AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Minimal Beat (Privado)
2 participantes
Página 1 de 1.
Minimal Beat (Privado)
"Qué ridículo y qué extraño es aquel que se asombra de lo que ocurre en la vida."
Marco Aurelio, Meditaciones
Marco Aurelio, Meditaciones
"¡Vive, Lydia!" fueron las últimas palabras de mi padre antes que me obligaran por orden suya a alejarme de su lado. Yo sabía bien lo que sucedería puesto que tengo en la memoria la imagen viva de él ataviado allí con su uniforme de combate, armado con su espada y su puñal; sólo le faltaba el escudo. Incluso llevaba puesto su manto rojo. Su peto relucía y parecía dispuesto y presto a morir con el honor de lo que era: Un orgulloso y elocuente senador romano que también había combatido antaño.
Ahora recién llegada a Francia recuerdo con pesadez sus palabras y su tono de voz no se ha evaporado de mi mente a pesar del paso de los siglos. He despertado de un sueño de unos diez años y son esas mismas palabras las que me mantienen ahora aquí, con los ojos abiertos aunque cubiertos a causa el tono dorado que van tomando a medida que envejezco. Supongo que algún día pareceré ciega, pero sé que la creatividad humana que tanto ha admirado Marius me permitirá disimularlo con alguno de sus inventos. O quizás esto se detenga. No lo sé.
Al llegar a Francia he buscado entre las gentes rostros conocidos como si eso pudiera recordarme que a mi manera vivo y que los sonidos de los zapatos sobre el suelo también hacen eco con los míos. Busco recordar mi propia voz, sentir la vibración de mis cuerdas vocales en resonancia o respuesta con mis propios pensamientos dirigidos hacia algún otro. Busco algo que me haga separar las ideas de mí misma para centrarlas en cualquier otra situación que me libere o me ate de un modo distinto. Con acritud me voy dando cuenta de lo absurdo de esta situación, pero no todos los inmortales vivimos lo mismo ni somos iguales puesto que, al igual que los humanos, vamos siendo cambiados por el entorno, por esos otros que nos condenan a la pesadez o al eterno deleite. Pero al final todos son ciclos.
Avanzo en silencio y con el rostro bajo un par de cuadras más, siguiendo hacia el norte. El viento se siente tibio a mi paso y ya nadie se cubre demasiado por la aparición de los primeros calores del verano. Las hojas marchitas ya no cubren el suelo y extraño despertar en otoño para distraerme con algo tan simple como el pisar de las hojas para escucharlas crujir y terminar de resquebrajarse en el ciclo natural que deberíamos vivir todos. Comprendo que parece una nimiedad, pero es de los sonidos que más me agradan luego del piano o el violín porque es el modo más simple que he encontrado para distraerme en un avanzar cualquiera.
Y así, al levantar la mirada le vi, caminando con su aire a superioridad y sin detenerse a mirar a nadie. “Josseph”, recité su nombre en mi mente a modo de recordatorio. Era un vampiro mucho más antiguo que yo y no tengo claro con exactitud el año en que lo conocí. De él, tenía la impresión de la fuerza y de la soberbia. Del dominio y de la fuerza como puntas de la lanza que terminaban siendo sus palabras. Tenía la impresión de una especie de malicia representada en él y fue por ello que no pude retirarle la mirada mientras le veía caminar y yo me detenía en un punto cualquiera que vino a ser la barda de un puente que daba a uno de los pasos del Sena. No susurraría su nombre, no haría mención de nada, en absoluto. Simplemente lo observaría como se hace con las cosas que se saben peligrosas y aun así se analizan con cierto placer.
Pandora11- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Minimal Beat (Privado)
“Me asustaré de mi propio reflejo, cuando sepa en lo que me he convertido”
Era una luna maldita, como todas esas que pasaban desde aquella noche en la que nuevamente había sido herido. Nunca me había importado la sexualidad de mi pareja, pero ahora notaba que era realmente porque no había diferencia y que por ello tampoco me esforzaba en elegir, ya sea hombre o mujer, me pesaban los instintos, amortiguaban mis valencias al punto de que pensaba en volver a asesinar. “Si no es conmigo, no será con nadie” eso era lo que recordaba que había hecho hacía varios siglos atrás. ¿Lo repetiría nuevamente? En realidad estaba confundido, no deseaba hacerlo, pensar en extinguir aquella existencia me dolía en el alma que aunque muerta, seguía estando en mi interior. Me apretaba los ojos con dos dedos, frotaba mis párpados y seguía caminando por un norte sin consuelo. Era la maldita existencia la que estaba empezando a abanicarse de un lado a otro. ¿Sería que en realidad empezaba a desear estar muerto? Jamás se me había pasado aquella idea por la cabeza, en los cuatro mil años, no había dormido bajo tierra ni una sola vez, había viajado, había conocido todos los rincones más remotos del mundo y había disfrutado todo cuanto a mi paso había. Mi esencia se había llenado de tantos lenguajes como había podido, mi cerebro había experimentados sensaciones e historias incontables y todas y cada una de ellas diferentes entre sí. Entonces… ¿Por qué ahora?
Sin duda haber ido con una gitana no había resuelto nada, aquella anciana que había visitado no había podido leer mi mano, la cual parecía un marfil, las líneas se habían extinguido y la vieja hasta se había asustado, tirándome con ajos y esencias contra los demonios, que en realidad no me habían hecho daño, pero tampoco era divertido, terminé yéndome de aquel mediocre lugar, aún más molesto que antes. Principalmente porque no me había podido hacer con su vida, tenía terminantemente prohibido cazar a cualquier hora y en cualquier lugar. Nos habíamos distribuido de manera que las muertes se dieran en lugares remotos y sin hacer mucho escándalo. Sentía las tripas que se me revolvían por escuchar los gritos siendo provocados por un miedo que no había sido por puro placer. Pero me di el regalo de romper su maldita pocilga. Ahora, cuando la noche ya estaba muy pasada, mantenía las manos en los bolsillos y seguía caminando, un tanto perdido, con mis pensamientos completamente aislados del mundo, el bloqueo mental me daba la posibilidad de pensar en cualquier cosa, sin miedos a que me descubrieran. Pateaba cuando una roca se acercaba a mi pie y gruñía cuando el sonido de las aves perturbaba mi silencio.
No fue hasta pasado unos minutos que un extraño olor me embriagó, era entre dulzura, suavidad, feminidad y un toque de desesperanza. Froté con una mano mi rostro y alcé la mirada, mis ojos tan oscuros, pero azules e intensos se clavaron en un bosque interminable. No pude evitar una sonrisa amortiguadora que me llevó a más de trecientos años atrás. Su cuerpo seguía igual, su piel estaba blanca y ambos parecíamos un pedazo de mármol a punto de romperse. Probablemente yo más que ella, pero era inevitable, entre más años pasaba más anciano me volvía y con ello mi piel se acercaba a lo irreal y en algún momento me volvería una estatua, una capaz de escuchar, sentir y ver. Pero no deseaba pensar en ello, aún me quedaba más de la mitad de la eternidad. —Los placeres de la vida son extraños, pero más extraño es encontrarte a ti. — Murmuré en una encantadora sonrisa, mientras mis pazos resonaban en su dirección, escondiendo mi mirada perdida y desolada por unos momentos. Quizá y solo quizá, necesitaba distraerme de una forma mortal. Mantuve una distancia prudente con la mujer de curvas marcadas y rostro perfecto, característico de antiquísima, que aunque no llegaba a mi edad, era longeva y formidable, algunas veces hasta me daba la impresión que ella mantenía ciertas características de mi nación, aunque sin duda no lo era. — ¿Francia? ¿Qué te trae aquí? ¿Sigues buscando? — No recordaba qué, ni quién, pero estaba seguro de que alguna vez había hecho esa misma pregunta. Ella siempre tenía esa mirada, como si buscara algo, como si estuviese examinando a algo o a alguien.
“No te sonrío de felicidad, lo hago por necesidad.”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 06/04/2013
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Minimal Beat (Privado)
"Los años inmortales conllevan a la belleza. Sin embargo lo que busco es sabiduría"
“Ten muy presente que los hombres, hagas lo que hagas, siempre serán los mismos.” Esa frase de Marco Aurelio vino de inmediato a mi mente en cuanto mis ojos se cruzaron con los de Josseph. Sentí su mirada responder a la mía, como si la pesadez de sentirse observado hubiese sido el mayor imán que lo condujo a mis ojos que pudieron ser los de cualquiera, aunque en el fondo sentí que me había reconocido.
Como esperaba, le vi acercarse con la determinación que alcanzaba a recordar y con el porte sofisticado que siempre percibí en él. No fue necesario detallarlo demasiado para notar que lucía un magnífico traje de corte moderno, muy elegante y con una facilidad para que, al igual que su portador, captara la mirada de varias mujeres que caminaban por allí. Incluso un par de hombres también voltearon a verlo aunque con mayor disimulo, claro. Yo en cambio podría parecerle un caracol, cubierta como iba con mi capa y capucha dando una sombra sobre mi rostro pero resaltando mis labios que tenían un toque de carmín rosa violáceo que me recordaba un moratón. Al contemplarme en el espejo del café en el que estuve antes a modo de observación, me vi atractiva pero más que nada complacida por no tener que ocultar mi boca. Mis labios son casi incoloros. Pintados de ese color podía sonreír. Llevaba además guantes de encaje negro con las puntas cortadas para que mis dedos sintieran el tacto de las cosas, y me había dado un poco de barniz en las uñas para que no relucieran como el cristal en su apariencia "natural". Pero realmente nada de eso importaba, porque incluso la sonrisa que me dedicó aquél antiguo vampiro me hacía pensar dos veces en el motivo, en los por qué ocultos y en lo que pensaba sin atreverme a leer su mente por una mera cuestión de respeto. Mi mano se aferró a la baranda y acaricié la textura en tanto lo observaba allí, manteniendo una cortés distancia de mí y revelándome a su modo que pensaba en algo que le resultaba placentero. Así lo deduje por el modo en que me habló. Yo asentí y sonreí apenas de labios al igual que él. –Quizás coinciden en lo efímeros– respondí sin negar ni afirmar nada e intentando mantener esa prestancia y el decoro que aquél ser me inspiraba. Me maravilló la perfección de la imagen que se había creado y como tal reaccionaba yo. –Pero es bueno verte, Josseph- pronuncié su nombre en una vocalización perfecta, lo observé con el gusto que me provocaban sus años y contemplé el efecto que producían los mismos en su piel. No me acerqué, no rompí esa distancia discreta y en cierto modo respetuosa que él había establecido y sencillamente me dediqué a observarlo con gesto prudente. Los humanos hacían lo mismo y era de esperarse dada la similitud y la enorme diferencia que había entre nosotros. En la mente de algunos noté la sospecha, como si pudiera suceder algo raro o como si "esa mujer encapuchada" que era yo, fuera a tejer algún negocio turbio con el gran señor que parecía Josseph. Por supuesto todo eso me causaba gracia puesto que, a pesar de cubrirme, mantenía la elegancia que me había sido costumbre desde siempre. ¿Leería también él los pensamientos ajenos? de ningún modo podía recordarlo porque jamás vino a colación el tema cuando apenas le conocí antaño.
Y él, disponía de una memoria privilegiada, sin necesidad de nombres ni de mucha conversación parecía conocer los móviles de mi visita a Francia. Y claro, ese motivo se llamaba Marius aunque quizás Josseph no recordara esa dramática e intensa historia. En efecto buscaba a mi creador, maestro, amante y al hombre que admiré desde que era niña, ese al que había abandonado y querido recuperar casi inmediatamente, ese mismo a quien he buscado durante tantos años sin tener resultado alguno. Este sentimiento no le es oculto a nadie con quien me haya cruzado porque no escatimo a la hora de buscarlo y en esa ruta trazada por las preguntas he dado con muchos que lo conocen o que incluso lo han tenido como maestro. Amadeo a quien aún conoce como Armand y Lestat son a quienes busco ahora más allá de no sentirles demasiada simpatía. Desconozco si saben de su paradero pero mi obstinación se compara a quien busca una aguja en medio de un enorme pajar. –Sí, lo hago después de tantos años aunque las respuestas siguen siendo un panorama completamente negro. El destino se niega a darme señales evidentes pero a cambio me da rostros conocidos no sé con qué propósito. – Suspiré no queriendo hablar de más y llevar a tratar temas personales que él no estaba interesado en saber -¿Qué te ha traído a ti por Francia? – no pretendí ser imprudente, en todo caso, si lo era, algo me hacía suponer que él mentiría de labios para afuera pero que con la mirada lo diría todo o quizás con esas sonrisas, llenas de discreción pero impacientes, sobre ascuas. Mi curiosidad sobre aquél inmortal no daba espera, eso era de esperarse de mí.
