AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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you look the same but... it seems different [Pavilion]
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you look the same but... it seems different [Pavilion]
Abandonar puede tener justificación; abandonarse, no la tiene jamás.-Ralph W. Emerson
Seguía allí, viejo e imponente en una esquina perdida de parís. En su fachada se podían ver las marcas de todos los pecados que ocurrían bajo su techo y dentro sus paredes. Estaba destruido, por dentro, por fuera y por donde se lo mirase, llevaba en aquel estado desde que tenia memoria e incluso probablemente desde antes que ella siquiera formara una idea de él, 8 años atrás. Y en todo aquel tiempo había logrado seguir igual, salvo por el hollín que ahora se prendía de las paredes que de todos modos jamás habían sido blancas y que le daba un espectro triste y lúgubre pero que, y en cierta medida, le sentaban a la perfección o al menos así lo veía la bruja pues ¿Qué eran el hollín y el humo si no reminiscencias del fuego? ¿y no era el fuego símbolo de lujuria? Le parecía el chiste silencioso de algún dios que, aburrido, había ahogado a los pecadores en su propio elemento.
Supuso que debía sentir tristeza por las personas que se encontraron en aquel pequeño infierno, sofocadas por el fuego hasta la asfixia pero lo cierto es que no le ocurría. Sentía, si se quiere, una pequeña molestia en su interior que no sabía clasificar pero que atribuía a la relación que compartió por año en las mujeres como iguales pero aquello no empañaba su vista ni le impedía ser un ser totalmente funcional que detectaba el uso de la magia en el lugar. Después de todo no las unía nada mas que el espacio físico y el deseo de vivir, cualquiera de ellas las hubiera abandonado de tener la oportunidad, la capacidad o deseo de hacerlo. Que Juliet las hubiera dejado a su suerte no significaba nada, que estuviera allí observando el cadáver del lugar, quiza
Con pasos cuidadosos y mirando a ambos lados, se metió en uno de los callejones laterales del lugar, donde podía sentir el núcleo de energía revolviéndose, agonizándose y muriendo. Le disgustaba los magos que eran incapaces de borrar su rastro, guiando a la inquisición hacia ellos o peor…hacia otros de su estirpe, y todo por un nada más que un descuido! No le sorprendería descubrir que el incendio era también un error. La magia era así, caprichosa y voluble, tanto que a veces superaba al mago que se suponía debía encargarse de ella. Cerró los ojos un instante, molesta, y en lo que tardo un suspiro en disolverse volvió a abrirlos para comenzar a limpiar el lugar de todo aquel residual energético.–Esos brutos…-murmuro. Era la culpa de sus persecutores que la magia se descontrolara de aquel modo, ellos eran quienes mataban a sus mayores y quemaban sus grimorios y compendios ¿Cómo iban a aprender los más jóvenes a dominar su energía? Y cuando los mataran a todos ¿Quién iba a domar la magia? Sus uñas arañaron la pared, levantando el hollín y dejando el blanco de la pared a su paso poco antes de que unos pasos la alertaran. No habían sido más que dos mujeres pasando por la boca del callejón pero había sido suficiente para recordarle que debia ser cuidadosa con las miradas indiscretas – Idiota – se dijo a si misma, dejando que la magia saliera de su cuerpo en grandes olas invisibles que la alertarían en caso de que alguien se le uniera en el callejón. Tomando aire y esperando que realmente nadie la interrumpiese, se llevó una mano al corazón como quien dice rezar por las almas en pena. Total para hereje ya tenia una bonita lista a su nombre…
Juliet E. Deveroix- Hechicero Clase Media
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
“Camino guiado por el enfermizo deseo del pasado”
Me agité de repente, una oleada de calor se apuntó en mi cuello y prácticamente trastabillé en medio de la calle. Llevaba puesta la ropa habitual, un traje de hombre al cuerpo color marrón, mezclado con claros y oscuros, botas bucaneras negras y altas hasta la rodilla, camisa blanca metida dentro del pantalón con el respectivo saco arriba y mi cabello iba recogido en una trenza al costado, manteniendo la comodidad que necesitaba por si cualquier cosa se acercara de forma hostil a mí. Estaba lista para atacar y siempre preparada para nuevas personas a reclutar. Mis instintos no me habían permitido tranquilizarme. Aun habiendo dejado la inquisición, había cambiado de nombre y hasta de forma de vestirme, pero siempre tenía la sensación de que era “una misión más”, aunque aquel pensamiento desaparecía las noches de luna llena, donde me convertía en un ser horrible capaz de matar a cualquiera en su camino. Por suerte con aquella organización, en esos momentos me mantenían atrapada en un sótano resistente, me dejaban las cosas necesarias para gastar toda la energía posible y así no lastimaba a nadie, tan solo a mí misma, en la desesperación de querer liberarme terminaba con moretones y un dolor horrible en la espalda, producto de la metamorfosis que tenía, pero yo quería ser capaz de controlarme, no pretendía poder pensar, pero sí distinguir entre un humano y un animal. O mínimamente distinguir entre bueno y malo. Me apreté la cabeza en ese momento y con un suspiro largo seguí el aura que conocía de algún lugar. Estaba segura de que la había visto en algún lado.
Era algo hostil, una mezcla espantosa de almas muertas, ¿una bruja? Al menos no las odiaba tanto, a decir verdad no me preocupaba por ellas, o al menos, no debería hacerlo. Ni en la inquisición ni en la hermandad tenía que hacer algo con esas existencias. Aunque sí recordaba una misión de mi sección que trataba sobre una bruja y su hija, que había desaparecido hace bastante tiempo. Eran de apellido Deveroix, la madre había resultado ser muy poderosa y por eso se tuvieron que encargar primero, y la niña había escapado. Yo apenas era un aprendiz cuando todo aquello sucedió. Lo recordaba porque pocas veces me había interesado en un caso con hechiceras, fue por la belleza de ambas mujeres que me había interesado tanto.
Seguí entonces a un grupo de muchachas que estaban acercándose al lugar, no podía dejar que les suceda algo si la persona que estaba allí estaba planeando alguna maldad. Pero por suerte las chicas se desviaron, dejándome frente a un callejón, completamente sola. Miré alrededor, podía observar el aura fuerte en el lugar, una mezcla de poderes. La esencia era increíble, parecía que todo estaba inundado de magia negra. En un costado había una casa que parecía haber sido arrasada por el fuego. No recordaba haber sabido de algo así, o había sido hace mucho tiempo o el gobierno se había encargado de tapar la información. Como fuese empecé a caminar rápidamente por dentro del lugar. Olfateando para buscar a quien fuese que estuviese haciendo de las suyas, pero ¿qué le diría? No tenía que hacer nada… Entonces, ¿estaba haciendo aquello por curiosidad o porque simplemente no podía desligarme de mi antigua vida?
— ¿Quién está ahí? Salte y muéstrame qué estás haciendo. — Con la tonada tosca que me caracterizaba, seguí dando pasos y luego de moverme con una rapidez sobre humana a los costados acorralé a una muchacha de la cual emanaba una cantidad de magia que me era repulsiva a los ojos. Pero su rostro era curioso, me resultaba familiar, bello y femenino, lleno de misterio. Tenía un aura oscura, parecía ser una hechicera de magia negra y apreté los puños un momento sin hacer movimientos hostiles que puedan provocarla a tirarme alguno de sus maleficios. Ya suficiente tenía con ser un perro de la luna. — ¿Por qué haces estas cosas aquí, en la tarde, con el lugar atestado de gente? — Me acerqué un poco más, entrecerré la mirada y observé un poco más de ella. Mi cabeza rebobinaba en el tiempo, las características eran iguales, sin ir muy lejos, la muchacha era igual a la bruja que había sido asesinada tiempo atrás en Niza. Tragué saliva con dificultad, era una bruja de verdad… ¿Había sobrevivido a la ejecución? No podía recordar su nombre, habían afirmado que estaba muerta y solo el nombre de la hija había quedado en mi mente, como una misión de categoría D, no había sido retomada jamás. — ¿Cómo te llamas tú? ¡Dime tu nombre! — Pregunté mirando a los lados, manteniendo mi cuerpo alerta por si aquella quería escapar, la agarraría, odiaba quedarme con dudas, tenía que saberlo, tenía que ver con mis propios ojos si era la misma mujer o sin tan solo estaba delirando.
“Es una situación de inmortales”
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
Desde el momento en que Juliet había cerrado los ojos y perdido en una marea de pensamientos, su magia se había extendido por todo el callejón como una energía silente y protectora que tras unos minutos en absoluta quietud y armonía se vio interrumpida al ingresar en ella un nuevo cuerpo que, como si se tratara de un guijarro lanzado al mar, proyectó sutiles ondas en todas las direcciones hasta finalmente chocar con el cuerpo de la bruja que era la única capaz de sentir dicho movimientos por su condición de nacimiento y años de enseñanza. Pero a pesar de saber de su nueva compañía, decidió ignorarla esperando que se tratase de un curioso al que decepcionar y que se marcharía dejándola en paz.
No tuvo suerte, muy raramente la tiene. Y Los movimientos siguientes –aunque minúsculos– le indicaron que quien fuera, no planeaba irse. Reteniendo un suspiro bajo los brazos y abrió los ojos para observar a la rubia con un claro fastidio brillando en sus negras orbes y con toda la intención de rechazar lo que sea que le digiera y regresarla a cualquiera fuera su camino. Lejos. Pero el principio de cualquier oración, el “buenas tardes” o lo que fuera a decir, se atraganto en su garganta, liberando en su lugar un jadeo asustado al ver la distancia súbitamente reducida a nada a una velocidad que sus ojos eran incapaces de seguir. Su única respuesta, por microsegundos tardía, fue retroceder hasta golpearse contra la pared y quedarse pegada a ella con el cuerpo tenso mientras en silencio observaba a el rostro de su atacante con los ojos chispeantes de miedo e ira. Cierta sensación de impotencia la sobrecogía en su lugar y no lograba entender exactamente porque, después de todo la mujer frente a ella no parecía tener una condición física que fuera de lo normal o que fuera a asustarla más allá de su altura. Le sacaba con facilidad una cabeza y Juliet jamás en su vida odio tanto ser tan bajita, tener que levantar la mirada para observarla solo acentuaba la sensación de que sus fuerzas no eran iguales.
El abismo oscuro de sus orbes chocaba contra el cielo palido que guardaba la rubia en sus ojos. Era una silenciosa guerra de voluntades que se vio interrumpida cuando la bruja finalmente se ocultó tras unos parpados cerrados y un suspiro cansino – Estoy frente a usted, privada de mi espacio personal por su voluntad y capricho, le rogaría que al menos no me gritase– su voz su voz era un siseo enojado. De tono suave y notoriamente tensa como si fuera un esfuerzo físico enorme el no devolverle los gritos y aparente malhumor pero lo que más le inquietaba y causaba todo aquello es que la mujer le estuviese pidiendo explicación por “esto” Sabia que no era otra bruja pero la aterraba que de todos modos pudiera detectar la magia que no se había esfumado aun por la limpieza ¿Qué era entonces? – Me parece que está cometiendo el desacato de exigirme respuestas sin darme ninguna a cambio. ¿Quién es usted, de todos modos?- negó suavemente como excusa para romper el contacto visual, faltaba que creyera que la estaba retando a algo que en verdad no quería ¿tenía el destino alguna especie de manía con ella?¿Había insultado a tantos dioses en su corta vida? – El lugar no esta atestado de gente o de otro modo no haría esto, no insulte mi inteligencia. Si no lo ha notado somos las únicas dos –además de las ratas y otras escorias – en el callejón. Olvídese de las calles aledañas, nadie entra en un callejón porque si– sin haber contestado ninguna de las preguntas de forma premeditada, decidió que lo mejor era salir de aquella posición de cautiva e intentar desviar el tema.
Con suavidad se intento deslizar entre la pared y el cuerpo de la rubia sin quitarle los ojos de encima mientras contemplaba el segundo plan: Mentir y desaparecer, que eso se le daba bien
No tuvo suerte, muy raramente la tiene. Y Los movimientos siguientes –aunque minúsculos– le indicaron que quien fuera, no planeaba irse. Reteniendo un suspiro bajo los brazos y abrió los ojos para observar a la rubia con un claro fastidio brillando en sus negras orbes y con toda la intención de rechazar lo que sea que le digiera y regresarla a cualquiera fuera su camino. Lejos. Pero el principio de cualquier oración, el “buenas tardes” o lo que fuera a decir, se atraganto en su garganta, liberando en su lugar un jadeo asustado al ver la distancia súbitamente reducida a nada a una velocidad que sus ojos eran incapaces de seguir. Su única respuesta, por microsegundos tardía, fue retroceder hasta golpearse contra la pared y quedarse pegada a ella con el cuerpo tenso mientras en silencio observaba a el rostro de su atacante con los ojos chispeantes de miedo e ira. Cierta sensación de impotencia la sobrecogía en su lugar y no lograba entender exactamente porque, después de todo la mujer frente a ella no parecía tener una condición física que fuera de lo normal o que fuera a asustarla más allá de su altura. Le sacaba con facilidad una cabeza y Juliet jamás en su vida odio tanto ser tan bajita, tener que levantar la mirada para observarla solo acentuaba la sensación de que sus fuerzas no eran iguales.
El abismo oscuro de sus orbes chocaba contra el cielo palido que guardaba la rubia en sus ojos. Era una silenciosa guerra de voluntades que se vio interrumpida cuando la bruja finalmente se ocultó tras unos parpados cerrados y un suspiro cansino – Estoy frente a usted, privada de mi espacio personal por su voluntad y capricho, le rogaría que al menos no me gritase– su voz su voz era un siseo enojado. De tono suave y notoriamente tensa como si fuera un esfuerzo físico enorme el no devolverle los gritos y aparente malhumor pero lo que más le inquietaba y causaba todo aquello es que la mujer le estuviese pidiendo explicación por “esto” Sabia que no era otra bruja pero la aterraba que de todos modos pudiera detectar la magia que no se había esfumado aun por la limpieza ¿Qué era entonces? – Me parece que está cometiendo el desacato de exigirme respuestas sin darme ninguna a cambio. ¿Quién es usted, de todos modos?- negó suavemente como excusa para romper el contacto visual, faltaba que creyera que la estaba retando a algo que en verdad no quería ¿tenía el destino alguna especie de manía con ella?¿Había insultado a tantos dioses en su corta vida? – El lugar no esta atestado de gente o de otro modo no haría esto, no insulte mi inteligencia. Si no lo ha notado somos las únicas dos –además de las ratas y otras escorias – en el callejón. Olvídese de las calles aledañas, nadie entra en un callejón porque si– sin haber contestado ninguna de las preguntas de forma premeditada, decidió que lo mejor era salir de aquella posición de cautiva e intentar desviar el tema.
Con suavidad se intento deslizar entre la pared y el cuerpo de la rubia sin quitarle los ojos de encima mientras contemplaba el segundo plan: Mentir y desaparecer, que eso se le daba bien
Juliet E. Deveroix- Hechicero Clase Media
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
“No me siento feroz, siquiera entiendo el concepto que los demás tienen de mí.”
Una bruja intimidada, eso es lo que veía, las facciones de su rostro me indicaban una edad promedio, sus ojos miedosos me daban a la idea de que en algún momento había tenido un contacto erróneo con la iglesia o algún ser inmortal. Podía deducir hasta qué tipo de bruja era si me ponía a investigar un poco más su aura y su tipo corporal, pero ya lo había hecho lo suficiente. Estaba casi segura de que se trataba de una chica con currículum en la inquisición. Pero eso no era de mi incumbencia, ya no pertenecía a ella, pero aun así. Y aunque me habían educado para no tener esa clase de sentimientos tenía curiosidad. Principalmente porque era una muchacha hermosa y parecía tener miedo. Ese tipo de cosas en gran medida me hacían sentir débil. — ¿Eh…? Muy bien, bajaré mi tono de voz en uno si eso te preocupa. Pero si no respondes mis preguntas pasaremos a una etapa que no te gustará. — Acaté a su llamado, pero al mismo tiempo reiteré el mío. Podía aceptarlo, la exaltación me había ganado la partida, había desobedecido más de mil reglas en tan solo un minuto, pero aun así, no pretendía retirarme con una disculpa. Si ella era quien yo pensaba, me sabía su historial por completo, hasta podría decirse que sentía que la conocía, aunque fuese irónico.
