AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Enemigos naturales [Privado]
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Re: Enemigos naturales [Privado]
Nunca desee envejecer, marchitarme y morir, como muchos pueden pensar. Desde siempre he deseado conocer más cosas, ver más cosas y nada tienen que ver los tiempos en que he deseado sepultarme bajo tierra y olvidarlo todo. Siempre encuentro algo que me mantiene en pie, algo que me interesa y que me hace sentir la imperiosa necesidad de conocer.
Por eso creo que los inmortales nunca somos los mismos, incluso nadie lo es debido al cúmulo de experiencias que se van sucediendo y que terminan por cambiar ideas, personalidades, sentimientos… Ahora que camino por el centro de París en una mera gestión de observación, recuerdo mis épocas en el templo de Isis, tanto cuando era humana y escapaba de quienes fueron mis desdichados esposos hasta el momento en que fui inmortal y buscaba refugio de mis diferencias con Marius, sobre todo cuando le hube abandonado. No es de extrañar que lo recuerde a cada momento porque llevo años y años buscándolo sin obtener resultados, es como si hubiese desaparecido a propósito de la faz de la tierra.
Sin embargo me siento cómoda en esta ciudad llena de buenas costumbres. He sido testigo de maldad y bondad en la misma medida, pero, lo más bello que existe bajo el sol y la luna es el alma humana. Me maravillan los pequeños milagros de bondad que se producen entre los humanos, me maravilla el desarrollo de la conciencia, la persistencia de la razón frente a la superstición y el desespero. Me maravilla la resistencia humana y por eso los observo como lo hago. Su cercanía no me produce tanta sed como en mis primeros años como bebedora de sangre, pero con disimulo busco entre ellos de quien alimentarme. Por suerte, es fácil hallar aquí —como siempre— un mal digno de abrazar, una desesperación digna de ser satisfecha con ternura. En mi caso debo sentir siempre cierto amor hacia la víctima, cierta misericordia, cierto autoengaño que me haga creer que la muerte que provoco no desgarra el gran sudario de lo inevitable, tejido con árboles, tierra, estrellas y acontecimientos humanos, que merodea siempre en torno a nosotros, a punto de abatirse sobre todo lo creado, todo lo que conocemos. Y así, leyendo sus pensamientos y buscando en ellos mi reposo y condena, es como la veo a ella, a la viuda que va llorando unos pasos delante de mí y cuyo hijo ha muerto de la misma rara enfermedad que su padre. Quizás ella también muera pronto por lo mismo, pero quizás yo pueda abrazarla y proveerla de visiones esperanzadoras mientras le arrebato la vida o, para mi consuelo, mientras le arrebato el sufrimiento.
Ella camina despacio y yo la sigo a su ritmo, cubierta por la capucha que me cubre gran parte del rostro y con la que pretendo ocultarme cada vez que camino por cualquier calle. Al rato, ella se detiene, observa con melancolía una tienda donde exhiben ropas de niño y la mujer alimenta con masoquismo su duelo. También yo me detengo y dejo que mis ojos gocen de un breve momento de la gloria bajo la tenue luz de un farol en la acera. En la mente veo que ella se está despidiendo, como si presintiera lo obvio. Cuando retoma su camino, avanzo de nuevo, con lentitud, sobre todo porque desde hace un momento siento que alguien repite el ciclo que llevo a cabo con ella pero en donde la perseguida soy yo. Tal vez deba esperar por ella, sería mejor si la buscara en otro momento en tanto la molestia de ser seguida desaparece. Giro por una calle angosta y avanzo hasta los callejones. Entonces me detengo, recargada sobre una pared húmeda que pronto tendrá frente a ella a quien ha decidido venir tras mis pasos y de quien, estoy segura, obtendré los motivos de su evidente recelo.
Por eso creo que los inmortales nunca somos los mismos, incluso nadie lo es debido al cúmulo de experiencias que se van sucediendo y que terminan por cambiar ideas, personalidades, sentimientos… Ahora que camino por el centro de París en una mera gestión de observación, recuerdo mis épocas en el templo de Isis, tanto cuando era humana y escapaba de quienes fueron mis desdichados esposos hasta el momento en que fui inmortal y buscaba refugio de mis diferencias con Marius, sobre todo cuando le hube abandonado. No es de extrañar que lo recuerde a cada momento porque llevo años y años buscándolo sin obtener resultados, es como si hubiese desaparecido a propósito de la faz de la tierra.
Sin embargo me siento cómoda en esta ciudad llena de buenas costumbres. He sido testigo de maldad y bondad en la misma medida, pero, lo más bello que existe bajo el sol y la luna es el alma humana. Me maravillan los pequeños milagros de bondad que se producen entre los humanos, me maravilla el desarrollo de la conciencia, la persistencia de la razón frente a la superstición y el desespero. Me maravilla la resistencia humana y por eso los observo como lo hago. Su cercanía no me produce tanta sed como en mis primeros años como bebedora de sangre, pero con disimulo busco entre ellos de quien alimentarme. Por suerte, es fácil hallar aquí —como siempre— un mal digno de abrazar, una desesperación digna de ser satisfecha con ternura. En mi caso debo sentir siempre cierto amor hacia la víctima, cierta misericordia, cierto autoengaño que me haga creer que la muerte que provoco no desgarra el gran sudario de lo inevitable, tejido con árboles, tierra, estrellas y acontecimientos humanos, que merodea siempre en torno a nosotros, a punto de abatirse sobre todo lo creado, todo lo que conocemos. Y así, leyendo sus pensamientos y buscando en ellos mi reposo y condena, es como la veo a ella, a la viuda que va llorando unos pasos delante de mí y cuyo hijo ha muerto de la misma rara enfermedad que su padre. Quizás ella también muera pronto por lo mismo, pero quizás yo pueda abrazarla y proveerla de visiones esperanzadoras mientras le arrebato la vida o, para mi consuelo, mientras le arrebato el sufrimiento.
Ella camina despacio y yo la sigo a su ritmo, cubierta por la capucha que me cubre gran parte del rostro y con la que pretendo ocultarme cada vez que camino por cualquier calle. Al rato, ella se detiene, observa con melancolía una tienda donde exhiben ropas de niño y la mujer alimenta con masoquismo su duelo. También yo me detengo y dejo que mis ojos gocen de un breve momento de la gloria bajo la tenue luz de un farol en la acera. En la mente veo que ella se está despidiendo, como si presintiera lo obvio. Cuando retoma su camino, avanzo de nuevo, con lentitud, sobre todo porque desde hace un momento siento que alguien repite el ciclo que llevo a cabo con ella pero en donde la perseguida soy yo. Tal vez deba esperar por ella, sería mejor si la buscara en otro momento en tanto la molestia de ser seguida desaparece. Giro por una calle angosta y avanzo hasta los callejones. Entonces me detengo, recargada sobre una pared húmeda que pronto tendrá frente a ella a quien ha decidido venir tras mis pasos y de quien, estoy segura, obtendré los motivos de su evidente recelo.
Pandora11- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Enemigos naturales [Privado]
Seguía avanzando entre las calles, creyendo que en determinado momento la inmortal delante de él se iris por algún otro callejón y de esa manera se libraría por fin de tener que sentir que la sigue, pero sobre todo de tener que sentir la cercanía con una bebedora de sangre. No era que Declan pensara que era completamente diferente a ella, sabía bien que en sus noches de luna llena era capaz de cometer los actos más crueles y salvajes, pero siempre le quedaba el consuelo de saber que no era consciente de eso, no como los vampiros, que debían alimentarse de manera consciente de los humanos que les rodeaban con tal de tener un poco más de vida. Si es que a su existencia se le podía denominar vida.
Andaba aún con aquellos pensamientos rondándole, sin notar que su presencia había sido descubierta. Aunque quizás, más bien era que no le interesaba que fuera descubierto sino que solo buscaba alejarse de ella. En ningún momento noto a la mujer que andaba un poco más adelante de ellos y quien era en primera instancia la presa que la inmortal perseguía y a quien con su presencia había generado otra sucesión de hechos que bien pudieron haberle alejado de la mujer frente a él, si es que ella hubiera decidido seguir el camino que llevaba la viuda de la cual Declan no sabía su existencia. Conforme parecían adentrarse entre calles más solitarias, vio con desgano que la vampiresa continuaba el rumbo justo para donde él dirigía sus pasos.
La viuda siguió su camino por una angosta callejuela, mientras que la inmortal, para mala fortuna de Declan, entro justamente por la calle que había planeado tomar. Aquella calle en particular daba a un pequeño atajo hasta el hotel donde se estaba hospedando y al cual esperaba llegar pronto.
