AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Recuerdo del primer mensaje :
Vacío estaba.
Desolado, buscando una idea para volver hacia atrás en el tiempo…..pero no la hallaba. Era inútil que siguiera pensando en lo mismo cuando no había vuelta hacia atrás. ¿Qué le preguntaría su madre? Sabía que era un buen amigo de su madre por las veces que la había ayudado antes de que siempre volviera a la mar o ¿Qué diría el ahora? ¿Qué su mejor hombre murió de un balazo? De una cosa sí que estaba seguro, no iba a demostrar tristeza cuando subiera al barco, no seguiría ahí donde estaba, siendo una persona que se entristecía por una persona…aunque en este caso había una excepción.
-…-No hablaba pues la tristeza le inundaba en ese momento. Cansado de esperar sentado en aquella carreta, pretendió levantarse e irse calle abajo, pero Hermes y Filles le tomaron de los hombros para volver a sentarlo, esta vez atado con cuerdas, bien firme. Dio por sentado que no le iban a dejar libre hasta que llegaran.
Una vez llegaron a la playa donde se supone que había un grumete esperando con unos remos. Le reconoció aquella cicatriz por la espalda, aquella piel tostada que osaba tener bastantes pecas. Suspirando se dejó llevar atado hasta el bote, sin decir aun palabra alguna. La grumete que mostraba su escote con demasiada generosidad, no levanto más penurias en el interés del pirata, sino todo lo contrario. Sintió querer estrujarlas entre sus manos y ella misma no diría que no. Sabía de su afición hacia él, de la idolatría que le tenía. Por eso la contrato con la condición de que fuera de alguna “ayuda” cuando él estuviera decaído y finalmente, la grumete se tapó bien el escote antes de tomar los remos y remar varias millas a mar adentro hasta que estuvieron contra la madera del barco. Era obvio que la grumete sabía lo que le pasaba a su capitán, a aquel que profanaba un amor platónico y que jamás sería correspondido. Para ella, la felicidad de su capitán era lo primero.
Llegaron al barco. Habían desatado a Teng pues ya no tenía ninguna otra escapatoria, pero cuando vio a sus hermanas y a su madre, el mundo se le cayó a los pies al no ver a su maldita y desquiciada amada bruja -…¿Don…Donde está ella? –murmuro casi con la congoja al descubierto, tosió para no ser descubierto y ser el objeto de críticas y burlas en charlas de las bocas inferiores de su tripulación. Seguía mirando hacia los lados, pero vio a su madre algo enfurruñada, como preguntándose donde estaba Fenrir. A Teng eso le extraño.
-¿Dónde está o donde se quedó Fenrir? –La voz de la emperatriz había sonado distante, fría, casi sin sentimiento que pudiera sentirse por fuera pero en su mirada había un deje de preocupación por el que se había quedado atrás, arriesgando su vida por el príncipe.
-…-Teng seguía sin responder, pero enfrento la mirada de su madre, trago saliva con cierta dificultad y le miro-….Muerto…-Sin más olvido la mirada de todos con un movimiento rápido de cabeza, moviendo su cuerpo a la misma dirección hacia donde se dirigía que era su camarote.
Vacío estaba.
Desolado, buscando una idea para volver hacia atrás en el tiempo…..pero no la hallaba. Era inútil que siguiera pensando en lo mismo cuando no había vuelta hacia atrás. ¿Qué le preguntaría su madre? Sabía que era un buen amigo de su madre por las veces que la había ayudado antes de que siempre volviera a la mar o ¿Qué diría el ahora? ¿Qué su mejor hombre murió de un balazo? De una cosa sí que estaba seguro, no iba a demostrar tristeza cuando subiera al barco, no seguiría ahí donde estaba, siendo una persona que se entristecía por una persona…aunque en este caso había una excepción.