— Me dicen Pavilion, pero mi nombre no importa, el tuyo sin embargo sí es importante. Y si no lo escupes, te lo sacaré de una forma u otra. — Carraspeé con la poca paciencia que me quedaba. Yo tenía muchas facetas, pero ninguna era considerada por ser pasiva. En todas y en cada una era una persona que intensificaba. Cuadrada y recta, no necesitaba saber más que lo que preguntaba y si lo hacía tenía una razón válida para hacerlo. La fui observando con detenimiento, como se arrastraba, mis agudos sentidos me alertaban de sus intenciones, provocando que ponga la mano de mala gana en el costado de su rostro, enarcando la ceja, mientras negaba con un profundo suspiro. Si ella me hacía correrla por toda la ciudad, se lo haría pagar con algo más que información. —En el callejón sí, pero hay gente alrededor. Y no sé qué es exactamente lo que estás haciendo. No soy como tú, solo sé qué es lo que eres. He tenido muchos encuentros con ente como tú en todos estos años, pero tu rostro… ¿No te mataron en Niza a ti? — Terminé por decir, tomando su hombro antes de que salga corriendo, tenía que saberlo, pocas veces me había interesado en una historia de brujas, las de los vampiros me gustaban más. Escuchar como los mataban y se convertían poco a poco en cenizas, era de mis historias favoritas. Porque los odiaba, aun cuando era una humana común tenía un perfecto odio hacía los inmortales que no se podía comparar y aún con eso, ahora, me encontraba trabajando para uno. Que ironía.
— No te vas a escapar de mí y tienes que terminar lo que estabas haciendo de todos modos. Si dejas este lugar con toda esta carga mágica, las personas se sentirán raras cuando pasen y hasta puedes hacer que vengan algunas almas perdidas. Tú lo debes saber mejor que yo. Ahora dime si estabas haciendo algún hechizo o qué, si me sigues mintiendo me voy a enojar. — Era gracioso, porque casi todos los días a toda hora parecía que estaba enojada, las personas no querían creer que podía parecer aún más molesta. ¿Fruncir el ceño? No era solo eso, mis ojos, mis labios. No podía sonreír libremente y menos a personas desconocidas. Eran cosas que me tenía guardada para personas especiales. Y no se lo regalaba a nadie. Suspiré un poco más, tomé un mechón de cabello castaño que caía en cascada por sus hombros, las leves ondas, era tal cual como me la habían descripto y como las imágenes que también había visto. — ¿Tu nombre es Juliet? — Con algo de vergüenza por confundirme terminé de decirlo, no estaba segura de estar en lo correcto, pero era el que recordaba, de todas las historias y registros que me había memorizado, el único que me había llamado la atención era aquel. No porque fuese interesante, tan solo por la visión, unos ojos hermosos y ovalados, estatura más baja del promedio. Ella parecía ser un calco de la madre o quizá era ella misma de la única que me acordaba, pero en aquel entonces la muchacha debería haber sido una niña como yo.
“Necesito descubrirte, para poder saborear tu pasado”
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
Desde el momento en que su rubia compañía había aparecido y acorralado, el corazón de Juliet había decidido empezar a galopar a medio tiempo con la fuerza suficiente para que pudiera sentir cada golpe retumbar en su caja torácica como campanadas de alarma que le indicaban debía salir de allí, doblando su intensidad en el momento en que esto se volvió imposible. No importaba cuanto sus finos dedos empujasen el brazo que la retenía en aquel lugar y se interponía con su libertad, no lograba moverlo un ápice. Chasqueo la lengua y cruzo los brazos como única respuesta al gesto mudo de la licantropa, rindiéndose a ella y quedándose estática con la frustración de verse detenida y con la única satisfacción de haber logrado convencerla de bajar el tono.
-Gracias – suspiro, acariciándose la cien por unos instantes, no le agradaba que la amenazaran continuamente pero aún más odiaba no entender lo que ocurría o que quería la mujer de ella. El interés que demostraba por algo tan común como su nombre solo lograba picar su propia curiosidad felina que no se limitaba por el miedo. Y todos saben cómo acaba el refrán – ¿Le gusta intimidar a la gente, como un fetiche, o simplemente los desafíos? Porque no puedo evitar pensar que hubiera sido mas fácil obtener mi nombre por un medio mas tradicional que con empujones y amenazas que harían dudar a cualquiera de sus motivos – Regresaba al tono formal, uno que pretendía abrir las distancias que sentía le faltaban, que de alguna forma extraña sentía que la protegía incluso cuando no estuviera segura de estarle dando motivos para atacarla o no. Esperaba que no, por supuesto pero simplemente veia descabellado armar todo ese revuelto por algo que solía entregar simplemente a quien preguntase, temiendo siempre por su apellido y nunca por su nombre que era tan usual en la época. Ironías
Ironías eran que empezara a calmarse, entiendo el modus operandi de aquella, cuando el cumulo de información empezó a desplegarse ante ella. “gente como tu”, “Niza”, “Muerte” “escapar” “magia” y entonces el nombre que jamás había entregado. Eran datos dispersos muy bien unidos entre sí que uno a uno fueron golpeando su pecho, comprimiéndolo hasta el punto en que costillas parecían demasiado chicas para sus pulmones. El corazón comenzó una carrera desenfrenada, sintiéndose como las alas de un colibrí que se agitaba a un ritmo inhumano. Su temperatura corporal subió de forma súbita por la velocidad en que la sangre se deslizaba dentro de su cuerpo y la oxigenación comenzó a hacer ciclos mas rápidos, forzándola a separar los labios para regular la temperatura y recibir el aire en oleadas más grandes.
Una persona, de hecho, podía morir de miedo
Pero morir significaría descansar y el destino jamás le permitiría algo así, solo le quedaba sufrir con cada bocado que el terror daba a su cuerpo, empujándola a una híper-conciencia mas que al agradable vacío que podría haber disfrutado de haberse desmayado. No, sus sentidos estaban más sensibles que nunca y su mente era lo único que parecía no haberse paralizado y seguir funcionando a favor de su voluntad – ¿que? –trago, sentía que se ahogaba ¿Qué corregirle primero? Que mentir y que desviar, donde darle la razón para que simplemente la soltara de las amarras que le había impuesto a su mente - Mariposa, si me mataron en Niza o tu deliras o yo simplemente me veo muy bien para un cadáver de la costa italiana – su cabeza apenas se movió cuando intento negar, pudiendo sentir las cervicales apresadas entre los músculos contraídos del cuello. Ni siquiera logro sobresaltarse cuando una mano se apoyo en su hombro, simplemente su piel se erizo al tacto y sus músculos se tensaron por una fracción de segundos. Le hubiera gustado decirle que no le agradaba que la sujetaran pero parecía que gastar una demanda, considerando el pico de stress en el que estaba, era una tontería – No seguiré nada porque nadie me importa mientras sigas aquí, amenazándome a doble filo al querer entender algo que esta fuera de tu alcance ¿Cómo discernirás la verdad de la mentira? -Sonaba enojada, estaba enojada y peor, aterrada. Tomo una bocado de aire para reunir fuerzas, para darse un segundo de pensar entre idea e idea porque bien podría darle alguna explicación y arriesgarse que corriera como una vieja chismosa a decir que era bruja, o bien podría seguir negándolo ¿serviría? En los ojos azules no encontraba dudas y su aura parecía confirmar su teoría de que la mujer estaba bien plantada en lo que decía. Controlar su respiración rasgada por el pánico era todo un arte que conllevaba que ahora sus palabras salieran mas pausadas – Podría decirte que era un hechizo de limpieza de energías, un conjuro para recolectar las almas o un encantamiento para lo que se me ocurra ¿Cuál de las tres opciones me creerías? ¿Me creerías? - cerro los ojos, pasándose la mano por los cabellos y efectuando una rápida limpieza de las energías negativas que empezaban a abrumarla. Dejo caer la mano y asintió – Un gusto- los parpados se levantaron, volviendo a exponer sus ojos negros en donde se reflejaba la figura lycana
Off: Pavilion suena similar a “Papillion” que en francés significa Mariposa, de ahi que le diga asi
-Gracias – suspiro, acariciándose la cien por unos instantes, no le agradaba que la amenazaran continuamente pero aún más odiaba no entender lo que ocurría o que quería la mujer de ella. El interés que demostraba por algo tan común como su nombre solo lograba picar su propia curiosidad felina que no se limitaba por el miedo. Y todos saben cómo acaba el refrán – ¿Le gusta intimidar a la gente, como un fetiche, o simplemente los desafíos? Porque no puedo evitar pensar que hubiera sido mas fácil obtener mi nombre por un medio mas tradicional que con empujones y amenazas que harían dudar a cualquiera de sus motivos – Regresaba al tono formal, uno que pretendía abrir las distancias que sentía le faltaban, que de alguna forma extraña sentía que la protegía incluso cuando no estuviera segura de estarle dando motivos para atacarla o no. Esperaba que no, por supuesto pero simplemente veia descabellado armar todo ese revuelto por algo que solía entregar simplemente a quien preguntase, temiendo siempre por su apellido y nunca por su nombre que era tan usual en la época. Ironías
Ironías eran que empezara a calmarse, entiendo el modus operandi de aquella, cuando el cumulo de información empezó a desplegarse ante ella. “gente como tu”, “Niza”, “Muerte” “escapar” “magia” y entonces el nombre que jamás había entregado. Eran datos dispersos muy bien unidos entre sí que uno a uno fueron golpeando su pecho, comprimiéndolo hasta el punto en que costillas parecían demasiado chicas para sus pulmones. El corazón comenzó una carrera desenfrenada, sintiéndose como las alas de un colibrí que se agitaba a un ritmo inhumano. Su temperatura corporal subió de forma súbita por la velocidad en que la sangre se deslizaba dentro de su cuerpo y la oxigenación comenzó a hacer ciclos mas rápidos, forzándola a separar los labios para regular la temperatura y recibir el aire en oleadas más grandes.
Una persona, de hecho, podía morir de miedo
Pero morir significaría descansar y el destino jamás le permitiría algo así, solo le quedaba sufrir con cada bocado que el terror daba a su cuerpo, empujándola a una híper-conciencia mas que al agradable vacío que podría haber disfrutado de haberse desmayado. No, sus sentidos estaban más sensibles que nunca y su mente era lo único que parecía no haberse paralizado y seguir funcionando a favor de su voluntad – ¿que? –trago, sentía que se ahogaba ¿Qué corregirle primero? Que mentir y que desviar, donde darle la razón para que simplemente la soltara de las amarras que le había impuesto a su mente - Mariposa, si me mataron en Niza o tu deliras o yo simplemente me veo muy bien para un cadáver de la costa italiana – su cabeza apenas se movió cuando intento negar, pudiendo sentir las cervicales apresadas entre los músculos contraídos del cuello. Ni siquiera logro sobresaltarse cuando una mano se apoyo en su hombro, simplemente su piel se erizo al tacto y sus músculos se tensaron por una fracción de segundos. Le hubiera gustado decirle que no le agradaba que la sujetaran pero parecía que gastar una demanda, considerando el pico de stress en el que estaba, era una tontería – No seguiré nada porque nadie me importa mientras sigas aquí, amenazándome a doble filo al querer entender algo que esta fuera de tu alcance ¿Cómo discernirás la verdad de la mentira? -Sonaba enojada, estaba enojada y peor, aterrada. Tomo una bocado de aire para reunir fuerzas, para darse un segundo de pensar entre idea e idea porque bien podría darle alguna explicación y arriesgarse que corriera como una vieja chismosa a decir que era bruja, o bien podría seguir negándolo ¿serviría? En los ojos azules no encontraba dudas y su aura parecía confirmar su teoría de que la mujer estaba bien plantada en lo que decía. Controlar su respiración rasgada por el pánico era todo un arte que conllevaba que ahora sus palabras salieran mas pausadas – Podría decirte que era un hechizo de limpieza de energías, un conjuro para recolectar las almas o un encantamiento para lo que se me ocurra ¿Cuál de las tres opciones me creerías? ¿Me creerías? - cerro los ojos, pasándose la mano por los cabellos y efectuando una rápida limpieza de las energías negativas que empezaban a abrumarla. Dejo caer la mano y asintió – Un gusto- los parpados se levantaron, volviendo a exponer sus ojos negros en donde se reflejaba la figura lycana
Off: Pavilion suena similar a “Papillion” que en francés significa Mariposa, de ahi que le diga asi
Juliet E. Deveroix- Hechicero Clase Media
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
“La encrucijada perfecta para un sueño vacío”
— Si debo elegir, creo que es un fetiche entonces. — Apenas preguntó, yo respondí, con una risa poco titubeante y algo divertida. Así que la bruja tenía un sentido del humor algo ácido. Eso era bueno, me gustaba cuando las personas se dirigían a mí sin preámbulos así como yo lo hacía con ellos. No necesitaba demasiadas explicaciones y tampoco me gustaba darle vueltas a los asuntos. Yo estaba allí por una sola razón y se llamaba curiosidad. Deseaba saber si ella era o no era la persona de quien me contaban cuentos. Más bien, la hija de aquella mujer de mis historias. Tantas veces me habían preguntado, “¿tú que hubiese hecho?” y yo siempre me quedaba pensando, sin dar una respuesta completa. Una niña que apenas tenía conocimiento de sus poderes, que se había escapado de la inquisición. Ella no tenía por qué morir, los brujos eran algo natural. No estaban malditos, habían nacido con un don. Todas esas cosas pensaba de pequeña, pero de grande, había matado a más hechiceros de los que podía recordar. Pero ahora estaba redimiéndome, ¿no? Podía empezar de nuevo, tan solo una vez más. — Que dudes de mí no va a hacer que puedas obviar mis preguntas. No soy alguien fácil de manipular. — Le aseguré con la mano y el codo apoyados sobre la pared. La distancia que había impuesto entre ambas no era tradicional, pero sí me dejaba a menos de un segundo de agarrarla si era necesario hacerlo.
Sentí su corazón, podía escuchar los golpeteos, como se iba arrastrando con miedo hacía los lados. La adrenalina de una persecución subía por mi pecho, siempre las había disfrutado. Porque si una persona escapaba era porque había hecho algo malo o al menos eso era lo que siempre me decían que sucedía. Aunque ahora me daba cuenta, que el miedo de ser culpados de algo de lo que eran inocentes, también hacía que las personas escaparan. Me costaba, entenderlo era desprenderme de mi ética religiosa y moral. Peor también me abría el camino hacia otros paradigmas que eran de mi entera curiosidad. — ¿Juegas con mi nombre? Tsss… Cuentan que las brujas pueden sobrevivir al fuego, tienen trucos muy buenos bajo la manga. Pero tú deberías ser muy anciana si fueses ella. — Respondí con algo de molestia, ella se tomaba el dichoso trabajo de tomarme el pelo aunque estuviese bajo mis fauces. Podía despedazarle su hermoso cuello en cuestión de segundos. Pero estaba en claro que no lo haría. Así que tomé un poco de aire y seguí hablando. Sus respuestas seguían siendo torpes, pero al menos eran indicadas. Una sonrisa se me formó cuando sus ojos se clavaron en los míos, era gracioso, como ella podía hablar aun teniendo miedo. Me hacía disfrutar el momento y entonces dejé salir una risa que no se podía apreciar demasiado, por lo silenciosa que era. — Tu corazón se sale del cuerpo cuando mientes. ¿Qué debería hacer? No me iré, tengo curiosidad. Pero puedo tratarte bien. ¿Sabes qué soy? O más bien, ¿qué era? Hasta que no lo sepas no pararás de desafiarme. —
Apoyé un dedo en su mejilla, escuchando las controversias, todo lo que me decía era algo que podía sentenciarla a muerte. Y lo único que logró fue que mis labios se curvearan al igual que mi ceja derecha. La observé, precavidamente, pensando en cuál sería la más común para alguien como ella. Moví mi labio inferior un poco hacía arriba, pensativa, pero igualmente alerta. Siempre lo estaba y más si se trataba sobre el arte del saber y no simplemente por una obligación. Una misión que tenía que cumplir, nunca daba el cien por ciento en esas cosas. — Te creería todas, pero no sé cuál es la real. ¿Me lo dirás? Termínalo, yo solo miraré. — Tomé con una mano su cintura y la saqué de la pared. Apoyándome yo en aquella, la mirada estaba curiosa en su rostro, me abanicaba a los lados, esperando que miles de colores salgan por todos lados. Realmente jamás había visto a un hechicero haciendo actos de magia. No me interesaba aquello, en realidad, no los veía porque me parecían fascinantes y eso podía provocarme una rebaja de rango en la Iglesia. Pero ahora podía hacer lo que quisiera y por ello la observé, esperando, con el ansia sobre mis labios. — Al parecer las historias al menos son muy buenas con tu físico o más bien el de tu madre. Aunque consideraban que era por un pacto con el diablo, la verdad, si así es el diablo, que pecado más hermoso. — Bromeé y me sorprendí. No solía hacerlo, ni en el bar con conocidos, ni en una situación tranquila con compañeros. Ser fluida y cariñosa solo me salía con dos lycanas y era porque las había llegado a considerar como mis hermanas. Pero a ella, a ella recién la conocía. Y entonces se me retorció el estómago y me quedé en silencio. Esperando por su acto de magia.
“Después de todo, siempre tuve sueños que de pequeña jamás pudieron cumplirse.”
