B. |Don't get too close, it's dark inside

Índigo. Ése es el color de sus ojos, unos ojos que lo ven todo, ojos que nunca olvidan, que preservan cada recuerdo en su interior como si hubiese sucedido en un reciente instante por muchos años que hayan pasado desde que ocurrió en realidad. La tonalidad de su piel es clara; como el de una muñeca de porcelana, haciendo bella armonía con su cabello rojizo de longitud media, casi siempre recogido en una trenza de espiga, tal delicadas hebras que ni la más cara o suave tela podría competir ante su tacto o fragilidad. Beau desprende sensualidad por todos los poros de su torneado cuerpo de 1,76 centímetros sin calzado. Lo primero que destaca de ella es precisamente eso, curvas libidinosas que hacen perder la razón a más de uno: cintura diminuta, caderas anchas y pechos ligeramente más grandes de lo que ella consideraría “prácticos”. No es sólo ese regusto a sexo que se te queda en la garganta cuando la miras, también es el contraste entre una piel tan nívea como el azúcar y unos labios tan carnosos y bien dibujados como coloreados y aparentemente acogedores. Unos ojos llenos y  avivados, largas pestañas y delgadas cejas delimitan sus párpados,  sus mejillas se sonrojan con frecuencia.

Puestos a elegir la parte de su cuerpo que mas le gusta, es su cuello, su piel delicada es mas sensible en ese punto que en cualquier otro. Sus andares desdibujan equilibrio, fogosidad y motivación. El ritmo de sus caderas nunca vacila un segundo, es constante, como sus pestañeos, como su acompasada respiración. Huele siempre de manera embriagadora, un olor a lavanda que es difícil olvidar aun habiéndose marchado.

 Sus ropajes son chocantes y para nada ostentosos,  conservativos y apagados. Usualmente utiliza vestidos de largas faldas en forma de campana, ajustado a la cinturilla gracias a un corsé construido con espirales de acero, en su poder tiene únicamente dos, en el día a día se conforma con uno beige bastante machacado que proyecta de forma adecuada sus caderas anchas. Mangas remangadas hasta los codos y adaptado hasta la clavícula, no soporta los cuellos altos. Abrigan sus pies unas botas negras de cuero atadas a los tobillos y con muy poco taco. No suele usar accesorios, de vez en cuando adorna sus orejas con pequeñas cuencas doradas, heredadas de su madre.


Definirla es una gran faena. Es como querer describir al mar, que aunque tiene diferencias de un día a otro, mantiene su esencia arraigada... ¿Cómo se podría comenzar a hablar de ella sin utilizar la palabra “misterio”? Es complejo para aquellos que desean una descripción sencilla, tanto en la superficie yerma y acogedora, como en su interior cálido pero terriblemente enmarañado. Misterio, es una palabra que pega en todas sus letras con ella, enigmática, porque su silencio incluso hablará más de ella que sus palabras.

Es inteligente y muy curiosa -sin tocar la imprudencia- por lo que sabe un poco de los temas de interés general, se considera sistemática, ordenada y por demás, neutra. No cree en lo que no ve, no tiene "esperanza" en la humanidad, ya que se ve dentro de una sociedad que se esconde bajo el manto del consumismo y que por ende, es hipócrita. Tiene en cierta forma, dificultad para expresar lo que siente hacia otros, tal vez sea sincera con todo lo demás, pero siempre a sido una joven que retraiga mucho los sentimientos. En relaciones amorosas es completamente novata, no sabrá identificar señales, ya que prefiere que le hablen claro, alto y sin rodeos. Lo embarazoso y complicado viene en el segundo asalto, al percatarse quizás de que resulta atractiva a ojos ajenos, se portará un tanto insegura e intentará desviar el tema por completo; siempre comportándose a la defensiva y pensando que tiene mejores cosas que hacer que concentrarse en ese tipo de aspectos.

Tiene cierto reparo a mostrar su otro "yo" en público, rara vez se transforma a no ser que su cuerpo lo pida a gritos, enterrándola en un flujo disparatado lleno de dolor y  carencia.



¿No has notado cómo todo cambia en la oscuridad? Es decir, las formas se distorsionan, aparecen figuras imposibles de ver con la claridad. ¿Has notado cómo tu respiración se siente diferente en cuanto tus ojos son incapaces de observar? ¿Cómo el ambiente se torna más pesado? Eso es, amigo mío, nada más y nada menos que un agonizante pavor; atizando aberturas del alma hasta llegar al más y oscuro secreto, ese que con brío aferramos, hincando los dientes si es necesario en la carne abrumadora que intenta con anhelo sacar de nosotros el monstruo encarcelado.

