color preferido, su mirada tiene un brillo extraño, una luz que nunca había visto en su mirada.
Desde que nos conocemos, ella siempre me veía como su hermano, al menos eso es lo que yo creo, pero su mirada tenia una intensidad diferente, una mezcla de emoción contenida y deseo? Acaso mi vista me esta jugando una mala pasada, pero no no quiero caer en la tentación, lo nuestro es muy hermoso. Entonces Juliette baja su mirada a la rosa, y niega con la cabeza emitiendo un pequeño suspiro, -Tu mereces mucho mas de lo que yo podría darte…- Me dice volviendo a mirarme a los ojos, posando su mano en mi cara, acariciándome y deslizando su pulgar por mi labio superior, recorriendo el borde del labio.
El simple roce de su mano, con mi fría piel hizo que un escalofrió recorriera mi espalda, mis ojos se clavan en su mirada, con mi amor por Juliette, ella con su gesto y el nerviosismo que demuestra, me indica que el sentimiento hacia mi es fuerte, pero, siempre ha sido cariñosa conmigo, por lo que decido seguir en silencio. Entonces aparta su mano de mi cara y su mirada se dirige a llamas, su rostro brillaba a causa de la luz que la chimenea emitía en el salón, Le hacia resaltar sus perfectas facciones, sus ojos, de un azul intenso, reflejaban las llamas, que danzaban creando bellas figuras en su mirada, su boca tenia un atisbo de sonrisa, sin mirarme, me dice. -¿Pero sabes? te aseguro que siempre lucharé para darte todo aquello que necesites.- Su voz es dulce y sincera.
Sonrió ante las palabras de Juliette, giro mis piernas y mi cuerpo, hacia ella, con mis dos manos tomo su mano derecha, alzándola y llebandomela hasta mi boca, para besarle. La miro, buscando su mirada, intentando hacer que me mire a los ojos. -Juliette, yo lo único que necesito es tenerte siempre cerca, eres la persona mas importante de mi vida, y no quiero otra cosa que cuidar de ti.- Mi mirada es segura, cálida y protectora. La amo, y deseo tenerla siempre cerca de mi.
-Ojala pudieras quedarte por siempre aquí conmigo. Esta mansión es muy grande, y me siento realmente solo cuando tu no estas.- Mis palabras siguen sin salir como quiero expresarme, doy un par de respiraciones profundas, tomando fuerzas para decirle mis sentimientos. Una gran duda surge en mi mente, y si le digo lo que siento, y ella me rechaza? No creo que fuese capaz de soportarlo. Me muerdo mi labio inferior, pensativo. La vuelvo a mirar, sonrió tímidamente. -Quiero que estés conmigo para siempre, sin ti mi vida no tiene sentido.- Mi voz es muy segura.
Acaricio su cara, sonriente, por dentro noto los nervios, como si quisieran hacer explotar mi estomago, mantengo mi mirada fija en sus ojos, mientras intento acercarme mas a ella, la tomo de la cintura, acercando nuestros rostros. La cercanía me consume, el sentimiento tan profundo que siento por ella, lucha por salir a la superficie, pero sigo manteniendo lo oculto, cobarde de mi, soy un vampiro, no debería sufrir por esta clase de cosas, pero la deseo, que viva conmigo, como mi amada esposa. Sin dejarla de abrazar, y mi mirada fija en sus ojos, viajando la mirada de vez en cuando hacia sus labios.
-Juliette, Te amo. Y quiero que seas mi mujer.- Le digo de forma lenta y con voz suave, se me puede notar la timidez en las palabras. Y beso su nariz. -Quiero estar a tu lado por siempre.- Y la abrazo , manteniendo la mirada siempre fija en sus grandes y hermosos ojos azules.
Desde que nos conocemos, ella siempre me veía como su hermano, al menos eso es lo que yo creo, pero su mirada tenia una intensidad diferente, una mezcla de emoción contenida y deseo? Acaso mi vista me esta jugando una mala pasada, pero no no quiero caer en la tentación, lo nuestro es muy hermoso. Entonces Juliette baja su mirada a la rosa, y niega con la cabeza emitiendo un pequeño suspiro, -Tu mereces mucho mas de lo que yo podría darte…- Me dice volviendo a mirarme a los ojos, posando su mano en mi cara, acariciándome y deslizando su pulgar por mi labio superior, recorriendo el borde del labio.
El simple roce de su mano, con mi fría piel hizo que un escalofrió recorriera mi espalda, mis ojos se clavan en su mirada, con mi amor por Juliette, ella con su gesto y el nerviosismo que demuestra, me indica que el sentimiento hacia mi es fuerte, pero, siempre ha sido cariñosa conmigo, por lo que decido seguir en silencio. Entonces aparta su mano de mi cara y su mirada se dirige a llamas, su rostro brillaba a causa de la luz que la chimenea emitía en el salón, Le hacia resaltar sus perfectas facciones, sus ojos, de un azul intenso, reflejaban las llamas, que danzaban creando bellas figuras en su mirada, su boca tenia un atisbo de sonrisa, sin mirarme, me dice. -¿Pero sabes? te aseguro que siempre lucharé para darte todo aquello que necesites.- Su voz es dulce y sincera.
Sonrió ante las palabras de Juliette, giro mis piernas y mi cuerpo, hacia ella, con mis dos manos tomo su mano derecha, alzándola y llebandomela hasta mi boca, para besarle. La miro, buscando su mirada, intentando hacer que me mire a los ojos. -Juliette, yo lo único que necesito es tenerte siempre cerca, eres la persona mas importante de mi vida, y no quiero otra cosa que cuidar de ti.- Mi mirada es segura, cálida y protectora. La amo, y deseo tenerla siempre cerca de mi.
-Ojala pudieras quedarte por siempre aquí conmigo. Esta mansión es muy grande, y me siento realmente solo cuando tu no estas.- Mis palabras siguen sin salir como quiero expresarme, doy un par de respiraciones profundas, tomando fuerzas para decirle mis sentimientos. Una gran duda surge en mi mente, y si le digo lo que siento, y ella me rechaza? No creo que fuese capaz de soportarlo. Me muerdo mi labio inferior, pensativo. La vuelvo a mirar, sonrió tímidamente. -Quiero que estés conmigo para siempre, sin ti mi vida no tiene sentido.- Mi voz es muy segura.
Acaricio su cara, sonriente, por dentro noto los nervios, como si quisieran hacer explotar mi estomago, mantengo mi mirada fija en sus ojos, mientras intento acercarme mas a ella, la tomo de la cintura, acercando nuestros rostros. La cercanía me consume, el sentimiento tan profundo que siento por ella, lucha por salir a la superficie, pero sigo manteniendo lo oculto, cobarde de mi, soy un vampiro, no debería sufrir por esta clase de cosas, pero la deseo, que viva conmigo, como mi amada esposa. Sin dejarla de abrazar, y mi mirada fija en sus ojos, viajando la mirada de vez en cuando hacia sus labios.
-Juliette, Te amo. Y quiero que seas mi mujer.- Le digo de forma lenta y con voz suave, se me puede notar la timidez en las palabras. Y beso su nariz. -Quiero estar a tu lado por siempre.- Y la abrazo , manteniendo la mirada siempre fija en sus grandes y hermosos ojos azules.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Sin poderlo evitar intentaba comprender la situación, pero mis esfuerzos eran en vano.
Situación demasiado difícil para mantener la mente fría, demasiado intensa…
Contemplaba el fuego con una leve sonrisa en mi rostro.
Y me pregunté cual sería el motivo que me llevó esta misma noche a sus brazos. Es posible que el destino hubiera sido el encargado de arrastrarme hasta su casa como único objetivo que unirnos definitivamente.
¿Porqué con el resultaba todo tan sencillo?
Podía recordar como tiempo atrás conocí a otro vampiro que llegó a inspirarme un fuerte sentimiento de amor por su trato para conmigo. Pero la prohibición de mi hermano ante acercarme a el nos alejó lo suficiente para comprender que el nunca me convino. Que mi corta vida como mortal poco significaría para su larga trayectoria como vampiro.
¿Sería Zirano diferente?
¿Acaso importaba esa pregunta?
Pero sabía que si… que mi alma por entera había cambiado de parecer y ya no se conformaba con su mera amistad. Deseaba conseguir mas, mucho mas de Zirano…
Esa noche había cambiado el curso de las cosas y, con una velocidad de vértigo parecía dirigirme a un sentimiento posiblemente no correspondido.
El podría tener a la mujer que desease, ser acompañado incluso por una vampira, como el… Y sin complicarse continuar con su eterna vida.
Noté como se acercó a mi cuerpo, pero no tuve valor para mirarlo hasta que no sentí como tomaba mi mano para besarla. Sus fríos labios hicieron de imán, atrayendo mis ojos hacia los suyos. Contuve la respiración por las emociones que ese hecho desencadenó dentro de mi. Y entonces comprendí la diferencia. El era diferente a toda persona cuanto había conocido.
Diferente… pues una intensa calidez ocupaba su cuerpo de vampiro. Demasiada humanidad.
Por supuesto que pude ver la diferencia… si hasta su voz cuando se dirigía a mi era suave e incluso mas hermosa que de costumbre. Si un solo murmullo por su parte era capaz de calmar mis nervios.
Si el era el hombre que con un solo beso podría hacerme sentir dichosa estaba dispuesta a luchar por el, hasta el final…
Pero sus primeras palabras atentaron contra mis ilusiones, haciéndome creer que solo deseaba velar por mi seguridad, cuidar de mi como esa amiga suya que hasta ahora había sido…
Sentí como mis ojos perdían ese brillo de ilusión, como mi corazón gritaba por ser apagado por la tristeza sentida.
Y cuando finalmente empecé a darme por vencida, su segunda frase logró confundirme en extremo. Pues ya me había hecho a la idea de su rechazo, percatándome que a su lado yo no valía nada, que cualquier hombre en su sano juicio rechazaría a una mujer embarazada de otro hombre… los motivos eran justos, razonables.
Pero sus palabras carecían de sentido. Me deseaba a su lado… ¿había dicho para siempre?
Respiré profundamente al tiempo que un mareo atacaba mi cuerpo, haciéndome tambalear. Y agradecí estar sentada en aquel cómodo sofá o hubiera terminado en el suelo.
Confundida y asombrada por la belleza de Zirano, contemplé su nerviosismo y graciosos gestos. Consiguiendo así que mi amor por el creciera por momentos.
Pues sus palabras no cesaban, el parecía querer aclararme su situación, sus sentimientos. Esmerándose por encontrar las palabras apropiadas dichas con absoluta delicadeza acarició mi rostro, arrancándome así una bella sonrisa de la que solamente él era el dueño.
Sus labios… curvados en una expresión sonriente, sus manos deslizándose sobre mi cintura en un protector abrazo… toda su emoción se hizo mía y su cercanía pronto se convirtió en mi mayor necesidad. E incluso sus ojos, algo nublados por una batalla interna, me mostraban a mi perfecto caballero resultando victorioso.
Pero nada me había preparado para lo que escuché a continuación. Sus palabras eran bien claras… me amaba. ¿Desde cuando?
Sin tener del todo claro si había comprendido correctamente, mis brazos se anclaron en torno a su cuerpo para mantener un equilibrio que oficialmente la situación me había anulado.
Lo miraba sintiéndome absolutamente perpleja, sin querer creer que todo fuera cierto.
Temiendo despertar de aquel maravilloso cuento de hadas.
- …¿Tu mujer…? ¿Siempre…?
Susurré dichas preguntas con un dulce hilo de voz. Obligando a mi mente a encajar dichas palabras.
- Zirano… aun sin comprender del todo tus palabras, puedo decirte con total seguridad que tu… eres cuanto quiero en esta vida.-Tomando aire intenté tranquilizar los latidos de mi corazón-. Eres un ángel… ¿no lo ves? Eres un ser extremadamente precioso al que yo quiero cuidar y amar.
Acercando mi rostro al suyo posé mis labios sobre su nariz y descendí acariciando su fría piel, suspirando antes de llegar a su labios me estremecí.
- Cuanto buscaba, cuanto necesitaba… Zirano, desde hoy eres el hombre que da sentido a mi vida.
No me atreví a avanzar, no supe moverme el escaso centímetro que me separaba de sus labios.
Tan solo respiraba tranquila…
Toda mi existencia giraba en torno a el, en el hombre que sin saberlo había estado destinado a mi.
Situación demasiado difícil para mantener la mente fría, demasiado intensa…
Contemplaba el fuego con una leve sonrisa en mi rostro.
Y me pregunté cual sería el motivo que me llevó esta misma noche a sus brazos. Es posible que el destino hubiera sido el encargado de arrastrarme hasta su casa como único objetivo que unirnos definitivamente.
¿Porqué con el resultaba todo tan sencillo?
Podía recordar como tiempo atrás conocí a otro vampiro que llegó a inspirarme un fuerte sentimiento de amor por su trato para conmigo. Pero la prohibición de mi hermano ante acercarme a el nos alejó lo suficiente para comprender que el nunca me convino. Que mi corta vida como mortal poco significaría para su larga trayectoria como vampiro.
¿Sería Zirano diferente?
