AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ni la muerte, termina con la valentía del león. [Flashback Cosimo]
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Ni la muerte, termina con la valentía del león. [Flashback Cosimo]
Dios no siempre era misericordioso, y en lo que llevaba de larga vida, él jamás lo había sido. Dejaba que los inquisidores terminaran con la vida de inocentes seres, entre ellos las pequeñas criaturas que nacian del vientre materno, lo que ella en su humanidad y esposa de Zasha, había deseado por encima de todo; ser madre. Sin embargo como el latido de su corazón, también el poder crear vida humana y llevar al mundo a sus hijos, le fue arrebatada por la inmortalidad. Inmortalidad que jamás quiso y la que asustada tras ser convertida, fue el desencadenante de que terminara en la inquisición, dando la espalda a su maestro y esposo. Por ello siempre intentaba ser la primera en las listas como soldado experta, cuando se trataba de perseguir a jóvenes sobrenaturales, condenadas a muerte que llevaban retoños en el vientro y a las cuales, sempre salvaba y escondía, simulando sus muertes.
No obstante esta vez, no fue lo suficientemente veloz y no llegó a tiempo de ser la encargada del caso de una felina, el cazador que la protegia y el fruto del amor de ambos, los que habían sido sentenciados y a los que Killer be y un grupo de inquisidores darían muerte.
Decidida a salvar a la vida de la pequeña no nacida, siguió en la mas completa oscuridad a Killer bee y su montura al paso del bosque, en que perseguía a los condenados. Desde su posición, podía sentir y oler el olor corporal de la cambiaformas, la que revelaba que el parto a causa de los nervios había sido adelantado, y en breves estaba por comenzar. Suspiró al aire y maldijo por lo bajo. El tiempo se acortaba y Killer be empezó su juego, luchando primero contra el padre de la criatura que había salido en la defensa de ambas, mientras ellas seguían a gran velocidad en el carruaje, alejandose de la asesina.
— Dios mio, perdonadme. Sé que no os agrada la traición, aún asi os suplico piedad por ellos. Por la hija que van a tener, por un inocente que no tendrá nada de que ver con los pecados de sus padres, que a tus ojos, como todo ser vivo son también tus ojos. ¡Ayudadlos, por favor! No dejeís que esto termine así. —Rezó con los ojos cerrados, oyendo de fondo la batalla que llevaban Kiler Bee y Girolamo. —Por que esta vez no podré hacer nada por ellos. Salvalos, y perdonalos. Son también tus hijos. —Añadió abriendo finalmente los ojos, suplicando la piedad que jamás podría decir en voz alta entre inquisidores, no si deseaba encontrar la peor de las muertes.
A lo lejos, tras sus últimos rezos Girolamo cayó al suelo y solo cuando Killer bee dio su rezo y encomendó el alma del cazador a Dios, temió que la vida de aquel padre que había luchado con valentía, tal como la de un león por su familia, hubiera sido sentenciada definitivamente.
En un silencioso y agil salto, bajó del árbol en el que se encontraba escondida y en cuando la asesina, huyó dándolo por muerto, se acercó al joven intuyendo en su piel el latido de su corazón. Debil, luchando contra el veneno, pero aún allí se encontraba. Sin saber muy bien que hacer, como actuar, una vez en su lado acarició sus mejillas, quitando con su mano el rastro de la sangre y la suciedad de su apuesto rostro y sin pensar en las consecuencias de sus actos y un ultimo rezo a Dios, besó aquellos labios masculinos, mordiéndose la lengua en el proceso, dejando que parte de su sangre cayera en la boca ajena.
—Tomad y luchad por vuestra vida. —Susurró contra sus labios, tras asegurarse de que parte de su sangre se encontrara en la boca masculina e inconscientemente él tragara, llevándose a la garganta el liquido carmesí que lo ayudaría en lo medida de lo posible a retardar su muerte y a darle fuerzas para luchar contra el veneno.
No obstante esta vez, no fue lo suficientemente veloz y no llegó a tiempo de ser la encargada del caso de una felina, el cazador que la protegia y el fruto del amor de ambos, los que habían sido sentenciados y a los que Killer be y un grupo de inquisidores darían muerte.
Decidida a salvar a la vida de la pequeña no nacida, siguió en la mas completa oscuridad a Killer bee y su montura al paso del bosque, en que perseguía a los condenados. Desde su posición, podía sentir y oler el olor corporal de la cambiaformas, la que revelaba que el parto a causa de los nervios había sido adelantado, y en breves estaba por comenzar. Suspiró al aire y maldijo por lo bajo. El tiempo se acortaba y Killer be empezó su juego, luchando primero contra el padre de la criatura que había salido en la defensa de ambas, mientras ellas seguían a gran velocidad en el carruaje, alejandose de la asesina.
— Dios mio, perdonadme. Sé que no os agrada la traición, aún asi os suplico piedad por ellos. Por la hija que van a tener, por un inocente que no tendrá nada de que ver con los pecados de sus padres, que a tus ojos, como todo ser vivo son también tus ojos. ¡Ayudadlos, por favor! No dejeís que esto termine así. —Rezó con los ojos cerrados, oyendo de fondo la batalla que llevaban Kiler Bee y Girolamo. —Por que esta vez no podré hacer nada por ellos. Salvalos, y perdonalos. Son también tus hijos. —Añadió abriendo finalmente los ojos, suplicando la piedad que jamás podría decir en voz alta entre inquisidores, no si deseaba encontrar la peor de las muertes.
A lo lejos, tras sus últimos rezos Girolamo cayó al suelo y solo cuando Killer bee dio su rezo y encomendó el alma del cazador a Dios, temió que la vida de aquel padre que había luchado con valentía, tal como la de un león por su familia, hubiera sido sentenciada definitivamente.
En un silencioso y agil salto, bajó del árbol en el que se encontraba escondida y en cuando la asesina, huyó dándolo por muerto, se acercó al joven intuyendo en su piel el latido de su corazón. Debil, luchando contra el veneno, pero aún allí se encontraba. Sin saber muy bien que hacer, como actuar, una vez en su lado acarició sus mejillas, quitando con su mano el rastro de la sangre y la suciedad de su apuesto rostro y sin pensar en las consecuencias de sus actos y un ultimo rezo a Dios, besó aquellos labios masculinos, mordiéndose la lengua en el proceso, dejando que parte de su sangre cayera en la boca ajena.
—Tomad y luchad por vuestra vida. —Susurró contra sus labios, tras asegurarse de que parte de su sangre se encontrara en la boca masculina e inconscientemente él tragara, llevándose a la garganta el liquido carmesí que lo ayudaría en lo medida de lo posible a retardar su muerte y a darle fuerzas para luchar contra el veneno.
Última edición por Dania Kozlova el Lun Abr 07, 2014 1:26 pm, editado 2 veces
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Ni la muerte, termina con la valentía del león. [Flashback Cosimo]
Girolamo, sintió la bala entrar por su hombro derecho, un ardor, diferente al de otros balazos que hubiera recibido en su vida le hizo darse cuenta que ésta vez la suerte no estaría de su lado. Toda su vida pasó ante sus ojos, su infancia, el amor por sus hermanas Chiara y Giulia, a quienes no vería mas, pero que sabía que estarían bien protegidas, por hombres que como él darían su vida por ellas. Pero la angustia se clavo como garras en su pecho, ¿o era el veneno el que arañaba el alma antes de separarla del cuerpo? Él no lo sabía.
Trató de incorporarse pero fue inútil, llevó su mano izquierda al hueco que había dejado la bala, inutilizando el brazo derecho, las lagrimas se agolparon en sus ojos, no eran por el dolor, o el miedo de morir, eso poco le interesaba, él era un cazador y sabía que la muerte lo asechaba como él a sus victimas. Pero aquella angustia tenía un nombre – Maryeva – susurró - No es el miedo a perder la vida lo que envenena mi alma, sino el terror de que la muerte cierre tus ojos para siempre - pensó mientras sus fuerzas cada vez eran menores, se estaba dejando morir, el frio de la sepultura ya trepaba por sus piernas, suplicó al Dios que lo había sentenciado que aunque él terminara en el infierno, le diera la posibilidad de que su amada familia sobreviviera – os lo suplico, no dejéis que mueran – susurró.
Estaba a punto de caer en la inconsciencia previa a la muerte cuando, de la nada, un ser, al que mucho no pudo distinguir, porque su visión se volvía borrosa, se acercó a él, lo abrazó como si fuera de nuevo un crio, con frías manos acariciaron su rostro, limpiándolo con ternura, pensó que se trataba del ángel de la muerte. Unos bellos ojos, lo contemplaron con tristeza, aquel sentimiento le llegó al alma, esa mirada se posó en la suya y los labios de aquel enviado de la muerte se posaron en los casi yermos de Girolamo. Cuando sus parpados se cerraron dando paso a la inconsciencia, el cazador pudo sentir un sabor extraño en su boca, un liquido espeso y metálico, que descendía por su garganta y que él, instintivamente tragó, - que es esto – intentó cavilar, pero las nieblas de la inconsciencia cayeron sobre él. Una postrera lagrima rodó por su mejilla y su mano cayó al costado de su cuerpo. Ya no podría hacer nada por salvar a su amada Maryeva, el destino había jugado su carta y él había perdido ¿o no?
