AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sága Iðunn | ID
2 participantes
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Sága Iðunn | ID
▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
Sága ▲EDAD▲
12 años▲ESPECIE▲
Humana▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲
-▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
Clase Baja▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
¿Qué es eso? ¿Se come? -Asexual-▲LUGAR DE ORIGEN▲
Suecia▲HABILIDADES/PODERES▲
Pues... ¡Sé usar muy bien los puños! ¡Jum!Aventurera. Muchos dicen que está loca... Y lo cierto es que no se equivocan. Al menos, no del todo. Sága es una chica a la que no le importa demasiado la opinión de los demás acerca de aquellas cosas que sólo repercuten en ella. Y no se molesta en reprimir dicha opinión. Es directa hasta rallar lo inapropiado, aunque no por ello le faltan modales. Toda su vida ha estado rodeada de personas que la trataban mal o que simplemente la ignoraban. La falta de amor siempre ha caracterizado su existencia, motivo por el cual se excede en sus demostraciones de cariño hacia aquellos que se ganan su corazón -algo bastante fácil de conseguir-. Es una chica inocente, divertida y agradable, pese a que su carácter caótico pueda convertirla en alguien molesto en ocasiones. Sabe cuándo parar, cuándo callarse y cuándo actuar. Otra cosa es que quiera reprimirse. Y la mayoría de las veces, no quiere. Aunque hay que decir que tiene un buen corazón, e incluso las trastadas, por muy retorcidas que puedan llegar a ser, siempre son más divertidas que desagradables. No lo hace con mala intención, simplemente, es demasiado activa para estar quieta ni un momento.
Curiosa hasta la médula, si no investiga cada escondite, cada misterio, cada suceso, no puede llegar a conciliar el sueño. Le gusta leer, descubrir, los animales y el color amarillo. No sabe por qué, pero quizá se deba a que su animal preferido son los pollitos de ese color. Risueña, amable, Sága ni juzga ni discrimina por ninguna razón que no sea la bondad o la maldad. Las personas malas no merecen su atención, y las buenas sí, además de su cariño, sean como sean. Bonita. Nunca ha sabido por qué, pero tiene esa facultad de llevarse bien con la gente casi instantáneamente. Tiene algo que invita a los otros a acercársele, a querer cuidarla, aunque luego ella les diga y les jure que sabe defenderse solita. ¿Cómo podría hacerlo alguien tan flacucho? No la creen, pero en el fondo, aunque hinche las mejillas en una mueca de fingido enfado, le gusta que se preocupen por ella. Resulta toda una novedad, después de tanta indiferencia por parte de sus tutores. Dulce e inteligente, de rostro sumamente expresivo y ojos brillantes, como si todo le hiciera ilusión. Y lo cierto es que así es. El mundo es un lugar precioso pese a las cosas malas. Cálida, cercana a aquellos que se le acercan con buenas intenciones. Sága es un torrente de energía desorbitada y positiva, que puede acabar con tu paciencia o cambiarte para siempre. Lo que está claro, es que no pasará desapercibida. Nunca la olvidarás.
Curiosa hasta la médula, si no investiga cada escondite, cada misterio, cada suceso, no puede llegar a conciliar el sueño. Le gusta leer, descubrir, los animales y el color amarillo. No sabe por qué, pero quizá se deba a que su animal preferido son los pollitos de ese color. Risueña, amable, Sága ni juzga ni discrimina por ninguna razón que no sea la bondad o la maldad. Las personas malas no merecen su atención, y las buenas sí, además de su cariño, sean como sean. Bonita. Nunca ha sabido por qué, pero tiene esa facultad de llevarse bien con la gente casi instantáneamente. Tiene algo que invita a los otros a acercársele, a querer cuidarla, aunque luego ella les diga y les jure que sabe defenderse solita. ¿Cómo podría hacerlo alguien tan flacucho? No la creen, pero en el fondo, aunque hinche las mejillas en una mueca de fingido enfado, le gusta que se preocupen por ella. Resulta toda una novedad, después de tanta indiferencia por parte de sus tutores. Dulce e inteligente, de rostro sumamente expresivo y ojos brillantes, como si todo le hiciera ilusión. Y lo cierto es que así es. El mundo es un lugar precioso pese a las cosas malas. Cálida, cercana a aquellos que se le acercan con buenas intenciones. Sága es un torrente de energía desorbitada y positiva, que puede acabar con tu paciencia o cambiarte para siempre. Lo que está claro, es que no pasará desapercibida. Nunca la olvidarás.