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
En aquellos escasos segundos escuchando a la blonda su situación no había mejorado; Su cuerpo seguía tieso, el corazón martilleando sin piedad y la mente corriendo veloz en todas las direcciones posibles mientras intentaba armar aquel extraño rompecabezas que le era ofrecido con tan pocas piezas. Tomo aire, intentando relajar la respiración, como primer pasó para despejarse pero contrariamente aun sintiendo la piel tensarse allí donde caían los más sutiles roces que inclusive la hubieran hecho sonrojar, adoptando ese odioso color rosado que tanto la avergonzaba, si no estuviera demasiado confundida y concentrada en desvelar los misterios frente a si
¿Quién era esa mujer? Con aquella actitud que oscilaba entre avasalladora y extrañamente carismática, Juliet estaba segura que sería muy difícil olvidar incluso para quien no tuviese una memoria tan prodigiosa como la suya pero y de todos modos, no había rastros de aquella agraciada figura entre sus recuerdos. Ese tono de voz le era absolutamente desconocido y el aura estaba segura jamás había visto igual y sin embargo ella parecía conocerla o al menos conocerla más de lo que unas pocas bocas flojas pudieran rebelarle. Aquello no le gustaba en absoluto y aunque se dibujó una sonrisa, sus ojos delataban su resguardo –No juego con tu nombre, juego con un apodo – puntualizo, recordando que seguían en desigualdad de información – Aunque algo me dice que no te interesa escuchar porque me recuerdas a una Mariposa Tigre, mas alla del asunto fonético ¿me equivoco? – la observo con atención con el boceto de una sonrisa con apenas el más breve de los recuerdos de las mariposas sobrevolando las costas italianas hacia los árboles. Eran raras, eran preciosas pero sospechaba que tenían mas en común con aquella mujer que aún le quedaba por descubrir. No tuvo tiempo de examinarla más de cerca, buscando en esos ojos casi turquesas y en el aura de extrañas formas, cuando sintió que era desplazada con total facilidad, como si no pesara 50 kilos y pudiera oponer resistencia.
Y aquello la hubiera fascinado y probablemente la tendría pensando varias horas cuando estuviera de vuelta en el refugio de su soledad. Pero en aquel preciso momento no pudo detenerse a contemplarlo, simplemente se sujetó del brazo que se cernía a su cintura y no soltó hasta segundos después de que se encontrara estable y quieta en su nueva ubicación. Empezaba a ser costumbre que otros decidieran donde acababa y aunque le gustaría quejarse y despotricar, lo cierto es que ya estaba tan acostumbrada que se persignaba a ello de mala gana cuando se perjuraba a si misma que habia dejado atrás todos esos tratos. Eran indicios cada vez menos sutiles de que sus cadenas no se sujetaban de su piel si no que amarraban su alma, sus principios y su desdeñosa personalidad.
Las cosas siempre pueden empeorar. Siempre
Dejo salir una risa silenciosa, cargada de aire mas que de sonido, y negó al escucharla porque simplemente no lo podía creer y lamentablemente sus mejillas si se tiñeron de un intenso rojo carmesí esta vez - ¿Te das cuenta que hablas de mi madre? ¿del cuerpo de mi madre? Ah diosa santa, no pensé oírlo jamas y menos de labios femeninos... La haras retorcer en la tumba- las ultimas risas se precipitaron subitamente cuando pensó acabarían y acabaron tan rapido como llegaron– los pecados siempre son hermosos y adictivos, es lo que nos atrae y consume con lenguas de fuego ¿me equivoco, Mariposa? – dejo salir todo el aire de sus pulmones y con ello gran parte del miedo que sentía aunque estaba todavía muy lejos de haber bajado la guardia, especialmente tras que le dijesen que había rumores acerca de su madre haciendo tratos con el demonio y se lo tomase tan a la ligera. No había muchas personas que no se escandalizaran ante ello y quienes no lo hacían…
Las cosas siempre pueden empeorar. Siempre
Adelanto unos pasos que no estaba segura de querer dar pero que fue muy tarde para deshacer. Apoyo en la pared junto a la rubia, su mano tan frágil y delicada, tan terriblemente humana como era y tamborileo los dedos mientras contenía el aire ¿quería saber? Probablemente no, era cierto que quien vivía en la ignorancia era mas feliz pero también era cierto que no había formas de pelear con la curiosidad cuando esta había empezado a andar y le quedaban una de dos opciones. O que fuera lo que temía, o que hubiera sido lo que temía. Se estremeció – Hare magia para ti, lo prometo, pero si primero me dices como sabes todas estas cosas…o porque te importan. Veras, no me están gustando las respuestas a las que yo misma estoy llegando – al contrario de las veces anteriores esta vez no le dedico una sola mirada, se centraba en observar la pared y cada uno de los ladrillos como si fueran especialmente interesantes hasta que finalmente con el susurro mas bajo que pudiera proyectar dejo salir una pregunta avergonzada de quien sabe se equivoca y sin embargo no puede evitar su error - ¿Tu...no eres una cambiapieles?-
¿Quién era esa mujer? Con aquella actitud que oscilaba entre avasalladora y extrañamente carismática, Juliet estaba segura que sería muy difícil olvidar incluso para quien no tuviese una memoria tan prodigiosa como la suya pero y de todos modos, no había rastros de aquella agraciada figura entre sus recuerdos. Ese tono de voz le era absolutamente desconocido y el aura estaba segura jamás había visto igual y sin embargo ella parecía conocerla o al menos conocerla más de lo que unas pocas bocas flojas pudieran rebelarle. Aquello no le gustaba en absoluto y aunque se dibujó una sonrisa, sus ojos delataban su resguardo –No juego con tu nombre, juego con un apodo – puntualizo, recordando que seguían en desigualdad de información – Aunque algo me dice que no te interesa escuchar porque me recuerdas a una Mariposa Tigre, mas alla del asunto fonético ¿me equivoco? – la observo con atención con el boceto de una sonrisa con apenas el más breve de los recuerdos de las mariposas sobrevolando las costas italianas hacia los árboles. Eran raras, eran preciosas pero sospechaba que tenían mas en común con aquella mujer que aún le quedaba por descubrir. No tuvo tiempo de examinarla más de cerca, buscando en esos ojos casi turquesas y en el aura de extrañas formas, cuando sintió que era desplazada con total facilidad, como si no pesara 50 kilos y pudiera oponer resistencia.
Y aquello la hubiera fascinado y probablemente la tendría pensando varias horas cuando estuviera de vuelta en el refugio de su soledad. Pero en aquel preciso momento no pudo detenerse a contemplarlo, simplemente se sujetó del brazo que se cernía a su cintura y no soltó hasta segundos después de que se encontrara estable y quieta en su nueva ubicación. Empezaba a ser costumbre que otros decidieran donde acababa y aunque le gustaría quejarse y despotricar, lo cierto es que ya estaba tan acostumbrada que se persignaba a ello de mala gana cuando se perjuraba a si misma que habia dejado atrás todos esos tratos. Eran indicios cada vez menos sutiles de que sus cadenas no se sujetaban de su piel si no que amarraban su alma, sus principios y su desdeñosa personalidad.
Las cosas siempre pueden empeorar. Siempre
Dejo salir una risa silenciosa, cargada de aire mas que de sonido, y negó al escucharla porque simplemente no lo podía creer y lamentablemente sus mejillas si se tiñeron de un intenso rojo carmesí esta vez - ¿Te das cuenta que hablas de mi madre? ¿del cuerpo de mi madre? Ah diosa santa, no pensé oírlo jamas y menos de labios femeninos... La haras retorcer en la tumba- las ultimas risas se precipitaron subitamente cuando pensó acabarían y acabaron tan rapido como llegaron– los pecados siempre son hermosos y adictivos, es lo que nos atrae y consume con lenguas de fuego ¿me equivoco, Mariposa? – dejo salir todo el aire de sus pulmones y con ello gran parte del miedo que sentía aunque estaba todavía muy lejos de haber bajado la guardia, especialmente tras que le dijesen que había rumores acerca de su madre haciendo tratos con el demonio y se lo tomase tan a la ligera. No había muchas personas que no se escandalizaran ante ello y quienes no lo hacían…
Las cosas siempre pueden empeorar. Siempre
Adelanto unos pasos que no estaba segura de querer dar pero que fue muy tarde para deshacer. Apoyo en la pared junto a la rubia, su mano tan frágil y delicada, tan terriblemente humana como era y tamborileo los dedos mientras contenía el aire ¿quería saber? Probablemente no, era cierto que quien vivía en la ignorancia era mas feliz pero también era cierto que no había formas de pelear con la curiosidad cuando esta había empezado a andar y le quedaban una de dos opciones. O que fuera lo que temía, o que hubiera sido lo que temía. Se estremeció – Hare magia para ti, lo prometo, pero si primero me dices como sabes todas estas cosas…o porque te importan. Veras, no me están gustando las respuestas a las que yo misma estoy llegando – al contrario de las veces anteriores esta vez no le dedico una sola mirada, se centraba en observar la pared y cada uno de los ladrillos como si fueran especialmente interesantes hasta que finalmente con el susurro mas bajo que pudiera proyectar dejo salir una pregunta avergonzada de quien sabe se equivoca y sin embargo no puede evitar su error - ¿Tu...no eres una cambiapieles?-
Última edición por Juliet E. Deveroix el Vie Oct 17, 2014 12:20 am, editado 1 vez
Juliet E. Deveroix- Hechicero Clase Media
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
“El delirio de la literatura nos lleva a caminos extraños y difíciles de unir.”
Le sonreía, sin maldad, simplemente observando, curiosa de la situación. Me mantenía en una cercanía completamente informal, con la mano sobre la pared, observando los ojos ajenos, escuchándola. Parecía que hablaba de más y al mismo tiempo se la notaba confundida, como si no supiera ni su nombre. Pero yo bien sabía que ella era una bruja, actrices por naturaleza según había aprendido en la inquisición y aunque ya me había desligado de aquella alianza con el Dios supremo, seguía teniendo todas aquellas enseñanzas. No era fácil, cambiar de un día a otro, aún ahora me costaba horrores y por eso seguía teniendo mis dudas y seguía acorralando a quienes no me parecían de fiar, acechándolos hasta tomar toda la información necesaria, para asegurarme de que podían seguir viviendo. Mal que mal, no estaba haciendo daño a nadie. — Te equivocas, cuéntame porque parezco algo como eso. Me encantará saberlo. Sí, pensé que solo era un asunto fonético. — Expliqué con esa sinceridad que me caracterizaba, ¿por qué no me importaría algo como aquello? No es como si estuviese apurada, a decir verdad, toda aquella situación se había dado porque justamente, no tenía que hacer nada en el día. Ya que de ser lo contrario, no me hubiese hecho tanto problema por ver a una bruja que debería estar muerta. Simplemente hubiese dicho que era mi imaginación, me hubiese acercado a ver qué tipo de magia era y lo hubiese dejado en el casillero de asuntos pendientes. La magia no era de nuestros asuntos o al menos no mío.
Pero allí estaba, contemplando una figura femenina dulce y pura, plagada de vergüenza y tan delicada que me hubiese encantado romperla. Al sacarla de la pared, supe que no haría magia en ese instante, pero no me importó. Sujetarla, tocar su piel y sentir su aura me había dado la certeza de que no era alguien que peleara con facilidad. No sacaría agresión de ese cuerpo y eso en gran medida me tranquilizaba, no quería tener que asesinarla. — Luego le pediré perdón y le daré las gracias a tu madre. No me gustan los pecados, intento no cometerlos. ¿A ti te consumen? Las personas débiles, caen ante ese tipo de cosas. Yo intento ser más que eso, si no puedo sobrevivir por mí misma, menos lo haré a base de pecados que luego no podré pagar. — Esas eran las frases que habían sido tatuadas en mi cuerpo desde que tenía memoria. ‘Los pecados se pagan con sangre’, había cometido más que millones, había asesinado cruelmente. Pero tenía excusas, tenía razones que para mí eran suficientes. No me importaban los pensamientos de los demás frente a mis acciones, claro que siempre las tomaba en cuenta, ¿por qué no lo haría? Pero no cambiaba mis opiniones así como así. Era mi forma de vivir e intentaba que sea la más sana posible. Suficiente era la maldición que tenía en mi sangre como para pensar en pecar más de lo normal. — ¿Cambiamos de poses? No. No nací con ninguna cualidad, era humana hasta hace unos años. Y ahora soy un lobo, pero antes fui algo más que una mujer. ¿Por qué lo preguntas? ¿Hay algo de aquella historia que no se haya contado en los libros? Haz magia para mí, Juliet. Responderé todas tus preguntas. —
La miraba, paseaba mi visión por su piel, descendía por su cuello y le sonreía de manera socarrona. Estaba claro que ella no me mirará a los ojos. Aunque intentaba acorralarme y obligarme a responderle, eso no estaba sucediendo. Si no hacía el contacto visual, nada iba a pasar. Así que decidí ayudarla, yo respondería todas sus preguntas, pero aun así… Mi mano derecha fue a su mentón, con tranquilidad, pero siempre manteniéndome alerta a cualquier movimiento de energías anormal. Elevé aquel rostro, observando sus ojos, enarcaba la ceja y desde arriba la contemplaba, sonriendo de costado. — Las preguntas se hacen a los ojos. Sino, pierden sentido. Esta historia me la contaron hace mucho tiempo, cuando lo hicieron me preguntaron. “¿Tú qué hubieses hecho, la hubieses cazado o la hubieses dejado ir?” Yo nunca respondí. Creo que ahora puedo hacerlo. ¿Qué crees que diré? — Le consulté como si ella fuese un oráculo y luego la solté, apenas había rozado su piel y sentía el cosquilleo de energías en mis dedos. Su sonrojo solo había causado que mis ojos se entrecierren, parecía ser una muñequita de porcelana con los costados rojos. Dejé salir una risa nueva y me crucé de brazos, mirando lo que hacía, la forma en la que parecía sentirse. ¿Qué es lo que la perturbaba tanto? Quizá el simple hecho de saber que alguien más sabía de su historia. Pues podría sorprenderse, era una de las que más se contaban en la catequesis de la inquisición. — ¿Estarás mucho tiempo más de esta manera? — Murmuré y rebajé su cuerpo un par de veces, mirando hacia arriba luego. Estaba esperando que ella empezara la función, donde yo sería la única espectadora.
“Es un circo que jamás pensé disfrutar.”
