Hold me, thrill me, kiss me, kill me [Castiglione + 18 ]

Sus labios…los tenía sobre mi cuello, paseándose a sus anchas, probándome y satisfaciendo su curiosidad. Entre abrí los labios para ver si conseguía atrapar algo más de aire para mis pulmones.
Tenía el cuerpo con algunos grados de temperatura por encima de lo normal y el corazón me latía enviando mi sangre a las zonas más sensibles de mi piel donde mi acompañante posaba las manos.
No sé en qué momento nos quedamos solos ni como fuimos capaces de desvestirnos tan rápido estando tan torpes por el alcohol y la excitación.
Busque sus labios y rodamos por la cama, me quede sobre él buscando el calor de sus muslos. La cama era grande, muy grande y cómoda como para ser la mía. No, no estábamos en mi casa, lo sabía porque…sencillamente lo sabía, en esos momentos no podía pensar con claridad, su olor y su calor copaban todos mis sentidos.
Se revolvía bajo mi cuerpo en roces serpenteantes haciendo que nuestros miembros se tocasen de forma excitante. Recuerdo que en ese momento gemí al notar que me ponía erecto.
Él me susurro algo al oído, también gemía y me pedía…él..me pedía..





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Aquella mañana salí con mi Laúd casi como cada día, había vuelto hace poco a Paris y necesitaba dinero, no tenía valor suficiente como para volver a mi antigua compañía de teatro, ya que les había dejado tirados y me marche sin decir nada a nadie. La culpa por mi comportamiento vergonzoso no me dejaba acercarme ni si quiera a las zonas en las que sabía que actuaban.
La mañana fue más bien pésima, pocas monedas y dolor en la yema de los dedos. A medio día hice un parón, decidí que gastaría lo poco que había conseguido en comer algo en condiciones para variar.
En el restaurante donde se servían lo mejores y más caros guisos de toda la zona volví a encontrarme con un amigo aficionado al teatro. No era muy común verle por allí, se trataba de un joven burgués un poco mayor que yo, había mostrado interés por dos compañeras mías del teatro, incluso tuvieron algo así como una relación con las dos. Me caía bien pero con las mujeres se comportaba como un autentico capullo.
Me invito a sentarme a comer con él y sus amigos, otra panda de hijos de comerciantes con más dinero que títulos, hablaban de economía y política, Claude, que así se llamaba mi amigo, me presentó a su grupo y a partir de ese momento todo los temas de la mesa giraron en torno al teatro o al arte, me preguntaron por mi laúd y parecían muy interesados en mi música.
Como cabía de esperar la comida estaba buenísima y por supuesto pago Claude, si había una característica que le definiese era la de presuntuoso.
Agradecí su amable invitación y aquellas agradables horas, pero no me dejaron escapar tan fácilmente…me arrastraron a una noche eterna y plagada de vicios.

Era insoportable….el dolor placentero que me hacía sentir..sus labios me marcaban el cuello, sus manos arañaban mi espalda haciendo gemir mi piel y despertando un cosquilleo intenso por toda mi espalda.
Su voz viajaba por mis oídos haciéndome peticiones de lo mas tentadoras, utilizaba palabras obscenas podría decirse, atrevidas y directas. Me estaba volviendo loco con aquello.
Cuando ya no pude soportarlos más quise penetrarle pero su mano encontró antes mi miembro, lo acaricio con delicadeza pero sin dejar de ser excitante, a esas alturas ya estaba preparado para el sexo.
-La ropa solo es una capa superficial, es la piel la que habla- Mordí su labio inferior deleitándome con su grosor y sabor, tenía unos labios muy suaves y dulces.
Le tome de las muñecas llevando sus brazos por encima de su cabeza, acaricie por completo sus brazos tibios y pálidos, baje por su torso definido dando pequeños besos por su pecho y cerca de sus pezones. Finalmente deslice mis manos por las sabanas apoyándome en ellas mientras mi miembro encontraba sin dificultad el camino a su interior. Me escondí en su cuello besando su aroma y respirando su piel mientras mi pene se buscaba un lugar en su estrechez.



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El amigo de Claude, un joven al que no había oído hablar prácticamente en toda la noche tomo las riendas de nuestra siguiente parada. Decidió que quería beber y por supuesto nosotros teníamos que ser sus acompañantes, lo cierto es que yo estaba agotado, llevaba gran parte del día de pie tocando para muy poco. Estaba dispuesto a girar la siguiente esquila y volver a mi casa pero como si leyese mis pensamientos se puso junto a mi dejándome entre media de él y Claude, impidiéndome cualquier maniobra sutil de escapatoria.

