Madness inside [Privado]

por **Noel Rorschach** Lun Nov 17, 2014 9:59 pm

Dios ha dicho que le debías una y ha venido a por ella
Dennis Lehane

¿Cuánto hacía que Jacques no regresaba a casa? Demasiado tiempo donde Noel creía que sería incapaz de ver nuevamente a su creador, aquel que la salvara de la muerte y le otorgara la oportunidad de vivir; no solo por ella, sino por el hombre que ya no estaba más en la tierra y que le dijo que era necesario que viviera por ambos, que finalizara su vida de la manera en que ambos alguna vez soñaron pero que no pasaría. Ahora de nuevo ella estaba sola, sin su esposo y sin su creador. La neófita se preguntaba constantemente si es que su creador estaría a salvo o si es que al igual que su esposo ya no existía más; se negaba a creer que un destino como aquel pudiera enfrentarlo Jacques.

Noel siguió al pie de la letra las indicaciones de su creador, se estaba comportando excepcionalmente bien. Salía únicamente para alimentarse y regresaba lo más pronto posible a la mansión Roman donde permanecía expectante durante las noches, aguardando a que el hombre que era dueño original de aquel lugar regresara. Se imaginaba constantemente las historias que él tendría para contarle y como ella le escucharía paciente antes de pedirle que salieran ambos a algún sitio. La neófita se tomaba el papel de hija de Jacques de una manera demasiada seria, cosa que no parecía importar en realidad. El problema es que no podía ser hija de nadie si es que estaba sola.

Pensar solo empeoraba las cosas y sin realmente necesitar sangre, se abarco únicamente en una expedición por París, buscando algo que le impidiera pensar tan negativamente y que terminara por hacerle creer que se encontraría sola para el resto de la eternidad. Era consciente, mientras pasaba cerca de los humanos que se encontraba, que quizás su destino no era vivir más, sino que debería haber sido morir al lado de su esposo. Sacudió la cabeza, con la culpabilidad de pensar en la muerte ahora que Jacques se había esforzado tanto por impedirle morir; así que siguió los pasos de un hombre alguien de quien poder alimentarse pese a la carencia de sed. Se adentraba más en calles solitarias, siguiendo de cerca a aquel que andaba por las zonas más inesperadas de París, aguardando porque la sangre del humano le ayudara a olvidar al menos un poco su propia miseria y tristeza.

por **Alastor Dantès** Miér Nov 26, 2014 1:41 am

Alastor, no era un cazador ordinario. Limpiar las calles de París de criaturas sobrenaturales no era su principal tarea. Los Dantès y su séquito, prestaban sus servicios como guardianes para proteger a miembros importantes de la crema y nata de la sociedad. Su padre, que antaño no había odiado a esos seres con tanta demencia, le había enviado a cuidar a su prima. Vincent postergaba el momento para cederle el liderazgo de su grupo. A esas alturas, el joven estaba seguro que ni siquiera formaba parte de sus planes dejar que la tradición continuase. No parecía importar que eso pusiese fin a su linaje. Las voces rasguñaron en su cabeza, como si necesitasen abrir más grietas para el momento en que el letargo de la sangre de vampiro se extinguiera. Una carcajada histérica salió de su pecho al sentir las punzadas en su cabeza. Era como si los fantasmas del pasado de aquélla maldita celda en que pasó siendo un prisionero, se hubiesen instalado en ella. No había nadie en las cercanías. A esas altas horas de la noche, solo los suicidas o locos desafiaban a la muerte. Caminaba sin rumbo fijo, solo porque la necesidad de hacerlo era más fuerte. Quedarse en un sitio, a la espera de que la realidad desapareciera y lo tragara por completo, podía esperar. Los alrededores empezaban a difuminarse y sus ojos de color desigual, veían sombras donde no existían. Si sus instructores le vieran, volverían a encerrarlo, tratando de limpiar su sangre de toda contaminación. El Infierno se desataría. El fuego que ahora empezaba a recorrer sus venas, lo abrasaría. Al menos con su libertad a medias, siguiendo las órdenes y deseos de su amo, tenía la oportunidad de apagarlo.

Su carcajada cesó rotundamente cuando la hermosa risa de Maï acarició su cuerpo. Entendía por qué su padre había terminado devastado. ¡Demonios! Él todavía lo estaba. De alguna forma, la había conjurado los días posteriores a su muerte. – Si padre viera lo desquiciado que estoy, me mataría. – Su voz sonaba ronca, mientras alzaba la mirada para clavarla en una ventana de las mansiones aledañas. Había una vela encendida ahí. Recordó que en el cuarto de su hermana siempre quedaba una así hasta que su padre aparecía para darle las buenas noches. Vincent cambiaba de máscara con notable facilidad cuando se encontraba frente a su ángel, como le gustaba llamarle. La pérdida de su esposa le había afectado, pero con Maï podía alejar el dolor. Por varios segundos, se quedó inmóvil. “Y así podríamos estar juntos, Al. No tendría que estar sola. Morí por tu negligencia.” Esas últimas palabras lo sacaron de su ensimismamiento. Por cada marca de los latigazos y símbolos grabados en su piel con hierro al rojo vivo, su padre le había hecho recitar esas palabras como un mantra. Ella tampoco se cansaba de repetírselo. – Lo sé, Maï. No iré a ningún lado. – Mintió. Necesitaba tanto acallar las voces. Sus manos comenzaban a temblar, pero se obligó a centrarse. Un cazador esquizofrénico en medio del caos, era hombre muerto. Dio la vuelta en dirección a la taberna, decidido a beber para aplacar su sed, cuando la vio. Su cuerpo se tensó. Solo alguien que no fuese humano, andaría por los oscuros callejones como si éstos le pertenecieran. Su boca se torció en una parodia de sonrisa. – ¿Buscando algo de diversión, primor? -