Trató de incorporarse pero fue inútil, llevó su mano izquierda al hueco que había dejado la bala, inutilizando el brazo derecho, las lagrimas se agolparon en sus ojos, no eran por el dolor, o el miedo de morir, eso poco le interesaba, él era un cazador y sabía que la muerte lo asechaba como él a sus victimas. Pero aquella angustia tenía un nombre – Maryeva – susurró - No es el miedo a perder la vida lo que envenena mi alma, sino el terror de que la muerte cierre tus ojos para siempre - pensó mientras sus fuerzas cada vez eran menores, se estaba dejando morir, el frio de la sepultura ya trepaba por sus piernas, suplicó al Dios que lo había sentenciado que aunque él terminara en el infierno, le diera la posibilidad de que su amada familia sobreviviera – os lo suplico, no dejéis que mueran – susurró.
Estaba a punto de caer en la inconsciencia previa a la muerte cuando, de la nada, un ser, al que mucho no pudo distinguir, porque su visión se volvía borrosa, se acercó a él, lo abrazó como si fuera de nuevo un crio, con frías manos acariciaron su rostro, limpiándolo con ternura, pensó que se trataba del ángel de la muerte. Unos bellos ojos, lo contemplaron con tristeza, aquel sentimiento le llegó al alma, esa mirada se posó en la suya y los labios de aquel enviado de la muerte se posaron en los casi yermos de Girolamo. Cuando sus parpados se cerraron dando paso a la inconsciencia, el cazador pudo sentir un sabor extraño en su boca, un liquido espeso y metálico, que descendía por su garganta y que él, instintivamente tragó, - que es esto – intentó cavilar, pero las nieblas de la inconsciencia cayeron sobre él. Una postrera lagrima rodó por su mejilla y su mano cayó al costado de su cuerpo. Ya no podría hacer nada por salvar a su amada Maryeva, el destino había jugado su carta y él había perdido ¿o no?
Bernard Liusse- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/08/2012
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Re: Ni la muerte, termina con la valentía del león. [Flashback Cosimo]
— Os lo suplico, no dejéis que mueran – susurró el joven Girolamo antes de caer en la inconsciencia.
Dania en todo momento permaneció firme en su propósito de salvarle, y así lo intentaría con su esposa y la hija que esperaban. No obstante primero iba él, que de superar la transición a la inmortalidad, pasaría a ser su primer y único hijo. ¿La inquisidora estaba creando a su propia debilidad? No podía permitirse debilidades, y menos si algún día alguien puede usarlo en su contra. Desde su conversión no había dejado a nadie acercarse. Y ahora parecía romper sus propias normas. Suspirando, observó como el cazador tragaba su sangre, sin opción alguna a no hacerlo y como lentamente sus parpados caían hasta cerrarse. — Os prometo hacer lo que pueda. Os doy mi palabra. —susurró ella contra sus labios nuevamente en lo que volvía a morderse y adueñándose de la débil mente del mortal le obligaba a aceptar el liquido vital que lo sostendría y lo cuidaría de caer en las garras de la muerte hasta su conversión completa.
Solo una vez parecía tener suficiente y de asegurarse que su sangre empezara a actuar en el cuerpo masculino, se apartó relamiéndose los labios. Ahora debía asegurar el cuerpo de Girolamo en algún sitio donde nadie lo viera, y menos Killer Bee y la inquisición que seguían en la persecución de su familia. Se levantó y tal como llevo a cabo aquel movimiento un ruido a su espalda la hizo volverse, descubriendo ante ella a un hombre de edad avanzada, observándola con una aura extraña. -Un brujo –Adivinó al descubrir la magia que de pronto llenaba aquel claro. Mirándole fijamente y con el tiempo apresurado sobre ella, al ver como aquel hombre no se interponía entre ella y Girolamo, agachándose tomando el cuerpo moribundo de él, lo meció en sus brazos. Besó la lágrima que caía de su mejilla, y mormuró las palabras que atarían irremediablemente la vida de aquel joven a su voz. — Permanecerás dormido Girolamo. Pase lo que pase, te llame quien lo haga, solo despertaras cuando tu maestra te despierte, cuando yo te ordene que te levantes, hijo mío. — Susurró a su oído con un bajo hilo de voz, y luego girándose al brujo, el mayordomo adivinó por sus vestimentas, le entregó al joven. — Supongo supiste de lo que sucedería por una premonición, cierto? —No esperó las palabras del brujo, por que ya sabia la respuesta, la había leído en su mente. Por más que él mantuviera una barrera en torno a sus pensamientos, era imposible escapar de ella. — Llévatelo y envía carruajes en busca de su esposa. Y jamás cuentes de mí o de él. Tras el entierro, y ahora en tus brazos Girolamo esta muerto y así ha de ser para que pueda sobrevivir. — Proclamó con voz autoritaria, suavizando con una sonrisa sus palabras.
El mayordomo asintió, y tomando a Girolamo, subiendo el cuerpo a lomos de su corcel, subió también él. — No llegareis a tiempo. En mis visiones ella terminaba muerta, vampiro. — La voz triste y grave del brujo hizo que Dania se girará hacia él y con un rostro inexpresivo asintiera. —Entonces intentaré cambiar el destino, señor. —Y tras esas palabras desapareció del bosque dejando solos al mayordomo que volvía con el cuerpo inerte del joven Di Moncalieri a su hogar.
La inquisidora corrió siguiendo el olor de Killer Bee y la felina, llegando como había predicho el brujo, demasiado tarde, pues el último halito de vida en el corazón de la felina recién se extinguía junto con los lloros de la nueva vida que había salido de ella. Debatida por no haber podido salvar a Maryeva, a una madre que ahora no vería jamás a su pequeña hija crecer, golpeó uno de los árboles con fuerza, lastimandose por unos efímeros segundos la muñeca. Esperó en silencio que Killer bee y los demás abandonaran el lugar, llevándose Killer Bee a la hija de ella tras una disculpa a la madre. — Esta vez no me permitisteis llegar a tiempo… ¿Por qué? —Gritó a los cielos, sin saber como Dios podía permitir aquella muerte. La muerte de una madre tras dar vida. Derrotada, se quedó tras uno de los árboles, observando como una hora después, llegaron los carruajes seguidos por el mayordomo que sin duda en sus sueños debía haber visto la cueva. Se quedó para ver el cuerpo de la felina que era envuelto por unas finas sabanas y sin decir nada más, desapareció de nuevo. Según el rito fúnebre de las familias acomodadas, se tardarían dos días con los preparativos del entierro. Los enterrarían juntos. Esposo y esposa. Girolamo y Maryeva. Y en la noche tras el entierro, iría a reclamar, a despertar a su hijo del ahogamiento de la muerte y la tierra. Temiendo que este volviera a morirse al saber de la muerte de su amada. - ¿Te será suficiente la sed de venganza, de saber a tu hija con vida para permanecer en esta tierra? – Se preguntó y así, los días siguientes permaneció en su hogar, esperando que llegara el día de ir a despertar a su sangre.
Tres noches tras la muerte de Girolamo, tras los funerales.
Esa tarde había hecho poco sol. En muy poco tiempo el cielo se había cubierto de nubes que al no dejar paso a los rayos de sol, habían permitido una salida temprano de los vampiros. Entre ellos, Dania que rápidamente acudió al cementerio y entre los arboles escondida, esperó que los funerales de la pareja terminaran, que Chiara se alejara tras quedarse de las últimas negada a alejarse de ellos, para poder intervenir finalmente y salvar al joven neófito que esperaba ser despertado.
—Hijo mío, ya voy. —Susurró al aire bajando de las ramas más altas en una silenciosa caída. Su vestido oscuro y capa ondeaba al viento en lo que sus pasos la llevaban hacia la cripta familiar donde él se encontraba.
Todavía el lugar olía a tierra húmeda, recién revuelta para dar espacio a los cuerpos de aquel mal aventurado matrimonio, que habían terminado muertos. Con suavidad pasó sus dedos por la cripta, delineando cada contorno de ella. Era tiempo de despertar, sin embargo primero se aseguraría que la joven felina, se encontrara en condiciones para que su esposo la viera, por lo menos en las mejores condiciones posibles. Tras un rezo desenterró a ambos, descubriendo primero a la fémina, la que se encontraba vestida con un bonito y vaporoso vestido ligero. Su piel más blanquecina de lo normal, revelaba el actual estado de su fallecido corazón, cuál no latía. No obstante de no haber sido por eso, habría podido parecer que solo andaba dormida esperando un beso encantado de su príncipe. Agachándose hacia el cuerpo, besó la fría frente de la felina, susurró unas palabras de perdón por no haber llegado a tiempo y tras asegurarle que mantendría todos sus sentidos en garantizar la seguridad de la pequeña que les habían arrebatado Killer Bee, procedió a despertar a su creación.