Como esperaba, le vi acercarse con la determinación que alcanzaba a recordar y con el porte sofisticado que siempre percibí en él. No fue necesario detallarlo demasiado para notar que lucía un magnífico traje de corte moderno, muy elegante y con una facilidad para que, al igual que su portador, captara la mirada de varias mujeres que caminaban por allí. Incluso un par de hombres también voltearon a verlo aunque con mayor disimulo, claro. Yo en cambio podría parecerle un caracol, cubierta como iba con mi capa y capucha dando una sombra sobre mi rostro pero resaltando mis labios que tenían un toque de carmín rosa violáceo que me recordaba un moratón. Al contemplarme en el espejo del café en el que estuve antes a modo de observación, me vi atractiva pero más que nada complacida por no tener que ocultar mi boca. Mis labios son casi incoloros. Pintados de ese color podía sonreír. Llevaba además guantes de encaje negro con las puntas cortadas para que mis dedos sintieran el tacto de las cosas, y me había dado un poco de barniz en las uñas para que no relucieran como el cristal en su apariencia "natural". Pero realmente nada de eso importaba, porque incluso la sonrisa que me dedicó aquél antiguo vampiro me hacía pensar dos veces en el motivo, en los por qué ocultos y en lo que pensaba sin atreverme a leer su mente por una mera cuestión de respeto. Mi mano se aferró a la baranda y acaricié la textura en tanto lo observaba allí, manteniendo una cortés distancia de mí y revelándome a su modo que pensaba en algo que le resultaba placentero. Así lo deduje por el modo en que me habló. Yo asentí y sonreí apenas de labios al igual que él. –Quizás coinciden en lo efímeros– respondí sin negar ni afirmar nada e intentando mantener esa prestancia y el decoro que aquél ser me inspiraba. Me maravilló la perfección de la imagen que se había creado y como tal reaccionaba yo. –Pero es bueno verte, Josseph- pronuncié su nombre en una vocalización perfecta, lo observé con el gusto que me provocaban sus años y contemplé el efecto que producían los mismos en su piel. No me acerqué, no rompí esa distancia discreta y en cierto modo respetuosa que él había establecido y sencillamente me dediqué a observarlo con gesto prudente. Los humanos hacían lo mismo y era de esperarse dada la similitud y la enorme diferencia que había entre nosotros. En la mente de algunos noté la sospecha, como si pudiera suceder algo raro o como si "esa mujer encapuchada" que era yo, fuera a tejer algún negocio turbio con el gran señor que parecía Josseph. Por supuesto todo eso me causaba gracia puesto que, a pesar de cubrirme, mantenía la elegancia que me había sido costumbre desde siempre. ¿Leería también él los pensamientos ajenos? de ningún modo podía recordarlo porque jamás vino a colación el tema cuando apenas le conocí antaño.
Y él, disponía de una memoria privilegiada, sin necesidad de nombres ni de mucha conversación parecía conocer los móviles de mi visita a Francia. Y claro, ese motivo se llamaba Marius aunque quizás Josseph no recordara esa dramática e intensa historia. En efecto buscaba a mi creador, maestro, amante y al hombre que admiré desde que era niña, ese al que había abandonado y querido recuperar casi inmediatamente, ese mismo a quien he buscado durante tantos años sin tener resultado alguno. Este sentimiento no le es oculto a nadie con quien me haya cruzado porque no escatimo a la hora de buscarlo y en esa ruta trazada por las preguntas he dado con muchos que lo conocen o que incluso lo han tenido como maestro. Amadeo a quien aún conoce como Armand y Lestat son a quienes busco ahora más allá de no sentirles demasiada simpatía. Desconozco si saben de su paradero pero mi obstinación se compara a quien busca una aguja en medio de un enorme pajar. –Sí, lo hago después de tantos años aunque las respuestas siguen siendo un panorama completamente negro. El destino se niega a darme señales evidentes pero a cambio me da rostros conocidos no sé con qué propósito. – Suspiré no queriendo hablar de más y llevar a tratar temas personales que él no estaba interesado en saber -¿Qué te ha traído a ti por Francia? – no pretendí ser imprudente, en todo caso, si lo era, algo me hacía suponer que él mentiría de labios para afuera pero que con la mirada lo diría todo o quizás con esas sonrisas, llenas de discreción pero impacientes, sobre ascuas. Mi curiosidad sobre aquél inmortal no daba espera, eso era de esperarse de mí.
Pandora11- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Minimal Beat (Privado)
“Un despertar que me hipnotiza”
Me crucé de brazos y la vi a la distancia que habíamos marcado como territorio ajeno, era extraño, jamás me había dejado guiar por otra persona, nunca había establecido códigos con nadie, tenía viejos conocidos por todo el mundo, pero los trataba como me apetecía, sin embargo ella había adquirido cierto respeto, quizá por envidia, porque ella tenía una meta en toda esa eternidad, algo que la hacía seguir un camino y no terminar desviándose hasta caer en una profunda y ridícula locura infinita. No había mucho para decir, probablemente tampoco demasiado para contar. No tenía la capacidad para leerle los pensamientos y estaba seguro de que ella sí y por eso mismo había desarrollado la habilidad de bloqueo mental, ya que si yo no podía, no quería que nadie lo hiciera conmigo. Por lo que estaba seguro, de que aún en estos muchos años que no nos habíamos visto, ella mantenía las mismas incógnitas que antes. —Escuchar mi nombre de tus labios es raro, creo que suena diferente, a como lo dicen los demás. ¿Yo debería decir el tuyo? ¿El que conozco o me quedo callado sabiendo que no sé el real? — Le jugué como lo hacía siempre, porque desde que la conocía había notado que Pandora no era su nombre real, pero que quizá nunca sabría aquel con el que había nacido.
Como fuese me apoyé en la baranda, observé a la gente pasar y sonreí de lado, las miradas curiosas, siempre porque a ella le gustaba estar cubierta, no mostrar su inmortalidad, que se notaba en sus ojos, en su piel, en las uñas, en cada parte de nuestro cuerpo se notaba que hacía más de mil años que vagábamos por el mundo. Pero en mi caso, mi piel era tostada, se volvía como un marfil cuando no bebía sangre, cuando estaba mal herido o a punto de dejar de existir. ¿El secreto? El sol había dado contra mi piel por menos de un segundo, me había achicharrado a los dos mil años y por eso había sobrevivido, claro, si a eso se le podía llamar existir, puesto que el dolor había sido tan severo que estuve años y años como un carbón al igual que aquel hombre que me creó, pero yo había sobrevivido, mi piel se había amarronado, pero mi personalidad fuerte no había desistido a la idea de vivir. — Siempre estas ocultándote, pero eres hermosa, ¿por qué lo haces? ¿No dejarás de sentir temor? — La voz salía tranquila de mi garganta y poco a poco me fui relajando, sonriéndole, mostrando los inadecuados colmillos blancos, una finura que destellaba en la mitad de la noche. Intenté recordar cómo la había conocido exactamente, pero no pude recordarlo, Pandora siempre había sido, valga la redundancia, una caja de sorpresas y extrañezas, casi como un mundo alterno. Pensé en que sería bueno ayudarla a encontrar “aquello”, pero luego volví a pensar lo mismo que hacía mil años, si ella lo encontraba, ¿luego cómo viviría? Si las cosas no eran como ella esperaba nada tendría más sentido.
— Realmente, simplemente el destino quiso que estuviese aquí. Sigo sin tener algo en particular por lo que vivir, aunque podría decirse que encontré a alguien que me hace disfrutar existir un poco más que antes. ¿Caminamos? La gente nunca parará de verte como un bicho raro si no cambias, aunque, creo que antes no usabas ese labial. — Enuncie con curiosidad, me asenté en las maderas bajo mi cuerpo y esperé a que ella comenzara a dar pasos suaves, mantenía la distancia prudencial, aunque ambos sabíamos que no nos haríamos nada, que aunque nos habíamos encontrado y separado de formas extrañas, no había odio, quizá no había ninguna clase de sentimientos, solo una profunda curiosidad, yo por envidiarle un destino que apuntaba a algo específico. Ella… Yo no sabía por qué, pero su rostro siempre me había mirado curiosa, como si fuese un bicho raro, quizá esa noche conocería la razón. —Estamos en momentos difíciles, no deberías haber venido aquí. —
“No es una discusión, nunca lo fue contigo, simplemente hablábamos así.”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 06/04/2013
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Minimal Beat (Privado)
"No intentamos mantenernos vivos. Intentamos mantenernos humanos"
Al igual que la mía, su mirada parecía llena de respeto, pero no dije nada. La caballerosidad que representaba me resultó sumamente agradable y esbocé una sonrisa tranquila y algo formal debido a ello. –Siempre he tenido una imagen muy cortes de ti, y veo que no me equivoco. Como también noto que eres bastante perspicaz. Mencionar mi antiguo nombre romano ya no tiene demasiada relevancia. Me he llamado Pandora desde hace demasiado tiempo y el cambio que le precede es mucho más simbólico. Pandora es tan real como el primero que tuve, mi inmortalidad lo ha marcado así - pretendí con ello negarme a decir el nombre por el que había sido conocida antaño y potenciar la identidad que me había dado el nombre de Pandora, aquél por el que me conocía el mundo vampírico siendo Marius la única excepción. Pero a él era imposible ocultarle nada, me conocía desde que yo era apenas una niña y él incluso continuaba siendo humano. Sin embargo de nuevo me maravillaba la manera de descifrar las cosas que tenía Josseph y por un momento me sentí tentada a mencionar mi nombre para él. “Lydia” dije en mi mente como si en un susurro pretendiera revelárselo a él, al hombre que me resultaba tan fascinante como misterioso en apenas un cruce de palabras y en la mezcla de recuerdos. Viene a mi mente que algunos le llamaban cruel, pero Josseph siempre tuvo la inteligencia para mantenerse con formalidad y autoridad frente a otros sin necesidad de rayar en la soberbia o el teatro y yo sin duda valoraba eso.
Su halago me hizo sonreír luego de él, me complacía. Jugué un poco con él, aunque sin mala fe. Dejé caer la capucha hacia atrás y sacudí la cabeza para que mi espesa cabellera resplandeciera bajo las luces parisinas. Por supuesto, eso no constituye ningún signo para los mortales, ni tampoco el pelo rubio de Marius o el de Lestat. Pero reconozco que mi cabello me encanta, me encanta cuando me cae sobre los hombros como un velo, y me encanta la expresión que veo en los ojos ajenos al verme de ese modo. –No lo hago por temor. Pero no deseo obtener atenciones sobre mí que puedo evitar. Atenciones que ninguno de nosotros puede evadir, siendo sinceros- aclaré porque nuestra piel cambiaba y a pesar de tener varios años menos que él, casi equiparaba la palidez marmolea sobre mis facciones, sin mencionar el tono dorado que habían adquirido mis ojos y cuyo resultado atribuí al hecho de haber bebido la sangre de Akasha, la reina madre, tan antigua y tan fría que el sólo hecho de escuchar su corazón a varios metros de distancia me produce escalofríos.
La curiosidad de Josseph me gustaba, sobre todo porque se atrevía a suponer sin importar nada. Quizás a muchos podría molestarles ese tipo de conducta, pero yo sentía que él no temía a nada, ni siquiera a equivocarse y de nuevo me agradaba. Asentí a la idea de caminar con él y avancé con calma hacia ello sopesando lo que me decía. Yo no creía en el destino, la lógica en la que había sido instruida me lo impedía con sumo gusto al haberse quedado tan adherida a mis ideas. No creía en ninguna explicación que me resultara milagrosa aunque no debería hacerlo, no debería aferrarme tan fuertemente a la razón en un mundo donde existen tan numerosas y horrendas contradicciones y, cuando la razón me fallara, caería irremediablemente en la locura. Pero mi razón y religión lógica eran obviamente la única forma que tenía de soportar todo lo que me había ocurrido, el hecho de ser una bebedora de sangre, de vagar sola por el mundo en busca de alguien que por voluntad propia había perdido y un sin número más de situaciones que no valdría la pena mencionar. –Tú eres tu propia ancla, Josseph. No necesitas a nadie aunque en nuestras condiciones lo más sano para nuestra mente es encontrar compañía. Sin embargo no te noto del todo convencido- acoté y lancé una mirada hacia su lado pero viendo a las personas, que ahora observaban aunque de un modo distinto. –Ellos siempre creerán lo que su imaginación les requiera. Y quizás tienen razón, muchos aciertan en la malicia que podría albergar bajo estas ropas y bajo este labial que me gusta y que da algo de color a mi rostro, algo de “vida” si así puedo llamarlo, pero que se compara más a una colorida y diminuta pincelada sobre un cuadro a blanco y negro- Suspiré.
-Los humanos despiertan, si es a eso a lo que refieres- inquirí mirándolo a los ojos que estaban casi una cabeza por sobre los míos. Unos ojos casi tan fríos como los míos pero haciendo juego en un bello rostro, bajo un cabello suave y castaño que aplacaban la ira de sus facciones fuertes y bien formadas. –Pero debía venir, mi pasado es más peligroso que esta ciudad y lo persigo aunque no es fácil de vencer. Es posible que huya de mí a una velocidad equiparable a la mía. Sea como fuere, siento en ello la emoción de la caza, lo que este mundo moderno llama investigación. ¿No persigues tú lo mismo en esa búsqueda de algún motivo para seguir avanzando, Josseph?- respondí preguntando de modo directo, tal como hacía él e incluso sintiéndome cómoda con ello, aunque en algún momento, sabía bien, representaría una contradicción.