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
Sus ojos se abrieron levemente, reflejando la sorpresa que sentía al verse sujetada con una suavidad desconocida para ella y que, sin embargo, era lo suficientemente firme para evitar que se escapara y que la guiaba a observar en aquellos intimidantes ojos azules. Ojos como estalactitas de hielo perforándola en busca de su alma. Su sucia alma ¿Podría encontrarla tras las orbes oscuras? Esperaba que no y de la misma forma esperara no zambullirse, ahogarse, en la mirada ajena. Era demasiado intenso e íntimo. Como si detrás de aquellos ojos se escondiera una fuerte luz que no podía soportar ver demasiado tiempo sin sentirse incomoda y sobrecogida pero que la invitaba a regresar la mirada una y otra vez para quemarse eternamente. Pavilion tenía un espíritu muy fuerte con el cual no podía competir pero su orgullo no le permitió volver a apartar la mirada y refugiarse. No podía demostrar tal debilidad y eso la llevaba a construir muros de cristal – No pretendía que fuera un interrogatorio, simplemente era una pregunta.– confeso con una sonrisa de lado como si aquello fuera verdad y la respuesta no le interesara tanto. Mentira, por supuesto que lo era y su corazón no se agitaba en lo más mínimo al decirla con tal naturalidad pero si que hubo un ligerísimo y casi imperceptible cambio al recibir aquellas respuestas. Como un pinchazo frio al darse cuenta de con quien estaba y las chances que tenia de escapar – Quisiera creer que me hubieras dejado ir pero no importa lo que yo quiera. No lo hiso en aquel momento y no lo hace ahora ¿Me hubieses disparado, lobo, como a una presa del bosque? –En sus palabras había cierto resentimiento que perduraba de la cacería, del miedo de despertarse con los disparos atravesando el aire y haciendo explotar las cortezas de los arboles. Sin embargo, una palabra seguía girando en su mente, impidiéndole que su raciocinio se viera opacado por las emociones y el recuerdo
Lobo
La respuesta la atravesó de golpe con las memorias del viejo libro y se estremeció entera. “Oh. Bueno. Merde” pensó para si mientras de forma automática y instintiva sacaba la mano de su lugar como si de pronto la piedra quemara y en sus ojos centellearon miles de preguntas y peligrosas ideas– Oh, entonces por eso tu apodo es Pavillion – soltó sin pensar y como un susurro mas bien dirigido asi misma. Recordaba los pequeños perros franceses en las faldas de importantes damas y no pudo evitar reírse mientras negaba y sacaba las estúpidas ideas de la cabeza. Ah que graciosa que resultaba la idea de aquellos ojos fríos y altivos reducidos a la actitud pomposa, caprichosa de las esferas mas alta de la sociedad con moñitos de colores en su platinado cabello. Apretó los labios y cerro los ojos, sosteniendo las risas pues no quería enojar o faltarle el respeto a la licantropa con su súbito ataque de risa que solo se podía atribuir al nerviosismo de haberse encontrado tamaña criatura caminando alegremente las calles de parís. Tomo aire –Si, entiendo. Ya tendremos tiempo de hablar de mariposas y de lobos, mas tarde quizás y fuera de este sucio callejón tras haberlo limpiado de las energías que lo cubren pero antes dime ¿en verdad crees lo que dices, sobre los pecados? – esta vez no tenia miedo de observar a sus ojos porque sabía que era un asunto importante, porque necesitaba explorarlos antes de hablar. Y cuando lo hiso fue con una sonrisa con cierta tristeza, como con pena o resguardo de tener que decirlo –Si, algunos me consumen pero sucede cuando… A veces realmente no hay opciones– se mordió la cara interna del labio sin la intención de rebelar más o distanciar la conversación a temas que no deseaba se tocasen. Mas rayas al tigre nada le hacían, aunque por supuesto la licantropa no necesitaba saber eso -tu también estas llena de ellos Pavilion, se ven en tus ojos. Son tan parte de ti como las manchas en las alas de la mariposa. En justa medida es lo que nos vuelve más hermosas, más interesantes– "más peligrosas" quiso agregar pero supuso que eso no ayudaría en a convencerla de que los pecados eran parte de la naturaleza humana; matar, mentir, desear a la mujer de otros podrían sonar crueles pero el humano en su interior era cruel, despiadado y egoista. Quizás mas que las criaturas de fabulas
-No seas impaciente- dijo con una sonrisa al escuchar su ultima pregunta, dio un vistazo rápido a la pared para comprobar las energías del hechizo y remanencias de las almas enfurecidas que un faltaban limpiar. Y por supuesto hacer el hechizo visible a la otra mujer, uno que estaba diseñado justamente para ser invisible incluso para los magos –Te va a doler, como el cosquilleo de un musculo adormecido– advirtió pues creía que era lo correcto aunque no estuviese muy segura de la intensidad del evento. Después de todo no había escalas precisas para el dolor y jamás lo habían realizado en ella para que realmente pudiera hablar con la voz de la experiencia -voy a abrir tu percepción. De otro modo, para este hechizo, no funcionaría. Todos los seres poseen magia pero solo los magos pueden controlarlo y dirigerlo, por eso existimos– ¿Porque le explicaba todo? Estaba nerviosa pues seguia sin estar totalmente segura de que fuera buena idea enseñarle algo que naturalmente no veia y que luego, dejaria de ver. Pero de todos modos lo hiso, incapaz de negarse a la seguridad que desprendia aquella y envolviendo el rostro ajeno entre sus manos, ubicando sus dedos índice sobre la sien y señalando la línea del primer chakra mientras recitaba susurros en su lengua madre. Con la suavidad de caricias fantasmas, bajo el dedo corazón hacia los parpados para cerrarlos. Trazaba semi círculos por las mandíbulas con sus pulgares hasta ubicarlos en sus labios sin abandonar jamás el primer círculo energético –Abre- dijo en francés para que le entendiese y así poder absorber las energías que utilizaría para mostrarle todo lo que deseaba ver. No necesitaba hacerlo pero de vez en cuando disfrutaba de toda la teatralidad de los rituales arcaicos, era especialmente gracioso ver el asombro en los ojos ajenos y este le daba el plus de poder alimentar su esencia mágica a gusto.
De todos modos no duro demasiado, quizás mucho menos de lo que la bruja previo, pues la energía licantropa era poderosa y enseguida había cubierto hasta el último resquicio de su alma sin siquiera suponer un desgaste para el cuerpo a su lado. Se relamio – Maravillosa... Ahora. Puedes mirar – soltó su rostro pero mantuvo el contacto con su piel al sujetarla del hombro, creando una cadena, y enseguida apoyar la mano nuevamente en la pared. Y allí estaba, una espiral de color traslucido con destellos perlados que parecía atraer humo desde los bordes de la visión de ambas mujeres y llenarse con los colores del mismo. Energía, o lo que quedaba de ella, volaba hacia aquel centro y desaparecia. Se perdía para siempre
Lobo
La respuesta la atravesó de golpe con las memorias del viejo libro y se estremeció entera. “Oh. Bueno. Merde” pensó para si mientras de forma automática y instintiva sacaba la mano de su lugar como si de pronto la piedra quemara y en sus ojos centellearon miles de preguntas y peligrosas ideas– Oh, entonces por eso tu apodo es Pavillion – soltó sin pensar y como un susurro mas bien dirigido asi misma. Recordaba los pequeños perros franceses en las faldas de importantes damas y no pudo evitar reírse mientras negaba y sacaba las estúpidas ideas de la cabeza. Ah que graciosa que resultaba la idea de aquellos ojos fríos y altivos reducidos a la actitud pomposa, caprichosa de las esferas mas alta de la sociedad con moñitos de colores en su platinado cabello. Apretó los labios y cerro los ojos, sosteniendo las risas pues no quería enojar o faltarle el respeto a la licantropa con su súbito ataque de risa que solo se podía atribuir al nerviosismo de haberse encontrado tamaña criatura caminando alegremente las calles de parís. Tomo aire –Si, entiendo. Ya tendremos tiempo de hablar de mariposas y de lobos, mas tarde quizás y fuera de este sucio callejón tras haberlo limpiado de las energías que lo cubren pero antes dime ¿en verdad crees lo que dices, sobre los pecados? – esta vez no tenia miedo de observar a sus ojos porque sabía que era un asunto importante, porque necesitaba explorarlos antes de hablar. Y cuando lo hiso fue con una sonrisa con cierta tristeza, como con pena o resguardo de tener que decirlo –Si, algunos me consumen pero sucede cuando… A veces realmente no hay opciones– se mordió la cara interna del labio sin la intención de rebelar más o distanciar la conversación a temas que no deseaba se tocasen. Mas rayas al tigre nada le hacían, aunque por supuesto la licantropa no necesitaba saber eso -tu también estas llena de ellos Pavilion, se ven en tus ojos. Son tan parte de ti como las manchas en las alas de la mariposa. En justa medida es lo que nos vuelve más hermosas, más interesantes– "más peligrosas" quiso agregar pero supuso que eso no ayudaría en a convencerla de que los pecados eran parte de la naturaleza humana; matar, mentir, desear a la mujer de otros podrían sonar crueles pero el humano en su interior era cruel, despiadado y egoista. Quizás mas que las criaturas de fabulas
-No seas impaciente- dijo con una sonrisa al escuchar su ultima pregunta, dio un vistazo rápido a la pared para comprobar las energías del hechizo y remanencias de las almas enfurecidas que un faltaban limpiar. Y por supuesto hacer el hechizo visible a la otra mujer, uno que estaba diseñado justamente para ser invisible incluso para los magos –Te va a doler, como el cosquilleo de un musculo adormecido– advirtió pues creía que era lo correcto aunque no estuviese muy segura de la intensidad del evento. Después de todo no había escalas precisas para el dolor y jamás lo habían realizado en ella para que realmente pudiera hablar con la voz de la experiencia -voy a abrir tu percepción. De otro modo, para este hechizo, no funcionaría. Todos los seres poseen magia pero solo los magos pueden controlarlo y dirigerlo, por eso existimos– ¿Porque le explicaba todo? Estaba nerviosa pues seguia sin estar totalmente segura de que fuera buena idea enseñarle algo que naturalmente no veia y que luego, dejaria de ver. Pero de todos modos lo hiso, incapaz de negarse a la seguridad que desprendia aquella y envolviendo el rostro ajeno entre sus manos, ubicando sus dedos índice sobre la sien y señalando la línea del primer chakra mientras recitaba susurros en su lengua madre. Con la suavidad de caricias fantasmas, bajo el dedo corazón hacia los parpados para cerrarlos. Trazaba semi círculos por las mandíbulas con sus pulgares hasta ubicarlos en sus labios sin abandonar jamás el primer círculo energético –Abre- dijo en francés para que le entendiese y así poder absorber las energías que utilizaría para mostrarle todo lo que deseaba ver. No necesitaba hacerlo pero de vez en cuando disfrutaba de toda la teatralidad de los rituales arcaicos, era especialmente gracioso ver el asombro en los ojos ajenos y este le daba el plus de poder alimentar su esencia mágica a gusto.
De todos modos no duro demasiado, quizás mucho menos de lo que la bruja previo, pues la energía licantropa era poderosa y enseguida había cubierto hasta el último resquicio de su alma sin siquiera suponer un desgaste para el cuerpo a su lado. Se relamio – Maravillosa... Ahora. Puedes mirar – soltó su rostro pero mantuvo el contacto con su piel al sujetarla del hombro, creando una cadena, y enseguida apoyar la mano nuevamente en la pared. Y allí estaba, una espiral de color traslucido con destellos perlados que parecía atraer humo desde los bordes de la visión de ambas mujeres y llenarse con los colores del mismo. Energía, o lo que quedaba de ella, volaba hacia aquel centro y desaparecia. Se perdía para siempre
Juliet E. Deveroix- Hechicero Clase Media
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
“La risa distrae al hombre de ser consumido por su propia realidad.”
Notaba perfectamente sus palabras vacías, su semblante miedoso pero que flameaba voluntad para ir contra mí. Siempre me habían gustado las presas difíciles, los inmortales que no se dejaban matar y que por lo contrario luchaban hasta el final. De esa manera, me sentía mejor al exterminarlos. Cuando solo se acobardaban y pedían por sobrevivir, hacían que me sienta culpable. Claro, eso al principio, luego con el paso de los años, había aprendido a hacer las cosas lo más rápido posible, sin siquiera escuchar lo que tenían que decir. Y eso pasaba ahora con Juliet, la diferencia, es que ella no sería asesinada por mi mano. Pero si la condenaría, deseaba hacerlo, quería tatuarle en los labios que era una bruja y que no debía olvidarse de ello, ni aunque el miedo le queme la piel. — En aquel entonces, te hubiese atrapado en una jaula. Pero en la actualidad, dejaría que tu sola vayas a ella. Porque sin duda lo harías. — Fue una respuesta socarrona y no del todo verdadera, la realidad es que yo la perseguiría, para verla volar todo el tiempo, la tendría en la mira, como un cazador hambriento, pero nunca la comería. Sin duda eso era algo de lo que ella no se enteraría jamás. Mi curiosidad por la magia, las historias fantásticas y los cuentos de hadas. Nadie, en todos mis años conocía ese lado de mí. Principalmente porque siquiera podrían imaginarlo. Mi ropa sencilla, mi habitación era tan simple y monótona, que podía pasar claramente como el cuarto de un hombre sin sentimientos. Me gustaba de esa forma, porque solo en mi cabeza necesitaba tener eso, no deseaba proyectarlo en ningún otro lugar.
— Eres graciosa cuando te plazca. Puedes tomar mi apodo como más te agrade, yo tomaré tu nombre de la misma forma y si me apetece, lo haré mío. — Le murmuré con un filo dulce y mordaz, justo cuando ella separaba la mano de la pared, cuando se iba hacia atrás casi con temor en sus ojos al saber que era una licántropa. Levanté la mano derecha y con cuidado tomé su cuello y barbilla, la acerqué hacía mí y observé sus ojos negros y profundos, enarqué mi ceja al mismo tiempo que la media sonrisa se transformaba en mis labios y pronto los dientes se dejaban ver. — Sí, más tarde podría hacerte hablar de muchas cosas. Quizá logres darle más manchas a la mariposa. Pero ten cuidado, porque puede terminar devorándote. Estás abordando los pecados desde un mal lugar. Cada uno de ellos es necesario para vivir y se pagan con el día a día. Comer mucho un día no te hace pecar en gula, fornicar todos las noches con tu mujer o una vez por mes con una del burdel tampoco. Hacerlo con distintas o con varias a la vez, sí. ¿O es que acaso tienes todos esos deseos crueles en tu interior? Aquellos, son imposibles de ser borrados y dejan una marca por siempre. — Deslicé la mano que sujetaba su cuello hacía abajo, suavemente, apenas llevándola como si se tratara de mantequilla fundida. Hasta hurgar en su cintura, donde la tomé con aquella impaciencia de la que justamente ella hacía alusión. Que ridículamente bella podía llegar a ser aquella bruja mediocre. Me reí para mí misma, dejando caer el rostro hacía la pared, para así darle espacio a las manos ajenas, que con más confianza se trepaban en mi rostro.
— No creas que no puedo hacerte desmayar de un golpe aún con tus manos haciendo trucos sobre mí. Así que sé consiente de lo que harás pequeña Juliet. Y lo sé, desde pequeña aprendí a ver las auras, de esa manera se puede saber qué clase de ser sobrenatural es el que tiene uno en frente, que tanta energía… Mght — Chasqueé los dientes cuando sus dedos me quitaron la visión y dejé de hablar, sentía sus tupidas manos, su fragancia dulce y el cosquilleo del que me hablaba se colaba por todos los poros de mi piel. Estuve a punto de lanzarla más allá de mis límites y quizá quebrarle las manos. Eso haría que no pudiese hacer magia en bastante tiempo. Pero me contuve y cuando sentí la energía mordaz de mi cuerpo abandonarme y recubrir a la muchacha me reí, divertida de lo que me había llevado a hacer aquel día libre. — ¿Se supone que estás limpiando el lugar? ¿De qué lo limpias? La energía negativa se notaba de lejos, pero no estoy consciente de lo que sucedió aquí… Los colores son maravillosos. Sin duda heredaste los poderes de tu madre. ¿Qué mas puedes hacer? — Consultaba tomando su espalda, agarrándola de manera que no pueda escapar. Los colores y juegos de luces se habían terminado, me sentía cansada, sabía que ella había almorzado parte de mi aura sobrenatural, pero era un buen pago por haberme divertido una tarde. Sin embargo, eso no conllevaba a darme un desmayo ni nada similar, era conocida por mi fuerza y mi resistencia singular a cualquier tipo de torturas. —Mrgh, me temo que pronto tendremos que separarnos, de esto hablaba cuando decía que tu irías sola a la jaula, haz hecho movimientos de energías fuertes, en tres o cinco minutos vendrán a cazarte. ¿Quieres que lo haga yo primero y te guarde en mi jaula hasta que estés segura para ser liberada? — Alcé los dedos a su cabello y lo entrelacé en mis dedos, sonriendo de manera pícara. Pero lo que decía, era verdad, podía notar como a varias kilómetros, los brujos de la inquisición sentían el palpitar grande de chakra revolcando por una parte importante de la ciudad. Me lo debía a mí, pues si solo hubiese limpiado de manera cotidiana, sin duda nadie lo hubiese notado.
“Pero es una sensación dulce, como la de un manantial cuando cae el agua por tu espalda.”
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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El vortex se reflejaba en los orbes que lo observaban continuar su lento andar, mezclando sus formas plateadas con la pupila oscura y el iris de su publico reducido y privado. En aquellos segundos que siguieron, los ojos castaños parecieron volverse líquidos y cristalinos como el agua de un lago que, interrumpido por el choque de una fuerza extraña, genera ondas continuas que rompían en los parpados semicerrados y aburridos, que procuraban enfocar la vista en seguir el movimiento del pequeño ciclon dándole un aspecto de haber caído presa de su propia magia, de un trance extraño que no era mas que un espejismo dentro de otro, procurándole una excusa para evitar mirar a la otra mujer que la sujetaba con la libertad con la que se movían todos los depredadores. No podía decir que era ajena al sentimiento de sentirse intimidada, especialmente si se trataba de seres sobrenaturales de largos colmillos que ansiaban la sangre, el miedo o la violencia. No le sorprendería que jamas encontrase elfos, valkirias o dríades porque los seres de luz no tenían cabida en un mundo tan sombrío y sin embargo de todos aquellos seres que le causaban espanto y repulsión, Pavilion además le inspiraba respeto y curiosidad. No era algo solamente que podía matarla, además se mostraba orgullosa de ello y de todo el conocimiento que escondía su mirada, de todo en lo que creía.