Abrió la tumba de Girolamo y quitando de su rostro un poco de tierra que había penetrado en donde lo habían encerrado bajo tierra, susurró las palabras que lo despertarían con suavidad, tras las que dando unos pasos atrás, dejando un espacio vital para el despertar del neófito inmortal, aguardó a que abriera los ojos de nuevo. Esta vez para siempre jamás. - ¿Me odiarás pequeño?- se preguntó con cierta tristeza, pues ya imaginaba el dolor de él al ver a su familia rota, fallecida y el fruto del amor de ambos desaparecido.
—Levántate, hijo mío. Abre los ojos a una nueva vida, con la noche de fiel amante y ve a tu nueva madre, si alguien pudiese considerarme así, mi pequeño.
El resurgimiento de la muerte de Girolamo iba a dar inicio, y en él, Girolamo moriría para amigos y enemigos, convirtiéndose en Cosimo Di Moncalieri y ahora en Cosimo de Kozlova por parte de la inquisidora que paciente, esperaba el primer soplo de vida de aquel joven al que había salvado, condenándolo quizás, a una vida que jamás hubiese querido. ¿O si?
Dania en todo momento permaneció firme en su propósito de salvarle, y así lo intentaría con su esposa y la hija que esperaban. No obstante primero iba él, que de superar la transición a la inmortalidad, pasaría a ser su primer y único hijo. ¿La inquisidora estaba creando a su propia debilidad? No podía permitirse debilidades, y menos si algún día alguien puede usarlo en su contra. Desde su conversión no había dejado a nadie acercarse. Y ahora parecía romper sus propias normas. Suspirando, observó como el cazador tragaba su sangre, sin opción alguna a no hacerlo y como lentamente sus parpados caían hasta cerrarse. — Os prometo hacer lo que pueda. Os doy mi palabra. —susurró ella contra sus labios nuevamente en lo que volvía a morderse y adueñándose de la débil mente del mortal le obligaba a aceptar el liquido vital que lo sostendría y lo cuidaría de caer en las garras de la muerte hasta su conversión completa.
Solo una vez parecía tener suficiente y de asegurarse que su sangre empezara a actuar en el cuerpo masculino, se apartó relamiéndose los labios. Ahora debía asegurar el cuerpo de Girolamo en algún sitio donde nadie lo viera, y menos Killer Bee y la inquisición que seguían en la persecución de su familia. Se levantó y tal como llevo a cabo aquel movimiento un ruido a su espalda la hizo volverse, descubriendo ante ella a un hombre de edad avanzada, observándola con una aura extraña. -Un brujo –Adivinó al descubrir la magia que de pronto llenaba aquel claro. Mirándole fijamente y con el tiempo apresurado sobre ella, al ver como aquel hombre no se interponía entre ella y Girolamo, agachándose tomando el cuerpo moribundo de él, lo meció en sus brazos. Besó la lágrima que caía de su mejilla, y mormuró las palabras que atarían irremediablemente la vida de aquel joven a su voz. — Permanecerás dormido Girolamo. Pase lo que pase, te llame quien lo haga, solo despertaras cuando tu maestra te despierte, cuando yo te ordene que te levantes, hijo mío. — Susurró a su oído con un bajo hilo de voz, y luego girándose al brujo, el mayordomo adivinó por sus vestimentas, le entregó al joven. — Supongo supiste de lo que sucedería por una premonición, cierto? —No esperó las palabras del brujo, por que ya sabia la respuesta, la había leído en su mente. Por más que él mantuviera una barrera en torno a sus pensamientos, era imposible escapar de ella. — Llévatelo y envía carruajes en busca de su esposa. Y jamás cuentes de mí o de él. Tras el entierro, y ahora en tus brazos Girolamo esta muerto y así ha de ser para que pueda sobrevivir. — Proclamó con voz autoritaria, suavizando con una sonrisa sus palabras.
El mayordomo asintió, y tomando a Girolamo, subiendo el cuerpo a lomos de su corcel, subió también él. — No llegareis a tiempo. En mis visiones ella terminaba muerta, vampiro. — La voz triste y grave del brujo hizo que Dania se girará hacia él y con un rostro inexpresivo asintiera. —Entonces intentaré cambiar el destino, señor. —Y tras esas palabras desapareció del bosque dejando solos al mayordomo que volvía con el cuerpo inerte del joven Di Moncalieri a su hogar.
La inquisidora corrió siguiendo el olor de Killer Bee y la felina, llegando como había predicho el brujo, demasiado tarde, pues el último halito de vida en el corazón de la felina recién se extinguía junto con los lloros de la nueva vida que había salido de ella. Debatida por no haber podido salvar a Maryeva, a una madre que ahora no vería jamás a su pequeña hija crecer, golpeó uno de los árboles con fuerza, lastimandose por unos efímeros segundos la muñeca. Esperó en silencio que Killer bee y los demás abandonaran el lugar, llevándose Killer Bee a la hija de ella tras una disculpa a la madre. — Esta vez no me permitisteis llegar a tiempo… ¿Por qué? —Gritó a los cielos, sin saber como Dios podía permitir aquella muerte. La muerte de una madre tras dar vida. Derrotada, se quedó tras uno de los árboles, observando como una hora después, llegaron los carruajes seguidos por el mayordomo que sin duda en sus sueños debía haber visto la cueva. Se quedó para ver el cuerpo de la felina que era envuelto por unas finas sabanas y sin decir nada más, desapareció de nuevo. Según el rito fúnebre de las familias acomodadas, se tardarían dos días con los preparativos del entierro. Los enterrarían juntos. Esposo y esposa. Girolamo y Maryeva. Y en la noche tras el entierro, iría a reclamar, a despertar a su hijo del ahogamiento de la muerte y la tierra. Temiendo que este volviera a morirse al saber de la muerte de su amada. - ¿Te será suficiente la sed de venganza, de saber a tu hija con vida para permanecer en esta tierra? – Se preguntó y así, los días siguientes permaneció en su hogar, esperando que llegara el día de ir a despertar a su sangre.
Tres noches tras la muerte de Girolamo, tras los funerales.
Esa tarde había hecho poco sol. En muy poco tiempo el cielo se había cubierto de nubes que al no dejar paso a los rayos de sol, habían permitido una salida temprano de los vampiros. Entre ellos, Dania que rápidamente acudió al cementerio y entre los arboles escondida, esperó que los funerales de la pareja terminaran, que Chiara se alejara tras quedarse de las últimas negada a alejarse de ellos, para poder intervenir finalmente y salvar al joven neófito que esperaba ser despertado.
—Hijo mío, ya voy. —Susurró al aire bajando de las ramas más altas en una silenciosa caída. Su vestido oscuro y capa ondeaba al viento en lo que sus pasos la llevaban hacia la cripta familiar donde él se encontraba.
Todavía el lugar olía a tierra húmeda, recién revuelta para dar espacio a los cuerpos de aquel mal aventurado matrimonio, que habían terminado muertos. Con suavidad pasó sus dedos por la cripta, delineando cada contorno de ella. Era tiempo de despertar, sin embargo primero se aseguraría que la joven felina, se encontrara en condiciones para que su esposo la viera, por lo menos en las mejores condiciones posibles. Tras un rezo desenterró a ambos, descubriendo primero a la fémina, la que se encontraba vestida con un bonito y vaporoso vestido ligero. Su piel más blanquecina de lo normal, revelaba el actual estado de su fallecido corazón, cuál no latía. No obstante de no haber sido por eso, habría podido parecer que solo andaba dormida esperando un beso encantado de su príncipe. Agachándose hacia el cuerpo, besó la fría frente de la felina, susurró unas palabras de perdón por no haber llegado a tiempo y tras asegurarle que mantendría todos sus sentidos en garantizar la seguridad de la pequeña que les habían arrebatado Killer Bee, procedió a despertar a su creación.
Abrió la tumba de Girolamo y quitando de su rostro un poco de tierra que había penetrado en donde lo habían encerrado bajo tierra, susurró las palabras que lo despertarían con suavidad, tras las que dando unos pasos atrás, dejando un espacio vital para el despertar del neófito inmortal, aguardó a que abriera los ojos de nuevo. Esta vez para siempre jamás. - ¿Me odiarás pequeño?- se preguntó con cierta tristeza, pues ya imaginaba el dolor de él al ver a su familia rota, fallecida y el fruto del amor de ambos desaparecido.
