Only Madness is between Life and Death. [Privado]

¨Cuando te hayas hecho más fuerte nos volveremos a ver¨... Esas palabras volvieron a resonar en la cabeza de Volk cuando abrió sus ojos. La luna no estaba llena por lo que podía ver desde su ventana. Frunció el ceño. ¨¿Cuánto más fuerte, Belial?¨ Se preguntó Volk para si mismo. ¨Belial ya podía controlar su bestia cuando te transformó¨ Le respondió la suya propia, pero no le prestó atención. Volk ya podía controlar a la suya, aunque el control seguía sin ser perfecto, diferencia bien la voz de sus pensamientos con la de su bestia y en ese momento sus pensamientos sonaban más fuertes.

Se levantó lentamente de la cama y se quedo mirando por la ventana, la noche de su transformación se hacía cada vez más presente en su mente mientras alzaba la vista al cielo. Sus puños se apretaron contra el borde de la pequeña ventana. Muchas cosas habían cambiado desde que aprendió a controlar a su bestia. ¨Dianthe, Melinda....¨ Pensó recordando los nombres de por quien debía luchar ahora. Un peso sobre sus hombros no menor que el de su historia. Melinda había sido por casualidades de la vida la persona que le ayudo a controlar a su bestia mientras que Dianthe era la mujer por la que debía cuidar ahora con más fuerza a los suyos.

Sus ojos se cerraron, los recuerdos golpeaban como rayos cayendo al suelo. Sus músculos se tensaron. No era sano recordar a diario aquello, la vida de Volk como licántropo no había sido fácil, pero tenía coraje de sobra. Entonces recordó porque estaba ahí, cuando sus ojos volvieron su vista desafiante al cielo. La decisión se reflejaba en su mirada – Temen... – Masculló con rabia. Su apellido y raza eran razón suficiente para demostrar que la historia podía reescribirse a favor del débil. La supremacía de lo vampiros tenía sus días contados, su reencuentro con Belial así lo diría.

Se dio la media vuelta, estaba aún desnudo pero su frío destino sobre sus hombros le ayudaba a soportar el frío de la noche. La habitación en la que se encontraba era bastante grande, más de lo que su clase social podría pagar. Sus ojos se cerraron con orgullo, no podía darse el lujo aún de pasar a su clase alta, pero sus clientes siempre estaban muy desesperados para recurrir a él como último recurso. Abrió los ojos y busco su ropa para abrigarse. También puso su chaqueta de cuero, no era por comodidad, simplemente le permitía llevar más armas consigo. Volk era de esos, nunca dejaba nada al azar y siempre le gustaba estar preparado, aunque su objetivo no se presentase muy difícil como su cliente le había hecho pensar.

Miro su fiel ballesta sobre el escritorio donde esperaba paciente como siempre. Sonrió levemente y la tomo del mango. Como siempre tenía una flecha cargada. Muchos vampiros habían ya sido sorprendidos cuando veían como se preparaba para su único disparo, siempre certero. – Un solo disparo, un último aliento y una vida menos – Dijo Volk en tono frío cuando sintió una puerta abrirse. La punta de la ballesta apunto al cazador que era su cliente, recién entrando en la habitación. – Veo que ya estas listo para partir... – Dijo el humano con una leve sonrisa en el rostro y tono tranquilo a pesar de todo. – Esa neofita, Leer... Tiene los días contados desde que me diste la primera paga... – Dice sin más, cargando unas cuantas dagas en los bolsillos interiores de su chaqueta, se cuelga la ballesta en la espalda y se dirige a la salida. – Recuerda que me debes el doble cuando terminé, una neofita ex cazadora no es rival para un mercenario experimentado – Dice saliendo de la habitación cuan retador esta a punto de empezar su desafío contra el campeón.

¨Una neofita, ex cazadora.... Una noche común y corriente...¨ Pensó para si mismo el meticuloso Volk que nunca fallaba su trabajo. No podía dejar las cosas al azar, la vida de Leer era un total desconocido para Volk, más sabía donde residía. Tenía una misión en las zonas alejadas de París, parecía el lugar perfecto para hacerse una idea de como atacarla.