Ahí estaba yo, con tan solo quince años y llena de perforaciones. ¿Qué me estaba pasando? ¿Alguna enfermedad forastera se había adueñado de mi cuerpo? ─ ¿Qué haces aquí? Te advertí de que llamaría a la policía si volvías a poner un solo pie en esta casa. Patán.. ¡Eres un Patán! ─ ¿Patán? En mi vida había escuchado tal vocablo, hipaba constantemente y hubo ocasiones en las que sin querer estornudaba con vigor, guiando a mi padrastro hacia su más preciado botín, oh sí, eso es lo que era. Sarah, la joven y adorable Sarah me había enterrado en el interior de un bártulo, acomodada entre viejos lienzos llenos de partículas y ácaros, mi nariz se quejaba ante las tajadas y la falta de aire limpio. Había sido fruto de una farsa, mi madre cayó ante el embrujo de un joven ostentoso, sucesor de un noble mientras ella sólo vendía flores. "Oh Sarah, joven y dulce Sarah, tu belleza es vasta y se extiende por todos los rincones, ¿Que hombre se esconde ante tus expresiones y rubor? Cálida eres, rociada constantemente por los rayos del sol, he ahí la tonalidad de tu pelambrera, ansioso me encuentro por rozar tus labios, enloquezco de solo imaginarlo.".  Sin duda todo un galán con un gran listado de halagos, luchó ante la imperiosa necesidad de seguir adelante, olvidarle y fracasó.

Tras varias fugas  y noches fanáticas el inicio de un episodio de terror comenzó. Desamparada se encontró ante la absurda idea de unir lazos ante la sagrada iglesia y así concebir el fruto de la desdicha. Nadie la quiso, nadie la ayudó, él no estaba a su lado y ni se molestó.

─ Mamá, en mi armario hay un demonio, me observa fascinado y puedo distinguir unos ojos escarlatas y una lengua extensa y alargada ─ Tras dejar Varsovia y conseguir llegar con sus últimas reservas a Francia dio a luz en una morada que acobijaba a los indefensos, seres afligidos y vapuleados por la historia. Beato, una niña regordeta, pálida como la nevisca y marcada de por vida por diminutas manchas pardas. Heredé los ojos de mi padre y de alguna razón, comprendía a mi madre cuando apartaba la vista. ─ Cielo, los demonios los crea tu subconsciente, no existen ─ Me arropó con cuidado antes de apoyar ambos labios en mi frente, sé lo que vi, todas las noches se acomoda en mi armario  y fija sus tenebrosos luceros en mi nuca mientras trato de entregarme a Morfeo. No puedo, nuestra cabaña no es segura, ¿Por qué teníamos que vivir cerca de un bosque? Entiendo el oficio de mi madre, me gustan las flores y seguramente me una a su causa cuando cumpla los quince.

Un escalofrío me recorre el dorso, se hunde en mis adentros y trata de alterar a mi compañero de celda, entro en calor demasiado pronto y percibo algún que otro sarpullido, escuece y cada vez se incrementan, el sudor cabriola sobre mi sien hasta empapar mi almohadón de heno forrado con una telilla. Así paso mis noches, sobresaltada por culpa del demonio y marcada por sus afilados colmillos, al principio creí que se trataba de un vampiro, ¿existirían?  