-…-No hablaba pues la tristeza le inundaba en ese momento. Cansado de esperar sentado en aquella carreta, pretendió levantarse e irse calle abajo, pero Hermes y Filles le tomaron de los hombros para volver a sentarlo, esta vez atado con cuerdas, bien firme. Dio por sentado que no le iban a dejar libre hasta que llegaran.
Una vez llegaron a la playa donde se supone que había un grumete esperando con unos remos. Le reconoció aquella cicatriz por la espalda, aquella piel tostada que osaba tener bastantes pecas. Suspirando se dejó llevar atado hasta el bote, sin decir aun palabra alguna. La grumete que mostraba su escote con demasiada generosidad, no levanto más penurias en el interés del pirata, sino todo lo contrario. Sintió querer estrujarlas entre sus manos y ella misma no diría que no. Sabía de su afición hacia él, de la idolatría que le tenía. Por eso la contrato con la condición de que fuera de alguna “ayuda” cuando él estuviera decaído y finalmente, la grumete se tapó bien el escote antes de tomar los remos y remar varias millas a mar adentro hasta que estuvieron contra la madera del barco. Era obvio que la grumete sabía lo que le pasaba a su capitán, a aquel que profanaba un amor platónico y que jamás sería correspondido. Para ella, la felicidad de su capitán era lo primero.
Llegaron al barco. Habían desatado a Teng pues ya no tenía ninguna otra escapatoria, pero cuando vio a sus hermanas y a su madre, el mundo se le cayó a los pies al no ver a su maldita y desquiciada amada bruja -…¿Don…Donde está ella? –murmuro casi con la congoja al descubierto, tosió para no ser descubierto y ser el objeto de críticas y burlas en charlas de las bocas inferiores de su tripulación. Seguía mirando hacia los lados, pero vio a su madre algo enfurruñada, como preguntándose donde estaba Fenrir. A Teng eso le extraño.
-¿Dónde está o donde se quedó Fenrir? –La voz de la emperatriz había sonado distante, fría, casi sin sentimiento que pudiera sentirse por fuera pero en su mirada había un deje de preocupación por el que se había quedado atrás, arriesgando su vida por el príncipe.
-…-Teng seguía sin responder, pero enfrento la mirada de su madre, trago saliva con cierta dificultad y le miro-….Muerto…-Sin más olvido la mirada de todos con un movimiento rápido de cabeza, moviendo su cuerpo a la misma dirección hacia donde se dirigía que era su camarote.
Última edición por Teng Jin-Ho Zhen el Sáb Ene 17, 2015 7:25 pm, editado 1 vez
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: Cantos corales [Priv] + 18
¿Quién era el que perdía ante esta guerra?
Ambos, quiso pensar el pirata entregado a las sabanas y las carne que era tentativa en este instante.
Estaba tan ceñido en darle placer en ese instante a su amada, que se planteó ir más adelante. Aquella mano que estaba cerca del sexo de la bruja, indago más con aquella mano y con ayuda de la otra mano, ayudo de sí mismo para retirar aquellos pololos que ocultaban el secreto del jardín, del edén del que ambos disfrutarían, pero a mitad de camino, cuando ya las levantaba por el muslo, el ruido de la puesta molestaba y rompía el encanto formado en ese momento. Devolvió la ropa íntima hacia donde estaba en un principio y solamente gruño por lo bajo. Recolocándose los pantalones y la camisa, se bajó de la cama, se fue hacia la puerta la cual abrió – Tapate –Dijo malhumorado, suspiro un poco para después y finalmente abrir la puerta y descubrir a uno de sus grumetes con una flecha de plata atravesándole la cabeza y en la punta un corazón carmesí.