—Levántate, hijo mío. Abre los ojos a una nueva vida, con la noche de fiel amante y ve a tu nueva madre, si alguien pudiese considerarme así, mi pequeño.
El resurgimiento de la muerte de Girolamo iba a dar inicio, y en él, Girolamo moriría para amigos y enemigos, convirtiéndose en Cosimo Di Moncalieri y ahora en Cosimo de Kozlova por parte de la inquisidora que paciente, esperaba el primer soplo de vida de aquel joven al que había salvado, condenándolo quizás, a una vida que jamás hubiese querido. ¿O si?
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Ni la muerte, termina con la valentía del león. [Flashback Cosimo]
Girolamo sintió en su cabeza el suave murmullo de esa voz angelical que lo llamaba – ¿hijo? - buscó en su mente el recuerdo de haber sido llamado así aunque fuera una sola vez en su vida y no lo hallo. Su cuerpo fue despertando como de un agónico letargo. Era como si hubiera una parte del cuerpo que le doliera, - o acaso era todo – se volvió a reflexionar mientras intentaba que el cuerpo le hiciera caso.
Abrió sus ojos lentamente, sentía que la piel estaba en parte cubierta por - ¿tierra? - caviló. Intentó incorporarse pero todo le daba vuelta, los oídos le zumbaban. La frase de aquel ángel que se cernía sobre él le llegaron al alma. En toda su vida nunca había podido decir que su madre lo amara, siempre sintió que era un estorbo, un allegado, un simple pariente que está de más en el hogar. - ¿Madre? - murmuró, llevando sus manos a las cienes e intentando entender lo que estaba pasando.
Su mirada recorrió el lugar, buscando el origen de la voz que no tardó en encontrar. Aquella mujer era en verdad ¿un ángel o un demonio?, su mirada, su voz le decían que debía ser algo celestial, - pero su piel... tan blanca... es la de un vampiro – reflexionó. Su entrecejo se frunció mostrando unas pequeñas arrugas que se le formaban cuando algo no terminaba de cerrarle en su mente lógica y práctica de cazador, - ¿porqué me llamas hijo? - le preguntó con un tono de voz que denotaba confusión y a la vez desconfianza, - donde estoy... Maryeva!!! - su mente intentó recordar pero no podía – donde esta!!! que has hecho con ella... demonio!!! - le gritó mientras la tomaba por los hombros, con una fuerza que le sorprendió – pero... que... que me has hecho... - la contempló clavando sus ojos en los ajenos. Su mirada no era de odio sino de confusión y dolor, sus manos se deslizaron sin fuerza por los delicados y fríos brazos, a su mente llegaron los recuerdos del bosque – dime que lograste salvarla... por Dios... te ruego – sus ojos se colmaron de lagrimas.
No fue necesario que la mujer dijera una sola palabra, el aroma del perfume de su esposa mezclado por el leve olor a la pronta descomposición, hizo que Girolamo girara, encontrándose con el macabro espectáculo. Solo atinó a proferir un grito mudo y abalanzarse al cuerpo inerte de su amada. Acarició sus cabellos, beso su frente fría, sus labios helados y derramó tantas lagrimas como le quedaban en su corazón que había dejado de latir.
No se volvió hacia la mujer, solo le habló mientras seguía acomodando el ropaje de su amada, - no pudiste salvarla... pero... que pasó con nuestro hijo... - sus ojos se clavaron en el vientre de la difunta, - sé quien fue su asesina... White... pagarás por cada segundo de vida que robaste de su cuerpo – sentenció, - Por favor... permíteme un momento a solas... solo... deseo... despedirme - no esperó que aquel vampiro le respondiera. Escondió su rostro en el pecho de su esposa llorando como un niño que ha sido abandonado en mitad del bosque, ya no sabía quien era, el hombre que amara a esa mujer, había muerto con ella, hacía tres noches atrás, ahora era solo un vampiro sin nombre, sin alma y sin destino.
Bernard Liusse- Vampiro Clase Media
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Re: Ni la muerte, termina con la valentía del león. [Flashback Cosimo]
El tiempo parecía pasar lento, muy lento para la inquisidora que esperaba que su primera y única creación despertara de aquel sueño reparador, al que tras darle su sangre y sentir como el cuerpo del anteriormente mortal, le ordenó sin darle opción a replica alguna a que durmiera hasta que ella así lo estipulara. Y el momento había llegado, él ya era todo un vampiro. Su corazón inerte no había latido cuando sus familiares lo abrazaron por última vez. Su fría piel todo y que dentro de ella aún seguía en una vida maldita, sin embargo seguía con vida, había hecho el papel perfecto, ya que nadie había sentido como tras aquella apariencia de un cadáver, se escondía el nuevo vampiro. Y por último, todos incluyendo Giulia habían visto en la belleza característica de los vampiros, simplemente la belleza de la muerte. El plan había resultado, ahora solo faltaba ver si el neófito se daría una nueva oportunidad para vivir o querría ser devorado por las llamas del sol ardiente al lado de la tumba de su esposa.
Dania suspiró a la espera de que despertara cuando de pronto, al fin empezó a ver actividad en él. Sus músculos crujieron haciendo que ella gruñera al recordar lo que le había dolido su primer despertar. De habérselo ahorrado lo habría hecho, solo que entonces no habría vuelto a despertar. Lentamente el cuerpo empezó a obedecer a la mente del cazador que de forma rápida lo controló y abrió los ojos encontrándose con ella.
— Me alegro que hayas despertado… todo es muy confuso y doloroso la primera vez. Todo pasará y mejorará… os lo prometo.
Tras sus palabras le sonrío dulcemente mientras observaba el rostro de su creación, que pasaba de la confusión y el desconcierto a la desconfianza. -¿Te habrás dado cuenta ya?- Para un cazador como él no debía de serle difícil haber descubierto en ella al demonio. Al oírle sonrío, como quien orgullosa contempla a su pequeño, sin embargo en sus ojos había tristeza también. No quería ni imaginar el intenso dolor que pasaría cuando supiera y viera con sus propios ojos el cuerpo de su esposa difunta. —Porque yo… — Como te diré que te he convertido en aquello que cazabas? En un ser que odiabas y que eterno vagaras por las líneas del tiempo… y que yo soy la causante de esto? — Se decía a si misma sin verse capaz de decirle no todavía que había ocurrido, siendo sorprendida por él, mientras que ella se encontraba cavilando él había recordado.
Las manos de él la tomaron de los hombros con fuerza, hasta que soltó un jadeo de dolor. Normalmente tenia fortaleza para resistir, sin embargo ahora se lo merecía. Dania negó con la cabeza triste en lo que él le gritaba, exigía saber de su esposa, hasta que mordiéndose el labio le miró fijamente. Girolamo había descubierto su naturaleza. —Te salvé… te condené. Puedes mirarlo como desees, pero al verte, fui incapaz de dejarte morir. No merecías ese final, no de esa forma… —Le dijo con voz dulce intentando disipar el dolor de aquellos ojos de quien ahora era dueño de una parte de su sangre y fuerza. —Ella tampoco merecía eso. —Pensó lamentándose la perdida de la madre, amada y esposa del cazador.
—Lo siento. — Aquellas palabras fueron las que más habían costado salir de sus labios. Alzando una mano hacia el rostro ajeno, le limpió una lagrima de sangre que caía de sus ojos y con mucho pesar dejó que tras descubrir, oler el perfume de su amado se apartara de ella, dejándola allí, como una espectadora de la desdicha y desesperanza del que amando con todas sus fuerzas, pierde todo por aquello en lo que un día vivió y hasta murió por proteger. Sintiéndose como una extraña en aquel cuadro desesperanzador, fue testigo de cómo las lágrimas ensuciaban el cuerpo pequeño y frágil de la joven al sin poder contenerse, Girolamo echarse a llorar mientras besaba sus manos, y cada parte de su rostro. A Dania la escena la entristeció tanto que juró en sus más adentros que algún día ella seria quien de vuelta llevaría la dicha al ex cazador, yendo hacia él con su hija en brazos. —La recuperaré…—Le prometió en silencio sin desear interrumpir aquel momento en que él se despedía de su amor, para siempre.
— Se la llevó la misma asesina. Ella corrompida por la culpa, se la llevó garantizando que iba a criarla como una hija, que la cuidaría y velaría por ella… como su madre hizo… Por favor, perdóname, no pude pararla… no llegué a tiempo para salvarlas.
En sus adentros aún se mortificaba. La vida de una madre y un bebé recién nacido eran sagrados, hasta para ella que trabajaba en la inquisición simplemente habían cosas, seres creados de la mas pura de las almas que eran intocables, y aquellos eran los pequeños inocentes. Ellos jamás tenían culpa de nada y aún así muchas veces ellos tambien perecían. Al oírle asintió y tras una oración, se alejó de allí en silencio, con el corazón partido –aún más de lo que ya lo tenía- y se paró al otro lado del cementerio, esperándole.