Montando un caballo prestado llegó a galope rápido hasta la zona donde debería estar la mansión, más no quiso acercarse mucho con el animal. Lo dejo atado a un árbol y le sonrió acariciando el lomo – Creeme que no querrás ver lo que hay más adelante, aquí estarás seguro. Volveré a por ti cuando termine – Le dijo intentando calmar al animal que también podía advertir el peligro acercarse. Este asintió con la cabeza, Volk le dio unas palmaditas en el lomo y alejándose levantó la mano como despidiéndose.

La mansión se presentó como un gran muro frente suyo, debía admitir que los vampiros sabían darse lujos. Podía espiar por las zonas cercanas sin ser detectado, al rededor era bosque por lo que le sería más fácil. ¨Entrar a una mansión de vampiros sin saber nada más... Tu instinto suicida no deja de sorprenderme, Volk¨ Dijo la bestia por dentro, una sonrisa desquiciada se dibujo en el rostro del lobo. ¨Ya sabes lo que digo, a la muerte no le agradan las presas fáciles¨ Respondió Volk quien comenzaba a vigilar la mansión desde unos matorrales al oeste.

Perros y guardias, desde vampiros a humanos cuidaban la mansión. No sería tarea fácil entrar desapercibido. Los perros eran quienes más podrían alertar de su presencia, pero estaba a una distancia considerable, por lo que no corría peligro desde ahí. Debía ser bien cuidadoso a la hora de infiltrarse, su intención no era provocar un gran escándalo, aún no. Solo matar a la neófita y salir lo antes posible.

A quien las buenas obras no aprovechan y las tiernas palabras no mueven, las malas le domen con duro y riguroso castigo.