Aquella cruz que intento escapar durante varios años ahora mismo le había encontrado – Por favor, ella no – murmuro enrabietándose, observo a Aitziber en la cama – Vístete, tenemos visita y necesitaré que estés al completo con tus poderes bruja –No quería discutir con ella pero el solo verla de nuevo en su barco le producía náuseas y la última vez como la dejo, ella tenía todo el derecho a enfadarse y si quería a matar a alguien de la tripulación. Supuestamente ella le hizo un filtro amoroso para que se enamorara de ella pero al ser tan tozudo no funciono y solo se enamoró del mar aún más, dejándola sola y en ropa interior en aquel camarote injustamente lleno de rosa.
Tenía que darse prisa por lo que pudiera pasar ahora a la mujer que le interesaba proteger, escucho de nuevo una flecha acertar en la madera del barco y enseguida saco la espada de su funda, salió del camarote para ir escaleras arriba, pero para su sorpresa, ella le esperaba al comienzo de la escalera, situándose al pie y observando cuanto había cambiado. Ahora ella vestía oscuros ropajes, se había cambiado el color del cabello comparado con como lo tenía hace años, todo con una vestimenta correcta y de una princesa que dejo por la mar.
-Vaya, vaya, vaya, mira lo que ha traído la marea –Teng escucho aquellas palabras de una voz serpentina. Cerró la puerta del camarote para poder dejar un poco fuera de peligro a su amada mientras esperaba que se estuviera vistiendo.
-Creo que estas invadiendo mi barco, como hace tiempo atrás –Después de decir aquellas palabras chasqueo la lengua – Y me estropeas el momento, ¿sabes? Estoy con alguien especial –Dijo aquello bien alto y claro para que se oyera tras la puerta.
Ambos, quiso pensar el pirata entregado a las sabanas y las carne que era tentativa en este instante.
Estaba tan ceñido en darle placer en ese instante a su amada, que se planteó ir más adelante. Aquella mano que estaba cerca del sexo de la bruja, indago más con aquella mano y con ayuda de la otra mano, ayudo de sí mismo para retirar aquellos pololos que ocultaban el secreto del jardín, del edén del que ambos disfrutarían, pero a mitad de camino, cuando ya las levantaba por el muslo, el ruido de la puesta molestaba y rompía el encanto formado en ese momento. Devolvió la ropa íntima hacia donde estaba en un principio y solamente gruño por lo bajo. Recolocándose los pantalones y la camisa, se bajó de la cama, se fue hacia la puerta la cual abrió – Tapate –Dijo malhumorado, suspiro un poco para después y finalmente abrir la puerta y descubrir a uno de sus grumetes con una flecha de plata atravesándole la cabeza y en la punta un corazón carmesí.
Aquella cruz que intento escapar durante varios años ahora mismo le había encontrado – Por favor, ella no – murmuro enrabietándose, observo a Aitziber en la cama – Vístete, tenemos visita y necesitaré que estés al completo con tus poderes bruja –No quería discutir con ella pero el solo verla de nuevo en su barco le producía náuseas y la última vez como la dejo, ella tenía todo el derecho a enfadarse y si quería a matar a alguien de la tripulación. Supuestamente ella le hizo un filtro amoroso para que se enamorara de ella pero al ser tan tozudo no funciono y solo se enamoró del mar aún más, dejándola sola y en ropa interior en aquel camarote injustamente lleno de rosa.
Tenía que darse prisa por lo que pudiera pasar ahora a la mujer que le interesaba proteger, escucho de nuevo una flecha acertar en la madera del barco y enseguida saco la espada de su funda, salió del camarote para ir escaleras arriba, pero para su sorpresa, ella le esperaba al comienzo de la escalera, situándose al pie y observando cuanto había cambiado. Ahora ella vestía oscuros ropajes, se había cambiado el color del cabello comparado con como lo tenía hace años, todo con una vestimenta correcta y de una princesa que dejo por la mar.
-Vaya, vaya, vaya, mira lo que ha traído la marea –Teng escucho aquellas palabras de una voz serpentina. Cerró la puerta del camarote para poder dejar un poco fuera de peligro a su amada mientras esperaba que se estuviera vistiendo.