Me pregunto si se me ocurría algo y por un momento me puse nervioso, quizá se debía a esa forma de hablar o de moverse, o de haber visto esa colleja para Claude, que he de reconocer me hizo gracia.

-Emm…bueno es que yo…- Carraspee, no me gustaba que nadie me intimidase y él en cierta forma lo hacía, decidí que no me dejaría. Le mire a la cara por primera vez en la noche, por eso no me había dado cuenta hasta ese momento del color de sus ojos ni de la forma de sus labios tan…moví la cabeza- Podemos ir a casa de Claude, se de primera mano que tiene una bodega envidiable. – Propuse con gran esfuerzo de parecer desenfadado y sereno.

-No….mis padres están en casa, volvieron ayer de Londres, lo hicieron a propósito, de que si! Desde que rompí la araña del salón no me dejan solo ni un solo fin de semana – paso un brazo por mis hombros- Además Cas no les cae nada bien- se rio .
¿Cas? Quien era Cas? Se refería a su amigo? Me los presento a todos pero de forma tan rápida y escueta que no me quede con el nombre de ninguno.

-Pero…podemos entrar en casa y saquear la bodega! No se enteraran y podemos irnos a un burdel- se rio- llévanos Kurt, seguro que tú conoces alguno – me guiño un ojo y yo hice una mueca, no me había gustado aquella insinuación, seguramente el había entrado en más burdeles que yo a pesar de haber vivido en uno. -¡Hacia mi casa! Vamos a robarles el alcohol a mis padres- Dijo Claude tomando la dirección más corta hacia la mansión que tenían sus padres en pleno centro de Paris

Pronto me sentí llenándole, mi boca se entre abrió cerca de la suya dejando escapar los jadeos de placer.
Mi pelvis se movía constante y ondulante provocando el roce sexual que nos llevaría al clímax.
Me gustaba la forma en la que me hablaba, en como disfrutaba de mi cuerpo, de una forma extraña alimentaba mi ego y eso…eso me motivaba.

Movía la cabeza pidiéndome besos en su cuello y eso hacía, besar cada rincón de su piel única, ligeramente áspera en esa zona, mi lengua se encontró con su nuez lamiéndola, acto seguido mis dientes mordieron suavemente su barbilla y finalmente mis labios se mezclaron con los suyos en un intento de apoderarme de sus gemidos.

La luz tenue de dos velas moribundas era lo único que aportaba un contraste cálido al frio metal de la luna que bañaba el torso de Cast, los sonidos eran distintos pero todos formaban parte de la misma melodía, la cama chocaba tímida contra la pared, las sabanas ofrecías sus sonidos rasgados y la unión de nuestros cuerpos aportaba la nota final a cada movimiento.
-Así que te gustan como la mía…-me reí entre dientes, mordí su cuello –Y a mí los hombres como tú...- Susurre en su oído mientras convertía mis rítmicas penetraciones en embestidas.






Claude se rio ante los comentarios de su amigo -¿Y qué más te da lo que opine Kurt de ti?

De repente sentí el brazo fuerte de Cas rodearme los hombros, pegándose a mí, me susurro palabras insinuantes al oído ¿estaba coqueteando conmigo? Al principio me sentí un poco incomodo, era más contacto físico del que solía tener con personas que acababa de conocer, generalmente antes intercambiaba más de dos frases con alguien antes de tener cualquier roce. Me gire apara mirarle, me pellizco el moflete y enarque una ceja, sonreí. La situación me resultaba un tanto… ¿cómica? Estando tan cerca de mí pude percibir su aroma, la mezcla del alcohol con su esencia me resultó atractiva. No estaba acostumbrado a sentirme atraído por hombres, solo lo había estado por uno y acaba de dejarle en Florencia.

Se separo de mí, admito que sentí cierto alivio, su personalidad sutilmente agresiva me tentaba…pero Claude estaba allí, me conocía y no quería dar pie a rumores. En ese momento no pude evitar pensar en si él se había dado cuenta de que su amigo coqueteaba conmigo.

-Tranquilo, no suelo fiarme demasiado de las primeras impresiones, las personas tienden a impresionar y acabas llevándote decepciones.- Si soy sincero lo decía un poco con segundas, la forma de hablar, moverse y actuar de Cas eran un tanto…chulas y quería saber si aparentaba más de lo que era o si realmente tenía esa confianza en sí mismo.

-Callaros ya, parece como si tuvieseis interés el uno por el otro- Mire de reojo a Cas y luego me reí para disimular con Claude.

-Mejor cállate tu y vamos a por esas botellas de alcohol- No necesitamos caminar demasiado, unas cuantas calles más arriba se erguía la mansión de mi amigo, rodeada de otras con el mismo estilo pero diferente personalidad, algunas ridículamente ostentosas y otras perfectamente talladas.