por **Noel Rorschach** Lun Dic 15, 2014 5:16 pm

Confiada en extremo en la naturaleza que tenía como valioso regalo de un hombre que no podía encontrar más; pero Jacques le había dicho que era poderosa, que quizás no sabía como aprovechar muchos de sus poderes aún, pero que era capaz de grandes cosas. Habiendosé convertido en depredador ¿Había que temer a la presa? Por supuesto que no; y esa manera de pensar sería precisamente lo que llevaría a Noel a enfrentarse con algo contra lo que no estaba preparada.

Una sonrisa se dibujo en su rostro por el cual nunca volverían a pasar los años. La mujer se quedaría en ese momento para siempre y aunque sus pensamientos no se detuvieran más en el pasado, su aspecto le recordaría eternamente las desgracias que viviera antes de tener la oportunidad de “vivir” una vez más. Igual la vida pasada o la futura importaba poco, ahora era necesario centrarse en el presente y en el hombre que la miraba directamente. En él existía un olor extraño, algo que ella creía reconocer de la sangre de los suyos, pero el corazón palpitante que le llamaba le hacía ver que estaba tratando con un mortal por eso fue que descarto la idea del olor de los suyos que corría en el interior de aquel hombre y centro sus pensamientos solo en la sangre que ella podría beber.
– Un poco de ella, pero es demasiado escurridiza para mi – sus manos pasan suavemente por la falda de su vestido, de una manera que la hace ver inofensiva para aquellos que desconocen con lo que tratan, pero no para el hombre con quien ahora se enfrenta – Tanto que he terminado aquí y no veo nada divertido por hacer más que continuar caminando hasta que logre llegar a casa – una mentira ligera, como las que ha aprendido a decir desde que se transformo en vampiro; las que le sirven siempre para evitar que sus presas huyan o sospechen de la realidad que se abalanza sobre ellos.

Da unos pasos más, aminorando la distancia entre cazador y presa; en un juego donde no se sabe quien será cual y si ambos saldrán de aquello o perecerán.
– Pero es curioso, sabe; me he topado con muchas personas en esta caminata y es usted el primero que presta atención en mi. Se nota que aún existen caballeros en el mundo, aunque no se que tanto sea de caballerosidad y que tanto sea porque mantiene intensiones ocultas – suelta a modo de broma y aunque regularmente Noel no es así como se muestra en esos momentos, las cacerías le hacen ser diferente y pensar no volver a ver a su creador, aumenta su manera tan poco peculiar de actuar – Aunque como ya adivino usted de mi que estoy buscando un poco de diversión y dado que no creo que tenga muchas más cosas que hacer… a menos que me equivoque – sonríe – ¿le gustaría a usted caminar un poco conmigo? – y ahí esta, el pequeño anzuelo que la ahora inmortal lanza para ver si es que el humano cae en su mentira. ¿Hasta donde le llevara eso? Es algo que aún desconoce.

por **Alastor Dantès** Lun Ene 05, 2015 7:38 pm

“Es una de ellos, Al.” La voz de Maï rezumaba odio. Antes de su muerte, jamás la había visto hacer un berrinche. Su preciosa hermana, siempre conseguía todo con su encanto. Bastaba una de sus sonrisas para conquistar a cualquiera. Incluso los cazadores que formaban parte de los Guardianes Dantescos, habían caído bajo el influjo de ese ángel risueño. Ahora, no quedaba nada de esa pequeña. Ella disfrutaba con su dolor y aunque insistía en que deseaba su muerte para finalmente estar juntos, Alastor estaba seguro que no era cierto. ¿Por qué si no, le advertía sobre su nueva compañía? Por supuesto, estaba el hecho de que si conseguía una dosis de lo que tanto necesitaba, acallaría las voces. Desaparecería. Sus ojos, de color desigual; se clavaron en el rostro de la fémina mientras que una sonrisa lenta, curvó sus comisuras. La vampiresa creía, realmente, que tenía el control del juego. ¿Pensaba alimentarse de su sangre contaminada? Estaba eligiendo a la víctima equivocada. No era un humano cualquiera. Era un cazador y, no conforme con ello, un esclavo. – Debería conocer a mi padre. Si alguien sabe actuar como todo un caballero, ese es él, Vincent Dantès. Siempre anda quejándose de que no estoy a su altura. – Soltó la última frase como quien está contando el mayor de los secretos. La hermosa mujer, no era la única que podía actuar. Si tan solo su mente, también cooperase, no tendría que esforzarse por concentrarse. Maï soltó una carcajada, tan fría como su alma. “Jamás serás como papá, solo eres un asesino.” No, no lo sería.

