Después de la media noche (Privado)

por **Pauline Vda. de Romulus** Dom Mayo 18, 2014 10:02 pm

Incluso en la compañía de un buen libro Pauline estaba teniendo dificultades para mantenerse despierta, sus costumbres cotidianas no versaban al respecto de desvelos y mucho menos de esperar a visitantes nocturnos, tenía el estomago hecho un nudo y con cada lento avance de las manecillas del reloj se sentía tentada a dar instrucciones a su criada para despedir a su invitado apenas este llegase a la puerta trasera que usaba el personal de servicio.

Constantemente se preguntaba en que instante toda aquella ocurrencia le pareció una buena idea, volviendo a su mente la conversación intima que escucho por "accidente" en el Club de Damas Lectoras, la Sra. "F" comentando a la Sra. "J" los particulares servicios que un tal Sr. "S.M." le brindaba a espaldas de su buen esposo, el no muy despierto Lord "F". En un primer instante saboreo aquel chisme con el placer que cualquier dama encuentra en enterarse de los trapos sucios de sus congéneres, sin embargo en algún momento tuvo el desafortunado impulso de enviar a su criada de confianza a marcar una cita con aquel laureado Sr. "S.M.".

Por supuesto dicha cita no podía darse a horas cristianas, cuando cualquier persona podría ver a un hombre entrando a la casa de una respetable viuda como ella, sin embargo tampoco una mujer respetable podía arriesgarse a ser vista entrando a un burdel, un escándalo como ese la condenaría sin remedio a el ostracismo social, sin otra alternativa el Sr. "S.M." tendría que presentarse en su casa después de la media noche.

Pauline procuro calmarse convenciéndose de que aquello no seria distinto a entrevistar a un futuro criado, charlaría un poco con aquel hombre, vería que podía ofrecer, si acaso era siquiera atractivo y de no llenar sus expectativas lo despediría con una generosa propina por sus molestias. Además le dio la noche libre a sus sirvientes, todos salvo su criada personal, nadie se enteraría de eso y por la mañana, fuera de levantarse algo más tarde, podría pretender que nada fuera de lo normal hubiese sucedido.

por **Sam K. McCruzott** Vie Mayo 30, 2014 2:07 am

El trabajo de un burdelero que vende a sus mujeres por buen dinero nunca acaba, porque cuando va por la vida haciéndose buena fama, siempre llega clientes nuevos con nuevas exigencias y una de esas es para viejas de clase alta, aquellas mujeres que no son bien atendidas por sus maridos y buscan algo de acción, algo de rudeza, fuera de lo cotidiano ¿por qué no van al burdel? Porque son viejas finas de aquella clase tan rimbombante, de esas que farfullan y farfullan y humillan a otros, pero no saben que lo que quieren es alguien con manos rudas que les quite ese control y solo sean lo que todas las mujeres son, putas salvajes.

Aquella tarde antes de abrir mi negocio una carta llegó a mis manos, una invitación para cierta hora de una mujer de clase alta, JA otra más al bolsillo, bueno veamos de que madero está hecha para luego ver cual método usar para tallarla, ¿por qué no enviar a unos de mis muchachos o muchachas? Porque la mayoría solo trabaja ahí y se cohíben en casas de los clientes, además porque las de clase alta son mi especialidad ya que así consigo más dinero a las arcas del burdel para arreglarlo, ampliarlos y comprar más esclavas sexuales de elite, pero antes de acudir a la cita debía esperar, esperar a mi hora porque como mujer de “sociedad” no se la podía asociar con un tipo como yo, locas.

El tiempo va pasando entre tanto el trabajo se va dando en el burdel, la noche llega y los clientes con ella poco a poco el burdel se va llenando, el humo al cigarro, el alcohol y las risas de los y las clientes con sus acompañantes comienzan a ser el festín de la noche, poco a poco se van dando los eventos en mi negocio, el baile de una, de otras y así hasta la media noche pero ¿cómo dejar el negocio? Pido que llamen a la vieja esa que me ayuda en la limpieza del lugar, a ella la dejo a cargo de mi negocio mientras atiendo el otro, al salir de mi refugio la noche me paree hermosa y se me ocurre una ida la cual la reservo para más adelante.

