AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Vacío estaba.
Desolado, buscando una idea para volver hacia atrás en el tiempo…..pero no la hallaba. Era inútil que siguiera pensando en lo mismo cuando no había vuelta hacia atrás. ¿Qué le preguntaría su madre? Sabía que era un buen amigo de su madre por las veces que la había ayudado antes de que siempre volviera a la mar o ¿Qué diría el ahora? ¿Qué su mejor hombre murió de un balazo? De una cosa sí que estaba seguro, no iba a demostrar tristeza cuando subiera al barco, no seguiría ahí donde estaba, siendo una persona que se entristecía por una persona…aunque en este caso había una excepción.
-…-No hablaba pues la tristeza le inundaba en ese momento. Cansado de esperar sentado en aquella carreta, pretendió levantarse e irse calle abajo, pero Hermes y Filles le tomaron de los hombros para volver a sentarlo, esta vez atado con cuerdas, bien firme. Dio por sentado que no le iban a dejar libre hasta que llegaran.
Una vez llegaron a la playa donde se supone que había un grumete esperando con unos remos. Le reconoció aquella cicatriz por la espalda, aquella piel tostada que osaba tener bastantes pecas. Suspirando se dejó llevar atado hasta el bote, sin decir aun palabra alguna. La grumete que mostraba su escote con demasiada generosidad, no levanto más penurias en el interés del pirata, sino todo lo contrario. Sintió querer estrujarlas entre sus manos y ella misma no diría que no. Sabía de su afición hacia él, de la idolatría que le tenía. Por eso la contrato con la condición de que fuera de alguna “ayuda” cuando él estuviera decaído y finalmente, la grumete se tapó bien el escote antes de tomar los remos y remar varias millas a mar adentro hasta que estuvieron contra la madera del barco. Era obvio que la grumete sabía lo que le pasaba a su capitán, a aquel que profanaba un amor platónico y que jamás sería correspondido. Para ella, la felicidad de su capitán era lo primero.
Llegaron al barco. Habían desatado a Teng pues ya no tenía ninguna otra escapatoria, pero cuando vio a sus hermanas y a su madre, el mundo se le cayó a los pies al no ver a su maldita y desquiciada amada bruja -…¿Don…Donde está ella? –murmuro casi con la congoja al descubierto, tosió para no ser descubierto y ser el objeto de críticas y burlas en charlas de las bocas inferiores de su tripulación. Seguía mirando hacia los lados, pero vio a su madre algo enfurruñada, como preguntándose donde estaba Fenrir. A Teng eso le extraño.
-¿Dónde está o donde se quedó Fenrir? –La voz de la emperatriz había sonado distante, fría, casi sin sentimiento que pudiera sentirse por fuera pero en su mirada había un deje de preocupación por el que se había quedado atrás, arriesgando su vida por el príncipe.
-…-Teng seguía sin responder, pero enfrento la mirada de su madre, trago saliva con cierta dificultad y le miro-….Muerto…-Sin más olvido la mirada de todos con un movimiento rápido de cabeza, moviendo su cuerpo a la misma dirección hacia donde se dirigía que era su camarote.
Desolado, buscando una idea para volver hacia atrás en el tiempo…..pero no la hallaba. Era inútil que siguiera pensando en lo mismo cuando no había vuelta hacia atrás. ¿Qué le preguntaría su madre? Sabía que era un buen amigo de su madre por las veces que la había ayudado antes de que siempre volviera a la mar o ¿Qué diría el ahora? ¿Qué su mejor hombre murió de un balazo? De una cosa sí que estaba seguro, no iba a demostrar tristeza cuando subiera al barco, no seguiría ahí donde estaba, siendo una persona que se entristecía por una persona…aunque en este caso había una excepción.
-…-No hablaba pues la tristeza le inundaba en ese momento. Cansado de esperar sentado en aquella carreta, pretendió levantarse e irse calle abajo, pero Hermes y Filles le tomaron de los hombros para volver a sentarlo, esta vez atado con cuerdas, bien firme. Dio por sentado que no le iban a dejar libre hasta que llegaran.
Una vez llegaron a la playa donde se supone que había un grumete esperando con unos remos. Le reconoció aquella cicatriz por la espalda, aquella piel tostada que osaba tener bastantes pecas. Suspirando se dejó llevar atado hasta el bote, sin decir aun palabra alguna. La grumete que mostraba su escote con demasiada generosidad, no levanto más penurias en el interés del pirata, sino todo lo contrario. Sintió querer estrujarlas entre sus manos y ella misma no diría que no. Sabía de su afición hacia él, de la idolatría que le tenía. Por eso la contrato con la condición de que fuera de alguna “ayuda” cuando él estuviera decaído y finalmente, la grumete se tapó bien el escote antes de tomar los remos y remar varias millas a mar adentro hasta que estuvieron contra la madera del barco. Era obvio que la grumete sabía lo que le pasaba a su capitán, a aquel que profanaba un amor platónico y que jamás sería correspondido. Para ella, la felicidad de su capitán era lo primero.
Llegaron al barco. Habían desatado a Teng pues ya no tenía ninguna otra escapatoria, pero cuando vio a sus hermanas y a su madre, el mundo se le cayó a los pies al no ver a su maldita y desquiciada amada bruja -…¿Don…Donde está ella? –murmuro casi con la congoja al descubierto, tosió para no ser descubierto y ser el objeto de críticas y burlas en charlas de las bocas inferiores de su tripulación. Seguía mirando hacia los lados, pero vio a su madre algo enfurruñada, como preguntándose donde estaba Fenrir. A Teng eso le extraño.
-¿Dónde está o donde se quedó Fenrir? –La voz de la emperatriz había sonado distante, fría, casi sin sentimiento que pudiera sentirse por fuera pero en su mirada había un deje de preocupación por el que se había quedado atrás, arriesgando su vida por el príncipe.
-…-Teng seguía sin responder, pero enfrento la mirada de su madre, trago saliva con cierta dificultad y le miro-….Muerto…-Sin más olvido la mirada de todos con un movimiento rápido de cabeza, moviendo su cuerpo a la misma dirección hacia donde se dirigía que era su camarote.
Última edición por Teng Jin-Ho Zhen el Sáb Ene 17, 2015 7:25 pm, editado 1 vez
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: Cantos corales [Priv] + 18
“No soy dueño de mí mismo ni voy donde a mí me agrada, atado llevo el deseo al hilo de tu mirada.”
— Anomino
— Anomino
Se había quedado dormida, no se había dado cuenta, hasta que escucho un gran estruendo afuera del camarote, salto exaltada, sorprendida de que hubiera podido dormir en ese lugar, pero el cansancio de su cuerpo, solamente le ayudaba a conciliar el sueño de forma más rápido, se quedo sentada en su cama por unos segundos, acomodo su cabellera, algo más larga, de lo que había estado unos meses antes, cuando a Teng se le había ocurrido la gran idea de cortárselo al ras, como la de un hombre, ya estaba muy cerca de los hombros, eso le alegraba mucho. Pero no era momento de celebrar la diferencias del pasado y presente, se mordió el labio inferior, sintiendo cierta ansiedad apoderarse de su cuerpo, estaba tan segura de que era Teng, que solamente no podía esperar verlo cruzar aquella puerta, pero no fue así.
Unos golpes en la puerta, la exaltaron y extrañaron, pero no duro mucho en hablar, de forma firme— Adelante — y se abrió lentamente la puerta, dejando ver uno de los subordinados del pirata, no sabía si en su rostro se podía ver la decepción, tampoco le importaba mucho esconderla, el hombre, sin mucho que hablar, le dio a entender que debía salir un momento, ella le hizo casi, sin saber exactamente porque debía hacerlo, solamente entrecerró sus ojos, mientras se levantaba de la cama e iba hacia afuera, encontrándose con la sorpresa de ver a tres mujeres, las identifico rápidamente, era la madre de Teng y sus hermanas, camino un poco, hasta tenerlas notablemente cerca.
— ¿Teng aun no ha llegado? — fue lo que pregunto, la hermana menos negó suavemente, notándose en su rostro lo preocupada que estaba. Pero no tuvieron que esperar más, pronto escucharon como la atención de los marineros se volcó a un bote que navegaba lento pero seguro hacia la embarcación, era Teng o eso sospechaban todos, Aitziber se mantuvo en la orilla del barco, mientras veía como lentamente se acercaba. Cuando estuvo cerca de la escalera que le lanzaron para que pudieran subir, ella se alejo de ese lugar, sentía algo extraño, su sensibilidad le gritaba que algo no estaba bien, por eso decidió volver de forma apresurada al camarote en donde tiempo antes había estado.
No duro mucho cuando logro ver que Teng había abierto la puerta, sintió un alivio inmenso, giro su cuerpo para verlo frente a frente, sabía que no estaba bien, no necesitaba preguntárselo, gracias a su capacidad mágica, tenía la sensibilidad suficiente para saber que no estaba bien, salto a abrazarlo fuertemente — No sabes cuánto suplique a todos los entes que conozco que te protegieran — suspiro largamente — Lo siento… lo siento mucho — susurro, sin dejar a abrazarlo, no importaba lo que le negara todo, debía estar a su lado, sus manos fueron a su rostro, sin importarle mucho aquella fea cicatriz y beso sus labios con mucho amor y comprensión, sintiéndose inmensamente feliz, sintiendo que nunca más dejaría que lo separasen de nuevo.
Alguien toco la puerta fuertemente y eso la exalto, casi pego un brinco hacia detrás, sintiéndose como una adolecente haciendo algo terriblemente malo, sus mejillas exploraron en un color rojizo, que lleno todo su rostro, ella misma se rio de aquella extraña actuación de ella, giro su cuerpo, cruzándose de brazos, para que el visitante no viera su cara completamente roja ― Creo que es mejor que atiendas…― dijo, tratando de aclarar un poco más la voz, pero repentinamente giro su cuerpo, sujetando la mano del pirata para que no se moviera de donde estaba, es más, lo hizo retroceder un poco, alejándolo de la puerta, en donde tocaban enérgicamente.
― Pero antes, quería preguntarte ― lo miraba detenidamente, bajo la mirada, mientras entrelazaba sus manos con las de él ―Si aun quieres casarte conmigo… me preguntaba, no es porque tenga prisa, pero es simple curiosidad ― mordió levemente sus labios, para reír un poco ante su estúpido nerviosismo ― ¿Cuándo piensas hacerme tu esposa?― tal vez no era el mejor momento para pensar en eso, pero quería tener en claro algunas cosas. ― ¿Invitaremos a tu madre? Debo decir que ella me da algo de miedo, me ve muy feo, creo que piensa que no soy la mejor para su hijo ― era algo normal en las madres, querer proteger a sus hijos ― Apuesto que te tenia alguien fichada para ti ― Refunfuño algo celosa, en solamente pensar que podría tener una pretendiente y enamoradas escondidas por allí, tal vez en cada puerto que había pisado.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Cantos corales [Priv] + 18
Teng observaba como parloteaba aquella que era su prometida. Era increíble que se hubiera decidido por ella cuando muchas otras habían pasado por la hoja de su espada, haciendo que pareciera un accidente, correctamente como si él no hubiera hecho nada….Tenia según su “sangre azul” inmunidad aparte, se había cogido fama por ello. No era un asesino solo porque se quitó de en medio problemas que le afligían dolor de cabeza con temas insignificantes femeninos, pero que finalmente un aprende a ignorar pero las experiencias que él vivía, llegaban al extremo.
Creyó que esa era la diferencia que hacia única a Lemoine, ya que a veces siempre le replicaba pero no de temas tan triviales. Ella era diferente y su aroma de mujer parecía excitarle demasiado. No era licántropo no hace más de 20 horas y la necesidad de tomarla como suya era evidente en sus ansias, de querer proteger lo que era suyo, de querer protegerla con su vida, de saber que siempre iban a estar juntos y a salvo en sus brazos. Veces hubo que pensó en dejar el mar para poder instalarse en paz con su amada bruja, pero la dicha de no poder nunca juntos, le clavaba una espina en el corazón. Ella tampoco podía estar en la mar continuamente como él estaba acostumbrado a estarlo.
Su cuerpo acoto la distancia entre ambos para ponerse sobre el oído ajeno para otorgarle un beso lento pero sensual mientras le rodeaba lentamente de la cintura para que rozara su cuerpo medianamente en crecimiento de una excitación que dentro de poco, no tardaría en ser un problema-…..Mi madre puede chupármela….y seré yo quien decida con quien me case…..-Susurro con lentitud, recalcando con voz aterciopelada las palabras que soltó, siguió de su oreja por el cuello en un camino de besos cortos pero que marcaban el paso, le sujeto de las mejillas para poder observar aquel rubor que era común en ella -…..Y….-Sus labios se acercaron a los ajenos para estar a un milímetro, para que el aire dejara de existir y el sonriera sobre ellos-….cuando estés húmeda sobre mi cama y bajo mi cuerpo entonces….te haré mi esposa ….-Y finalmente sus labios colisionaron contra los ajenos, haciendo un baile entre ambas bocas , arremetiendo con su lengua en la ajena y nuevamente atrayéndola hacia él y sin tener ninguna clase de interrupciones.
Los golpes en la pared habían cesado. Debieron pensar que estaba ocupado y en realidad lo estaba. Ya resolvería aquello que les urgiera en demasía.
Él mismo la cogió en peso de sus piernas mientras volvía a profundizar en el beso, pero no duro mucho teniéndola en peso. El dejo con cuidado de que no sonara grosero a su amada de pie sobre el suelo, su cuerpo estaba pidiendo a gritos que fuera atendido, la pelea con Bruno, los latigazos de todos estos días en los calabozos y para colmo su cicatriz que no le había quitado la vista estaba ahí, hinchado pero estaba convencido de que con los cuidados necesarios volvería a ver mejor. El parche era para aparentar aunque le gustaba llevarlo así-…Mierda….-Y de rodillas se quedó sobre la madera de aquel suelo, sujetándose en uno de los postes de la cama. Su espalda le hacía ver las estrellas del dolor que tenía encima…aunque un dolor más profundo volvió a su corazón, la pérdida de Fenrir quien había sido para él alguien como un padre y lo sintió como lo más doloroso que hasta ahora podría haber sentido su corazón.
No lloraría, pues sabría que Fenrir no querría verle nunca llorar por él. Sabía que su madre querria preguntarle sobre él pues se sentía demasiado apegado a él, demasiado para ser verdad y era algo extraño que de una belleza como lo era su madre, estuviera atraída por un orco como Fenrir con toda la cara llena con cicatrices, tatuajes por el cuerpo y con una complexión musculosa de unos dos metros por lo menos. Había visto parejas raras, pero no tanto como la de su madre y su….anterior contramaestre.
Creyó que esa era la diferencia que hacia única a Lemoine, ya que a veces siempre le replicaba pero no de temas tan triviales. Ella era diferente y su aroma de mujer parecía excitarle demasiado. No era licántropo no hace más de 20 horas y la necesidad de tomarla como suya era evidente en sus ansias, de querer proteger lo que era suyo, de querer protegerla con su vida, de saber que siempre iban a estar juntos y a salvo en sus brazos. Veces hubo que pensó en dejar el mar para poder instalarse en paz con su amada bruja, pero la dicha de no poder nunca juntos, le clavaba una espina en el corazón. Ella tampoco podía estar en la mar continuamente como él estaba acostumbrado a estarlo.
