AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Right to the top, don't hold back [Gael Lutz]
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Right to the top, don't hold back [Gael Lutz]
"So, this is what yo meant
When you said that you were spent"
When you said that you were spent"
Noche interminable, desde que el crepúsculo adornara el cielo con esos matices rosáceos y anaranjados hasta que el sol empieza a clarear el día dando otra tonalidad al firmamento. Correr, traer mantas, arreglar habitaciones, asegurarse de que el grupo de humanos llegados a su mansión esté alimentado, limpios, que se laven sus ropas, platicar con el líder para ver qué es lo que trae para la orden y luego de ello, tener que parar a un par de enemigos que iban tras ellos con un grupo de voluntarios que apoyan a la causa. Y justo cuando dan las cinco de la mañana, el grupo de humanos indica que se va, que ya están listos para la jornada y preparar sus cosas, hacer que tengan comida suficiente, dejarlos partir esperando que nada les pase y que el grupo combatido antes sea el único que les busca para hacerles daño.
Está agotada.
Gime al escuchar que alguien le toca a la puerta, está recostada en su colchón con las cortinas echadas impidiendo que la luz penetre la habitación, fingiendo que todavía es de noche y no quiere levantarse. Su cuerpo se niega a ello, está adolorida de pies a cabeza y seguro que su semblante no es mejor que el del día anterior donde también, para variar, se había desvelado. Mira el reloj en su mesa de noche. Ni siquiera son las once de la mañana, lleva dos horas dormida y ya le requieren. Golpea con el puño cerrado la almohada para resoplar resignada sentándose en la orilla de la cama - ¡Ya va! - enuncia con voz alta al siguiente grupo de golpecitos. Una cabeza se asoma, es Madame Violet, su ama de llaves - Señorita, lamento molestarla, hay un joven que está abajo en el living, parece ser urgente - se introduce como si con esas palabras es suficiente para abrir las cortinas. ¡Maldita mujer que no reconoce cuando está agotada! - y pide por usted, parece que tiene prisa - remata. Annabeth resopla, un rizo que había caído por su frente se levanta con el aire y vuelve a caer insolente sobre su nariz. Se lo recorre con un movimiento de la mano.
- ¡Todos dicen que es urgente! ¡Todos tienen prisa! - reniega poniéndose en pie para arreglarse y vestirse lo más decente posible. Al menos Madame Violet le ayuda a ello. Es una buena mujer. Por un instante cabecea, casi se cae por ello - debería, después de atenderle, regresar a la cama - recomienda la francesa haciendo que la inglesa la mire como leona furiosa lo que la hace ocultar una sonrisa a la mujer en tanto le arregla el cabello y Annabeth se echa un poco de perfume para estar lista. Se calza los zapatos y baja a ver quién es el hombre que la requiere a tales horas de la madrugada.
Baja la escalinata cuidando de que el bajo de sus faldas no se atore en los zapatos. Las manos enguantadas se deslizan por el barandal hasta llegar a la planta baja y caminar al living donde, tras atravesar el umbral, emite un gemido mitad cansancio, mitad frustración - cuando me dijeron que era urgente y que un caballero me esperaba, creí que era cualquiera que no podía esperar, pero eres tú. ¿Qué urge para que no me dejen dormir? ¿Ahora en qué te atoraste el pantalón o de qué árbol no te puedes bajar sin romperte la crisma? - le echa en cara dos de los acontecimientos que vivieron juntos. No son realmente amigos, quizá no todavía y como siga levantándola tan "temprano", no lo serán.
Y ella no es así, es comprensiva, afable, tranquila, sólo es el agotamiento lo que la hace ser tan mezquina. Toma asiento frente al hombre en tanto una de las sirvientas le lleva su té. Ella no perdona la taza humeante de té, la toma y da un breve sorbo tras endulzarla con miel - lamento el exabrupto, sólo estoy agotada. Dime, ¿En qué te ayudo? - corrige su mala actitud intentando ser más agradable con el joven - prometo portarme bien y si puedo, ayudarte si me disculpas por mis palabras poco profesionales y educadas - si la viera su madre, seguro que estaría sorprendida por su explosión. Ella no es así, sólo está cansada.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/04/2018
Localización : En medio de sus brazos, bajo sus colmillos.
Re: Right to the top, don't hold back [Gael Lutz]
Ruido.
Lo único que se escuchaba en mi cabeza era solamente eso, un ruido constante, incesante, acompañado de una culpabilidad atronadora. No podía pensar en otra cosa en que no fuese que había arrojado a Adaline a las garras de la muerte en vez de protegerla. Hacía demasiados meses que no sabía de ella. Hacía tantos, que ya había perdido la cuenta. ¿Cómo había podido ser tan necio? ¿Tan estúpido? Si esto hubiera ocurrido ahora, todo hubiera sido diferente. ¿En qué diablos estaba pensando? Había actuado como un hermano desesperado, no como el cazador que era. ¿Y si estaba muerta?