-Creo que estas invadiendo mi barco, como hace tiempo atrás –Después de decir aquellas palabras chasqueo la lengua – Y me estropeas el momento, ¿sabes? Estoy con alguien especial –Dijo aquello bien alto y claro para que se oyera tras la puerta.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Era un momento mágico, eran dos almas que comenzaban a fusionarse en uno, en un increíble ritual que los dos comenzaban a descubrir. Ella temblaba de emoción entre sus brazos, el calor proveniente del cuerpo del licántropo parecía lograr embriagarla y desorientarla un poco, pero lograba aferrarse a su cuerpo y encontrar la orientación que necesitaba. Era un efecto adverso de las hormonas y la emoción, que lograba hacer que sus pezones se endurecieran y su intimidad comenzara a humedecerse ante los tactos insistentes del hombre.
Y todo el ambiente se esfumo. La espuma de la pasión pareció bajar drásticamente hasta que termino en cero el deseo de seguir. ¿Qué sucedía? Los golpes en la puerta se hacían cada vez más fuertes, Aitziber tenía entendido que Teng había dicho que no los interrumpiera y eso hacía con insistencia. Sintió la presión de su ropa interior nuevamente en sus caderas. Volvió a la realidad y trato de taparse como pudo su desnudez — Teng… — lo llamo preocupada mientras veía como se alejaba de su lado. Deseaba tenerlo junto a ella, lo más cerca que pudiera y parecía que una brecha entre ellos dos se imponía y se abría cada vez mas.
Como podía trataba de apresurarse a alistarse, como lo había ordenado el, pero sus manos parecían estar distraídas y no colaboraban con ella — Estoy en eso — reprocho suavemente. Escucho un estruendo afuera, cuando tenía media manga en el brazo, teng salió apresuradamente cerrando la puerta detrás de el. ¿Otra vez atacando el barco? Esos hombres parecían no tener suerte — Teng…! — camino apresurándose, acomodando como podía el vestido de influencia asiática y acomodando su cabello para que no le cubriera su visión. Cuando abrió la puerta, noto varias flechas dirigidas a la puerta. Una flecha paso muy cerca de su rostro y pego al umbral de la puerta, quedo totalmente sorprendida y petrificada, aun sentía como su mejilla tenía la sensación del aire siendo cortado tan cerca.
Y todo el ambiente se esfumo. La espuma de la pasión pareció bajar drásticamente hasta que termino en cero el deseo de seguir. ¿Qué sucedía? Los golpes en la puerta se hacían cada vez más fuertes, Aitziber tenía entendido que Teng había dicho que no los interrumpiera y eso hacía con insistencia. Sintió la presión de su ropa interior nuevamente en sus caderas. Volvió a la realidad y trato de taparse como pudo su desnudez — Teng… — lo llamo preocupada mientras veía como se alejaba de su lado. Deseaba tenerlo junto a ella, lo más cerca que pudiera y parecía que una brecha entre ellos dos se imponía y se abría cada vez mas.
Como podía trataba de apresurarse a alistarse, como lo había ordenado el, pero sus manos parecían estar distraídas y no colaboraban con ella — Estoy en eso — reprocho suavemente. Escucho un estruendo afuera, cuando tenía media manga en el brazo, teng salió apresuradamente cerrando la puerta detrás de el. ¿Otra vez atacando el barco? Esos hombres parecían no tener suerte — Teng…! — camino apresurándose, acomodando como podía el vestido de influencia asiática y acomodando su cabello para que no le cubriera su visión. Cuando abrió la puerta, noto varias flechas dirigidas a la puerta. Una flecha paso muy cerca de su rostro y pego al umbral de la puerta, quedo totalmente sorprendida y petrificada, aun sentía como su mejilla tenía la sensación del aire siendo cortado tan cerca.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Teng se levantó rápidamente, pero en cuanto iba hacia Aitziber, aquella malévola y celosa enemiga de un salto se acercó para ponerse cara a cara frente a la bruja – Vaya…¿y tú eres supuestamente?