-Vamos! No hagáis ruido, entraremos por la cocina- Rodeamos la casa hasta llegar a la parte de atrás, tenía un pequeño establo donde guardaba los caballos y los carros, aun había luz y gente hablando – Shhhhh!- nos escabullimos entre las sombras y llegamos a la puerta de la cocina, esta también tenía luz pero todos estaban fuera- Seguidme, la bodega esta aquí abajo…-Sacó unas llaves de uno de los cajones de la cocina y abrió una puerta de madera escondida ente armarios y fogones.

No se veía nada, acerque una vela que había encendida sobre la mesa de la cocina, al iluminar el hueco oscuro se dibujaron unas escaleras que bajaban un tanto empinadas. Los tres fuimos descendiendo en silencio.

Sus manos no me dejaron continuar, de improviso las tuve sobre mi cadera frenando mis movimientos, fruncí el ceño sin entenderlo, al perder el ritmo mi pene salió de su interior intentando torpemente volver a entrar y lo único que conseguía era rozarse con el cálido y erecto miembro de Cast que sin duda resultaba también placentero. Me detuve cuando me hablo de sus intenciones. Cabalgarme. Sonreí y asentí- Claro…será un placer…- Me aparté dejándome caer de espaldas sobre esa cama mullida que parecía estar hecha de gigantes bolas de algodón. Aprovechando mi posición mire hacia el techo. Tenía detalles tallados sobre el mismo yeso y revestimientos de madera pulida, podía ver algunas figuras pero por la falta de luz no conseguía distinguirlas.
Miré a mi amante y tomé uno de sus muslos tirando de él con la suficiente fuerza como para ponerle sobre mí. Montándome. Le mire con detalle, pase las manos por sus muslos y costados mientras dejaba que él se colocase para seguir con el sexo.
-Enséñame lo que sabes hacer…-sonreí



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Todo ocurrió muy rápido. En un abrir y cerrar de ojos estábamos encerrados bajo llave en la bodega. La luz de la vela se iba consumiendo inevitablemente.

-¡Mierda! Esperemos que Claude sea lo suficientemente avispado para volver y sacarnos de aquí- realmente lo esperaba pero conociéndole…igual se metía en la cama y se echaba a dormir. Él era así por desgracia. –Tenemos que intentar encontrar una salida…- me puse a buscar por toda la habitación pero era una cueva, literalmente. No había ni ventanas ni rendijas ni nada que pudiese servir como salida. Me senté en las escaleras frustrado.- Bueno…si tenemos que pasar un largo rato aquí- cogí una botella, la primera que encontré junto a las escaleras- será mejor que bebamos algo- era whisky, destape la botella con algo de dificultad y ayudándome con los dientes. El aroma a roble y caña me golpearon los sentidos- uf…es bueno- le di un trago bastante largo y me estremecí. Me puse de pie y me acerque a Cast acercándole la botella- esto viene bien para la alergia- me reí entre dientes.

Cuando estuve por separarme de él y volver a las escaleras me di media vuelta. Quizá se debiese al alcohol o al hecho de que su comportamiento conmigo me confundía, pero en ese momento le acorrale contra la pared con los brazos. No era propio de mí ser tan lanzado, no con hombres al menos, pero necesitaba saber…

Le mire, le tenía a escasos centímetros de mi, podía escucharle respirar.- ¿Es cosa mía? ¿O es que has estado coqueteando conmigo? – Me arriesgue, podía ganarme una paliza por aquello y muchas cosas que explicar pero no lo soportaba más, quería saberlo, necesitaba saberlo. Probablemente porque en el fondo deseaba que realmente se estuviese insinuando…

Lo siguiente que arraso fue un placer incontrolable que viajaba por mi sistema nervioso desde los dedos de mis pies hasta las fibras más pequeñas de mi cabello. Este arrebato de placer se debía a la forma en la que movía sus caderas…hacia círculos con ellas metiéndose mi miembro hasta lo más profundo, atrapando mis labios en un beso exigente y cada vez más húmedo. Entonces fue cuando comenzó a cabalgarme, me mordí el labio inferior en un intento vano de mantener a buen recaudo mis jadeos.

Sin duda era un experto, se movía con soltura y agilidad, haciendo que la cama rasgase el suelo y se empotrara contra la pared, vaivenes que iban de adelante hacia atrás y de arriba abajo, variando en intensidad pero nunca en profundidad pues siempre conseguía quedarme por completo en el. Mis manos acariciaban su piel suave y ardiente, sentía bajo esta como sus músculos se contraían con los movimientos, se endurecían y en la zona baja de su abdomen, sobre su bello, muy cerca de su miembro, los latidos y unas cuantas venas notorias.
Cerré los ojos, por mucho que me gustaba verle con esa expresión de placer en el rostro y su cuerpo desnudo sobre el mío no conseguía mantenerlos abiertos. El placer que sentía en mis bajos me exigía hacerlo para sentirlo con mayor intensidad.