Su halago me hizo sonreír luego de él, me complacía. Jugué un poco con él, aunque sin mala fe. Dejé caer la capucha hacia atrás y sacudí la cabeza para que mi espesa cabellera resplandeciera bajo las luces parisinas. Por supuesto, eso no constituye ningún signo para los mortales, ni tampoco el pelo rubio de Marius o el de Lestat. Pero reconozco que mi cabello me encanta, me encanta cuando me cae sobre los hombros como un velo, y me encanta la expresión que veo en los ojos ajenos al verme de ese modo. –No lo hago por temor. Pero no deseo obtener atenciones sobre mí que puedo evitar. Atenciones que ninguno de nosotros puede evadir, siendo sinceros- aclaré porque nuestra piel cambiaba y a pesar de tener varios años menos que él, casi equiparaba la palidez marmolea sobre mis facciones, sin mencionar el tono dorado que habían adquirido mis ojos y cuyo resultado atribuí al hecho de haber bebido la sangre de Akasha, la reina madre, tan antigua y tan fría que el sólo hecho de escuchar su corazón a varios metros de distancia me produce escalofríos.
La curiosidad de Josseph me gustaba, sobre todo porque se atrevía a suponer sin importar nada. Quizás a muchos podría molestarles ese tipo de conducta, pero yo sentía que él no temía a nada, ni siquiera a equivocarse y de nuevo me agradaba. Asentí a la idea de caminar con él y avancé con calma hacia ello sopesando lo que me decía. Yo no creía en el destino, la lógica en la que había sido instruida me lo impedía con sumo gusto al haberse quedado tan adherida a mis ideas. No creía en ninguna explicación que me resultara milagrosa aunque no debería hacerlo, no debería aferrarme tan fuertemente a la razón en un mundo donde existen tan numerosas y horrendas contradicciones y, cuando la razón me fallara, caería irremediablemente en la locura. Pero mi razón y religión lógica eran obviamente la única forma que tenía de soportar todo lo que me había ocurrido, el hecho de ser una bebedora de sangre, de vagar sola por el mundo en busca de alguien que por voluntad propia había perdido y un sin número más de situaciones que no valdría la pena mencionar. –Tú eres tu propia ancla, Josseph. No necesitas a nadie aunque en nuestras condiciones lo más sano para nuestra mente es encontrar compañía. Sin embargo no te noto del todo convencido- acoté y lancé una mirada hacia su lado pero viendo a las personas, que ahora observaban aunque de un modo distinto. –Ellos siempre creerán lo que su imaginación les requiera. Y quizás tienen razón, muchos aciertan en la malicia que podría albergar bajo estas ropas y bajo este labial que me gusta y que da algo de color a mi rostro, algo de “vida” si así puedo llamarlo, pero que se compara más a una colorida y diminuta pincelada sobre un cuadro a blanco y negro- Suspiré.
-Los humanos despiertan, si es a eso a lo que refieres- inquirí mirándolo a los ojos que estaban casi una cabeza por sobre los míos. Unos ojos casi tan fríos como los míos pero haciendo juego en un bello rostro, bajo un cabello suave y castaño que aplacaban la ira de sus facciones fuertes y bien formadas. –Pero debía venir, mi pasado es más peligroso que esta ciudad y lo persigo aunque no es fácil de vencer. Es posible que huya de mí a una velocidad equiparable a la mía. Sea como fuere, siento en ello la emoción de la caza, lo que este mundo moderno llama investigación. ¿No persigues tú lo mismo en esa búsqueda de algún motivo para seguir avanzando, Josseph?- respondí preguntando de modo directo, tal como hacía él e incluso sintiéndome cómoda con ello, aunque en algún momento, sabía bien, representaría una contradicción.
Pandora11- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Minimal Beat (Privado)
“Siquiera quiero aparentar ser un ser sensible con el corazón latente”
Era el hombre antiguo caminando por la madera del lugar, a paso pausado, con calma y sin resentimientos. Como solía serlo, divertirme solo con aquello que vivía, como una falta de amor propio, quizá mezclado con algo de envidia por saber que ellos vivían, morían y existían por una causa especial, no simplemente porque eran eternos caminantes. Recordaba perfectamente aquella noche hace más de mil años, cuando me pregunte, porqué seguía existiendo. Obviamente no me defraudé a mí mismo y luego de viajar por países que ya había recorrido una y otra vez, lo supe. Estaba para el caos, para molestar la existencia efímera de los humanos, para cerciorarme que aprecien esos corazones porque si no se los sacaría como quien le saca la cáscara a una nuez. Eso era todo, existía porque era mejor que ellos y porque por alguna razón existencial, había sido el elegido y con ello la suavidad eterna de la no muerte estaría conmigo por siempre. O al menos hasta que las esperanzas o el aburrimiento me abrumaran. Pero había algunos inmortales, algunos como ella, que no pensaban igual, que existían por un motivo fijo al igual que los humanos, esperaban encontrar algo al final de un camino que no existe. Buscaban una incongruencia que para mí era insatisfactoria, porque, luego de eso, ¿qué? Desde que la había conocido a ella y a algunas personas más, me había encontrado en aquella encrucijada, ¿realmente se podía tener un destino? ¿Algo por lo que luchar? Recién, después de cuatro mil años como vampiro, en donde había tenido esperanzas que habían sido despedazadas. Recién ahora volvía a encontrar algo por lo que luchar. ¿Me hacía sentir vivo? No. Simplemente me recordaba lo muerto que estaba y lo mucho que me gustaba ser así.
— Muy bien, Pandora. Veremos cuando ‘abran tus labios’, si se correrá el mismo peligro del que tu nombre habla. O si solo será una anomalía. Como tus ojos que cada vez adquieren un color más ancestral, cuesta creerlo algunas veces. — Acentué con una leve pizca de sinceridad, sonriendo para ella, riendo para mí. Observando su silueta y como con una batalla de palabras podía lograr que su belleza resaltara en aquel puente que sin duda tenía tantos años como yo y ella. Antiguo, lleno de sueños que se cargaron en la punta. Tan sublimes eran esas costumbres, ir, tirar una flor y esperar porque la diosa esté al final del camino para concederles el deseo. En algún punto, era patético, en otro, un hilo de esperanza para los desamparados. —Las atenciones son las únicas que suelen hacerme feliz. Claro que hoy no las necesito para ello, tu presencia basta, repetiré, solo por hoy. — Quise tocar suavemente su mentón, pero me detuve al instante y solo me atenué para que el paso se dirigiera a lo largo del lugar. Le dábamos el perfil al Sena, que sin duda brillaba en la noche, en una luna casi redonda, plagada de aquella aura ancestral que se deleitaba con la salida de los licántropos, probablemente en la siguiente noche, los perros saldrían a aullar, a doblegarse en sus cuerpos, hasta perder la conciencia.
Dejé salir una suave risa, ella mantenía las palabras indicadas en la lengua y las soltaba justo cuando yo quería inevitablemente cambiar el tema de conversación. Pero ¿Qué se podía hablar? Éramos dos seres antiguos, incapaces de recordar completamente cómo es ser un humano; sufridos por el eterno paso del tiempo, que no nos saca tan siquiera una arruga de la depresión, ni aunque queramos sufrir, somos iguales, una máscara infinita. Suspiré y volví a sonreírle, marcando mis colmillos en el paso. —He sido mi propia ancla durante casi cuatro mil años, es un tanto complicado, Pandora. Creo que ya te lo había dicho hace años, la última vez que te vi. Cuando tienes un destino al cual perseguir, es más difícil y más fácil al mismo tiempo. ¿Has encontrado alguna pista en todo este tiempo? ¿Aventuras? Yo no me he cansado de ser un mal perdedor con ellos, es divertido, me hace sentir “vivo” porque yo no me puedo conformar con un labial, aunque, a mí también me gusta. — Acoté cual Don Juan y observé lo que ella, las personas caminando, mirando, asombrándose por una belleza que no podían llegar a comprender. Una piel tan pálida, suave y completamente lubricada, que parecería ser un simple lienzo pintado a mano. Ella parecía tan antigua, que algunas veces daba miedo pensar que tan solo tenía unos miles de años.
Fue entonces cuando una pizca de información voló a mis labios, desde los ajenos. Observé, calculé y medité. Sentí la espesa capa de niebla que nos invadía por el norte de la ciudad, ya terminando el puente del Sena, pasando a lo que sería el borde de la arena, donde muchas personas vendían sus chucherías y los falsos gitanos se acercaban a leer la mano. Era la noche la que convocaba a las bestias. — La tecnología ha ido avanzando mucho sin lugar a dudas, está por llegar lo que los humanos llaman “Revolución Industrial”. Y estaré aquí, existiendo para verla. Aunque, estuve un tiempo bajo tierra, hace algunos años, cuando empecé a desesperarme por este vivir miserable. Volví sin entender demasiado, pero son increíbles, me sorprenden. Y me sorprende tu cacería, tu eterno sinfín. ¿Pensaste en pedir…me, ayuda? — Bromeé en parte, observando su andar, poniendo las manos dentro de los bolsillos de mi saco de época, mirando fijo hacía delante, desviando la vista solo cuando algún molesto humano se acercaba para venderme algo que siquiera podría tener el placer de usar. Tantas cosas que no servían, comidas, platos de todas las variedades y en mis labios solo el sabor de la sangre se podía palpar. — ¿Haz convertido a alguien en todo este tiempo? — Pregunté curioso, tomando un adorno con forma de dragón que había en una de las mesas, donde toda clase de figuras se mostraban con joyas preciosas. Pensé en comprarlo y me arrepentí al solo toque.
“Una reliquia invaluable que no tengo el placer de saborear”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 06/04/2013
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Minimal Beat (Privado)
"Josseph, eres un enigma para mí"
-He guardado este secreto por casi dos mil años, Josseph y nada de lo que ocurre en este siglo podría lograr que de mis labios surja aquél nombre que eligieron para mí al nacer. Aún así me embarga la curiosidad, hablas tan seguro que, de no tener una idea acerca de ti, creería que se trata de una amenaza.- y así lo parecía aunque los gestos y sonrisas de Josseph me hicieran sentir de otro modo. Él era así, tan natural, tan único y tan certero que en algún punto todo aquello se mezclaba y se convertía en uno de sus mayores atractivos, uno que por eso mismo lograba que cualquiera se mantuviera al margen de su sola voz. Y yo, no cedería.
El nombre más largo que llegué a usar para mí fue “Pandora de Atenas”. Me desligué con gusto de mi nombre humano porque aquél llevaba consigo toda mi historia familiar, el exterminio de una familia poderosa como la mía, mis remordimientos, mi tormento. Muchas veces me cuestioné si yo fui la causa del infortunio de mi familia por haber rendido culto en el templo de Isis. Quizás porque tenía la vaga idea que Tiberio lo tuvo en cuenta. Cuando sacrificaron a los sacerdotes, no moví un dedo. ¿Qué deseaba de mí la madre Isis? Recordar todo aquello me hace sentir de nuevo ese creciente impulso de morir que sentí hace tantos años y me perturba. Sé ahora con claridad que Josseph no es capaz de abrir mis labios para decir mi verdadero nombre, pero es capaz de abrir mis recuerdos como la leyenda de la caja que lleva el nombre que uso, como la caja de todos los males y, eso es peor que lo primero.
Suspiré y parpadee un par de veces intentando retirar tantos recuerdos repentinos de mi mente. No podía sumirme en un estado delirante, enajenado. Si lo permitía, toda la debilidad que se había ido acumulando en mi interior estallaría como un torrente. –A mí también me cuesta creer que sucede de una manera tan vertiginosa. Sé que cualquier día podré incluso parecer ciega, aunque el brillo que poseen mis ojos también aumenta con los años y eso puede ser tan aterrador para los humanos, como peligroso para mí- “Me delata como inmortal y como Pandora, para quienes han deseado mi muerte”, pensé. ¿Qué clase de inmortal logra mover tantas ideas en mí en apenas unos minutos? Me asombra y me agrada la sensación por más que traiga pesar con ella. -¿Alguna vez viste algo parecido?- quise saber al desconocer yo misma de un caso como ese.
Reí por lo bajo cuando habló de llamar la atención. A mí me encantaba hacerlo y recuerdo bien que mi padre tuvo que disculparse muchas veces por mis interrupciones para citar a Ovidio o para recitar poesía. Incluso las charlas de hombres sobre filosofía me emocionaban tanto que jamás tuve temor alguno de entrometerme y acotar una u otra cosa. Todos lo sabían, ellos aplaudían mi elocuencia para hablar. Ellos me festejaban este carácter que también forjaron los años. –Un “solo por hoy” es suficiente para mí considerando lo poco que hemos coincidido para vernos.- respondí con cierto aire a halago. Me pareció de nuevo un perfecto caballero, furioso, atrapado en unas extrañas circunstancias pero digno, razonando con la suficiente vehemencia para reforzar su espíritu.
-Eres uno de los más antiguos que conozco y la fuerza que me inspiras va mucho más allá de tu edad. No me cabe duda que eres capaz de mantenerte sólo y firme e incluso llegaría a pensar que jamás has tomado un sueño de años para retomar el rumbo que sea.- Afirmé cuando en realidad debió haber sido una pregunta. –Las pistas son más rápidas que yo o, quizás él no quiere ser encontrado ¿Quién sabe?- expresé con esa idea que tantas veces había venido a mi mente y que se hacía más fuerte conforme pasaba el tiempo. Su sinceridad me merecía algo más de la mía. –Pero me mantengo como si eso fuera lo que persigo sin remedio. En eso tienes razón de nuevo.- mencioné y no pude menos que retomarle la mirada y sonreírle cuando mencionó lo del labial.
