Kalendish Sovari

Kalendish nació en el seno de una familia adinerada. Su padre pertenecía a la inquisición mientras que su madre, l joven y hermosa, Jane escondía por amor un profundo secreto. Ella era bruja. Rezaba cada día porque sus habilidades no se deslizaran en la esencia de sus hijos y así había sido hasta que Kalendish llegó a la vida.
Siendo el séptimo de nueve hermanos, el pequeño Kalendish tuvo siempre un trato primordial con su madre a pesar de las expectativas que se había creado su padre para que perteneciese a los inquisidores matando a todo aquel que la asociación considerase una amenaza para la humanidad, los conocidos como lazos con el diablo.
Su madre, Jane, no tardó mucho en percatarse de las habilidades innatas de su hijo pues era capaz de ver cosas que el resto no podían. A pesar de lo que había pensado previamente, la dulce mujer, agradeció que su hijo fuese como ella y comenzó a instruirle en el arte de la brujería además de hacerle entender a pesar de su corta edad que debían mantener muchas cosas en secreto.
A la edad de cinco años, el pequeño brujo Kalendish sabía más hechizos que muchos niños a su edad y un día de ese catastrófico año para su vida, sus hermanos jugaban juntos en un lugar alejado de la parcela de sus padres. El pequeño Kalendish ayudaba a su madre en la preparación de algunas pociones encerrados en el desván de la casa pero ocurrió algo que nadie pudo evitar.
La pequeña Clotilde, corría por la vereda que llevaba hasta un coto donde fue alcanzada en el brazo por una bala. El pequeño Kalendish lo vio, avisando a su madre y juntos fueron corriendo hasta el lugar donde la pequeña yacía agarrando su pequeño brazo manchado de sangre. Jane tuvo que contener sus deseos de curar a su hija con las habilidades que poseía pero el pequeño brujo no pudo hacerlo y usando un poder que su madre le había enseñado hacía poco, curó la herida de su hermana en pocos minutos.
Aquello no pasó desapercibido a los ojos de su padre que había llegado justo después de ellos al lugar pero al ver las manos de su mujer y su hijo ambas sobre la herida, pensó que había sido su mujer la que había curado la herida.
No lo dudó ni un solo instante. Repudió a su mujer y a su hijo justo antes de ser ambos encarcelados esperando su injusto juicio que les llevaría a ambos a la hoguera.

Sovari. Aquel apellido fue tomado por él mismo tras los años que acontecieron al encierro. Pasó los dos primeros meses junto a su madre teniendo que soportar ver como ella era torturada sin poder hacer nada dado que no quería causarle más problemas a esta misma. Las torturas de todo tipo provocaron en él un infinito odio a su padre quien tenía planes especiales para Kalendish.
Nadie excepto él sabía la clase de monstruo que tenía como hijo pero al tener tan solo cinco años pensaba que podrían meterle en cintura. Las mismas torturas con agua fría, máquinas que quebraban los huesos y escasez de comida fueron usadas con el pequeño Kalendish justo después de que su madre fuese condenada a la hoguera tras el juicio popular.
Los gritos de ¡bruja, bruja! eran la atmósfera perfecta para todos los que allí se habían acercado a ver a una nueva mujer morir, una que no había hecho daño absolutamente nadie. El único delito que había cometido había sido permanecer junto a Kalendish mientras este curaba a su hermana pequeña y protegerle todo lo que pudo de su padre.

La imagen de la mujer abrasándose sobre el fuego aún permanece en su memoria y es lo que le ayuda a continuar todos los días cuando siente que va a desfallecer. Todo, absolutamente todo, lo hace para redimir la muerte de su madre.

Tras años de torturas, con dieciséis años, Kalendish terminó de convencer a su padre de que se había "curado" de aquellas habilidades que siendo más pequeño no había podido controlar. Ahora sabía cuando, como y donde podía tranquilamente practicar sin que nadie se percatara de ello.

Recogió todo lo que quedaba en el desván de la casa, antes de que nadie se percatara que había sido el lugar donde su madre y él habían aprendido todo tipo de encantamientos cuando solamente era un niño. Todo lo que poseía lo guardó en una maleta y desapareció de su hogar. En ese instante el Kalendish que todos habían conocido falleció dando lugar a un nuevo Kalendish Sovari (apellido de su madre) que estaba dispuesto a todo porque ninguno de los brujos que él conociera tuvieran que pasar las torturas de la Inquisición.