¿Acaso importaba esa pregunta?
Pero sabía que si… que mi alma por entera había cambiado de parecer y ya no se conformaba con su mera amistad. Deseaba conseguir mas, mucho mas de Zirano…
Esa noche había cambiado el curso de las cosas y, con una velocidad de vértigo parecía dirigirme a un sentimiento posiblemente no correspondido.
El podría tener a la mujer que desease, ser acompañado incluso por una vampira, como el… Y sin complicarse continuar con su eterna vida.
Noté como se acercó a mi cuerpo, pero no tuve valor para mirarlo hasta que no sentí como tomaba mi mano para besarla. Sus fríos labios hicieron de imán, atrayendo mis ojos hacia los suyos. Contuve la respiración por las emociones que ese hecho desencadenó dentro de mi. Y entonces comprendí la diferencia. El era diferente a toda persona cuanto había conocido.
Diferente… pues una intensa calidez ocupaba su cuerpo de vampiro. Demasiada humanidad.
Por supuesto que pude ver la diferencia… si hasta su voz cuando se dirigía a mi era suave e incluso mas hermosa que de costumbre. Si un solo murmullo por su parte era capaz de calmar mis nervios.
Si el era el hombre que con un solo beso podría hacerme sentir dichosa estaba dispuesta a luchar por el, hasta el final…
Pero sus primeras palabras atentaron contra mis ilusiones, haciéndome creer que solo deseaba velar por mi seguridad, cuidar de mi como esa amiga suya que hasta ahora había sido…
Sentí como mis ojos perdían ese brillo de ilusión, como mi corazón gritaba por ser apagado por la tristeza sentida.
Y cuando finalmente empecé a darme por vencida, su segunda frase logró confundirme en extremo. Pues ya me había hecho a la idea de su rechazo, percatándome que a su lado yo no valía nada, que cualquier hombre en su sano juicio rechazaría a una mujer embarazada de otro hombre… los motivos eran justos, razonables.
Pero sus palabras carecían de sentido. Me deseaba a su lado… ¿había dicho para siempre?
Respiré profundamente al tiempo que un mareo atacaba mi cuerpo, haciéndome tambalear. Y agradecí estar sentada en aquel cómodo sofá o hubiera terminado en el suelo.
Confundida y asombrada por la belleza de Zirano, contemplé su nerviosismo y graciosos gestos. Consiguiendo así que mi amor por el creciera por momentos.
Pues sus palabras no cesaban, el parecía querer aclararme su situación, sus sentimientos. Esmerándose por encontrar las palabras apropiadas dichas con absoluta delicadeza acarició mi rostro, arrancándome así una bella sonrisa de la que solamente él era el dueño.
Sus labios… curvados en una expresión sonriente, sus manos deslizándose sobre mi cintura en un protector abrazo… toda su emoción se hizo mía y su cercanía pronto se convirtió en mi mayor necesidad. E incluso sus ojos, algo nublados por una batalla interna, me mostraban a mi perfecto caballero resultando victorioso.
Pero nada me había preparado para lo que escuché a continuación. Sus palabras eran bien claras… me amaba. ¿Desde cuando?
Sin tener del todo claro si había comprendido correctamente, mis brazos se anclaron en torno a su cuerpo para mantener un equilibrio que oficialmente la situación me había anulado.
Lo miraba sintiéndome absolutamente perpleja, sin querer creer que todo fuera cierto.
Temiendo despertar de aquel maravilloso cuento de hadas.
- …¿Tu mujer…? ¿Siempre…?
Susurré dichas preguntas con un dulce hilo de voz. Obligando a mi mente a encajar dichas palabras.
- Zirano… aun sin comprender del todo tus palabras, puedo decirte con total seguridad que tu… eres cuanto quiero en esta vida.-Tomando aire intenté tranquilizar los latidos de mi corazón-. Eres un ángel… ¿no lo ves? Eres un ser extremadamente precioso al que yo quiero cuidar y amar.
Acercando mi rostro al suyo posé mis labios sobre su nariz y descendí acariciando su fría piel, suspirando antes de llegar a su labios me estremecí.
- Cuanto buscaba, cuanto necesitaba… Zirano, desde hoy eres el hombre que da sentido a mi vida.
No me atreví a avanzar, no supe moverme el escaso centímetro que me separaba de sus labios.
Tan solo respiraba tranquila…
Toda mi existencia giraba en torno a el, en el hombre que sin saberlo había estado destinado a mi.
Juliette Dharwark- Hechicero Clase Alta
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Me rodea con sus brazos, mirándome primero algo incrédula, -…¿Tu mujer…? ¿Siempre…?- su voz es muy dulce, -Zirano… aun sin comprender del todo tus palabras, puedo decirte con total seguridad que tu… eres cuanto quiero en esta vida. Eres un ángel… ¿no lo ves? Eres un ser extremadamente precioso al que yo quiero cuidar y amar.- Sigo con mi mirada fija en sus inmensos ojos azules. Ella aproxima su rostro al mio, la cercanía me arranca una sonrisa, ella besa mi nariz, bajando poco a poco hasta casi alcanzar mis labios.
Se detiene a escasos milímetros, -Cuanto buscaba, cuanto necesitaba… Zirano, desde hoy eres el hombre que da sentido a mi vida.- Me dice, quedándose mirándome a los ojos. Noto como nuestros alientos se entremezclan, mis ojos miran sus labios, mientras me muerdo el labio inferior, sin soltarla de la cintura, le devuelvo la mirada a sus ojos, su respuesta, aceptándome como su compañero, me hace sentirme el hombre mas afortunado del planeta. -Tu eres la mujer a la que amo, y la única a la que amare durante el resto de mis días.- Me acerco a sus labios con los míos, lentamente, primero con un roce casi imperceptible, mi boca se abre un poco dejando escapar un leve suspiro, y acabo de recorrer la distancia que nos separa, uniendo nuestros labios, en un beso, suave, apretando levemente, nuestros labios parecen fundirse el uno con el otro, el beso pasa a ser algo mas húmedo, mientras y abro levemente mi boca, y me separo un poco de sus labios.
-Juliette sin ti mi vida no tendría sentido, y no me me la imagino si no estas tu viviendo conmigo.- Vuelvo a besarle, con mas pasión y demostrándole con mi beso, que la amo, que solo quiero estar con ella. Mientras la beso cierro los ojos, es una grata sensación de calidez y pasión. Y que ella esta embarazada, no hace mas que hacerme sentir mas feliz, con ello se ve cumplido uno de mis deseos mas profundos, el tener un heredero, alguien al que criar y cuidar, enseñarle todo lo que se. Realmente me gusta esa idea. Continuo besándola, dejándome llevar por la emoción, mi beso se hace mas intenso, mas húmedo.
Separo mis labios de los de ella, dándole un poquito y un beso en la punta de su nariz, dejando mis labios a escasos milímetros de los labios de Juliette. -Cuidare de ti y de el pequeño ser que llevas en tu vientre, tomándolo como mi hijo propio. Te quiero Juliette.- Mis palabras fluyen con voz suave, segura y pausada. Aparto el flequillo de su frente, siguiendo con mi mirada el movimiento de mi mano sobre su pelo. Tan suave y sedoso. Una sonrisa se forma en mi cara.
-Jamas creí que me atrevería a decirte mis sentimientos Juliette, temía que me rechazaras, que no sintieras lo mismo por mi, y que al confesarte mi amor dejásemos de vernos. Si no pudiera volver a verte no se lo que haría.- Le digo mirándola de nuevo a los ojos, y con mi mano derecha acariciando su cara. Y la vuelvo a besar, dejando que ella sea quien lleve el ritmo del beso, solo dejándome llevar por sus labios. La chimenea calienta la estancia y nuestros cuerpos, nuestras sombras danzan con la luz de las llamas, unidas también en el beso para sellar nuestro amor.
Se detiene a escasos milímetros, -Cuanto buscaba, cuanto necesitaba… Zirano, desde hoy eres el hombre que da sentido a mi vida.- Me dice, quedándose mirándome a los ojos. Noto como nuestros alientos se entremezclan, mis ojos miran sus labios, mientras me muerdo el labio inferior, sin soltarla de la cintura, le devuelvo la mirada a sus ojos, su respuesta, aceptándome como su compañero, me hace sentirme el hombre mas afortunado del planeta. -Tu eres la mujer a la que amo, y la única a la que amare durante el resto de mis días.- Me acerco a sus labios con los míos, lentamente, primero con un roce casi imperceptible, mi boca se abre un poco dejando escapar un leve suspiro, y acabo de recorrer la distancia que nos separa, uniendo nuestros labios, en un beso, suave, apretando levemente, nuestros labios parecen fundirse el uno con el otro, el beso pasa a ser algo mas húmedo, mientras y abro levemente mi boca, y me separo un poco de sus labios.
-Juliette sin ti mi vida no tendría sentido, y no me me la imagino si no estas tu viviendo conmigo.- Vuelvo a besarle, con mas pasión y demostrándole con mi beso, que la amo, que solo quiero estar con ella. Mientras la beso cierro los ojos, es una grata sensación de calidez y pasión. Y que ella esta embarazada, no hace mas que hacerme sentir mas feliz, con ello se ve cumplido uno de mis deseos mas profundos, el tener un heredero, alguien al que criar y cuidar, enseñarle todo lo que se. Realmente me gusta esa idea. Continuo besándola, dejándome llevar por la emoción, mi beso se hace mas intenso, mas húmedo.
Separo mis labios de los de ella, dándole un poquito y un beso en la punta de su nariz, dejando mis labios a escasos milímetros de los labios de Juliette. -Cuidare de ti y de el pequeño ser que llevas en tu vientre, tomándolo como mi hijo propio. Te quiero Juliette.- Mis palabras fluyen con voz suave, segura y pausada. Aparto el flequillo de su frente, siguiendo con mi mirada el movimiento de mi mano sobre su pelo. Tan suave y sedoso. Una sonrisa se forma en mi cara.
-Jamas creí que me atrevería a decirte mis sentimientos Juliette, temía que me rechazaras, que no sintieras lo mismo por mi, y que al confesarte mi amor dejásemos de vernos. Si no pudiera volver a verte no se lo que haría.- Le digo mirándola de nuevo a los ojos, y con mi mano derecha acariciando su cara. Y la vuelvo a besar, dejando que ella sea quien lleve el ritmo del beso, solo dejándome llevar por sus labios. La chimenea calienta la estancia y nuestros cuerpos, nuestras sombras danzan con la luz de las llamas, unidas también en el beso para sellar nuestro amor.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Mis palabras fueron recibidas por el con atención, permitiéndome hablar cuanto quisiera, hasta el final. Sin interrumpirme en ningún momento. Incluso mi cercanía no parecía resultarme molesta, si no al contrario… su abrazo se centraba en torno a mi cintura, como acercándome mas a el, como si de esa forma el no me dejase escapar.
A poca distancia de sus labios me quedé, pero miraba a sus ojos para saber cada reacción por su parte. Y ahí… en esa mirada que ahora me pertenecía, me sentía perdida en el mas maravilloso de los paraísos. Pero entonces el bajó su mirada hasta a mis labios, en una especie de reclamo que también era el mío… Necesitaba sentir sus labios junto a los míos. Pudiera ser que de esa forma me sintiera mas protegida que nunca.
Y sus palabras crearon una promesa, que siempre permanecería a mi lado…
Fue entonces cuando se decidió a acortar la distancia que separaba nuestros labios, rozándolos apenas ya me hizo presa de el, abandonándome después a un beso dulce, cuidadoso… un beso cargado de ternura que me hizo estremecer.
¿Podría existir hombre mas perfecto?
Sabía que no… y ese hombre era mío. El me lo había dicho… solo me amaría a mi. Me sentía tan dichosa, el era protector, bueno, cariñoso… y me amaba. El sentir su beso me completaba, sabía que con el había encontrado esa parte de mi alma que creí haber perdido tras la violación.
Zirano me había devuelto completamente la ilusión.
Rompiendo la unión de nuestros labios Zirano se apartó, solo para volver a tomar la palabra, continuando con esas hermosas palabras que me aclaraban una vez tras otra su amor por mi.
Palabras tan bellas deberían alegrarme, pero solo me hicieron temer.
Lograron que viera la realidad tal y como era… injusta, difícil.
Mi condición humana me hacía débil, indefensa. Incluso aunque fuera bruja mis poderes no eran para nada poderosos. Y me pregunté, temiéndome la respuesta, que pasaría si en algún momento mi vida llegaba a su final trágicamente. Sentí un profundo terror al pensar que las palabras de mi hermoso vampiro fueran ciertas.
Deseaba su felicidad ante todo, y si mi marcha le haría sufrir… ¿estaría haciendo lo correcto al mantener una relación con el?
Tarde o temprano moriría… ¿deseaba el eso?
Mi vida seguiría, si… envejecería, pero el no.
Realmente me gustaba mas la idea de morir siendo joven que envejecer junto al ser amado, el cual siempre permanecería igual, el cual… vería como mis días estaban contados.
¿No le causaría aquello una agonía mas atroz que una muerte sin previo aviso?
Pero había otra opción.
Ser convertida por el.