- Físico:
"Siempre me han dicho que no soy lo bastante grande para entender las cosas que suceden a mi alrededor. Siempre me han dicho que cuando fuera mayor, entendería. Siempre me han dicho que las niñas buenas se quedan calladitas en su habitación hasta ser llamadas por sus padres. Siempre me han dicho que las personas inteligentes saben cuándo mantenerse en su sitio, callarse, y escuchar. ¿Saben qué les digo yo? ¡Qué se vayan todos al cuerno! No creo que el hecho de ser más grandes que yo, les de ningún derecho a decidir lo que puedo o no puedo comprender, o cuándo debo o no dar mi opinión al respecto de cosas que claramente me conciernen. Soy lo bastante grande para entender que estos ni son mis padres, ni sienten ninguna clase de cariño hacia mi. Son manipuladores, mentirosos, fingen ante los policías que mis gritos son por culpa de pesadillas que nunca tuve. ¡Ja! Que se lo digan a las marcas de cigarrillo sobre mi espalda. Sólo aceptaron quedarse conmigo para obtener la herencia de unos padres a los que nunca conocí, pero que supuestamente me quisieron muchísimo. Y si me quisieron tanto, ¿por qué demonios me fueron a dejar justamente con mis tíos? Los seres más despreciables que existen sobre la tierra. Eso es algo que creo que no voy a entender jamás, independientemente de los años que tenga."
Las páginas arrugadas de aquel cuaderno reflejaban a la perfección todas y cada una de las emociones que, a diario, sentía su joven e intrépida escritora, una niña de ojos tan claros como el océano, llamada Sága. Sí, Sága, el otro nombre de la Diosa Frigg, esposa de Odín. "La que lo ve todo", "la que todo sabe", y ella, desde su nacimiento, se ha empeñado enormemente en cumplir con las implicaciones de dicho nombre, a fin de ser merecedora del mismo. O al menos, esa es la excusa que pone siempre que la pillan tras las puertas, escuchando conversaciones ajenas. Y hasta aquel momento le había funcionado relativamente bien, a excepción, claro, de los múltiples castigos y regañinas que sus tíos y tutores legales le imponían cuando la descubrían haciendo algo que, según ellos, no haría jamás una dama de su posición. Lo que parecían no entender era que a ella le importaba bien poco lo que se suponía que tenía que hacer o no. Sága se autoproclamó independiente a la tierna edad de seis años, construyéndose un fuerte de cojines en la habitación más apartada que encontró en el castillo. Todos vieron aquel gesto como el berrinche de una niña pequeña, pero para ella tuvo mucha más relevancia que eso.
En aquella remota sala descubrió libros y ropajes que pertenecieron a sus padres, cosas que ni sus tíos ni cuidadores le habían mostrado jamás. Se sintió identificada con las palabras de aquella madre fallecida en cada una de las páginas de su diario, mismo diario que ella se dedicó a completar cada tarde, cuando regresaba a su escondite para huir de aquellas personas que jamás la quisieron. No como a una hija, al menos. Casi la trataban más como a un perro que como a una persona, e incluso la obligaban a comer en la cocina, con el servicio. No es que le importara, aquellas personas la querían muchísimo más que ellos, pero parecían olvidar que todo cuanto tenían le pertenecía a ella. Que aquel castillo en París dejaría de ser suyo cuando ella cumpliera la mayoría de edad. Y, lógicamente, aquella pequeña niña a la que maltrataban continuamente, tenía bastante claro que les pegaría un puntapié en el culo y los echaría de su hogar en cuanto eso pasara. Pero hasta entonces, sólo le quedaba fantasear. Fantasear con que en un futuro no muy lejano, su vida cambiaría drásticamente. Fantasear con que cuando consiguiera librarse de ellos, podría ser feliz del todo. Como nunca había sido. Como sabía que sus padres hubieran querido.