-Si…¡dios! Ah…cuanto tiempo desperdiciado sin duda…-dije como pude entre jadeos y suspiros. Me apoye un poco en mis codos, necesitaba besar su cuerpo y así lo hice, primero mordí su pecho, chupe su pezón derecho que me sonreía desde hacía un rato, estaba duro y dulce, y después de mi boca también se quedo húmedo, acto seguido ataque su cuello con voracidad dejando que su aroma me impregnase.


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Sabía que no mentía, no podía estar mintiendo ¿verdad? No…no mentía. Estaba confundido y sin saber cómo solventar esa declaración, finalmente sonreí de lado.

-Me da la sensación de que nunca haces algo que no hayas premeditado con anterioridad- en ese momento bebió enlazando su brazo con el mío, se limpio la comisura de los labios de forma “inocente” pero tremendamente provocativa, mi vista esta fija en los movimientos de su boca, mis oídos en el sonido de su voz y mis manos se aferraban a la roca fría con un vano intento de bajar mi temperatura corporal que no dejaba de subir por momentos.

-¿A…muchas cosas?- Me acerque a su cuello despacio y pude sentir entonces su olor, el también olía a muchas cosas…cosas que deseaba probar. Pronto mis labios sin más resistencia posible probaron la piel de su cuello en un beso superficial y corto, le probé pero no fue suficiente.

Quería más, así que lo siguiente fue un bocado más amplio, largo y húmedo. Le lamí el cuello hasta llegar detrás de su oreja. Estaba siendo osado, incluso para mí, pero no podía evitarlo.
Mi mano izquierda abandono la roca para recorrer el camino que ansiaba, dicho camino comenzaba en el hombro de mi prisionero y se dejaba caer por su pecho y abdomen marcado.

-Dime a que huelo-Le susurre al oído mientras mi mano continuaba bajando lentamente y sin precaución. En ese momento, cuando mis labios iban a tomar los suyos los grilletes de la puerta sonaron.

Me aparte enseguida e intente recuperar la compostura, carraspee y me eche el cabello hacia atrás, camine hacia las escaleras.

-Eh chicos, ya estoy aquí- La voz de Claude al otro lado nos llamo en susurros-Coged botellas y cuando abra salid corriendo- seguía intentando despejar mi mente de todo lo que acababa de ocurrir asi que cogi las primeras botellas que pille metiéndolas en todos los bolsillos de los que era capaz.

-Ya estamos, dinos cuando salir – le dije en el mismo tono de voz de alguien que no quiere ser descubierto.

-A la de tres…una…dos…-abrió la puerta de par en par- vamos vamos, ¡a prisa!

Por momentos dejaba de mover mi pelvis para sentirle palpitando en mis entrañas, sentir mi pulso y el suyo entremezclados, apretando mi interior: Apretando y aflojando, apretando y aflojando. Le observaba sonreír y gemir a ojos cerrados, disfrutando de mi pequeña travesura; enseguida volvía a arremeter contra su cuerpo; nuestros cuerpos sudorosos chocaban el uno contra el otro, podía escucharse claramente el intercambio de fluidos lubricándonos, ese sonido inconfundible que me encantaba. ¡Cuánto deseaba darle una buena lamida a su polla caliente y gruesa en aquel instante! salir y volverme a enterrar de un sólo golpe, gritando, pero disfrutando.

-¿Te gustan mis tetillas? mira que duras están, no dejes de estimularlas, te lo van a agradecer, les encanta. Son todas tuyas, chúpalas, muérdelas.

Hablaba con la voz entre cortada. Era tanto el placer, que no había otra cosa en qué perder el tiempo, más que pensar el el sexo fabuloso de aquel instante: Sexo, sexo, sexo. ¡Un buen y jugoso sexo! Kurt no estaba para saberlo, pero ya en mi negra mente pervertida se vislumbraba la idea de repetir una cita.. no, unas cuántas citas más a futuro. Mucho dependía de aquella noche, de aquel instante y de lo bien que terminara mi amante.

-Quiero ponerme boca abajo-. No fue un ruego, fue una orden, fue un deseo en el sentido más estricto de la palabra. Detuve el movimiento circular de mi pelvis, para enfocarme a la tarea de apresar su boca metiendo por completo mi lengua en su cavidad. Si había algo que me encantaba y disfrutaba en demasía, eran los besos descarados, en el que la lucha de aquellos músculos bucales trataban de ganar terreno el uno contra el otro.