- ¿Volverás conmigo, hijo mío...?
Dania suspiró a la espera de que despertara cuando de pronto, al fin empezó a ver actividad en él. Sus músculos crujieron haciendo que ella gruñera al recordar lo que le había dolido su primer despertar. De habérselo ahorrado lo habría hecho, solo que entonces no habría vuelto a despertar. Lentamente el cuerpo empezó a obedecer a la mente del cazador que de forma rápida lo controló y abrió los ojos encontrándose con ella.
— Me alegro que hayas despertado… todo es muy confuso y doloroso la primera vez. Todo pasará y mejorará… os lo prometo.
Tras sus palabras le sonrío dulcemente mientras observaba el rostro de su creación, que pasaba de la confusión y el desconcierto a la desconfianza. -¿Te habrás dado cuenta ya?- Para un cazador como él no debía de serle difícil haber descubierto en ella al demonio. Al oírle sonrío, como quien orgullosa contempla a su pequeño, sin embargo en sus ojos había tristeza también. No quería ni imaginar el intenso dolor que pasaría cuando supiera y viera con sus propios ojos el cuerpo de su esposa difunta. —Porque yo… — Como te diré que te he convertido en aquello que cazabas? En un ser que odiabas y que eterno vagaras por las líneas del tiempo… y que yo soy la causante de esto? — Se decía a si misma sin verse capaz de decirle no todavía que había ocurrido, siendo sorprendida por él, mientras que ella se encontraba cavilando él había recordado.
Las manos de él la tomaron de los hombros con fuerza, hasta que soltó un jadeo de dolor. Normalmente tenia fortaleza para resistir, sin embargo ahora se lo merecía. Dania negó con la cabeza triste en lo que él le gritaba, exigía saber de su esposa, hasta que mordiéndose el labio le miró fijamente. Girolamo había descubierto su naturaleza. —Te salvé… te condené. Puedes mirarlo como desees, pero al verte, fui incapaz de dejarte morir. No merecías ese final, no de esa forma… —Le dijo con voz dulce intentando disipar el dolor de aquellos ojos de quien ahora era dueño de una parte de su sangre y fuerza. —Ella tampoco merecía eso. —Pensó lamentándose la perdida de la madre, amada y esposa del cazador.
—Lo siento. — Aquellas palabras fueron las que más habían costado salir de sus labios. Alzando una mano hacia el rostro ajeno, le limpió una lagrima de sangre que caía de sus ojos y con mucho pesar dejó que tras descubrir, oler el perfume de su amado se apartara de ella, dejándola allí, como una espectadora de la desdicha y desesperanza del que amando con todas sus fuerzas, pierde todo por aquello en lo que un día vivió y hasta murió por proteger. Sintiéndose como una extraña en aquel cuadro desesperanzador, fue testigo de cómo las lágrimas ensuciaban el cuerpo pequeño y frágil de la joven al sin poder contenerse, Girolamo echarse a llorar mientras besaba sus manos, y cada parte de su rostro. A Dania la escena la entristeció tanto que juró en sus más adentros que algún día ella seria quien de vuelta llevaría la dicha al ex cazador, yendo hacia él con su hija en brazos. —La recuperaré…—Le prometió en silencio sin desear interrumpir aquel momento en que él se despedía de su amor, para siempre.
— Se la llevó la misma asesina. Ella corrompida por la culpa, se la llevó garantizando que iba a criarla como una hija, que la cuidaría y velaría por ella… como su madre hizo… Por favor, perdóname, no pude pararla… no llegué a tiempo para salvarlas.
En sus adentros aún se mortificaba. La vida de una madre y un bebé recién nacido eran sagrados, hasta para ella que trabajaba en la inquisición simplemente habían cosas, seres creados de la mas pura de las almas que eran intocables, y aquellos eran los pequeños inocentes. Ellos jamás tenían culpa de nada y aún así muchas veces ellos tambien perecían. Al oírle asintió y tras una oración, se alejó de allí en silencio, con el corazón partido –aún más de lo que ya lo tenía- y se paró al otro lado del cementerio, esperándole.
- ¿Volverás conmigo, hijo mío...?
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Ni la muerte, termina con la valentía del león. [Flashback Cosimo]
Las palabras de Dania, golpearon como puñales en el pecho de Girolamo, que apretaba con fuerza el inerte cuerpo de su amada. Su mentón clavado en el hombro de la difunta, su boca entreabierta, sus ojos devastado por la terrible sorpresa, el irónico destino le daba en pleno rostro un nuevo bofetón – ¿Nuestra pequeña fue raptada por esa asesina? - dijo con una voz cavernosa, como si las fauces del infierno se hubieran abierto de par en par y legiones de demonios fueran expulsadas a la tierra, entrando en su cuerpo que se tensionaba ante la cruel realidad. Intentó concentrarse, acariciando el cabello de su Maryeva, cerró los ojos y con parsimoniosa lentitud la acomodó, para luego volver a sepultarla con sus propias manos, - Os prometo amor mio, que no descansaré hasta que vuestra muerte haya sido vengada y vuestra asesina pague por cada minuto de sufrimiento que os provocó – sentenció. Se incorporó, aún con sus manos cubiertas de tierra sacramental, como lo estaba también su traje. Caminó lentamente, algo mareado, por el sentimiento que lo enloquecería hacia la vampiresa que se había alejado dándole intimidad. Necesitaba estar a solas con su mujer para poder despedirse, Maryeva había sido la razón de su vida, desde que se conocieran en mitad del bosque, hoy la razón de subsistir era la venganza y recuperar a su hija y por Dios que lo haría aunque le costara la eternidad.
Sonrió con tristeza, - no pida perdón, usted hizo lo que creyó más conveniente... aunque desearía unirme en la muerte con mi amada- dijo en voz baja mientras, lentamente, se acercaba a donde la mujer se había retirado, sacudiendo el polvo de sus ropas e intentando adecentarse. La contempló allí en una esquina del cementerio de Montmartre, esperándole, - ¿porqué insistis en llamarme hijo? - le preguntó al detenerse frente a ella. Sus ojos la recorrieron inquisidores, los cabellos de un color almendra, con pequeñas y lánguidas ondulaciones, los ojos azul grisáceo, la mirada triste y misteriosa delineada por las pobladas pestañas, enmarcadas por unas cejas sensuales y de carácter. Pero a pesar de su belleza y sensualidad, Cosimo la contemplaba como un niño que intenta que un mayor le responda, cosas que para él eran de suma importancia y tal vez para aquel ser, fueran puras nimiedades. Bajó la mirada, metió sus manos en los bolsillos, en los que descubrió aún mas tierra. Hizo una mueca de tristeza, aunque pareciera extremadamente descabellado, se sentía con la misma ingenuidad de una criatura.
Inspiró antes de levantar su vista y clavarla nuevamente en aquella clara mirada. Las pequeñas arrugas de su rostro se endurecieron al intentar formular su pregunta, - ¿Dime, tú eres mi madre, la que me ha traído nuevamente a ésta vida? – dijo con una voz cargada de sentimiento – entonces, ayúdame a saber que hacer... yo... no soy digno... fui durante demasiado tiempo asesino de tu especie... no comprendí que existen seres que solo desean vivir en paz... cuando intenté hacerlo... la inquisición se desató contra mi... aquí estoy... sin nada... sin vida... ni nombre... dime al menos como se llama el ser que me ha traído de regreso-.
Sonrió con tristeza, - no pida perdón, usted hizo lo que creyó más conveniente... aunque desearía unirme en la muerte con mi amada- dijo en voz baja mientras, lentamente, se acercaba a donde la mujer se había retirado, sacudiendo el polvo de sus ropas e intentando adecentarse. La contempló allí en una esquina del cementerio de Montmartre, esperándole, - ¿porqué insistis en llamarme hijo? - le preguntó al detenerse frente a ella. Sus ojos la recorrieron inquisidores, los cabellos de un color almendra, con pequeñas y lánguidas ondulaciones, los ojos azul grisáceo, la mirada triste y misteriosa delineada por las pobladas pestañas, enmarcadas por unas cejas sensuales y de carácter. Pero a pesar de su belleza y sensualidad, Cosimo la contemplaba como un niño que intenta que un mayor le responda, cosas que para él eran de suma importancia y tal vez para aquel ser, fueran puras nimiedades. Bajó la mirada, metió sus manos en los bolsillos, en los que descubrió aún mas tierra. Hizo una mueca de tristeza, aunque pareciera extremadamente descabellado, se sentía con la misma ingenuidad de una criatura.
Inspiró antes de levantar su vista y clavarla nuevamente en aquella clara mirada. Las pequeñas arrugas de su rostro se endurecieron al intentar formular su pregunta, - ¿Dime, tú eres mi madre, la que me ha traído nuevamente a ésta vida? – dijo con una voz cargada de sentimiento – entonces, ayúdame a saber que hacer... yo... no soy digno... fui durante demasiado tiempo asesino de tu especie... no comprendí que existen seres que solo desean vivir en paz... cuando intenté hacerlo... la inquisición se desató contra mi... aquí estoy... sin nada... sin vida... ni nombre... dime al menos como se llama el ser que me ha traído de regreso-.