Las mansiones son lujosas unas más que otras, riéndome llego a mi destino tocando la puerta de atrás, hago todo como se me indica, la doncella me hace pasar al darme ella su espalda le doy una nalgada y ella se sonroja –Bien, déjeme aquí, yo buscaré a su “lady” es un juego y ella quiere jugar a la cacería, espero que este impaciente y arrepentida- arreglo mi chaqueta entrando a la mansión con una risa y el tic de mi mandíbula haciéndola sonar y la damita quedó sonrojada y avergonzada porque palmee su trasero, entre risas avanzo por el lugar hasta un salón son sillones, mesitas y varios jarrones y adornos que no quería ver por el momento porque la prioridad era otra –Querida ya estoy en casa no vas a bajar para recibirme- el cinismo fue lo primero que deje escapar a estar en el interior de aquel salón.

por **Pauline Vda. de Romulus** Mar Jun 03, 2014 8:05 pm

Al oír a aquel hombre en su casa dos cosas vinieron a su mente, la primera es que se trataba de un patán sin ninguna educación y la segunda que tenía un tono rico que si se usara para susurrar cosas al oído de una mujer, lograría derretir los sitios correctos, tales eran las armas de los hombres contra el buen juicio de cualquier mujer.

Pauline aliso su falda y se aseguró de que su cabello estuviese perfectamente recogido en un rígido moño, no quería verse encantadora, las mujeres encantadoras tenían la misma clase de vida que las flores, con los tallos cortados agonizando en un bonito florero para deleite de otros hasta que toda esa belleza se marchitara. Ella prefería ser otra clase de mujer, del tipo que los caballeros esquivan en los bailes por temor a terminar con los testículos congelados.

- El Sr. S.M., supongo - dijo ella mirándolo altivamente mientras se reunía con él, quería que el entendiera que no estaba a su altura, era un juguete para su diversión, uno por el que pagaba y así mismo uno del cual podía cansarse - he oído que presta unos servicios peculiares a las buenas damas de sociedad, me gustaría contratarlo, pero antes... desnúdese, por favor - la solicitud vino con la misma naturalidad con que podría haberle pedido a su doncella que sirviese un poco más de te en su taza.

Ella no le demostraría ninguna debilidad porque estaba convencida de la naturaleza ruin de todos los hombres, en su mente eran meros animales rabiosos y como tales sólo respetaban la fuerza. Era necesario desprenderse por completo de las debilidades femeninas para no acabar siendo devorada por esos perros salvajes.

- Comprenderá que no puedo adquirir algo sin conocer la mercancía, y por supuesto, si esta vale mi dinero - le dio una sonrisa que normalmente utilizaba para hacerle saber a su difunto esposo que haría de su vida un infierno.

por **Sam K. McCruzott** Jue Jun 26, 2014 6:33 pm

Mujeres mujeres, siempre quieren ser y parecer unos pilares de pudor, vergüenza y seriedad cuando debajo de esas largas faldas aburridas se esconde un fuego que anhelan que despierte un hombre de verdad, que las haga suspirar, derretir y gritar que no se deje mandar por ellas, aunque ellas nunca lo hacen realmente, pero algunos hombres dejan que sus esposas manden lo que las hace una perras en la sociedad, no perras de que se van con cualquiera si no de posesivas y celosas y malditas fieras que quieren arruinar a todos pero solo es por llamar la atención de un domador de perras, hombres como yo.