-Fóllame como lo que soy, un puto,[i] tu puto... -Jalé un poco su labio inferior, antes de desmontarme, colocándome con las piernas abiertas y el trasero levantado invitándole a continuar su ardua y ardiente tarea-. Dame fuerte, dame todo lo que tengas. -Abracé la almohada ronroneando relamiendome.



-No puedes saberlo, aún no me conoces, no sabes de lo que soy capaz de hacer cuando una loca idea se mete en mi cabeza. Si soy premeditado o no, es algo que no ha de saber por el momento, artista.

Para entonces estaba haciendo lo que yo quería que hiciera. Dar el primer paso, de vez en cuando me agradaba que la otra parte tuviera la iniciativa de seducirme. Sentirme deseado estaba bien, puesto que yo también le deseaba de la misma manera que aquel. Sin embargo mis manos se quedaron prendadas de la botella. No moví un sólo músculo. Dejé que me explorara, le permití invadir mi espacio personal con aquel casto beso en mi cuello, que motivó el que mis labios se curvaran en una leve sonrisa. Al parecer le gustaba ir despacio, recorrer el terreno poco a poco, sopesando sus posibilidades - que ya eran muchas a partir de ese momento de valentía y arrojo - Su mano vivaz comenzó a acariciarme por encima de la ropa y mi bulto, ciertamente comenzaba a despertar. Nunca antes lo "había hecho" en una bodega repleta de polvo y vinos finos, por lo que la sola idea de imaginarlo me parecía de lo más sensual. Algo nuevo y diferente a mi ya amplia trayectoria dentro del mundillo del sexo por puro placer y gusto.

-Hueles a sexo -. Susurré felino en su oreja que estuve a nada de morder -. Puedo oler que mueres de ganas de follarme en éste preciso instante-. Estuve a nada de apretar su paquete con una de mis manos, pero... Pero para nuestra mala fortuna, el idiota de Claude decidió aparecer en el momento menos oportuno. Lo maldije mil veces, lo maldije como a nadie más en el mundo. Mira que venir a echarme a perder la faena en el punto más interesante. Mis labios se quedaron con las ganas de probar los ajenos por una fracción de segundo, por milímetros.

-Eres un maldito bastardo Claude - gruñí aventando la botella semi vacía  hacia algún rincón. Quizás no entendiera a qué situación me estaba refiriendo, pero no tenía las fuerzas ni las ganas para decirle algunas cuántas por estúpido. Simplemente me dediqué a tomar mi botín -como era el plan en un principio- llenando las bolsas de mi ropa con todo lo que pudiera. -Larguémonos de aquí - pasé por delante de kurt, susurrando a su oído-. Esto no va a quedarse así. No te me vas a escapar artista, no ésta noche -sonreí y le invité a que me siguiera.[/i]

Me dijo que quería probar boca abajo esta vez, lo que él no sabía era que esa postura era mi favorita. No sabía explicar muy bien por qué, pero lo cierto es que ver a mi amante sometido al placer y a mis caricias me complacía en demasía. Me beso como solo el sabia hacer, eran besos distintos a los que estaba acostumbrado. Eran duros, sinvergüenzas y ardientes.

No tardo mucho en adoptar la nueva postura, se deslizo por la cama arqueando su espalda, separando sus piernas con elegancia y ofreciéndome la entrada al paraíso sin barreras ni otras exigencias que no fueran la de follarle con fuerza y darle todo de mi. ¿Quién podría negarse a algo así?
Me incorpore y me coloque de rodillas en la cama, abriendo un poco las pierna para estar más a su altura. Acaricie sus nalgas, las tenias duras y curvas. Perfectas. Se distinguían bien se su espalda triangulada, eran la desembocadura perfecta.

Sin muchos remilgos me acerque y le di un buen mordisco a su nalga derecha. Deje en ella una marca circular pero deforme, medio rojiza que contrastaba con su piel pálida. Sin ir muy lejos de esa zona me encontré con su ano.
Lo observe por unos segundos, estaba húmedo y ligeramente enrojecido, lo acaricie con los dedos y presione con ellos metiéndole un par, los moví dentro un momento, me gustaba ver los pequeños espasmos de su cuerpo cuando lo hacía. Pero no duro mucho mas, mi miembro me pedía, me exigía, volver a estar dentro de él, así que el segundo movimiento que hice fue metérsela con fuerza hasta el fondo.
-Ah!-me sujete a sus caderas para no caerme sobre él, eche la cabeza hacia atrás y comencé nuevamente con el ritmo fuerte del sexo que ambos buscábamos.