Se detuvo antes de girar y reanudar su paso por aquel atajo, pensó detenidamente en la posibilidad de regresas sobre sus propios pasos y tomar el camino más largo hasta el hotel. La desventaja de todo aquel asunto es que después de las diligencias que se vio en la necesidad de realizar, se encontraba algo enfadado y cansado así que sin más, decidió adentrarse en el callejón y dejar que las cosas fluyeran como debieran hacerlo. Dudaba que la mujer aquella fuera a detenerse y pese a que su aroma aún lo detectaba claramente, creyó que ella había continuado y que pronto se encontraría libre de su rastro.
En el momento en que comenzó a andar por el callejón trato de despreocupares, desviar su atención de aquello que había sucedido y le fue posible por unos minutos hasta que noto, más allá de donde el andaba una figura que se encontraba recargada en la pared y que por el aroma, supo inmediatamente que era la vampiresa de antes. Un gruñido salió de lo profundo de su garganta y se detuvo, observando en dirección a ella.
– No quiero problemas vampiresa, déjame pasar y sigue tu camino que yo seguiré el mío – no buscaba problemas, ni siquiera cercanía con aquella mujer y esperaba que se fuera de una vez así, volvería a sentirse tranquilo.
Andaba aún con aquellos pensamientos rondándole, sin notar que su presencia había sido descubierta. Aunque quizás, más bien era que no le interesaba que fuera descubierto sino que solo buscaba alejarse de ella. En ningún momento noto a la mujer que andaba un poco más adelante de ellos y quien era en primera instancia la presa que la inmortal perseguía y a quien con su presencia había generado otra sucesión de hechos que bien pudieron haberle alejado de la mujer frente a él, si es que ella hubiera decidido seguir el camino que llevaba la viuda de la cual Declan no sabía su existencia. Conforme parecían adentrarse entre calles más solitarias, vio con desgano que la vampiresa continuaba el rumbo justo para donde él dirigía sus pasos.
La viuda siguió su camino por una angosta callejuela, mientras que la inmortal, para mala fortuna de Declan, entro justamente por la calle que había planeado tomar. Aquella calle en particular daba a un pequeño atajo hasta el hotel donde se estaba hospedando y al cual esperaba llegar pronto.
Se detuvo antes de girar y reanudar su paso por aquel atajo, pensó detenidamente en la posibilidad de regresas sobre sus propios pasos y tomar el camino más largo hasta el hotel. La desventaja de todo aquel asunto es que después de las diligencias que se vio en la necesidad de realizar, se encontraba algo enfadado y cansado así que sin más, decidió adentrarse en el callejón y dejar que las cosas fluyeran como debieran hacerlo. Dudaba que la mujer aquella fuera a detenerse y pese a que su aroma aún lo detectaba claramente, creyó que ella había continuado y que pronto se encontraría libre de su rastro.
En el momento en que comenzó a andar por el callejón trato de despreocupares, desviar su atención de aquello que había sucedido y le fue posible por unos minutos hasta que noto, más allá de donde el andaba una figura que se encontraba recargada en la pared y que por el aroma, supo inmediatamente que era la vampiresa de antes. Un gruñido salió de lo profundo de su garganta y se detuvo, observando en dirección a ella.
– No quiero problemas vampiresa, déjame pasar y sigue tu camino que yo seguiré el mío – no buscaba problemas, ni siquiera cercanía con aquella mujer y esperaba que se fuera de una vez así, volvería a sentirse tranquilo.
Chantry Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Enemigos naturales [Privado]
Mis ansias de conocer siempre están en lo más alto de mis prioridades. Cedo a los encantos humanos por la filantropía que me acompaña desde hace muchos años; los observo caminar, pestañear, pensar e incluso su fisiología me resulta aún maravillosa. Aunque no tanto como su alma. Con respecto a otros seres sobrenaturales siento exactamente lo mismo. Ellos están vivos, también se alimentan, beben, tienen las necesidades de cualquier humano y es esa misma diferencia que los separa de nosotros lo que me gusta.
Así mismo, intento no hacerme ideas previas sobre ningún ser. Soy consciente que tanto ellos como nosotros disponen de diferentes motivos y circunstancias que los han llevado a ser lo que son. No me confío, pero tampoco juzgo con ligereza. Era lo mejor que podía hacer si deseaba tener una vida semejante a la carnal, a una vida humana, a una vida tangible que me permitiera moverme a través del tiempo y el espacio, hecha por ella. Si deseaba alcanzar una filosofía adecuada, debía luchar y hacerme sabia sin que nada pudiera lastimarme jamás. No más de lo que ya había sucedido con Marius.
La sabiduría es fuerza y quería hacer de ella mi principal arma. Podía defenderme, yo misma resultaba fatal cuando mi privacidad era invadida y amenazaba sin titubear, mataba si eso era lo que consideraba mejor. No dudaba, no dejaba que me temblara la mano ni la voluntad a la hora de ejecutar lo que mi razón me indicaba. Yo organizaba mis partículas, sean las fueran, y caminaba por este mundo sin descanso pero con un propósito. Pero tenía presente que todas las especulaciones que existen en el mundo, todo mito, toda religión, toda filosofía, toda historia, son mentiras.
Eso era lo que tenía en mente mientras yacía recargada en la pared y sin retirar de mí la capucha. Ocultaba mi cabello que tanto me gustaba y parte de mi rostro para no delatar mi extrema palidez. No tenía motivos para mostrarme a él, a ese joven alto que se adentraba en el callejón y resaltaba un aura propia de los licántropos. Sin dar tiempo a nada y como si fuese yo quien lo hubiera seguido, me gruñó, me manifestó su molestia y yo sencillamente me mantuve en silencio un rato. Observándolo con calma me crucé de brazos y mantuve el rostro impávido, al igual que la postura que, combinado con todo, me hacían parecer más una estatua de mármol que una mujer.
-No estoy obstruyendo tu camino. Eres libre de seguir, pero no de seguirme.- aclaré dejando que el viento le acercara mis palabras, esas cargadas de advertencia pero tan suaves que en apenas un susurro me sumían más en el misterio que potenciaba sobre mi rostro la capa. ¿Me atacaría acaso por la mera diferencia de especies que ostentan muchos de los vampiros más jóvenes? Si decidía hacerlo le mataría sin darle tiempo de notar su agonía. Haría que dejara de respirar tan pronto que no alcanzaría a pensar que se sentía ahogado. Y en ese pensamiento también había misericordia, una que quizás no merecía pero que no iba a detenerme a cuestionar. -¿Por qué me seguías?- pregunté finalmente antes de permitir que avanzara un poco más o que me atacara si ese era el caso.
Así mismo, intento no hacerme ideas previas sobre ningún ser. Soy consciente que tanto ellos como nosotros disponen de diferentes motivos y circunstancias que los han llevado a ser lo que son. No me confío, pero tampoco juzgo con ligereza. Era lo mejor que podía hacer si deseaba tener una vida semejante a la carnal, a una vida humana, a una vida tangible que me permitiera moverme a través del tiempo y el espacio, hecha por ella. Si deseaba alcanzar una filosofía adecuada, debía luchar y hacerme sabia sin que nada pudiera lastimarme jamás. No más de lo que ya había sucedido con Marius.
La sabiduría es fuerza y quería hacer de ella mi principal arma. Podía defenderme, yo misma resultaba fatal cuando mi privacidad era invadida y amenazaba sin titubear, mataba si eso era lo que consideraba mejor. No dudaba, no dejaba que me temblara la mano ni la voluntad a la hora de ejecutar lo que mi razón me indicaba. Yo organizaba mis partículas, sean las fueran, y caminaba por este mundo sin descanso pero con un propósito. Pero tenía presente que todas las especulaciones que existen en el mundo, todo mito, toda religión, toda filosofía, toda historia, son mentiras.
Eso era lo que tenía en mente mientras yacía recargada en la pared y sin retirar de mí la capucha. Ocultaba mi cabello que tanto me gustaba y parte de mi rostro para no delatar mi extrema palidez. No tenía motivos para mostrarme a él, a ese joven alto que se adentraba en el callejón y resaltaba un aura propia de los licántropos. Sin dar tiempo a nada y como si fuese yo quien lo hubiera seguido, me gruñó, me manifestó su molestia y yo sencillamente me mantuve en silencio un rato. Observándolo con calma me crucé de brazos y mantuve el rostro impávido, al igual que la postura que, combinado con todo, me hacían parecer más una estatua de mármol que una mujer.