Bernard Liusse- Vampiro Clase Media
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Re: Ni la muerte, termina con la valentía del león. [Flashback Cosimo]
Con el recuerdo del recién convertido en vampiro, abrazando con anhelo y una tristeza profunda el cuerpo de la frágil y blanquecina mujer fue que la inmortal caminó entre la estela oscura de aquel desolado cementerio, hasta pararse y reclinarse sobre un árbol. Con la mirada perdida en puntos imaginarios y en pensamientos lúgubres tanto como aquel lugar, le esperó con la viva esperanza de que su lado cazador no le dejaría morir tras aquello. Que por más que sintiera ganas de abandonarse al hiriente sol, volver con su amada en la muerte, la vida de su hija le haría renegar de aquel eterno descanso. Los segundos fueron pasando en el terrible lugar. Apenas esos mismos eran un suspiro para Dania que seguía esperando que su hijo volviera, mientras por unos efímeros instantes le venía a su mente el recuerdo de su esposo, su maestro, preguntándose qué habría sido de su familia. ¿Les habría dicho de su desaparición? O simplemente les habría dicho que había muerto? Más y más preguntas acudían a ella ahora que se encontraba en ese lugar de fin para las almas allí durmientes. - ¿Qué habrá sido de ti, esposo?- Se preguntó alzando la mirada al cielo encapotado y grisáceo. No solo únicamente Cosimos lloraba la perdida irremediable de su esposa, ella también estaba de duelo tras 500 años sin verle la desesperanza la llenaba de igual forma que corría un odio intenso hacia aquel que destruyó su vida.
Los pasos del vampiro la distrajeron y con una triste sonrisa se giró hacia él observándole llegar hacia ella, con una mirada gacha y triste. El cazador había sido herido. Escuchó sus palabras, sin moverse todavía del lugar hasta que parándose frente a ella, se obligó a reaccionar y relajando los brazos a los lados le observó, sabedora de que en alguna parte del ahora hijo eterno, la llama del cazador podía seguir llameante. No podía fiarse tan pronto de su creación por más que sus poderes y su adaptación a aquella eterna existencia la hicieran más poderosa que aquel neófito.
— Porque en cierta forma lo sois. Yo os salvé y os creé. Es ahora mi sangre lo que corre por tu cuerpo, la que te da fuerzas, la que te ha despertado del ensueño en el que te obligue a yacer por tu bien estos días desde nuestro encuentro. — Explicó con una voz suave, intentando apaciguarlo en cierta forma. Veía tanto anhelo y confusión en aquellos ojos que temía que de verdad pudiera perderse en lo que ahora le tocaría vivir. Decían que los cazadores eran los que más rápido y mejor se adaptaban. Esperaba que él no fuera la excepción y tuviera aquella fuerza para afrontar lo que le depararía el futuro para recuperar a la hija perdida.
Por unos instantes se sintió madre, ahora ella cargaría en sus hombros con otra vida después de la propia. Tras 500 años en soledad, volvería a tener a alguien a quien proteger. Con una comprensiva mirada no dejó de mirarle, apartándose del árbol en el que se encontraba recostada para sentirse más cerca de él. Cualquier dirían que era ella la hija de los dos, y él el padre. En apariencia siempre parecería al revés, sin embargo era en la mirada y en la experiencia de Dania donde se sentía su gran fuerza. Ya no era aquella joven de antaño, y tampoco pensaba serlo.
—Soy vuestra creadora Girolamo. Madre, mentora, maestra… tengo muchos nombres con el que podéis llamarme, hijo. Si quereís mi nombre... soy Dania Kozlov, de Diatlova como apellido familiar antes de que terminará desposándome con mi creador en mi juventud de humana.—Una sonrisa afloró en su rostro y pasando su mano por una de las mejillas ajenas, le limpió parte de tierra que tenía todavía en su piel.
—No todos los humanos son buenos, así como todas las criaturas sobrenaturales son malas. Solo es cuestión de entender y de comprender, que personas como tú han terminado vagando eternamente en esta tierra… en la que ahora convivimos todos. ¿Qué te diga que hacer? Me pides imposibles, podré guiarte, protegerte, enseñarte pero jamás decirte que debe decirte el corazón. Porque es a él al que debes seguir. Así que escúchalo y dime… ¿Qué sientes? ¿Qué deseas? Tendrás todo el tiempo a tus pies para hacer lo que desees, para enmendar tus errores y saldar las cuentas. El tiempo es ilimitado para nosotros y tú, un antiguo cazador sabrás como sobrevivir si de verdad lo deseas. No te será fácil, la sed te desgarrara la garganta los primeros meses. Te ayudaré…pero yo deberé de volver a la inquisición, mientras tú, hijo mío permanecerás escondido en alguna de mis viviendas, entrenando tus habilidades… tus poderes. ¿Venganza? ¿Amor? ¿Segundas oportunidades? Piensa bien en lo que deseas, porque de tan seguro estés puede depender mucho más que tu propia vida.
A partir de ahí no le diría más, ahora era él quien debía de pensar. Sabía lo que una vida eterna le deparaba, como podría ser como vampiro. ¿Malo? ¿Bueno? Todo dependía de sus acciones, y aquello era lo que la vampira tanto esperaba: ver su reacción.
Los pasos del vampiro la distrajeron y con una triste sonrisa se giró hacia él observándole llegar hacia ella, con una mirada gacha y triste. El cazador había sido herido. Escuchó sus palabras, sin moverse todavía del lugar hasta que parándose frente a ella, se obligó a reaccionar y relajando los brazos a los lados le observó, sabedora de que en alguna parte del ahora hijo eterno, la llama del cazador podía seguir llameante. No podía fiarse tan pronto de su creación por más que sus poderes y su adaptación a aquella eterna existencia la hicieran más poderosa que aquel neófito.
— Porque en cierta forma lo sois. Yo os salvé y os creé. Es ahora mi sangre lo que corre por tu cuerpo, la que te da fuerzas, la que te ha despertado del ensueño en el que te obligue a yacer por tu bien estos días desde nuestro encuentro. — Explicó con una voz suave, intentando apaciguarlo en cierta forma. Veía tanto anhelo y confusión en aquellos ojos que temía que de verdad pudiera perderse en lo que ahora le tocaría vivir. Decían que los cazadores eran los que más rápido y mejor se adaptaban. Esperaba que él no fuera la excepción y tuviera aquella fuerza para afrontar lo que le depararía el futuro para recuperar a la hija perdida.
Por unos instantes se sintió madre, ahora ella cargaría en sus hombros con otra vida después de la propia. Tras 500 años en soledad, volvería a tener a alguien a quien proteger. Con una comprensiva mirada no dejó de mirarle, apartándose del árbol en el que se encontraba recostada para sentirse más cerca de él. Cualquier dirían que era ella la hija de los dos, y él el padre. En apariencia siempre parecería al revés, sin embargo era en la mirada y en la experiencia de Dania donde se sentía su gran fuerza. Ya no era aquella joven de antaño, y tampoco pensaba serlo.
—Soy vuestra creadora Girolamo. Madre, mentora, maestra… tengo muchos nombres con el que podéis llamarme, hijo. Si quereís mi nombre... soy Dania Kozlov, de Diatlova como apellido familiar antes de que terminará desposándome con mi creador en mi juventud de humana.—Una sonrisa afloró en su rostro y pasando su mano por una de las mejillas ajenas, le limpió parte de tierra que tenía todavía en su piel.
—No todos los humanos son buenos, así como todas las criaturas sobrenaturales son malas. Solo es cuestión de entender y de comprender, que personas como tú han terminado vagando eternamente en esta tierra… en la que ahora convivimos todos. ¿Qué te diga que hacer? Me pides imposibles, podré guiarte, protegerte, enseñarte pero jamás decirte que debe decirte el corazón. Porque es a él al que debes seguir. Así que escúchalo y dime… ¿Qué sientes? ¿Qué deseas? Tendrás todo el tiempo a tus pies para hacer lo que desees, para enmendar tus errores y saldar las cuentas. El tiempo es ilimitado para nosotros y tú, un antiguo cazador sabrás como sobrevivir si de verdad lo deseas. No te será fácil, la sed te desgarrara la garganta los primeros meses. Te ayudaré…pero yo deberé de volver a la inquisición, mientras tú, hijo mío permanecerás escondido en alguna de mis viviendas, entrenando tus habilidades… tus poderes. ¿Venganza? ¿Amor? ¿Segundas oportunidades? Piensa bien en lo que deseas, porque de tan seguro estés puede depender mucho más que tu propia vida.