Pero sus palabras, tampoco eran mentiras. Vincent era un caballero, pero no con los vampiros. Si era honesto consigo mismo, todavía estaba sorprendido de que siguiera limitando a los suyos a actuar como guardianes y no como cazadores a tiempo completo. Pero era Dantès, y un Dantès siempre seguía las malditas normas, incluso si eso suponía un infierno. – Mi única intención oculta, era emborracharme hasta perder el conocimiento. Pero, ¿qué hay de usted? ¿Cuál es la suya? Sola, cerca de la medianoche, deambulando por estos callejones. Creo recordar, de mis clases de etiqueta, que ninguna dama que se aprecie, se le permite salir de casa sin compañía. – Había hecho un ligero gesto con la cabeza para que se pusieran en movimiento. La cercanía de la inmortal lo estaba volviendo loco. Tenía a su alcance lo que tanto ansiaba. Casi podía saborear el poder de su sangre. El éxtasis, el placer, el olvido. Eve no lo había alimentado y no lo haría para recordarle cuánto la necesitaba. El dolor en su cuerpo, era el constate recordatorio de cuán roto estaba. Era un humano y cazador, a medias. Su lealtad estaba dividida y, lo que era jodidamente peor, era saber cuán fácil se vendería por un trago de esa ambrosía. “Eres tan patético, hermano. Los cazadores de papá, podrían ayudarte. No tendrías que arrastrarte por ellos.” Oh sí, Maï lo odiaba tanto, que quería que volviese a ser partícipe de terribles e infernales torturas. – Tal vez, podría hacer eso, pero no esta noche –, le prometió, esperando que eso funcionase para mantenerla al margen.

por **Noel Rorschach** Lun Ene 19, 2015 9:40 pm

Él no era un caballero y ella tampoco era la mujer que decía ser. Lo había sido si, durante esos días en los que no veía más que la oscuridad y sentía la humedad del calabozo donde se encontraba, en esos tiempos había sido una chiquilla perdida, encerrada en un lugar que se convertiría en su tumba y entonces, llegó Jacques y le inyecto con oscuridad el cuerpo y el otro vampiro que conociera después de su creador le infecto la mente de una manera diferente. Ahora se sabía diferente, no debía ocultarse como antes y no debía temer a la muerte porque ella no podría morir; y si es que su existencia llegaba a termino ¿Ella no había muerto antes? Claro, por eso necesitaba sangre y para esa noche, ya tenía víctima.
– Pues a mi me parece que usted es un caballero además de que no me interesa conocer a su padre – sonrió y se encogió de hombros – me bastara con conocerle a usted, porque es quien esta más cerca de mi ahora – para que pensar en otras personas cuando la diversión estaba ahí, entre ambos. Daba algunos pasos, simulando desinterés y nada de peligro. Meditaba cada palabra que salía de los labios ajenos porque era lo único que podía tener por sentado, que aquel hombre hablaba con ella, aunque en su mente ocurrían cosas que la vampiro no podía imaginarse.

Una risa divertida afloró de sus labios. Ser una mujer que se apreciara y fuera respetable había sido un sueño que quedo sepultado al lado de su esposo muerto, en los calabozos destruidos por su creador y a los cuales no había vuelto por temor a destrozarse la mente por completo hasta sumirse en la locura completa. Para Noel fue suficiente soñarle, saber que él hombre que amaba le dejaba vivir aunque fuera de aquella manera en que ahora lo hacía; por eso se despidió de él como pudo y junto al cadáver, dejo sus sueños, ilusiones y la mujer que fue.
– Es que usted llevó clase de etiqueta, para los de mi clase siempre fue normal salir a estar horas – en cierta manera era cierto, ella fue criada por personas humildes y no era mal visto entre ellos salir por las noches, aunque no lo hacia debido a los peligros que existían. Irónico que se convirtiera ella en uno de esos peligros nocturnos – y mi motivación era únicamente tomar un paseo – fingió suspirar – desde que me quede viuda es muy complicado que pueda conciliar fácilmente el sueño y opto por salir hasta no poder más. El cansancio alivia mi alma – mintió de manera descarada, usando la memoria de su difunto esposo para sus fines y entonces, le invito a andar a su lado. Caminaban ambos con lo que parecía ser cautela, aunque más bien era una actuación por parte de ambos. Noel se sentía la cazadora, al igual que el hombre se sentía de esa manera.

– La compañía es algo que también me sienta – aseguro mientras cerrabas los ojos unos segundos y se dejaba transportar por el sonido de la sangre correr en el cuerpo masculino – Y bueno, ya se su apellido pero aún no me ha dicho su nombre – se volvió a observar aquel humano, tan cerca de ella, tan vulnerable, tan suyo – el mío es Noel y estoy para servirle en lo que pueda – sus ojos no se despegaron de aquella silueta que andaba a su lado. No pensaba servirle para nada, pues sería él quien sirviera a ella.

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