-Mi esposa –Dijo con firmeza el licántropo a la malvada muchacha que podría hacerle algo y todo sería por su culpa, pero para su sorpresa, aquella muchacha malcriada y mimada que detestaba siempre se sorprendió de lo que había dicho – Así que –vio como Nisty, que era su nombre se acercaba a Aitziber, Teng fue sujeto por dos esbirros fucsias de Nisty, impidiéndole que se acercarse a ella o intentara algún motivo de rescate, no pudo hacer nada hasta que la luna llena se reflejó de nuevo en su persona, dejándole de nuevo febril, sintiéndose mareado y notaba como su cuerpo estaba cambiando – Aitziber….-murmuro el nombre de su amada ignorando a la otra – Escóndete ¡RAPIDO! –finalmente grito a lo alto, haciendo que los esbirros le soltaran dejándole caer al suelo, Nisty socorrió a un Teng que estaba en el suelo pero, pobre de la tonta de Nisty, en cuanto ella vio el color amarillo de los ojos de licántropo de Teng, esta se asustó, pero lo que hizo Teng fue quitarse el parche que tenía puesto, mostrando un ojo blanquecino de muerto, incluso siendo mucho más tenebroso que sus colmillos que enseguida asomaron en su dentadura.
-¿Teng? – Murmuro Nisty preocupada – puedo darte cura, puedo darte un hueso si quieres –Decía en broma pero era demasiado tarde. Ya se había transformado por completo, rugiendo en un ser desconocido y esclavo de la noche, mordió a Nisty desgarrándole el cuello, lo mismo hizo con sus esbirros mientras protegía con recelo el umbral de la habitación donde estaba Aitziber escondida. Pataleo como un lobo rabioso, bloqueando la puerta con los destrozos de los barriles de especias, de reservas de comida, dejando bloqueado el paso afuera de la habitación, como si pensara que su tumba de huesos de perro estuviera seguros en la habitación.
Pasadas dos horas, habían despejado el camino finalmente, pero no aparecía Teng por ninguna parte. Habían revisado el barco de arriba abajo pero no había resto de él.
Ninguno sabía dónde estaba su capitán. Se lo notificaron a Aitziber la desaparición misteriosa del capitán pero no podían navegar sin capitán.
-Le rogamos que sea, de momento nuestra capitana. Nuestro señor está desaparecido, pero tenemos una acorazonada. Pensamos que se puede encontrar cerca de las islas del Caribe, allá donde moran arenas blancas como azúcar en polvo y mares cristales color turquesa y en donde en la noche se observan constelaciones jamás vistas por el ojo humano, pero apenas hay lugares dichos como cuevas o plantación extensa para que nuestro capitán se resguarde de ahora la luna. Sabemos que tiene una especial relación con nuestro capitán – El grumete y tercer confidente de Teng, cogía las manos de la bruja pidiéndole ese gran favor.
-Mi esposa –Dijo con firmeza el licántropo a la malvada muchacha que podría hacerle algo y todo sería por su culpa, pero para su sorpresa, aquella muchacha malcriada y mimada que detestaba siempre se sorprendió de lo que había dicho – Así que –vio como Nisty, que era su nombre se acercaba a Aitziber, Teng fue sujeto por dos esbirros fucsias de Nisty, impidiéndole que se acercarse a ella o intentara algún motivo de rescate, no pudo hacer nada hasta que la luna llena se reflejó de nuevo en su persona, dejándole de nuevo febril, sintiéndose mareado y notaba como su cuerpo estaba cambiando – Aitziber….-murmuro el nombre de su amada ignorando a la otra – Escóndete ¡RAPIDO! –finalmente grito a lo alto, haciendo que los esbirros le soltaran dejándole caer al suelo, Nisty socorrió a un Teng que estaba en el suelo pero, pobre de la tonta de Nisty, en cuanto ella vio el color amarillo de los ojos de licántropo de Teng, esta se asustó, pero lo que hizo Teng fue quitarse el parche que tenía puesto, mostrando un ojo blanquecino de muerto, incluso siendo mucho más tenebroso que sus colmillos que enseguida asomaron en su dentadura.