Opción que ponía en jaque a mi forma de ser. Ya no sería buena, sería una asesina…
Y temblé en sus brazos cuando me besó con mas pasión. Era su forma de decirme cuanto me amaba. Un beso con un toque de ímpetu, con deseo que afirmaba su sentimiento. No quería perderlo…
Separándose de mis labios volvió a pronunciarse, tomando a mi futuro hijo como suyo propio. Y como si de una última pieza sobre un inmenso puzzle se tratase, supe al instante que por el me transformaría en aquella asesina que tanto miedo me provocaba.
Pues si darle mi humanidad era la única forma de agradecerle todo lo que el estaba dando por mi… no me negaría jamás.
Incliné mi rostro cuando sentí su caricia sobre mi cabello, cerrando mis ojos por unos segundos me centré en esa caricia y, sonriendo con dulzura, abrí mis ojos nuevamente para encontrarme con su mirada y sus nuevas palabras.
¿Qué podía decir yo, que recién me había percatado de que él era el hombre de mis sueños, de mi vida?
Un sentimiento rápido, fugaz… pero de una intensidad sobrecogedora.
Tomando mis labios de nuevo no me dejó responderle, pero no me importó.
Amaba esa parte suya tan cariñosa, amaba que me necesitase tanto, lo amaba a el…
Pasé mis brazos tras su cuello, enlazando ambos en un abrazo que me permitía pegarme mas a su cuerpo. Su frío cuerpo…
Acaricié la perfecta piel de su espalda, asegurándome de que en efecto, se encontraba prácticamente desnudo ante mi. De un salto me alejé algunos centímetros de el. Apurada y sobrecogida por la situación recordé todos los besos que me había dado, su forma de abrazarme… una escena algo comprometida que a pesar de no resultar con intenciones indignas, aumentaban mi nerviosismo y vergüenza.
Suspiré, sintiéndome algo apurada al tiempo que la risa se apoderaba de mi para acto seguido, sentir mis mejillas arder. Era evidente que me había sonrojado…
Aparté la mirada hacía el fuego, intentando así que Zirano no se percatara del tono de mis mejillas.
Respiré profundamente, aun sonriendo logré tranquilizarme lo suficiente para poder hablar.
- Amor mío… -dije con una nota graciosa en la voz- tu sufriendo por no verme más y yo aquí… viéndote en exceso, incluso.-Reí una vez mas, aun mirando hacia las llamas-. ¿Podrías… ponerte mas ropa?-Aun sonriendo, una nueva oleada de calor hacia mis mejillas me hizo suspirar de resignación-.
Abrazando mi vientre mientras me mordía el labio, controlé de esta forma una nueva carcajada.
Esta sería una escena que recordaría de por vida…
A poca distancia de sus labios me quedé, pero miraba a sus ojos para saber cada reacción por su parte. Y ahí… en esa mirada que ahora me pertenecía, me sentía perdida en el mas maravilloso de los paraísos. Pero entonces el bajó su mirada hasta a mis labios, en una especie de reclamo que también era el mío… Necesitaba sentir sus labios junto a los míos. Pudiera ser que de esa forma me sintiera mas protegida que nunca.
Y sus palabras crearon una promesa, que siempre permanecería a mi lado…
Fue entonces cuando se decidió a acortar la distancia que separaba nuestros labios, rozándolos apenas ya me hizo presa de el, abandonándome después a un beso dulce, cuidadoso… un beso cargado de ternura que me hizo estremecer.
¿Podría existir hombre mas perfecto?
Sabía que no… y ese hombre era mío. El me lo había dicho… solo me amaría a mi. Me sentía tan dichosa, el era protector, bueno, cariñoso… y me amaba. El sentir su beso me completaba, sabía que con el había encontrado esa parte de mi alma que creí haber perdido tras la violación.
Zirano me había devuelto completamente la ilusión.
Rompiendo la unión de nuestros labios Zirano se apartó, solo para volver a tomar la palabra, continuando con esas hermosas palabras que me aclaraban una vez tras otra su amor por mi.
Palabras tan bellas deberían alegrarme, pero solo me hicieron temer.
Lograron que viera la realidad tal y como era… injusta, difícil.
Mi condición humana me hacía débil, indefensa. Incluso aunque fuera bruja mis poderes no eran para nada poderosos. Y me pregunté, temiéndome la respuesta, que pasaría si en algún momento mi vida llegaba a su final trágicamente. Sentí un profundo terror al pensar que las palabras de mi hermoso vampiro fueran ciertas.
Deseaba su felicidad ante todo, y si mi marcha le haría sufrir… ¿estaría haciendo lo correcto al mantener una relación con el?
Tarde o temprano moriría… ¿deseaba el eso?
Mi vida seguiría, si… envejecería, pero el no.
Realmente me gustaba mas la idea de morir siendo joven que envejecer junto al ser amado, el cual siempre permanecería igual, el cual… vería como mis días estaban contados.
¿No le causaría aquello una agonía mas atroz que una muerte sin previo aviso?
Pero había otra opción.
Ser convertida por el.
Opción que ponía en jaque a mi forma de ser. Ya no sería buena, sería una asesina…
Y temblé en sus brazos cuando me besó con mas pasión. Era su forma de decirme cuanto me amaba. Un beso con un toque de ímpetu, con deseo que afirmaba su sentimiento. No quería perderlo…
Separándose de mis labios volvió a pronunciarse, tomando a mi futuro hijo como suyo propio. Y como si de una última pieza sobre un inmenso puzzle se tratase, supe al instante que por el me transformaría en aquella asesina que tanto miedo me provocaba.
Pues si darle mi humanidad era la única forma de agradecerle todo lo que el estaba dando por mi… no me negaría jamás.
Incliné mi rostro cuando sentí su caricia sobre mi cabello, cerrando mis ojos por unos segundos me centré en esa caricia y, sonriendo con dulzura, abrí mis ojos nuevamente para encontrarme con su mirada y sus nuevas palabras.
¿Qué podía decir yo, que recién me había percatado de que él era el hombre de mis sueños, de mi vida?
Un sentimiento rápido, fugaz… pero de una intensidad sobrecogedora.
Tomando mis labios de nuevo no me dejó responderle, pero no me importó.
Amaba esa parte suya tan cariñosa, amaba que me necesitase tanto, lo amaba a el…
Pasé mis brazos tras su cuello, enlazando ambos en un abrazo que me permitía pegarme mas a su cuerpo. Su frío cuerpo…
Acaricié la perfecta piel de su espalda, asegurándome de que en efecto, se encontraba prácticamente desnudo ante mi. De un salto me alejé algunos centímetros de el. Apurada y sobrecogida por la situación recordé todos los besos que me había dado, su forma de abrazarme… una escena algo comprometida que a pesar de no resultar con intenciones indignas, aumentaban mi nerviosismo y vergüenza.
Suspiré, sintiéndome algo apurada al tiempo que la risa se apoderaba de mi para acto seguido, sentir mis mejillas arder. Era evidente que me había sonrojado…
Aparté la mirada hacía el fuego, intentando así que Zirano no se percatara del tono de mis mejillas.
Respiré profundamente, aun sonriendo logré tranquilizarme lo suficiente para poder hablar.
- Amor mío… -dije con una nota graciosa en la voz- tu sufriendo por no verme más y yo aquí… viéndote en exceso, incluso.-Reí una vez mas, aun mirando hacia las llamas-. ¿Podrías… ponerte mas ropa?-Aun sonriendo, una nueva oleada de calor hacia mis mejillas me hizo suspirar de resignación-.
Abrazando mi vientre mientras me mordía el labio, controlé de esta forma una nueva carcajada.
Esta sería una escena que recordaría de por vida…
Juliette Dharwark- Hechicero Clase Alta
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Juliette me besaba con mucha dulzura y pasión, pasando ambas manos por mi cuello, abrazándome, para luego acariciar mi espalda. Y entonces abre los ojos, separándose de mi unos centímetros, sobresaltada, y mirando mi torso, su rostro muestra vergüenza, y puedo ver como sus mejillas comienzan a sonrojarse, y ella mira hacia el fuego, empezando a reír. Yo sonrió, al ver el rostro de mi dulce y amada Juliette, iluminado por la luz de la chimenea. Ríe algo nerviosa, y aun con la cara iluminada, las mejillas rojas siguen siendo visibles.
Ella respira profundamente, sus mejillas vuelven poco a poco al tono normal y me dice con un timbre gracioso y sin mirarme. -Amor mío… Tu sufriendo por no verme más y yo aquí… viéndote en exceso, incluso.- Se le vuelve a escapar la risa, sin dejar de mirar al fuego. -¿Podrías… ponerte mas ropa?- Y de nuevo vuelve a sonrojarse, suspirando resignada, parece que va a reírse de nuevo, pero muerde su labio inferior, ahogando la risa. Yo alzo una ceja, me levanto. -My lady, pido mil disculpas. En seguida vuelvo, siéntase en su casa.- Le digo a la vez que me giro, rodeo el sofá, y camino cruzando el salón por completo, hasta la pared de la izquierda, subo por las escaleras, mi mente luchaba por no dar importancia a la situación que había acaecido, el roce de sus manos con mi piel, me hizo sentir enormes escalofríos, la deseo.
Termino de subir la escalera, y entro en la primera puerta, entro a un pasillo, donde en la pared de la derecha, hay un candelabro a ambos lados de un cuadro con mi imagen, las paredes estas forradas con papel de tono beige, con cenefas rojizas. Avanzo por el pasillo, quitando la toalla de mi cintura, doblando y manteniendo cogida la tela en una sola mano y quedándome totalmente desnudo, abro la puerta, y entro en una habitación, sin ventanas, una cama en el centro de la estancia, una mullida alfombra persa y un armario de estilo barroco, tomado prestado de un antiguo convento.
Tiro la toalla sobre la cama, y camino hacia el armario, mientras camino paso por delante de un espejo de pie, me miro, viendo mi cuerpo totalmente desnudo, me miro en el espejo, colocándome bien el pelo. Abro el armario, miro la ropa, cojo una de las perchas, un traje de color gris, no me gusta, lo dejo en su lugar, saco un traje de color azul marino, casi negro, pongo la ropa sobre la cama bien puesta, cojo la camisa de seda, de color celeste muy claro, me la pongo, poniéndome bien puños y cuello, dejando dos botones sin abrochar. Me pongo el pantalón, metiendo la camisa bien por dentro, me lo abrocho y me miro en el espejo, girando mirando que todo me quedara bien y en su lugar, me pongo los zapatos elegantes negros. Vuelvo a mirarme en el espejo, me retoco de nuevo un poco el flequillo.
Salgo de la habitación, pasando de nuevo por el pasillo, abro la puerta, y me pongo en la barandilla, y observo en silencio, comienzo a bajar por la escalera, mirándola todo el rato, tan bella y de aspecto tan frágil. Tengo mas que decidido a regalarle la vida eterna, jamas en la vida convertí a nadie, siempre había pensado que convertir a otra persona en un vampiro, era una maldición, vivir por siempre solo y con la sed. Pero con Juliette, lo veía de otra manera, la veía como la mujer con la que quiero compartir la eternidad.
Camino hacia ella, con las manos en mis bolsillos, y una sonrisa seductora en mi rostro. Me paro a un metro de ella. Saco mi mano derecha del bolsillo extendiéndola hacia Juliette, y tomándola de su mano, -Acompáñame, Juliette- y me dirijo hacia la cristalera del patio trasero, me pongo mirando ala chica, con el reflejo de la luna a mis espaldas.
-Mi Juliette, te amo con fervor, ¿Vivirás aquí conmigo?- Le pregunto directo y con seguridad, la quiero a mi lado, la rodeo por la cintura con mis brazos, pegando la punta de mi nariz a la suya, mirándole a los ojos con dulzura y deseo.
Ella respira profundamente, sus mejillas vuelven poco a poco al tono normal y me dice con un timbre gracioso y sin mirarme. -Amor mío… Tu sufriendo por no verme más y yo aquí… viéndote en exceso, incluso.- Se le vuelve a escapar la risa, sin dejar de mirar al fuego. -¿Podrías… ponerte mas ropa?- Y de nuevo vuelve a sonrojarse, suspirando resignada, parece que va a reírse de nuevo, pero muerde su labio inferior, ahogando la risa. Yo alzo una ceja, me levanto. -My lady, pido mil disculpas. En seguida vuelvo, siéntase en su casa.- Le digo a la vez que me giro, rodeo el sofá, y camino cruzando el salón por completo, hasta la pared de la izquierda, subo por las escaleras, mi mente luchaba por no dar importancia a la situación que había acaecido, el roce de sus manos con mi piel, me hizo sentir enormes escalofríos, la deseo.
Termino de subir la escalera, y entro en la primera puerta, entro a un pasillo, donde en la pared de la derecha, hay un candelabro a ambos lados de un cuadro con mi imagen, las paredes estas forradas con papel de tono beige, con cenefas rojizas. Avanzo por el pasillo, quitando la toalla de mi cintura, doblando y manteniendo cogida la tela en una sola mano y quedándome totalmente desnudo, abro la puerta, y entro en una habitación, sin ventanas, una cama en el centro de la estancia, una mullida alfombra persa y un armario de estilo barroco, tomado prestado de un antiguo convento.