A partir de ahí no le diría más, ahora era él quien debía de pensar. Sabía lo que una vida eterna le deparaba, como podría ser como vampiro. ¿Malo? ¿Bueno? Todo dependía de sus acciones, y aquello era lo que la vampira tanto esperaba: ver su reacción.
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Ni la muerte, termina con la valentía del león. [Flashback Cosimo]
Parado frente a la inquisidora, a su nueva madre, escuchó en total silencio lo que decía. Conocía bien, lo relatado, mas de una vez se enfrentó a vampiros, como él, recién convertidos, sedientos de sangre y muerte. Sabía que eran seres peligrosos, no por la experiencia, que en sí la falta de ella los volvía débiles y sacrificables. El gran peligro era la locura, esa demencia temporal, que los cegaba, la sed inagotable de su nuevo alimento, la vivificante sangre. Era consciente que no estaba exento a ésa locura, por eso mismo no dejaría que nadie sufriera por ella, estaba dispuesto a soportar todo, hasta ser encadenado, con tal de no lastimar a seres inocentes, esos que no se merecían el castigo.
Cerró los ojos, inclinando su cabeza, intentando encontrar aquella paz interior que siempre le había costado obtener en vida, aquella que solo al lado de su amada Maryeva había disfrutado -¿como haré ahora que tu amor y dulzura no me acompañan – susurró -... para no caer en ésta locura despiadada... - las lagrimas emanaban de sus ojos, pequeñas perlas del color del rubi -... esta sed de sangre, de venganza y de muerte? - dio un manotazo limpiando aquel rastro lagrimas, con su mano izquierda - ¿como lograré no abrir las puertas del averno? - susurró, mientras inspiraba, como si necesitara obtener un oxigeno que ya era innecesario.
Levantó su rostro dirigió su mirada a su madre, a su creadora – os ruego que no dejéis que cometa agravios contra justos, que mantengáis mi monstruosidad inicial oculta y protegida, hasta que logre controlar la sed que me desgarra las entrañas – su mirada se intensificó, un brillo rojizo se apoderó de ellos.
Se acercó aun más a su madre, como quien no desea que otros escuchen, - ¿preguntas que deseo? ¡que me mantiene con vida y no me hace esperar el amaneces abrazado a Maryeva? - sonrió mostrando sus colmillos, largos y poderosos. Se hirió levemente el labio inferior con ellos y sangró – lo que cualquier ser, humano o sobrenatural desea cuando matan a su familia... venganza... solo puedo pensar en aniquilar a quienes han destrozado mi pequeños paraíso – pensó. Como si fuese despertando de un sueño, sus ojos volvieron a ser melancólicos y dulces – madre... necesito que me ayudes a dominarme, a mantener la mente fría, a encontrar aquello que puede destruir a mis enemigos y a todo el que tuvo la posibilidad de ayudarnos y no lo hizo – con sus brazos vencidos, sin fuerza, Girolamo se acercó más aun a su creadora, sus manos tomaron los brazos con ternura, apenas rozándolo – madre... madre... por favor... ayúdame... no me dejes en ésta noche de muerte... - su voz se quebró, las piernas le fallaron y fue cayendo postrado ante Dania, con sus brazos aun extendidos resbalando sus manos por los brazos de la inquisidora hasta apoyar sus manos en la tierra – no... no podría seguir... sin... ella... solo el pensar... en que viviré una eternidad sin su presencia... sin el amor que me ofrecía... por eso madre... ayúdame - no le importó sollozar como un niño a los pies de su madre, su desolación era tan grande que necesitaba que le ayudaran a seguir, pero el único motivo que podía mantenerlo con vida.
Solo la esperanza de vengarse lo mantendría con vida, él ya tenía en miras a varios responsables, solo necesitaba poder encontrar el dominio de sus nuevos poderes, cerrar sus heridas, lo suficiente como para obtener la venganza. - si, la venganza – pensó, contra la inquisidora, aquella que lo siguió desde Italia, esa que fuera la autora de la vil emboscada y de la muerte de su amada. Pero su venganza no terminaría en ella, o no, entre sus condenados estaba escrito el nombre de su cuñado Ruggero Rosso, - le mandé una carta, suplicando cuidara a mi familia, ¿porqué olvidó ayudarnos?- ; pero también estaba aquel otro inquisidor, ese que se terminaba de casar con Giulia, - Vaggö – susurró, - todos deben pagar... todos pudieron ayudar y fueron solo espectadores - su dolor no le permitía discernir que si destruía a esos seres, no solo sus hermanas sufrirían, sus dos pequeños sobrinos también, esos bebes a los que tanto adoraba. Negó con la cabeza – que me importa, ¿acaso ellos pensaron en mi hija...? ¿alguno de ellos se condolió de nuestro destino? Si tan solo uno, hubiera intentado salvar a mi Maryeva... hoy ella estaría viva y no en ese sarcófago... - caviló, una de sus manos fue a su pecho, como si le doliera el corazón con lo que estaba pensando, cosa que era imposible, eran reflejos de una vida que había dejado atrás hacía apenas unas horas - pero... todos la despreciaron... creyéndose con el poder de juzgarla y condenarla... - esos pensamientos avivaron su furia - pues yo... los he juzgado y han sido condenados... - sentenció en total silencio, aunque en su pecho se ahogara aquel gritó de dolor. No podía decir a su madre que deseaba en realidad, vengar, matar, destruir y no solo recuperar lo que le pertenecía, - justicia... madre... es lo único que busco - mintió.
Cerró los ojos, inclinando su cabeza, intentando encontrar aquella paz interior que siempre le había costado obtener en vida, aquella que solo al lado de su amada Maryeva había disfrutado -¿como haré ahora que tu amor y dulzura no me acompañan – susurró -... para no caer en ésta locura despiadada... - las lagrimas emanaban de sus ojos, pequeñas perlas del color del rubi -... esta sed de sangre, de venganza y de muerte? - dio un manotazo limpiando aquel rastro lagrimas, con su mano izquierda - ¿como lograré no abrir las puertas del averno? - susurró, mientras inspiraba, como si necesitara obtener un oxigeno que ya era innecesario.
Levantó su rostro dirigió su mirada a su madre, a su creadora – os ruego que no dejéis que cometa agravios contra justos, que mantengáis mi monstruosidad inicial oculta y protegida, hasta que logre controlar la sed que me desgarra las entrañas – su mirada se intensificó, un brillo rojizo se apoderó de ellos.
Se acercó aun más a su madre, como quien no desea que otros escuchen, - ¿preguntas que deseo? ¡que me mantiene con vida y no me hace esperar el amaneces abrazado a Maryeva? - sonrió mostrando sus colmillos, largos y poderosos. Se hirió levemente el labio inferior con ellos y sangró – lo que cualquier ser, humano o sobrenatural desea cuando matan a su familia... venganza... solo puedo pensar en aniquilar a quienes han destrozado mi pequeños paraíso – pensó. Como si fuese despertando de un sueño, sus ojos volvieron a ser melancólicos y dulces – madre... necesito que me ayudes a dominarme, a mantener la mente fría, a encontrar aquello que puede destruir a mis enemigos y a todo el que tuvo la posibilidad de ayudarnos y no lo hizo – con sus brazos vencidos, sin fuerza, Girolamo se acercó más aun a su creadora, sus manos tomaron los brazos con ternura, apenas rozándolo – madre... madre... por favor... ayúdame... no me dejes en ésta noche de muerte... - su voz se quebró, las piernas le fallaron y fue cayendo postrado ante Dania, con sus brazos aun extendidos resbalando sus manos por los brazos de la inquisidora hasta apoyar sus manos en la tierra – no... no podría seguir... sin... ella... solo el pensar... en que viviré una eternidad sin su presencia... sin el amor que me ofrecía... por eso madre... ayúdame - no le importó sollozar como un niño a los pies de su madre, su desolación era tan grande que necesitaba que le ayudaran a seguir, pero el único motivo que podía mantenerlo con vida.