Su cuerpo acoto la distancia entre ambos para ponerse sobre el oído ajeno para otorgarle un beso lento pero sensual mientras le rodeaba lentamente de la cintura para que rozara su cuerpo medianamente en crecimiento de una excitación que dentro de poco, no tardaría en ser un problema-…..Mi madre puede chupármela….y seré yo quien decida con quien me case…..-Susurro con lentitud, recalcando con voz aterciopelada las palabras que soltó, siguió de su oreja por el cuello en un camino de besos cortos pero que marcaban el paso, le sujeto de las mejillas para poder observar aquel rubor que era común en ella -…..Y….-Sus labios se acercaron a los ajenos para estar a un milímetro, para que el aire dejara de existir y el sonriera sobre ellos-….cuando estés húmeda sobre mi cama y bajo mi cuerpo entonces….te haré mi esposa ….-Y finalmente sus labios colisionaron contra los ajenos, haciendo un baile entre ambas bocas , arremetiendo con su lengua en la ajena y nuevamente atrayéndola hacia él y sin tener ninguna clase de interrupciones.
Los golpes en la pared habían cesado. Debieron pensar que estaba ocupado y en realidad lo estaba. Ya resolvería aquello que les urgiera en demasía.
Él mismo la cogió en peso de sus piernas mientras volvía a profundizar en el beso, pero no duro mucho teniéndola en peso. El dejo con cuidado de que no sonara grosero a su amada de pie sobre el suelo, su cuerpo estaba pidiendo a gritos que fuera atendido, la pelea con Bruno, los latigazos de todos estos días en los calabozos y para colmo su cicatriz que no le había quitado la vista estaba ahí, hinchado pero estaba convencido de que con los cuidados necesarios volvería a ver mejor. El parche era para aparentar aunque le gustaba llevarlo así-…Mierda….-Y de rodillas se quedó sobre la madera de aquel suelo, sujetándose en uno de los postes de la cama. Su espalda le hacía ver las estrellas del dolor que tenía encima…aunque un dolor más profundo volvió a su corazón, la pérdida de Fenrir quien había sido para él alguien como un padre y lo sintió como lo más doloroso que hasta ahora podría haber sentido su corazón.
No lloraría, pues sabría que Fenrir no querría verle nunca llorar por él. Sabía que su madre querria preguntarle sobre él pues se sentía demasiado apegado a él, demasiado para ser verdad y era algo extraño que de una belleza como lo era su madre, estuviera atraída por un orco como Fenrir con toda la cara llena con cicatrices, tatuajes por el cuerpo y con una complexión musculosa de unos dos metros por lo menos. Había visto parejas raras, pero no tanto como la de su madre y su….anterior contramaestre.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Era para ella un extraño sentimiento que se ponía en la boca de su estomago, podría decirse que era desagradable, pero no para ella, le gustaba, no sabía que iba a pasar más adelante, podría saberlo si preguntaba, algunas pistas podrían darle, advertencias, casi todas, pero prefería atreverse a aventurarse en un mar de emociones junto a él. Si era con Teng todo estaría bien, pensaba Aitziber encantada de su acercamiento ¿Cómo podría aborrecer su acercamiento? Aunque su esencia había cambiado un poco, seguía siendo el pirata terco del que se había enamorado, aunque podría haber cambiado un poco su condición, seguía siendo él, en todo su esplendor.
Sus mejillas estaban rojas, todo su cuerpo temblaba, podría decirse que tenía miedo, pero era de forma inocente que se iría cuando estuvieran más avanzados en aquel sendero desconocido que le invitaba a caminar junto a él. Teng podría tener mucha experiencia, pero la verdad es que Aitziber no, solamente los comentarios y la información, tal vez equivocada. Siempre había odiado que el mundo fuera tan cerrado en esos temas, se sintiera tan fuera de órbita, sin saber qué hacer, que solamente le quedaba disfrutar las pequeñas corrientes que recorrían su cuerpo llenándola de sensaciones nuevas, mientras sus labios parecían no querer despegarse.
— ¿Estás bien? — se había olvidado de su estado, se sintió como estúpida al dejarse llevar, se arrodillo junto a él, mientras trataba de consolarlo, llevo su mano hacia sus hombros, mientras intentaba levantarlo para ponerlo en la cama — Dejemos eso para otro momento ¿o piensas deshacerte de mi pronto? — pregunto riendo suavemente, como pudo, ignorando sus quejas lo hizo acostarse en la cama. — No te muevas, quítate la camisa, te curare — camino hacia una mesita, en donde había un envase con agua limpia y fresca, la tomo junto con una toalla dejándola en la mesa de noche que estaba cerca de la cama, se retiro para buscar entre sus cosas tres frasquitos pequeños, que le ayudarían en la tarea. Vertió cierta cantidad en el agua.
Mojo un pañuelo y comenzó a limpiar cada parte de su espalda, en donde estaban los latigazos — los licántropos sanan sus heridas con mucha rapidez, pero al tener tan poco tiempo siendo uno de ellos, tu cuerpo no lo ha asimilado bien — explico, aunque estaba segura que él lo sabía, sus curas ayudarían a que su cuerpo comenzara el proceso de curación, que estaba segura que iba a ser más rápido de lo normal, ya mañana estaría como siempre, hasta más fuerte y sano.
Los golpes volvieron.
Pero esta vez no se quedaron allí, de un fuerte empujón esta cedió, a tropiezos y notablemente alterada llego una de sus tripulantes, pareció sorprenderle la escena, Aitziber alzo la mirada fijándola en la intrusa, que aclaro la garganta rápidamente el chocar con los ojos de su capitán — Mis disculpas — dijo bajando la mirada — ¡Capitan! Dos embarcaciones están acorralándonos por los dos lados, estamos atrapados, al parecer son barcos de… — fue interrumpida, su madre aparecía en escenas junto con sus dos hermanas. Aitziber frunció el ceño mientras se levantaba de la cama.
— ¿Hasta dónde piensas llegar Teng? — miro despectivamente a la bruja, detallándola de arriba hacia abajo — Al menos elegiste a alguien que tiene ancestros aceptables, aunque nada especiales, aun así, no es suficiente para ti — eso le había caído como mil cuchillos calvándosele en la espalda, trato de disimular su molestia bufando suavemente, sabía que Teng no le haría caso, pero aun así molestaba que se siguiera metiendo en los asuntos que ya no podía arreglar, su hijo era uno de ellos, era un caso perdido ¿Por qué no lo dejaba en paz?.
— Teng… — susurro Aitziber, mientras se acercaba a él para sujetarle del brazo con cierta dulzura — ¿podríamos ya terminar con todo esto? Ya estoy cansada, me gustaría pasar tiempo de calidad con usted — miro con cierta malicia a los entrometidos — ¿podría encargarse del asunto que interrumpe nuestro tiempo juntos? — Lo dejo sentándose en la cama, para cruzar las piernas — Yo lo esperare aquí, no me iré a ningún lado, lo prometo— le dio dos palmaditas a la cama y rio — No importa lo que digan, yo he llegado para quedarme al lado de mi amado capitán Teng Jin Ho Zhen y tampoco me molestara llamarme la señora de Ho Zhen — añadió sintiéndose victoriosa.
Sus mejillas estaban rojas, todo su cuerpo temblaba, podría decirse que tenía miedo, pero era de forma inocente que se iría cuando estuvieran más avanzados en aquel sendero desconocido que le invitaba a caminar junto a él. Teng podría tener mucha experiencia, pero la verdad es que Aitziber no, solamente los comentarios y la información, tal vez equivocada. Siempre había odiado que el mundo fuera tan cerrado en esos temas, se sintiera tan fuera de órbita, sin saber qué hacer, que solamente le quedaba disfrutar las pequeñas corrientes que recorrían su cuerpo llenándola de sensaciones nuevas, mientras sus labios parecían no querer despegarse.
— ¿Estás bien? — se había olvidado de su estado, se sintió como estúpida al dejarse llevar, se arrodillo junto a él, mientras trataba de consolarlo, llevo su mano hacia sus hombros, mientras intentaba levantarlo para ponerlo en la cama — Dejemos eso para otro momento ¿o piensas deshacerte de mi pronto? — pregunto riendo suavemente, como pudo, ignorando sus quejas lo hizo acostarse en la cama. — No te muevas, quítate la camisa, te curare — camino hacia una mesita, en donde había un envase con agua limpia y fresca, la tomo junto con una toalla dejándola en la mesa de noche que estaba cerca de la cama, se retiro para buscar entre sus cosas tres frasquitos pequeños, que le ayudarían en la tarea. Vertió cierta cantidad en el agua.
Mojo un pañuelo y comenzó a limpiar cada parte de su espalda, en donde estaban los latigazos — los licántropos sanan sus heridas con mucha rapidez, pero al tener tan poco tiempo siendo uno de ellos, tu cuerpo no lo ha asimilado bien — explico, aunque estaba segura que él lo sabía, sus curas ayudarían a que su cuerpo comenzara el proceso de curación, que estaba segura que iba a ser más rápido de lo normal, ya mañana estaría como siempre, hasta más fuerte y sano.
Los golpes volvieron.
Pero esta vez no se quedaron allí, de un fuerte empujón esta cedió, a tropiezos y notablemente alterada llego una de sus tripulantes, pareció sorprenderle la escena, Aitziber alzo la mirada fijándola en la intrusa, que aclaro la garganta rápidamente el chocar con los ojos de su capitán — Mis disculpas — dijo bajando la mirada — ¡Capitan! Dos embarcaciones están acorralándonos por los dos lados, estamos atrapados, al parecer son barcos de… — fue interrumpida, su madre aparecía en escenas junto con sus dos hermanas. Aitziber frunció el ceño mientras se levantaba de la cama.
— ¿Hasta dónde piensas llegar Teng? — miro despectivamente a la bruja, detallándola de arriba hacia abajo — Al menos elegiste a alguien que tiene ancestros aceptables, aunque nada especiales, aun así, no es suficiente para ti — eso le había caído como mil cuchillos calvándosele en la espalda, trato de disimular su molestia bufando suavemente, sabía que Teng no le haría caso, pero aun así molestaba que se siguiera metiendo en los asuntos que ya no podía arreglar, su hijo era uno de ellos, era un caso perdido ¿Por qué no lo dejaba en paz?.
— Teng… — susurro Aitziber, mientras se acercaba a él para sujetarle del brazo con cierta dulzura — ¿podríamos ya terminar con todo esto? Ya estoy cansada, me gustaría pasar tiempo de calidad con usted — miro con cierta malicia a los entrometidos — ¿podría encargarse del asunto que interrumpe nuestro tiempo juntos? — Lo dejo sentándose en la cama, para cruzar las piernas — Yo lo esperare aquí, no me iré a ningún lado, lo prometo— le dio dos palmaditas a la cama y rio — No importa lo que digan, yo he llegado para quedarme al lado de mi amado capitán Teng Jin Ho Zhen y tampoco me molestara llamarme la señora de Ho Zhen — añadió sintiéndose victoriosa.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Cantos corales [Priv] + 18
-Hijo…
-¿Qué dijiste Fenrir?
-…Nada, Teng –suspira-…..Nada-
Hace mucho tiempo, en una tienda de la zona comercial, había una tienda en la cual saquearon unos piratas, liderados por su capitán, y unos segundos bastaron para observarla en aquella tienda con su largo cabello oscuro, esos rasgos asiáticos como los suyos ¿Es que había mas como él? Su mirada se cruzó con la de aquella mujer que resultó ser una bruja nada más ni nada menos y por extraño que le resultase, solamente unos segundos bastaron para que su corazón ansiara de adrenalina, que ordenara que lo destrozara todo, pero recordó que estaba herido igual que ahora, incluso peor. Llego inconsciente a aquella tienda en donde fue atendida por una bella mujer que con el primer brillo de aquellos ojos, lo cautivo sin precedentes, sin tener que preguntarse si había muerto y estaba en el infierno o en el purgatorio, siendo preparado para ser elevado al edén donde todo ser era inmortal y nunca era juzgado.
No, entonces lo que vio fueron vendas alrededor de su cuerpo, habrían pasado muchas horas, no se las pregunto, no, solo habían sido varios minutos hasta que despertó, escucho el sonido de las herraduras que portaban los caballos rechinando sobre los adoquines de la ciudad, estaban acercándose al objetivo, a capturarles tras el caos que organizaron en la fiesta, pero él tomo como rehén a la menor de los D’Lemoine. Una mujer, de esencia acida y aroma dulce. El rubor de aquellas mejillas vistas en los lagos del bosque, donde una pequeña cascada caía en picado, desembocando en una hermosa laguna que a su vez adornaba el paisaje donde un ambiente de tensión se podía palpar en el ambiente, pero que graciosa estaba aquella mujer con aquella camisa que le presto temporalmente, ahora olía a orquídeas, su armario olía a ese aroma.
Pero el tiempo era cruel y despiadado tras separarles a ambos por demasiadas lunas, haciendo que Teng recorriera tierra, mar y respirara el aire que se respiraba en alta mar. El mal tiempo, peleas y recompensas, todo paso rápidamente hasta que te encuentras con viejas amistades. Con un navío lleno de inmensas cabinas, Unas velas negras ondeando el horizonte allá por donde les dirigiera su capitana, adornos barrocos y que le recordaban demasiado a su país natal, Singapur. Aquella capitana, Rui-Kaze era igual de temida que Teng, pero solo él mismo sabia como pararle los pies a esa víbora devora – almas. Una bruja se decía que era, que devoraba las almas de sus contrincantes para así poder tener el mayor número de almas = energía para poder adquirir poder sobre los 7 mares. Su mirada celeste de un tinte carmesí se adorna y te observa con firmeza hasta que pueda ver dentro de tus pensamientos, pero oscuros son sus ojos cuando algo oscuro está planeando en silencio, con sus oscuros cabellos bailando en el vacío de la noche y del día.
Aun así, el océano en su inmensidad es de todos. Teng esperaba no volver a encontrarse con esa mujer nunca jamás, pero que dichoso era el destino. No. No se encontraría con aquella mujer de oscuros propósitos, pero si con otra mujer mucho más pura y única. Aquella que había conseguido clavar una espina en su corazón, una espina que se hundió en lo profundo de su corazón, dejándose caer por el embrujo del enamoramiento, dejándose caer enamorado por ella. Por aquella bruja a la que al final de todo, yendo tras la búsqueda de un tesoro en materia prima como lo era el oro, decidió dar media vuelta tan solo para encontrarse con una perla recogida de una pesca en abundancia. La perla que le regalo a su bruja, era la recogida en el mar, aquella perla quería que significara algo especial para ella, como la profundidad del amor que tenía hacia ella, pero ¡más desdichas! Los guardias del infierno venían a llevarse al enamorado de la cercanía de su princesa reencontrada, entre alguno que otro forcejeo, el mismo estaba dispuesto a dar su vida por ella, pero acabo por quedar inconsciente sobre el suelo de piedra, fue llevado a las catacumbas de los Lemoine hasta que por fin, llegaba el día del juicio final en el que nadie podría quizás hacer nada para detener aquel crimen de matar a un miembro de la realeza de Singapur.
El atardecer ya cae sobre los tejados de cada edificio de Paris, el ahorcamiento se palpa cada vez con más ganas, el lobo simplemente está ansioso de ver al pirata ahorcado frente a las antorchas de todo Paris. Cada aldeano con rostros de piedad al pirata, otros con el rostro victorioso al ver que por fin se hace justicia contra los criminales y piratas, pero la revolución se hace presente, encendiendo la llama de la venganza, la lucha, el honor de ser un hombre libre y de luchar contra las cadenas que atan a la libertad del amor. La plaza se convirtió en un batallón, algunos revolucionarios lucharon para ayudar a los piratas a escapar, entremedias los Lemoine fueron apartados de ser heridos y ahora uno de ellos estaba a bordo.
