Hunting memories † Lauren

por **Sven Offenbach** Dom Mayo 25, 2014 6:46 pm

Sus ojos se abrieron súbitamente de manera natural, sin pereza de por medio o sin apresurarse a contemplar la realidad. Sus párpados dejaron al descubierto a los pequeños y azulados orbes del vampiro, los cuales estaban sumergidos en la completa oscuridad del sarcófago en el que Sven dormitaba. Su pequeño pecho subía y bajaba lentamente al son de su relajada y silenciosa respiración.

Su manita regordeta se alzó con atolondrada somnolencia para correr el pestillo y finalmente abrir la tapa del sarcófago en el que dormitaba. Las imágenes que pasaban por su mente eran solamente las que sus ojos captaban: la violácea y mortecina luz crepuscular, los altos árboles que se asomaban por los ventanales de su habitación y las finas paredes que la conformaban. Sin embargo sus oídos lograron captar el acelerado palpitar de un pequeño corazón y el leve ronroneo que procedía del mismo cuerpecito de un animal. El olor a sangre apartó completamente aquellas imágenes que deambulaban silenciosamente en su cabeza y las reemplazó por la un fuego que lo consumía todo, la visión de sus propias venas latiendo frenéticamente, pequeños esqueletos de animales correteando y huyendo de las llamas y a sí mismo extasiado, saciándose del tesoro carmesí del que estaba condenado a vivir. Estaba sediento.

El agudo maullar de Perséfone le obligó a dejar de lado aquellas escalofriantes escenas y a incorporarse por completo para abandonar el ataúd. Incluso con su gélida piel, el piso de la habitación resultaba frío bajo su piecitos regordetes, aunque poco le importó, pues habiendo muerto ya era imposible que se resfriara. Tomó en sus brazos a la gata y volvió a introducirse en el sarcófago, dejándolo esta vez abierto.

por **Lauren Von Krautzs** Jue Mayo 29, 2014 7:42 pm

"This cute toddler wants to sleep;
Let him in this crib, of blood and jasmine."

Sus pasos apenas lograba realizar un ligero eco, mientras avanzaba por el pasillo principal, mismo que se hallaba rodeado de las habitaciones mas amplias y cómodas de la residencia. Tal parecía que se dirijía a la última de las alcobas, la propia. En sus manos se balanceaba una copa con aquel líquido carmesí que bien conocía, pero esta vez no sería ella quien disfrutaría del vital elixir, si no que sería aquel pequeño que se hallaba aún en su sarcófago, aunque bien sabía se había despertado hace solo unos pocos minutos.

Por su mente viajaban los recuerdos de cuando le conoció, siendo solo un niño en apariencia, pero totalmente letal. Un asesino experimentado en un cuerpecito que no superaba los diez años aparente. Inevitablemente se dibujaba una sonrisa pocas veces vista en su rostro, al momento que la imagen de cuando sus miradas se cruzaron por primera vez; Aquel descontrolado impulso de protegerle, sin importar nada más, solo el bienestar del vampiro.

Tenían mil cosas a favor, aquel "infante" de ojos casi idénticos a los suyos, podía pasar fácilmente como su hijo, pero se mantendría por siempre así, ambos lo harían, y Lauren sentiría que por primera vez velaría por algo o alguien que no sea ella misma, y de igual forma buscaría transmitir sus conocimientos a su ahora adoptado "primogénito".

Sostuvo la manilla de la puerta, que daba al cuarto que mantenía refugiado al chico, y la abrió con suavidad, caminando entre las sombras, sintiendo como aumentaba aquel incesante latido del animal que yacía junto a él conforme se acercaba, para finalmente terminar sentada al borde de tan peculiar lecho.
- Buenas noches, pequeño. Te traje algo.- murmuró con voz sosegada mientras le ofrecía el vaso con la sangre que había conseguido exclusivamente para él.
- Espero hayas dormido bien, ¿quieres levantarte ya, Sven?.- preguntó, entretanto su diestra llegó hasta los suaves cabellos del inmortal, acariciándole con suavidad mientras lo observaba.
Realmente el pequeño había despertado algo dentro de la Inquisidora, por esa razón le había recibido en su residencia, deseaba darle otro estilo de vida junto a ella, muy alejado de todas las masacres con las que constantemente debía convivir.

por **Sven Offenbach** Lun Jun 09, 2014 8:43 pm

Había cerrado sus ojos apenas volvió a recostarse en el sarcófago. No dormitaba, simplemente yacía ahí tendido, acariciando con delicadeza al animal que se había acurrucado a su lado, demasiado cómodo como para levantarse. Sin embargo era consciente de que era hora de hacerlo. Debía abandonar la comodidad de su lecho y atender asuntos pendientes como inquisidor, si es que tenía uno, por más que quisiera no hacer nada aquella noche, nada que no fuese estar con su madre o con Perséfone.