-No estoy obstruyendo tu camino. Eres libre de seguir, pero no de seguirme.- aclaré dejando que el viento le acercara mis palabras, esas cargadas de advertencia pero tan suaves que en apenas un susurro me sumían más en el misterio que potenciaba sobre mi rostro la capa. ¿Me atacaría acaso por la mera diferencia de especies que ostentan muchos de los vampiros más jóvenes? Si decidía hacerlo le mataría sin darle tiempo de notar su agonía. Haría que dejara de respirar tan pronto que no alcanzaría a pensar que se sentía ahogado. Y en ese pensamiento también había misericordia, una que quizás no merecía pero que no iba a detenerme a cuestionar. -¿Por qué me seguías?- pregunté finalmente antes de permitir que avanzara un poco más o que me atacara si ese era el caso.
Pandora11- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Enemigos naturales [Privado]
La noche estaba tan hermosa hasta que sus pasos se toparon con los de aquella inmortal que sin intensión de conocer, termino siguiendo de manera accidental. Cada paso, cada giro y cada calle que tomaba resultaban ser las mismas que las de la inmortal. ¿Por qué no podía tener una noche tranquila? Resultaba fastidioso a niveles supremos que el día que precisamente no tuviera ánimos para ninguna clase de encuentro con sobrenaturales, terminara de aquella manera, aún así, el destino estaba jugado sabiamente sus cartas, le pareciera al Sinclair o no.
Cuando había ingresado al callejón, espero realmente que todo hubiera terminado. Podía verse a si mismo en la cómoda cama de la habitación del hotel, descansando, pensando en las diligencias que le faltarían por hacer, pero sobre todo, pensaría en Jîldael. Era regularmente por las noches cuando sus pensamientos se veían invadidos de aquella mujer que desde que viera por primera vez, le nubló los sentidos. La sombra de la fémina más adelante en el callejón, arruino aquella idea de paz y calma que prometía la habitación del hotel al cual no llegaría tan pronto como planeara en un inicio. Su gruñido fue meramente instintivo, algo que no siempre podía controlar y que era divertido o molesto, dependiendo siempre de la situación en la que se hallara.
La figura se movió, llevando los brazos hasta el pecho, se veía firme y decidida; la voz que se dirigió hasta Declan le confirmo eso mismo, sin embargo, las palabras que mencionaba la inmortal le parecieron más cómicas que nada en el mundo. ¿Seguirle? Ella realmente creyó que la estaba acechando cual presa cuando en realidad había ido todo el camino maldiciendo que ella debiera ir por las mismas zonas que él, un error de parte de ambos seres. Con unos cuantos pasos más, se acerco a la figura, siempre manteniendo una distancia prudente para que ninguno de los dos se sintiera en mayor amenaza. Planeaba evitar un enfrentamiento por una causa tan ridícula como la que parecía estar surgiendo en esos momentos.
– Yo no estaba siguiendo sus pasos. Cierto es que parece que tenemos gustos parecidos al recorrer las calles, pero en ningún momento he venido tras su huella – levanto la mano y señalo más allá del callejón – Me dirijo al hotel que se encuentra un poco más allá, es ahí donde me hospedo, eso es todo – suspiro – No busco pelea, solo deseo llegar a mi destino lo más pronto posible y nada más que eso además – rió divertido – ahora me he puesto de buen humor, mire que creer usted que la seguía y yo ir maldiciendo que camináramos en la misma dirección. Será una historia interesante para contar.
Se movió a uno de los costados, recargando su cuerpo y mirando en dirección a la inmortal. Ella decía que era libre de seguir su camino, pero planeaba asegurarse de que no le atacaría antes de continuar, sino, debería verse en la necesidad de pelear y defenderse a si mismo.
Cuando había ingresado al callejón, espero realmente que todo hubiera terminado. Podía verse a si mismo en la cómoda cama de la habitación del hotel, descansando, pensando en las diligencias que le faltarían por hacer, pero sobre todo, pensaría en Jîldael. Era regularmente por las noches cuando sus pensamientos se veían invadidos de aquella mujer que desde que viera por primera vez, le nubló los sentidos. La sombra de la fémina más adelante en el callejón, arruino aquella idea de paz y calma que prometía la habitación del hotel al cual no llegaría tan pronto como planeara en un inicio. Su gruñido fue meramente instintivo, algo que no siempre podía controlar y que era divertido o molesto, dependiendo siempre de la situación en la que se hallara.
La figura se movió, llevando los brazos hasta el pecho, se veía firme y decidida; la voz que se dirigió hasta Declan le confirmo eso mismo, sin embargo, las palabras que mencionaba la inmortal le parecieron más cómicas que nada en el mundo. ¿Seguirle? Ella realmente creyó que la estaba acechando cual presa cuando en realidad había ido todo el camino maldiciendo que ella debiera ir por las mismas zonas que él, un error de parte de ambos seres. Con unos cuantos pasos más, se acerco a la figura, siempre manteniendo una distancia prudente para que ninguno de los dos se sintiera en mayor amenaza. Planeaba evitar un enfrentamiento por una causa tan ridícula como la que parecía estar surgiendo en esos momentos.
– Yo no estaba siguiendo sus pasos. Cierto es que parece que tenemos gustos parecidos al recorrer las calles, pero en ningún momento he venido tras su huella – levanto la mano y señalo más allá del callejón – Me dirijo al hotel que se encuentra un poco más allá, es ahí donde me hospedo, eso es todo – suspiro – No busco pelea, solo deseo llegar a mi destino lo más pronto posible y nada más que eso además – rió divertido – ahora me he puesto de buen humor, mire que creer usted que la seguía y yo ir maldiciendo que camináramos en la misma dirección. Será una historia interesante para contar.
Se movió a uno de los costados, recargando su cuerpo y mirando en dirección a la inmortal. Ella decía que era libre de seguir su camino, pero planeaba asegurarse de que no le atacaría antes de continuar, sino, debería verse en la necesidad de pelear y defenderse a si mismo.
Chantry Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Enemigos naturales [Privado]
Realmente quería creer que no me había seguido y que sus pasos y los míos recorriendo el mismo sendero no eran más que una incómoda casualidad de la vida que lo molestaba a él y me interrumpía el alimento a mí. No tenía por qué creerle, pero tampoco tenía que dudar de todo lo que decía por ser él lo que muchos llaman un enemigo natural de los vampiros. Yo no sentía enojo, él no me molestaba a pesar que su aroma me resultaba fuerte; pero era sencillo, yo no necesitaba respirar y eso lo solucionaba todo.
-Quizás- susurré sin afirmar ni negar nada y tampoco me moví un ápice pese a que sus pasos se dirigieron hacia mí. –Tampoco pelearía con usted, no encuentro sentido a algo como eso. Puede retomar su camino, dirigirse al hotel y contar la historia que mejor le parezca.- cuando retomé mis palabras le hablé de un modo más distante y frío que antes muy a pesar que seguía igual de tranquila. Sencillamente no iba a hablarle del mismo modo cuando su actitud me pedía a gritos que me mantuviera al margen de su presencia y, finalmente, yo no planeaba invadirlo de ningún modo. Incluso su risa me resultó molesta pero no le presté demasiada atención al asunto, era realmente una tontería en la que no podía basarme para atacarlo o no.
-No necesita quedarse a esperar que me vaya- acoté en cuanto vi que en vez de avanzar se recargaba contra la pared –Supongo que si no me seguía tampoco le importará lo que haga esta noche ¿No es así?- quise saber en cuanto unos pasos humanos se acercaban poco a poco al callejón en el que nos encontrábamos y, yo reconocía esos pasos. –La mujer que se acerca quiere morir. Yo le daré lo que busca como la única misericordia que no ha encontrado esa viuda. Retírese en paz, tampoco voy a seguirlo.- dije incorporándome sin tener a la pared como apoyo. ¿Me dejaría él alimentarme mientras se alejaba o, por el contrario interrumpiría? Quizás sólo se quedara viendo la escena, pero si era cierto que me quería lejos de él tanto como fuese posible, retomaría su andar y se alejaría de mi presencia lo más pronto que le fuera posible.