-Dan tantos pasos adelante como pasos atrás. Casi puedo afirmar que veremos tales horrores que incluso uno de los nuestros podría parecer inocente.- acoté y más temprano que tarde tuve mi respuesta a esa idea hipotética de su entierro de años. Como se espera de los antiguos, así era. –Me sorprende más a mí tu talante. Dime, Josseph ¿No ha habido en tantos años alguien que te dé este impulso que poseo yo por hallarlo?- la pregunta surgió tranquila y casi al tiempo llevé mi mano unos centímetros arriba de su muñeca para apoyarla con suavidad – Sé que de saber algo, me lo dirías- susurré con tal dulzura y paciencia que la seguridad que acompañaba tal frase continuaba latente.
La gente iba y venía y mientras él los observaba con cierto recelo, yo lo hacía con absoluta curiosidad. Incluso intercambié dinero con un gitano por un atrapador de sueños en un movimiento tan veloz que casi se podía sentir el miedo. Acaricié el objeto con los dedos tan sólo para sentir la textura. Yo no necesitaba soñar, sólo saciar mi curiosidad. –Hermoso objeto, los dragones siempre han representado bastante e incluso de utilizarse aún algo como un blasón consideraría esa imagen digna de tu carácter- mencioné cuando él dejó el objeto con aire contrariado. –No lo considero conveniente, no me atrevería a entregar esto a otro- respondí finalmente sin atreverme a devolver una pregunta como aquella. -Empiezo a creer que aunque me respondas cualquier duda acerca de ti, me continuarás resultado un completo enigma.-
El nombre más largo que llegué a usar para mí fue “Pandora de Atenas”. Me desligué con gusto de mi nombre humano porque aquél llevaba consigo toda mi historia familiar, el exterminio de una familia poderosa como la mía, mis remordimientos, mi tormento. Muchas veces me cuestioné si yo fui la causa del infortunio de mi familia por haber rendido culto en el templo de Isis. Quizás porque tenía la vaga idea que Tiberio lo tuvo en cuenta. Cuando sacrificaron a los sacerdotes, no moví un dedo. ¿Qué deseaba de mí la madre Isis? Recordar todo aquello me hace sentir de nuevo ese creciente impulso de morir que sentí hace tantos años y me perturba. Sé ahora con claridad que Josseph no es capaz de abrir mis labios para decir mi verdadero nombre, pero es capaz de abrir mis recuerdos como la leyenda de la caja que lleva el nombre que uso, como la caja de todos los males y, eso es peor que lo primero.
Suspiré y parpadee un par de veces intentando retirar tantos recuerdos repentinos de mi mente. No podía sumirme en un estado delirante, enajenado. Si lo permitía, toda la debilidad que se había ido acumulando en mi interior estallaría como un torrente. –A mí también me cuesta creer que sucede de una manera tan vertiginosa. Sé que cualquier día podré incluso parecer ciega, aunque el brillo que poseen mis ojos también aumenta con los años y eso puede ser tan aterrador para los humanos, como peligroso para mí- “Me delata como inmortal y como Pandora, para quienes han deseado mi muerte”, pensé. ¿Qué clase de inmortal logra mover tantas ideas en mí en apenas unos minutos? Me asombra y me agrada la sensación por más que traiga pesar con ella. -¿Alguna vez viste algo parecido?- quise saber al desconocer yo misma de un caso como ese.
Reí por lo bajo cuando habló de llamar la atención. A mí me encantaba hacerlo y recuerdo bien que mi padre tuvo que disculparse muchas veces por mis interrupciones para citar a Ovidio o para recitar poesía. Incluso las charlas de hombres sobre filosofía me emocionaban tanto que jamás tuve temor alguno de entrometerme y acotar una u otra cosa. Todos lo sabían, ellos aplaudían mi elocuencia para hablar. Ellos me festejaban este carácter que también forjaron los años. –Un “solo por hoy” es suficiente para mí considerando lo poco que hemos coincidido para vernos.- respondí con cierto aire a halago. Me pareció de nuevo un perfecto caballero, furioso, atrapado en unas extrañas circunstancias pero digno, razonando con la suficiente vehemencia para reforzar su espíritu.
-Eres uno de los más antiguos que conozco y la fuerza que me inspiras va mucho más allá de tu edad. No me cabe duda que eres capaz de mantenerte sólo y firme e incluso llegaría a pensar que jamás has tomado un sueño de años para retomar el rumbo que sea.- Afirmé cuando en realidad debió haber sido una pregunta. –Las pistas son más rápidas que yo o, quizás él no quiere ser encontrado ¿Quién sabe?- expresé con esa idea que tantas veces había venido a mi mente y que se hacía más fuerte conforme pasaba el tiempo. Su sinceridad me merecía algo más de la mía. –Pero me mantengo como si eso fuera lo que persigo sin remedio. En eso tienes razón de nuevo.- mencioné y no pude menos que retomarle la mirada y sonreírle cuando mencionó lo del labial.
-Dan tantos pasos adelante como pasos atrás. Casi puedo afirmar que veremos tales horrores que incluso uno de los nuestros podría parecer inocente.- acoté y más temprano que tarde tuve mi respuesta a esa idea hipotética de su entierro de años. Como se espera de los antiguos, así era. –Me sorprende más a mí tu talante. Dime, Josseph ¿No ha habido en tantos años alguien que te dé este impulso que poseo yo por hallarlo?- la pregunta surgió tranquila y casi al tiempo llevé mi mano unos centímetros arriba de su muñeca para apoyarla con suavidad – Sé que de saber algo, me lo dirías- susurré con tal dulzura y paciencia que la seguridad que acompañaba tal frase continuaba latente.
La gente iba y venía y mientras él los observaba con cierto recelo, yo lo hacía con absoluta curiosidad. Incluso intercambié dinero con un gitano por un atrapador de sueños en un movimiento tan veloz que casi se podía sentir el miedo. Acaricié el objeto con los dedos tan sólo para sentir la textura. Yo no necesitaba soñar, sólo saciar mi curiosidad. –Hermoso objeto, los dragones siempre han representado bastante e incluso de utilizarse aún algo como un blasón consideraría esa imagen digna de tu carácter- mencioné cuando él dejó el objeto con aire contrariado. –No lo considero conveniente, no me atrevería a entregar esto a otro- respondí finalmente sin atreverme a devolver una pregunta como aquella. -Empiezo a creer que aunque me respondas cualquier duda acerca de ti, me continuarás resultado un completo enigma.-
Pandora11- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Minimal Beat (Privado)
“Lo soy, hasta para mí. En miles de años, uno se encuentra a sí mismo y poco a poco, se va olvidando de lo que encontró.”
Sus ojos eran como dos pozos que hacían que uno se pierda, me recordaban a un mar de plegarias que había escuchado en todos esos años pasados. Gente implorando vivir y al instante escuchar el crackeo de sus almas tan blancas pero impuras, en las guerras, en los pueblos masacrados. Pero ella en parte seguía viva, seguía existiendo, pero también parecía muerta, más muerta que yo mismo. Y aun así me agradaba como se sujetaba a sus pensamientos, como no caía en mis pedidos, guardaba sus secretos tanto como su amor indefinido por aquel que aún buscaba. —No podría amenazarte, eres más que eso. — Sonriendo, mordiendo mi labio con picardía, mientras mis ojos azules se teñían con los ajenos. Podría estar investigándolos una eternidad, que jamás comprendería la profundidad de los mismos. Seguí sus pasos, las manos se me entrelazaban en la parte de atrás del cuerpo, la escuchaba, reía y mis orbes volvían a recorrerla infinitas veces. — ¿Mmm? No creo, he visto inmortales ciegos, pero porque la perdieron como seres vivos o en la conversión. También encontré uno que tenía huecos como ojos, personas tan antiguas que no ya parecían de mármol, no se podían mover y terminaron muriendo. Ellos tenían algo similar, pero no se acercan a ti. Porque los tuyos brillan. — Pensé en unos ojos claros, que se volvían cada vez más opacos, lejos de Francia allá donde Ramsés había gobernado, muchos vampiros viejísimos se escondían. En las profundas pirámides, me preguntaba si aún seguirían allí algunos.
Fue entonces cuando sus palabras batallaron en el aire. Buscar algo eternamente, como un fundamento para la existencia. Me estimulaba, me daba la sensación que en ese mismo momento era eso lo que yo quería y no dudé en aferrarme. Como siempre lo había hecho, robar ideas, ideales, tomarlos como míos hasta no desearlos más y tirarlos a la basura. Volviendo a buscar algo que para llenar el vacío de unos años sin sentido. — Tendrás que ser más rápida entonces. No dejes que se te escape. Aún no sé cómo no te has vuelto loca, de furia al menos. Aunque, respeto tu serenidad y capacidad de mantenerte firme. — Expliqué yo mismo lo que en parte era una pregunta y seguí observando el camino que se nos ofrecía por los lados del Sena, tan flameante y exquisito como siempre lo recordaba y entonces una risa quizá algo gruesa y áspera salió de mis labios. Negué y luego asentí con la misma diversión. Ella tenía razón, los humanos, ellos progresaban y al mismo tiempo se volvían más insensibles, esclavos y más sirvientes, muertes por cosas ilógicas, trabajos sin paga, con pan y agua. Teniendo tanto, hacían tan poco. —Tienes razón, aunque algunos son tan pomposos como los de nuestra clase. Quizá hasta estén compitiendo. Ya han sido más de cinco decapitaciones esta semana, los matan como pisar cucarachas, aunque supongo que la muerte es tan dulce para ellos como para algunos de nosotros. —
Observé sus dedos, sus pequeñísimas falanges que se apoyaban con las yemas en una piel suave y seca que era la mía. Me quedé viendo aquello unos momentos, pensativo, como si estuviese cargando la respuesta, dándole carbón a mi cerebro para que pueda pensar carburar. ¿Había alguien así? ¿Yo le diría si sabía algo de aquel que ella estaba buscando? Me costó, sentí las mentiras en la punta de la lengua, pero al final, su pasión y seguridad hacía conmigo me hicieron ceder. — No creo que sea la misma situación, pero hubo una mujer que amé con casi la misma intensidad, pero la hice polvo hace más de mil años. Supongo que desde ese entonces no me ha gustado esa sensación y ahora he encontrado algo similar, supongo que terminará de la misma forma. — Bromé en parte y levanté la mirada a la ajena, subiendo la mano contraria a la que ella tenía, apenas deslicé los dedos por su mejilla, acomodando sus lacios cabellos hacía un costado. — Jamás podría saber algo de esa persona, porque no sé nada que me de pistas. Pero sí, lo haría, más tarde que temprano siendo que te veo cada muchos siglos. — Acentué antes de tiempo y me reí muy suavemente, mirando al frente, estirando el cuello con cuidado, sintiendo como sonaban algunos huesos. Había observado muy de reojo como compraba un artefacto extraño, una de esas cosas que usaban para no soñar cosas malas, era extraño, lleno de hilos por todos lados, no dije nada al respecto, tan solo volví a mirar al dragón.
Con suspiros que salían de mí como un huracán, elevé la mirada al espantoso humano que deseaba arrebatarme el dinero de los bolsillos y con una risa más bien disgustada terminé entregándole uno de los vales tan codiciados del banco. Lo solté sin importarme lo que valiera y me llevé el dragón antipáticamente al bolsillo. — Odio los dragones, parecen una plaga en mi cerebro. Yo tampoco lo considero conveniente, los neófitos están alborotando nuestras vidas si te lo pones a pensar. Yo creé a la mujer que amé y de la misma manera me encargué de terminar con ella… Cuando dejó de amarme. — La miré a los ojos y en parte pensé en su historia, ella podría haber terminado como aquel ente, la femenina que ya empezaba a no recordar, con los años, se perdía su mirada, se deterioraba el recuerdo de su forma y personalidad. Mordí mi labio, sonreí discreto y con la mano derecha giré el dragón en mi bolsillo, lo di vueltas hasta pincharme con la cola. — No eres la única que piensa en esas cosas. Tu eres más un recuerdo imposible de imaginar para mí, que una amiga de los años. Algunas veces, cuando pienso en ti, me pregunto “¿Era real o solo me la inventaba en mi cabeza en mi tiempo libre?” —
“Aún no recuerdo cómo fue que no deseé tenerte cuando en primera instancia te conocí.”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 06/04/2013
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Minimal Beat (Privado)
"Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran"
-Lo sé- afirmé creyendo que Josseph a pesar de su fuerza no iba a amenazarme y, tampoco es que yo le diera motivo alguno para hacerlo. Más allá de eso, él sonreía como no lo había visto hacer la última vez que lo vi y eso me hacía creer que su inmortalidad era más grata ahora, en medio de este París caótico y plagado a más no poder de sobrenaturales de todo tipo ¿Compartía él con alguien su eternidad? No quise preguntar de modo tan directo, ya de algún modo había buscado saberlo pero no pretendía ahondar en el tema e incomodarlo, sobre todo cuando estaba disfrutando de su compañía como lo venía haciendo. Pero ¿A qué se refería cuando decía “más que eso”? dejé la pregunta en el tintero de mis pensamientos y sencillamente continué avanzando con él.