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Cuando las puertas se abrieron estaba preparado para echar a correr pero Cast se me adelanto, me susurro al oído que todo aquello no acabaría así, eso me hizo sonreír. No quería que todo se quedase en un pequeño beso y una leve caricia, eso solo había sido el principio, lo único que había conseguido con aquello era despertar mi deseo por tener algo mas con él. Una conexión física e intima…

Fui detrás de ellos, Claude iba a la cabeza guiándonos por las caballerizas, se reía como un loco, lo cierto es que la situación era de lo más extraña por decirlo de alguna manera. Me contagio y también me eche a reír.
Al ritmo que llevábamos pronto estuvimos rodeados de calles. La casa de Claude estaba al norte y por allí siempre se aglomeraban los teatros, los mejores restaurantes, los hoteles de lujo y podríamos decir que todo lo bueno que tenía París.

-Mientras buscaba la forma de sacaros se me ocurrió una idea genial, tengo un par de amigas que trabajan en un restaurante cerca de aquí, podría decirles que se unieran a la fiesta y pasar la noche en la suite del Hotel Arenese ¿qué os parece chicos?- Claude nos dio una palmadita a ambos, la verdad es que no era una mala idea…un hotel ofrecía muchas opciones, sobre todo habitaciones privadas.

Mire de reojo a Cast- Suena fenomenal, ¿Dónde dices que trabajan?- Le pregunte a Claude y él me lo enseño.
Se trataba de uno de los mejores restaurantes de París
-Son camareras, esperadme aquí, voy a buscarlas y luego nos vamos al hotel- Claude se metió en las sombras de un callejón y accedió al restaurante por una puerta trasera. No tardo mucho en aparecer con un par de chicas que aun llevaban el uniforme, reían y se pegaban a Claude como las moscas en la miel.

Kurt no se andaba tras las ramas ni yo tampoco;  la posición deseada me mantendría prácticamente a su merced, indefenso y expuesto al escrutinio de sus manos y dedos juguetones en mi trasero, del cual podía sentirme orgulloso ¿Cuántas veces había escuchado que era perfecto? Demasiadas, prácticamente había perdido la cuenta.

-¡Ouch! ¡ouch! eres un  maldito mordelón.

No había sido una mordida fuerte, pero lo suficientemente certera para hacerme una marca roja en la nalga, que no tardaría nada en aparecer, yo tenía una piel demasiado sensible para mi gusto. Sonreí al momento en que seguía tentando mi entrada, apreté un poco mis músculos interiores jugando también, siguiendo el ritmo que él comenzaba a marcar desde ese punto. Seguí sonriendo, disfrutando… Kurt no era el único y no iba a ser el último por obvias razones. Era su manera de hacer las cosas, sin ninguna clase de pudor que dejaba muy en claro, que no era la primera vez que lo hacía. Callahan estaba lleno de gratas sorpresas. Me revolví en la cama, mientras me dejaba “preparar” nuevamente, gimiendo, serpenteando mi cuerpo, ondulándole. Esos dedos estaban llegando demasiado lejos haciéndome sentir cosas fascinantes. ¡Demonios! Dedos traviesos que estaban haciendo un trabajo perfecto. ¿Dónde demonios había estado el artista todo éste tiempo? Mi polla por igual estaba demasiado dura y venosa para seguir soportando mucho tiempo más.

-¡Uhm!

Mis brazos buscaron la almohada más cercana; apretándola, mordiéndola. La curiosidad de mi acompañante duró tan solo un suspiro, ahora su miembro ardiente y caliente, fue lo que me hizo soltar un grito, que ahogué sobre mi antebrazo ¿Para qué irse despacio? Si lo que buscábamos era “esa” clase de placer en su máxima expresión.

-Vas a destrozarme el culo Callahan, como sigas con ese ritmo, pero maldito seas si dejas de moverte…




Estaba furioso. Furioso con Claude. Encabritado ¿Cómo podía ser tan bestia sin darse cuenta de ello? Sólo podía hacer él, Claude y su inutilidad. Claude y su irritable presencia. Su irritable acento y su odiosa risa sardónica. ¡Maldito Claude! ¿Por qué demonios no se había quedado en casa haciendo el papel de niño bueno?