Tiro la toalla sobre la cama, y camino hacia el armario, mientras camino paso por delante de un espejo de pie, me miro, viendo mi cuerpo totalmente desnudo, me miro en el espejo, colocándome bien el pelo. Abro el armario, miro la ropa, cojo una de las perchas, un traje de color gris, no me gusta, lo dejo en su lugar, saco un traje de color azul marino, casi negro, pongo la ropa sobre la cama bien puesta, cojo la camisa de seda, de color celeste muy claro, me la pongo, poniéndome bien puños y cuello, dejando dos botones sin abrochar. Me pongo el pantalón, metiendo la camisa bien por dentro, me lo abrocho y me miro en el espejo, girando mirando que todo me quedara bien y en su lugar, me pongo los zapatos elegantes negros. Vuelvo a mirarme en el espejo, me retoco de nuevo un poco el flequillo.
Salgo de la habitación, pasando de nuevo por el pasillo, abro la puerta, y me pongo en la barandilla, y observo en silencio, comienzo a bajar por la escalera, mirándola todo el rato, tan bella y de aspecto tan frágil. Tengo mas que decidido a regalarle la vida eterna, jamas en la vida convertí a nadie, siempre había pensado que convertir a otra persona en un vampiro, era una maldición, vivir por siempre solo y con la sed. Pero con Juliette, lo veía de otra manera, la veía como la mujer con la que quiero compartir la eternidad.
Camino hacia ella, con las manos en mis bolsillos, y una sonrisa seductora en mi rostro. Me paro a un metro de ella. Saco mi mano derecha del bolsillo extendiéndola hacia Juliette, y tomándola de su mano, -Acompáñame, Juliette- y me dirijo hacia la cristalera del patio trasero, me pongo mirando ala chica, con el reflejo de la luna a mis espaldas.
-Mi Juliette, te amo con fervor, ¿Vivirás aquí conmigo?- Le pregunto directo y con seguridad, la quiero a mi lado, la rodeo por la cintura con mis brazos, pegando la punta de mi nariz a la suya, mirándole a los ojos con dulzura y deseo.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Mi rostro giró hacia el, sintiendo como una especie de obligación el mirarle de nuevo. Pues el silencio era una carga demasiado pesada… el no saber si lo había ofendido por mi estúpido comportamiento me hacía un daño atroz. No podía asimilar la idea de que en algún momento pudiera dañar al hombre de mi vida, sencillamente aquella idea me provocaba un fuerte dolor en mi corazón.
Pues para mi Zirano siempre sería el hombre que merecería tener todo aquello que desease y, aun esperando no ser una ilusa al pensarlo, podía llegar a imaginar que todo aquello que quería pudiera encontrarlo en mi…
Observé como alzó una de sus cejas, un gesto que me resultó de lo mas gracioso pero a la vez, contradictorio.
El era un vampiro, había vivido mucho mas que yo y por ende… no tenía necesidad de aguantar a una joven tan infantil. Sabía que estaba siendo demasiado dura conmigo misma, pero, ¿cómo no serlo? Miré su rostro una vez se puso en pie, alcanzando a ver su torso posé mis ojos en uno de sus brazos, mi mirada acarició su piel, ascendiendo hasta su perfecto hombro. Todo el era seguridad, protección.
Su aura era fuerte, afirmaba su decisión para con sus actos, muy pocas veces dudaba, posiblemente rasgo obtenido por su profesión. Ascendí algo mas con la mirada hasta alcanzar la suya y quise ponerme en pie par atrapar sus labios con los míos en un suave y cálido beso… pero continué sentada, embelesada por tanta perfección.
¿Realmente aquel hombre era mío?
Su voz llegó hasta mis oídos, acortando la poca distancia que separaba nuestros cuerpos permanecí atenta a su tono, masculino, suave, elegante.
Sabía que el significado de sus palabras no fueron lo que me hicieron sonreír, fue su voz y sus matices los que consiguieron que mi sonrisa volviera a aparecer en mi rostro. Una voz que lograba tranquilizar mis dudas, mis miedos… todas esas sombras que en mi mente se acumulaban desaparecían con el.
Lo dejé marchar a su cuarto y repentinamente me sentí helada.
Fruncí el ceño imperceptiblemente ante eso. Zirano estaba… helado. No poseía vida dentro de el, sus abrazos y besos a pesar de ser cálidos por el afecto transmitido, su contacto era frío.
¿Cómo era posible que sin el, el calor de las llamas no me resultasen acogedoras?
Ni tan siquiera me apetecía mirarlas, todo su resplandor, su belleza… se veían opacadas por la ausencia de mi amor. Aguardé su regreso acomodándome sobre el sofá, girándome hacia el respaldo de este lo abracé cuidadosamente y, inclinando mi cabeza la situé allí, esperando su regreso.
El tiempo transcurría al igual que mis pensamientos…
La gente veía en mi a alguien fuerte, que puede con todo con una de sus sonrisas.
Pero nadie se paraba a pensar cual era el precio, nadie imaginaba que detrás de tanta fuerza se escondía una muchacha necesitada de verdadera protección.
Yo… cansada de luchar siempre daba un paso mas, y otro… y otro más. Mas automáticamente y por supervivencia que por ilusión a la vida. Si, a veces me encontraba cansada, exhausta. Nadie… parecía querer comprender que los horribles sucesos por los que pasé me marcaron.
¿Lo peor? Lo peor es si reclamo aquella protección que tanto ansío… me veo juzgada como una niña inútil, viéndome obligada a sonreír para animar a aquellos que tanto reniegan de mis sombras.
Pero con Zirano no era así, lo sabía. Lo sentía.
A el podía confiarle hasta el último de mis miedos y como respuesta, un fuerte abrazo por su parte me esperaría… era el hombre de mis sueños, como un ángel capaz de hacer huir hasta al peor de mis enemigos con tan solo su presencia.
Mi sonrisa se volvió dulce al verlo llegar, incorporé mi cuerpo lentamente, siguiendo en armonía sus pasos mi cuerpo se sentó correctamente en el sofá una vez el se detuvo ante mi.
Su sonrisa me provocó un escalofrío demasiado intenso y fue entonces cuando reparé en su ropa. Asentí dando mi aprobación a su vestimenta. Y tomé su mano sin dudarlo, pues necesitaba de su contacto con urgencia.
- Eres el hombre mas extraordinario que he tenido el placer de conocer, amor mío… -le dije estrechando con cariño su mano y posando mis labios sobre una de sus mejillas, lo besé-.
Dejándome llevar por el una nueva oleada de felicidad se apoderó de mi. Junto a el me esperaba una vida dichosa, llena de buenos momentos y alegrías…
Mis pensamientos se vieron irrumpidos cuando se detuvo. Tras su espalda se encontraba la luna, a la que muchas interminables noches consideraba mi hogar. El brillo que la luna le concedía a la piel de mi amado lo hacía incluso mas hermoso.
Asombrada por tanta perfección lo contemplé con atención, esperando sus palabras mi corazón volvió a acelerarse. Su voz dio forma a unas palabras tan directas que no dejaban sitio a una esquiva respuesta.
Una pregunta que aclaraba cualquier duda, me quería para el, no después, no en un tiempo… si no ahora.
Su electrizante contacto sobre mi piel me hizo sentir aun mas confusa. Su abrazo me embriagaba de amor y cariño, sus palabras me hacían saber que iba en serio y no deseaba jugar conmigo. Tuve que contener mis sentimientos para no derramar mis lágrimas allí mismo.
Había hallado a la persona con la que lo compartiría todo…
Apartando unos centímetros mi rostro miré sus ojos con emoción y, acariciando su mejilla, sonreí sintiendo una desbordante e envidiable felicidad.
- Zirano, deseo pasar todos los días de mi vida junto a ti. Tan solo necesitas el permiso de mi hermano Paul… y seré siempre tuya.
Tras mis palabras mi voluntad no es otra que la de probar sus labios una vez mas, sentirlos sobre los míos y fundirme entre sus brazos… Pero un fuerte dolor en mi bajo vientre me hace apartarme de mi amado con brusquedad. El agudo dolor se incrementó provocándome un leve gemido que delataba las insoportables molestias que estaba sintiendo dentro de mi cuerpo. Pero no solamente ello me alteró, también el miedo caló hondo en mi, ¿le pasaría algo a mi pequeño bebé?
Dejando caer lágrimas en las que el dolor se encontraba impreso, un fuerte mareo me hizo perder el equilibrio, y viéndome caer al suelo vi como todo a mi alrededor daba vueltas. Podía ver a Zirano… pero no con nitidez.
Pues para mi Zirano siempre sería el hombre que merecería tener todo aquello que desease y, aun esperando no ser una ilusa al pensarlo, podía llegar a imaginar que todo aquello que quería pudiera encontrarlo en mi…
Observé como alzó una de sus cejas, un gesto que me resultó de lo mas gracioso pero a la vez, contradictorio.
El era un vampiro, había vivido mucho mas que yo y por ende… no tenía necesidad de aguantar a una joven tan infantil. Sabía que estaba siendo demasiado dura conmigo misma, pero, ¿cómo no serlo? Miré su rostro una vez se puso en pie, alcanzando a ver su torso posé mis ojos en uno de sus brazos, mi mirada acarició su piel, ascendiendo hasta su perfecto hombro. Todo el era seguridad, protección.
Su aura era fuerte, afirmaba su decisión para con sus actos, muy pocas veces dudaba, posiblemente rasgo obtenido por su profesión. Ascendí algo mas con la mirada hasta alcanzar la suya y quise ponerme en pie par atrapar sus labios con los míos en un suave y cálido beso… pero continué sentada, embelesada por tanta perfección.
¿Realmente aquel hombre era mío?
Su voz llegó hasta mis oídos, acortando la poca distancia que separaba nuestros cuerpos permanecí atenta a su tono, masculino, suave, elegante.
Sabía que el significado de sus palabras no fueron lo que me hicieron sonreír, fue su voz y sus matices los que consiguieron que mi sonrisa volviera a aparecer en mi rostro. Una voz que lograba tranquilizar mis dudas, mis miedos… todas esas sombras que en mi mente se acumulaban desaparecían con el.
Lo dejé marchar a su cuarto y repentinamente me sentí helada.
Fruncí el ceño imperceptiblemente ante eso. Zirano estaba… helado. No poseía vida dentro de el, sus abrazos y besos a pesar de ser cálidos por el afecto transmitido, su contacto era frío.
¿Cómo era posible que sin el, el calor de las llamas no me resultasen acogedoras?
Ni tan siquiera me apetecía mirarlas, todo su resplandor, su belleza… se veían opacadas por la ausencia de mi amor. Aguardé su regreso acomodándome sobre el sofá, girándome hacia el respaldo de este lo abracé cuidadosamente y, inclinando mi cabeza la situé allí, esperando su regreso.
El tiempo transcurría al igual que mis pensamientos…
La gente veía en mi a alguien fuerte, que puede con todo con una de sus sonrisas.
Pero nadie se paraba a pensar cual era el precio, nadie imaginaba que detrás de tanta fuerza se escondía una muchacha necesitada de verdadera protección.
Yo… cansada de luchar siempre daba un paso mas, y otro… y otro más. Mas automáticamente y por supervivencia que por ilusión a la vida. Si, a veces me encontraba cansada, exhausta. Nadie… parecía querer comprender que los horribles sucesos por los que pasé me marcaron.
¿Lo peor? Lo peor es si reclamo aquella protección que tanto ansío… me veo juzgada como una niña inútil, viéndome obligada a sonreír para animar a aquellos que tanto reniegan de mis sombras.
Pero con Zirano no era así, lo sabía. Lo sentía.
A el podía confiarle hasta el último de mis miedos y como respuesta, un fuerte abrazo por su parte me esperaría… era el hombre de mis sueños, como un ángel capaz de hacer huir hasta al peor de mis enemigos con tan solo su presencia.
Mi sonrisa se volvió dulce al verlo llegar, incorporé mi cuerpo lentamente, siguiendo en armonía sus pasos mi cuerpo se sentó correctamente en el sofá una vez el se detuvo ante mi.
Su sonrisa me provocó un escalofrío demasiado intenso y fue entonces cuando reparé en su ropa. Asentí dando mi aprobación a su vestimenta. Y tomé su mano sin dudarlo, pues necesitaba de su contacto con urgencia.
- Eres el hombre mas extraordinario que he tenido el placer de conocer, amor mío… -le dije estrechando con cariño su mano y posando mis labios sobre una de sus mejillas, lo besé-.
Dejándome llevar por el una nueva oleada de felicidad se apoderó de mi. Junto a el me esperaba una vida dichosa, llena de buenos momentos y alegrías…
Mis pensamientos se vieron irrumpidos cuando se detuvo. Tras su espalda se encontraba la luna, a la que muchas interminables noches consideraba mi hogar. El brillo que la luna le concedía a la piel de mi amado lo hacía incluso mas hermoso.
Asombrada por tanta perfección lo contemplé con atención, esperando sus palabras mi corazón volvió a acelerarse. Su voz dio forma a unas palabras tan directas que no dejaban sitio a una esquiva respuesta.