Y tal como llegó aquella mujer con una presencia aburrida pero eso sólo despertó mi curiosidad por probar su fuego, su peinado y ropas como una vieja monja de aquellas que se santiguan ante la desnudez del cuerpo pero sus palabras daban otra muestra, cuantos engaños puede mostrar esta mujer, cerré los ojos y negué levemente ante lo que presentaba o representaba la mujer -Primor, al menos invítame un trago y veré, además no has pagado aún para ver la mercancía- una risita sardónica mientras me acercaba a ella tomando la mano de la dama para dejar un beso, ante todo había que ser educado aunque sea solo por unos segundos, y justo cuando mis ojos miraban a la damita en cuestión, mi mano tomó la de ella con fuerza para tirarla hacia mí, rodee con el brazo su cintura apretándola contra el cuerpo y así como la tomé la solté, le di la espalda caminando hacia uno de los sillones para tomar asiento -Primor si quieres ver entonces ven- palmee el sillón la clásica invitación para tomar asiento –Crees que puedes solo pedirme que me quite la ropa y que modele para ti sin algo a cambio?, no eres tú la que da las ordenes soy yo, y si no te gusta entonces mejor dejemos aquí esto, te parece, no soy como tu esposo o ex esposo o lo que coño tengas por ahí, si me llamaste es porque en el fondo lo quieres y te gusta pero no hay quien te lo dé, entonces si quieres algo debes dar algo en este caso te quitas la ropa y me la quito yo, o para que no te sientas tan mal con tu pudor podemos hacer un juego de cartas y quien pierda tendrá que hacer lo que el ganador quiera-

Extendí los brazos por el sillón mirando el techo, con una sonrisa, era un lindo lugar pero no era el primero en mi lista de adquisiciones, le faltaba algo más, algo de vida quizás algo de rojo pasión y fuegos inacabados, y eso era lo que iba a darle.

por **Pauline Vda. de Romulus** Sáb Jul 12, 2014 10:48 pm

Sam McCruzott era un hombre peligroso y ella lo había subestimado, la comprensión llego a Pauline en aquel instante, él no tenía ningún respeto por su posición social, o temor que lo motivará a ser prudente en su presencia, era demasiado básico y primitivo para considerarla algo más que una simple mujer.

- No soy adepta a los juegos de azar, la vida misma es demasiado incierta para agregarle a ello más riesgos - En el fondo su instinto le decía que lo despachara rápidamente, que le diese una buena suma de dinero y le pidiera que olvidara aquel encuentro, pero su orgullo no le permitía retroceder y comportarse como una cobarde, el la desafiaba con cada palabra que abandonaba sus insolentes labios y ella no estaba dispuesta a permitir que el la intimidara incluso si esas grandes manos la habían sostenido apenas momentos antes con tanta facilidad que sin duda su cuello resultaría poco menos que una ramita seca si el decidía cerrar sus dedos alrededor de el.- y no es mi intensión estafarle como parece creer - se quito el único anillo que adornaba sus dedos, oro puro engarzado con un diamante de considerable tamaño, su alianza matrimonial, la cual decidió usar aquella noche como una forma de ofensa a su difunto esposo y ahora serviría para financiar la perversión de su cuerpo - considere esto como un pequeño adelanto - dijo empujando el anillo hacia él.

Acto seguido hizo sonar una campanilla y su doncella se apersono casi al instante, la mujer mostro cierta vergüenza al ver a aquel hombre que se tomo la libertad de pellizcar su carne, pero la llamada de su señora se antepuso a su malestar.

- Ayúdame con mi vestido - solicito Pauline a lo que su doncella amplio sus ojos mirando de forma incierta al invitado de su señora y a esta misma. - Hazlo - la urgió Pauline antes de que ella misma perdiese el valor.

La sirvienta trabajo eficazmente soltando los amarres del vestido y el corsé bajo este, hasta que capa por capa Pauline se libero del peso de aquellas telas quedando en nada más que la piel con que la naturaleza le proveyó.

Desnuda se planto frente a McCruzott, se resistió al impulso de cubrirse a si misma, ni siquiera su esposo la había visto de aquella manera, el difunto Sr. Romulus se conformaba con levantarle el camisón hasta la cintura y usar su cuerpo para una torpe y rápida liberación.