Solo la esperanza de vengarse lo mantendría con vida, él ya tenía en miras a varios responsables, solo necesitaba poder encontrar el dominio de sus nuevos poderes, cerrar sus heridas, lo suficiente como para obtener la venganza. - si, la venganza – pensó, contra la inquisidora, aquella que lo siguió desde Italia, esa que fuera la autora de la vil emboscada y de la muerte de su amada. Pero su venganza no terminaría en ella, o no, entre sus condenados estaba escrito el nombre de su cuñado Ruggero Rosso, - le mandé una carta, suplicando cuidara a mi familia, ¿porqué olvidó ayudarnos?- ; pero también estaba aquel otro inquisidor, ese que se terminaba de casar con Giulia, - Vaggö – susurró, - todos deben pagar... todos pudieron ayudar y fueron solo espectadores - su dolor no le permitía discernir que si destruía a esos seres, no solo sus hermanas sufrirían, sus dos pequeños sobrinos también, esos bebes a los que tanto adoraba. Negó con la cabeza – que me importa, ¿acaso ellos pensaron en mi hija...? ¿alguno de ellos se condolió de nuestro destino? Si tan solo uno, hubiera intentado salvar a mi Maryeva... hoy ella estaría viva y no en ese sarcófago... - caviló, una de sus manos fue a su pecho, como si le doliera el corazón con lo que estaba pensando, cosa que era imposible, eran reflejos de una vida que había dejado atrás hacía apenas unas horas - pero... todos la despreciaron... creyéndose con el poder de juzgarla y condenarla... - esos pensamientos avivaron su furia - pues yo... los he juzgado y han sido condenados... - sentenció en total silencio, aunque en su pecho se ahogara aquel gritó de dolor. No podía decir a su madre que deseaba en realidad, vengar, matar, destruir y no solo recuperar lo que le pertenecía, - justicia... madre... es lo único que busco - mintió.
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Re: Ni la muerte, termina con la valentía del león. [Flashback Cosimo]
Sumamente fácil era el poder averiguar que ocurría en la mente de su neófito. Tan fácil como ver en los humanos el rastro de la tristeza, de la perdida. Solo que ellos mantenían el dolor unos días o hasta años, pero al fin y al cabo sus vidas apenas eran un suspiro de aliento, mientras que los inmortales tenían que cargar con esas emociones humanos algunos siglos, hasta que finalmente se les endurecía el corazón y libraban a la bestia, dejando atrás todo rastro de humanidad. Cossimo se encontraba perdido, derrotado, lo que le llevó a pensar en si aquel mismo estado había sido el suyo cuando los de la inquisición la atraparon. Aún podía sentir su tembloroso cuerpo de aquel día, la sangre en sus labios y sus colmillos hirientes desprovistos de la protección de su boca, amenazantes. Los gritos, el llanto, el descontrol de su reciente inhumanidad. Y quien podía regañarla? Apenas había llevado más de dos noches con esa nueva maldición, esa nueva realidad en sus venas y cuerpo ahora frio y pálido. La melancolía de lo perdido colapsando con la devastación.
— No os dejaré caer. — Sentenció fijando su vista en aquel joven de forma fija, contestando a sus ruegos con la mirada impasible y segura de cada una de las palabras. Y no hacían falta más palabras de su parte. Si algo debía de hacer era mostrarle seguridad y completa confianza y para ello, en muy pocas ocasiones hacían falta más de un número reducido de palabras.
En silenció dejó que él se expresara, que llorará lágrimas de sangre mojando su rostro. No podía oírle sus pensamientos, si intuirlos. Y lo que intuía era mucho sin necesidad de oírle. Aún lloraba por su amada, y aquella hija arrebatada. ¿Cuánto tardaría en buscar venganza? En luchar contra la asesina que tomó en sus brazos a una hija que no le pertenecía y a toda la inquisición participante de aquella noche? Exhalo un suspiró y frunció el ceño. Ella se encontraría a salvo de sus ataques, de su odio irracional y aún más fuerte al ser un neófito, sin embargo el corría peligro de ser descubierto. La inquisición si algo era, era estrictamente escrupulosa con aquellos que les atacaban, enviándolos a matar tras el primer agravio hacia sus personas. Si un vampiro de la inquisición moría, enseguida un escuadrón salía a vengar aquella muerte.
—Levántate hijo — Inquirió suavizando su rostro al verle tan derrotado, no su voz, que seguía siendo dura e implacable. — ¡Ahora! — Ordenó sintiéndose mal de verle de aquella forma, como jamás ningún vampiro debía de permanecer. Derrotado, sumiso… a la espera de una salvación, que ahora menos llegaría. Dios no escuchaba a las almas de penitencia.
—Fuiste, sois un cazador, no podéis permanecer así ante la amenaza de la sed, de la maldición, de la eternidad… de la inquisición. Así que levantaros y empezaremos tu entrenamiento, pero no olvides jamás que y quien fuiste. —Sus manos le tomaron de los hombros y suavemente tiró hacia arriba, ayudando a levantarlo. — Tu aura aún sigue intacta como cuando cazabas sobrenaturales. Como cuando eras diferente a ellos y los odiabas. ¿Qué ha cambiado ahora? ¿Vistes la luz y se te fue robada, negada? — Le preguntó refiriéndose a su amada, a quien había alumbrado aquellos últimos años, la que había hecho huir las sombras de su vida. — Entonces toma la luz de la luna y hazla tuya. Alúmbrate de ella, empápate en su luz y sal adelante. Por qué ahora solo va a contar tu instinto de supervivencia para vencer y los enemigos son muchos Cossimo. ¿Deseas venganza? ¡Véngate! Pero primero entiende que una vez la venganza esté concluida, una vez todo esto se terminé, no te va a quedar nada… Solo yo y los cuerpos mutilados de tus víctimas. — Rodeó su figura, volteándose alrededor de él sin dejar de verle a los ojos y con una sonrisa se detuvo. — Si eso es lo que deseas, entonces sígueme. Tienes la madera de asesino y cazador, solo que ahora te volviste un depredador y como tal debes saber cómo manejarte en las sombras. — Y tras sus palabras sin verle, echó a andar alejándose de él y de aquel bosque. De aquel lugar de muertes. — Te daré el poder para ello, y las armas. La voluntad deberá partir de tu cuenta. ¿Me sigues hijo? Debes alimentarte. Y la noche suele ser corta para aquellos que vivimos en ella.
— No os dejaré caer. — Sentenció fijando su vista en aquel joven de forma fija, contestando a sus ruegos con la mirada impasible y segura de cada una de las palabras. Y no hacían falta más palabras de su parte. Si algo debía de hacer era mostrarle seguridad y completa confianza y para ello, en muy pocas ocasiones hacían falta más de un número reducido de palabras.
En silenció dejó que él se expresara, que llorará lágrimas de sangre mojando su rostro. No podía oírle sus pensamientos, si intuirlos. Y lo que intuía era mucho sin necesidad de oírle. Aún lloraba por su amada, y aquella hija arrebatada. ¿Cuánto tardaría en buscar venganza? En luchar contra la asesina que tomó en sus brazos a una hija que no le pertenecía y a toda la inquisición participante de aquella noche? Exhalo un suspiró y frunció el ceño. Ella se encontraría a salvo de sus ataques, de su odio irracional y aún más fuerte al ser un neófito, sin embargo el corría peligro de ser descubierto. La inquisición si algo era, era estrictamente escrupulosa con aquellos que les atacaban, enviándolos a matar tras el primer agravio hacia sus personas. Si un vampiro de la inquisición moría, enseguida un escuadrón salía a vengar aquella muerte.
—Levántate hijo — Inquirió suavizando su rostro al verle tan derrotado, no su voz, que seguía siendo dura e implacable. — ¡Ahora! — Ordenó sintiéndose mal de verle de aquella forma, como jamás ningún vampiro debía de permanecer. Derrotado, sumiso… a la espera de una salvación, que ahora menos llegaría. Dios no escuchaba a las almas de penitencia.
—Fuiste, sois un cazador, no podéis permanecer así ante la amenaza de la sed, de la maldición, de la eternidad… de la inquisición. Así que levantaros y empezaremos tu entrenamiento, pero no olvides jamás que y quien fuiste. —Sus manos le tomaron de los hombros y suavemente tiró hacia arriba, ayudando a levantarlo. — Tu aura aún sigue intacta como cuando cazabas sobrenaturales. Como cuando eras diferente a ellos y los odiabas. ¿Qué ha cambiado ahora? ¿Vistes la luz y se te fue robada, negada? — Le preguntó refiriéndose a su amada, a quien había alumbrado aquellos últimos años, la que había hecho huir las sombras de su vida. — Entonces toma la luz de la luna y hazla tuya. Alúmbrate de ella, empápate en su luz y sal adelante. Por qué ahora solo va a contar tu instinto de supervivencia para vencer y los enemigos son muchos Cossimo. ¿Deseas venganza? ¡Véngate! Pero primero entiende que una vez la venganza esté concluida, una vez todo esto se terminé, no te va a quedar nada… Solo yo y los cuerpos mutilados de tus víctimas. — Rodeó su figura, volteándose alrededor de él sin dejar de verle a los ojos y con una sonrisa se detuvo. — Si eso es lo que deseas, entonces sígueme. Tienes la madera de asesino y cazador, solo que ahora te volviste un depredador y como tal debes saber cómo manejarte en las sombras. — Y tras sus palabras sin verle, echó a andar alejándose de él y de aquel bosque. De aquel lugar de muertes. — Te daré el poder para ello, y las armas. La voluntad deberá partir de tu cuenta. ¿Me sigues hijo? Debes alimentarte. Y la noche suele ser corta para aquellos que vivimos en ella.
TERMINADO
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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