-La ceguera es un precio demasiado alto en la inmortalidad. No imagino cómo se podría continuar sin poder ver los cambios de cada siglo, sin enloquecer en el intento de resistir a la curiosidad a todo, incluyendo a nuestro modo de vivir. Ninguno de nosotros tiene el sol, pero el no poder ver los astros nocturnos me parece aún más aterrador que perder cualquier amanecer- suspiré, inevitablemente todo me recordaba a Homero, él era ciego, pero no inmortal, lamentablemente para quienes disfrutamos de sus historias, pero una suerte para él. Era curioso recordarlo, ahora venía a mi mente algo que dijo alguna vez cuando no se sabía de dónde provenía y que, en ese instante, sentí que me aplicaba por completo «¿Por qué me preguntas mi linaje? Como el linaje de las hojas soy» decía aquél a quien tanta admiración le mantengo a pesar de los años y el mismo a quien le acuñaría la frase siempre que pudiera recordarla. Era una salida sabia a las muchas preguntas. –También he visto algunos de los que no se mueven, de los que son tan frágiles y duros al tiempo que se pueden quebrar fácil, pero tampoco he visto en otro inmortal unos ojos como los míos y quizás es por eso que una ligera preocupación me recorre de vez en cuando- admití pero centré mi mirada en sus ojos que casi parecían sonreírme. Aquél hombre lograba en mí una comodidad que no imaginé posible antaño.
-Ya ha escapado, sólo quedan mis intentos envueltos en una idea de esperanza diferente, deforme. Quizás es por ello que mantengo esta especie de cordura, por una motivación frente a una realidad que me lleva la contraria. Pero me aferro a esto para seguir viviendo, para que el hastío de los días no me alcance primero a mí. Pero tú sabes de paciencia a tu modo, de lo contrario ¿Cómo podrías haber llegado hasta este año?- mis cuestionamientos parecían siempre afirmaciones, unas que envolvía en la sutileza y suavidad de mis palabras como si buscara auto-alentarme de algún modo.
Le escuché la primera carcajada y la disfruté, esos cambios me permitían saber un poco más sobre él, a quien observaba cuando podía y analizaba cuando lo provocaba. Pero en el fondo me pareció que esa risa tenía su malicia, lo consideré así cuando habló de las decapitaciones con tal calma que evité asombrarme recordando lo que sabía de él hace unos años –Decapitaciones, la hoguera, cualquier riña… en tiempos pasados era la muerte quien nos buscaba, ahora todo parece haber dado vuelta y quizás por mantenernos en calma es que continuamos caminando- aquello era triste, la humanidad me inspiraba una belleza que se iba convirtiendo en horror con el paso de los minutos. La obra de arte que representaban, buscaba volverse basura por mérito propio.
Me sorprendí al saber que mató a la que una vez fue su amante, sobre todo porque decía que había amado con intensidad. Pero como se ama, se odia y es en esos arrebatos donde se cometen locuras. Fue por eso que yo abandoné al mismo hombre al que ahora buscaba. –Podría aterrarme lo que dices si no supiera lo que realmente significa amar a otro. Es la mejor de las suertes a veces, otras la peor de las cadenas… al punto que a veces sólo quieres soltarlas y ya.- hice una pausa luego de hablar en tono solemne cuando su mano se deslizó delicada por mi mejilla y me despejó el rostro de un par de cabellos que habían ido al frente a causa del poco viento. Aquello me agradó y sé que Marius se enojaría si supiera que me sentía a gusto con ese modo de Josseph de tratarme –Pero luego de un modo u otro quieres volver a ellas. Sin embargo no siempre debe terminar igual, no si eso alimenta de algún modo tus noches, Josseph, no si dolerá luego- hablé con tal paz que era obvio que intentaba evitarle algún sufrimiento aunque no estaba realmente en mis manos, pero, más valía exponerlo ahora que luego sentir algún aguijón sobre mi sensible conciencia. Yo no podía proteger nunca a alguien como él, pero esa extraña sensación se apoderó de mí por un momento e incluso dejé de mirarlo para ver hacia el frente, a otros, a sus vidas corriendo como las monedas que buscaban para sobrevivir. –Tal vez deba dejarlo ir de una vez por todas, sería más fácil. Pero mi problema es que jamás me gustó la facilidad en nada- hubiera suspirado de nuevo si el muchacho desesperado por dinero no hubiera casi correteado en frente de Josseph para apresurar su paga por el dragón. Pero estaba tan rebosante de juventud que era apenas comprensible. –¿Los odias por su fuego o porque ejercen algo sobre ti?- me atreví a preguntar mientras le miraba y retiraba mi mano de su brazo. ¿Sería capaz Marius de matarme si dejaba de amarlo? Lo dudaba -¿Se puede dejar de amar o será que nunca se amó?- el provocaba tantas preguntas en mí que no era capaz de callarlas todas, menos cuando mi mente absorbía la conversación con absoluto agrado.
Seguíamos avanzando e incluso quise decirle algo que me inquietaba pero me detuve cuando una duda más compleja me impidió pensar en la solución -¿Un recuerdo imposible de imaginar?- una sonrisa se dibujó en mis labios para él mientras le observaba con solemne deleite –Me gusta saber que en estos años te has acordado de mí. Quizás sea inadecuado que lo diga de ese modo, pero me es grato.- de nuevo mi mano se posó en su brazo, como si quisiera decirle que ahí estaba, aunque no sabía bien porque él decía que yo no podía ser real –Lo soy, tanto como la persona que nos sigue desde hace al menos diez minutos…-
-La ceguera es un precio demasiado alto en la inmortalidad. No imagino cómo se podría continuar sin poder ver los cambios de cada siglo, sin enloquecer en el intento de resistir a la curiosidad a todo, incluyendo a nuestro modo de vivir. Ninguno de nosotros tiene el sol, pero el no poder ver los astros nocturnos me parece aún más aterrador que perder cualquier amanecer- suspiré, inevitablemente todo me recordaba a Homero, él era ciego, pero no inmortal, lamentablemente para quienes disfrutamos de sus historias, pero una suerte para él. Era curioso recordarlo, ahora venía a mi mente algo que dijo alguna vez cuando no se sabía de dónde provenía y que, en ese instante, sentí que me aplicaba por completo «¿Por qué me preguntas mi linaje? Como el linaje de las hojas soy» decía aquél a quien tanta admiración le mantengo a pesar de los años y el mismo a quien le acuñaría la frase siempre que pudiera recordarla. Era una salida sabia a las muchas preguntas. –También he visto algunos de los que no se mueven, de los que son tan frágiles y duros al tiempo que se pueden quebrar fácil, pero tampoco he visto en otro inmortal unos ojos como los míos y quizás es por eso que una ligera preocupación me recorre de vez en cuando- admití pero centré mi mirada en sus ojos que casi parecían sonreírme. Aquél hombre lograba en mí una comodidad que no imaginé posible antaño.
-Ya ha escapado, sólo quedan mis intentos envueltos en una idea de esperanza diferente, deforme. Quizás es por ello que mantengo esta especie de cordura, por una motivación frente a una realidad que me lleva la contraria. Pero me aferro a esto para seguir viviendo, para que el hastío de los días no me alcance primero a mí. Pero tú sabes de paciencia a tu modo, de lo contrario ¿Cómo podrías haber llegado hasta este año?- mis cuestionamientos parecían siempre afirmaciones, unas que envolvía en la sutileza y suavidad de mis palabras como si buscara auto-alentarme de algún modo.
Le escuché la primera carcajada y la disfruté, esos cambios me permitían saber un poco más sobre él, a quien observaba cuando podía y analizaba cuando lo provocaba. Pero en el fondo me pareció que esa risa tenía su malicia, lo consideré así cuando habló de las decapitaciones con tal calma que evité asombrarme recordando lo que sabía de él hace unos años –Decapitaciones, la hoguera, cualquier riña… en tiempos pasados era la muerte quien nos buscaba, ahora todo parece haber dado vuelta y quizás por mantenernos en calma es que continuamos caminando- aquello era triste, la humanidad me inspiraba una belleza que se iba convirtiendo en horror con el paso de los minutos. La obra de arte que representaban, buscaba volverse basura por mérito propio.
Me sorprendí al saber que mató a la que una vez fue su amante, sobre todo porque decía que había amado con intensidad. Pero como se ama, se odia y es en esos arrebatos donde se cometen locuras. Fue por eso que yo abandoné al mismo hombre al que ahora buscaba. –Podría aterrarme lo que dices si no supiera lo que realmente significa amar a otro. Es la mejor de las suertes a veces, otras la peor de las cadenas… al punto que a veces sólo quieres soltarlas y ya.- hice una pausa luego de hablar en tono solemne cuando su mano se deslizó delicada por mi mejilla y me despejó el rostro de un par de cabellos que habían ido al frente a causa del poco viento. Aquello me agradó y sé que Marius se enojaría si supiera que me sentía a gusto con ese modo de Josseph de tratarme –Pero luego de un modo u otro quieres volver a ellas. Sin embargo no siempre debe terminar igual, no si eso alimenta de algún modo tus noches, Josseph, no si dolerá luego- hablé con tal paz que era obvio que intentaba evitarle algún sufrimiento aunque no estaba realmente en mis manos, pero, más valía exponerlo ahora que luego sentir algún aguijón sobre mi sensible conciencia. Yo no podía proteger nunca a alguien como él, pero esa extraña sensación se apoderó de mí por un momento e incluso dejé de mirarlo para ver hacia el frente, a otros, a sus vidas corriendo como las monedas que buscaban para sobrevivir. –Tal vez deba dejarlo ir de una vez por todas, sería más fácil. Pero mi problema es que jamás me gustó la facilidad en nada- hubiera suspirado de nuevo si el muchacho desesperado por dinero no hubiera casi correteado en frente de Josseph para apresurar su paga por el dragón. Pero estaba tan rebosante de juventud que era apenas comprensible. –¿Los odias por su fuego o porque ejercen algo sobre ti?- me atreví a preguntar mientras le miraba y retiraba mi mano de su brazo. ¿Sería capaz Marius de matarme si dejaba de amarlo? Lo dudaba -¿Se puede dejar de amar o será que nunca se amó?- el provocaba tantas preguntas en mí que no era capaz de callarlas todas, menos cuando mi mente absorbía la conversación con absoluto agrado.
Seguíamos avanzando e incluso quise decirle algo que me inquietaba pero me detuve cuando una duda más compleja me impidió pensar en la solución -¿Un recuerdo imposible de imaginar?- una sonrisa se dibujó en mis labios para él mientras le observaba con solemne deleite –Me gusta saber que en estos años te has acordado de mí. Quizás sea inadecuado que lo diga de ese modo, pero me es grato.- de nuevo mi mano se posó en su brazo, como si quisiera decirle que ahí estaba, aunque no sabía bien porque él decía que yo no podía ser real –Lo soy, tanto como la persona que nos sigue desde hace al menos diez minutos…-
Pandora11- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Minimal Beat (Privado)
“Nos cegamos porque no hay nada más perfecto, que hacer lo que se nos da la gana”
Escuchaba su razonamiento y al mismo tiempo recordaba a aquellos seres que había conocido, ninguno disfrutaba de la eternidad que tenían en manos. Todos terminaban tristes y deseando morir, histéricos por la maldición de la cual no tenían salida, así que en gran medida, ella tenía razón. Sonreí, pocas veces me ponía a pensar lo fácil que era todo para mí. Poder ver y disfrutar cada instante de mi infinita existencia era algo normal, algo que hacía simplemente porque allí estaba. Y mucho menos llegaba a pensar en la pena que daban las demás personas, eso sin duda, era algo que pocos podían hacer que razone. Prefería estar en mi mundo, mantenerme en mi hermosa caja adornada de caprichos. Desde siempre había luchado por lo que quería, había hecho guerras con tal de obtener las cosas. No me consideraba alguien obediente, se supone que en el mundo debe haber catástrofes y alguien las debe crear. Me mordí el labio inferior con suspicacia, casi parecía idolatrar a la vampiresa que tenía frente a mí. — Sí, es extraño, supongo que debe haber sido alguna sangre que hayas probado. Dudo que otra cosa pueda alterar físicamente los rasgos de un ser de la noche. — Respondí con calma, mirando de reojo esos vidriosos ojos que sospechaban de mí en algunos momentos. Parecían querer leerme la mente, pero yo sabía que eso no podía pasar. Mi bloqueo mental era muy fuerte, tenía miles y miles de años ensayándolo. Era el primer poder que había despertado, la privacidad, era una de las cosas que más apreciaba.