-¿Teng? – Murmuro Nisty preocupada – puedo darte cura, puedo darte un hueso si quieres –Decía en broma pero era demasiado tarde. Ya se había transformado por completo, rugiendo en un ser desconocido y esclavo de la noche, mordió a Nisty desgarrándole el cuello, lo mismo hizo con sus esbirros mientras protegía con recelo el umbral de la habitación donde estaba Aitziber escondida. Pataleo como un lobo rabioso, bloqueando la puerta con los destrozos de los barriles de especias, de reservas de comida, dejando bloqueado el paso afuera de la habitación, como si pensara que su tumba de huesos de perro estuviera seguros en la habitación.
Pasadas dos horas, habían despejado el camino finalmente, pero no aparecía Teng por ninguna parte. Habían revisado el barco de arriba abajo pero no había resto de él.
Ninguno sabía dónde estaba su capitán. Se lo notificaron a Aitziber la desaparición misteriosa del capitán pero no podían navegar sin capitán.
-Le rogamos que sea, de momento nuestra capitana. Nuestro señor está desaparecido, pero tenemos una acorazonada. Pensamos que se puede encontrar cerca de las islas del Caribe, allá donde moran arenas blancas como azúcar en polvo y mares cristales color turquesa y en donde en la noche se observan constelaciones jamás vistas por el ojo humano, pero apenas hay lugares dichos como cuevas o plantación extensa para que nuestro capitán se resguarde de ahora la luna. Sabemos que tiene una especial relación con nuestro capitán – El grumete y tercer confidente de Teng, cogía las manos de la bruja pidiéndole ese gran favor.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Hubo un silencio extraño y aterrador, todo pareció detenerse cuando ella pareció, luego de abrirse la puerta. Aitziber parpadeo un par de veces, aun sentía el ardor de su piel por aquella flecha que paso tan horriblemente cerca de ella. Una mujer pareció romper aquel silencio y se acerco a la bruja con un aire amenazante, en su rostro detonaba maldad y recelos. Podría ser la misma que había lanzado aquella flecha, por eso por instinto estuvo a punto de retroceder al notar la cercanía de la otra, pero se quedo en donde estaba tomando un aire defensivo. Sentía como la examinaba de arriba y abajo, mientras Teng era sujetado por dos aparentes secuaces de la mujer a quien parecía desagradarle el hecho de que Teng la hubiera presentado como su esposa.
Ellas estaban en cierta lucha con las simples miradas, se podía sentir mutuamente que las dos tenían poderes que podría utilizar a su favor, tal vez por eso la mujer no se atrevía a realizar un ataque impulsivo y buscaba analizar primero a su oponente. Aitziber estaba preparada para defenderse o atacar en la primera señal de peligro, pero fue el llamado de Teng que evito cualquier movimiento por parte de ella. Desvió su mirada hacia él, y abrió sus ojos en par en par, miro hacia arriba para confirmar sus sospechas y termino empujando hacia atrás a la enemigo para ella retroceder y resguardarse en la habitación.
Nisty; como al parecer se llamaba aquella mujer. Dio unos pasos hacia atrás gruñendo por el atrevimiento de la bruja, pero antes de poder ir hasta donde ella, vio como sus secuaces parecían no poder controlar a Teng, que ahora se retorcía en el suelo. Eso ayudo que Aitziber cerrara bien la puerta y se resguardara en un umbral de plata. Sabía que no podía salir, pero no podía evitar sentirse preocupada por lo que sucedía, pues escuchaba alaridos, rugidos y gruñidos.