"Está decidido. Esta misma noche me iré. Estoy cansada de que me traten como a un trozo de carne, como a un animal, ignorando deliberadamente lo que pienso, lo que siento, y lo que opino. Hoy ya fue el colmo. Decidieron sacrificar a uno de los cerditos solamente para darse un banquete. Chipi se llamaba. Su madre, Yulianne, se quedó destrozada. No paraba de buscarle por todo el corral. Les odio. Les odio con todas mis fuerzas. No contentos con matar a un pobre animalito que además era amigo mío, me obligaron a presenciarlo. Aún puedo oír sus gritos. No me dejan dormir. Sólo tengo ganas de llorar. Dijeron que "así aprendería para cuando me tocara hacerlo a mi". ¿Hacer qué? ¿Asesinar animales? ¡Jamás! No pienso hacerlo, como tampoco estoy dispuesta a perdonarlos. Me iré de aquí. Sí, me marcharé con mis libros de mitología nórdica, lo único que tengo de mis padres, y no miraré atrás. No hasta que tenga mi mayoría de edad y regrese a esta casa para expulsarlos por siempre de mis tierras. Han convertido mi vida en una pesadilla. Han faltado a los deseos de mis padres de todas las formas posibles. Ni se merecen mi perdón, ni mi atención. Aquí se acaba nuestra historia, querido diario. Tal vez, cuando regrese, pueda continuar y escribir en tus páginas acerca de mis andanzas hasta entonces. Pero de momento, esto es un adiós.
Sága."
Y aquella misma noche, efectivamente, se marchó. Cuando todos estaban acostados, seguramente soñando con aquello que tenían que hacer al día siguiente, se escabulló por la puerta trasera de la cocina sin mirar atrás en ningún momento. Estaba decidida, aunque tal vez no lo había planificado todo tan bien como debería. A la mañana siguiente, el castillo se sumió en el caos. Todos buscaron a la niña durante horas, aunque sus tíos estaban más preocupados por las consecuencias que su escapada pudiera tener para ellos, que el estado de salud en que su sobrina se encontrase. Sága, sin embargo, estaba radiante. Nunca había tenido permitido salir del castillo y quedó maravillada con el paisaje que París le regalaba. Claro que, dos o tres días después, el hambre comenzó a hacer estragos en el cuerpo de la chica. No había llevado reservas suficientes, y las pocas que había llevado consigo las había devorado en apenas unas horas. No había sido demasiado previsora. Lo que ella no sabía era que el colgante que rodeaba su cuello, y que había cogido de entre las cosas de su madre, era lo bastante valioso para que llamase la atención a determinados... indeseables. Era un gran diamante -ella pensó que solamente era una piedra bonita- rodeado de doce rubíes de pequeño tamaño, formando un corazón. Pasó varias noches durmiendo en un parque, tiempo más que suficiente para que los ladrones de turno la vigilaran e idearan la mejor forma de asaltarla.
No les costó demasiado. La noche siguiente fue la elegida para el atraco. La cogieron entre dos tipos bastante grandes, que eran exactamente iguales, mientras un tercero rebuscaba en sus cosas, destrozando su libro de cuentos preferidos ante los gritos de la muchacha. Finalmente, le arrancaron el colgante del cuello de un tirón, para luego golpearla hasta dejarla inconsciente. No imaginaban que opusiera tanta resistencia. Consiguió pegar un fuerte mordisco en la mano de uno de aquellos hombres, hasta el punto de notar el sabor de su sangre inundándole la boca. Fue desagradable. Y allí la dejaron, tirada, envuelta en lágrimas y con todo el cuerpo dolorido. Se aferró a uno de los libros de sus padres y dejó que las brumas de Morfeo se la llevaran consigo. Sólo quería dejarse ir, que sus padres la esperaran en un hogar al que regresar, que su mundo fuera diferente. Pero no lo era. Pocos minutos después, comenzó a llover con fuerza, y Sága se sumergió en un sueño tan profundo, que no sabía si podría despertar de él...
Pero un hombre alto, de pelo negro y ojos aún más oscuros la rescató. Le ofreció un lecho en el que descansar, y una compañía y amabilidad que jamás hubo conocido. Aunque todavía no lo sabe. Lleva inconsciente cuatro días.