Pero creía mal, o quizás fuera la morocha quien había malentendido como se ensuciaban las almas pues todos aquellos temas que las involucraban eran delicados, complejos y uno podía perder mucho mas que el sueño intentando descifrarlos. Y por muy interesante que se presentase el debate, aquel no era lugar para hablarlo y menos aún encontraba la capacidad para hacerlo cuando sentía las manos, fuertes y seguras, sobre su cuerpo fino y delicado, destruible –No por supuesto que no. Los excesos del cuerpo difícilmente manchan el alma porque cada uno de los pecados ya tiene su castigo terrenal para sus formas más simples – suspiro y se rio casi al segundo resultando en un sonido extraño, cargado de aire pero con el tinte de risas que no se escuchaban - Crees que al alma le importa si te acuestas con una u otra mujer, si esta lleva un anillo o no, pero en realidad se trata del sentimiento que creemos en estas. Si se trata de una venganza, si planeamos dolerles o ignoramos su dolor a favor de nuestro placer… -se detuvo y poso la mirada nuevamente sobre la ojiazul con el ceño ligeramente fruncido nada más que observándola por unos segundos. Podría sentirse ofendida u enojada por sus palabras pero, pese a no estar cómoda aun, ya había logrado establecer un ritmo en la conversación y adaptado el carácter de la mujer como un rasgo común en ella que quizás ni siquiera estuviera destinado a hacerla rabiar. O a su contrario, lo hiciera para divertirse pero no tenia mas finalidad que aquella – En verdad que te gusta imponerte y estar en control ¿No es asi? Advertir que harás conmigo lo que tu capricho demande te da fuerza y incluso podría decir que te queda bien – pese a que sus labios no se curvaron, sus ojos parecieron sonreír con gracia al comprobar que era cierto lo que habia dicho al inicio de aquel extraño encuentro- pero dime ¿Por qué, si te he dado todo lo que querías, sigues deseando tener la magia en tu contra y no a tu favor con todo lo que esta podría significar para ti, que tienes la maldición de la luna sobre tu piel? Que puede lograr la magia es extenso y complicado; curar heridas o abrirlas eternamente con cada despreciable acción, condenar almas al encierro perpetuo, levantar los muertos y reducir o controlar a las bestias … pero de la misma forma en que no has entendido de la limpieza de este espacio, tampoco entenderás el resto hasta que lo puedas sentir – Se detuvo en el momento en que sintió su mano bajar y sujetarla por la espalda, sus músculos se tensaron en respuesta automática y sus ojos se agrandaron incrédulos cuando menciono una cacería. Su corazón dio un vuelco antes de obligarse a si misma a pensar con la aceleración del momento; No deberían poder llegar hasta ella, la limpieza había seguido activa hasta segundos después de que tragara toda la energía de Pavilion y debía tragarse todos los resquicios de magia del lugar, antiguos y nuevos, así como las energías que delataran su presencia. Sin embargo no se arriesgaría a confiar en la teoría o en el menor de los fallos y allí tenía la licantropa otra de sus demostraciones mágicas, quizás la mas simple o desagradable pero también la más efectiva: Ratas. Gordas y con un andar gracioso, empezaron a salir de todos las zonas oscuras para dispersarse por las calles aledañas como un gran sistema de ojos y oídos que advertirían de indeseadas compañías en las inmediaciones, las cuales pretendían dejar en la brevedad. O en ese preciso instante… si se lo permitían claro.
Volteo el rostro cuando la rubia sujeto sus cabellos de la misma forma en que lo haría un perro al tirón de una correa, reluctante a desviar la mirada de su objetivo. Pero al hacerlo se encontró con una postura tan relajada y una sonrisa tan abierta, tan conocedora, que no pudo evitar sentir que se burlaba de ella abiertamente. La frustración de estar atrapada, la burla de la licantropa y el miedo a la inquisición se hicieron presentes en un rápido azote al brazo más cercano. Sabía que no la había herido y que si lograba apartar los finos dedos de sus cabellos seria más por suerte que habilidad o fuerza, sin embargo no bajo la mirada como las veces anteriores si no que procuro mirarla fijamente y con tal intensidad que casi se podía leer en sus ojos todas las maldiciones que le gustaría echarle encima, que ardían en sus labios por salir. Pero sabía que tenía que ser más fuerte que sus descarriadas emociones y que alertar a la rubia con una maldición la llevaría a ningún lado, salvo al infierno de un solo patadon – Jaulas, cadenas, esposas lo que gustes mientras puedas sacármelos de encima – Por supuesto que no confiaba en que aquella mujer la liberaría una vez estuviera a salvo, de hecho “estar a salvo” y “jaula” parecían palabras diseñadas para jamás congeniar pero debería conformarse y esperar a estar en un lugar quieto, semi oscuro y donde pudiera conjurar hechizos –o maldiciones, como prefiriera su captora - suficientes para pactar su libertad – Savo quieras arrastrar un cadáver, recomendaría que nos fueramos en este instante , antes de que me dé un infarto – nuevamente intento empujar los brazos hacia ¿Cuál de las dos salidas? Había que joderse...esto le pasaba por salirse de la rutina e intentar ser buena persona
Pero creía mal, o quizás fuera la morocha quien había malentendido como se ensuciaban las almas pues todos aquellos temas que las involucraban eran delicados, complejos y uno podía perder mucho mas que el sueño intentando descifrarlos. Y por muy interesante que se presentase el debate, aquel no era lugar para hablarlo y menos aún encontraba la capacidad para hacerlo cuando sentía las manos, fuertes y seguras, sobre su cuerpo fino y delicado, destruible –No por supuesto que no. Los excesos del cuerpo difícilmente manchan el alma porque cada uno de los pecados ya tiene su castigo terrenal para sus formas más simples – suspiro y se rio casi al segundo resultando en un sonido extraño, cargado de aire pero con el tinte de risas que no se escuchaban - Crees que al alma le importa si te acuestas con una u otra mujer, si esta lleva un anillo o no, pero en realidad se trata del sentimiento que creemos en estas. Si se trata de una venganza, si planeamos dolerles o ignoramos su dolor a favor de nuestro placer… -se detuvo y poso la mirada nuevamente sobre la ojiazul con el ceño ligeramente fruncido nada más que observándola por unos segundos. Podría sentirse ofendida u enojada por sus palabras pero, pese a no estar cómoda aun, ya había logrado establecer un ritmo en la conversación y adaptado el carácter de la mujer como un rasgo común en ella que quizás ni siquiera estuviera destinado a hacerla rabiar. O a su contrario, lo hiciera para divertirse pero no tenia mas finalidad que aquella – En verdad que te gusta imponerte y estar en control ¿No es asi? Advertir que harás conmigo lo que tu capricho demande te da fuerza y incluso podría decir que te queda bien – pese a que sus labios no se curvaron, sus ojos parecieron sonreír con gracia al comprobar que era cierto lo que habia dicho al inicio de aquel extraño encuentro- pero dime ¿Por qué, si te he dado todo lo que querías, sigues deseando tener la magia en tu contra y no a tu favor con todo lo que esta podría significar para ti, que tienes la maldición de la luna sobre tu piel? Que puede lograr la magia es extenso y complicado; curar heridas o abrirlas eternamente con cada despreciable acción, condenar almas al encierro perpetuo, levantar los muertos y reducir o controlar a las bestias … pero de la misma forma en que no has entendido de la limpieza de este espacio, tampoco entenderás el resto hasta que lo puedas sentir – Se detuvo en el momento en que sintió su mano bajar y sujetarla por la espalda, sus músculos se tensaron en respuesta automática y sus ojos se agrandaron incrédulos cuando menciono una cacería. Su corazón dio un vuelco antes de obligarse a si misma a pensar con la aceleración del momento; No deberían poder llegar hasta ella, la limpieza había seguido activa hasta segundos después de que tragara toda la energía de Pavilion y debía tragarse todos los resquicios de magia del lugar, antiguos y nuevos, así como las energías que delataran su presencia. Sin embargo no se arriesgaría a confiar en la teoría o en el menor de los fallos y allí tenía la licantropa otra de sus demostraciones mágicas, quizás la mas simple o desagradable pero también la más efectiva: Ratas. Gordas y con un andar gracioso, empezaron a salir de todos las zonas oscuras para dispersarse por las calles aledañas como un gran sistema de ojos y oídos que advertirían de indeseadas compañías en las inmediaciones, las cuales pretendían dejar en la brevedad. O en ese preciso instante… si se lo permitían claro.
Volteo el rostro cuando la rubia sujeto sus cabellos de la misma forma en que lo haría un perro al tirón de una correa, reluctante a desviar la mirada de su objetivo. Pero al hacerlo se encontró con una postura tan relajada y una sonrisa tan abierta, tan conocedora, que no pudo evitar sentir que se burlaba de ella abiertamente. La frustración de estar atrapada, la burla de la licantropa y el miedo a la inquisición se hicieron presentes en un rápido azote al brazo más cercano. Sabía que no la había herido y que si lograba apartar los finos dedos de sus cabellos seria más por suerte que habilidad o fuerza, sin embargo no bajo la mirada como las veces anteriores si no que procuro mirarla fijamente y con tal intensidad que casi se podía leer en sus ojos todas las maldiciones que le gustaría echarle encima, que ardían en sus labios por salir. Pero sabía que tenía que ser más fuerte que sus descarriadas emociones y que alertar a la rubia con una maldición la llevaría a ningún lado, salvo al infierno de un solo patadon – Jaulas, cadenas, esposas lo que gustes mientras puedas sacármelos de encima – Por supuesto que no confiaba en que aquella mujer la liberaría una vez estuviera a salvo, de hecho “estar a salvo” y “jaula” parecían palabras diseñadas para jamás congeniar pero debería conformarse y esperar a estar en un lugar quieto, semi oscuro y donde pudiera conjurar hechizos –o maldiciones, como prefiriera su captora - suficientes para pactar su libertad – Savo quieras arrastrar un cadáver, recomendaría que nos fueramos en este instante , antes de que me dé un infarto – nuevamente intento empujar los brazos hacia ¿Cuál de las dos salidas? Había que joderse...esto le pasaba por salirse de la rutina e intentar ser buena persona
Juliet E. Deveroix- Hechicero Clase Media
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“Corazón de verano, no cuentes tus lamentos más demuestra tus latidos”
Era una cuestión de dejarla tirar de mi cuerda solo el largo que yo deseara, desde siempre me había gustado el liderazgo, ser quien comanda en todas las situaciones, tanto inquisitivamente como en una relación más allá de lo fisiológico. Era mi manera de vivir y sin duda no podría cambiarla o al menos no había encontrado a nadie que supiese controlar mis impulsos y movimientos. Claro que Juliet no era la excepción, aunque me encontraba ligeramente atraída por su aura poderosa, el más mínimo movimiento que me advirtiera de algo peligroso, la haría perder la conciencia. Sus colores y la manera de mover sus manos me daba tanta curiosidad que mi instinto animal me embutía y obligaba a acercarme, a querer olerla como el maldito perro que era por dentro. Un lobo amarillo, de ojos celestes y manchas blancas alrededor del cuerpo, gigante y bastante espeluznante. Esa era mi verdadera naturaleza luego de un año de haber sido convertida. Pero mi entrenamiento no daba lugar a desenfoques, había practicado el arte de ser torturada y por ello mismo podía aguantar esas necesidades que me brincaban por dentro. Incluso cuando la escuchaba y quería ignorarla o hacerla callar, solo me mantenía en silencio, observando por donde me placía hacerlo. — No me gusta lo que dices, igual suena con sentido. Pero, ¿significa que si mato sintiendo amor eso no me hará pecar? Entonces un inquisidor que está completamente convencido de que hacerte cenizas y grasas es lo que hay que hacer, ¿no estará pecando?—
Mordí mi labio con malicia y cuidadosamente terminé por acercar mi mano derecha a sus cabellos, enredándolos, observando lo oscuros que eran, tan diferentes, incluso sus ojos eran como tener un contraste de los míos en frente. Sonreí ligeramente ante la siguiente escucha de su habla, conteniendo la tentación de irme de allí en saltos largos. Aún había tiempo para platicar con la doncella que parecía estar cargada de lamentos inconclusos. No tenía que pensar en la Iglesia, era algo que terminaba enloqueciéndome. — Sí, me convertí en un lobo incapaz de controlar mis instintos en la luna llena. He matado más en esta situación que cuando era parte de la Iglesia. O al menos así lo siento, porque cuando me levanto a la mañana siguiente mi boca tiene tantos sabores de sangre diferentes que no puedo llevar la cuenta. Pero la magia no puede hacer nada para quitar esto. — Respondí con la frialdad característica cuando este tema era el que emergía. La delgada línea que separaba a la humana de la lycana, tan fina como temblorosa, que podía cortarse en cualquier momento. Aun cuando mis deseos para con ella eran sencillos y extrañamente buenos. Si buscaba sacar lo malo de mi persona, terminaría encontrándome con los colmillos al descubierto. Pero eso no sucedió, más fueron sus ojos los que me alertaron de que temía. Eso estaba bien, era cuidadosa, sabía lo que podía o no hacer. Ir contra un inquisidor era muerte segura, a pesar de que era una hechicera, ellos están siempre preparados, bombas de humo para no hacer contacto visual, redes con impulsos eléctricos para paralizarla, ella no podría contra ello y no era lo suficientemente veloz como para esfumarse.
— Ven aquí, aún me interesa tener contacto con una hechicera, son mi mayor curiosidad desde que tengo memoria. Y las jaulas son mis brazos por ahora. — Moví los barrotes que eran mis manos con cierta singularidad por su cuerpo, cargándola como si fuese una princesa y de un gruñido en donde mis caninos se mostraron vívidamente terminé por saltar hacía el techo del mediano edificio que estaba frente a nosotras. Observando de reojo como las ratas gordas y oscuras se alzaban por varios rincones, la miré y frunciendo el entrecejo negué a su accionar, yendo directamente a morderle el rostro, un poco más arriba de su mejilla. Pero sin hacerle daño real. — No hagas eso, despides tus poderes como si fueses un foco de luz. ¿Tienes idea que tal son en fuerza? ¿O si hay algún condenado? Si no puedes decirme eso deja a esas ratas en paz. — Bramé en un nuevo salto y me detuve un momento, tenía que cambiar de posición, necesitaba mis manos, impulsarme con ambos miembros era lo que me daba la agilidad y fortaleza con la que había sido maldecida y dotada al mismo tiempo. — Sube a mi espalda, me alcanzarán si no me comporto como el ser que soy. — Mis palabras eran entre perturbadas y orgullosas. El hecho de que conviviera con mi naturaleza no significaba que la aceptaba, había encontrado otra manera de vivir, quizá más pura. Pero no era la que me habían enseñado y eso tocaba un poco aquellos sentimientos que tenía guardados. De un suspiro esperé a que se alzara, impulsándome de forma canina hacía otro techo, esta vez de una casa pequeña, mucho más veloz que antes, el viento golpeaba en mi rostro y mis uñas tan largas como garras se aferraban para no caer. Había que llegar a la parte más concurrida y terminaría por meterme en el primer rincón oscuro que encontrara.
“Solo puedes esconderte y rezar porque no te vuelvan a buscar”
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
Quizás tuviera que ver con el trabajar en un cementerio y su contacto diario con los espíritus de los hombres y mujeres de añares muertos que infundían ridículas ideas pero, para Juliet, la dignidad era algo absurdo que había tenido la suerte de perder en la carrera por su vida. De hecho su ausencia era la que le permitía optar a desaparecer veloz como una de las ratas de callejón, dejando atrás su orgullo –otro concepto inútil que atentaba contra su supervivencia- mientras seguía las instrucciones de una mujer desconocida, permitiendo la cargara como a una doncella en apuros, cosa que lo era aunque no fuera a admitirlo, con nada mas que una orden sin titubeos y un movimiento fluido que la despego del suelo. Lo siguiente fue automático; su brazo rodeo el esbelto cuello de la licantropa en busca de mantener el equilibrio, y encogió las piernas hacia el pecho de forma instintiva como si estuviera en su naturaleza el hacerse pequeña y esconderse en los lugares mas insospechados, como en los brazos de otra dama que comparaba sus brazos con firmes jaulas y no sin motivo. Pese a su piel lisa y blanca podía sentir los músculos poderosos, fuertes, que la retenían y a los cuales se pretendió amoldar, de forma tal de no entorpecer los movimientos de las piernas al saltar y de evitar ser un peso muerto en sus manos -¿Matar con amor? No te veo como una mujer lo suficientemente empalagosa para asfixiar a besos, si me permites – rodo los ojos, a punto de continuar cuando sintió el gruñido junto a su oído. Ver el destello de unos caninos pronunciados le erizaron la piel e hicieron abrir los ojos de par en par entre sorprendida, maravillada y aterrada de ver rastros del lobo en la piel humana.