Sovari, cada día inventaba una nueva historia a todos los que encandilaba con las artes que había aprendido de algunos de los hombres y mujeres que habían estado con él encerrados durante su tortura, sobre su pasado. No dejaba que nadie supiera quien era en realidad, qué era y mucho menos que le sorprendieran realizando las cosas que sabía indebidas. El manual de la Inquisición lo llevaba siempre encima, una pequeña libreta que a lo largo de los años se había aprendido de memoria, donde se explicaban todos y cada uno de los matices que podrían poner en peligro la vida de cualquier ser sobrenatural que no tuviese poderes como la fuerza excesiva o el alimento de la sangre.

Se volvió un ser nómada. Al principio rara vez pasaba más de dos semanas en una misma ciudad hasta que se recorrió medio mundo. Ganaba dinero a base de realizar algunos trucos que pasarían desapercibidos pues eran simples ilusiones que cualquiera que tuviese un poco de vista podría averiguar donde estaba el truco. Juegos de habilidad con los dedos, algunos de giros rápidos de muñecas pero que pudiesen ser siempre explicados en el caso de que las autoridades le pararan de repente por aquellas actividades lúdicas.

Sus continuos viajes le llevaron a París donde su vida nuevamente cambió y ese cambio tenía un nombre concreto: Viridiana.

Tras su llegada a París ocurrió algo que dejó al brujo completamente sorprendido, sin saber qué hacer o cómo actuar algo que jamás le sucedía. Perdido entre las sombras de la noche vio a lo lejos a una muchacha muy joven con el aura de una bruja diambulando por las calles oscuras de la ciudad. Él no pudo moverse tan siquiera pues algo se había encendido en su alma, un sentimiento desconocido por aquella muchacha de facciones dulces.
Un día, ese fue el tiempo que tuvo para organizar toda su cuartada. Conseguir un hogar donde llevar a la chica un pasado por si ella preguntaba más de lo preciso, obviamente mentiría salvo por su procedencia, británica, algo que se sabía tan solo al escucharle pues poseía un marcado acento inglés.
A la siguiente noche, el brujo que no había podido borrar la imagen de la dulce muchacha de su rostro, se acercó justo en el instante que ella intentaba robar a una mujer de clase alta que pasaba por allí. No le importó nada ni nadie más, agarrándola del brazo, la sacó de la calle y poco tiempo después tras preguntarla supo su nombre, Viridiana. No se preguntó lo que aquella voz provocaba en su interior, ni tampoco el sentimiento tan posesivo que crecía en su alma. Si dijo para sí mismo que ella le recordaba en exceso a él y por ese motivo la tomó como aprendiz mostrándole todo lo que él sabía además de un trabajo "digno" al menos más que ir robando a todo aquel que pasara por delante de ella.
La muchacha aprendía enseguida y la forma de ser de Kalendish que solía ser muy reservada y en ocasiones áspera manteniendo siempre la frialdad, comenzó a ser mucho más cálida con la chica. Eran como un padre y una hija conociéndose por primera vez después de años separados pero en ellos había algo más que ese simple lazo fraternal, algo que Kalendish se odiaba por sentir. La atracción más pura e imposible de contener.

Dos años pudo durar durmiendo con la joven en el mismo lugar, sin tocarla de una forma que no fuese más que amable, fraternal y cariñosa pero debía huir, debía estar lejos de Viridiana para ver si aquello le pasaba con todas las mujeres a las que tomaba bajo su tutela o era ella quien poseía algo especial.

Por ese motivo, dejó todo en París sabiendo que volvería y se perdió en Europa, dando a todos los brujos que parecían necesitarlo, una dirección donde poder encontrarle, dispuesto a mantener a tantos brujos como le fuese posible a salvo de las garras inquisidoras mas el viaje fue tan desgarrador para Kalendish que se obligó a regresar antes de tiempo.

Bienvenido seas de nuevo, Kalendish a París, donde yace tu más oscuro secreto, aquel que si alguien descubre morirás sin remedio. Aquella pequeña muchacha convertida ya en mujer que ha robado el único pedazo que quedaba libre de odio de tu oscuro corazón.