Los pasos sonaron más cercanos y su corazón también. El llanto de la mujer se hizo audible y casi sentí pena por ella, sabía que no soportaba su dolor y que no quería ver el amanecer una vez más. Era estúpido, ella moría por no ver algo por lo que muchos daríamos tanto… -No querrá verlo, por favor, retírese y olvide que me ha visto- le invité de nuevo muy a pesar que él no me había visto aún el rostro. La capucha continuaba sobre mí, cubriendo mi identidad y mis ojos demasiado brillantes. ¿Qué pensaría la mujer si me viera? La última persona de la que me alimenté me sonrió en medio de su niñez confundiéndome con la Virgen María. Yo no pude menos que proveerle visiones esperanzadoras mientras le arrebataba la vida y la pena que le había representado haber sido abusada en el puente por un centenar de hombres.
-Quizás- susurré sin afirmar ni negar nada y tampoco me moví un ápice pese a que sus pasos se dirigieron hacia mí. –Tampoco pelearía con usted, no encuentro sentido a algo como eso. Puede retomar su camino, dirigirse al hotel y contar la historia que mejor le parezca.- cuando retomé mis palabras le hablé de un modo más distante y frío que antes muy a pesar que seguía igual de tranquila. Sencillamente no iba a hablarle del mismo modo cuando su actitud me pedía a gritos que me mantuviera al margen de su presencia y, finalmente, yo no planeaba invadirlo de ningún modo. Incluso su risa me resultó molesta pero no le presté demasiada atención al asunto, era realmente una tontería en la que no podía basarme para atacarlo o no.
-No necesita quedarse a esperar que me vaya- acoté en cuanto vi que en vez de avanzar se recargaba contra la pared –Supongo que si no me seguía tampoco le importará lo que haga esta noche ¿No es así?- quise saber en cuanto unos pasos humanos se acercaban poco a poco al callejón en el que nos encontrábamos y, yo reconocía esos pasos. –La mujer que se acerca quiere morir. Yo le daré lo que busca como la única misericordia que no ha encontrado esa viuda. Retírese en paz, tampoco voy a seguirlo.- dije incorporándome sin tener a la pared como apoyo. ¿Me dejaría él alimentarme mientras se alejaba o, por el contrario interrumpiría? Quizás sólo se quedara viendo la escena, pero si era cierto que me quería lejos de él tanto como fuese posible, retomaría su andar y se alejaría de mi presencia lo más pronto que le fuera posible.
Los pasos sonaron más cercanos y su corazón también. El llanto de la mujer se hizo audible y casi sentí pena por ella, sabía que no soportaba su dolor y que no quería ver el amanecer una vez más. Era estúpido, ella moría por no ver algo por lo que muchos daríamos tanto… -No querrá verlo, por favor, retírese y olvide que me ha visto- le invité de nuevo muy a pesar que él no me había visto aún el rostro. La capucha continuaba sobre mí, cubriendo mi identidad y mis ojos demasiado brillantes. ¿Qué pensaría la mujer si me viera? La última persona de la que me alimenté me sonrió en medio de su niñez confundiéndome con la Virgen María. Yo no pude menos que proveerle visiones esperanzadoras mientras le arrebataba la vida y la pena que le había representado haber sido abusada en el puente por un centenar de hombres.
Pandora11- Vampiro Clase Alta
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Re: Enemigos naturales [Privado]
Analizo la situación unos instantes mientras que la vampiro dudaba de sus palabras con ese “Quizás” que a Declan le parecía tan escueto.
– Como sé que no es usted la que ha planeado todo esto y de alguna manera ha sabido que camino tomaría yo para seguirme – él también desconfiaba de que aquello fuera una mera casualidad pese a que algo dentro de él le decía que precisamente era de esa manera, una mera casualidad que no se repetiría después. Una sonrisa se asomo a sus labios al saber que ella tampoco planeaba pelear y las razones que tuviera le daban igual, era consciente de que mientras estuviera en su forma humana un vampiro siempre tendría la ventaja sobre si y no pensaba arriesgarse a perder la vida por una estupidez, así como tampoco estaba dispuesto a avanzar y darle la espalda, arriesgando que ella terminara por decidir que lo mejor era matarlo.
Ninguno se movía de su sitio y Declan negó ante sus palabras. Pensaba aguardar porque se fuera antes, nunca le daría la espalda sabiendo que eso podría llegar a ser lo ultimo que haría.
– A mi no me interesa lo que tenga que hacer, así que es usted libre de cumplir sus cometidos siempre y cuando esos cometidos no me incluyan a mi – enarco la ceja. Parecía ser que la inmortal esperaba porque con sus palabras acerca de la muerte de la mujer que caminaba en dirección a ellos le hiciera cambiar de opinión y entonces abandonara aquel lugar de manera veloz – Le agradezco su sinceridad pero aún así creo que es obvio que ambos desconfiamos de las intenciones del otro. No me encuentro lo suficientemente convencido como para irme mientras que usted sigue detrás de mi y respecto a la mujer – se encogió de hombros, acomodando su cuerpo mucho mejor contra la pared en que se encontraba – Me tiene sin cuidado lo que haya planeado hacer con ella, después de todo si quiere morir– miro a la inmortal y le sonrío – se encontrara con su perfecto ángel de la muerte ¿no?
Suspiro, notando la presencia a pocos pasos de ellos y de que ambos se hicieran visibles para la mujer que andaba.
– Todo esto es solo parte de la naturaleza, es la cadena alimenticia en sus niveles más maravillosos – su mirada no se apartaba de la desconocida encapuchada y volvió a suspirar – Por favor termine pronto con lo que deba y busquemos una forma de que pueda alejarme sin creer que me asesinara. Tan solo quiero llegar a mi hotel y creo que usted a su escondite antes de que el sol asome – se quedo pensativo unos instantes – ¿No extraña el sol algunas veces? – la pregunta debía ser bastante inapropiada pero que más podía hacer mientras esperaba la resolución de aquel encuentro.
– Como sé que no es usted la que ha planeado todo esto y de alguna manera ha sabido que camino tomaría yo para seguirme – él también desconfiaba de que aquello fuera una mera casualidad pese a que algo dentro de él le decía que precisamente era de esa manera, una mera casualidad que no se repetiría después. Una sonrisa se asomo a sus labios al saber que ella tampoco planeaba pelear y las razones que tuviera le daban igual, era consciente de que mientras estuviera en su forma humana un vampiro siempre tendría la ventaja sobre si y no pensaba arriesgarse a perder la vida por una estupidez, así como tampoco estaba dispuesto a avanzar y darle la espalda, arriesgando que ella terminara por decidir que lo mejor era matarlo.
Ninguno se movía de su sitio y Declan negó ante sus palabras. Pensaba aguardar porque se fuera antes, nunca le daría la espalda sabiendo que eso podría llegar a ser lo ultimo que haría.
– A mi no me interesa lo que tenga que hacer, así que es usted libre de cumplir sus cometidos siempre y cuando esos cometidos no me incluyan a mi – enarco la ceja. Parecía ser que la inmortal esperaba porque con sus palabras acerca de la muerte de la mujer que caminaba en dirección a ellos le hiciera cambiar de opinión y entonces abandonara aquel lugar de manera veloz – Le agradezco su sinceridad pero aún así creo que es obvio que ambos desconfiamos de las intenciones del otro. No me encuentro lo suficientemente convencido como para irme mientras que usted sigue detrás de mi y respecto a la mujer – se encogió de hombros, acomodando su cuerpo mucho mejor contra la pared en que se encontraba – Me tiene sin cuidado lo que haya planeado hacer con ella, después de todo si quiere morir– miro a la inmortal y le sonrío – se encontrara con su perfecto ángel de la muerte ¿no?
Suspiro, notando la presencia a pocos pasos de ellos y de que ambos se hicieran visibles para la mujer que andaba.
– Todo esto es solo parte de la naturaleza, es la cadena alimenticia en sus niveles más maravillosos – su mirada no se apartaba de la desconocida encapuchada y volvió a suspirar – Por favor termine pronto con lo que deba y busquemos una forma de que pueda alejarme sin creer que me asesinara. Tan solo quiero llegar a mi hotel y creo que usted a su escondite antes de que el sol asome – se quedo pensativo unos instantes – ¿No extraña el sol algunas veces? – la pregunta debía ser bastante inapropiada pero que más podía hacer mientras esperaba la resolución de aquel encuentro.