— ¿Paciencia? Esa palabra no creo que me defina exactamente. Me gusta vivir, cada año que pasa hay inventos nuevos, intento mantenerme en constante movimiento. No me miro al espejo y tampoco hago mucho contacto con humanos. De ese modo estoy tranquilo, cuando alguien me gusta mucho me quedo a su lado un tiempo, suelen aburrirme, así que me voy antes de que envejezcan. Es una marea constante en un mar muerto. Porque parezco estancado, pero en tiempos diferentes. — Expliqué con el mayor de los cuidados, pensando en cómo los siglos habían ido pasando. Diferentes filósofos, formas de pensar, revoluciones, cambios en las políticas de estado. Y siquiera había dormido una vez, era un record sin duda alguna. Y seguí disfrutando el camino, los pasos parecían ser infinitamente lentos con ella a mi lado, pero no así mismos aburridos. Al contrario, cada muchos siglos, era entretenido tener un conector a tierra, que me bajara para observar el mundo en el que vivíamos. — Fue un arrebato, quise que me devolvieran lo que era mío, sin darme cuenta que ya no me pertenecía en lo absoluto. Y quizá cuando lo noté, fue lo que más ira me dio y lo que terminó haciendo que la destruyera. ¿Piensas que dolerá mucho? Sí, quizá en parte. Esas cosas me desquician, tendría que haber aprendido más de ética en los años anteriores. — Le sonreí con ironía, al tiempo que la observaba mirando al frente, casi como si fuese un espejismo. Enarqué la ceja, dudando de todo lo que estaba a mí alrededor. ¿Sería mejor darme media vuelta e irme a tomar aquello que había proclamado como mío?
Suspiré en un consuelo y con los dedos seguí acariciando el dragón que tenía en mi bolsillo, escuchaba sus palabras, intentaba memorizarlas, siempre era bueno tener un poco más de ella. Aun cuando sabía que luego lo olvidaría, dejé que libremente tome mi brazo, la sentí y en ese instante me reí. Sí, ya sabía que ella estaba allí, pero sin duda fue sorprendente recordarlo. —Si lo dejas ir, sería como darte por vencido. Esa no es una opción. Y… es por el fuego, que sin duda, ejerce algo sobre mí. Es una debilidad y no me gusta. […] Creo que se puede dejar de amar. ¿No dicen que el amor solo dura siete meses? Luego te acostumbras a la otra persona, te amoldas y el cariño puede seguir o se puede quebrar. Debe tratarse de percepciones y de todos modos, no creo que esa ley se aplique con nosotros. Porque también dicen que no se vive más de cien años. — Mis labios se abrieron, la risa fluyó y sin duda la miré, cien años, que miseria de vida era esa cantidad. Inminente muerte era la que les deparaba a todos esos humanos y nosotros seguiríamos existiendo remotamente, sin descanso y con la misma juventud eterna. Quizá por no demasiados milenios más para mí, ya que a pesar de ser inmortal, terminaría rompiéndome en un montón de piezas de mármol. Lo sabía y por supuesto, lo aceptaba. Si a esta edad no era amigo de la muerte, no lo sería nunca. — Claro que sí, eres la única inmortal con la que no he pasado mis días en la cama. Y eso es mucho decir. Quizá esta vez podría ser diferente, pero ya sabes, tengo la mente ocupada. Y se ve que demasiado. — Aludí ante su último ensamble de palabras, miré de reojo a un costado y cerré los ojos con infinito desprecio. Afianzando la muñeca de la mujer a mí, para acercarme con un falso romanticismo a su mejilla. — ¿Quieres cenar Mademoiselle o solo quieres dejar de sentirte espiada? Hoy me siento con ganas de darle placer a los demás. — Con algo de impaciencia lo exclamaba, deseoso por agarrar ese par de piernas lejanas y separarlas de su torso. Que bello sería tan solo divertirme una vez más. Fue entonces cuando me detuve, mirando unas alhajas del costado, esparcidas en una mesa de madera. Levanté un collar de perlas finas y lo puse sobre su cuello, mirándolo con detenimiento, desviando los ojos de manera pícara y apenas infantil al escote de sus ropas. Luego alzaba la mirada, posando mis ojos sobre los suyos, esperando su opinión al respecto de quien nos perseguía. ¿Sería un inquisidor? Sin duda lo dejaría como alfombra nueva si se trataba de uno de ellos. Les debía unas cuentas muertes. Después de todo, casi habían logrado asesinarme. Era amigo de la muerte, pero eso no significaba que me dejaría llevar tan fácilmente.
“Pero no es tan fácil terminar con la carne degollada”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 06/04/2013
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Minimal Beat (Privado)
"Tus solas palabras logran en mí un efecto que olvidé hace años"
Por supuesto que tenía razón, las características que tomaban mis ojos y mi piel se debían a la madre, a Akasha, quien me dejó beber de ella y me atrajo a Marius en un par de ocasiones, como si me quisiera a su lado. Todo se debía a quien algunos llamaban la Reina de los Malditos. –Sí, es eso. Sé bien de quien he bebido en el pasado. Alguien que no abre sus ojos hace mucho tiempo…–. Qué curioso, Josseph no representaba respuestas, sino era una especie de potenciador de nuevas preguntas ¿Era así siempre y con todos?
-También a un gran hombre lo puede exasperar una miserable mosca.- No tenía que explicar más con eso. Yo lo creía paciente aunque a su modo. De lo contrario ¿Cómo podía continuar existiendo sin siquiera tomar un sueño de años? Entendí que a él no le gustaba aquél término y que prefería algo como ‘Fortaleza’ pese a que estaba compuesto de ambas y por ello no refuté su manera de llamar las cosas. –Somos polos opuestos. En cierto modo soy parecida a quien me creo y mi filantropía me acompaña incluso desde que era una niña. Es esta diferencia la que logra que sienta interés en ti, en lo que recorre tu mente y expresas tan fluidamente en las palabras- confesé sin la más mínima molestia. Tampoco intentaba leerle la mente aunque pudiese parecer inmerso en lo que acababa de decirle. Pero la verdad es que no me atrevería a hacerlo, respetaba su intimidad y eso seguiría siendo así por más que no se lo dijera. –Es este mundo en constante movimiento lo que nos mantiene anclados a él. Cada invento mueve nuestra curiosidad y hace más ligera esta estadía en un mundo que no sabemos cuándo termine– suspiré, porque eso mismo también nos condenaba. –Quizás nos parecemos en algo. Marius y yo jamás hemos permanecido juntos demasiado tiempo. La diferencia es que yo no podría matarlo y él no ha intentado asesinarme aunque bien podría hacerlo– ¿Sería capaz de hacerlo? Tenía la habilidad y la fuerza, pero jamás me imaginé muriendo por su mano otra vez. Siendo humana era diferente, yo sólo quería estar con él como no había podido antes cuando a mi padre le pareció inconcebible darle mi mano a él, pese a que la había pedido. Pero apagar mis ojos para siempre al mundo era una cosa totalmente distinta.
–Claro que duele, aparte de la sangre es lo segundo a lo que creamos dependencia, aunque voluntariamente. Pero la ética poco puede influir cuando una emoción tan fuerte como la ira tiene lugar. Tienes un carácter fuerte, Josseph, no es un secreto para nadie. Incluso mentiría si digo que no te temo. Te contrarío de vez en cuando, sí, pero no me atrevo ni siquiera a leer tu mente. Sin embargo admiro tu sinceridad.– Había que ser valiente para tener como compañero a alguien como Josseph Pernd, como también se necesitaba ser inteligente para no dar algún paso en falso que desatara lo peor de aquél inmortal de indefinible fuerza. Les desvié la mirada luego de afirmar lo que le decía tranquila y unas gotas de lluvia empezaron a caer. Eran demasiado pausadas, de esas que esperan que uno las toque para confirmar que están. Extendí mi mano al frente con la palma abierta hacia arriba y aguarde a que una o dos gotas se posaran en mi mano. Era una buena noche, como las que tanto me gustaban.
–O quizás sólo admita lo que me he negado por años. Tú encontraste a alguien luego del primero, es probable que él también lo haya hecho. No lo sé.– Negué con la cabeza pero él logró que riera con su analogía del amor y los años –Escapamos a cualquier teoría, sin duda– reí de nuevo, como no hacía hace mucho –No dudo que seas todo un conquistador, Josseph, pero en cierto modo puedo creer que quien te acompaña ahora te es suficiente. Quizás– que agradable sensación, la extrañaba, aunque la repeliera pronto.
Sin embargo la presencia que nos seguía continuaba vigente. Me había dado cuenta porque a pesar de pasar muchos aromas ese continuaba a la misma distancia desde que nos hubimos encontrado. También mi modo de cuidarme y de buscar a Marius me permitía leer las mentes o buscar en sus miradas mi presencia para resguardarme. –Me molesta sentirme espiada. Nos veo ahora mismo en su mente, no aparta sus ojos de nosotros. Pero quiero saber quién es, avancemos un poco más. Tal vez es un curioso y en ese caso no pretendo que muera si no lo merece. Lamento decirlo así, pero necesito sentir cierto amor por la víctima para matarla, cierta compasión. Si es un asesino será todo tuyo y disfrutaré observando, de lo contrario, pido que dejemos en… él, una marca que no olvide– confirmé que era un varón, pero observaba más en la mente ajena para saber de quién se trataba. Fue entonces cuando nos detuvimos y las manos de Josseph con un hermoso objeto volvieron a llamar mi atención a sus ojos. –Es precioso– afirmé y una nueva visión logró que quedara un poco pensativa y luego sonriera –Vamos a una zona más alejada. Aquél que nos sigue empuña una daga de plata y deduzco que tiene buena puntería. Él también lo cree, es un hombre– El desconocido había hecho una pésima elección, con dos neófitos podría hacer algo, pero con nosotros era distinto, con una sola mano podría vencerlo cualquiera. Esa sería su última noche y al tiempo nuestra cena. –Se ha abierto mi apetito– confirmé, y más allá de eso, mi deseo de ver a Josseph matar.
-También a un gran hombre lo puede exasperar una miserable mosca.- No tenía que explicar más con eso. Yo lo creía paciente aunque a su modo. De lo contrario ¿Cómo podía continuar existiendo sin siquiera tomar un sueño de años? Entendí que a él no le gustaba aquél término y que prefería algo como ‘Fortaleza’ pese a que estaba compuesto de ambas y por ello no refuté su manera de llamar las cosas. –Somos polos opuestos. En cierto modo soy parecida a quien me creo y mi filantropía me acompaña incluso desde que era una niña. Es esta diferencia la que logra que sienta interés en ti, en lo que recorre tu mente y expresas tan fluidamente en las palabras- confesé sin la más mínima molestia. Tampoco intentaba leerle la mente aunque pudiese parecer inmerso en lo que acababa de decirle. Pero la verdad es que no me atrevería a hacerlo, respetaba su intimidad y eso seguiría siendo así por más que no se lo dijera. –Es este mundo en constante movimiento lo que nos mantiene anclados a él. Cada invento mueve nuestra curiosidad y hace más ligera esta estadía en un mundo que no sabemos cuándo termine– suspiré, porque eso mismo también nos condenaba. –Quizás nos parecemos en algo. Marius y yo jamás hemos permanecido juntos demasiado tiempo. La diferencia es que yo no podría matarlo y él no ha intentado asesinarme aunque bien podría hacerlo– ¿Sería capaz de hacerlo? Tenía la habilidad y la fuerza, pero jamás me imaginé muriendo por su mano otra vez. Siendo humana era diferente, yo sólo quería estar con él como no había podido antes cuando a mi padre le pareció inconcebible darle mi mano a él, pese a que la había pedido. Pero apagar mis ojos para siempre al mundo era una cosa totalmente distinta.
–Claro que duele, aparte de la sangre es lo segundo a lo que creamos dependencia, aunque voluntariamente. Pero la ética poco puede influir cuando una emoción tan fuerte como la ira tiene lugar. Tienes un carácter fuerte, Josseph, no es un secreto para nadie. Incluso mentiría si digo que no te temo. Te contrarío de vez en cuando, sí, pero no me atrevo ni siquiera a leer tu mente. Sin embargo admiro tu sinceridad.– Había que ser valiente para tener como compañero a alguien como Josseph Pernd, como también se necesitaba ser inteligente para no dar algún paso en falso que desatara lo peor de aquél inmortal de indefinible fuerza. Les desvié la mirada luego de afirmar lo que le decía tranquila y unas gotas de lluvia empezaron a caer. Eran demasiado pausadas, de esas que esperan que uno las toque para confirmar que están. Extendí mi mano al frente con la palma abierta hacia arriba y aguarde a que una o dos gotas se posaran en mi mano. Era una buena noche, como las que tanto me gustaban.
–O quizás sólo admita lo que me he negado por años. Tú encontraste a alguien luego del primero, es probable que él también lo haya hecho. No lo sé.– Negué con la cabeza pero él logró que riera con su analogía del amor y los años –Escapamos a cualquier teoría, sin duda– reí de nuevo, como no hacía hace mucho –No dudo que seas todo un conquistador, Josseph, pero en cierto modo puedo creer que quien te acompaña ahora te es suficiente. Quizás– que agradable sensación, la extrañaba, aunque la repeliera pronto.