No dije una sola palabra mientras nos perdíamos entre las callejuelas. Me limitaba a dar pequeños y grandes tragos a la botella que más a modo tenía al alcance, echando aire por las fosas nasales, rumiando mi coraje. No bastó mucho tiempo más, para que a Claude se le ocurriera otra de sus “ideas brillantes”: Chicas. Chicas fáciles. De cascos ligeros. Mujeres que podían hacértele el sexo oral y pagarte por ello. Así de fáciles e insatisfechas eran. Mi amigo no tenía el menor estilo a la hora de buscarse una o varias amantes de turno. Pero vamos, que siendo honestos, Claude había llegado demasiado tarde a la repartición de galanura, y muy temprano a la de imbecilidad. Se conformaba con cualquier cosa que llevara faldas y senos.  La única idea aceptable, por la cual podía darle mérito, era la de buscar un sitio en el hotel, mismo que ya no estaba muy lejos. De ésta forma, él se entretendría con sus putas baratas y yo… Había quedado algo pendiente con Kurt, así que no podía dejar de pasar la oportunidad, la posibilidad de hacerme de una buena habitación, terminando con lo que había comenzado en la cava de vinos. Aprovechando que Claude iba a la búsqueda de sus mujeres, di el último trago a la botella, me acerqué al artista y deliberadamente lo nalgueé.

-Claude es un animal al momento de planear, pero si de mujeres se trata, pierde la cabeza y el dinero. Prácticamente seremos invisibles una vez que se haga de ellas; entonces tú y yo… Podemos buscar un sitio más cómodo. La cuenta corre por parte mía-. Mordí el lóbulo de su oreja -¿Qué me dices guapo? La mejor habitación para ti y para mí-. Sonreí como yo sólo podía hacerlo-. La pasaremos muy bien, te lo garantizo.

Por segunda vez, nuestro joven e idiota amigo, echó a perder el momento clímax del acuerdo que buscaba por todos los medios cerrar, aunque esta vez, no venía solo. De aquí en adelante estaba por su cuenta y yo por la mía… Posiblemente, muy posiblemente, acompañado.

-Andando, que la casa pierde.

Camine con rapidez hacia la entrada del hotel. Ya mi “zona” estaba palpitante, buscando ser liberada de su prisión. Me instalé con total soltura sobre la barra de la recepción, pidiendo dos habitaciones. Claude ni siquiera se dio cuenta, estaba muy entretenido con una de sus chicas, acariciándole un seno por encima de la ropa.

-Aquí tienes tu llave, matador-. La exhibí delante de sus ojos. Una de sus gatitas la tomó, y riendo como una auténtica loca los arrastró hasta las escaleras que llevaban hacia los pisos superiores.

-Y aquí está la nuestra-. Guiñé un ojo, encaminándome hacia uno de los pasillos opuestos a por donde se había esfumado Claude-. ¿Vienes? -. Le dije a Kurt unos cuántos pasos más adelante. Esperaba que fuera lo suficientemente avispado para aceptar. Oportunidades como éstas no se presentaban todos los días.

No pude evitar reirme entre dientes con ese ultimo comentario. Al parecer mis embestida le hacian disfrutar tanto que ni el hecho de que su culo perfecto pudiese partirse supusiese un problema.

-¿No querias que te diese todo? –Acaricie su costado con las manos, tenia la piel muy suave, se notaba que no era un jornalero, su vida estaba en otro mundo distinto al mio , pero aquella noche ambos universos se juntaban en un baile carnal y lujurioso.

Quise probar más de esa piel, apoye las manos en ese colchón hecho de nubes para estar más cerca de su cuerpo. Un primer mordisco ligero sobre su hombro, un beso en su cuello…comencé a bajar por su espalda dibujando con la lengua las curvas que forman sus musculos en tensión.
Le susurre al oido lo mucho que me gustaba su cuerpo y lo mucho que me estaba gustando follarmelo. Y no mentia, mi cuerpo se estremecia cada vez que le embestia. La cama también lo hacia, las patas raspaban liberamente el suelo de madera y la pared sorpotaba aun orgullosa los golpes del cabecero.

Nuestros cuerpos mezclados entre las sabanas no dejaban de unirse, sudar y desearse.

-Ah…dios…-me sujete a su nalga derecha haciendo que esta dejase de botar. Por mi parte no podia dejar de jadear, sabia que eso solo podía ser señal de que pronto llegaría al climax.-no..aun no..-Sali de su interior un momento, respire y espere un poco antes de volver a entrar.

Mi mano bajo buscando su polla. La encontró gruesa y palpitante. La acaricie con cuidado notando todas sus formas con el tacto. La apreté y comencé a masturbarle despacio mientras mi pelvis se movia en circulos sin salir de su interior.


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Todo fue bastante rapido, de repente allí estaba yo, en medio de un pasillo en un hotel de lujo a punto de seguir a un completo desconocido a una de las habitaciones de ese hotel.
El mismo con el que momentos antes habia comenzado un coqueteo descarado que nos llevó a besarnos y tocarnos en zonas “sensibles”. Aquella no sería mi primera vez con un hombre pero solo habia estado con uno en toda mi vida y no podía evitar sentirme nervioso.