Cuantas almas perdieron, cuantas almas ganaron. Su madre en su apogeo continúo contra el príncipe heredero de sus elecciones con las mujercitas, en eso el capitán de aquel navío sujetaba con fuerza e insistencia la mano de aquella que era ahora su prometida, su salvavidas, su bote, se dejaba lentamente sentar sobre aquella cama con ayuda de su amada a la vez que escuchaba a la grumete aclamar la atención de su capitán, pero aun el silencio reinaba en la sala y solamente los pensamientos de Teng estaban en su cabeza y las palabras apaciguadoras de su amada le entraban por su oído derecho. ¿Tanto avanzo su amor para ponerla en peligro? Ella eligió estar a su lado, ella le afirmo en aquellos bosques tras las catacumbas de su familia que si a su proposición de matrimonio ¿Habría pensado demasiado deprisa? ¿La habría puesto en peligro solamente porque se sentía febril y con fuerzas al lado de su bruja? – Ve a que te limpien los ojos madre…-Seguía sujetando aquella mano, la entrelazo y vio el anillo de diamantes que la regaló aquella noche -…Esta será tu nuera, te guste o no…
-¡YEEY! –Una de sus hermanas, la menor saltaba de alegría al parecer por su hermano mayor. La hermana que tenía rasgos similares a los de su madre, destilaba el mismo malhumor que su madre pero era mucho más comprensiva y valiente que la madre de todos.
-Cheng…-Teng tenía dolores de cabeza automáticos siempre que escuchaba los gritos de su hermana menor fuesen de cualquier tipo.
-¡Capitán! ¡ES URGENTE! –Repitió la grumete entrando en histeria, ajena del jaleo familiar que tuvieran en ese instante la familia Ho-Zhen- Son…velas negras, un augurio de muerte se cierne sobre esos dos navíos y en cabeza le sigue un navío como si hubiera salido del mismo averno!! –Enseguida comenzaba a patalear esperando a que su capitán le hiciera algo de caso, pero solamente, Teng, en compañía de su amada y su familia, pensaba en silencio cual sería el plan a seguir.
Mas zapateos correteando escaleras abajo hasta el camarote interno del capitán.
¿Tan importante era el navío que tanto les infligía miedo a su propia tripulación? ¿Cuándo resulta que han aniquilado más de varias ciudades con tan poco personal?
-En este navío falta disciplina…-Y esa mano que sujetaba fue encadenada contra el poste de aquella cama -..Ah...tienes razón…-Se quitó la camisa ajada que le había estado cubriendo los latigazos que ahora eran solamente cicatrices mal cerradas -….Ya estoy mejor…-La mirada de Teng hacia su tripulante se hacía inquisitiva. La grumete paro de patalear del miedo, salió corriendo hacia la cubierta para después gritar de puro miedo por lo que estaba viendo -¡AAAGGHH! –La grumete enseguida fue atrapada en el embrujo de la magia negra que aquellos navíos llevaban consigo.
-Quedaros aquí…-Murmuro lentamente y enseguida miro a su prometida -…Sobre todo tu…-Se dirigió como si nunca le hubieran atizado al armario donde había prendas de recambio, sus hermanas y su madre pusieron gestos de desagrado al ver la espalda del ahora lycan. Enseguida tomo consigo las armas como solía ponérselas y volvía a ser el capitán de su navío y ahora señalaba a su madre y a sus hermanas para que se metieran dentro de aquellas puertas camufladas. Espero unos minutos hasta que las tres les hicieron caso y ya soltó a su prometida -…Necesito que estés preparada para lo que viene a continuación…No sé cuánto poder habrá adquirido, pero no es muy sociable, tiene conocimientos de la magia negra mucho más allá de lo que te puede enseñar un mago. Ponte esto…-Le ofreció un amuleto que le había sido otorgado para luchar contra personas tan poderosas como las que estarían invadiéndole en ese instante -…un amuleto que te servirá para que ella no posea tu cuerpo o que no pueda usarte como medio de transporte….-suspiro-…para matarme a mi…-Tenso los labios, miro a un lado y después sonrió como si estuviera teniendo que usar el excusador en ese instante-…Es…el único que tengo…y podrá rastrear tu poder hasta aquí…si no te lo pones…-Sus labios entonces se acercaron a los ajenos para fundirse en uno con ella -…Debo protegeros con mi vida…-miro a las puertas de donde se metieron su familia-…Ahora metete tú y no hagáis ningún sonido…-Con eso dicho, fue separándose lentamente de Aitziber y cuando la viera hacer lo que le pidió, el saldría a verificar porque tanto alboroto en cubierta.
-¿Qué dijiste Fenrir?
-…Nada, Teng –suspira-…..Nada-
Hace mucho tiempo, en una tienda de la zona comercial, había una tienda en la cual saquearon unos piratas, liderados por su capitán, y unos segundos bastaron para observarla en aquella tienda con su largo cabello oscuro, esos rasgos asiáticos como los suyos ¿Es que había mas como él? Su mirada se cruzó con la de aquella mujer que resultó ser una bruja nada más ni nada menos y por extraño que le resultase, solamente unos segundos bastaron para que su corazón ansiara de adrenalina, que ordenara que lo destrozara todo, pero recordó que estaba herido igual que ahora, incluso peor. Llego inconsciente a aquella tienda en donde fue atendida por una bella mujer que con el primer brillo de aquellos ojos, lo cautivo sin precedentes, sin tener que preguntarse si había muerto y estaba en el infierno o en el purgatorio, siendo preparado para ser elevado al edén donde todo ser era inmortal y nunca era juzgado.
No, entonces lo que vio fueron vendas alrededor de su cuerpo, habrían pasado muchas horas, no se las pregunto, no, solo habían sido varios minutos hasta que despertó, escucho el sonido de las herraduras que portaban los caballos rechinando sobre los adoquines de la ciudad, estaban acercándose al objetivo, a capturarles tras el caos que organizaron en la fiesta, pero él tomo como rehén a la menor de los D’Lemoine. Una mujer, de esencia acida y aroma dulce. El rubor de aquellas mejillas vistas en los lagos del bosque, donde una pequeña cascada caía en picado, desembocando en una hermosa laguna que a su vez adornaba el paisaje donde un ambiente de tensión se podía palpar en el ambiente, pero que graciosa estaba aquella mujer con aquella camisa que le presto temporalmente, ahora olía a orquídeas, su armario olía a ese aroma.
Pero el tiempo era cruel y despiadado tras separarles a ambos por demasiadas lunas, haciendo que Teng recorriera tierra, mar y respirara el aire que se respiraba en alta mar. El mal tiempo, peleas y recompensas, todo paso rápidamente hasta que te encuentras con viejas amistades. Con un navío lleno de inmensas cabinas, Unas velas negras ondeando el horizonte allá por donde les dirigiera su capitana, adornos barrocos y que le recordaban demasiado a su país natal, Singapur. Aquella capitana, Rui-Kaze era igual de temida que Teng, pero solo él mismo sabia como pararle los pies a esa víbora devora – almas. Una bruja se decía que era, que devoraba las almas de sus contrincantes para así poder tener el mayor número de almas = energía para poder adquirir poder sobre los 7 mares. Su mirada celeste de un tinte carmesí se adorna y te observa con firmeza hasta que pueda ver dentro de tus pensamientos, pero oscuros son sus ojos cuando algo oscuro está planeando en silencio, con sus oscuros cabellos bailando en el vacío de la noche y del día.
Aun así, el océano en su inmensidad es de todos. Teng esperaba no volver a encontrarse con esa mujer nunca jamás, pero que dichoso era el destino. No. No se encontraría con aquella mujer de oscuros propósitos, pero si con otra mujer mucho más pura y única. Aquella que había conseguido clavar una espina en su corazón, una espina que se hundió en lo profundo de su corazón, dejándose caer por el embrujo del enamoramiento, dejándose caer enamorado por ella. Por aquella bruja a la que al final de todo, yendo tras la búsqueda de un tesoro en materia prima como lo era el oro, decidió dar media vuelta tan solo para encontrarse con una perla recogida de una pesca en abundancia. La perla que le regalo a su bruja, era la recogida en el mar, aquella perla quería que significara algo especial para ella, como la profundidad del amor que tenía hacia ella, pero ¡más desdichas! Los guardias del infierno venían a llevarse al enamorado de la cercanía de su princesa reencontrada, entre alguno que otro forcejeo, el mismo estaba dispuesto a dar su vida por ella, pero acabo por quedar inconsciente sobre el suelo de piedra, fue llevado a las catacumbas de los Lemoine hasta que por fin, llegaba el día del juicio final en el que nadie podría quizás hacer nada para detener aquel crimen de matar a un miembro de la realeza de Singapur.
El atardecer ya cae sobre los tejados de cada edificio de Paris, el ahorcamiento se palpa cada vez con más ganas, el lobo simplemente está ansioso de ver al pirata ahorcado frente a las antorchas de todo Paris. Cada aldeano con rostros de piedad al pirata, otros con el rostro victorioso al ver que por fin se hace justicia contra los criminales y piratas, pero la revolución se hace presente, encendiendo la llama de la venganza, la lucha, el honor de ser un hombre libre y de luchar contra las cadenas que atan a la libertad del amor. La plaza se convirtió en un batallón, algunos revolucionarios lucharon para ayudar a los piratas a escapar, entremedias los Lemoine fueron apartados de ser heridos y ahora uno de ellos estaba a bordo.
Cuantas almas perdieron, cuantas almas ganaron. Su madre en su apogeo continúo contra el príncipe heredero de sus elecciones con las mujercitas, en eso el capitán de aquel navío sujetaba con fuerza e insistencia la mano de aquella que era ahora su prometida, su salvavidas, su bote, se dejaba lentamente sentar sobre aquella cama con ayuda de su amada a la vez que escuchaba a la grumete aclamar la atención de su capitán, pero aun el silencio reinaba en la sala y solamente los pensamientos de Teng estaban en su cabeza y las palabras apaciguadoras de su amada le entraban por su oído derecho. ¿Tanto avanzo su amor para ponerla en peligro? Ella eligió estar a su lado, ella le afirmo en aquellos bosques tras las catacumbas de su familia que si a su proposición de matrimonio ¿Habría pensado demasiado deprisa? ¿La habría puesto en peligro solamente porque se sentía febril y con fuerzas al lado de su bruja? – Ve a que te limpien los ojos madre…-Seguía sujetando aquella mano, la entrelazo y vio el anillo de diamantes que la regaló aquella noche -…Esta será tu nuera, te guste o no…
-¡YEEY! –Una de sus hermanas, la menor saltaba de alegría al parecer por su hermano mayor. La hermana que tenía rasgos similares a los de su madre, destilaba el mismo malhumor que su madre pero era mucho más comprensiva y valiente que la madre de todos.
-Cheng…-Teng tenía dolores de cabeza automáticos siempre que escuchaba los gritos de su hermana menor fuesen de cualquier tipo.
-¡Capitán! ¡ES URGENTE! –Repitió la grumete entrando en histeria, ajena del jaleo familiar que tuvieran en ese instante la familia Ho-Zhen- Son…velas negras, un augurio de muerte se cierne sobre esos dos navíos y en cabeza le sigue un navío como si hubiera salido del mismo averno!! –Enseguida comenzaba a patalear esperando a que su capitán le hiciera algo de caso, pero solamente, Teng, en compañía de su amada y su familia, pensaba en silencio cual sería el plan a seguir.
Mas zapateos correteando escaleras abajo hasta el camarote interno del capitán.
¿Tan importante era el navío que tanto les infligía miedo a su propia tripulación? ¿Cuándo resulta que han aniquilado más de varias ciudades con tan poco personal?
-En este navío falta disciplina…-Y esa mano que sujetaba fue encadenada contra el poste de aquella cama -..Ah...tienes razón…-Se quitó la camisa ajada que le había estado cubriendo los latigazos que ahora eran solamente cicatrices mal cerradas -….Ya estoy mejor…-La mirada de Teng hacia su tripulante se hacía inquisitiva. La grumete paro de patalear del miedo, salió corriendo hacia la cubierta para después gritar de puro miedo por lo que estaba viendo -¡AAAGGHH! –La grumete enseguida fue atrapada en el embrujo de la magia negra que aquellos navíos llevaban consigo.
-Quedaros aquí…-Murmuro lentamente y enseguida miro a su prometida -…Sobre todo tu…-Se dirigió como si nunca le hubieran atizado al armario donde había prendas de recambio, sus hermanas y su madre pusieron gestos de desagrado al ver la espalda del ahora lycan. Enseguida tomo consigo las armas como solía ponérselas y volvía a ser el capitán de su navío y ahora señalaba a su madre y a sus hermanas para que se metieran dentro de aquellas puertas camufladas. Espero unos minutos hasta que las tres les hicieron caso y ya soltó a su prometida -…Necesito que estés preparada para lo que viene a continuación…No sé cuánto poder habrá adquirido, pero no es muy sociable, tiene conocimientos de la magia negra mucho más allá de lo que te puede enseñar un mago. Ponte esto…-Le ofreció un amuleto que le había sido otorgado para luchar contra personas tan poderosas como las que estarían invadiéndole en ese instante -…un amuleto que te servirá para que ella no posea tu cuerpo o que no pueda usarte como medio de transporte….-suspiro-…para matarme a mi…-Tenso los labios, miro a un lado y después sonrió como si estuviera teniendo que usar el excusador en ese instante-…Es…el único que tengo…y podrá rastrear tu poder hasta aquí…si no te lo pones…-Sus labios entonces se acercaron a los ajenos para fundirse en uno con ella -…Debo protegeros con mi vida…-miro a las puertas de donde se metieron su familia-…Ahora metete tú y no hagáis ningún sonido…-Con eso dicho, fue separándose lentamente de Aitziber y cuando la viera hacer lo que le pidió, el saldría a verificar porque tanto alboroto en cubierta.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Su pecho se hinchaba de cierto orgullo al ver que Teng llegaba a defender lo que había nacido entre ellos, el miedo de perderlo iba descendiendo cada vez más, nadie podría separarlos, estaba segura de eso, aun mas viendo al pirata defenderla como todo un caballero. Dejo salir una leve risita mientras veía las caras de reproche de su madre y una de las hermanas de Teng, le alegro saber que había al menos una de los presentes contento por la decisión que habían tomado, eso le daba la esperanza de ser aceptada por su familia.
No entendida bien la gravedad de la situación, los problemas familiares parecían sobreponerse a las necesidades del navío, al parecer era algo de demasiada importancia, se podía escuchar un alboroto afuera, el capitán termino por acudir a su llamado, la bruja no podía dejar de preocuparse por su estado. No pudo ni siquiera quejarse, salto de miedo al escuchar un horrendo grito que solamente podría llegar expresar una persona totalmente aterrada. Las hermanas de Teng retrocedieron de la puerta, adentrándose más a la habitación, parecían proteger a su madre, la emperatriz de un reino, ella era una persona muy importante metida en un gran problema.
— Pero teng… — quiso reprochar, pero no logro hacerlo, ya estaba atrapada entre su mirada que parecía rogarle que por esta vez atendiera a sus recomendaciones. Bufo suavemente mientras veía a todas resguardarse en un escondite, no quería separarse de él, se entristeció y enojo al mismo tiempo, pero debía aceptar que nunca sería como un perfecto cuento de hadas o una vida normal, Aitziber se había atrevido a aceptar tal vida, no podía quejarse, no sería justo para ninguno de los dos. Miro el amuleto que le estaba entregado, se podía sentir el poder que había en el, se mordió su labios un poco preocupada por lo que le relataba.