Una pregunta que aclaraba cualquier duda, me quería para el, no después, no en un tiempo… si no ahora.
Su electrizante contacto sobre mi piel me hizo sentir aun mas confusa. Su abrazo me embriagaba de amor y cariño, sus palabras me hacían saber que iba en serio y no deseaba jugar conmigo. Tuve que contener mis sentimientos para no derramar mis lágrimas allí mismo.
Había hallado a la persona con la que lo compartiría todo…
Apartando unos centímetros mi rostro miré sus ojos con emoción y, acariciando su mejilla, sonreí sintiendo una desbordante e envidiable felicidad.
- Zirano, deseo pasar todos los días de mi vida junto a ti. Tan solo necesitas el permiso de mi hermano Paul… y seré siempre tuya.
Tras mis palabras mi voluntad no es otra que la de probar sus labios una vez mas, sentirlos sobre los míos y fundirme entre sus brazos… Pero un fuerte dolor en mi bajo vientre me hace apartarme de mi amado con brusquedad. El agudo dolor se incrementó provocándome un leve gemido que delataba las insoportables molestias que estaba sintiendo dentro de mi cuerpo. Pero no solamente ello me alteró, también el miedo caló hondo en mi, ¿le pasaría algo a mi pequeño bebé?
Dejando caer lágrimas en las que el dolor se encontraba impreso, un fuerte mareo me hizo perder el equilibrio, y viéndome caer al suelo vi como todo a mi alrededor daba vueltas. Podía ver a Zirano… pero no con nitidez.
Juliette Dharwark- Hechicero Clase Alta
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Ella me mira directamente a los ojos, primero algo confusa, cuando la abrazo y pego mi nariz a la suya, veo como sus ojos empiezan a brillar, casi apunto de derramar lagrimas, separa su rostro un poco del mio, mirándome fijamente a los ojos, con una sincera sonrisa en su rostro. Acaricia mi cara, y con mirada y voz dulce, me dice. -Zirano, deseo pasar todos los días de mi vida junto a ti. Tan solo necesitas el permiso de mi hermano Paul… y seré siempre tuya.- La miro y asiento con la cabeza.
No es algo que me agrade, es mía y no debería pedir permiso para estar con ella. Pero amo a Juliette y si ella me lo pide, lo haré, pues respeto sus decisiones como si fuesen mis propias decisiones. La quiero, y amo su carácter dulce, su racionalidad, sus modales exquisitos y su belleza, miro sus labios, tan dulces y carnosos, sensuales y apetecibles, sigo teniendo mis brazos rodeando su cintura, la acerco levemente, ella comienza acercarse a mi, la cercanía de sus labios, me hace sus pirar sonoramente. Pero fue interrumpido por algo que le ocurre a Juliette, se retira de mi con brusquedad, se lleva las manos al vientre, su rostro refleja un dolor extremo, su gemido me hace estremecerme, veo como lagrimas de dolor caen por sus sonrojadas mejillas, por la fiebre. Su cara, pierde la fuerza, dejando caer una última lágrima, y comienza a caer desmayada. Yo, como acto reflejo y a gran velocidad, la tomo entre mis brazos, evitando que caiga al suelo. -Juliette!! Que te ocurre?!!! Juliette, despierta!!! Julietteeee!!!!- Grito, asustado, mirándole a los ojos, veo como me mira, y sus ojos poco a poco se cierran, cayendo desmayada, con la cabeza apoyada sobre mi pecho. Sus latidos vuelven al ritmo normal, pero su fiebre no baja, puedo notar la calidez. Tomo a Juliette en brazos, y me dirijo hacia la escalera, subo abro la puerta que da al pasillo del cuadro, y a mi habitación.
La tumbo en mi cama, dejándola con suavidad y lentitud, poniéndole unos cojines bajo su cabeza, para que estuviese mas cómoda, beso su frente, notando una fiebre alta, retiro el flequillo de su cara y me incorporo. La miro y pongo la palma de mi mano sobre su vientre, presto atención al feto, sus latidos son al rápidos, pero normales, pero que es esta energía? Un extraño poder hace retirar mi mano, haciéndome dar un leve respingo. Juliette esta enferma, paños, paños húmedos para bajar le la fiebre. Salgo de la habitación, dirijiéndome a la tercera puerta, allí están los servicios. Tiene imágenes en las paredes hechas con pequeñas racholas cerámicas, de distintos colores, formando la imagen de un demonio en una esquina asomado sonriente y jubiloso. Y en el resto de la pared, varios vampiros y vampiresas, desnudos, alimentándose. Me pongo delante del lavamanos, puesto encima de un tocador de color blanco azulado, abro la puerta de esté, tomo unas cuantas toallas, lleno el lavamanos de agua, y meto las toallas. Cojo el recipiente, y me dirijo de nuevo a la habitación, cuando entro, el rostro de Juliette refleja sufrimiento. -Tranquila Juliette, estoy aquí mi amor.- Susurro, mientras dejo el recipiente en la mesita de noche, tirando al suelo lo que había encima. Cojo una de las toallas, la exprimo bien, la doblo, y la pongo sobre la frente de Juliette, pongo el dorso de mi mano, en la mejilla de la chica, no sube mas la fiebre, pero tampoco baja, pasan dos minutos, aproximadamente y toco el paño, que ya comienza estar caliente, lo retiro, y cojo otra de las toallas, retorciéndola para quitarle el agua, ponerla sobre la frente de mi amada.
Las horas van pasando, y poco a poco, parece que la fiebre va remitiendo, cambio de nuevo la toalla de su frente. Me siento a un lado y tomo su mano. El rostro de ella, tiene un color algo mas normal, con tristeza en mi mirada. -Juliette, siempre cuidare de ti-
No es algo que me agrade, es mía y no debería pedir permiso para estar con ella. Pero amo a Juliette y si ella me lo pide, lo haré, pues respeto sus decisiones como si fuesen mis propias decisiones. La quiero, y amo su carácter dulce, su racionalidad, sus modales exquisitos y su belleza, miro sus labios, tan dulces y carnosos, sensuales y apetecibles, sigo teniendo mis brazos rodeando su cintura, la acerco levemente, ella comienza acercarse a mi, la cercanía de sus labios, me hace sus pirar sonoramente. Pero fue interrumpido por algo que le ocurre a Juliette, se retira de mi con brusquedad, se lleva las manos al vientre, su rostro refleja un dolor extremo, su gemido me hace estremecerme, veo como lagrimas de dolor caen por sus sonrojadas mejillas, por la fiebre. Su cara, pierde la fuerza, dejando caer una última lágrima, y comienza a caer desmayada. Yo, como acto reflejo y a gran velocidad, la tomo entre mis brazos, evitando que caiga al suelo. -Juliette!! Que te ocurre?!!! Juliette, despierta!!! Julietteeee!!!!- Grito, asustado, mirándole a los ojos, veo como me mira, y sus ojos poco a poco se cierran, cayendo desmayada, con la cabeza apoyada sobre mi pecho. Sus latidos vuelven al ritmo normal, pero su fiebre no baja, puedo notar la calidez. Tomo a Juliette en brazos, y me dirijo hacia la escalera, subo abro la puerta que da al pasillo del cuadro, y a mi habitación.
La tumbo en mi cama, dejándola con suavidad y lentitud, poniéndole unos cojines bajo su cabeza, para que estuviese mas cómoda, beso su frente, notando una fiebre alta, retiro el flequillo de su cara y me incorporo. La miro y pongo la palma de mi mano sobre su vientre, presto atención al feto, sus latidos son al rápidos, pero normales, pero que es esta energía? Un extraño poder hace retirar mi mano, haciéndome dar un leve respingo. Juliette esta enferma, paños, paños húmedos para bajar le la fiebre. Salgo de la habitación, dirijiéndome a la tercera puerta, allí están los servicios. Tiene imágenes en las paredes hechas con pequeñas racholas cerámicas, de distintos colores, formando la imagen de un demonio en una esquina asomado sonriente y jubiloso. Y en el resto de la pared, varios vampiros y vampiresas, desnudos, alimentándose. Me pongo delante del lavamanos, puesto encima de un tocador de color blanco azulado, abro la puerta de esté, tomo unas cuantas toallas, lleno el lavamanos de agua, y meto las toallas. Cojo el recipiente, y me dirijo de nuevo a la habitación, cuando entro, el rostro de Juliette refleja sufrimiento. -Tranquila Juliette, estoy aquí mi amor.- Susurro, mientras dejo el recipiente en la mesita de noche, tirando al suelo lo que había encima. Cojo una de las toallas, la exprimo bien, la doblo, y la pongo sobre la frente de Juliette, pongo el dorso de mi mano, en la mejilla de la chica, no sube mas la fiebre, pero tampoco baja, pasan dos minutos, aproximadamente y toco el paño, que ya comienza estar caliente, lo retiro, y cojo otra de las toallas, retorciéndola para quitarle el agua, ponerla sobre la frente de mi amada.
Las horas van pasando, y poco a poco, parece que la fiebre va remitiendo, cambio de nuevo la toalla de su frente. Me siento a un lado y tomo su mano. El rostro de ella, tiene un color algo mas normal, con tristeza en mi mirada. -Juliette, siempre cuidare de ti-
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Mi cuerpo calló rendido por el dolor sufrido, perdí todas mis fuerzas en los brazos de Zirano. Brazos que en ese instante no fueron capaces de salvarme de la oscuridad. Ni tan siquiera la debilidad sentida podría compararse con el dolor. Y mi cuerpo luchaba, lo notaba. Luchaba contra el dolor, contra la inconsciencia. Y así mi mente, en constante alerta, insuflaba fuerzas a un cuerpo debilitado que no quería responder.
Mi corazón latía enloquecido, instándome a responder. Gritándome en silencio que no solo se trataba de mi, si no también de mi futuro hijo.
Y como despertando de un terrible pesadilla mis ojos se abrieron con dificultad, me pesaban los parpados. Algo me atraía al sueño de nuevo pero un doloroso tirón en el interior de mi vientre eliminó por completo mi necesidad de descansar.
Desperada, miro a mi alrededor para comprobar donde estoy, pero la presencia de mi amado me lo dice todo. Estoy en su cuarto. Abrazo mi vientre para controlar el insoportable dolor, pues siento como si algo me resquebrajara en mi interior… El dolor ardía, quemaba. ¿O era yo la que ardía?
Sin contener las lágrimas las dejé brotar de mis ojos, inyectadas en sufrimiento y confusión. Zirano acomodó mi cabeza en unos cojines para que estuviera lo mas cómoda posible. Lo miré intentando ofrecerle una sonrisa, pero mis labios no respondían. Siento sus labios en mi frente pero mi respiración se detiene unos segundos debido a un nuevo brote de sufrimiento. El dolor se traslada hacia mis costillas, aprisionando mis pulmones sin piedad. Evitando respirar profundamente tomo aire en respiraciones lentas y cortas hasta que el dolor pasa.
Mientras tanto observo en silencio todos los movimientos de mi vampiro. En aquel momento se desvivía por mi comodidad, por mi bienestar. Y siento una profunda culpabilidad por la preocupación que le estaba haciendo pasar. ¿Porqué siempre dañaba a los que quería? Culpa mía o no, la preocupación y el sufrimiento se cebaba contra mis seres queridos, alterando así nuestra felicidad. Tal vez no lo sabía y una maldición obstruía siempre mi camino. O, simplemente… la mala suerte que desde siempre me había caracterizado.
Zirano posó su mano sobre mi vientre, intentando averiguar que me ocurría y si el bebe estaba bien. Mi mano se acercó con lentitud hacia la suya y, antes de rozarlo, apartó su mano con brusquedad, había notado algo. ¿El qué?
Asustada intenté incorporarme, rogarle que me dijera que le ocurría a mi bebe, pero que me dijera que estaba pasando.
Ilusa de mi al pensar que sin mas me iba a librar de mi flaqueza. No pude moverme ni un misero centímetro, toda la habitación parecía dar vueltas y la confusión en mi mente aumentaba. La piel de mi espalda se encontraba demasiado sensible por lo que el roce de la ropa y el de la cama me molestaban. Debía tener una fiebre altísima. Con la preocupación reflejada en mi rostro acaricié mi vientre al tiempo que veía marchar a Zirano a otra habitación, el baño.
Y con horror mis pensamientos me llevaron a un terreno escabroso.
Si a mi pequeño bebe le ocurría algo no sería capaz de soportarlo. Mas allá de la noche mas horrible de mi vida, mucho mas allá del sufrimiento que me provocó la violación… incluso mas lejano que el terrible daño que dicho suceso provocó en Paul. Amaba a mi hijo con todas mis fuerzas.
Todas mis esperanzas, ilusiones y bondad las había atado a aquel diminuto ser que crecía dentro de mi. Pues yo me había visto rota por completo cuando aquel extraño me tomó por la fuerza.
Mi amado volvió del baño con un recipiente preparado para bajarme la fiebre. Se le veía alterado por mi estado. ¿Tan mal me veía?