El olor a sangre fresca se cuela con el olor húmedo del calabozo donde se está llevando a cabo la escena macabra -¿Entonces Micha me dirás quien te dijo sobre que ahora era una vampiresa?- la vampiresa sonrío acariciando el filo de la daga bañada en oro que tenía en las manos, frente a ella estaba atada una mujer joven que era cazadora, la chica literalmente mutilada, sus ropas bañadas en sangre, los dedos cercenados y arañazos en su rostro, mordidas en diferentes partes anatómicas, toda una obra de arte para Leer, estaba bastante pálida, había perdido demasiada sangre la mancha roja que estaba debajo de sus pies delataba una parte del horror que la vampiresa había cometido días atrás, pero es que Leer no soportaba a los traidores y varios cazadores ya le tenían precio a la cabeza de la ex cazadora, y el merito por haber asesinado a la niña Lincoln no se quedaba atrás, la mayoría de los cazadores que habían querido hacerle daño provenían de Rusia, estaba claro, Leer había sido la novia y prometida de uno de los mejores cazadores de vampiros el hecho que ahora pertenecía al bando contrario era demasiada tentación para todos ellos, la mujer tosió escupiendo un poco de saliva con sangre con cansancio y la cara amoratada miró a la vampiresa –Léeme la mente maldita- sentenció con un admirable orgullo, la vampiresa si supiera hacerlo lo hubiera hecho pero todavía era una neófita y desconocía varias habilidades que los demás de su raza ya dominaba, Leer sonrió negando –Realmente eres obstinada Micha- se encogió de hombros y suspiró –De acuerdo seguiré siendo mala contigo- se agachó y posó el filo de la daga en el tendón de Aquiles de la humana, la mujer se empezó a retorcer pero la vampiresa le sostuvo con fuerza de la pantorrilla –Esta es la decisión que tomaste- cortó sin delicadeza el  tendón escuchando el grito de dolor de la chica y la sangre emanar de la herida –¡Este es el resultado que obtienes!- dijo con burla la vampiresa en medio de los gritos de la mujer -¡Habla o sigo con el otro!- alzó la ceja –Tú decides pequeña valiente- sonrió de lado y la mujer la miró con lágrimas en los ojos y el dolor innegable en sus facciones, apretó los labios y negó, Leer dobló la boca de lado –Tus deseos son ordenes- sonrió malévola y cortó el tendón del pie contrario de la misma forma, la mujer soltó otro alarido de dolor, la vampiresa se levanto pasando su lengua por el filo de la daga y viéndola con satisfacción mientras se retorcía en su dolor, la tomó del cabello con fuerza y levantó sus rostro para que la viera –Oh Micha realmente me duele el verte ahí tan débil, desarmada y casi al borde de desvanecer- le pasó la punta de la daga por un lado del rostro rasgando la piel hasta la comisura de los labios –Te ves patética- con el mango de la daga le dio un golpe certero en el pómulo rondando a la humana como león a su presa –Hagamos un trato Micha- se inclinó sobre la humana con las manos apoyadas en los manubrios de silla y le miró fijo a los ojos –Te voy a soltar- le pasó la lengua por la mejilla saboreando su sangre y susurró en su oído –Y yo contare hasta 5 si logras pasar el marco de la puerta antes de que yo termine te podrás ir- le guiñó el ojo –¿De acuerdo?- la mujer apretaba sus labios y la miraba con total furia y a la vez temor -¡Desgraciada!- le gritó al rostro escupiéndole un poco de sangre, la vampiresa sonrió de lado limpiándose la sangre y saboreándola –Realmente la sangre sabe mejor cuando se acompaña de un poco de adrenalina- le dio con el puño en el estomago dejando sin fuerza y tosiendo de nueva cuenta a la mujer, acto seguido se inclinó y le empezó a desatar los pies y manos de la silla, les hizo una señal con la barbilla a los guardias que trabajaban para ella para que abrieran la puerta y se colocó a un lado de la mujer con los brazos cruzados y viéndola cínica –Vamos Micha es una oferta totalmente verdadera sabes que yo no miento- frunció el ceño -¡Apúrate! 1…- empezó a contar con un tono divertido, la mujer de inmediato al levantarse cayó al suelo arrastrándose con las pocas fuerzas que tenía por el suelo, Leer seguía en aquella pose de superioridad muy en el fondo sabía que esa mujer no saldría de ahí pero si era así había hecho un trato no iba a ser desleal al mismo, llegando casi al final de la cuenta la mujer no estaba ni a mitad de camino de la salida -… 4 y medio y… y… y…5- soltó un suspiro triste fingido y uno de los hombres empujo la puerta con el pie cerrándola de nueva cuenta –Oh Micha has perdido tu oportunidad- se acercó inquisitivamente a ella y se coloco a horcajadas encima de su espalda, tomándole del cabello y susurrándole en el oído –Un trato es un trato Micha- le enterró la daga en la espalda y movió hasta abajo rasgando toda la piel, de nuevo los gritos de dolor y las pequeñas risas casi diabólicas de la vampiresa, arrastró del cabello a la mujer por lo calabozos subterráneos de su mansión y la llevó hasta arriba a la salida, dejando un rastro de rojo carmesí en todo el trayecto, salió afuera y los guardias quedaron viendo horrorizados a la vampiresa cuyo vestido de algodón egipcio blanco estaba manchado de sangre ajena, tiró a la mujer al terreno y miró a sus perros, animales bastantes grandes y de color negro traídos desde Londres –Hora de comer cachorros- dijo con burla mientras miraba como los animales se acercaban a la cazadora y gruñían oliéndola, la mujer se incorporó un poco y miró desesperada a la vampiresa –Leer por favor, por favor no hagas esto- la vampiresa se llevó un dedo a un lado de los labios y miró al cielo –Ahora que lo dices por favor…- sonrió divertida –Mi respuesta sigue siendo no, vas a morir aquí Micha y no será tan agradable me he encargado que tu estancia en mi mansión sea dolorosa, tú y los tuyos han querido asesinarme, ya una vez uno de los tuyos estuvo cerca y escapó de mí, pero para darte cierto alivio déjame decirte su muerte será más dolorosa que la tuya ilusa, y la disfrutare al máximo- miró a los perros -¡A comer!- los animales se seguían acercando a la humana y finalmente uno de ellos se le abalanzo encima mordiéndola y los demás le siguieron en el ataque, los gritos agónicos no se hicieron esperar, miraba la sangre bañar la escena a lo que sonreía con satisfacción, esta era la Leer sádica que cazaba durante era humana pero con la diferencia que ahora estaba matando a lo que fueron de su bando, se hastió de escuchar los gruñidos y mordidas de los animales, la chica ya estaba muerta y el río de amaranto se deslizaba por las piedras que daban el camino hacia las rejas de salida, silbó y los animales soltaron el cuerpo inerte, se giró mirando a los guardias –Descuartícenla y la entierran en las cercanías del bosque- dos hombres de inmediato se movilizaron a levantar el cuerpo para hacer la labor en los calabozos, los perros se acercaron a la vampiresa y ella bajo en sus rodillas acariciándolos y sonriendo orgullosa de ellos –Muy bien, realmente cada vez me siento más orgullosa de ustedes- miró a los arboles dejándose acariciar por el aire, con la sed de venganza por encontrar a aquel cazador que la había herido y se había escapado como un vil cobarde sus manos, imaginando con el perfecto método ortodoxo para asesinar a todo aquel que quisiera hacerle daño y dispuesta a convertir su cuerpo en un rompecabezas que jamás podrían volver a armar.

