Una muñequita escribe con su sangre || White Diary

por **Alizée Rhône** Jue Jul 24, 2014 7:05 pm

Daba la impresión de ser un hombre tan cansado de la vida que ni siquiera deseaba vivir despierto las últimas horas de su existencia. Así es como le relataban cada vez que alguien le observaba a través del cristal lleno de muñecas de porcelana, pero era solo la visión de un artista intentando crear una obra de arte y lo que siempre había anhelado, que los demás le amaran, resultando insoportable en el momento de su triunfo, porque él no los amaba, los aborrecía.

Y supe de repente que jamás encontraría satisfacción en el amor, sino en el odio, en odiar y ser odiado. Oh, pobre creador de arte dirigido a pequeñas replicas de niñas congeladas en fría porcelana, vestidas con ostentosos conjuntos, colocadas con insinuantes características físicas para diferenciarlas las unas de las otras. Ahora todo podría causar sentido. Ahora parecía entenderlo cuando caminaba por la acera junto al escaparate de la tienda de muñecas. Tan solitario se le ve que el odio parecía querer escapar por la cristalera. El amor solo parecía tenerlo hacia sus muñecas, no hacia las personas.

¿Por qué así?

¿Después? ¿Qué haría después? No lo sabía. Quizá no haría nada, quizá moriría. Sentía una indiferencia total. El tiempo se dobló o desapareció por completo, porque ya no sabía si ahora era ahora y aquí era aquí, o ahora era entonces y aquí era allí. Ensimismado en su trabajo. Se había aislado del mundo para su propia y única satisfacción, solo a fin de estar cerca de si mismo. Gozaba de su propia existencia, libre de toda influencia ajena, y lo encontraba maravilloso. ¿Cómo podía vivir así? Relaciónate conmigo, por favor. Llevo viéndote días enteros esperando a que levantes tu mirada egoísta hacia mi deseo egoísta. Mis ojos celestes te piden que alces tu rostro. Quiero ver tus ojos de nuevo, quiero observarte horas enteras y contemplar esos ojos marrones sin apenas darte un motivo.

Recuerdo que estabas en el mostrador contando cuantas cuencas de ojos azules tenías. Parecías feliz de tener muchos entre tus manos ¿A quien pretendías hacer? No existe la muñeca perfecta hasta que me llegues a conocer. Sigo mirando por el cristal, pero entran varias personas. Un día que no puedo verte más y el cual solo tengo el tiempo acortado por varias de mis obligaciones rutinarias. No más quiero verte una vez mas.