Y el salto no fue de menos, el impulso que tomo logro sacarle el aliento al instante. No esperaba aquella salida hacia las alturas y el cambio abrupto de velocidades la obligo a apretar la mandibular necesitando unos segundos para acostumbrarse a aquella forma de traslado. Ni siquiera galopando a lomos de su caballo iba tan aprisa y se trataba de un animal hecho para correr lo suficientemente rápido para que las monturas de los inquisidores no les atraparan años atrás y aun así, Pavilion fácilmente le había superado solo en la aceleración inicial llegando hasta el techo del edificio que antes contemplaban. Jamás había estado tan alto y le costó tragar el nerviosismo para continuar hablando, con la teoría de que escuchar su propia voz la tranquilizaría, le traería algo de la normalidad que le faltaba a todo aquel asunto -No, la ignorancia no nos vuelve impunes de nuestros actos. Pueden creer en lo que hacen es correcto, que es por servir a un dios que los ignora y aun asi, su obsesión los condena. Su necesidad de sangre, de hacer doler al prójimo es morbosa, den.. –se detuvo nuevamente y apretó los labios hasta volverlos una fina línea que retuviera cualquier queja al sentir los colmillos que antes había observado anteriormente, pellizcarle la piel reprimiéndole por usar una magia de la cual enseguida se deshizo, cortando los lazos con las ratas quienes quedaron por un instante desorientadas antes de separarse de vuelta, robándole un grito a mas de una dama y causando disgusto a los señores que andaban con sus remilgados perros que ladraban coléricos tras los regordetes roedores. Casi al mismo tiempo la presión sobre su piel se deshizo permitiéndole frotar la mejilla con su mano libre mientras la observaba fijamente, con la expresión de un niño al que le han reñido y se resiente – No, no. Nada de morder Mariposa. Dada la conexión, las ratas tambien desprenden destellos residuales y aunque en comparación yo sea un faro tanta luz moviéndose inquieta por todos lados…- negó sin dar mas palabras aunque dejando en claro la idea; resultaba agotador para la vista y confuso para la mente poco entrenada el dar el núcleo original de la red sin tropezar primero con los falsos nudos que componían la red. Y aun asi aunque su voz no había flaqueado, no estaba segura de la veracidad en sus palabras pues era la primera vez que movía tantos vástagos de la muerte y quizás el vestigio luminoso fuera demasiado leve o ellos fueran más que solo soldados imbéciles siguiendo órdenes y tuvieran una verdadero entrenamiento espiritual para reconocer la magia. Aquello la dejo aún más intranquila y, aun asi, levanto las manos en señal de paz para indicar que habia finalizado con el hechizo – Pero a tu gusto, si crees que mujeres saltando los techos como ciervos de la pradera es más discreto y menos llamativo, adelante, es usted la experta. O lo era. O lo será– Habia ignorado deliberadamente su comentario sobre el problema de controlar su lobo interno por la situación no ameritaba entrar en detalles y el saber que una criatura tan fuerte perdía el control no la entusiasmaba, pero había tomado nota de que ya no pertenecía a la iglesia así como de su parla algo le había llamado la atención, un término desconocido en el contexto que no lograba ubicar. “Condenados” ¿No era ella una condenada de la iglesia por su naturaleza mágica y “pagana”? Dado el caso atraer a otros como ella, que pudieran defenderlos teniendo un enemigo común, parecía una buena idea pero antes de que pudiera preguntar debió subirse a su espalda ¿o lomo? Mientras esta determinaba otra forma de viaje que Juliet no estaba muy segura le resultara pero no discutió y trepo enseguida, encerrándola su cintura entre las rodillas, alejando el cuerpo para evitar rebotar con cada salto como le habían enseñado era en la equitación –Dudo que alguien pueda alcanzarte si te mueves con la fuerza que desprendes, tomes la forma que tomes – volteo hacia atrás para ver si lograba ver a sus percutores cuando por respuesta divina se alzo un aullido seguido de una secuencia de ladridos que guiaban al amo hacia los perros que habían encontrado su olor en el callejón y pretendían darles caza como si fueran meros animales. En un suspiro se inclino hacia adelante para mirarla con la pregunta “¿magia -perros?” escrita en sus llameantes ojos negros. No podría matarlos, de hecho no podría hacerles nada y en su cabeza nada estaba escrito que pudiera hacerles pero ya se le ocurriría, algo tenia que ocurrírseles que les permitiera esconderse hasta que pasara el peligro
Y el salto no fue de menos, el impulso que tomo logro sacarle el aliento al instante. No esperaba aquella salida hacia las alturas y el cambio abrupto de velocidades la obligo a apretar la mandibular necesitando unos segundos para acostumbrarse a aquella forma de traslado. Ni siquiera galopando a lomos de su caballo iba tan aprisa y se trataba de un animal hecho para correr lo suficientemente rápido para que las monturas de los inquisidores no les atraparan años atrás y aun así, Pavilion fácilmente le había superado solo en la aceleración inicial llegando hasta el techo del edificio que antes contemplaban. Jamás había estado tan alto y le costó tragar el nerviosismo para continuar hablando, con la teoría de que escuchar su propia voz la tranquilizaría, le traería algo de la normalidad que le faltaba a todo aquel asunto -No, la ignorancia no nos vuelve impunes de nuestros actos. Pueden creer en lo que hacen es correcto, que es por servir a un dios que los ignora y aun asi, su obsesión los condena. Su necesidad de sangre, de hacer doler al prójimo es morbosa, den.. –se detuvo nuevamente y apretó los labios hasta volverlos una fina línea que retuviera cualquier queja al sentir los colmillos que antes había observado anteriormente, pellizcarle la piel reprimiéndole por usar una magia de la cual enseguida se deshizo, cortando los lazos con las ratas quienes quedaron por un instante desorientadas antes de separarse de vuelta, robándole un grito a mas de una dama y causando disgusto a los señores que andaban con sus remilgados perros que ladraban coléricos tras los regordetes roedores. Casi al mismo tiempo la presión sobre su piel se deshizo permitiéndole frotar la mejilla con su mano libre mientras la observaba fijamente, con la expresión de un niño al que le han reñido y se resiente – No, no. Nada de morder Mariposa. Dada la conexión, las ratas tambien desprenden destellos residuales y aunque en comparación yo sea un faro tanta luz moviéndose inquieta por todos lados…- negó sin dar mas palabras aunque dejando en claro la idea; resultaba agotador para la vista y confuso para la mente poco entrenada el dar el núcleo original de la red sin tropezar primero con los falsos nudos que componían la red. Y aun asi aunque su voz no había flaqueado, no estaba segura de la veracidad en sus palabras pues era la primera vez que movía tantos vástagos de la muerte y quizás el vestigio luminoso fuera demasiado leve o ellos fueran más que solo soldados imbéciles siguiendo órdenes y tuvieran una verdadero entrenamiento espiritual para reconocer la magia. Aquello la dejo aún más intranquila y, aun asi, levanto las manos en señal de paz para indicar que habia finalizado con el hechizo – Pero a tu gusto, si crees que mujeres saltando los techos como ciervos de la pradera es más discreto y menos llamativo, adelante, es usted la experta. O lo era. O lo será– Habia ignorado deliberadamente su comentario sobre el problema de controlar su lobo interno por la situación no ameritaba entrar en detalles y el saber que una criatura tan fuerte perdía el control no la entusiasmaba, pero había tomado nota de que ya no pertenecía a la iglesia así como de su parla algo le había llamado la atención, un término desconocido en el contexto que no lograba ubicar. “Condenados” ¿No era ella una condenada de la iglesia por su naturaleza mágica y “pagana”? Dado el caso atraer a otros como ella, que pudieran defenderlos teniendo un enemigo común, parecía una buena idea pero antes de que pudiera preguntar debió subirse a su espalda ¿o lomo? Mientras esta determinaba otra forma de viaje que Juliet no estaba muy segura le resultara pero no discutió y trepo enseguida, encerrándola su cintura entre las rodillas, alejando el cuerpo para evitar rebotar con cada salto como le habían enseñado era en la equitación –Dudo que alguien pueda alcanzarte si te mueves con la fuerza que desprendes, tomes la forma que tomes – volteo hacia atrás para ver si lograba ver a sus percutores cuando por respuesta divina se alzo un aullido seguido de una secuencia de ladridos que guiaban al amo hacia los perros que habían encontrado su olor en el callejón y pretendían darles caza como si fueran meros animales. En un suspiro se inclino hacia adelante para mirarla con la pregunta “¿magia -perros?” escrita en sus llameantes ojos negros. No podría matarlos, de hecho no podría hacerles nada y en su cabeza nada estaba escrito que pudiera hacerles pero ya se le ocurriría, algo tenia que ocurrírseles que les permitiera esconderse hasta que pasara el peligro
Juliet E. Deveroix- Hechicero Clase Media
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“Condenado a muerte o a vivir eternamente”
La risa agría y exuberantemente tosca salió de mi sonrisa cuando sus palabras resonaron. Así que ella se refería a verdaderos sentimientos, como amor, dulzura y cosas que sin duda no estaban a la orden del día en mi vida. Si aquel era el caso, entonces indudablemente yo tampoco me veía con esa forma de asesinar. Pero en ese caso ¿por qué tergiversaba las palabras? Provocaba que quisiera zamarrearla hasta entender bien sus términos. No obstante, contrario a ello, quedó una semi sonrisa tatuada en mi rostro, en tanto negaba esporádicamente. Era obvio lo que pensaba sobre las afecciones, tan solo llevaban males a cualquier lado y no quería ser parte de ellos. Amar, besar o simplemente tener amistades lo llevaban a uno a tener que proteger a esas personas aunque fuese inconscientemente. El miedo de que los lastimaran siempre estaba allí, a la expectativa. — Eso es lo que tú piensas de ellos Juliet, sin embargo no todos están obsesionados con Dios. Algunos solo rezan cada día para que las almas de gente como tú o como yo sean salvadas. Están confundidos, pero su ignorancia es tan pura como lo son tus ojos cuando parece que estás a punto de llorar. — Susurré cerca de su rostro, observando como su pequeñez se incrementaba entre mis brazos, la sujetaba con fuerzas, pero el miedo de esforzarme y quizá romperla al medio me estaba poniendo intranquila. Mi cuerpo, aunque se había adaptado fácilmente a todo, aún no tenía el total control de la bestia en las fases solares. Era como un contenedor demasiado frágil para lo que tenía adentro. Y me hacía falta trabajar mucho más para poder estar segura de que aun llevando el cristal fino entre los dedos, podía utilizar el cien por ciento de mi fuerza sin destrozarlo.
Pronto me vi ignorando sus ojos afilados, ¿había estado erróneo no dejar que ella siga con sus poderes? En realidad no estaba segura, no había trabajado mucho con condenados en aquellas épocas. Por lo que no estaba al tanto de qué tan bien o mal podían dominar sus energías los hechiceros. Lo único que siempre había sabido es que las auras y el espeso aire que dejaban eran inconfundibles. Pero nunca me habían atacado con ratas, por lo que con una mueca subí levemente un hombro. No podía decir que tuviese o no razón. Así que opté por el silencio. — No lo había pensado de esa forma, aunque no creo que nadie pueda vernos desde esta altura. Lo ‘era’, quizá la maldición también me hizo perder algo de cordura. — Una broma ácida, pues era la única manera de hacerlo que tenía. Ser graciosa no era una de mis características en absoluto. Y a decir verdad la situación no era la mejor, ella con sus ojos grandes y curiosos parecía estar segura de que yo era lo suficientemente rápida. Pero yo misma me había dedicado a cazar licántropos, que aunque corrieran como si fuesen una bala, no podían hacer que su aroma o su presencia desaparecieran. Tenían que tener mucha suerte o ser muy estrategas. Y ahora, solo podía confiar en lo segundo. Carraspeé cuando escuché los aullidos, apretando el cuerpo perfilado de la bruja entre mis manos, que sujetaban su parte trasera. Tanteé la posición de ella y al notar sus piernas y brazos entrelazados correctamente me agaché a sacar de las botas de hombre que llevaba dos pequeñas bolas que al friccionar contra el suelo largaban ácido clorhídrico, el cual aparte de ser bastante corrosivo tenía un olor irritante y completamente sofocante. — Hoy no me agarrarán. — Sentencié girando en el eje en lo que lanzaba una de aquellas canicas hacía un lado y otra hacía el otro.
Por un lado, escaparíamos, por el otro, aquello era algo que solo los inquisidores solían tener. Siquiera los cazadores optaban por tales métodos de escape. Pero era necesario, con Juliet a cuestas no me podía permitir una pelea cuerpo a cuerpo. — ¿Estás bien? No sé si habrá algún cambia forma canino entre ellos. Pero sin duda será mejor evitarlos. ¿Tu magia no puedes borrar nuestros rastros de aura? Si volvemos por la misma zona, quizá los desviemos más rápido. Aunque el sol aún está en popa, no creo que sigan con esto o algún mortal podría ser testigo. — Expliqué entre susurros, mientras seguía corriendo hacía quien sabe dónde, buscaba algún lugar para perdernos, pero ninguno me daba la seguridad suficiente. No había manera de tener la certeza de que no darían con nuestro paradero. Chasqueé los dientes de manera que se escuchó el rechinar y alcé el rostro para verla a los ojos, esperando, espetando cual lobo que desea comer. Y cuando encontré en la lejanía un sector bastante más concurrido me dejé llevar. Eran las zonas del centro de la ciudad, pero cien metros antes tendríamos que caminar en el suelo, no había posibilidad de adentrarse de un salto sin llamar la atención de media metrópoli. — Vamos a caminar, nada te va a pasar, no tengas miedo; aún tienes que contarme cosas, la magia sigue haciéndome sentir curiosa.—
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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La súbita risa la alerto e hiso erizar como un gato asustado ¿Pero qué demonios le pasaba a aquella mujer? Dudaba de que de pronto se viera inmersa de adrenalina o felicidad absurda ni recordaba haber dicho nada particularmente gracioso o inocente para que se burlara y carcajeara de aquella forma y si le quedaba alguna opción viable es que estuviera teniendo un lapsus de locura de esos siempre tan oportunos a la hora de escapar. Se enderezo y con una seguridad desconocida apoyo la palma sobre la blanca frente, apartando los cabellos rubios que la incomodaran, para sentir si había levantado una fiebre delirante. Bien sabido era que las rubias sufrían del calor del sol con más frecuencia e intensidad que sus congéneres y el esfuerzo que estaba haciendo para acarrear ambos pesos era más que considerable. Sin embargo no encontró siquiera el menor de los indicios que tal fuera la causa de su extraño comportamiento, tampoco le sorprendía no hacerlo pues en el fondo sabia que aquella era un alma demasiado fuerte para rendirse a los desvaríos por el menor de los factores. Le quedaba aceptar simplemente que cosas escapaban de su comprensión, como fueron también sus palabras sobre la inquisición ¿Enserio había gente, adulta, tan inocente? Aquello le removió algo en el estómago y dejo un mal sabor en la boca que la silencio durante largos minutos mas
-No sé qué me resulta más alarmante; que sean víctimas de la ignorancia teniendo tanto poder, o que por malicia decidan hacernos daño de forma consiente –finalmente comento con una voz tan suave que parecía podría llevársela el viento, señal de que seguía aun contemplando la idea – Dudo que nuestras almas puedan ser salvadas por terceros porque debería ser nuestros actos los que nos rediman pero si tal fuera el caso y tuvieran ellos poder por sobre nuestros espíritus ¿Merecemos un castigo por algo que nos fue impu..¿? No estoy por llorar – sentencio de golpe al sentir el comentario sobrevolar sus facciones dejando en estas el tono rojizo que tanto aborrecía tomaran sus mejillas y que, irónicamente, tan fácil era de provocarle. Debio de desviar el rostro y frotarse la mejilla contra el hombro para intentar hacerlo desaparecer cuanto antes dado que no podía usar sus manos –Algo me dice que tu maldición nada ha tenido que ver con tu locura –farfullo mientras terminaba de deshacerse del color en su rostro a tiempo para sentir como apretaban tersa su piel para asegurarse estuviera bien sujeta pero haciendo que regresara a su trabajo anterior con un suspiro cansado, algún dia procuraría un hechizo para evitar esa molestia en sus mejillas aunque por suerte esta vez logro algo distraerla de su absurda tarea y es que la licantropa había sacado dos esferas que atraparon su atención de forma inmediata e instintiva como lo habría hecho una urraca por una moneda salvo que su interés se daba por la cualidad mas que el brillo de aquellas; mas aun cuando salieron disparadas con un olor que la hiso retroceder de forma automática –Eres como una caja de sorpresas ¿Qué mas tienes escondido por ahí? –La magia y la ciencia no eran excluyentes la una de la otra si bien era cierto que distanciaban mucho ideológicamente; ambas poseían el saber y la curiosidad como una de las principales bases y en muchas ocasiones parecían entremezclarse, fusionarse o complementarse hasta el punto en que la alquimia había nacido como un hijo quimérico de ambos. Usaba estos químicos de los cuales Pavilion se había valido para escapar y que, aunque no se especializaba en ellos dado sus múltiples costes, lograba atraer el interés descomunal en la bruja por ver las reacciones naturales así como los posibles resultados de exponerla siquiera a una chispa –o una tonelada- de influencia mágica
Pero el chasquido de los dientes le trajo a la realidad y pronto se encontró nuevamente a la altura de la tierra sin que ella pudiera siquiera estar segura de en que momento habían decidido bajar. No hubo que explicarle siquiera el plan para que comenzara andar hacia el gentío -Si, puedo encargarme de nuestras auras pero las …pelotitas de antes ¿se encargaran de nuestro olor? Me temo que si son sabuesos se guiaran solo por su olfato–Desaparecer sensorialmente habia sido la primera de las virtudes mágicas que había aprendido en soledad y la había amaestrado hasta poder presumir de ser un fantasma en el mundo espiritual con el menor de los esfuerzos. Requirió que simplemente moviera las manos para sujetar a la licantropa por el brazo para que su energía fuera drenando el aura lentamente hasta que ambas desaparecieron de la vista de la inquisición. Las energías esta vez no se vieron alteradas y permanecieron dentro de sus cuerpos contenedores respectivos, por el momento al menos -La magia lamentablemente está ligada a nuestra mente y emociones así que es tan infinita y misteriosa como la imaginación que cada uno posea, Pavilion. Hablar de ella podría hacer que nos perdiéramos y llegáramos a ningún lado ¿Qué quieres saber? ¿De que te puedo servir? No entiendo porque pero me has ayudado asi que lo mas correcto es que haga lo propio. Alguna buena costumbre he sabido conservar – sus pasos eran naturalmente rápidos y elegantes, como si fuera incapaz de quedarse quieta a la merced del tiempo. Apenas un pie tocaba el piso, el siguiente ya se elevaba dando la ilusión de que mas que caminar flotaba por entre los adoquines parisianos adentrándose en la gente y usándolos de escudos de carne contra aquellos que vinieran detrás de si.