Golpeé la mesa con un puñetazo que resonó por toda la cocina de mi casa. Estaba cansado, agotado de este ruido, de la culpabilidad. Pero sabía que solamente con sentirme culpable no iba a poder arreglar nada y necesitaba respuestas. Miré el reloj, ni siquiera había pegado ojo en toda la noche y ya era de día. Esto estaba siendo mi propio infierno personal. Suspiré y decidí que ya era momento de actuar, de dejar de pasar el tiempo sin hacer nada. Ya no me valía su promesa. Sus palabras se habían esfumado como el aire, como ella. "Yo volveré a ponerme en contacto contigo". Una mierda.
Solo había una persona en todo París que pudiera ayudarme con esto. Y sabía que se iba a enojar en cuanto apareciese en su puerta a estas horas, para ella, era demasiado temprano, teniendo en cuenta que dormía poco, al igual que yo. Pero poco me importaba. Necesitaba su ayuda y sabía que ella me la iba a proporcionar, así le debiese mi alma. Caminé por las calles a buen ritmo, quería llegar cuanto antes y poder hacer algo al respecto.
Llegué al lugar y sonreí. Seguía teniendo el mismo aspecto que siempre e incluso, olía igual. Me hicieron pasar y me quedé en el living. Alcé la cabeza cuando la escuché resoplar. Ahí estaba, como siempre. Me levanté de donde me había sentado y me reí. -Sigues como siempre.- Volví a sentarme a la vez que ella lo hacía y mi cara, tras recibir las disculpas oportunas se puso seria. Eran temas serios y así debían de ser tratados, por mucha gracia que me hiciera el verla así de cansada. -Tengo problemas, Annabeth. Metí la pata hasta el fondo. Estoy hundido en una ciénaga de culpabilidad de la cual no sé salir.- Suspiré y me crucé de brazos. -Para que entiendas la gravedad de la situación... Puede que haya enviado a la misma muerte a por mi hermana.- Sentencié.
Lo único que se escuchaba en mi cabeza era solamente eso, un ruido constante, incesante, acompañado de una culpabilidad atronadora. No podía pensar en otra cosa en que no fuese que había arrojado a Adaline a las garras de la muerte en vez de protegerla. Hacía demasiados meses que no sabía de ella. Hacía tantos, que ya había perdido la cuenta. ¿Cómo había podido ser tan necio? ¿Tan estúpido? Si esto hubiera ocurrido ahora, todo hubiera sido diferente. ¿En qué diablos estaba pensando? Había actuado como un hermano desesperado, no como el cazador que era. ¿Y si estaba muerta?
Golpeé la mesa con un puñetazo que resonó por toda la cocina de mi casa. Estaba cansado, agotado de este ruido, de la culpabilidad. Pero sabía que solamente con sentirme culpable no iba a poder arreglar nada y necesitaba respuestas. Miré el reloj, ni siquiera había pegado ojo en toda la noche y ya era de día. Esto estaba siendo mi propio infierno personal. Suspiré y decidí que ya era momento de actuar, de dejar de pasar el tiempo sin hacer nada. Ya no me valía su promesa. Sus palabras se habían esfumado como el aire, como ella. "Yo volveré a ponerme en contacto contigo". Una mierda.
Solo había una persona en todo París que pudiera ayudarme con esto. Y sabía que se iba a enojar en cuanto apareciese en su puerta a estas horas, para ella, era demasiado temprano, teniendo en cuenta que dormía poco, al igual que yo. Pero poco me importaba. Necesitaba su ayuda y sabía que ella me la iba a proporcionar, así le debiese mi alma. Caminé por las calles a buen ritmo, quería llegar cuanto antes y poder hacer algo al respecto.
Llegué al lugar y sonreí. Seguía teniendo el mismo aspecto que siempre e incluso, olía igual. Me hicieron pasar y me quedé en el living. Alcé la cabeza cuando la escuché resoplar. Ahí estaba, como siempre. Me levanté de donde me había sentado y me reí. -Sigues como siempre.- Volví a sentarme a la vez que ella lo hacía y mi cara, tras recibir las disculpas oportunas se puso seria. Eran temas serios y así debían de ser tratados, por mucha gracia que me hiciera el verla así de cansada. -Tengo problemas, Annabeth. Metí la pata hasta el fondo. Estoy hundido en una ciénaga de culpabilidad de la cual no sé salir.- Suspiré y me crucé de brazos. -Para que entiendas la gravedad de la situación... Puede que haya enviado a la misma muerte a por mi hermana.- Sentencié.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Localización : Detrás de ti
Re: Right to the top, don't hold back [Gael Lutz]
Aún adormilada, su cabeza es capaz de registrar las ojeras enormes que Gael luce, el cabello algo revuelto, impropio de él pues cuida de su apariencia, señal de que se ha pasado la mano centenares de veces en una búsqueda de una respuesta que no encuentra. Por un instante, tras beber un trago de té se queda pensativa. Su felino interno le incita a golpetear un poco al cazador para saber qué es lo que le acontece. Porque después de su exabrupto, ya está curioseando. Es demasiado extraño que él aparezca tan temprano (porque duerme hasta tarde, producto de las cacerías nocturnas) y ahora se acomoda en el sillón para una persona, recargando la espalda con placer de sentir un buen acolchado contra la columna que hace apoyo y da confort.