Claude ya se habia metido en la habitacion con sus “amigas” y seguramente a partir de ese momento Cast y yo dejaríamos de existir. Miré mis pies y después el pasillo que se me antojaba enormemente largo, luego a Cast, su sonrisa de experto en estos temas y la llava colgando de su dedo.

Di unos pasos timidos y cogi la llave, le mire sonriendo de lado y abri la puerta de la habitación.
Al entrar la luz intensa de los candelabros y las lamparas de aceite me dibujaron a la perfección toda la estancia.

Las ventanas estaban frente a la puerta y llegaban hasta el techo, un techo alto cubierto con algunas pinturas. La cama era enorme y parecia realmente comoda. Me puse nervioso, nunca había estado en un lugar como ese y empece a apagar algunas de las velas. La luz se volvio mas tenue, mas intima. Saque una de las botellas de mi chaqueta y le di un trago largo.

-Una habitación muy bonita sin duda…-otro trago, deje la botella sobre una de las mesas de madera- bueno….¿bebemos primero o follamos directamente?

- No te traje a beber, sino a follar directamente.

Le arranqué la botella de las manos, atrapando sus labios con ansiedad. Llevaba horas ¡Literalmente horas! intentando besarle con todas las ganas. Casi podría jurar que le dolían los labios y el trasero por no haber tenido acción desde la noche anterior. Necesitaba con urgencia sacarse las ganas de encima y Kurt era la víctima en potencia de turno. Ya en el camino a la habitación se estaba haciendo una idea mental del tamaño de polla que tendría escondido debajo de sus calzoncillos.

Sin despegar aún mis labios de los suyos, le fui empujando con urgencia, directamente hacia la cama, para obligarle a tumbarse sobre ella, restregándome descaradamente. Me producía un placer insano sentir polla contra polla aún a través de la molesta y estorbosa ropa; el cómo se iba poniendo dura y firme.

-Vamos a ver que tenemos por aquí abajo - Abandoné sus labios carnosos para bajarle la ropa inferir hasta sus rodillas. Como era de esperarse un bulto de buen tamaño ya se asomaba listo para el ataque. Saqué su miembro de aquella prisión de tela y la contemplé entre mis manos -¡Esto es un gran y enorme sorpresa artista! estás muy bien armado. Presiento que mi trasero la va a pasar muy bien la noche de hoy-. Sin mayor dilación, la metí a mi boca, dándole grandes lametones, como si de una piruleta se tratara. - Uhm qué deliciosa...


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-Ya casi me siento terminar. Voy a correrme como si no hubiera un mañana, estoy seguro... - Comencé una rápida masturbación sobre mi polla erecta, por encima de su mano. Dos masturbaciones al mismo tiempo, en estricto rigor. - Quiero que te corras dentro, no quiero nada fuera ¿me escuchaste maldita sea? nada... Dámelo todo... ¡Ah! Demonios.

Kurt había tomado un ritmo impresionante, haciendo que una vez más la cabecera de la cama chocara vertiginosamente contra la pared. Ya las últimas veces fueron menos fuertes, lo que indicaba que en cuestión de nada, se correría tal y como yo lo pedía.

Cuando abrí los ojos volví a encontrarme con ese techo de colores revueltos y figuras extrañas, nuevamente sentí la lengua de Cast sobre mi miembro, aunque esta vez era para limpiar todo lo que quedaba de la explosión de placer que ambos acabamos de tener.
Lo último que le escuche decirme fue que me corriese dentro de él y muy obedientemente cumplí con lo solicitado, él sin embargo mancho las sabanas y nuestras manos poco después de que yo acabase.

Acto seguido le sentí moverse y acomodar su cuerpo sudoroso y ardiente junto al mío, me susurro algo al oído y me paso la pierna por encima.

Por la mañana las figuras del techo que la noche anterior me habían resultado solo colores sin más cobraron sentido. Era un mural que representaba el mito de Europa, lo supe por la mujer que estaba montada sobre un carnero atravesando el mar.
La cabeza me dolía y me daba vueltas, me senté en la cama frotándome los ojos intentando acostumbrarme a la luz del día. Cuando mire a mi alrededor me di cuenta que estaba solo en la habitación y decidí aprovechar que estaba en un hotel de lujo para asearme con agua caliente y tomar el desayuno que alguien había pedido para mí.
Tampoco me esperaba que Castiglione estuviese allí cuando despertase aunque he de reconocer que me hubiese gustado sobre todo porque podíamos haber repetido por la mañana.

No caí en cuenta de la nota que me había dejado hasta que fui a coger la botella de whisky, en el papel solo había escrito una dirección y una hora. Sonreí de lado y me guarde el papel en el bolsillo. Probablemente esa no sería la última vez que nos viésemos...