Se atrevió utilizando su habilidad de mimetismo a camuflarse entre los árboles alejados de la puerta del frente para ver si contaba con algo de suerte, mas lo que pudo ver no fue nada agradable. Habían muchas cosas que no le agradaban a Volk, una de esas era ver como el fuerte abusaba del débil. Sin embargo lo que le toco ver fue mucho más enfermizo, aquello había pasado los límites del sadismo y el salvajismo, aquello no era más que locura en su más alto nivel. Cosa irónica; el lado humano del licántropo creció demasiado en los últimos veinte años. Conocía la importancia de todo ser viviente y que cada uno poseía un instinto de supervivencia nato e inquebrantable. Aquello en parte le hizo ser como mercenario un asesino a sangre fría, como luchador y superviviente alguien  que solo mataba cuando veía que podía hacerse más fuerte con tal de salir victorioso a la hora de enfrentar su destino.

Pudo escuchar gracias a su agudo oído de hombre-lobo como la humana suplicaba a la vampiresa Leer, la neófita que debía asesinar. La mujer que si alguna vez fue humana ya no tenía rastro alguno de haberlo sido. ¨Ya vez lo peligroso que es un neófito sabiendo que tiene toda una eternidad por delante...¨ Le advirtió la bestia. ¨Solo es una niña traumatizada...¨ Respondió Volk mientras su cabeza se centraba en la mejor forma de poder acercarse a la neófita sin armar un gran escándalo como solía hacerlo. ¨Morirá sin que nadie pueda disfrutarlo...¨ Pensó con ironía el licántropo.

Ya se había planeado gran parte del asesinato. Usaría la vieja táctica de la traición y a diferencia de ella la muerte más rápida e indolora posible. Se levantó de su lugar dejando de usar su habilidad, algo que quizás a alertaría de su presencia, mas no le importaba mucho. Sacó dos dagas de sus bolsillos y sin previo aviso ambas salieron volando de sus manos, cortando el aíre y con la puntería y presición que le había hecho famoso entre mercenarios, los cuchillos se clavaron en la cien de los dos guardias que se encontraban descuartizando a la fallecida cazadora.

A paso lento y con un semblante frío comenzó a avanzar en línea recta hasta la vampiresa. Noto como los perros por instinto se interpusieron en su camino, pero solo bastó una mirada para alejarlos. Mas no una normal, además de coraje dibujado en su rostro el brillo de la bestia en sus ojos pudieron verse. Los caninos notaron el peligro que significaba acercarse a Volk, un ser superior por naturaleza, un depredador salvaje y mortal.

Con el paso abierto siguió avanzando hasta quedar a solo unos centímetros de Leer. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para poder controlar a su bestia, además de su propio odio natural y forjado hacía los vampiros. – Si así es como proteges tu pellejo no veo como no te han matado  aún, Leer – Dijo mientras miraba la escena. Dos guardias humanos muertos y una cazadora a medio descuartizar. Su semblante se mostró frío a pesar del asco que le causaba ver aquello. – Es cierto que somos enemigos naturales, mas el dinero es lo que mueve a un mercenario como yo – Dijo sonando serio como siempre lo hacia al momento de encontrar un nuevo trabajo y esa era parte de su plan. Recogió sus armas y se las guardó de donde las había sacado y mostró su ballesta tomándola con una mano.