A sus primeras palabras le corresponde mostrándole la lengua en un gesto juguetón al tiempo que la naricilla se le arruga en el tabique nasal - define "como siempre". Si te refieres a ocupada, a corriendo con los invitados, a desesperada por saber qué de nuevo me traen para comentar, por supuesto. Si te refieres a malhumorada, ya ofrecí una disculpa - se sonríe acompañada por un movimiento de arriba abajo que sus hombros realizan - me acosté a las ocho de la mañana, no dormí ni dos horas y aquí estoy de nuevo - un nuevo sorbo permite que él empiece a echarse culpas.
Y se queda en silencio antes de soltarle - ¿Ahora qué pergamino leíste al revés y creíste que era una puerta al mundo de los fantasmas? - se mofa recordando esa visita donde todo acalorado, manoteaba y exigía que lo guardara para que nadie pudiera utilizarlo, hasta que se dieron cuenta de que no estaba leyéndolo correctamente y resultó ser sólo un hechizo -muy inacertado, hay que reconocer- para prolongar la vida. Hasta que no emite las últimas palabras, la sonrisa estaba en sus labios. Un gesto que empieza a desvanecerse hasta ser nada. La seriedad cae como mazo en la pequeña habitación antes de que, con parsimonia, deje la taza y el platito en la mesa ratonera, tome uno de los cojines que decoran el sillón en el que se encuentra y se lo tire directo a la cara.
- ¿Qué hiciste? ¿Qué le dijiste ahora a tu hermana? Sé que tienen los típicos problemas de hermanos que te envidio a raudales porque no tuve un fratterno a mi lado, más sin embargo, tienes esa precisión para decir las cosas más horribles en el momento más inadecuado o confundirlo absolutamente todo y al final, no saber cómo arreglarlo. Como ahora. ¿Qué hiciste? Te repito, para ver cómo solucionarlo - porque si bien es tan franca para decirle todas sus verdades a la cara, no es capaz siquiera de dejarlo solo si su hermana está en problemas. Entrecruza los dedos de las manos para colocarlos sobre su abdomen apoyando los codos en los reposabrazos del sillón esperando su respuesta.
A sus primeras palabras le corresponde mostrándole la lengua en un gesto juguetón al tiempo que la naricilla se le arruga en el tabique nasal - define "como siempre". Si te refieres a ocupada, a corriendo con los invitados, a desesperada por saber qué de nuevo me traen para comentar, por supuesto. Si te refieres a malhumorada, ya ofrecí una disculpa - se sonríe acompañada por un movimiento de arriba abajo que sus hombros realizan - me acosté a las ocho de la mañana, no dormí ni dos horas y aquí estoy de nuevo - un nuevo sorbo permite que él empiece a echarse culpas.
Y se queda en silencio antes de soltarle - ¿Ahora qué pergamino leíste al revés y creíste que era una puerta al mundo de los fantasmas? - se mofa recordando esa visita donde todo acalorado, manoteaba y exigía que lo guardara para que nadie pudiera utilizarlo, hasta que se dieron cuenta de que no estaba leyéndolo correctamente y resultó ser sólo un hechizo -muy inacertado, hay que reconocer- para prolongar la vida. Hasta que no emite las últimas palabras, la sonrisa estaba en sus labios. Un gesto que empieza a desvanecerse hasta ser nada. La seriedad cae como mazo en la pequeña habitación antes de que, con parsimonia, deje la taza y el platito en la mesa ratonera, tome uno de los cojines que decoran el sillón en el que se encuentra y se lo tire directo a la cara.