Al escuchar las ligeras y gráciles pisadas de Lauren, sus ojos se abrieron en un gesto nostálgico, incapaz de creer que una mujer tan fuerte como ella decidiera gastar los últimos cien años de su inmortal existencia criando a un niño que no había sido concebido por ella o convertido por ella. ¿Cómo podría olvidar aquella noche en la que sus miradas se cruzaron por primera vez? Aquel pequeño individuo estaba condenado a morir, así fuese por mano de su creador o por la inquisición que terminó por matarle tras largos años de búsqueda. No había modo en el que un niño vampiro pudiera continuar con vida siendo algo prohibido el convertir a alguien tan joven, pero allí estaba ella, dispuesta a acogerle como hijo, a protegerle y enseñarle todo cuanto fuese necesario para un día convertirse en lo mismo que ella. Un inquisidor. El trabajo perfecto para él sin duda; una pequeña máquina mortífera siempre lista para aniquilar a sus víctimas, siempre bajo las órdenes de un superior y jamás bajo su propio juicio.

No se movió tras escuchar la perilla de la puerta girarse, sino hasta que sintió la presencia de la vampiresa justo a un lado del sarcófago. Su boquita esbozó una sonrisa apenas fue capaz de verla y sus ojos buscaron los de ella sin perder tiempo. – Buenas noches, mamá - Saludó con cierta somnolencia y acto seguido se incorporó para recibir la copa que portaba el manjar carmesí. Su olor era exquisito, sumamente embriagador, por lo que Sven no demoró en apurar la copa a sus labios y beber hasta la última gota. Estaba fría, pero continuaba siendo deliciosa y suficiente para mantenerle saciado una noche. – Sí, ya es tiempo de hacerlo – Respondió dejando la copa a un lado, mirando a Perséfone, que había abandonado el ataúd y ahora se encontraba restregándose contra las piernas de Lauren, ronroneándole como todas las noches. – ¿Y tú has dormido bien, madre? ¿Ya has cenado? – Preguntó sonriéndole una vez más, ahora con sus mejillas sonrosadas y con una apariencia más humana e infantil que momentos atrás.

por **Lauren Von Krautzs** Sáb Jun 21, 2014 6:16 pm

"Twinkle, twinkle, bloody star, how I wonder, what you are,
Up above the world so high, like a diamond in the sky."

La llegada del pequeño a su residencia había creado una luz innegable, volviendo la misma un tanto más acogedora, dando así un ejemplo de "hogar", ya no solo era un refugio para la Inquisidora. Ella junto a Sven habían creado una pequeña y misteriosa familia.
La inmortal se vio en la obligación de dejar sus actitudes nómadas, y concentrar más parte de un tiempo, con el que no contaba, a la crianza del niño, pero se sentía tranquila al saber que cada segundo que había enfocado en él, había valido la pena.

Observó con sosiego como el peludo animal se paseaba por entre sus piernas, ella nunca había gustado de tener mascotas, o cualquier tipo de animal en la mansión, pero en cuanto el infante solicitó su permiso para conservar a Perséfone, no había tenido más remedio que aprobarlo, realmente negarle algo a Sven era una tarea bastante complicada.
Como de costumbre la diestra de la mujer descendió hasta acariciar la cabeza del felino, pero resguardando su mirada en el pequeño que aún se encontraba dentro del sarcófago.
— Sí, aunque ha sido una larga noche, conseguí cenar.— respondió a la duda que nació de los diminutos labios del niño, y se inclinó a besar su frente con cariño.
— Te veías tan cómodo la primera vez que vine a verte, que no me atreví despertarte.— le comentó con una sonrisa mas natural, poniéndose de pie para buscar un abrigo dentro del armario.

Observaba con orgullo a su alrededor. Lauren jamás se habría planteado la idea de tener un hijo, incluso cuando aún conservaba su humanidad, ese nunca se había convertido en un tema de conversación, como tampoco lo fue el que contrajera matrimonio, al ser hija única había sido bastante consentida. Tal vez era por esta misma razón que ella se encargaba ahora de ser igual con Sven, deseaba darle todo lo que necesitara, e incluso lo que no, solo para mimarlo.
— La noche está bastante tibia, podríamos salir a caminar al jardín si gustas.— ofreció, tomando un diminuto abrigo azulino, el cual resaltaría los agraciados ojos de él.

Volvió hasta donde se encontraba el inquisidor, ayudándolo con la prenda, deslizando sus brazos por las mangas.
— Sven, hay ciertas cosas que debo comentarte. Todo parece indicar que habrán algunos cambios en la casa, y quiero que estés al tanto.— le indicó, terminando por acomodar su desordenado cabello hacía un costado de su frente con los dedos, para luego abotonar el abrigo.
— Estás listo. Ven acá, hijo.— murmuró, estirando sus brazos hacía el niño, terminando así de levantarle, buscando iniciar su paseo nocturno.

por **Sven Offenbach** Vie Jul 11, 2014 4:26 pm

A pesar de tener cien años de vida, su comportamiento frente a la inquisidora sería siempre la de un niño gozando la compañía de su madre. Sven se había convertido en una persona sumamente fría y escéptica gracias a todas las cosas que había pasado cuando niño, había aprendido que la gente sólo se servía a sí misma y aunque llegó a aborrecer a todo ser gracias a tal idea, Lauren le había enseñado que ella era una excepción y que aquella regla no siempre se cumplía. Había esperado largos años a que la vampiresa se deshiciera de él, de la misma manera en la que la madre biológica lo había vendido, pero aquello jamás sucedió, esa mujer hermosa y rubia realmente le había acogido como a un hijo.

Sven jamás dio razones a la rubia para deshacerse de él, ni mucho menos había sido alguien exigente, pidiendo esto y aquello tal como le viniera la gana. Quizás era su miedo a ser desechado una vez más lo que lo hizo tener siempre un buen comportamiento, a permanecer atento a cada una de las enseñanzas que recibía y sacar provecho de ellas. Perséfone era tan sólo uno de los pequeños lujos que se había atrevido a pedir a la vampiresa, y se había encargado de educarla para que tampoco causara problemas dentro de la mansión, por lo que la gata prefería estar siempre en el exterior, vagando por el bosque que resguardaba a la morada.

Cerró momentáneamente sus ojos al sentir los labios de su madre posarse cálidamente sobre su frente. Jamás lo aceptaría, pero aquel simple gesto bastaba para hacerle feliz y mantener lejos aquella frialdad suya. – ¿Has venido antes? ¿De nuevo he dormido de más? – Había ocasiones en las funestas memorias de su pasado prolongaban el sopor diurno, perdiendo a veces la mitad de la noche y apenas levantándose cuando la sed lo acecha sin tregua alguna.

– Sí, me gustaría pasear contigo, mamá. – Respondió con el semblante enternecido a causa del cariño que emanaba de aquella mujer. Había seguido a la canadiense con la mirada y se puso de pie en cuanto ésta se aproximó con su abrigo a fin de colocárselo, escuchando con atención lo que decía. – ¿Qué cambios? – Apreciaba el hecho de que Lauren supiese tratarlo conforme a su edad pese a su eterna apariencia infantil, con lo mucho que aborrecía que los inquisidores o gente que no le conocía le vieran como un crío y esperaran un comportamiento acorde a su físico. Ciertamente las reformas de la casa no le preocupaban, aunque sí le causaba curiosidad saber qué les daba tal importancia. Rodeó con sus bracitos el cuello de su madre, dejándose cargar por ella como todo un infante y mirando de reojo que la gata los seguía por detrás, dispuesta a hacerles compañía durante la noche.

por **Lauren Von Krautzs** Dom Ago 03, 2014 3:06 pm

"Before my dreams take me away, I kneel beside my bed and pray...
For all the children in the dark."

En cuanto se encontraron fuera de la habitación, los brazos de la inquisidora deslizaron el menudo cuerpo hasta el suelo, dejándolo de pie, para con una de sus manos cerrar la puerta tras sus espaldas, e iniciar así un calmado avance por el pasillo principal, mismo que se encontraba decorado por grandes y siniestros cuadros, resaltando de alguna forma con el estampado color granate. No era difícil darse cuenta que la siniestra residencia no era el lugar para un niño, y por suerte Sven no lo era.

Su diestra buscó nuevamente una de las diminutas manos ajenas, y la estrechó mientras caminaban. El rostro de Lauren no se preocupaba en ocultar la luminosidad que este desprendía gracias a la sonrisa que el vampiro provocaba con sus tiernas palabras.
— Sí, has dormido bastante... Y tampoco quiero que te pierdas toda una noche.— respondió ensanchando su sonrisa. Si de ella dependiera, permitiría que él descansara todo lo que gustara, pero tarde o temprano la sed comenzaría a desatarse, y controlarle luego de que aquello se prolongara, sería aún mas complicado. Más ahora, tomando en cuenta los cambios que se realizarían, era su deber mantener controlado a Sven.

Usó su mano libre para abrir la puerta que los separaba del antejardín, y luego de permitir que la gata se les adelantara a salir, abandonaron juntos el frente de la mansión.
Se les regalaba una noche despejada, tibia y acogedora. No era difícil toparse con anocheceres así producto de la estación, y por ende, estaba dispuesta a disfrutarlos en compañía de su hijo.
— Es algo un tanto complejo de explicar.— comenzó diciendo, paralelamente avanzaban por entre el largo césped. Aunque sus ojos se fijaban en el cuerpecillo junto a ella.
— Tuve que traer una cambiaformas a casa, una felina. Ella será alojada durante unos días o más, no estoy muy segura.— mencionó frunciendo el ceño, y desviando su mirada a una de las banquetas que el jardín resguardaba, trazando un camino hacia la misma.

Sólo unos cuantos pasos fueron suficientes para conseguir tomar asiento, y golpetear junto a ella, invitando al inquisidor a hacerle compañía.
— Créeme que no tengo idea alguna de las intenciones que tendrá la mujer al estar aquí, por mi parte ya intenté explicarle todo lo que estaba pasando de la mejor manera, aunque todo le ha parecido una locura, y eso era de esperarse.— se encogió de hombros, dedicando una suave caricia al cabello de su pequeño, apreciando el como sus dedos se colaban entre sus mechones.
— Su nombre es Kaya, y todo parece indicar que... Somos parientes muy lejanas.— terminó de comentarle de una vez, aguardando por lo que él pudiera pensar. El echo de saber que la cambiaformas era lo más cercano a lo que se podría considerar un "humano", le mantenía inquieta, nada le aseguraba que los instintos de Sven pudieran desatarse en su contra, y era precisamente lo que buscaba evitar.
— Quiero que seas precavido, no la dañes... Aunque si ella en algún momento realiza algo en tu contra, simplemente la exterminamos, ¿de acuerdo, cariño? — aquellas palabras sonaron frías, carente de cualquier tipo de sentimiento ameno hacia la joven que aún se encontraba encerrada en una de las habitaciones. Para Lauren las cosas eran claras y a la hora de tomar decisiones era bastante práctica. Ella y el pequeño habían vivido más de un siglo juntos, y siempre estaría por delante de cualquier ser — hasta ahora extraño — que se presentara en sus vidas.

por **Sven Offenbach** Sáb Sep 06, 2014 11:33 am

Era sencillo ir siempre en los brazos de Lauren, elevado a la altura de su rostro y pretender que no poseía la apariencia de un pequeño, pero ya no era un infante como para requerir tales acciones para pretender que había crecido. Sus pies tocaron el suelo una vez más y sintió cómo la puerta se cerraba detrás de ellos, separándolo de aquella habitación que conformaba un santuario para él, el sitio en el que su pasado abandonaba su cabeza para acosarlo durante el día y que a veces lo acompañaban durante la noche, en sus labores de inquisidor.

Tomó la mano de la vampiresa, sintiendo cómo la sangre comenzaba a hacer efecto en su cuerpecito. Su piel era cálida y podía estrechar la mano de su madre sin parecer una estatua que deseara aferrarse a ella. Ya no era el cadáver que se suponía debía ser. Todo gracias a ella.

Escuchó con atención las palabras que salían con dulzura de los labios rosáceos de Lauren, mirando cómo aparecía una sonrisa en ella que lo llenaba de una calidez que como condenado jamás esperaba sentir. — Perdona, madre. Desperté durante el crepúsculo, pero estaba demasiado atolondrado aún para permanecer despierto. — Respondió con una sonrisilla infantil y viva, aunque en su mente recordaba con cierto recelo las imágenes que lo embargaron al principio de la noche.

Ver a la gata corretear frente a ellos le recordó que, de no haberse controlado, no estaría viva en ese momento, que la sed estuvo a punto de vencerlo. Parpadeó un par de veces a fin de no pensar más en ello y se centró en la bonita noche que hacía. No había viento, pero las bellas tonalidades azules en el firmamento y la tibieza del ambiente lo compensaban. Una noche sin el tedio del frío ni del calor, perfectamente disfrutable en compañía de una conversación de cualquier género. Estaba centrado en cómo sus pies se hundían en el césped cuando su madre comenzó explicarle aquel asunto del que hablaba. ¿”Tuve”? ¿Qué se suponía que debía hacer una cambiante en la residencia de un vampiro? No quiso hablar ni llenarla de preguntas sin darle primero la oportunidad de terminar, seguramente las preguntas se responderían solas en algún momento.

Se sentó junto a ella y comenzó a mecer los pies, los cuales no alcanzaban el suelo, mirándola, esperando a que continuara hablando. No era común saber que Lauren desconocía por completo las circunstancias, pues ella no era el tipo de mujer que se tomara las cosas a la ligera tratándose de la residencia y de lo que involucrara a Sven, sin embargo el pequeño comprendía que alguna razón debía tener, que la cambiante que estaba en cualquiera de las habitaciones de la mansión y que, además, apestaba a animal, tenía cierta importancia. — No debes preocuparte por mí, madre. No la dañaré, aunque la sangre de los cambiantes es espesa y posee un sabor agradable. — Respondió con esa misma sonrisa infantil y juguetona. — No creo que sea demasiado imprudente estando en la residencia de dos vampiros, por lo que supongo que no se atreverá a hacernos una mala jugada. — Y no esperaba que lo hiciera. Las apariencias con Sven eran muy engañosas y a la primera en la que esa tal Kaya tratara de lastimar a Lauren, le saldría muy caro a la cambiante. — Pero deseo saber cómo es que te enteraste de su existencia. — Sabía que para un vampiro de la edad de la inquisidora era casi imposible encontrar personas que compartieran un lazo sanguíneo.

por **Lauren Von Krautzs** Sáb Sep 27, 2014 5:41 pm

"Walk with me tonight, we'll see the stars
and think for a moment it's just you and me ...
No more blood, no more nightmares"

No cabía duda alguna que hablar con Sven siempre sería un gusto para Lauren. Aquel inquisidor de apariencia infantil, comprendía rápidamente cada punto que ella le expusiera, escuchando con paciencia mientras acomodaba las esparcidas ideas que hasta ahora ella estaba dándole.
A pesar que el escenario que le estaba montando no era para nada su estilo, debía hacerle entender a él sus razones, y claramente las decisiones que había tomado, sin pasarlo a llevar en ningún sentido. Después de todo el era su única y reconocida familia, y tenía tanto derecho en las decisiones como ella misma.

Como era de esperarse el vampiro comprendió y acató la sencilla orden de "paz" que Lauren propuso, aunque nacieron los traviesos comentarios de sus labios, los cuales — a pesar de ser un negro humor — hizo sonreír instantáneamente a la vampiresa.
— Sí Sven, tienes razón en ese detalle. La sangre de los cambiaformas tiene ese toque de buen sabor, y justamente por ese detalle es que me enteré de lo que ahora voy a contarte con más detenimiento.— agregó, mientras acariciaba el revuelto cabello del pequeño que jugueteaba a su lado.
— Fue en una de mis idas al bosque. Esta muchacha se encontraba en el lago, en su piel felina, y aunque al principio dudé de su naturaleza, finalmente me dio la razón y tuve que seguirla.— cada palabra que nacía de sus labios la llevaba a recordar lo que había ocurrido esa noche, y podía notar como la mano que aún descansaba sobre sus muslos se empuñaba.
— Desde ahí todo fue muy rápido. Nos enfrentamos, aunque la imprudencia de ella le jugó muy en contra, y en medio de los ataques pude captar su aroma, el cual ya hizo que las dudas afloraran. Más tarde tuve que comprobarlo bebiendo de ella, y fue eso todo lo que necesité... La sangre que corre por nuestras venas lleva un linaje compartido.— exhaló, y sin voltear su mirada a Sven, se quedó en silencio unos largos minutos.

Para Lauren era sumamente difícil reconocer todo lo que había dicho, y más aún su declaración final, lo considera una burla a su propia naturaleza, denigrando la de la cambiaformas sin si quiera llegar a darse el tiempo de conocerla. Muy típico de ella.
— Estoy segura que nuestras lineas recaen por herencia de mi padre... Ella podría ser una prima lejana. Aunque en realidad, soy casi un ancestro para la felina.— bromeó, relajando un poco su tiesa posición, regresando sus grisáceos ojos a los ajenos.
Muy dentro de ella esperaba haber sido lo suficiente clara con su pequeño, no quería que él se percatara del malestar que todo aquello le provocaba, sólo por que no podía aceptarlo. Sven no merecía cargar con esa preocupación.

— Ven, hijo.— le invitó, y extendiéndole su mano se levantó. Deseaba despejar un poco su mente paseando con el infante, ya que eso siempre le funcionaba. La compañía que representaba para Lauren era sumamente importante, y por momentos le hacía olvidar todas sus complicaciones, y vaya que ambos tenían bastantes producto de su trabajo.
Pero los momentos de paz, y calma que podían generarse entre ellos, eran lo suficientemente intensos para recrear una sencilla escena de una madre caminando de la mano con su pequeño hijo. Era esa razón por la cual la inquisidora protegía con tanto ímpetu a Sven.

por **Sven Offenbach** Vie Oct 24, 2014 9:59 am

Le dedicó una sonrisa infantil y tierna en cuanto ella le diera la razón. No recordaba con exactitud si en algún momento de su siglo de existencia había tenido la fortuna de probar la sangre de un cambiante, sin embargo le era más que suficiente conocer con entereza aquella sustancia carmesí apenas su aroma penetrara sus pequeñas fosas nasales. Y ahora Lauren confirmaba sus sospechas. Era evidente, por las palabras que usó, que la canadiense había gozado del placer de una sangre espesa, llenadora y cálida en circunstancias poco agradables y con un final que la obligaba a dar pie a un monólogo.

La escuchó con suma atención, analizando cada palabra que emanaba de sus labios, mirándola fijamente con una expresión dulce, interesado sobremanera en todo lo que ella tuviere que contarle. Las caricias en su cabello no lo distrajeron ni un instante, sino que lo colocó en una disposición aun mayor de atender el relato de su amada madre. Sin embargo, hablar del linaje logró fragmentar su mente, sometiéndolo, mientras la escuchaba, a los tormentosos recuerdos de su pasado y al origen de su condenada naturaleza. Su expresión no cambió, pues no deseaba interrumpirla ni restarle importancia a sus palabras, puesto que la vampiresa se preocuparía al instante y perdería por completo la intención que tenía al relatar su encuentro con Kaya.

Desconocía la suerte de su padre y la de su madre biológica, ya que era lo suficientemente pequeño como para entender por completo lo que había ocurrido cien años atrás en esa pobre casita a las afueras de Estocolmo. Recordaba, no obstante, los días últimos que pasó con la mujer castaña que, sin dudarlo, lo vendió a un extraño viajero al que hospedaron en su casa. El tiempo no había sido lo suficiente como para borrar de sus recuerdos la expresión desorientada y satisfecha de su madre el día en el que se vio obligado a marcharse. Si murió por su mala salud, si sobrevivió a los crueles inviernos, si pasó su existencia atormentada por haber cambiado a su único hijo por unas cuantas monedas de oro, jamás lo supo. No le interesaba saber siquiera lo que sucedió realmente, puesto que los años siguientes fueron un tormento y más rabia sentía contra su nuevo amo que hacia su madre biológica. ¿Habría perdonado a la mujer si éste se hubiera dado cuenta de que el vampiro que lo adquirió hechizó la mente de la mujer? ¿Que realmente no había sido vendido a voluntad de la sueca? Nada cambiaría de ninguna manera, no existía nadie en el mundo que pudiera referirle la verdad de los hechos y prefería pensar que él era el último del linaje de los Offenbach.

– ¿Y qué hay acerca de la familia de la cambiante? – Preguntó forzando a su mente a apartarse de los recuerdos y gozar de la presencia de Lauren, la vampiresa a la que le debía todo. – Si está ella, ¿no habrá más familia tuya en algún sitio? – Añadió, haciéndose la misma pregunta en su mente. Si su madre o su padre habían sobrevivido, incluso si alguno de ellos tenía familia, él no sería realmente el último de su linaje; una idea terrible para el pequeño.

Tomó sin demorar nada la mano de la rubia, que lo invitaba a retomar el paseo por el jardín. Supo entonces que hablar de la cambiante la incomodaba tanto como a él lo acechaban las memorias de su antigua vida, de cuando fue llevado a Italia y posteriormente convertido en una criatura de la noche. Pero a él no le serviría del todo caminar, Sven sabía que el pasado lo perseguiría hasta que decidiera poner fin a su existencia, algo impensable viviendo ahora junto a su madre adoptiva y la única persona a la que aceptaría en su condenada vida.

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