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Re: Enemigos naturales [Privado]
El licántropo parecía paranoico por naturaleza y en el fondo no podía culparlo dadas las diferencias entre unos y otros vampiros. Tampoco podía decírselo si realmente planeaba alejarme en paz de ese hombre y olvidar siquiera que se cruzó por mi camino. -¿Tiene usted pruebas en su defensa? Tal vez deba recordarle que quien iba tras de mí era usted, por accidente o por plan previo, pero así era- ¿Cómo iba a creer que yo planeaba ser seguida de ese modo? Me resultó absurdo pero tampoco se lo dije, aunque ciertamente me sentí tentada a hacerlo. –Si quisiera atacarle, ya lo habría hecho y ni siquiera lo hubiera notado. Basta ya, por favor, empiezo a cansarme- mi educación jamás mermaba y pese a encontrarme muchas veces con seres peligrosos, jamás disminuí lo que yo era, ni en mi léxico ni en lo letal que podían ser mis manos o mis palabras.
-Muchos de ustedes se sienten asqueados por la visión de nuestro alimento. También puedo asegurar que quizás, en un arranque de compasión suyo por la vida humana, intente atacarme mientras sacio mi sed- mencioné sin devolverle las sonrisas que él lanzaba con evidente sarcasmo y tampoco le permití ver mi rostro –Si intenta atacarme, voy a matarlo sin darle tiempo a debatirse conmigo. Ni siquiera podrá sufrir, pero le recomiendo que se mantenga al margen si quiere vivir y sobre todo si dice la verdad- No iba a simpatizar con él y no era debido a su especie. Sencillamente su seguridad me resultaba ofensiva y eso denotaba que él era muy osado o quizás lo suficientemente estúpido como para pasar por alto que los vampiros los superamos en velocidad y fuerza. Él no había visto mi piel, quizás no podría descubrir mi edad entonces, así que como una amenaza levanté las manos con calma y llevé hacia atrás la capucha que me cubría el rostro. Lo busqué la mirada y lo observé con mis ojos dorados y brillantes enmarcados por mi piel en extremo pálida. Esa, mi edad, era mi mayor advertencia para él. -Tal vez lo extraño con la misma intensidad en que ciertas noches usted debe odiar la luna- susurré y le retiré la mirada al avanzar más cerca de la entrada del callejón.
“…busquemos una forma de que pueda alejarme sin creer que me asesinara” dijo él y una pregunta surgió en mi interior ¿Acaso era miedo? Más valía que fuera prudente si de verdad quería llegar al hotel que mencionaba. Yo cumpliría mi palabra si él lo hacía, no le atacaría por gusto sino por defensa y, la única manera de probarlo era con la humana que ingresaba llorando al callejón y levantaba la mirada para encontrarse con la mía. Su llanto cesó al igual que sus pasos, no intentó huir, realmente sufría y sabía lo que buscaba. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar y casi se quedaban las lágrimas bajo el hueco que se hacía bajo los ojos hundidos sobre unos pómulos ligeramente prominentes. Cayó de rodillas de pronto, susurró el nombre de su hijo y yo me incliné, me agaché frente a ella y la abracé, la sostuve en mis brazos mientras lloraba y yo sin decir palabra perforaba su cuello con mis colmillos, bebiéndome su sufrimiento y lo que le quedaba de vida. El sabor de su sangre me confirmó que estaba enferma y con más ansias bebí. Levanté su cuerpo del suelo sostenida por mis brazos y lo miré a él, al licántropo que observaba no sé por qué motivo. ¿Intentaría detenerme ahora que el corazón de la mujer aún latía?
-Muchos de ustedes se sienten asqueados por la visión de nuestro alimento. También puedo asegurar que quizás, en un arranque de compasión suyo por la vida humana, intente atacarme mientras sacio mi sed- mencioné sin devolverle las sonrisas que él lanzaba con evidente sarcasmo y tampoco le permití ver mi rostro –Si intenta atacarme, voy a matarlo sin darle tiempo a debatirse conmigo. Ni siquiera podrá sufrir, pero le recomiendo que se mantenga al margen si quiere vivir y sobre todo si dice la verdad- No iba a simpatizar con él y no era debido a su especie. Sencillamente su seguridad me resultaba ofensiva y eso denotaba que él era muy osado o quizás lo suficientemente estúpido como para pasar por alto que los vampiros los superamos en velocidad y fuerza. Él no había visto mi piel, quizás no podría descubrir mi edad entonces, así que como una amenaza levanté las manos con calma y llevé hacia atrás la capucha que me cubría el rostro. Lo busqué la mirada y lo observé con mis ojos dorados y brillantes enmarcados por mi piel en extremo pálida. Esa, mi edad, era mi mayor advertencia para él. -Tal vez lo extraño con la misma intensidad en que ciertas noches usted debe odiar la luna- susurré y le retiré la mirada al avanzar más cerca de la entrada del callejón.
“…busquemos una forma de que pueda alejarme sin creer que me asesinara” dijo él y una pregunta surgió en mi interior ¿Acaso era miedo? Más valía que fuera prudente si de verdad quería llegar al hotel que mencionaba. Yo cumpliría mi palabra si él lo hacía, no le atacaría por gusto sino por defensa y, la única manera de probarlo era con la humana que ingresaba llorando al callejón y levantaba la mirada para encontrarse con la mía. Su llanto cesó al igual que sus pasos, no intentó huir, realmente sufría y sabía lo que buscaba. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar y casi se quedaban las lágrimas bajo el hueco que se hacía bajo los ojos hundidos sobre unos pómulos ligeramente prominentes. Cayó de rodillas de pronto, susurró el nombre de su hijo y yo me incliné, me agaché frente a ella y la abracé, la sostuve en mis brazos mientras lloraba y yo sin decir palabra perforaba su cuello con mis colmillos, bebiéndome su sufrimiento y lo que le quedaba de vida. El sabor de su sangre me confirmó que estaba enferma y con más ansias bebí. Levanté su cuerpo del suelo sostenida por mis brazos y lo miré a él, al licántropo que observaba no sé por qué motivo. ¿Intentaría detenerme ahora que el corazón de la mujer aún latía?
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Re: Enemigos naturales [Privado]
– Pues como prueba puedo decirle que si hubiera pensado en atacarla lo hubiera hecho desde antes y no hubiese guardado la distancia con la que hemos permanecido andando hasta ahora. Usted por el contrario es quien ha decidido detenerse e impedir que llegara a mi destino que se encuentra tan cercano – No quería arriesgar nada pues los vampiros mentían, lo hacían por naturaleza para poder engañar a sus presas haciendes pasar por personas normales, demasiado amables en muchos casos – Somos dos los cansados entonces, claro que dudo que usted lo este al nivel en que me encuentro yo – Los vampiros eran resistentes, no necesitaban descanso por el contrario, cualquier otra raza sufría del cansancio humano, quizás únicamente no tan recurrente. Irse de ahí era lo único que deseaba y ella se lo impedía.
Una sonrisa se le dibujo en el rostro, Declan no sabía con que clase de los suyos se había topado antes la inmortal pero si de algo podía estar segura ella era de que él, no era de los que se meterían en asuntos que no los incumbían para nada en la vida. Ya había pasado por situaciones como esa, la vida que llevo le enseño a que no debía preocuparse por otros, o siquiera demostrar interés por alguien. Al menos eso pensaba hasta que había conocido a cierta cambiante que le cambiara la perspectiva, pero únicamente había cambiado con ella, con el resto del mundo era igual que siempre.
– Descuide, no planeo interrumpir cuando se alimente. Permaneceré aquí mientras hace la buena labor de su no vida, yo al contrario que la humana que buscas asesinar, si tengo cosas que hacer en esta vida como para desear que me asesinen – estiro su mano en dirección al camino, dando con esa seña que el camino estaba completamente libre para ella. Una risa leve salió de los labios de Declan, quien ya había pensado en permanecer silente mientras observaba el espectáculo pero a quien le fue imposible no responder a la vampiresa – Se equivoca, yo no odio la luna. Todo lo que debo hacer es dejarme llevar por ella y listo, ni siquiera soy consciente de lo que sucede así que ¿Puede algo realmente preocuparme en esos instantes? Es como dormir, si es que usted recuerda como es eso. No se sabe nada.
Se recargo cómodamente en la pared, escuchando más cercanos los pasos de la mujer que sería el alimento de aquella inmortal. La escena que contemplaba parecía salida de una obra dramática de teatro, pero no le molestaba en lo absoluto ver o siquiera escuchar como la vida de la mujer aquella se iba debilitando poco a poco. Cuando los ojos de ambos sobre naturales se cruzaron, el licántropo levanto su mano como tratando de desearle “Provecho” a la vampiro, mientras que la sonrisa en sus labios se mantenía intacta, cual si aquello no fuera un asesinato. Los latidos de la mujer se detenían lentamente, el sufrimiento terminaba y no fue hasta que aquella escena termino que los labios del hombre volvieron a abrirse.