- ¿Qué hiciste? ¿Qué le dijiste ahora a tu hermana? Sé que tienen los típicos problemas de hermanos que te envidio a raudales porque no tuve un fratterno a mi lado, más sin embargo, tienes esa precisión para decir las cosas más horribles en el momento más inadecuado o confundirlo absolutamente todo y al final, no saber cómo arreglarlo. Como ahora. ¿Qué hiciste? Te repito, para ver cómo solucionarlo - porque si bien es tan franca para decirle todas sus verdades a la cara, no es capaz siquiera de dejarlo solo si su hermana está en problemas. Entrecruza los dedos de las manos para colocarlos sobre su abdomen apoyando los codos en los reposabrazos del sillón esperando su respuesta.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Re: Right to the top, don't hold back [Gael Lutz]
Estaba tenso. Aunque esa palabra se quedaba demasiado corta como para describir lo que estaba sintiendo en estos momentos. Tenía delante a una conocida y dependía de ella que mi hermana estuviese viva o muerta... Si es que no estaba ya muerta, claro. ¿Cómo podía decírselo? Tenía que tener cuidado, encontrar las palabras adecuadas... ¿Quién iba a ayudar a un hombre loco, capaz de haber hecho eso? Por que había sido una aútentica locura. Suspiré de nuevo. Ni siquiera sabía las veces que había suspirado ya. Estaba hastiado. Y ella también parecía estarlo. Tenía ojeras en su piel de porcelana. ¿Cómo mantenía tanta presión bajo su pequeña espalda? Era una mujer muy fuerte. -¿Cómo puedes con todo esto? Enséñame a tener tu fortaleza, porque te juro que yo me estoy cayendo a un abismo... Y el golpe me va a hacer añicos.- Pasé la lengua por mi labio inferior y me acomodé en el asiento.
Tres, dos uno... Estaba listo para soltarle la bomba. Me esperaba dos reacciones. La primera que se levantase del sillón en el que estaba sentada y me cruzase la cara con un golpe. La otra opción era que se quedase congelada en el asiento y ni siquiera me ayudase... Esperaba que ella me sorprendiese y tuviera una tercera reacción, en la cual me ayudaba. -Verás... Mi hermana se "escapó" de casa por así decirlo y nunca más volvió. Estaba desesperado y quedé con alguien... Con un vampiro. Le contrarté para que la encontrase y desde entonces, no he vuelto a saber nada ni de ella ni de él. Estaba desesperado, enserio. Sé que hice mal, fui un estúpido a confiar en un ser así, pero... ¿Qué otra cosa iba a hacer? A mí no me iba a querer escuchar. Tengo que encontrarla.- La miré fijamente, con los ojos brillantes, luchando por no derrarmar unas lágrimas que amenazaban por aparecer.
Tres, dos uno... Estaba listo para soltarle la bomba. Me esperaba dos reacciones. La primera que se levantase del sillón en el que estaba sentada y me cruzase la cara con un golpe. La otra opción era que se quedase congelada en el asiento y ni siquiera me ayudase... Esperaba que ella me sorprendiese y tuviera una tercera reacción, en la cual me ayudaba. -Verás... Mi hermana se "escapó" de casa por así decirlo y nunca más volvió. Estaba desesperado y quedé con alguien... Con un vampiro. Le contrarté para que la encontrase y desde entonces, no he vuelto a saber nada ni de ella ni de él. Estaba desesperado, enserio. Sé que hice mal, fui un estúpido a confiar en un ser así, pero... ¿Qué otra cosa iba a hacer? A mí no me iba a querer escuchar. Tengo que encontrarla.- La miré fijamente, con los ojos brillantes, luchando por no derrarmar unas lágrimas que amenazaban por aparecer.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Right to the top, don't hold back [Gael Lutz]
Los instantes que Gael se toma para ver de qué manera le informa lo que hizo, provocan la ansiedad de la inglesa de treparse por las paredes o de aventar otro cojín para sacar su frustración. ¿Por qué las personas no pueden comprender que lo que tienen es tan efímero como el rocío de la mañana o la nieve en el invierno? Así como llega, se va. El tiempo es el más duro rival que puede encontrarse en la existencia. No perdona, ataca sin piedad, muerde y destroza impidiendo que todo regrese a su estado original. Cuando una relación se rompe, es como si fuera una taza de porcelana. Por más que la pegues, habrá pequeñas astillas que falten y qué decir de las cicatrices que tendrá. Eso es algo que el cazador sigue sin apreciar, cabezota, ciego y temerario.
Una exhalación es audible cuando le pregunta cómo es que hace para mantener todo Phoenix - en ocasiones quisiera no estar sola, Gael. Es un gran peso sobre los hombros, más siempre pienso en mis padres, en todos los que como tú, necesitan de una mano amiga y eso me da impulso para seguir adelante - sus hombros vuelven a alzarse deformando la visión simétrica de su cuello como si con eso le quitara importancia a sus palabras. Para ella, Phoenix lo es todo. Los que acuden a ella, son su familia tras sus pérdidas consuetudinarias. A veces se siente maldita, por ese sentimiento es que susurra - suéltalo porque es como un dragón que te comerá, ya lo hace, sólo un ciego ignoraría los signos - porque así es. Desde sus ojeras, su cabello alborotado, la ropa desacomodada, este hombre necesita contención a la voz de ya.