– Normalmente diría solo un tiro – Dijo poniendo un píe sobre la cabeza de la cazadora y la movía levemente. – Mas veo que te gusta jugar con la comida, podrá ayudarte con eso además de protegerte... – Alzó la vista hacía la mansión. Podía ser todo un actor cuando lo quería, pero sabía que pensar mucho en eso solo estropearía el plan. – Estoy completamente seguro de que mis precios sonarán incluso baratos, ¿qué dices? – Terminó  de hablar y con esto también de sacar la cabeza de la humana de su cuello con una sola patada.

El esclavo sólo tiene un dueño; el ambicioso, tantos como personas le pueden ser útiles a su fortuna.

Una ironía lo que era la vida de la vampiresa en estos últimos meses, descuartizando y torturando vampiros con anterioridad y ahora disfrutando del placer que era ver escurrir la sangre de los que antes eran sus aliados, pero como se había mencionado anteriormente la traición era imperdonable para Leer, siguió acariciando a los perros con placer, tocándoles el hocico y dándole palmaditas en el lomo, tenía que regresar a la otra mansión ya su trabajo había acabado ahí pero antes se reuniría con un detective que tenía trabajando para ella acerca de la ubicación del cazador que la había herido y había escapado ileso, solo de imaginarse a aquel pequeño insulso en sus manos la sonrisa se extendía por su rostro, iba a acabar con él a como diera lugar y de la mejor forma posible, la que más éxtasis le causara a ella, el detective le había informando que lo había visto hablando con hombre de aspecto muy malicioso, ella pensaba que el cobarde estaba buscando ayuda externa para acabar con ella debido a eso el hecho de contratar guardias aunque no los necesitaba pero podían ser la carnada cuando ocupara acabar con todos los cazadores rusos que andaban tras de ella y quien sabe cuántos o qué entes más, escuchó un sonido que rompía el aire y frunció el ceño levantándose de inmediato mirando de donde provenía y el olor a perro le inundo las fibras olfatorias, hizo una mueca repulsiva y miró sus dos guardias muertos a lo que gruñó bajo mirando al hombre, deseaba despellejarlo vivo con sus propias manos por su atrevimiento de matar a sus empleados -¡Hey!- masculló furiosa viendo al hombre acercarse y su tan sola presencia era de total desagrado para ella  -¿Cómo te atreves insolente a matar a mis empleados?- apretó las manos en puño -¡Maldito perro salvaje!- con el iris tornándosele como el amaranto hirviente tensó la mandíbula mirando a los ojos al hombre que vestía como un sicario contratado le recorrió la ropa con los ojos rápidamente y los animales de inmediato gruñendo y ladrando se acercaron al hombre pero algo los hizo retroceder lo que le hizo enojar aún más –¡Vengan!- exigió mirando a los animales que de inmediato hicieron caso debido a su entrenamiento, apretando la daga en su mano estaba lista para cualquier ataque del licántropo, podía ser una neófita pero sabía pelear y las sorpresas se dan en quienes menos se espera, alzó la barbilla y miró con altanería al hombre riéndose en sus adentro por sus palabras, aún no podía leer mentes pero ya aprendería, su tan solo aspecto ya era algo que le hacía desconfiar de él –¿Quién te has creído para irrumpir en mis predios de esa manera insolente?- alzó la ceja -¡¿AH?!- gritó furiosa –Como decida cuidar mis espaldas es de mi gusto, lo hago como mejor me parece y matarme…- se echó una carcajada –No iluso eso no pasara porque el que se mete conmigo las paga caro, la muerte es buena cobradora y no tarda en pasar factura lo antes posible- sonrió de lado con la mirada malévola –¿Qué rayos quieres?- se cruzó de brazos con las facciones como roca –¿Y cómo sabes mi nombre de cazadora? ¿Tan famosa soy ahora?