Sin embargo la presencia que nos seguía continuaba vigente. Me había dado cuenta porque a pesar de pasar muchos aromas ese continuaba a la misma distancia desde que nos hubimos encontrado. También mi modo de cuidarme y de buscar a Marius me permitía leer las mentes o buscar en sus miradas mi presencia para resguardarme. –Me molesta sentirme espiada. Nos veo ahora mismo en su mente, no aparta sus ojos de nosotros. Pero quiero saber quién es, avancemos un poco más. Tal vez es un curioso y en ese caso no pretendo que muera si no lo merece. Lamento decirlo así, pero necesito sentir cierto amor por la víctima para matarla, cierta compasión. Si es un asesino será todo tuyo y disfrutaré observando, de lo contrario, pido que dejemos en… él, una marca que no olvide– confirmé que era un varón, pero observaba más en la mente ajena para saber de quién se trataba. Fue entonces cuando nos detuvimos y las manos de Josseph con un hermoso objeto volvieron a llamar mi atención a sus ojos. –Es precioso– afirmé y una nueva visión logró que quedara un poco pensativa y luego sonriera –Vamos a una zona más alejada. Aquél que nos sigue empuña una daga de plata y deduzco que tiene buena puntería. Él también lo cree, es un hombre– El desconocido había hecho una pésima elección, con dos neófitos podría hacer algo, pero con nosotros era distinto, con una sola mano podría vencerlo cualquiera. Esa sería su última noche y al tiempo nuestra cena. –Se ha abierto mi apetito– confirmé, y más allá de eso, mi deseo de ver a Josseph matar.
Pandora11- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Minimal Beat (Privado)
“Mientras más viejo te haces, recuerdas el pasado con los detalles del ayer.”
Por momentos, me pregunté de quien hablaba ella, si no abría los ojos… ¿se refería a que estaba muerta? No podía saberlo realmente, no era consciente de la magnitud de sus palabras y decidí sin más, que no me metería en aquel asunto. Con los humanos y con las personas que consideraba que estaban por debajo de mí, era muy diferente. Podía revolcarme en pasados ajenos con tal de saber la pizca más mínima de detalles. Pero no con ella, ni con ningún vampiro que conociera de siglos atrás. Los respetaba, como el señor nórdico de época que era. Fuerte, destructor y con un carisma lo suficientemente venenoso para atacar lo que creía necesario. Pero mantenía mis valores y mis pensamientos claros, como si aún conservara una parte de humanidad en mi interior. Claro que estaba muy lejos de eso, en los últimos años, siquiera me había importado estar al borde de la muerte. Existir era tan solo una costumbre, que dé a tantos, esperaba que se acabara. —Si te callas todo lo que piensas, poco a poco esas cosas te irán consumiendo. Deberías empezar a fluir un poco más. Pero temo que si lo haces, no te llamaré tanto la atención como ahora. — Una broma pícara y quizá algo seductora; le dediqué una dócil sonrisa y sumí mis manos en los bolsillos del pantalón, dejando en paz aquella estatuilla de mi saco, el camino había sido completamente armónico, sin distracciones, sin ninguna clase de improviso. Era obvio, por la cantidad de años que había experimentado, que algo iba a suceder. La balanza siempre tenía que estar equilibrada en el universo; lo había aprendido a las malas.
— ¿Eso es un halago? No tienes que temerme, no tú al menos. En el mundo hay demasiadas personas que están por debajo de nosotros, incluso los de nuestra raza, niños de menos de cien años que piensan que son inmortales y que son los más poderosos. Ellos y los humanos que impertinentemente abusan de su corta vida. Esos son los únicos que deberían temer. Y son los que no lo hacen. — Fue casi como una queja al aire libre, mi sonrisa seguía reluciente, no importaba de qué clase de temas se hablara, yo siempre cargaba con una mirada traviesa y una medialuna en mis labios que fácilmente podía tomarse como un signo de superioridad. Pero no era así, era simplemente, saber que la existencia era solo una diversión, que podía acabarse en tan solo un momento. Yo estaba listo para afrontarme a la muerte en cualquier momento. — La lluvia es buena. Debe ser un lindo día en el cielo… No creo que haya encontrado a alguien más, Pandora, no sabiendo que tú sigues existiendo. Eres demasiado hermosa para querer buscar reemplazo. — Le murmuré por detrás, cerca de su esencia, pero no lo suficiente para molestar su aura, calando mis pasos, observando como estiraba la mano y así mismo lo hice yo. Estiré los dedos y con curiosidad las gotas cayeron por mi piel. La sensación era conocida, pero el momento era diferente, lo recordaría. — Cada tanto me digo que es suficiente, pero creo que aún no he descubierto que tan caprichoso soy. — Cerré la mano alrededor de una gota, la estaba apretando, la estaba destruyendo. Y cuando me acerqué la mano al frente, la gota, dividida en varias partes, volvió a unirse en el pequeño hueco de la palma.
— Deseo que sea como una gota, capaz de volver a rearmarse aun cuando la apriete con todas mis fuerzas. — Me tentaba la suerte, pero fue aquel que lejos de nosotros se postró, quien me quitó de todos mis pensamientos. Aquello que me había llevado a la tierra y me había hecho pensar y re pensar las cosas, ahora todo se esfumaba y no quedaba nada más que mi carisma, si irritante sobriedad y unos ojos que sin duda estaban hechos para matar. Asentí a las necedades de la vampiresa, seguí sus pasos como un discípulo sigue a su maestro y me estiré el cuello con dulce contrariedad. Sentía los colmillos en la punta de la lengua, tan dulces, tan deseantes de engullir y en breves, me vi confesando. — Hace poco tuve un altercado con los inquisidores, aún conservo una marca al costado de mi corazón. El agua bendita es dolorosa cuando tiene tantos sentimientos dentro. Parece que disfrutaré esta noche contigo más de lo que esperaba. — Canturreé apoyando una mano en su cintura, mirándola con un ápice de inquietud, nos aventuramos en la soledad, la presencia seguía y sin temor alguno le dábamos espacio a que pueda encontrarnos. No importaba que tanto deseara matarnos, no podría hacerlo. Nuestros pasos comenzaron a hacer eco y el ruido de las pisadas sobre los charcos de agua daba una sensación tenebrosa, dejé fluir una risa sonora y cuando llegamos a un buen sitio me apoyé en la pared, que estaba húmeda, pero no lo suficiente para ensuciarme. — ¿Dónde me dijiste que te gusta más comer? — Como si hubiésemos tenía una conversación sobre la cena, consulté. Apoyando una mano sobre la ajena, jugué con sus dedos y la miré con curiosidad, esperando, tan solo un movimiento de labios, estaba a su disposición para matar. No. No para matar, para agarrar. Había una brecha muy fina que no debía ser sobrepasada, si se lo asesinaba, la comida estaría arruinada. Así que me concentré, acomodé las ideas para que el baile sea suave. Yo llegaría amaría a aquel humano para ella, se lo acercaría solo para que se enamore. Y de esa manera, el dulce sabor de la muerte sea dulce y delicioso.
“Solo nosotros, podemos conocer el placer de la vida y la muerte en la boca.”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 06/04/2013
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Minimal Beat (Privado)
"Mientras tanto mi mente hacía cielos en pleno infierno"
Era curioso que a esas alturas él siguiera provocando mis risas, cortas pero seguras, como suele suceder cuando cualquiera se encuentra en una conversación que le agrada y cuyo acompañante también resulta tan fascinante. Los motivos de mi estadía en París aparecían y desaparecían por la magia que encontraba en las palabras tan características de Josseph e incluso creí que tomaría esa noche como otra diferente de las que venía viviendo. Esa noche mi mente no sería para mi antiguo amante que no daba muestras de aparecer. Esa noche era para mí, para recordarme que en medio de todo seguía siendo una mujer que sentía y necesitaba ver la vida con otros ojos. Como ahora, que intentaba visualizar todo como lo sentía Josseph, el hombre fuerte que caminaba a mi lado y por el cuál sentía cierta admiración. –O aprenderé a manejarlo. Aunque para ser sincera, siempre termino diciéndolo todo– y esa sinceridad me había representado bastantes problemas desde que empecé a leer. Recuerdo bien que el hecho de citar a Ovidio cuando había sido desterrado por Augusto estaba prohibido para cuando tuve al menos diez años. Era un asunto delicado, mi padre era senador y cuando se reunía con sus amigos se debía tener cuidado y el tema a tratar era sabido por todos los ciudadanos romanos. Incluso los libros que conservábamos en casa de él, eran asunto secreto. Para entonces yo era apenas una niña, pero se empezaba a perfilar mi personalidad desde entonces en aquellos pequeños detalles. –Pero soy transparente contigo, Josseph. Si nos volvemos a ver de nuevo y siento por ti esta fascinación, te lo diré para entonces– sonreí con esa cortesía que le decía que a pesar de todo le seguía respetando y manteniendo una distancia prudente para no invadir su espacio.
–Sería absurdo no hacerlo, tienes más que el doble de mi edad y ese talante tuyo inspira hasta al mismo silencio. He encontrado neófitos que me temen y hacen bien, he matado a muchos que poseen filosofías extrañas y amenazan con exponernos a un mundo que no está ni estará lo suficientemente preparado para nosotros. Y por nuestro bien así debe continuar– expliqué. Mi filantropía nada tenía que ver cuando consideraba que matar era necesario, lo había hecho muchas veces y continuaría haciéndolo. Pero eso quizás no lo sospechaba él. –Hace unos años le dejé una carta para volver a vernos y él simplemente no asistió. Pero gracias por tu elogio– no quise tocar más el tema, eso me haría cuestionarme el por qué seguía buscándolo a pesar de todo.
Me gustó como tanteo la lluvia, como yo y casi estando tras de mí. Centré mi mente en eso, en esa personalidad enigmática que poseía. Era una sensación agradable, él, tan alto disfrutando de las gotas acariciándole el cuerpo a pequeños golpecitos. –Cambiamos, a pesar de todo, y es eso quizás lo que descubres por cada año que pasa– especulé y giré el rostro para poder mirarlo –Pero parece que también buscas formarlo a tu modo, como si fueses un alfarero que moldea y pasa por el fuego a la masa de greda que luego llamará su obra de arte– dije haciendo referencia al individuo que constituía su pareja actual y del cuál no sabía nada.
El hombre que se ocultaba tras nosotros avanzaba, nos miraba y se escabullía con una agilidad digna de la práctica –Debieron ser muchos y muy ágiles para poder siquiera tocarte. Pero vamos a deleitarnos esta noche hasta que su corazón se seque– casi sentí el sabor ferroso de la sangre en mi boca, como cuando mataba soldados en Antioquía sin que los compañeros de la víctima siquiera lo notaran. Íbamos a disfrutar aquella presa, no me cabía la menor duda. Le sonreí cuando apoyó su mano sobre mi cintura y avanzamos como si tuviéramos la mayor de las confianzas. El ingreso a una calle cerrada se sentía en el aire húmedo y se veía en las paredes a las que lamía el agua por los resquicios. No pudimos apoyarnos en la pared por lo mismo, pero aguardamos allí, con la picardía de quien toma algo que le gusta y que no le corresponde pero que le atrae mortalmente. Sus manos mientras tanto jugaban con mis dedos y ellos cedían pasivos, gustosos, serenos como si luego de parecer Josseph una tormenta también pudiera ser como la mejor de las calmas. Mis ojos observaban las manos, como si no fuéramos a ser el arma de la parca en apenas unos minutos. Suspiré ligeramente mientras sentía al inquisidor acercarse a su propia muerte. –No tengo preferencias iniciales, pero al final, siempre disfruto del corazón– susurré.
–Sería absurdo no hacerlo, tienes más que el doble de mi edad y ese talante tuyo inspira hasta al mismo silencio. He encontrado neófitos que me temen y hacen bien, he matado a muchos que poseen filosofías extrañas y amenazan con exponernos a un mundo que no está ni estará lo suficientemente preparado para nosotros. Y por nuestro bien así debe continuar– expliqué. Mi filantropía nada tenía que ver cuando consideraba que matar era necesario, lo había hecho muchas veces y continuaría haciéndolo. Pero eso quizás no lo sospechaba él. –Hace unos años le dejé una carta para volver a vernos y él simplemente no asistió. Pero gracias por tu elogio– no quise tocar más el tema, eso me haría cuestionarme el por qué seguía buscándolo a pesar de todo.
Me gustó como tanteo la lluvia, como yo y casi estando tras de mí. Centré mi mente en eso, en esa personalidad enigmática que poseía. Era una sensación agradable, él, tan alto disfrutando de las gotas acariciándole el cuerpo a pequeños golpecitos. –Cambiamos, a pesar de todo, y es eso quizás lo que descubres por cada año que pasa– especulé y giré el rostro para poder mirarlo –Pero parece que también buscas formarlo a tu modo, como si fueses un alfarero que moldea y pasa por el fuego a la masa de greda que luego llamará su obra de arte– dije haciendo referencia al individuo que constituía su pareja actual y del cuál no sabía nada.
El hombre que se ocultaba tras nosotros avanzaba, nos miraba y se escabullía con una agilidad digna de la práctica –Debieron ser muchos y muy ágiles para poder siquiera tocarte. Pero vamos a deleitarnos esta noche hasta que su corazón se seque– casi sentí el sabor ferroso de la sangre en mi boca, como cuando mataba soldados en Antioquía sin que los compañeros de la víctima siquiera lo notaran. Íbamos a disfrutar aquella presa, no me cabía la menor duda. Le sonreí cuando apoyó su mano sobre mi cintura y avanzamos como si tuviéramos la mayor de las confianzas. El ingreso a una calle cerrada se sentía en el aire húmedo y se veía en las paredes a las que lamía el agua por los resquicios. No pudimos apoyarnos en la pared por lo mismo, pero aguardamos allí, con la picardía de quien toma algo que le gusta y que no le corresponde pero que le atrae mortalmente. Sus manos mientras tanto jugaban con mis dedos y ellos cedían pasivos, gustosos, serenos como si luego de parecer Josseph una tormenta también pudiera ser como la mejor de las calmas. Mis ojos observaban las manos, como si no fuéramos a ser el arma de la parca en apenas unos minutos. Suspiré ligeramente mientras sentía al inquisidor acercarse a su propia muerte. –No tengo preferencias iniciales, pero al final, siempre disfruto del corazón– susurré.