- Esta soy yo, sin engaños ni espejismos, no dirá que lo he estafado de manera alguna ya que libremente le muestro aquello que espero sea capaz de tocar y conducir al placer carnal, míreme atentamente y ponga un precio, ¿Cuánto dinero me hará deseable para usted? Diga la suma con que puedo comprar su deseo y su cuerpo y le será dada sin falta alguna.

por **Sam K. McCruzott** Jue Jul 31, 2014 1:00 am

Se dice por las calles que las mujeres son las dueñas de cuerpos infernales que son capaces de hacer que hasta el más santo y puritano conciba una erección con el simple meneo de caderas, sería verdad o no, quien saber y la verdad no me importaba pues en mi trabajo lo que único que se toma en cuenta es “cuanto puede abrir una mujer las piernas” eso es lo que más toma en cuenta uno a la hora de comprarlas o llevarlas a una habitación, pero ahora no estaba con una simple puta de esas baratas que buscan el dinero fácil, estaba frente a una mujer que quería sentir lo que no había sentido en años, y para eso estaba y siempre estaré.

Miré a la mujer con mi zurda bajo el mentón, el pulgar cerca de la comisura de los labios y el índice bajo estos, toda en una posición de pensativo, de hecho era mi postura de negocio cuando me llegaba nueva mercancía, mi mirada iba desde sus pies descalzos, subiendo por ese par de pilares que conformaban sus piernas, sus rodillas, sus muslos torneados, su monte de venus, su cadera, esa fina cintura que mostraba su estatus de jovencita de sociedad, un poco más y estaban esos senos turgente y maduros listos cual frutas para ser devorado, aquel cuello elegante y refinado que sostenía a su cabeza con esos labios rojos.

Le llamé con el índice de la diestra, quería que se sentara –Ya veo, estas como toda una fruta madura, déjame decirte que tienes un cuerpo de melocotón, jugoso y apetitoso para hincar el diente, sobre todo en tus senos y tu sexo, ven déjame mostrarte lo que vale tu cuerpo realmente y no es el dinero que me darás cuando llegue el sol primor- quería mostrarle a aquella santurrona todos los deleites de la vida, desde el más pequeño que es una caricia hasta el más complejo de todos, quería que sintiera la suavidad de una pluma y la rudeza de un hombre de verdad.

-No tengas miedo, sé que debo quitarme la ropa frente a ti, pero si lo hago te puedes sonrojar o asustar así que primero debes estar más cómoda con tu desnudez y tu cuerpo, luego me quitarás tu misma la ropa y sentirás lo que es gozar carnal, no, no es carnal, es sexualmente, porque escucharas a tu sexo pedirte todo, si primor, hoy vas a aprender el lenguaje sexual de tu propio cuerpo y el de los demás así que ven vamos por la primera lección- le iba a enseñar a esa mujer que se puede tener múltiples orgasmos con cualquier objeto que se use para dar placer desde la mano, los labios hasta lo juguetes y adornos que nos rodean. –No te preocupes nadie dirá nada de lo que pase en tu casa o fuera de ella, si es conmigo nadie se enterará de lo mucho que gritarás y lo disfrutarás te voy a enseñar algo que lo usarás de ahora en adelante- con un guiño y el típico movimiento de mi mandíbula que suena moviéndose dejaba por sentado que era momento de que metiera las manos en la masa, en el cuerpo para tallarlo a la perfección.

Aquella mujer no solo tendría lecciones particulares sino que la enviciaría en los placeres carnales, la haría tan adicta que ella se liberará de todas su prohibiciones e irá al burdel a tomar más lecciones. Eso es un juramento mío.

por **Pauline Vda. de Romulus** Dom Ago 10, 2014 9:38 pm

Así como aquel extraño la estudiaba con la mirada apreciando los defectos y virtudes de su cuerpo, ella también lo estudiaba a él, porque en aquella habitación no había dos amantes apasionados, sino dos personas intentando cada una ser quien consiguiera la mayor ventaja.