Aitziber no era tan débil, pero de cierta manera entendía a su amado, estaba preocupado, no solamente estaba Aitz metida en todo ese problema, sino también su madre, a sus hermanas, no se podían dejar sola, ella podría ser de utilidad en defenderlas o así se lograba sentir un poco mejor. Beso sus labios y se alejo de él, entrando al lugar en donde le había indicado junto con su madre y hermanas, mientras él iba a resolver los inconvenientes. Miro el amuleto, acariciándolo con sus dedos, para luego guardarlo, solo rezaba para que todo saliera bien, solamente esperaba verlo nuevamente abrir aquella puerta.
No entendida bien la gravedad de la situación, los problemas familiares parecían sobreponerse a las necesidades del navío, al parecer era algo de demasiada importancia, se podía escuchar un alboroto afuera, el capitán termino por acudir a su llamado, la bruja no podía dejar de preocuparse por su estado. No pudo ni siquiera quejarse, salto de miedo al escuchar un horrendo grito que solamente podría llegar expresar una persona totalmente aterrada. Las hermanas de Teng retrocedieron de la puerta, adentrándose más a la habitación, parecían proteger a su madre, la emperatriz de un reino, ella era una persona muy importante metida en un gran problema.
— Pero teng… — quiso reprochar, pero no logro hacerlo, ya estaba atrapada entre su mirada que parecía rogarle que por esta vez atendiera a sus recomendaciones. Bufo suavemente mientras veía a todas resguardarse en un escondite, no quería separarse de él, se entristeció y enojo al mismo tiempo, pero debía aceptar que nunca sería como un perfecto cuento de hadas o una vida normal, Aitziber se había atrevido a aceptar tal vida, no podía quejarse, no sería justo para ninguno de los dos. Miro el amuleto que le estaba entregado, se podía sentir el poder que había en el, se mordió su labios un poco preocupada por lo que le relataba.
Aitziber no era tan débil, pero de cierta manera entendía a su amado, estaba preocupado, no solamente estaba Aitz metida en todo ese problema, sino también su madre, a sus hermanas, no se podían dejar sola, ella podría ser de utilidad en defenderlas o así se lograba sentir un poco mejor. Beso sus labios y se alejo de él, entrando al lugar en donde le había indicado junto con su madre y hermanas, mientras él iba a resolver los inconvenientes. Miro el amuleto, acariciándolo con sus dedos, para luego guardarlo, solo rezaba para que todo saliera bien, solamente esperaba verlo nuevamente abrir aquella puerta.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Cantos corales [Priv] + 18
No sabía si alguna vez volvería a ver aquella ira que a veces su querida bruja sacaba sin venir a cuento. Si a través de tantos años en la mar no había aprendido quien era la persona a la que se enfrentaban esa noche, no habría valido en vano la muerte de uno de sus mejores tripulantes. La de Fenrir en toda su esencia. Hubiera deseado sorprender a su amada con un bello desayuno, parlotear juntos hasta el mediodía tumbados en la cama sin hacer demasiado o mismamente, escudriñar mapas o enseñarle el arsenal que tenía guardado bien adentro de su camarote.
En el escondite en el que estaban ahora, ellas estarían bien. Solamente el capitán se preocupaba de lo que pudiera querer quien fuera la que les han detenido en sus planes. Pero ¿Y si fuera aquella bruja oscura de los mares? Debería ir con cuidado, Ya nadie se mostraría dócil con nadie, ahora esa mujer solo servía para su goce a no ser que ahora se dedicara a actividades de caridad.
Para su sorpresa, no se hubiera imaginado lo que estaba viendo en ese instante cuando subió por las escaleras desde el camarote. Sus tripulantes colgaban de los hilos de la muerte que yacían de las raíces de aquellos cabellos oscuros que poseía dicha bruja. Esta, miraba con una sonrisa cerrada cuando Teng aparecía lentamente en cubierta. Los gritos era algo a lo que estaba acostumbrado, pero en este caso, no le parecían nada divertido. Sus pasos eran lentos, observaba a su contrincante con cuidado de no soltarse ningún punto, intentaba ver si tenía algún punto débil, pero en este caso, pensó que iba a tardar en ver alguno.
Con una vistazo rápido observo a cuatro colgando a la izquierda, dos a la derecha y la grumete que había venido a avisarle, yacía sin vida, con un cuerpo inerte y en alto sobre la cabeza de dicha bruja. ¿Cómo podía ser que una persona tuviera tanto poder? Quien controlaba fuera el hechizo que fuera, tenía una mirada perversa junto con una sonrisa que inspiraba al diablo demasiada confianza, él mismo sujetaba su espada de plata adornada con el mango de oro cubierto por fina seda. Ligera, pero completamente letal contra el enemigo.
(Fenrir)-Cuidado, Teng…El espacio tiempo está ahora en manos de aquella que te amenaza con el poder de lo oculto, pero seguramente la fe moverá montañas, los campos helados se derretirán contra el primer rayo extenuante de sol, el bien prevalecerá y todo se habrá acabado…-Aquellas palabras, fueron las que le dijo su más preciado amigo y consejero, pero ahora estaba muerto. Debería de tener cuidado de tener que mostrar sus sentimientos frente a una bruja…aunque, él ya lo hubiera hecho frente a una.
-Debía de quererte demasiado para maldecirte con lo que ahora llevarás en tu sino… -Palabras susurradas como terciopelo resonaron detrás de su espalda, un cosquilleo de su lengua rozo el lóbulo del pirata, la bruja estaba detrás, ¿Cómo? Sin preverlo, uno de aquellos oscuros cabellos se rejuntó alrededor de su garganta, comenzando a ahogarle con suma lentitud mientras el gozo de la bruja oscura se elevaba hasta la satisfacción, pero ella no habría visto que tenía un As en la manga.
Por las fuerzas que faltaban en su mano, su espada se soltó de su mano, pero llego a alcanzar con rapidez una navaja que se había equipado antes dentro de la manga, la saco, corto la opresión de aquellos cabellos para después terminar colgándose de uno de las cuerdas que colgaban sobre sus cabezas, hacer una voltereta en el aire y poder alcanzar su espada.
-Awww ¿Quieres Jugar? –La risa de aquella bruja hizo que se estremeciera de arriba abajo, pero sí, estaba listo para jugar y que rodaran varias cabezas.
En el escondite en el que estaban ahora, ellas estarían bien. Solamente el capitán se preocupaba de lo que pudiera querer quien fuera la que les han detenido en sus planes. Pero ¿Y si fuera aquella bruja oscura de los mares? Debería ir con cuidado, Ya nadie se mostraría dócil con nadie, ahora esa mujer solo servía para su goce a no ser que ahora se dedicara a actividades de caridad.
Para su sorpresa, no se hubiera imaginado lo que estaba viendo en ese instante cuando subió por las escaleras desde el camarote. Sus tripulantes colgaban de los hilos de la muerte que yacían de las raíces de aquellos cabellos oscuros que poseía dicha bruja. Esta, miraba con una sonrisa cerrada cuando Teng aparecía lentamente en cubierta. Los gritos era algo a lo que estaba acostumbrado, pero en este caso, no le parecían nada divertido. Sus pasos eran lentos, observaba a su contrincante con cuidado de no soltarse ningún punto, intentaba ver si tenía algún punto débil, pero en este caso, pensó que iba a tardar en ver alguno.
Con una vistazo rápido observo a cuatro colgando a la izquierda, dos a la derecha y la grumete que había venido a avisarle, yacía sin vida, con un cuerpo inerte y en alto sobre la cabeza de dicha bruja. ¿Cómo podía ser que una persona tuviera tanto poder? Quien controlaba fuera el hechizo que fuera, tenía una mirada perversa junto con una sonrisa que inspiraba al diablo demasiada confianza, él mismo sujetaba su espada de plata adornada con el mango de oro cubierto por fina seda. Ligera, pero completamente letal contra el enemigo.
(Fenrir)-Cuidado, Teng…El espacio tiempo está ahora en manos de aquella que te amenaza con el poder de lo oculto, pero seguramente la fe moverá montañas, los campos helados se derretirán contra el primer rayo extenuante de sol, el bien prevalecerá y todo se habrá acabado…-Aquellas palabras, fueron las que le dijo su más preciado amigo y consejero, pero ahora estaba muerto. Debería de tener cuidado de tener que mostrar sus sentimientos frente a una bruja…aunque, él ya lo hubiera hecho frente a una.
-Debía de quererte demasiado para maldecirte con lo que ahora llevarás en tu sino… -Palabras susurradas como terciopelo resonaron detrás de su espalda, un cosquilleo de su lengua rozo el lóbulo del pirata, la bruja estaba detrás, ¿Cómo? Sin preverlo, uno de aquellos oscuros cabellos se rejuntó alrededor de su garganta, comenzando a ahogarle con suma lentitud mientras el gozo de la bruja oscura se elevaba hasta la satisfacción, pero ella no habría visto que tenía un As en la manga.
Por las fuerzas que faltaban en su mano, su espada se soltó de su mano, pero llego a alcanzar con rapidez una navaja que se había equipado antes dentro de la manga, la saco, corto la opresión de aquellos cabellos para después terminar colgándose de uno de las cuerdas que colgaban sobre sus cabezas, hacer una voltereta en el aire y poder alcanzar su espada.
-Awww ¿Quieres Jugar? –La risa de aquella bruja hizo que se estremeciera de arriba abajo, pero sí, estaba listo para jugar y que rodaran varias cabezas.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: Cantos corales [Priv] + 18
Era difícil pensar que los días de cualquier persona estaban contadas, en ocasiones deseaba sentirse inmortal, pero al final de cuenta era una simple humana la cual podría llegar a enfermarse y morir repentinamente, cuando llegabas realmente a sentir ese miedo de no desear morir, se podía apreciar que estaba velando por su vida, no necesariamente por cobardía, era por el deseo de querer alargar su tiempo en este mundo para poder disfrutar junto a la persona que quería pasar el reto de su vida.
Suspiro largamente, arregostándose a una de las paredes, era algo estrecho, mas cuando habías cuatro personas en aquel pequeño escondite, todas estaban en silencio, solamente se podía apreciar la silueta de cada una de ellas en aquella oscura habitación, todas tenían miedo, nadie podía ocultar aquel sentimiento que las invadía, tal vez lo deseaban hacer con una máscara entre su rostro, pero sus suspiros y cuerpo tenso las delataba fácilmente. La bruja giro a ver la puerta en donde habían entrado. — No podemos quedarnos aquí por mucho tiempo — susurro entrecerrando sus ojos — menos con una mujer de la realeza, debemos hacer algo para al menos estar realmente seguras — sintió la mirada de todas encima de ella, sintió que no debió abrir la boca sin un verdadero plan.
— Te has dado cuenta que estamos en un barco ¿cierto? — pregunto la hermana mayor, Aitziber bufo suavemente — No hay muchas opciones — se había cruzado de manos, parecía muy escéptica de lo que podían hacer para escapar. Aitziber no respondió, dejo que su cuerpo se escurriera por la pared hasta caer sentada, acomodo sus piernas y se quedo en silencio mientras las tres la veían sin entender lo que estaba haciendo. Sus ojos se mantenían cerrados, gracias a la presencia de energías en todo el barco logro hacerse un mapa mental de él, encontrando los cuerpos sin vida de los tripulantes, un escalofrió recorrió su cuerpo amenazándola de perder su concentración, tenía miedo de sentir que uno de aquellos cuerpos era de Teng, pero ninguno llego a ser el, así llego hasta que encontró uno cerca de los barcos que colgaban listos para bajar a la mar, al parecer había deseado huir, pero la muerte había llegado antes a él.
Una sonrisa se dibujo en sus labios, utilizo el cuerpo del tripulante para llegar a la palanca y hacer que el barco cayera al mar junto con su cuerpo muerto. “Ahora rema hasta que llegues a la ventana cercana a nosotras” ordeno y el cuerpo del muerto comenzó a remar torpemente, pero lograba hacer mover el bote. — Bueno mejor nos vamos — abrió los ojos y se levanto, se dispuso abrir la puerta, pero al parecer la habían dejado con llaves, pero se las ingenio para encontrar un alma vagando aun en el barco y le ayudara a librarse del encierro, la puerta llego a abrirse con facilidad.
— Que tienes pensado hacer ¿saltar por la ventana al mar infestado de tiburones? — la bruja no lo pensó dos veces fue hasta la cama y agarro toda las fundas, miro a la hermana menor que no dudo en acercarse en ayudarla, al parecer ella si había entendido el plan, comenzaron a sujetar los extremos de cada sabana hasta tener unos buenos metros con todas las cortinas y sabanas que encontraron — estoy segura que hay un bote esperándonos — respondió la bruja mientras buscaba un lugar fuerte para sujetar la soga improvisada. La hermana menor tiro la otra parte y miro hacia abajo, era cierto allí estaba el bote, alzo la mirada y visualizo otro barco — Viene un barco de madre hacia acá también! — advirtió con entusiasmo — podemos ir hacia ellos — Aitziber asintió y se aproximo a la ventana para ver el barco lejos pero que se acercaba cada vez más, el cadáver ayudaría a remar y utilizaría a los fantasmas para que el mar estuviera tranquilo a su paso — debes ir primero para ayudar a tu madre — le dijo a la hermana mayor — luego iras tu y de ultimo yo — giro su vista a la hermana menor quien asintió satisfecha con la decisión.
La hermana mayor bajo, luego llego la oportunidad de la reina, quien para Aitziber era la persona más importante en ese momento, no quería verse metida en un problema con un reino completo por la muerte de una persona tan importante para ellos, cuando la madre de Teng estuvo en el bote era turno de la hermana menor, esta comenzó a bajar con más agilidad que las otras dos anteriores, faltaría solamente Aitziber por bajar y podrían irse de aquel lugar, luego Teng la buscaría, estaba segura de eso. Un grito la hizo voltear hacia la puerta, se comenzaba a escuchar fuertes ruidos que parecían acercarse cada vez más hacia ese lugar — Apresúrate! — grito, pero comenzaba a ser demasiado tarde, querían derrumbar la puerta, la bruja corrió y desato la cuerda improvisada y la hermana de Teng cayó al mar. — Comienza a remar, llévalas a un lugar seguro — le ordeno al cuerpo que comenzó a hacerlo, mientras las otras mujeres ayudaban a subir a la tercera. — Yo me esconderé de nuevo, no se preocupen por mi — se despidió de ellas para luego correr hacia el escondite y encerrarse allí nuevamente, cerro con ayuda de un fantasma que luego ordeno vigilar el viaje de la familia de Teng. Ahora quedaba ella sola allí, pudo sentir como habían destrozado la puerta del camarote, ahora quedaba estar allí en silencio y esperar que no llegara a saber donde estaba.
Suspiro largamente, arregostándose a una de las paredes, era algo estrecho, mas cuando habías cuatro personas en aquel pequeño escondite, todas estaban en silencio, solamente se podía apreciar la silueta de cada una de ellas en aquella oscura habitación, todas tenían miedo, nadie podía ocultar aquel sentimiento que las invadía, tal vez lo deseaban hacer con una máscara entre su rostro, pero sus suspiros y cuerpo tenso las delataba fácilmente. La bruja giro a ver la puerta en donde habían entrado. — No podemos quedarnos aquí por mucho tiempo — susurro entrecerrando sus ojos — menos con una mujer de la realeza, debemos hacer algo para al menos estar realmente seguras — sintió la mirada de todas encima de ella, sintió que no debió abrir la boca sin un verdadero plan.