Pandora11- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Minimal Beat (Privado)
“El cielo enloquece cuando se trata de una escultura viva”
No sabía si la copa estaba media vacía o media llena, sus palabras subían y bajaban continuamente, pero en ningún momento llegaban a parecerme burdas, siquiera podía imaginarme a mí mismo burlándome de ella, dejando salir esa manera sarcástica y tosca que tenía de ser. Por lo contrario, el aura galante y suave que tenía para con ella se hacía más notoria. Y la razón no era más que su manera inmortal de ser, me llenaba de curiosidad y en cierta medida, me recordaba a aquel vampiro que había conocido varios meses atrás. Siempre intentando ser sereno, controlar sus emociones y parecer humano, pero aferrados a la inmortalidad, eran de esa forma, sin la maldad que nos caracterizaba a muchos de nosotros, ese afán por divertirse con la muerte ajena, por jugar hasta el límite con nuestras presas. De esa manera era yo, tan mundano como sobrenatural, seguía disfrutando eso, aunque raramente bebía sangre humana en cantidades, no la necesitaba, no tanto como los demás, era por la edad, a medida que un ser se hace más y más antiguo, sus necesidades van bajando, hasta el punto donde incluso nuestra piel y ojos parecen simple porcelana fría. Tanto, que incluso un corte en nuestra piel podría parecerse a una viruta de metal enrocada en el suelo. — Lo tomaré como una promesa entonces. — Canturreé con una sonrisa que apenas dejaba relucir el brillo de la punta de mis colmillos, mis ojos se achicaban un poco, las pequeñas arrugas de mi rostro se apretaban y pronto volvía a tener la mirada seca y curiosa. Lamentablemente para mí, había sido convertido con varios años humanos, pero jamás había crecido aburridamente, eso es lo que me mantenía tan joven como cualquier otro.
— Sí, hiciste bien, no sé quién es el cabecilla de esa rebelión pero sin duda habría que quitarle su ridícula existencia. Solo hace la eternidad más tediosa. — Respondí con tranquilidad, aunque aun sabiendo eso y pensando de esa manera, no se me ocurría ir a meterme directamente en aquel asunto, ya lo había intentado una vez, de una forma diferente a aquella y había terminado con una herida demasiado profunda, casi habían sesgado mi muerto corazón y por ahora, no me podía permitir morir.
Escuché aquellas palabras, su oración seca y aislada del mundo, completamente independiente la una de la otra, se notaba el terror y la elocuencia de su hablar, era literalmente una caja de pandora y cuando se abriera, haría que todo el mundo a su alrededor cambiara. Mi mirada se apaciguó, observé su figura, sus encantos y me quedé en un silencio mortal. Ella era un pequeño primor, ¿qué razones habría para no amarla locamente? No pude imaginarme la respuesta, estaba fuera de mi alcance, y por ello, no me quedó otra salida que llamar al silencio y romperlo de la misma manera con la que llegó. — Por supuesto, si no hacemos las cosas con nuestras propias manos, luego no estaremos conformes con los resultados. Nadie puede formar mejor nuestro futuro más que nosotros mismos. Y yo lo agarro con ambas manos y lo aplasto hasta hacerlo mío de ser necesario. — Siquiera yo sabía si estaba hablando del futuro o de la mismísima pareja con la que ahora estaba. Aunque decirle pareja era, quizá, demasiado para lo que realmente era. Más bien parecía un cazador intentando manejar una bestia feroz.
Relamía el aire que nos acompañaba, la sensación de persecución se colaba por mi piel y con aires de un desafío inmortal me acercaba a la vampiresa, solo escucharla me hacía divertir de una manera que hacía mucho tiempo no sentía. Sus palabras eran suaves, verdaderas, cargadas de solo sus pensamientos y no había chispa de dispersión. Me daban ganas de asentir y aceptarle todas las semi palabras de idolatría que ella despedía, pero no. Eso solo lo hacía cuando la ironía reinaba en la conversación. — Ciertamente eran bastantes, pero fui muy descuidado. Tendría que haber hecho las cosas seriamente. — Murmuré y subí los hombros después de todo, que dijera la verdad o no, no cambiaría el agujero que me habían hecho en el cuerpo y mucho menos la cicatriz que permanecería, ya que el agua bendita es casi incurable cuando la pasión del inquisidor es demasiado fuerte. —Tus gustos son dignos de tu rostro y tu personalidad. — Acariciando los dedos uno a uno, esperé a sentir en el aire los disparos de la muerte. Escuché entonces a la distancia como un arma de fuego era cargada, le alistaba la bala, plata y un centro de madera, lubricadas con agua bendita, perfectas para perforar casi cualquier sobrenatural y matarlo de un solo tiro. Esperé a que estuviese a menos distancia nuestra y cuando sentí que nos miraba hasta intentar perforarnos levanté la vista. De allí el dolor salió disparado como si fuese un retorcijón en el estómago. Mis ojos quedaron fijos en aquel ser, solo los antiguos podíamos poseer aquella habilidad, yo me había hecho con ella tiempo atrás. Pude escuchar el arma caer en seco cerca de un charco de agua y soltando la mano ajena me acerqué. — A veces no se necesita mover más que la mirada para otorgarle el dolor o la pasión a alguien. — Estuve al lado de aquel ser un instante después y apreté la muñeca que sujetaba el arma, rompiéndola para que no pudiese apuntarnos una vez más. Claramente aquella persona, se arrepentiría de intentar asesinarnos.
“Soy un verdugo en un mundo de ley.”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
- Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 06/04/2013
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Minimal Beat (Privado)
"No hay nada de extraño en esto, porque desde un primer momento sentí un vínculo tal,
que supe que debía alejarme"
que supe que debía alejarme"
Nadie puede resistir un último esfuerzo por aferrarse a la vida, por buscar un “por qué” que justifique el continuar caminando por el mundo sin conocer o adivinar siquiera un final del ciclo. Somos parte del mundo que otros crearon para nosotros y en el que participamos como la mano de la muerte que, en casos como el mío, elige víctimas desastrosas, predadores entre humanos que acaban con la vida y la paz de otros por un beneficio propio. Son como nosotros, sí, pero peores, porque en la mayoría de los casos lo que opera es un mero gusto enfermizo por la maldad.
—Siempre se opondrán a nosotros. Existirán los que quieren matarnos y los que quieren exponernos como dioses de una nueva era. El riesgo de ponernos en el medio de esas dos ideas seguirá latente, pero no planeo caminar hacia nada que me exponga a mí. Deseo vivir más, Josseph, y creo que tú también— no sabía su opinión al respecto, pero me seguía moviendo en deducciones en las que curiosamente acertaba. Tal vez no me era tan difícil leerlo, por más que la mayoría de su ser me seguía siendo oculta y misteriosa hasta admitir un gusto latente hacia Josseph Pernd.
—Has moldeado tu mundo como has querido y ese carácter tuyo hace las veces de cincel y de pica para cualquier cosa en tus manos ¿Siempre fuiste tan firme, Josseph? No sabes cuánto te admiro y cuan atractiva me parece tu actitud. Eres tan opuesto a mí que incluso me pregunto cómo sería tener un compañero así a mi lado. Durante un tiempo compartí con un vampiro asiático pero él era demasiado feroz. Me guiaba por el mundo y por él no sentía la menor estima. Era su ornamento vacuo y ostentoso bajo su personalidad aburrida y cruel. Aunque tuvo la fuerza suficiente para conducirnos a ambos a través del tiempo. — suspiré y tras unos segundos solté una risita —Sé bien que eres diferente aunque tú también poseas un carácter fuerte. Aun así, me atrevo a afirmar que te temería siempre— añadí sabiendo que quizás exageraba un poco y que finalmente a lo que temería sería a su pronto aburrimiento y a las consecuencias que eso mismo produjera para mí. Era gracioso pensarlo a él como compañero, puesto que, probablemente yo poseía una naturaleza demasiado curiosa y al mismo tiempo simple para alguien como él, pero esa caminata y la corta charla avivaban mis pensamientos y me estimulaban ideas que hasta ahora, no me había cuestionado.
Así, avanzando con esa calma nuestra que ocultaba nuestro verdadero peligro, supe que ambos sabíamos bien que el sonido tras nosotros era un arma cargada. Sonreí, aunque no debiera, pero también estuve atenta e incluso cerré los ojos para leer con más detalle su mente y poder sentir al viento cortarse en el impacto que ejercía la bala al moverse con velocidad hacia uno de nosotros. Aguardé con calma, tal como hacía cuando mataba soldados romanos en medio de callejones como en el que esperábamos ahora. Mi sed y deseos eran pacientes y en medio de ello fue que Josseph fue más ágil y el arma que nos apuntaba cayó al suelo en un sonido seco y corto por haber impactado con el agua. Los huesos de quien cazaba. sonaron con fuerza al quebrados y el grito que emitió fueron como el tintineo de una copa antes de un brindis, justo antes de beber el licor y deleitarse mientras se moja los labios arqueados en una sonrisa como quien sabe que lo que beberá es bueno. Aquella escena me resultó tan fascinante que de inmediato sentí la sed quemarme la garganta.
Él, Josseph era el perfecto predador, el vampiro de los que muchos hablaron con temor a voces pero con envidia a susurros. Su manera de matar era veloz pero grácil y también, aquella cena, la perfecta despedida para retirarme de su vida, de París e incluso de Marius.
—Siempre se opondrán a nosotros. Existirán los que quieren matarnos y los que quieren exponernos como dioses de una nueva era. El riesgo de ponernos en el medio de esas dos ideas seguirá latente, pero no planeo caminar hacia nada que me exponga a mí. Deseo vivir más, Josseph, y creo que tú también— no sabía su opinión al respecto, pero me seguía moviendo en deducciones en las que curiosamente acertaba. Tal vez no me era tan difícil leerlo, por más que la mayoría de su ser me seguía siendo oculta y misteriosa hasta admitir un gusto latente hacia Josseph Pernd.
—Has moldeado tu mundo como has querido y ese carácter tuyo hace las veces de cincel y de pica para cualquier cosa en tus manos ¿Siempre fuiste tan firme, Josseph? No sabes cuánto te admiro y cuan atractiva me parece tu actitud. Eres tan opuesto a mí que incluso me pregunto cómo sería tener un compañero así a mi lado. Durante un tiempo compartí con un vampiro asiático pero él era demasiado feroz. Me guiaba por el mundo y por él no sentía la menor estima. Era su ornamento vacuo y ostentoso bajo su personalidad aburrida y cruel. Aunque tuvo la fuerza suficiente para conducirnos a ambos a través del tiempo. — suspiré y tras unos segundos solté una risita —Sé bien que eres diferente aunque tú también poseas un carácter fuerte. Aun así, me atrevo a afirmar que te temería siempre— añadí sabiendo que quizás exageraba un poco y que finalmente a lo que temería sería a su pronto aburrimiento y a las consecuencias que eso mismo produjera para mí. Era gracioso pensarlo a él como compañero, puesto que, probablemente yo poseía una naturaleza demasiado curiosa y al mismo tiempo simple para alguien como él, pero esa caminata y la corta charla avivaban mis pensamientos y me estimulaban ideas que hasta ahora, no me había cuestionado.
Así, avanzando con esa calma nuestra que ocultaba nuestro verdadero peligro, supe que ambos sabíamos bien que el sonido tras nosotros era un arma cargada. Sonreí, aunque no debiera, pero también estuve atenta e incluso cerré los ojos para leer con más detalle su mente y poder sentir al viento cortarse en el impacto que ejercía la bala al moverse con velocidad hacia uno de nosotros. Aguardé con calma, tal como hacía cuando mataba soldados romanos en medio de callejones como en el que esperábamos ahora. Mi sed y deseos eran pacientes y en medio de ello fue que Josseph fue más ágil y el arma que nos apuntaba cayó al suelo en un sonido seco y corto por haber impactado con el agua. Los huesos de quien cazaba. sonaron con fuerza al quebrados y el grito que emitió fueron como el tintineo de una copa antes de un brindis, justo antes de beber el licor y deleitarse mientras se moja los labios arqueados en una sonrisa como quien sabe que lo que beberá es bueno. Aquella escena me resultó tan fascinante que de inmediato sentí la sed quemarme la garganta.
Él, Josseph era el perfecto predador, el vampiro de los que muchos hablaron con temor a voces pero con envidia a susurros. Su manera de matar era veloz pero grácil y también, aquella cena, la perfecta despedida para retirarme de su vida, de París e incluso de Marius.
Pandora11- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Temas similares
» I'll Beat, beat you up![Privado]
» Beat Your Heart Out [privado] [+18]
» I get down to beat poetry - Libre.
» Over and over again. - Privado-
» Ojo por Ojo [ Privado ]
» Beat Your Heart Out [privado] [+18]
» I get down to beat poetry - Libre.
» Over and over again. - Privado-
» Ojo por Ojo [ Privado ]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour