AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La ratita presumida (Privado: Kalendish)
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La ratita presumida (Privado: Kalendish)
Carlotta se había levantado temprano a pesar de que la noche había acabado a altas horas de la madrugada. No había salido mal del todo el experimento de trabajar juntas, aunque haría falta que se corriera más la voz sobre el cambio del local. Viridiana tenía un talento natural para la magia y el traslado de la primera fila (tan cercana que era perjudicial para el buen desarrollo del truco) había ayudado notablemente a ello. Por su parte, esperaba poder adecentar algún rincón del local para dar una escenografía específica a su lugar donde echar las cartas, ya que ahora simplemente se colocaba en una esquina del bar, tras cambiarse el atuendo de camarera por alguno de sus exóticos pero ya ajados vestidos napolitanos.
Y así y todo las cosas parecía que llevaban un buen camino, se dijo a sí misma mientras bajaba las escaleras del local. Se había puesto un vestido de lana fina azul marino y un delantal para no dejar en punto muerto la limpieza del local, ya que si dependía de la brujita aquello no se realizaría. Ella había vivido tanto en un palacio como en una cabaña de aldea y en un espectaculo ambulante, así que no le importaba tener que limpiar, pero eso sí, le aburría y le destrozaba la espalda. Así que mientras barría, fregaba mesas y quitaba el polvo de los estantes pensaba que ojalá las cosas fueran a mejor y pudieran a contratar a alguien para que hiciera todo aquello y además ejerciera de camarero. La herencia del viejo Salina tampoco se iba a dilatar eternamente y no podía gastar más, aparte de lo que iba a invertir en liquidar deudas, renovar vestuario para Vi y para ella y poder vivir mientras el negocio tiraba adelante.
Y en todas estas reflexiones se encontraba cuando se pasó a fregar tras la barra. Estando de espaldas, revisando el estante de las botellas oyó la puerta. Viridiana no se había levantado ni de broma así que sería algún despistado. Sin darse la vuelta dijo
-È chiuso- pero se dio cuenta de que lo había dicho en italiano y se le cayó el vaso que estaba secando de la pura rabia. Mientras se agachaba a cogerlo y pensaba "lingua condannatta"- Está cerrado- repitió en francés. Pero no oyó una respuesta ni pasos que se alejaran y al levantarse se dio un cabezazo contra la barra. Suspiró "hoy no es mi día..." pero miró al individuo, que se presentaba problemático y sólo con la brillantez de su aura supo ante quién se encontraba
-Kalendish...- dijo anonadada- ¿Que haces aquí?
Y así y todo las cosas parecía que llevaban un buen camino, se dijo a sí misma mientras bajaba las escaleras del local. Se había puesto un vestido de lana fina azul marino y un delantal para no dejar en punto muerto la limpieza del local, ya que si dependía de la brujita aquello no se realizaría. Ella había vivido tanto en un palacio como en una cabaña de aldea y en un espectaculo ambulante, así que no le importaba tener que limpiar, pero eso sí, le aburría y le destrozaba la espalda. Así que mientras barría, fregaba mesas y quitaba el polvo de los estantes pensaba que ojalá las cosas fueran a mejor y pudieran a contratar a alguien para que hiciera todo aquello y además ejerciera de camarero. La herencia del viejo Salina tampoco se iba a dilatar eternamente y no podía gastar más, aparte de lo que iba a invertir en liquidar deudas, renovar vestuario para Vi y para ella y poder vivir mientras el negocio tiraba adelante.
Y en todas estas reflexiones se encontraba cuando se pasó a fregar tras la barra. Estando de espaldas, revisando el estante de las botellas oyó la puerta. Viridiana no se había levantado ni de broma así que sería algún despistado. Sin darse la vuelta dijo
-È chiuso- pero se dio cuenta de que lo había dicho en italiano y se le cayó el vaso que estaba secando de la pura rabia. Mientras se agachaba a cogerlo y pensaba "lingua condannatta"- Está cerrado- repitió en francés. Pero no oyó una respuesta ni pasos que se alejaran y al levantarse se dio un cabezazo contra la barra. Suspiró "hoy no es mi día..." pero miró al individuo, que se presentaba problemático y sólo con la brillantez de su aura supo ante quién se encontraba
-Kalendish...- dijo anonadada- ¿Que haces aquí?
Carlotta de Dos Sicilias- Hechicero Clase Alta
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Re: La ratita presumida (Privado: Kalendish)
París. Aspiró su aroma mientras que deslizaba una moneda entre sus dedos como era costumbre en él, esa manía que calmaba sus nervios le daba una paz que pocos conocían sin estar con una pareja o algo similar. Entrecerró sus ojos observando la moneda con lentitud, disfrutando del tacto de la plata, del brillo que se reflejaba en su estructura con los primeros rayos de la mañana.
¿Cuántos meses había estado fuera? No lo recordaba, tampoco le importaba mucho a decir verdad. No tenía ataduras, nunca las había tenido ni las tendría más adelante. Era libre para realizar sus planes a su antojo.
Chasqueó sus dedos haciendo desaparecer la moneda que segundos antes había estado entre ellos y comenzó a caminar nuevamente hacia el local que había usado como su hogar y su puesto de trabajo tiempo atrás. Sabía que Viridiana habría cuidado bien del lugar aunque la limpieza no fuese lo suyo y si alguno de los brujos que había visitado en sus viajes habían llegado le habrían facilitado la labor a la pequeña joven.
Su cabello caía sobre sus pómulos pronunciados por la delgadez de su cuerpo, no era extrema pero sí lo suficiente para conseguir que sus rasgos fuesen mucho más angulosos enmarcando una gran nariz aguileña.
Se perdió entre las calles llegando a aquel lugar que le resultaba tan conocido con el cartel de cerrado puesto al otro lado del poco visible cristal por la suciedad que en él gobernaba.
Frunció su ceño y entró en el local sin inmutarse al escuchar una voz femenina decirle en un perfecto italiano que no podía estar allí porque estaba cerrado. Ignoró a la muchacha aunque reconoció su aura al instante. Carlotta. Le gustaba ver que había podido llegar a la ciudad pese a todo.
El interior del lugar estaba hecho un desastre limpio aunque no estaba organizado como a él le gustaba pero el hogar, era el hogar.
Puso sus manos sobre su abrigo negro y lo quitó con deliberada parsimonia tras oír el golpe que la joven italiana se había dado con la barra. Alzó una de sus cejas por la pregunta que ella había pronunciado.
- Es más que obvio que he regresado a mi hogar, Carlotta -sonrió para quitarle dureza a su comentario pues no deseaba en absoluto molestarle dado que él le había pedido que fuese a su hogar y encima ayudaba a mantenerlo a salvo y decente.- ¿No os alegráis de verme?
Apoyó su abrigo en una percha que estaba en un equilibrio un tanto imposible y cualquiera hubiese dicho que no podría mantener ni una sola pluma algo que para nada hizo temer al hombre que su vestuario terminaría en el suelo.
Dio una palmada y se frotó las manos con una ligera sonrisa intentando escaparse de entre sus comisuras.
- Ya llegué para revolucionar nuevamente París. - dicho lo cual una sonora carcajada reinó en la estancia ante la mirada aún anonadada de la siciliana.
¿Cuántos meses había estado fuera? No lo recordaba, tampoco le importaba mucho a decir verdad. No tenía ataduras, nunca las había tenido ni las tendría más adelante. Era libre para realizar sus planes a su antojo.
Chasqueó sus dedos haciendo desaparecer la moneda que segundos antes había estado entre ellos y comenzó a caminar nuevamente hacia el local que había usado como su hogar y su puesto de trabajo tiempo atrás. Sabía que Viridiana habría cuidado bien del lugar aunque la limpieza no fuese lo suyo y si alguno de los brujos que había visitado en sus viajes habían llegado le habrían facilitado la labor a la pequeña joven.
Su cabello caía sobre sus pómulos pronunciados por la delgadez de su cuerpo, no era extrema pero sí lo suficiente para conseguir que sus rasgos fuesen mucho más angulosos enmarcando una gran nariz aguileña.
Se perdió entre las calles llegando a aquel lugar que le resultaba tan conocido con el cartel de cerrado puesto al otro lado del poco visible cristal por la suciedad que en él gobernaba.
Frunció su ceño y entró en el local sin inmutarse al escuchar una voz femenina decirle en un perfecto italiano que no podía estar allí porque estaba cerrado. Ignoró a la muchacha aunque reconoció su aura al instante. Carlotta. Le gustaba ver que había podido llegar a la ciudad pese a todo.
El interior del lugar estaba hecho un desastre limpio aunque no estaba organizado como a él le gustaba pero el hogar, era el hogar.
Puso sus manos sobre su abrigo negro y lo quitó con deliberada parsimonia tras oír el golpe que la joven italiana se había dado con la barra. Alzó una de sus cejas por la pregunta que ella había pronunciado.
- Es más que obvio que he regresado a mi hogar, Carlotta -sonrió para quitarle dureza a su comentario pues no deseaba en absoluto molestarle dado que él le había pedido que fuese a su hogar y encima ayudaba a mantenerlo a salvo y decente.- ¿No os alegráis de verme?
Apoyó su abrigo en una percha que estaba en un equilibrio un tanto imposible y cualquiera hubiese dicho que no podría mantener ni una sola pluma algo que para nada hizo temer al hombre que su vestuario terminaría en el suelo.
Dio una palmada y se frotó las manos con una ligera sonrisa intentando escaparse de entre sus comisuras.
- Ya llegué para revolucionar nuevamente París. - dicho lo cual una sonora carcajada reinó en la estancia ante la mirada aún anonadada de la siciliana.
Kalendish Sovari- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 06/06/2014
Re: La ratita presumida (Privado: Kalendish)
Sonrió sin poder evitarlo ante la presencia de Kalendish allí. Finalmente podía llegar a ser que las cosas tomasen un ritmo adecuado. Se limpió las manos en el delantal sonriendo y dio la vuelta a la barra para saludarle. En su tierra natal, lo más normal del mundo era darse besos en la mejilla en cualquier situación y así lo hizo, como el primer día que había estado con Viridiana. Que por cierto se iba a poner como loca
Y más que bienvenido eres a tu hogar. Vi se va a alegrar mucho de que hayas vuelto. Y háblame de tú, después de verme con este aspecto y de hacerme venir desde Sicilia creo que tienes ese derecho - pero tras la alegría inicial quedaba esa gran pregunta. ¿A dónde había ido? ¿Por qué? Y lo más importante a ojos de Carlotta ¿por qué no se había llevado a su aprendiz?. Pero todo eso podía esperar al menos un poco, pues Kalendish parecía estar escrutando muy seriamente el local. Ella suspiró y puso cara de "¿qué voy a hacer?"
He hecho lo que he podido, pero llegué hace sólo dos días- estuvo a punto de seguir hablando pero pensó que sería mejor hacerlo ante una copa de vino, o en su defecto de algún otro licor. Sacó una botella y dos copas y las puso en una de las relucientes mesas, sentándose en una de las sillas y llenando su copa. Dejó la botella en la mesa y dio un sorbo a la suya
-En Palermo desayunamos así. Además tengo ganas de charlar contigo, por eso vine aquí, ¿no?- se apoyó sobre el respaldo de su mesa y le examinó. No era lo que cualquiera llamaría un hombre guapo pero sí realmente atractivo. Y muy convincente, Pero a su vez le resultaba oscuro y atormentado así que no sabía bien por dónde cogerle
Io no sono qui...- carraspeó, se le había vuelto a escapar el italiano- Yo no soy quién para preguntarte a dónde vas y por qué, eso es cosa tuya. Pero ¿por qué no te llevaste a la chica? Estaba muy sola cuando yo llegué. Menos mal que es lista y ha sabido sobrevivir... yo sólo me he instalado aquí con las cartas y le hecho una mano con la limpieza... que no es su fuerte- suspiró y entornó los ojos mirando al techo mientras daba un sorbo a la copa- No creo que me digas a mi el por qué, pero piénsalo para cuando se lo tengas que decir a ella- no conocía bien a Kalendish pero no le parecía que el hecho de dejar a Viridiana sola fuera algo común, máxime cuando ahora había vuelto
Y más que bienvenido eres a tu hogar. Vi se va a alegrar mucho de que hayas vuelto. Y háblame de tú, después de verme con este aspecto y de hacerme venir desde Sicilia creo que tienes ese derecho - pero tras la alegría inicial quedaba esa gran pregunta. ¿A dónde había ido? ¿Por qué? Y lo más importante a ojos de Carlotta ¿por qué no se había llevado a su aprendiz?. Pero todo eso podía esperar al menos un poco, pues Kalendish parecía estar escrutando muy seriamente el local. Ella suspiró y puso cara de "¿qué voy a hacer?"
He hecho lo que he podido, pero llegué hace sólo dos días- estuvo a punto de seguir hablando pero pensó que sería mejor hacerlo ante una copa de vino, o en su defecto de algún otro licor. Sacó una botella y dos copas y las puso en una de las relucientes mesas, sentándose en una de las sillas y llenando su copa. Dejó la botella en la mesa y dio un sorbo a la suya
-En Palermo desayunamos así. Además tengo ganas de charlar contigo, por eso vine aquí, ¿no?- se apoyó sobre el respaldo de su mesa y le examinó. No era lo que cualquiera llamaría un hombre guapo pero sí realmente atractivo. Y muy convincente, Pero a su vez le resultaba oscuro y atormentado así que no sabía bien por dónde cogerle
Io no sono qui...- carraspeó, se le había vuelto a escapar el italiano- Yo no soy quién para preguntarte a dónde vas y por qué, eso es cosa tuya. Pero ¿por qué no te llevaste a la chica? Estaba muy sola cuando yo llegué. Menos mal que es lista y ha sabido sobrevivir... yo sólo me he instalado aquí con las cartas y le hecho una mano con la limpieza... que no es su fuerte- suspiró y entornó los ojos mirando al techo mientras daba un sorbo a la copa- No creo que me digas a mi el por qué, pero piénsalo para cuando se lo tengas que decir a ella- no conocía bien a Kalendish pero no le parecía que el hecho de dejar a Viridiana sola fuera algo común, máxime cuando ahora había vuelto
Carlotta de Dos Sicilias- Hechicero Clase Alta
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Re: La ratita presumida (Privado: Kalendish)
Dejó que la italiana hiciese lo que debía y tras verla acercarse saludó de la misma manera. No era muy dado al contacto físico pero conocía las costumbres de los sitios que había visitado y la cortesía era la parte primordial de ser un caballero con aquel don de gentes que le caracterizaba.
Se dejó seducir por unos instantes por aquellos ojos grandes y provocativos pero esa seducción no era por mera pasión carnal, sino una seducción de alma que invitaba a una conversación intensa, abierta que desde un primer momento él sabía no aceptaría ni con ella ni con nadie.
Cerró sus ojos durante una milésima de segundo al escuchar el nombre de su aprendiz salir de entre los labios de la dulce italiana. Caminó hasta la mesa y se sentó con aquel aire de clase alta que no rozaban ni tan siquiera los monarcas, su seguridad, su importancia parecía sacada de contexto mas era su forma de ser y no la cambiaría.
Decidió quedarse pensativo durante unos momentos mientras miraba el vaso de cristal que acababa de ser limpiado y rellenado con aquel líquido alcohólico. Deslizó sus labios hasta el borde y le dio un trago metiéndoselo entre pecho y espalda sin tan siquiera respirar.
- Viridiana estaba mucho mejor aquí que en mi compañía - respondió tajante sabiendo que era cierto pues para sus propósitos la muchacha no hubiese servido de ayuda.- Viajé, simplemente eso hice, busqué a brujos como tú para mostrarles otra vida -se encogió de hombros aún observando el vaso para después mirar a la joven inquisitiva que estaba frente a él.- ¿Cómo ha ido todo en mi ausencia?
Cambió disimuladamente de tema, hablando de lo mismo pero en la visión que ellas habían tenido de la vida en París durante ese tiempo, por ende no tendría que seguir conversando acerca de sus motivos para huir de allí para escaparse de algo que había sido más poderoso que él mismo.
Se dejó seducir por unos instantes por aquellos ojos grandes y provocativos pero esa seducción no era por mera pasión carnal, sino una seducción de alma que invitaba a una conversación intensa, abierta que desde un primer momento él sabía no aceptaría ni con ella ni con nadie.
Cerró sus ojos durante una milésima de segundo al escuchar el nombre de su aprendiz salir de entre los labios de la dulce italiana. Caminó hasta la mesa y se sentó con aquel aire de clase alta que no rozaban ni tan siquiera los monarcas, su seguridad, su importancia parecía sacada de contexto mas era su forma de ser y no la cambiaría.
Decidió quedarse pensativo durante unos momentos mientras miraba el vaso de cristal que acababa de ser limpiado y rellenado con aquel líquido alcohólico. Deslizó sus labios hasta el borde y le dio un trago metiéndoselo entre pecho y espalda sin tan siquiera respirar.
- Viridiana estaba mucho mejor aquí que en mi compañía - respondió tajante sabiendo que era cierto pues para sus propósitos la muchacha no hubiese servido de ayuda.- Viajé, simplemente eso hice, busqué a brujos como tú para mostrarles otra vida -se encogió de hombros aún observando el vaso para después mirar a la joven inquisitiva que estaba frente a él.- ¿Cómo ha ido todo en mi ausencia?
Cambió disimuladamente de tema, hablando de lo mismo pero en la visión que ellas habían tenido de la vida en París durante ese tiempo, por ende no tendría que seguir conversando acerca de sus motivos para huir de allí para escaparse de algo que había sido más poderoso que él mismo.
Kalendish Sovari- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 06/06/2014
Re: La ratita presumida (Privado: Kalendish)
Carlotta observaba al brujo y mago y entendía qué era lo que le había llamado la atención de Kalendish cuando le vio. Sus años en Nápoles no los consideraría los más felices de su vida (aunque si los más instructivos) aunque si que había aprendido a clasificar a los hombres en dos tipos: con clase y sin ella. Tras su marcha de los dominios Salina solo había conocido a sicilianos o extranjeros que habían ido a vivir a Sicilia y esos eran hombres impulsivos y festivos, que transmitían mucha alegría, pero que a ella al final le acababan recordando a las pasiones primarias, demasiado primarias. Sin embargo Kalendish era pausado, sereno y delicado, y todo lo que le rodeaba parecía impregnado de paz e intelectualidad. La siciliana dio un sorbo a la copa de vino mientras levantaba una ceja ante la habilidad para beber del brujo
-Espero que el vino bueno no te lo bebas tan rápido- comentó con sorna. Suspiró y miró a la puerta del cuartucho. Vi con toda probabilidad seguiría dormida, aunque podía estar escuchando la conversación, y esperó que así lo hiciera, para que pudiera reprimir las ganas de matar a su maestro por haberla abandonado
