Unidos [Zirano Xanaddo]

Recuerdo del primer mensaje :

Se trataba de un camino sinuoso e incluso extenso.
Mi casa y la suya estaban distanciadas por un buen trecho… ¿pero qué importaba?
Aun sin saber si era bien recibida o no en su hogar, sentí la imperiosa necesidad de hacerle una visita.
Como una llamada inevitable, una necesidad de aquellas risas, de esa unión tan especial que entre nosotros parecía existir.
Y cuando alguien te importa tanto, cuando en tu mente se implanta el deseo de su cercanía, no existe excusa alguna ni motivo de peso para rechazar dicho impulso.
Observaba con detenimiento los alrededores al tiempo que pensaba en la naturaleza de Zirano y, sonriendo, me afirmé una vez mas que aquellos seres tan increíbles escondían grandes cosas en su interior.

Era sumamente amable conmigo, la confianza sentida iba mas allá de simples conocidos, yo lo sabía… Aquel vampiro sería muy importante en mi vida.
Una amistad sincera, correspondida y al mismo tiempo anhelada.
Puede que hasta yo misma hubiera necesitado de alguien como el sin saberlo.
De alguien que sin rechistar estuviera encantado de coger mi mano en los buenos y malos momentos, alguien con quien no temer nada, en quien confiarle todo…
Ese era Zirano para mi. La máxima expresión de amistad.

Me detuve ante su mansión, su fachada era tan hermosa que me hacía sentir lo acogedora que podría llegar a ser en su interior. Como el mismo dueño.
Pero un grito hizo girar mi cuerpo con brusquedad, en pos de la voz masculina que tras de mi, maldecía con rabia. Sus pasos lo dirigían hacia mi persona, se trataba de un hombre corpulento, tal vez un ladrón… y en ese momento me arrepentí de haber salido sola de casa. Mi embarazo era la consecuencia de lo que podría ocurrir al actuar tan irresponsablemente.
Con rapidez me alejé varios pasos de el sin atreverme a apartar la mirada del individuo, y sentí mucho miedo, terror… pues mis poderes eran simplemente de protección y conmigo no solían dar buen resultado.
Mirando al cielo me percaté de que el sol ya no era visible, una hora peligrosa para una mujer.
No lograba hablar, ni tan siquiera pedirle que se marchara.
Ni un murmullo con el nombre de Zirano impreso en el…
Podría escucharme, era cierto.
Pero el temor me paralizaba.

Extraña contradicción la que pone en jaque mis pensamientos, pues una intolerante y feroz inquietud hace temblar todos los cimientos de mi persona, mientras que una leve palpitación cargada de amor vibraba en perfecta armonía con mi alma, ya unida para siempre a mi vampiro.
Interesante forma de ver el mundo… o te dejas arrastrar por los acontecimientos hasta allá donde quieran llevarte, o te rebelas y tomas tu propio camino.
¿Qué hacía yo?
Ambas cosas. Pues miro a Zirano y contemplo un sueño hecho realidad, una hermosa y triunfante corriente que me ha arrastrado hasta el mas bello de los tesoros, hasta el mas temible guerrero, hasta el mas fuerte de los escudos… incluso hasta al corazón mas hermoso que jamás encontraría.
Pero también me sentía dueña de mis actos, en total libertad a su lado.
Y lo amaba… lo amaba tanto.
Sabía que por el daría hasta mi vida, que sin el, nada tendría sentido, pues el significado de la vida y mis propósitos morirían con su ausencia.
¿Qué hacer, pues?
Si el amor de mi vida siente una fuerza aterradora hacia un instinto irracional, pero necesario.
Necesario para que su vida continuase en perfecto estado. ¿Qué hacer? Si cuando tu sangre es todo cuanto puedes darle a cambio de todo cuanto te da.