— Te has dado cuenta que estamos en un barco ¿cierto? — pregunto la hermana mayor, Aitziber bufo suavemente — No hay muchas opciones — se había cruzado de manos, parecía muy escéptica de lo que podían hacer para escapar. Aitziber no respondió, dejo que su cuerpo se escurriera por la pared hasta caer sentada, acomodo sus piernas y se quedo en silencio mientras las tres la veían sin entender lo que estaba haciendo. Sus ojos se mantenían cerrados, gracias a la presencia de energías en todo el barco logro hacerse un mapa mental de él, encontrando los cuerpos sin vida de los tripulantes, un escalofrió recorrió su cuerpo amenazándola de perder su concentración, tenía miedo de sentir que uno de aquellos cuerpos era de Teng, pero ninguno llego a ser el, así llego hasta que encontró uno cerca de los barcos que colgaban listos para bajar a la mar, al parecer había deseado huir, pero la muerte había llegado antes a él.
Una sonrisa se dibujo en sus labios, utilizo el cuerpo del tripulante para llegar a la palanca y hacer que el barco cayera al mar junto con su cuerpo muerto. “Ahora rema hasta que llegues a la ventana cercana a nosotras” ordeno y el cuerpo del muerto comenzó a remar torpemente, pero lograba hacer mover el bote. — Bueno mejor nos vamos — abrió los ojos y se levanto, se dispuso abrir la puerta, pero al parecer la habían dejado con llaves, pero se las ingenio para encontrar un alma vagando aun en el barco y le ayudara a librarse del encierro, la puerta llego a abrirse con facilidad.
— Que tienes pensado hacer ¿saltar por la ventana al mar infestado de tiburones? — la bruja no lo pensó dos veces fue hasta la cama y agarro toda las fundas, miro a la hermana menor que no dudo en acercarse en ayudarla, al parecer ella si había entendido el plan, comenzaron a sujetar los extremos de cada sabana hasta tener unos buenos metros con todas las cortinas y sabanas que encontraron — estoy segura que hay un bote esperándonos — respondió la bruja mientras buscaba un lugar fuerte para sujetar la soga improvisada. La hermana menor tiro la otra parte y miro hacia abajo, era cierto allí estaba el bote, alzo la mirada y visualizo otro barco — Viene un barco de madre hacia acá también! — advirtió con entusiasmo — podemos ir hacia ellos — Aitziber asintió y se aproximo a la ventana para ver el barco lejos pero que se acercaba cada vez más, el cadáver ayudaría a remar y utilizaría a los fantasmas para que el mar estuviera tranquilo a su paso — debes ir primero para ayudar a tu madre — le dijo a la hermana mayor — luego iras tu y de ultimo yo — giro su vista a la hermana menor quien asintió satisfecha con la decisión.
La hermana mayor bajo, luego llego la oportunidad de la reina, quien para Aitziber era la persona más importante en ese momento, no quería verse metida en un problema con un reino completo por la muerte de una persona tan importante para ellos, cuando la madre de Teng estuvo en el bote era turno de la hermana menor, esta comenzó a bajar con más agilidad que las otras dos anteriores, faltaría solamente Aitziber por bajar y podrían irse de aquel lugar, luego Teng la buscaría, estaba segura de eso. Un grito la hizo voltear hacia la puerta, se comenzaba a escuchar fuertes ruidos que parecían acercarse cada vez más hacia ese lugar — Apresúrate! — grito, pero comenzaba a ser demasiado tarde, querían derrumbar la puerta, la bruja corrió y desato la cuerda improvisada y la hermana de Teng cayó al mar. — Comienza a remar, llévalas a un lugar seguro — le ordeno al cuerpo que comenzó a hacerlo, mientras las otras mujeres ayudaban a subir a la tercera. — Yo me esconderé de nuevo, no se preocupen por mi — se despidió de ellas para luego correr hacia el escondite y encerrarse allí nuevamente, cerro con ayuda de un fantasma que luego ordeno vigilar el viaje de la familia de Teng. Ahora quedaba ella sola allí, pudo sentir como habían destrozado la puerta del camarote, ahora quedaba estar allí en silencio y esperar que no llegara a saber donde estaba.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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- ¡AAAAAAgh! –Xiang – Mei se cayó al interior del agua para después ser ayudada por quien trataba como madre, por su hermana y sabía que ahora su cuñada apreciada estaría en peligro si no se daba la vuelta y volvían al navío, pero ahora, si huía seguirían al navío, fuera cual fuera la amenaza. Tenía en cuenta que sus poderes habían sido controlados con las pulseras que se ajustaban a sus muñecas, especialmente diseñadas y confeccionadas por el brujo oficial de palacio, pero igualmente ella podía quitárselas. ¿Por qué no lo hacía? – Debemos volver, puede salir mal o ponerse en peligro innecesariamente –Dijo Xiang con miedo a verse envuelta en más problemas, pero aparte quería ayudar a quien más la necesitaba, a su cuñada y especialmente a u hermano que estaría luchando con quien fuera que estuviera molestándoles.
Ella vio la mirada de su madre y la de su hermana, eran miradas de aviso, de que no fueran hacia el peligro. Huirían hacia China y todos estarían a salvo, pero Xiang era cabezota en ocasiones, ella volvió hacia donde debería de estar Aitziber en peligro, su hermano peleando espada contra espada contra cualquier pirata que se las hiciera pasar canutas.
-¡XIANG-MEI! ¡VUELVE! –Dijo aquella que era su hermana mayor, su madre solo permanecía en silencio como si estuviera controlando el ambiente, pero en realidad, lo que estaba haciendo era ver una visión del futuro, contemplando lo que podría venir a continuación si ella seguía hacia delante, si volvía a subir madera por madera del navío de Teng. Y no más abrió los ojos para poder observar que su atolondrada y adorada hija iba hacia su oscuro futuro, donde ella no podría intervenir ya que podría morir en el intento.
Xiang al tomar con la mano una de las maderas incrustadas en el navío, su madre solo la tomo de la otra mano, mirándola con ojos acuosos, no por cansancio sino por temor a perder una de sus posesiones más preciadas –Estimada hija mía, mi Mei, esta madre te suplica que no subas ningún peldaño más por este navío…Ven – tiraba del brazo de Mei -…Vuelve conmigo y con tu hermana…-Decía lentamente la reina que por todos sus medios intentaba hacer razonar a su hija, pero Xiang-Mei sabía que tenía que volver a salvar a su hermano y a su cuñada. Aunque aquello le costara la vida en intentarlo. Xiang era testaruda y cabezota, pero ayudaba a aquel quien necesitaba de su ayuda. Adoraba luchar por la justicia y por aquellos que la necesitan, si, pero aquello era algo que su madre no soportaba y no llegaba a entender.
-Lo siento madre….-Soltó la mano de su madre, su hermana solamente la observo con incredulidad – pero tu heredero está allí, en la cubierta de aquel barco donde necesita ayuda…-Termino por comenzar a nadar un poco más cerca del barco, pero cuando estuvo a punto de coger de nuevo una de las maderas para poder trepar por el barco, unos oscuros cabellos le rodearon la cintura alzándola de repente en lo alto del cielo, observando la noche aún más cerca de su mano, como la mano se había hecho un poco más grande y como su hermana y su madre la observaban desde abajo, como dos insignificantes hormigas - ¡TEENG! –Grito el nombre de su hermano, le vio intentando luchar contra la bruja que la tenía presa, pero parecía que también había variantes a tomar en cuenta.
Si mal no vio, en la otra punta del barco, colgada boca abajo, maniatada y amordazada colgaba del puesto del vigía el cuerpo dormido de su apreciada cuñada.
Lo comprendió.
Ahora Teng, tenía que elegir en quien tener que salvar.
A ella o a Aitziber.
Ella vio la mirada de su madre y la de su hermana, eran miradas de aviso, de que no fueran hacia el peligro. Huirían hacia China y todos estarían a salvo, pero Xiang era cabezota en ocasiones, ella volvió hacia donde debería de estar Aitziber en peligro, su hermano peleando espada contra espada contra cualquier pirata que se las hiciera pasar canutas.
-¡XIANG-MEI! ¡VUELVE! –Dijo aquella que era su hermana mayor, su madre solo permanecía en silencio como si estuviera controlando el ambiente, pero en realidad, lo que estaba haciendo era ver una visión del futuro, contemplando lo que podría venir a continuación si ella seguía hacia delante, si volvía a subir madera por madera del navío de Teng. Y no más abrió los ojos para poder observar que su atolondrada y adorada hija iba hacia su oscuro futuro, donde ella no podría intervenir ya que podría morir en el intento.
Xiang al tomar con la mano una de las maderas incrustadas en el navío, su madre solo la tomo de la otra mano, mirándola con ojos acuosos, no por cansancio sino por temor a perder una de sus posesiones más preciadas –Estimada hija mía, mi Mei, esta madre te suplica que no subas ningún peldaño más por este navío…Ven – tiraba del brazo de Mei -…Vuelve conmigo y con tu hermana…-Decía lentamente la reina que por todos sus medios intentaba hacer razonar a su hija, pero Xiang-Mei sabía que tenía que volver a salvar a su hermano y a su cuñada. Aunque aquello le costara la vida en intentarlo. Xiang era testaruda y cabezota, pero ayudaba a aquel quien necesitaba de su ayuda. Adoraba luchar por la justicia y por aquellos que la necesitan, si, pero aquello era algo que su madre no soportaba y no llegaba a entender.
-Lo siento madre….-Soltó la mano de su madre, su hermana solamente la observo con incredulidad – pero tu heredero está allí, en la cubierta de aquel barco donde necesita ayuda…-Termino por comenzar a nadar un poco más cerca del barco, pero cuando estuvo a punto de coger de nuevo una de las maderas para poder trepar por el barco, unos oscuros cabellos le rodearon la cintura alzándola de repente en lo alto del cielo, observando la noche aún más cerca de su mano, como la mano se había hecho un poco más grande y como su hermana y su madre la observaban desde abajo, como dos insignificantes hormigas - ¡TEENG! –Grito el nombre de su hermano, le vio intentando luchar contra la bruja que la tenía presa, pero parecía que también había variantes a tomar en cuenta.
Si mal no vio, en la otra punta del barco, colgada boca abajo, maniatada y amordazada colgaba del puesto del vigía el cuerpo dormido de su apreciada cuñada.
Lo comprendió.
Ahora Teng, tenía que elegir en quien tener que salvar.
A ella o a Aitziber.
Xiang-Mei Jin-Ho- Hechicero Clase Alta
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Todo parecía estar tranquilo, los pasos retumbaban como una fiera cautelosa buscando su presa con lentitud, dejando que el miedo se apoderara de su cuerpo a cada segundo que pasara, sabía que no era Teng ¿Dónde estaría? Esperaba que no le hubiera pasado nada malo, estaba segura que el vendría en cualquier momento, podría escuchar su voz detrás de aquella puerta. Se arrincono a una esquina, haciéndose una pequeña bolita, podía ver una sombra como se detenía en la puerta, trato de contener la respiración, como si eso la ayudara de algún modo, pero ya se sentía descubierta, pronto el crujido de la puerta ser forzada la hizo captar que ya no estaba protegida, al menos estaba ella sola.
La puerta se abrió.
— Ohh… ¿a quién tenemos por aquí? — una amplia sonrisa se asomo en un rostro lleno de maldad, Aitziber se tenso, se sentía como ciervo yendo al matadero.
— ¿Qué has hecho con Teng?
Miro alrededor como buscando al personaje que ella invocaba, pero simplemente no aparecía, eso comenzaba a preocupar aun mas a Aitziber, quien se trataba de incorporar, entre su cuello colgaba el amuleto que le había dejado el licántropo recién convertido, se pudo le ver a la bruja el cambio de emoción en su rostro. — Debéis ser alguien muy importante para que te haya dado algo como eso y protegerte tanto de mí — chasqueo levemente su lengua, no podría utilizarla ni manejarla con sus poderes, pero eso no querría decir que no fuera inmune a la fuerza bruta. Trato de sujetarla del brazo, pero Aitziber era ágil, al final una escurridiza pequeña, que se le escapo por un lado de su cuerpo, pero pudo sujetarla por sus cortos cabellos.
La malvada mujer rio, mientras el cuero cabelludo era jalado sin ninguna compasión, la bruja termino arrodillada, tratando de liberarse, pero entre mas luchaba, más dolía —Suéltame perra — rugía Aitz, pero lo único que lograba en ella era una incontrolable risa, termino soltándola, la bruja no dudo en salir corriendo pero antes de poder escapar un fuerte golpe en la cabeza la hizo desmayarse. Termino siendo amarrada con grandes cuerdas del barco, amordazada y colgada en la punta de este, como si fuera la sirena que cuida el navío, pero boca abajo, el movimiento del mar hacia que su cuerpo se moviera de un lado a otro, suavemente.
Poco a poco despertó y encontró a la hermana de su amado siendo también atrapada por las garras de aquella malvada mujer — Nhggg…!!!— quiso moverse, tratar de quitarse lo que tenia encima, pero era imposible, un movimiento en la cuerda que le sostenía le hizo mirar hacia arriba, había algo que parecía estar royendo la cuerda, pronto caería a las frías aguas del mar.
La puerta se abrió.
— Ohh… ¿a quién tenemos por aquí? — una amplia sonrisa se asomo en un rostro lleno de maldad, Aitziber se tenso, se sentía como ciervo yendo al matadero.
— ¿Qué has hecho con Teng?
Miro alrededor como buscando al personaje que ella invocaba, pero simplemente no aparecía, eso comenzaba a preocupar aun mas a Aitziber, quien se trataba de incorporar, entre su cuello colgaba el amuleto que le había dejado el licántropo recién convertido, se pudo le ver a la bruja el cambio de emoción en su rostro. — Debéis ser alguien muy importante para que te haya dado algo como eso y protegerte tanto de mí — chasqueo levemente su lengua, no podría utilizarla ni manejarla con sus poderes, pero eso no querría decir que no fuera inmune a la fuerza bruta. Trato de sujetarla del brazo, pero Aitziber era ágil, al final una escurridiza pequeña, que se le escapo por un lado de su cuerpo, pero pudo sujetarla por sus cortos cabellos.
La malvada mujer rio, mientras el cuero cabelludo era jalado sin ninguna compasión, la bruja termino arrodillada, tratando de liberarse, pero entre mas luchaba, más dolía —Suéltame perra — rugía Aitz, pero lo único que lograba en ella era una incontrolable risa, termino soltándola, la bruja no dudo en salir corriendo pero antes de poder escapar un fuerte golpe en la cabeza la hizo desmayarse. Termino siendo amarrada con grandes cuerdas del barco, amordazada y colgada en la punta de este, como si fuera la sirena que cuida el navío, pero boca abajo, el movimiento del mar hacia que su cuerpo se moviera de un lado a otro, suavemente.
Poco a poco despertó y encontró a la hermana de su amado siendo también atrapada por las garras de aquella malvada mujer — Nhggg…!!!— quiso moverse, tratar de quitarse lo que tenia encima, pero era imposible, un movimiento en la cuerda que le sostenía le hizo mirar hacia arriba, había algo que parecía estar royendo la cuerda, pronto caería a las frías aguas del mar.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Las apariencias siempre engañan al más inocente. Teng estaba siendo derrotado por los continuos zarpazos de aquel embrujado cabello, sin necesidad de armas, pero si los partía con su espada, aquel cabello se regeneraba sin problemas. ¿Cómo diablos era posible? Lo único que tuvo en cuenta que no podía estar perdiendo más el tiempo. En lo alto de las estrellas estaba su hermana que la muy estúpida había vuelto para sacarlo de aquel problema, esperaba que su familia pudiera estar a salvo de la bruja con la que se estaba enfrentando, sin inmutarse el siguió luchando con la bruja, pero en un momento dado, su cuerpo se paralizo inmediatamente justo cuando la tenía a tiro, comenzó a estirar de sus extremidades, Teng gritaba de dolor, pero enseguida, como si la bruja captase alguna señal, paró de repente.