-Viridiana tiene diecisiete años- comentó como réplica a su comentario de que estaría mejor sin él- Y no puede llevar un local ella sola. Con esa edad no te preocupa la limpieza ni nada que se le parezca, ni cuentas ni asuntos de vestuario. Cree que tan sólo sus trucos atraerán a todo París más tarde o más temprano. Y hace bien, no es edad para preocuparse de cosas tan mundanas y aburridas...- miró su copa con un ojo guiñado, levantándola a contraluz y meciendo suavemente su contenido- Diecisiete, Kalendish... quién los cogiera ¿eh?- el rostro del mago reflejaba cierta consternación y preocupación, como un agujero negro en el pecho que le angustiara, aunque eso no perturbaba a esa atmósfera exquisita que irradiaba. La bastarda sonrió. Quizá por la tibieza de su sangre mediterránea siempre creía que los problemas acababan viniendo del cuore. Pero no se iba a adentrar en una misión suicida a intentar que le abriera sus sentimientos. Suspiró y se masajeó el cuello
Afortunadamente la chica es más que lista y había podido sobrevivir. Y yo pues bueno, tengo lo que tengo y puedo gastar lo que me permite mi bien pero ilegitimamente ganada herencia. Pero este local tiene mucho futuro si nos ponemos en serio con ello...- en ese momento se dio cuenta de lo que estaba diciendo y alzando una ceja y acercándose la copa a los labios dijo- Porque... deduzco que has vuelto para quedarte
-Espero que el vino bueno no te lo bebas tan rápido- comentó con sorna. Suspiró y miró a la puerta del cuartucho. Vi con toda probabilidad seguiría dormida, aunque podía estar escuchando la conversación, y esperó que así lo hiciera, para que pudiera reprimir las ganas de matar a su maestro por haberla abandonado
-Viridiana tiene diecisiete años- comentó como réplica a su comentario de que estaría mejor sin él- Y no puede llevar un local ella sola. Con esa edad no te preocupa la limpieza ni nada que se le parezca, ni cuentas ni asuntos de vestuario. Cree que tan sólo sus trucos atraerán a todo París más tarde o más temprano. Y hace bien, no es edad para preocuparse de cosas tan mundanas y aburridas...- miró su copa con un ojo guiñado, levantándola a contraluz y meciendo suavemente su contenido- Diecisiete, Kalendish... quién los cogiera ¿eh?- el rostro del mago reflejaba cierta consternación y preocupación, como un agujero negro en el pecho que le angustiara, aunque eso no perturbaba a esa atmósfera exquisita que irradiaba. La bastarda sonrió. Quizá por la tibieza de su sangre mediterránea siempre creía que los problemas acababan viniendo del cuore. Pero no se iba a adentrar en una misión suicida a intentar que le abriera sus sentimientos. Suspiró y se masajeó el cuello
Afortunadamente la chica es más que lista y había podido sobrevivir. Y yo pues bueno, tengo lo que tengo y puedo gastar lo que me permite mi bien pero ilegitimamente ganada herencia. Pero este local tiene mucho futuro si nos ponemos en serio con ello...- en ese momento se dio cuenta de lo que estaba diciendo y alzando una ceja y acercándose la copa a los labios dijo- Porque... deduzco que has vuelto para quedarte
Carlotta de Dos Sicilias- Hechicero Clase Alta
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Re: La ratita presumida (Privado: Kalendish)
Clavó su mirada en la atractiva muchacha que le miraba con un gesto reprobatorio. Lo sabía, no había hecho bien dejando a Viridiana sola y eso le carcomía por dentro pero ¿no se daba cuenta que si había regresado había sido por ella? Se recompuso rápidamente sin que ella pudiese notar nada. No solo era un brujo, era un maestro en esconder todo lo que deseara.