El gran día llega y yo cubro mi maltrecho cuerpo con desasosiego, un vestido de tono ocre esconde mi secreto y el temor acecha desde el ropero, ¿Por qué no me deja en paz? Consume mi energía y también me debilita, podría defenderme pero él es mas fuerte, manipula mis sueños y marca mi áspera piel sin apuro. Hoy es mi cumpleaños y no siento ni la más mínima pizca de bienestar, estoy cansada y el picor avanza por todo mi cutis, la rojez y los sarpullidos quedan camuflados bajo la ropa y el largo cuello y mangas que porto. Hoy, hoy podré unirme a su causa y comenzar un nuevo sendero, eso pensé antes de que la puerta fuese aporreada sin cesar, no llegué a probar el postre casero ni tampoco las galletas saladas que costosamente me había obsequiado.  ¿Qué estaba pasando? Apresurada y sin ánimos de dar una explicación me agarró del brazo, con fuerza y constancia, me adentró en el bártulo de su habitación y dejó sobre mi cabellera rojiza un montón de lienzos, ¿Qué estaba pasando? Mi corazón palpitaba y el nerviosismo se negó a mantenerse bajo control. La escuché gritar mientras Estefan subía a la segunda planta de nuestra cabaña, necesitaba arreglos pero sin duda era acogedora en los días y aterradora en las noches. Estornudé  y un nudo se hizo presente en mi garganta, mi estómago estaba revuelto y para mí, era una novedosa sensación.   ─ Dios bendito, ¡nunca te la llevarás! ─ Y lo empujó fuera del cuarto donde me mantenía a salvo, tragué con fuerza notando mi boca seca, oh Sarah... estaba asustada y el terror creció cuando divisé por el vacío donde se acomoda la llave una serie de golpes hacia mi madre, fue horrible. Salté fuera del bártulo y golpeé su espalda con ímpetu hasta que volteó su gran y fibrado tronco, agarró la coleta de mi cabello, alineando las hebras tras tirar con brío, tiró con tanta fuerza que proferí un chillido y no le gustó, oh, no le gustó. La luz se apagó, el candelabro oxidado cayó  dejando tras su paso un gran estruendo, el guardarropa se abrió y de él provenían susurros, susurros llenos de ira y réprobos por el mismísimo Lucifer, un amplio y fino cuerpo vagó por el cuarto y sus luceros  se hincaron sobre Estefan y  Sarah, no ocurrió nada los primeros segundos, tampoco en los siguientes minutos por lo que optaron por tomárselo como una ilusión. Estefan me llevó a la fuerza a su lugar de oficio donde sería vendida como cortesana a la par que Sarah nos seguía, implorando hasta ser lanzada a la calzada. No supe de mi madre en los días correlativos, ni en la semana siguiente. La putrefacción invadió el cuerpo de mi padrastro, arrasando su brazo derecho y parte de su pecho, el demonio lo había maldecido y entre agonía y suplicio falleció.  Yo quedé a manos de su hermana, la cual me llevó a su caserón y me comentó que nunca más volvería a ver a Sarah, en las noches él venía a visitarme y poco a poco el miedo abandonó mi cuerpo, para mi sorpresa se dejó ver y era refinado y plateado, chillé impotente cuando cruzó mis sábanas y se enredó en mi brazo derecho, posándose seguidamente en mi pecho; menudo reptil, enorme y con salero.  Cerré los ojos y esperé mi muerte más no pasó nada, entonces logré entrelazar las piezas del rompecabezas y reparé de que ya había sido mordisqueada innumerables veces. Susurró con una débil voz que proveníamos del mismo linaje,  me quedé helada y con la boca entreabierta, no me lo creía, ¿me estaba volviendo loca? Seguramente. Las visitas cesaron con el tiempo y yo fui desatendiendo el tema hasta hacerlo desaparecer de mi mente, tras cumplir los dieciocho y estar sumergida en una desmedida depresión, luchando por conseguir mi libertad me lancé desde el ventanal de mi cuarto buscando que la tierra me devorase de pies a cabeza.  Resultó ser tanta la adrenalina que sin siquiera creérmelo cambié de forma, no traspasó los cristales una joven de encarnados cabellos sino una diminuta mamba negra, de escamas plateadas y brunas fauces. Lo estaba flipando tras descender en picado y ser cubierta por la hierba del césped, articulé unos cuantos insultos e intenté alejarme todo lo posible, doliente y echa un mar de incertidumbre.

La ira flagelaba y el instinto revoloteaba por mi diminuta y molida complexión, sané en un par de horas y cacé unos cuantos ratones en el puerto de Francia, inyectándoles mi veneno y preparándolos para un segundo asalto donde no serían más que un simple sustento . No era consciente de mis actos, era un ofidio más sin cerebro al cual acudir y así razonar apropiadamente. Me despabilé en la zona de cañones de un barco pirata desnuda y hecha un cristo,  llena de suciedad y sin heridas a simple vista, volvía  a ser yo y no hice más que gritar en un gran estado de shock,  ¿Qué demonios estaba pasando? Para mi gracia el capitán del barco se apiadó y alejó a sus bucaneros hambrientos por un trozo de carne, me obsequió un trozo de tela y lo seguí hasta su camarote donde pude sentarme aún atemorizada,  las piezas en el tablero aún caídas necesitaban volver a su asedio, me comentó que era como ellos, un cambiaforma aunque no estaba seguro debido a mi indiscreto aroma, lo solté al cabo de una hora tras tranquilizarme. Era una serpiente como el monstruo de mi armario, nunca caería en que el que me protegía, me aseguraba de todo mal era mi padre biológico.  Crecí surcando mares con la esperanza de algún día volver a ver a Sarah, tras cumplir los diecinueve y ser parte de la tripulación volví a tocar tierra, El Capitán Ramsey, joven y apuesto trató de mantenerme a su vera, la mayoría en su buque pertenecían al mar, él era un gran Carcharodon carcharias, hermoso a la par de letal.  En cierta forma con él estaba segura, no podía controlar mi transformación por el pavor que me causaba en mí misma, cuando mi cuerpo explotaba en una gran agonía me encerraba en mi camarote, esperando durante horas hasta completar el cambio y embarcarme en una gran aventura de terror, tratando de consentir a mi intuición y así cazar cuanto posible. Recuerdo matar a su loro y también a dos de sus compañeros, era de lo más enojosa  y sin dominio alguno. Debía distanciarme.