-  se rió bajito, el solo hecho de que ya supiera su nombre sin que ella lo haya mencionado empezaba a dibujar en su mente las posibles opciones y la más coherente eran cazadores y siendo el hombre un sicario que hayan mandado para acabar con lo que ellos por su cobardía no pueden –Claro que somos enemigos naturales y es por eso que no me fió de ti ni un poco, solo mírate…- le recorrió con la mirada –Con esa pinta de sicario crees que una mujer como yo o cualquier otra confiaría en ti- bufó una risa negando –Pero bueno… otro más que viene a ofrecerme sus servicios a cambio de dinero- torció los labios –Ninguna novedad y la respuesta será la misma…- iba a decir no cuando miró las ballesta y tragó pesado había desistido de la idea de matarlo pero sabiendo que era un licántropo y con el atrevimiento de presentarse ante ella pareciendo un tipo duro la encapricho, se calmó –Con ese juguete que llevas en la mano acabas de hacer que reconsideré mi respuesta, me gusta que mis trabajadores sepan usar armas tan ortodoxas-  le escuchó mirando lo que hacía con la cabeza de la cazadora atenta, decidiendo empezar a seguirle el juego, se lo estaba pensando bien perverso en sus calabozos, en su cabeza todo encajaba con las palabras del detective y la presencia de él solo ayudaba a convencerse que los cazadores estaban buscando otras criaturas para asesinarla de cierto modo le halagaba todos aquellas molestias que se tomaban para acabar con la ex novia del cazador insignia de aquellos rusos y ahora convertida en vampiresa, mordió sus sonrisa y asintió –Así es me gusta jugar con las cosas, el juego ayuda a que el momento conlleve más éxtasis las cuestiones simples son tan ramplonas y aburridas que me provocan convulsiones- hizo una arcada como si quisiera vomitar y se rió –De acuerdo- dijo con cinismo y luego hizo un movimiento hacia la ballesta –Si vas a trabajar conmigo no necesitas esas cosas,  me gusta que sepas usarla pero no está permitido- tomó velocidad y le arrebató la ballesta volviendo a su lugar y apreciándola sonriendo –Que bonita- le miró de nuevo al hombre –Me la quedaré, los que trabajan para mí usan armas menos llamativas- se encogió de hombro –Reglas son reglas y las mías son inquebrantables cachorrito- se tiró la ballesta sobre el hombro y erguió su cuerpo caminando a la puerta mientras que uno de los sirvientes la mantenía abierta  –Bien, pasa querido- hizo un movimiento con su mano para que él pasara, una vez dentro le siguió el paso al licántropo con el ceño fruncido miró a dos guardias y les hizo una señal para que fueran por balas de plata lo iba a acorralar en la sala de estar –Y bien hablemos de trabajo entonces ¿qué estás dispuesto a entregar conmigo?- alzó la ceja y le hizo un movimiento con la mano invitándole a que se sentara, sentándose ella en un pequeño sillón blanco de cuero subiendo las piernas al sillón y flexionándolas hacia atrás sosteniendo la ballesta alerta contra su regazo –Todo el que trabaja conmigo sabe que esto conlleva riesgos y el que lo logré pues obtiene beneficios exorbitantes- uno de los sirvientes apareció, la vampiresa preguntó al licántropo –¿Quieres algo de tomar?- alzó la ceja y desvió su mirada al sirviente –A mí tráeme un vaso con agua y date prisa por favor- el hombre de inmediato se fue –Como te decía si vas a trabajar conmigo deberás estar consciente que este trabajo conlleva más riesgos de los que estás acostumbrado, no se trata de jugar a ser el chico malo- desenfocó la mirada recordando a los ineptos que la estaban buscando –Pero antes de ahondar en el tema necesito saber con quién estoy tratando, porque como tú hay mucho y mejores- le devolvió una mirada sombría al hombre –¿Cómo te llamas y por qué habría yo de contratarte a ti?- enarcó ambas cejas -¿Qué te hace especial además de ser un lindo cachorro?- se rió esperando el momento preciso había entrado a su mansión y de ahí no saldría vivo a menos que ella quisiera.