Saber que su hermana escapó de casa le parece tan normal tomando en cuenta la presión que Gael ponía sobre sus hombros con sus constantes movimientos orientados a mantenerla bajo control. Uno que su hermana le molestaba. El resto de la conversación la hace palidecer. Puede notarse cómo su rostro sonrosado va perdiendo coloración al pensar todas las vertientes que esas frases ponen en evidencia. Echa atrás el cuerpo golpeada por lo inmenso de la situación. La saliva atraviesa su garganta de forma dificultosa antes de que parpadeé recuperando la postura. Lo que menos funcionará será echarle en cara todo, decirle lo estúpido que fue. Restregarle que pudo acudir a ella porque todo eso, él ya lo sabe, por supuesto. Si no, ¿Por qué estaría en su casa a tan temprana hora? Toma la campanilla para agitar un par de veces llamando al servicio.
Se pone en pie para acercarse al hombre sentándose a su lado, pasando el brazo alrededor de sus hombros para intentar mover esa mole que es, como no le ayude, será imposible porque Annabeth es todo, menos una fortachona. La fuerza le es negada a pesar de lo que muchos pudieran pensar de su voluntad. Le incita a poner la cabeza contra su hombro acariciando su brazo porque sabe cuánto necesita que lo contengan. - Dime, ¿Qué pasó? Veremos qué hacer, te lo prometo - porque eso sí puede jurar. Hacer todo lo que esté en sus manos para dar con una solución. Otra cosa es alcanzar la meta. En ese instante aparece su mayordomo - traedme de mi escritorio el bolsito azul, por favor - solicita con la misma voz relajada con que está consolado al cazador.
Un cambio de temperamento sería inútil. Lo que necesita es obvio y lo está haciendo ya, deslizando la palma por su brazo llegando hasta su cabello para acariciarlo rascando su cuero cabelludo para darle confort - primero, Gael. Vamos a ver si está viva. Hacer un despliegue de búsqueda es imprudente si ya no está con nosotros - coloca las manos en sus hombros para alejarlo unos centímetros tomando su fuerte mentón para que le mire a los ojos, esos pozos tan azules como el cielo - ¿De acuerdo? Hace tiempo, me visitó un Hechicero y su pago a Phoenix consistió en un obsequio que hubiera servido cuando buscaba a mis hermanos. Ahora, lo mantengo conmigo para estos casos, es lo que pedí que me trajeran. Veremos si está viva - le acaricia la mejilla intentando mantener el ánimo. Sí, un vampiro es alguien muy peligroso. Sobre todo porque la sed de sangre es traicionera como una serpiente acorralada.
Una exhalación es audible cuando le pregunta cómo es que hace para mantener todo Phoenix - en ocasiones quisiera no estar sola, Gael. Es un gran peso sobre los hombros, más siempre pienso en mis padres, en todos los que como tú, necesitan de una mano amiga y eso me da impulso para seguir adelante - sus hombros vuelven a alzarse deformando la visión simétrica de su cuello como si con eso le quitara importancia a sus palabras. Para ella, Phoenix lo es todo. Los que acuden a ella, son su familia tras sus pérdidas consuetudinarias. A veces se siente maldita, por ese sentimiento es que susurra - suéltalo porque es como un dragón que te comerá, ya lo hace, sólo un ciego ignoraría los signos - porque así es. Desde sus ojeras, su cabello alborotado, la ropa desacomodada, este hombre necesita contención a la voz de ya.
Saber que su hermana escapó de casa le parece tan normal tomando en cuenta la presión que Gael ponía sobre sus hombros con sus constantes movimientos orientados a mantenerla bajo control. Uno que su hermana le molestaba. El resto de la conversación la hace palidecer. Puede notarse cómo su rostro sonrosado va perdiendo coloración al pensar todas las vertientes que esas frases ponen en evidencia. Echa atrás el cuerpo golpeada por lo inmenso de la situación. La saliva atraviesa su garganta de forma dificultosa antes de que parpadeé recuperando la postura. Lo que menos funcionará será echarle en cara todo, decirle lo estúpido que fue. Restregarle que pudo acudir a ella porque todo eso, él ya lo sabe, por supuesto. Si no, ¿Por qué estaría en su casa a tan temprana hora? Toma la campanilla para agitar un par de veces llamando al servicio.
Se pone en pie para acercarse al hombre sentándose a su lado, pasando el brazo alrededor de sus hombros para intentar mover esa mole que es, como no le ayude, será imposible porque Annabeth es todo, menos una fortachona. La fuerza le es negada a pesar de lo que muchos pudieran pensar de su voluntad. Le incita a poner la cabeza contra su hombro acariciando su brazo porque sabe cuánto necesita que lo contengan. - Dime, ¿Qué pasó? Veremos qué hacer, te lo prometo - porque eso sí puede jurar. Hacer todo lo que esté en sus manos para dar con una solución. Otra cosa es alcanzar la meta. En ese instante aparece su mayordomo - traedme de mi escritorio el bolsito azul, por favor - solicita con la misma voz relajada con que está consolado al cazador.