-No sé qué me resulta más alarmante; que sean víctimas de la ignorancia teniendo tanto poder, o que por malicia decidan hacernos daño de forma consiente –finalmente comento con una voz tan suave que parecía podría llevársela el viento, señal de que seguía aun contemplando la idea – Dudo que nuestras almas puedan ser salvadas por terceros porque debería ser nuestros actos los que nos rediman pero si tal fuera el caso y tuvieran ellos poder por sobre nuestros espíritus ¿Merecemos un castigo por algo que nos fue impu..¿? No estoy por llorar – sentencio de golpe al sentir el comentario sobrevolar sus facciones dejando en estas el tono rojizo que tanto aborrecía tomaran sus mejillas y que, irónicamente, tan fácil era de provocarle. Debio de desviar el rostro y frotarse la mejilla contra el hombro para intentar hacerlo desaparecer cuanto antes dado que no podía usar sus manos –Algo me dice que tu maldición nada ha tenido que ver con tu locura –farfullo mientras terminaba de deshacerse del color en su rostro a tiempo para sentir como apretaban tersa su piel para asegurarse estuviera bien sujeta pero haciendo que regresara a su trabajo anterior con un suspiro cansado, algún dia procuraría un hechizo para evitar esa molestia en sus mejillas aunque por suerte esta vez logro algo distraerla de su absurda tarea y es que la licantropa había sacado dos esferas que atraparon su atención de forma inmediata e instintiva como lo habría hecho una urraca por una moneda salvo que su interés se daba por la cualidad mas que el brillo de aquellas; mas aun cuando salieron disparadas con un olor que la hiso retroceder de forma automática –Eres como una caja de sorpresas ¿Qué mas tienes escondido por ahí? –La magia y la ciencia no eran excluyentes la una de la otra si bien era cierto que distanciaban mucho ideológicamente; ambas poseían el saber y la curiosidad como una de las principales bases y en muchas ocasiones parecían entremezclarse, fusionarse o complementarse hasta el punto en que la alquimia había nacido como un hijo quimérico de ambos. Usaba estos químicos de los cuales Pavilion se había valido para escapar y que, aunque no se especializaba en ellos dado sus múltiples costes, lograba atraer el interés descomunal en la bruja por ver las reacciones naturales así como los posibles resultados de exponerla siquiera a una chispa –o una tonelada- de influencia mágica
Pero el chasquido de los dientes le trajo a la realidad y pronto se encontró nuevamente a la altura de la tierra sin que ella pudiera siquiera estar segura de en que momento habían decidido bajar. No hubo que explicarle siquiera el plan para que comenzara andar hacia el gentío -Si, puedo encargarme de nuestras auras pero las …pelotitas de antes ¿se encargaran de nuestro olor? Me temo que si son sabuesos se guiaran solo por su olfato–Desaparecer sensorialmente habia sido la primera de las virtudes mágicas que había aprendido en soledad y la había amaestrado hasta poder presumir de ser un fantasma en el mundo espiritual con el menor de los esfuerzos. Requirió que simplemente moviera las manos para sujetar a la licantropa por el brazo para que su energía fuera drenando el aura lentamente hasta que ambas desaparecieron de la vista de la inquisición. Las energías esta vez no se vieron alteradas y permanecieron dentro de sus cuerpos contenedores respectivos, por el momento al menos -La magia lamentablemente está ligada a nuestra mente y emociones así que es tan infinita y misteriosa como la imaginación que cada uno posea, Pavilion. Hablar de ella podría hacer que nos perdiéramos y llegáramos a ningún lado ¿Qué quieres saber? ¿De que te puedo servir? No entiendo porque pero me has ayudado asi que lo mas correcto es que haga lo propio. Alguna buena costumbre he sabido conservar – sus pasos eran naturalmente rápidos y elegantes, como si fuera incapaz de quedarse quieta a la merced del tiempo. Apenas un pie tocaba el piso, el siguiente ya se elevaba dando la ilusión de que mas que caminar flotaba por entre los adoquines parisianos adentrándose en la gente y usándolos de escudos de carne contra aquellos que vinieran detrás de si.
Juliet E. Deveroix- Hechicero Clase Media
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“No pierdas el rumbo de lo sensorial”
Me alarmaba un poco sentirla temblar como un gato al que le han echado agua arriba. Pero no me sorprendía, después de todo, las personas que conversaban conmigo diferían mucho de considerarme alguien de fácil acceso, por lo contrario, provocaba miedo o desprecio en los demás, aunque no fuese mi intención. Tal como en aquel caso, ya que las brujas eran una de mis mayores curiosidades. Y aunque lo había intentado, mi prioridad era que no podía dejarla morir. Las hechiceras eran difíciles de encontrar, pues muchas lograban esconder sus auras al punto de hacerse invisible a los ojos. Pero no resultaba ponerme en modo simpático, al contrario, parecía un arqueólogo intentando hallar las cosas más significativas de un artefacto. Y ella ciertamente no paraba de hacerme sorprender. Cuando las manos suaves y pequeñas se deslizaron por mi frente, me quedé observándola, arqueando las cejas con asombro, sin entender qué es lo que intentaba hacer. Lo primero que pasó por mi cabeza fue que quería hechizarme o quizá hasta maldecirme. Pero su aura estaba normal, nada vaporeaba de sus dedos. Y a no ser que haya creado la manera de ocultar su magia al practicarla –lo cual dudaba ya que anteriormente había notado las ratas e incluso la limpieza mágica- no estaba haciéndome nada maligno. Al final terminé por ignorar sus acciones, como quien se hace la desentendida de lo que está haciendo.
— No lo sé. Quizá tienes razón. — Mis palabras eran secas, quizá demasiado poco informativas para una muchacha que hablaba bastante más que yo. Pero no podía concentrarme en entablar por completo una conversación. Necesitaba asegurarme que estábamos protegidas. Por lo que el lanzamiento de las granadas de ácido se hizo rápidamente, y en segundos mi brazo estaba siendo agarrado por ella. Esperé a que me dijera algo y al instante dejé salir una sonrisa a medias, me causaba gracia y casi me sentía halagada, aunque no haya sido así su propósito. — Tengo escondidas un par de cosas más, luego te muestro— Con tono entre divertido y curioso, con un doble sentido que quizá ella no entendería y a decir verdad hacía poco tiempo me había habituado a hablar de esa forma. Los inmortales contagiaban el sarcasmo sin duda alguna. Y aun así seguimos con la caminata, a un lado y al otro en lo que nuestra aura se iba apagando hasta quedar como una normal. Ella realmente era sorprendente, incluso mis ojos celestes hicieron notar la exaltación y asentí de forma aprobatoria. — Sí, las lancé justamente para eso, tenemos tiempo de perdernos lo suficiente para que ellos no nos encuentren, así que comencemos el baile. — Con el semblante tranquilo me acomodé para pasear por entre la multitud, llenarme de sus aromas hasta que aquel sexto sentido de la alerta empiece a mitigarse en mi interior. Pues mal que mal, en mi cuerpo regía la naturaleza de un lobo, uno que tenía instintos de supervivencia más fuertes que los de la inquisidora que vivía en mi pasado.
Estiré entonces mi cuello y luego de un momento de escucharlo crujir terminé por relajarme o lo más similar a eso que pudiese ser. Pues notaba la mirada de la muchacha pegada en mi nuca. Busqué sus ojos entonces y altivamente moví mi mentón. — ¿Pasa algo? Esas canicas se activan con un golpe de piso y llevan dentro ácido clorhídrico. El color amarillo provoca ardor en los ojos y el olor hace que uno no pueda seguir rastrando. ¿Te gusta la ciencia? — No era una tecnóloga, nunca me había gustado demasiado aquel arte, pero lo conocía, lo había estudiado como todos los inquisidores nacidos en la iglesia. Sabía qué podía usar para hacer una bomba e incluso me las ingeniaba para crear canicas de humo cada cierto tiempo. No podía estar desprotegida, pues siempre estaba alerta, a la espera de que la iglesia venga a tomar venganza por una traidora. Aunque suficiente tenía ya con haber dejado de lado a Dios y palparme por siempre en lo terrenal. — Me preguntaba si la magia puede quitar o ayudar a un licántropo a no convertirse o a controlarse en luna llena. Es difícil, nunca imaginé que tanto... Intentar no matar a nadie, despertar sin saber qué es lo que uno ha hecho. ¿Podrías ayudarme? — Fui directa, lo más que pude y me quedé espetando, tan solo necesitaba un sí o un no. No insistiría, no iba con mi naturaleza. Aunque por dentro, estaba gritando que ella aceptara. No faltaba mucho para la primera luna del mes y mi humor empezaba a ser más salvaje y tosco. Parecía tener demasiadas energías las noches previas a convertirme. Lo cual no me ayudaba en lo absoluto. Y por más que no quisiera aceptarlo, necesitaba aprender a controlarme o a encontrar un lugar donde encerrarme y no ir a destruir todo lo que estuviese a mi alcance o terminaría muerta cualquier noche de esas.
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
Para fortuna de las mujeres, aquella mañana de Otoño las calles pariscienses se encontraban repletas de personas que se habían decidido a disfrutar de un extraño día para la estación que se encontraban; soleado y agradable resultaba perfecto realizar los encargos y compras para los hogares asi como simplemente salir a pasear por la ciudad; Sin saberlo se convertían en un muro a la vez que formaban parte de un camuflaje que evitaba que se pudiera diferenciar a los sobrenaturales que caminaban entre ellos al punto que, tras unos minutos, Juliet considero que ni los propios sabuesos podrían encontrarlas si se seguían internando en aquel mar de cuerpos y andares pues Paris habia sido siempre un lugar con demasiadas esencias encimándose unas a otras; comidas, colonias, perfumes, desagües, muertos y enfermedad se revolvían y mesclaban con otra infinidad de sonidos que esperaban fueran más que suficientes para confundir y desalentar a los inquisidores. En definitiva, aquel pequeño caos le daba una leve sensación de seguridad que, si bien habia calmado su ritmo cardiaco, la mantenía en la punta de sus pies, observando consternada como su acompañante estaba tan tranquila para tronar su cuello y jugar con las palabras de tal modo que no pudo discernir si eran verdad o mentira, ni siquiera podía afirmar entender a que se refería pues las dudas siempre ocupaban su mente, incluso cuando parecía segura de lo que decía –Graciosa –replico con una sonrisa ladeada – No es buena idea ir con falsas palabras a una bruja. Da mala suerte– dijo aun con esa sonrisa que poco tenia de alegre e inocente pero que dejaba ver que se divertía con el comentario así como del cinismo de utilizar la imagen de las brujas de los cuentos y leyendas a su favor.
-¿Gustarme?–se silenció un instante, insegura de si realmente disfrutaba aprendiendo de las diferentes ciencias o solo buscaba el beneficio de nutrirse de los variados conocimientos que iba adquiriendo con el cuidado apropiado para no atraer miradas malintencionadas y lenguas viperinas mientras procuraba una variedad general de artes que iban desde la astronomía hasta la zoología y que ahora se direccionaban nuevamente hacia la química, todo todo entrelazado en otro pequeño pero cómodo caos interno. De todo un poco y mucho de nada –Simplemente me interesa, igual que todo lo que pueda servirme para salvar el pellejo. Ser curiosa es quizás el único vicio que debería abandonar– se lo planteaba miles de veces pero nunca alcanzaba a cumplirlo pues le interesaba entender el mundo a su alrededor para ponerlo a prueba, para maravillarse o aterrarse con los resultados. Lamentablemente muy pocas veces salía impune de tales actos pero la adversidad nunca era infértil y tan pronto Pavilion mostro sus dudas, el instinto le hiso recordar ser precavida con la información que brindaba y que debia desconfiar de aquella muralla de cuerpos que tanto la habían aliviado, tenían oídos y aun peor: boca, para repetir todo lo que se dijiera entre ambas a personas como las de que acaban de escapar. Dio un vistazo rápido alrededor con la mirada y termino su recorrido centrándose en la rubia que le seguía pareciendo desconcertantemente tranquila y confiada -No y…si–suspiro–No puede evitarse la transformación pues es, digamos, la base principal de su condición– y aunque eran suposición, Juliet creía que con cada generación la maldición se diluia cada vez mas hasta que, en algún punto del futuro, ni siquiera los fetos estarían seguros en el vientre de su madre y compartirían el destino licántropo desde su nacimiento. Aunque quizás para entonces ya hubieran descubierto una forma de aventajarse de aquello que les aquejaba en la luna llena ¿pero desaparecerla? Sonaba a imposible sin un riesgo mínimo de muerte –Pero creo poder ayudarte a controlarte, quizás a no perder la consciencia inclusive –Cierto era que deberia re-leer e investigar pero a medida que hablaba su mente maquinaba las posibles soluciones y descartaba ideas primerizas; drogarla o adormirla no era opciones viables si no tenia donde esconderse de cazadores e inquisidores pero cualquier otro efecto requeriría mas tiempo e ingredientes –Pero no puede ser ya; necesitare de ciertos elementos que obviamente no he traído conmigo y a su vez necesitare cosas de ti –paso las manos por las puntas de la rubia trenza y se preguntó si sería tan fácil sacarle una lagrima como seria robarle una hebra de su cabello. Apreto los labios en una fila línea pues algo le decía que no tendría mucha suerte con ello
-¿Gustarme?–se silenció un instante, insegura de si realmente disfrutaba aprendiendo de las diferentes ciencias o solo buscaba el beneficio de nutrirse de los variados conocimientos que iba adquiriendo con el cuidado apropiado para no atraer miradas malintencionadas y lenguas viperinas mientras procuraba una variedad general de artes que iban desde la astronomía hasta la zoología y que ahora se direccionaban nuevamente hacia la química, todo todo entrelazado en otro pequeño pero cómodo caos interno. De todo un poco y mucho de nada –Simplemente me interesa, igual que todo lo que pueda servirme para salvar el pellejo. Ser curiosa es quizás el único vicio que debería abandonar– se lo planteaba miles de veces pero nunca alcanzaba a cumplirlo pues le interesaba entender el mundo a su alrededor para ponerlo a prueba, para maravillarse o aterrarse con los resultados. Lamentablemente muy pocas veces salía impune de tales actos pero la adversidad nunca era infértil y tan pronto Pavilion mostro sus dudas, el instinto le hiso recordar ser precavida con la información que brindaba y que debia desconfiar de aquella muralla de cuerpos que tanto la habían aliviado, tenían oídos y aun peor: boca, para repetir todo lo que se dijiera entre ambas a personas como las de que acaban de escapar. Dio un vistazo rápido alrededor con la mirada y termino su recorrido centrándose en la rubia que le seguía pareciendo desconcertantemente tranquila y confiada -No y…si–suspiro–No puede evitarse la transformación pues es, digamos, la base principal de su condición– y aunque eran suposición, Juliet creía que con cada generación la maldición se diluia cada vez mas hasta que, en algún punto del futuro, ni siquiera los fetos estarían seguros en el vientre de su madre y compartirían el destino licántropo desde su nacimiento. Aunque quizás para entonces ya hubieran descubierto una forma de aventajarse de aquello que les aquejaba en la luna llena ¿pero desaparecerla? Sonaba a imposible sin un riesgo mínimo de muerte –Pero creo poder ayudarte a controlarte, quizás a no perder la consciencia inclusive –Cierto era que deberia re-leer e investigar pero a medida que hablaba su mente maquinaba las posibles soluciones y descartaba ideas primerizas; drogarla o adormirla no era opciones viables si no tenia donde esconderse de cazadores e inquisidores pero cualquier otro efecto requeriría mas tiempo e ingredientes –Pero no puede ser ya; necesitare de ciertos elementos que obviamente no he traído conmigo y a su vez necesitare cosas de ti –paso las manos por las puntas de la rubia trenza y se preguntó si sería tan fácil sacarle una lagrima como seria robarle una hebra de su cabello. Apreto los labios en una fila línea pues algo le decía que no tendría mucha suerte con ello
Juliet E. Deveroix- Hechicero Clase Media
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
“La seguridad está justo en donde debería. Sobre mis manos”
Jamás en toda mi vida creí en la suerte y en ese momento no empezaría a hacerlo. Tampoco estaba segura de la existencia del destino, por lo contrario, para mí, todo era parte de lo que uno hacía. Los pasos en falso o acertados y las ganas de hacer o no las acciones que deseábamos. Todo eso es lo que constituía, al menos, mi propia vida. Sabía que la naturaleza que tenía ahora era debido a mi gran fallo al haber fracasado por primera vez una misión. Era mi castigo por no haber matado propiamente a un vampiro como debía. Y éste mismo me había acomodado en la vida que llevaba ahora. Todo tenía sentido, todo cuadraba a pesar de ser algo que sin duda alguna odiaba y me torturaba por dentro. No había cosa que deseara más que volver el tiempo atrás y ser nuevamente una inquisidora. Una luchadora y asesina. Pero a pesar de todo eso, estaba segura, sabía qué es lo que era. Y ahora, no tenía idea, no estaba en ninguna de las dos partes, ni a favor, ni en contra. Luchaba solo por sobrevivir y no tenía absolutamente nada que me hiciera conexión a tierra. Ningún hogar al que pudiese volver. Mordí mi labio inferior unos segundos y suspirando le negué, mostrándole así una sonrisa simple. — No creo en la suerte. Así que me arriesgaré a hacer lo que quiera, contigo incluso. — Susurré, acercándome a su rostro en lo que golpeaba suavemente la punta de su nariz. No había ninguna razón para hacerle daño y eso estaba muy lejos de suceder. Pues para mí, no existía algo más irresponsable que dañar a alguien sin razón alguna. Jamás lo había hecho, aun cuando la iglesia me demandaba, lo hacía por un juicio, por razones que eran válidas, al menos, para mi conciencia.