Las páginas arrugadas de aquel cuaderno reflejaban a la perfección todas y cada una de las emociones que, a diario, sentía su joven e intrépida escritora, una niña de ojos tan claros como el océano, llamada Sága. Sí, Sága, el otro nombre de la Diosa Frigg, esposa de Odín. "La que lo ve todo", "la que todo sabe", y ella, desde su nacimiento, se ha empeñado enormemente en cumplir con las implicaciones de dicho nombre, a fin de ser merecedora del mismo. O al menos, esa es la excusa que pone siempre que la pillan tras las puertas, escuchando conversaciones ajenas. Y hasta aquel momento le había funcionado relativamente bien, a excepción, claro, de los múltiples castigos y regañinas que sus tíos y tutores legales le imponían cuando la descubrían haciendo algo que, según ellos, no haría jamás una dama de su posición. Lo que parecían no entender era que a ella le importaba bien poco lo que se suponía que tenía que hacer o no. Sága se autoproclamó independiente a la tierna edad de seis años, construyéndose un fuerte de cojines en la habitación más apartada que encontró en el castillo. Todos vieron aquel gesto como el berrinche de una niña pequeña, pero para ella tuvo mucha más relevancia que eso.
En aquella remota sala descubrió libros y ropajes que pertenecieron a sus padres, cosas que ni sus tíos ni cuidadores le habían mostrado jamás. Se sintió identificada con las palabras de aquella madre fallecida en cada una de las páginas de su diario, mismo diario que ella se dedicó a completar cada tarde, cuando regresaba a su escondite para huir de aquellas personas que jamás la quisieron. No como a una hija, al menos. Casi la trataban más como a un perro que como a una persona, e incluso la obligaban a comer en la cocina, con el servicio. No es que le importara, aquellas personas la querían muchísimo más que ellos, pero parecían olvidar que todo cuanto tenían le pertenecía a ella. Que aquel castillo en París dejaría de ser suyo cuando ella cumpliera la mayoría de edad. Y, lógicamente, aquella pequeña niña a la que maltrataban continuamente, tenía bastante claro que les pegaría un puntapié en el culo y los echaría de su hogar en cuanto eso pasara. Pero hasta entonces, sólo le quedaba fantasear. Fantasear con que en un futuro no muy lejano, su vida cambiaría drásticamente. Fantasear con que cuando consiguiera librarse de ellos, podría ser feliz del todo. Como nunca había sido. Como sabía que sus padres hubieran querido.
"Está decidido. Esta misma noche me iré. Estoy cansada de que me traten como a un trozo de carne, como a un animal, ignorando deliberadamente lo que pienso, lo que siento, y lo que opino. Hoy ya fue el colmo. Decidieron sacrificar a uno de los cerditos solamente para darse un banquete. Chipi se llamaba. Su madre, Yulianne, se quedó destrozada. No paraba de buscarle por todo el corral. Les odio. Les odio con todas mis fuerzas. No contentos con matar a un pobre animalito que además era amigo mío, me obligaron a presenciarlo. Aún puedo oír sus gritos. No me dejan dormir. Sólo tengo ganas de llorar. Dijeron que "así aprendería para cuando me tocara hacerlo a mi". ¿Hacer qué? ¿Asesinar animales? ¡Jamás! No pienso hacerlo, como tampoco estoy dispuesta a perdonarlos. Me iré de aquí. Sí, me marcharé con mis libros de mitología nórdica, lo único que tengo de mis padres, y no miraré atrás. No hasta que tenga mi mayoría de edad y regrese a esta casa para expulsarlos por siempre de mis tierras. Han convertido mi vida en una pesadilla. Han faltado a los deseos de mis padres de todas las formas posibles. Ni se merecen mi perdón, ni mi atención. Aquí se acaba nuestra historia, querido diario. Tal vez, cuando regrese, pueda continuar y escribir en tus páginas acerca de mis andanzas hasta entonces. Pero de momento, esto es un adiós.
Sága."