Teng no se lo explicaba ¿Qué le habría hecho cambiar de opinión? Entonces aprovecho para esconderse y poder así desaparecer. Mientras la vio actuar. Vio que alguien le daba señales para que dejara de perder el tiempo y comenzara a buscar a alguien ¿pero quién era? Pudo ver como su hermana, después de que estuviera pendida en el aire directamente cayera sobre el suelo de la cubierta, vio como también se escondió y creaba una especie de barrera que increíblemente él pudo ver a la perfección. Pero después él mismo vio como la bruja se adentraba en el camarote, él se escondió aun mas, siguiendo su instinto, hasta que esta le comenzaba a fallar, no sabía cómo hacerlo, no quería transformarse en este instante.
Desde que se convirtió hace unos momentos en un licántropo aun no sabía poder convertirse completamente, la voluntad de su cuerpo mandaba sobre él, acabo por tirar varias cajas de la cubierta al suelo y termino por transformarse en la nueva bestia que era, rugiendo con ferocidad y recorriendo el barco en busca de seres que despedazar, pero de un gran salto a cabo en la cubierta de otro navío, acabando con todo ser viviente hasta que vio a un hombre con mirada feroz que pretendía sacarle de su cubierta, pero no hizo falta ya que Teng volvía a su navío para terminar viendo que su hermana estaba bajo un montón de cajas de madera, aguantando aquella barrera y a su prometida colgada de popa.
Gruño reconociendo el olor de su prometida cerca de los predadores del mar, saltó como nadie lo había hecho antes y acabo por trepar por la madera del barco, yendo hasta ella para comenzar a romper las cuerdas que la mantenían atada, costándole un poco, soltándolas finalmente y la agarro por la cintura llevándola a cubierta.
Él se quedaba sobre aquel pequeño y frágil cuerpo. El olor era reconocible y por sus fauces caían las ganas por devorarla. Le gruño, la olio de arriba abajo pero la percepción del aura le indico que no era hostil, sino similar a él. Se fue alejando pero no se alejó de ella por completo. Sino, se sometió a ella, colocando su cabeza sobre el regazo de su amada.
Teng no se lo explicaba ¿Qué le habría hecho cambiar de opinión? Entonces aprovecho para esconderse y poder así desaparecer. Mientras la vio actuar. Vio que alguien le daba señales para que dejara de perder el tiempo y comenzara a buscar a alguien ¿pero quién era? Pudo ver como su hermana, después de que estuviera pendida en el aire directamente cayera sobre el suelo de la cubierta, vio como también se escondió y creaba una especie de barrera que increíblemente él pudo ver a la perfección. Pero después él mismo vio como la bruja se adentraba en el camarote, él se escondió aun mas, siguiendo su instinto, hasta que esta le comenzaba a fallar, no sabía cómo hacerlo, no quería transformarse en este instante.
Desde que se convirtió hace unos momentos en un licántropo aun no sabía poder convertirse completamente, la voluntad de su cuerpo mandaba sobre él, acabo por tirar varias cajas de la cubierta al suelo y termino por transformarse en la nueva bestia que era, rugiendo con ferocidad y recorriendo el barco en busca de seres que despedazar, pero de un gran salto a cabo en la cubierta de otro navío, acabando con todo ser viviente hasta que vio a un hombre con mirada feroz que pretendía sacarle de su cubierta, pero no hizo falta ya que Teng volvía a su navío para terminar viendo que su hermana estaba bajo un montón de cajas de madera, aguantando aquella barrera y a su prometida colgada de popa.
Gruño reconociendo el olor de su prometida cerca de los predadores del mar, saltó como nadie lo había hecho antes y acabo por trepar por la madera del barco, yendo hasta ella para comenzar a romper las cuerdas que la mantenían atada, costándole un poco, soltándolas finalmente y la agarro por la cintura llevándola a cubierta.
Él se quedaba sobre aquel pequeño y frágil cuerpo. El olor era reconocible y por sus fauces caían las ganas por devorarla. Le gruño, la olio de arriba abajo pero la percepción del aura le indico que no era hostil, sino similar a él. Se fue alejando pero no se alejó de ella por completo. Sino, se sometió a ella, colocando su cabeza sobre el regazo de su amada.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Detrás de aquellos temidos barcos con velas negras se encontraba otro que destacaba por su elegancia. Desde la barnizada madera oscura, con un dragón engalanando la popa, hasta las blanquísimas velas extendidas al máximo para acercarse con rapidez al barco que estaba siendo atacado. De pie sobre el extremo de la popa, erguido con una posición dominante y serena a pesar de todos los demás miembros de su tripulación que corrían de un lugar a otro, preparados para lo que haría su loco capitán, León observaba todo lo que ocurría con sus ojos azules.
Había planeado este momento desde el mismo instante en que su padre le había dicho que tenía una prometida, había intentado localizarla, pero su madre, esa vieja astuta, había conseguido alejarlo del camino durante el tiempo suficiente para que su, al principio tediosa obligación, se hubiera convertido en una ansiosa tarea que quería ver finalizada.
No pensaba perder el tiempo, tomaría a la mujer, le entregaría a la bruja lo prometido y se casaría con ella tan pronto como llegasen a su país y pudiera casarse con ella. A pesar de que como capitán podía casar a sus tripulantes, consideraba demasiado vulgar el oficiar su propio matrimonio. No, él quería una boda digna de su egocéntrica persona. Aunque todavía tenía que ver si ella era lo suficiente hermosa como para poder dormir a su lado todas las noches, al menos todas las que él quisiera.
- ¡¡Smith!! – Su segundo al mando giró el barco hacia la derecha, acercándolo cada vez más a uno de los barcos de velas negras. Se agarró de una de las cuerdas del barco y les dio una gran sonrisa a todos sus hombres. - ¡¡ Aminoren la velocidad y aséense ratas de barco, recuerden que se nos une una mujer!!- Sus marineros rugieron gritos, algunos alegres y otros no tan felices al saber que tendrían que lavarse con jabón para dar la bienvenida a una mujer. Había escuchado sus quejas sobre que las mujeres daban mala suerte, pero con un par de azotes y unas botellas de ron, todos habían aceptado su orden. León era conocido por su carácter bipolar, nadie quería enfurecer al capitán, no cuando el rubio sabía manejar a la perfección un látigo de nueve colas.
Corrió sobre la superficie de su barco y cuando llegó al borde, saltó, impulsándose encima de la tarima que lo separaba de una caída directa al profundo y oscuro océano. Su cuerpo voló por el aire, hasta que se soltó y cayó sobre la cubierta de uno de los barcos de la bruja. No perdió el tiempo en presentaciones, sino que se levantó en medio de una tripulación atónita y corrió hacia el segundo barco en el que se encontraba la mujer con la que había estado soñando durante toda su adolescencia.
Tuvo que golpear a varios hombres para conseguir una cuerda que lo hiciera llegar al barco de su prometida, pero cuando se la arrancó a uno de los hombres a base de puñetazos, se impulsó y saltó. Cayó sobre el cuerpo de un joven asiático que intentaba defender el barco de su señor, eso lo hizo reír ya que el pobre chico había amortiguado su caída.
- ¡ Hallo Junge !*- Le dijo al hombre entre carcajadas mientras se levantaba y sacudía su ropa. Caminó con tranquilidad hacia la bruja y cuando llegó a su lado, le dio una mala mirada.
- ¿Dónde está? Tengo prisa y lo sabes. – Sus ojos taladraron a la mujer, todo en el estaba predispuesto a conseguir lo que quería, fuera como fuera. Pero aquella mujer se estaba divirtiendo demasiado, si había herido a su mujer iba a conseguir que sufriera lentamente.
- Le rompes todo el encanto al juego.- Era evidente que su caprichosa personalidad había enfurecido a la bruja, pero eso no le importaba. Él la había contratado para que cumpliera con lo que había pedido, así que quería la mujer y la quería ya.
Con un movimiento de su mano, el cuerpo de una joven fue traído hasta él. Su joven rostro estaba lleno de paz, había tanta calma y quietud en ella que tuvo que tocar su pulso para comprobar que no estuviera muerta. La tomó en brazos y le señaló la tripulación de los dos barcos negros.
- Son todos tuyos, en cuanto a los guardias….- Miró a su alrededor a todos los que estaban luchando y se encogió de hombros. – Mátalos o déjalos vivos. Lo cierto es que no me importa. Juega todo lo que quieras con ellos. – Sonrió a la bruja y le dio un guiño de ojos. – Espero volverte a ver – La mujer se rió y León cargó con su prometida hasta el borde del barco, esperando a que su barco apareciera para marcharse.
Pero la bruja, una vez más, lo ayudó. Su cuerpo voló en el aire y fue llevado por una mano invisible hasta su barco, donde de repente cayó del aire, siendo soltado con brusquedad. Cayó en los brazos de tres de sus tripulantes, haciendo que todos cayeran bajo el peso de él y su prometida. Pero al estar sanos y salvos, ya nada importaba. Ni los dos barcos de hombres que sacrificaba para aquella bruja, ni la familia de su prometida, ni su propia libertad.
Acarició el rostro durmiente de la mujer y sonrió, su belleza era tal que no podía evitar tocarla una y otra vez. No podía esperar el momento en que despertase y pudiera ver el color de sus ojos. Deseaba ver cómo aquella boca se abría para decir su nombre con un gemido de placer. Desde el mismo instante en que la había visto, lo había sabido. Iba a hacerla suya, costara lo que costara. Porque si había un hombre capaz de raptar a una princesa y atarla a él, era el mismísimo León Von Streigner.
Había planeado este momento desde el mismo instante en que su padre le había dicho que tenía una prometida, había intentado localizarla, pero su madre, esa vieja astuta, había conseguido alejarlo del camino durante el tiempo suficiente para que su, al principio tediosa obligación, se hubiera convertido en una ansiosa tarea que quería ver finalizada.
No pensaba perder el tiempo, tomaría a la mujer, le entregaría a la bruja lo prometido y se casaría con ella tan pronto como llegasen a su país y pudiera casarse con ella. A pesar de que como capitán podía casar a sus tripulantes, consideraba demasiado vulgar el oficiar su propio matrimonio. No, él quería una boda digna de su egocéntrica persona. Aunque todavía tenía que ver si ella era lo suficiente hermosa como para poder dormir a su lado todas las noches, al menos todas las que él quisiera.
- ¡¡Smith!! – Su segundo al mando giró el barco hacia la derecha, acercándolo cada vez más a uno de los barcos de velas negras. Se agarró de una de las cuerdas del barco y les dio una gran sonrisa a todos sus hombres. - ¡¡ Aminoren la velocidad y aséense ratas de barco, recuerden que se nos une una mujer!!- Sus marineros rugieron gritos, algunos alegres y otros no tan felices al saber que tendrían que lavarse con jabón para dar la bienvenida a una mujer. Había escuchado sus quejas sobre que las mujeres daban mala suerte, pero con un par de azotes y unas botellas de ron, todos habían aceptado su orden. León era conocido por su carácter bipolar, nadie quería enfurecer al capitán, no cuando el rubio sabía manejar a la perfección un látigo de nueve colas.
Corrió sobre la superficie de su barco y cuando llegó al borde, saltó, impulsándose encima de la tarima que lo separaba de una caída directa al profundo y oscuro océano. Su cuerpo voló por el aire, hasta que se soltó y cayó sobre la cubierta de uno de los barcos de la bruja. No perdió el tiempo en presentaciones, sino que se levantó en medio de una tripulación atónita y corrió hacia el segundo barco en el que se encontraba la mujer con la que había estado soñando durante toda su adolescencia.
Tuvo que golpear a varios hombres para conseguir una cuerda que lo hiciera llegar al barco de su prometida, pero cuando se la arrancó a uno de los hombres a base de puñetazos, se impulsó y saltó. Cayó sobre el cuerpo de un joven asiático que intentaba defender el barco de su señor, eso lo hizo reír ya que el pobre chico había amortiguado su caída.
- ¡ Hallo Junge !*- Le dijo al hombre entre carcajadas mientras se levantaba y sacudía su ropa. Caminó con tranquilidad hacia la bruja y cuando llegó a su lado, le dio una mala mirada.
- ¿Dónde está? Tengo prisa y lo sabes. – Sus ojos taladraron a la mujer, todo en el estaba predispuesto a conseguir lo que quería, fuera como fuera. Pero aquella mujer se estaba divirtiendo demasiado, si había herido a su mujer iba a conseguir que sufriera lentamente.
- Le rompes todo el encanto al juego.- Era evidente que su caprichosa personalidad había enfurecido a la bruja, pero eso no le importaba. Él la había contratado para que cumpliera con lo que había pedido, así que quería la mujer y la quería ya.
Con un movimiento de su mano, el cuerpo de una joven fue traído hasta él. Su joven rostro estaba lleno de paz, había tanta calma y quietud en ella que tuvo que tocar su pulso para comprobar que no estuviera muerta. La tomó en brazos y le señaló la tripulación de los dos barcos negros.
- Son todos tuyos, en cuanto a los guardias….- Miró a su alrededor a todos los que estaban luchando y se encogió de hombros. – Mátalos o déjalos vivos. Lo cierto es que no me importa. Juega todo lo que quieras con ellos. – Sonrió a la bruja y le dio un guiño de ojos. – Espero volverte a ver – La mujer se rió y León cargó con su prometida hasta el borde del barco, esperando a que su barco apareciera para marcharse.
Pero la bruja, una vez más, lo ayudó. Su cuerpo voló en el aire y fue llevado por una mano invisible hasta su barco, donde de repente cayó del aire, siendo soltado con brusquedad. Cayó en los brazos de tres de sus tripulantes, haciendo que todos cayeran bajo el peso de él y su prometida. Pero al estar sanos y salvos, ya nada importaba. Ni los dos barcos de hombres que sacrificaba para aquella bruja, ni la familia de su prometida, ni su propia libertad.
Acarició el rostro durmiente de la mujer y sonrió, su belleza era tal que no podía evitar tocarla una y otra vez. No podía esperar el momento en que despertase y pudiera ver el color de sus ojos. Deseaba ver cómo aquella boca se abría para decir su nombre con un gemido de placer. Desde el mismo instante en que la había visto, lo había sabido. Iba a hacerla suya, costara lo que costara. Porque si había un hombre capaz de raptar a una princesa y atarla a él, era el mismísimo León Von Streigner.
- Spoiler:
- * ¡ Hallo Junge ! = Hola chico/joven
Dirk Van Der Broken- Realeza Neerlandesa
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Re: Cantos corales [Priv] + 18
La guerra cayo tan rápido que no se dio cuenta que Xiang había sido secuestrada. Los barcos oscuros de velas negras se alejaron del navío de dicho príncipe, llevándose consigo a Xiang y alejándola de su lado sin haber podido hacer nada. Enseguida, su madre y su hermana aparecieron de repente, simplemente para sorprenderse de que Teng se convertía en hombre lobo tras el cambio de la desaparición de la luna llena. Un grumete junto con otro se lo llevó lejos de allí, ocultándolo de su posición, llevándolo hacia el interior del camarote en donde le acomodaron con ropas nuevas.
Los movimientos sobre cubierta habían sido rápidos a los ojos mortales de las demás. También acondicionaron una alcoba para la Reina y la otra princesa mientras el navío de la reina hacía de escolta al del príncipe. Teng no distinguía del bien o del mal. Se sentía mareado simplemente por el hecho de que no veía con claridad. Su visión era borrosa y podía sentir su cuerpo aun estar en pura tensión debido a los recientes cambios incontrolables de su nuevo cuerpo. Su vida ahora parecía estar dependiendo de un hilo del que tenía que sujetarse, necesitaba de los cuidados de su bruja a la que esperaba que estuviera a salvo.