– Si ya ha terminado de saciarse o si buscara alguna otra víctima, ¿le parecería que avancemos?, repito que mi intención es llegar al hotel y si nadie planea irse primero, bien podemos andar… juntos – No le molestaba en lo absoluto siempre que aquella mujer no le atacara de manera imprevista lo que para ese momento ya dudaba seriamente, pues se mostraba más educada que cualquier otro de su raza con quien el licántropo se topara antes.
Una sonrisa se le dibujo en el rostro, Declan no sabía con que clase de los suyos se había topado antes la inmortal pero si de algo podía estar segura ella era de que él, no era de los que se meterían en asuntos que no los incumbían para nada en la vida. Ya había pasado por situaciones como esa, la vida que llevo le enseño a que no debía preocuparse por otros, o siquiera demostrar interés por alguien. Al menos eso pensaba hasta que había conocido a cierta cambiante que le cambiara la perspectiva, pero únicamente había cambiado con ella, con el resto del mundo era igual que siempre.
– Descuide, no planeo interrumpir cuando se alimente. Permaneceré aquí mientras hace la buena labor de su no vida, yo al contrario que la humana que buscas asesinar, si tengo cosas que hacer en esta vida como para desear que me asesinen – estiro su mano en dirección al camino, dando con esa seña que el camino estaba completamente libre para ella. Una risa leve salió de los labios de Declan, quien ya había pensado en permanecer silente mientras observaba el espectáculo pero a quien le fue imposible no responder a la vampiresa – Se equivoca, yo no odio la luna. Todo lo que debo hacer es dejarme llevar por ella y listo, ni siquiera soy consciente de lo que sucede así que ¿Puede algo realmente preocuparme en esos instantes? Es como dormir, si es que usted recuerda como es eso. No se sabe nada.
Se recargo cómodamente en la pared, escuchando más cercanos los pasos de la mujer que sería el alimento de aquella inmortal. La escena que contemplaba parecía salida de una obra dramática de teatro, pero no le molestaba en lo absoluto ver o siquiera escuchar como la vida de la mujer aquella se iba debilitando poco a poco. Cuando los ojos de ambos sobre naturales se cruzaron, el licántropo levanto su mano como tratando de desearle “Provecho” a la vampiro, mientras que la sonrisa en sus labios se mantenía intacta, cual si aquello no fuera un asesinato. Los latidos de la mujer se detenían lentamente, el sufrimiento terminaba y no fue hasta que aquella escena termino que los labios del hombre volvieron a abrirse.
– Si ya ha terminado de saciarse o si buscara alguna otra víctima, ¿le parecería que avancemos?, repito que mi intención es llegar al hotel y si nadie planea irse primero, bien podemos andar… juntos – No le molestaba en lo absoluto siempre que aquella mujer no le atacara de manera imprevista lo que para ese momento ya dudaba seriamente, pues se mostraba más educada que cualquier otro de su raza con quien el licántropo se topara antes.
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Re: Enemigos naturales [Privado]
"¿Y ahora qué? A veces la curiosidad le puede salvar la vida y el hastío a cualquiera"
–Atacarme sería una imprudencia de su parte. Si sigue pensando con tal arrebato me temo que no vivirá mucho más tiempo– y no era una amenaza, incluso no me refería a mí porque no pensaba matarlo a menos que él lo intentara primero. Pero ¿Con qué iba a matarme? No sentí el olor de la plata en él porque hasta donde sabía, aquél elemento era aún más peligroso para un licántropo que para un vampiro. Y tampoco me había detenido para impedirle llegar a donde iba, lo había hecho por mí y por mi irritabilidad al sentirme observada y perseguida.
–No quiero alargar esto demasiado, de eso puede estar completamente seguro– planeaba alimentarme e irme sin más, sin detenerme a hacer mi noche más densa o insoportable. Ahora que lo pensaba con más detalle, era curioso que Marius jamás mencionara a ese tipo de seres. No me cabía duda que sabía de su existencia, puesto que él no se le pasaba el menor cambio en la cantidad de vampiros creados y ni siquiera la política humana escapaba de ser objeto de sus múltiples investigaciones. Sin embargo jamás me mencionó nada al respecto, quizás nunca se cruzó con alguno dada la sobrepoblación de vampiros. Sin mencionar que eran demasiados años lejos de él como para saber alguna otra cosa.
Bebí ávidamente de la mujer y lo hice sin causarle mayor dolor. En su mente anhelaba eso y por eso su cuerpo jamás se debatió inútilmente contra el mío en busca de otro respiro. Cedió ante mí y en su mente vi como imaginaba ella el reencuentro con su esposo y con su hijo que habían partido hace tan poco. No había nada que la mujer quisiera más que eso. Le absorbí por completo la vida y como si eso no fuera suficiente, mis manos se abrieron paso en su pecho buscando el corazón. Aunque mis dedos eran finos no tuve ninguna dificultad para encontrarme un camino a través de su anatomía y una vez arranqué aquél músculo que hasta hace poco palpitaba, dejé el cuerpo inerte en el suelo. Siempre hacía lo mismo, el corazón era algo que me gustaba y absorbí la sangre en él hasta que no quedó nada en ninguna fibra ni ventrículo. Quedó convertido en algo similar a una uva pasa y lo arrojé sobre el cuerpo. –Al menos ha sido prudente en esto. Y créame, esta mujer anhelaba morir y por eso no intentó defenderse. Yo le di lo que anhelaba, aunque quizás le cueste creerlo. – acto seguido me incliné y con las ropas del cadáver limpie mis manos.
¿Estaría él impresionado con lo que acababa de ver? No tenía la menor idea pero me puse de pie de nuevo y le mantuve la mirada durante un rato, en absoluto silencio. –Tal vez usted no, pero algunos sufren. He escuchado los gritos de dolor que supone la transformación y me atrevo a afirmar que debe ser insoportable. Pero no imagino dormir y despertar en otro lugar sin saber nada, eso me produce horror, debo admitir. Y por las dudas, dormimos– ¿Por qué le aclaraba eso? Quizás en mi curiosidad de saber de su especie también otorgaba lo mismo por más que a él no le importara en absoluto. Sin embargo, el fin justifica los medios, me dije.
–Con ella me ha sido suficiente y debo admitir que su raza me genera más curiosidad que molestia ¿Hace cuánto están sobre la tierra? ¿Sabe cómo empezó su raza? – pregunté sin la más mínima vergüenza, si algo tenía yo desde niña, era una curiosidad que me había llevado a saber muchas cosas en varias áreas del conocimiento que me empeñaba en fortalecer a través de los años. Si él respondía a mis preguntas caminaría con él, de lo contrario volvería mis pasos y partiría en sentido contrario haciendo caso omiso de cualquier dificultad adquirida momentos antes.
–No quiero alargar esto demasiado, de eso puede estar completamente seguro– planeaba alimentarme e irme sin más, sin detenerme a hacer mi noche más densa o insoportable. Ahora que lo pensaba con más detalle, era curioso que Marius jamás mencionara a ese tipo de seres. No me cabía duda que sabía de su existencia, puesto que él no se le pasaba el menor cambio en la cantidad de vampiros creados y ni siquiera la política humana escapaba de ser objeto de sus múltiples investigaciones. Sin embargo jamás me mencionó nada al respecto, quizás nunca se cruzó con alguno dada la sobrepoblación de vampiros. Sin mencionar que eran demasiados años lejos de él como para saber alguna otra cosa.
Bebí ávidamente de la mujer y lo hice sin causarle mayor dolor. En su mente anhelaba eso y por eso su cuerpo jamás se debatió inútilmente contra el mío en busca de otro respiro. Cedió ante mí y en su mente vi como imaginaba ella el reencuentro con su esposo y con su hijo que habían partido hace tan poco. No había nada que la mujer quisiera más que eso. Le absorbí por completo la vida y como si eso no fuera suficiente, mis manos se abrieron paso en su pecho buscando el corazón. Aunque mis dedos eran finos no tuve ninguna dificultad para encontrarme un camino a través de su anatomía y una vez arranqué aquél músculo que hasta hace poco palpitaba, dejé el cuerpo inerte en el suelo. Siempre hacía lo mismo, el corazón era algo que me gustaba y absorbí la sangre en él hasta que no quedó nada en ninguna fibra ni ventrículo. Quedó convertido en algo similar a una uva pasa y lo arrojé sobre el cuerpo. –Al menos ha sido prudente en esto. Y créame, esta mujer anhelaba morir y por eso no intentó defenderse. Yo le di lo que anhelaba, aunque quizás le cueste creerlo. – acto seguido me incliné y con las ropas del cadáver limpie mis manos.