Luego de un tiempo tocaron la puerta. La bruja se pudo percatar que ya no había ruidos, se había acomodado en un rincón y ahora todo parecía volver a la normalidad, se levanto y abrió la puerta, en donde encontró a los hombres que quedaban a la disposición del barco ― ¿Cómo que no lo encuentran? ― Aitziber se cruzo de brazos incrédula de lo que escuchaba ― ¡Estamos en un barco! No se puede ir así como así ― Suspiro con un aire de preocupación, mientras se masajeaba un poco su cien. Escuchaba a los hombres a lo lejos, que parecían un rebaño sin pastor. ― ¿Y si no está allí ? ― Pregunto con cierto aire de desconfianza ― Lo siento, no confió en las corazonadas no confirmadas… ― Les dio la espalda para volver a entrar a su camarote ― Tráiganme un mapa, un péndulo o brújula y algo del capitán; Su espalda o algo ― Los hombres se quedaron por un momento en silencio, mientras la bruja entraba al camarote, pero sin entender mucho buscaron todo lo que ella quería, uno que otro parecía entender lo que iba a hacer pero no se atrevieron a especular.
Cuanto Aitziber tuvo todo lo que habia pedido realizo un pequeño ritual para trazar la ruta a tomar para llegar a donde estaba Teng y se la dio a los hombres ― Sigamos esta ruta ― Ordeno sin dar poco para reprocharla.
Ellas estaban en cierta lucha con las simples miradas, se podía sentir mutuamente que las dos tenían poderes que podría utilizar a su favor, tal vez por eso la mujer no se atrevía a realizar un ataque impulsivo y buscaba analizar primero a su oponente. Aitziber estaba preparada para defenderse o atacar en la primera señal de peligro, pero fue el llamado de Teng que evito cualquier movimiento por parte de ella. Desvió su mirada hacia él, y abrió sus ojos en par en par, miro hacia arriba para confirmar sus sospechas y termino empujando hacia atrás a la enemigo para ella retroceder y resguardarse en la habitación.
Nisty; como al parecer se llamaba aquella mujer. Dio unos pasos hacia atrás gruñendo por el atrevimiento de la bruja, pero antes de poder ir hasta donde ella, vio como sus secuaces parecían no poder controlar a Teng, que ahora se retorcía en el suelo. Eso ayudo que Aitziber cerrara bien la puerta y se resguardara en un umbral de plata. Sabía que no podía salir, pero no podía evitar sentirse preocupada por lo que sucedía, pues escuchaba alaridos, rugidos y gruñidos.
Luego de un tiempo tocaron la puerta. La bruja se pudo percatar que ya no había ruidos, se había acomodado en un rincón y ahora todo parecía volver a la normalidad, se levanto y abrió la puerta, en donde encontró a los hombres que quedaban a la disposición del barco ― ¿Cómo que no lo encuentran? ― Aitziber se cruzo de brazos incrédula de lo que escuchaba ― ¡Estamos en un barco! No se puede ir así como así ― Suspiro con un aire de preocupación, mientras se masajeaba un poco su cien. Escuchaba a los hombres a lo lejos, que parecían un rebaño sin pastor. ― ¿Y si no está allí ? ― Pregunto con cierto aire de desconfianza ― Lo siento, no confió en las corazonadas no confirmadas… ― Les dio la espalda para volver a entrar a su camarote ― Tráiganme un mapa, un péndulo o brújula y algo del capitán; Su espalda o algo ― Los hombres se quedaron por un momento en silencio, mientras la bruja entraba al camarote, pero sin entender mucho buscaron todo lo que ella quería, uno que otro parecía entender lo que iba a hacer pero no se atrevieron a especular.
Cuanto Aitziber tuvo todo lo que habia pedido realizo un pequeño ritual para trazar la ruta a tomar para llegar a donde estaba Teng y se la dio a los hombres ― Sigamos esta ruta ― Ordeno sin dar poco para reprocharla.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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