Un cambio de temperamento sería inútil. Lo que necesita es obvio y lo está haciendo ya, deslizando la palma por su brazo llegando hasta su cabello para acariciarlo rascando su cuero cabelludo para darle confort - primero, Gael. Vamos a ver si está viva. Hacer un despliegue de búsqueda es imprudente si ya no está con nosotros - coloca las manos en sus hombros para alejarlo unos centímetros tomando su fuerte mentón para que le mire a los ojos, esos pozos tan azules como el cielo - ¿De acuerdo? Hace tiempo, me visitó un Hechicero y su pago a Phoenix consistió en un obsequio que hubiera servido cuando buscaba a mis hermanos. Ahora, lo mantengo conmigo para estos casos, es lo que pedí que me trajeran. Veremos si está viva - le acaricia la mejilla intentando mantener el ánimo. Sí, un vampiro es alguien muy peligroso. Sobre todo porque la sed de sangre es traicionera como una serpiente acorralada.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Re: Right to the top, don't hold back [Gael Lutz]
"En ocasiones quisiera no estar sola"
Sonreí con amargura y me apunté esas palabras como si fuesen mías. Mi desesperación por no estar solo desde pequeño había llevado al punto de controlar cada paso que diese mi hermana, saber donde estaba en cada momento había sido crucial para mí. Ahora, al no estar ella, lo mismo me pasaba con Jane. Y Jane era un pájaro libre, que últimamente volaba muy lejos de mi ventana. Era un hombre con una soledad aplastante... Al igual que la mujer que tenía delante. ¿Qué podíamos hacer? No había nada peor en la vida que estar rodeado de gente y sentirse solo.
Suspiré recostado en el sillón en el que me encontraba sentado, mirándola con atención, casi sin parpadear mientras mis palabras iban brotando de mis labios. Palabras duras, palabras por las que merecería la pena de muerte. Morir en la horca era mucho mejor que el sufrimiento que estaba sintiendo ahora mismo. ¿Que iba a hacer ella? Para mi sorpresa, se levantó y se sentó a mi lado, sujetando mi cabeza contra su hombro. Como haría una madre con su niño. Los ojos se me nublaron levemente y me costaba tragar saliva... Pero no quería derrumbarme, aquí no. Dejé que acariciase mi cabello y mi barbilla, hasta que nuestros ojos se encontraron. Azul contra azul.
Adaline tenía que estar viva. No había otra manera. -Tiene que estar viva. Seré hombre muerto si ella está muerta.- Me incorporé dejando libre su hombro. Ella también tenía un amuleto, al igual que yo tenía a Mordekai. Acaricié por instinto la cadena de oro que llevaba atada al cuello. El pequeño botón aguardaba impaciente. -¿Quién te lo dio? Debe de resultar muy útil... ¿Como funciona?- La curiosidad se apoderó de mí. La magia me fascinaba demasiado últimamente.
Sonreí con amargura y me apunté esas palabras como si fuesen mías. Mi desesperación por no estar solo desde pequeño había llevado al punto de controlar cada paso que diese mi hermana, saber donde estaba en cada momento había sido crucial para mí. Ahora, al no estar ella, lo mismo me pasaba con Jane. Y Jane era un pájaro libre, que últimamente volaba muy lejos de mi ventana. Era un hombre con una soledad aplastante... Al igual que la mujer que tenía delante. ¿Qué podíamos hacer? No había nada peor en la vida que estar rodeado de gente y sentirse solo.
Suspiré recostado en el sillón en el que me encontraba sentado, mirándola con atención, casi sin parpadear mientras mis palabras iban brotando de mis labios. Palabras duras, palabras por las que merecería la pena de muerte. Morir en la horca era mucho mejor que el sufrimiento que estaba sintiendo ahora mismo. ¿Que iba a hacer ella? Para mi sorpresa, se levantó y se sentó a mi lado, sujetando mi cabeza contra su hombro. Como haría una madre con su niño. Los ojos se me nublaron levemente y me costaba tragar saliva... Pero no quería derrumbarme, aquí no. Dejé que acariciase mi cabello y mi barbilla, hasta que nuestros ojos se encontraron. Azul contra azul.