¿Estaría él impresionado con lo que acababa de ver? No tenía la menor idea pero me puse de pie de nuevo y le mantuve la mirada durante un rato, en absoluto silencio. –Tal vez usted no, pero algunos sufren. He escuchado los gritos de dolor que supone la transformación y me atrevo a afirmar que debe ser insoportable. Pero no imagino dormir y despertar en otro lugar sin saber nada, eso me produce horror, debo admitir. Y por las dudas, dormimos– ¿Por qué le aclaraba eso? Quizás en mi curiosidad de saber de su especie también otorgaba lo mismo por más que a él no le importara en absoluto. Sin embargo, el fin justifica los medios, me dije.
–Con ella me ha sido suficiente y debo admitir que su raza me genera más curiosidad que molestia ¿Hace cuánto están sobre la tierra? ¿Sabe cómo empezó su raza? – pregunté sin la más mínima vergüenza, si algo tenía yo desde niña, era una curiosidad que me había llevado a saber muchas cosas en varias áreas del conocimiento que me empeñaba en fortalecer a través de los años. Si él respondía a mis preguntas caminaría con él, de lo contrario volvería mis pasos y partiría en sentido contrario haciendo caso omiso de cualquier dificultad adquirida momentos antes.
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Re: Enemigos naturales [Privado]
No intento atacarla moverse de donde se encontraba, no hizo nada que tratara de parecer que la atacaría o algo parecido. Declan permaneció observándola, con más curiosidad que antes mientras que la vida de una humana llegaba a su fin entre las manos de la inmortal. Era algo natural, para los que aún se mantenían en un estado mortal, la muerte era solo el final de un camino que habían recorrido y como no observo que la mujer se debatiera o siquiera que intentara hacer algo, acepto como verdaderas las palabras de la vampiresa que le había asegurado que la mujer estaba buscando morir. Aquella idea de morir le parecía ridícula; según él, siempre existía algo que ayudaba a mantener a las personas en vida por más inútil o sin sentido que eso pareciera, la cuestión era encontrar ese algo, cosa que la humana de quien apenas se escuchaban ya sus latidos no fue capaz de hallar.
Los ojos del licántropo observaron con mayor curiosidad lo que la vampiro hacía para terminar con todo aquello. La manera en la que de una forma que parecía solemne tomaba el corazón y bebía lo que quedaba de sangre de ese órgano antes vital para la mujer que ahora estaba muerta.
– No me cuesta creerlo, pude notarlo al ver que ni siquiera intento salvarse o hacer algo y tampoco es que ella fuera realmente problema mío, si ha sido tan desalentadora su vida y deseaba la muerte, no soy quien para haber impedido que usted la tomara – no podía evitar la curiosidad estando tan cerca de una inmortal. Mucho menos después de ver la manera ceremoniosa en que se había dado la muerte de la humana – Me gustaría saber ¿Para qué sacarle el corazón? Es algo que nunca antes he visto – guardo silencio unos instantes – bueno, no es que vea a tantos inmortales beber de humanos en mi presencia, pero creo que me he dado a entender – No sentía nada respecto a la muerte de alguien, de verdad que aquello era de lo más natural ante la mirada del Sinclair, y no creía que meterse en un enfrentamiento con la inmortal valiera la pena, se encontraba pues, más curioso que nada.
Sonrió ante las palabras ajenas sobre su condición de licántropo y asintió a lo que ella decía.
– Claro que se sufre, no he dicho en algún momento que sea algo hermoso pero no es algo que pueda evitarse cuando uno sufre de esta condición así que lo mejor es simplemente dejarse llevar, como ya lo he dicho – enarco la ceja y suspiro cuando ella hablo de que dormían y de que no se imaginaba como debía ser eso – Es igual a la gente que camina mientras duerme, no saben que pasa y eso es todo; aprovechando también ¿Cómo es que duermen? – se mantenía con la mirada en dirección a la vampiresa, buscando las respuestas a sus interrogantes en los ojos ajenos pero esperando que respondiera sus preguntas; las cuales incrementarían al escuchar la revelación de la inmortal sobre los licántropos y Declan no pudo más que sonreír e inclinar la cabeza a manera de agradecimiento por su sinceridad.
Aparto la mirada de la fémina, seguro ya para ese momento de que no planeaba atacarle ni asesinarlo; pensaba de hecho en como responder a las preguntas que ella formulaba.
– Para ser sincero, no se desde hace cuanto que estamos en la tierra y mucho menos sé el inicio de mi raza – la observo de nueva cuenta – supongo que para quienes están lucidos cuando gozan de su condición es más sencillo estipular fechas y sucesos pero para nosotros es realmente algo complicado. No podemos saber con certeza a cuantas personas matamos, la cantidad de convertidos, ni sabemos con seguridad en muchas ocasiones quien ha sido el que nos ha regalado esta maldición de la luna – respondía con su verdad y seguramente con la de otros de los suyos – es una manera muy diferente de enfrentar las cosas que las de otros sobre naturales – se encogió de hombros, había dicho todo cuanto creyó conveniente para saldar las dudas de la inmortal y dicho eso, se acercó un tanto más a ella – ¿Entonces, vamos? – y señalo el camino que se suponía seguirían ambos.
Los ojos del licántropo observaron con mayor curiosidad lo que la vampiro hacía para terminar con todo aquello. La manera en la que de una forma que parecía solemne tomaba el corazón y bebía lo que quedaba de sangre de ese órgano antes vital para la mujer que ahora estaba muerta.
– No me cuesta creerlo, pude notarlo al ver que ni siquiera intento salvarse o hacer algo y tampoco es que ella fuera realmente problema mío, si ha sido tan desalentadora su vida y deseaba la muerte, no soy quien para haber impedido que usted la tomara – no podía evitar la curiosidad estando tan cerca de una inmortal. Mucho menos después de ver la manera ceremoniosa en que se había dado la muerte de la humana – Me gustaría saber ¿Para qué sacarle el corazón? Es algo que nunca antes he visto – guardo silencio unos instantes – bueno, no es que vea a tantos inmortales beber de humanos en mi presencia, pero creo que me he dado a entender – No sentía nada respecto a la muerte de alguien, de verdad que aquello era de lo más natural ante la mirada del Sinclair, y no creía que meterse en un enfrentamiento con la inmortal valiera la pena, se encontraba pues, más curioso que nada.
Sonrió ante las palabras ajenas sobre su condición de licántropo y asintió a lo que ella decía.
– Claro que se sufre, no he dicho en algún momento que sea algo hermoso pero no es algo que pueda evitarse cuando uno sufre de esta condición así que lo mejor es simplemente dejarse llevar, como ya lo he dicho – enarco la ceja y suspiro cuando ella hablo de que dormían y de que no se imaginaba como debía ser eso – Es igual a la gente que camina mientras duerme, no saben que pasa y eso es todo; aprovechando también ¿Cómo es que duermen? – se mantenía con la mirada en dirección a la vampiresa, buscando las respuestas a sus interrogantes en los ojos ajenos pero esperando que respondiera sus preguntas; las cuales incrementarían al escuchar la revelación de la inmortal sobre los licántropos y Declan no pudo más que sonreír e inclinar la cabeza a manera de agradecimiento por su sinceridad.
Aparto la mirada de la fémina, seguro ya para ese momento de que no planeaba atacarle ni asesinarlo; pensaba de hecho en como responder a las preguntas que ella formulaba.
– Para ser sincero, no se desde hace cuanto que estamos en la tierra y mucho menos sé el inicio de mi raza – la observo de nueva cuenta – supongo que para quienes están lucidos cuando gozan de su condición es más sencillo estipular fechas y sucesos pero para nosotros es realmente algo complicado. No podemos saber con certeza a cuantas personas matamos, la cantidad de convertidos, ni sabemos con seguridad en muchas ocasiones quien ha sido el que nos ha regalado esta maldición de la luna – respondía con su verdad y seguramente con la de otros de los suyos – es una manera muy diferente de enfrentar las cosas que las de otros sobre naturales – se encogió de hombros, había dicho todo cuanto creyó conveniente para saldar las dudas de la inmortal y dicho eso, se acercó un tanto más a ella – ¿Entonces, vamos? – y señalo el camino que se suponía seguirían ambos.