─ Estaré bien, abriré una floristería a su nombre y será de lo más discreta, sé que eso la hará feliz esté donde esté, Ramsey. Yo.. yo tendré cuidado cuando el demonio se apodere de mi así que por favor, déjame ir... ─ Esa parte de mi era una maldición, nunca lo aceptaría como parte de mi ser y por esa razón dolía tanto, me estaba matando con lentitud y llegaría a cumplir su objetivo si no lograba asimilarlo y dominar mi transformación. Él tragó saliva, plantó un beso lleno de afecto y dejó conmigo una futura y deliciosa promesa, surcó el mar de Francia con pesar aunque yo sabía que entre las olas se encontraba su felicidad.  Yo decidí abrir una floristeria en el puerto con el dinero que me había prestado, en lo alto del establecimiento había un cartel apagado, " The angels never die" Oh Sarah, la dulce y adorable Sarah  era mi ángel de la guarda y lo seguiría siendo hasta que el último soplo se deslizase por mis gruesos labios. Mi comercio ocupaba la primera planta mientras que en la segunda tenía lo justo y necesario para subsistir, me alegró divisar una buhardilla donde me escondía cuando mi cuerpo explotaba lacerante hasta desaparecer y caer en un delirante coma y así estar a sus anchas el depredador.  Tapé con madera cualquier agujero o cavidad donde mi diminuto (aunque en crecimiento cuerpo) pudiese pasar, no saldría de allí hasta volver a mi forma humana.

¿Empeoraba con el tiempo? Sí, pero eso nadie lo sabría, nadie.

En un corto período la clientela aumentó, quizás por la hermosa florista o el amor dedicado a sus variadas creaciones, era el momento de seguir adelante y a pesar de ser diferente buscó la igualdad.


 
► HABILIDADES Y ATRIBUTOS INNATOS:
→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.

→ Atributos: Longevidad.
► PODERES INNATOS:
→ Transformación: Habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa. Cuando el cambiaformas está en su forma transformada aumenta un 50% su potencia física.

→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.

→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros cambiaformas o licántropos cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida y su característico olor.

→ Rastreo: Poder de rastrear la localización de un objeto o criatura. El personaje puede descubrir la situación de cualquier persona a la que conozca, donde quiera que esté el blanco en un radio de veinte kilómetros.

→ Visión compartida y visión remota: Habilidad de poder ver a través de los ojos de los demás o en otros casos, hacer que los demás puedan ver lo que estamos viendo en ese momento. Esta habilidad funciona únicamente cuando se toca a la persona.

→Telepatía y comunicación con los animales: Habilidad para comunicarse con otros cambiaformas por medio de la mente (cuando están transformados) y con otros animales que no sean parte de su raza (incluidos los Licántropos). Funciona únicamente a cortas distancias.

→ No le gusta dejar la floristería, sólo lo hace cuando un proveedor no puede traer la mercancía debido a circunstancias varias y ella deba ir a buscarlas al centro de París.

→Su padre la ha estado vigilando todo este tiempo ya que su raza es escasa,  comparten la misma sangre y la necesita para que el linaje siga siendo puro.

→Sarah falleció por la picada del demonio (su padre) La deseaba fuera del camino.

→ No está enamorada de Ramsey, pero si hay algo especial entre ellos.

→ Su aroma es indiscreto, pueden aparecer confusiones o simplemente no saber a que se enfrentan con Beato. ¿Por qué? Cambiaformas de su estilo no hay muchas y el olor desemejante puede dejar a cuadros.

→ Adora las flores de cualquier tipo, aunque sus favoritas son las azucenas.

→ No le gustan los accesorios ni la ropa ajustada, tampoco ir enseñando más de la cuenta. Únicamente usa dos perlas doradas en ambas orejas ante algún evento primordial.

→ Su transformación se acelera o puede manifestarse velozmente si está muy asustada, alterada o nerviosa.

→ Morirá antes de llegar a los 30 si no consigue dominar la conversión y admitir su otra parte.

→ De vez en cuando su piel muestra perforaciones rojizas ya que en su tienda rara vez no se encuentran reptiles, se sienten atraídos por su olor y aunque sean inofensivos (mayormente) cuando el sexo contrario tocan a la pelirroja, la vena combativa de sus huéspedes se muestra.

→ Nunca ha estado con un hombre ni tiene pensado hacerlo, después de observar en primera fila los graves problemas que tuvo Sarah tiene miedo a adentrarse en una relación.