A primera vista Sam K. McCruzott era un hombre atractivo con el porte de un caballero de noble cuna, sus ojos delataban una aguda inteligencia, además de una mal disimulada crueldad que no podía ser escondida totalmente bajo ninguna mascara. Mirarlo producía la misma fascinación que el observar a una fiera salvaje, tenía aquella clase de belleza letal que se asocia al poder y la fuerza de un animal. Su punto débil residía en sus palabras, en cuanto abría la boca algo de aquel efecto mítico se desvanecía y lo hacia ver un poco más humano, ya que no era precisamente un orador instruido y mucho menos un poeta con una prolifera labia y rebuscados elogios.

Pauline se sentó cerca de el con una leve sonrisa arqueando sus labios, en su vida había oído a un hombre decir cosas como "hincar el diente" a una mujer en el sentido que sus palabras tenían, o hacer un intento tan poco convincente de ser "gentil", pero no le señalo ninguna de esas cosas, o el hecho de que no era precisamente una "inocente" que se asustaría ante la visión de un hombre desnudo y desfallecería de angustia si acaso este tenía una erección. Prefirió dejar que el juego prosiguiera en los términos de él, ya que McCruzott necesitaba ser quien tuviera las riendas de la situación, no necesitaba demasiadas pistas para darse cuenta de ello y si el quería una tonta que se dejase engatusar, ella podía dejarle creer que ella era esa tonta.

- Si, es la razón de que haya hecho llamarlo aquí - por fin soltó su rígido recogido y su cabello callo es sedosas ondas obscuras - enséñeme lo que haga falta, quiero conocer cada posibilidad.

Palabras valientes para una mujer que tenía tantas cosas en juego, aquel perverso encuentro podía costarle más caro que cualquier cantidad de dinero que su comprado amante le pediría, ya que en aquel mundo ella no tenia aliados, sus enemigos siempre estaban a la espera de un desliz de su parte para destruir su escasa y preciada libertad. Tenía la suficiente inteligencia para comprenderlo y aun así no podía renunciar del todo a si misma, su vida no podía ser tan obscura como la tela de sus vestidos de luto, necesitaba al menos esos placeres furtivos que estaban tan mal vistos por la sociedad.

por **Sam K. McCruzott** Lun Oct 13, 2014 1:00 am

Digna de un retrato en escultura o pintura en oleos viejos y finos tal cual, para mí la desnudez es tan hermosa ver aquellos cuerpos sin ataduras ni tela alguna que cubra sus imperfecciones y perfecciones con sus atributos a flor invitando a ser admirados o degustados que es lo mismo al fin y al cabo, con la mirada le pase por su cuello, sus curvas y en su cabello, mi mandíbula se torció más en un aviso de “deseo”, no voy a engañar una mujer así tan hermosa y fría en sus palabras solo demostraba algo de frigidez quizás porque algún esposo no le daba lo que su cuerpo realmente quería ser tocada como realmente anhelaba y gritar en orgasmos, no hay que ser finos o de alcurnia para hacerlo, además eso solo quita tiempo.

–oh lo siento si mis palabras son duras, directas o soeces primor, pero verás en mi negocio se trata carne para vender y hay que negociar esa carne no se puede andas con palabritas rimbombantes porque te ven la cara, es algo de respeto lo que para ustedes sería un rostro serio y ropas negras para nosotros los mercaderes lo es en el vocabulario- una sonrisa a aquella mujer que se portaba fría y solo arrancaba en mi sonrisas porque mostraba más su inexperiencia, tome su diestra con la mía llevándola a mi miembro sobre el pantalón –Primor debes relajarte suéltate ¿por qué tan rígida?, qué temes? o que quieres en verdad?, no te la voy a meter y venirme como hacia tu esposo o hace, no, quiero te estés tan caliente que tú mismo lo pidas- la sonrisa de lado perfilada mientras me ponía de pie, los huesos del cuello tronándolos, era hora de trabajar, me arrodille frente a la mujer posando las palmas en sus finas rodillas abrí aquellas piernas de par en par mostrando a la vista su intimidad lo más pudoroso ya iba quedando atrás –no estas ni húmeda, que tal si me hablas de ti, que te hizo llamarme- chupe el dedo del corazón de mi diestra sin apartarle la mirada –Oh si que a las mujeres les gusta que uno les hable elegante pero para qué? eso ya lo tienen con sus esposos, y el tuyo primor dónde está?- necesitaba que se relajara que se olvidara que estaba desnuda y que iba a ser follada, y no, no quería simplemente follarla y dejarla ahí, ella me había contratado para algo y eso era placer.