Adaline tenía que estar viva. No había otra manera. -Tiene que estar viva. Seré hombre muerto si ella está muerta.- Me incorporé dejando libre su hombro. Ella también tenía un amuleto, al igual que yo tenía a Mordekai. Acaricié por instinto la cadena de oro que llevaba atada al cuello. El pequeño botón aguardaba impaciente. -¿Quién te lo dio? Debe de resultar muy útil... ¿Como funciona?- La curiosidad se apoderó de mí. La magia me fascinaba demasiado últimamente.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: Right to the top, don't hold back [Gael Lutz]
Muchas personas que visitan Phoenix lo hacen sabiendo que si bien no son la más poderosa organización del mundo, se les tenderá la mano haciendo hasta lo imposible por resolver alguna duda que tengan o bien, ayudando lo necesario para que obtengan el camino para seguir adelante. Su sociedad es en parte un sitio donde la sabiduría se encuentra en enormes volúmenes contenidos en la biblioteca que se encuentra en la superficie, así como un enorme almacén de objetos varios que están en otros lugares más resguardados al igual que libros que contienen conocimientos a los que pocos pueden acceder con facilidad. Si no se está preparado ¿Qué sentido tiene saber más de lo que la mente no puede resistir? Ese era una frase que su padre utilizaba con regularidad que Annabeth respeta a rajatabla porque tiene toda la razón.
En cambio, cuando personas como Gael están necesitando de una ayuda superior que puede ser brindada a través de la magia, la inglesa permite que todos los artefactos y amuletos sean usados con tal de obtener las respuestas, porque ella mejor que nadie comprende las necesidades de las personas por encontrar a sus seres queridos. Sonríe de lado al ver el interés de Gael sabiendo que ha atrapado su atención y por instantes olvidará su acuciante necesidad para dar oportunidad a que puedan buscar con paso seguro y firme sin la presión que tiene la urgencia. - Funciona con un poco de tu sangre, un mapa del mundo y después vamos limitando las zonas cambiando los mapas. Vamos, primero buscaremos en Europa, si el amuleto señala Francia, cambiaremos el mapa a Francia y así hasta más o menos ubicar al ser en cuestión ¿Te parece bien? - sonríe un poco para darle algo de contención.
Espera que el amuleto se mueva porque significará que está viva. En caso de que quede inerte, sabrá que ella ha partido de este mundo. Su mayordomo toca la puerta antes de entrar dejando el bolso que Annabeth solicitó en manos de la mujer que agradece. En cuanto se aleja, empieza a vaciar la mesa con celeridad para dejarla limpia de cualquier objeto. Pasa un pañuelo para secar cualquier derrame y coloca un mapa de Europa sacándolo de uno de sus libreros en unión de otro de Francia esperando que esté más cerca de lo que piensan. Los deja sobre la mesa mirando a Gael - bien, vamos a empezar, tendrás que pincharte el dedo, dejar caer siete gotas de tu sangre sobre el dije que pondré en un recipiente para que podamos hacer el hechizo - toma uno de los platos blancos de porcelana, lo limpia con cuidado para dejarlo sobre la mesa. Saca el dije de su bolsa poniéndolo sobre la porcelana antes de aspirar aire con fuerza.
Se levanta para encender seis velas que posiciona alrededor de ellos creando con líneas imaginarias la cruz de David, cierra la puerta y echa las cortinas para que nadie pueda ver el interior del lugar, dejando que la luz de las velas ilumine la estancia. Se prepara mentalmente haciendo gala de su memoria para recordar las palabras de poder que tendrá que pronunciar. De la bolsa saca también varios elementos para el conjuro dejándolos caer en el plato encima del dije, en tanto va sacándolos y poniéndolos, le explica - musgo del lado norte de un árbol, una piedra tan blanca como la luna y una pluma, preferentemente la de un búho. Tendrás que concentrarte en tu hermana cuando dejes caer las gotas de sangre, piensa en ella sin dejar de pronunciar su nombre siete veces. Una por cada gota ¿Entendido? Pues aquí vamos - ésto de ser hechicera es algo nuevo para Annabeth.
Desconoce si su sangre tiene la potencia de los hechiceros, más un ritual bien elaborado con los elementos propios de aquéllos que tienen la magia, puede resultar hasta para los humanos sin este don. Así que en cuanto todo está listo, asiente a su amigo para musitar las palabras en celta que le enseñaran esperando que él vaya dejando caer las siete gotas de sangre para invocar ese poder tan antiguo como el tiempo en su beneficio. Una vez el amuleto se enciende en una tonalidad cuasi dorada, la mujer lo toma de la cadena con los dedos índice y pulgar para quitar el plato dejándolo en las manos del cazador, dejando caer el péndulo a tres centímetros de altura sobre el mapa esperando a que se mueva. Ansía que señale un sitio porque de lo contrario, significará que su hermana está muerta. Se queda expectante esperando el resultado.
La respuesta llega de pronto, señala algo en el mapa que la obliga a ella a alzar la mirada. - Me parece que hay algo, podemos ir y ver qué obtenemos, ¿Te parece? - en cuanto él acepta, guarda todo. Se pone en pie sonriendo - no tardo, tomaré mi abrigo e iremos en mi carruaje, no desesperes - se dirige a sus habitaciones, siendo interceptada por Madame Violet a quien le da todas las indicaciones pertinentes en tanto se alista. Momentos después, va bajando las escaleras terminando de dar las órdenes encontrándose con el cazador. Un intercambio breve de palabras y se dirigen al carruaje que les llevará a donde el amuleto señaló el paradero o bien, el último lugar donde estuvo su hermana. Espera que tengan buenas noticias, de lo contrario, no sabe cómo va a reaccionar su amigo.