Sus palabras me relajan, palabras que dichas por el se transformaban siempre en un bálsamo tranquilizador. Todo el era mi tranquilidad, mis sueños, mi alma…
Lo dejó trabajar guardando silencio, pues en realidad no hubiera podido mediar palabra aunque quisiera hacerlo. Me encontraba demasiado exhausta por el dolor, la fiebre y el miedo.
El tiempo transcurría con lentitud, aferrándome todavía a mi vientre notaba como mi mejoría era un hecho. El arduo trabajo de mi amado daba sus frutos mientras que yo lo contemplaba con excesiva adoración. Me cuidaba y al mismo tiempo me sentía amada. Definitivamente Zirano era el hombre que podría pelear contra todos mis males, como un auténtico héroe. Como el hombre perfecto que sabía que era.
Y, al fin, sus nuevas palabras me arrancan una sonrisa. Jamás creería tanto en otras palabras como en las suyas en ese mismo instante. Me acababa de demostrar que siempre, sin importar el trabajo requerido, cuidaría de mi persona.
Su perfección me hace sentir sobrecogida y de repente, pienso en el aspecto que debo tener tras mi sufrimiento, tras la fiebre… mi cabello se encontraba algo mojado por las toallas, al igual que mi frente.
Y de repente, la risa sale de mis labios con total libertad.
Mi aspecto debería ser de lo mas gracioso con la toalla en la frente.
Alzando mi brazo hacia la frente retiro la toalla y la dejo sobre el recipiente al mismo tiempo que me incorporo lo suficiente para quedar frente a el.
Mi necesidad de besarlo pasa a ser un deseo irrefrenable, pero le sonrío. Mis ojos muestran el alma de aquella sonrisa, el amor que por el siento, un amor que nunca me abandonará, que jamás se rendiría por el. Un amor que comprendía sin saber como, que nuestra relación siempre había estado destinada.
Y mientras acercaba mi rostro al suyo supe porque desde el principio, me había sentido tan cómoda a su lado. Bajé la mirada ante la hermosura de la suya, su mirada era lo mas perfecto que poseía. Me mostraba su esencia. Su naturaleza.
- Ahora… en este preciso instante, cuando todo lo has demostrado y todo tu empeño se ha volcado en mi bienestar. Pudo prometerte amor mío… que nada ni nadie será lo suficientemente poderoso como para alejarme de ti. Porque tu… acabas de ganarte mi mas profunda lealtad.- Acercando todavía mas mi rostro poso mis labios sobre los suyos, en una leve pero dulce caricia provocada por mis labios tomo su labio inferior con suavidad, para segundos después romper el contacto dejando nuestros labios a milímetros de distancia-. Te amo, Zirano. Te amo…
Y dejando escapar un suspiro abrazo el cuerpo del hombre que desde hoy, sería todo mi mundo.
Mi corazón latía enloquecido, instándome a responder. Gritándome en silencio que no solo se trataba de mi, si no también de mi futuro hijo.
Y como despertando de un terrible pesadilla mis ojos se abrieron con dificultad, me pesaban los parpados. Algo me atraía al sueño de nuevo pero un doloroso tirón en el interior de mi vientre eliminó por completo mi necesidad de descansar.
Desperada, miro a mi alrededor para comprobar donde estoy, pero la presencia de mi amado me lo dice todo. Estoy en su cuarto. Abrazo mi vientre para controlar el insoportable dolor, pues siento como si algo me resquebrajara en mi interior… El dolor ardía, quemaba. ¿O era yo la que ardía?
Sin contener las lágrimas las dejé brotar de mis ojos, inyectadas en sufrimiento y confusión. Zirano acomodó mi cabeza en unos cojines para que estuviera lo mas cómoda posible. Lo miré intentando ofrecerle una sonrisa, pero mis labios no respondían. Siento sus labios en mi frente pero mi respiración se detiene unos segundos debido a un nuevo brote de sufrimiento. El dolor se traslada hacia mis costillas, aprisionando mis pulmones sin piedad. Evitando respirar profundamente tomo aire en respiraciones lentas y cortas hasta que el dolor pasa.
Mientras tanto observo en silencio todos los movimientos de mi vampiro. En aquel momento se desvivía por mi comodidad, por mi bienestar. Y siento una profunda culpabilidad por la preocupación que le estaba haciendo pasar. ¿Porqué siempre dañaba a los que quería? Culpa mía o no, la preocupación y el sufrimiento se cebaba contra mis seres queridos, alterando así nuestra felicidad. Tal vez no lo sabía y una maldición obstruía siempre mi camino. O, simplemente… la mala suerte que desde siempre me había caracterizado.
Zirano posó su mano sobre mi vientre, intentando averiguar que me ocurría y si el bebe estaba bien. Mi mano se acercó con lentitud hacia la suya y, antes de rozarlo, apartó su mano con brusquedad, había notado algo. ¿El qué?
Asustada intenté incorporarme, rogarle que me dijera que le ocurría a mi bebe, pero que me dijera que estaba pasando.
Ilusa de mi al pensar que sin mas me iba a librar de mi flaqueza. No pude moverme ni un misero centímetro, toda la habitación parecía dar vueltas y la confusión en mi mente aumentaba. La piel de mi espalda se encontraba demasiado sensible por lo que el roce de la ropa y el de la cama me molestaban. Debía tener una fiebre altísima. Con la preocupación reflejada en mi rostro acaricié mi vientre al tiempo que veía marchar a Zirano a otra habitación, el baño.
Y con horror mis pensamientos me llevaron a un terreno escabroso.
Si a mi pequeño bebe le ocurría algo no sería capaz de soportarlo. Mas allá de la noche mas horrible de mi vida, mucho mas allá del sufrimiento que me provocó la violación… incluso mas lejano que el terrible daño que dicho suceso provocó en Paul. Amaba a mi hijo con todas mis fuerzas.
Todas mis esperanzas, ilusiones y bondad las había atado a aquel diminuto ser que crecía dentro de mi. Pues yo me había visto rota por completo cuando aquel extraño me tomó por la fuerza.
Mi amado volvió del baño con un recipiente preparado para bajarme la fiebre. Se le veía alterado por mi estado. ¿Tan mal me veía?
Sus palabras me relajan, palabras que dichas por el se transformaban siempre en un bálsamo tranquilizador. Todo el era mi tranquilidad, mis sueños, mi alma…
Lo dejó trabajar guardando silencio, pues en realidad no hubiera podido mediar palabra aunque quisiera hacerlo. Me encontraba demasiado exhausta por el dolor, la fiebre y el miedo.
El tiempo transcurría con lentitud, aferrándome todavía a mi vientre notaba como mi mejoría era un hecho. El arduo trabajo de mi amado daba sus frutos mientras que yo lo contemplaba con excesiva adoración. Me cuidaba y al mismo tiempo me sentía amada. Definitivamente Zirano era el hombre que podría pelear contra todos mis males, como un auténtico héroe. Como el hombre perfecto que sabía que era.
Y, al fin, sus nuevas palabras me arrancan una sonrisa. Jamás creería tanto en otras palabras como en las suyas en ese mismo instante. Me acababa de demostrar que siempre, sin importar el trabajo requerido, cuidaría de mi persona.
Su perfección me hace sentir sobrecogida y de repente, pienso en el aspecto que debo tener tras mi sufrimiento, tras la fiebre… mi cabello se encontraba algo mojado por las toallas, al igual que mi frente.
Y de repente, la risa sale de mis labios con total libertad.
Mi aspecto debería ser de lo mas gracioso con la toalla en la frente.
Alzando mi brazo hacia la frente retiro la toalla y la dejo sobre el recipiente al mismo tiempo que me incorporo lo suficiente para quedar frente a el.
Mi necesidad de besarlo pasa a ser un deseo irrefrenable, pero le sonrío. Mis ojos muestran el alma de aquella sonrisa, el amor que por el siento, un amor que nunca me abandonará, que jamás se rendiría por el. Un amor que comprendía sin saber como, que nuestra relación siempre había estado destinada.
Y mientras acercaba mi rostro al suyo supe porque desde el principio, me había sentido tan cómoda a su lado. Bajé la mirada ante la hermosura de la suya, su mirada era lo mas perfecto que poseía. Me mostraba su esencia. Su naturaleza.
- Ahora… en este preciso instante, cuando todo lo has demostrado y todo tu empeño se ha volcado en mi bienestar. Pudo prometerte amor mío… que nada ni nadie será lo suficientemente poderoso como para alejarme de ti. Porque tu… acabas de ganarte mi mas profunda lealtad.- Acercando todavía mas mi rostro poso mis labios sobre los suyos, en una leve pero dulce caricia provocada por mis labios tomo su labio inferior con suavidad, para segundos después romper el contacto dejando nuestros labios a milímetros de distancia-. Te amo, Zirano. Te amo…
Y dejando escapar un suspiro abrazo el cuerpo del hombre que desde hoy, sería todo mi mundo.
Juliette Dharwark- Hechicero Clase Alta
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Tengo la mano de Juliette tomada, y con mi mirada distraída observando un antiguo jarrón de porcelana, con motivos florales dibujados en un tono azul eléctrico. En él hay unas cuantas flores secas, con colores de tono pastel, su belleza muerta se había plasmado eterna, como capricho del destino, adornando la habitación de un vampiro. Pero mi pensamiento no esta en la belleza de las flores, las miro, con mirada perdida, la fiebre de Juliette ha remitido, su aspecto es mas saludable, pero, que había sido esa sensación al tocar el vientre de mi amada. Fue una extraña fuerza, mezclada con un calor bastante intenso, eso me preocupa y mucho, pero una carcajada alegre y sana, me saca de mis cavilaciones.
Es Juliette, cuando la miro veo como con una sonrisa en sus labios, se quita la toalla de la frente y la deja en el recipiente de la mesita de noche. Se incorpora, quedando su rostro a escasos diez centímetros, observo sus labios deseosos de besarme, pero se detienen en una sonrisa dulce, subo mi mirada a sus ojos, y veo como me mira, su iris brilla, con un azul cielo, y las pupilas muy abiertas. En ellos leo que siente verdadero amor por mi, veo que quiere estar a mi lado por siempre. Una sonrisa se dibuja en mis labios, mis afilados colmillos sobresalen un poco en la sonrisa, con un brillo suave. Mi mirada refleja todo el amor que siento por ella, y la felicidad, al verla sonreír, verla feliz y sana, la felicidad ilumina mi mirada. Solo quiero estar con ella, amarla y protegerla.
Baja un poco la mirada y me dice, unas palabras que me llegan has lo mas profundo de mi corazón y mi ser. Me ha jurado lealtad eterna. Su voz dulce, cálida y llena de sentimiento, resuena en mi cabeza, haciéndome sonreír con cara de colegial enamorado. Ella acerca poco a poco sus labios a los míos, acariciándomelos con mucha suavidad. Noto como besa mi labio inferior, respondiendole con un beso dulce, separa su cara de la mía, apenas unos centímetros, y mirándome a los ojos, - Te amo, Zirano. Te amo… - Y me abraza, dejando escapar un suspiro. Giro mi torso, para ponerme de frente a Juliette, separando un poco la cabeza, la miro, y con alegría y tranquilidad en mi mirada y rostro, le digo.
-Yo también te amo Juliette, con todo mi ser. Soy enormemente feliz de ver que te has recuperado, me tenias muy preocupado mi amada. Prometo amarte y protegerte desde hoy en adelante y estar siempre juntos.- me inclino sobre ella, pasando mi brazo derecho a su espalda para sujetarla, la beso, primero un simple roce sonoro, sonrió por el ruido del beso y observo con deleite el rostro alegre de Juliette. La miro durante un minuto, mas o menos, y la beso de nuevo, esta vez el beso es mas apasionado, mas húmedo, con mi lengua busco la lengua de Juliette, jugando con ella. Vuelvo a besarle mas dulcemente, mordiéndole el labio superior con suavidad, pero mi colmillo con el roce, le causo un pequeño corte en el labio, y una gota de sangre cae en mi lengua. El sabor hace que mis pupilas se dilaten, mis ojos se enrojezcan levemente. Me giro, levantándome de forma muy brusca, ella me a visto la cara, me dirijo a un rincón. No quiero que vea esta parte de mi, no quiero dañarle, pero su sangre es dulce, apoyo la palma de mi mano en la puerta cerrada, y agacho la cabeza, mirando al suelo, intentando volver a la normalidad, abro la boca, pero en mi mente la palabra Sed parece marcada con fuego, comienzo a oler la sangre sel labio de Juliette, manchando un trozo de tela, y deseo abalanzarme sobre ella y beber.
Cierro los ojos apretándolos con fuerza, los abro de nuevo, pero el deseo no desaparece, abro la puerta, y comienzo a caminar, por el pasillo del cuadro, apoyándome en la pared, caminando con dificultad, salgo del pasillo, llegando frente a la escalera y cierro la puerta tras de mi. Me pongo en la baranda y bajo al piso inferior saltando por encima de esta, caigo doblando las rodilla, y apoyando una mano en el suelo. Me levanto y me dirijo al minibar, tomando una botella de vino y bebiendo sin parar, el vino cae por la comisura de mis labios, resbalando por mi cara y manchando el cuello de mi camisa, vació la botella por completo, pero la sed no desaparece, hace 2 días que no me alimento, y la sed comienza a ser incontrolable, me apoyo en la barra, miro hacia abajo, y respirando con profundidad intento calmarme.