Miró con cautela el vaso de vidrio completamente vacío después de haberlo bebido hasta la última gota. Buscó algún tipo de resto más no había quedado nada. Alzó la mirada hasta la muchacha y con una sonrisa enigmática que podía indicar lo que cualquiera desease leer en ella.
- El buen vino entra mejor mas se disfruta mucho más de lo que he hecho con este líquido -apoyó el cristal de nuevo sobre la mesa de madera mirando de nuevo a la joven italiana.
- Es cierto, ¡quién los pillara! mas sé que Viridiana es lista, más lista incluso de lo que yo era a su edad. Conocía a la perfección sus habilidades para mantenerse viva en este lugar y contigo aquí, ella no necesita mucha más ayuda -sonrió de nuevo alzando después la mirada hasta el piso de arriba como si pudiese ver a través de la madera.- Tiene mucho que aprender, lo sé, pero también sé que sabe apañárselas. Tuve que marcharme, fue algo necesario y más para ella -bajé la mirada hasta los ojos de la echadora de cartas.- Si lo digo es porque cierto es. Igualmente regresé y no tengo planteado viaje alguno por el momento. Hay demasiado que hacer entre estas cuatro paredes, empezando por la limpieza y a mí que Viridiana ha debido encontrar a alguna muchacha sin habilidad alguna para otra cosa que no sea el mocho. Ya me entiendes, alguien que no sea un brujo. -entrecerró sus ojos mientras paseaba su dedo por su aguileña nariz.- Es más que necesaria una mano de obra más dada a entender de limpieza pura que no de otro tipo de artes pues deseo que vuestras manos aprendan otros trucos diferentes antes de dedicarse a la porquería.
Una gran sonrisa se deslizó por sus labios y guiñó un ojo a la siciliana. Sin duda era lista tanto como Viridiana por eso también la había escogido para venir a París, a este mismo teatro en potencia.
- Deducís bien, mi querida Carlotta. Extremadamente bien.
Miró con cautela el vaso de vidrio completamente vacío después de haberlo bebido hasta la última gota. Buscó algún tipo de resto más no había quedado nada. Alzó la mirada hasta la muchacha y con una sonrisa enigmática que podía indicar lo que cualquiera desease leer en ella.
- El buen vino entra mejor mas se disfruta mucho más de lo que he hecho con este líquido -apoyó el cristal de nuevo sobre la mesa de madera mirando de nuevo a la joven italiana.
- Es cierto, ¡quién los pillara! mas sé que Viridiana es lista, más lista incluso de lo que yo era a su edad. Conocía a la perfección sus habilidades para mantenerse viva en este lugar y contigo aquí, ella no necesita mucha más ayuda -sonrió de nuevo alzando después la mirada hasta el piso de arriba como si pudiese ver a través de la madera.- Tiene mucho que aprender, lo sé, pero también sé que sabe apañárselas. Tuve que marcharme, fue algo necesario y más para ella -bajé la mirada hasta los ojos de la echadora de cartas.- Si lo digo es porque cierto es. Igualmente regresé y no tengo planteado viaje alguno por el momento. Hay demasiado que hacer entre estas cuatro paredes, empezando por la limpieza y a mí que Viridiana ha debido encontrar a alguna muchacha sin habilidad alguna para otra cosa que no sea el mocho. Ya me entiendes, alguien que no sea un brujo. -entrecerró sus ojos mientras paseaba su dedo por su aguileña nariz.- Es más que necesaria una mano de obra más dada a entender de limpieza pura que no de otro tipo de artes pues deseo que vuestras manos aprendan otros trucos diferentes antes de dedicarse a la porquería.
Una gran sonrisa se deslizó por sus labios y guiñó un ojo a la siciliana. Sin duda era lista tanto como Viridiana por eso también la había escogido para venir a París, a este mismo teatro en potencia.
- Deducís bien, mi querida Carlotta. Extremadamente bien.
Kalendish Sovari- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 06/06/2014
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