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Re: Enemigos naturales [Privado]
"No hay bolsillo más grande que una mente dispuesta"
Para ella, la muerte había aparecido en forma de una mujer demasiado pálida para ser humana, demasiado alisada por los siglos para ser otra cosa que una estatua que ha cobrado vida, pero que le devuelve una esperanza burlona y siniestra de volver a ver a los suyos. Me convertí para ella en un lugar tan cálido y seguro como una vez lo fue el hogar en el que compartió con los que fueron muertos primero y que rieron con ella cuando abrían los ojos. Y ¿Cómo me vería él? Quizás como una inmortal de pelo castaño, largo, limpio y ondulado que me cubre como el manto de una monja, un rostro tan blanco que parece obra del maquillaje, y unos ojos insólitamente brillantes, incluso semiocultos en medio de las tinieblas del callejón. O quizás sólo me ve como una pálida asesina y nada más, como alguien que debe ser eliminado de la faz de la tierra sin el más mínimo ápice de misericordia.
–Ella sabía que estaba sola, que su memoria jamás sería honrada ni su cuerpo sepultado con respeto. Nadie escribiría un maravilloso epitafio que alabara lo que hizo en vida. No había nada. Iba a suicidarse si no hallaba la muerte– expliqué con delicadeza lo que había podido ver en la mente de aquella mujer mientras me la bebía a suaves pero grandes sorbos. Lo hice con cuidado porque en cierto modo me sentí identificada con ella aunque jamás tuve hijos pese a haber tenido varios esposos. Había sido una suerte, pero me identificaba con la desdichada en la soledad y el vacío al frente al caminar hacia la nada. La diferencia es que nadie tendría por mí misericordia y tampoco deseaba morir. –Sinceramente creí que se opondría. Muchos suelen hacerlo, pero veo que no le importa demasiado lo que la iglesia llama prójimo. Hace bien, aunque tampoco es del todo positivo– me limpié con los dedos la comisura de los labios y la sangre no daba ya muestras sobre mi piel. Lograba sus efectos, claro, pero iban más a nivel interno y sobrepasaban cualquier desastre que hubiese podido causar en mi alimentación.
De pronto suspiré –El corazón. Podía oírlo impulsar aquel torrente de sangre, como una fuerza ensordecedora que vibra en los tímpanos de mis oídos. Es más que sangre. Es néctar. Es todo lo que una criatura como yo puede desear y por eso no puedo evitar tomarlo en mis manos y agotar hasta el último sonido y líquido que pueda extraer de él. Me es inevitable– me descubrí a mí misma respondiéndole con demasiado detalle, con una pasión típica de mi a la hora de expresar mis emociones con palabras. Y, también quería lo mismo de él para terminar la noche satisfaciendo mis instintos y también mi curiosidad. –Dudo que otro vampiro le permita a un licántropo verlo alimentarse. Pero mi mente funciona diferente. Por eso he querido que lo observe todo–.
“Cuando uno sufre de esta condición” dijo él, y en mente quedó claro que no era muy feliz de ese modo. Si no era así, entonces él no había elegido las palabras adecuadas para describir su especie. –Muchos de nosotros, tanto ustedes como los de mi especie, somos lo que somos sin haber podido tener elección. Claro que se sufre, como también se disfruta de otras cosas– mencioné sin necesidad de ahondar más en lo que ya sabíamos. Sin embargo me reí al ver que podía imaginar cualquier cosa con respecto al sueño de un vampiro –Como duerme cualquiera, pero en la oscuridad. En cuanto a preferencias hay de todo tipo, ataúdes, camas con sábanas de seda, mazmorras… los gustos son tan variados como excéntricos ¿Qué imaginaba? – por un momento creí que pensaba que dormíamos como los murciélagos o de un modo demasiado extraño para ser imaginado. El ambiente cambiaba pese a tener un cadáver en medio de nosotros. La razón era la de siempre, el deseo de saber sobrepasa muchos prejuicios y, en eso, nos parecíamos.
–Siempre creí que los licántropos solían permanecer en manadas y velaban entre ustedes unos por otros. Los imaginé más cercanos a las leyendas de cómo se originaron y el motivo por el que nos odian. Pero finalmente aquí tampoco aplican las generalizaciones como no aplican en ningún lugar– avancé un paso hacia él y metí las manos en los bolsillos –Hay un cazador a un par de cuadras y estoy segura que le gustan los callejones. Vámonos, no voy a interrumpirle nada pero tendrá distracción con el cuerpo– comenté en tono bajo mientras avanzaba al lado contrario de donde habíamos ingresado minutos antes. –No sabía que no tenían consciencia en su estado de licántropos– medité en voz alta sin detener mis pasos pero sin apresurarlos tampoco. –¿Hace cuánto es lo que es, Declan? – pregunté, mencionando su nombre como si el mismo me lo hubiera dicho antes.
–Ella sabía que estaba sola, que su memoria jamás sería honrada ni su cuerpo sepultado con respeto. Nadie escribiría un maravilloso epitafio que alabara lo que hizo en vida. No había nada. Iba a suicidarse si no hallaba la muerte– expliqué con delicadeza lo que había podido ver en la mente de aquella mujer mientras me la bebía a suaves pero grandes sorbos. Lo hice con cuidado porque en cierto modo me sentí identificada con ella aunque jamás tuve hijos pese a haber tenido varios esposos. Había sido una suerte, pero me identificaba con la desdichada en la soledad y el vacío al frente al caminar hacia la nada. La diferencia es que nadie tendría por mí misericordia y tampoco deseaba morir. –Sinceramente creí que se opondría. Muchos suelen hacerlo, pero veo que no le importa demasiado lo que la iglesia llama prójimo. Hace bien, aunque tampoco es del todo positivo– me limpié con los dedos la comisura de los labios y la sangre no daba ya muestras sobre mi piel. Lograba sus efectos, claro, pero iban más a nivel interno y sobrepasaban cualquier desastre que hubiese podido causar en mi alimentación.
De pronto suspiré –El corazón. Podía oírlo impulsar aquel torrente de sangre, como una fuerza ensordecedora que vibra en los tímpanos de mis oídos. Es más que sangre. Es néctar. Es todo lo que una criatura como yo puede desear y por eso no puedo evitar tomarlo en mis manos y agotar hasta el último sonido y líquido que pueda extraer de él. Me es inevitable– me descubrí a mí misma respondiéndole con demasiado detalle, con una pasión típica de mi a la hora de expresar mis emociones con palabras. Y, también quería lo mismo de él para terminar la noche satisfaciendo mis instintos y también mi curiosidad. –Dudo que otro vampiro le permita a un licántropo verlo alimentarse. Pero mi mente funciona diferente. Por eso he querido que lo observe todo–.
“Cuando uno sufre de esta condición” dijo él, y en mente quedó claro que no era muy feliz de ese modo. Si no era así, entonces él no había elegido las palabras adecuadas para describir su especie. –Muchos de nosotros, tanto ustedes como los de mi especie, somos lo que somos sin haber podido tener elección. Claro que se sufre, como también se disfruta de otras cosas– mencioné sin necesidad de ahondar más en lo que ya sabíamos. Sin embargo me reí al ver que podía imaginar cualquier cosa con respecto al sueño de un vampiro –Como duerme cualquiera, pero en la oscuridad. En cuanto a preferencias hay de todo tipo, ataúdes, camas con sábanas de seda, mazmorras… los gustos son tan variados como excéntricos ¿Qué imaginaba? – por un momento creí que pensaba que dormíamos como los murciélagos o de un modo demasiado extraño para ser imaginado. El ambiente cambiaba pese a tener un cadáver en medio de nosotros. La razón era la de siempre, el deseo de saber sobrepasa muchos prejuicios y, en eso, nos parecíamos.
–Siempre creí que los licántropos solían permanecer en manadas y velaban entre ustedes unos por otros. Los imaginé más cercanos a las leyendas de cómo se originaron y el motivo por el que nos odian. Pero finalmente aquí tampoco aplican las generalizaciones como no aplican en ningún lugar– avancé un paso hacia él y metí las manos en los bolsillos –Hay un cazador a un par de cuadras y estoy segura que le gustan los callejones. Vámonos, no voy a interrumpirle nada pero tendrá distracción con el cuerpo– comenté en tono bajo mientras avanzaba al lado contrario de donde habíamos ingresado minutos antes. –No sabía que no tenían consciencia en su estado de licántropos– medité en voz alta sin detener mis pasos pero sin apresurarlos tampoco. –¿Hace cuánto es lo que es, Declan? – pregunté, mencionando su nombre como si el mismo me lo hubiera dicho antes.
Pandora11- Vampiro Clase Alta
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