Es Juliette, cuando la miro veo como con una sonrisa en sus labios, se quita la toalla de la frente y la deja en el recipiente de la mesita de noche. Se incorpora, quedando su rostro a escasos diez centímetros, observo sus labios deseosos de besarme, pero se detienen en una sonrisa dulce, subo mi mirada a sus ojos, y veo como me mira, su iris brilla, con un azul cielo, y las pupilas muy abiertas. En ellos leo que siente verdadero amor por mi, veo que quiere estar a mi lado por siempre. Una sonrisa se dibuja en mis labios, mis afilados colmillos sobresalen un poco en la sonrisa, con un brillo suave. Mi mirada refleja todo el amor que siento por ella, y la felicidad, al verla sonreír, verla feliz y sana, la felicidad ilumina mi mirada. Solo quiero estar con ella, amarla y protegerla.
Baja un poco la mirada y me dice, unas palabras que me llegan has lo mas profundo de mi corazón y mi ser. Me ha jurado lealtad eterna. Su voz dulce, cálida y llena de sentimiento, resuena en mi cabeza, haciéndome sonreír con cara de colegial enamorado. Ella acerca poco a poco sus labios a los míos, acariciándomelos con mucha suavidad. Noto como besa mi labio inferior, respondiendole con un beso dulce, separa su cara de la mía, apenas unos centímetros, y mirándome a los ojos, - Te amo, Zirano. Te amo… - Y me abraza, dejando escapar un suspiro. Giro mi torso, para ponerme de frente a Juliette, separando un poco la cabeza, la miro, y con alegría y tranquilidad en mi mirada y rostro, le digo.
-Yo también te amo Juliette, con todo mi ser. Soy enormemente feliz de ver que te has recuperado, me tenias muy preocupado mi amada. Prometo amarte y protegerte desde hoy en adelante y estar siempre juntos.- me inclino sobre ella, pasando mi brazo derecho a su espalda para sujetarla, la beso, primero un simple roce sonoro, sonrió por el ruido del beso y observo con deleite el rostro alegre de Juliette. La miro durante un minuto, mas o menos, y la beso de nuevo, esta vez el beso es mas apasionado, mas húmedo, con mi lengua busco la lengua de Juliette, jugando con ella. Vuelvo a besarle mas dulcemente, mordiéndole el labio superior con suavidad, pero mi colmillo con el roce, le causo un pequeño corte en el labio, y una gota de sangre cae en mi lengua. El sabor hace que mis pupilas se dilaten, mis ojos se enrojezcan levemente. Me giro, levantándome de forma muy brusca, ella me a visto la cara, me dirijo a un rincón. No quiero que vea esta parte de mi, no quiero dañarle, pero su sangre es dulce, apoyo la palma de mi mano en la puerta cerrada, y agacho la cabeza, mirando al suelo, intentando volver a la normalidad, abro la boca, pero en mi mente la palabra Sed parece marcada con fuego, comienzo a oler la sangre sel labio de Juliette, manchando un trozo de tela, y deseo abalanzarme sobre ella y beber.
Cierro los ojos apretándolos con fuerza, los abro de nuevo, pero el deseo no desaparece, abro la puerta, y comienzo a caminar, por el pasillo del cuadro, apoyándome en la pared, caminando con dificultad, salgo del pasillo, llegando frente a la escalera y cierro la puerta tras de mi. Me pongo en la baranda y bajo al piso inferior saltando por encima de esta, caigo doblando las rodilla, y apoyando una mano en el suelo. Me levanto y me dirijo al minibar, tomando una botella de vino y bebiendo sin parar, el vino cae por la comisura de mis labios, resbalando por mi cara y manchando el cuello de mi camisa, vació la botella por completo, pero la sed no desaparece, hace 2 días que no me alimento, y la sed comienza a ser incontrolable, me apoyo en la barra, miro hacia abajo, y respirando con profundidad intento calmarme.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Me vi separada de el lo suficiente como para que nuestras miradas volvieran a tomar contacto.
Y me pregunté que sería aquello tan bueno que hice para merecerlo.
Todo el hacia un conjunto maravilloso al que yo tan solo podía adorar y amar.
Y ojala algún día supiera cuanto era capaz de dar mi corazón por el, miré la alegría en su mirada y sonreí, pues la simple imagen de sus labios me dejaba exhausta. Sonreí porque la belleza de su rostro era incluso opacada por la de su mirada, en ella podía ver al hombre que era.
Y amaba cuanto veía. Amé sus palabras y el hechizo de su voz sobre mi, voz que correspondía a una promesa, jurándonos amor por siempre.
Su inclinación sobre mi cuerpo me atrapó al instante y tomándome por la espalda, se aseguró de mantenerme a su lado. Solo uno de sus besos causó alegría en mi alma, solo uno de ellos bastó para hacerme sonreír con gracia y diversión. Solo el había conseguido que un sentimiento tomará forma de acción… Unidos, por siempre.
Y durante el transcurso de un minuto cada segundo marcó un paso en mi corazón, cada instante aseguró el lazo que nos unía, volviéndolo irrompible.
Podría tratarse de una bella canción, de un hermoso paraje.
Tal vez de un lindo relato entre dos enamorados o una espléndida obra creada por expertas manos manejando un solo pincel.
Pudiera ser entonces que mi vida, en un abrir y cerrar de ojos se hubiera convertido en un cuento de hadas, posible era teniendo a Zirano a escasos centímetros de mi.
Amándome como si no hubiera mañana y cuidándome como si la vida le fuera en ello.
¿Cómo agradecer al destino haber puesto en tu vida al mas bello de los seres?
Si podía sentir nuestra unión en el reflejo de nuestras miradas, si podía ver un aura… abrumadora por su esencia colmada de bondad. Todo ello veía en el cuando estaba a mi lado y dios mío… cuanto lo necesitaba. Cuanto lo anhelaba. Su cercanía se me hacía poco, quería sus labios, los quería para mi en este precioso instante.
Y el pareció escuchar mis pensamientos dándome la satisfacción de que fuesen cumplidos.
Pero este beso fue diferente… la presión sobre mi espalda aumentó, al igual que el ritmo del beso.
Sus labios acariciaban los míos con pasión, y su ímpetu se volvió mío.
Jugué con sus labios a placer, ocasionándoles dulces pero intensos mordiscos, rozándolos con demasiada adoración, sintiéndolos fundidos sobre los míos…
Pegándome mas a su cuerpo anclé mis brazos en torno a su cuello, en un abrazo que me permitió besarlo con toda la intensidad que mis sentimientos necesitaban. Y aclamaban dicha acción, sentimientos locos que desordenaban mi mente, me hacían abandonar la razón, poniendo en mi mente la imagen de Zirano como lo único importante. Como si yo misma fuera el y no necesitase de control alguno para sentir comodidad.
Pero el ritmo volvió a ser cambiado por el, la dulzura pasó a ser la protagonista que con júbilo recibí. Ese beso… su beso. Todo quedó expresado y nada dicho. Todo fue sentido, excepto el miedo…
Ahora entre sus brazos, entre sus labios, el miedo ya no ocupaba lugar en mi.
Tomando mi labio superior entre sus dientes lo mordió con extrema suavidad, el cariño iba transmitido en aquel mordisco que a punto estuvo de hacerme sonreír. A punto… Uno de sus afilados y cortantes colmillos se hundió en la fina piel de mi labio, sin esfuerzo ninguno, sin quererlo. En solo un segundo nuestro mágico momento desapareció como si recién hubiera despertado de un sueño. Pues ahora comprendía que sus hermosos colmillos eran unas mortíferas armas de las que yo no podría estar a salvo. Con los ojos muy abiertos por la sorpresa observo el cambio que su rostro muestra, sus ojos reclaman sangre…
Zirano se giró para levantarse con brusquedad, con demasiada rapidez. Su acto me hizo sobresaltar y como acto reflejo agarré con mis manos la ropa de cama, su tela se arrugaba bajo mis puños al tiempo que mi pecho subía y bajaba por mi profunda y rápida respiración.
En silencio permanezco, dándole tiempo a mi amado para calmarse y, en silencio, ruego que no de media vuelta, ruego para que su naturaleza no pueda con su conciencia.
Soltando la ropa de cama me abrazo a mi misma, y notando mi vientre entre mis brazos observo al amor de mi vida sin mediar palabra.
Me sentía en peligro, el miedo volvió y me arrancó de mis bellos sueños para con el. Pues si algo me ocurría, mi bebé sería el que sufriría las consecuencias.
Pero Zirano abrió la puerta, dejándome atrás.
Y sentí soledad en vez de alivio, sentí demasiada soledad…
La confusión de mi amado se trasladaba a sus pasos, le costaba alejarse de mi sangre. Sangre que necesitaba…
Incorporándome del todo sobre la cama retomé la compostura, y mi mente volvió a funcionar correctamente.
El era mi vida, mi todo. Desde un principio había aceptado su condición de vampiro sabiendo a lo que me arriesgaba. Tomando en cuenta los peligros.
Y siendo consciente de que aquel vampiro que segundos atrás había puesto en peligro mi vida era el único hombre que con sinceridad me había amado me hizo ponerme en pie.
Mandé todo mi raciocinio a un lugar del que no podría salir por un buen rato, lo ignore por completo, importándome una miseria mi temor.
Zirano me necesitaba, y no sería yo quien lo fallase.
La sangre llegó hasta mi boca y su sabor me procuró un escalofrío. ¿Realmente mi sangre lo había alterado tanto? ¿Se encontraba sediento en estos instantes?
Pero no me importaba. Saliendo de su cuarto avancé por el pasillo hasta llegar a la puerta que daba a las escaleras. Posé mi mano sobre el pomo y tiré de el.
Segundos mas tarde me encontraba bajando las escaleras. Y ojala no le molestase la valentía con la que tomaba dicha situación, ojala no se resultara molesto por mi insensatez…
Pero él era mi amor, y a el le entregaría todo. Únicamente a el.
Cuando llegué a su lado miré con timidez a la botella de vino que por su aspecto, acababa de consumir.
Subí la mirada hasta su rostro, y lo tomé entre mis manos, acunándolo con delicadeza le sonreí.
- Si es mi sangre lo que deseas, puedes tomarla con total libertad, te pertenece… -suspiré mostrando algo de preocupación- tan solo te pido que no te sobrepases, no quiero dañar a mi bebe.
Acarició su rostro comprendiendo al fin lo que supondría para el ponerme en peligro.
- No tengas miedo mi amor… yo confío en ti.
Con el atrevimiento que me quedaba en mi interior, acerqué nuestros rostros para darle un suave y corto beso en los labios. Toda yo le pertenecía… era su derecho tomar mi sangre si la deseaba. Como también era mío el deseo de poder ayudar a mi ser amado.
Y me pregunté que sería aquello tan bueno que hice para merecerlo.
Todo el hacia un conjunto maravilloso al que yo tan solo podía adorar y amar.
Y ojala algún día supiera cuanto era capaz de dar mi corazón por el, miré la alegría en su mirada y sonreí, pues la simple imagen de sus labios me dejaba exhausta. Sonreí porque la belleza de su rostro era incluso opacada por la de su mirada, en ella podía ver al hombre que era.
Y amaba cuanto veía. Amé sus palabras y el hechizo de su voz sobre mi, voz que correspondía a una promesa, jurándonos amor por siempre.
Su inclinación sobre mi cuerpo me atrapó al instante y tomándome por la espalda, se aseguró de mantenerme a su lado. Solo uno de sus besos causó alegría en mi alma, solo uno de ellos bastó para hacerme sonreír con gracia y diversión. Solo el había conseguido que un sentimiento tomará forma de acción… Unidos, por siempre.
Y durante el transcurso de un minuto cada segundo marcó un paso en mi corazón, cada instante aseguró el lazo que nos unía, volviéndolo irrompible.
Podría tratarse de una bella canción, de un hermoso paraje.
Tal vez de un lindo relato entre dos enamorados o una espléndida obra creada por expertas manos manejando un solo pincel.
Pudiera ser entonces que mi vida, en un abrir y cerrar de ojos se hubiera convertido en un cuento de hadas, posible era teniendo a Zirano a escasos centímetros de mi.
Amándome como si no hubiera mañana y cuidándome como si la vida le fuera en ello.
¿Cómo agradecer al destino haber puesto en tu vida al mas bello de los seres?
Si podía sentir nuestra unión en el reflejo de nuestras miradas, si podía ver un aura… abrumadora por su esencia colmada de bondad. Todo ello veía en el cuando estaba a mi lado y dios mío… cuanto lo necesitaba. Cuanto lo anhelaba. Su cercanía se me hacía poco, quería sus labios, los quería para mi en este precioso instante.
Y el pareció escuchar mis pensamientos dándome la satisfacción de que fuesen cumplidos.
Pero este beso fue diferente… la presión sobre mi espalda aumentó, al igual que el ritmo del beso.
Sus labios acariciaban los míos con pasión, y su ímpetu se volvió mío.