Veo como su mirada se vuelve dura, me reprocha mi intención, mi forma de pensar.
Cree que lo considero un monstruo por el hecho de aceptar su necesidad de mi sangre.
¿Cómo puede ser tan testarudo?
Observo su mirada cargada de confusión, pues anhela algo que el mismo se ha prohibido. Y escucho sus palabras, las cuales intentan hacerme entender. Y tiene razón… corría el riesgo de dañar a mi bebé. Aquel miedo me hacía dudar, temer.
Pero como si de un suspiro que eliminase la tensión se tratara, un pequeño vestigio de esperanza me hacía saber que de el no debería temer nunca. Y era aquello lo que no parecía comprender mi amado.
Estaba segura que en el fondo, Zirano sabía que nunca me dañaría…
Pero entonces… ¿porqué?
Continué escuchándolo, aceptando todas sus palabras, pero ignorando su significado final. No me daría por vencida, nunca. No con el.
Era un vampiro y tomaba sangre de personas, de hombres y mujeres. Tal vez fue ese pensamiento el que me desencajó del todo, el que me hizo temer. El tomaría la sangre de cualquier mujer, por capricho o por necesidad… pero la mía por el contrario, la rechazaba.
Frunciendo el ceño me perdí en pensamientos tan frustrantes y tristes. Pues me sentí como si de alguna forma yo no fuera lo suficiente para el, era débil a su lado, con muchas menos experiencias para con la vida, y ni tan siquiera cuando la sed quemaba su garganta hasta el punto del descontrol mi presencia servía de nada.
Siento sus labios sobre mi cuello, y mis ganas de llorar aumentan. Pero me controlo al no querer sentirme una estúpida a su lado.

Pero la situación cambió, su apasionado beso me libró en parte de la pena al intercambiarla por intensidad, lo amé y lo besé con toda la intensidad que me fue posible, adquiriendo en el beso un arrebato de descontrol que con cada roce que daba sobre sus labios añadía mi necesidad de darle cuanto requiriera, desde hoy y para siempre me prometí a mi misma dárselo todo, así el no lo quisiera, el recibiría cuanto yo quisiera darle.
Su acto fue lo que me hizo abandonar mis pensamientos, acarició mi espalda, descendiendo lentamente… pero fue cuando su mano agarró firmemente mi trasero cuando todos los músculos de mi cuerpo se tensaron en respuesta. No entendía dicha acción, no lograba ver su significado.
Separándose de mi sus palabras me hundieron incluso mas. Pidiéndome que cesase en mi intento de alimentarlo, pidiéndome amor, algo que podría darle a raudales. Pero la palabra pasión me atemorizó.
Me hizo temer cuando su otra mano se detuvo junto a la otra, para levantarme y situarme en la barra.
Su posición sobre mis piernas me hizo sentir que estaba a su merced, me hizo sentir, de alguna forma, que estaba presa. Y sentí tanto miedo… ¿era aquella pasión la que necesitaba? ¿era capaz de dársela?
Miré sus ojos al tiempo que me concentraba en sus nuevas palabras, pero mi respiración se había acelerado, las lágrimas se acumulaban en mis ojos, amenazando con ser liberadas de un momento a otro.
Recuerdos terribles golpearon mi mente, los recuerdos de la primera y última vez que un hombre tuvo el valor de tomar esa misma posición para violarme después. Y a pesar de saber que mi amado jamás me haría daño, la oscuridad consumió mi alma por dichos recuerdos, alertándome de un peligro que quizá no existiese, pero que debía evitar a toda costa.

Volvió a besarme, pero rápidamente aparté mis labios de los suyos, dando por finalizado el contacto. Mis lágrimas ya recorrían mi rostro y el temblor ya dominaba mi cuerpo.
Sentía terror.

- Mi amor… por favor… -murmuré apenas imperceptiblemente- aun conservo mucho miedo tras mi violación y ni tan siquiera permanecer así me resulta cómodo.-Bajé la mirada sintiendo vergüenza en demasía, pues un sollozo y nuevas lágrimas me hicieron sentir demasiado pequeña- tengo mucho miedo…

Estando casi segura de que lo había decepcionado me atreví a volver a mirarlo, pero lo aparté con suavidad de mi, lo suficiente para bajar de la barra y con temblorosos pasos, me alejé unos cuantos centímetros de el. Bajé la mirada hasta mi abultado vientre y asentí, dispuesta a responder a su anterior pregunta.

- Me pasa mucho… temo que mi bebé no esté bien, que algo malo le ocurra. Vivo cada día con miedo de no aguantar este dolor, de que mi cuerpo se rinda a el, de no poder aguantar por mi pequeño hijo…-Alzo la mirada hasta el con una mirada que reflejaba mi inquietud- no quiero abandonarte mi amor, pero si debo morir, prefiero que sea después de que mi bebé nazca. No me perdonaría no conseguirlo.

Mordí levemente mi labio inferior para contrarrestar el sufrimiento que mi alma percibía ante dichos pensamientos. Sabiendo que para Zirano yo sería una mujer que daría problemas, débil e incluso demasiado niña, con marcados traumas y un grave problema para con la obediencia.
Y aun así, desee que me aceptara. Quise que a pesar de todo, su imagen sobre mi no se desvaneciera como si de una sola visión se tratase.