Lo colocaron bajo las sabanas de seda negra, cubierto por vendajes y un grumete experto realizaba un tipo de ritual calmante para el recién llegado a la manada. Su contramaestre que ya no estaba a su lado, podría haber pasado al cambia formas ave o al lupino que había siempre al lado de Feinar –Agh…-se quejó brevemente de algún dolor que sufriera en esos momentos. Seguramente necesitaba descansar – Buscad a Lemoine…-Mando a uno de sus guardias que eran de su madre pero a él también le obedecieron aunque no de inmediato. Solo quería estar con ella. No habían podido tener ni si quiera un minuto de relax entre ambos. Todo era con prisas. Quería conocerla, quería saber más cosas de ellas aunque fuera testaruda y dicharachera, había conseguido hacer mella en él misteriosamente.
Los movimientos sobre cubierta habían sido rápidos a los ojos mortales de las demás. También acondicionaron una alcoba para la Reina y la otra princesa mientras el navío de la reina hacía de escolta al del príncipe. Teng no distinguía del bien o del mal. Se sentía mareado simplemente por el hecho de que no veía con claridad. Su visión era borrosa y podía sentir su cuerpo aun estar en pura tensión debido a los recientes cambios incontrolables de su nuevo cuerpo. Su vida ahora parecía estar dependiendo de un hilo del que tenía que sujetarse, necesitaba de los cuidados de su bruja a la que esperaba que estuviera a salvo.
Lo colocaron bajo las sabanas de seda negra, cubierto por vendajes y un grumete experto realizaba un tipo de ritual calmante para el recién llegado a la manada. Su contramaestre que ya no estaba a su lado, podría haber pasado al cambia formas ave o al lupino que había siempre al lado de Feinar –Agh…-se quejó brevemente de algún dolor que sufriera en esos momentos. Seguramente necesitaba descansar – Buscad a Lemoine…-Mando a uno de sus guardias que eran de su madre pero a él también le obedecieron aunque no de inmediato. Solo quería estar con ella. No habían podido tener ni si quiera un minuto de relax entre ambos. Todo era con prisas. Quería conocerla, quería saber más cosas de ellas aunque fuera testaruda y dicharachera, había conseguido hacer mella en él misteriosamente.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Su fino cuerpo estaba atrapado por aquellas sogas fuertes, que le daban poco espacio para respirar adecuadamente. Sentía que se ahogaba, con la mordaza en sus labios y el rozar de las cuerdas por todo su cuerpo. Suavemente se movía como un péndulo, mientras los secuaces de la bruja mala roían con tortuosa pero constante lentitud la soga. No importara cuando se esforzara para poder librar al menos una de sus manos y poder salir, era imposible, termino rindiéndose. Sus cabellos era presa del viento, veía sin poder hacer nada como Teng se convertía nuevamente en una bestia, miro hacia el cielo y encontró a la luna llena aparecer en los cielos. Las nubes parecían estar despejando el cielo, lo que hizo que el satélite natural estuviera a todo su esplendor.
Ella solamente podía ver la tragedia que se estaba viviendo debajo de ella. — Ya está casi lista — escucho un grito de arriba, seguido de muchas risas burlonas. La soga ya no soportaría el peso de Aitziber y sin hacerse esperar cedió. Cerró sus ojos pensando que era el final, esperaba sentir pronto el agua fría calando sus huesos. Pero nada de eso sucedió, cuando abrió sus ojos, estaba en las fauces de lo que alguna vez había sido Teng. Al parecer con cierto esfuerzo de no ser muy brusco, terminaron en el suelo del navío del pirata, con sus grandes fauces destrozaba las cuerdas.
Decidió quedarse quita, no hizo ningún movimiento brusco, no quería provocarlo. Este pareció analizarla, oliéndola y mirándola detenidamente, aun tenía la mordaza en sus labios, así que no podía hablar. Sintió un respiro de alivio cuando pareció reconocerla; o eso quiso creer ella. Cuando se alejo un poco, Aitziber se apresuro a quitarse la mordaza que le lastimaba mucho sus labios — Ahhg…— Jadeo un poco sintiéndose más relajada. Pero su cuerpo volvió a tensionarse cuando este se acerco una vez más. Sabía que era Teng, pero aun así deseaba ser cuidadosa, no quería provocarlo en ese estado, estaba segura que hacia su mejor esfuerzo para no hacerle daño.
— Gracias por salvarme, amado mío — le susurro. Mirando con ternura y cierta emoción como este se acomodaba en su regazo. Lamentablemente aun totalmente tranquilos no podían estar. Se había olvidado por unos momentos de Xiang. Teng salió al rescate de su hermana, mientras unos pocos sobrevivientes de la tripulación del pirata fueron a ayudar a la bruja, que aun estaba un poco adolorida por las sogas. La madre de Teng y su otra hermana llegaron y encontraron a Aitziber siendo sentada en un rincón. Fueron hacia ella para verificar su estado — Estoy bien, solamente mi músculos están un poco entumecidos, mas nada— trato de sonreír pero había una aire muy pesado en ese momento.
Un guardia se acerco a las mujeres, con mucha educación pidió permiso para llevarse a la bruja. Sin dudarlo se levanto, aunque muchos terminaron regañándola, ella camino con prisa hasta llegar al camarote en donde estaba Teng descansando en aquella amplia cama con vendajes en todo su cuerpo —Buenas Noches, Príncipe — Dijo en un tono suave. Mientras una pequeña sonrisa de dibujaba en sus labios. Noto como todos se retiraban para dejarlos solos, cuando la última persona salió del lugar ella se apresuro a estar más cerca de el, se sentó a su lado y se inclino para darle un beso.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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-Aitz….-Susurro después de aquel beso sorpresa que no se esperaba recibir. Suspiró sobre los labios de su amada – Xiang…!!-Se intentó levantar pero los dolores después de su primera luna llena eran evidentes. Nada podía decir, todo se había terminado. Ahora solo se quedaría en ir en busca de Xiang allá adonde hubiera ido. Ahora solo debía concentrarse en la hermosa imagen que tenía delante de él – Bruj…Aitz…-susurro como pudo de suave, demostrando que debajo de esa capa de pirata despiadado había alguien sensible y bastante dolorido en lo que había pasado de noche. No sabía que decir. Su mano derecha se estiro para poder alcanzar la cintura de Aitziber y arrastrarla consigo, poniéndola sobre su cuerpo, abrazándola con esfuerzo con el otro brazo y finalmente recostado sobre un montón de cojines, acariciaba con la yema de los dedos aquellos cortos cabellos oscuros que ahora no eran los mismos que cuando él los había cortado hace tiempo.
- ….-¿Cómo podía decir alguna palabra estando hecho un completo lio? Seguía en el proceso de las caricias. Le gustaba hacerlo – Vaya noche ¿eh? –Fue lo único que se le ocurrió decir mientras seguía absorto en las caricias que brindaba a su estimada bruja – Siento…siento que hayas tenido que pasar por esto bruja…-Tosió varias veces hacia un lado y juró que había echado un poco de sangre, era obvio, estaba demasiado dolido como para poder decir nada.
Se limpió con la sábana blanca de lino y se quedó mirando a Aitziber con firmeza, acercándose a ella – Estoy bien…-Trago un poco de su saliva antes de besar torpemente a Aitziber, pero conforme seguía el beso con lentitud, mientras colocaba las manos por debajo de la línea de su mentón afincándose en el beso y aquellas manos que sujetaban el fino rostro de porcelana de su amada, las fue bajando, el beso para él iba mejorando, simplemente descubriendo cual mejor podría ser.
Se separó para quedar a una distancia milimétrica de la bruja, pudo escuchar sonidos que venían de la cubierta pero eran nada más que ordenes que implicaran arreglar los desperfectos hechos por el ataque del barco contrincante. Estaba cansado pero aliviado de que ella estuviera a su lado. Sus manos estaban ahora en los hombros de Aitziber, con suavidad los acariciaba y se sentía que ellos merecían de un rato a solas entre ambos – Que locura cometiste….-Dijo entre la intimidad de la cercanía entre ambos cuerpos, una de sus inocentes manos entonces fue a tomar parte del ruedo, lentamente fue, sin prisa alguna a deshacer uno de los lazos que ataban aquel escote. La miró - ….-Y rompió parte de varios lazos que sujetaban firmemente el escote, dejando holgado la parte frontal y una sonrisa demasiada picara se asomó en aquel rostro masculino.
-Cámbiate….Soy demasiado tradicionalista….-Dijo con una sonrisa mientras se recostaba contra el montón de cojines, observando la cara que se le habría quedado a la bruja, pero se sentó, sonriendo y para cuando se puso a buscar el parche por la habitación, aprovecho para sacar uno de los camisones de Xiang del baúl que habían traído. ¿Cómo olvidar lo que había pasado? – Seguro que habríais sido muy buenas amigas…-Se encamino hacia donde estaba Aitziber y dejo el camisón a un lado de ella – Ella….-Se apoyó con las manos en el poste de la cama comenzando a recordar – Cuando ella era pequeña siempre se metía en líos del que yo o Bing teníamos que sacarla del ruedo o de cualquier embrollo…-Chisto – Perdóname…Estamos juntos y ando hablando de…-Inmediatamente se sentó en el borde de la cama, pensativo y mirando al mar abierto – Imagina si esa bruja te hubiera cogido a ti, Aitziber…-Y la mirada que le dirigió fue firme y seria, su mirada ya no mostraba las oscuras pupilas de sus ojos.
- ….-¿Cómo podía decir alguna palabra estando hecho un completo lio? Seguía en el proceso de las caricias. Le gustaba hacerlo – Vaya noche ¿eh? –Fue lo único que se le ocurrió decir mientras seguía absorto en las caricias que brindaba a su estimada bruja – Siento…siento que hayas tenido que pasar por esto bruja…-Tosió varias veces hacia un lado y juró que había echado un poco de sangre, era obvio, estaba demasiado dolido como para poder decir nada.
Se limpió con la sábana blanca de lino y se quedó mirando a Aitziber con firmeza, acercándose a ella – Estoy bien…-Trago un poco de su saliva antes de besar torpemente a Aitziber, pero conforme seguía el beso con lentitud, mientras colocaba las manos por debajo de la línea de su mentón afincándose en el beso y aquellas manos que sujetaban el fino rostro de porcelana de su amada, las fue bajando, el beso para él iba mejorando, simplemente descubriendo cual mejor podría ser.
Se separó para quedar a una distancia milimétrica de la bruja, pudo escuchar sonidos que venían de la cubierta pero eran nada más que ordenes que implicaran arreglar los desperfectos hechos por el ataque del barco contrincante. Estaba cansado pero aliviado de que ella estuviera a su lado. Sus manos estaban ahora en los hombros de Aitziber, con suavidad los acariciaba y se sentía que ellos merecían de un rato a solas entre ambos – Que locura cometiste….-Dijo entre la intimidad de la cercanía entre ambos cuerpos, una de sus inocentes manos entonces fue a tomar parte del ruedo, lentamente fue, sin prisa alguna a deshacer uno de los lazos que ataban aquel escote. La miró - ….-Y rompió parte de varios lazos que sujetaban firmemente el escote, dejando holgado la parte frontal y una sonrisa demasiada picara se asomó en aquel rostro masculino.
-Cámbiate….Soy demasiado tradicionalista….-Dijo con una sonrisa mientras se recostaba contra el montón de cojines, observando la cara que se le habría quedado a la bruja, pero se sentó, sonriendo y para cuando se puso a buscar el parche por la habitación, aprovecho para sacar uno de los camisones de Xiang del baúl que habían traído. ¿Cómo olvidar lo que había pasado? – Seguro que habríais sido muy buenas amigas…-Se encamino hacia donde estaba Aitziber y dejo el camisón a un lado de ella – Ella….-Se apoyó con las manos en el poste de la cama comenzando a recordar – Cuando ella era pequeña siempre se metía en líos del que yo o Bing teníamos que sacarla del ruedo o de cualquier embrollo…-Chisto – Perdóname…Estamos juntos y ando hablando de…-Inmediatamente se sentó en el borde de la cama, pensativo y mirando al mar abierto – Imagina si esa bruja te hubiera cogido a ti, Aitziber…-Y la mirada que le dirigió fue firme y seria, su mirada ya no mostraba las oscuras pupilas de sus ojos.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Le dio tristeza al escuchar el nombre de Xiang salir de los labios de Teng, hubiera podido desear hacer algo para poder salvarla. Entendía que todo se había escapado de las manos de todos y que la familia de Teng estaba de luto en ese momento. Todos mantenían un semblante sombrío y de preocupación, que parecía que fácilmente podrían llegar a contagiarla. El tacto del pirata fue para ella como un balde de agua fría que la saco de del mar de sus pensamientos y la hizo volver a la realidad, al momento exacto en que estaban. No se dio realmente cuenta que la había agarrado de la cintura, hasta que se vio encima de él — Oye, ten cuidado — se quejo sujetándose de sus hombros. Debajo de su cuerpo sintió pequeños cuerpos de diferentes figuras, los cuales se trataban de cojines regados por todo el lecho.
Se mordió suavemente su labio inferior, dejo que las caricias de Teng se dispersaran por donde él quisiera. Asumía que debía estar triste y acomplejado, pero no importaba, ella estaría a su lado para consolarlo aunque este no quisiera. Lo escucho toser un poco y levanto su miraba para detallar su estado, pero este mismo la quiso tranquilizar con palabras suaves pero firmes.
¿Desde cuándo no disfrutaban un beso? Para ella fue como encontrar la gloria en un momento de derrota y los dos se ajustaban cada vez mejor a la necesidad del otro. Las pequeñas manos de Aitziber fueron a parar en el pecho aun con vendas del pirata, en la cual se aferraba con delicadeza. Los ruidos del exterior parecieron romper un poco el ambiente que se había formado, ella misma miro sobre el cuerpo del licántropo recién convertido, frunciendo levemente su ceño.
Era extraño sentir como su cuerpo llegaba a respirar mejor, giro su rostro, encontrando lo que provocaba que sus pulmones tuvieran más espacio para el oxigeno. Teng destruía parte del amarre de su corsé. No tuvo tiempo de impresionarse, de cierta forma se aliviaba de aquella liberación, pero la expresión del pirata, la hizo cubrirse rápidamente, mientras su rostro se llenaba de un suave color. — No debiste dañar mi traje — dijo titubeando un poco. Lo miro como tranquilamente se acomodaba en un lado de la cama, en donde juntaba los cojines a su antojo, pero antes de poder disfrutar su pequeño “Trono” fue a buscar un camisón, que al parecer había pertenecido a Xiang. Tenía lindos bordados dorados con gran tendencia asiática. Aitziber sujeto la pieza, mientras escuchaba al hombre hablar de su hermana.
Termino caminando unos pasos hasta encontrar un mural en donde podría cambiarse. Cuando salió, encontró a Teng sentado en el borde de la cama. — Teng… No debes sentirte mal. Fue algo… inevitable… — se mordió los labios. Mientras se apresuraba a ajustar el pequeño camisón a su cuerpo, con una cinta que combinaba a su cintura. — Ayúdame con esto, por dios, no te quedes mirándome así — fue hasta donde estaba él y le dio la espalda para que le ayudara a sujetar por detrás. — Si me hubieran atrapado a mí, estoy segura que los hubieras acorralado al hasta el fin del mundo, solo para volver a tenerme a tu lado — respondió confiada. Mientras sentía como aquella fina tela tomaba la forma de su cuerpo.