El ceño de Volk solo se frunció más cuando Leer comenzó a hablar...¨¿Qué pasó con eso de no tomarse el trabajo algo personal, Volk?¨ Le dijo la bestia en su cabeza, pero no pudo evitar que la sangre le hirviera en el preciso momento que la vampiresa tomaba la ballesta. Podía soportar muchas cosas, pero dentro de las que más le molestaban era que tomasen sus armas, más aún su preferida. ¨Quita a un niño su paleta y llorará, quita a un mercenario su arma preferida y matará...¨ Pensó Volk para sí mismo mientras miraba a la neófita, escuchando cada palabra con la paciencia más grande mientras intentaba calmar su instinto asesino que casi estaba a flor de piel.

La siguió al interior del manicomio camuflado de mansión. Sus músculos se tensaron por completo mientras miraba su arma, ahí estaba la única flecha que había traído. Odio en esos momentos ser tan estricto con sus códigos de mercenario, pero sabía de memoria que cuando esto pasaba solo hacía las cosas más interesante. Pensar en las posibilidades, hizo que ignorará la señal que le había hecho a sus guardias. Algo que Leer seguramente no había enfrentado hasta ese momento era un licántropo con la voluntad de acero y un destino final mucho más grande que todo el peso que ambos podrían cargar en sus hombros. Asesinar al primer Temen no era una tarea sencilla, menos la de un solo hombre y Volk era de los que le gustaban las cosas imposibles y además las hacía realidad de la forma más difícil que se le pudiera cruzar por la cabeza.

Negó con la cabeza cuando le ofreció algo para tomar. Reglas eran reglas, estando en territorio enemigo y sin acuerdo que le diera seguridad no podía darse el lujo de mostrarse tan acogido y confiado. No era un novato a diferencia de Leer... También se encontraba pensando en como responder a sus preguntas mientras recorría con su mirada el lugar. Pensar que podría tener una casa como esa sin problemas y lo innecesario que era tanto lujo para Volk... La irónico es que su trabajo era lo único que lo mantenía en la clase media y no porque sus ingresos no fuesen los de un burgués...

¿Qué podía entregarle a la vampiresa? Pensar en ello solo le decía que la matase ahí mismo... No tenía bienes materiales ni sentimentales que podrían ser de valor para ella. Se acercó con osadía y tomo de vuelta su arma... – Primero lo primero... Soy un mercenario con sus reglas y si voy a trabajar para ti deberías respetarlas. Nadie toma mis armas ni me dice como hacer mi trabajo... – Dijo para dar dos saltos rápidos hacía atrás y colgarse el arma al hombro. Sabía que aquello solo la molestaría pero no molestaba más que a Volk. – No la usaré si es lo que quieres, pero mi arma se queda conmigo – Terminó de aclarar antes de que comenzarán los mal entendidos y comenzará una pelea que si bien quería, solo arruinaría sus planes.

– No tengo mucho que entregarte. Mas si dices que las recompensas son exorbitantes... – Ni Volk podía decirle que no al peligro, sabía que no debía, pero no era capaz de retroceder ni teniendo la muerte cara a cara. – Puedo entregarte lo que quieras siempre que lo tenga y claro, mis armas están fuera del acuerdo, serán tuyas cuando aceptes mis servicios pero yo seré quien las utilice – Terminó de aclarar su parte del trato y se puso a pensar como responder a lo último que le había preguntado.

– Si es por jugar a ser el chico malo no llevaría veinte años en este negocio... Lo cual podría responder a tu pregunta de como se tu nombre de cazadora – Dijo sin alardear pero no pudo evitar sonreír levemente. Incluso para un licántropo se estaba haciendo algo viejo... – La regla número uno de todo mercenario es apostar por el mejor postor, en este caso por quien tiene más dinero... Pon una trampa y puedo traerte a quien anda buscando tu cabeza. Lo cierto es que me da igual traicionar por dinero – Terminó de decir Volk sentenciando una posible muerte segura, pero aquello simplemente era demasiado tentador. ¨Felicidades Volk, ya perdí el rastro del punto en que pasaste de ser un suicida a un loco. Nunca me dijiste ser masoquista tampoco...¨ Respondió primero que Leer a sus palabras la bestia en su cabeza, ante lo cual no pudo hacer más que evitar una mueca de queja. ¨Sigue retándome y me haré masoquista, sabes que en frente tengo a la mejor para comenzar...¨ Contestó Volk sabiendo que aquello sería suficiente para callar a su bestia. Ninguno tenía planes de que eso sucediera y la bestia conocía bastante bien a Volk como para creerlo capaz de eso.

– ¿Qué me hace especial? – Agregó Volk mientras pensaba su respuesta. – Nunca he fallado un solo trabajo y si fuiste cazadora... Deberías conocer el apellido Temen y lo mucho que compartes con ellos. Bueno, dejame decirte mi nombre... Volk Temen – Terminó esta vez sí, sin poder evitar una mueca de asco por pronunciar su apellido dos veces en una misma frase.