En cambio, cuando personas como Gael están necesitando de una ayuda superior que puede ser brindada a través de la magia, la inglesa permite que todos los artefactos y amuletos sean usados con tal de obtener las respuestas, porque ella mejor que nadie comprende las necesidades de las personas por encontrar a sus seres queridos. Sonríe de lado al ver el interés de Gael sabiendo que ha atrapado su atención y por instantes olvidará su acuciante necesidad para dar oportunidad a que puedan buscar con paso seguro y firme sin la presión que tiene la urgencia. - Funciona con un poco de tu sangre, un mapa del mundo y después vamos limitando las zonas cambiando los mapas. Vamos, primero buscaremos en Europa, si el amuleto señala Francia, cambiaremos el mapa a Francia y así hasta más o menos ubicar al ser en cuestión ¿Te parece bien? - sonríe un poco para darle algo de contención.
Espera que el amuleto se mueva porque significará que está viva. En caso de que quede inerte, sabrá que ella ha partido de este mundo. Su mayordomo toca la puerta antes de entrar dejando el bolso que Annabeth solicitó en manos de la mujer que agradece. En cuanto se aleja, empieza a vaciar la mesa con celeridad para dejarla limpia de cualquier objeto. Pasa un pañuelo para secar cualquier derrame y coloca un mapa de Europa sacándolo de uno de sus libreros en unión de otro de Francia esperando que esté más cerca de lo que piensan. Los deja sobre la mesa mirando a Gael - bien, vamos a empezar, tendrás que pincharte el dedo, dejar caer siete gotas de tu sangre sobre el dije que pondré en un recipiente para que podamos hacer el hechizo - toma uno de los platos blancos de porcelana, lo limpia con cuidado para dejarlo sobre la mesa. Saca el dije de su bolsa poniéndolo sobre la porcelana antes de aspirar aire con fuerza.
Se levanta para encender seis velas que posiciona alrededor de ellos creando con líneas imaginarias la cruz de David, cierra la puerta y echa las cortinas para que nadie pueda ver el interior del lugar, dejando que la luz de las velas ilumine la estancia. Se prepara mentalmente haciendo gala de su memoria para recordar las palabras de poder que tendrá que pronunciar. De la bolsa saca también varios elementos para el conjuro dejándolos caer en el plato encima del dije, en tanto va sacándolos y poniéndolos, le explica - musgo del lado norte de un árbol, una piedra tan blanca como la luna y una pluma, preferentemente la de un búho. Tendrás que concentrarte en tu hermana cuando dejes caer las gotas de sangre, piensa en ella sin dejar de pronunciar su nombre siete veces. Una por cada gota ¿Entendido? Pues aquí vamos - ésto de ser hechicera es algo nuevo para Annabeth.
Desconoce si su sangre tiene la potencia de los hechiceros, más un ritual bien elaborado con los elementos propios de aquéllos que tienen la magia, puede resultar hasta para los humanos sin este don. Así que en cuanto todo está listo, asiente a su amigo para musitar las palabras en celta que le enseñaran esperando que él vaya dejando caer las siete gotas de sangre para invocar ese poder tan antiguo como el tiempo en su beneficio. Una vez el amuleto se enciende en una tonalidad cuasi dorada, la mujer lo toma de la cadena con los dedos índice y pulgar para quitar el plato dejándolo en las manos del cazador, dejando caer el péndulo a tres centímetros de altura sobre el mapa esperando a que se mueva. Ansía que señale un sitio porque de lo contrario, significará que su hermana está muerta. Se queda expectante esperando el resultado.
La respuesta llega de pronto, señala algo en el mapa que la obliga a ella a alzar la mirada. - Me parece que hay algo, podemos ir y ver qué obtenemos, ¿Te parece? - en cuanto él acepta, guarda todo. Se pone en pie sonriendo - no tardo, tomaré mi abrigo e iremos en mi carruaje, no desesperes - se dirige a sus habitaciones, siendo interceptada por Madame Violet a quien le da todas las indicaciones pertinentes en tanto se alista. Momentos después, va bajando las escaleras terminando de dar las órdenes encontrándose con el cazador. Un intercambio breve de palabras y se dirigen al carruaje que les llevará a donde el amuleto señaló el paradero o bien, el último lugar donde estuvo su hermana. Espera que tengan buenas noticias, de lo contrario, no sabe cómo va a reaccionar su amigo.
TEMA FINALIZADO
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 13/04/2018
Localización : En medio de sus brazos, bajo sus colmillos.
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