Jugué con sus labios a placer, ocasionándoles dulces pero intensos mordiscos, rozándolos con demasiada adoración, sintiéndolos fundidos sobre los míos…
Pegándome mas a su cuerpo anclé mis brazos en torno a su cuello, en un abrazo que me permitió besarlo con toda la intensidad que mis sentimientos necesitaban. Y aclamaban dicha acción, sentimientos locos que desordenaban mi mente, me hacían abandonar la razón, poniendo en mi mente la imagen de Zirano como lo único importante. Como si yo misma fuera el y no necesitase de control alguno para sentir comodidad.
Pero el ritmo volvió a ser cambiado por el, la dulzura pasó a ser la protagonista que con júbilo recibí. Ese beso… su beso. Todo quedó expresado y nada dicho. Todo fue sentido, excepto el miedo…
Ahora entre sus brazos, entre sus labios, el miedo ya no ocupaba lugar en mi.
Tomando mi labio superior entre sus dientes lo mordió con extrema suavidad, el cariño iba transmitido en aquel mordisco que a punto estuvo de hacerme sonreír. A punto… Uno de sus afilados y cortantes colmillos se hundió en la fina piel de mi labio, sin esfuerzo ninguno, sin quererlo. En solo un segundo nuestro mágico momento desapareció como si recién hubiera despertado de un sueño. Pues ahora comprendía que sus hermosos colmillos eran unas mortíferas armas de las que yo no podría estar a salvo. Con los ojos muy abiertos por la sorpresa observo el cambio que su rostro muestra, sus ojos reclaman sangre…
Zirano se giró para levantarse con brusquedad, con demasiada rapidez. Su acto me hizo sobresaltar y como acto reflejo agarré con mis manos la ropa de cama, su tela se arrugaba bajo mis puños al tiempo que mi pecho subía y bajaba por mi profunda y rápida respiración.
En silencio permanezco, dándole tiempo a mi amado para calmarse y, en silencio, ruego que no de media vuelta, ruego para que su naturaleza no pueda con su conciencia.
Soltando la ropa de cama me abrazo a mi misma, y notando mi vientre entre mis brazos observo al amor de mi vida sin mediar palabra.
Me sentía en peligro, el miedo volvió y me arrancó de mis bellos sueños para con el. Pues si algo me ocurría, mi bebé sería el que sufriría las consecuencias.
Pero Zirano abrió la puerta, dejándome atrás.
Y sentí soledad en vez de alivio, sentí demasiada soledad…
La confusión de mi amado se trasladaba a sus pasos, le costaba alejarse de mi sangre. Sangre que necesitaba…
Incorporándome del todo sobre la cama retomé la compostura, y mi mente volvió a funcionar correctamente.
El era mi vida, mi todo. Desde un principio había aceptado su condición de vampiro sabiendo a lo que me arriesgaba. Tomando en cuenta los peligros.
Y siendo consciente de que aquel vampiro que segundos atrás había puesto en peligro mi vida era el único hombre que con sinceridad me había amado me hizo ponerme en pie.
Mandé todo mi raciocinio a un lugar del que no podría salir por un buen rato, lo ignore por completo, importándome una miseria mi temor.
Zirano me necesitaba, y no sería yo quien lo fallase.
La sangre llegó hasta mi boca y su sabor me procuró un escalofrío. ¿Realmente mi sangre lo había alterado tanto? ¿Se encontraba sediento en estos instantes?
Pero no me importaba. Saliendo de su cuarto avancé por el pasillo hasta llegar a la puerta que daba a las escaleras. Posé mi mano sobre el pomo y tiré de el.
Segundos mas tarde me encontraba bajando las escaleras. Y ojala no le molestase la valentía con la que tomaba dicha situación, ojala no se resultara molesto por mi insensatez…
Pero él era mi amor, y a el le entregaría todo. Únicamente a el.
Cuando llegué a su lado miré con timidez a la botella de vino que por su aspecto, acababa de consumir.
Subí la mirada hasta su rostro, y lo tomé entre mis manos, acunándolo con delicadeza le sonreí.
- Si es mi sangre lo que deseas, puedes tomarla con total libertad, te pertenece… -suspiré mostrando algo de preocupación- tan solo te pido que no te sobrepases, no quiero dañar a mi bebe.
Acarició su rostro comprendiendo al fin lo que supondría para el ponerme en peligro.
- No tengas miedo mi amor… yo confío en ti.
Con el atrevimiento que me quedaba en mi interior, acerqué nuestros rostros para darle un suave y corto beso en los labios. Toda yo le pertenecía… era su derecho tomar mi sangre si la deseaba. Como también era mío el deseo de poder ayudar a mi ser amado.
Última edición por Juliette Dharwark el Jue Abr 18, 2013 5:43 pm, editado 1 vez
Juliette Dharwark- Hechicero Clase Alta
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Re: Unidos [Zirano Xanaddo]
Mi mente comienza poco a poco a recobrar el control sobre mis impulsos, mis colmillos me dejan de doler, sigo con la mirada fija en la barra, cerrando con fuerza mis ojos, los remordimientos me corroen por dentro, realmente deseé saciar mi sed con mi amada. Habría bebido de ella dejándola casi vacía por completo, no se como demonios pude ni si quiera pensar en eso, jamas podría dañar a mi dulce Juliette, no me lo perdonaría nunca si me hubiese dejado llevar por el instinto. Noto como mis ojos y mi sed comienzan a calmarse de nuevo.
Abro los ojos, mirando a mi alrededor, como salido de un intenso sueño, pero no había sido ningún sueño, ha sucedido de verdad, casi ataco a Juliette, la amo con todo mi ser, pero a mi lado estará en peligro, vuelvo a agachar mi mirada, triste, que debería hacer? Me pregunto sin parar, la respuesta parece clara en mi mente, alejarme de ella por su bien. Pero no podría vivir sin ella a mi lado, seré un egoísta por quererla a mi lado toda la eternidad? Mi corazón replica a la pregunta anterior. No se lo que hacer, como debería actuar, me pierdo en mi propia tristeza durante unos instantes, permaneciendo ajeno al mundo exterior, tanto que no noto como Juliette se acerca, hasta que veo como se para delante de mi. Observo su cuerpo levantando mi mirada poco a poco, recorriendo sus piernas, cintura, torso y acabando en sus ojos. Ella me mira con dulzura, en mi cara se refleja la tristeza, y mi mirada es confusa, apagada. Me abraza, un abrazo cálido y dulce, mi cara queda al lado de su cuello, su olor me hace cerrar los ojos, un aroma suave pero exquisito y con toques florales. El eco de la sed comienza de nuevo a sonar en mi mente. Pero tan solo hundo mi cara en su hombro, apretando con fuerza, luchando por que la sed desaparezca, y entonces es cuando Juliette me dice unas palabras, con preocupación en su rostro.
La retiro de mi tomándola de los hombros, mirándola con incredulidad. -Por favor no me pidas eso, jamas podría hacerte daño, Juliette no beberé de ti mi amada.- Mi voz es algo temblorosa, en ella se nota mi lucha interna, un mordisquito nada mas, solo beber un poco de su sangre. Pero si lo hiciera podría parar? Haría daño a Juliette o su bebe? Y ella entonces acaricio mi cara, con mirada comprensiva en sus ojos. -No tengas miedo mi amor… yo confío en ti.- sus dulces palabras hicieron mella en mi, marcándose como un hierro al rojo vivo, y no hacían mas que ponerme un poco mas triste. Juliette me besa, un beso corto pero intenso, mi boca hace el gesto de querer morderlos cuando ella los aleja, y me mira confiada y pidiéndome que tome su sangre.
Mi mirada se vuelve mas severa, como puede pedirme algo así? A caso me ve capaz de hacerte daño? La miro a los ojos, con seriedad. -Juliette, ¿a caso crees que podría dañarte? Jamas podría mi amada. En tu estado seria muy peligroso.- Acaricio su rostro, mirándola algo mas calmado. -Jamas me perdonare el haber intentado morderte.- La tomo entre mis brazos y beso su cuello. -Pero cuando des a luz a tu bebe, mi futuro hijo, te haré mi compañera para toda la eternidad.- Mi voz en la última frase suena como un susurro. Y vuelvo a besar su cuello, y beso sus labios, con pasión, como si jamas fuera a volver a besarle.
El beso es intenso, largo y excitante, una mano se pierde en tu espalda, bajando poco a poco, a lo largo del beso, hasta posarse en el trasero de Juliette, agarrándolo firmemente y mi otra mano en su nuca. -Te amo Juliette, y mi sed es de amor, necesito que me ames, que me des todo tu amor y pasión.- La tomo con ambas manos del trasero, alzándola y sentándola sobre la barra, yo me quedo de pie, puesto delante de ella entre medio de sus piernas, y mis manos se pierden en su cintura. -Mi amada, te encuentras mejor? Antes me asustaste, estuviste mas de 5 horas con fiebre muy alta, te ha pasado mas veces mi amor?- Mi voz es preocupada, y mi mirada vuelve a ser la misma de siempre, con un gran brillo de amor solo para Juliette. Intento cambiar de tema, y poder olvidar mi sed, aunque el eco de está sigue torturándome, pero resisto con toda mi fuerza de voluntad. Y de nuevo la beso, dejando esta vez que ella marque el ritmo de este.
Abro los ojos, mirando a mi alrededor, como salido de un intenso sueño, pero no había sido ningún sueño, ha sucedido de verdad, casi ataco a Juliette, la amo con todo mi ser, pero a mi lado estará en peligro, vuelvo a agachar mi mirada, triste, que debería hacer? Me pregunto sin parar, la respuesta parece clara en mi mente, alejarme de ella por su bien. Pero no podría vivir sin ella a mi lado, seré un egoísta por quererla a mi lado toda la eternidad? Mi corazón replica a la pregunta anterior. No se lo que hacer, como debería actuar, me pierdo en mi propia tristeza durante unos instantes, permaneciendo ajeno al mundo exterior, tanto que no noto como Juliette se acerca, hasta que veo como se para delante de mi. Observo su cuerpo levantando mi mirada poco a poco, recorriendo sus piernas, cintura, torso y acabando en sus ojos. Ella me mira con dulzura, en mi cara se refleja la tristeza, y mi mirada es confusa, apagada. Me abraza, un abrazo cálido y dulce, mi cara queda al lado de su cuello, su olor me hace cerrar los ojos, un aroma suave pero exquisito y con toques florales. El eco de la sed comienza de nuevo a sonar en mi mente. Pero tan solo hundo mi cara en su hombro, apretando con fuerza, luchando por que la sed desaparezca, y entonces es cuando Juliette me dice unas palabras, con preocupación en su rostro.
La retiro de mi tomándola de los hombros, mirándola con incredulidad. -Por favor no me pidas eso, jamas podría hacerte daño, Juliette no beberé de ti mi amada.- Mi voz es algo temblorosa, en ella se nota mi lucha interna, un mordisquito nada mas, solo beber un poco de su sangre. Pero si lo hiciera podría parar? Haría daño a Juliette o su bebe? Y ella entonces acaricio mi cara, con mirada comprensiva en sus ojos. -No tengas miedo mi amor… yo confío en ti.- sus dulces palabras hicieron mella en mi, marcándose como un hierro al rojo vivo, y no hacían mas que ponerme un poco mas triste. Juliette me besa, un beso corto pero intenso, mi boca hace el gesto de querer morderlos cuando ella los aleja, y me mira confiada y pidiéndome que tome su sangre.
Mi mirada se vuelve mas severa, como puede pedirme algo así? A caso me ve capaz de hacerte daño? La miro a los ojos, con seriedad. -Juliette, ¿a caso crees que podría dañarte? Jamas podría mi amada. En tu estado seria muy peligroso.- Acaricio su rostro, mirándola algo mas calmado. -Jamas me perdonare el haber intentado morderte.- La tomo entre mis brazos y beso su cuello. -Pero cuando des a luz a tu bebe, mi futuro hijo, te haré mi compañera para toda la eternidad.- Mi voz en la última frase suena como un susurro. Y vuelvo a besar su cuello, y beso sus labios, con pasión, como si jamas fuera a volver a besarle.
El beso es intenso, largo y excitante, una mano se pierde en tu espalda, bajando poco a poco, a lo largo del beso, hasta posarse en el trasero de Juliette, agarrándolo firmemente y mi otra mano en su nuca. -Te amo Juliette, y mi sed es de amor, necesito que me ames, que me des todo tu amor y pasión.- La tomo con ambas manos del trasero, alzándola y sentándola sobre la barra, yo me quedo de pie, puesto delante de ella entre medio de sus piernas, y mis manos se pierden en su cintura. -Mi amada, te encuentras mejor? Antes me asustaste, estuviste mas de 5 horas con fiebre muy alta, te ha pasado mas veces mi amor?- Mi voz es preocupada, y mi mirada vuelve a ser la misma de siempre, con un gran brillo de amor solo para Juliette. Intento cambiar de tema, y poder olvidar mi sed, aunque el eco de está sigue torturándome, pero resisto con toda mi fuerza de voluntad. Y de nuevo la beso, dejando esta vez que ella marque el ritmo de este.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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