Y aquella misma noche, efectivamente, se marchó. Cuando todos estaban acostados, seguramente soñando con aquello que tenían que hacer al día siguiente, se escabulló por la puerta trasera de la cocina sin mirar atrás en ningún momento. Estaba decidida, aunque tal vez no lo había planificado todo tan bien como debería. A la mañana siguiente, el castillo se sumió en el caos. Todos buscaron a la niña durante horas, aunque sus tíos estaban más preocupados por las consecuencias que su escapada pudiera tener para ellos, que el estado de salud en que su sobrina se encontrase. Sága, sin embargo, estaba radiante. Nunca había tenido permitido salir del castillo y quedó maravillada con el paisaje que París le regalaba. Claro que, dos o tres días después, el hambre comenzó a hacer estragos en el cuerpo de la chica. No había llevado reservas suficientes, y las pocas que había llevado consigo las había devorado en apenas unas horas. No había sido demasiado previsora. Lo que ella no sabía era que el colgante que rodeaba su cuello, y que había cogido de entre las cosas de su madre, era lo bastante valioso para que llamase la atención a determinados... indeseables. Era un gran diamante -ella pensó que solamente era una piedra bonita- rodeado de doce rubíes de pequeño tamaño, formando un corazón. Pasó varias noches durmiendo en un parque, tiempo más que suficiente para que los ladrones de turno la vigilaran e idearan la mejor forma de asaltarla.
No les costó demasiado. La noche siguiente fue la elegida para el atraco. La cogieron entre dos tipos bastante grandes, que eran exactamente iguales, mientras un tercero rebuscaba en sus cosas, destrozando su libro de cuentos preferidos ante los gritos de la muchacha. Finalmente, le arrancaron el colgante del cuello de un tirón, para luego golpearla hasta dejarla inconsciente. No imaginaban que opusiera tanta resistencia. Consiguió pegar un fuerte mordisco en la mano de uno de aquellos hombres, hasta el punto de notar el sabor de su sangre inundándole la boca. Fue desagradable. Y allí la dejaron, tirada, envuelta en lágrimas y con todo el cuerpo dolorido. Se aferró a uno de los libros de sus padres y dejó que las brumas de Morfeo se la llevaran consigo. Sólo quería dejarse ir, que sus padres la esperaran en un hogar al que regresar, que su mundo fuera diferente. Pero no lo era. Pocos minutos después, comenzó a llover con fuerza, y Sága se sumergió en un sueño tan profundo, que no sabía si podría despertar de él...
Pero un hombre alto, de pelo negro y ojos aún más oscuros la rescató. Le ofreció un lecho en el que descansar, y una compañía y amabilidad que jamás hubo conocido. Aunque todavía no lo sabe. Lleva inconsciente cuatro días.
- El hombre misterioso que la rescató del parque recogió todas sus pertenencias del suelo, incluido el libro de cuentos destrozado por los hombres.
- No sabe que la joya que le robaron era mucho más valiosa de lo que pensaba. Además de ser una reliquia familiar de incalculable valor, esconde un secreto sumamente importante, que su madre trató de transmitirle en uno de los libros que ahora reposan junto a ella, en la mesilla.
- Las autoridades aún buscan a la niña, y hasta que la encuentren -o su cuerpo, dado que creen que sus tíos la han matado- sus tíos permanecen encerrados en un calabozo y ya no se les considera como tutores ni de la niña, ni de la herencia.
- Tiene una afección cardíaca de tipo genético, que hace que cuando se altera mucho se le suba la presión, le den taquicardias, y normalmente acaba mareándose.
- No sabe que la joya que le robaron era mucho más valiosa de lo que pensaba. Además de ser una reliquia familiar de incalculable valor, esconde un secreto sumamente importante, que su madre trató de transmitirle en uno de los libros que ahora reposan junto a ella, en la mesilla.
- Las autoridades aún buscan a la niña, y hasta que la encuentren -o su cuerpo, dado que creen que sus tíos la han matado- sus tíos permanecen encerrados en un calabozo y ya no se les considera como tutores ni de la niña, ni de la herencia.
- Tiene una afección cardíaca de tipo genético, que hace que cuando se altera mucho se le suba la presión, le den taquicardias, y normalmente acaba mareándose.
Sága Iðunn- Humano Clase Baja
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 28/06/2014
Re: Sága Iðunn | ID
FICHA APROBADA
BIENVENIDA A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
BIENVENIDA A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 5232
Fecha de inscripción : 01/03/2011
Edad : 34
Localización : Zona Residencia.
DATOS DEL PERSONAJE
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