Se mordió suavemente su labio inferior, dejo que las caricias de Teng se dispersaran por donde él quisiera. Asumía que debía estar triste y acomplejado, pero no importaba, ella estaría a su lado para consolarlo aunque este no quisiera. Lo escucho toser un poco y levanto su miraba para detallar su estado, pero este mismo la quiso tranquilizar con palabras suaves pero firmes.
¿Desde cuándo no disfrutaban un beso? Para ella fue como encontrar la gloria en un momento de derrota y los dos se ajustaban cada vez mejor a la necesidad del otro. Las pequeñas manos de Aitziber fueron a parar en el pecho aun con vendas del pirata, en la cual se aferraba con delicadeza. Los ruidos del exterior parecieron romper un poco el ambiente que se había formado, ella misma miro sobre el cuerpo del licántropo recién convertido, frunciendo levemente su ceño.
Era extraño sentir como su cuerpo llegaba a respirar mejor, giro su rostro, encontrando lo que provocaba que sus pulmones tuvieran más espacio para el oxigeno. Teng destruía parte del amarre de su corsé. No tuvo tiempo de impresionarse, de cierta forma se aliviaba de aquella liberación, pero la expresión del pirata, la hizo cubrirse rápidamente, mientras su rostro se llenaba de un suave color. — No debiste dañar mi traje — dijo titubeando un poco. Lo miro como tranquilamente se acomodaba en un lado de la cama, en donde juntaba los cojines a su antojo, pero antes de poder disfrutar su pequeño “Trono” fue a buscar un camisón, que al parecer había pertenecido a Xiang. Tenía lindos bordados dorados con gran tendencia asiática. Aitziber sujeto la pieza, mientras escuchaba al hombre hablar de su hermana.
Termino caminando unos pasos hasta encontrar un mural en donde podría cambiarse. Cuando salió, encontró a Teng sentado en el borde de la cama. — Teng… No debes sentirte mal. Fue algo… inevitable… — se mordió los labios. Mientras se apresuraba a ajustar el pequeño camisón a su cuerpo, con una cinta que combinaba a su cintura. — Ayúdame con esto, por dios, no te quedes mirándome así — fue hasta donde estaba él y le dio la espalda para que le ayudara a sujetar por detrás. — Si me hubieran atrapado a mí, estoy segura que los hubieras acorralado al hasta el fin del mundo, solo para volver a tenerme a tu lado — respondió confiada. Mientras sentía como aquella fina tela tomaba la forma de su cuerpo.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Era verdad, podría estar siendo demasiado duro consigo mismo, dándose la injusticia por su parte, pero ella era otro caso aparte. Xiang era especial para él, pero ahora tenia a Aitziber de su lado y no podría dejar pasar esta oportunidad. Se levantó para tomar la cinta que pedia que le atara pero se quedo pensando con ambas tiras en las manos. Pensaba en si debía de seguir y acabo por soltarlas lentamente, dejando deslizar la fina tela por sus manos hasta que ya no las sujetaba y al momento siguiente estaba besando el hombro izquierdo que descubrió, besándolo lentamente a la vez que juntaba su cuerpo contra el de ella, apartándole sus cortos cabellos y continuando besando esta vez le rodeaba la cintura con uno de sus brazos.
Subía los besos por el cuello hacia arriba, hacia su mentón, para morderle el lóbulo de la oreja y por fin ir a besar sus labios que lo hizo con toda la suavidad, ternura del mundo mientras que la mano que estaba en su cintura acariciaba lentamente hacia abajo yendo por su cadera, por cada centímetro de aquel cuerpo mientras también jugaba a levantar sutilmente el camisón que le había ofrecido por la parte de sus muslos.
La dio la vuelta en el sitio.
La encaro para verla y termino por sujetarle los pómulos para seguir con el beso una y otra vez, sin dejarse ninguna parte de sus labios por besar hasta que finalmente la tenía en su embrujo, la tomo en peso sujetándola de los muslos y se fue directo con ella hacia el lecho de la cama, haciendo que ambos cuerpos se rozasen el uno contra el otro. Uno estaría descubriendo el paraíso pero en realidad, ambos estaban haciéndolo. Por mucha apariencia dura que Teng pudiera aparentar, él sentía cada sensación maximizada y más si era su primera vez. En el pasado, él había estado cerca de las proximidades del peligro femenino, pero nunca había acabado yaciendo con ellas. Siempre las degollaba antes de que pudiera llegar a más con ellas y siempre robaba al desfavorecido.
Subía los besos por el cuello hacia arriba, hacia su mentón, para morderle el lóbulo de la oreja y por fin ir a besar sus labios que lo hizo con toda la suavidad, ternura del mundo mientras que la mano que estaba en su cintura acariciaba lentamente hacia abajo yendo por su cadera, por cada centímetro de aquel cuerpo mientras también jugaba a levantar sutilmente el camisón que le había ofrecido por la parte de sus muslos.
La dio la vuelta en el sitio.
La encaro para verla y termino por sujetarle los pómulos para seguir con el beso una y otra vez, sin dejarse ninguna parte de sus labios por besar hasta que finalmente la tenía en su embrujo, la tomo en peso sujetándola de los muslos y se fue directo con ella hacia el lecho de la cama, haciendo que ambos cuerpos se rozasen el uno contra el otro. Uno estaría descubriendo el paraíso pero en realidad, ambos estaban haciéndolo. Por mucha apariencia dura que Teng pudiera aparentar, él sentía cada sensación maximizada y más si era su primera vez. En el pasado, él había estado cerca de las proximidades del peligro femenino, pero nunca había acabado yaciendo con ellas. Siempre las degollaba antes de que pudiera llegar a más con ellas y siempre robaba al desfavorecido.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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— ¿Teng? — suspiro. Era automático sentir una alegría crecer en el interior de su cuerpo, cuando era abrigada por el calor proveniente de la persona que amaba. Su presencia le indicaba que estaba muy cerca de ella, solo a centímetros de su piel. Su cuerpo se tenso por unos segundos, estremeciéndose por la avalancha de besos espontáneos. Después simplemente sonrió suavemente mientras sus ojos se cerraban y disfrutaba la faena. Estaba atrapada entre los besos de él, no podría salir y realmente no deseaba hacerlo. Su mismo cuerpo era atraído al a este, como si de una fuerte fuerza de atracción la mantuviera atada a él. Los besos dibujaban un camino que recorría todo su cuerpo, ella solamente podía estremecerse entre suspiros, mientras el recorría su espalda a su antojo.
Era algo esperado con tantas ansias por ella, pero también llegaba a tener cierta incertidumbre en su interior. Era la primera vez que se entregaba totalmente a una persona, una presión en su pecho no la dejaba tranquila. Aun así, Aitziber sabía que estaba en lo correcto y era uno de esos momentos que sabía que nunca se arrepentiría. Por eso cuando sintió su brazos por la cintura, decidió enfrentarlo y lo que encontró fue un huracán de caricias que terminaron de desarmarla. Se aferro a los hombros de él, temerosa que pudieran sus piernas desfallecer.
Ahora era de él y lo aceptaba con alegría también entendía que el también se entregaba a ella. Termino cargándola sin mucha dificultad hasta tumbarla con suavidad en el lecho que compartirían las próximas noches por venir. Ella termino con Teng encima de ella. Entrecerraba sus ojos, mientras suaves jadeos se salían de sus labios y sus mejillas estaban obteniendo un suave color rojizo, que entre más pasaba el tiempo, mas de intensificaba.
Era algo esperado con tantas ansias por ella, pero también llegaba a tener cierta incertidumbre en su interior. Era la primera vez que se entregaba totalmente a una persona, una presión en su pecho no la dejaba tranquila. Aun así, Aitziber sabía que estaba en lo correcto y era uno de esos momentos que sabía que nunca se arrepentiría. Por eso cuando sintió su brazos por la cintura, decidió enfrentarlo y lo que encontró fue un huracán de caricias que terminaron de desarmarla. Se aferro a los hombros de él, temerosa que pudieran sus piernas desfallecer.
Ahora era de él y lo aceptaba con alegría también entendía que el también se entregaba a ella. Termino cargándola sin mucha dificultad hasta tumbarla con suavidad en el lecho que compartirían las próximas noches por venir. Ella termino con Teng encima de ella. Entrecerraba sus ojos, mientras suaves jadeos se salían de sus labios y sus mejillas estaban obteniendo un suave color rojizo, que entre más pasaba el tiempo, mas de intensificaba.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Teng miro por el espejo del alma que para ese momento eran los de su amada bruja, aquella que en extrañas circunstancias conoció. La situación la estaba poniendo muy nervioso, y se puso mucho más cuando aquellas holgadas ropas apenas hacían su trabajo de cubrirle el cuerpo a Aitziber, sus manos fueron deslizándose por cada centímetro de aquella sedosa piel, desde las muñecas que cogió con una mano y comenzó un rio de besos hasta que los hombros de ella se volvían inquietos bajo el tacto de su lengua viperina, al borde estaba que finalmente desembocaron sus besos en los labios de su amada, una mano en su cintura estaba paralizada por el mero hecho de que los avernos aparecerían alrededor de ambos una vez comenzara a indagar más en la exploración del cuerpo femenino.
Agitándose levemente su cuerpo sobre el de Aitziber estaba Teng en ese momento. No habría momentos de interrupciones ni lamentos ni regresiones. No habría noches, más noches en soledad y dispuesto podría dar un reino al más malvado con tal de formar su propio reino junto con su reina hechizada. De momento las caricias pararon. Suspirando sobre el cuerpo ajeno y se colocó con ella aún mejor en la cama, moviéndose al mismo tiempo con ella para quedar sobre las almohadas y sabanas que serían más caricias para ambos – Aitz…-Dijo su nombre pues acostumbraba a nombrarla vulgarmente. Parecía ir en serio. En la búsqueda de lo inhóspito y podría experimentar la verdadera magia del amor transformándose en un conjuro o tan solo era algo que disfrutar por primera vez para ambos.
Las manos comenzaron a moverse y a estrujar los voluminosos pechos de su amada mientras ataco de una vez por todas con un beso repentino y ardiente pasional. Quizás si lo hacía rápido o lento, no sabía cómo complacerla que al parecer, en estos momentos matar a seres inocentes era incluso mucho más placentero - ¿Te-te gusta? –Pregunto con cierta curiosidad por si estaba siendo demasiado tosco al principio. Él siguió con sus manos en aquellos senos una y otra vez, su cadera se puso cerca de la ajena y soltó un gemido inocente descubriendo que placentero se sentía.
Hubo un momento en que pensó que podía hacerlo. Sus manos fueron a entrelazarse con los ajenos, subiendo los besos de su cuello hacia arriba hasta por detrás de la oreja, bajando por la línea del mentón hasta descubrir la textura del labio inferior cuando lo mordió sutilmente acabando en un beso lento y sensual en el que automáticamente, sus caderas se movieron hacia delante haciendo una fricción lenta contra el cuerpo de Aitziber.
Tenía que sentir mucho más.
La necesidad iba creciendo poco a poco, su mano izquierda soltó la mano derecha ajena y fue directa a acariciar parte de los muslos yendo hacia arriba interiormente, no se detenía pero no se daba prisas en acabar con la guinda del pastel.
Agitándose levemente su cuerpo sobre el de Aitziber estaba Teng en ese momento. No habría momentos de interrupciones ni lamentos ni regresiones. No habría noches, más noches en soledad y dispuesto podría dar un reino al más malvado con tal de formar su propio reino junto con su reina hechizada. De momento las caricias pararon. Suspirando sobre el cuerpo ajeno y se colocó con ella aún mejor en la cama, moviéndose al mismo tiempo con ella para quedar sobre las almohadas y sabanas que serían más caricias para ambos – Aitz…-Dijo su nombre pues acostumbraba a nombrarla vulgarmente. Parecía ir en serio. En la búsqueda de lo inhóspito y podría experimentar la verdadera magia del amor transformándose en un conjuro o tan solo era algo que disfrutar por primera vez para ambos.
Las manos comenzaron a moverse y a estrujar los voluminosos pechos de su amada mientras ataco de una vez por todas con un beso repentino y ardiente pasional. Quizás si lo hacía rápido o lento, no sabía cómo complacerla que al parecer, en estos momentos matar a seres inocentes era incluso mucho más placentero - ¿Te-te gusta? –Pregunto con cierta curiosidad por si estaba siendo demasiado tosco al principio. Él siguió con sus manos en aquellos senos una y otra vez, su cadera se puso cerca de la ajena y soltó un gemido inocente descubriendo que placentero se sentía.
Hubo un momento en que pensó que podía hacerlo. Sus manos fueron a entrelazarse con los ajenos, subiendo los besos de su cuello hacia arriba hasta por detrás de la oreja, bajando por la línea del mentón hasta descubrir la textura del labio inferior cuando lo mordió sutilmente acabando en un beso lento y sensual en el que automáticamente, sus caderas se movieron hacia delante haciendo una fricción lenta contra el cuerpo de Aitziber.
Tenía que sentir mucho más.
La necesidad iba creciendo poco a poco, su mano izquierda soltó la mano derecha ajena y fue directa a acariciar parte de los muslos yendo hacia arriba interiormente, no se detenía pero no se daba prisas en acabar con la guinda del pastel.
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“Sin ningún viento, ¡hazme caso! Gira, corazón; gira, corazón.”
— Federico García Lorca
— Federico García Lorca
Era la manzana prohibida que parecía querer estar oculta a la vista de todos. Su madre era la persona más indicada para haberle dicho de qué se trataba mantener a un esposo feliz. Pero las enseñanzas que tenía en su mente, fueron casi obsoletas para lo que verdaderamente se presentaba las necesidades de un hombre. Su progenitora le había otorgado menos de la punta del iceberg y ahora estaba a la deriva aprendiendo sola lo que se sentía una parte de ser femenina y amada por un hombre.
Sus manos estaba inquietas, no podía dejarlas quitas en un lugar. Su cuerpo se movía y estremecía con mucha facilidad antes las caricias y besos del contrario — Nggh… — se quejaba con suaves gemidos. Sus piernas temblaban, siento como fuertes corrientes transitaban hasta llegar hasta sus caderas. El estaba encima de ella y el calor que emanaba el cuerpo masculino parecía realmente gozarlo. En ocasiones parecía ser un poco tosco en algún movimiento, pero la molestia rápidamente se desvanecía en tantas olas de placer que llegaban a su cuerpo.
—Nggh… T-teng — susurro entre un suave gemido que trato de cortar mordiéndose el labio inferior. Si, le gustaba, cada experiencia que descubría en esos minutos terminaba fascinándole. Estaba saboreando un dulce para niños grandes y no lo aburriría. Una fuerte ola de placer, mezclado con una necesidad inmensa de “algo mas” llego a chocar su cuerpo cuando el licántropo empujo su pelvis contra la intimidad de la bruja. Chocaron los calores del ying y el yang, se llamaron instintivamente, haciendo que los dos seres se estremecieran mutuamente.
Aitziber abrió los ojos, encontrando las mejillas sonrojadas de Teng, mientras su cuerpo también parecía pedir mucho mas — ¿Qué haces… ah? — pregunto con cierta inocencia al sentir como una de las manos ajenas exploraba la humedad de aquel lugar. Su interior parecía estar ya dispuesto a aceptar cualquier compañero que se adentrara a explorar los rincones de ese lugar. La pobre bruja se asusto un poco, busco los labios de su amado para tranquilizarse, mientras trataba de dejar atrás los temores y dejarse llevar por el pecado — Oye… haz lo que quieras — le susurro separando apenas un poco sus labios de los de el.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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