Un placer mayor para una mujer no es cogérsela y ya nada más hay que saber estimularla en las zonas adecuadas, besos, caricias y una que otra palaba aparte de que luego vendría lo rudo para ellas algo que las ponía mucho pero eso era al final primero había que adobarlas para las pasiones ocultas, cosas que ocurren tras las puertas de sus habitaciones pero para llegar a la habitación tendrían que pasar por cada rincón de su propio hogar con algunos orgasmos y algunas noches en vela, y no, esta noche ella no vería mi cuerpo y mis atributos solo vería los de ella por la primera noche en la última noche le daré todo lo que más gusta. Poder.

A las mujeres de clase alta les gusta tener ese poder y creen que son mejores que todos por su educación o cultura pero siempre les falta algo, el goce y eso lo tenemos los incultos y no es que lo sea, pero no me gusta ir por las ramas simplemente en negocios hay que ir por lo que se quiere de manera directa y sin intermediario.

Directo sin anestesia ni rodeos.

Off: disculpame la tardanza.

por **Pauline Vda. de Romulus** Dom Oct 26, 2014 1:32 am

Fue imposible no odiarlo un poco cuando el empezó a hablar tan tranquilamente, preguntándole cosas sobre ella misma, cual si se tratase de un tema inofensivo, él estaba de rodillas ante ella, pero era ella la esclava, la prisionera de una vida de apariencias, mientras el tenía la libertad de prestarse a aquellos juegos de seducción sin tener que ser acosado por el temor constante de lo que sucedería si alguna vez se sabia lo que ocurría tras las paredes de su casa.

- Mi esposo esta muerto - dijo para responder a su pregunta - y tu estas aquí para darme todo aquello en lo que el era un inepto, no existe otra razón - era una estúpida trayendo sobre si tantos problemas por un mero capricho, por resultarle tan difícil renunciar a cualquier placer y conformarse con una vida modesta. La perspectiva de una vida gris, marchitándose poco a poco envuelta en vestidos negros y tirantes recogidos de cabello no le entusiasmaba en lo absoluto.

Tal vez mañana mismo todo su mundo se derrumbara en un estrepito súbito que traería el peso aplastante de la deshonra, siendo así, ¿tenía sentido seguir sintiendo miedo?. Tan incierto era todo, ¿no sería aun más tonto desperdiciar la oportunidad?

- No busco que me des palabras bonitas, de hecho no me importa si no hablamos en absoluto, no quiero ser tu amiga, tampoco me importa saber de tu vida o que tu sepas de la mía - deslizo sus manos a través de la aspereza de su barbilla, siguiendo el angulo definido de su mandíbula hasta que pudo enterrar sus dedos en los cabellos del hombre - Se mi amante McCruzzot o envíame a un hombre que pueda serlo - si era el o cualquier otro, no le importaba mientras se tratara de alguien a quien su dinero pudiese comprar, un hombre que no trataría de controlar cada aspecto de su vida y del cual se pudiese deshacer si las circunstancias así lo requerían.

Incapaz de seguir desperdiciando el precioso y escaso tiempo del que disponían, ella decidió subir un poco la apuesta y se aproximo para besarlo, en cambio en el ultimo instante acabo por darle un ridículo beso en la mejilla. "Cobarde" se reprendió a si misma, pero no dejo ver su bochorno, sonrió para hacerle creer q aquella era su intención.