— ¿Acaso eres un gato, que la curiosidad te mata? Te enseñaré a hacerlas, aunque sería un problema si las usas contra mí. Tendría que cortarte los dedos luego de encontrarte. — Un poco graciosa y un poco sebera, realmente no me gustaba ser traicionada y cuando compartía conocimientos sentía que estaba dando una parte de mí. Y entonces formé en mis ojos un pequeño hálito de esperanza. No era obsesiva, más que con el orden, y tampoco me consideraba alguien molesta o ansiosa, por lo contrario, sabía esperar. Sabía controlarme y calmarme, mantenerme serena aún en momentos catastróficos. Tal como aquel en el que acabábamos de huir satisfactoriamente de unos inquisidores. Hice tronar mis dedos entonces y los pasé por su cintura, acercándola un poco a mí. Paseando por entre la gente hasta que ésta se diluía del otro lado de la zona, dejando un poco de comodidad y algo de pasto verde en los alrededores. — Vayamos a sentarnos. El tema es delicado según veo en tus ojos. Eres muy expresiva, no puedes mentir. — La miraba a los orbes fijamente, me deleitaba con sus pequeños faroles y la forma en la que se movía. Como una muñeca que estaba haciendo de juguete de una niña. Me acomodé entonces en un costado del banco, tirándome cómodamente con los brazos sobre el borde, invitándola a apoyarse a un costado, cruzando mis piernas poniendo así uno de mis pies sobre la rodilla. — Lo haremos en otro momento entonces. ¿Mm? ¿Cosas de mí? No me agradan ustedes, no quiero que tengas nada que pueda hacer que me mates o me controles. —
Agarré su muñeca con una de mis manos cuando la ajena buscaba la trenza que llevaba colgando a un lado. La cual, pronto sería completamente cortada. Paseé los dedos por entre los suyos, acariciando uno a uno, estirándolos cuidadosamente en lo que buscaba sus visión y la obligaba a tirones a sentarse de una vez. — ¿Me dirás que necesitas mechones de cabello y sangre? ¿Acaso quieres venderle mi alma al demonio para obtener más poder? He visto cómo actúan, no deseo, en absoluto, pertenecerle a alguien. Mi alma es solo mía. — El susurro amenazante estaba violando el aire para alcanzarse en la superficie de su piel. El umbral que ella tenía era corrompido por mis labios que despacio se paseaba por las orillas de su oreja. Apretando un poco su muñeca. De repente, me sentía completamente engañada, jamás debería haber confiado en una bruja. Tendría que matarla ahora mismo, romperle aquel hermoso, pálido y delicado cuello hasta que la respiración se le fuese por completo. Fruncí el entrecejo y la apreté contra mí, buscando su oreja. — Antes de que puedas hacerme algo como eso, quitaré tu corazón de lugar. Así que mejor explica con más palabras lo que quieres hacer o mi quicio terminará destruido. — Intentando ser lo más serena y clara posible fue que comencé a soltarla, pero no me alejaba, por el contrario, estaba cerca de ella, de modo que no permitiría que tuviese oportunidad de escapar. No podía dejarme llevar por su apariencia de animal indefenso era una hechicera y éstas eran parte de la magia, la manipulación y la mentira.
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Re: you look the same but... it seems different [Pavilion]
Como un ciclo que llega a su final para volver a comenzar, regresaron las amenazas que pensó había abandonado en aquel sucio callejón y que, sin duda se volvieron más ilustrativas cuando la rubia mujer se sintió de alguna forma amenazada por la mención de los ingredientes para hacer hechicería. Sin embargo, ahora que sus palabras parecían estar más fundadas, Juliet no sintió el miedo que la envolvió en el inicio de aquel encuentro pues tenía la extraña capacidad de acostumbrarse rápidamente a las malas situaciones y, sin un motivo real por el cual temerle, las promesas de dolor pasaban por cotidianidades, ladridos de un perro que no muerde pero que de todos modos, todavía lograban ponerla nerviosa pues era cierto que no la conocía lo suficiente para sentirse lo suficientemente confiada para demostrarlo ni quería empujarla a cumplir sus palabras –Arriésgate entonces– dijo con una sonrisa soberbia oscureciendo su expresión –y enséñame a jugar o conseguir con ácidos sin amenazar mis manos que tienen mejor uso que poner las armas que me enseñes en tu contra– respondió casi en un susurro divertido mientras dejaba que la tomaran de la cintura sin ya poner mayor resistencia a los tratos de la licantropa quien, pese a lo intimidante que resultaba, no parecía tener intención de lastimarla. Más la joven bruja aun escapaba de su mirada, desviando los ojos cuando pretendía observar fijamente en ellos y casi teniendo la urgencia de cubrir los ajenos con sus manos para detenerla, pero viéndose salvada de hacerlo cuando encontraron un banco en el cual se negó a sentarse solo para aprovechar la oportunidad de sentirse una persona alta y ver a su acompañante desde arriba, escuchando sin mucho agrado sus palabras
-Te interesa la magia pero te desagradan quienes la controlan – la voz era pausada, considerando aquello que decía al mismo tiempo que pronunciaba las palabras, como testeándolas –Es el estorbo humano, depender de otros y no saber con exactitud que hacen, lo que te fastidia ¿Verdad? Lamentablemente debes hacerlo en esta ocasión, no es magia del “día a día” y requiere ciertos…cuidados–Mientras hablaba, dejo a la ex inquisidora jugar por su palma y observo con curiosidad como sus dedos extendieron su camino por las falanges para sujetarla e intentar que se sentara sin mayor resultado que el hacerla perder el equilibrio, acercándola lo suficiente para que las siguientes palabras fueran susurradas con una suavidad peligrosa que la estremecieron pese que poco le agradaran e hicieran retroceder tan rápido como para, esta vez, mirarla fijamente a los ojos, ni siquiera rompió el contacto visual cuando dejó caer su queja como un golpe, rápido y ligero sobre la rodilla que descansaba en el aire como si quisiera indicarle que se sentara correctamente aunque en verdad poco le importara que imagen diera la rubia de si misma. Simplemente le apetecía reprimirla por tales suposiciones y como sabía que cualquier otro gesto podría ser conflictivo, fue por aquel que más fácil podría esconder tras excusas. Después de todo, Juliet no tenía problemas mintiendo y no parpadeaba al falsificar la información. Lo que había visto Pavilion en sus ojos no era la perfidia si no el miedo de que la oyeran hablar de herejías, si eran verdad o no tales cuestiones eran irrelevantes, especialmente para quienes bajaran el filo de la navaja por sobre su cuello -Estupideces-resoplo -¿Qué ganaría haciéndote daño más que adelantar mi muerte? Tardaría mas yo en un conjuro que tú en abrirme la garganta y aun asi, si debiera por algún motivo, entregar un alma a Lucifer ten por seguro que seria la de un enemigo y no la tuya– Si bien no se consideraba la persona más honrada o leal, no entendía como alguien pudiera pensar que no tenía mejor idea que castigar o dañar a las personas que por algún extraño motivo la ayudaban. Como si no tuviera ya suficientes enemigos para ir sumándolos gratuitamente! Por unos segundos pareció que aquel era el rumbo que tomaban cuando su cuerpo se vio apresado y las condiciones entregadas. Juliet considero dejar de hablar y dedicar a retorcerse pero un vistazo rápido al aura que rodeaba a la fémina le indico que debía detenerse en ese exacto momento. Las vetas de luz rojas y azuladas que interrumpían le señalaban que aquella estaba tanto enojada como decepcionada, o alguna variante similar que era incapaz de puntualizar solo con rastros de colores. No necesito hacerlo tampoco para entender que más le valía cooperar.
–Cuando se trata de determinadas cantidades de magia o energía lo más conveniente es que exista una base física que la guie, la sostenga y la concentre sobre el objetivo o va a tender a propagarse lo cual, en resumidas cuentas, es malo. Ahora bien, la energía que despides es mucha y es fuerte pero al igual que te sucede a ti, se descontrola y rebalsa en luna llena que es, creo, lo que ocasiona el cambio y la pérdida de consciencia. Sin utilizar una base tu propia energía desequilibrara a la magia y esta potenciara tu energía a su vez en un ciclo caótico. Lo que ata es la magia a tu cuerpo, no a ti a mí – A medida que explicaba todo el detalle técnico, sus manos se movían inquietas y expresivas, ejemplificando o dramatizando sus comentarios. Un resquicio que quedaba de sus orígenes italianos -Para evitar que el hechizo sea absorbido y cumpla su función, algo de ti debe hacer de esta ancla y es mejor si es algo que está conectado contigo a un nivel orgánico y aunque te sorprenda, no requiero de ti ni un dorado mechón de tus cabellos o siquiera una gota de tu sangre pero una lagrima, más aun si es del ojo izquierdo– comento como si nada, pasando la punta del dedo índice por las pestañas de dicho ojo- los motivos me los guardare pues se está haciendo tarde y yo, se supone, tengo un trabajo al que acudir. Más te lo propondré de este modo: Si decides que quieres sacarte la maldición; en la siguiente luna nueva ve hasta el barrio de montremart, atraviesa el cementerio y ve hacia el bosque. Desde allí tu olfato debería poder guiarte hacia mí y podremos intentar combatir aquello que te aqueja, caso contrario nos encontraremos cuando la casualidad nos junte nuevamente ¿Te parece bien? Tendrás tiempo para considerarlo y yo, para juntar lo que necesite– dio otro paso tentativo hacia atrás, queriendo comprobar si ya era libre o la iban a aprisionar nuevamente pero sonrió al notar que tal no parecía ser el caso mas no se confiaba del todo, aquel había sido un día de muchas vueltas y sorpresas, agradables sorpresas al final
-Te interesa la magia pero te desagradan quienes la controlan – la voz era pausada, considerando aquello que decía al mismo tiempo que pronunciaba las palabras, como testeándolas –Es el estorbo humano, depender de otros y no saber con exactitud que hacen, lo que te fastidia ¿Verdad? Lamentablemente debes hacerlo en esta ocasión, no es magia del “día a día” y requiere ciertos…cuidados–Mientras hablaba, dejo a la ex inquisidora jugar por su palma y observo con curiosidad como sus dedos extendieron su camino por las falanges para sujetarla e intentar que se sentara sin mayor resultado que el hacerla perder el equilibrio, acercándola lo suficiente para que las siguientes palabras fueran susurradas con una suavidad peligrosa que la estremecieron pese que poco le agradaran e hicieran retroceder tan rápido como para, esta vez, mirarla fijamente a los ojos, ni siquiera rompió el contacto visual cuando dejó caer su queja como un golpe, rápido y ligero sobre la rodilla que descansaba en el aire como si quisiera indicarle que se sentara correctamente aunque en verdad poco le importara que imagen diera la rubia de si misma. Simplemente le apetecía reprimirla por tales suposiciones y como sabía que cualquier otro gesto podría ser conflictivo, fue por aquel que más fácil podría esconder tras excusas. Después de todo, Juliet no tenía problemas mintiendo y no parpadeaba al falsificar la información. Lo que había visto Pavilion en sus ojos no era la perfidia si no el miedo de que la oyeran hablar de herejías, si eran verdad o no tales cuestiones eran irrelevantes, especialmente para quienes bajaran el filo de la navaja por sobre su cuello -Estupideces-resoplo -¿Qué ganaría haciéndote daño más que adelantar mi muerte? Tardaría mas yo en un conjuro que tú en abrirme la garganta y aun asi, si debiera por algún motivo, entregar un alma a Lucifer ten por seguro que seria la de un enemigo y no la tuya– Si bien no se consideraba la persona más honrada o leal, no entendía como alguien pudiera pensar que no tenía mejor idea que castigar o dañar a las personas que por algún extraño motivo la ayudaban. Como si no tuviera ya suficientes enemigos para ir sumándolos gratuitamente! Por unos segundos pareció que aquel era el rumbo que tomaban cuando su cuerpo se vio apresado y las condiciones entregadas. Juliet considero dejar de hablar y dedicar a retorcerse pero un vistazo rápido al aura que rodeaba a la fémina le indico que debía detenerse en ese exacto momento. Las vetas de luz rojas y azuladas que interrumpían le señalaban que aquella estaba tanto enojada como decepcionada, o alguna variante similar que era incapaz de puntualizar solo con rastros de colores. No necesito hacerlo tampoco para entender que más le valía cooperar.
–Cuando se trata de determinadas cantidades de magia o energía lo más conveniente es que exista una base física que la guie, la sostenga y la concentre sobre el objetivo o va a tender a propagarse lo cual, en resumidas cuentas, es malo. Ahora bien, la energía que despides es mucha y es fuerte pero al igual que te sucede a ti, se descontrola y rebalsa en luna llena que es, creo, lo que ocasiona el cambio y la pérdida de consciencia. Sin utilizar una base tu propia energía desequilibrara a la magia y esta potenciara tu energía a su vez en un ciclo caótico. Lo que ata es la magia a tu cuerpo, no a ti a mí – A medida que explicaba todo el detalle técnico, sus manos se movían inquietas y expresivas, ejemplificando o dramatizando sus comentarios. Un resquicio que quedaba de sus orígenes italianos -Para evitar que el hechizo sea absorbido y cumpla su función, algo de ti debe hacer de esta ancla y es mejor si es algo que está conectado contigo a un nivel orgánico y aunque te sorprenda, no requiero de ti ni un dorado mechón de tus cabellos o siquiera una gota de tu sangre pero una lagrima, más aun si es del ojo izquierdo– comento como si nada, pasando la punta del dedo índice por las pestañas de dicho ojo- los motivos me los guardare pues se está haciendo tarde y yo, se supone, tengo un trabajo al que acudir. Más te lo propondré de este modo: Si decides que quieres sacarte la maldición; en la siguiente luna nueva ve hasta el barrio de montremart, atraviesa el cementerio y ve hacia el bosque. Desde allí tu olfato debería poder guiarte hacia mí y podremos intentar combatir aquello que te aqueja, caso contrario nos encontraremos cuando la casualidad nos junte nuevamente ¿Te parece bien? Tendrás tiempo para considerarlo y yo, para juntar lo que necesite– dio otro paso tentativo hacia atrás, queriendo comprobar si ya era libre o la iban a aprisionar nuevamente pero sonrió al notar que tal no parecía ser el caso mas no se confiaba del todo, aquel había sido un día de muchas vueltas y sorpresas, agradables sorpresas al final
~Cada uno sabe del dolor y la delicia que ser lo que es~
–Caetano Veloso-
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Juliet E. Deveroix- Hechicero Clase Media
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