Influencia Nocturna I [LIBRE]

Cierro los ojos y escucho todo cuanto me rodea. Desde el carruaje en donde me encuentro se puede apreciar la vida en las calles de parís, aunque de noche, algunos aun la habitan. Se escuchan ligeras risas, entre conversaciones mundanas de humanos, el sonido de los zapatos resuenan en el suelo, haciendo eco al caminar. No me encuentro por casualidad aquí. Ni estoy en busca de un paseo nocturno en carruaje. Una tarea importante ocupa mi tiempo y parte de mis fuerzas. Hace días que estoy investigando la ciudad en donde me encuentro. Llegue hace poco, desde Orleans, con la intención de unir a los míos, asegurar la supervivencia de la estirpe acabar con aquellos que se hacen llamar “santos cruzados”. En su plena ignorancia se autoproclaman el ejército de dios en la tierra. Buscan cazarnos como alimañas, erradicarnos de la tierra como errores, como abominaciones del todo poderoso. Incrédulos farsantes e hipócritas fanáticos mortales. Si bien, y en cierta manera, tienen razón en vernos como amenaza y no los culpo del todo. Somos rehenes de nuestra naturaleza y más de uno se cree un dios con libertad de hacer lo que deseen, sin medir las consecuencias de sus actos. Si tuviéramos un orden más explícito y notorio, sobreviviremos.

El carruaje se detuvo al frente de un local, el cual estaba por cerrar debido a la hora. Richard, el cochero, me abrió la puerta y ofreció la mano para descender. Con un sutil y elegante movimientos le tome la mano, y descendí del carruaje. –Espéreme aquí, Richard, no me tardare- Le dije mientras me dirigí a la puerta del local y la abrí sin mucha demora. Entre y observe el lugar. Era un emporio medicinal, muy famoso por ofrecer elixires curativos, pócimas para el crecimiento del cabello y demás brebajes exóticos con la promesa de solucionar la vida de los humanos, todo una farsa. El hecho de estar aquí no era por sus productos, si no por su trasfondo oculto. Los rumores del bajo mundo, según la investigación de mi sirviente Pierre, apuntaban aquel local como un “tinglado” donde actuaba en secreto una organización dedicada a la investigación de la anatomía de los seres sobrenaturales. Todo esto financiado por alguien de extremada influencia y desconocido para mí, al menos por el momento era desconocido. Debía comprobarlo por mí misma y por ende, venir aquí con una excusa factible

-Buenas noches señorita. Me temo que estoy a punto de cerrar, así que no podre atenderla como es debido, si me disculpa, puede usted venir a primera hora del día- Me abordo la dueña del local, invitándome a irme de forma educada. A pesar de dedicarse a la venta de tal género, parecí elegante. Su vestimenta era exquisita, desentonaba, tanto en belleza como en etiqueta, con el ambiente del local. Su cabello estaba sutilmente atado con un bordado dorado y sus ojos eran grises, casi inexpresivos. Tal vez estaba agotada después de un día laborioso. Era obvio que estaba por cerrar, después de todo ya era de noche. Pero me es físicamente imposible presentarme de día y además quería comprobar si los rumores eran ciertos, por ende no podía irme sin más. Así que la mire a esos grises ojos, sin parpadear ni un segundo y comencé el juego de manipulación. –Me llevaras a la parte más privada de este local y responderás todas mis preguntas- Utilice mis habilidades vampíricas para persuadirla y sin ningún problema dio resultado –Por…por aquí, señorita- Sin poder negarse a mi control, efectivamente hiso caso a mis palabras con entonación imperativa y me llevo hacia una puerta que daba con una pequeña habitación, pasando el mostrador. Cerro la puerta y antes de que pudiera salir de mi influencia, volví a mirarla directamente a los ojos –Cuéntame, cuéntame tus secretos pequeña, ¿Para quién trabajas?, dímelo- No ofreció mucha resistencia, de hecho, es probable que ni sepa de forma consiente lo que estaba haciendo –Trabajo para unos extranjeros Ingleses. No sé sus nombres, ellos me dejan un paquete cada mañana y luego llega alguien y se lo tengo que entregar, me pagan y no hago preguntas, ni miro lo que contiene el paquete-

No se trataba de lo que me comentaron, al menos no exactamente, pero sin duda algo misterioso se cernía en ese negocio. –La próxima vez que recibas un paquete, lo llevaras al cementerio de Montmartre, te estaré esperando cada noche en el mausoleo de Sir. Denille. Así que no tardes en llegar cuando recibas dicho paquete y no le contaras de esto a nadie- Finalice mi orden, dejándola en el lugar, mientras salía de la reducida habitación, con intención de ir a la salida del local.