- No me mires solamente, no soy un cuadro en la pared - Especialmente porque si tenía que seguir soportando saberse observada acabaría por perder la confianza, si es que realmente tenía alguna aun, McCruzzot no salió huyendo cuando se quito el vestido, pero tampoco dejaba ver cualquier cosa en su expresión, por lo que tratar de adivinarlo hacia que cada vez empezase a cuestionarse si era tal vez demasiado delgada, si su busto era demasiado pequeño, o si en conjunto simplemente era incapaz de despertar el deseo de un hombre.

por **Sam K. McCruzott** Lun Dic 01, 2014 7:33 pm

Escucharle aquella voz de mujer fina me hizo soltar una risilla, aquella pose de una mujer fuerte que manda en todo y en todos me pareció deliciosa pero fue aún más como una cereza de pastel cuando su nerviosismo le gano completamente, aun así tenía que darle la razón en cuanto a su esposo no son los más adeptos a dar un verdadero placer pero un extraño que se dedica a este negocio sí que sabe lo que es mejor para una mujer como ella.

Las manos ásperas de tanto trabajar y rudas las deslicé por sus muslos acercando ese cuerpo femenino hasta estar bien metido entre sus piernas, siguieron subiendo por sus caderas, sus cintura hasta bordear aquellos orbes trémulos y apetecibles, la zurda se quedó en su seno mientras la diestra continuo por su cuello, su mejilla hasta sus cabellos tomándolos para llevar aquella cabeza hacia atrás, la mano en su seno se concentró en acariciarle con suavidad en forma circular erectando su pezón con la palma de la mano, era una pequeña caricia solo para enloquecerla, subí un poco el cuerpo acercando los labios a los de ella rozándolos abriéndoselos con los míos hasta pegarlos en un beso, un verdadero beso, la lengua buscaba a la ajena en una danza calmada había que ir despacio pero no por miedo si no para que la mujer disfrutara ella estaba pagando por algo que valía la pena y eso era…su placer.

Me aleje un poco para mirarla, al ponerme de pie deje de tocarla para tomarle la mano dejándola así desnuda frente a mí, nuevamente las manos fueron a las caderas para acercarla más a mi cuerpo estábamos tan cerca que el pantalón ya comenzaba a molestarme, los labios a su cuello besándole pasando la lengua por la piel nívea de aquel cuello de cisne mordiéndole a penas –Primor eres una obra de arte porque tu cuerpo es único, no creas que eres un objeto porque te considero una obra a la cual admirar si no que mírate, mírate cómo estás hermosa, la desnudez es bella si tienes buenos ojos para admirar– observe esa desnudez tomándole las manos llevándolas directo a mi polla para que lo extasíe, aunque ya estaba erecto –Esto causa el mirarte, lo sientes endurecerse y desear clavarse en ti, anhela sentirte jadear pero no, no le puedo dar ese placer porque no estoy por mi si no por ti – abruptamente le tome del cabello para besarle esta vez no con dulzura si no con fuerza y pasión, la tomé con tanta fuerza que la empuje al sillón nuevamente.

Llame a la criada sacándome el cinturón del pantalón, para cuando la mujer llego estaba abriéndome la camisa, la miré sin dejar de quitarme la tela de ropa –Tu mujer sirve para algo y trae un espejo de tu señora, un espejo de cuerpo entero bien grande, mueve ese trasero y tráelo rápido que tu señora lo requiere y de paso tráeme uno de los cepillos con los que se peina tu señora el que sea liso y redondo de mango, PERO YA– grité acercándome a la mujer tomándole del cuello con la mano –Si quieres placer entonces es hora de que dejes tu vergüenza a un lado y te vuelvas una puta– la diestra la metí entre sus piernas palpando con el dedo del corazón su clítoris presionándolo con fuerza al retirarlo había algo de húmeda en este y le acerque a sus labios –Con esto aceptarás todo lo que te haga y te diga hacer, no harás nada que no te diga, solo lo harás cuando seas una experta y lo controles todo lo que ahora te enseñare– se lo acerque no me importaba si le daba asco luego ella pagaba por algo y lo tendría aun cuando se me apreté pero la haría soltarse al final de la noche sería la mujer más llena de todas.

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